Publicado el 1 comentario

El Valle de Erro y la senda de los Contrabandistas

El Valle de Erro y la senda de los Contrabandistas

En el norte de Navarra, tan solo a unos kilómetros de la frontera francesa y el Camino de Santiago, el valle de Erro despliega en estas fechas todo el esplendor de sus galas primaverales. Las cumbres del macizo de Alduide, todavía hoy cubiertas de nieve, protegen un enclave idílico de arroyos, montañas, florestas y caseríos en pleno Pirineo Occidental, y los separan de otros valles con nombres tan evocadores como el de Arce o el de Baztán, este último atravesado por el río Bidasoa. Un país de gentes duras y de ganado, como demuestra la reciente celebración el pasado sábado de la marca de Baigorri, y el paso de 240 vacas francesas para veranear en la pradería comunal de Sorogain. El acto, que atrae a numerosos visitantes, se cerró con la comida popular a base de carne de vacuno y trucha de la zona, y fue amenizada por las voces de un grupo de bertsolaris, que ensalzaron en euskera las gestas heroicas de este pueblo de pastores.

2. Marca de ganado en Sorogain. Autor, Carlos Octavio Uranga

 Marca de ganado en Sorogain. Autor: Carlos Octavio Uranga

Vaca paciendo en un prado de montaña. Autor, Jozelui

Vaca paciendo en un prado de montaña. Autor: Jozelui

El clima en Erro es muy húmedo, fecundo en nieblas otoñales y nieve de invierno que propicia la existencia de bosques como el Quinto Real, una de las extensiones de hayas más importantes de Navarra. Rincones misteriosos cubiertos por el velo del tiempo, como la magnífica cueva de Arpea, o los dólmenes funerarios en Sorogain. Paisajes verdaderamente feéricos donde la imaginación del visitante se desborda. Es el Pirineo más verde, más lluvioso, más exuberante. Pero es también la tierra del estraperlo por excelencia, donde los pasos silenciosos del contrabandista atravesaban cada noche infinidad de regatos y largos terraplenes de hierba en la más completa oscuridad, en busca de los collados que daban paso a los valles fronterizos.

Construcciones megalíticas en el valle de Erro. Autor, Erizu

Construcciones megalíticas en el valle de Erro. Autor: Erizu

Contrabandista en un puerto pirenaico. Paul Gavarni. Cromolitografía. 1829

Contrabandista en un puerto pirenaico. Paul Gavarni. Cromolitografía. 1829

Aunque el contrabando (o paso clandestino de mercancías prohibidas) existió desde siempre en estas montañas, su auge se inició con las guerras Carlistas del siglo XIX mediante el abastecimiento de áreas aisladas o el paso de refugiados, ya fuese entre zonas carlistas y liberales, o desde ambas hasta la frontera con Francia. En otras ocasiones se cruzaba también ganado, pero en realidad el grueso del estraperlo consistía en productos básicos de consumo como azúcar, café o cobre, entonces considerados de lujo y de los cuales se extraían importantes ganancias. Este contrabando no era necesariamente una actividad de subsistencia y se practicaba a diario por numerosas familias de los valles como otra forma más, aunque peligrosa, de ganarse la vida.

Bosques navarros de ls Selva de Irati. Autor, MC SimónE

Bosques navarros en el Quinto Real. Autor: MC SimónE

En realidad pasaban cualquier cosa y de cualquier manera, siempre que hubiese pingües beneficios para el que arriesgaba. En una ocasión los contrabandistas cruzaron a Francia un Seat recién salido de fábrica, para lo cual se ocultó el vehículo en un carro lleno de hierba. Y es famosa la anécdota sobre el muchacho del cercano valle de Baztán, que todos los días atravesaba la frontera en bici transportando un gran bulto en la parte de atrás. Cuando los guardias le daban el alto y le obligaban a abrirlo, el paquete siempre estaba misteriosamente vacío. Mucho tiempo después se descubrió que el negocio consistía en las bicicletas.

Pueblo de Villanueva de Arce, junto a Erro. Autor, Rahego

Pueblo de Villanueva de Arce, junto a Erro. Autor: Rahego

Hayas del bosque de Irati. Autor, Rufino Lasaosa

Hayas del bosque de Irati. Autor: Rufino Lasaosa

El estraperlo de Erro está repleto de historias de travesías en la nieve, de noches al raso y huidas precipitadas a través de los campos de nieve o los bosques, con la Guardia Civil pisando los talones a los fugitivos. Está tan presente en la memoria del valle y sus aledaños que, en realidad, puede decirse que forma parte de su cultura más arraigada, al igual que los prados, los bertsolaris o las marcas de ganado. Es imposible calcular cuantas fortunas familiares se han amasado gracias al mercadeo clandestino, pero se sospecha que muchos caseríos deben su gran auge de los siglos XIX y XX, precisamente, a estas correrías nocturnas entre valles vecinos.

Contrabandistas. Guasavo Doré (1832-1883). Grabado

Contrabandistas. Gustavo Doré (1832-1883). Grabado

El negocio era generalizado y se daba el caso de parejas de la Benemérita confraternizando con las mismas familias que luego, al amparo de la noche, se escabullían de su vigilancia cargados de mercancías y camino del puerto. Claro que, para evitar problemas, nada mejor que la argucia de los montañeses y su calzado mágico. Al igual que uno de aquellos maravillosos cuentos infantiles de Perrault, los contrabandistas usaban zuecos de madera con la suela tallada del revés, y mientras la autoridad corría en pos de unas huellas de ida, ellos en realidad ya estaban de vuelta. Eso por no hablar de las suelas con forma de herradura o de pezuña de vaca… Maravillas de la vida montañesa.

Bosques navarros de la Selva de Irati. Autor, Danel Solabarrieta

Atardecer en un bosque navarro pirenaico. Autor: Danel Solabarrieta

Publicado el 1 comentario

Un paseo por Navarra y sus Aquelarres. En el país de la Bruja (1ª Parte)

Un paseo por Navarra y sus Aquelarres. En el país de la Bruja (1ª Parte)

Tras celebrar en la pasada ceremonia cinematográfica como el film “Las brujas de Zugarramurdi” se ha llevado la palma en número de premios Goya, con ocho estatuillas de las 10 a las que optaba (actriz de reparto para Terele Pávez, maquillaje y peluquería, efectos especiales, dirección de producción, sonido, montaje, diseño de vestuario y dirección artística), uno no deja de preguntarse qué tendrá Zugarramurdi y sus brujas para que hoy estén tan de moda en medios públicos y círculos privados. En otra ocasión hablamos del famoso auto de Fe que condeno a numerosos vecinos de la zona a penas que incluyeron la temible muerte en la hoguera, pero… Hoy nos acercaremos al propio rito en sí, el famoso aquelarre en el que la misa negra y el culto a Satán eran el centro mismo de la vida pagana, y referencia importante en unas regiones montañosas y remotas, donde a su pesar la luz cristiana todavía no había calado con la suficiente profundidad.

2. Fuente en el valle de Erro. Autor, Federico

Fuente en el valle de Erro. Autor, Federico

Hubo un tiempo en que el siervo llevó la vida del lobo y del zorro, fue un animal nocturno, entendiendo con esto que actuaba mínimamente de día y que su reino verdadero lo constituía la oscuridad. Todavía en el año 1000, mientras el pueblo fabricaba sus santos y sus leyendas, la vida a plena luz tenía algún interés para él. El dios Pan persigue alegre a las mujeres y a los niños en forma de vecino enmascarado, y en las casas las viejas encienden velas en honor a Diana-Luna-Hécate. Pero a partir del segundo milenio la Iglesia y la nobleza arremete con toda resistencia pagana y el siervo no tiene más remedio que convertirse o huir a la noche. En parte, las terribles revueltas sociales del siglo XII se vieron influidas por esta huida, estos misterios y vida nocturna del lobo y del contrabandista. Los primeros aquelarres fueron de hecho una especie de venganza ante el ostracismo, y en el aislamiento de los bosques y de la noche las gentes que allí se congregaban bebían entre ellas su propia sangre y comían la tierra húmeda como hostia.

3. Bruja y el círculo mágico. Obra de J. W. Waterhouse. 1886

Bruja y el círculo mágico. Obra de J. W. Waterhouse. 1886

Tuvo que pasar algún tiempo para que los aquelarres tomasen la forma que conocemos, es decir, una guerra declarada a Dios. Esto no se plantea hasta el siglo XIV, el siglo de Dante, durante el Gran Cisma, y fue entonces cuando empieza a acuñarse el término “Misa Negra” con el que se conoció desde entonces. Los fieles son esos mismos siervos y campesinos que no encuentran alivio alguno en la conmiseración de una Iglesia aliada con los poderosos. El cielo les parecía un aliado de sus feroces verdugos, lo que allanó el camino a revueltas terribles como la Jacquerie y manifestaciones satánicas para todos los gustos.

4. Dolmen en Isaba. Autor, Rafael Miró

Dolmen en Isaba. Autor, Rafael Miró

Curiosamente, la mujer tuvo en los aquelarres un papel importante. Desde 1300 su medicina se considera maléfica, sus remedios castigados como venenos. El inocente sortilegio a partir del cual los leprosos creían mejorar su suerte lleva a la matanza de estos infortunados mientras la bruja terminaba desollada viva por orden del párroco o el señor feudal. Con una represión tan ciega los aquelarres comenzaron a pulular en cuevas, florestas umbrías y prados de altura, siempre al amparo de la noche. Porque el gran milagro de aquellos tiempos miserables es que podía encontrarse en la cena nocturna de la fraternidad lo que no se había encontrado durante el día…

5. Niebla en los Pirineos navarros. Autor, Anamfp

Niebla en los Pirineos navarros. Autor, Anamfp

Los aquelarres de la época están bien documentados desde antiguo, de forma que puede describirse con bastante exactitud sus diferentes estadios (aunque siempre de manera general, puesto que cada región y a menudo cada aldea tenía sus propias manifestaciones locales). Podéis imaginaros la escena: una gran landa, a menudo cerca de un viejo dolmen céltico y en la linde de un bosque. De un lado la pradera iluminada por la luna, donde va a realizarse la comida en común de los fieles; de otra, hacia el bosque, el altar de esta iglesia negra cuya cúpula es el cielo. Y entre ambos fuegos resinosos de llamas amarillentas y rojas, que proporcionan un vapor fantástico. La bruja vestía su Satán, un gran Satán de madera, negro y peludo. Tenebrosa figura que cada uno veía de manera diferente, puesto que mientras unos se aterrorizaban otros terminaban sollozando, emocionados por la grandeza melancólica que parecía envolver al Ángel caído…

Continuará…

6. Detalle de un Aquelarre. Obra de Henry Fuseli. 1741-1825

Detalle de un Aquelarre. Obra de Henry Fuseli. 1741-1825