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Montiel, Patrimonio Medieval

Cuanto más profundizamos en la historia del Campo de Montiel, más nos damos cuenta de que esta comarca tiene muchísimos recursos que ofrecer al viajero, al turista: castillos, restos arqueológicos de todas las épocas, personajes ilustres y artistas de renombre, senderos históricos, paisajes, fauna autóctona, artesanía, gastronomía… y todo ello enriquecido con una gente humilde, sencilla y acogedora.
Hoy estamos en Montiel, enclave que ofrece siglos de historia y cultura a sus visitantes, encrucijada de caminos para sus diversos pobladores y paso obligado para los invasores que querían atravesar la Península Ibérica.

Un poco de su historia

Tras la conquista cristiana desencadenada en 1212 con la batalla de las Navas de Tolosa, y que culminó con el asedio y toma del castillo de la Estrella entre 1224 y 1227, Montiel se convirtió en uno de los referentes socioeconómicos más importantes de la frontera gracias a la Orden de Santiago. Mucho ha llovido desde entonces, pero visitar hoy el lugar donde leyenda y ciencia coinciden en situar la muerte del Rey Cruel a manos de su hermanastro, constituye todavía un ejercicio de espiritualidad que refrenda de manera sublime el perfil hierático del castillo, entre los cerros rojos y los olivares que lo rodean por sus cuatro horizontes. En palabras de Salvador Carlos Dueñas:
Testimonio vencido sin quererlo. Por fin socorrido. El Castillo de la Estrella sigue siendo el rey del valle del Jabalón, imponiendo su presencia como lo más rotundo de un paisaje auténtico y esencial, clavado en la Historia, olvidado del tiempo. Donde el viento entre los cantiles, suena a veces airado como el pendón de Castilla a punto de batallar. Cerro mágico con mucho de Santiago y todavía algo de Granada, Córdoba y Sevilla”.
Montiel fue un crisol de gentes y ocupaciones que tuvo su punto álgido entre los siglos XII y XV, en plena Baja Edad Media. Declinó después con el ascenso a categoría de villa de una de sus aldeas, Villanueva de los Infantes, honor que fue refrendado en época de Felipe II hasta alcanzar la capitalidad de toda la comarca de Campo de Montiel.

Una visita por su Patrimonio Cultural

El núcleo urbano sigue conservando el atractivo sereno de nuestros pueblos enmarcados en bellos espacios rurales. Su trazado es irregular en torno a la iglesia y, sobre todo, al pie del cerro del Castillo, donde surgió el nuevo poblado tras la reconquista y pacificación del territorio. Cada año la villa de Montiel conmemora los hechos históricos sucedidos en estos espacios (aniversario de la muerte del Rey Don Pedro I de Castilla, acaecida en este lugar el 23 de marzo de 1369) con la multitudinaria celebración de unas jornadas de Recreación Histórico Medieval, MONTIEL MEDIEVAL, Fiesta Declarada de Interés Turístico Regional, con un amplio programa de actos.
Con tal motivo, los montieleños y montieleñas, descendientes de aquellos caballeros, ballesteros, lanceros y peones que conformando las milicias concejiles ayudaron a Don Pedro I en la famosa batalla de Montiel, reviven de forma inusitada aquellos sucesos de esos días de marzo de 1.369. Todo el pueblo de Montiel se transforma en esos días en la Encomienda Santiaguista más significativa del Campo que lleva su nombre, y ofrece al visitante una imagen sorprendentemente medieval, tanto en la indumentaria de los vecinos como en los pendones y banderas de antiguos linajes que penden de los balcones de sus casas. Por medio de recreaciones históricas recuerdan las vicisitudes que el rey castellano pasó desde que se refugió en el castillo de la Estrella hasta que sucumbió a manos de su hermano Don Enrique de Trastámara nueve días después.

MONTIEL MEDIEVAL presenta una oferta histórico-cultural y de ocio de tres días de duración con múltiples actividades: pregón, actos de calle de Recreación histórico-Medieval, teatro medieval, ordenación de caballeros, recreación de la Batalla de Montiel por grupos recreacionistas de Italia, Francia, Portugal y España, recitales de música medieval, talleres gremiales, mercado de productos artesanos, sepelio de Pedro I y lectura del testamento del rey Enrique II, entre otras muchas.

Castillo de la Estrella 

Montiel, exhibe todavía con orgullo los viejos muros del Castillo de la Estrella, escenario de un enfrentamiento que marcó el carácter pacífico de esta villa enclavada en la vega del Jabalón.
Levantado en el siglo IX, el Castillo de Montiel fue una de las fortalezas musulmanas más poderosas de la zona. Tras la aparición en 1214 de la Orden de Santiago en tierras del Campo de Montiel, los caballeros santiaguistas comenzaron la campaña de su conquista con ataques desde el recién conquistado y cercano Castillo de Eznavexore.
La resistencia musulmana fue tan dura que la Orden tuvo que levantar un castillo prácticamente enfrente de él, San Polo, para facilitar la seguridad y el asedio de los sitiadores. Finalmente, tras duras campañas, la fortaleza caería en manos cristianas definitivamente.
La fortaleza musulmana era tan poderosa y contaba con tan buenas defensas que, se cuenta que, cuando todos los castillos musulmanes de su entorno ya habían caído en manos cristianas, y el avance de reconquista ya estaba en el Guadalquivir, Montiel aún no había sido sometido.
Después de la conquista cristiana de la fortaleza, la Orden de Santiago la reforma y refortifica hasta hacerla prácticamente inexpugnable, dándole el nombre de La Estrella.
Por aquellos tiempos la fortaleza de Montiel sería ocupada alternativamente por árabes y cristianos hasta que, después de la Batalla de las Navas de Tolosa, en tiempos de Alfonso VIII, Montiel quedó definitivamente integrado en el Reino de Castilla.
En 1227 Fernando III concedió San Pablo y Montello a la Orden de Santiago. Montiel perteneció a esta Orden hasta que el fraile Pedro Ruíz de Sandoval lo dejó en manos de Pedro I de Castilla. Esta zona fue escenario de continuas batallas entre moros y cristianos, quedando desierta, por lo que la Orden concedía a las personas que habitasen estos lugares privilegios durante 10 años.
En este castillo se refugió el rey Pedro I de Castilla, más conocido por el Cruel o por el Justiciero, después de ser derrotado por su hermano bastardo Enrique de Trastámara el 14 de marzo de 1369, con los pocos leales que le acompañaban, quedando sitiado durante nueve días por las huestes de su hermano Don Enrique. En la noche del 23 al 24 de ese mismo mes y año entró en tratos con el traidor Bertrand Duguesclin, los dos hermanos lucharon entre sí y Pedro I murió. De aquel drama quedó la frase pronunciada por el criado de Enrique de Trastámara, Duguesclin, partícipe en el desenlace: Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor. El rey muerto quedó enterrado en Montiel hasta 1374 y desde entonces descansa en Sevilla. En 1974 el pueblo erigió un monolito en recuerdo de Pedro I.
El Castillo de La Estrella fue levantado sobre un gran crestón de roca aprovechando la defensa natural que éste le proporcionaba, y desde donde dominaba una extensa área del Campo de Montiel.
Su planta, ovalada e irregular, tiene un perímetro de unos 300 metros y ocupa una superficie de unos 6.000 metros cuadrados.
Se organiza en dos recintos, uno interior de origen cristiano y otro exterior de origen musulmán.
Al recinto musulmán corresponden los restos de la muralla del perímetro exterior, conservándose unas diez torres bastante deterioradas construidas en tabiya y mampostería. Entre ellas destaca una de una de unos diez metros de altura por siete en sus lados.
El recinto cristiano, de mayor extensión que el musulmán, corresponde a la reestructuración llevada a cabo por los caballeros de Santiago en los siglos XIII-XIV. De este recinto, construido enteramente en piedra, se conservan restos de unas nueve torres semicilíndricas y cuadrangulares, algunas provistas de saeteras y con vestigios de ventanas y puertas, así como unos 150 metros del perímetro de la muralla. La torre del homenaje, hoy desaparecida, se encontraba en la parte más alta del recinto, en uno de sus extremos.
Unas excavaciones realizadas en la ladera del cerro del castillo en el año 2013 sacaron a la luz los restos de la villa medieval de Montiel, entre ellos vestigios de la muralla que protegía la villa y la imponente primera iglesia medieval de esta villa, un majestuoso edificio situado en la ladera sur del yacimiento y que fue levantado en torno a la década de 1230.

Aunque aún está por excavar completamente, se aprecia como su fábrica es de gran calidad a base de cantería de arenisca, con planta rectangular y arcos de ladrillo que sustentaron la cubierta. Alrededor de la misma se ha localizado un importantísimo cementerio medieval del que se han exhumando más de medio centenar de enterramientos.

Actualmente el Castillo de la Estrella forma parte del Conjunto Arqueológico Castillo de La Estrella, el mayor yacimiento medieval de nuestro país, ubicado en el antiguo e histórico Campo de Montiel, Ciudad Real. Se trata de uno de los complejos arqueológicos y monumentales más importantes de Castilla La Mancha, declarado Bien de Interés Cultural.

Desde aquí felicitar a la Fundación Castillo de la Estrella por su gran trabajo e incansable labor al frente de la recuperación de gran parte del Patrimonio Histórico – Cultural del Campo de Montiel.

Montiel Medieval

Iglesia de San Sebastián Mártir

La iglesia se levanta en el casco antiguo del pueblo, sobre una elevación natural del terreno.
De estilo gótico tardío, ha sufrido muchas transformaciones hasta la actualidad. Mandada a construir por el infante D. Enrique de Aragón, en 1440. Fue en un principio fue una ermita dedicada a San Sebastián Mártir. La fachada es ya del siglo XVIII con interesante portada flanqueada por columnas elevadas sobre plintos cajeados. En la parte superior de esta se encuentra una hornacina, donde se sitúa una imagen de San Sebastián de 1687. Es de una sola nave, con techumbre abovedada y de seis capillas.
La zona más antigua es la del coro, sobre dos columnas con una puerta de sillares que da acceso a la torre; debajo se encuentra la pila bautismal. El retablo neoclásico, fue uno de los poco que sobrevivió a la Guerra Civil Española, aunque si se vieron afectadas las imágenes veneradas en esta iglesia. En una capilla adosada al muro de la derecha se encuentra la Virgen de las Nieves, talla del s. XIII, románica, recientemente restaurada.

Ermita del Santísimo Cristo

Procede del siglo XV, de estilo gótico tardío con añadiduras renacentistas. La ermita, en un principio estuvo dedicada a Santiago Apóstol; en el año 1468 se derrumbó y en 1498 se construyó la actual ermita de tres naves, donde hoy en día se venera la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración, con mucha devoción no sólo en Montiel, sino en toda la comarca.
Su origen se remonta a 1243 con la construcción de la Vicaría de Santiago por parte de la Orden de Santiago. En el siglo XIV fue ampliada y convertida en convento, posiblemente por parte de Enrique II como plegaria por la muerte de su hermano Pedro I. A mediados del siglo XV fue incendiada dentro las guerras nobiliarias que afectaron a la zona, volviéndose a levantar a fines de este mismo siglo con trazas ya renacentistas.
En las Relaciones Topográficas de Felipe II, se habla de una imagen muy devota, de gran altura, cuya aparición fue en el año 1520.
A partir del año 1621 se empieza a llamar Ermita del Santísimo Cristo de la Expiración.
En la actualidad, en la nave derecha de la Ermita, se conserva un retablo compuesto de varias piezas en madera y policromado del siglo XV y XVI de estilo renacentista y barroco, la imagen es la Virgen del Socorro.

Castillo de San Polo

El castillo fue levantado por los caballeros de la Orden de Santiago en el primer cuarto del siglo XIII, posiblemente en 1214, para intentar tomar el Castillo de Montiel a los musulmanes durante las campañas de reconquista cristiana por tierras musulamanas del Campo de Montiel.
En un principio los caballeros cristianos acometieron la fortaleza de Montiel desde el próximo Castillo de Torres de Xoray (Eznavexore), recién conquistado a los moros, en 1214. Al parecer, fue tal la resistencia musulmana, que la Orden se vio obligada a levantar una fortificación prácticamente enfrente del Castillo de Montiel, el castillo de San Polo, para garantizar la seguridad y facilitar el que sería un duro y largo asedio. Aún así, Montiel siguió resistiéndose y no caería definitivamente en manos cristianas hasta después de 1220.
En el siglo XVI el castillo sería abandonado.
Hoy día queda muy poco del castillo, apenas se conservan vestigios de lo que pudo ser una cámara subterránea, restos de un aljibe de unos cinco metros de profundidad, y un silo circular excavado en la roca, de un metro aproximadamente de diámetro.
Se aprecian en los bordes del recinto donde se asentaba el castillo los trabajos efectuados para acentuar la verticalidad de sus paredes, que serviría de foso natural.
Nos cuentan que ambos castillos, Estrella y San Polo, estaban comunicado por túneles subterráneos.
A los pies del cerro del castillo de San Polo, un monumento conmemorativo al rey castellano Pedro I El Cruel, recuerda el lugar donde fue asesinado por su hermanastro Enrique de Trástamara en 1369. Dicho monumento es conocido popularmente en la localidad como el monolito.

Aldea de Torres

Cercano a Montiel nos encontramos con un interesante despoblado para los amantes de la arqueología, la Aldea de Torres, del siglo XIII, se pueden ver los murallones de la iglesia, restos de casas y la fuente que dio origen a este núcleo medieval.
En 1243 encontramos el pueblo de Torres en la lista de lugares que Fernando III confirmó como dominio de la Orden de Santiago en su pleito con el Concejo de Alcaraz, dependiente del Arzobispado de Toledo por las tierras del Campo de Montiel. Aunque la parroquia de Torres dedicada a Nuestra Señora, debía pagar terzuelo al Arzobispado. En las relaciones de Felipe II de 1575 se encuentran referencias a la Villa de Torres como aldea dependiente de Montiel.
Según este documento, Torres se encuentra a una «legua buena» de Montiel, y posee Dehesa y dos Alcaldes Ordinarios, dos Alcaldes de Hermandad, y un Alguacil como oficiales del Concejo de Torres. También cuenta la aldea con cura propio, iglesia, una fortaleza que a principios de la Edad Moderna ya debía haber desaparecido y una ermita dedicada a San Blas. Tenía Torres por esta época treinta vecinos pecheros (es decir, que pagaban impuestos) por lo que la población real estaría alrededor de 120 habitantes.
También se menciona la existencia de diversas tumbas cerca de la iglesia de la aldea marcadas con los escudos de las Órdenes de Santiago y Calatrava. La población Torres tuvo en algunos momentos de su historia Encomienda propia que compartía con otra aldea de Montiel, Cañamares. El edificio más importante conservado son los restos de su templo parroquial, que contó con hasta tres naves y se remataba mediante un ábside. Se dice que Torres fue un lugar de retiro de Caballeros, quienes tras sus vidas de lucha terminaban aquí sus últimos días buscando paz y tranquilidad.
Las últimas referencias sobre Torres indican que en 1611 tenía jueces propios para su Dehesa, construyéndose en el siglo XVIII una casa de recreo en las proximidades para la familia de los Bustos. En 1914 su población se había reducido a 5 casas y 13 habitantes. Actualmente se conserva sólo parte del caserío.

Patrimonio Natural protegido

Las tierras de Montiel son en parte Área Crítica para el lince ibérico, Zona de Dispersión para el águila imperial ibérica y Zona de Importancia para águila imperial ibérica, buitre negro, cigüeña negra y lince ibérico. Aquí se localizan el Lugar de Importancia Comunitaria de la Sierra del Relumbrar y Estribaciones de Alcaraz, el Refugio de Fauna del Embalse de la Cabezuela y parte de la Zona de Especial Protección para las Aves de las áreas esteparias del Campo de Montiel.
Por cierto, también es uno de los rincones donde más perdiz roja hay en España.



Si queréis conocer este maravilloso lugar o simplemente necesitáis más información, contactad con nosotros a través de info@sabersabor.es


Un artículo de Antonio Bellón Márquez ©

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Leyendas de Toledo: el Callejón del Justo Juez

Puente Toledo

El callejón del Justo Juez es un estrecho y humilde callejón situado muy cerca de la Diputación Provincial de Toledo. Nada hace presagiar que, tras tan pequeña calleja, se esconda una de las leyendas más fascinantes de Toledo. Sólo por eso, cada vez que tengo que pasar por delante de esta travesía, no puedo dejar de sentir un escalofrío al recordar la historia que lo envuelve


Corría el año de 1592, siendo el Rey de España el hijo del Emperador Carlos V, vale decir Felipe II, quien reinaba sobre todos sus reinos con un alto sentido de la Justicia, para lo cual, nombraba jueces, corregidores y magistrados entre la gente de bien de cada ciudad, gente que, además de pertenecer a la nobleza –en la mayor parte de las ocasiones- eran personas muy conocedoras de las leyes vigentes.

En Toledo vivía en aquellos días un personaje de alta alcurnia, Don Alonso de Hurtado, quien tenía su mansión en el centro de la urbe; casa ésta impresionante, con su bien ganado escudo colocado sobre el dintel de entrada.

Don Alonso tenía una única hija, Doña Elvira, doncella recatada, de ademanes rectos y, como no podía ser de otra manera, belleza sin igual. Doña Elvira era la alegría de su padre, quien la cuidaba con esmero esperando el día en que encontrara marido.

Por aquel entonces vivía también en la ciudad Don Francisco, joven noble de sincero corazón, hijo de otro de los personajes principales de Toledo, ni más ni menos que del Corregidor Don Luis Fernández de Córdova, uno de esos jueces honrados de los que hablamos. Ambos jóvenes se amaban en silencio…

Leyendas de Toledo

Emboscada Toledo

Sucedió que una noche en que ambos novios estaban trazando sus planes futuros, un delator avisó de que con su hija encontraba cierto joven a esas horas tan indecentes. Corrió el alarmado padre hasta el lugar indicado sorprendiendo a la pareja.
Ciego de ira, desenvainó su acero dispuesto a hacer justicia y restituir el honor perdido, pero el joven Francisco rehuyó la lucha, pues no quería combatir con el padre de su amada. Sin embargo, en alguna parte la tragedia estaba escrita, y tras esquivar varios espadazos, tuvo que desenvainar su florete y de una certera estocada atravesó el pecho del desafortunado padre.

Al enterarse el Corregidor de la muerte de su amigo Alonso de Hurtado, juró que castigaría al culpable fuera quien fuera, haciendo recaer sobre él todo el peso de la justicia.

¡Pobre Corregidor que desconocía que el asesino era su propio hijo!

Cuando se descubrió toda la verdad, Don Francisco fue conducido hasta la Plaza de Marrón, donde estaba la cárcel toledana, y allí, en aquellos inmundos calabozos nuestro Corregidor dictó, con todo el dolor se su alma, la sentencia de muerte, sabiendo ya que ésta iba destinada a su propio hijo. Nada podía impedir que en Toledo se administrara justicia, ni que el Corregidor faltara a su juramento. Ninguna palabra salió de los labios del reo sabedor de que su padre cumpliría la sentencia… ¡qué triste final!

Cuando ya todo estaba preparado para ejecutar el castigo en la Plaza de Zocodover, llegaron hasta la céntrica plaza dos emisarios de Felipe II que se encontraba a las puertas de la ciudad. Raudo partió Don Luis a recibir a su Señor acompañado de los nobles, teniendo que ser aplazada la ejecución hasta después de la regia visita.

Tras recibir el homenaje de sus servidores, y conocedor de la lealtad y el sacrificio del Corregidor, el soberano le otorgó sus favores y la alegría de su vida al pronunciar las siguientes palabras:
Corregidor, eres la persona más recta y noble que mi reino conociera, mereces todo mi respeto y que te abrace, y precisamente por eso mismo, voy a hacer que superes tu dolor, y que sea Dios, el supremo juez, quien nos juzgue a todos tras la muerte, por lo que Yo, soberano de este reino, perdono la vida de tu hijo-.

Callejón de Toledo


Fuente: La vuelta a Toledo en 80 leyendas. Autores: Javier Mateo y Álvarez de Toledo, Luis Rodríguez Bausá ©

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Santo Tomás de Villanueva. Personaje histórico del Campo de Montiel

Santo Tomás de Villanueva

Y curiosamente para nosotros, los de Campo de Montiel, Santo Tomás nace en 1486, cuando comenzaba a nacer España


Os mostramos uno de los personajes históricos más destacados del Campo de Montiel. A la vez una de las personalidades del Siglo de Oro Español. Y alguien que ha dejado huella en la Iglesia Universal, por ser de ese tipo de personas que abren nuevos caminos y crean nuevos modos de actuar.
Cuanto más conoces al personaje, más aprecias su proyección social y su dimensión intelectual. Leyendo varias biografías llego a la conclusión de que fue un ser afortunado por el hecho de realizarse en la vida conforme la deseó vivir. Y también por el momento histórico en el cual le tocó nacer y el contexto familiar que le otorgó el destino.
Vivió en uno de los periodos más plenos de la cultura occidental como es el Siglo de Oro, sucediendo a otro de los más prolíficos a nivel cultural e intelectual de Occidente como fue el Renacimiento Italiano.
España abre la Era Moderna apenas seis años después con el Descubrimiento de América en 1492. Coincidiendo a la vez con el inicio del Siglo de Oro y la publicación de la Gramática de Nebrija. Pocos años antes con la conquista de Granada y la unión del reino de Castilla y la Corona de Aragón, Isabel y Fernando comenzaron ingentes reformas que tendían a la creación del primer Estado Moderno, como la unificación del ejército, la administración pública y la religión. Como sabemos impulsaron el catolicismo y el apoyo al papado del cual obtuvieron el título de Reyes Católicos. Sin embargo, nunca pudieron serlo de España, porque tal entidad territorial y jurídica no existía. Faltaba la anexión del reino de Navarra. Obtenida años más tarde por Fernando el Católico. Con lo cual la primera reina que debió ser de España por derechos dinásticos debió ser su hija Juana I de España. Quien fue apartada de su legítimo derecho por el golpe de Estado ejercido por su hijo el emperador Carlos V de Alemania proclamándose rey de España, apoyado por su abuelo Fernando el Católico.
En este contexto de reforma del catolicismo y creación del primer país de Europa como Estado moderno aglutinando todos los reinos en una unidad territorial conglomerada por una historia y cultura común, -que por cierto todavía no ha fraguado con la firmeza que el paso del tiempo debiera haber impreso-. Además de intereses políticos de afianzamiento del Estado y expansión imperial, fueron una de las razones por las que el flamante emperador, confió en Santo Tomás como buen español, que más tarde calificó Quevedo. Resulta interesante comprobar que fue propuesto para arzobispo de Granada y de Valencia. Dos de los territorios con mayor inestabilidad política y social a causa de la gran población de moriscos en constante descontento y en contacto con los turcos.
Encontramos así en Tomás de Villanueva ese hombre de Estado, ese gestor y ese diplomático al servicio del emperador, que pacificó el territorio de Valencia en su labor con la gran población de moriscos que casi suponía la mitad de la población.

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Centenario Santo Tomás de Villanueva


El Siglo de Oro finaliza en 1681 con la muerte de Calderón de la Barca


Y aquí en Campo de Montiel, poseemos una de las concordancias más asentadas a nivel histórico y cultural con este brillante periodo histórico que abarcó desde principios del XVI hasta finales del XVII, llamado Siglo de Oro, pues los datos nos dicen como ya he señalado que aquí en nuestra tierra comienza con el nacimiento de Santo Tomás, alcanza su cénit con la publicación del Quijote en 1605-1616, y culmina con la muerte de Quevedo en 1645.
Por tanto, esta tierra, tan pobre, tan áspera y tan despoblada. Contiene el valor incalculable de ser uno de los reductos culturales de una de las épocas más florecientes de la cultura universal.

Antes de adentrarnos concretamente en la figura de Santo Tomás como personaje histórico, como veis, quiero destacar el conjunto de valores de nuestro Campo de Montiel. El cual tímidamente está empezando a ser reconocido en la dimensión que le corresponde con el esforzado aporte de las nuevas generaciones de personas más y mejor formadas, más viajadas y con mayores elementos de juicio y contraste.
Por tanto vaya desde aquí mi agradecimiento para todos aquellos que saben ver la proyección del conjunto de valores que posee esta tierra y que todavía están por descubrir, si nos decidimos a ello.
El valor más importante y la clave que revitalice esta comarca es la llave que la abra al mundo y la saque como a don Quijote, por la puerta del corral. Esa llave, Se llama información, formación, conocimiento, educación, coordinación, colaboración, unión y trabajo en común de todos y cada uno de los elementos que componemos esta tierra, como individuos, como instituciones y como entes sociales, culturales y económicos.
Hay que promover, facilitar y comprometerse con todo cuanto nos beneficia a todos, porque nos fortalece. Hay que sentirse orgullosos de los éxitos de nuestros vecinos porque también son nuestros éxitos. Hay que estar dispuestos a participar de todo cuanto mejora nuestro entorno porque nos ayuda a todos.
Por eso me veo en el compromiso de aprovechar cualquier oportunidad, como esta, para incidir en la importancia de mantenernos con actitud constructiva y predisposición para ver, sentir y vivir el Campo de Montiel con tanto apego como nuestro propio pueblo. Practicar el beneficio de entender nuestra comarca como un conjunto de pueblos que componen nuestra casa, nuestra cultura, nuestra historia y nuestro vínculo intelectual con nuestra propia existencia. Porque además ninguno de nuestros pueblos se entiende sin las influencias y relaciones de los que nos circundan.
Ya sé que las diferencias políticas impiden casi siempre esa deseable unión y colaboración social, cultural que nos haría avanzar con mayor firmeza y rapidez. Pero nada nos impide estar por encima de la negatividad de los intereses que por desgracia crea la política, que en el fondo no es otra cosa que intereses particulares de unos y otros. Convirtiéndose en una trivial lucha de poder por gestionar los recursos de todos, dividiendo y restando. Empequeñeciendo la grandeza que contiene una tierra, tan vieja, tan noble, tan culta. Tan repleta de valores como es el Cervantino Campo de Montiel. El Manriqueño Campo de Montiel, el Quevediano Campo de Montiel. El laminitano Campo de Montiel. El Andalusí Campo de Montiel. El españolísimo campo de Montiel, en cuyo corazón del Castillo de la Estrella de Montiel, se dio el último gran paso de Castilla y el primero para la creación de España. Porque podemos afirmar sin grandilocuencia que aquí comenzó a gestarse España. En la Batalla de Montiel. Abriendo el camino al trono de Isabel I de Castilla. Y esto nadie lo va a contar porque a nadie le interesa reconocer los valores de una tierra que no sea la propia. Por eso es nuestra responsabilidad y nuestro deber colocarnos donde nos corresponde. Sin complejos, sin comparaciones y sin falsos halagos.
Pero por desgracia es muy habitual, la pasividad y la espera de que aparezca alguien que resuelva lo que nos toca a nosotros. Lo nos lleva desperdiciar el tiempo como polvo de oro que el viento arrastra.

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Descubriendo Villanueva de los Infantes


La responsabilidad de poner en el lugar que le corresponde a nuestra tierra nos corresponde a nosotros, a sus hijos, a sus amantes, a sus moradores


Y hasta ahora, como ya he dicho, nunca en nuestra historia, se había comenzado a querer, valorar y poner de manifiesto la autenticidad y potencial de valores que posee el honorable Campo de Montiel. Precisamente porque ahora nos estamos interesando en conocerlo y compartirlo.
Vamos a seguir por esta línea y a respetarnos como merecemos, honrando a nuestra tierra como corresponde, sin supravalorarla ni menospreciarla. Pero sobre todo, sin ignorarla. Que este ha sido el peor de nuestros males. No existíamos ni para nosotros mismos. Nuestro complejo de inferioridad nos hacía mirar siempre por encima de nuestros horizontes. Convencidos de que todo lo mejor estaba fuera de aquí. Curiosamente también le ocurría a don Quijote con sus ansias de aventura. Sin valorar que él mismo era y será el prototipo universal de la propia personificación de la aventura.

Siempre con los ojos puestos en el más allá, con esa necesidad de buscarnos la vida con la esperanza de hacerla más llevadera lejos de aquí, tal cual le ocurría a Cervantes ansiando escaparse a liberarse en América. Y es que es cierto que todos los refranes hablan por la experiencia y no falta verdad en aquello de “pueblo pequeño, infierno grande”. Hay que ser conscientes de la inmensa oferta de posibilidades de una gran ciudad para mentes inquietas como las de Cervantes, Quevedo o Tomás de Villanueva.
Pero no es menos cierto que aquí tenemos mucho trabajo para sacar partido a lo mucho que hemos heredado. Solo hay que buscar el modo de rentabilizarlo.
El caso es que como tantos otros, como ahora. Tomás se fue y no volvió.

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En Fuenllana, un humilde pueblo de fachadas encaladas y rodeado de trigales, nació Santo Tomás de Villanueva en el otoño de 1486, año fatídico en el que la peste asoló Castilla 


Tomás García Castellanos o Tomás García Martínez. Porque todavía no está bien definido si también su madre Lucía se llamaba Martínez o Castellanos. Y sobre todo porque hasta 1501, por orden del Cardenal Cisneros y curiosamente una de las personas más influyentes y determinantes en la vida de Santo Tomás; no se instituyó la obligatoriedad de apellido fijo para identificar al individuo. Puesto que hasta entonces se hacía con nombre del padre, lugar de procedencia, mote u oficio. Así incluso hermanos podían tener diferente apellido.
Ya sabemos que la familia de Santo Tomás era una de las mejores asentadas en cuanto a situación social y poder económico. Lo cual ayuda para afirmar que además de las cualidades personales propias de Santo Tomás, también fue una persona afortunada, por haber nacido en el seno de su familia. La cual le facilitó el ingreso en uno de los centros educativos más prestigiosos del mundo en aquella época.
Sus familiares pertenecían a la élite rural tanto de Fuenllana como de Villanueva de los Infantes. Poseían tierras, rebaños, molinos, viñas, huertas, cortijos y todo tipo de hacienda relacionada con la explotación agropecuaria que ha sido el medio de vida ancestral de esta tierra. Su dinero les permitía ingresar en estamentos tan poderosos como las órdenes militares de Santiago, Calatrava y San Juan. Además de formar parte del Santo Oficio. Cuyo tribunal se encontraba contiguo a la casa familiar de Villanueva de los Infantes y donde se alojaban los visitadores la Inquisición. Por tanto el poder social y económico de la familia de Santo Tomás estaba más que asegurado. Lo cual que concedió la oportunidad de formarse y hacer carrera eclesiástica hasta alcanzar el arzobispado.
Pero comenzó como ya he dicho, estudiando en uno de los sitios más importantes del mundo a tal efecto. El colegio Mayor de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá de Henares. Fundada en 1499 por el cardenal Cisneros.
A su vez, Cisneros recibió formación en el centro educativo más prestigioso de Europa. El colegio mayor de San Bartolomé de la Universidad de Salamanca. El cual le sirvió de cimiento para fundar Alcalá.
Las clases comenzaron en 1508 y uno de los alumnos de la primera promoción fue Tomás. Donde se licenció en Artes y en teología.
Desempeño las funciones de maestro, pero lo más importante para su vida, fue que se impregnó del espíritu renovador de Cisneros. El mismo que infundió a los Reyes Católicos.
El cardenal, como todos los grandes hombres de la Historia, era austero, de carácter disciplinado, colosal iniciativa e incansable capacidad de trabajo. La idea de Alcalá se creó sobre todo para formar y seleccionar personal digno para desempeñar las responsabilidades de una institución tan grande como la Iglesia. Su proyecto, tan grande como su mentalidad, creó la primera ciudad universitaria de la historia de la humanidad, donde se contemplaban más de dieciocho colegios para acoger estudiantes pobres y convertirlos en individuos formados y útiles a la sociedad del momento.
De este espíritu y esta atmósfera comenzó a germinar en Santo Tomás su talante renovador. Si bien, Cisneros era un monje guerrero y Tomás un fraile pastor. El primero más belicoso el segundo más pacífico. Pero ambos, ese tipo de seres con enorme visión de futuro, iniciativa propia y afán de avanzar.
Teniendo muy presente que toda renovación y avance, comienza en la educación.
Razón por la cual hoy somos los incultos más ingratos y menos justificables de la Historia. Puesto que tenemos toda la información para nuestra formación a nuestro alcance y convivimos con una inmensa mayoría de desinteresados por educarse o formarse, abducidos a consumir.

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Turismo La Mancha sabersabor.es Campo de MontielConvento Agustinos de Fuenllana

Turismo La Mancha sabersabor.es Campo de MontielPaisaje del Campo de Montiel


Arzobispo de Valencia, profesor de la Universidad de Alcalá y consejero personal del mismísimo Emperador Carlos V, dueño y señor de medio mundo


Tomás, comenzó a autodenominarse de Villanueva, al ingresar como agustino en Salamanca. Donde llegó a ser prior. También de Burgos y Valladolid. Además de prior provincial de Castilla y Andalucía.
En esta etapa también coincide con la actitud de Cisneros de evangelizar el Nuevo Mundo. El cardenal envió misiones franciscanas y Santo Tomás misiones agustinas a Nueva España, Méjico. Quizá por esta razón el claustro del convento de Fuenllana, existe una labra de piedra a modo de blasón donde aparece la figura de un indígena arrodillado ante una cruz. Significando así la labor del santo.
Básicamente se convirtió en prior general de los agustinos del reino puesto que en la época las provincias agustinas se dividían identificando Castilla al norte de Toledo y Andalucía al sur de Toledo.
Está documentado que vivió en Sevilla, en la Casa Grande de San Agustín. Impresionante convento situando en una de las principales entradas de la Metrópoli imperial y Puerto de Indias. Capital financiera del mundo y una de las urbes más bellas de la tierra en aquel tiempo. Lamentablemente la incultura y brutalidad humana se han llevado por delante el magnífico convento, del cual solo queda el claustro y la sala capitular. Se conservaba una talla de Martínez Montañés, uno de los escultores barrocos más destacables de la Historia del Arte. Pero la Guerra Civil se la llevó por delante.
La última etapa de su vida como bien sabemos transcurre como arzobispo de Valencia. Concretamente sus últimos once años de vida.
Valencia no era cualquier sitio. Era una de las ciudades y una de las diócesis más ricas de la cristiandad. Su nombramiento, por supuesto habría sido más que meditado por numerosas personalidades influyentes que lo considerarían el candidato adecuado para los intereses del reino y de la Iglesia. No en vano, Quevedo, en su biografía conmemorativa de la beatificación lo califica como un buen español.
Según los datos, llegó a Valencia sin boato y con la misma coherencia austera y cristiana que desarrolló toda su vida. Un temporal de lluvia o su propia decisión le hizo solicitar asilo en el convento agustino del Socorro, extramuros y por desgracia desaparecido y bien conocido en la ciudad como el Socós en lengua vernácula.
Lugar donde volvió para ser enterrado por deseo testamentario. Afortunadamente tanto sus restos mortales, como la lápida sepulcral fueron recuperados y puestos a salvo de la Guerra de la Independencia, la Desamortización de Mendizábal y la Guerra Civil.
Curiosamente la impronta y el carisma personal arraigó de tal modo en la ciudad que tras él, todo nuevo arzobispo que tomaba la sede valenciana, en un gesto de respeto, admiración y devoción, repetía el ceremonial de alojarse en el convento del Socós un día antes de ser revestido de pontifical en la catedral.
Desde el primer instante, fue alguien dispuesto y comprometido con la idea de obispo-pastor, jamás abandonó a su rebaño. Pueden relatarse multitud de anécdotas y curiosidades de su personalidad que prefiero dejar para que cada cual se interese por su lectura en la multitud de biografías referentes al santo, que además es uno de los más estudiados por muchos autores. Los cuales nos dan datos que lo relacionan con Fuenllana y con Villanueva de los Infantes durante toda su vida, pareciendo a veces, que aquí solo nació, se crió y una vez salió de la zona ya no la llevó consigo. Cierto es que no existe documentación que volviera después de su marcha a Alcalá, pero también nos relatan los datos que su paje principal era un primo de Fuenllana llamado Pedro Castellanos, que además testificó en el interrogatorio para el proceso de beatificación abierto por Paulo V. Sin duda recomendado por su madre, doña Lucía, quien fue una de las principales influencias de su vida. Y a quien mostró su amor filial manteniendo correspondencia hasta el final. A la muerte de su padre, parece ser que regresó y habiendo heredado unas casas, decidió dedicarlas a hospital para pobres, dejando al cargo a su madre, la cual sobrevivió a Santo Tomás hasta casi el siglo de vida. Hoy conocemos tal sitio por el Hospitalico, y hay datos que lo identificaban como el Hospital del Arzobispo. Tras morir Santo Tomás, su madre siempre se hizo cargo del mismo hasta su propia muerte y por eso nos ha llegado que fue ella la propia fundadora del mismo. También Santo Tomás se encargó de edificar capilla funeraria en San Francisco para su familia. Y puede que sus primeros estudios los realizase en el convento de San Francisco.
Lo fundamental y lo que lo hace especial y diferente que es que abrió nuevas puertas y fue el primero en transitar nuevos caminos que han seguido y continúan muchos.
Creó la figura de obispo consecuente y atento a las necesidades de su diócesis. La visitó al completo. Mostró total desapego por lo material, por el poder y por la vanidad.

Turismo La Mancha sabersabor.es Campo de MontielConvento de Santo Domingo, Villanueva de los Infantes

Turismo La Mancha sabersabor.es Campo de MontielEl Caballero de los Leones, Don Quijote. Fuenllana

Turismo La Mancha sabersabor.es Campo de MontielPlaza Mayor de Villanueva de los Infantes


Practicó el ideal cristiano de amar o respetar al prójimo como a uno mismo


Mostró preferencia por los más necesitados que dentro de los indigentes, era los enfermos pobres.
Imagino que su falta de apego y ambición por lo material le hizo gestionar la inmensa fortuna diocesana de forma tan eficiente que en once años de trabajo, dobló sus ingresos.
Hasta su llegada, la presencia de un arzobispo en Valencia, era algo inexistente, pues era un cargo de privilegio y no de responsabilidad. Su predecesor fue Jorge de Austria, y la sede valenciana llevaba más de cien años sin ver por allí un arzobispo. Sin embargo los privilegios y las rentas del arzobispado salían puntalmente destinadas al prelado de turno.
Según varios autores la diócesis era un caos. El clero vivía relajado y acomodado. Sin orden ni disciplina. Lo primero que hizo al igual que Cisneros, fue convocar un sínodo y establecer normas de conducta para beneficio de la Iglesia y el Pueblo.
Se dice que un día vino un religioso a su casa y, encontrando ese aposento abierto, entró sin llamar y halló a nuestro hombre sentado en una silla baja, ocupado en remendar sus calzas. El buen canónigo se escandalizó de que tal cosa hiciese, puesto que no era propio para la dignidad de un arzobispo de Valencia, a lo cual Santo Tomás respondió: “Aunque me han hecho arzobispo, no dejo de ser religioso; he profesado pobreza y me alegro de hacer de vez en cuando lo que hacen los frailes pobres. Y con ese real que me ahorro puede comer mañana un pobre”.
Y lo más importante de su legado intelectual, cultural y espiritual fue sin lugar a dudas el respeto mostrado por el prójimo a través de la caridad, algo que en su contexto histórico significaba extraordinario y magnífico, pues lo obispos eran príncipes acomodados en su riqueza, alejados del sufrimiento ajeno. Su cercanía con los demás jamás fue olvidada por el pueblo valenciano, razón que motivó su promoción a la beatificación y posterior canonización.
Pero sin duda, su obra más notable a nivel histórico fue la creación del primer seminario de la historia. Nunca olvidó a Cisneros ni la impronta aprendida en Alcalá de la necesidad de formar a los candidatos a sacerdote con la consecuente educación que los hiciera acreedores de su responsabilidad.
Y en este punto siempre me viene a la memoria el extraordinario cuadro de Claudio Coello que lo representa, como Doctor de la Iglesia como algo premonitorio. Pues bien sabemos que no posee tal título. Sin embargo yo insisto que Santo Tomás es el doctor de los doctores de la Iglesia porque fue el primero en crear un seminario. Un centro docto donde se forma a los acreedores y difusores de la doctrina de la Iglesia. ¿Hay más motivo para merecer el título de doctor de la iglesia?

Santo Tomás Villanueva de los InfantesCapilla de Santo Tomás, Villanueva de los Infantes

Turismo La Mancha sabersabor.es Campo de MontielSanto Tomás de Villanueva, niño, repartiendo sus ropas. Bartolomé Esteban Murillo. Óleo, 1667

Turismo La Mancha sabersabor.es Campo de MontielArquitectura popular manchega en Fuenllana


Tuvo contacto y amistad con Juan Luis Vives, quien creó el primer tratado de atención a la población desfavorecida, referente de la creación de los servicios sociales en Europa


Tras la muerte de Santo Tomás, en la ciudad quedó un recuerdo imborrable y vivo hasta hoy. Es curioso que los franceses respetasen su enterramiento y es curioso que en la guerra civil ocurriera lo mismo. Hoy tenemos que mostrar desde aquí desde el Campo de Montiel, nuestra gratitud y respeto por la capital del Turia, ya que acoge a uno de nuestros paisanos como uno de los grandes personajes de la historia de la ciudad. Dedicándole una importante capilla en el edificio más relevante de la capital. La catedral-basílica metropolitana.
Además como bien sabéis, tras su canonización, se encargaron multitud de obras de arte a los mejores artistas del momento. Su figura está retratada por genios como Murillo, Zurbarán, Juan de Juanes o Claudio Coello entre otros.
En el museo de Bellas Artes de Sevilla, la segunda pinacoteca de España, se conserva el célebre cuadro que estuvo en el retablo del convento de capuchinos, como uno de los grandes elementos del tesoro artístico español.
A finales del XVIII el conde de Floridablanca ordenó a la Imprenta Real, a través del director de grabado de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, la creación de ciento veinte retratos de españoles ilustres. Entre ellos Santo Tomás, en el conocido grabado de Manuel Salvador Carmona.
En Valencia una de sus grandes esculturas forma parte de la portada principal de la catedral en una de las pocas fachadas barrocas con influencia italiana de Bernini y Borromini, donde domina el dinamismo de las líneas onduladas.
El imponente relicario de plata de finales del Barroco y principio del Neoclásico, realizado por José Esteve Bonet.
En el puente de La Trinidad otra gran escultura de autor italiano que identifica a la ciudad con uno de sus personajes más ilustres y por último, para no extenderme, puesto que el tema da para mucho. Diré que existe una escultura muy desconocida y de excelente factura en el centro del patio del palacio arzobispal, realizada por el director de escultura de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, José Esteve Bonet. Artista neoclásico que realizó en mármol la obra mencionada. Y si la apreciáis con calma encontrareis donde se inspiró el autor de la escultura que hoy preside el atrio de la iglesia parroquial de Villanueva de los Infantes.
En Fuenllana se edificó una iglesia barroca y un convento de agustinos en el lugar donde nació y en Villanueva de los Infantes un oratorio barroco frente a su casa familiar. Nos quedan estos monumentos y la impronta que dignifica al Campo de Montiel con uno de sus personajes más destacables, declarado patrón de la diócesis de Ciudad Real, primer santo de la provincia. Adelantado a su tiempo poniendo en práctica años antes del Concilio de Trento, las reformas que tras el mismo establecería la Iglesia.
Como veis, en este ligero paseo por la vida de Santo Tomás, poseemos en nuestra tierra una riqueza histórica que nos honra y nos hace responsables de ponerla en valor para beneficio de todos. Por tanto si de algo sirve no me cansaré de aprovechar cualquier oportunidad para poner de manifiesto que de nosotros depende que nuestro Campo de Montiel, brille con la luz que le corresponde.

Turismo La Mancha sabersabor.es Campo de MontielCasa del Arco, Villanueva de los Infantes

Turismo La Mancha sabersabor.es Campo de MontielPaseando por Fuenllana

Turismo La Mancha sabersabor.es Campo de MontielPatio de Villanueva de los Infantes


Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano ©

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La leyenda de la Sangre del Moro

Suspiro del moro

Leyendas manchegas sobre castillos, fortalezas defensivas, alcazabas y palacios. Todos ellos testigos mudos a lo largo de los siglos de una gran cantidad de historias impregnadas por un halo de misterios y secretos. Nobles, reyes y señores tanto cristianos como musulmanes son los principales protagonistas de estos relatos.
Aquí os dejamos una de estas leyendas que bien pudiera escucharse todavía en los muros de cualquier castillo de las órdenes militares de Calatrava, de San Juan o de Santiago.

Castillo de ConsuegraCastillo de Consuegra. Autor, Fernando de Castro

Castillo de MontizónCastillo de Montizón

Calatrava la NuevaCalatrava la Nueva

Cuentan que hace muchos años, cuando la población vivía al amparo del castillo, ocurrió un hecho extraordinario del que aún se pueden ver hoy las consecuencias.
Era el protagonista el moro Xanu, sastre de oficio, y personaje conocido por todo habitante cristiano, judío o musulmán, de dentro o fuera del castillo. Xanu era también famoso por su avaricia y por su capacidad para adiestrar animales a los que mantenía en un corral que era visitado con admiración por clientes y curiosos venidos de todas las alquerías. Perros, gatos, gallinas, ocas y pavos obedecían sus órdenes sin recibir a cambio más que lo justo para comer, de lo que se jactaba el sarraceno ante sus visitantes.
– Comen lo justo, medran sanos, acatan mi voluntad y encima no me sacan ni una golosina –solía explicarles a los visitantes, boquiabiertos mientras admiraban las mañas de los bichos.
– ¡Qué prodigio!
– Eres un mago Xanu… les falta hablar.
El sastre, henchido de vanidad y tras las numerosas alabanzas del personal ante las habilidades de los animales, desvelaba entonces la sorpresa final, su mejor ejemplar, un pollo de altiva cresta y sedoso plumaje y andares mayestáticos que acudía presto a la llamada de su amo: ¡Ki-Ket, ven aquí, Ki-Ket!
– ¡Qué espléndido ejemplar! –exclamaba la gente.
– Es el orgullo de mi casa. Porque no sólo habla, piensa también.
Orgulloso ante el asombro e incredulidad de los presentes, Xanu le mandaba caminar a la pata coja, hacer piruetas o quedarse inmóvil para terminar mostrando el increíble hecho: preguntado Ki-Ket ¿a quién quieres más? el pollo respondía, ¡a ti Xanu! Interrogado sobre el tiempo que haría, Ki-Ket escrutaba el cielo y las nubes, y pronosticaba la posibilidad de lluvia.
Pero su estima por el animal se transformó en odio por su feroz avaricia. Una tarde, mientras Xanu cosía en su taller, vio a través de la ventana que el pico de Ki-Ket relucía como el oro. Acercándose al pollo comprobó que efectivamente llevaba una moneda de oro atrapada en el pico. Intentó quitársela y pidió al animal que la soltará.
– Anda, Ki-Ket, suelta esa baratija.
Pero el sabio animal, sordo a sus ruegos, se subió de un salto a un árbol diciéndole:
– Eres un tacaño que además de matarnos de hambre nos zurras para que te obedezcamos. No te daré la moneda, esta baratija, como tú la llamas, hasta que no jures dejarme libre.
El sastre lo juró una y mil veces y el pollo, cuya sabiduría no le alcanzaba para calcular el volumen de las miserias humanas, inocente, saltó al suelo sin calcular lo que se le vendría encima. En cuanto lo tuvo a su alcance, Xanu lo ató con una cuerda y le obligó a conducirlo al lugar donde había encontrado la moneda, confiando en que habría muchas más, una mina…
Ki-Ket tirando del amo a la carrera, forzándole a correr como loco, lo llevó a las puertas del castillo. Tres veces arrastro Xanu el culo por las calles hasta que llegaron a un tramo de muralla elevado sobre unas peñas agrestes.
– Ahí la encontré, dijo Ki-Ket. Y el moro lo forzó a volar y a remover las piedras mientras estaba ya anocheciendo.
Tiró el pollo un par de monedas a sus pies y enloquecido por lo que ya parecía ser un tesoro, apremiaba a Ki-Ket hasta que un brusco tirón dejó inconsciente al animal.
– Toma tu premio Ki-Ket, que yo subiré a por el mío y a nadie podrás contarle que soy rico al fin.
Sin sentir la más mínima compasión, Xanu emprendió él mismo la búsqueda trepando por las rocas ya a tientas por la oscuridad, escarbando en la muralla y llevándose trastazos y arañazos varios. Casi había conseguido su objetivo, casi podía tocar un cofre cuando se desprendieron varias losas de la muralla, precipitándolo al vacío.
A la mañana siguiente unos niños encontraron al pobre Ki-Ket que afónico y malherido les contó la tragedia antes de morir pero nadie encontró el cuerpo del avaro Xanu entre las rocas, sólo grandes manchas de sangre en abundancia que, ennegrecidas por el paso de los siglos, aún tiñen los escarpados peñascos del lugar.
Posiblemente de este hecho surgiera la célebre copla castellana: el sastre, corte y cosa, y no se meta en otra cosa.

Castillo de la Estrella, MontielCastillo de la Estrella, Montiel

Torreón del Gran Prior, Alcázar de San JuanTorreón del Gran Prior, Alcázar de San Juan

Calatrava la ViejaCalatrava la Vieja


Fotografía de portada: El Suspiro del Moro. Obra de Marcelino de Unceta. 1885


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Un paseo por Uclés, el Escorial de La Mancha

Monasterio de Uclés

Esta villa de la Mancha Alta ha sido desde hace siglos la capital de la otrora poderosa Orden militar de Santiago


No existen mejores testigos de la historia de Uclés que sus obras monumentales más significativas, el castillo y el monasterio. En ellos se funde una legendaria tradición medieval en la que se conjugan la biblia y la espada, que a sangre y fuego han marcado el destino de los hombres. Los recuerdos de la villa se pierden en un pasado remoto que se asoma a nosotros con la nostalgia del poderío perdido.

Monasterio de UclésMonasterio de Uclés

La ladera del cerro sobre el que se encuentra Uclés ya era utilizada como asentamiento por la población íbera anterior a la presencia en la península de los romanos. Fueron estos los primeros en conceder gran importancia al antiguo núcleo urbano incluyéndolo en el trazado de la calzada que llevaba hasta Segóbriga.

Con el tiempo se transformaría en ciudad visigoda que irremediablemente cumpliría su destino de formar parte del imperio musulmán a partir del siglo VIII. Los árabes la bautizaron con el nombre de Uklis y, al igual que con otras muchas ciudades conquistadas, apreciaron su valor estratégico como potente enclave militar frente al reconquistado reino de Toledo, arrebatado a Fath Ben Musa Ibn Zenun. Este caudillo bereber se refugió en la villa, hizo reforzar sus defensas y construyó el castillo, con mezquita y baños públicos. Sin duda había decidido crear un lugar estratégico de resistencia frente a la imposibilidad de recuperar nuevamente sus territorios.

A pesar de ello, Alfonso VI conquistó la ciudad en el año 1085 para mantener en ella la presencia de las tropas cristianas durante veintitrés años, periodo en el que se intenta una forzada integración de la población mudéjar en las costumbres de los castellanos. En 1108 vuelve a caer en manos de los almorávides tras la cruenta batalla de Uclés, que reúne todos los requisitos de la épica del momento. Las tropas musulmanas habían traspasado a frontera del Tajo y asediaban Uclés.

El rey, ya muy enfermo, envió al lugar un fuerte contingente de tropas para evitar una contraofensiva almorávide y situó al frente de sus huestes a su hijo Sancho, que no había cumplido aún los diez años, custodiado y protegido por el conde de Nájera. El resultado del encuentro fue una terrible derrota castellana en la que el bando enemigo rodeó al infante dándole muerte junto a los siete condes que le acompañaban.

Cruz de la Orden de Santiago en UclésCruz de la Orden de Santiago en Uclés

Rincón de UclésRincón de Uclés


A la Orden de Santiago pertenecieron ilustres artistas como Diego Velázquez o Francisco de Quevedo


La fortaleza no dejaría de ser musulmana hasta el año 1157, tras la firma de un pacto entre el rey Alfonso Vlll y el rey Lobo. Tan solo diecisiete años más tarde sería cedida a la Orden de Santiago, con lo que iniciaría su etapa de mayor esplendor y prosperidad. Allí fijaron residencia los más altos representantes de la orden, siendo esta la encargada de realizar la repoblación de la comarca. Este cúmulo de circunstancias, unidas a la estratégica posición que continuaba manteniendo, provocaron que Uclés se transformase en una gran ciudad fortificada presta para la batalla, pero poseedora de todo lo necesario para atender la presencia de los maestres.

Se trató de un periodo que se prolongó hasta el siglo XIV en el que la comunidad judía mantuvo una presencia importante. La decadencia de la villa fue paralela al distanciamiento progresivo de la frontera conforme se conquistaban nuevos territorios. La Orden de Santiago también trasladaba sus centros de poder siguiendo la misma línea divisoria. En 1493 esta orden militar pasó a depender de la corona, ocupada por los Reyes Católicos, y con ella la localidad. La política de restricción y sometimiento de los maestrazgos y señoríos practicada por Isabel y Fernando dictó su definitivo ocaso.

Ya en el año 1809, fiel a su tradición guerrera, la ciudad fue protagonista de la batalla librada entre las tropas españolas capitaneadas por Venegas y Serra, y las napoleónicas bajo el mando del mariscal Víctor, en la que se registró una importante victoria francesa.

El Escorial de La ManchaEl Escorial de La Mancha

Claustro del Monasterio de UclésClaustro del Monasterio de Uclés

Fachada del Monasterio de UclésFachada del Monasterio de Uclés


Un impresionante monasterio que le otorga su sobrenombre y esconde entre sus muros una joya arquitectónica y artística sin parangón en la comarca


Uno de los testigos más importantes de la historia de Uclés es “El Escorial de La Mancha”, sobrenombre popular con el que se ha bautizado al monasterio, construido entre los siglos XVI y XVIII sobre una antigua iglesia gótica. Es de planta cuadrada y el espacio central está ocupado por un patio y un claustro formado por dos cuerpos. Hacia el exterior muestra una de las obras de mayor tamaño del plateresco español, la fachada del muro este, que se divisa desde la villa.

Las portadas norte y oeste están formadas por arcos de medio punto sobre columnas, destacando en la segunda el medallón de Santiago y las torres gemelas que la flanquean. La portada principal es del año 1735, atribuida a Pedro de Ribera. Toda ella es churrigueresca rematada por un busto del apóstol con espada y estandarte.

El claustro, del siglo XVII, se compone de dos alturas con treinta y seis arcadas. Es obra de Francisco de Mora, discípulo de Herrera, el arquitecto de El Escorial, y en él se puede apreciar una escalera barroca de cuarenta y cuatro escalones realizados cada uno de ellos de una sola pieza de piedra caliza.

La planta de la iglesia es de cruz latina con una nave, y sobre el crucero se eleva una cúpula de media naranja que en su parte exterior está rematada por un chapitel.

La sacristía fue terminada durante el año 1537 y la sala capitular, de gran interés, contiene un busto del emperador Carlos I y también de los treinta y seis maestres de la Orden de Santiago.

En el refectorio se conserva enteramente un artesonado tallado en madera de pino melis, compuesto por 36 casetones, entre los que destacan el del rey Carlos V y el de una calavera coronada que pudiera ser la de Don Álvaro de Luna.

Artesonado del refectorio en el interior del Monasterio de Uclés Artesonado del refectorio en el interior del Monasterio de Uclés

Puerta principal del Monasterio de Uclés en la fachada surPuerta principal del Monasterio de Uclés en la fachada sur

Interior de la iglesia del Monasterio de UclésInterior de la iglesia del Monasterio de Uclés

En el año 1530 trabajaba en el monasterio el gran maestro Andrés de Vandelvira (yerno de Francisco de Luna) que con el correr del tiempo sería conocido por sus impresionantes trabajos en la Plaza Mayor de su localidad natal, Alcaraz, en la Catedral de Jaén, en la Sacra Capilla del Salvador de Úbeda, Catedral de Baeza y un largo etc.

Las piedras utilizadas en esta fase se trajeron de la cercana ciudad romana de Segóbriga por lo que no es extraño ver algunas de las mismas con inscripciones romanas que han sido reutilizadas en esta parte del edificio, concretamente dos lapidas en el exterior del lado este de la fachada, una de ellas junto a la ventana central del refectorio puede leerse «Iulius Celtiber«.

A destacar que en la iglesia de este monasterio estuvieron enterrados el maestre de la Orden don Rodrigo Manrique y su hijo Jorge Manrique (1440-1479), señor de Villamanrique (Ciudad Real), conocido por haber escrito Coplas por la muerte de su padre. En la construcción de la actual iglesia las tumbas fueron removidas y al día de hoy se desconoce tanto el lugar del enterramiento como el destino de los restos mortales de ambos personajes.

Claustro superior del Monasterio de UclésClaustro superior del Monasterio de Uclés


Os recomendamos completar la visita con el cercano e importante yacimiento de la ciudad romana de Segóbriga, el Parque Natural de la Laguna del Hito y la monumental Huete


En cuanto al castillo de Albarllana, la otra obra monumental de Uclés, guarda la estructura originaria del siglo XI. La parte más importante que se conserva son las dos torres unidas entre sí por un arco. Son las torres del homenaje y de la plata. El centro de esta fortaleza debió de ser el terreno ocupado actualmente por el monasterio.

Por cierto, en el Monasterio de Uclés se han rodado diversas películas, entre ellas podemos citar “Los tres mosqueteros” de Richard Lester, “El puente de San Luis Rey” de Mary McGuckian y “El capitán Alatriste” de Agustín Díaz.


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Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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De turismo por las iglesias fortificadas del Campo de Montiel

Villanueva de los Infantes

La constante lucha vital del ser humano, batallada cada día de su existencia, suponía una constante y un reto cotidiano sobre todo en la aparentemente lejana Edad Media. Tan cercana aún en la adversidad que en muchos aspectos perdura en el Campo de Montiel como tierra insegura y fronteriza.
Hoy la incertidumbre no se atisba en el horizonte bajo los estandartes almohades o almorávides. Ni de los pendones de Castilla o la Orden de Santiago.
Hoy como siempre, determina la vida en esta áspera meseta, sedienta y reseca como el esparto, la climatología.
La carencia de lluvias y su desigual reparto a lo largo del año, dificultan de modo determinante la regularidad de cultivos que permitan previsiones de vida más o menos estables a corto o medio plazo. Ni siquiera el resistente olivo es tan prolífico aquí como en la cercana Andalucía. Cuando no es la sequía son las heladas. Constantes batallas desde que la Orden de Santiago dejó de luchar contra el califato de Córdoba o el reino de Granada.
Lógico que la dureza de esta tierra evada a sus moradores a buscar más fáciles y mejores formas de vida en metrópolis como Madrid, Valencia o Barcelona.
El Campo de Montiel libra su última batalla por mantener su identidad y preservar el imponente legado histórico cedido a través del permanente sacrificio vital de cientos de generaciones a lo largo de casi un milenio desde la pacificación y administración de este territorio a través de la Orden de Santiago.

Paisaje del Campo de Montiel Paisaje del Campo de Montiel

Castillo de la EstrellaCastillo de la Estrella. Autor, Juan Amores

Ermita del Santisimo Cristo de la Expiración, MontielErmita del Santísimo Cristo de la Expiración, Montiel

Concierto de música sefardí, artesonado mudéjar y frescos en la ermita de San Sebastián. Autor, Juan Pedro GarcíaConcierto de música sefardí, artesonado mudéjar y frescos en la ermita de San Sebastián. Autor, Juan Pedro García

Iglesia de Santa María Magdalena, AlcubillasIglesia de Santa María Magdalena, Alcubillas

Tras la Batalla de las Navas de Tolosa, a principios del siglo XIII, las primeras edificaciones religiosas de esta vetusta comarca se erigían entre la fortaleza de los protectores castillos o en su inmediata cercanía.
De forma paulatina y natural fueron adquiriendo la fisonomía de las fortalezas que las cobijaban hasta emanciparse de las mismas ya en el siglo XVI, tras la conquista de Granada y la certeza de un territorio libre de invasiones.
A lo largo de los siglos comprendidos entre la batalla de Las Navas y la adhesión de Granada, se fueron sucediendo toda una serie de recintos dedicados al culto cristiano en cada uno de los sitios protegidos por una fortaleza. Ya fuera castillo, torre o recinto fortificado.
Tanto el origen histórico como espiritual del actual Campo de Montiel gestionado por la Orden de Santiago, lo encontramos en el Castillo de la Estrella de Montiel. Desde el interior del castillo, hasta su ladera como a sus pies, se hallan los restos de la primera iglesia de esta comarca, dedicada a Santiago. Con el desarrollo del pueblo en la ladera sur del castillo, se erigió en estilo mudéjar, adosada a la fortaleza de la muralla de la villa, la iglesia de Nuestra Señora de la Estrella. Y justo en la ladera opuesta, la norte, a los pies del cerro, el convento de los caballeros de Santiago. Ermita hoy consagrada al Santo Cristo de Montiel.
Las primitivas iglesias de la zona que todavía muestran restos apreciables, como la de Torres, demuestran su vocación militar y fortaleza guerrera en la austeridad de su estructura. Desde aquí en el mismo centro del santiaguista Campo de Montiel se aprecia el portentoso paisaje medieval que mantiene el tiempo a merced de los cultos ojos de todo observador capaz de percibir la imperturbable atmósfera caballeresca de esta tierra tan bien nombrada en el Quijote.
En La Solana, además de las monumentales bóvedas de Santa Catalina, edificadas junto a la primitiva fortaleza, debemos disfrutar la primitiva iglesia de la villa, hoy ermita de san Sebastián, donde se conserva el mejor artesonado mudéjar de la comarca.
En Alcubillas el maravilloso juego de volúmenes que distinguen con precisión las distintas épocas constructivas de la única iglesia de la zona que conserva otra de las estructuras primitivas mudéjares.

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, VillahermosaIglesia de Nuestra Señora de la Asunción, Villahermosa

Visitando la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, VillahermosaVisitando la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, Villahermosa. Autor, Antonio Bellón Márquez

bóvedas de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, VillahermosaUna de las bóvedas de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, Villahermosa

Iglesia de San Andrés Apóstol, Villamanrique. Autor, Miguel FelgueraIglesia de San Andrés Apóstol, Villamanrique. Autor, Miguel Felguera

Plaza Mayor de Villanueva de los InfantesPlaza Mayor de Villanueva de los Infantes. Autor, Antonio Bellón Márquez

Bóvedas de la iglesia de San Andrés, Villanueva de los InfantesBóvedas de la iglesia de San Andrés, Villanueva de los Infantes. Autor, Antonio Bellón Márquez

Vista aérea de Puebla del Príncipe

Iglesia de San Vicente Mártir, CózarIglesia de San Vicente Mártir, Cózar

Iglesia de Santiago el Mayor, Torrenueva

De aquí pasamos a las portentosas naves góticas de Villahermosa, Villamanrique, Membrilla, Villanueva de los Infantes (Patrimonio Artístico – Nacional), Puebla del Príncipe, Cózar y Torrenueva. Grandiosos templos que tuvieron la suerte de ampliarse en el siglo XVI en gótico flamígero o estilo Reyes Católicos español, emparentando ya con el Renacimiento, sirviendo de transición con el final del gótico.
Destacables las románticas ruinas de Santa Catalina de Fuenllana. Edificadas también en el XVI por el suegro de Vandelvira, Francisco de Luna, donde la cantería nos legó obras maestras de calidad indiscutible como el arco retablo de la capilla de san Pedro hoy conservada en el convento agustino.
Todo el proceso evolutivo desde las primeras edificaciones religiosas en esta tierra a manos de los caballeros de Santiago hasta prácticamente hoy, es posible apreciarlo en la totalidad de esta maravillosa y rural comarca que se distingue como la más monumental y la que mejor conserva el paisaje agrario ancestral de los cultivos cerealistas.
Con la llegada del Barroco, algunos templos de la zona rehicieron las ruinosas bóvedas góticas maltratadas por el paso del tiempo y la falta de mantenimiento. Perfectamente apreciable tal proceso en las bóvedas de cañón de Terrinches, Albaladejo, Torre de Juan Abad o san Sebastián de Montiel.
Destacable por la belleza de su factura y el origen primigenio del gótico en esta tierra, el santuario de Luciana en Terrinches. Joya arquitectónica en sí misma, enriquecida además con el retablo renacentista. Que junto con el de Torre de Juan Abad son los dos más importantes de la zona.
Y la planta basilical de columnas de la nave reconstruida de la iglesia de Almedina, donde se encontraba el retablo más valioso de la zona, pintado por Yáñez de Almedina, desaparecido con el terremoto de Lisboa.
Todo un universo artístico inmerso en un mundo legendario, repleto de curiosidades, en el marco de la autenticidad de una tierra pintoresca donde las haya. El muy cervantino Campo de Montiel.

Santa Catalina, FuenllanaSanta Catalina, Fuenllana. Autor, Antonio Bellón Márquez

Arco retablo de la capilla de san Pedro, FuenllanaArco retablo de la capilla de san Pedro, Fuenllana

Por el interior del convento de los Agustinos, FuenllanaPor el interior del convento de los Agustinos, Fuenllana. Autor, Antonio Bellón Márquez

Bóveda de cañón, iglesia de Santo Domingo de Guzmán, Terrinches. Autor, Pedro Castellanos

Iglesia de Santiago Apóstol, Albaladejo Iglesia de Santiago Apóstol, Albaladejo. Autor, Antonio Bellón Márquez

Iglesia de Nuestra Señora de los Olmos, Torre de Juan AbadIglesia de Nuestra Señora de los Olmos, Torre de Juan Abad. Autor, Antonio Bellón Márquez

Iglesia de San Sebastián, Montiel. Autor, Juan Amores Iglesia de San Sebastián, Montiel. Autor, Juan Amores

Fachada de la Iglesia de Santa María, Almedina. Autor, Juan AmoresFachada de la Iglesia de Santa María, Almedina. Autor, Juan Amores


Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano


Fotografía de portada: detalle de una capilla en el cementerio de Villanueva de los Infantes. Autor, Robert Daguerre

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La Cimbarra o la leyenda del salto de la novia

La Cimbarra - Raúl Sánchez

La cascada de la Cimbarra es una de las más espectaculares del país. Asomarse a ella es imprescindible si se visita Aldeaquemada, muy cerquita de Despeñaperros


Cuentan los viejos del lugar que en las calurosas noches de verano se sentaban en las puertas y la Cimbarra refrescaba.
Es una de las cascadas más importante de España a escasos 2 km del pueblo de Aldeaquemada, en Sierra Morena y muy cerca del Parque Natural de Despeñaperros, a caballo entre las provincias de Jaén y Ciudad Real.
Un pintoresco lugar de relieve abrupto donde el encajonamiento del río Guarrizas forma una sucesión de cascadas, de las cuales la más bella y espectacular es la Cimbarra. En ella queda expuesta en la superficie una pared vertical, formada por unos estratos rocosos muy resistentes a la erosión. En ocasiones, es posible observar sobre estas rocas los rastros fósiles de organismos o las espectaculares rizaduras provocadas por el oleaje.
Este enclave protegido (Zona de Especial Protección para las Aves) destaca también por su valioso patrimonio cultural, constituido por una veintena de importantes evidencias prehistóricas. Interesantes ejemplos son la Tabla de Pochico, en el cerro de la Cimbarra o los de Monuera y Desesperada. En ellos, se han encontrado valiosísimas muestras de arte rupestre, que han motivado la declaración de estos yacimientos como Patrimonio Histórico de la Humanidad por la UNESCO.

Paraje de la Cimbarra

Cantueso, flora de la Cimbarra
Cantueso, flora de la Cimbarra

Cascada de la Cimbarra

Sierra Morena es un lugar místico. Existen una multitud de leyendas en torno a sus parajes y la Cimbarra no está libre de ellos. Una de ellas dice así:
Cuentan que hace muchos años, había una costumbre local por la que los novios que iban a contraer matrimonio, tenían que someterse a una curiosa ceremonia para demostrar ante todos que se querían de verdad, y asegurarse la felicidad y fertilidad del matrimonio, si superaban la prueba.
Poco antes de la boda, acompañados de familiares y amigos, iban al paraje ubicado en la cascada de la Cimbarra, y en ese lugar, en donde más se estrechaba el río, por allí por donde la piedra ofrece su color plomizo bajo las estrellas, la novia tendría que cruzar de un salto a la orilla opuesta, ante la atenta mirada de los allí presentes.
Si lo conseguía sin percance, se le auguraba a la pareja una gran dicha en el futuro matrimonio, y se demostraría que la joven quería fielmente a su novio; más si no lograba el salto, el matrimonio se consideraba irrealizable o desgraciado, de forma que convencidos de ello, los novios rompían su compromiso y su relación.
Cierto día, dos jóvenes novios bajaron radiantes de alegría a demostrar ante todos, que se amaban. Sabían la presión a la que estaban sometidos al ser observados por tanta gente, pero estaban dispuestos a demostrar que aquella absurda tradición, no era más que una tontería que poco iba a mermarles el amor que sentían el uno por el otro.
Pero tampoco estaban dispuestos a que sus vecinos, con los cuales tenían una gran relación, se les echaran encima por negarse a realizar una, en principio, inofensiva prueba que desde tiempos remotos se venía realizando entre las parejas de los pueblos cercanos.
Como cada vez, la gente esperaba el salto con impaciencia. Pero aquel día, el comentario general se centraba en lo revuelto que bajaba el río Guarrizas y en el ruido ensordecedor del agua al entrechocar con las rocas, aunque confiaban en el destino, pues daban por seguro que la fuerza del amor de aquella joven sería más fuerte que la del embravecido río.
También los dos enamorados pensaban y murmuraban lo mismo, pero aquella mujer con cara de niña, cabellos dorados y ojos de color miel, no estaba dispuesta a que el río le arrebatara su más preciado tesoro, aquel joven de tez morena y ojos verdes, por el cual sentía una pura pasión.
Así que, aunque nerviosa, se separó de su amado y se dispuso a saltar. Cogió carrerilla y controlaba el momento de tomar impulso, pero cuando llegó el salto, perdió pie y… la fatalidad quiso que cayera al agua y fuera rápidamente arrastrada hacia un remolino que la escondía y la mostraba a su capricho.
El joven, desesperado y en un prueba suprema de amor, se arrojó inmediatamente al río para tratar de rescatarla de la potente corriente que la llevaba a una muerte segura, pero por más esfuerzos que hizo en su desesperado intento, el agua los sumergió a ambos. Sus jóvenes cuerpos, inertes y entrelazados, aparecieron río abajo, donde el agua culmina su remanso, enviando lágrimas entre las piedras.
Aquella terrorífica tragedia, hizo reflexionar sobre la validez de la, ahora fatídica, tradición, y coincidiendo los vecinos en que aquello podría traer más desgracias que alegrías, se dinamitó el paso estrecho para que en el futuro, a nadie se le ocurriese saltar de nuevo.
Se cuenta que aun hoy, en las noches de luna llena, cuando los luceros danzan en el firmamento, se escuchan por el valle los lamentos y las promesas de los enamorados que murieron por demostrar a los demás lo que ellos bien sabían. Desde entonces la cascada de la Cimbarra llora su perdida, y el río se convierte en el manto blanco y puro de la novia, que acoge tiernamente a su amante, convertido en piedra.

agua ecoturismo Campo de Montiel


Para vivir esta leyenda y muchas más en persona, os esperamos en nuestras próximas rutas



Fotografía de portada de Raúl Sánchez


Un artículo de Antonio Bellón Márquez

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Consuegra, entre molinos y leyendas

Consuegra Turismo La Mancha sabersabor.es

Consuegra surge en la llanura manchega para ofrecernos todas las pinceladas del tipismo manchego y castellano


Cae la tarde y el viajero continua camino hasta la vecina Consuegra, la antigua sede de los de San Juan, pues desea ver antes de que anochezca sus archiconocidos 12 molinos de viento en el alto del cerro Calderico, dominando con su silueta quijotesca el casco urbano de esta tranquila villa toledana.

Y allí están. Los vislumbra recortados en el cielo sonrosado del anochecer, un anochecer por lo demás digno de mediados de agosto: con el sempiterno sonido de los grillos endulzando el aire; las copas de los chopos recortadas por los últimos vencejos, volando cada vez más altos, y el olor a menta procedente de una balsa de agua cercana e invisible en la oscuridad.

En una era próxima un burro atado a un poste en el suelo deja oír sus quejidos lastimeros. Parece que le llama incitándole a una fuga clandestina, pero no es tiempo de entretenerse. El viajero quiere llegar y subir rápido la cuesta para contemplar en silencio cada uno de los gigantes de su imaginación, y que conoce hasta por sus nombres de pila: Cardeño; Vista Alegre; El Caballero del Verde Gabán; Chispas, Alcancía y Clavileño; Bolero, Sancho, Mambrino y Mochilas; Espartero, y finalmente Rucio, que cuenta en su interior hasta con una exposición de vinos… No, no. No hay razón para entretenerse.

Molinos de viento de ConsuegraMolinos de viento de Consuegra

Pero antes de llegar a las primeras casas del pueblo de Consuegra el viajero es sorprendido por un sonido poco habitual. Llega hasta él un metálico retumbar de clarines, como llamando a la batalla, y más cerca el tañido de un laúd hiende el aire calmo de la noche y hace revivir viejas añoranzas medievales.

En su camino se cruza con gentes ataviadas con extraños ropajes: las mujeres con camisas de seda, túnicas sin manga y mantos forrados de piel, que sujetan al cuello por medio de una fíbula de plata; los hombres, igual que aquellos galantes caballeros medievales de “La Celestina”, llevan polainas largas, medias, camisolas y también capa; y por supuesto deambulan por la calle armados todos con espada larga al cinto, protegida con su vaina… Suenan más clarines y a la vuelta de una esquina el viajero se encuentra con una fragua portátil y dos puestos destartalados de herrador y de alfarero. Un cetrero da de comer a un gigantesco azor mientras su compañera exhibe el vuelo de un gerifalte ante la mirada asombrada de decenas de niños, que no pueden creer lo que están viendo… Él, tampoco.

Y entonces, temiendo ya uno de esos extraños trasvases en el tiempo que solo ocurren en los programas televisivos, decide preguntar al viejo más a mano que encuentra. “¿Qué si está “usté” tarumba? ¡Quía! ¡Pero es que no “s’acuerda” de qué día es hoy?” responde jocoso el anciano “¿El día de hoy? Sí, claro. 15 de agosto. Pero que tiene que ver…” “¿Que qué “tié” que ver? Pues no es “usté” de por aquí, a lo que parece. Hoy se celebra la Batalla de Consuegra, cuando el buen rey Alfonso le dio “candela” a los moros y les dijo de lo que se tenían que morir. ¡”Na menos”! La Batalla de Consuegra y el día en que murió el hijo del Cid…”
Ahora comprende. Y aunque si mal no recuerda fueron los almorávides quienes nos dieron “candela” a nosotros, no estará de más hacer un alto en Consuegra y vivir por unos días la magia de una época cuajada de héroes, princesas, alcahuetas y leyendas sin fin.

Recreación histórica durante Consuegra MedievalRecreación histórica durante Consuegra Medieval


Romano, castellano-mudéjar, barroco, son algunos de los estilos artísticos que están integrados en los monumentos de Consuegra y que te animamos a descubrir


El pueblo de Consuegra es de origen muy remoto. Algunos restos encontrados en sus alrededores hablan de un poblado íbero, convertido luego en villa romana, a la que ya Plinio denominó Consaburum. En el siglo XII el rey Alfonso IX la cedió a la Orden de San Juan de Jerusalén, que la convirtió en cabecera del extenso priorato que poseía en los amplios territorios de las actuales provincias de Toledo y Ciudad Real, al frente del cual estuvo un tiempo don Juan de Austria.

En lo alto del cerro que domina la villa se encuentra el castillo de los Sanjuanistas, llamado castillo de la Muela, reedificado en el siglo X sobre los cimientos de una fortaleza construida en los tiempos del Emperador Trajano. Rodeado por la muralla de La Centinela, consta de dos recintos murados y una magnífica torre del homenaje, con una tosca puerta de entrada, adornada con los blasones de don Juan de Austria, hijo de Felipe IV. Se conservan unos muros que -dicen- pertenecieron a la habitación que ocupara el príncipe don Juan, refugiado en esta fortaleza a causa de desavenencias con su padre Felipe.

En los campos de Consuegra batalló el Cid Campeador contra los almorávides durante sus correrías entre Valencia y Toledo: “Y si en mi Valencia amada / no me hallaseis á la vuelta / peleando me halladeres / con los moros en Consuegra”. En el año 1097 tiene lugar la Batalla de Consuegra en la que muere su hijo.

Castillo de ConsuegraCastillo de Consuegra


Forja, cerámica, cantería, cuero, vidrieras, madera… la tradición artesana de Consuegra es extraordinaria


Nuestro viajero se adentra por el casco urbano de la villa hasta llegar a su Plaza de España, trapezoidal, con 2200 años de historia condensados en este espacio, sobre el foro de la consabura romana donde aún gira la vida de la ciudad.
Sus edificios históricos, iglesias, conventos y ermitas, el ambiente de sus calles, el olor a mazapán, azafrán y un Alfar, antiguo taller de alfareros de principios del siglo XX que guarda dos hornos ciertamente muy antiguos.
Su gastronomía eleva los sabores hacia el infinito, sintiendo en el placer de transitar sus calles la somnolencia del descanso del guerrero o, tal vez, la necesidad de parlotear con sus habitantes, generosos y hospitalarios, entre la tradición más honesta que riega costumbrismo, arte, naturaleza y bondad.
Para mañana, con buena luz del sol, dejará que sus pasos le guíen hacia las ruinas del convento de Santa María del Monte, donde cuenta la leyenda que se conjuró la traición que acabaría con la incursión y dominio musulmán de la península, y hasta la presa romana que contenía las aguas del arroyo Amarguillo.

Plaza de España, ConsuegraPlaza de España, Consuegra

Nocturna del Cerro CaldericoNocturna del Cerro Calderico


Para no perderse: Fiestas de la Rosa del Azafrán y Consuegra Medieval, de interés cultural y turístico nacional e internacional


Fiesta de la Rosa del AzafránFiesta de la Rosa del Azafrán


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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La Puerta del Perdón de Villahermosa habla. Un cuento que no es cuento

Iglesia de Villahermosa Ciudad Real

Queridos lectores,
Lo primero presentarme, soy la Puerta del Perdón de Villahermosa. Te extrañara que te escriba, es verdad, pero no debería resultarte novedoso el que yo pueda comunicarme contigo, es lo que he estado haciendo durante más de 500 años, hablándote por medio de mis piedras.
Miguel Ángel, el gran artista del Renacimiento italiano, nacido por mis años de gestación, solía decir en momentos de baja modestia, que a sus obras solamente les faltaba hablar. Lo cierto es que hablaban, y siguen hablando, como habrá podido comprobar el que se haya puesto frente a “La Piedad”. El mismo genio, decía: dentro de cualquier trozo de piedra hay oculta una obra de arte, sólo es menester quitar lo que le sobra.
Pues bien, yo también fui un bloque de piedra antes de sacarme de las canteras de Alcaraz, y fui un majano sin atractivo antes de ser tocado por mis creadores a los que les debo el alma y la vida. Supongo que estaréis orgullosos de ellos, fueron dos vascos, el maestro cantero Juan Pérez de Chevarría, y su ayudante Martín Sánchez de Longarte “el vizcaíno”. No sabían escribir, ni siquiera pudieron firmar los documentos de mi partida de nacimiento, pero tenían un gran talento artístico que pusieron al servicio de la fe cristiana que profesaban. Grabaron su autoría en mis carnes pétreas con símbolos típicos suyos que también figuran en otras iglesias del entorno.
Cuando iniciaron mi construcción pasaban varios años del 1500, todavía vivían los Reyes Católicos, Isabel y Fernando. Mi gestación y nacimiento corrió a cargo de la Encomienda de Villahermosa y bajo el patrocinio de la Orden de Santiago, como la mayoría de los templos del Campo de Montiel. Mis padres me vistieron con la moda del momento. Eran los tiempos del gótico flamígero o tardío, también llamado isabelino. Quizás a algunos no os parezca interesante mi forma de vestir. A mi tampoco me parecen interesantes ciertas modas artísticas de vuestra época. A mis creadores les costó gran esfuerzo tamaña gesta. Fue un parto dificultoso, la obra estuvo detenida por falta de recursos, pero por fin salí a la luz en 1525. Reinaba desde 1516, Carlos de Gante, el llamado Carlos I de España y V del Sacro Imperio Alemán, nieto de los Reyes Católicos y sucesor legítimo. En ese momento, fui el toque magistral final para la fachada sur del hermoso y gran templo parroquial del que formo parte. Mi hermana pequeña, la puerta de mi derecha, es hija del Renacimiento, todavía le quedaban unos cincuenta años para nacer.

Puerta del Perdón de Villahermosa, Ciudad Real, Campo de MontielPuerta del Perdón de Villahermosa. Autor, Juan Amores

Interior de la Iglesia de Ntra. Sra. la Asunción de VillahermosaInterior de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Villahermosa. Autor, Juan Ángel Arias Cortés

En fin, de mi estructura ya sabes más porque me has visto muchas veces. Pero quizás no te hayas parado a observar y pensar cual es la misión que idearon para mí los que me bautizaron con el nombre de la “Puerta del Perdón”. Me refiero, por un lado, a mi función arquitectónica que lógicamente es comunicar y distinguir el exterior secular del interior sagrado. Pero mi cometido es más profundo, también sirvo de bisagra para el que entra y sale por sendos arcos perdonado y perdonando. Y todo, bajo la atenta mirada intercesora de los personajes protagonistas que ocupan el tímpano de mi composición: la Virgen de Consolación con su Hijo, el Niño-Dios en sus brazos; rodeados de un fresco coro angelical. Si te fijas bien, debajo de la peana, mandaron inscribirme una frase latina, “Consolatrix Aflictorum”, (Consoladora de los afligidos). Es una de las letanías del Rosario, es una de las muchas atribuciones que la Iglesia hace a la Madre de Dios, es la marca de identidad de este templo y la comunidad cristina que lo habitó y seguís habitando, gran devoto de la Madre de Dios y su Divino Hijo. Durante más de cincuenta años me sentí vacía, como sin alma por la triste ausencia de esta divina compañía. También me sentí fracasada en mi misión al ver cómo los hermanos en la fe, los hijos de la misma Virgen-Madre emprendisteis una contienda fraticida, la Guerra Civil, poniendo vuestras diferencias ideológicas por encima de vuestra identidad fraternal cristiana. Después me encomendasteis que os lo recordara en mis jambas tabicadas y mutiladas.
En tantos años que llevo entre vosotros puedo decir que os conozco ampliamente. He convivido con vuestros padres y abuelos, estoy unida indisolublemente a vuestra historia, no podéis olvidarlo. Mi balcón servía de estrado para las “justicias” que presidían los festejos que concurrían en la Plaza. Por delante de mí y por encima del extinto “osao” han paseado personajes de todo tipo: ricos y pobres, niños y ancianos, hombres y mujeres, sacerdotes y monaguillos, alcaldes y alguaciles… Al abrigo de mis arcos, se han fraguado conversaciones de mil temas, entre amigos y menos amigos. He sido confidente de no pocas declaraciones de amor, lacradas entre jotas y pasodobles. He servido de sala de fumadores a los que prescindían del sermón del cura, prefiriendo salir a tomar el sol. He compartido y presenciado los llantos de vuestros duelos y las risas de vuestras bodas. En fin, si mis piedras hablaran…más.
Me siento alagada, me ruboriza, cada vez que presumís de mí ante los forasteros. Me satisface vuestra amabilidad al embellecerme con la iluminación nocturna. Me hace sentir más fascinante. Me ayuda a expresar mejor el Misterio que porto; a atraer la mirada y el corazón de los que me observan en la noche oscura de su vida; a seducirles para entrar por mis arcos en el corazón ardiente de Cristo.
Es evidente que no paso desapercibida para vosotros, contáis conmigo. Yo no sería nada sin vosotros. Os gusta conservar vuestra tradición. Últimamente percibo más cuidados. ¡Cómo se nota cuando algún día no barréis mi atrio! Me afean los excrementos de las hermanas palomas, y las bolsas de las palomitas de mis queridos niños descuidados. Sois más conscientes de mi fragilidad, os percatáis de que soy de piedra moliz, arenisca la llaman otros. Durante años, esto fue mi cruz. No os podéis imaginar como me dolían las raspaduras cuando afilabais vuestras navajas, cuando os empeñabais en hacer vuestros silbatos infantiles, cuando afilabais los lapiceros de la escuela, me llegaban al alma. Mis cicatrices os impiden olvidar, y recuerdan no repetir, que a veces habéis hecho uso indebido de mis piedras para fines particulares, en perjuicio del bien común y generaciones venideras. Permitidme que os diga, sin reproche, que con estos gestos habéis abusado de mi confianza; habéis interpretado mal mi misión entre vosotros.

Puerta del Perdón de Villahermosa, Ciudad RealPuerta del Perdón de Villahermosa. Autor, Juan Amores

Fachada principal de Nuestra Señora de la Asunción, Villahermosa. Autor, Javier Valero

Hace varios años estuve en el hospital. Me diagnosticaron heridas producidas por arma blanca, lesiones por inclemencias meteorológicas, todo agravado por mi longevidad. Los médicos curaron mis heridas y atornillaron mis huesos pero os pedían que intentarais evitar todo tipo de ondas sonoras estridentes en mis cercanías. Yo también comparto la alegría de vuestras fiestas y bodas, pero comprender que no se puede estar de fiesta causando daño a lo que más queréis. Suplico a Dios y a las autoridades competentes que no cuaje esa costumbre atronadora impropia de vuestras tradiciones o me temo que será mi nueva cruz para este siglo.
Soy yo la primera que me gusta servir a los intereses comunes del hermoso pueblo que formo parte. Os sirvo de reclamo turístico para los “ruteros quijotescos”. He servido y sirvo de telón de fondo para vuestros eventos culturales y musicales (por cierto, mi más eterna enhorabuena a la Banda Municipal de Música, que me regala los oídos desde hace más de cien años) y no me importa seguir siéndolo siempre que nadie salga perjudicado y sea en favor del bien común y estima del arte. Estoy al servicio del bien, la belleza y la verdad. Precisamente como obra de artistas cristianos mi pretensión es hablar del sumo Bien, Belleza y Verdad que es el Hijo de Dios que porta en sus brazos maternales la Virgen de Consolación.
En fin amigos, y eso que las piedras no hablaban. Os agradezco de nuevo vuestras atenciones. Recordad el buen uso que me tenéis que dar. Me agradan vuestros piropos, vuestros cuidados. Os perdono vuestro mal uso y abusos. Saber que mi mayor alegría es que no caiga en desuso el mensaje que os represento en mis piedras. Por ello, recordad que vosotros sois las piedras vivas del edificio eclesial en esta hermosa villa, no sois piedras fósiles para exponer en museos y mantener sólo costumbres inertes, nostálgicas para disfrute del turismo religioso.

Os quiere y acoge, la Puerta del Perdón.


Os invito a visitar y descubrir Villahermosa:


Un artículo de Juan Carlos Gómez-Rico M-G


Fotografía de portada de Manuel Pérez

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Ruta por los castillos de la Orden de Calatrava en Ciudad – Real

Cruz Orden de Calatrava

De las fortificaciones militares de la provincia de Ciudad – Real se tiene conocimiento desde la prehistoria, como en la Motilla de Azuer (Daimiel). Con la llegada de los romanos a esta provincia construirían algunos castillos como el de Vistillas (Villanueva de la Fuente) o Calatrava La Vieja (Carrión de Calatrava), además de las Murallas de Almedina. Después llegarían los árabes que aquí construirían la mayor parte de los castillos. Con la reconquista algunos de estos castillos desaparecen, aunque otros se reconstruyen y se guarnecen mejor, como el de Calatrava La Vieja, donde se funda la primera Orden Militar Hispánica, la Orden de Calatrava, tras ser abandonada por los Templarios. Un grupo de caballeros encabezados por Raymond Serrat, abad del monasterio de Fitero, nacido en Saint-Gaudens de Garona (Francia), y por Diego Velásquez en 1158. El rey Sancho III de Castilla concedió al monasterio de Fitero y a su abad el dominio de Calatrava. En 1163 moría fray Raymundo, para después ser canonizado. Al año siguiente su agrupación religioso-militar fue aprobada por Alejandro III y adopto la regla del cister. Al morir en 1196 fray Diego Velásquez, sería elegido su primer Maestre Don García López de Padilla, quien daría su definitiva contextura a la orden. Con el tiempo esta orden abandonaría Calatrava-La Vieja por ser un lugar insano, y se trasladan al Sacro Convento-Castillo Calatrava La Nueva en 1217.
Éste es un paseo por las atalayas que elevan nuestra tierra, vestigios de siglos de historia que esperan nuestra mirada curiosa y nuestros pasos aventureros. Comenzamos.

Castillo de AlarcosVista aérea del Castillo de Alarcos

Castillo de Alarcos

Este importante yacimiento ibero-medieval fue ocupado desde la Edad del Bronce, y tuvo varios momentos de apogeo: la época ibérica entre los siglos V-III a.C., y la Edad Media, centrada en el siglo XII. Si bien, el castillo fue construido por los árabes en el siglo XI.
De la época ibérica se han encontrado importantes restos por todo el enclave, tales como restos urbanos, un gran número de exvotos y esculturas de piedra zoomorfas. Ha sido identificada por algunos autores como la ciudad de Lacurris, Lacuri, o Larcuris.
Las primeras noticias que se tienen de Alarcos forman parte de la leyenda, al ser incluido dentro de la dote de un posible matrimonio entre la mora Zaida y el Rey Alfonso VI. Es reconquistado por Alfonso VII en 1147, y reedificado por Alfonso VIII, y encomendado a la Orden de Calatrava. El 19 de Julio de 1195 es, escenario de la famosa batalla de Alarcos, y que supone una derrota del ejército cristiano comandado por Alfonso VIII, frente a las tropas almohades de Al-Mansur. Poco antes de la batalla de las Navas de Tolosa se recupera Alarcos y así pasa a dominio cristiano definitivamente.
A partir de esta fecha empieza el declive de Alarcos, e intentando el rey Alfonso X el Sabio repoblar varias veces este enclave, fue incapaz y sus habitantes se trasladaron a una aldea próxima, Pozo Seco de Don Gil, lugar donde este Rey fundaría, Villa Real en 1255, la actual Ciudad – Real.
La ciudad medieval tiene una extensión de 33 hectáreas y se encuentra rodeada por una muralla de 3 metros de espesor. En el castillo con forma rectangular destacan sus dos torres cuadrangulares y las torres de los lados E. y O. de forma pentagonal. De su interior conserva restos de habitaciones abovedadas y de un aljibe. Esta zona es interesante de visitar pues se puede ver los restos de una ciudad Ibera y una impresionante vista panorámica del lugar.
Actualmente forma parte del Parque Arqueológico ibero-medieval llamado Santuario de Nuestra Señora de Alarcos, propiedad de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, y se usa como parque arqueológico y ermita de culto cristiano.

Muralla del Castillo de AlarcosMuralla del Castillo de Alarcos

Castillo de Calatrava La Vieja Vista aérea del Castillo de Calatrava La Vieja

Castillo de Calatrava La Vieja

De fundación islámica, la ciudad de Kalaat Raawak ó Qal’at Rabah (Calatrava), que se interpreta según los eruditos Castillo de las Ganancias, es mencionada por primera vez en el año 785, en época del Emir omeya de Córdoba Abderramán I. Fue reconstruida en el año 853, y reformada en el siglo XII, a partir de 1157.
Está situada en un importante cruce de caminos, al abrigo del cual adquirió un gran desarrollo urbano, siendo el lugar más poblado entre Córdoba y Toledo hasta el siglo XIII. Por ella pasaba la vía principal entre estas dos importantes poblaciones, y las que unían Mérida con Zaragoza y el Atlántico con el Levante.
El alto valor estratégico de su situación explica sus cinco siglos de vida. En un principio, jugó un papel decisivo tanto en las luchas civiles que enfrentaron a los toledanos con el poder central cordobés, como en las diversas rebeliones bereberes. Su importancia se acentuó a raíz de su casi total destrucción por parte de los rebeldes toledanos (853) y de su inmediata reconstrucción por orden del emir Muhammad I. A partir de entonces, y como cabeza de una amplia región, se convirtió en el punto más importante de apoyo del poder omeya cordobés en la zona.
Tras la abolición del califato (1031), Calatrava gozó de cierta autonomía, al tiempo que los reinos taifas de Sevilla, Córdoba y Toledo se disputaban su posesión. Finalmente, caería en la órbita de esta última. Con los almorávides (principios del siglo XII) pasó a ser el núcleo islámico más importante frente al ya para entonces Toledo cristiano.
Tomada por Alfonso VII (1147), se convirtió en la plaza cristiana más avanzada frente al Islam. Después de fracasar la encomienda dada a los templarios, fue concedida por Sancho III a la Orden del Císter (1158), dando lugar al nacimiento de la primera orden militar hispana, que adoptó el nombre propio del lugar. Permaneció en el reino de Castilla hasta que los almohades la recuperaron para el Islam a raíz de su victoria en la cercana Alarcos (1195). Alfonso VIII la retomó definitivamente pocos días antes de la batalla de las Navas de Tolosa (1212).
A partir de entonces, Calatrava inició su decadencia. Situada en un lugar malsano y lejos de la nueva frontera, no era ya la sede adecuada para la Orden, cuya cabeza se trasladó en 1217 a otro lugar (Calatrava la Nueva). La antigua Calatrava (Calatrava la Vieja) quedó como cabeza de una encomienda más de la Orden. En la primera década del siglo XV, la sede de la encomienda de Calatrava fue trasladada unos kilómetros más al sur, a Carrioncillo (actual Carrión de Calatrava).

Calatrava ocupa un cerro amesetado de planta ovoide, con 5 ha de extensión, en la margen izquierda del río Guadiana. Desde él se tiene un amplio dominio visual del entorno, pero no aporta capacidades defensivas destacables. La única defensa natural sólida la proporciona el propio río, cuyo cauce, antaño muy ancho y pantanoso, protegía el frente norte de la ciudad. En el resto de la plaza, la accesibilidad del cerro fue paliada mediante sólidas murallas (1.500 metros de longitud) que se adaptan al contorno de éste.
Una gran parte de la muralla, casi toda de época omeya, aún se halla cubierta por escombros. Está jalonada por, al menos, 44 torres de franqueo, de las cuales dos son albarranas. Con excepción de las dos torres situadas en el extremo oriental del alcázar, de planta pentagonal en proa, todas las demás son de planta cuadrangular. En el frente sur de la ciudad, donde se abre la puerta de entrada en recodo, las torres son de mayor tamaño, más abundantes, algunas de ellas huecas, y aparecen más espaciadas, mientras que las del espolón oeste mejor defendido por el escarpe del terreno, son siempre macizas, más pequeñas, y se encuentran más próximas entre sí.
Salvo por su frente norte, protegido por el río y en donde se sitúan las corachas de abastecimiento de agua, el resto del recinto se encuentra rodeado por un foso húmedo artificial que convertía a la ciudad en una verdadera isla. Dicho foso está en su mayor parte excavado en la propia roca del cerro, y cuenta con más de 750 m de recorrido y una profundidad media de 10 metros. Era alimentado directamente por las aguas del Guadiana, que, tras recorrer por gravedad todo el perímetro de la ciudad, se reincorporaban al río aguas abajo de ésta.
El cerro está dividido en dos zonas, separadas entre sí por una muralla de grandes proporciones: el alcázar, al este, y la medina, que ocupa el resto de la superficie. Al exterior de la muralla se extendían los arrabales.
El alcázar se localiza en el extremo oriental de la ciudad, junto a la entrada de aguas al foso desde el río. De planta triangular, cuenta con una extensión de 1 ha. En torno a él se concentran los elementos defensivos más destacados de la plaza, no sólo porque estaba destinado a albergar los centros de poder, sino también porque las defensas naturales de este sector del cerro son de escasa entidad. En sus defensas y estructuras internas se diferencian varias etapas:
1ª) Anteriores al año 853: los restos del antiguo muro de cierre occidental, formado por la propia puerta, todavía oculta, y por diversas torres incluidas en él de muy diversa construcción: adobe, ladrillo, tapiales de tierra y mampostería…
2ª) Las pertenecientes a la reconstrucción de Muhammad I (post. 854) responden a un plan unitario promovido, como en otras partes de la ciudad, por el poder central cordobés con un claro propósito de manifestar su supremacía en la región. Destacan las grandes torres de entrada, que forran a las primitivas, el gran arco triunfal que antecede a la antigua puerta, y los paramentos oeste y sureste. A esta etapa se atribuye también la construcción de la torre albarrana primitiva y las torres pentagonales en proa, que, junto con la coracha vecina, forman parte de un sistema defensivo hidráulico.
3ª) Las islámicas de cronología imprecisa: el aljibe exento, por delante de la puerta, y la gran sala con varios arcos de herradura de gran tamaño, que podría corresponderse con el vestíbulo de un baño.
4ª) El inconcluso ábside templario (1147-1158), de planta dodecagonal.
5ª) Sobre restos más antiguos, la iglesia y las dependencias de la Encomienda de Calatrava (siglos XIII y XIV) ocupan la mayor parte del área del alcázar. En estos dos siglos se realizaron continuas obras, reformas y aprovechamientos de los espacios. Destacan los restos de una herrería y las dependencias abovedadas junto a la iglesia.
En los arrabales, de cerca de 15 ha, además de la identificación de la ermita de Ntra. Sra. de la Encarnación como una antigua mezquita, se han localizado un cementerio almohade y diversas áreas artesanales e industriales.

Calatrava La ViejaCalatrava La Vieja

Castillo de Calatrava La NuevaVista aérea del Castillo de Calatrava La Nueva

Castillo Sacro – Convento de Calatrava La Nueva

El castillo-convento de Calatrava la Nueva se alza sobre un cerro rocoso llamado Alacranejo, en el término municipal de Aldea del Rey, y junto a él flanquea una de las más importantes vías naturales que cruzan Sierra Morena y unen la Meseta con el Valle del Guadalquivir.
La Orden del Cister tomó posesión del castillo de Calatrava la Vieja (en Carrión de Calatrava), asumiendo la defensa de este territorio frente a los árabes, y fundando aquí la Orden de Calatrava en el año 1158.
Cuando la Orden de Calatrava consiguió tomar el castillo de Salvatierra, decidieron construir un nuevo castillo en el cerro de enfrente. Algunas hipótesis apuntan a que el castillo-convento de Calatrava la Nueva fue construido sobre un castillo anterior, el castillo de Dueñas, que según fuentes reales del siglo XIII fue donado tras perder el territorio los cristianos, después de la batalla de Alarcos en 1195. Los Calatravos tomaron Salvatierra en 1198, por lo que no sería extraño que se realizaran en este otro castillo algunas obras. Pero Salvatierra volvió a caer en manos musulmanas en torno a 1210. Después de la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, el castillo fue nuevamente recuperado, y fue entonces cuando se intensificaron las obras de construcción, realizándose en 1217 el traslado definitivo de la Orden desde Calatrava la Vieja. Perteneció a la Orden de Calatrava hasta el siglo XVIII.
A lo largo de los siglos esta fortaleza fue objeto de distintas reformas y añadidos, siendo las más importantes las realizadas en la época de los Reyes Católicos y en la de Felipe II, que pasó allí unos días y lo acondicionó para el paso de los coches de carruaje.

El edificio se estructura en tres partes diferenciadas y ocupa una superficie de unos 46.000 metros cuadrados aproximadamente. La primera parte es el propio castillo, que incluye una iglesia de estilo cisterciense y otras dependencias. El segundo recinto se extiende a lo largo del cerro en el que se encuentra ubicado. Y por último, el tercer recinto, constituido por un espacio paralelo al anterior y que dificulta aún más el acceso.
Es curioso el sistema de zigzag que sigue su muralla para tener más ángulos de visión. Los lienzos de la muralla se asientan directamente sobre roca y sigue la disposición de las peñas. En la zona sur de la primera muralla, se encuentra la llamada Puerta del Sol, hoy muy modificada. Siguiendo el lienzo de la muralla nos encontramos con un portillo al oeste, otro al norte, y unos metros más adelante una puerta que mira al Este. Estas puertas y portillos tienen difícil acceso y se encuentran ocultos por esquinas y contrafuertes de la muralla. En el arranque del camino que conduce directamente al Castillo existen restos de una antigua puerta, construida con roca volcánica, de la que hoy desconocemos su función, y si pertenece al momento en que se construye Calatrava la Nueva o es anterior, ya que no guarda disposición alguna con el trazado de la muralla. Siguiendo el camino nos encontramos con la Puerta del Palo o de los Arcos. En la fachada principal se encuentra la Puerta de Hierro, la cual da acceso a la fortaleza dando paso a un espacio con una gran bóveda de mampostería de piedra con una serie de ventanas a la izquierda y dos puertas a la derecha. Al fondo se encontraba una rampa que permitía el acceso a un piso interior hoy desaparecido. De aquí se pasa al patio principal el cual permite el acceso a las dependencias del convento y a la fortaleza.
En el patio principal se hallan bóvedas de construcción más antigua, en piedra y con puertas de roca volcánica. Sobre éstas, existen otras dependencias de construcción posterior.
Cerca de la entrada que da paso a la iglesia de estilo cisterciense, se construyeron un palomar y un pozo con nieve. Este pozo servía para conservar los alimentos en perfecto estado pues era una de las zonas más frías de todo el recinto. Era un novedoso sistema de refrigeración.
La Iglesia está situada al norte del Castillo, y la puerta principal mira a Occidente. Tiene un gran rosetón, construido con roca volcánica, en época de los Reyes Católicos, para dotar de mayor luminosidad el interior de la iglesia. En la vidriera del rosetón aparecían representados los misterios de la Virgen, en los espacios que de dejaban entre las columnillas, ya que partía una de cada uno de los lóbulos hacia un óculo central.
El interior es un ejemplo de arquitectura cisterciense, que presenta características del arte gótico, aunque tiene algunos elementos de tradición románica, e incluso mudéjar. Consta de tres naves con tres ábsides que quedan insertados en la muralla, la nave central es de mayor dimensión que las laterales.
A lo largo de la Historia se fue enriqueciendo de pinturas, retablos y sepulcros. Tenía un coro que ocupaba gran parte de la nave central con una reja divisoria que separaba los frailes de los caballeros.
La nave de la derecha se comunica con el claustro por una gran puerta; a la izquierda fueron incorporándose las distintas capillas, edificadas por Maestres y Comendadores Mayores, que les servía de sepultura, y son Capilla del Comendador García de Castrillo; Capilla Dorada; Sacristía y Relicario; Capilla de Don Gutierre de Padilla o Capilla Mayor.
El castillo presenta planta rectangular y torres de gran altura. Se ubica en una zona elevada y se adapta al terreno que tiene varios niveles. Sus muros son de gran grosor y las almenas y saeteras complementan sus defensas.
Está construido directamente sobre las rocas, entre la Iglesia y el Campo de los Mártires. La parte central parece ser la más antigua, tanto por la disposición como por el tipo de aparejos y parámetros de mampostería, sobre la que se fueron añadiendo posteriormente distintos cuerpos.
Como fortaleza, muestra distintos sistemas defensivos propios de la arquitectura militar medieval, como son la antemuralla que cierra su escalera de acceso y la puerta en codo, que dificultaría un ataque frontal.
No se han conservado algunas áreas de su nivel superior, por lo cual, las terrazas que actualmente vemos, fueron distintas dependencias en su momento.
En el patio más bajo, al que se accede por una galería de arcos, se encontraban los aposentos del Maestre, bajo los cuales hay un gran aljibe que almacenaba las aguas que recogía de todo el castillo. En un nivel intermedio hay otras dependencias, posiblemente las zonas destinadas a los Alcaides y guarnición de la fortaleza; y en un cuerpo aparte se encontraba el archivo, para evitar que pudieran afectarle algún incendio. A esta estancia se accedía por una escalera de caracol, y guardaba toda la documentación de la administración de las encomiendas en ochenta cajones.
En el nivel más alto, tenía dos patios de armas, y otras dependencias de las que apenas quedan restos, considerándose como simples terrazas.
Todo el recinto, el último de los tres amurallados, es inexpugnable y en su momento estuvo dotado de algunas piezas de artillería.

Vista desde el Castillo de Calatrava la Nueva Vista desde el Castillo de Calatrava la Nueva

Castillo de Pilas Bonas, ManzanaresCastillo de Pilas Bonas

Castillo de Manzanares o de Pilas Bonas

Los orígenes de Manzanares se pierden en el tiempo. Se tienen referencias documentales que testimonian su repoblación en el siglo XII, tras su reconquista, estando en manos de la Orden de Calatrava.
El castillo de Manzanares fue construido entre 1199 y 1207, por orden del Maestre Frey Martín Martínez, para oponerlo cercano al castillo de Tocón que marcaba los límites de las posesiones de la Orden de Santiago. Para defenderlo trajo guerreros vizcaínos, algunos de los cuales eran miembros de la antigua casa solariega infanzona Sagasti-Manzanares, nombre del que tomaron denominación sus descendientes, llamándose Casa Manzanares.
En 1352, sus alcaldes acordaron levantar una cerca dejando 200 casas en su interior, contando con el beneplácito del XVIII Maestre Don Juan Núñez de Prado. Desde 1284 fue sede de la Encomienda de Manzanares, y su primer comendador Frey Blasco Núñez, siendo una de las más ricas del Campo Calatrava.
En el Castillo estableció la orden de Calatrava la Sede de la Encomienda de Manzanares. En los libros de visitas de la orden se tienen diversas noticias documentales a partir del año 1423, que ofrecen datos sobre la configuración del mismo, y de la existencia de la Torre Mayor habitada por el calvero de la orden.
Sus muros han presenciado desde rebeliones de los caballeros de la Orden de Calatrava contra su Maestre, en la Edad Media, hasta un enfrentamiento a cañonazos contra un ejército de Comuneros en 1519, en donde todos los habitantes se refugiaron en el castillo.
El castillo de Manzanares forma un cuadro de 70 varas de lado, posee un foso de 4 varas de ancho, está cercado por una muralla, tiene cubos en sus esquinas y una torre del homenaje en el centro. Según cuenta una leyenda había un pasadizo subterráneo que comunicaba con el castillo del Tocón en Membrilla.Conserva en magnífico estado la torre del homenaje, la antigua capilla y la plaza de armas. Destaca por su valor artístico el palacio residencia del Comendador de Manzanares, que aún conserva techos decorados con rica yesería ornamental, construido hacia 1490.
Los nombres de castillo de Pilas Bonas, castillo de Peñas Borras y otros fueron dados, sin fundamento alguno, por algunos periodistas e historiadores locales a principios del siglo XIX.

Castillo de Doña BerenguelaTorre del castillo de Doña Berenguela

Castillo de Doña Berenguela

Este castillo se encuentra en Bolaños de Calatrava y fue construido probablemente entre los siglos XII y XIII. Las primeras noticias que hacen referencia a este castillo datan del año 1229. Doña Berenguela, madre de Fernando III el Santo, donó el castillo a la Orden de Calatrava, y Alfonso X el sabio corroboró esta donación posteriormente. La historia de este castillo está estrechamente ligada a la de la Orden de Calatrava. Fue sede de esta Orden, y su función era la defensa de la villa de los continuos ataques de los musulmanes. Permaneció en manos de la Orden hasta el año 1544, fecha en que fue abandonado.
El castillo es de planta rectangular y estaba rodeado por un foso y una muralla, que en la actualidad ha desaparecido. Tiene dos torres, la del Homenaje y la llamada torre Prieta, y sus muros, al igual que la torre del homenaje, están rematados por almenas.
Uno de los aspectos más significativos del edificio es la torre del homenaje, situada en uno de los ángulos del recinto, y compuesta por cinco pisos. La planta inferior es la mazmorra. La terraza está rematada en almenas piramidales. En sus muros se abren vanos de reciente fabricación pero se ha conservado su forma original.
La torre Prieta es una inmensa mole de piedra de forma rectangular, desmochada, sin almenado, y en la que apenas pueden apreciarse vanos o elementos decorativos. Está compuesta por tres pisos y sus dimensiones son mayores que las de la torre del homenaje. Al primer piso se accede por del patio, y al tejado a través del adarve.
Uno de los aspectos significativos del edificio es su escudo, en el que pueden apreciarse dos partes bien diferenciadas, que son un castillo de oro, en el que aparece representada la vecindad, y una espada que atraviesa el pan, que representa el impuesto que se pagaba a la orden de la que dependía su defensa.

Castillo de Miraflores PiedrabuenaVista del Castillo de Miraflores

Castillo de Miraflores

Se alza sobre un monte situado a las afueras de Piedrabuena. Se trata de una fortaleza de origen musulmán que debió ser construida en el siglo IX, y de la que existen referencias documentales cristianas del siglo XI.
En 1195, tras la Batalla de Alarcos, la Orden de Calatrava perdió los castillos de Calatrava La Vieja, Caracuel, Alarcos y Piedrabuena, que pasaron a manos musulmanas. Además, los calatravos perdieron también Guadalerzas, Malagón (hoy desaparecido) y Benavente entre otros, es decir, todos los castillos que poseía la Orden entre Toledo a Sierra Morena.
En 1212, el gran ejército cristiano que salió de Toledo hacia Sierra Morena para enfrentarse a los musulmanes en la importante batalla de Las Navas de Tolosa, fue recuperando uno a uno estos castillos para la cristiandad, para vencer finalmente a los musulmanes en Las Navas.
Hoy día se conservan muros de más de 6 metros de altura, el arco de acceso, parte de una bóveda y la base de la torre principal, así como varias estancias.