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Entre vieiras, chuletones y albariños. Las fiestas gastronómicas de julio en Galicia

Entre vieiras, chuletones y albariños. Las fiestas gastronómicas de julio en Galicia

Llega el mes de julio a tierras gallegas y como si de un pistoletazo de salida se tratase, su entrada anuncia el desparrame de familias y turistas en busca del buen tiempo y un sinfín de celebraciones populares de lo más variopinto. En estas fechas los saraos se multiplican por pueblos y concejos cual setas de temporada, algo que el público agradece cumplidamente puesto que muchas de estas fiestas tienen que ver con un arte que deleita y embriaga a todos sin excepción: la gastronomía. Recapitulemos: el domingo 14, sin ir más lejos, los amantes de los buenos platos tuvieron oportunidad de recalar en la parroquia orensana de Santiago de Anllo y encontrarse allí con la famosa Festa da Cabra, que como su nombre indica constituye un multitudinario acto de exaltación de este insigne (y sabroso) animal. La jarana culminó en la carpa instalada al efecto con el reparto de unos platos de carne de cabra guisada, receta que ya viene haciendo las delicias de los parroquianos desde hace más de cien años. Ante tal banquete es consejo general no cegarse con las viandas a no ser que se tenga tiempo de reposar después el atracón, pero si a pesar de todo alguien se queda corto no hay mejor solución que adquirir un ticket y participar en el sorteo reservado al final de la fiesta… ¿Podéis adivinar lo que se sortea? Exacto, una cabra.

Los alegres en la Fiesta del pan. Autor, Juantiagues

                                                   Los Alegres en la Fiesta del pan. Autor: Juantiagues

Zamburiñas con Albariño. Autor, Jlastras

                                                            Zamburiñas con Albariño. Autor: Jlastras

Las celebraciones culinarias son muy comunes en tierras gallegas. Comenzaron como festejos locales, romerías, o incluso simples reuniones de amigos en las que el cumplimiento de una promesa llevaba a los sufridos vecinos a organizar una comida tradicional. Con el tiempo el renombre de los festejos y la calidad de los platos actuaron de imán para atraer público en unos lugares o emular la experiencia en otros, hasta el punto que actualmente son más de 300 las celebraciones gastronómicas programadas en Galicia a lo largo del año. Hacia el interior, como es lógico, abundan las carnes de ternera y de cerdo o la pesca de río, mientras que en el litoral y sus rías los protagonistas absolutos son pescados y mariscos cocinados a la manera autóctona. En este año 2013 la cosa ya viene calentita desde primeros de mes, y mientras los amantes del vino pudieron disfrutar en Ribadavia (Orense) con la Feria Exposición de la zona O Ribeiro, los fan de la langosta hicieron lo propio con este exquisito manjar tal y como se prepara desde antiguo en A Guarda (Pontevedra), a orillas de la desembocadura del Miño y de la frontera portuguesa.

Botellas de vino Albariño. Autor, Imamon

                                                             Botellas de vino Albariño. Autor: Imamon

Detalle del pazo de Fefiñanes, en Cambados. Autor, Juantiagues

                                         Detalle del pazo de Fefiñanes, en Cambados. Autor: Juantiagues

En una sucesión de vértigo que parece no tener fin, las rutas gastronómicas se engarzan como cuentas de rosario para llevarnos sucesivamente hasta Arbo y su Exaltación de la lamprea seca; Silleda y la Fiesta del lacón, o Meis y su celebrada Fiesta de los callos, todas ellas localidades de la provincia de Pontevedra. De Pontevedra es también Cambados, donde con motivo del día del Carmen, patrona de los marineros, sus paisanos ofrecen a todos los visitantes que gusten del buen comer la Fiesta de la Exaltación de la vieira, un molusco esencial en varios platos tradicionales de toda la ría. Cambados es además capital del Albariño, el aclamado vino blanco de la región, y nadie que se precie de su arte como catador debe faltar al festejo que se organiza a principios de agosto, y que ostenta la denominación de Interés Turístico Nacional. Son decenas las casetas levantadas junto al paseo de A Calzada para ofrecer al público estos vinos ligeros y de aroma delicioso, acompañados además con una variada muestra de productos típicos entre los que destacan los mejillones, el pulpo, las empanadas, los pimientos… Por cierto que, si gustáis de los buenos caldos gallegos y no deseáis esperar a agosto, la oferta en este mes sigue siendo espectacular: desde la XVI Feria del vino D.O. Valdeorras en A Rúa, Orense, y cuyos actos se clausuraron el pasado fin de semana, hasta la XXI Fiesta del Vino de El Rosal los días 19 al 21 de julio… vamos, todo un festival de sabores para disfrutar y recordar con pasión en años venideros.

Delicioso plato de navajas. Autor, Alex Chiang

                                                         Delicioso plato de navajas. Autor: Alex Chiang

Preparando el famoso pulpo a la gallega. Autor, Gabriel González

                                         Preparando el famoso pulpo a la gallega. Autor: Gabriel González

No todo es comida y bebida durante estos jolgorios estivales. Fuegos de artificio, pasacalles a cargo de gaiteros, competiciones populares o las consabidas verbenas nocturnas completan un repertorio que, a tenor del éxito obtenido en años anteriores, prometen sin duda incrementar el público para la presente edición 2013. En Mondariz, al pie de la Sierra do Suido, lo saben sobradamente. Y es que a finales del mes de abril celebraron a todo trapo la IV edición de “De Tapiñas por Mondariz”, un evento que ampliarán para mediados de octubre con el III aniversario de su Ruta de Tapas… Pero, ¿es que no hay nada previsto entre abril y octubre? Por supuesto que sí. Llega el mes de julio y no puede faltar su Fiesta gastronómica con churrasco, pata de cerdo con alubias o pulpo a la gallega, que el año pasado repitió en Mondariz por décima vez consecutiva y es sin duda la reina de los festejos culinarios locales.

Si alguien queda con ganas de más sarao y es capaz de reponerse a tiempo, no está de más apuntar en la hoja de ruta la Exaltación del chuletón de Maside (Orense), puesto que las piezas que allí se reparten entre el respetable no suelen bajar nunca del medio kilo. Es éste un lugar de gratos encuentros para muchos, y los impenitentes de Mondariz se abrazan con los sobrevivientes de Vimianzo (A Coruña), también recien llegados de otra fiesta, con el fin de intercambiar experiencias cargadas de arrojo y promesas de no desfallecer en próximas ediciones. Así, en buena compaña y para que todo salga según lo previsto, hasta unas 30 personas o merdomos de Maside se encargan de preparar las parrillas y asar los cerca de 800 kilos de carne vacuna que se necesitan para cumplir con el programa, acompañándolo todo de patatas fritas, pimientos, pan y la obligada botella de vino que facilite toda la digestión. En la última edición del evento se superó el millar de vecinos y simpatizantes, llegados de los cuatro puntos cardinales, aunque se espera que este año la devoción por la res autóctona no defraude y que las expectativas locales se multipliquen ampliamente.

Vilasobroso, Mondariz. Autor, HombreDHojalata

                                                       Vilasobroso, Mondariz. Autor: HombreDHojalata

Pulpo a la Gallega. Autor, Jose Antonio Gil Martínez

                                                     Pulpo a la Gallega. Autor: Jose Antonio Gil Martínez

Pero Galicia es también tierra de marisco y otros productos marinos, y por tanto no podemos olvidar el mosaico de celebraciones que se asocian a estos codiciados frutos del mar. En Illa de Arousa (Pontevedra), una preciosa localidad en el corazón de la ría del mismo nombre, vienen celebrándose desde hace años varios encuentros culinarios de este tipo. El de la almeja roja (a mediados de julio) es de los más nombrados en toda la región, pero solo unos días más tarde este molusco da paso a una pariente suya no menos famosa entre los gourmets. Efectivamente, del 26 al 28 de julio se organiza en esta isla atlántica la Fiesta de la navaja, o navalla, bivalvo del que en tierras gallegas se conocen dos variedades igualmente sabrosas: el longueirón o navaja grande, y la navaja curva o muergo. Tanto una como otra tienen una preparación muy sencilla, pues después de su limpieza solo es necesario asarlas lentamente en parrilla y aderezarlas por encima con una salsa compuesta de aceite, ajo, perejil, pan rallado y vino blanco. El resultado: uno de los platos más deliciosos de la comida gallega y española, y digno reclamo de los paladares más exigentes en medio mundo.

Barco varado en Illa de Arousa. Autor, Mchuca

                                                        Barco varado en Illa de Arousa. Autor: Mchuca

Chuletón gallego de 1 kg de peso. Autor, L. Miguel Bugallo

                                                Chuletón gallego de 1 kg de peso. Autor: L. Miguel Bugallo

En definitiva, Galicia se viste en las próximas semanas de productos de la tierra y del mar, ofreciendo a los visitantes el tesoro de su rica gastronomía aderezado con unos paisajes repletos de tradiciones milenarias, espitualidad y verdor. Municipios y parroquias; calles, plazas y puertos; bosques y prados de estampa virginal… Cada vez que descubráis en vuestro trayecto un conjunto de personas arracimadas alrededor de las casetas de feria, con el humo de los fogones flotando en el aire claro, y notéis que un aroma denso a carne asada o a marisco llena vuestras narices y se mete de lleno entre ceja y ceja, no queda otra: detenéos y probad el regalo de la tierra gallega, sentíos por un momento verdaderos reyes en mitad de un banquete y guardad finalmente en vuestra memoria la experiencia de comer y disfrutar como nunca para envidia de los que quedaron en casa. Eso sí, no os paséis con el Albariño.

Procesión en la Fiesta del Carro. A Lama, Pontevedra. Autor, Gabriel González

                               Procesión en la Fiesta del Carro. A Lama, Pontevedra. Autor: Gabriel González

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De toros y pamplonicas. La historia más oculta de los Sanfermines

De toros y pamplonicas. La historia más oculta de los Sanfermines

En estos días de canícula entrado ya el mes de julio, el espectáculo vital y primigenio de los encierros durante las fiestas de San Fermín vuelve a ser protagonista destacado en la prensa de medio mundo. Se trata de unos festejos que vienen de antiguo, debiéndonos remontar en su origen hasta la edad media y la época de las primeras ferias ganaderas organizadas alrededor de la festividad de San Pedro. Como suele ocurrir en cualquier evento de este tipo, la presencia de ganaderos, comerciantes y demás público ávido de negocio y diversión propiciaron poco a poco una mayor variedad de festejos, entre los que se incluyeron lógicamente las corridas de toros, que casi desde el primer momento fueron elevadas a la categoría de “súmmum” de la fiesta. Ahora bien, se dio el caso de que existía asimismo en Pamplona otro multitudinario y celebrado sarao, éste en honor a San Fermín, patrón de la diócesis pamplonesa y copatrón de Navarra junto a San Francisco Javier. Venía organizándose el 10 de octubre e incluía, además de las consabidas suertes taurinas, diversos espectáculos de música, actores, comediantes y puestos de venta, lo que atraía como es de rigor a un numeroso respetable… que con frecuencia se quedaba sin festejos por las abundantes tronadas y aguaceros propios de esa época del año. Visto el problema, de no pequeñas dimensiones, el Ayuntamiento solicitó formalmente en 1591 una solución definitiva y ésta consistió en hacer coincidir en un solo día (7 de julio) las ferias comerciales de San Pedro y la festividad de San Fermín. La fecha satisfizo a todos y desde entonces se considera como oficial e inamovible.

Aspecto de la plaza de toros de Pamplona tras un encierro. Autor, Bigsus

                                   Aspecto de la plaza de toros de Pamplona tras un encierro. Autor: Bigsus

En un principio las fiestas duraban escasamente dos días, pero no pasó mucho tiempo antes de que se alargasen hasta el día 10 mientras aparecían sin cesar nuevas y originales variedades de ocio. Los actos religiosos aumentaron a partir del siglo XVII y junto a ellos surgieron también saltimbanquis, gigantes y cabezudos, el vuelo de la mujer cañón, torneos con animales exóticos y otras ligerezas que hacían temer, a juicio de los clérigos, por la decencia y virtud de los jóvenes pamplonicas. Por supuesto, los encierros y sobre todo las corridas de toros siguieron siendo el elemento central de la fiesta, aunque no como las conocemos ahora, puesto que en el siglo XIX solían ser más largas y se organizaban en improvisadas estructuras de madera. La primera plaza fija se construyó en los años cuarenta de ese siglo, y hay que decir que resultó tan ruinosa que terminó llevando a los tribunales a la pobre viuda del constructor, ignorante por completo de las pifias de su marido. Por supuesto, salió absuelta.

Espectáculo en la plaza en el siglo XIX. Obra de Francisco de Goya (1824-25)

                                Espectáculo en la plaza en el siglo XIX. Obra de Francisco de Goya (1824-25)

Entrada de un encierro en la plaza. Autor, Baltasar García

                                               Entrada de un encierro en la plaza. Autor: Baltasar García

Antes de la modernización de los festejos taurinos era muy común organizar todo tipo de suertes y torneos durante las corridas, hoy afortunadamente extinguidos a causa de su peligrosidad. Por poner un ejemplo, se tiene constancia que durante los 4 días de Sanfermines del año 1804 los toros lidiados mataron un total de 19 caballos, mientras que una de las reses llegó a saltar la barrera y terminó muerta a bayonetazos por unos granaderos que casualmente se encontraban en el lugar. Claro que esta “hazaña” fue superada ampliamente en 1845, cuando se compraron para los 4 días de fiesta un total de 97 caballos, de los que solo sobrevivieron 24. Era asimismo frecuente ofrecer al populacho durante los Sanfermines los llamados novillos ensogados, reses sujetas con una o varias cuerdas para impedir sus embestidas, así como la utilización de perros de presa para rendir a los toros. Ésta última modalidad se practicó hasta el último tercio del siglo XIX y hay que decir que resultaba especialmente sangrienta, puesto que acababa casi siempre con los canes moribundos y abiertos en canal en mitad de la plaza. El arte consistía en soltar a los perros de tres en tres a medida que iban retirándose los inutilizados, hasta que al fin conseguían inmovilizar al astado lo suficiente como para que el maestro le rematase con el estoque y la puntilla. En 1958 volvió a verse un espectáculo espontáneo de esta guisa cuando “Ortega”, un perro pastor acostumbrado a guardar ganado, se enfrentó a dentelladas con un toro hasta que lo hizo batirse en retirada y fue retirado de la plaza. Que se recuerde, es la única ocasión en que un chucho recibe la ovación del respetable y completa a hombros una vuelta al ruedo.

El perro en los toros. Alano Español

                                                                 El perro en los toros. Alano Español

Las peculiaridades de las corridas durante los Sanfermines decimonónicos rayaban a veces en el esperpento, como cuando se probó a sacar a la plaza machos cabríos con muñecos a modo de picadores adosados a sus lomos. No se conoce la reacción del toro ante tal invento, ni tampoco el éxito alcanzado, pero sin duda fue menor que el que obtenían los aclamados mozos molineros a los que se reservaban astados para despacharlos con la suerte del palenque. Consistía esta técnica en esperar al toro en la plaza con la única defensa de una pica o lanza, y al tiempo que el toro embestía, los mozos lo levantaban por los aires sobre las picas hasta dejarlo muerto en la arena. El público pamplonica era especialmente aficionado a esta modalidad y celebraba con júbilo las diversas muestras de valor durante el episodio. Por contra no dudaban en mostrar su disgusto cuando espadas o banderilleros rebajaban las expectativas, lo que hacían saber de la manera más usual en aquella época: lanzando cualquier cosa que encontraban a mano. Es lo que ocurrió en 1876 cuando el respetable, iracundo ante una mala tarde de faena, comenzó a arrojar a la plaza pedazos de pan, botellas, cacerolas, herraduras y hasta cubos desvencijados llenos de basura, haciendo que los picadores temiesen por su integridad y corriesen a buscar refugio tras la barrera.

Aspecto de las calles de Pamplona durante un encierro. Autor, Baltasar García

                               Aspecto de las calles de Pamplona durante un encierro. Autor: Baltasar García

Palenque de los moros hecho con burro. Obra de Francisco de Goya (1814-16)

                               Palenque de los moros hecho con burro. Obra de Francisco de Goya (1814-16)

Pero son los encierros los que, a tenor de la cobertura mediática, han despertado siempre el mayor interés entre propios y extraños de los cinco continentes. Su origen estuvo en la conducción de reses bravas hasta las plazas donde iba a efectuarse la corrida, y por tanto puede decirse que en Pamplona existen encierros desde el mismo momento en que existieron festejos taurinos. La figura del corredor no aparece hasta el siglo XIX, cuando el itinerario de los toros por las calles de la ciudad comenzó a aglutinar a una población ansiosa por ver en primera línea el espectáculo de la manada. De ahí a correr delante de las reses solo había un paso, y otro más para poner doble vallado en el recorrido (cosa que ocurrió finalmente en 1939), pues durante los primeros tiempos no era raro que algún toro escapase y terminara de estampida por las calles para sorpresa mayúscula de tenderos y ancianas desprevenidas. Fue la figura del conocido escritor estadounidense Ernest Hemingway la que dio un impulso definitivo a los Sanfermines con la publicación de su obra Fiesta, de 1926, aunque él mismo sufrió un percance con un novillo embolado al que intentó coger en vano por los cuernos, proeza que le costó un buen revolcón y dos o tres duros de multa. Esperemos que la fiesta del presente año no vaya más allá de unos sonoros moratones para los mozos de la calle Estafeta, y que en cualquier caso siga siendo un foco de hermandad y pasión por el toro como lo ha venido siendo desde hace más de 500 años… ¡Víva San Fermín!

Mozos en la plaza de Pamplona. Autor, Baltasar garcía

                                                  Mozos en la plaza de Pamplona. Autor: Baltasar garcía