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Montiel, Patrimonio Medieval

Cuanto más profundizamos en la historia del Campo de Montiel, más nos damos cuenta de que esta comarca tiene muchísimos recursos que ofrecer al viajero, al turista: castillos, restos arqueológicos de todas las épocas, personajes ilustres y artistas de renombre, senderos históricos, paisajes, fauna autóctona, artesanía, gastronomía… y todo ello enriquecido con una gente humilde, sencilla y acogedora.
Hoy estamos en Montiel, enclave que ofrece siglos de historia y cultura a sus visitantes, encrucijada de caminos para sus diversos pobladores y paso obligado para los invasores que querían atravesar la Península Ibérica.

Un poco de su historia

Tras la conquista cristiana desencadenada en 1212 con la batalla de las Navas de Tolosa, y que culminó con el asedio y toma del castillo de la Estrella entre 1224 y 1227, Montiel se convirtió en uno de los referentes socioeconómicos más importantes de la frontera gracias a la Orden de Santiago. Mucho ha llovido desde entonces, pero visitar hoy el lugar donde leyenda y ciencia coinciden en situar la muerte del Rey Cruel a manos de su hermanastro, constituye todavía un ejercicio de espiritualidad que refrenda de manera sublime el perfil hierático del castillo, entre los cerros rojos y los olivares que lo rodean por sus cuatro horizontes. En palabras de Salvador Carlos Dueñas:
Testimonio vencido sin quererlo. Por fin socorrido. El Castillo de la Estrella sigue siendo el rey del valle del Jabalón, imponiendo su presencia como lo más rotundo de un paisaje auténtico y esencial, clavado en la Historia, olvidado del tiempo. Donde el viento entre los cantiles, suena a veces airado como el pendón de Castilla a punto de batallar. Cerro mágico con mucho de Santiago y todavía algo de Granada, Córdoba y Sevilla”.
Montiel fue un crisol de gentes y ocupaciones que tuvo su punto álgido entre los siglos XII y XV, en plena Baja Edad Media. Declinó después con el ascenso a categoría de villa de una de sus aldeas, Villanueva de los Infantes, honor que fue refrendado en época de Felipe II hasta alcanzar la capitalidad de toda la comarca de Campo de Montiel.

Una visita por su Patrimonio Cultural

El núcleo urbano sigue conservando el atractivo sereno de nuestros pueblos enmarcados en bellos espacios rurales. Su trazado es irregular en torno a la iglesia y, sobre todo, al pie del cerro del Castillo, donde surgió el nuevo poblado tras la reconquista y pacificación del territorio. Cada año la villa de Montiel conmemora los hechos históricos sucedidos en estos espacios (aniversario de la muerte del Rey Don Pedro I de Castilla, acaecida en este lugar el 23 de marzo de 1369) con la multitudinaria celebración de unas jornadas de Recreación Histórico Medieval, MONTIEL MEDIEVAL, Fiesta Declarada de Interés Turístico Regional, con un amplio programa de actos.
Con tal motivo, los montieleños y montieleñas, descendientes de aquellos caballeros, ballesteros, lanceros y peones que conformando las milicias concejiles ayudaron a Don Pedro I en la famosa batalla de Montiel, reviven de forma inusitada aquellos sucesos de esos días de marzo de 1.369. Todo el pueblo de Montiel se transforma en esos días en la Encomienda Santiaguista más significativa del Campo que lleva su nombre, y ofrece al visitante una imagen sorprendentemente medieval, tanto en la indumentaria de los vecinos como en los pendones y banderas de antiguos linajes que penden de los balcones de sus casas. Por medio de recreaciones históricas recuerdan las vicisitudes que el rey castellano pasó desde que se refugió en el castillo de la Estrella hasta que sucumbió a manos de su hermano Don Enrique de Trastámara nueve días después.

MONTIEL MEDIEVAL presenta una oferta histórico-cultural y de ocio de tres días de duración con múltiples actividades: pregón, actos de calle de Recreación histórico-Medieval, teatro medieval, ordenación de caballeros, recreación de la Batalla de Montiel por grupos recreacionistas de Italia, Francia, Portugal y España, recitales de música medieval, talleres gremiales, mercado de productos artesanos, sepelio de Pedro I y lectura del testamento del rey Enrique II, entre otras muchas.

Castillo de la Estrella 

Montiel, exhibe todavía con orgullo los viejos muros del Castillo de la Estrella, escenario de un enfrentamiento que marcó el carácter pacífico de esta villa enclavada en la vega del Jabalón.
Levantado en el siglo IX, el Castillo de Montiel fue una de las fortalezas musulmanas más poderosas de la zona. Tras la aparición en 1214 de la Orden de Santiago en tierras del Campo de Montiel, los caballeros santiaguistas comenzaron la campaña de su conquista con ataques desde el recién conquistado y cercano Castillo de Eznavexore.
La resistencia musulmana fue tan dura que la Orden tuvo que levantar un castillo prácticamente enfrente de él, San Polo, para facilitar la seguridad y el asedio de los sitiadores. Finalmente, tras duras campañas, la fortaleza caería en manos cristianas definitivamente.
La fortaleza musulmana era tan poderosa y contaba con tan buenas defensas que, se cuenta que, cuando todos los castillos musulmanes de su entorno ya habían caído en manos cristianas, y el avance de reconquista ya estaba en el Guadalquivir, Montiel aún no había sido sometido.
Después de la conquista cristiana de la fortaleza, la Orden de Santiago la reforma y refortifica hasta hacerla prácticamente inexpugnable, dándole el nombre de La Estrella.
Por aquellos tiempos la fortaleza de Montiel sería ocupada alternativamente por árabes y cristianos hasta que, después de la Batalla de las Navas de Tolosa, en tiempos de Alfonso VIII, Montiel quedó definitivamente integrado en el Reino de Castilla.
En 1227 Fernando III concedió San Pablo y Montello a la Orden de Santiago. Montiel perteneció a esta Orden hasta que el fraile Pedro Ruíz de Sandoval lo dejó en manos de Pedro I de Castilla. Esta zona fue escenario de continuas batallas entre moros y cristianos, quedando desierta, por lo que la Orden concedía a las personas que habitasen estos lugares privilegios durante 10 años.
En este castillo se refugió el rey Pedro I de Castilla, más conocido por el Cruel o por el Justiciero, después de ser derrotado por su hermano bastardo Enrique de Trastámara el 14 de marzo de 1369, con los pocos leales que le acompañaban, quedando sitiado durante nueve días por las huestes de su hermano Don Enrique. En la noche del 23 al 24 de ese mismo mes y año entró en tratos con el traidor Bertrand Duguesclin, los dos hermanos lucharon entre sí y Pedro I murió. De aquel drama quedó la frase pronunciada por el criado de Enrique de Trastámara, Duguesclin, partícipe en el desenlace: Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor. El rey muerto quedó enterrado en Montiel hasta 1374 y desde entonces descansa en Sevilla. En 1974 el pueblo erigió un monolito en recuerdo de Pedro I.
El Castillo de La Estrella fue levantado sobre un gran crestón de roca aprovechando la defensa natural que éste le proporcionaba, y desde donde dominaba una extensa área del Campo de Montiel.
Su planta, ovalada e irregular, tiene un perímetro de unos 300 metros y ocupa una superficie de unos 6.000 metros cuadrados.
Se organiza en dos recintos, uno interior de origen cristiano y otro exterior de origen musulmán.
Al recinto musulmán corresponden los restos de la muralla del perímetro exterior, conservándose unas diez torres bastante deterioradas construidas en tabiya y mampostería. Entre ellas destaca una de una de unos diez metros de altura por siete en sus lados.
El recinto cristiano, de mayor extensión que el musulmán, corresponde a la reestructuración llevada a cabo por los caballeros de Santiago en los siglos XIII-XIV. De este recinto, construido enteramente en piedra, se conservan restos de unas nueve torres semicilíndricas y cuadrangulares, algunas provistas de saeteras y con vestigios de ventanas y puertas, así como unos 150 metros del perímetro de la muralla. La torre del homenaje, hoy desaparecida, se encontraba en la parte más alta del recinto, en uno de sus extremos.
Unas excavaciones realizadas en la ladera del cerro del castillo en el año 2013 sacaron a la luz los restos de la villa medieval de Montiel, entre ellos vestigios de la muralla que protegía la villa y la imponente primera iglesia medieval de esta villa, un majestuoso edificio situado en la ladera sur del yacimiento y que fue levantado en torno a la década de 1230.

Aunque aún está por excavar completamente, se aprecia como su fábrica es de gran calidad a base de cantería de arenisca, con planta rectangular y arcos de ladrillo que sustentaron la cubierta. Alrededor de la misma se ha localizado un importantísimo cementerio medieval del que se han exhumando más de medio centenar de enterramientos.

Actualmente el Castillo de la Estrella forma parte del Conjunto Arqueológico Castillo de La Estrella, el mayor yacimiento medieval de nuestro país, ubicado en el antiguo e histórico Campo de Montiel, Ciudad Real. Se trata de uno de los complejos arqueológicos y monumentales más importantes de Castilla La Mancha, declarado Bien de Interés Cultural.

Desde aquí felicitar a la Fundación Castillo de la Estrella por su gran trabajo e incansable labor al frente de la recuperación de gran parte del Patrimonio Histórico – Cultural del Campo de Montiel.

Montiel Medieval

Iglesia de San Sebastián Mártir

La iglesia se levanta en el casco antiguo del pueblo, sobre una elevación natural del terreno.
De estilo gótico tardío, ha sufrido muchas transformaciones hasta la actualidad. Mandada a construir por el infante D. Enrique de Aragón, en 1440. Fue en un principio fue una ermita dedicada a San Sebastián Mártir. La fachada es ya del siglo XVIII con interesante portada flanqueada por columnas elevadas sobre plintos cajeados. En la parte superior de esta se encuentra una hornacina, donde se sitúa una imagen de San Sebastián de 1687. Es de una sola nave, con techumbre abovedada y de seis capillas.
La zona más antigua es la del coro, sobre dos columnas con una puerta de sillares que da acceso a la torre; debajo se encuentra la pila bautismal. El retablo neoclásico, fue uno de los poco que sobrevivió a la Guerra Civil Española, aunque si se vieron afectadas las imágenes veneradas en esta iglesia. En una capilla adosada al muro de la derecha se encuentra la Virgen de las Nieves, talla del s. XIII, románica, recientemente restaurada.

Ermita del Santísimo Cristo

Procede del siglo XV, de estilo gótico tardío con añadiduras renacentistas. La ermita, en un principio estuvo dedicada a Santiago Apóstol; en el año 1468 se derrumbó y en 1498 se construyó la actual ermita de tres naves, donde hoy en día se venera la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración, con mucha devoción no sólo en Montiel, sino en toda la comarca.
Su origen se remonta a 1243 con la construcción de la Vicaría de Santiago por parte de la Orden de Santiago. En el siglo XIV fue ampliada y convertida en convento, posiblemente por parte de Enrique II como plegaria por la muerte de su hermano Pedro I. A mediados del siglo XV fue incendiada dentro las guerras nobiliarias que afectaron a la zona, volviéndose a levantar a fines de este mismo siglo con trazas ya renacentistas.
En las Relaciones Topográficas de Felipe II, se habla de una imagen muy devota, de gran altura, cuya aparición fue en el año 1520.
A partir del año 1621 se empieza a llamar Ermita del Santísimo Cristo de la Expiración.
En la actualidad, en la nave derecha de la Ermita, se conserva un retablo compuesto de varias piezas en madera y policromado del siglo XV y XVI de estilo renacentista y barroco, la imagen es la Virgen del Socorro.

Castillo de San Polo

El castillo fue levantado por los caballeros de la Orden de Santiago en el primer cuarto del siglo XIII, posiblemente en 1214, para intentar tomar el Castillo de Montiel a los musulmanes durante las campañas de reconquista cristiana por tierras musulamanas del Campo de Montiel.
En un principio los caballeros cristianos acometieron la fortaleza de Montiel desde el próximo Castillo de Torres de Xoray (Eznavexore), recién conquistado a los moros, en 1214. Al parecer, fue tal la resistencia musulmana, que la Orden se vio obligada a levantar una fortificación prácticamente enfrente del Castillo de Montiel, el castillo de San Polo, para garantizar la seguridad y facilitar el que sería un duro y largo asedio. Aún así, Montiel siguió resistiéndose y no caería definitivamente en manos cristianas hasta después de 1220.
En el siglo XVI el castillo sería abandonado.
Hoy día queda muy poco del castillo, apenas se conservan vestigios de lo que pudo ser una cámara subterránea, restos de un aljibe de unos cinco metros de profundidad, y un silo circular excavado en la roca, de un metro aproximadamente de diámetro.
Se aprecian en los bordes del recinto donde se asentaba el castillo los trabajos efectuados para acentuar la verticalidad de sus paredes, que serviría de foso natural.
Nos cuentan que ambos castillos, Estrella y San Polo, estaban comunicado por túneles subterráneos.
A los pies del cerro del castillo de San Polo, un monumento conmemorativo al rey castellano Pedro I El Cruel, recuerda el lugar donde fue asesinado por su hermanastro Enrique de Trástamara en 1369. Dicho monumento es conocido popularmente en la localidad como el monolito.

Aldea de Torres

Cercano a Montiel nos encontramos con un interesante despoblado para los amantes de la arqueología, la Aldea de Torres, del siglo XIII, se pueden ver los murallones de la iglesia, restos de casas y la fuente que dio origen a este núcleo medieval.
En 1243 encontramos el pueblo de Torres en la lista de lugares que Fernando III confirmó como dominio de la Orden de Santiago en su pleito con el Concejo de Alcaraz, dependiente del Arzobispado de Toledo por las tierras del Campo de Montiel. Aunque la parroquia de Torres dedicada a Nuestra Señora, debía pagar terzuelo al Arzobispado. En las relaciones de Felipe II de 1575 se encuentran referencias a la Villa de Torres como aldea dependiente de Montiel.
Según este documento, Torres se encuentra a una «legua buena» de Montiel, y posee Dehesa y dos Alcaldes Ordinarios, dos Alcaldes de Hermandad, y un Alguacil como oficiales del Concejo de Torres. También cuenta la aldea con cura propio, iglesia, una fortaleza que a principios de la Edad Moderna ya debía haber desaparecido y una ermita dedicada a San Blas. Tenía Torres por esta época treinta vecinos pecheros (es decir, que pagaban impuestos) por lo que la población real estaría alrededor de 120 habitantes.
También se menciona la existencia de diversas tumbas cerca de la iglesia de la aldea marcadas con los escudos de las Órdenes de Santiago y Calatrava. La población Torres tuvo en algunos momentos de su historia Encomienda propia que compartía con otra aldea de Montiel, Cañamares. El edificio más importante conservado son los restos de su templo parroquial, que contó con hasta tres naves y se remataba mediante un ábside. Se dice que Torres fue un lugar de retiro de Caballeros, quienes tras sus vidas de lucha terminaban aquí sus últimos días buscando paz y tranquilidad.
Las últimas referencias sobre Torres indican que en 1611 tenía jueces propios para su Dehesa, construyéndose en el siglo XVIII una casa de recreo en las proximidades para la familia de los Bustos. En 1914 su población se había reducido a 5 casas y 13 habitantes. Actualmente se conserva sólo parte del caserío.

Patrimonio Natural protegido

Las tierras de Montiel son en parte Área Crítica para el lince ibérico, Zona de Dispersión para el águila imperial ibérica y Zona de Importancia para águila imperial ibérica, buitre negro, cigüeña negra y lince ibérico. Aquí se localizan el Lugar de Importancia Comunitaria de la Sierra del Relumbrar y Estribaciones de Alcaraz, el Refugio de Fauna del Embalse de la Cabezuela y parte de la Zona de Especial Protección para las Aves de las áreas esteparias del Campo de Montiel.
Por cierto, también es uno de los rincones donde más perdiz roja hay en España.



Si queréis conocer este maravilloso lugar o simplemente necesitáis más información, contactad con nosotros a través de info@sabersabor.es


Un artículo de Antonio Bellón Márquez ©

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Descubriendo Buitrago del Lozoya

La comarca comparte su belleza natural, un entorno privilegiado donde cerros, montañas, altozanos, valles y ríos conforman un paisaje inigualable, al que se añaden pequeños pueblos levantados de la forma tradicional


Buitrago del Lozoya, uno de los municipios más pintorescos de la Comunidad de Madrid y la más importante localidad de la zona por ser durante muchos siglos la cabeza de la Comunidad de Villa y Tierra establecida desde la Reconquista, ofrece al visitante importantes atractivos naturales, culturales e históricos.
El núcleo urbano de Buitrago está situado en una zona estratégica, al abrigo del río Lozoya, que, en forma de hoz, lo rodea en su curso natural. Este emplazamiento natural tan singular fue, sin duda, una de las razones por las que los primeros pobladores se asentaron en la localidad. Destaca por la muralla medieval tan musulmana como castellana y cristiana, que rodea su casco histórico. Su Castillo o Alcázar junto a la Iglesia de Santa María del Castillo, la Torre del Reloj y la propia muralla confieren un aire medieval a este municipio, que presume de una agenda cultural tan activa que tiene propuestas para las cuatro estaciones.

Buitrago del Lozoya murallaVista de Buitrago del Lozoya. Autor, D. Miguel

Castillo de Buitrago del LozoyaInterior del Castillo de Buitrago del Lozoya. Al fondo, la Iglesia de Santa María del Castillo. Autor, Diego Sanz Siguero

Comenzamos nuestro paseo por Buitrago en la plaza de la Constitución, conocida popularmente como plaza de la Bellota, caminamos hacia el puente del Arrabal o puente Viejo (siglo XIV-XV) que nos permite disfrutar de una bella panorámica del lado oeste del recinto amurallado. La muralla de Buitrago rodea la parte alta del pueblo que corresponde a la antigua villa medieval, es decir, el origen de Buitrago. La localización estratégica hace suponer que la fortificación formara parte de los núcleos defensivos islámicos cuando la comarca estaba integrada en la Marca Media, o sea, la zona fronteriza entre cristianos y musulmanes. Sin embargo, los restos arqueológicos encontrados no son concluyentes respecto a su antigüedad. Podremos acceder a la Torre del Reloj y al extremo sur del recinto, el más alto, que guarda en su interior un tramo de la muralla antigua del siglo XI. En este lugar se ubica una exposición de armas de asedio.

Seguiremos nuestro camino por el arco del Piloncillo y continuamos callejeando hasta llegar al Jardín Medieval, desde el cual podemos acceder al adarve de la muralla. De nuevo, las vistas sorprenden: contemplamos desde aquí los Canchos, paraje situado al otro lado del río Lozoya, que nos acompaña en su curso, protegiendo la villa, hasta llegar a la plaza del Castillo.

El castillo-palacio de Buitrago, levantado por los Mendoza en los siglos XIV y XV, fue tal vez una antigua alcazaba árabe a la que sus nuevos propietarios dieron un carácter residencial, reconstruyendo su estructura. El castillo, de planta cuadrada, se encuentra flanqueado por cinco torres y, en su interior, se sitúa una gran plaza de armas, hoy plaza de toros.
El castillo fue lugar de residencia de los Mendoza en sus estancias en Buitrago y también lugar frecuentado por nobles, invitados por éstos, para que disfrutaran de la riqueza cinegética del lugar. Por otra parte, entre sus paredes se escribió parte de la historia de España, alojándose en sus dependencias Dª Juana la Beltraneja en 1467, cuando el rey Enrique IV la confió a los Mendoza. Era el momento en que se dirimían los conflictos entre los nobles y el monarca causando graves problemas de Sucesión y la Casa de los Mendoza aún apoyaba a la primogénita. También se habla de la estancia de su madre, Dª. Juana de Portugal, años antes y la famosa visita del rey Felipe III en 1601. En el siglo XVIII sucedió la primera sacudida contra la fortaleza, que vio como las tropas napoleónicas arrasaban el palacio y destruían con sus ataques el recinto. La Guerra Civil Española ahondó en esta destrucción, ya que su poder estratégico siempre ha sido reclamo para su ocupación. En las últimas décadas se han llevado a cabo importantes obras de restauración acompañando a la declaración de Bien de Interés Cultural del casco viejo y, desde 1931, la de Monumento Nacional del Castillo de Buitrago. Desde este lugar se contempla la Coracha, apéndice de la muralla que se adentra en el río para fortificar la villa en un punto particularmente vulnerable.

Santa María del CastilloInterior de la iglesia de Santa María del Castillo. Autor, Jesús Pérez Pacheco

Mercado de la Feria Medieval de BuitragoMercado de la Feria Medieval de Buitrago. Autora, Elena Andres

Buitrago del LozoyaVista de Buitrago del Lozoya. ©PromoMadrid. Autor, Max Alexander


Al este y oeste, la localidad está limitada por los embalses de Puentes Viejas y Riosequillo construidos en 1925 y 1958 respectivamente


En 1455, se dice, fundó el Marqués de Santillana, D. Íñigo López de Mendoza, el Hospital de San Salvador, que se mantuvo en pie hasta el siglo pasado. Su construcción parece ser comenzó años después, en el siglo XVI, frente al castillo. Su misión era la de atender y acoger a los pobres transeúntes, o a los de los términos de la Tierra de Buitrago, en el caso de que no se cubriera el tope de admisión con los forasteros. Se contaba para su servicio, con iglesia, botica , dos enfermerías, una para hombres y otra para mujeres, sala de hospedaje para religiosos y peregrinos, cocina y alojamiento común para los pobres, que no podían ser más de 6, y un huerto. Las descripciones que se hacen de él lo enmarcan dentro del estilo arquitectónico gótico-mudéjar y hoy, sólo se mantiene en pie una de las portadas por la que se accedía a la Iglesia y que se encuentra frente a la fachada norte de la fortaleza. De este Hospital se conserva también el Retablo de los Gozos de Santa María, también conocido por el de los Ángeles que representa una de las joyas pictóricas del periodo gótico.

Seguiremos nuestra ruta hasta la Iglesia de Santa María del Castillo conocida como la «iglesia de las tres culturas». Sus orígenes se remontan al siglo XV, aunque contiene estilos diversos a causa de sucesivas remodelaciones. Su exterior combina sillarejo, mampostería y ladrillo, siendo este último característico de la torre mudéjar, lo más antiguo que se conserva.
Durante la segunda quincena de julio se puede disfrutar del Festival de Música Antigua Marqués de Santillana en la iglesia y en el patio de armas del Castillo.

En la plaza de Picasso, podremos disfrutar del Ayuntamiento, que en su interior conserva la Cruz Procesional y tiene sede el Museo Picasso, con la colección de Eugenio Arias, barbero y amigo del genial artista. Este museo es el resultado de la herencia de una amistad, la de dos exiliados españoles que se conocieron en Francia: Pablo Picasso y Eugenio Arias. Este último, hijo de la villa de Buitrago, volvió tras largos años de exilio con una maleta llena de recuerdos, entre los que se encontraban aquellos que le regaló Pablo Picasso, cuando trabajara como su barbero.
El Museo, el primero que inauguró la Comunidad de Madrid, reúne dibujos, cerámicas, carteles, libros autografiados y litografías en los que abundan los temas de toros, afición que compartían ambos amigos. Otros temas los resume el propio Eugenio Arias en el libro-guía del Museo: “El retrato de mi madre, realizado con motivo de la petición de amnistía para los españoles encarcelados. Las bacías de barbero realizadas como regalo de mi aniversario. Una, me dijo, en honor de nuestra fiesta nacional, la otra, en honor a Cervantes. La caja de mis herramientas, decorada a fuego en homenaje a, como él decía, la mejor herramienta, la mano. El retrato de Jacqueline en un libro diciéndome, “te debo esto, gracias Arias”. El pájaro del progreso para que lo pusiera en mi nuevo salón de peluquería…”
Estas y otras pequeñas obras se nos muestran en esta colección recogidas en varias décadas que contienen un especial y entrañable significado.

Museo Picasso BuitragoMuseo Picasso

Feria Medieval de BuitragoFeria Medieval de Buitrago. Autora, Elena Andres

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Del cancionero popular manchego: la seguidilla manchega

Zapatitos de lana lleva esa dama; yo conozco al borrego que dio la lana… (seguidillas manchegas)


Hoy veremos resurgir, por estas tierras húmedas y pardas de La Mancha legendaria, gracias a Cervantes, las canciones de cuna, de cava, apaño de aceitunas, cerner la harina, ronda de noche o serenata, canciones de arada, acarreo de mieses, siega y trilla… ¿Cuántas veces no habrán celebrado, desde Montiel al Toboso, el misterio de la vida fecunda, a través del inmenso campo silencioso?. ¡Canciones de serranilla (serreñas que dicen los gañanes y mayorales), villancicos de segadores y espigadoras, canciones de boda, de mayo, cánticos de velador, villancicos pastoriles, cantos de romería… ¿Cuántas añoranzas no vivieron en las postrimerías de esa vieja lírica, impregnada de aroma campestre?
¡Hermosa virtud esta de la canción popular, plena de poesía y de amor!. He ahí, en forma de canto, el poder invencible de la lírica popular. Con razón decía el sabio Menéndez Pelayo que “La poesía popular, con ser lo más castizo que existe, es, al mismo tiempo, lo más universal y no se puede estudiar a fondo en una región determinada, sin que este estudio difunda nueva luz sobre toda la poesía de las gentes”. Por eso, la copla de la seguidilla manchega –perfume sonoro del sentimiento- es, por regla general, socarrona, liviana y loquesca, en versicos fáciles, picardeados de imágenes lascivas. Quién sino una copla ha hecho famosos a dos pueblos manchegos, cuando canta:

Desde Manzanaricos
a la Solana,
hay una legüecita
de tierra llana?

Quién se acordaría hoy día del pueblo de la Virgen de la Carrasca, sino sonara la canción que dice con orgullo:

San Pedro, si vas al Cielo,
sólo te pido una cosa:
prepárame un “abujero”
para ver a Villahermosa

Quién sabría dónde está la belleza de la mujer manchega, sino lo reflejara exactamente la copla que dice:

Cuatro son de La Roda,
tres del Toboso;
pero la más bonita,
del Tomelloso

Y qué moza infanteña, al oír el eco lejano de la Ronda que pasa, no abandona, un poco nerviosilla, la cama, y, ¡ojo avizor!, espía por la celosía de sus balcones las andanzas de los mozos, que van recorriendo las calles del pueblo cantando el típico mayo:

Despierta, si estás dormida;
tiempo tendrás de dormir,
que mientras abres los ojos,
entra mayo y sale abril

Asociación “Cruz de Santiago” de Villanueva de los Infantes en las Bodas de Camacho de FuenllanaAsociación “Cruz de Santiago” de Villanueva de los Infantes en las Bodas de Camacho de Fuenllana

Seguidilla manchega música tradicional Ciudad Real

grupación de Coros y Danzas Mancha Verde de Argamasilla de AlbaAgrupación de Coros y Danzas Mancha Verde de Argamasilla de Alba


La seguidilla manchega es la decana entre las de su estirpe, que han adquirido popularidad en el solar español


El cancionero manchego es rico y abundoso, basado en una música sui géneris, que, por su carácter propio y específico, puede parangonarse con los mejores de otras regiones españolas. Hemos nombrado a las seguidillas manchegas, o manchegas, a secas, como las llama el vulgo. La seguidilla manchega es un aire de canto y baile, cuyo compás es de tres tiempos, de un movimiento muy animado, que empieza y acaba con estribillos. Las manchegas tuvieron su origen en esta región, en el siglo XV, y ya se cantaban y bailaban en tiempos de Cervantes. Tienen tres tercios, que se bailan diferentemente.
Francisco Navarro y Ledesma, en su curiosa obra El Ingenioso Hidalgo Miguel de Cervantes Saavedra –sucesos de su vida-, nos cuenta, con gracia sin igual, los incidentes que pasó Miguel al entrar en la cárcel de Sevilla, donde estuvo detenido, y la declaración que prestó al portero de la puerta de oro, quien le tomó el nombre y le preguntó el delito.
Bien da a entender Cervantes –afirma- que el ruido y la incomodidad de la cárcel eran insufribles. Por el día, a la barándula y estrépito de las riñas y zurizas, los gritos, cantes y bailes flamencos, y el disputar y gruñir de los jugadores perdiciosos. Separadas de los presos, pero en el mismo edificio, las presas pasaban todo el santo día cantando en coro, acompañadas de vihuela y de arpa o laúd, las seguidillas siguientes:

Por un sevillano,
rufo a lo valón,
tengo socarrado
todo el corazón

No es extraño, pues este suceso que acaeció al autor de la inmortal obra del Quijote en los últimos años del siglo XVI, ya que, como hemos indicado anteriormente, las manchegas tuvieron su origen cien años antes aproximadamente. ¡Y es que las seguidillas manchegas pueden considerarse como la única y más genuina expresión de la vida, usos, costumbres, ceremonias, juegos, etc de las gentes de La Mancha!
“Las seguidillas melódicas, voces de antiguas civilizaciones, han quedado enterradas. Hay que escarbar hondo para que vuelvan a brotar con energía”. Estas acertadas palabras del ilustre musicólogo y folklorista zamorano, Gonzalo Castrillo, vienen, como anillo al dedo, a reforzar, más y más, nuestro modesto juicio acerca de la actividad y dinamismo que deben desplegarse para seguir trabajando en la recopilación del CANCIONERO POPULAR MANCHEGO.

A La Mancha manchega
que hay mucho vino
mucho pan mucho aceite,
mucho tocino
Y si vas a La Mancha no te alborotes
porque vas a la tierra de don Quijote

Asociación Folklórico-Musical Virgen de las Viñas de TomellosoAsociación Folklórico-Musical Virgen de las Viñas de Tomelloso

jota manchega música tradicional

Coros y Danzas de Villahermosa en la ofrenda a la virgen de la CarrascaAgrupación de Coros y Danzas de Villahermosa durante la ofrenda a la virgen de la Carrasca. Autor, Juan Amores


Un artículo de Antonio Bellón Márquez ©


Fotografía de portada: Fiesta de la Rosa del Azafrán, Consuegra. Autor, Jose María Moreno

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La Puerta del Perdón de Villahermosa habla. Un cuento que no es cuento

Iglesia de Villahermosa Ciudad Real

Queridos lectores,
Lo primero presentarme, soy la Puerta del Perdón de Villahermosa. Te extrañara que te escriba, es verdad, pero no debería resultarte novedoso el que yo pueda comunicarme contigo, es lo que he estado haciendo durante más de 500 años, hablándote por medio de mis piedras.
Miguel Ángel, el gran artista del Renacimiento italiano, nacido por mis años de gestación, solía decir en momentos de baja modestia, que a sus obras solamente les faltaba hablar. Lo cierto es que hablaban, y siguen hablando, como habrá podido comprobar el que se haya puesto frente a “La Piedad”. El mismo genio, decía: dentro de cualquier trozo de piedra hay oculta una obra de arte, sólo es menester quitar lo que le sobra.
Pues bien, yo también fui un bloque de piedra antes de sacarme de las canteras de Alcaraz, y fui un majano sin atractivo antes de ser tocado por mis creadores a los que les debo el alma y la vida. Supongo que estaréis orgullosos de ellos, fueron dos vascos, el maestro cantero Juan Pérez de Chevarría, y su ayudante Martín Sánchez de Longarte “el vizcaíno”. No sabían escribir, ni siquiera pudieron firmar los documentos de mi partida de nacimiento, pero tenían un gran talento artístico que pusieron al servicio de la fe cristiana que profesaban. Grabaron su autoría en mis carnes pétreas con símbolos típicos suyos que también figuran en otras iglesias del entorno.
Cuando iniciaron mi construcción pasaban varios años del 1500, todavía vivían los Reyes Católicos, Isabel y Fernando. Mi gestación y nacimiento corrió a cargo de la Encomienda de Villahermosa y bajo el patrocinio de la Orden de Santiago, como la mayoría de los templos del Campo de Montiel. Mis padres me vistieron con la moda del momento. Eran los tiempos del gótico flamígero o tardío, también llamado isabelino. Quizás a algunos no os parezca interesante mi forma de vestir. A mi tampoco me parecen interesantes ciertas modas artísticas de vuestra época. A mis creadores les costó gran esfuerzo tamaña gesta. Fue un parto dificultoso, la obra estuvo detenida por falta de recursos, pero por fin salí a la luz en 1525. Reinaba desde 1516, Carlos de Gante, el llamado Carlos I de España y V del Sacro Imperio Alemán, nieto de los Reyes Católicos y sucesor legítimo. En ese momento, fui el toque magistral final para la fachada sur del hermoso y gran templo parroquial del que formo parte. Mi hermana pequeña, la puerta de mi derecha, es hija del Renacimiento, todavía le quedaban unos cincuenta años para nacer.

Puerta del Perdón de Villahermosa, Ciudad Real, Campo de MontielPuerta del Perdón de Villahermosa. Autor, Juan Amores

Interior de la Iglesia de Ntra. Sra. la Asunción de VillahermosaInterior de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Villahermosa. Autor, Juan Ángel Arias Cortés

En fin, de mi estructura ya sabes más porque me has visto muchas veces. Pero quizás no te hayas parado a observar y pensar cual es la misión que idearon para mí los que me bautizaron con el nombre de la “Puerta del Perdón”. Me refiero, por un lado, a mi función arquitectónica que lógicamente es comunicar y distinguir el exterior secular del interior sagrado. Pero mi cometido es más profundo, también sirvo de bisagra para el que entra y sale por sendos arcos perdonado y perdonando. Y todo, bajo la atenta mirada intercesora de los personajes protagonistas que ocupan el tímpano de mi composición: la Virgen de Consolación con su Hijo, el Niño-Dios en sus brazos; rodeados de un fresco coro angelical. Si te fijas bien, debajo de la peana, mandaron inscribirme una frase latina, “Consolatrix Aflictorum”, (Consoladora de los afligidos). Es una de las letanías del Rosario, es una de las muchas atribuciones que la Iglesia hace a la Madre de Dios, es la marca de identidad de este templo y la comunidad cristina que lo habitó y seguís habitando, gran devoto de la Madre de Dios y su Divino Hijo. Durante más de cincuenta años me sentí vacía, como sin alma por la triste ausencia de esta divina compañía. También me sentí fracasada en mi misión al ver cómo los hermanos en la fe, los hijos de la misma Virgen-Madre emprendisteis una contienda fraticida, la Guerra Civil, poniendo vuestras diferencias ideológicas por encima de vuestra identidad fraternal cristiana. Después me encomendasteis que os lo recordara en mis jambas tabicadas y mutiladas.
En tantos años que llevo entre vosotros puedo decir que os conozco ampliamente. He convivido con vuestros padres y abuelos, estoy unida indisolublemente a vuestra historia, no podéis olvidarlo. Mi balcón servía de estrado para las “justicias” que presidían los festejos que concurrían en la Plaza. Por delante de mí y por encima del extinto “osao” han paseado personajes de todo tipo: ricos y pobres, niños y ancianos, hombres y mujeres, sacerdotes y monaguillos, alcaldes y alguaciles… Al abrigo de mis arcos, se han fraguado conversaciones de mil temas, entre amigos y menos amigos. He sido confidente de no pocas declaraciones de amor, lacradas entre jotas y pasodobles. He servido de sala de fumadores a los que prescindían del sermón del cura, prefiriendo salir a tomar el sol. He compartido y presenciado los llantos de vuestros duelos y las risas de vuestras bodas. En fin, si mis piedras hablaran…más.
Me siento alagada, me ruboriza, cada vez que presumís de mí ante los forasteros. Me satisface vuestra amabilidad al embellecerme con la iluminación nocturna. Me hace sentir más fascinante. Me ayuda a expresar mejor el Misterio que porto; a atraer la mirada y el corazón de los que me observan en la noche oscura de su vida; a seducirles para entrar por mis arcos en el corazón ardiente de Cristo.
Es evidente que no paso desapercibida para vosotros, contáis conmigo. Yo no sería nada sin vosotros. Os gusta conservar vuestra tradición. Últimamente percibo más cuidados. ¡Cómo se nota cuando algún día no barréis mi atrio! Me afean los excrementos de las hermanas palomas, y las bolsas de las palomitas de mis queridos niños descuidados. Sois más conscientes de mi fragilidad, os percatáis de que soy de piedra moliz, arenisca la llaman otros. Durante años, esto fue mi cruz. No os podéis imaginar como me dolían las raspaduras cuando afilabais vuestras navajas, cuando os empeñabais en hacer vuestros silbatos infantiles, cuando afilabais los lapiceros de la escuela, me llegaban al alma. Mis cicatrices os impiden olvidar, y recuerdan no repetir, que a veces habéis hecho uso indebido de mis piedras para fines particulares, en perjuicio del bien común y generaciones venideras. Permitidme que os diga, sin reproche, que con estos gestos habéis abusado de mi confianza; habéis interpretado mal mi misión entre vosotros.

Puerta del Perdón de Villahermosa, Ciudad RealPuerta del Perdón de Villahermosa. Autor, Juan Amores

Fachada principal de Nuestra Señora de la Asunción, Villahermosa. Autor, Javier Valero

Hace varios años estuve en el hospital. Me diagnosticaron heridas producidas por arma blanca, lesiones por inclemencias meteorológicas, todo agravado por mi longevidad. Los médicos curaron mis heridas y atornillaron mis huesos pero os pedían que intentarais evitar todo tipo de ondas sonoras estridentes en mis cercanías. Yo también comparto la alegría de vuestras fiestas y bodas, pero comprender que no se puede estar de fiesta causando daño a lo que más queréis. Suplico a Dios y a las autoridades competentes que no cuaje esa costumbre atronadora impropia de vuestras tradiciones o me temo que será mi nueva cruz para este siglo.
Soy yo la primera que me gusta servir a los intereses comunes del hermoso pueblo que formo parte. Os sirvo de reclamo turístico para los “ruteros quijotescos”. He servido y sirvo de telón de fondo para vuestros eventos culturales y musicales (por cierto, mi más eterna enhorabuena a la Banda Municipal de Música, que me regala los oídos desde hace más de cien años) y no me importa seguir siéndolo siempre que nadie salga perjudicado y sea en favor del bien común y estima del arte. Estoy al servicio del bien, la belleza y la verdad. Precisamente como obra de artistas cristianos mi pretensión es hablar del sumo Bien, Belleza y Verdad que es el Hijo de Dios que porta en sus brazos maternales la Virgen de Consolación.
En fin amigos, y eso que las piedras no hablaban. Os agradezco de nuevo vuestras atenciones. Recordad el buen uso que me tenéis que dar. Me agradan vuestros piropos, vuestros cuidados. Os perdono vuestro mal uso y abusos. Saber que mi mayor alegría es que no caiga en desuso el mensaje que os represento en mis piedras. Por ello, recordad que vosotros sois las piedras vivas del edificio eclesial en esta hermosa villa, no sois piedras fósiles para exponer en museos y mantener sólo costumbres inertes, nostálgicas para disfrute del turismo religioso.

Os quiere y acoge, la Puerta del Perdón.


Os invito a visitar y descubrir Villahermosa:


Un artículo de Juan Carlos Gómez-Rico M-G


Fotografía de portada de Manuel Pérez

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Música celestial o los Órganos del Campo de Montiel

órganos barrocos España Campo de Montiel

En el silencio, en la quietud
puedes oír su hermoso canto,
voces armoniosas que hablan al hombre
al que escucha en silencio.
Las más hermosas melodías
que miles de ángeles cantan
silencian tu alma
para escuchar la música celestial
llenando de esperanza tu ser.
Cantos armoniosos de cada estrella en el firmamento
creando bellas ilusiones
brindando esperanzas nuevas… De Jorge Beeche.

Os vamos a proponer que estos días hagáis una ruta turística y cultural diferente a las habituales: un recorrido por los órganos históricos del Campo de Montiel.

valle del río Jabalón. Autor, Entorno Jamila

Valle del río Jabalón. Autor, Entorno Jamila

Enclavado a los pies de Sierra Morena, el Campo de Montiel es una comarca fronteriza. Su entorno llama la atención por ser fragoso y cubierto de vegetación hacia el sur, donde se levantan las estribaciones más altas: un territorio antaño disputado entre musulmanes y cristianos, escenario de luchas y emboscadas sin número, lugar de penitencia para Don Quijote y más tarde famoso por ser temido lugar de bandoleros, guerrilleros, furtivos y maestros del contrabando.

‘(…) Y comenzó a caminar por el antiguo y conocido Campo de Montiel. Y era la verdad que por él caminaba (…)’. Capítulo II de «El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha».

En esta hermosa y roja tierra, tres antiguas iglesias – fortaleza de la Orden de Santiago guardan otros tantos imponentes órganos históricos que llenan de música celestial los escenarios de Cervantes: el instrumento de cinco castillos de la pequeña ‘catedral’ de Nuestra Señora de la Asunción de Villahermosa, el gigante de tubos de la parroquia de Nuestra Señora de los Olmos de Torre de Juan Abad y el tubular de alto teclado de la iglesia de Santo Domingo de Guzmán de Terrinches.

“(…) Pero vamos, vecina, vamos a la iglesia antes que se ponga de bote en bote…, que algunas noches como ésta suele llenarse de modo que no cabe ni un grano de trigo… Buena ganga tienen las monjas con su organista… ¿Cuándo se ha visto el convento tan favorecido como ahora?… De las otras comunidades puedo decir que le han hecho a maese Pérez proposiciones magníficas; verdad que nada tiene de extraño, pues hasta el señor arzobispo le ha ofrecido montes de oro por llevarle a la catedral… Pero él, nada… Primero dejaría la vida que abandonar su órgano favorito… ¿No conocéis a maese Pérez? Verdad es que sois nueva en el barrio… Pues es un santo varón; pobre, sí, pero limosnero cual no otro… Sin más parientes que su hija ni más amigo que su órgano, pasa su vida entera en velar por la inocencia de la una y componer los registros del otro… ¡Cuidado que el órgano es viejo!… Pues, nada, él se da tal maña en arreglarlo y cuidarlo que suena que es una maravilla… Como que le conoce de tal modo que a tientas…, porque no sé si os lo he dicho, pero el pobre señor es ciego de nacimiento… Y ¡con qué paciencia lleva su desgracia!… Cuando le preguntan que cuánto daría por ver responde: Mucho, pero no tanto como creéis, porque tengo esperanzas. ¿Esperanzas de ver?. Sí, y muy pronto -añade, sonriéndose como un ángel- ; ya cuento setenta y seis años; por muy larga que sea mi vida, pronto veré a Dios (…)”

Órgano de Villahermosa. Autor, Juan Ángel Arias Cortés

Órgano de Villahermosa. Autor, Juan Ángel Arias Cortés

En la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Villahermosa, la impresionante amplitud de las bóvedas gótico tardías rodean a un instrumento de viento de autor desconocido que suena desde 1747 en su gran y tallada tribuna escalonada de madera noble.
Cinco castillos y el fuelle original, un gran teclado de palo santo y novecientos veintiséis tubos componen un órgano de trompetería horizontal con lengüeta, que impresiona a todo aquel acostumbrado a la trompetería vertical con labiales del resto de Europa.
Bellísimo y de gran envergadura, las pinturas de San Rafael, San Miguel y Santa Cecilia con detalles en pan de oro forman parte de la decoración barroca de esta pieza única.
Su música recorre a diario todos y cada uno de los rincones de esta villa.

“(…) ¡Pobrecito! Y sí lo verá…, porque es humilde como las piedras de la calle, que se dejan pisar de todo el mundo… Siempre dice que no es más que un pobre organista de convento, y puede dar lecciones de solfa al mismo maestro de la capilla de la Primada; como que echó los dientes en el oficio… Su padre tenía la misma profesión que él; yo no le conocí, pero mi señora madre, que santa gloria haya, dice que le llevaba siempre al órgano consigo para darle a los fuelles. Luego el muchacho mostró tales disposiciones, que, como era natural, a la muerte de su padre heredó el cargo… ¡Y qué manos tiene! Dios se las bendiga. Merecía que se las llevaran a la calle de Chicarreros y se las engarzasen en oro… Siempre toca bien, siempre; pero en semejante noche como ésta es un prodigio… Él tiene una gran devoción por esta ceremonia de la Misa del Gallo, y cuando levantan la Sagrada Forma, al punto y hora de las doce, que es cuando vino al mundo Nuestro Señor Jesucristo…, las voces de su órgano son voces de ángeles(…)”

“(…) En fin, ¿para qué tengo de ponderarle lo que esta noche oirá? Baste el ver cómo todo lo más florido, hasta el mismo señor arzobispo, vienen a un humilde convento para escucharle; y no se crea que sólo la gente sabida y a la que se le alcanza esto de la solfa conocen su mérito, sino hasta el populacho. Todas esas bandadas que veis llegar con teas encendidas entonando villancicos con gritos desaforados al compás de los panderos, las sonajas y las zambombas, contra su costumbre, que es la de alborotar las iglesias, callan como muertos cuando pone maese Pérez las manos en el órgano… Y cuando alzan…, cuando alzan, no se siente una mosca…; de todos los ojos caen lagrimones tamaños, y al concluir se oye como un suspiro inmenso, que no es otra cosa que la respiración de los circunstantes, contenida mientras dura la música… Pero vamos, vamos, ya han dejado de tocar las campanas, y va a comenzar la misa, vamos adentro (…)”

Bóveda de la iglesia de Villahermosa. Autor, Miguel Andújar

Bóveda de la iglesia de Villahermosa. Autor, Miguel Andújar

La localidad de Torre de Juan Abad, en tiempos, señorío de don Francisco de Quevedo y Villegas, ácido y genial escritor, sorprende con otro maravilloso órgano de este Campo de Montiel convertido en un sonoro concierto del siglo XVIII.
El maestro Gaspar de la Redonda Zeballos recibió, por orden de los Caballeros de la Orden de Santiago, el encargo de construirlo en 1763.
Conserva casi todas sus piezas históricas, ochocientos cinco tubos en una trompetería original, y una curiosa historia: los tubos de madera, que se solían revestir para que el aire no se escapara, fueron recubiertos con cartas del hijo de Gaspar en las que mostraba a su padre sus progresos en la escritura y con hojas de la primera edición de la Facultad Orgánica de Correa de Arauxo, donde se explican los magistrales tientos y la manera de tocarlos de este gran maestro sevillano.

Una auténtica joya del patrimonio español que podemos escuchar todos los años en el prestigioso Ciclo Internacional de Conciertos de organiza la parroquia. Este año cumple su XV celebración.

Órgano de Torre de Juan Abad. Autor, desconocido

Órgano de Torre de Juan Abad. Autor, desconocido

El órgano de la iglesia de Santo Domingo de Guzmán de Terrinches completa la trilogía de música celestial barroca única y desconocida en España.

En consonancia con los órganos vecinos, el pequeño gran instrumento de Terrinches construido por el maestro García Herraiz en 1799, cuenta con una extraordinaria calidad musical. Sorprende por sus proporciones y por su teclado alto, que bien pudo servir para ser tocado de pie en sus inicios.

El viajero que acude a este pueblo encuentra paz, calma, sosiego y música.

Concierto de órgano en Terrinches. Autor, Pedro Castellanos

Concierto de órgano en Terrinches. Autor, Pedro Castellanos

“(…) Era la hora de que comenzase la misa. Transcurrieron, sin embargo, algunos minutos sin que el celebrante apareciese. La multitud comenzaba a rebullirse, demostrando su impaciencia; los caballeros cambiaban entre sí algunas palabras a media voz y el arzobispo mandó a la sacristía a uno de sus familiares a inquirir el por qué no comenzaba la ceremonia…
Maese Pérez, pálido y desencajado, entraba, en efecto, en la iglesia, conducido en un sillón, que todos se disputaban el honor de llevar en sus hombros.
Los preceptos de los doctores, las lágrimas de su hija, nada había sido bastante a detenerle en el lecho.
-No -había dicho-; ésta es la última, lo conozco, lo conozco, y no quiero morir sin visitar mi órgano, y esta noche sobre todo, la Nochebuena. Vamos, lo quiero, lo mando; vamos a la iglesia.
Sus deseos se habían cumplido; los concurrentes le subieron en brazos a la tribuna y comenzó la misa.
Una nube de incienso que se desenvolvía en ondas azuladas llenó el ámbito de la iglesia; las campanillas repicaron con un sonido vibrante, y maese Pérez puso sus crispadas manos sobre las teclas del órgano.
Las cien voces de sus tubos de metal resonaron en un acorde majestuoso y prolongado, que se perdió poco a poco, como si una ráfaga de aire hubiese arrebatado sus últimos ecos.
A este primer acorde, que parecía una voz que se elevaba desde la tierra al cielo, respondió otro lejano y suave que fue creciendo, creciendo, hasta convertirse en un torrente de atronadora armonía.
Era la voz de los ángeles que atravesando los espacios llegaba al mundo.
Luego fueron perdiéndose unos cantos, después otros; la combinación se simplificaba. Ya no eran más que dos voces cuyos ecos se confundían entre sí; luego quedó una aislada, sosteniendo una nota brillante como un hilo de luz… El sacerdote inclinó la frente, y por encima de su cabeza cana y como a través de una gasa azul que fingía el humo del incienso apareció la Hostia a los ojos de los fieles. En aquel instante la nota que maese Pérez sostenía trinando se abrió, se abrió, y una explosión de armonía gigante estremeció la iglesia, en cuyos ángulos zumbaba el aire comprimido y cuyos vidrios de colores se estremecían en sus angostos ajimeces.
La multitud escuchaba atónica y suspendida. En todos los ojos había una lágrima, en todos los espíritus un profundo recogimiento.
El sacerdote que oficiaba sentía temblar sus manos, porque Aquél que levantaba en ellas, Aquél a quien saludaban hombres y arcángeles era su Dios, era su Dios, y le parecía haber visto abrirse los cielos y transfigurarse la Hostia.
El órgano proseguía sonando, pero sus voces se apagaban gradualmente como una voz que se pierde de eco en eco y se aleja y se debilita al alejarse cuando de pronto sonó un grito de mujer.
El órgano exhaló un sonido discorde y extraño, semejante a un sollozo, y quedó mudo.
La multitud se agolpó a la escalera de la tribuna, hacia la que, arrancados de su éxtasis religioso, volvieron la mirada con ansiedad todos los fieles.
-¿Qué ha sucedido? ¿Qué pasa? -se decían unos a otros. Y nadie sabía responder y todos se empeñaban en adivinarlo, y crecía la confusión y el alboroto comenzaba a subir de punto, amenazando turbar el orden y el recogimiento propios de la iglesia.
-¿Qué ha sido eso? -preguntaban las damas al asistente, que, precedido de los ministriles, fue uno de los primeros a subir a la tribuna, y que, pálido y con muestras de profundo pesar, se dirigía al puesto en donde le esperaba el arzobispo, ansioso, como todos, por saber la causa de aquel desorden.
-¿Qué hay?
-Que maese Pérez acaba de morir.”

Cuanto más profundizamos en la historia del Campo de Montiel, más nos damos cuenta de que esta comarca tiene muchísimos recursos que ofrecer al visitante: castillos, restos arqueológicos de todas las épocas, personajes ilustres y artistas de renombre, senderos históricos, paisajes, fauna autóctona, artesanía, gastronomía, tesoros guardados bajo llave… y todo ello enriquecido con una gente humilde, sencilla y acogedora.

‘(…) Don Quijote de La Mancha, de quien hay opinión, por todos los habitantes del distrito del Campo de Montiel que fue el más casto enamorado y el más valiente caballero que de muchos años a esta parte se vio en aquellos contornos (…)’. Prólogo de «El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha».

Camino de Torre de Juan Abad. Autor, Miguel Angel Rivas

Camino de Torre de Juan Abad. Autor, Miguel Angel Rivas

Si queréis descubrir esta maravillosa tierra, os proponemos vivir estas experiencias: (más información pinchando en cada enlace)
Campo de Montiel: la esencia de La Mancha
La Ruta del Quijote y los Escenarios de Cervantes
Entre Templarios y el Castillo de Montizón
Terrinches y las Hoces del Gongares
De naturaleza por Villahermosa. En tierras del Alto Guadiana
Villanueva de los Infantes: en la cuna del Quijote y en la mesa de Quevedo

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Un artículo de Antonio Bellón Márquez
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Textos extraídos de la obra:
“Maese Pérez el Organista”. Gustavo Adolfo Bécquer, 1861.

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Villanueva de los Infantes y el origen de sus cruces de mayo (1ª parte)

Villanueva de los Infantes y el origen de sus cruces de mayo (1ª parte)

En estos días de plenitud primaveral las fiestas de las Cruces de Mayo se presentan como un encuentro cristiano de primerísimo orden, impregnado además con la exaltación pagana de la estación de la siembra y la fertilidad. En Villanueva de los Infantes, en pleno Campo de Montiel, las Cruces de Mayo son por añadidura una ocasión especial y evento destacado en el panorama festivo de Castilla-La Mancha, puesto que la celebración está declarada de Interés Turístico Regional desde el 23 de marzo de 1999.

Cruz de Mayo en el Convento Franciscano de Villanueva de los Infantes. Mayo 2010. Autor, Soy Cofrade

Cruz de Mayo en el Convento Franciscano de Villanueva de los Infantes. Mayo 2010. Autor, Soy Cofrade

A pesar de su clara afinidad cristiana, la fiesta de la Santa Cruz tiene orígenes oscuros, perdidos en la incógnita de los ritos precristianos que proliferaron en toda Europa antes de la llegada de los primeros evangelizadores. En España aparece ya establecida en época mozárabe, pero es sabido que esta celebración procede a su vez de antiguos ritos griegos y fenicios relacionados con el cambio de estaciones. La fiesta fenicia de exaltación de la primavera se denominaba, precisamente, mayumea. Los celtas la llamaban en cambio Beltane y marcaba el comienzo de la temporada de verano, cuando los pastores conducían al ganado a las tierras de pasto situadas cerca de las cumbres. Los pueblos celtas encendían hogueras en las montañas, y durante la jornada principal adornaban de flores y abalorios un tótem sagrado, lo que a su vez se acompañaba de danzas, cánticos y diversos rituales de significado religioso y político.

Plaza Mayor de Villanueva de los Infantes. Autor, Dubas

Plaza Mayor de Villanueva de los Infantes. Autor, Dubas

Con la llegada del cristianismo los tótems y ritos paganos se sustituyeron por la imagen de la Santa Cruz. En España la festividad de las Cruces de Mayo estaba ya firmemente arraigada durante la Alta Edad Media, relacionándola con el hallazgo de la auténtica cruz de Cristo por Santa Elena en el año 326. Efectivamente, durante el viaje que la emperatriz Elena de Constantinopla (madre del que fue gran Emperador Constantino I el Grande) realizó a Jerusalén con objeto de encontrar el Santo Sepulcro, ésta hizo demoler el templo pagano situado en el Calvario de la ciudad santa, allí donde los sabios judíos afirmaban que se había dado muerte al Salvador.

Escultura Memento Mori. Cementerio de Villanueva de los Infantes. Autor de la fotografía, Carlos Chaparro Contreras

Escultura Memento Mori. Cementerio de Villanueva de los Infantes. Autor de la fotografía, Carlos Chaparro Contreras

Según la leyenda la emperatriz encontró tres cruces: una de ellas debía ser la de Jesús, mientras que las otras pertenecerían a los dos ladrones. Como era imposible averiguar a ciencia cierta cuál de las tres cruces sería la de Cristo, Santa Elena hizo traer el cadáver de un hombre recientemente fallecido, el cual, al entrar en contacto con la verdadera cruz, o Vera Cruz, resucitó. La emperatriz y su hijo Constantino hicieron construir en el lugar del hallazgo un fastuoso templo que llamaron Basílica del Santo Sepulcro, donde desde entonces se guarda la reliquia objeto de esta antiquísima celebración.

Continuará…

Valle del río Jabalón. Autor, Entorno Jamila

Valle del río Jabalón. Autor, Entorno Jamila