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Fuenllana. Valor de Conjunto Histórico

Fuenllana

Aquellos que disfrutan el placer de viajar sin rutas predeterminadas y prefieren descubrir lugares desconocidos, se llevarán la grata sorpresa de encontrarse en un rincón casi escondido de La Mancha, a un paso de Andalucía, uno de esos escasos pueblos que en pleno siglo XXI contienen como los mejores secretos, todo un tesoro de cualidades que lo convierten en la única villa rural manchega que abarca en la totalidad de su conjunto urbano, todo el tipismo y la fisonomía de la arquitectura vernácula manchega, además evolucionada desde las primeras formas constructivas de viviendas de campesinos a tejavana, hasta las grandes casas de labranza de los propietarios de tierras, como son en su gran mayoría casi todos los habitantes del pueblo. Donde todavía la agricultura y la ganadería mantienen la economía de subsistencia que originó los pueblos del Campo de Montiel.

Todo cuando es deseable encontrar en un pueblo ambientado en la célebre novela de Cervantes, es perfectamente visible en las bucólicas calles y rincones de esta villa. Callejones donde la puerta del corral permitió escapada a las aventuras del Hidalgo. Las campanadas del Ángelus tañendo solemnes a las doce en punto de cada mediodía en la gran campana del siglo XVI, acompañada por el campanil de plata del XVIII.
El canto del gallo al amanecer y el cacareo de las gallinas en la siesta. Los ladridos de los perros y el correr de los gatos por los tejados. Los vencejos piando volando las tardes de verano. Los gorriones apretando sus griteríos buscando el dormidero de los olmos de las plazas.
El búho real en las noches de invierno ululando desde los montes cercanos. El autillo en las noches de mayo. Las relucientes noches estrelladas de enero y la inmensidad de la Osa Mayor presidiendo los cielos de agosto.

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Escenas durante la representación anual de las Bodas de Camacho en Fuenllana. Autor, Rubén Castellanos

Como siempre, la costumbre de sentarse al anochecer de los calurosos estíos a tomar el fresco, continúa vigente, ajena al correr del tiempo. Por las mañanas barrer la puerta de la calle y regar. El paso del hortelano vendiendo patatas, tomates, melones…

Los viejos juntos en los bancos de la plaza y las mujeres separadas, juntas en el rezo del Rosario. Una tarde tras otra, desde la noche de los tiempos. Donde a pesar de disfrutar de todas las comodidades actuales y nuevos comportamientos sociales, las costumbres tradicionales permanecen impertérritas.
El ruido de los tractores saliendo al amanecer o regresando al atardecer. Las chimeneas ahumando el calor de hogar. Abuelas, abuelos, padres, madres, hijas, hijos… Familia de familias que se sucede en el tiempo con mejores condiciones de vida, sin olvidar los ancestros.

Fuenllana es el pueblo por excelencia. Donde todo tiene la escala y las dimensiones de esa aldea de Don Quijote, descubierta con sorpresa a principios del siglo XX por el famoso fotógrafo francés Loty, cuyas fotos se mostraron en la Exposición Universal de Barcelona en 1929.
Pueblo cervantino donde los haya, por méritos propios. Por su autenticidad rural, su identidad manchega, y su discreta belleza, sin necesidad de afirmar o demostrar nada que la propia realidad no exponga a los ojos del visitante.

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Rincón del pueblo. Autor, Salvador Carlos Dueñas

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Vista del Convento de Agustinos de Santo Tomás de Villanueva. Autor, Salvador Carlos Dueñas

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Por el interior del convento. Autor, Rubén Castellanos

Posee el casco urbano más armonioso, equilibrado y elegante por su rural sencillez de toda la provincia de Ciudad – Real. Componiendo la totalidad del caserío unidad y homogeneidad que destaca por la blancura de sus fachadas, aderezadas con algunas de color tierra o piedra. Donde las ruinas de la vieja Santa Catalina le confieren esa atmósfera de romanticismo que demuestra una población añeja y con solera. Donde además interesándonos por su historia descubriremos los restos arqueológicos del recinto fortificado que originó la población actual a partir de la concesión del villazgo por parte del infante y maestre de la Orden de Santiago, don Fadrique de Trastámara.

Pasear sus calles sinuosas de día, apreciando la tranquilidad de un pueblo de verdad, donde todo el mundo se saluda y se conoce, disfrutando de la belleza castiza de las rejas de forja, los portones de madera, balcones, tejados, plazas, rincones. Entramado de calles perfectamente mantenidas sobre el trazado medieval. Volúmenes que no superan las dos alturas, enriquecidas con la gallardía hidalga de torrecillas de esquina o cámaras abuardilladas. Portadas blasonadas labradas en arenisca.

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Santa Catalina. Autor, Rubén Castellanos

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Lavadero. Autor, Rubén Castellanos

Componiendo y completando un conjunto urbano de los más genuinos y hermosos que puedan encontrarse en el ámbito manchego, perfectamente identificable con el ideal de pueblo cervantino. Donde no falta un hermoso puente medieval de origen romano. Un lavadero del siglo XIX de auténtica arquitectura rústica y popular. Un cerro donde otear el horizonte. El brocal de profundo pozo y la infinidad de los barbechos.

Paseos arbolados pariendo desde el caserío hacia los cuatro puntos cardinales adentrándonos en la belleza de un paisaje prolongando en horizontes tan aventureros como los capítulos del Quijote. Contemplando las siluetas de Sierra Morena al Sur. Los cerros de Las Cabezas al Oeste, donde al otro lado y a un tiro de piedra nos espera la monumentalidad del Siglo de Oro de Villanueva de los Infantes.
Al Este, la catedralicia iglesia de Villahermosa, erigida junto a una de las plazas más bellas de La Mancha, en un pueblo cuyo entramado de calles irregulares nos adentra en las atmósfera rural y auténtica que distingue al Campo de Montiel como el reducto manchego y quijotesco más hermoso que nos queda en el Mundo.

Por si fuera poco, las Lagunas de Ruidera a tan sólo veinte kilómetros y a once el legendario Castillo de La Estrella de Montiel. Conjunto arqueológico de los más importantes del medievo español, que no deja de depararnos gratas sorpresas con su continuada rehabilitación.

Así es Fuenllana. La perla blanca del Campo del Montiel y la joya manchega de las villas rurales. Ubicada en el centro geográfico del territorio donde Don Quijote comenzó a caminar por el “Antiguo y conocido Campo de Montiel”.
Un pueblo sencillo y discreto que atesora uno de los mejores Conjuntos Históricos rurales de Ciudad – Real, presidido por la gran mole del convento. Cuyo patio vignolesco sumará una exclamación más a cuantos nos descubran por el placer de viajar y descubrir las míticas tierras del hidalgo cervantino.

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Al atardecer. Autor, Salvador Carlos Dueñas

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Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano
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Fotografía de portada: Vista de Fuenllana. Autor, Rubén Castellanos

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Un canto singular en La Mancha. La leyenda del autillo

Un canto singular en La Mancha. La leyenda del autillo

Con la llegada de las cortas noches veraniegas, parques y arboledas se llenan como todos los años de paseantes, de niños y mayores buscando «la fresca» y, como cumpliendo con un rito ancestral, también de un sonido ciertamente monótono y repetitivo. Se trata de un canto tristón, aflautado y monocorde que se deja oír en la oscuridad cada pocos segundos, y que delata de paso a una de nuestras aves nocturnas más emblemáticas: el autillo. En muchas zonas del sur este toque le ha valido al autillo el poco atractivo nombre de «corneta», ya que cuando este animal decide asentarse cerca de las viviendas humanas puede hacerse muy difícil conciliar el sueño.

Carlos Uranga

La luna encuadrada en un aspa. Autor, Carlos Uranga

«Tiui… tiui… tiui» Así suena más o menos la llamada del autillo. Desesperante para el insomne, sin duda, pero no exento de atractivo si nos atenemos a la leyenda que explica su origen. Y es que hace muchos años vivieron en cierto lugar dos hermanos que se ganaban la vida custodiando los caballos del vecindario.

Una noche se desató una terrible tormenta, y a causa del temporal y los truenos que retumbaban en el valle se perdió una montura: precisamente aquella que esa misma tarde había estado montando uno de ellos, Ghioni. El otro, enfurecido, lo obligó a salir en mitad de la inclemente noche para buscarlo, y he aquí que no aparecieron nunca más ni el caballo ni el desdichado cuidador.

La perplejidad del autillo. Autor, Dominic Sherony

La perplejidad del autillo. Autor, Dominic Sherony

Su hermano recorrió durante muchos días los bosques cercanos tras la pista de Ghioni, pero todos los esfuerzos fueron baldíos. Una noche, agotadas sus fuerzas, se postró en el suelo del bosque para no levantarse más. Pero he aquí que la diosa Artemisa se apareció ante él, y con el fin de aliviar sus penas lo transformó en autillo, para que siguiese sin tregua tras la pista de su añorado hermano, noche tras noche. Y así lo hace: la vista penetrante, el vuelo raudo, e incansable en su llamada angustiosa que desde entonces los hombres oyen sin cesar durante las tranquilas madrugadas de estío: ¡Ghioni… Ghioni… Ghioni!

Bosque mediterráneo en el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera

Bosque mediterráneo en el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Autor, desconocido

Algo habrá de cierto, sin embargo, en esta leyenda de cariño filial. La ciencia afirma que los autillos son aves tremendamente emotivas, y las parejas duran toda la vida, hasta la muerte de uno de sus miembros. De hecho no es raro encontrar numerosas muestras de cariño en los autillos, y que hacen recordar (para el que tenga la suerte de descubrirlos) el amor que se profesaron alguna vez los desdichados hermanos de la leyenda…

Autor, Israel Jashir

De nuevo, la noche. Autor, Israel Jashir

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Fotografía de portada: El color de La Mancha. Autor, desconocido.
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