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Un paseo por Navarra y sus Aquelarres. En el país de la bruja (2ª Parte)

Un paseo por Navarra y sus Aquelarres. En el país de la bruja (2ª Parte)

La sacerdotisa del aquelarre es siempre “la Vieja”, un título de honor, pero ella puede ser muy bien joven. La novia del Diablo puede tener alrededor de unos treinta años, de mirada profunda y febril. Los cabellos en desorden, negros e indomables, coronados por una diadema de verbenas, hiedra de las tumbas y violetas. Después viene la negación de Jesús y el homenaje al nuevo señor, al igual que en las recepciones del temple en las que se da todo sin reservas, pudor, dignidad o voluntad. En ese momento, Él consagra a su sacerdotisa. El dios del bosque la acoge y ella se entrega a él, según la forma pagana. Recibe su hálito, el alma, la vida, la fecundación simulada.. Después, no menos solemnemente, ella se purifica y se constituye como altar viviente a partir de ese momento.

Bosques navarros de ls Selva de Irati. Autor, MC SimónE

Bosques navarros de la Selva de Irati. Autor, MC SimónE

Así termina el rito del Introito y el servicio se interrumpe para el banquete. Al revés del festín de los nobles, con la espeda siempre dispuesta a un lado del cuerpo, aquí, en el festín de los hermanos, nada de armas, ni siquiera un cuchillo.. Cada uno tiene además una mujer como guardián de la paz. Nadie puede ser admitido sin mujer. Pariente o no, esposa o no, vieja o joven, hace falta una mujer.

¿Qué bebidas circulaban? Hidromiel, sidra, cerveza y vino, e incluso licor de pera. Probablemente no se escanciase ningún brebaje alucinógeno, puesto que el exceso de confusión habría hecho difícil la danza que seguía al banquete. Esta danza, este frenesí giratorio, la famosa Ronda del aquelarre, bastaba para completar un primer grado de embriaguez. Giraban espalda contra espalda, los brazos hacia atrás, sin verse; pero a menudo las espaldas se tocaban. Poco a poco nadie se conocía, ni siquiera a la persona que tenía al lado. La vieja entonces ya no lo era. Milagro de Satán. Ella era todavía mujer y deseable, confusamente amada.

Bardenas Reales. Autor, Miguel Angel García

Bardenas Reales. Autor, Miguel Angel García

En el momento en el que la multitud, unida en este vértigo, se sentía un solo cuerpo por una irresistible emoción de fraternidad y sensualidad, se continuaba el oficio con el Gloria. En las formas antiguas y clásicas del aquelarre primitivo, el altar ofrecía a los presentes la hostia. ¿En qué forma? La Mujer misma. De su cuerpo prosternado, de su persona humillada, ella se ofrecía mientras un supuesto demonio oficiaba sobre sus riñones, decía el Credo y hacía la ofrenda. Este rito fue inmoral más tarde, como es obvio, pero su atractivo continuó siendo poderoso hasta el punto de que en la corte de Luis XIV de Francia se reproducía en sus fiestas privadas como un espectáculo más de diversión para los nobles invitados. Ahora bien, una cosa era la diversión de la nobleza y otra el rito del pueblo, de forma que las asambleas de los aquelarres tenían mucho que perder si eran sorprendidas. Y desde luego, la bruja se arriesgaba en extremo con este audaz comportamiento.

El Aquelarre. Obra de Francisco de Goya. 1823

El Aquelarre. Obra de Francisco de Goya. 1823

En un siguiente acto, sobre el altar viviente que se entregaba se hacía la plegaria y la ofrenda para la cosecha. Era común aportar trigo al Espíritu de la tierra, que hace germinar el grano. Pájaros liberados llevaban al Dios de la libertad el suspiro y los votos de los siervos. Según las zonas podían utilizarse también gatos negros, machos cabríos negros o toros negros.

Paisaje navarro en la niebla. Autor, Rufino Lasaosa

Paisaje navarro en la niebla. Autor, Rufino Lasaosa

¿Qué hostia se distribuía en los antiguos aquelarres? No la hostia de burla que se verá en tiempos posteriores, sino la hostia de Amor. Para ello se coloca sobre los riñones desnudos de la bruja una tablilla y sobre ella un pequeño horno donde se cuece un pastel, el mismo que se utilizaba durante el medievo para los famosos filtros de amor en los que la enamorada mandaba un presente a su deseado varón, para atarlo irremediablemente a ella. Para terminar se depositaban sobre el altar viviente dos ofrendas de carne, que representaban ficticiamente elementos de peso en el rito: la carne del último muerto de la comunidad, y la del último recién nacido. El resto de los presentes comulgaba entonces bajo la sombra vaga de Satán, y al término la bruja se levantaba y tomando un sapo entre las manos lo reducía a pedazos. Era el momento de la fiesta final, y la multitud saltaba las grandes hogueras impunemente como una anticipación consciente de los fuegos del Infierno.

Gallipienzo viejo. Autor, JMMCai

Gallipienzo viejo. Autor, JMMCai

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Un paseo por Navarra y sus Aquelarres. En el país de la Bruja (1ª Parte)

Un paseo por Navarra y sus Aquelarres. En el país de la Bruja (1ª Parte)

Tras celebrar en la pasada ceremonia cinematográfica como el film “Las brujas de Zugarramurdi” se ha llevado la palma en número de premios Goya, con ocho estatuillas de las 10 a las que optaba (actriz de reparto para Terele Pávez, maquillaje y peluquería, efectos especiales, dirección de producción, sonido, montaje, diseño de vestuario y dirección artística), uno no deja de preguntarse qué tendrá Zugarramurdi y sus brujas para que hoy estén tan de moda en medios públicos y círculos privados. En otra ocasión hablamos del famoso auto de Fe que condeno a numerosos vecinos de la zona a penas que incluyeron la temible muerte en la hoguera, pero… Hoy nos acercaremos al propio rito en sí, el famoso aquelarre en el que la misa negra y el culto a Satán eran el centro mismo de la vida pagana, y referencia importante en unas regiones montañosas y remotas, donde a su pesar la luz cristiana todavía no había calado con la suficiente profundidad.

2. Fuente en el valle de Erro. Autor, Federico

Fuente en el valle de Erro. Autor, Federico

Hubo un tiempo en que el siervo llevó la vida del lobo y del zorro, fue un animal nocturno, entendiendo con esto que actuaba mínimamente de día y que su reino verdadero lo constituía la oscuridad. Todavía en el año 1000, mientras el pueblo fabricaba sus santos y sus leyendas, la vida a plena luz tenía algún interés para él. El dios Pan persigue alegre a las mujeres y a los niños en forma de vecino enmascarado, y en las casas las viejas encienden velas en honor a Diana-Luna-Hécate. Pero a partir del segundo milenio la Iglesia y la nobleza arremete con toda resistencia pagana y el siervo no tiene más remedio que convertirse o huir a la noche. En parte, las terribles revueltas sociales del siglo XII se vieron influidas por esta huida, estos misterios y vida nocturna del lobo y del contrabandista. Los primeros aquelarres fueron de hecho una especie de venganza ante el ostracismo, y en el aislamiento de los bosques y de la noche las gentes que allí se congregaban bebían entre ellas su propia sangre y comían la tierra húmeda como hostia.

3. Bruja y el círculo mágico. Obra de J. W. Waterhouse. 1886

Bruja y el círculo mágico. Obra de J. W. Waterhouse. 1886

Tuvo que pasar algún tiempo para que los aquelarres tomasen la forma que conocemos, es decir, una guerra declarada a Dios. Esto no se plantea hasta el siglo XIV, el siglo de Dante, durante el Gran Cisma, y fue entonces cuando empieza a acuñarse el término “Misa Negra” con el que se conoció desde entonces. Los fieles son esos mismos siervos y campesinos que no encuentran alivio alguno en la conmiseración de una Iglesia aliada con los poderosos. El cielo les parecía un aliado de sus feroces verdugos, lo que allanó el camino a revueltas terribles como la Jacquerie y manifestaciones satánicas para todos los gustos.

4. Dolmen en Isaba. Autor, Rafael Miró

Dolmen en Isaba. Autor, Rafael Miró

Curiosamente, la mujer tuvo en los aquelarres un papel importante. Desde 1300 su medicina se considera maléfica, sus remedios castigados como venenos. El inocente sortilegio a partir del cual los leprosos creían mejorar su suerte lleva a la matanza de estos infortunados mientras la bruja terminaba desollada viva por orden del párroco o el señor feudal. Con una represión tan ciega los aquelarres comenzaron a pulular en cuevas, florestas umbrías y prados de altura, siempre al amparo de la noche. Porque el gran milagro de aquellos tiempos miserables es que podía encontrarse en la cena nocturna de la fraternidad lo que no se había encontrado durante el día…

5. Niebla en los Pirineos navarros. Autor, Anamfp

Niebla en los Pirineos navarros. Autor, Anamfp

Los aquelarres de la época están bien documentados desde antiguo, de forma que puede describirse con bastante exactitud sus diferentes estadios (aunque siempre de manera general, puesto que cada región y a menudo cada aldea tenía sus propias manifestaciones locales). Podéis imaginaros la escena: una gran landa, a menudo cerca de un viejo dolmen céltico y en la linde de un bosque. De un lado la pradera iluminada por la luna, donde va a realizarse la comida en común de los fieles; de otra, hacia el bosque, el altar de esta iglesia negra cuya cúpula es el cielo. Y entre ambos fuegos resinosos de llamas amarillentas y rojas, que proporcionan un vapor fantástico. La bruja vestía su Satán, un gran Satán de madera, negro y peludo. Tenebrosa figura que cada uno veía de manera diferente, puesto que mientras unos se aterrorizaban otros terminaban sollozando, emocionados por la grandeza melancólica que parecía envolver al Ángel caído…

Continuará…

6. Detalle de un Aquelarre. Obra de Henry Fuseli. 1741-1825

Detalle de un Aquelarre. Obra de Henry Fuseli. 1741-1825

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Las brujas de Zugarramurdi, o el oscuro mundo de la Inquisición (2ª Parte)

Las brujas de Zugarramurdi, o el oscuro mundo de la Inquisición (2ª Parte)

¿Por qué eran las brujas objeto de una persecución tan rigurosa por parte de la Iglesia y la sociedad de aquella época? En el centro de toda esta superchería pagana se encontraba el diablo, fuente de su magia, socio supremo y objeto de su adoración incondicional. A lo largo de la Edad Media el demonio recibió varios nombres por parte de las autoridades eclesiásticas, pero el más común fue sin duda el de Satán, o Satanás, palabra que significa “El Enemigo” y que solo en el Nuevo Testamento comienza a adquirir una preeminencia destacable. La figura del diablo fue evolucionando con el paso de los siglos. Es curioso constatar, por ejemplo, que lo que hoy definimos como estampa clásica del demonio nació en realidad de la fusión de distintos conceptos culturales: así, pintar al diablo de negro proviene de la asociación tradicional del color negro con el pecado, mientras que las alas derivan de su condición de ángel caído, ambas ideas tomadas de la cultura judeocristiana oriental. Por el contrario, la barba de chivo, las pezuñas partidas, los cuernos o la forma semi-animal proceden del dios celta Cernuno, mientras que los senos de mujer con que se representa en diversas obras pictóricas inglesas son un concepto tomado de la cultura grecorromana y la imagen de la diosa de la fertilidad, Diana.

2. Imagen del pueblo de Zugarramurdi. Autor, Jroura

Imagen del pueblo de Zugarramurdi. Autor: Jroura

3. La bruja. Obra pictórica de Salvator Rosa. 1640-1649

La bruja. Obra pictórica de Salvator Rosa. 1640-1649

Lucifer, el gran arcángel que se rebeló contra Dios y fue expulsado al infierno, no fue el único Señor adorado por los brujos en los aquelarres. Satán tenía también su corte de príncipes del mal, encabezados por figuras del calibre de Belcebú, Leviatán y Belial, y su capacidad para tomar posesión real del cuerpo de una persona fue uno de los terrores más evocados por el subconsciente del pueblo hasta fechas muy recientes. La posesión demoníaca acabó desempeñando un papel importante en la brujería, pues la bruja tenía potestad para ordenar al diablo que poseyera a una víctima en virtud de un pacto concluido entre ambos. Este pacto es citado ya en sus escritos por San Agustín, en el siglo V d.C. Gracias a él el diablo proporcionaba salud o alguna otra forma de poder terrenal a cambio de servicios diversos, y por supuesto la potestad sobre el alma del contratante humano tras su muerte física.

4. Ríos y umbrías en el valle de Baztán. Autor, F0ff0

Ríos y umbrías en el valle de Baztán. Autor: F0ff0

5. Bosques de la localidad con la llegada del invierno. Autor, Marycesyl

Bosques de la localidad con la llegada del invierno. Autor: Marycesyl

La asociación de pacto demoníaco y prácticas mágicas creció a lo largo de la Edad Media con la traducción de gran número de libros de origen islámico o griego, que hasta entonces se habían considerado perdidos. A pesar de las reticencias de la Iglesia los ritos mágicos fueron comunes entre los monarcas europeos, e incluso en la corte papal, y los nigromantes que las practicaban no eran en absoluto personas iletradas. Los métodos de conjuro varían considerablemente, pero por lo general implicaban fidelidad a una fórmula escrita a fin de atrapar al demonio dentro de una botella, un anillo o un espejo, para así ordenarle luego que proporcionase la ayuda deseada. En estas prácticas, luego repetidas con profusión por las brujas en sus ritos y aquelarres, el diablo exigía un tributo a cambio de esta ayuda, lo que solía resolverse con la entrega de una gallina o la propia sangre del nigromante. Pero en cualquier caso dicho pacto atrajo el rechazo más enérgico de los teólogos escolásticos y condenaba al practicante como hereje, ya que cedía a Satán unos derechos solo atribuibles a Dios. Peor aún: el mago era un apóstata, pues renunciaba a su Fe cristiana al prestarse a adorar al demonio o servirlo de alguna otra manera. Se asentaba por tanto el argumento clave que permitía su persecución por los inquisidores papales en toda Europa.

6. La cueva de los aquelarres, en Zugarramurdi. Autor, Carlalove

La cueva de los aquelarres, en Zugarramurdi. Autor: Carlalove

7. Lucifer y el Paraiso perdido. Obra de Gustavo Doré (1832-1883)

Lucifer y el Paraíso perdido. Obra de Gustavo Doré (1832-1883)

Con el tiempo, los cargos consistentes en practicar magia y establecer pactos con el diablo se dirigieron contra campesinos ignorantes, y el mago pasó gradualmente de ser señor o socio del diablo a ser brujo, o bruja, un servidor a las órdenes de Lucifer. Según lo expresaría más adelante el rey Jacobo VI de Escocia: “Las brujas solo son siervas y esclavas del diablo; pero los nigromantes son sus señores y dueños”. Un signo claro del cambio es que la bruja suele acceder a servir a Satán a cambio de recompensas económicas o materiales muy escasas. Es muy frecuente que el demonio consiga su lealtad mediante el ofrecimiento de una monedilla, convertida en piedra inmediatamente después de realizarse el pacto irrevocable. Y resulta interesante señalar que cuando el mago-señor se transformó en bruja servil, el sexo del malhechor cambió de varón a hembra…

8. Las cumbres neblinosas de Zugarramurdi. Autor, Karrikas

Las cumbres neblinosas de Zugarramurdi. Autor: Karrikas

9. Mar de nieblas en el valle de Baztán. Autor, Iloiola

Mar de nieblas en el valle de Baztán. Autor: Iloiola

La caza de brujas de Zugarramurdi tuvo gran repercusión a nivel europeo, una fama que no decayó con los años y que terminó dando a la villa el merecido sobrenombre de “Pueblo de las Brujas”. La mayor parte de los acusados murió en las cárceles de la Inquisición o de camino a ellas (lo cual da idea del trato recibido de manos de sus carceleros) hasta que finalmente, y como resultado de las condenas leídas en el Auto de Fe del 7 de noviembre de 1610, once de los encausados fueron sentenciados a la inhumana y aterradora pena de hoguera. Seis víctimas subieron al cadalso y fueron quemadas en persona, mientras que otras cinco lo fueron en efigie (es decir, sus restos mortales, puesto que ya habían fallecido durante los días previos). La Iglesia quedó satisfecha y el peligro satánico conjurado. Pero el recuerdo de estos hechos resuena todavía en los bosques y en las sendas montañesas de la localidad, donde multitud de familias ignorantes de todo lo que no fuera sobrevivir con el trabajo de sus manos quedaron mutiladas para siempre. Rotas por la pérdida de padres, hermanos o hijos, y señaladas además de por vida por la zarpa del catolicismo y la ignorancia a ultranza de sus vecinos.

10. El Aquelarre. Obra de Francisco de Goya. 1821-1823

El Aquelarre. Obra de Francisco de Goya. 1821-1823

11. Detalle del museo de las brujas de Zugarramurdi. Autor, Jesús Reinoso

Detalle del museo de las brujas de Zugarramurdi. Autor: Jesús Reinoso

Es precisamente este recuerdo el que impulsó en fechas recientes la creación del Museo de las Brujas de Zugarramurdi en el antiguo edificio del hospital. Sin duda el lugar perfecto para comprender las consecuencias que el oscurantismo, la intolerancia y el extremismo de cualquier signo han causado en las poblaciones humanas bajo la bandera de la, en ocasiones, mal llamada civilización. No nos queda sino señalar que, en apenas unas semanas, esta población navarra celebrará el aniversario del proceso por brujería más famoso de la historia de España. Recordemos los nombres de los ajusticiados, y crucemos los dedos por que unos hechos tan tenebrosos e incomprensibles no vuelvan a repetirse en nuestra historia en el futuro: Domingo de Subildegui, Graciana Xarra, Petri de Juangorena, María de Echatute, María de Arburu y María Baztán de la Borda.

12. Senderos del Baztán. Autor, Fernando Elia

Senderos del Baztán. Autor: Fernando Elia

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Las brujas de Zugarramurdi, o el oscuro mundo de la Inquisición (1ª Parte)

Las brujas de Zugarramurdi, o el oscuro mundo de la Inquisición (1ª Parte)

“Sorginen Leizea” es una cueva de impresionantes dimensiones a medio kilómetro de Zugarramurdi, bello pueblo navarro situado en la comarca del Baztán. En sus profundidades corre todavía la Regata del Infierno, y se cree que allí tenían lugar los famosos ritos paganos denominados aquelarres, las reuniones de brujas y hechiceros en honor a Satán. Sin duda, el lugar es propicio para creer que tales cosas sucedieron realmente. La cueva se abre en la tierra como una boca sin dientes, y bajo las bóvedas de más de 10 metros de altura resuena con fuerza el fragor del río que la atraviesa, buscando a ciegas una salida, más allá de su cripta de piedra, para huir seguidamente entre saltos y rápidos hacia los densos robledales que sombrean toda la región. Pero lo asombroso es que Zugarramurdi tiene realmente una historia de aquelarres para contar, y que fue protagonista cierto de un proceso inquisitorial contra las brujas y los actos de brujería que supuestamente asolaban toda la región.

2. Auto de Fe. Obra de Pedro Berruguete. 1495

Auto de Fe. Obra de Pedro Berruguete. 1495

En 1610, con el reinado de Felipe III, los inquisidores Alonso Becerra Holguín y Juan Valle Alvarado llevaron adelante una auténtica caza de brujas que se centró en esta localidad navarra, basándose en las declaraciones realizadas por una joven llamada María de Ximildegui. En el relato la muchacha aseguraba haber tenido sueños extraños, que volaba y que había visto a varias personas del pueblo participando en aquelarres satánicos. Finalmente y como resultado de tales declaraciones, quedaron inculpadas más de trescientas personas, de las cuales cincuenta y tres fueron declaradas culpables y trasladadas a las oscuras cárceles de la Inquisición en Logroño… Pero ¿cuál fue el destino que hubieron de soportar los acusados en aquellos inicios del otoño de 1610? ¿En qué consistían aquellos temidos procesos, los métodos de los que se valía la Santa Inquisición para sentenciar o exculpar a los reos de los más horrendos crímenes, aún sin haberlos cometido?

3. Bosques y prados junto al pueblo. Autor, Worldsinfocus

Bosques y prados junto al pueblo. Autor, Worldsinfocus

4. Noche de brujas en el bosque navarro. Autor, Dorron

Noche de brujas en el bosque navarro. Autor, Dorron

El procedimiento inquisitivo fue creado por la Iglesia durante los siglos XIII y XIV con el objeto de descubrir con eficacia a los herejes y sospechosos de brujería. El mecanismo se ponía en marcha de forma independiente de las actuaciones de la Justicia al uso, lo que confería a los inquisidores un poder extraordinario. Un simple testimonio “de algunas personas buenas y honradas”, actuando a menudo por venganza o coacción, y ciertos indicios recabados en la zona podían llevar a una citación formal del sospechoso, que desde ese momento pasaba a estar en busca y captura. El presunto brujo se presentaba de forma voluntaria o forzada a la autoridad y se procedía a su encarcelamiento, al tiempo que todos sus bienes quedaban automáticamente confiscados por el tribunal.

5. La cueva de Zugarramurdi. Autor, Mr. Groka

La cueva de Zugarramurdi. Autor, Mr. Groka

El proceso se iniciaba con la citación del reo en la “sala del secreto”, donde se hallaban sobre el estrado los inquisidores junto al fiscal, y con un notario en una mesa anexa para copiar todas las declaraciones que allí se efectuasen. Lo normal era que los detenidos quisiesen autoinculparse de hechos que revestían poca gravedad, con el objetivo de esquivar las acusaciones más graves de brujería, de modo que el inquisidor mandaba encerrar a los reos durante varios días en las celdas del edificio antes de someterles a una nueva audiencia. En caso de mantenerse el preso en la misma actitud, el procedimiento seguía su curso y se abría la fase acusatoria.

6. El vuelo de la bruja. De la colección Los Caprichos. Francisco de Goya, 1799

El vuelo de la bruja. De la colección Los Caprichos. Francisco de Goya, 1799

El fiscal procedía a la lectura de la acusación en la que se contenían todos los cargos que se habían conseguido acumular contra él. Si el acusado negaba los cargos, el tribunal pasaba a nombrarle un abogado pagado por el propio reo, quien se comprometía bajo juramento a ayudar fielmente al preso y defenderlo de todas las acusaciones vertidas durante el proceso (aunque si en cualquier parte del mismo se descubría que el acusado era culpable, el letrado tenía la obligación de abandonar la defensa). Los medios para probar que el reo era culpable fueron fundamentalmente dos: la propia confesión voluntaria, y la prueba testifical. La primera no era ni mucho menos habitual, como puede suponerse, de modo que todo el trabajo del fiscal y el abogado debía apoyarse en el segundo mecanismo, basado en el testimonio de testigos.

7. Niebla en el valle. Autor, Elarequi61

Niebla en el valle. Autor, Elarequi61

8. Víctima del tormento del potro. Autor desconocido. Óleo sobre lienzo. 1870

Víctima del tormento del potro. Autor desconocido. Óleo sobre lienzo. 1870

Sin embargo, las instrucciones partían del principio de que tanto la condena como la absolución del reo debían descansar en la confesión del propio reo. Esto significaba que la declaración de supuesta brujería debía obtenerse muchas veces mediante sometimiento y tormento. La aplicación de tortura se hacía conforme a una normativa muy precisa: el acusado era conducido a la “sala del tormento”, lugar en el que se encontraba, además del ejecutor, un notario del secreto, dos inquisidores y el médico del tribunal. El medio de tormento más utilizado fue el torno, en el que el reo era tendido sobre una mesa sujetándole los pies a un punto fijo, mientras las manos se ataban a una cuerda enrollada en una rueda o torno, que hacía girar el verdugo. La tensión creciente de la cuerda originaba un estiramiento inhumano de todo el cuerpo, con el consiguiente dolor en músculos y articulaciones. El proceso de tormento podía durar varios días, intercalados con nuevos interrogatorios y periodos de aislamiento que se repetían una y otra vez hasta que, finalmente, el preso manifestaba de forma inequívoca su voluntad de declarar.

9. Paisaje de otoño en el valle de Baztán. Autor, Canduela

Paisaje de otoño en el valle de Baztán. Autor, Canduela

La sentencia se leía en privado cuando era absolutoria, o en el curso de un acto público solemne llamado Auto de Fe, donde se señalaban las penas en función de la gravedad del delito. Éstas eran comúnmente la abjuración (en caso de sospecha leve de brujería), que obligaba a la realización de determinados actos penitenciarios durante las misas de los domingos; penas privativas de libertad, a menudo perpetuas y que llevaban aparejadas por lo común la confiscación definitiva de los bienes del reo, y por supuesto multas, destierros, azotes y humillaciones públicas diversas. Entre estas últimas se encontraba oír misa descalzo en el altar mayor, a la vista de todos los asistentes, o realizar una procesión en actitud humilde y arrepentida de penitencia. Solo cuando el supuesto brujo persistía en su error se procedía a condenarlo a excomunión y pena capital, para lo cual era entregado a la justicia ordinaria encargada de organizar el acto público correspondiente: en casos de brujería, el suplicio y muerte en la hoguera.

Continuará…

10. Valle del Baztán en invierno. Autor, Arnofoto.fr

Valle del Baztán en invierno. Autor, Arnofoto.fr