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Aranjuez. Jardín de las Delicias

magnolio en flor jardines Aranjuez

El universo colorista, simbólico y enigmático del célebre cuadro (El Jardín de las Delicias) de El Bosco, requisado por el Duque de Alba en Bruselas, más tarde adquirido por Felipe II y hoy propiedad del Pueblo Español a través de Patrimonio Nacional constituye una de las riquezas de toda la historia del arte. Surgido de una mente aguda y original. Así como los muchos aspectos que partiendo de los anhelos humanos dieron lugar a los jardines secretos, poblados de historia, arte, cultura, intrigas, luchas de poder, amoríos, negocios, infidelidades, injusticias, placeres, traiciones, pecados…
Sugerente lujuria visual que invita a reflexionar, admirar y desear formar parte de ese mundo fantástico donde el autor describe con el pincel las debilidades, temores, penas y alegrías de una sociedad perfectamente jerarquizada conforme al orden establecido.
Tanto o más que la propia Naturaleza, patrón y matriz de toda creación artística.

El Jardín de las Delicias. Obra de Hieronymus Van Aken, El Bosco. Óleo sobre tabla, 1500 - 1505

El Jardín de las Delicias. Obra de Hieronymus Van Aken, El Bosco. Óleo sobre tabla, 1500 – 1505

Trazados para el deleite complementando el regio dominio del Palacio, han sobrepasado en fama la notable arquitectura del edificio, sirviendo de inspiración a célebres artistas.
Acogiendo la más que sobresaliente colección escultórica de sus fuentes, superadas como una transparencia de la imaginación o un espejismo óptico, con la sorpresa principesca de la Real Casa del Labrador.
El jardín de los Chinescos, rodeado de monumentales ejemplares de liquidámbar y cipreses calvos, recreando con exotismo el paisaje de La Florida, cuando todavía en la España carolina del rey ilustrado, también América era suelo español.

La Corte itinerante de Carlos III, instituyó aquí, mejor que ninguna, La Primavera. Con boato oficial y aparato social, la desnudez del invierno a finales de marzo se revestía con frondas verdes de toda la gama de matices, engalanando los gigantescos armazones de multitud de árboles traídos de todos los rincones del imperio. Como por orden o decreto real, cuando la comitiva regia transitaba por el puente Largo, cruzando el Jarama proveniente de Madrid, la lozanía de las rosas, perfume de los jazmines y elegancia de los iris paseaban su hermosa juventud por todos los rincones del Real Sitio, llenando de vida artificial y efímera como la propia Corte y sus cortesanos, un mundo exclusivo y prohibido, que la fortuna y la evolución hoy abren de par en par para solaz de tus sentidos y disfrute de tu soberana ciudadanía.

Si existe un lugar en la Tierra, donde pueda encontrarse la primigenia esencia de la razón de ser de un jardín, puede sentirse, más que encontrarse, en cada uno de estos espacios, que como frutos de la invención humana materializan en realidad lo que el pintor, el paisajista, el músico o el escritor soñaron.

Palacio Real de Aranjuez. Autor, Fernando García

Palacio Real de Aranjuez. Autor, Fernando García

Aqui reina el Sol entronizado como Apolo. El Tajo abierto en canal acogiendo en su corazón el gérmen y más antiguo de los jardines, el de La Isla.
Fuentes renacentistas, barrocas y neoclásicas. Pajareras, huertos de frutales, avenidas de cipreses. Narciso mirándose admirándose incasablemente. Baco permanentemente embriagado. Hércules y Anteo esparciendo fuerzas disparadas con la presión de los surtidores. La vida estallando en realidad con la gracia y la gloria del arte del Jardín de las Delicias.

Aunque algo tarde, se llegó lo suficientemente a tiempo como para impedir la destrucción de uno de los lugares más interesantes y atractivos del Mundo. Que aunque lentamente, va recuperando la grandeza intelectual que tantas mentes avanzadas imprimieron al Real Sitio.
Ejemplo mundial de planificación paisajística, gracias al espíritu y sensibilidad de Carlos III, que desde el Real Cortijo de San Isidro, hasta la finca La Flamenca, sumando el mar de Ontígola de Felipe II y las viejas posesiones de la Orden de Santiago, se trazó aquí la mejor trama de ordenación del territorio como hasta entonces jamás se había hecho en otro sitio, exceptuando las alineaciones de arboledas francesas ordenadas por Colbert.

Estanque chinesco. Autor, Jose Javier Martin Espartosa

Estanque chinesco. Autor, Jose Javier Martin Espartosa

Gracias a aquel rey inquieto, parte artista parte estadista, hoy Aranjuez por valores propios ostenta el merecido privilegio de Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad. Donde es posible disfrutar el urbanismo, el paisajismo y la filosofía de La Ilustración.

Por suerte hay que sumar a las magníficas perspectivas barrocas de la plaza de San Antonio, la plaza Elíptica o la plaza de Las Parejas, la increíble longitud de los tres kilómetros de la Calle de la Reina. Monumento Natural en sí misma, arbolada con más de mil plátanos centenarios regados por acequia, desde la puerta del Príncipe hasta casi La Pavera.

A un paseo de Madrid, además de comer en un castillo del siglo XIX dentro de los jardines Reales, o en los Fogones del Palacio Real, podrás admirar una atmósfera ideal, como proyecto piloto de un monarca que soñó modernizar España desde los beneficios del arte, la ciencia y la belleza. Los cultivos ordenados entre avenidas arboladas son únicos en todo el país. La colección de palacios cortesanos entremezclados con el caserío popular, testimonios incalculables de la arquitectura barroca académica desprovista de ornamentación. Especialmente el sobrio palacio de Medinaceli, cuyo zaguán de tres naves, caja de escalera, patio y fuente de recibo, valen por sí mismos una visita.

Calles con nombres tan rococó como Almíbar, paseo del Deleite o Primavera, te transportan a esa atmósfera indolente ajena a los penares donde el cuerpo como en la pintura de El Bosco se abandona a los placeres mundanos.
El fresón con nata que tanto ayuda a pecar podrás saborearlo tan intenso como el embriagador aroma a primavera que como cada año, las aguas del Tajo, fecundan la estación de las flores en deliciosos jardines convertidos en arte por genios como Juan Bautista de Toledo, Juan de Herrera, Cervantes, Boutelou, Goya, Sabatini, Villanueva, Rusiñol, Rodrigo…
Los cuales nos han legado uno de los paisajes patrimoniales con reconocimiento para preservarlos como herencia de toda la humanidad.

Detalle de la fuente de Narciso. Autor, Manuel

Detalle de la fuente de Narciso. Autor, Manuel

Y muy cerca de Aranjuez, La Mancha en todo su esplendor. Para descubrirla os proponemos vivir estas experiencias con www.sabersabor.es

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Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano
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Fotografía de portada: Magnolio en flor en el Jardín del Príncipe. Autor, Rafa Lorenzo

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Adonde el río nos lleve. Guadalajara, el Alto Tajo y su Fiesta de los Gancheros

Adonde el río nos lleve. Guadalajara, el Alto Tajo y su Fiesta de los Gancheros

El bosque flotante continuó río abajo, guiado por sus pastores. Siempre por el estrecho callejón de sus riscos grises y rojizos; entre los desplomes cubiertos de sabinas y carrascas. Siempre compañeros del agua, clara por la mañana, opaca por la tarde, color del mar al oscurecer. Verde botella, verde gris, verde amarilla, según los arenales, los guijarros o el lodo del cauce, la sombra de los árboles o de las peñas, la calma o la furia del viento encañonado. Siempre en lo fragoso de la sierra, en los estrechos, en los saltos, en las ruderas; siempre por un recio universo de piedra y de invierno”.

Espectacular paisaje del Alto Tajo, en Taravilla. Autor, Fofo

Espectacular paisaje del Alto Tajo, en Taravilla. Autor: Fofo

Llevando troncos hacia el río. Autor, Íñigo González

Llevando troncos hacia el río. Autor: Íñigo González

Estas palabras de la famosa obra de José Luis Sampedro “El río que nos lleva” ilustran de manera muy gráfica el paisaje visual y nostálgico de la “maderada”, el viaje de cientos de troncos que desde los altos de Albarracín circulaban todos los años a lo largo del Tajo hasta llegar a su destino, en los aserraderos y las fábricas de Aranjuez. Las maderadas y los “gancheros”, aquellos heroicos pastores de troncos, desaparecieron hace décadas con la construcción de las presas de Entrepeñas y Buendía, y sobre todo cuando las carreteras y el transporte con camiones hizo demasiado costosa la labor de estas cuadrillas de profesionales, dedicados a tiempo parcial, pero que durante semanas se erigían como los dueños del río y vivían al ritmo que marcaban las crecidas, los vericuetos y los rápidos de la corriente. Una corriente siempre imprevisible, siempre señorial y diáfana como los propios días invernales que soportaron en las altas estribaciones de la Ibérica.

Tranquilo pueblo de Peralejos de las Truchas. Autor, Ángel Martín Expósito

Un tranquilo pueblo: Peralejos de las Truchas. Autor: Ángel Martín Expósito

Gancheros en Peralejos de las Truchas. Autor. El S@lmón

Gancheros en el Tajo, a la altura de Peralejos de las Truchas. Autor: El S@lmón

Afortunadamente los pueblos del Alto Tajo no han olvidado a sus “gancheros”. Como cada año a finales de verano, el recuerdo de la maderada reúne a varias localidades de esta comarca, Poveda de la Sierra, Peñalén, Zaorejas, Taravilla y Peralejos de las Truchas, con el fin de realizar un homenaje festivo y multitudinario a estos hombres y mujeres semi-míticos que a finales de los años 30 del pasado siglo condujeron las últimas grandes maderadas hasta Aranjuez. Todos los pueblos participan de forma cíclica en este acontecimiento, declarado en 2008 Fiesta de Interés Regional, y que este año está previsto se celebre los días 30 y 31 de agosto en la localidad de Peralejos de las Truchas. La Edición de 2014 va a ser sin duda muy especial puesto que servirá asimismo para rendir homenaje a la figura del recientemente desaparecido José Luis Sampedro, autor de la obra que en 1961 sacó del olvido a este oficio esforzado, vital y centenario. En memoria de Sampedro se colocará una placa conmemorativa y una figura de forja que representa a un ganchero en la plaza del Ayuntamiento de Peralejos, uno de los municipios inmortalizados en su celebrada novela “El río que nos lleva”.

Otoño en el Alto Tajo, cerca de Zaorejas. Autor, Elfer

Otoño en el Alto Tajo, cerca de Zaorejas. Autor: Elfer

Peñalén, en el Alto Tajo. Autor, Sonsaz

Peñalén, otro de los municipios del Alto Tajo. Autor: Sonsaz

“La Fiesta Ganchera” reúne todos los años a miles de personas para contemplar la tradicional saca de la madera, cuando se liberan los troncos en el espectacular escenario del río Tajo para retirarlos luego a tiro de caballería, tal y como se hacía tradicionalmente hace apenas sesenta años. Son los mozos (y no tan mozos) del pueblo, los encargados de conducir el rebaño de troncos de pino por la corriente, y desde primera hora de la mañana los paisanos reciben a todos los visitantes con un obsequio para la ocasión (en la edición del pasado año triunfó el aguardiente y las rosquillas). Ya en el río, autóctonos y turistas se agolpan en ambas orillas, sobre los puentes, sobre las pasarelas o en cualquier otro elemento que sirva de mirador, a fin de observar del mejor modo posible el paso de la mítica maderada. Es frecuente que la espera se acompañe de la música de los dulzaineros, elevándose en inconfundibles tonos pastoriles por encima del fragor de los rápidos y del viento arremolinado en las altas copas de los pinos. Y así, en medio de un paisaje espectacular de cortados, huertas feraces y extensas masas forestales, arracimadas allí donde las escabrosidades del terreno lo permiten, con el aroma a resina flotando en el ambiente y la sempiterna voz del río dominándolo todo, llega el momento feliz en que tras uno de los recodos del Tajo se ven aparecer los primeros troncos del “rebaño”. Y sobre ellos, guardando hábilmente el equilibrio con pies firmes, vislumbramos de nuevo la silueta sin edad de los “gancheros” en un espectáculo de rabiosa certidumbre histórica, aunque a todos nos parece sacado de las páginas de una novela.

Gancheros creando un cauce artificial de troncos. 1929. Autor, Nemo

Gancheros creando un cauce artificial de troncos. 1929. Autor: Nemo

El río Tajo en Peralejos de las Truchas. Autor, El S@lmón

El río Tajo en Peralejos de las Truchas. Autor: El S@lmón

Los “gancheros”, unos en el agua y otros en equilibrio sobre los troncos, conducen un grupo de unos cincuenta árboles que en nada se asemeja a las almadías y los “bosques flotantes” de antaño. Pero resulta suficiente para recomponer la imagen nostálgica de la jornada. La cuadrilla avanza poco a poco por el río, navegando cuando la corriente lo permite o arrastrando los troncos en los vados, allí donde el agua es demasiado escasa y el fondo se vislumbra apenas a un par de palmos. Acabada la faena, aplausos, abrazos y felicitaciones a los héroes que un año más nos han deleitado con la figura perdida del “pastor de árboles”. Juegos tradicionales, muestras de corte de troncos y las consabidas jotas amenizarán un final de fiesta donde solo queda que los grupos de locales y turistas se desperdiguen a cientos por las alamedas, como todos los años, para comer y regocijarse en los frescos prados que abundan junto al río. Pero de alguna manera, y aunque todos sepamos que la fiesta volverá a repetirse en próximas ediciones, este año será sin duda distinto a otros: cuando el visitante escuche los silbidos de los “gancheros” más allá del recodo, todavía invisibles a la vista; cuando al fin los vea aparecer sobre las aguas en un cuadro de arrolladora vitalidad, perfilados contra el agreste y bello paisaje del Alto Tajo, no podrá evitar sentir que el autor de “El río que nos lleva” llega también con ellos bajando el río como ya lo hizo entonces. Junto a Shannon, “el Americano”, “la Paula” y el resto de compañeros de ese viaje realizado en los años cincuenta, inmortales todos en nuestra memoria gracias a unas páginas forjadas en oro, y que revelan sin duda a uno de los principales representantes de la narrativa contemporánea española del siglo XX.

Jose Luís Sampedro. Autor, Javier Luengo

José Luis Sampedro. Autor: Javier Luengo

Hasta siempre, José Luís. Autor, Julio Codesal

Hasta siempre, José Luis. Autor: Julio Codesal