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Un producto de prestigio internacional: el Queso Manchego

A mejor pasto, mejor leche y mejor Queso Manchego

Por razón de ser La Mancha una región natural llena de contrastes, donde coexisten la sierra y la llanura, los pastos manchegos son de gran diversidad. Indudablemente, la calidad, riqueza, afrutamiento y perfume de la leche depende en gran manera de los pastos que las ovejas coman y esto lo conoce perfectamente cualquier ganadero y por supuesto el pastor, que debe elegir, en su lento caminar, los mejores y más selectivos pastos.

Los pastos imprimen a la leche un incomparable sabor que hacen que al transformarse en Queso Manchego, éste resulte tan excelente y con peculiaridades tan características y diferenciadas.

Otoño e invierno son buenas estaciones para los quesos de oveja y, por supuesto, éstos son extraordinarios con los primeros pastos de primavera. Por tanto, para conocer la fecha óptima para la adquisición de un queso, debemos partir del momento en que los pastos estén en el momento más adecuado y por ello la leche sea de la mejor calidad y con los más amplios aromas, sin olvidar agregar el tiempo que se tarda en hacer y madurar el mencionado queso.

 

La responsable de la leche: la oveja manchega

Con apariencia femenina y apacible las hembras, finas y estilizadas y sensación de fortaleza los machos; con sus extremidades adaptadas a lo largo de los siglos a la andadura por barbechos y rastrojeras, obligada da salvar los surcos que trazaron las viejas yuntas de mulas o ir entre las cepas buscando la pámpana o los granos sueltos que quedaron tras la vendimia; poco acostumbrada a sombras de dehesas y a ribazos refrescantes; habituada a beber agua pocas veces al día y a las más de ellas con grandes esfuerzos por parte de los pastores para extraer aquella de pozos o aljibes, ha ido formándose en su rusticidad, estando a la vez cada día más seleccionada tanto en la producción de leche para ese Queso Manchego fabricado por los propios pastores o por industrias artesanales, como para producir esa calidad de cordero lechal que le ha dado fama internacional.

Por cierto, ¿sabéis por qué en todos los rebaños de ovejas manchegas se incluyen algunas cabras?. La oveja manchega no produce diariamente una gran cantidad de litros de leche. Con el fin de aprovechar al máximo esta leche para elaborar el queso, las cabras son las encargadas de amamantar o alimentar a los corderos recién nacidos.

Los detalles que marcan la diferencia

En la elaboración del queso tan importante es la materia prima empleada, como el tipo de coagulante o el tiempo de prensado, pero lo que definitivamente diferencia a un queso de otro son las condiciones ambientales y la maduración.

Respecto a la materia prima, la leche, su contenido graso, sus componentes aromáticos y su nivel proteico serán los factores que determinarán el proceso de fermentación y que diferenciarán perfectamente al Queso Manchego de los demás.

En cuanto a los coagulantes utilizados en la elaboración tan sólo son permitidos única y exclusivamente los cuajos vegetales obtenidos a partir de flores de cardo y los de procedencia animal. Los aditivos químicos están totalmente fuera de lugar.

Para alcanzar el sabor del queso, al mismo tiempo que se modifican su aspecto, textura y consistencia, son necesarias las condiciones óptimas de temperatura, entre los 14 a 17 ºC, que ofrecen las cámaras especialmente preparadas, bodegas o cuevas de La Mancha.

A tener muy en cuenta: el reglamento del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Queso Manchego establece que la venta de Queso Manchego sólo puede realizarse a partir de los dos meses de maduración. Esta regulación además de tener una muy clara vertiente sanitaria, que evita la comercialización de quesos donde todavía puedan sobrevivir algunos gérmenes patógenos, pone de manifiesto que es en esos dos primeros meses de maduración donde se desarrollan las principales reacciones que harán que el queso adquiera los rasgos característicos que lo distinguen como uno de los mejores quesos del mundo.

A la hora de comer

Sobran las palabras… ¡¡¡Que os aproveche!!!

 

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Una oportunidad para degustar un producto de máxima calidad cotizado a nivel nacional e internacional #QuesoManchego


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©


Todos los vídeos son propiedad de sabersabor.es ©

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Un vistazo al pasado: la elaboración tradicional del Queso Manchego

Un vistazo al pasado: la elaboración tradicional del Queso Manchego

En aquellos tiempos de trashumancia y calderilla, cuando los recursos eran limitados, por no decir casi inexistentes, eran muchos los productos de primera necesidad que terminaban siendo elaborados entre las cuatro paredes de la vivienda familiar. Muchos caseríos manchegos, como es natural, producían su propio queso, aprovechando para ello la leche que podían conseguir a primera hora de la mañana ordeñando las hinchadas ubres de ovejas y cabras. Este queso era manual, denso y tosco, sin florituras de ningún tipo… Pero por la misma razón poseía también ese sabor único e insustituible que a todos nos rememora el aliento de lo auténtico, un sabor que, todo hay que decirlo, no ha sido superado aún por los productos más modernos y trillados de la estantería del “super”.

José Luis Murillo

La materia prima. Autor, José Luis Murillo

Cuando los hombres estaban en las labores de trashumancia, a veces ausentes durante semanas, eran las mujeres quienes permanecían en el pueblo atendiendo los animales caseros, las pequeñas fincas, los huertos y los hijos. Recogían la leche en cubos y de allí pasaba a cuencos de barro, donde procedían a calentarla lentamente al fuego de la chimenea o en simples hornillos. 5 litros de leche daban aproximadamente para kilo y cuarto de queso. Mientras aumentaba la temperatura medían el punto exacto con el dedo, como habían hecho siempre, sin necesidad de termómetro: de 5ºC debía pasar a 30-31ºC, momento en el cual se añadía un ingrediente esencial llamado cuajo.

Esperando el regreso

Esperando el regreso. Autor, desconocido

En el pasado, el cuajo se obtenía del estómago de un cabrito repleto de leche y puesto a secar, puesto que la propia actividad del estómago hacía que la pasta resultante fuese muy ácida. Se cortaba un trozo, se introducía y la leche cuajaba, aunque no sin antes remover suavemente para que todo se mezclase apropiadamente. Tras esperar un tiempo prudencial la mezcla semisólida solía cuartearse con un cuchillo para que las mujeres, con las manos bien limpias, fuesen cogiendo los trozos de lo que posteriormente constituiría el queso. Lo colocaban en las encellas y apretaban para que se desprendiese el suero, un líquido claro, residual pero de indudables propiedades alimenticias. Este era el momento justo para echar la sal. 2 días después el queso recién hecho podía comerse fresco, aunque si lo que se deseaba era un queso curado el reposo se alargaba como mínimo hasta 4, 6 o más meses.

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Elaboración tradicional del queso de oveja

¿Y qué hacer con el suero, ese líquido turbio, amarillento y pleno de sales, vitaminas y proteínas? Pues unas veces se volvía a calentar, se le echaba un poco más de cuajo y se elaboraba un delicioso requesón, irresistible para niños y mayores con un poco de miel. Otras se bebía simplemente añadiéndole un par de cucharadas de azúcar… O bien se echaba a los cochinos (pues ya se sabe que el cerdo era un miembro más de la familia de pastores) lo que contribuiría a dar más adelante buenos jamones, chorizos, morcillas y muchos más productos imprescindibles para el sostén familiar.

Resultado final,

El resultado final: Queso Manchego. Autor, Cooperativa de Ganaderos Manchegos. Tomelloso. 

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Si queréis conocer todos los secretos de este auténtico manjar, os proponemos vivir esta experiencia: Descubriendo el auténtico queso manchego