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Los mejores Carnavales de La Mancha

Ya están aquí los carnavales, una de las fiestas más divertidas y canallas del calendario manchego


Va avanzando el nuevo año, y en medio de días ventosos y fríos llega por fin el tiempo de los carnavales, las fiestas en las que el desenfreno campa a sus anchas en multitud de ciudades y pueblos de todo el mundo. La provincia de Ciudad – Real no es ajena a estos días de mascarada, y así son célebres por ejemplo los carnavales que se celebran en Villarrobledo, Tomelloso, Alcázar de San Juan, Herencia… entre otros.
Parece ser que el origen de la palabra carnaval procede de la Alta Edad Media, cuando la Iglesia Católica propuso denominar a estos días previos a la Cuaresma “carne-levare”, una expresión latina que significa “abandonar la carne”. De forma tan explícita se recordaba así a los fieles su obligación de evitar el consumo de carne durante los viernes previos a la Pasión y Resurrección de Cristo. El problema es que el carnaval ya era conocido desde mucho antes, y no precisamente como una apología de abstinencia y sacrificio… Cualquiera sabe que los carnavales fueron en su origen fiestas paganas que muchos pueblos celebraban en honor a su panteón politeísta, y también que los romanos fueron probablemente los más duchos en el arte del jolgorio ritual.
No hay que ser muy lúcido para encontrar pinceladas de esta fiesta en algunas de las celebraciones romanas más sonadas: durante las Saturnales, por ejemplo (que ellos celebraban en fechas navideñas), todo lo prohibido dejaba de serlo y las normas eran violadas sistemáticamente al tiempo que el vino corría en las mesas como agua de mayo. Los prisioneros recuperaban su libertad, los esclavos portaban máscaras y se convertían en señores mientras el dueño pasaba a ser siervo y les obedecía. También estaba permitido que las mujeres consumiesen vino, cosa que debían evitar el resto del año si no querían exponerse a un altercado conyugal (de aquella época viene la costumbre del marido de besar a su esposa en la boca al llegar a casa, y que entonces era un método seguro para cerciorarse de que no había bebido).
Tras este interesante apunte histórico, os proponemos viajar para descubrir algunos de los carnavales declarados de Interés Turístico Nacional que ofrece La Mancha. ¡Qué disfrutéis!

CARNAVAL DE VILLARROBLEDO

El Carnaval de Villarrobledo, de Interés Turístico Nacional, es popular y participativo y, aunque celebra y mantiene actividades y tradiciones similares a las de otros muchos carnavales, como los desfiles, el concurso de Murgas y Chirigotas o el Entierro de la Sardina, sus múltiples particularidades, como el Rastrillo de Carnaval, la Noche del Orgullo Manchego o el Concurso de Bodas lo hacen único.
Sus orígenes están documentados en el año 1510, donde se indica que tuvo varias veces problemas con la Iglesia de aquella época. Fueron siempre carnavales de calle, muy populares en toda la región. Se recuperaron tras la Guerra Civil Española, aunque no se podía salir enmascarado, por lo que prevalecían los bailes en los salones. A partir de 1970 volvieron definitivamente las máscaras y, en 1980, los desfiles. Es de los carnavales más participativos de la región y durante más de una semana, todo en Villarrobledo es Carnaval. Desde la gente que sale disfrazada a las calles, a los dependientes y camareros de los establecimientos. Toda hora es buena para una celebración que conjuga los tradicionales desfiles con peculiaridades únicas como los rastrillos o la Noche del Orgullo Manchego. Entre las celebraciones oficiales, destaca el concurso de Murgas y Chirigotas, y los desfiles Adultos e Infantiles. O las Bodas, donde se parodia el casamiento… de cualquier cosa. Pero son los vecinos quienes desbordan el Carnaval, haciendo espectáculos en calles y plazas, con sus propios disfraces, a cual más original. Y es que todo Villarrobledo es, en estas fechas, una gran fiesta de disfraces. ¿La mayor del mundo? Tal vez…
Los desfiles del Carnaval Infantil son únicos en España: imperdonable perdérselos. Se dice popularmente que este Carnaval es la única fiesta en el mundo de diez días que dura once. No es que en Villarrobledo pueda manipular a su antojo el tiempo, esta paradoja se explica porque en la actualidad y oficialmente, el Carnaval de Villarrobledo dura diez días, pero oficiosamente y de hecho dura once porque la llegada de Los Juanes (disfrazados de aves de la familia de los córvidos muy abundantes en la zona y que aquí se llaman juanes) se celebra el día de Jueves Lardero.

Cartel Carnaval Villarrobledo 2020. Autor, Ruben Almansa Tomás

CARNAVAL DE TOMELLOSO

La manifestación típica del Carnaval tomellosero resalta por los brillantes desfiles carnavaleros que tienen lugar durante estos días. Así, el desfile de comparsas escolares, en el que participan casi dos mil niños, padres, profesores, con un despliegue de imaginación y colorido que le ha hecho ser declarado de Interés Turístico Regional; el desfile de grupos y comparsas carnavaleras con mucho color, risas y humor, en el que destacan sin duda las grandes peñas de la ciudad, y de otros pueblos y ciudades de la región.
Divertidos, trasgresores, es una fiesta muy participativa y muy divertida, y un buen momento para que el viajero se acerque a disfrutar y conocer todo lo que ofrece Tomelloso: ocio y cultura, gastronomía y enoturismoLa Atenas de La Mancha, cómo se le conoce, por ser cuna de ilustres pintores y escritores de la talla de Antonio López Torres, Antonio López García, Francisco García Pavón, Eladio Cabañero, Félix Grande… una ciudad moderna y activa, consciente de su pasado y tradición vitivinícola, que conserva todos los valores que su historia le aporta y se reconoce, como no puede ser de otro modo, ciudad manchega.
Para no perdérselo es el fantástico Concurso de Máscara espontánea donde todos los participantes derrochan sentido del humor, demostrando ganas de pasarlo bien y asombrando al público con su ingenio y su originalidad.

CARNAVAL DE ALCAZAR DE SAN JUAN

La celebración del Carnaval en Alcázar, corazón de La Mancha, se adelanta a todos los demás carnavales de España: se celebra nada más y nada menos que durante los últimos días de diciembre… ¡durante las navidades!
Para encontrar el origen a esta sobredosis festiva habría que remontarse unos 200 años en la Historia, concretamente a la época de la Guerra de la Independencia, cuando ya se menciona en algunos documentos su existencia como una forma de oposición popular contra la ocupación francesa. Otras fuentes hablan de que el carnaval se celebra en Navidad, debido a una disputa entre el tercer estado y la nobleza, decidiendo entonces hacer la fiesta en Navidad para contrariar a los nobles: “En aquel momento, en la noche entre Nochebuena y el día de Navidad se empezaron a celebrar unos bailes paganos dentro de la Iglesia de San Francisco después de la misa del Gallo… Esto se popularizó hasta tal punto que cuando las autoridades y las instituciones del momento intentaron durante dos o tres años recuperar la normalidad y alinearse con el resto del planeta para hacerlo en febrero fue tal el fracaso que volvieron a diciembre. Aunque se organizaban cosas de manera oficial en febrero, todo el mundo se disfrazaba en el mes de diciembre”
Es diciembre, pero es carnaval. El día 22 los peleles –unas figuras hechas con ropa vieja rellena– cuelgan de los balcones de Alcázar de San Juan. Es el anuncio: serán manteados y quemados el día 28, en que se entierra la sardina.
Durante estos días se puede disfrutar de coloridos desfiles de carrozas, comparsas y máscaras. El Carnaval de Alcázar de San Juan finaliza el 28 de diciembre con el tradicional “Entierro de Doña Sardina” en el que los vecinos salen por las calles de la localidad vestidos de luto acompañando a la conocida sardina… quemada finalmente en una hoguera. ¡Una fiesta de Interés Turístico Nacional para no perdérsela!.

CARNAVAL DE HERENCIA

El carnaval de Herencia es otro de los imperdibles en estas fechas. Una fiesta, declarada de Interés Turístico Nacional y que se celebra antes que todos los demás carnavales.
Día y noche, fiesta y mesa. Un no parar. Herencia siempre se ha caracterizado por arraigadas tradiciones, entre las que ocupa un lugar destacado el carnaval. Tanto que se adelantan una semana a todos los demás. Por algo se llama a su fecha de inicio Sábado de los Ansiosos. El día siguiente, Domingo de las Deseosas, es también un día importante: se sacan de nuevo las máscaras y trajes para lucirlos en el pasacalles. El nombre de este día, viene del “deseo” de empezar el carnaval, de la gente que espera con impaciencia el momento de disfrazarse, puesto que oficialmente el carnaval empezaba al viernes próximo.
El primer día no oficial del Carnaval de Herencia es el Viernes de Prisillas que nace de la idea de crear un día en el que sus principales protagonistas son las peñas locales, encargadas de animar el Carnaval de principio a fin, especialmente en los pasacalles.
Posiblemente el acto más importante del Carnaval de Herencia es el Ofertorio de Ánimas que se celebra el Martes de Carnaval. En este desfile participan carrozas, gigantes y cabezudos, bandas de música, oferentes y las máscaras de Carnaval entre las que sobresale la tradicional figura del “Perlé”, encarnado por un hombre vestido con blusa holgada, pantalón de tela a rayas de colores, a modo de pijama, y en la cabeza un gorro infantil de idéntica tela, que circula libremente por la población mezclándose con las máscaras y asustando a niñas y niños, quienes a su vez tratan de gastarle bromas.
También son destacables las “jinetas”. Estas salían hace años cumpliendo una promesa particular o familiar pero ahora las promueve el ayuntamiento y representan a los gremios de la localidad: el de la construcción, hortelanos, panaderos, comerciantes, etc. Cada una de ellas está formada por varios niños ataviados con el traje regional o de época, acompañados por un adulto que lleva la ofrenda.
El Carnaval termina con el entierro de la sardina, una tradición del siglo XX, en la que las familias pasaban “una tarde de campo” en el paraje de la sierra de San Cristóbal. La merienda terminaba con la degustación de una sardina, tradicionalmente “una sardina salá”, cuya raspa era enterrada en un pequeño agujero en el suelo.


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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Ruta del Vino de La Mancha: Alcázar de San Juan

Os invitamos a disfrutar de una ruta inolvidable por el corazón de La Mancha, el gran viñedo del mundo


La ruta turística del Vino de La Mancha, está ubicada en plena llanura manchega, en la zona de mayor producción de vino de Europa y en el territorio de la DO La Mancha. Su recorrido abarca seis enclaves de las provincias de Albacete, Ciudad – Real y Toledo, unidos por un paisaje singular, una larga tradición vitivinícola y una cultura atesorada durante siglos: Alcázar de San Juan, Campo de Criptana, El Toboso, Socuéllamos, Tomelloso y Villarrobledo.
Una ventana desde la que mostrar lo mejor de nuestra tierra. Un lugar en el que su paisaje, sus gentes y costumbres, forman parte del mundo que inspiro a Cervantes.
Desde sabersabor.es os proponemos una ruta por el corazón de La Mancha y la esencia de nuestros vinos. Comenzamos.

Alcázar de San Juan

Alcázar de San Juan está repleto de lugares que visitar y ver. Comenzando por las estrechas calles de su casco histórico con sus emblemáticas construcciones y monumentos, rincones cervantinos y quijotescos donde nos encontraremos con las estatuas de Miguel de Cervantes y de Don Quijote y Sancho Panza; iglesias y conventos, recuerdos de su pasado ferroviario así como espacios naturales de gran riqueza y variedad paisajística y biológica, cómo el Complejo Lagunar declarado Reserva Natural de la Biosfera. Visitar Alcázar de San Juan ofrece muchas opciones turísticas llenas de historia y cultura.
En el casco antiguo de la ciudad, concretamente en la Plaza de Santa María, se encuentran ubicados el Torréon del Gran Prior (s. XIII), el Cubillo (s. XIII), la Capilla de Palacio (s. XVI), la Casa del Gobernador (s. XVII) y la Iglesia de Santa María la Mayor (s.XIII), donde se encontró la partida de bautismo de Miguel de Cervantes Saavedra.

Imprescindible la visita al Museo del Hidalgo, ubicado en una antigua casa solariega del siglo XVI conocida por el nombre de Casa del Rey. En él podremos descubrir cómo era la vida de los hidalgos, aristocracia rural, que inspiraron a Miguel de Cervantes cuando creó el personaje de Don Quijote de La Mancha.
El Museo cuenta con la exposición de piezas originales de gran valor, cedidas por importantes museos españoles (Museo del Ejército, Museo Nacional de Artes Decorativas, Museo de Santa Cruz, entre otros)
Y la subida al conocido como «Mirador de La Mancha», el Cerro de San Antón, la elevación donde se encuentran cuatro de molinos de viento que conserva la ciudad. Los molinos funcionaron hasta la década de los 40. Coronando el cerro como torres vigías, los molinos de viento Rocinante, Fierabrás, Dulcinea y Barcelona no son sino ingenios mecánicos de gran precisión utilizados para moler el grano y obtener la harina gracias al aprovechamiento de la energía de la naturaleza: el viento.
Se pueden visitar dos de estos molinos. Uno como Centro de Interpretación del Paisaje Manchego y otro alberga una reconstrucción de la maquinaria original del siglo XVI donde se realizan moliendas tradicionales en diversas fechas a lo largo del año.

Interesante visita la que nos ofrece también el Centro de Interpretación del vino, donde se encuentra la sede el Consejo Regulador de la D.O. Vinos de La Mancha. En el Museo, se nos muestra un recorrido por la historia del vino embotellado con Denominación de Origen desde su creación hasta la actualidad. Uno de los lugares más destacados del centro es el tradicional patio manchego, que a su vez alberga una pequeña exposición de prensas antiguas, tinajas de barro, destrozadoras, bombas manuales e incluso una exposición de fotografías anteriores a 1960 en la que se reflejan trabajos en bodegas y en los viñedos manchegos.

Para los amantes del vino y de la gastronomía aquí os dejamos una relación de bodegas y restaurantes en Alcázar de San Juan para disfrutar de una experiencia única de enoturismo con visitas guiadas a bodegas y viñedos, degustaciones, catas y maridaje, cursos de cata, y comidas típicas manchegas.

BODEGA LA TERCIA
BODEGAS ALORT 
LA VIÑA E
RESTAURANTE AIREN HOTEL INTUR 
CASA ORTEGA 
BARBACOA EL RODAL


Planifica tu viaje con nosotros. Más información en www.sabersabor.es


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©


Próximamente: Ruta del Vino de La Mancha, Socuéllamos

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El miedo, cuento de vendimia

Más de una hora tardamos en llegar a la casa de labor, desde pleno campo, en donde aquel día de septiembre nos sorprendió la tormenta. Interrumpida la vendimia nuestra marcha fue lenta y penosa, porque el fuerte viento y los arreos dificultaban el acceso a través de cañadas y alcores.

Al llegar vimos guarecidos en derredor del hogar algunos pastores de la zona, que habían prendido buena fogata para secarse y hablaban del poder del miedo. Nos quedamos a escucharles, máxime al ser el tío Celestino, viejo rabadán a quien ya conocíamos, el que comenzaba a narrar una inquietante historia.

Referíase a aquellos ya lejanos años en que él iba con el gran rebaño trashumante del marqués de Mudela al fértil valle de Alcudia, la tierra siempre pródiga en pasturaje, situada más allá de las llanadas calatravas de la Mancha Alta. Su verbo, de cálida y jugosa simplicidad, describía admirablemente esta región, comprensiva de buena parte de la provincia de Ciudad – Real, confinante con las otras tres, en parte también manchegas: Toledo, Cuenca y Albacete. “Este terreno –decía a modo de comparación con su tierra de adopción, Castilla y León- es muy distinto de la vieja Castilla. Allí los pueblos, por lo general, son pequeños y se encuentran cercanos; aquí son grandes y están lejos entre sí. Allí predomina el trigo y el pino; aquí la vid y la encina. La propiedad está en Castilla muy repartida, mientras que en La Mancha, por el contrario abundan el absentismo y las fincas de enorme extensión.

La industria vitivinícola, que tanto se ha desarrollado aquí, merced al poder admirable que tiene el suelo para el cultivo del bíblico arbusto, ha enriquecido a sus pueblos: Valdepeñas, Tomelloso, Manzanares, Alcázar, Villarrobledo, Socuéllamos, Argamasilla…”

Y siguió el pastor hablando de parecida guisa a como nosotros describimos, a grandes pinceladas, La Mancha. Por la feraz campiña, entre pueblo y pueblo, vénse diseminadas numerosas edificaciones, algunas blancas por el enjalbegado de reminiscencia agarena, todas ellas destinadas a guarecerse labriegos y ganados, a las que los naturales del país denominan quinterías y bombos.

Bombo de Tomelloso

Casilla manchega

Los labradores, los gañanes, permanecen en el campo toda la semana, principalmente durante la época hiemal, en que han de binar viñas y roturar barbechos. Salen del lugar el domingo, a la caída del véspero, y van por los caminos con sus carros y yuntas, bien aprovisionados para los seis días, llegando al bombo o a la quintería –en ocasiones, vestigio de la antigua venta- a la hora de hacer la cena y acostarse para madrugar al día siguiente y trabajar. No ha de tornar al pueblo hasta el sábado siguiente, al mediodía, con el fin de renovar sus provisiones, reparar los útiles del trabajo, atender un poco a su simplicísimo aseo personal y ver, a la vez, a la familia, a la esposa, a la novia… Caminan cantando, animosos, mientras el sol agonizante ilumina con sus rayos postreros aquella caravana de la gleba, que a veces se extiende en larga hilera. Y allá, a su llegada a la habitación campestre, que siempre está abierta ofreciendo asilo al labriego que necesite ocuparla y al pobre viandante desheredado que haya menester de refugio, han de convivir todos en fraterna calma.

Se da a veces el caso de encontrarse solo un labriego por todo ocupante de la quintería; pero estas gentes, habituales a las privaciones, a los rudos trabajos, e, indistintamente, a la compañía y a la soledad, no sienten, por lo general, el miedo. Mas éste, como algunas otras cosas, puede presentarse en quien menos se piense y cuando menos se crea, como lo prueba esta narración del longevo pastor.

Fué el sucedido un día de crudo invierno. Llegó solo un joven zagalón al apartado habitáculo, situado en plena llanura por la que otrora efectuara su primera salida Alonso Quijano el Bueno. No había nadie –que se viese- en ella. Desenjaezó sus mulas, diólas pienso y, por último, prendió en el hogar unas gavillas bien secas que como incipiente combustible del pueblo llevaba, a fin de calentarse y preparar el condumio –las insustituibles gachas de almortas y los sabrosos torreznos-, cantandillo, a todo esto, sus endechas en recuerdo del amor que a 10 leguas de distancia dejaba.

Una vez terminado todo ello preparóse para cenar y, apartada ya la sartén y con pan y navaja en mano, ocurriósele decir en alta voz, al mismo tiempo que se sentaba, con tono irónico al creer firmísimamente en su completa soledad:
– ¡Vaya!, ¿ustedes gustan?
Y no bien hubo acabado de pronunciar aquellas contadas palabras cuando oyó que respondían con hoscas y entrecortadas voces, desde el fondo de la destartalada estancia:
– ¡Muchas gracias! ¡Qué aproveche!

Eran unos mendigos, tendidos e invisibles en un rincón de la cuadra, en la que antes de llegar el mancebo habíanse guarecido, despeados por el largo caminar, para pasar la noche, los que, creyéndose en verdad invitados, así contestaban.

Pero el joven labriego, que dijo aquellas palabras plenamente convencido de ser él la única persona que allí alentaba, no imaginando, por ende, que nadie le respondería, recibió el susto más formidable que cabe concebir. Se produjo en él una brusca reacción y levantóse en actitud vesánica.

Precipitadamente unció de nuevo los semovientes, sin voluntad ni dominio de sí, tembloroso y balbuciente, obsedido por la idea de la veloz huída, y a toda prisa, dejando allí la mayor parte de los aperos que del pueblo había llevado, partió en retorno hacia el mismo a todo el galope de la fustigada yunta, despavorido, aterrado, jadeante como alma que lleva el diablo.

Apenas si con entrecortadas palabras pudo después explicar lo sucedido. Postrado y abatido, a los pocos días murió.

Interior de un bombo

Figuras en una casa. 1967. Obra de Antonio López García

Bajada a antigua cueva bodega de Tomelloso

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Tour por los Escenarios de Cervantes y los Paisajes del Quijote

Os proponemos un viaje cultural, natural y gastronómico inolvidable por Madrid, Toledo, La Mancha y el Campo de Montiel para descubrir el origen del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha. Un viaje por una Tierra Universal, el Siglo de Oro Español, los paraísos y escenarios naturales de la novela, con toda la esencia de nuestras ciudades, pueblos y aldeas, y disfrutando de nuestra rica gastronomía, en la que no pueden faltar el delicioso y afamado Queso Manchego y los vinos de la tierra. Sin duda, una auténtica experiencia cultural universal


Día 1

Iniciamos nuestro maravilloso recorrido por el Madrid de los Austrias, sede de la corte de Felipe II, bajo cuyas órdenes lucho Don Miguel de Cervantes durante gran parte de su vida. Un paseo por el casco histórico de la ciudad, lleno de calles estrechas, callejuelas, pasajes, pasadizos, travesías, plazuelas, palacios, conventos…
Y a la hora de comer nada mejor que un tour gastronómico de tapas y vinos por las tabernas más emblemáticas de Madrid. Un delicioso recorrido entre catas y degustación de pequeños platos de temporada maridados con vinos de La Mancha.
Madrid, Villa y Corte, que tiene su centro en el «kilómetro cero» de los caminos de España, posee un mapa gastronómico inigualable en el que tienen destacada presencia platos tradicionales que ofrecen un perfil propio, con aromas de la cocina manchega, al estar su territorio enclavado en el corazón de la meseta. En los más típicos rincones del viejo Madrid, antiguas posadas, figones y mesones, – aparte del famoso Lhardy -, ofrecen la clásica sopa de ajo, y su inigualable cocido al que los castizos llamaban «el coci» ó «el piri», plato típico, saludable, sabroso y antañón que con el mismo regusto se come por tierras de Castilla en las que Madrid se asienta.
Por la tarde nos trasladamos hasta la cercana Alcalá de Henares, Ciudad Patrimonio de la Humanidad, para disfrutar de un recorrido guiado por esta bella localidad donde vivió sus primeros años Don Miguel de Cervantes, visitando su museo-casa natal, los edificios relacionados con su familia y aquellos vinculados a la publicación de sus obras.
Dar un paseo por las calles aledañas al Palacio Arzobispal, la Catedral Magistral y el Monasterio de San Bernardo nos transporta a la época del Cardenal Cisneros, allá por el siglo XVI.


Día 2

Iniciamos la jornada con un espectacular recorrido panorámico por Toledo, Ciudad Patrimonio de la Humanidad. A continuación hemos disfrutado de un atractivo y ameno recorrido guiado por el impresionante casco histórico y por los barrios de las Tres Culturas, admirando el legado de las diferentes civilizaciones que han dejado su huella en Toledo: Edad del Bronce, carpetanos, visigodos, romanos, musulmanes, judíos y cristianos. Y visitando los monumentos más importantes: Mezquita del Cristo de la Luz, Sinagoga de Santa María la Blanca, Iglesia de Santo Tomé (El Greco) y un subterráneo exclusivo en la judería.
De todos es conocido que Miguel de Cervantes disfrutó un amor sincero por la ciudad de Toledo. Al entrar por la puerta principal de la ciudad, la de Bisagra, nos encontramos, en su patio de armas, el elogio más apasionado de Cervantes a Toledo: “¡Oh, peñascosa pesadumbre, gloria de España y luz de sus ciudades…”
La mañana ha finalizado visitando un Taller de Damasquinado, donde hemos visto en directo cómo trabajan y descubierto todos los secretos de esta artesanía joyera conocida como el Oro de Toledo.
Por la tarde nos esperaba la impresionante Catedral Primada de Toledo, una de las obras maestras de la arquitectura ojival y obra magna del gótico, que mereció en el lenguaje eclesiástico el título de Dives Toletana (La Rica Toledana), que alude a la grandiosidad de sus dimensiones, riqueza artística y solemnidad litúrgica. La Catedral Primada fue concebida como Summa Artis, un Vaticano en tierras ibéricas. Esconde una interminable acumulación de tesoros artísticos que abarcan páginas enteras de la historia de la vidriera, la rejería o la escultura, y una colección pictórica sin igual, con obras de El Greco, Tiziano, Goya o Van Dick.


Día 3

Nuestro camino nos llevó hasta Campo de Criptana, para conocer uno de los enclaves fundamentales de la geografía española: la maravillosa sierra de los molinos de viento, una estampa clásica reconocida en los cinco continentes. Esta experiencia nos ha permitido rememorar la leyenda cervantina del famoso lance entre Don Quijote y sus “gigantes”, así como descubrir algunos secretos del noble arte de la molinería.
A continuación, la visita imprescindible a una prestigiosa bodega con D.O. La Mancha. Un interesante itinerario por sus emblemáticas instalaciones para adentrarnos en el apasionante mundo de la viticultura y en los procesos de vinificación, con una degustación de sus vinos de la mano de todo un maestro en este arte. La historia y los secretos del brebaje de Dioniso, dios del vino, han dejado de ser un secreto para nosotros. Una auténtica experiencia enoturística.
Y a la hora del almuerzo, nos esperaba una deliciosa y auténtica Comida Típica del Quijote, a base de platos tradicionales de la cocina manchega. Una cocina universalizada por Cervantes.
Por la tarde hemos conocido un tesoro de gran trascendencia en la tradición cervantina: la Cueva de Medrano en Argamasilla de Alba, la celda donde, según algunos estudiosos, D. Miguel de Cervantes comenzó a escribir su inmortal obra “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”.
Imprescindible la visita a la cercana ciudad de Tomelloso para descubrir el interesante Museo del Carro y del Bombo de Tomelloso, con el maravilloso Bombo tomellosero en su interior, una auténtica joya de la arquitectura popular rústica.
Y por supuesto alguna de las más de 2200 antiguas cuevas-bodega existentes en el subsuelo de la ciudad, excavadas antaño en la roca para hacer y almacenar el vino en tinajas de barro. ¡Un patrimonio vitivinícola impresionante!

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Día 4

Por la mañana hemos visitado una tradicional y prestigiosa quesería manchega, para conocer los secretos de un producto único: el Queso Manchego. Hemos tenido la oportunidad de conocer desde el pastoreo del ganado en el campo, las ovejas y corderos, y el ordeño hasta la transformación de la leche en queso, el trabajo artesanal y la maduración, asistiendo a la elaboración del queso en vivo y en directo. Para finalizar con una deliciosa degustación de este producto tan cotizado a nivel nacional e internacional.
Listos para iniciar una de las visitas más importantes de este tour: Villanueva de los Infantes, Conjunto Histórico-Artístico Nacional, uno de los más bellos de España y centro histórico de la comarca del Campo de Montiel, citada hasta cinco veces por D. Miguel de Cervantes en su obra más universal “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”.
Cuna del Quijote, según algunos estudiosos, y el lugar donde vivió el genial escritor Don Francisco de Quevedo y Villegas, hemos disfrutado con un inolvidable recorrido por esta monumental villa. Iglesias y conventos; plazas porticadas; pósitos, casas señoriales, palacios y calles… Todo un viaje al irrepetible Siglo de Oro español.

Llega el medio día y con él un almuerzo campestre en una huerta de la zona, un lugar lleno de encanto y esencia manchega donde hemos dado cuenta de una comida típica a base de platos tradicionales maridados con los mejores vinos de la tierra.

Por la tarde nuestro viaje nos ha llevado hasta Fuenllana, cuna de Santo Tomás de Villanueva y villa rural manchega por excelencia, descubierta con sorpresa a principios del siglo XX por el famoso fotógrafo francés Charles Alberty ‘Loty’, cuyas fotos se mostraron en la Exposición Universal de Barcelona en 1929. Un magnífico ejemplo de lo que debe ser un pueblo con estilo propio, integrado en su paisaje, su historia y su cultura. Callejear por su casco urbano, respirar la esencia del Campo de Montiel… inolvidable.

Para nuestro siguiente paso por el histórico y sorprendente Campo de Montiel nos esperan enclaves como Villahermosa, Torre de Juan Abad, Montiel, Almedina, Villanueva de la Fuente, Alhambra… cada uno con una inmenso patrimonio histórico, cultural y natural.


Día 5

La jornada comenzaba con la visita a El Toboso para descubrir todos los secretos y leyendas de este bonito pueblo, y todos los rincones relacionadas con Don Quijote de La Mancha y Dulcinea. Imprescindible adentrarse en el Museo de la Casa de Dulcinea y descubrir de una forma amena y divertida el legado que D. Miguel de Cervantes dejo en El Toboso en su búsqueda del gran palacio de Dulcinea, y las características de los principales personajes, Don Quijote y Sancho, en el contexto histórico de una España en pleno Siglo de Oro de la literatura.
Tras un merecido descanso, ponemos rumbo a Alcázar de San Juan, última etapa de nuestro viaje. Desde la inmensa llanura que lo bordea, salpicada de bellas lagunas, pasando por sus conocidas fiestas de Moros y Cristianos, las tortas de Alcázar o el legado de su artesanía del cuero, la alfarería y la madera.
La visita a Alcázar de San Juan está llena de lugares de interés turístico y patrimonial.
Alcázar de San Juan es según algunos estudiosos la verdadera cuna de Don Miguel de Cervantes, así que nada mejor que iniciar nuestro recorrido en la Casa del Hidalgo, donde nos han explicado las costumbres y cómo era la vida de los hidalgos que inspiraron a Miguel de Cervantes cuando creó el personaje de Don Quijote de La Mancha. A continuación un bonito recorrido por el Conjunto Palacial del Gran Prior, donde destaca el Torreón de Don Juan José de Austria, uno de los emblemas de la ciudad, una torre almohade del siglo XIII, y actualmente un maravilloso espacio dedicado a los Caballeros Hospitalarios de San Juan.
La naturaleza está muy presente en estas tierras. Prueba de ello es el Complejo Lagunar de Alcázar de San Juan. Declarado Reserva Natural de la Biosfera, está conformado por 700 hectáreas integradas tres lagunas pertenecientes a La Mancha Húmeda. Se trata de un lugar perfecto para observar especies únicas y disfrutar de la naturaleza.
En los caminos que las recorren encontramos puntos de observación de aves, alternando paisajes salinos y desérticos, que cambian a estepas para después convertirse en prados húmedos. Estos cambios hacen de este espacio protegido por la UNESCO su mayor atractivo.
Hemos avistado aves difíciles de encontrar en ninguna otra parte. Cigüeñuelas, pagazas piconegras, zampullines, tarros blancos y canelos, porrones, malvasías cabeciblancas, patos colorados y cucharas, cercetas carretonas, fochas, garcillas cangrejeras, garzas imperiales, aguiluchos laguneros y flamencos. Un lugar perfecto para hacer turismo ornitológico.


Si estas interesado en realizar este tour, contacta con sabersabor.es


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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¿Eres de Brandy o de Cognac?

El brandy y el coñac son dos bebidas elaboradas a base de vino y excepcionales para nuestro paladar


La gran mayoría de consumidores no saben distinguir un licor del otro. Para ayudarte en esta tarea, hoy te enseñamos sus principales diferencias.
El brandy y el coñac son dos bebidas destiladas y aunque existe la falsa creencia de que son la misma bebida, o que el brandy es una versión más económica del coñac, lo cierto es que existen ciertas diferencias, tanto en su proceso de producción y lugar de elaboración como en su sabor y su aroma. Las dos bebidas se elaboran con vino y la mayor parte de los consumidores no saben diferenciar uno de otro, pero los auténticos amantes de uno y otro sí. Ciertamente ninguno es mejor que otro, ya que ambas son buenas bebidas de larga historia y tradición. En cualquier caso, lo que si tenemos claro es que la forma correcta de beberlas es a temperatura ambiente, dejando que el destilado se caliente ligeramente en la copa antes de consumirlo para que los aromas sean mucho más pronunciados y podamos apreciarlos claramente.

ORIGEN

El brandy (se piensa que deriva del término “brandenwijn”, que significa vino quemado) tiene un origen más antiguo que el coñac. Se elaboró por primera vez en Italia en el siglo X, popularizándose en Europa en el siglo XIV, especialmente en Francia, Inglaterra, Holanda y España. En cambio, el coñac aparece en el siglo XVIII cuando los viticultores franceses decidieron transformar su vino en aguardiente envejeciéndolo en toneles durante varios años.


Un buen brandy, servido solo, en copa de balón de cristal fino, proporciona agradables sobremesas, que propician la conversación relajada


PROCESO DE ELABORACION

El brandy es una bebida elaborada a base de vino de diferentes tipos de uva, mientras que el coñac es un tipo de brandy que se elabora también a base de vino, pero en este caso de cepas blancas de la región francesa de Cognac.
Aunque la forma de obtención de ambos destilados es muy similar hasta la fase de crianza, en el brandy se realiza mediante criaderas y soleras (barriles de roble americano apilados en diferentes niveles por edad) que posteriormente se mezclan por distintos niveles de envejecimiento; y en el coñac la destilación se lleva a cabo dos veces en alambiques de cobre de tipo Charente y se envejece en barriles de roble francés y antes de ser embotellado se mezclan distintas añadas, poniendo en la etiqueta la edad del aguardiente de menor edad utilizado. Por supuesto las barricas no pueden haber contenido ninguna bebida que no sea coñac. Además, la caliza del suelo contribuye a la calidad del coñac.

Además cada tipo de brandy y de coñac se diferencian por su tiempo de envejecimiento. En realidad es imposible decidir cuál de estas dos bebidas es mejor, ya que existen brandys mejores y más finos que muchos coñacs y viceversa. Existen aquellos que prefieren los brandys españoles porque puede percibirse un poco más ácido por la uva que se utiliza en su elaboración. Aunque obviamente un coñac de alta calidad y más años de envejecimiento siempre será mejor que un brandy de menos años. Pero si descartamos estas obviedades, la preferencia depende del paladar y del gusto de cada uno.


Peinado, Casajuana y Destilerías Altosa de Tomelloso producen algunos de los mejores destilados, aguardientes y brandies del mercado


DENOMINACION DE ORIGEN

Esta es una de las mayores diferencias entre ambos. Solamente los destilados elaborados en Cognac (Francia) pueden ser llamados Coñac. Nombre protegido con denominación de origen controlada desde el año 1909 del mismo modo que ocurre con el Champagne y el Cava. Cognac es una región de Francia situada a 465 kilómetros de la capital parisina y a 120 kilómetros al norte de Burdeos. La zona posee alrededor de 15.000 viñedos especializados en el cultivo de uvas blancas que maduran lentamente y que producen un vino ácido bajo en alcohol. Este tipo de uva también ofrece los ingredientes en crudo para hacer un tipo más fino de brandy.
El BNIC (Bureau National Interprofessionel du Cognac) establece las reglas para la denominación, de manera que incluso si el destilado es elaborado en otra zona con los mismos ingredientes y procesos no puede ser considerado coñac. Estas reglas rigen las líneas de actuación desde su producción hasta su comercialización, que preserva la identidad de esta bebida. Sin embargo, a día de hoy existe una gran confusión y polémica, ya que hay muchos coñacs elaborados fuera de Francia que se fabrican con los mismos procedimientos pero que no pueden ser llamados con este nombre.
En España por ejemplo tenemos la Denominación de Origen Brandy de Jerez que certifica la calidad y excelencia del brandy que se elabora en las localidades que se encuentran bajo esta denominación que son el Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera y Sanlúcar de Barrameda. No obstante, al igual que ocurre con el coñac, este aguardiente se elabora también en muchos lugares. Por ejemplo el famoso pisco peruano es un tipo de brandy elaborado con vino fermentado con uvas específicas de la región, pero no puede tener denominación de origen como Brandy de Jerez.


Curiosamente, empresas jerezanas como Osborne, Pedro Domecq y González Byass producen gran parte de su brandy en Tomelloso, Ciudad – Real


SABOR

El sabor es otra de las grandes diferencias entre el coñac y el brandy. No hace falta ser un experto para darse cuenta de ello y de que existen pequeñas diferencias también en sus aromas y colores. El envejecimiento permite que se desarrollen de manera natural una serie de reacciones que confieren cualidades distintas en el color, el aroma y el sabor de cada uno de ellos que los aguardientes por sí solos no tienen. De esta forma, un envejecimiento prolongado suaviza el paso de los aguardientes por el paladar. Lo que es evidente es que tanto el brandy como el coñac son dos bebidas magníficas llenas de historia y tradición que podemos disfrutar tanto después del café o con él o reservarlo para una ocasión especial. La tradición de ambas como bebida de categoría, su agradable sabor, su perdurabilidad de aromas y su versatilidad para ser combinados es lo que las hace únicas.


Un artículo de sabersabor.es ©


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3 destinos para 3 vinos

Os proponemos un maravilloso viaje por tres de los rincones culturales y paisajísticos más importantes de la provincia de Ciudad – Real: Tomelloso, Ruidera y Villanueva de los Infantes


1. TOMELLOSO

Tierra de paso y cruce de caminos, la historia de Tomelloso es relativamente joven… “se comenzó a poblar en 1530 en tierras baldías de la villa de Socuéllamos, en torno a un viejo pozo utilizado por los pastores de la zona para abrevar a sus ganados”.
Muy pronto la naturaleza emprendedora de este pueblo unida a una desastrosa plaga de filoxera en otras comarcas españolas y francesas (historia rocambolesca para descubrir), haría de este lugar el gran centro de producción vitivinícola que es actualmente. Desde sus bodegas y cooperativas se “vende” mosto y vino a medio mundo.
La ciudad manchega de la pintura, la Atenas de La Mancha, cuna de artistas y escritores de fama mundial, pragmática y enérgica, sus gentes y sus vinos han influido en el pincel vital y realista de López Torres, los certeros e inolvidables relatos de Francisco García Pavón, sus bombos, chimeneas y antiguas cuevas – bodega.
Por su carácter, siempre preparado para celebrar una ocasión especial, os recomendamos un espumoso, brut nature que dirían los entendidos, de fermentación tradicional.

2. LAGUNAS DE RUIDERA

“Creadas por el encanto del mago Merlín…” reverberan las palabras de Cervantes en aquel visitante que contempla asombrado el entorno del Parque Natural de Lagunas de Ruidera. Como los aromas frutales de un vino tinto joven, los sentidos aquí quedan embriagados por la cascada de aromas que fluyen en la retina del visitante primerizo.
Aquel viajero que acude por primera vez a Ruidera y sus lagunas, cuando lo hace desde la llanura manchega, vasta y extensa, percibe la sensación de acudir a un oasis, un remanso de paz, bálsamo y conjura contra el frenético ritmo de la vida urbana.
Sus cristalinas aguas de un azul puro e intenso, con verdes contrastes en sus orillas de encinar, álamo, olmos, juncos, masiegas, matorrales, espinos… vigiladas por antiquísimas sabinas, albar de reserva, y enebros de buen porte.
Belleza kárstica única en España. Travertinos o barreras tobáceas singulares que otorgan a este espacio natural protegido una singularidad geológica y ecológica de primer orden en Europa.
Un vino idóneo para este tesoro natural lo encontraremos en un blanco frutal, de suaves toques florales y herbáceos. Aromas de romero, tomillo y brezo que Ruidera nos regala.

3. VILLANUEVA DE LOS INFANTES

En el Campo de Montiel, antaño tierra de frontera con la media luna y custodia de la Orden de Santiago, Villanueva de los Infantes pugna en orgullo, tradición y solera por ser la cuna de “aquel lugar del que Cervantes no quiso acordarse”. No en vano, sus calles adquieren el lustre y celo solariego, de sobrio invierno castellano y austero porte en sus fachadas.
Pasear por Villanueva de los Infantes con la mirada acostumbrada a descifrar la simbología de la cantería que ostentan sus fachadas, portadas y blasones, reporta al visitante la sorpresa de encontrar en este rincón escondido de La Mancha, un tesoro literal. Además en el doble sentido de la expresión. Pues la increíble belleza de su elegante patrimonio monumental labrado en la típica arenisca roja del Campo de Montiel, se impregna como las nieblas de otoño, con la atmósfera literaria que ha transitado sus calles desde que la cultura del Siglo de Oro abrió sus puertas en la singular Casa de Estudios.
Aquí Jiménez Patón impartió gramática. Quevedo distraía su destierro. Lope de Vega ignoraba a Cervantes. Y Cervantes, más grande que ninguno, olvidado por esa envidia inculta que en España se siente por los genios contemporáneos, olvidada a su vez, acordarse de esos lugares y esas gentes que bien conocía hasta el fondo de sus más profundas miserias.
En pocos lugares del mundo como en este pueblo con título de ciudad, se percibe la atmósfera caballeresca y fantástica que se lee en las páginas del Quijote.
Un buen vino, un buen crianza, delicado y cuidado, con historia y con un futuro que pasa por nuestro paladar a toda velocidad, será el elegido para descorchar en tan noble rincón.


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©


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De Sevilla a La Mancha: TROVADORES DEL SIGLO XXI

A lo largo de nuestra vida, pasamos por momentos malos y dificultosos pero a veces el péndulo del Tiempo absoluto nos lleva a pasar algunos buenos ratos, esos instantes que se guardan en el cajón de la memoria. Y eso ha venido a acontecer en estos días marcados en los costillares del almanaque: 28-II al 03-III-2019, en los que un grupo de turistas procedentes de Sevilla – entre los cuales tengo la suerte de encontrarme y de disfrutar su calidad humana y buen humor- han tenido la fortuna de explorar por tierras castellanos-manchegas, la llamada “Ruta del Quijote”.
Llegan a una hora y a un lugar determinado. Su estancia por lo general es breve. Estilos secos, humorísticos, sobrios, llanos, recargados, poéticos, barrocos. Frases largas, a veces tan ceñidas como un antifaz nazareno a la quijada y otras cortas como un zaguán, espolean a sujetos, verbos y predicados. Conjunciones y proposiciones hilan las explicaciones convirtiendo las imágenes en bellas metáforas que nos transportan a la magia de lo ya vivido en otras épocas.
Con sus explicaciones ilustran personajes, monumentos, paisajes, pinturas… Todos ellos con perfiles estéticos tan variados y sin embargo con un común denominador: la palabra.
Se les conoce profesionalmente como “Guías Turísticos” y tienen un enemigo implacable: el peaje del tiempo que todo lo muda y todo lo recrea y que les obliga a convertirse en auténticos narradores de novela corta, como un río de breve presencia lleno de luz y color.
Decía Luis Cernuda; “Llega el momento en la vida, cuando el tiempo nos alcanza”. Y en estos días me he sentido alcanzado por un edén de historias que he tenido la fortuna de compartir con estos magníficos trovadores del siglo XXI: Luis, Isabel, Carmen, Ricardo y Juan. Todos ellos coordinados por la elegante y recia sobriedad castellana de Antonio.
Con mi agradecimiento a quienes me han ayudado a aprender, soñar y vivir en estos maravillosos días.


Un artículo de Antonio Toro de los Santos©


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Un viaje Cervantino por el corazón de La Mancha

La Mancha, mencionar ese nombre es revivir en la mente del que lo escucha un paisaje perfectamente llano, el lugar que inmortalizó Don Miguel de Cervantes


Esta tierra es conocida en cualquier rincón del planeta gracias a su caballero andante y a su resignado escudero. No existe unanimidad a la hora de explicar la procedencia de este topónimo, aunque la mayoría de las teorías lo asocian con términos de origen árabe como “manxa”, que significa “tierra seca”, o el de “mányà”, “alta planicie” o “meseta”.

En cualquier caso, lo cierto es que La Mancha que hoy conocemos es un amplísimo conjunto de territorios enclavados en varias provincias del centro-sur de la península y que poseen un denominador común en la fisionomía plana del terreno y en el clima extremo, caracterizado por la sequedad estival y el frío riguroso de sus inviernos.

Añil de La Mancha

La Mancha de Argamasilla de Alba, Tomelloso, Ruidera y otras localidades ciudadrealeñas asociadas a la ruta del Quijote, no es sino una pequeña parte de ese vasto territorio en la meseta sur de nuestro país. En su origen, la región histórica y geográfica de La Mancha englobaba 3 grandes comarcas, a su vez sendos patrimonios administrados por las todopoderosas Órdenes religiosas y los Señoríos medievales de carácter feudal: por un lado, la Mancha Alta de Toledo, Ciudad Real, Cuenca y Albacete, un gran propiedad que tras su Reconquista quedó bajo la Orden de Santiago con sede en el municipio conquense de Uclés; por otro la Mancha Baja, regida por los Caballeros de San Juan y que en la actualidad aglutina a 17 municipios repartidos entre las provincias de Ciudad Real y Toledo; y por último la Mancha de Montearagón lindante con el Reino de Valencia, que fue administrada históricamente por el Señorío de Villena y hoy enclavada dentro de la provincia de Albacete.

La Mancha genuina, la Mancha que vio nacer al Quijote y en la cual lidió algunas de sus más memorables aventuras, tiene su centro más esencial en la provincia de Ciudad Real y engloba parte de aquellos territorios míticos: en concreto, la parte más meridional de la Mancha Baja conocida por Campo de San Juan, y las tierras ciudadrealeñas de la Mancha Alta, admirablemente planas, que responden al nombre de Mancha de Criptana.

El viajero inicia su recorrido en una tierra de viñedos, quinterías y bombos. A finales de abril los tomelloseros piden la bendición de campos y gentes a su patrona, la Virgen de las Viñas, y he aquí que sus pasos le llevan junto al despliegue festivo y colorista de miles de personas que en romería se desplazan hasta la Ermita de la Virgen en un paraje conocido como Pinilla. A lomos de mulas enjaezadas, carros, carretas y remolques engalanados con ramas, con la alegría sencilla y profundamente devota del pueblo manchego, la Romería aparece a ojos del viajero cargada de significado religioso pero también pagano, sobre todo cuando en la llamada Procesión de las Antorchas ve rezar a los fieles en la oscuridad de la noche mientras caminan alrededor del Santuario.

Vendimia en La Mancha

Bombo de Tomelloso

Arropada por sus vinos de gran calidad, Tomelloso es la capital de la comarca y uno de los municipios con más solera en la producción de vinos con Denominación de Origen de La Mancha. Como no podía ser de otra forma la localidad ha sido y es memoria viva de la tradición cervantina, y resulta paso obligado de la ruta del Quijote que iniciada en Campo de Criptana llega hasta Argamasilla de Alba, el Castillo de Peñarroya y el bellísimo y mágico rincón de las lagunas de Ruidera.

Asimismo, Tomelloso constituye un gran centro de difusión taurina con su máxima expresión en la plaza de Toros de la localidad, una de las más antiguas de España y ejemplo de afición sin paliativos: finalizaba el año de 1859 y los vecinos decidieron dar impulso a su villa construyendo la plaza de toros antes que instalar el alumbrado en las calles, cosa que finalmente hicieron 2 años después.

En su origen la población estuvo asociada con la importante actividad de la Mesta, pues su casco urbano era zona de paso de la Cañada Real Conquense que conducía al ganado desde tierras de Cuenca y Teruel hasta el valle de Alcudia, donde las cabaña pasaba los meses invernales. Hoy, la ciudad es el octavo núcleo de población de Castilla-La Mancha y su larga historia asociada al vino se refleja en la gran cantidad de Bodegas y Cooperativas vinícolas con sede en la localidad: Cooperativa Virgen de las Viñas; Vinícola de Tomelloso; Bodegas Centro Españolas, Bodegas Verum, Bodegas Lahoz…


De visita obligada son las antiguas cueva – bodega de Tomelloso, un patrimonio enológico impresionante


De enoturismo en una antigua cueva – bodega de Tomelloso

Lagunas de Ruidera

En un apartado rincón de la Mancha y según la tradición, Don Miguel de Cervantes estuvo preso por unos líos de faldas. Quizás por eso no quiso acordarse después del lugar, pero hoy los entendidos sitúan el incidente en un bello pueblo del norte de Ciudad Real llamado Argamasilla de Alba, al oeste de Tomelloso, una tierra de vastos horizontes y en la que el viajero puede evocar sin esfuerzo la efigie del Caballero de la Triste Figura.

Pasear por las calles de este pueblo, entre plazas soñolientas y casas bajas bajo el sol de la tarde, es convidar por un momento al silencio y al deseo de descansar a la sombra de un patio, junto al fresco sonido de la fuente y con un deseo firme de no moverse de allí. Obligada es la visita a la Cueva de Medrano, donde Azorín y toda la tradición cervantina afirma que estuvo preso el ilustre manco de Lepanto.

Pero después, si hemos de decir verdad, con el libro de “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” bajo el brazo y el paisaje manchego vivo en nuestra retina, el andar del viajero debe llevarle sin excusa hasta una bodega, una quesería o una posada, allí donde pueda degustar los sabrosos platos y caldos de esta tierra afortunada.

Argamasilla forma parte de la zona de producción de cuatro productos de gran calidad, el queso, el azafrán, el vino y el cordero, y por tanto su gastronomía no podía defraudar de ningún modo entre platos típicamente pastoriles como las migas, las gachas y los galianos, platos que en origen se asociaban al trabajo de los labriegos en las quinterías del lugar. El pisto manchego, cuyo ingrediente básico es el tomate, y la repostería compuesta por flores, arrope de uvas y rosquillos, completan un menú donde la sencillez y la calidad son los condimentos clave para no olvidar la experiencia.

Cueva de Medrano en Argamasilla de Alba

Castillo de Peñarroya


Y a la hora de comer, tradicionales recetas del solar manchego que, desde viejos tiempos, vertidas al puchero, prestan calor al cuerpo entumecido de nativos y foráneos


Y entre duelos y quebrantos, bajo el tibio sol de abril, el viajero no puede faltar a su cita con la importante localidad de Alcázar de San Juan donde algunos estudios sugieren que pudo situarse la cuna auténtica de Don Miguel de Cervantes. Efectivamente, en el libro bautismal de la Parroquia de Santa María la Mayor de Alcázar de San Juan y en las páginas correspondientes al periodo 1556-1635, se conserva la siguiente partida de bautismo:

«En nueve días del mes de noviembre de mil quinientos y cincuenta y ocho bautizó el Rdo. Señor Alº Díaz Pajares un hijo de Blas de Cervantes Saavedra y de Catalina López que le puso (de) nombre Miguel (…)”.

Litografía realizada en el siglo XIX, de Miguel de Cervantes SaavedraLitografía realizada en el siglo XIX de Miguel de Cervantes Saavedra

Torreón del Gran Prior, Alcázar de San Juan

Colegiata de Santa María La Mayor, Alcázar de San Juan

Cierta o no esta teoría, que pondría en entredicho el origen de tan insigne escritor en la madrileña Alcalá de Henares, el viaje debe terminar por ahora y lo hace recorriendo la gran estepa cerealista desplegada hacia oriente.

Atravesando llanos trazados con regla, ataviados con el verde imposible de los trigales, bajo un cielo que abruma y con la vista puesta en el racimo de casas que asoma al fin sobre el horizonte, llegamos a Campo de Criptana y al cerro plano que corona sus famosísimos molinos de viento. Así es: el blanco Albaicín Criptano, con sus casas-cueva, sus calles estrechas y pendientes pronunciadas de genuino sabor árabe, lleva al viajero sosegado hasta un lugar de cuento y estampa por antonomasia del paisaje manchego.

Molinos de Campo de Criptana

Atardecer en Campo de Criptana

Pero la historia de Don Quijote y los molinos de viento que no eran tales, sino gigantes, no esconde la realidad igualmente atractiva de los propios molinos, que con cinco siglos de antigüedad funcionaron a pleno rendimiento hasta bien entrados los años cincuenta.

El propio Cervantes hablaba en su famoso episodio de 30 o 40 de estos edificios, lo que coincide con el catastro efectuado a mediados del siglo XVIII y que contabiliza 34 molinos en la sierra del mismo nombre y en el llamado cerro de la Paz. Hoy solo quedan 10 en pie, de los que 3 de ellos datan del siglo XVI y por fortuna siguen conservando su maquinaria original. Testigos de un pasado histórico y cultural envidiables, los molinos siguen siendo heraldos ante el mundo del paisaje de Campo de Criptana y de la Mancha en su totalidad.

Y algo de esa herencia señorial y quijotesca debe seguir presidiendo sus muros encalados y sus aspas orgullosas y erguidas a los cuatro vientos, pues hoy el conjunto de los molinos de Campo de Criptana está declarados Bien de Interés Cultural, y tres de ellos, los más antiguos, alcanzaron en 1978 la categoría nacional de Monumentos de Interés Histórico-Artístico. Conozcamos sus nombres: Burleta, Infanto y Sardinero.

Otro paisaje de La Mancha


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©


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Madrid, del cocido al cielo

Nuevos espacios gastronómicos nacen cada poco tiempo en la ciudad, comercios especializados, escuelas de cocina, rutas gastronómicas… conforman un panorama vivo y sumamente atractivo para el visitante


Madrid, Villa y Corte, que tiene su centro en el «kilómetro cero» de los caminos de España, posee un mapa gastronómico inigualable en el que tienen destacada presencia platos tradicionales que ofrecen un perfil propio, con aromas de la cocina manchega, al estar su territorio enclavado en el corazón de la meseta. En los más típicos rincones del viejo Madrid, antiguas posadas, figones y mesones, – aparte del famoso Lhardy -, ofrecen la clásica SOPA DE AJO, y su inigualable COCIDO al que los castizos llamaban «el coci» ó «el piri», plato típico, saludable, sabroso y antañón que con el mismo regusto se come por tierras de Castilla en las que Madrid se asienta.
Los CALLOS A LA MADRILEÑA, los CARACOLES, las GALLINEJAS DEL RASTRO, su clásica TORTILLA A LA ESPAÑOLA y las JUDIAS A LO TIO LUCAS, con la ENSALADA DE SAN ISIDRO, conforman, entre otros preparados, su amplia cocina. En este recordatorio no olvidemos que a la hora del yantar, cada guiso viene del brazo de unos vinos nacidos en Arganda, Navalcarnero y San Martín, entre otros, que riegan y realzan el sabor de cada plato. Vinos candorosamente dormidos en las bodegas de un Madrid huérfano de rosas en aquel glorioso mayo de 1808, que los mamelucos de Murat sorbían de zaques y bocoyes y que la soldadesca napoleónica sacaba de las bodegas a espadazos, como preciado botín para la intendencia imperial.
Hoy, en la paz de los campos, Madrid ofrece vinos nuevos que, en alas de calidad, trasiegan alegrías hasta el lagar del alma donde se hacen ilusión y brindis para que la paz dé su mano al hombre en todos los amaneceres.
En el capítulo de postres, Madrid ofrece una extensa repostería. En la festividad de Todos los Santos, son de cristiana consolidación los tradicionales BUÑUELOS DE VIENTO y los rellenos de azucarada delicia HUESOS DE SANTO, al igual que en los días morados de la Semana Santa, no faltan las imponderables TORRIJAS.
Pero, en Madrid, encontrarás a lo largo del año, una rica y variada oferta salida de hornos artesanos, con mención especial para unas ROSQUILLAS, cuya invención es reivindicada por Fuenlabrada, villa en la que la Tía Javiera las hizo especialmente famosas sin olvidar, por ser lujo de sabor, el REQUESON DE MIRAFLORES.

Mirad, Señor Don Quijote
que desde Madrid al Cielo,
aunque vayamos al trote,
hemos de tardar, recelo;
y sepa vuestra merced
que con alforjas vacías,
que engendran gran desconsuelo,
ni bota que sacie sed
con sendos tragos de vino
sin reponer energías,
se hace más duro el camino.
De ahí, Señor, mi terco empeño
que antes de nuestra partida,
demos al cuerpo más vida
con sabrosa olla podrida
y vino, con el que anhelo
ir, desde Madrid…al Cielo.

SOPAS DE AJO

Eugenio Noel, unos de nuestros más preciados viajeros, conocedores de lugares y pueblos, dejó escrito que la gracia de esta sopa está precisamente en el ajo «y cuando se acierta a manejar eso, el ajo, rehogado en las otras sustancias que le acompañan, es cuando la sopa se convierte en un plato incomparable. Un cuarto de hora y en paz. Solo en los mesones, hostelerías, ventas y hogares de los labriegos sabe bien ese guiso cazurro y tosco que, es por paradoja prodigiosa honra de nuestra cocina nacional, de esa cocina en la que todo es verdad, todo salud, todo… gracia ruda, pero gracia.»
Algunos, siguiendo a quien así lo aconseja, cuando la sopa llega ardiente a la mesa, le añaden un generoso y consolador chorro de vino tinto, que el paladar y el estómago agradecen.
Por último, no olvidemos que siete virtudes tiene la sopa: quitan el hambre y sed dan poca. Hacen dormir, y digerir nunca enfadan, siempre agradan y crían la cara colorada.

Ventura de la Vega, poeta lírico y dramático, escribió esta deliciosa receta, muy popularizada, para prepararlas:

Cuando el diario suculento plato
base de toda mesa castellana,
gastar me veda el rígido mandato
de la Iglesia Apostólica Romana,
yo, fiel cristiano, que sumiso acato
cuanto aquella potestad emana,
de las viandas animales huyo
y con esta invención lo sustituyo.
Ancho y profundo cuenco, fabricado
de barro (como yo) coloco al fuego;
de agua lo lleno; un pan despedazado
en menudos fragmentos le echo luego
con sal y pimentón despolvoreado,
de puro aceite tímido lo riego,
y del ajo español dos cachos mondo
y en la masa esponjada los escondo.
Todo al calor del fuego hierve junto
y en brevísimo rato se condensa,
mientras que aquel suavísimo conjunto
lanza una parte en gas la llama intensa:
parda corteza cuando está en su punto
se advierte en torno y los sopores prensa,
y colocado en el cuenco en una fuente
se sirve así para que esté caliente.

EL COCIDO

El garbanzo es unos de los grandes tesoros gastronómicos. Con él se prepara el clásico cocido. Separado del caldo constituye la tradicional vianda cocinada con carne, tocino, chorizo, morcilla, patata y alguna verdura.
A comienzos del siglo XVI, Alonso de Herrera, en su obra: «DE RE RUSTICA», aporta, entre otras, esta curiosidad sobre el garbanzo:
«Sembrarlo lejos del camino y lugares pasaderos, entre las hazas de pan o en lugares cerrados; porque cuando están tiernos no pasa ninguno, aunque sea fraile y ayune, que no lleve un manojo; pastores y otros semejantes les hacen mucha guerra».
Para algunos escritores, la raíz del cocido, se encuentra en la ADAFINA, olla que los hebreos colocan al anochecer del viernes, en un anafre, cubriéndola con rescoldo y brasas para comerla el sábado. Es plato muy suculento y apetecido por los judíos, con ciertas variantes en sus ingredientes a tenor de la escala social de quienes lo consumen.
Plato típico de la cocina española, el cocido ha sido siempre insustituible en las mesas hogareñas, desde que los cartagineses introdujeron el garbanzo y su cultivo en España y con su ejemplo, estimularon el consumo.
Dicen, que el Rey Fernando VI, lo comía a diario y según el escritor José del Corral, hay datos fehacientes de que el cocido estaba presente, con bastante asiduidad, en las mesas reales. En el siglo XIX, el cocido siguió aromando las cocinas de palacio y hasta en algunos documentos se habla del «gasto para el cocido diario».
Para el Profesor Estrambasaguas, «el cocido es, tal vez, el único plato que nos queda de la Edad de Piedra. Como la piedra se quedan los Gabrieles, casi siempre, si no los ablanda la cochura del agua privilegiada de Madrid, tan fina como el viento…».

En romance, José Fernández Bremon, nos da la receta:

Con medio kilo de vaca
y diez céntimos de hueso,
un cuarterón de tocino,
un buen chorizo extremeño
y garbanzos arrugados
que ensanchan en el puchero,
sale de mi casa un cocido
que nos chupamos los dedos.
Cuando llega la matanza
se compra hocico de puerco
y echo un cuarto de gallina
si hay en casa algún enfermo.
Solemos tomar la sopa,
arroz, sémola o fideos;
si es de pan, con hierba buena,
los macarrones con queso.


Un plato clásico de la Villa y Corte. Ayer, como hoy, el típico yantar de la clase humilde, menos favorecida, y un lujo que puede darse nuestro paladar, en cualquier restaurante castizo de los que se acomodan a la sombra del Arco de Cuchilleros, rincón típico del viejo Madrid, o en los famosos Mesones que albergan las callejuelas cercanas al Arco, o en aquellos otros que jalonan los caminos de toda La Mancha


En la colección de «ARTE y COSTUMBRES DE MADRID», editada por la Comunidad de la Villa y Corte, se cuenta que el célebre Alcalde de Móstoles, don Andrés Torrejón, no pudo firmar el Bando que declaraba la guerra a los franceses, cuando se produjo la invasión napoleónica, hasta después de darse en hartón de un espléndido cocido a la madrileña, precedido de un nutrido aperitivo de sabrosos tacos de bacalao, convertidos hoy en lo que se conoce como «Soldaditos de Pavia». Después, todo fue coser y cantar; una vez hubo regado el hartón con unas jarras de vino procedente de unas vides de Navalcarnero, que cuidaba un pariente suyo, se levantó el aguerrido Alcalde y firmó su célebre Bando.

PLATOS CASTIZOS

Los CALLOS, los CARACOLES y las GALLINEJAS, productos de casquería, son recordados por ser platos de atractivo sabor y de añeja tradición de la cocina popular madrileña, que son preparados con peculiar maestría en la mayoría de las tabernas, – ya centenarias -, y bares del más puro casticismo, lugares de encuentro de los madrileños a los que gusta saborearlos en compañía, al calor de una amigable tertulia que discurre entre bocado y pausado trago porque, junto a la cazuela de barro cocido, de Alcorcón, llenos de aromas, que vienen del brazo de unos vinos nacidos en Arganda, Navalcarnero y San Martín que riegan y realzan el sabor de cada bocado, tiene obligada presencia el también llamado tinto de la Tierra, que se aparea gustoso con esos callos, caracoles y gallinejas, ricos en calorías y hondos sabores y que constituyen uno de los mayores logros de la cocina madrileña alojada en callejuelas cercanas a la Cabecera del Rastro.

CALLOS A LA MADRILEÑA

Con tripas de una ternera
toda buena cocinera
conseguirá, si se empeña,
callos a la madrileña
pues es plato que comparte
dosis de paciencia y arte,
que si en aplicar es dueña
la paciente cocinera,
los callos de esta reseña
serán callos de primera.
En este guiso se empieza
por tener mucha limpieza
que exigen patas y morros,
– que crudos debes comprar,
lavar, raspar y cortar
con afilado cuchillo,
en trozos mas bien crecidos
por menguar al ser cocidos.
A la pata, como al morro,
de sus huesos librarás,
si bien, los que son de pata
no los debes desechar
porque crecen con los callos.
(Solo al servirlos, tirar).
La limpieza no termina
porque, el morro y la pata,
con calma, muy lentamente,
con un hierro bien candente
los pelos has de quemar,
y sin que asome el desmayo
en trozos debes cortar
como cortastes los callos.
En un lebrillo esmaltado,
agua, el jugo de dos limones
y de sal, un buen puñado
echarás a todo lo preparado,
que has de frotar varias veces,
pues debes limpiar con creces
todo cuanto allí has vaciado.
En agua limpia que cubra
deben los callos cocer,
agregando a la marmita
guindilla, vino, laurel,
especias bien machacadas
y la sal que has de poner.
Tres horas han de pasar
– poco más o poco menos -,
y así lograrás que, tiernos,
vayan a tu paladar pero, espera,
que para comer no están
porque has de hacer un refrito
con cebollas picaditas y un ajito
que al dorarse, por junto recibirán
harina blanca candeal
pimiento un tanto picante,
añadiéndole al instante
– en no mucha cantidad -,
caldo en el que han cocido
los callos. Tendrás así conseguido
esa salsita ideal
que vaciarás en la olla,
reclamándote el conjunto
morcilla, chorizo y … punto;
al instante,
– tras cocer por media hora -,
ver cómo está de picante
y el punto de sal que añora,
habrás conseguido callos
de fama justa y notoria,
guisados de tal manera
que, como decía Cascorro,
en pedacitos de gloria
convierte la cocinera
unas tripas de ternera
y unos pedazos de morro.

CARACOLES

El sufrido caracol
que va con su casa a cuestas
dentro de un caparazón,
y a quien los niños , cantando,
le piden por diversión
sacar los cuernos al sol,
lo lavas, lavas y lavas
hasta que pierda su baba,
sustancia que desmerece;
solo el caracol se cuece
porque es una porquería
que siempre rechazaría
quien de tal guiso comiera,
y hasta puede que un gracioso
tuviera por un baboso
a quien la baba sorbiera.
Si este dato está aclarado,
al agua en que depositas
los caracoles lavados,
pon jamón entreverado
acompáñalos de harina,
pimentón, aceite frito,
pimienta molida, fina,
un machacado de ajo
y un algo de perejil,
sin que olvides añadir
el consabido comino
y un vaso del mejor vino.
El todo, rehogarás
solo por unos instantes
debiendo al final quedar,
en cantidad abundante,
una salsa bien espesa,
aromática y picante.
Y aunque no sea el sorber
norma de la buena mesa,
no te debe detener
cuando vayas a comerlos
el rico caldo sorberlo
que en sucesivas succiones
saldrá de los cascarones
del sabroso caracol.
Caldo lleno de vigor,
aromático, excitante,
pleno de intenso sabor.
De este guiso es dimanante
que no podrá el caracol,
aunque la chiquillería le cante,
sacar sus cuernos al sol.

GALLINEJAS DEL RASTRO

Las gallinejas del Rastro
son buenas para comer,
beber y echarse luego al camastro,
porque suele acontecer
que la gente echa su siesta
un rato, tras el comer,
siendo verdad manifiesta
que en ello encuentra placer.
De las aves de corral
tan solo las tripas limpias
son las que has de utilizar
partidas en cortos trozos,
¡sin que el gato lo perciba!
y en puro aceite de oliva
frielas hasta dorar.
Ponlas en fuente de teja,
échate tinto en un vaso
y paso, pasito a paso,
bebe y come gallinejas.
Hoy, en el moderno Madrid,
las gentes de por aquí
de Cascorro y sus callejas,
obviando su propia historia
ya no comen gallinejas;
sí, gallinas del granjero
que comen en pepitoria
y las tripas, por entero,
arrojan al basurero.
(Son datos para la Historia).

TORTILLA A LA ESPAÑOLA

La tortilla «a la española», redonda, amarilla, y yo diría que hasta sensual, según nos cuenta el escritor Manuel Martínez Llopiz, oculta el lugar y la fecha en que se cocinó por vez primera, aunque es posible que naciera entre los siglos XVII y XVIII, en cualquier lugar hoy ignorado. ¿En el modesto hogar de un campesino?. ¿En una comida de fortuna realizada por trajinantes o soldados en una venta, junto al camino, como aquellas que conocieron las desventuras del ingenioso Hidalgo?. Acaso, nos dice, «se comió por vez primera en el refectorio de un convento o se inventó por el cocinero de una casa noble, o nació en la estancia de una dama criolla en las lejanas tierras peruanas, pues un plato tan sencillo, sin pretensiones, que puede ser comido caliente o frío, muy adecuado para pitanza a los arrieros que la llevaban en las alforjas colgando de los adrales del carro o a lomos de la mula de paso, junto a la hogaza trigueña, un seco trozo de queso ovejuno y un zaque vinatero».
Este plato tuvo su apogeo en el pasado siglo pese a que se enfrentó a la hostil actitud y desprecio de los grandes cocineros «por considerarlas demasiado fáciles de preparar, por simples y vulgares».
Que no es fácil hacer tortilla, lo corrobora el malogrado poeta catalán, autor de «ALGO», Joaquin Mª. Bartrina que compuso esta fabulilla, sobre la redonda tortilla.

Quiso un tal Juan, que por imbécil brilla,
hacer una tortilla,
y para dar con el procedimiento
preguntólo a una criada de talento.
Basta para ello, – respondió la tal –
una sartén, aceite, un huevo y sal.
Cogió Juan la sartén, la puso al fuego,
de sal llenóla y luego
partió un huevo a su modo
y puso en la sartén cáscara y todo;
la sartén roció al punto con aceite
y aguardó el resultado con deleite.
Al cabo de un buen rato
ya el todo humeaba y repugnante hedía.
Juan lo de la sartén vertió en un plato
por ver lo que saldría
y salió… una solemne porquería.

Y la receta:

Se preparan patatas en rodajas
del tamaño y grosor de cinco duros,
dando cortes iguales de navaja
tras pelar los tubérculos maduros
pues, si verdes, creerán a pié juntillas
que ignoras el saber, hacer tortillas.
De aceite de buen gusto dispondrás,
y una vez que el fuego lo caliente,
en la usual y clásica sartén
de un ajo, añadirás un diente
que ha de trocar el blanco por dorado,
momento de añadir, seguidamente,
una cebolla en tiras, las patatas crujientes
y de sal, para un justo sazonado,
ni dejarlo soso, ni salado.
Taparás la sartén, pues la fritura
resulta más jugosa y más completa;
a poco, tras unas vueltas de paleta,
a lo que allí se fríe a lento fuego,
has de quitar aceite porque, luego,
al añadir los huevos, bien batidos,
se cuaja la tortilla y no rezuma
la grasa, que al freír no ha reducido.
El final, tus nervios no consuma;
requiere habilidad y algo de maña
pues darle la vuelta a la tortilla
considerarlo fácil, nos engaña
y nos llena de negro desconsuelo
cuajos ver de tortilla por el suelo.
Si la sartén la tapas con recato
y la vuelta le das con rapidez,
podrás cantar victoria y, a la vez,
contemplar la tortilla sobre el plato
y después, comerla con gusto y avidez.


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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Con Pan y Vino…

“En aquel tiempo, Noé, que era labrador, cuando salió del arca comenzó a labrar la tierra y plantó un sarmiento. Y luego lo regó con sangre de león para darle vigor y con sangre de cordero para merecer buen fruto. Después, bebió de su vino, quedó embriagado y echose desnudo en su tierra entregándose al placer”. Libro del Génesis (IX – 20/21)


Se dice que en la época carolingia, los enfermos y ancianos acogidos en los asilos de los monasterios, para evitar que la falta de apetito degenerase en desnutrición, eran reconfortados con “sopas de vino”, especialmente hechas con tipos más o menos licorosos.
Tal plato estimulaba al consumo de otros alimentos ingiriendo estos con sumo gusto pero, ¡ay! debían comerlo a hurtadillas de los diabéticos para no despertar en ellos la envidia que les causaba. Buscóse la solución, bien sencilla por cierto. Las sopas eran condimentadas con vinos secos. ¡Y todos felices!
Está sabido que la falta de apetito puede conducir a la desnutrición. Para combatirla, se estimula el consumo de preparados alimenticios que despierten aquél en los convalecientes, enfermos o inapetentes.
Los vinos blancos, secos, de poco grado alcohólico, bebidos con moderación, estimulan el apetito y facilitan la digestión.
Al vino se le ha llamado “la leche del viejo,” hermoso complemento de una buena alimentación, que si está bien orientada y condimentada puede, con la delicada atención familiar, retrasar algunos cambios de su organismo propios del envejecimiento. Porque la relación directa entre alimentación y cariño debe seguir totalmente en vigor en esta santa etapa de la vida.

Las uvas por y para el vino

Desde que La Mancha supo de fenicios, romanos y musulmanes, el vino siempre estuvo presente en sus tierras y estrechamente vinculado a su cultura, al arte, al comercio y a la literatura, siendo el hombre en su andadura, amigo inseparable del camino.
Alguien dijo que allí donde un viñedo crece, galopan la imaginación y el ingenio.
Con tan rotunda afirmación nadie dudará que en la mayor región vitivinícola del mundo, donde las tierras nunca se acaban, tenía que desbordarse el genio, el talento y la imaginación de poetas y escritores. Y La Mancha, obsequió al mundo por obra y gracia de un cautivo de Argel, con su libro inmortal: Aventuras y desventuras de un Caballero hidalgo de los de lanza en astillero y azarosa vida que discurrió, en gran parte, bajo este cielo abierto y en tierras con olor a mosto.

“La Mancha huele a mosto,
a surco labrantío,
a pámpana que brota,
a fiebre de bodega,
a Historia, polvo, cal,
a lucha y brega,
a sangre de batalla
sin derrota.”

Visita a las antiguas cueva-bodega de Tomelloso

Y es que el propio Cervantes, era un buen conocedor del vino manchego. Ese mismo vino que al socarrón de Sancho no se le iba de la memoria: “…y esta bota colgada del arzón de la silla, por si o por no, y es tan devota mía y quiérola tanto, que pocos ratos se pasan sin que le dé mil besos y mil abrazos.”
Ortega y Gasset, Fernández Flores, Camilo José Cela, Néstor Luján, Gregorio Marañón y otros escritores contemporáneos enaltecen las excelencias y virtudes del vino. Nos basta, como botón de muestra, recordar bellas estrofas del llorado Pemán:

“Beber es todo medida;
dar alegría al corazón
y sin perder la razón,
darle razón a la vida.”

Fernando de Rojas, por boca de la Celestina, la alcahueta mayor del Reino, canta el homenaje al vino:
“…en invierno, no hay tal escalentador de cama, que con dos jarrillos de éstos beba cuando me quiero acostar, no siento frío en toda la noche: de esto aforro todos mis vestidos cuando viene la Navidad, esto me calienta la sangre, esto me sostiene continuo en mi ser; esto me hace andar siempre alegre; esto me para fresca. De esto vea yo sobrado en casa, que nunca temeré el mal año, que un cortezón de pan ratonado me basta para tres días. Esto quita la tristeza de corazón, más que el oro y el coral; esto da esfuerzo al mozo y al viejo fuerza; pone color al descolorado; coraje al cobarde, al flojo, diligencia; conforta los cerebros, saca el frío del estómago, quita el hedor del aliento, hace potentes los bríos; hace soportar los afanes de las labranzas a los cansados segadores; hace sudar toda agua mala; sana el romadizo y las muelas; sostiénese sin hundir en el mar, lo cual no hace el agua.”

Aunque muchos no lo huelen, ni entienden, ni quieren beber vino haciendo de ello un prurito social, olvidan la pureza de ese vino divino, honesto, viril, sincero, noble, leal compañero de mesa y mantel, proclive a la amena charla y de secular presencia en la dieta mediterránea arropada de larga tradición cristiana y campesina.


Con la uva pisada y el amor de brazos y desvelos, nacieron a la vida los vinos de La Mancha. Sinceros, hogareños, sin otra pretensión que regar el pan de cada día.


“Dieronle a los dos a probar del vino de una cuba pidiéndoles su parecer del estado, calidad, bondad ó malicia del vino. El uno lo probó con la punta de la lengua, el otro no hizo más que llegarlo a las narices. El primero dijo que aquel vino sabía a hierro; el segundo dijo que sabía a cordobán. El dueño dijo que la cuba estaba limpia y que el tal vino no tenía adobo alguno por donde hubiese tomado sabor de hierro ni de cordobán. Con todo eso, los dos famosos mojones se afirmaron en lo que habían dicho. Anduvo el tiempo, vendiose el vino y al limpiar la cuba hallaron en ella una llave pequeña, pendiente de una correa de cordobán. Porque vea vuestra merced si quien viene de esta ralea podrá dar su parecer en semejantes causas.” El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha (libro segundo, cap. XIII)


Un artículo de Antonio Bellón Márquez ©


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