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Con Pan y Vino…

“En aquel tiempo, Noé, que era labrador, cuando salió del arca comenzó a labrar la tierra y plantó un sarmiento. Y luego lo regó con sangre de león para darle vigor y con sangre de cordero para merecer buen fruto. Después, bebió de su vino, quedó embriagado y echose desnudo en su tierra entregándose al placer”. Libro del Génesis (IX – 20/21)


Se dice que en la época carolingia, los enfermos y ancianos acogidos en los asilos de los monasterios, para evitar que la falta de apetito degenerase en desnutrición, eran reconfortados con “sopas de vino”, especialmente hechas con tipos más o menos licorosos.
Tal plato estimulaba al consumo de otros alimentos ingiriendo estos con sumo gusto pero, ¡ay! debían comerlo a hurtadillas de los diabéticos para no despertar en ellos la envidia que les causaba. Buscóse la solución, bien sencilla por cierto. Las sopas eran condimentadas con vinos secos. ¡Y todos felices!
Está sabido que la falta de apetito puede conducir a la desnutrición. Para combatirla, se estimula el consumo de preparados alimenticios que despierten aquél en los convalecientes, enfermos o inapetentes.
Los vinos blancos, secos, de poco grado alcohólico, bebidos con moderación, estimulan el apetito y facilitan la digestión.
Al vino se le ha llamado “la leche del viejo,” hermoso complemento de una buena alimentación, que si está bien orientada y condimentada puede, con la delicada atención familiar, retrasar algunos cambios de su organismo propios del envejecimiento. Porque la relación directa entre alimentación y cariño debe seguir totalmente en vigor en esta santa etapa de la vida.

Las uvas por y para el vino

Desde que La Mancha supo de fenicios, romanos y musulmanes, el vino siempre estuvo presente en sus tierras y estrechamente vinculado a su cultura, al arte, al comercio y a la literatura, siendo el hombre en su andadura, amigo inseparable del camino.
Alguien dijo que allí donde un viñedo crece, galopan la imaginación y el ingenio.
Con tan rotunda afirmación nadie dudará que en la mayor región vitivinícola del mundo, donde las tierras nunca se acaban, tenía que desbordarse el genio, el talento y la imaginación de poetas y escritores. Y La Mancha, obsequió al mundo por obra y gracia de un cautivo de Argel, con su libro inmortal: Aventuras y desventuras de un Caballero hidalgo de los de lanza en astillero y azarosa vida que discurrió, en gran parte, bajo este cielo abierto y en tierras con olor a mosto.

“La Mancha huele a mosto,
a surco labrantío,
a pámpana que brota,
a fiebre de bodega,
a Historia, polvo, cal,
a lucha y brega,
a sangre de batalla
sin derrota.”

Visita a las antiguas cueva-bodega de Tomelloso

Y es que el propio Cervantes, era un buen conocedor del vino manchego. Ese mismo vino que al socarrón de Sancho no se le iba de la memoria: “…y esta bota colgada del arzón de la silla, por si o por no, y es tan devota mía y quiérola tanto, que pocos ratos se pasan sin que le dé mil besos y mil abrazos.”
Ortega y Gasset, Fernández Flores, Camilo José Cela, Néstor Luján, Gregorio Marañón y otros escritores contemporáneos enaltecen las excelencias y virtudes del vino. Nos basta, como botón de muestra, recordar bellas estrofas del llorado Pemán:

“Beber es todo medida;
dar alegría al corazón
y sin perder la razón,
darle razón a la vida.”

Fernando de Rojas, por boca de la Celestina, la alcahueta mayor del Reino, canta el homenaje al vino:
“…en invierno, no hay tal escalentador de cama, que con dos jarrillos de éstos beba cuando me quiero acostar, no siento frío en toda la noche: de esto aforro todos mis vestidos cuando viene la Navidad, esto me calienta la sangre, esto me sostiene continuo en mi ser; esto me hace andar siempre alegre; esto me para fresca. De esto vea yo sobrado en casa, que nunca temeré el mal año, que un cortezón de pan ratonado me basta para tres días. Esto quita la tristeza de corazón, más que el oro y el coral; esto da esfuerzo al mozo y al viejo fuerza; pone color al descolorado; coraje al cobarde, al flojo, diligencia; conforta los cerebros, saca el frío del estómago, quita el hedor del aliento, hace potentes los bríos; hace soportar los afanes de las labranzas a los cansados segadores; hace sudar toda agua mala; sana el romadizo y las muelas; sostiénese sin hundir en el mar, lo cual no hace el agua.”

Aunque muchos no lo huelen, ni entienden, ni quieren beber vino haciendo de ello un prurito social, olvidan la pureza de ese vino divino, honesto, viril, sincero, noble, leal compañero de mesa y mantel, proclive a la amena charla y de secular presencia en la dieta mediterránea arropada de larga tradición cristiana y campesina.


Con la uva pisada y el amor de brazos y desvelos, nacieron a la vida los vinos de La Mancha. Sinceros, hogareños, sin otra pretensión que regar el pan de cada día.


“Dieronle a los dos a probar del vino de una cuba pidiéndoles su parecer del estado, calidad, bondad ó malicia del vino. El uno lo probó con la punta de la lengua, el otro no hizo más que llegarlo a las narices. El primero dijo que aquel vino sabía a hierro; el segundo dijo que sabía a cordobán. El dueño dijo que la cuba estaba limpia y que el tal vino no tenía adobo alguno por donde hubiese tomado sabor de hierro ni de cordobán. Con todo eso, los dos famosos mojones se afirmaron en lo que habían dicho. Anduvo el tiempo, vendiose el vino y al limpiar la cuba hallaron en ella una llave pequeña, pendiente de una correa de cordobán. Porque vea vuestra merced si quien viene de esta ralea podrá dar su parecer en semejantes causas.” El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha (libro segundo, cap. XIII)


Un artículo de Antonio Bellón Márquez ©


Fotografías de sabersabor.es ©

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El origen de los cortijos manchegos

Los inalcanzables horizontes de la interminable llanura que, aparentemente todo lo exponen al primer vistazo del transeúnte, esconden como sorpresas para el explorador, todavía hoy, infinidad de edificaciones en mitad del campo, habitadas por la historia, ya sea en ruinas o en buen estado. Donde la tradición delata en cada uno de sus detalles el paso de diversas culturas, y el trabajo de miles de brazos.
Cortijo, quintería o casilla. Han servido para denominar una forma de hábitat disperso en la mitad meridional de España. Significando el cortijo, el sinónimo más extendido que mejor identifica tanto en Andalucía como en Extremadura o La Mancha, una gran construcción en el centro de una finca dedicada a la producción agropecuaria.
Paseando la vista por los páramos del Campo de Montiel, los cerros del Campo de Calatrava, las cañadas del Campo de San Juan o la colosal planicie manchega, encontraremos en cada uno de sus sitios, lugares y parajes edificados con sus correspondientes antecedentes culturales de los actuales cortijos que hoy sirven de fincas de recreo para actividades turísticas o cinegéticas, felizmente rehabilitados.
A la vez no faltan infinidad de ruinas que poco a poco van regresando a su origen de materias primas obtenidas del entorno para edificar ese necesario cobijo que acortara la distancia al pueblo y delimitara el espacio de refugio tan necesario para los habitantes del campo. El arrendatario que entregaba la quinta parte de la cosecha al propietario de la finca, llamado quintero y por tanto, morador de una quintería. Muy distinto del propietario de una quinta. Fincas de recreo nacidas en el entorno de Madrid, equivalentes a los Reales Sitios y a imitación y semejanza de los palacios del rey, servían a la nobleza a menor escala y proporción, como fincas de recreo y caza, además de producción agrícola.
Tanto el cortijo como el paraíso, poseen el don de delimitar un espacio cercado para uso privado. Los paraísos más antiguos nacieron con el inicio mismo de la civilización, en Persia y Mesopotamia. Tanto es así, que hoy nos cuesta entender dicha palabra disociada de un jardín del Edén o un lugar perfecto en la naturaleza.

Algo similar ocurre con el cortijo. Que sirvió para marcar un pedazo de terreno donde edificar ese imprescindible sitio para albergar utensilios de labor y alojar a sus moradores. Cuyos orígenes más remotos en esta parte del Mediterráneo, los encontramos en las opulentas e industriosas villas romanas, dueñas y señoras de los latifundios por antonomasia.
Con los árabes y sobre todo con Al-Ándalus, muchos latifundios romanos se transformaron en alquerías o pequeños núcleos de población rural, que sobre todo en Levante y parte oriental de Andalucía, fueron evolucionando a muchos de los cortijos actuales.
Aquí en La Mancha, además de las evidentes huellas romanas y musulmanas, lo que más determinó la posición actual de los cortijos contemporáneos fueron las órdenes militares, propietarias de toda La Mancha hasta no hace mucho. Por medio de castillos y cortijos fortificados, fueron colonizando y conquistando el territorio hasta estructurarlo y administrarlo al principio de la Baja Edad Media como grandes dehesas, cañadas y veredas de gigantescos rebaños que hicieron posible su poderío y riqueza a través de la lana.
Con el agotamiento de las órdenes militares y la extensión paulatina de la agricultura comenzaron a surgir nuevos latifundios propiedad primero de la nobleza y luego de la burguesía que a finales del XVIII y principios del XIX, impusieron el cultivo del cereal. Necesitando de enormes infraestructuras agrícolas con la edificación de grandes cortijos donde albergar el gran número de jornaleros, animales y aperos. Además de la residencia del propietario.
El último paso en la evolución del asentamiento del cortijo manchego fue de aspecto meramente utilitario más que productivo representativo o de recreo. Se trata de “la casilla”. Construcción característica de la llanura manchega. Elemento arquitectónico que como casi todo, surgió de la necesidad, y posee la inadvertida virtud de haber creado Racionalismo sin saberlo.
Los libros de texto nos dicen que fue Le Corbusieur. Pero yo veo muy claro que fueron, al menos uno o dos siglos antes, los labriegos manchegos. Haciendo uso de esa inteligencia natural para solventar una necesidad. Utilizando materiales del entorno, adaptándose al medio y a la escasez de recursos. Limitando el espacio a la racionalidad de la más elemental escala humana. Resolviendo en el espacio más elemental todo cuanto precisaban.

Así pues, si puede definirse o identificarse como vernácula, propia u original un elemento o edificio que defina por sí mismo la arquitectura manchega, esa es “la casilla”. Hoy llamada cortijo en casi todas partes, por encontrarse en mitad del campo en cada una de las fincas o parcelas que se sirven de su uso como almacén de aperos y cobijo del labrador.
En ellas se aprecia con virtuosismo natural, lo mejor de las construcciones adaptadas al medio. Que deben figurar como elementos a proteger del patrimonio cultural humano. Pues definen por sí mismas la esencia de la arquitectura manchega. Funcional, utilitaria, práctica, sencilla, humilde, natural, elegante. Libre de todo complemento decorativo. Totalmente al margen de espacios que no respondan al más estricto interés del uso cotidiano. Líneas rectas. Dimensiones tan humanas como el propio tamaño de hombres y animales. Una simple chimenea y dos pollos para cocinar y dormir, junto a una cuadra para animales y aperos. El Racionalismo en su estado más originario. Nacido en La Mancha sin conocimiento de sus inventores.
Este es el valor más incalculable y universal del cortijo manchego. Surgido de la opulencia romana, el pragmatismo árabe, la necesidad agrícola y el sentido común del ser humano.
Una edificación tan sencilla que siempre ha sido infravalorada como un simple almacén circunstancial. Cuando en realidad es fruto de milenios de adaptación al medio. Y medio de vida para la esencia de La Macha.
La casilla manchega: el auténtico cortijo manchego. Seña de identidad y motivo de orgullo como una de las grandes aportaciones del ser humano a la arquitectura universal. Como siempre con esa humildad tan sazonada de complejos de los manchegos. Un valor menospreciado y olvidado por nosotros mismos.


Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano ©


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Cuevas – Bodega de Tomelloso, la cultura del vino

Enoturismo en La Mancha

Si pudiésemos ver de una manera global el subsuelo de Tomelloso, lo veríamos agujereado por completo. Se trata realmente de un mundo subterráneo único por descubrir


De las cuevas tomelloseras hay mucho que decir, si tenemos en cuenta la enorme cantidad de cuevas que hay construidas en la población, desde las antiguas y primitivas (anteriores al año 1750, pero que no se usaban para hacer vino), hasta las modernas y espaciosas, consideradas como estimables obras arquitectónicas (la más reciente la podemos encontrar en Bodegas Verum).

La historia

Ante la creciente demanda de mosto y vino provocada por la muy desastrosa plaga de filoxera que afectó a los viñedos franceses y a gran parte de los viñedos españoles en la segunda mitad del siglo XIX, miles de familias de Tomelloso, se calcula que hasta 4.000, cavaron cuevas en sus casas para hacer y almacenar vino. Algunas incluso cavaron la cueva antes de tener su propio hogar.
Una oportunidad única y propicia para atender a un mercado que se había quedado totalmente desabastecido y que Tomelloso supo aprovechar.
Las cuevas – bodega son testigos de esta rocambolesca historia. Cada una de ellas nos habla de una vida dedicada al cultivo de la vid y a exprimir su delicioso zumo: el vino.
En 1950 se datan 3.500 bodegas en toda la ciudad (superficiales más subterráneas), de las que aproximadamente 2.000 serían cuevas, lo que da una idea de su importancia.
A día de hoy quedan varios cientos, a pesar del último boom urbanístico, como se puede comprobar fácilmente paseando por las calles de Tomelloso.

Bajando a una antigua cueva – bodega

El «ajuar» de Tomelloso


Existen otros lugares con cuevas – bodega pero muy por debajo en número y tamaño respecto a Tomelloso. Aranda de Duero (Burgos), Fuensaldaña y Mucientes (Valladolid), Haro (La Rioja), son algunos ejemplos


Detalles de su construcción

La realización de cuevas – bodega era un trabajo de pico y brazo, que podría durar entre un año y medio o dos. Un trabajo que hacían hombres y mujeres. Ellos picaban la tierra y horadaban el subsuelo hasta lograr unas naves con bóvedas en arco de medio punto, con unas cualidades óptimas para poder albergar las cosechas en quietud, guareciendo los vinos de cambios climáticos bruscos.
Ellas, valientes manchegas llamadas terreras, eran las encargadas de trasladar la tierra y la arena extraídas del interior hasta la superficie.
La tierra arcillosa de Tomelloso permitía este trabajo mejor que la tierra rocosa de otros lugares.
La tierra resultante de la excavación se guardaba para los cimientos y la propia construcción de la casa, y se creaba una estructura tan segura que hoy día muchas de las casas de antaño se conservan en pie.
Las cuevas que han llegado hasta nuestros días tienen una profundidad media de 12 metros y su techo está formado por una capa dura de roca de 2 a 4 m espesor, que en estas tierras llaman costra o tobazo.

Visita turística a una cueva – bodega de Tomelloso

Herramientas, mujeres y hombres de La Mancha


En la capa dura, especialmente resistente, se llegaron a usar incluso barrenos de pólvora para abrir camino. Todo un mérito teniendo en cuenta que Tomelloso no es un pueblo minero


Las cuevas tienen una salida al exterior por medio de las llamadas lumbreras, que tanto llaman la atención de los visitantes, y que encontramos enrejadas sobre las aceras de gran número de calles de Tomelloso.
Esta salida a la superficie era obligatoria por cuestiones de seguridad, ya que por ahí salían los gases resultantes del almacenaje del vino, al mismo tiempo que actuaba como un respiratorio que oxigenaba el brebaje del Dios Vacuo.
Por algunas de ellas, las más grandes, también se aprovechaba parar bajar las tinajas que después almacenarían el vino.

Lumbrera desde el interior de una cueva – bodega


Las cuevas guardan aún hoy las tinajas de barro donde se almacenaba el vino, salpicado de secretos y leyendas


Una de curiosidades

  • Las primeras tinajas eran de unas 200-250 arrobas, de barro, llamadas de culo de avispa, y traídas en carros desde la población cercana de Villarrobledo. Una arroba de vino equivale a 16 litros.
  • Con el apogeo del vino y los cambios de uso del suelo en Tomelloso (monocultivo de la vid durante el siglo XIX y gran parte del siglo XX), las tinajas pasaron a ser de 350-450 y denominadas tinajas de panza.
  • Desde 1916 se comenzaron a construir tinajas de cemento (era frecuente la rotura del barro), construidas con molde en la propia cueva. Se popularizaron sobre todo después de la posguerra.
  • Las cuevas – bodega más pequeñas, de media, pueden almacenar 30.000 litros de vino, es decir, unos 50.000 kg de uva, una 30 Ha de viña de secano.
  • Cuando se limpiaban las tinajas para la siguiente cosecha, la costra que había en ellas se vendía a la industria farmacéutica, pues contenía ácido tartárico, utilizado como ingrediente en algunos medicamentos.
  • El total de la tierra extraída en Tomelloso podría suponer 400.000 toneladas de tierra, suficientes para cubrir 25 cm todo el término municipal.
  • Todas las cuevas en línea, supondrían un túnel de más de 30 km.

Tinajas de barro y de cemento


Las cuevas – bodega de Tomelloso se dejaron de construir y usar, allá por la década de los 80, cuando la industria vinícola prohibió el almacenaje del vino en las casas particulares por cuestiones de seguridad



Un artículo de Antonio Bellón Márquez ©


Fotografías de sabersabor.es ©


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Madrid – La Mancha, un día por tierras del Quijote

Viaje Madrid ruta del Quijote vino La Mancha

Os proponemos una escapada inolvidable para los que quieren vivir una auténtica experiencia cultural, natural y gastronómica. Un viaje de un día por La Mancha para descubrir algunos de los más importantes escenarios naturales del Quijote, con toda la esencia de nuestras ciudades, pueblos y aldeas, y disfrutando de nuestra rica gastronomía, en la que no puede faltar el delicioso Queso Manchego y los afamados vinos de La Mancha. Sin duda, una auténtica experiencia cultural universal.

Cervantes y Alcázar de San Juan

Iniciaremos el día en Alcázar de San Juan, según algunos estudiosos verdadera cuna de Don Miguel de Cervantes. Desde la inmensa llanura que la bordea, salpicada de bellas lagunas, pasando por sus conocidas fiestas de Moros y Cristianos, las tortas de Alcázar o el legado de su artesanía del cuero, la alfarería y la madera, la visita a Alcázar de San Juan está llena de lugares de interés turístico y patrimonial como las calles del casco antiguo que nos llevarán a la Plaza de Santa María, presidida por una estatua de Miguel de Cervantes.
Esta plaza, origen de Alcázar de San Juan, es un magnífico conjunto en el que la piedra arenisca rojiza contrasta con el color verde intenso de los cipreses que la adornan. En este espacio llama la atención el poderoso Torreón del Gran Prior, torre almenada de planta cuadrada y origen almohade (siglo XIII) que perteneció, como el Cubillo con el que forma conjunto, a la antigua alcazaba. Su nombre se asocia con Don Juan José de Austria, hijo bastardo de Felipe IV y de la comedianta María la Calderona, que fue gran prior de la Orden de San Juan. Ante este Torreón se levanta la comentada estatua del autor del Quijote, pluma en ristre.
En la misma plaza, la iglesia de Santa María la Mayor, remonta sus orígenes al siglo XIII y se erige como un maravilloso compendio de épocas y estilos (románico, gótico, mudéjar, renacimiento…), además de guardar celosamente la partida de bautismo atribuida a Miguel de Cervantes Saavedra, descubierta entre sus archivos allá por el año 1748. El conocimiento de que hace gala Cervantes del entorno de esta ciudad avala sin lugar a dudas esta hipótesis. Aunque es sabido que Alcázar de San Juan disputa con Alcalá de Henares su condición natal de Cervantes.

El Museo de la Casa del Hidalgo bien merece nuestra visita para conocer las costumbres y cómo era la vida de los hidalgos que inspiraron a Miguel de Cervantes cuando creó el personaje de Don Quijote de La Mancha. El Museo cuenta con la exposición de piezas originales de gran valor, cedidas por importantes museos españoles (Museo del Ejército, Museo Nacional de Artes Decorativas, Museo de Santa Cruz, entre otros). También cuenta con recursos audiovisuales, manipulativos e interactivos con los que poder experimentar a lo largo de toda la visita. Un recorrido por sus estancias con toda la esencia y el sabor de aquella época.

Imprescindible realizar una pausa para reponer fuerzas con un buen trozo de deliciosa bizcochá o con unas tortas de Alcázar, nacidas antaño en los hornos del convento de Santa Clara.


Museo Casa del Hidalgo

Colegiata Santa María La Mayor en el entorno del Conjunto Palacial, Alcázar de San Juan
Colegiata Santa María La Mayor en el entorno del Conjunto Palacial

Molinos de Campo de Criptana

A continuación, nuestro viaje nos llevará hasta Campo de Criptana, para descubrir uno de los hitos fundamentales de la geografía española, testigo de un pasado histórico y cultural envidiables: el barrio del Albaicín y los maravillosos molinos de viento que lo coronan. Esta experiencia nos permitirá rememorar la leyenda cervantina del famoso lance entre Don Quijote y sus “gigantes”, así como descubrir algunos secretos del noble arte de la molinería.
Los molinos siguen siendo heraldos ante el mundo del paisaje de Campo de Criptana y de la Mancha en su totalidad. Y algo de esa herencia señorial y quijotesca debe seguir presidiendo sus muros encalados y sus aspas orgullosas y erguidas a los cuatro vientos, pues hoy el conjunto de los molinos de Campo de Criptana está declarado Bien de Interés Cultural, y tres de ellos, los más antiguos, alcanzaron en 1978 la categoría nacional de Monumentos de Interés Histórico-Artístico.

Como todo el que se aproxima a Campo de Criptana, Don Quijote divisó a lo lejos “treinta o cuarenta molinos de viento”. No sólo la imaginación, sino, sobre todo, su irrefrenable deseo de entrar en combate con unos enemigos poderosos y dañinos para la humanidad y añadir nuevas hazañas a su todavía breve historial de caballero, le hicieron ver allí aquellos desaforados gigantes con quien pensó en hacer batalla para quitarles la vida. Es conocido cómo terminó nuestro caballero andante: sin lanza, maltrecho y siguiendo como pudo camino hacia Puerto Lápice, mientras Sancho Panza repetía una y otra vez que ya le había advertido. Cientos de páginas se han escrito sobre este episodio, el más reproducido en dibujos y grabados, y sin duda el que eleva a sus más altas cotas la quimera quijotesca.

Disfrutaremos de un inolvidable recorrido por la sierra de los Molinos para descubrir aquellos gigantes de largos brazos disfrazados de ingenios para moler trigo, tres de los cuales todavía conservan la maquinaria original del siglo XVI. Otros están dedicados a museos, como el que reúne retazos de la vida artística de Sara Montiel, hija predilecta de Campo de Criptana.

Un paseo por el Albaicín de Criptana, con sus maravillosas calles empedradas de casas bajas con tejados de teja árabe, paredes largas, lisas y tan blancas que parecen haber sido encaladas la víspera, rejas que protegen sus pequeñas ventanas, puertas y zócalos de color añil, calles con nombres casi invariablemente relacionados con El Quijote y que se unen mediante escaleras y se enmarañan entre sí a medida que bajan de la sierra al llano, nos acercará a la hora del almuerzo, que nos espera con una deliciosa y auténtica Comida Típica del Quijote, a base de platos tradicionales de la cocina manchega. Una cocina universalizada por Cervantes.

Antigua cueva – bodega de Tomelloso

Dejamos atrás tan ilustre lugar, y recorreremos los escasos kilómetros que separan Campo de Criptana de Tomelloso. Ciudad de paso y estrechamente vinculada a la Mesta desde época medieval, Tomelloso es hoy uno de los principales centros productores de vino de España y de la región con D.O. La Mancha.
La ciudad retiene todavía una amplia tradición artesanal, que se aplica en dosis iguales de esmero, mimo y profesionalidad a sus productos más conocidos: el Queso Manchego, sus vinos y sus brandys.

Iniciaremos la tarde visitando una de las 2200 antiguas cuevas – bodega existentes en el subsuelo de Tomelloso, excavadas antaño en la roca para hacer y almacenar el vino. Si pudiésemos ver de una manera global el subsuelo de Tomelloso, lo veríamos agujereado por completo. Se trata realmente de un mundo subterráneo único por descubrir. Cada una de estas antiguas cueva – bodega nos habla de una vida dedicada al cultivo de la vid y a exprimir su delicioso zumo: el vino.

Las numerosas rejillas o lumbreras que se abren en el suelo a nuestro paso por todo el casco urbano de la ciudad nos indican la existencia de numerosas cuevas bajo tierra horadadas por valientes hombres y mujeres bajo sus casas para hacer vino. Bodegas llenas de encanto que conservan toda su esencia gracias a sus grandes tinajas de barro y a permanecer intactas desde hace décadas.

Existen otros lugares con cuevas – bodega pero muy por debajo en número y tamaño respecto a Tomelloso. Aranda de Duero (Burgos), Fuensaldaña y Mucientes (Valladolid), Haro (La Rioja), son algunos ejemplos.

A continuación, nos trasladaremos a una auténtica Quesería Artesana manchega, donde conoceremos los secretos de un producto sobradamente conocido: el Queso Manchego. Descubriremos todos los detalles que marcan la diferencia de este queso y realizaremos un interesante itinerario por las instalaciones de esta fábrica artesana de la mano de todo un maestro quesero. Terminaremos con una cata-degustación de este producto tan cotizado a nivel nacional e internacional.
Las características de La Mancha han constituido siempre un imperativo ecológico para la explotación del ganado ovino y por tanto para la elaboración de quesos, como prueba la existencia de varios yacimientos de la Edad del Hierro y del Bronce, en los que se han encontrado fragmentos de antiguos utensilios que sin duda sirvieron para la elaboración de quesos. Destacan dos queseras completas descubiertas en la Motilla del Azuer, Daimiel.
Es de suponer que todas las civilizaciones que han pasado por estas tierras, disfrutaron paladeando nuestro queso.
Estamos obligados a mencionar a Cervantes que en el Quijote cita varias veces el Queso Manchego y presenta a su héroe como un gran consumidor de él. Las alforjas de Sancho Panza siempre iban provistas de pan y queso. Para deleitarse es el capítulo “Donde se cuentan las bodas de Camacho El rico, con el suceso de Basilio El pobre”, se dice: “… los quesos, puestos como ladrillos enrejados, formaban una muralla…”.
Para terminar esta pequeña reseña histórica respecto al Queso Manchego se cuenta que un famoso ‘gourmet’ norteamericano había comentado que dudaba entre lo que le producía más placer: si tomar un buen Queso Manchego, con un tinto de la misma tierra, o si leer al Quijote, y que, al fin, había resuelto tan angustiosa duda, comiendo el queso, bebiendo el vino y leyendo el Quijote, alternativamente.

Como no podía ser de otra forma, finalizaremos este apasionante viaje a la tierra de Don Quijote con la entrega a los participantes del Título de Dulcinea y Caballero.

Elaborando el Queso Manchego



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Un artículo de Antonio Bellón Márquez ©

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Ruta por los castillos de la Orden de San Juan

Orden de San Juan Turismo Castilla La Mancha sabersabor.es

Un paseo por las atalayas que elevan nuestra tierra, vestigios de siglos de historia que esperan nuestra mirada curiosa y nuestros pasos aventureros


Las comarcas de Ciudad – Real y Toledo aglutinan entre valles y atalayas cientos de vestigios, algunos mejor conservados que otros, que hablan de la historia bélica, social y cultural de nuestras tierras. La orografía del territorio, a veces escarpada, otras suavemente plácida, hizo de estas tierras un codiciado edén para romanos y visigodos, soberanos árabes y cristianos, y en ella se extendían los dominios de señores feudales o de caballeros de la Orden de San Juan.
La orden soberana militar y hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, fundada en el siglo XI. En esa época, los mercaderes de Amalfi fundaron un hospital en Jerusalén con la intención de acoger a los peregrinos. A finales de ese siglo, Gerardo, responsable de la congregación, le dio nombre de hospitalarios de San Juan. El papa Pascual II aprobó la orden en 1113 y está sirvió como referencia para las demás ordenes hospitalarias. En 1187, después de la caída de Jerusalén, los hospitalarios se trasladaron a San Juan de Acre, luego a Chipre y en 1308 se establecieron en Rodas. Sin embargo en 1522, cuando los turcos invadieron la isla, se instalaron en Malta, bajo la protección de Carlos V; se les denomino entonces caballeros de la orden de Malta.

Torreón del Gran Prior, Alcázar de San JuanTorreón del Gran Prior, Alcázar de San Juan

Castillo de Alcázar de San Juan

Ciudad muy antigua, con antecedentes romanos, a Alcázar de San Juan la llamaron Alces. Con la llegada de los árabes también la pueblan y la llaman Al – Kasar (palacio fortificado), construyen un castillo del que no se conservan restos. En el 935 Alcázar (Qasr Banu Atiyya, en árabe) forma parte de la Taifa de Toledo. La antigua alcazaba árabe será el embrión de la villa sanjuanista.
Tras la conquista de los campos de La Mancha, los reyes cristianos van a conceder tierras y privilegios a las Órdenes Militares para que se hagan cargo de la repoblación y cristianización de la zona de la frontera.
Conquistada Al – Kasar por los cristianos de Alfonso VIII en el siglo XII, se construye aquí un castillo mandado por el Comendador Fernando Pérez en 1287, y pasa a llamarse Alcázar de Consuegra. Con el tiempo esta fortificación se ampliaría, siendo un punto estratégico importante, se despegaría de su cabeza Consuegra, pasándose a llamarse Alcázar de San Juan ya que el rey Sancho IV le concede villazgo el 26 de Enero de 1292 en Burgos.
Esta fortaleza tenía ocho torres: la del Cubillo, Pozo Cardona, Piedras de Zamora, Torre del Cid, la Torrecilla, Torre del Castillo, Torre de San Juan y el Torreón de Don Juan de Austria.
De ellas solo se conservan la del Cubillo y la de Don Juan de Austria, de las murallas y de las demás torres nada.
Hoy en día en los alrededores del barrio de Santa María se localizan los más importantes vestigios del pasado medieval de Alcázar de San Juan. El torreón del Gran Prior, el cubillo, la Capilla de Palacio y la casa de Gobernación forman hoy el monumental Conjunto Palacial del Gran Prior.
La antigua Capilla de San Juan Bautista fue construida en el siglo XVI. A lo largo de la historia ha servido de cárcel, cementerio, museo y capilla. Actualmente cuenta con una parte expositiva sobre el antiguo conjunto palacial. Desde aquí también se accede a los yacimientos arqueológicos romanos.
Del Cubillo dos hipótesis nos hablan de esta muralla cuando tratamos de averiguar el origen de esta singular edificación. Por un lado, posible resto de la antigua muralla que rodeaba Alcázar antes de la llegada de la Orden de San Juan, y por otro, restos del antiguo palacio del Gran Prior de los Hospitalarios de la Orden de San Juan. Según cuenta esta tradición, pudo servir de campanario de la Iglesia de Santa María.
Muestra los restos de una torre semielíptica cubierta por una bóveda de crucería. Con su restauración, el cubillo pasó a acoger una pila bautismal, así como varios paneles explicativos que describen la historia de Alcázar de San Juan y su tradición cervantina fruto de su reivindicación como cuna de Miguel de Cervantes.
La Casa de Gobernación, podría ser la residencia del gobernador del Priorato de San Juan desde el momento en el que Alcázar asumió la capital del Priorato (s.XVIII).
El Torreón de Don Juan José de Austria fue construido en 1284. Es una torre almohade de planta cuadrangular con tres alturas a las que se accede mediante una escalera de caracol. Forma parte de lo que fue el palacio de los Grandes Priores de Castilla y León de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta.
Hoy es un Espacio Museográfico dedicado a los Caballeros Hospitalarios, y cuenta la historia de aquellos caballeros que un día lo habitaron y dominaron esta tierra.

Colegiata Santa María La Mayor en el entorno del Conjunto Palacial, Alcázar de San JuanColegiata Santa María La Mayor en el entorno del Conjunto Palacial, Alcázar de San Juan

Cervantes y Alcázar de San JuanCervantes y Alcázar de San Juan

Interior Torreón del Gran PriorInterior Torreón del Gran Prior

Castillo de Peñarroya en Argamasilla de Alba

Castillo de origen musulmán, aunque pudo tener antecedentes romanos, el Castillo de Peñarroya se encuentra estratégicamente situado sobre un acantilado, una peña (roya, roja o rubia, según opinión) desde la que domina un desfiladero por el que discurre el río Guadiana, constituyendo además la entrada al Parque Natural de las Lagunas del Ruidera.
Según una crónica manchega de Don Ramón Antequera Bellón (Juicio Analítico del Quijote), el capitán Alonso Pérez de Sanabria arrebató el castillo a los moros el día 8 de septiembre de 1198. A raíz de la toma de la fortaleza se encontró la imagen de Nuestra Señora de Peñarroya, que es venerada desde entonces, entre otros, por los vecinos de Argamasilla, que tienen en ella su Patrona.
Poco después de la conquista de la fortaleza por las tropas coaligadas de los caballeros de Santiago y Hospitalarios (1198), fue adscrita definitivamente a ésta última Orden en 1215, donada a la Orden de San Juan por Alfonso VIII y confirmada por Enrique I, siendo ya en el siglo XIV la encomienda más importante de la Orden de San Juan desde el punto de vista económico, garantizando el aprovechamiento económico del territorio mediante el arrendamiento de pastos, cobro de impuestos y protección a los pacíficos pobladores, a la vez que sirviendo de almacén de bienes o caja fuerte de la Orden.
En el exterior conserva el camino de acceso medieval, humilladero y foso. Por un pórtico se da entrada al patio de armas. Ya en el interior pasillo o liza divide la muralla principal, y más alta, del antemuro. También en el interior se encuentran la torre del homenaje, la ermita del siglo XVII, el patio de armas, y el aljibe medieval.
La torre del homenaje acoge actualmente las dependencias de la Cofradía de Nuestra Señora de Peñarroya, de Argamasilla de Alba, aunque es de suponer que antiguamente constituiría las dependencias del señor del castillo o alcaide de la fortaleza.
La ermita sirve como santuario de Nuestra Señora de Peñarroya, patrona de Argamasilla de Alba y de La Solana, y se accede a ella por el patio de armas. En su interior, de marcado estilo barroco decadente, hay pinturas a ambos lados del altar mayor, destacando también el retablo churrigueresco, el camarín de la virgen, el coro y una extraordinaria talla del siglo XVII que primitivamente estuvo emplazada en el convento de los mercenarios de Argamasilla del Alba.
La ermita actual formaba parte de las dependencias de la fortaleza. Anteriormente existía una pequeña ermita a la vista del desfiladero, en el patio de armas, para el culto y las oraciones de los moradores del castillo.
Recientemente se han encontrado en el exterior una necrópolis de rito islámico y un campo de silos de cronología indeterminada.

Castillo de Peñarroya. Autor, M. PeinadoCastillo de Peñarroya

Castillo de PeñarroyaCastillo de Peñarroya

En honor a la Virgen de PeñarroyaEn honor a la Virgen de Peñarroya

Al borde del pantano, Castillo de PeñarroyaAl borde del pantano, Castillo de Peñarroya

Castillo de Consuegra

El Castillo de Consuegra se alza, rodeado de molinos de viento, sobre el cerro Calderico. La localidad de Consuegra, de raíces celtibéricas, romanas y visigodas, fue un importante frente fortificado durante las luchas entre Toledo y el califato de Córdoba, e iría pasando alternativamente por manos cristianas y árabes.
La historia romana de esta fortaleza se remonta a la época de la Consaburum, que contaba con las edificaciones típicas de una gran ciudad, tales como circo, termas, murallas y acueducto.
Posiblemente la primera reconstrucción de castillo la realizara Almanzor en el siglo X, en pleno dominio musulmán de estas comarcas.
En el año 1097 el rey Almotamid de Sevilla cedió el castillo a Alfonso VI, a través de un pacto matrimonial por el que el rey se casaba con la princesa sevillana Zaida, aportando ésta como dote el castillo de Consuegra. Se consiguió así la fortaleza sin derramamiento de sangre, pero poco después, el 15 de agosto de 1097, Alfonso VI perdió el castillo en la batalla de Consuegra contra los almorávides. Ante los pocos efectivos que disponía ante la llegada inminente de los almorávides a Consuegra, Alfonso VI pide ayuda al Cid. Este, habiendo conquistado Valencia a los moros, le proporciona refuerzos mandados por su único hijo varón, Diego. En el transcurso de la batalla de Consuegra, Diego perdería la vida. Desde 1997 se conmemora en ese día la muerte del hijo del Cid y los demás cristianos en la batalla de Consuegra.
El castillo fue definitivamente recuperado por los cristianos a mediados del siglo XII, y reconstruido por los Caballeros Hospitalarios entre ese siglo y el siguiente, lo que explica su original arquitectura de tipo europeo. Alfonso VII entregó la fortaleza, el pueblo y las tierras del contorno a la Orden de San Juan de Jerusalén en el año 1183, que construyo el actual castillo y estableció allí la capital de su Priorato de La Mancha, custodiando el paso a la región de la que es puerta natural. En él celebró varios capítulos la Orden y allí se conservaba su valioso archivo, destruido al parecer durante la invasión francesa. En 1809, fue tomado por las tropas francesas quienes establecieron en él una guarnición por su valor estratégico, que duró hasta la rendición francesa el 22 de septiembre de 1812 estando al mando de las tropas españolas el general Xavier Elío.
El castillo, con la desamortización de 1836 había pasado a manos particulares y en 1962 es adquirido por el Ayuntamiento de Consuegra, comenzando en 1985 un periodo de rehabilitación hasta nuestros días.
Actualmente se puede visitar el interior del castillo con sus diferentes dependencias, aljibes, nave archivo, sala capitular, nave ermita entre otras.
La estructura de este castillo es bastante atípica. Está constituido básicamente por un cuerpo central cuadrado con una gran torre cilíndrica a cada uno de sus lados. El recinto se encuentra rodeado por una barrera de la que sólo quedan restos en la parte que rodeaba el patio de armas.
Lo primero que aparece es un espacio vacío denominado centinela, desde donde se accede al castillo propiamente dicho, que está rodeado por la barrera defensiva.
La puerta de acceso está enmarcada por dos estructuras cúbicas, y sobre ella se encuentra el escudo del Prior de la Orden Juan José de Austria y el de los Álvarez de Toledo.
Entre las estancias interiores destacan el aljibe, con cubierta de bóveda de cañón, un patio interior y los archivos de la Orden de San Juan, destruidos por las tropas francesas en 1809.
La torre albarrana, elemento defensivo árabe que constituye una huella evidente de su paso por la zona, es de forma circular y se encuentra en la parte más meridional del castillo. Esta torre estaba unida al conjunto por medio de un adarve. Tiene cuatro pisos, por lo que su altura es considerable.

ConsuegraConsuegra

Consuegra Medieval. Autor, Jose María Moreno GarcíaConsuegra Medieval

Castillo de ConsuegraCastillo de Consuegra

Representación Consuegra Medieval. Autor, Jose María Moreno GarcíaRepresentación Consuegra Medieval

Iglesia fortificada de Arenas de San Juan

Esta iglesia – castillo, nace como fortín romano, destruida por la invasión árabe y reconstruida como mezquita hacia el 900.
Se conquista y se reconstruye en varias ocasiones, desde finales del siglo XII a principios del siglo XIII, y se destina a iglesia en 1194, si bien no se le da uso hasta 1236.
Actualmente es conocida como la iglesia fortificada de Nuestra Señora de las Angustias, constituyendo uno de los edificios más bellos y originales del arte románico-mudéjar de finales del siglo XII y principios del XIII, construida y fortificada por los caballeros de la Orden de San Juan.
Su gran importancia artística reside en las pinturas murales románicas, que derivan de la corriente italo-bizantina que aparece en España a principios del siglo XIII y constituyen un ejemplo casi único de arquitectura religiosa románica que une formas mudéjares en La Mancha. Fue declarada Monumento Nacional de Interés Histórico Artístico en el año 1976.

Iglesia fortificada de Arenas de San JuanIglesia fortificada de Arenas de San Juan

Arenas de San JuanIglesia fortificada de Arenas de San Juan


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Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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Cuenca, la cocina encantada

Casas colgadas, Cuenca

La cocina conquense tiene repartidas sus especialidades culinarias en tres comarcas naturales: La Alcarria, La Mancha y La Serranía


Aparte de los fogones de 232 municipios y para asombro y deleite del caminante, entre rocas que se empinan altivas e indiferentes, simulando edificios y ruinas de un pueblo abandonado, encontrará la Ciudad Encantada y bajo su cielo, mesones y tabernas con posada y asiento para el ansiado yantar.

Cuenca basa sus platos en las especialidades más peculiares de la oferta manchega. La consabida CALDERETA, las deliciosas, típicas y nutricias MIGAS y GACHAS y con carta de naturaleza, el célebre MORTERUELO y los ZARAJOS.

El AJO MORADO es el encargado de dar un inigualable sabor a estos manjares. Maravillosas cabezas moradas protegidas por una túnica de color blanco.
En la gastronomía conquense ponen una nota de exquisitez los CANGREJOS y las TRUCHAS, especies que no hay que dar al olvido por su amplio y delicioso sabor.

Por supuesto, en la copa no deben faltar los prestigiosos y premiados VINOS de estas terruñas tierras, quizás la mejor zona de tierras del mundo para vinos tintos… En una bodega cercana a Las Pedroñeras nace uno de los vinos más caros del mundo.

Entre un extenso surtido de dulces pueblerinos y como postre, el insuperable ALAJÚ, elaborado con nueces o almendras, migas de pan y miel de romero y como licor peculiar de Cuenca, el exquisito RESOLÍ, cuyos principales ingredientes son aguardiente, café, un polvo de canela y en su compañía, cortezas de naranja y una porción de azúcar.

ciudad encantadaCiudad Encantada

ajo moradoAjo morado

morterueloMorteruelo

MORTERUELO

Aunque de uso generalizado en toda Castilla – La Mancha es plato conquense de añeja tradición pues ya fue citado en documentos del siglo XI y en el Fuero de Molina, del posterior siglo XII.
Tiene el morteruelo gran semejanza con los grandes patés. Cuando a la clásica receta se añaden las tradicionales especias se consigue, en frase del escritor Tico Medina, un “paté a lo bestia”. Y es, sencillamente, que el morteruelo está indicado para estómagos bien preparados.
Dice el gastrónomo Raúl Torres que lo inventaron los pastores de la Alta sierra conquense y los de la paramera de Molina, para sobrevivir, simplemente y que Don Quijote lo cató a su paso por Cuenca camino de Zaragoza y Barcelona, quedando atónito de sabor y calorías, pudiendo así continuar su camino entre cierzos y escarchas.

La receta

Tomás Luceño, poeta dramático y escritor publicó en el “Almanaque de Conferencias Culinarias”, esta composición sobre el morteruelo; o lo que es lo mismo, Paté de foiegras manchego:

Coges hígado de cerdo,
lomo y aves, lo rehogas
con aceite y ajo frito;
pero, por Dios, no lo comas
que todavía hace falta
una multitud de cosas.
Todo esto lo cueces mucho,
porque de este modo logras
deshuesar las aves y
procediendo en buena lógica
que se desmenuce el lomo
y el hígado, el cual colocas
dentro de un mortero limpio,
le machacas, en buena hora,
por un colador lo pasas,
y en el caldo donde todas
estas carnes han cocido,
con mucha calma lo embocas;
si te gustan las especias,
con especias lo sazonas.
Después rallas pan; lo echas
en el caldo, se incorpora
a las referidas carnes
y todo una pasta forma
que secas in continenti
en grandes tarros colocas,
lo conservas un tiempo,
librándolo de las moscas;
y si quieres te lo comes,
y si no, no te lo comes,
que cada cual es muy dueño
de su estómago y de su boca.

Nacimiento del río CuervoNacimiento del río Cuervo

Zarajos Zarajos

Serranía de CuencaSerranía de Cuenca

ZARAJOS DE CUENCA

Se dice que los conquenses ponen arte y desparpajo no solo en hacer zarajos, si no al comérselos luego, porque tripas abrazadas al cuerpo de unos sarmientos si no supieras comerlos con habilidad y tiento, en vez de comer zarajos morderás solo el sarmiento. De la receta eres dueño, tienes talento de sobra, así pues, no te quite el sueño poner manos a la obra.

… y su receta

Las tripas muy bien lavadas
de los corderos lechales,
debes ponerlas trenzadas
entre dos palos iguales;
lo ideal, es poder utilizar
los agostados sarmientos
que nos dejan los viñedos
al podar.
Para ser elaborados
tienes tres modalidades:
En el horno ser asados
gozan de prioridad;
segunda opción, la parrilla,
y fritos, con buen aceite de oliva,
la tercera alternativa.
Ponles sal con discreción,
y rociados con limón
si los alternas con vino,
los zarajos… son divinos.

cangrejoCangrejo. Autor, Carlos Galeano

Ventano del DiabloVentano del Diablo. Autor, Carlos Sánchez

TRUCHAS Y CANGREJOS

Las ágiles truchas de carne sabrosísima criadas en ríos limpios o incontaminados de fondo arenoso batido por los remolinos, las define el diccionario como “peces de agua dulce de color pardo, llenos de pintas rojizas o negras y carne sabrosa y delicada”. La Trucha se da en Cuenca en los puntos altos de sus ríos.

Sobre el cangrejo de río, bocado exquisito, de carne enjuta y delicada, nos dice que es “un crustáceo con caparazón verdoso que al cocerlo se cambia en rojo, tiene gruesas pinzas en los extremos de las patas del primer par, y su carne exquisita y apreciada”. Pero el comensal debe saber algo más, por aquello del concepto del gusto.

Por ejemplo: Que si la trucha simplemente asada nos deleita, es con jamón de casta en su vientre y luego sazonada, enharinada y frita, como testifica sus excelencias.
Que los cangrejos demandan la complicidad de los dedos y que si a la plancha son exquisitos, con jamón están excelentes, y salseados con tomate, es uno de los bocados más apetitosos del recetario gastronómico.

Curiosa receta

El literato español Ramón Rodríguez Correa, escribió esta pícara receta titulada “TRUCHAS A LO DON RAMON SIN SARTEN Y SIN FOGON”:

Se va a un torrente
donde haya truchas
con una chica
morena o rubia.
Ella en el bosque
se queda oculta
en lo más denso
de la espesura.
Allí hace un hoyo
y al borde agrupa
las hojas secas que al
paso crujan.
El hombre, en tanto,
se va en ayunas
y a poco vuelve
con una trucha.
“Pescada ¿cómo?”
¡Necia pregunta!
¡Jamás las pescan
bragas enjutas!
Robada a un choto
la leche pura
cuando la madre
tranquila rumia
manteca fresca
se obtiene en una
orza de barro
llevada adjunta.
Aunque un ataque de
nervios sufra la compañera,
morena o rubia,
con la hoja grande
de un cortaplumas
la trucha hermosa
se despanzurra.
Tripas y agallas
fuera por sucias…
¡pero si hay huevas
no se perturban!
Limpio el pescado
de cola a nuca
con sal en polvo
se le satura,
con la manteca
nombrada supra
por mucho tiempo
se le embadurna.
De papel fuerte,
como envoltura,
un cucurucho
se hace a la trucha,
y amontillado
del “Non plus ultra”
se vierte a chorros
por la abertura.
Todo se encierra
como en las tumbas,
en aquel hoyo
de la espesura.
Las hojas secas
el hombre agrupa,
préndeles fuego,
el viento azuza,
yedras y trébol,
tomillo y juncias
de luz y aromas
el bosque inundan.
¡Pronto cenizas
tan sólo ocultan
del pobre bicho
la sepultura!
La tierra escarban
entrambos a una
y un bulto negro
la luz alumbra.
Abren el bulto
con ansias sumas
y, ¡oh, gran prodigio!
vése la trucha
sin dura escama
sin su piel ruda,
salir hirviente
de la envoltura.
Ruido de besos
después se escucha
y carcajadas
en la espesura.
Y cuando salen
de la penumbra
y un sol de ruego
tuesta y chamusca,
dice la chica
morena o rubia,
¿cuándo volvemos
a guisar truchas?

Alajú Alajú

GLOSA DEL ALAJÚ

La historia del Alajú, historia dulce y no amarga, la encontramos en un arca de las muchas que aún se guardan en Cuenca y en sus comarcas: La Alcarria, La Serranía y aquella otra de La Mancha.
Nos cuenta la dulce historia, – que es para muchos sagrada, – que probado el alajú, del que aquí ahora se trata, te retechupeas los dedos al igual que si comieras la dulce miel de La Alcarria.

Los sesudos eruditos sospechan que el alajú, viene de allá, de la China del mítico Fú Manchú, pero no, es la Ciudad Encantada, con su melífica Alcarria, el trigo de harina blanca, la de floridos almendros, llena de arte y de gracia, donde el alajú encontró, linaje, cuna y estancia.

La receta es bien sencilla, por su misma sencillez:

Se pone a cocer la miel y al tomar punto de hebra, se añaden unas peladas, sanas y dulces almendras, pan rayado, frescas nueces, rayadura de naranja, – solo corteza se entiende,- y así completas aquello que en olla de barro cuece.
El todo debe extenderse encima de unas obleas empleando una cuchara en agua limpia mojada, para que la miel escurra y caiga sobre la pasta.
Este proceso termina, como por arte de magia, dándole forma de torta. A tal fin, para lo cual toma nota, le pondrás un peso encima. Una vez frío, se come y verás que gusta a viejos, gente adulta y gente moza, porque tan dulce presente les anima y les conforta.
Hay caminos, más de cuatro, que pueden llevarte en alas hasta el Mesón que te aguarda para ofrecerte alajú ó alfajor, que así también se le llama, ya que siempre fue lo mismo, llamarse Francisca ó Paca.


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©


Fotografía de portada: Casas colgadas, Cuenca. Autor, José Luis Rodríguez Holgado 

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Montiel, Patrimonio Medieval

Cuanto más profundizamos en la historia del Campo de Montiel, más nos damos cuenta de que esta comarca tiene muchísimos recursos que ofrecer al viajero, al turista: castillos, restos arqueológicos de todas las épocas, personajes ilustres y artistas de renombre, senderos históricos, paisajes, fauna autóctona, artesanía, gastronomía… y todo ello enriquecido con una gente humilde, sencilla y acogedora.
Hoy estamos en Montiel, enclave que ofrece siglos de historia y cultura a sus visitantes, encrucijada de caminos para sus diversos pobladores y paso obligado para los invasores que querían atravesar la Península Ibérica.

Un poco de su historia

Tras la conquista cristiana desencadenada en 1212 con la batalla de las Navas de Tolosa, y que culminó con el asedio y toma del castillo de la Estrella entre 1224 y 1227, Montiel se convirtió en uno de los referentes socioeconómicos más importantes de la frontera gracias a la Orden de Santiago. Mucho ha llovido desde entonces, pero visitar hoy el lugar donde leyenda y ciencia coinciden en situar la muerte del Rey Cruel a manos de su hermanastro, constituye todavía un ejercicio de espiritualidad que refrenda de manera sublime el perfil hierático del castillo, entre los cerros rojos y los olivares que lo rodean por sus cuatro horizontes. En palabras de Salvador Carlos Dueñas:
Testimonio vencido sin quererlo. Por fin socorrido. El Castillo de la Estrella sigue siendo el rey del valle del Jabalón, imponiendo su presencia como lo más rotundo de un paisaje auténtico y esencial, clavado en la Historia, olvidado del tiempo. Donde el viento entre los cantiles, suena a veces airado como el pendón de Castilla a punto de batallar. Cerro mágico con mucho de Santiago y todavía algo de Granada, Córdoba y Sevilla”.
Montiel fue un crisol de gentes y ocupaciones que tuvo su punto álgido entre los siglos XII y XV, en plena Baja Edad Media. Declinó después con el ascenso a categoría de villa de una de sus aldeas, Villanueva de los Infantes, honor que fue refrendado en época de Felipe II hasta alcanzar la capitalidad de toda la comarca de Campo de Montiel.

Una visita por su Patrimonio Cultural

El núcleo urbano sigue conservando el atractivo sereno de nuestros pueblos enmarcados en bellos espacios rurales. Su trazado es irregular en torno a la iglesia y, sobre todo, al pie del cerro del Castillo, donde surgió el nuevo poblado tras la reconquista y pacificación del territorio. Cada año la villa de Montiel conmemora los hechos históricos sucedidos en estos espacios (aniversario de la muerte del Rey Don Pedro I de Castilla, acaecida en este lugar el 23 de marzo de 1369) con la multitudinaria celebración de unas jornadas de Recreación Histórico Medieval, MONTIEL MEDIEVAL, Fiesta Declarada de Interés Turístico Regional, con un amplio programa de actos.
Con tal motivo, los montieleños y montieleñas, descendientes de aquellos caballeros, ballesteros, lanceros y peones que conformando las milicias concejiles ayudaron a Don Pedro I en la famosa batalla de Montiel, reviven de forma inusitada aquellos sucesos de esos días de marzo de 1.369. Todo el pueblo de Montiel se transforma en esos días en la Encomienda Santiaguista más significativa del Campo que lleva su nombre, y ofrece al visitante una imagen sorprendentemente medieval, tanto en la indumentaria de los vecinos como en los pendones y banderas de antiguos linajes que penden de los balcones de sus casas. Por medio de recreaciones históricas recuerdan las vicisitudes que el rey castellano pasó desde que se refugió en el castillo de la Estrella hasta que sucumbió a manos de su hermano Don Enrique de Trastámara nueve días después.

MONTIEL MEDIEVAL presenta una oferta histórico-cultural y de ocio de tres días de duración con múltiples actividades: pregón, actos de calle de Recreación histórico-Medieval, teatro medieval, ordenación de caballeros, recreación de la Batalla de Montiel por grupos recreacionistas de Italia, Francia, Portugal y España, recitales de música medieval, talleres gremiales, mercado de productos artesanos, sepelio de Pedro I y lectura del testamento del rey Enrique II, entre otras muchas.

Castillo de la Estrella 

Montiel, exhibe todavía con orgullo los viejos muros del Castillo de la Estrella, escenario de un enfrentamiento que marcó el carácter pacífico de esta villa enclavada en la vega del Jabalón.
Levantado en el siglo IX, el Castillo de Montiel fue una de las fortalezas musulmanas más poderosas de la zona. Tras la aparición en 1214 de la Orden de Santiago en tierras del Campo de Montiel, los caballeros santiaguistas comenzaron la campaña de su conquista con ataques desde el recién conquistado y cercano Castillo de Eznavexore.
La resistencia musulmana fue tan dura que la Orden tuvo que levantar un castillo prácticamente enfrente de él, San Polo, para facilitar la seguridad y el asedio de los sitiadores. Finalmente, tras duras campañas, la fortaleza caería en manos cristianas definitivamente.
La fortaleza musulmana era tan poderosa y contaba con tan buenas defensas que, se cuenta que, cuando todos los castillos musulmanes de su entorno ya habían caído en manos cristianas, y el avance de reconquista ya estaba en el Guadalquivir, Montiel aún no había sido sometido.
Después de la conquista cristiana de la fortaleza, la Orden de Santiago la reforma y refortifica hasta hacerla prácticamente inexpugnable, dándole el nombre de La Estrella.
Por aquellos tiempos la fortaleza de Montiel sería ocupada alternativamente por árabes y cristianos hasta que, después de la Batalla de las Navas de Tolosa, en tiempos de Alfonso VIII, Montiel quedó definitivamente integrado en el Reino de Castilla.
En 1227 Fernando III concedió San Pablo y Montello a la Orden de Santiago. Montiel perteneció a esta Orden hasta que el fraile Pedro Ruíz de Sandoval lo dejó en manos de Pedro I de Castilla. Esta zona fue escenario de continuas batallas entre moros y cristianos, quedando desierta, por lo que la Orden concedía a las personas que habitasen estos lugares privilegios durante 10 años.
En este castillo se refugió el rey Pedro I de Castilla, más conocido por el Cruel o por el Justiciero, después de ser derrotado por su hermano bastardo Enrique de Trastámara el 14 de marzo de 1369, con los pocos leales que le acompañaban, quedando sitiado durante nueve días por las huestes de su hermano Don Enrique. En la noche del 23 al 24 de ese mismo mes y año entró en tratos con el traidor Bertrand Duguesclin, los dos hermanos lucharon entre sí y Pedro I murió. De aquel drama quedó la frase pronunciada por el criado de Enrique de Trastámara, Duguesclin, partícipe en el desenlace: Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor. El rey muerto quedó enterrado en Montiel hasta 1374 y desde entonces descansa en Sevilla. En 1974 el pueblo erigió un monolito en recuerdo de Pedro I.
El Castillo de La Estrella fue levantado sobre un gran crestón de roca aprovechando la defensa natural que éste le proporcionaba, y desde donde dominaba una extensa área del Campo de Montiel.
Su planta, ovalada e irregular, tiene un perímetro de unos 300 metros y ocupa una superficie de unos 6.000 metros cuadrados.
Se organiza en dos recintos, uno interior de origen cristiano y otro exterior de origen musulmán.
Al recinto musulmán corresponden los restos de la muralla del perímetro exterior, conservándose unas diez torres bastante deterioradas construidas en tabiya y mampostería. Entre ellas destaca una de una de unos diez metros de altura por siete en sus lados.
El recinto cristiano, de mayor extensión que el musulmán, corresponde a la reestructuración llevada a cabo por los caballeros de Santiago en los siglos XIII-XIV. De este recinto, construido enteramente en piedra, se conservan restos de unas nueve torres semicilíndricas y cuadrangulares, algunas provistas de saeteras y con vestigios de ventanas y puertas, así como unos 150 metros del perímetro de la muralla. La torre del homenaje, hoy desaparecida, se encontraba en la parte más alta del recinto, en uno de sus extremos.
Unas excavaciones realizadas en la ladera del cerro del castillo en el año 2013 sacaron a la luz los restos de la villa medieval de Montiel, entre ellos vestigios de la muralla que protegía la villa y la imponente primera iglesia medieval de esta villa, un majestuoso edificio situado en la ladera sur del yacimiento y que fue levantado en torno a la década de 1230.

Aunque aún está por excavar completamente, se aprecia como su fábrica es de gran calidad a base de cantería de arenisca, con planta rectangular y arcos de ladrillo que sustentaron la cubierta. Alrededor de la misma se ha localizado un importantísimo cementerio medieval del que se han exhumando más de medio centenar de enterramientos.

Actualmente el Castillo de la Estrella forma parte del Conjunto Arqueológico Castillo de La Estrella, el mayor yacimiento medieval de nuestro país, ubicado en el antiguo e histórico Campo de Montiel, Ciudad Real. Se trata de uno de los complejos arqueológicos y monumentales más importantes de Castilla La Mancha, declarado Bien de Interés Cultural.

Desde aquí felicitar a la Fundación Castillo de la Estrella por su gran trabajo e incansable labor al frente de la recuperación de gran parte del Patrimonio Histórico – Cultural del Campo de Montiel.

Montiel Medieval

Iglesia de San Sebastián Mártir

La iglesia se levanta en el casco antiguo del pueblo, sobre una elevación natural del terreno.
De estilo gótico tardío, ha sufrido muchas transformaciones hasta la actualidad. Mandada a construir por el infante D. Enrique de Aragón, en 1440. Fue en un principio fue una ermita dedicada a San Sebastián Mártir. La fachada es ya del siglo XVIII con interesante portada flanqueada por columnas elevadas sobre plintos cajeados. En la parte superior de esta se encuentra una hornacina, donde se sitúa una imagen de San Sebastián de 1687. Es de una sola nave, con techumbre abovedada y de seis capillas.
La zona más antigua es la del coro, sobre dos columnas con una puerta de sillares que da acceso a la torre; debajo se encuentra la pila bautismal. El retablo neoclásico, fue uno de los poco que sobrevivió a la Guerra Civil Española, aunque si se vieron afectadas las imágenes veneradas en esta iglesia. En una capilla adosada al muro de la derecha se encuentra la Virgen de las Nieves, talla del s. XIII, románica, recientemente restaurada.

Ermita del Santísimo Cristo

Procede del siglo XV, de estilo gótico tardío con añadiduras renacentistas. La ermita, en un principio estuvo dedicada a Santiago Apóstol; en el año 1468 se derrumbó y en 1498 se construyó la actual ermita de tres naves, donde hoy en día se venera la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración, con mucha devoción no sólo en Montiel, sino en toda la comarca.
Su origen se remonta a 1243 con la construcción de la Vicaría de Santiago por parte de la Orden de Santiago. En el siglo XIV fue ampliada y convertida en convento, posiblemente por parte de Enrique II como plegaria por la muerte de su hermano Pedro I. A mediados del siglo XV fue incendiada dentro las guerras nobiliarias que afectaron a la zona, volviéndose a levantar a fines de este mismo siglo con trazas ya renacentistas.
En las Relaciones Topográficas de Felipe II, se habla de una imagen muy devota, de gran altura, cuya aparición fue en el año 1520.
A partir del año 1621 se empieza a llamar Ermita del Santísimo Cristo de la Expiración.
En la actualidad, en la nave derecha de la Ermita, se conserva un retablo compuesto de varias piezas en madera y policromado del siglo XV y XVI de estilo renacentista y barroco, la imagen es la Virgen del Socorro.

Castillo de San Polo

El castillo fue levantado por los caballeros de la Orden de Santiago en el primer cuarto del siglo XIII, posiblemente en 1214, para intentar tomar el Castillo de Montiel a los musulmanes durante las campañas de reconquista cristiana por tierras musulamanas del Campo de Montiel.
En un principio los caballeros cristianos acometieron la fortaleza de Montiel desde el próximo Castillo de Torres de Xoray (Eznavexore), recién conquistado a los moros, en 1214. Al parecer, fue tal la resistencia musulmana, que la Orden se vio obligada a levantar una fortificación prácticamente enfrente del Castillo de Montiel, el castillo de San Polo, para garantizar la seguridad y facilitar el que sería un duro y largo asedio. Aún así, Montiel siguió resistiéndose y no caería definitivamente en manos cristianas hasta después de 1220.
En el siglo XVI el castillo sería abandonado.
Hoy día queda muy poco del castillo, apenas se conservan vestigios de lo que pudo ser una cámara subterránea, restos de un aljibe de unos cinco metros de profundidad, y un silo circular excavado en la roca, de un metro aproximadamente de diámetro.
Se aprecian en los bordes del recinto donde se asentaba el castillo los trabajos efectuados para acentuar la verticalidad de sus paredes, que serviría de foso natural.
Nos cuentan que ambos castillos, Estrella y San Polo, estaban comunicado por túneles subterráneos.
A los pies del cerro del castillo de San Polo, un monumento conmemorativo al rey castellano Pedro I El Cruel, recuerda el lugar donde fue asesinado por su hermanastro Enrique de Trástamara en 1369. Dicho monumento es conocido popularmente en la localidad como el monolito.

Aldea de Torres

Cercano a Montiel nos encontramos con un interesante despoblado para los amantes de la arqueología, la Aldea de Torres, del siglo XIII, se pueden ver los murallones de la iglesia, restos de casas y la fuente que dio origen a este núcleo medieval.
En 1243 encontramos el pueblo de Torres en la lista de lugares que Fernando III confirmó como dominio de la Orden de Santiago en su pleito con el Concejo de Alcaraz, dependiente del Arzobispado de Toledo por las tierras del Campo de Montiel. Aunque la parroquia de Torres dedicada a Nuestra Señora, debía pagar terzuelo al Arzobispado. En las relaciones de Felipe II de 1575 se encuentran referencias a la Villa de Torres como aldea dependiente de Montiel.
Según este documento, Torres se encuentra a una «legua buena» de Montiel, y posee Dehesa y dos Alcaldes Ordinarios, dos Alcaldes de Hermandad, y un Alguacil como oficiales del Concejo de Torres. También cuenta la aldea con cura propio, iglesia, una fortaleza que a principios de la Edad Moderna ya debía haber desaparecido y una ermita dedicada a San Blas. Tenía Torres por esta época treinta vecinos pecheros (es decir, que pagaban impuestos) por lo que la población real estaría alrededor de 120 habitantes.
También se menciona la existencia de diversas tumbas cerca de la iglesia de la aldea marcadas con los escudos de las Órdenes de Santiago y Calatrava. La población Torres tuvo en algunos momentos de su historia Encomienda propia que compartía con otra aldea de Montiel, Cañamares. El edificio más importante conservado son los restos de su templo parroquial, que contó con hasta tres naves y se remataba mediante un ábside. Se dice que Torres fue un lugar de retiro de Caballeros, quienes tras sus vidas de lucha terminaban aquí sus últimos días buscando paz y tranquilidad.
Las últimas referencias sobre Torres indican que en 1611 tenía jueces propios para su Dehesa, construyéndose en el siglo XVIII una casa de recreo en las proximidades para la familia de los Bustos. En 1914 su población se había reducido a 5 casas y 13 habitantes. Actualmente se conserva sólo parte del caserío.

Patrimonio Natural protegido

Las tierras de Montiel son en parte Área Crítica para el lince ibérico, Zona de Dispersión para el águila imperial ibérica y Zona de Importancia para águila imperial ibérica, buitre negro, cigüeña negra y lince ibérico. Aquí se localizan el Lugar de Importancia Comunitaria de la Sierra del Relumbrar y Estribaciones de Alcaraz, el Refugio de Fauna del Embalse de la Cabezuela y parte de la Zona de Especial Protección para las Aves de las áreas esteparias del Campo de Montiel.
Por cierto, también es uno de los rincones donde más perdiz roja hay en España.



Si queréis conocer este maravilloso lugar o simplemente necesitáis más información, contactad con nosotros a través de info@sabersabor.es


Un artículo de Antonio Bellón Márquez ©

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Leyendas de Toledo: el Callejón del Justo Juez

Puente Toledo

El callejón del Justo Juez es un estrecho y humilde callejón situado muy cerca de la Diputación Provincial de Toledo. Nada hace presagiar que, tras tan pequeña calleja, se esconda una de las leyendas más fascinantes de Toledo. Sólo por eso, cada vez que tengo que pasar por delante de esta travesía, no puedo dejar de sentir un escalofrío al recordar la historia que lo envuelve


Corría el año de 1592, siendo el Rey de España el hijo del Emperador Carlos V, vale decir Felipe II, quien reinaba sobre todos sus reinos con un alto sentido de la Justicia, para lo cual, nombraba jueces, corregidores y magistrados entre la gente de bien de cada ciudad, gente que, además de pertenecer a la nobleza –en la mayor parte de las ocasiones- eran personas muy conocedoras de las leyes vigentes.

En Toledo vivía en aquellos días un personaje de alta alcurnia, Don Alonso de Hurtado, quien tenía su mansión en el centro de la urbe; casa ésta impresionante, con su bien ganado escudo colocado sobre el dintel de entrada.

Don Alonso tenía una única hija, Doña Elvira, doncella recatada, de ademanes rectos y, como no podía ser de otra manera, belleza sin igual. Doña Elvira era la alegría de su padre, quien la cuidaba con esmero esperando el día en que encontrara marido.

Por aquel entonces vivía también en la ciudad Don Francisco, joven noble de sincero corazón, hijo de otro de los personajes principales de Toledo, ni más ni menos que del Corregidor Don Luis Fernández de Córdova, uno de esos jueces honrados de los que hablamos. Ambos jóvenes se amaban en silencio…

Leyendas de Toledo

Emboscada Toledo

Sucedió que una noche en que ambos novios estaban trazando sus planes futuros, un delator avisó de que con su hija encontraba cierto joven a esas horas tan indecentes. Corrió el alarmado padre hasta el lugar indicado sorprendiendo a la pareja.
Ciego de ira, desenvainó su acero dispuesto a hacer justicia y restituir el honor perdido, pero el joven Francisco rehuyó la lucha, pues no quería combatir con el padre de su amada. Sin embargo, en alguna parte la tragedia estaba escrita, y tras esquivar varios espadazos, tuvo que desenvainar su florete y de una certera estocada atravesó el pecho del desafortunado padre.

Al enterarse el Corregidor de la muerte de su amigo Alonso de Hurtado, juró que castigaría al culpable fuera quien fuera, haciendo recaer sobre él todo el peso de la justicia.

¡Pobre Corregidor que desconocía que el asesino era su propio hijo!

Cuando se descubrió toda la verdad, Don Francisco fue conducido hasta la Plaza de Marrón, donde estaba la cárcel toledana, y allí, en aquellos inmundos calabozos nuestro Corregidor dictó, con todo el dolor se su alma, la sentencia de muerte, sabiendo ya que ésta iba destinada a su propio hijo. Nada podía impedir que en Toledo se administrara justicia, ni que el Corregidor faltara a su juramento. Ninguna palabra salió de los labios del reo sabedor de que su padre cumpliría la sentencia… ¡qué triste final!

Cuando ya todo estaba preparado para ejecutar el castigo en la Plaza de Zocodover, llegaron hasta la céntrica plaza dos emisarios de Felipe II que se encontraba a las puertas de la ciudad. Raudo partió Don Luis a recibir a su Señor acompañado de los nobles, teniendo que ser aplazada la ejecución hasta después de la regia visita.

Tras recibir el homenaje de sus servidores, y conocedor de la lealtad y el sacrificio del Corregidor, el soberano le otorgó sus favores y la alegría de su vida al pronunciar las siguientes palabras:
Corregidor, eres la persona más recta y noble que mi reino conociera, mereces todo mi respeto y que te abrace, y precisamente por eso mismo, voy a hacer que superes tu dolor, y que sea Dios, el supremo juez, quien nos juzgue a todos tras la muerte, por lo que Yo, soberano de este reino, perdono la vida de tu hijo-.

Callejón de Toledo


Fuente: La vuelta a Toledo en 80 leyendas. Autores: Javier Mateo y Álvarez de Toledo, Luis Rodríguez Bausá ©

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Valdepeñas, el origen del vino

denominación origen Valdepeñas

La historia de Valdepeñas es la crónica de sus viñedos y de sus vinos, escrita con pasión por gentes dedicadas al cultivo de la vid desde tiempos ancestrales


De saliente a poniente, a caballo entre el Campo de Montiel y el Campo de Calatrava, el Jabalón, este modesto río, en un valle abierto y fecundo, iba a escribir, a lo largo de los siglos, la historia de un vino, el de Valdepeñas.
Valdepeñas y vino son una pareja unida desde hace miles de años. Casi tantos como las vides y cepas que pueblan las tierras de esta llanura castellano-manchega en la provincia de Ciudad Real. Valdepeñas fue de hecho cruce de caminos en un punto geoestratégico crucial para el desarrollo del comercio en general y del impulso vitivinícola particular gracias al cultivo de una uva de la que se extraen deliciosos caldos que han sobrevivido hasta hoy. Valdepeñas es tradición, es la historia de una tierra que esconde muchas.
El vino y Valdepeñas están asociados desde tiempos inmemoriales y a su vez la historia de esta unión es la historia de una de las Denominaciones de Origen más antiguas, reconocida en 1932, y más conocidas por los españoles. Es, por tanto, una denominación tradicional, experimentada y popular.
La simbiosis que existe entre los ciudadanos de esta zona con el vino y su amor al viñedo sólo se entiende si se hace un breve repaso histórico en el que se observa que siempre uno ha formado parte del otro. El viaje comienza allá por el siglo V a.C., cuando se ratifica la producción de vino en la zona del “Cerro de las Cabezas”. Pastores íberos, nómadas y errantes, cansados tal vez de trashumar desde la Alcudia hasta el azul Mediterráneo, o hacia los pastos del norte ibérico, decidieron cambiar sus vidas y a la orilla del río Jabalón, en el Cerro de las Cabezas (hoy día un importante Conjunto Arqueológico), se hicieron sedentarios. Allí, sobre la ladera de la suave colina, dominando el valle abierto e inmaculado, tomaron la sublime y profunda decisión de crear un pueblo y plantar el primer viñedo. Y ahí están sus testimonios, en esas vitrinas del Museo Municipal de Valdepeñas.

Viñedo Valdepeñas Viñedo de Valdepeñas

Cerro de las CabezasVista aérea del entramado urbano de la ciudad íbera del Cerro de las Cabezas

Uva tinta de ValdepeñasUva tinta de Valdepeñas

En la Reconquista el valle se llena de lucha y de vida. Es tanto el fervor de estos pueblos por el vino y su cultura que aun sometidos a dominaciones extrañas como la mora, que prohibía el consumo de alcohol y obligaba al arranque de los viñedos, lograron del Califato de Toledo que se extendiera una bula especial permitiéndoles la continuidad de sus cultivos y la elaboración de su vino. Y dicen que hasta lograron hacerles partícipes de su consumición.
En el siglo XII, al Valle de Peñas también arribaron los monjes Cistercienses. Raymond de Citeaux llegó a España desde Borgoña y fundó unos años después la Orden de Calatrava en el mismo castillo que adquirió a los templarios franceses, bajo cuya protección crecería la villa de Valdepeñas y sus viñedos en los siglos siguientes y que da nombre a una de las zonas por donde se extiende la denominación de origen: el Campo de Calatrava. Estos monjes fueron los que introdujeron en el Valle de Peñas, la variedad tinta que evolucionó después a nuestra noble y generosa Cencibel.
Los monjes cuidan con esmero sus viñedos y elaboran el vino de consagrar. Los valdepeñeros (Valdepeñas se fundó en el año 1243) trabajan sus viñas y olivos y pagan a los señores sus tributos en vino y aceite. Bajo la protección de la Orden de Calatrava, a la que pertenece la villa, el viñedo se desarrolla de tal manera que se podía alcanzar la ciudadanía con el compromiso solo de tener un cobijo techado y una aranza de viñedo.
El buen hacer de los agricultores y el cuidado del producto a lo largo de generaciones permitió consolidar la actividad vitivinícola de Valdepeñas a partir del siglo XVI. Un protocolo de la Orden Trinitaria de 1594 hace constar la alta reputación de los vinos de Valdepeñas. El gran impulso del vino de Valdepeñas se produce con la construcción del Camino Real que une la capital con Andalucía.
Cuando la corte del rey Felipe II se instala en Madrid (1561) se extiende la fama de la calidad del vino de Valdepeñas y desde ese momento entra a formar parte de la historia de la Villa. Allí se populariza su consumo de tal manera que los impuestos especiales sobre su comercio, fielatos, permiten al rey Carlos III, gran arquitecto de la capital, sufragar algunas de las obras más importantes de su reinado tales como la Puerta de Alcalá o la Puerta de Toledo. Ya en 1790 se habla de una producción anual de 200.000 arrobas de vino, pero es en el siglo XIX cuando su comercio queda establecido de una forma continuada.

Vendimia en ValdepeñasVendimia en Valdepeñas

Enoturismo en ValdepeñasEnoturismo en Valdepeñas

Molino Gregorio PrietoMolino Gregorio Prieto


Cualquier forma de vegetación posible queda anulada por la vid. En rigor, Valdepeñas y la vid se confunden, se diría que son una misma cosa


Llega el siglo XIX y con la inauguración del ferrocarril la comercialización de los vinos de Valdepeñas se dispara e incluso se llega a fletar un tren diario a Madrid cargado de vino denominado Tren del Vino. Más de 25 vagones hacia la capital madrileña y, otros tantos, con las ciudades de Alicante y Valencia. Eran los tiempos del aloque, que se envejecía en grandes tinajas de barro.
En esta época gloriosa del vino de Valdepeñas, se llegaron a exportar graneles a Cuba, Rusia, Filipinas y países del mundo entero, lo que demostraba la estabilidad y calidad de los vinos de Valdepeñas, ya que tenían que viajar por medio de transportes marítimos, de larga duración y agitado recorrido.
Algunos años atrás, un 6 de junio de 1808, durante la Guerra de la Independencia, los vecinos de Valdepeñas impidieron que las fuerzas francesas mandadas por Ligier-Belair, junto con Roize y Vedel, pudieran alcanzar Despeñaperros y poner en riesgo la sorprendente victoria del general Castaños sobre el mariscal Dupont. La Galana y El Chaleco destacaron en la acción. Con los vecinos y vecinas de Valdepeñas no puede ni el gran ejército francés de Napoleón.
El siglo XX trae consigo el ataque de la filoxera y la llegada de la vid americana, inmunizada contra la enfermedad. El viñedo se renueva, se moderniza, se instala la primera Estación Enológica del Estado, se reconoce, en 1932, la Denominación de Origen y sus posteriores Reglamentos.
La Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, al igual que la de la Independencia en el siglo pasado, cambiaron radicalmente los gustos y las costumbres sociales y el vino fue evolucionando hacia el prestigio que hoy puede exhibir con orgullo el vino de Valdepeñas. Quedan atrás veinticinco siglos de historia y sacrificio que han hecho posible la fama de la que hoy puede hacer gala Valdepeñas.

Tinaja ValdepeñasTinaja en Valdepeñas

Calle Real de ValdepeñasCalle Real de Valdepeñas

Nuestra Señora de la Asunción, ValdepeñasNuestra Señora de la Asunción, Valdepeñas


Valdepeñas es un pueblo de cinemascope. Tal vez porque también los paisajes manchegos, plenos de luz, de horizontes inmensos, son paisajes de cinemascope


El viajero podrá aprender más de la historia y tradición del vino Valdepeñas en el Museo del Vino alzado sobre la antigua bodega de Leocadio Morales, fechada en 1901 y una de las que más intensamente vivió el auge comercializador y exportador de los vinos de Valdepeñas a comienzos del siglo pasado. El Museo del Vino permite una perfecta inmersión en la cultura del vino y los secretos de la enología además de descubrir toda la historia y tradición de la Denominación de Origen Valdepeñas, centrando además sus esfuerzos en reflejar ese trasiego hacia la calidad iniciado en la década de los años setenta que ha desembocado en la elaboración de unos vinos reconocidos nacional e internacionalmente.

Por cierto, la Denominación de Origen Valdepeñas está formada por los viñedos de la propia ciudad junto con los de Granátula de Calatrava, Moral de Calatrava y Santa Cruz de Mudela, y por los de Torrenueva, San Carlos del Valle, Alcubillas, Alhambra, Torre de Juan Abad y Montiel, del histórico y quijotesco Campo de Montiel.
La visita a Valdepeñas debe completarse con la parada en La Bodega de las Estrellas, enoturismo de calidad, que nos ofrece la posibilidad de realizar una visita guiada inolvidable en una bodega tradicional para descubrir la gran relación existente entre el vino y los ritmos y ciclos de la luna y las estrellas.
Y por supuesto, debe tenerse en cuenta que, como es natural, Valdepeñas celebra su gran semana durante las Fiestas del Vino –principios de septiembre- declaradas de interés turístico nacional.
Imprescindibles: el museo de la Fundación Gregorio Prieto (el museo privado más importante de Castilla La Mancha), que exhibe obra del pintor, así como de Vázquez Díaz, Picasso, De Chirico y dibujos de Lorca y Alberti, entre otros.
Y a la hora de comer, si algo tiene Valdepeñas es buen vino y sitios de buen yantar.

Yo sé que el vino no huye dando gritos
a la llegada del invierno,
ni se esconde en iglesias tenebrosas
a buscar fuego en trapos derrumbados,
sino que vuela sobre la estación,
sobre el invierno que ha llegado ahora
con un puñal entre las cejas duras.
Yo veo vagos sueños,
yo reconozco lejos,
y miro frente a mí, detrás de los cristales,
reuniones de ropas desdichadas.
A ellas la bala del vino no llega,
su amapola eficaz, su rayo rojo,
mueren ahogados en tristes tejidos,
y se derrama por canales solos,
por calles húmedas, por ríos sin nombre,
el vino amargamente sumergido,
el vino ciego y subterráneo y solo.
Yo estoy de pie en su espuma y sus raíces,
yo lloro en su follaje y en sus muertos,
acompañado de sastres caídos
en medio del invierno deshonrado,
yo subo escalas de humedad y sangre
tanteando las paredes,
y en la congoja del tiempo que llega
sobre una piedra me arrodillo y lloro.
Estatuto del vino. Pablo Neruda (fragmento)

Tinajas de barro de Bodega de Las EstrellasTinajas de barro de Bodega de Las Estrellas

Barricas en la cueva de Bodega de Las EstrellasBarricas en la cueva de Bodega de Las Estrellas

Territorio de la #DOValdepeñasTerritorio de la #DOValdepeñas


Te proponemos un recorrido para descubrir Valdepeñas. Contacta con nosotros a través de info@sabersabor.es

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Santo Tomás de Villanueva. Personaje histórico del Campo de Montiel

Santo Tomás de Villanueva

Y curiosamente para nosotros, los de Campo de Montiel, Santo Tomás nace en 1486, cuando comenzaba a nacer España


Os mostramos uno de los personajes históricos más destacados del Campo de Montiel. A la vez una de las personalidades del Siglo de Oro Español. Y alguien que ha dejado huella en la Iglesia Universal, por ser de ese tipo de personas que abren nuevos caminos y crean nuevos modos de actuar.
Cuanto más conoces al personaje, más aprecias su proyección social y su dimensión intelectual. Leyendo varias biografías llego a la conclusión de que fue un ser afortunado por el hecho de realizarse en la vida conforme la deseó vivir. Y también por el momento histórico en el cual le tocó nacer y el contexto familiar que le otorgó el destino.
Vivió en uno de los periodos más plenos de la cultura occidental como es el Siglo de Oro, sucediendo a otro de los más prolíficos a nivel cultural e intelectual de Occidente como fue el Renacimiento Italiano.
España abre la Era Moderna apenas seis años después con el Descubrimiento de América en 1492. Coincidiendo a la vez con el inicio del Siglo de Oro y la publicación de la Gramática de Nebrija. Pocos años antes con la conquista de Granada y la unión del reino de Castilla y la Corona de Aragón, Isabel y Fernando comenzaron ingentes reformas que tendían a la creación del primer Estado Moderno, como la unificación del ejército, la administración pública y la religión. Como sabemos impulsaron el catolicismo y el apoyo al papado del cual obtuvieron el título de Reyes Católicos. Sin embargo, nunca pudieron serlo de España, porque tal entidad territorial y jurídica no existía. Faltaba la anexión del reino de Navarra. Obtenida años más tarde por Fernando el Católico. Con lo cual la primera reina que debió ser de España por derechos dinásticos debió ser su hija Juana I de España. Quien fue apartada de su legítimo derecho por el golpe de Estado ejercido por su hijo el emperador Carlos V de Alemania proclamándose rey de España, apoyado por su abuelo Fernando el Católico.
En este contexto de reforma del catolicismo y creación del primer país de Europa como Estado moderno aglutinando todos los reinos en una unidad territorial conglomerada por una historia y cultura común, -que por cierto todavía no ha fraguado con la firmeza que el paso del tiempo debiera haber impreso-. Además de intereses políticos de afianzamiento del Estado y expansión imperial, fueron una de las razones por las que el flamante emperador, confió en Santo Tomás como buen español, que más tarde calificó Quevedo. Resulta interesante comprobar que fue propuesto para arzobispo de Granada y de Valencia. Dos de los territorios con mayor inestabilidad política y social a causa de la gran población de moriscos en constante descontento y en contacto con los turcos.
Encontramos así en Tomás de Villanueva ese hombre de Estado, ese gestor y ese diplomático al servicio del emperador, que pacificó el territorio de Valencia en su labor con la gran población de moriscos que casi suponía la mitad de la población.

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Centenario Santo Tomás de Villanueva


El Siglo de Oro finaliza en 1681 con la muerte de Calderón de la Barca


Y aquí en Campo de Montiel, poseemos una de las concordancias más asentadas a nivel histórico y cultural con este brillante periodo histórico que abarcó desde principios del XVI hasta finales del XVII, llamado Siglo de Oro, pues los datos nos dicen como ya he señalado que aquí en nuestra tierra comienza con el nacimiento de Santo Tomás, alcanza su cénit con la publicación del Quijote en 1605-1616, y culmina con la muerte de Quevedo en 1645.
Por tanto, esta tierra, tan pobre, tan áspera y tan despoblada. Contiene el valor incalculable de ser uno de los reductos culturales de una de las épocas más florecientes de la cultura universal.

Antes de adentrarnos concretamente en la figura de Santo Tomás como personaje histórico, como veis, quiero destacar el conjunto de valores de nuestro Campo de Montiel. El cual tímidamente está empezando a ser reconocido en la dimensión que le corresponde con el esforzado aporte de las nuevas generaciones de personas más y mejor formadas, más viajadas y con mayores elementos de juicio y contraste.
Por tanto vaya desde aquí mi agradecimiento para todos aquellos que saben ver la proyección del conjunto de valores que posee esta tierra y que todavía están por descubrir, si nos decidimos a ello.
El valor más importante y la clave que revitalice esta comarca es la llave que la abra al mundo y la saque como a don Quijote, por la puerta del corral. Esa llave, Se llama información, formación, conocimiento, educación, coordinación, colaboración, unión y trabajo en común de todos y cada uno de los elementos que componemos esta tierra, como individuos, como instituciones y como entes sociales, culturales y económicos.
Hay que promover, facilitar y comprometerse con todo cuanto nos beneficia a todos, porque nos fortalece. Hay que sentirse orgullosos de los éxitos de nuestros vecinos porque también son nuestros éxitos. Hay que estar dispuestos a participar de todo cuanto mejora nuestro entorno porque nos ayuda a todos.
Por eso me veo en el compromiso de aprovechar cualquier oportunidad, como esta, para incidir en la importancia de mantenernos con actitud constructiva y predisposición para ver, sentir y vivir el Campo de Montiel con tanto apego como nuestro propio pueblo. Practicar el beneficio de entender nuestra comarca como un conjunto de pueblos que componen nuestra casa, nuestra cultura, nuestra historia y nuestro vínculo intelectual con nuestra propia existencia. Porque además ninguno de nuestros pueblos se entiende sin las influencias y relaciones de los que nos circundan.
Ya sé que las diferencias políticas impiden casi siempre esa deseable unión y colaboración social, cultural que nos haría avanzar con mayor firmeza y rapidez. Pero nada nos impide estar por encima de la negatividad de los intereses que por desgracia crea la política, que en el fondo no es otra cosa que intereses particulares de unos y otros. Convirtiéndose en una trivial lucha de poder por gestionar los recursos de todos, dividiendo y restando. Empequeñeciendo la grandeza que contiene una tierra, tan vieja, tan noble, tan culta. Tan repleta de valores como es el Cervantino Campo de Montiel. El Manriqueño Campo de Montiel, el Quevediano Campo de Montiel. El laminitano Campo de Montiel. El Andalusí Campo de Montiel. El españolísimo campo de Montiel, en cuyo corazón del Castillo de la Estrella de Montiel, se dio el último gran paso de Castilla y el primero para la creación de España. Porque podemos afirmar sin grandilocuencia que aquí comenzó a gestarse España. En la Batalla de Montiel. Abriendo el camino al trono de Isabel I de Castilla. Y esto nadie lo va a contar porque a nadie le interesa reconocer los valores de una tierra que no sea la propia. Por eso es nuestra responsabilidad y nuestro deber colocarnos donde nos corresponde. Sin complejos, sin comparaciones y sin falsos halagos.
Pero por desgracia es muy habitual, la pasividad y la espera de que aparezca alguien que resuelva lo que nos toca a nosotros. Lo nos lleva desperdiciar el tiempo como polvo de oro que el viento arrastra.

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Descubriendo Fuenllana
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Descubriendo el Convento de Santo Domingo, Villanueva de los Infantes
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Santa Catalina, Fuenllana
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Descubriendo Villanueva de los Infantes


La responsabilidad de poner en el lugar que le corresponde a nuestra tierra nos corresponde a nosotros, a sus hijos, a sus amantes, a sus moradores


Y hasta ahora, como ya he dicho, nunca en nuestra historia, se había comenzado a querer, valorar y poner de manifiesto la autenticidad y potencial de valores que posee el honorable Campo de Montiel. Precisamente porque ahora nos estamos interesando en conocerlo y compartirlo.
Vamos a seguir por esta línea y a respetarnos como merecemos, honrando a nuestra tierra como corresponde, sin supravalorarla ni menospreciarla. Pero sobre todo, sin ignorarla. Que este ha sido el peor de nuestros males. No existíamos ni para nosotros mismos. Nuestro complejo de inferioridad nos hacía mirar siempre por encima de nuestros horizontes. Convencidos de que todo lo mejor estaba fuera de aquí. Curiosamente también le ocurría a don Quijote con sus ansias de aventura. Sin valorar que él mismo era y será el prototipo universal de la propia personificación de la aventura.

Siempre con los ojos puestos en el más allá, con esa necesidad de buscarnos la vida con la esperanza de hacerla más llevadera lejos de aquí, tal cual le ocurría a Cervantes ansiando escaparse a liberarse en América. Y es que es cierto que todos los refranes hablan por la experiencia y no falta verdad en aquello de “pueblo pequeño, infierno grande”. Hay que ser conscientes de la inmensa oferta de posibilidades de una gran ciudad para mentes inquietas como las de Cervantes, Quevedo o Tomás de Villanueva.
Pero no es menos cierto que aquí tenemos mucho trabajo para sacar partido a lo mucho que hemos heredado. Solo hay que buscar el modo de rentabilizarlo.
El caso es que como tantos otros, como ahora. Tomás se fue y no volvió.

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En Fuenllana, un humilde pueblo de fachadas encaladas y rodeado de trigales, nació Santo Tomás de Villanueva en el otoño de 1486, año fatídico en el que la peste asoló Castilla 


Tomás García Castellanos o Tomás García Martínez. Porque todavía no está bien definido si también su madre Lucía se llamaba Martínez o Castellanos. Y sobre todo porque hasta 1501, por orden del Cardenal Cisneros y curiosamente una de las personas más influyentes y determinantes en la vida de Santo Tomás; no se instituyó la obligatoriedad de apellido fijo para identificar al individuo. Puesto que hasta entonces se hacía con nombre del padre, lugar de procedencia, mote u oficio. Así incluso hermanos podían tener diferente apellido.
Ya sabemos que la familia de Santo Tomás era una de las mejores asentadas en cuanto a situación social y poder económico. Lo cual ayuda para afirmar que además de las cualidades personales propias de Santo Tomás, también fue una persona afortunada, por haber nacido en el seno de su familia. La cual le facilitó el ingreso en uno de los centros educativos más prestigiosos del mundo en aquella época.
Sus familiares pertenecían a la élite rural tanto de Fuenllana como de Villanueva de los Infantes. Poseían tierras, rebaños, molinos, viñas, huertas, cortijos y todo tipo de hacienda relacionada con la explotación agropecuaria que ha sido el medio de vida ancestral de esta tierra. Su dinero les permitía ingresar en estamentos tan poderosos como las órdenes militares de Santiago, Calatrava y San Juan. Además de formar parte del Santo Oficio. Cuyo tribunal se encontraba contiguo a la casa familiar de Villanueva de los Infantes y donde se alojaban los visitadores la Inquisición. Por tanto el poder social y económico de la familia de Santo Tomás estaba más que asegurado. Lo cual que concedió la oportunidad de formarse y hacer carrera eclesiástica hasta alcanzar el arzobispado.
Pero comenzó como ya he dicho, estudiando en uno de los sitios más importantes del mundo a tal efecto. El colegio Mayor de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá de Henares. Fundada en 1499 por el cardenal Cisneros.
A su vez, Cisneros recibió formación en el centro educativo más prestigioso de Europa. El colegio mayor de San Bartolomé de la Universidad de Salamanca. El cual le sirvió de cimiento para fundar Alcalá.
Las clases comenzaron en 1508 y uno de los alumnos de la primera promoción fue Tomás. Donde se licenció en Artes y en teología.
Desempeño las funciones de maestro, pero lo más importante para su vida, fue que se impregnó del espíritu renovador de Cisneros. El mismo que infundió a los Reyes Católicos.
El cardenal, como todos los grandes hombres de la Historia, era austero, de carácter disciplinado, colosal iniciativa e incansable capacidad de trabajo. La idea de Alcalá se creó sobre todo para formar y seleccionar personal digno para desempeñar las responsabilidades de una institución tan grande como la Iglesia. Su proyecto, tan grande como su mentalidad, creó la primera ciudad universitaria de la historia de la humanidad, donde se contemplaban más de dieciocho colegios para acoger estudiantes pobres y convertirlos en individuos formados y útiles a la sociedad del momento.
De este espíritu y esta atmósfera comenzó a germinar en Santo Tomás su talante renovador. Si bien, Cisneros era un monje guerrero y Tomás un fraile pastor. El primero más belicoso el segundo más pacífico. Pero ambos, ese tipo de seres con enorme visión de futuro, iniciativa propia y afán de avanzar.
Teniendo muy presente que toda renovación y avance, comienza en la educación.
Razón por la cual hoy somos los incultos más ingratos y menos justificables de la Historia. Puesto que tenemos toda la información para nuestra formación a nuestro alcance y convivimos con una inmensa mayoría de desinteresados por educarse o formarse, abducidos a consumir.

Turismo La Mancha sabersabor.es Campo de MontielCasa de los Estudios, Villanueva de los Infantes

Turismo La Mancha sabersabor.es Campo de MontielConvento Agustinos de Fuenllana

Turismo La Mancha sabersabor.es Campo de MontielPaisaje del Campo de Montiel


Arzobispo de Valencia, profesor de la Universidad de Alcalá y consejero personal del mismísimo Emperador Carlos V, dueño y señor de medio mundo


Tomás, comenzó a autodenominarse de Villanueva, al ingresar como agustino en Salamanca. Donde llegó a ser prior. También de Burgos y Valladolid. Además de prior provincial de Castilla y Andalucía.
En esta etapa también coincide con la actitud de Cisneros de evangelizar el Nuevo Mundo. El cardenal envió misiones franciscanas y Santo Tomás misiones agustinas a Nueva España, Méjico. Quizá por esta razón el claustro del convento de Fuenllana, existe una labra de piedra a modo de blasón donde aparece la figura de un indígena arrodillado ante una cruz. Significando así la labor del santo.
Básicamente se convirtió en prior general de los agustinos del reino puesto que en la época las provincias agustinas se dividían identificando Castilla al norte de Toledo y Andalucía al sur de Toledo.
Está documentado que vivió en Sevilla, en la Casa Grande de San Agustín. Impresionante convento situando en una de las principales entradas de la Metrópoli imperial y Puerto de Indias. Capital financiera del mundo y una de las urbes más bellas de la tierra en aquel tiempo. Lamentablemente la incultura y brutalidad humana se han llevado por delante el magnífico convento, del cual solo queda el claustro y la sala capitular. Se conservaba una talla de Martínez Montañés, uno de los escultores barrocos más destacables de la Historia del Arte. Pero la Guerra Civil se la llevó por delante.
La última etapa de su vida como bien sabemos transcurre como arzobispo de Valencia. Concretamente sus últimos once años de vida.
Valencia no era cualquier sitio. Era una de las ciudades y una de las diócesis más ricas de la cristiandad. Su nombramiento, por supuesto habría sido más que meditado por numerosas personalidades influyentes que lo considerarían el candidato adecuado para los intereses del reino y de la Iglesia. No en vano, Quevedo, en su biografía conmemorativa de la beatificación lo califica como un buen español.
Según los datos, llegó a Valencia sin boato y con la misma coherencia austera y cristiana que desarrolló toda su vida. Un temporal de lluvia o su propia decisión le hizo solicitar asilo en el convento agustino del Socorro, extramuros y por desgracia desaparecido y bien conocido en la ciudad como el Socós en lengua vernácula.
Lugar donde volvió para ser enterrado por deseo testamentario. Afortunadamente tanto sus restos mortales, como la lápida sepulcral fueron recuperados y puestos a salvo de la Guerra de la Independencia, la Desamortización de Mendizábal y la Guerra Civil.
Curiosamente la impronta y el carisma personal arraigó de tal modo en la ciudad que tras él, todo nuevo arzobispo que tomaba la sede valenciana, en un gesto de respeto, admiración y devoción, repetía el ceremonial de alojarse en el convento del Socós un día antes de ser revestido de pontifical en la catedral.
Desde el primer instante, fue alguien dispuesto y comprometido con la idea de obispo-pastor, jamás abandonó a su rebaño. Pueden relatarse multitud de anécdotas y curiosidades de su personalidad que prefiero dejar para que cada cual se interese por su lectura en la multitud de biografías referentes al santo, que además es uno de los más estudiados por muchos autores. Los cuales nos dan datos que lo relacionan con Fuenllana y con Villanueva de los Infantes durante toda su vida, pareciendo a veces, que aquí solo nació, se crió y una vez salió de la zona ya no la llevó consigo. Cierto es que no existe documentación que volviera después de su marcha a Alcalá, pero también nos relatan los datos que su paje principal era un primo de Fuenllana llamado Pedro Castellanos, que además testificó en el interrogatorio para el proceso de beatificación abierto por Paulo V. Sin duda recomendado por su madre, doña Lucía, quien fue una de las principales influencias de su vida. Y a quien mostró su amor filial manteniendo correspondencia hasta el final. A la muerte de su padre, parece ser que regresó y habiendo heredado unas casas, decidió dedicarlas a hospital para pobres, dejando al cargo a su madre, la cual sobrevivió a Santo Tomás hasta casi el siglo de vida. Hoy conocemos tal sitio por el Hospitalico, y hay datos que lo identificaban como el Hospital del Arzobispo. Tras morir Santo Tomás, su madre siempre se hizo cargo del mismo hasta su propia muerte y por eso nos ha llegado que fue ella la propia fundadora del mismo. También Santo Tomás se encargó de edificar capilla funeraria en San Francisco para su familia. Y puede que sus primeros estudios los realizase en el convento de San Francisco.
Lo fundamental y lo que lo hace especial y diferente que es que abrió nuevas puertas y fue el primero en transitar nuevos caminos que han seguido y continúan muchos.
Creó la figura de obispo consecuente y atento a las necesidades de su diócesis. La visitó al completo. Mostró total desapego por lo material, por el poder y por la vanidad.

Turismo La Mancha sabersabor.es Campo de MontielConvento de Santo Domingo, Villanueva de los Infantes

Turismo La Mancha sabersabor.es Campo de MontielEl Caballero de los Leones, Don Quijote. Fuenllana

Turismo La Mancha sabersabor.es Campo de MontielPlaza Mayor de Villanueva de los Infantes


Practicó el ideal cristiano de amar o respetar al prójimo como a uno mismo


Mostró preferencia por los más necesitados que dentro de los indigentes, era los enfermos pobres.
Imagino que su falta de apego y ambición por lo material le hizo gestionar la inmensa fortuna diocesana de forma tan eficiente que en once años de trabajo, dobló sus ingresos.
Hasta su llegada, la presencia de un arzobispo en Valencia, era algo inexistente, pues era un cargo de privilegio y no de responsabilidad. Su predecesor fue Jorge de Austria, y la sede valenciana llevaba más de cien años sin ver por allí un arzobispo. Sin embargo los privilegios y las rentas del arzobispado salían puntalmente destinadas al prelado de turno.
Según varios autores la diócesis era un caos. El clero vivía relajado y acomodado. Sin orden ni disciplina. Lo primero que hizo al igual que Cisneros, fue convocar un sínodo y establecer normas de conducta para beneficio de la Iglesia y el Pueblo.
Se dice que un día vino un religioso a su casa y, encontrando ese aposento abierto, entró sin llamar y halló a nuestro hombre sentado en una silla baja, ocupado en remendar sus calzas. El buen canónigo se escandalizó de que tal cosa hiciese, puesto que no era propio para la dignidad de un arzobispo de Valencia, a lo cual Santo Tomás respondió: “Aunque me han hecho arzobispo, no dejo de ser religioso; he profesado pobreza y me alegro de hacer de vez en cuando lo que hacen los frailes pobres. Y con ese real que me ahorro puede comer mañana un pobre”.
Y lo más importante de su legado intelectual, cultural y espiritual fue sin lugar a dudas el respeto mostrado por el prójimo a través de la caridad, algo que en su contexto histórico significaba extraordinario y magnífico, pues lo obispos eran príncipes acomodados en su riqueza, alejados del sufrimiento ajeno. Su cercanía con los demás jamás fue olvidada por el pueblo valenciano, razón que motivó su promoción a la beatificación y posterior canonización.
Pero sin duda, su obra más notable a nivel histórico fue la creación del primer seminario de la historia. Nunca olvidó a Cisneros ni la impronta aprendida en Alcalá de la necesidad de formar a los candidatos a sacerdote con la consecuente educación que los hiciera acreedores de su responsabilidad.
Y en este punto siempre me viene a la memoria el extraordinario cuadro de Claudio Coello que lo representa, como Doctor de la Iglesia como algo premonitorio. Pues bien sabemos que no posee tal título. Sin embargo yo insisto que Santo Tomás es el doctor de los doctores de la Iglesia porque fue el primero en crear un seminario. Un centro docto donde se forma a los acreedores y difusores de la doctrina de la Iglesia. ¿Hay más motivo para merecer el título de doctor de la iglesia?

Santo Tomás Villanueva de los InfantesCapilla de Santo Tomás, Villanueva de los Infantes

Turismo La Mancha sabersabor.es Campo de MontielSanto Tomás de Villanueva, niño, repartiendo sus ropas. Bartolomé Esteban Murillo. Óleo, 1667

Turismo La Mancha sabersabor.es Campo de MontielArquitectura popular manchega en Fuenllana


Tuvo contacto y amistad con Juan Luis Vives, quien creó el primer tratado de atención a la población desfavorecida, referente de la creación de los servicios sociales en Europa


Tras la muerte de Santo Tomás, en la ciudad quedó un recuerdo imborrable y vivo hasta hoy. Es curioso que los franceses respetasen su enterramiento y es curioso que en la guerra civil ocurriera lo mismo. Hoy tenemos que mostrar desde aquí desde el Campo de Montiel, nuestra gratitud y respeto por la capital del Turia, ya que acoge a uno de nuestros paisanos como uno de los grandes personajes de la historia de la ciudad. Dedicándole una importante capilla en el edificio más relevante de la capital. La catedral-basílica metropolitana.
Además como bien sabéis, tras su canonización, se encargaron multitud de obras de arte a los mejores artistas del momento. Su figura está retratada por genios como Murillo, Zurbarán, Juan de Juanes o Claudio Coello entre otros.
En el museo de Bellas Artes de Sevilla, la segunda pinacoteca de España, se conserva el célebre cuadro que estuvo en el retablo del convento de capuchinos, como uno de los grandes elementos del tesoro artístico español.
A finales del XVIII el conde de Floridablanca ordenó a la Imprenta Real, a través del director de grabado de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, la creación de ciento veinte retratos de españoles ilustres. Entre ellos Santo Tomás, en el conocido grabado de Manuel Salvador Carmona.
En Valencia una de sus grandes esculturas forma parte de la portada principal de la catedral en una de las pocas fachadas barrocas con influencia italiana de Bernini y Borromini, donde domina el dinamismo de las líneas onduladas.
El imponente relicario de plata de finales del Barroco y principio del Neoclásico, realizado por José Esteve Bonet.
En el puente de La Trinidad otra gran escultura de autor italiano que identifica a la ciudad con uno de sus personajes más ilustres y por último, para no extenderme, puesto que el tema da para mucho. Diré que existe una escultura muy desconocida y de excelente factura en el centro del patio del palacio arzobispal, realizada por el director de escultura de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, José Esteve Bonet. Artista neoclásico que realizó en mármol la obra mencionada. Y si la apreciáis con calma encontrareis donde se inspiró el autor de la escultura que hoy preside el atrio de la iglesia parroquial de Villanueva de los Infantes.
En Fuenllana se edificó una iglesia barroca y un convento de agustinos en el lugar donde nació y en Villanueva de los Infantes un oratorio barroco frente a su casa familiar. Nos quedan estos monumentos y la impronta que dignifica al Campo de Montiel con uno de sus personajes más destacables, declarado patrón de la diócesis de Ciudad Real, primer santo de la provincia. Adelantado a su tiempo poniendo en práctica años antes del Concilio de Trento, las reformas que tras el mismo establecería la Iglesia.
Como veis, en este ligero paseo por la vida de Santo Tomás, poseemos en nuestra tierra una riqueza histórica que nos honra y nos hace responsables de ponerla en valor para beneficio de todos. Por tanto si de algo sirve no me cansaré de aprovechar cualquier oportunidad para poner de manifiesto que de nosotros depende que nuestro Campo de Montiel, brille con la luz que le corresponde.

Turismo La Mancha sabersabor.es Campo de MontielCasa del Arco, Villanueva de los Infantes

Turismo La Mancha sabersabor.es Campo de MontielPaseando por Fuenllana

Turismo La Mancha sabersabor.es Campo de MontielPatio de Villanueva de los Infantes


Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano ©