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Ciudad Real, la cocina del Quijote

cocina Quijote Ciudad Real

Al llegarte a Ciudad Real, observarás que por cualquier sendero de su vasta geografía los pueblos, sensiblemente iguales, rivalizan en gastronomía, arte e historia y hasta en señorío. En algunos cerros, destaca la figura blanca de viejos molinos y siempre, en lontananza, las siluetas, vagamente dibujadas de Alonso Quijano y su fiel escudero. Y por todos los senderos de su territorio, fondas, mesones y posadas con buena comida y excelentes vinos. El más delicioso presente que Ciudad – Real te ofrece.
Su famoso queso manchego, la caza y el cerdo, son muy celebrados pero no olvidemos en el elogio al pisto, la pipirrana, las gachas y las migas de pastor que van en riqueza de sabores con el tojunto ó tocruo y el tiznao.
Si el caminante busca otras sensaciones gastronómicas, no olvide probar la caldereta de cordero, las berenjenas de Almagro y en el surtido de postres, la célebre bizcochá alcazareña, el mostillo y el arrope.
Una cocina universalizada por Cervantes, de la que aquí queda constancia en algunos de sus platos, al ser otros muchos los que Ciudad – Real produce con el aliciente de estar todos ellos adornados de un encanto rural, que en el paladar se hacen maravilla.

Cocinas en época de CervantesCocina en época de Cervantes

Deliciosas recetas con sus pertinentes consejos:

EL PUCHERO

Era el nombre que se daba al cocido antes de que se impusiera integralmente la influencia madrileña.
-Yo tengo puesto “puchero” – decía la vecina.
-¡Hija, he puesto un poco de “puchero”, que es el arreglo, porque luego no se sabe qué hacer!
Vamos a vaciar el “puchero”, se oía a la hora de comer. Con el ir y venir, el albañil y su parienta, mano a mano, con la fuente de cocido, se fue abandonando la terminología lugareña, reemplazándola por la que se consideraba más fina.
A mi me duró mucho el “puchero” y el almuerzo fuerte, porque mi abuelo, buen guisandero como buen gañán, no se avenía a comer de cualquier manera y ufano de su arte había de comer caliente y de caldo siempre, aunque no fuera más que unas sopas cominas o mojete claro, que enristraba en un dos por tres para cenar o almorzar y, a medio día, estando en el pueblo, “puchero” seguro, con sopa de pan siempre, cortada con una navaja chala en grandes rebanadas del tamaño de los picatostes, pero finas, transparentes, iguales, que se empapaban instantáneamente y se comían en su tiempo con pimiento crudo y berza de repollo con tomate hervido, ajo y cominos, que era un aliciente magnífico para engañar los garbanzos.

Puchero manchegoPuchero manchego

DUELOS Y QUEBRANTOS

Muchos escritores y comentaristas del Quijote han polemizado sobre este plato tan del gusto de Cervantes. Unos afirman que no son otra cosa que una pobre comida hecha con carne de ínfima calidad, nervios y algunos huesos que llegaban a quebrantar las muelas del pobre Don Miguel. Estudiosos que han profundizado en las raíces de este plato, tan simple como apetitoso, llegan a la conclusión de que los tan traídos y llevados “duelos y quebrantos”, son huevos con torreznos de jamón y otros añadidos del que Sancho decía que “con pan son buenos.” Con tales componentes se describen en esta preparación, fácil de hacer y sumamente sabrosa:

La receta es sencilla; de fácil solución.
Es, fritada de huevos revueltos con chorizo,
torreznos de jamón, y un tanto salteados,
los sesos de un cordero
que previamente fueron objeto de coción.
No utilices aceite, ni frío ni caliente,
la grasa del torrezno, fundida en la sartén
es más que suficiente.
Un consejo que debes escuchar:
Sacarás a este plato más encanto
si al comerlo te olvidas de pensar
en “Duelos y Quebrantos”.

Los “duelos y quebrantos” era plato muy del gusto de Don Quijote y del bonachón de Sancho que saboreaban los sábados. Un sabroso bocado que se hacía comer a los árabes para que probaran su conversión al Cristianismo. Y como su contenido era mayormente cerdo, lo comían “con dolor en el alma y quebranto en el corazón”.

Don Quijote preside la comida en una venta, junto a la supuesta princesa Micomicona. Óleo por Manuel García «Hispaleto». Siglo XIX. Museo del PradoDon Quijote preside la comida en una venta, junto a la supuesta princesa Micomicona. Óleo por Manuel García «Hispaleto». Siglo XIX. Museo del Prado

Gachas manchegasGachas manchegas

GACHAS

Las gachas llenan la boca de una untosidad maravillosa. Plato de mucha sustancia y apetitoso; ideal para los días invernales de intenso frío y escarcha, que se hacen acompañar de un vino fuerte, de cuerpo, con años.
Jesús Torbado, buen periodista y excelente observador para hilvanar con detalle sus crónicas viajeras, nos dice que “cuando todavía hoy se reúnen en La Mancha las familias para comer del mismo recipiente las gachas, no celebran sólo el rito alimentario que la biología exige, sino la fraternidad espiritual que les ha enseñado una larga y rica tradición.”
Y el escritor manchego Francisco García Pavón, que gustó de la vida del campo y del trato con gañanes y gentes labradoras de su entrañable Tomelloso, nos describe cómo deben comerse las gachas:
“Hay quien come las gachas con cuchara, pero lo mejor especialmente
en el campo, es a base de navaja, cortando un trozo de pan moreno y
mojado. Y, naturalmente, en el campo todos deben comer de la misma sartén.
Lo de “cuchará y paso atrás” está justificado, entre otras cosas, porque la sartén conserva el calor de las gachas…”
“El buen comedor de gachas, cuando aguarda turno de sopa, sostiene el pan y la navaja en la misma mano, dejándose la otra libre para el manejo del libatorio, el pito, la composición del ademán o lo que fuere. Por contra, el mal comedor de gachas no sabe qué hacer con navaja y pan, se le caen las sopas, manchan al próximo, -“saguden”-, se agacha de mala manera ante la sartén… En una palabra, “comen a lo forastero”. Los de esta condición manisa no tienen más remedio que comer de “cortecilla”, es decir, cortando las sopas sin miga para que no se les despinchen de la navaja. Claro que el cortar las sopas de pan con el grosor, superficie y trozo de corteza conveniente, pocos lo hacían como Plinio y Maleza”.

… y la receta

Las gachas manchegas basan la receta en suave harina que llaman de “pitos” o almortas y también “titos”; y es, porque lo sepas, sólo una costumbre.
Para hacer las gachas se requiere:
Picar unos ajos, trocear chorizo -un tanto picante si así lo prefieres- hígado de cerdo muy bien machacado y tocino fresco llamado “panceta”.
Estos ingredientes, según la receta, en rico, sabroso y excelente aceite -un oliva puro, preferentemente, color de oro viejo, limpio y transparente- los menudos ajos pondrás a freír y una vez dorados llevarás a un plato hasta que a las gachas debas añadir.
A renglón seguido, chorizo y panceta -si festín no fueron del astuto gato-, voltearás cuidadoso breve rato con la ayuda eficaz de una paleta, y fritos que hayan sido déjalos en el plato confundidos.
Después, en el aceite dorado, tostarás muy deprisa y con cuidado la harina necesaria, acompañada de un poco pimentón y nuez moscada.
Siguiendo la receta, en ella reza que gastarás de la harina una paleta por cada comensal o por cabeza -cosa que a fin de cuentas es igual-, y al tiempo que la harina vas tostando ¡sin dejar la paleta descansar! agua vas añadiendo, poco a poco, echa un tanto de sal, sigue batiendo y una vez que el condumio está cociendo y ves que un espesor se va gestando debes, de vez en vez, irlo probando corrigiendo de sal según el gusto pero dando al final el punto justo.
Cuando adviertas, a fuerza de probar, que no hay sabor crudo en la harina y la grasa está arriba, según comprobarás, y hacen “fru”, “fru” las pompas poniéndose a bailar, las gachas de pastor, ya están.
Llegados a este final moja buen pan candeal. come las gachas calientes y para limpiar el diente no debe el vino faltar.

De gachas manchegas. Óleo de Antonio López Torres. Museo Antonio López Torres, TomellosoDe gachas manchegas. Óleo de Antonio López Torres. Museo Antonio López Torres, Tomelloso

Migas manchegasHaciendo buenas migas, manchegas

MIGAS

En el “Ensayo apologético sobre la cocina española” D. Gregorio Marañón, habla así de las migas:
“… Citaré también las humildes, pero sabrosas migas, hechas con casi nada (pan, sal, pimentón y torreznos salteados en aceite) que en toda Castilla y, por extensión en toda España, sirven de excelente desayuno o merienda a rústicos, a cazadores, a monjes y aún a los que disponen de copiosa hacienda”.
Dicen quienes las saben hacer bien, que las migas tienen su secreto en la navaja y en el pan. Aquella debe ser de buen filo y, el pan, sentado y bien picado. Siempre deben ir cortejadas por un buen vino.
Los cocineros rumbosos las colman de “tropezones” que, en buen parte, son los llamados “desperdicios del Cerdo”, a los que alude Agustín de Rojas.
La clase humilde, los pastores y jornaleros, las consumen los crudos días de invierno, en la recogida de aceituna y durante las faenas de vendimia. Sabrosas y nutritivas “se dejan querer”.

Para hacer unas buenas migas…

Son las migas del pastor recia comida, sencilla, nutritiva y de buen sabor que aportan fuerza, vigor y un harto excelente, -sabor que te maravilla- gracias a los ingredientes que dan cortejo a un buen pan con edad de varios días que pides, lo pagas y te lo dan, en cualquier panadería.
En llegando a la cocina coge afilada navaja, al pan le haces unas rajas en sentido vertical y otras en horizontal, con lo que conseguirás dejar el pan troceado en cuadritos pequeñitos, hecho migas, bien picado, que dejas en blanca fuente previamente remojado desde la noche anterior.
(Por aquello de las moscas, con un paño, tápalo)
Ajos, chorizos y aceite -de oliva es el ideal-, un puñadito de sal y tocino veteado, amén de trozos de lomo de marrano bien criado, debes tener preparado para empezar a guisar, pues el fuego y agua clara se sobreentiende que están a mano, en cualquier hogar.
Puesto el aceite en la lumbre y una vez que esté dorado, no te asalte incertidumbre para seguir actuando:
Con la cabeza de un ajo, -que previamente has picado,- fríe aquello que del cerdo quieras luego degustar, y cuando estas menudencias veas que doradas están, sácalas de la sartén, en plato aparte échalas y en ese aceite caliente, sabroso, puro, de oliva, un vaso de agua vaciar y a seguido, echas las migas.
Muévelas a fuego lento, cosa que no has de olvidar hasta que estén doraditas que es cuando has de retirar porque las ansiadas migas, delatan que a punto están.
Las menudencias del cerdo no se te olvide agregar, porque el gato está a la espera de poderlas disfrutar.
En la sartén, cómelas, y sin pecar de ser lerdo, cucharada y paso atrás.

El mejor trigo de La ManchaEl mejor trigo de La Mancha

Cocinando el pisto más grande del mundo en Villanueva de los InfantesCocinando el pisto más grande del mundo en Villanueva de los Infantes

PISTO

Es la antigua “alboronía” de los árabes, (un guisado de calabaza, tomates y pimientos), que en el siglo XVII significaba jugo de carnes de ave.
Se trata de un plato muy popular de cuyo agradabilísimo sabor certifico para regocijo de quienes, por mi recomendación, se “jarten”. En opinión del Doctor Marañón, “el pisto admite inacabables matices y es siempre ejemplar porque convierte en suculencia, a fuerza de gracia, una sucinta combinación de vegetales modestísimos”.
Un guiso fácil de hacer, sin otros conocimientos que saber picar bien, sin prisas, con toques más bien lentos, tomates y pimientos.

Su receta

En clásica sartén, que no en la olla, pelados, sin semillas y cortados, se fríen pimientos y algunas cebollas; pero todo ello no sería ortodoxo si tales productos que has manipulado en labor paciente, antes no has picado.
Te harás de otra sartén para el tomate que freirás sin piel y troceado, y cuando veas que ha cogido el punto, pimientos y tomates ponlos juntos y sin dejar la faena para luego salpicaras de sal y a lento fuego, déjalo media hora y el suculento pisto para comer con pan, lo tienes listo, y al gusto elegirás, como es corriente, saborear en frío o en caliente.

SandíaRojo sandía

DE POSTRE Y MERIENDA: UVA, MELON, SANDIA, ARROPE Y MOSTILLO

Gracias al dulce invento de la abuela, mostillo y arrope fueron durante años, con la rebanada de pan recién horneado y crujiente, o el tierno panecillo, la merienda más deliciosa que alternada con las uvas de algún dorado racimo, las madres, a la tarde, repartían a sus chavales.
Dos productos que han enriquecido, por siempre, la despensa de la familia campesina por su estrecha vinculación a la viña y, por consiguiente, a la Mancha.

Mostillo

Es el postre más sencillo que se puede preparar. Sólo necesitas mosto y harina blanca, candeal. Hay quien, porque le apetece, le agrega almendras partidas,
piñones y frescas nueces. El hacerlo es muy sencillo:
En sartén la harina tuesta hasta que quede dorada y en lento fuego, a cocer con el mosto la pondrás no dejando de mover, con la espátula ligera, no de cobre ni aluminio ni de aleación cualquiera, porque no es buen proceder
cuando el mosto esté a cocer, por metal, cambiar madera.
La cocción tiene su punto cuando la masa endurece; vacíala en plato o en fuente agregándole en caliente si a tu gusto le apetece, piñones, almendra y nueces.
Cuando frío, con afilado cuchillo, en trozos irás partiendo, conforme vas consumiendo el mosto que ahora es mostillo.

Mostillo y queso manchegoMostillo y queso manchego

Arrope

Para hacer un buen arrope que resulte un alimento provechoso y suculento que buen sabor deje a tope cuando lo hayas de comer, puchero no es necesario; sí una olla y un caldero, limpio mosto, fruta y miel.
Sumido en caldero de cobre bruñido al calor del fuego que la llama lanza el dorado mosto se habrá reducido quedando en un tercio una vez cocido.
En oronda olla que exhibe su panza, una calabaza, melón y membrillo sumirás en agua de cal saturada para endurecerlos, antes que el cuchillo deje tales frutas en trozos cortadas; dando tiempo al tiempo -porque estén crujientes-, veinticuatro horas serán suficientes. Luego, en el caldero, irán hermanadas con la miel de un cazo que has llenado a tope, y ese dulce mosto, de color tostado, en hervor profundo quedará espesado.
En pocos minutos, listo está el arrope que comerlo debes cuando esté enfriado porque, si lo ingieres estando caliente se sienten molestos la lengua y el diente.
De El Toboso, cuna de la simpar Dulcinea, el arrope de vendimia, con el añadido de melón, calabaza y corteza de naranja, aromatizado con anís, es sin duda uno de los más originales de la Mancha.


Si queréis conocer la cocina del Quijote en todo su esplendor, os proponemos vivir esta experiencia: 


Un artículo de Antonio Bellón Márquez ©


Bibliografía y fuentes de información:
– Diccionario General de Cocina. Muro, Ángel.
– Historia de la Gastronomía Española. Martínez Llopis, Manuel.
– Efemérides cervantinas. Cotarelo y Mori, Emilio. Revista de Archivos, 1905.
– Estudios cervantinos. Rodríguez Marín, Francisco. Atlas, 1952.
– Hombres, lugares y cosas de La Mancha”. Fascículo VIII. Dr. D. Rafael Mazuecos.


Fotografía de portada de José María Moreno García

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De visita al yacimiento de Oreto – Zuqueca

Oreto Zuqueca

El conjunto del yacimiento, que incluye una catedral aún no excavada, supera las 25 hectáreas de extensión


El yacimiento arqueológico de Oreto – Zuqueca se encuentra situado en el término municipal de Granátula de Calatrava (Ciudad – Real), en la región natural del Campo de Calatrava, a unos 5 Km al sur del núcleo urbano, en el valle del río Jabalón y a un escaso centenar de metros de su ribera. Bajo su suelo se ocultan a día de hoy más de 17 siglos de historia.
El yacimiento como tal consta de tres partes diferenciadas. Al oeste se encuentra Cerro Domínguez, donde son perfectamente visibles en sus laderas las diferentes terrazas que se corresponden con los restos existentes. La parte central, en llano, está dominada por la actual ermita, en torno a ella puede visitarse la intervención arqueológica musealizada realizada en los últimos años. Finalmente, al este, se encuentra el Cerro de los Obispos, de forma cónica.

Parte central del yacimiento Oreto Zuqueca. Al fondo, el Cerro de los ObisposParte central del yacimiento. Al fondo, el Cerro de los Obispos. Autor, Eduardo A. Sánchez Ferrezuelo y Érika López Gómez

Oreto Zuqueca yacimiento Parte del yacimiento acondicionado para visitas. Autor, Eduardo A. Sánchez Ferrezuelo y Érika López Gómez

La parte meridional del valle está rodeada por una cadena de cerros de escasa altura que se extienden a lo largo de los márgenes del río Jabalón con dirección Sureste Noroeste, y que originan una serie de pasos naturales que permiten la comunicación de la zona, por una parte, hacia la alta Andalucía, a través de Calzada de Calatrava y Puertollano y, por otra, hacia la Submeseta Sur por Valdepeñas y Manzanares.
Geológicamente es una zona de transición entre la parte más occidental de la llanura manchega y el Campo de Calatrava. En las sierras aparecen materiales de origen paleozoico, que deformados por la Orogenia Hercínica, dan lugar a largos y estrechos sinclinales. Los valles situados entre los cerros están recubiertos por materiales terciarios compuestos por arcillas, a veces margosas, y arenas, coronadas por bancos calcáreos.
Además, el entorno es conocido por la importante presencia de testimonios de origen volcánico como “sismitas”, “maares” y la única “fumarola” activa de la Península Ibérica. Imprescindible la visita al volcán de Cerro Gordo
El hacer esta breve referencia a la historia geológica es importante, ya que todos los materiales empleados en las construcciones del yacimiento, con la excepción de algunos bloques de granito, son los de la zona. El más abundantemente empleado fue la cuarcita y en menor proporción se emplearon las calizas recristalizadas del Plioceno y los encostramientos calcáreos que, por su facilidad de obtención, se utilizaron en forma de grandes lajas. También hay que destacar la utilización de material volcánico que, por su escaso peso y gran resistencia, alivia el peso de las estructuras. El basalto olivino utilizado, procede, en su mayor parte, del volcán de La Columba, y los escasos bloques de granitos detectados en las construcciones del yacimiento pueden provenir de la zona de Valdepeñas, único sitio cercano donde aflora este material.

Puente de Baebio. Autor, Jumadogo

Hispania con Augusto

Todas las características geográficas y geológicas señaladas anteriormente, han hecho del lugar un importante enclave arqueológico desde muy antiguo. Las fuentes proporcionan datos de la existencia de Oreto o Oretum, como capital Norte de la Oretania, una de las provincias romanas de Hispania. Está localizada en el Cerro Domínguez, muy cercano a la actual Ermita de Oreto – Zuqueca. Las excavaciones realizadas en el año 1975-76 dieron como resultados la aparición de restos materiales pertenecientes a una ocupación continuada desde el siglo IV a.C. (relacionada con el mundo ibérico) hasta el siglo XII d.C.
En época romana esta zona continuó teniendo importancia, según testimonia la lápida que conmemora la construcción del puente de Baebio, de fines del siglo I y principios del II. Actualmente se conserva en el Ayuntamiento de Almagro y que traduce el P. Fita: “Publio Baebio Venusto, hijo de Publio Baebio Besister, Oretano, a petición del regimiento y del pueblo hizo este puente para honra de este templo con gasto de 80.000 sestercios y después la dedicó, habiendo hecho en la fiesta de la dedicación juegos circenses de a caballo”.
Además de este testimonio, Hervás y Buendía menciona la existencia en la ciudad de Oreto de un templo, de un teatro y de un circo, pero no los sitúa con exactitud. Del templo, también Corchado Soriano hace mención, como posiblemente dedicado a la Diosa Proserpina.


En épocas de sequía, se pueden observar parte de la calzada y algunos de los arcos y tajamares del puente romano de Baebio


Las referencias al mundo paleocristiano se confirman, no solamente con los restos aparecidos en la Ermita de Oreto-Zuqueca, (concretamente un baptisterio del siglo IV), sino también por la existencia de una lápida encontrada en el Cerro de Oreto, que hace mención a la existencia de un granero o almacén, fechada en el 387 de la Era Cristiana. Según el dibujo que de ella ha llegado, aparece un crismón que trae pendientes las letras alfa y omega, prueba de que el culto cristiano estaba ya vigente en esa época.
Las invasiones godas producen una fuerte crisis sobre esté y otros lugares habitados en la península. La crisis afecta tanto al poblamiento rural como al urbano, provocando el ocaso del mundo tardorromano de la Oretum Germanorum hacia finales del siglo IV.
Cuando la ciudad ya no era ni siquiera un recuerdo, los visigodos ocupan el extrarradio del ámbito episcopal, imponiéndose así una nueva disposición territorial mediante la distribución de las tumbas sin un orden determinado. En la actualidad se puede contemplar sobre una pequeña superficie, más de ciento treinta tumbas de todas clases, variedades y tamaños.

Baptisterio

Enterramientos

Interior de la Ermita de Oreto -Zuqueca

En época visigoda, Oreto fue Sede Episcopal de la Oretania, junto con Castulo y Mentesa y, aunque no se ha podido comprobar que sea de la misma antigüedad que las anteriores, se conocen el nombre de ocho de sus Obispos por su asistencia a los Concilios Toledanos, desde el año 589 hasta el año 693. Como testimonio de la existencia de esta sede, se conoce la lápida de la tumba del obispo Amador, aparecida en un lugar muy cercano al yacimiento, el Cerro de los Obispos, con la siguiente inscripción: “Al encuentro del Rey Celestial salió Amador sacerdote, teniendo 43 años de edad el día 9 de febrero de la Era 652 (año 614), año segundo de Sisebuto, felizmente reinante. Vivió en el cargo de su Episcopado un año y diez meses. Pasó a mejor vida en paz, amén”.
Se confirma plenamente la presencia visigoda, con la aparición de una necrópolis, y de un conjunto de edificios construidos desde época paleocristiana hasta finales de época visigoda, restos bien documentados arqueológicamente. Según Corchado Soriano, la mayoría de los historiadores creen que Oreto fue destruido con la invasión musulmana en el 711, aunque existe la teoría de que, al menos en parte, subsistió como tributaria de los vencedores con el nombre de Urit hasta el año 853, en que, según Torres Balbas en la obra Ciudades Yermas, pudo haber sido arrasada en una de las muchas razzias de las Guerras Civiles por los toledanos sublevados, siendo sus pobladores trasladados a Calatrava la Vieja, sin embargo, en la zona quedan restos de una ocupación hasta época más tardía.
Las fuentes cristianas de aquellos años son prácticamente inexistentes, pero las árabes mencionan a la ciudad tanto con el nombre de Oreto, como con el de Urit, lo que indicaría que ésta estuvo ocupada por bereberes y que se convirtió en una de las etapas dentro de la ruta de los ejércitos salidos de Córdoba hacia Toledo.


Tras el abandono de Oreto surge Zuqueca, castellanización del árabe ‘as-sukaya’, topónimo interpretado por los árabes como el ‘camino’, el ‘cruce’


Las guarniciones de los sirios, asentados en los alrededores de Sierra Morena, dejaron en este asentamiento su influencia oriental sobre una de las construcciones más llamativas del yacimiento. Se trata de los baños o ‘hammam’. Hoy se puede divisar, sin demasiado esfuerzo a la imaginación, la entrada suroeste que desemboca en un vestíbulo, la sala fría dando paso a la sala templada provista de su correspondiente bañera o sala caliente, con dos bañeras sobre el hipocausto (elemento parecido a un horno, o gloria, que sirve para dar calor).
La antigüedad de los materiales podría demostrar que estamos ante uno de los baños más ancestrales del siglo IX, cuyo precedente se sitúa en los baños del desierto de Jordania, los de Qusayr Amra, del siglo VIII.
El conjunto religioso, que hoy se conoce como Santuario de la Virgen de Oreto y Zuqueca, datado en 1243, comprende diferentes edificios que, sobre las ruinas de construcciones de época tardorromana y visigoda de Oreto y Zuqueca, comenzaron a reconstruirse a partir de la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, dando lugar a lo que hoy conocemos como Ermita propiamente dicha, casa-hospedería de los antiguos santeros y una casa dedicada en la actualidad a almacén de aperos.


Fuentes:
• GARCÉS TARRAGONA, A. M. y ROMERO SALAS, H., «Algunas notas antropológicas de la necrópolis de Oreto-Zuqueca», 2002.
• GARCÉS TARRAGONA, A. M., ROMERO SALAS, H. y FUENTES DOMÍNGUEZ, A., «Yacimiento arqueológico de Nuestra Señora de Oreto-Zuqueca (Granátula de Calatrava)», en Investigaciones arqueológicas en Castilla La Mancha, 2004, pp. 307-324.
• DONOSO GARCÍA, S. y RIPOLL VIVANCOS, P.J.: «Zuqueca», en Del nombre de las cosas: Granátula de Calatrava. Ensayo de toponimia. Ciudad Real, 2004.
• GARCÉS TARRAGONA, A.M. y RIPOLL VIVANCOS, P.J.: «De Sikka a Zuqueca», en X Congreso Internacional de Caminería Hispánica. Madrid, 2010

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Fuenllana. Bodas de Camacho

Bodas de Camacho Fuenllana

Hace poco más de cuatrocientos años, el mismo calor sofocante de principios de verano mantenía a La Mancha en plena siega. Las cosechas comenzaban a llenar los graneros y los pósitos. Cervantes deambulaba observador, como siempre creando en su mente lo que más tarde convertiría en novela universal.
Los Canuto poseían multitud de propiedades por todo el Campo de Montiel. Desde los confines Norte de Membrilla, hasta los molinos harineros del Jabalón por el Sur.
Documentado está en los libros de visita de la Orden de Santiago y las Relaciones Topográficas de Felipe II el mayorazgo que poseían en Fuenllana donde las mejores tierras de la vega del río, enramadas de olmos servían de cobijo en las deseadas sombras del verano. También el gran latifundio de La Fuenlabrada en término de Montiel, cerca de Fuenllana, Carrizosa y Villahermosa era propiedad de esta acaudalada familia.
También está perfectamente documentado que unos años antes de escribirse el Quijote, coincidiendo con los años de trabajo de Cervantes como recaudador de impuestos, en sus numerosos viajes por estas tierras camino de Andalucía; se realizó una fastuosa boda entre María Canuto de Fuenllana y Fernando Ballesteros de Villahermosa. Boda registrada en la iglesia parroquial de San Andrés de Villanueva de los Infantes.
Razones todas perfectamente documentadas que vinculan al Campo de Montiel y sus pueblos con Cervantes y con el Quijote, de principio a fin.
Además, el potente caudal económico de los Canuto, los elevó a la hidalguía, que pleitearon en numerosas ocasiones como demuestran los archivos. Obtuvieron privilegio para ocupar la Capilla de Santiago de la iglesia de Santa Catalina de Fuenllana, convirtiéndola en su panteón funerario, como nos relatan los documentos de la Orden de Santiago.

Casamiento de Basilio y Quiteria. Obra de Manuel García «Hispaleto». Oleo sobre lienzo. 1881. Museo del Prado

Vista de Fuenllana

Ateniéndonos a la documentación depositada en los diversos archivos y textos atesorados a lo largo de la historia, Fuenllana se encuentra con suficiente legitimidad como para celebrar, recordar o conmemorar un evento histórico y literario que corresponde a nuestra tierra. Al muy cervantino Campo de Montiel. Una de las comarcas donde prenden las más antiguas raíces del contexto manchego. Donde además han habitado y nacido personajes tan importantes como Jorge Manrique, Francisco de Quevedo o Santo Tomás de Villanueva.
Razones más que justificadas para dar el valor que corresponde a nuestros pueblos. Para que esto sirva de revulsivo que los mantenga con la incalculable belleza de su esencia, autenticidad e imagen ancestral que en algunos casos como Fuenllana, ha llegado intacta al siglo XXI, siendo uno de los escasos y valiosos ejemplos de villar rural manchega que mejor ofrece la imagen que se espera de aquellos pueblos blancos, pequeños, agrícolas y ganaderos que conoció el genial Cervantes.
Algo que nos hace únicos para a la vez engrandecer la imagen de La Mancha, pudiendo mostrar al mundo, algo que ya no existe en casi ninguna parte.
Ideal de pueblo ganado día a día con la perseverancia y buen gusto de los escasos habitantes de esta villa, que merecen el respeto de todos aquellos privilegiados de notable sensibilidad natural, conocimientos académicos o aficiones culturales, capaces de ver, apreciar y valorar la autenticidad y la belleza allá donde se encuentra.

Bailes populares durante la representación de las Bodas de Camacho en Fuenllana

Representación teatral de las Bodas de Camacho en Fuenllana

Las Bodas de Camacho se celebran en Fuenllana sin mayor deseo y sin mayor pretensión que poner de manifiesto nuestra legítima vinculación histórica y cultural con esa obra maestra de la literatura universal que es el Quijote. No queremos absolutamente nada que no nos corresponda, ni tampoco vamos a renunciar a todo cuanto la legitimidad de una trayectoria histórica nos ha concedido.
Respetamos totalmente los deseos de cada pueblo por recrear cualquier pasaje del Quijote porque esta obra y su transcendencia cultural pertenece a la humanidad desde el momento de su publicación. Las Bodas de Camacho como cualquiera de los capítulos del Quijote, son patrimonio de todos y siempre es grato y admirable que tanto la cultura española como la lengua española se difundan con la grandeza que merece y con lo mucho que aportamos al conjunto de la humanidad.
«Desde Fuenllana felicitamos a todos los pueblos que desarrollan actividades en torno al Quijote. Porque es enriquecedor y a todos beneficia. Nos alegra que esta gran obra permanezca eternamente viva. Y a la vez realizamos un llamamiento para que la responsable ciudadanía manchega atienda la fisonomía, la estética, y la imagen de la arquitectura y urbanismo manchego acorde con nuestra historia y nuestra cultura. Porque eso supone beneficios para todos, desde los sensoriales por habitar y disfrutar espacios hermosos, hasta los económicos por rentabilizarlos y compartirlos con turismo de calidad que prefiere invertir su dinero allí donde encuentra lugares que le aportan belleza, paz, elegancia, armonía, buen gusto y todo ese cúmulo de cualidades que nos debemos los manchegos por el gran regalo y la gran responsabilidad de haber servido de inspiración a un monumento literario de la calidad del Quijote».

Escenas de la representación teatral de las Bodas de Camacho en Fuenllana

«Por eso en Fuenllana nos esforzamos cada día por no perder nuestra esencia y potenciar la belleza de una auténtica Villa Rural Manchega.
Saludando y deseando lo mejor para el conjunto de La Mancha. Apreciando los magníficos molinos de Campo de Criptana, Mota del Cuervo, Alcázar y Consuegra. El destacable esfuerzo de Puerto Lápice por recuperar su identidad cervantina con la bella calle de porches y el nuevo ayuntamiento ensalzando una de las plazas más hermosas. Las inigualables ciudades del Siglo de Oro como Almagro y Villanueva de los Infantes. La irrepetible Reserva de la Biosfera de las Lagunas de Ruidera. Los cervantinos parajes de Sierra Morena. En definitiva los poderosos atractivos de una tierra legendaria forjada con tanto sudor como las espadas de las caballerescas órdenes militares que distinguen a La Mancha como la tierra del Caballero más famoso de todos los tiempos. Porque una Mancha hermosa, cuidada y atractiva siempre será una fuente permanente de recursos para todos. Además del prestigio cultural que reportará a sus moradores y al mundo en general. Este debe ser nuestro gran compromiso como la tierra elegida por Cervantes para que podamos mostrarla con orgullo a la humanidad».


Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano

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Villanueva de los Infantes, Patrimonio Histórico-Artístico Nacional

Villanueva de los Infantes

Os invitamos a pasear por este enclave, uno de los más bellos de nuestro país y centro histórico de la Comarca del Campo de Montiel, citada hasta cinco veces por Miguel de Cervantes en su universal obra “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha“. Un auténtico escenario del Quijote


En la maravillosa zona del Campo de Montiel se encuentra uno de los conjuntos históricos con mayor renombre de toda Castilla – La Mancha: el que ofrece la antigua localidad de Villanueva de los Infantes. La ciudad es de origen romano, pues en un principio fue la colonia Antiquaria Augusta, fundada al parecer por Marco Ulpio Gresario, un liberto de Augusto.
En nuestros días quedan todavía algunas ruinas romanas, cercanas al precioso santuario de Nuestra Señora de la Antigua.
En tiempos de la conquista musulmana la población recibió el nombre de Jamela, palabra que por su origen hebreo nos hace suponer que fue fundada por una familia judía. También se han encontrado restos de este tiempo.
Fue inicialmente repoblada por el maestre Pérez de Correra y en el año 1243 pasó a ser dependiente del Campo de Montiel bajo la protección de los entonces poderosísimos caballeros de la noble Orden de Santiago.
Sin embargo, comenzó a despoblarse de nuevo rápidamente debido a la insalubridad del territorio. Así pues, se tomó la determinación, una vez más, de desplazar a sus habitantes al sitio de la Moraleja, a unos cinco kilómetros, de modo que se adoptó dicho nombre hasta el año 1421, fecha en que el Infante Enrique de Aragón le concedió la Carta Puebla y la emancipación del Campo de Montiel.
Como muestra de agradecimiento hacia el infante y sus hermanos, la población tomó el nombre de Villanueva de los Infantes, que mantuvo hasta el año 1916 cuando, al ser proclamada ciudad, se desprendió de la primera palabra. No obstante en el año 1955, a consecuencia de la conmemoración del cuarto centenario de Santo Tomás de Villanueva, la personalidad más insigne de la ciudad, retomó su anterior nombre, que todavía conserva en nuestros días.
En sus comienzos el lugar fue un importante cruce de caminos, pues a través de ella pasaba el Camino Real que llegaba hasta Granada atravesando La Antigua y Villahermosa.

Calle con casas encaladas en Villanueva de los Infantes. Autor, Victor Chaparro

Plaza Mayor. Autor, Pedro García


No os perdáis la ruta urbana por sus palacios, casas solariegas y patios manchegos y por supuesto un recorrido por su inigualable religioso patrimonio


Uno de los enclaves más bonitos de Villanueva de los Infantes es su maravillosa Plaza Mayor, que constituye, junto a las de Almagro y San Carlos del Valle, la famosa trinidad ciudadrealeña. En ella se encuentran importantes edificios, como el Ayuntamiento y la imponente parroquia de San Andrés.
En cuanto al primero, vale decir que es un monumento construido en piedra en el que podemos apreciar el más bello estilo neoclásico en las arcadas de sus magníficos soportales. Al fondo, una bonita casona con balcones corridos alegra el severo tono neoclásico de la mayor parte del conjunto.
La iglesia parroquial de San Andrés, ermita en tiempos de la Moraleja, consta de tres encandiladoras portadas, dos de ellas platerescas, y la principal, clasicista. Se halla enmarcada por un arco de medio punto y flanqueada por espléndidas columnas dóricas. En el frontón aparece el escudo de los Austrias junto a la imagen de San Andrés. En su interior, rematado por maravillosas bóvedas de crucería, se encuentran varias capillas de incalculable valor histórico. En la más antigua de ellas, la de los Bustos, está enterrado el gran literato del Siglo de Oro, Francisco de Quevedo. Otra es la de los caballeros de la Orden de Santiago y otra está dedicada al ilustre Santo Tomás de Villanueva, en concreto la del Santísimo.
La torre de estilo herreriano fue construida por Juan Ruiz Hurtado. En el Museo del Prado se guarda una bellísima tabla procedente de esta iglesia con las representaciones de Santa Ana, la Virgen, Santa Isabel y los Santos Niños.

Interior Iglesia de San Andrés. Autor, fotomo62

Palacio de los Ballesteros

Casa del Caballero del Verde Gabán. Autor, Pablo Sánchez


Villanueva de los Infantes tiene entre sus edificios civiles, religiosos y calles, más de 250 escudos heráldicos aún conservados en perfecto estado


Del año 1631 data el Hospital del Remedio, genial monumento en el cual destaca una capilla barroca donde aún perviven elementos renacentistas, como la capilla del Remedio, aneja al edificio. Este hospital ejerció más tarde la función de escuela pública, lo que originó variaciones notables en su estructura original.
La vieja Alhóndiga se construyó en el siglo XVI para la Casa de Contratación, aunque luego fuera utilizada como prisión del Partido. Destaca su extraordinario patio columnado, de extraordinaria belleza. En la Calle Ramón Herrera también encontramos dos magistrales edificios: la Casa del Arco (siglo XVII), realizada en un solemne estilo clasicista, que destaca por su magnífico arco de honda cimbra, y la Casa de los Estudios, también conocida como Colegio Menor, que data de finales del siglo XVI. Allí enseñaron retórica, poética, gramática y otras materias, ilustres profesores, entre los que se encontraban el propio Francisco de Quevedo y el humanista Bartolomé Jiménez Patón.
En la calle de Santo Tomás encontramos, en un reducido espacio, un conjunto de monumentos de sumo interés: la casa de Santo Tomás de Villanueva y el oratorio; el hospital, fundado por la madre del Santo para recoger a viudas pobres, y la Casa de la Inquisición.
En el límite sur de casco antiguo se fundó en 1556 el excelente convento de Santo Domingo, que guarda entre otros tesoros, la celda donde murió Quevedo.
Un edificio de gran interés es la iglesia de las dominicas de la Encarnación, cuya incomparable portada constituye un valioso antecedente de las portadas-retablo tan difundidas durante el Barroco.
Además de todos estos grandes monumentos artísticos, podemos contemplar otras casas particulares de estilo renacentista y barroco principalmente, aunque no debemos restar importancia a aquellas que representan la arquitectura popular de La Mancha, que adornan las calles e imprimen carácter a un lugar tan especial como Villanueva de los Infantes.

Casa del Arco. Autor, Pablo Sánchez

Casa de los Estudios. Autor, sabersabor.es

Interior Convento de Santo Domingo. Autor, sabersabor.es


Para disfrutar: el prestigioso Festival Internacional de Música Clásica de Villanueva de los Infantes y la popular Fiesta del Pimiento, con el pisto más grande del mundo, Récord Guinness 2016


La visita a esta ciudad no sólo supone la posibilidad de admirar uno de los conjuntos artísticos más bellos de nuestro país. Allí se celebran también fiestas de extraordinaria relevancia, como es la de los Mayos y la de las Cruces, en la cual, durante la noche del 2 al 3 de mayo se instalan cruces en las casas y los mayos van recorriendo, deleitando a sus moradores con canciones populares. En agradecimiento, se les obsequia con trigo tostado, anises y vino.
En cuanto a la gastronomía del lugar, se puede saborear la típica cocina manchega, de la que son característicos platos como los huevos a la porreta, las chuletas de cordero manchego a la gavilla o el tiznao, regados siempre con los inconfundibles vinos de esta tierra.
Son muchas las delicias que nos depara esta hermosa ciudad. Un legado de una época de gran esplendor de la cultura y del arte españoles.


Si estas interesado en visitar Villanueva de los Infantes, contacta con nosotros sabersabor.es


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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San Carlos del Valle o la joya Barroca de La Mancha

San Carlos del Valle

Hablar de San Carlos del Valle es hablar del “pueblo de la plaza”, pues es bien cierto que el perímetro que ésta delimita contiene todo el atractivo y el interés histórico del lugar. No existen adjetivos suficientes para calificarla, pero para hacernos una idea podemos decir que junto al conjunto histórico de Almagro y el de Villanueva de los Infantes (ambas localidades de mayor extensión e importancia económica que San Carlos del Valle), se forma la inigualable trilogía manchega. No es posible conocer las maravillas que nos ofrece la tierra de Don Quijote hasta que no se ha visitado la Plaza Mayor de San Carlos del Valle.

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Iglesia del Cristo. Autor, Emiliovet

Este pequeño pueblo fue edificado con un plano totalmente regular durante la época del monarca Carlos III, para algunos uno de los mejores reyes que han regido nuestro país, quien, emulando a la ilustración francesa, promulgó el Plan de Colonización mediante el cual la urbanística moderna había de llegar a cualquier localidad, tanto grande como pequeña, tanto rica, como pobre. Gracias al superintendente del rey en la época, Pablo Olavide, este plan se aplicó a San Carlos del Valle, convirtiéndolo en el máximo exponente manchego del urbanismo dieciochesco.
La desproporción entre la enorme y ornamentada plaza y el resto de la localidad levantada en torno a ésta, se debe a que la plaza fue construida como atrio para la maravillosa iglesia del Cristo, situada sobre el Santuario de Santa Elena, donde según la tradición, apareció en un pajar la milagrosa figura de un Cristo que se cree fue abandonada allí por un extraño peregrino. Es por esta razón por la que tan interesante y bellísimo lugar se conoce también con el nombre de “El Cristo”.

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La plaza, de forma prácticamente rectangular, está compuesta por unos soportales realizados con simples columnas toscanas que además de proporcionar al lugar una sobria belleza contrastan con la ornamentada fachada de la iglesia del Cristo, considerada como una auténtica joya artística de la villa y de toda Castilla – La Mancha.
La portada de la iglesia, tesoro de inmenso esplendor, posee entre dos columnas salomónicas típicas del estilo barroco final en que fue construida (entre 1713 y 1729), un trabajado relieve en el que se representa a Cristo y el milagro de los ladrones. El hecho de que se conserve en tan buen estado se debe a las acertadas reparaciones de las que ha sido objeto a lo largo de su historia.

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El interior no es de menor magnificencia que la parte externa. Lo más característico es su planta de cruz griega y su inmensa bóveda de cañón sostenida por medio de pilastras toscanas. La bóveda sale al exterior por una majestuosa cúpula flanqueada por cuatro torres en las que aparecen cuatro pintorescas figuras.
Tampoco hay que restar importancia a los elementos de la decoración como las estupendas celosías o los pequeños balconcillos que forman las tribunas.

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En otro de los lados de la plaza se encuentra el Ayuntamiento de San Carlos del Valle, enfrente de una encantadora casa particular cuyo patio columnado es una delicia.
Así pues, San Carlos del Valle está considerado como uno de los lugares paradigmáticos de estas tierras manchegas. Es un pueblo pequeño y recoleto, pero la belleza del trazado de su magnífica plaza, su perfecto alzado y su pureza de líneas, unida a las calles adyacentes, de trazo regular y gran sencillez y dinamismo, crean un conjunto valioso tanto por su importancia histórica y arquitectónica como por el lujo visual que constituye su contemplación.
Bien merece la pena una escapada para conocerlo.

“Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero parasismo,
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es tu abismo:
mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo.”
Poema al Amor. Francisco de Quevedo y Villegas


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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Santuarios Manchegos. Origen de esta tierra

Santuarios Manchegos. Origen de esta tierra

Antes incluso de la existencia de las palabras, cuyo lenguaje permitiera ubicar la lejanía de unos tiempos tan remotos, que ni siquiera la presencia del ser humano podía ser capaz de medir con la distancia que hoy nos permite el transcurso de la Historia, la Prehistoria y lo presumible desconocido más allá de la noche de los tiempos; el disco solar, como siempre, dueño de su tiempo y sus medidas, amanecía y atardecía sin la física ni las matemáticas de los hombres. Primero adorado como el dador de vida, a veces temido como el dios supremo. Siempre querido como la calidez del hogar, la caricia del afecto, o el impulsor del ánimo.

Aquí, en la inmensa provincia de Ciudad – Real, cuya magnitud geográfica supera la de numerosos países, es posible hallar los orígenes de sus moradores, conservados como en las vitrinas de un museo decimonónico o en los relicarios de un tesoro catedralicio, atesorados en el rosario de santuarios que decoran el territorio con la quintaesencia que conjuga con maestría artística y filosófica lo docto y lo popular, lo pagano y lo cristiano, lo espiritual y lo mundano, lo ideal y lo material.

Campanario de Terrinches. Autor, JP

Campanario de Terrinches. Autor, JP

Apostado al borde meridional de la Meseta, en las estribaciones septentrionales de Sierra Morena, en pleno Campo de Montiel, encontramos uno de estos mágicos lugares de culto, contemplación o meditación, más antiguos de la provincia. Postrado ante los retablos pétreos de las cordilleras béticas, cada solsticio de invierno la divinidad amanece solemne sobre el colosal altar de la roca del Cambrón, elevándose sobre todas las cosas, renovando la esperanza de un nuevo día por vivir. Regalo que los hombres interpretaban como la magnanimidad del Todopoderoso.
En Terrinches junto a la ruta comercial de la Vía Augusta, disfrutamos de uno de los yacimientos más importantes de la Edad del Bronce. Todavía en periodo de estudio y puesta en valor, que sin duda aportará gran interés para la ciencia, la cultura, el turismo y los modos sostenibles de ordenación y rentabilización del territorio. Influyendo para el cuidado del pueblo y su adecuación como atractivo a visitar.

Vista de la Sierra del Relumbrar. Autor, mjacintomm2

Vista de la Sierra del Relumbrar. Autor, mjacintomm2

Resumiendo por medio de la cronología, adaptándonos al espacio del artículo, destacamos de entre los santuarios de origen ibérico los de Alarcos y Villanueva de la Fuente. El primero bien conocido, por la riqueza del parque arqueológico que lo incluye, conteniendo entre sus joyas la bellísima ermita gótica, que sin duda, como todos los mencionados merecen publicaciones exclusivas.
El caso del santuario de Los Desamparados en Villanueva de la Fuente, es preciso decirlo, sobre todo para su puesta en valor. Muy pocos saben que la actual ermita se asienta sobre un conjunto de cuevas y oquedades de origen prehistórico con antecedentes de la cultura ibérica. Que además se complementa con la visión de uno de los paisajes más sugerentes de la zona abarcando toda la vega del río Villanueva y la sierra de Relumbrar.

Ermita de la Virgen de la Sierra. Villarrubia de los Ojos. Autor, Angel Muñoz

Ermita de la Virgen de la Sierra. Villarrubia de los Ojos. Autor, Angel Muñoz

Oreto, Zuqueca, Granátula. Nombres diferentes que aluden a un mismo sitio. Donde tres culturas se superponen desde Roma hasta el Califato de Córdoba pasando por los Visigodos. Impronta de estos últimos, que como su espíritu, permanece materializada en el recoleto y robusto espacio interior de la acogedora ermita, evocadora de casonas asturianas inmersas en la penumbra de los hayedos y robledales norteños.

En el Campo de Calatrava, por contraste destaca la sobria elegancia arquitectónica del nobiliario santuario de Las Nieves, propiedad de Almagro. Cuyos restos de la columnata que rodeaba la plaza de toros todavía dan idea de la monumentalidad perdida. Sin embargo continúa siendo uno de los excelentes lugares de la provincia para disfrutar.
Relativamente cerca, continuando la ruta que cada cual decida, conviene acercarse a la Virgen de la Sierra en Villarrubia de los Ojos. Como casi todos, otro de los reductos más puros, hermosos y cautivadores de la arquitectura popular manchega. Situado, como no, a los pies de la sierra, en un paraje rodeado de naturaleza.

Virgen de Criptana. Autor, soc dimoni

Virgen de Criptana. Autor, soc dimoni

Otro de los que guarda el encanto de la quintería manchega, el patio calatravo y la venta cervantina, es el de La Encarnación de Carrión de Calatrava, con la suerte de ser vecino del parque arqueológico de Calatrava la Vieja y la zona de influencia del parque nacional de Las Tablas de Daimiel. Uno de esos parajes idílicos donde lo rural, lo natural, lo histórico y lo popular invitan a conocerlos con detalle. Si te alejas entretenido divisando esa ciudad mágica en mitad de la llanura, unas veces seca, otras, encharcada que acoge los restos de la vieja capital calatrava, puede que descubras los bien restaurados baños del Hervidero.

Por suerte son muchos, bellos y muy interesantes los parajes, los edificios y la historia que conservan todos los santuarios de la provincia. Refugio, archivo y reducto del origen de nuestras poblaciones, de nuestra arquitectura y nuestras tradiciones.

El tamaño del artículo, obliga a no mencionar todos, y algunos sobre todo, porque merecen artículos por sí mismos. Sin embargo es preciso decir que conviene visitar, conocer y disfrutarlos todos. Desde el castillo – santuario de Peñarroya, hasta la Virgen de Criptana, donde en el primer caso la Orden de Santiago cede sus conquistas a la sociedad actual y en el cerro de Criptana, la blancura manchega y la pureza de volúmenes, complementan el célebre paisaje cervantino de los universales molinos, con la elegante sencillez de la teja, la cal y la madera.
En el de Los Santos en Pozuelo de Calatrava, otra vez lo manchego en todo su esplendor, coronando como la ínsula de Sancho, lo alto de un cerro, con la gallardía de Don Quijote.

Santuario de La Antigua. Villanueva de los Infantes. Autor, Pedro García

Santuario de La Antigua. Villanueva de los Infantes. Autor, Pedro García

Por suerte son muchos. Merecedores de un libro que los muestre con amplitud y nos deleite con sus tesoros.
Curiosos los del Campo de Montiel. Alguno de origen templario como el de La Vega en Torre de Juan Abad. Otros, dignos de formar parte de una plaza florentina como el de La Antigua en Villanueva de los Infantes.
Y la joya por excelencia de los santuarios manchegos, Las Virtudes en Santa Cruz de Mudela.

Si queréis descubrir esta maravillosa tierra, os proponemos vivir estas experiencias con www.sabersabor.es

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Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano
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Fotografía de portada: Roca del Cambrón. Autor, Gabriel Villena Fernández

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Ciudad Real y sus ciudades del Siglo de Oro

Ciudad Real y sus ciudades del Siglo de Oro

Por el Siglo de Oro Español entendemos la época de esplendor de la cultura española: el Renacimiento del S.XVI y el Barroco del S.XVII.
Para nosotros es el periodo literario más importante habido en España, pero en realidad consiste en dos siglos. Comienza con la publicación de Gramática Castellana de Antonio de Nebrija en 1492 y termina con la muerte del dramaturgo Pedro Calderón de la Barca en 1681. A nivel histórico y social, es una época marcada por la plenitud del Imperio español, guerras religiosas, la Contrarreforma, recesión económica y estancamiento social. Pero lo que le faltaba en paz y estabilidad, le sobraba en arte y literatura.

Hoy os proponemos una ruta por algunos de los lugares y rincones más importantes en este periodo de la historia de España. Grandeza y señorío en ciudades patrimonio de la humanidad: Almagro, en el Campo de Calatrava, Villanueva de los Infantes y San Carlos del Valle, en el Campo de Montiel.
Comenzamos.

Calderón, Lope de Vega, Quevedo y Cervantes

Calderón, Lope de Vega, Quevedo y Cervantes

Almagro

La ciudad conserva el único Corral de Comedias que se ha mantenido intacto y en activo desde principios del siglo XVII hasta nuestros días, que alberga en la actualidad su Festival Internacional de teatro Clásico, y que es, en buena parte, el emblema de la villa.
Sin embargo, a pesar de su importancia, Almagro no es sólo el Corral de Comedias si no multitud de monumentos como la Plaza Mayor, monumental y amplia, con los soportales repechados tras las columnas toscanas de piedra, que sostienen las galerías cubiertas que la hacen única en su clase. Esta plaza nos hace recordar a otros rincones del norte de Europa gracias a la familia de banqueros Fugger.
Numerosos edificios religiosos jalonan Almagro, como el Convento de la Encarnación, la Iglesia de la Madre de Dios, el Convento de Santa Catalina… En definitiva, su conjunto urbano y el propio trazado de la villa nos devuelven a la España donde no se ponía el sol.

Plaza Mayor de Almagro. Autor, Kio LoSa

Plaza Mayor de Almagro. Autor, Kio LoSa

Para el caso concreto del Campo de Montiel el Siglo de Oro Español será un momento de gran esplendor cultural, caracterizado por la presencia activa en la comarca de grandes personajes ilustres de las artes y las letras españolas como D. Francisco de Quevedo, D. Miguel de Cervantes y el pintor Fernández Yáñez de Almedina. Al mismo tiempo se produce un importante crecimiento demográfico que conlleva la reforma y construcción de grandes templos parroquiales, así como edificios civiles (grandes casas blasonadas, casas de encomienda, pósitos, molinos y un largo etc.)

Villanueva de los Infantes

Uno de los mejores ejemplos de la España del Siglo de Oro, de un pasado imperial unido a través de calles llenas de historia y de arte. Villanueva de los Infantes sigue mostrándonos sus innumerables rincones, lo mejor del Barroco y del Renacimiento a través del Hospital de Santiago, la bellísima Alhóndiga con su precioso patio porticado o la Casa del Arco. La Casa de los Estudios, la Casa-Palacio del Marqués de Entrambasaguas y su espectacular fachada barroca, el Tribunal de la Inquisición, la Plaza de San Juan o la calle Cervantes y especialmente su Plaza Mayor, presidida por su imponente Iglesia de San Andrés, siempre bajo el recuerdo de Francisco de Quevedo.

Casa del Arco. Villanueva de los Infantes. Autor, Pablo Sánchez

Casa del Arco. Villanueva de los Infantes. Autor, Pablo Sánchez

San Carlos del Valle

Considerado sin lugar a dudas un lugar barroco, un escenario de película de la España del siglo XVII, con espadachines, pícaros y clérigos que deambulan por sus calles. También podríamos encontrar en su Plaza Mayor a algún veterano de las guerras de Flandes, que nos narrase las viejas victorias de los tercios en tiempos de nuestro rey Felipe IV.
San Carlos del Valle posee una espléndida Plaza Mayor cuadrangular, cerrada por la Iglesia de peregrinación del Santísimo Cristo del Valle, de aires barrocos italianos y que nos sobrecoge desde la distancia. Se trata de un inmenso cubo al que se superpone cuatro torres en sus ángulos y una enorme cúpula que emerge sobre el edificio. El templo posee cuatro fachadas, dos de las cuales presentan en su centro una portada principal con esculturas de enorme tamaño.
La gran Plaza Mayor, que albergaba la posada y el ayuntamiento, se ordena a través de soportales porticados, en un conjunto de gran regularidad, a través del ladrillo y la madera, que confiere a todo el conjunto un sabor de arquitectura popular inigualable.

San Carlos del Valle por la noche. Autora, Sagrario Téllez

San Carlos del Valle por la noche. Autora, Sagrario Téllez

 

Mucho que enseñar, mucho que descubrir, ¿verdad?. Si queréis conocer o realizar esta ruta, os recomendamos estas experiencias: (más información pinchando en cada enlace)

La Ruta del Quijote y los Escenarios de Cervantes

Villanueva de los Infantes: en la cuna del Quijote y en la mesa de Quevedo

Almagro y su Corral de Comedias

Campo de Montiel: la esencia de La Mancha

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Fotografía de portada: Plaza Mayor de Villanueva de los Infantes. Autor, Ernesto González

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El Lugar de La Mancha

Corresponde siempre, y más en años de conmemoraciones, tratar de indagar acerca de asuntos que inciden muy directamente en la cultura, la economía, la sociabilidad, el turismo y el prestigio de determinados territorios.
Nada impide aportar la propia opinión sin mayor pretensión. Contando con que el paso del tiempo, la investigación y la documentación serán los verdaderos artífices que clarifiquen todas las dudas e interrogantes que hasta ahora condicionan el enigma lugar.

Atendiendo al sentido práctico y a la intención de utilizar el sentido común según datos evidentes y al alcance de todos, quisiera exponer un punto de vista alejado de dogmas o intereses locales, tratando de acentuar aspectos que abarquen mayores márgenes culturales que la limitante y excluyente localización de un punto concreto. Por otra parte, hasta ahora tan difícil de asegurar, precisamente por la falta de documentación que lo acredite.

Así pues, quiero comenzar aludiendo a este respecto recordando a Cervantes en una de sus citas mencionadas en el Quijote: “Mientras se gana algo no se pierde nada”. A lo cual añado, que donde todos ganan, nadie pierde.

El molino del Mediterráneo

El molino del Mediterráneo

Hasta ahora, el Lugar de la Mancha, no nos ha servido de mucho a los manchegos. Creo que las ansias por acapararlo y acotarlo en un determinado municipio nos empobrece a todos y limita lo universal a lo local.
No olvidando nunca a Cervantes y su afición por los refranes, es preciso recordar que “la avaricia rompe el saco”.
Puede que el afán de personalismos, localismos y demás exclusivismos esté impidiendo que rentabilicemos con auténtica eficacia el incalculable tesoro de formar parte de una de las grandes obras literarias del arte universal.

Deseo mostrar respeto, agradecimiento y consideración por todos cuantos han dedicado su tiempo y sus mejores intenciones para hallar determinado lugar, aportándonos multitud de nuevos puntos de vista, datos y conocimientos. Así como tener muy presentes los estudios de concienzudos cervantistas que no cesan de sumar multitud de razones para entender la genialidad del Quijote.

Aparte de quien lo desee, los manchegos, más que nadie, estamos obligados a convivir entre sí, compartiendo la universalidad que nos ha sido concedida por Cervantes. Menospreciar dicho bien incalculable enfrentando, dividiendo y oponiendo nuestro territorio con sus pueblos, resulta lamentable y contraproducente para La Mancha en particular y para la cultura española en general.
Deberíamos sentirnos obligados a esforzarnos por encontrar el modo que posibilite distribuir la rentabilidad cultural, turística, económica y social de formar parte del universo cervantino.
Estoy convencido de que en ello debe implicarse el país entero porque el Quijote, tratándose de la obra cumbre de la literatura en lengua castellana o española, debe atenderse como un asunto de Estado.

Buscando el norte. Autora, Eve Livesey

Buscando el norte. Autora, Eve Livesey

“El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”.
Este es el título elegido por el autor. La primera frase que dice con exactitud que el protagonista pertenece a La Mancha.

Ahora a ver quien es el guapo capaz de identificar y definir con exactitud qué entendía Cervantes por el espacio que ocupaba La Mancha en la creación de su novela. Contrastando mapas y documentos que incluyan desde el Común de La Mancha, hasta la provincia de La Mancha, ya posterior a Cervantes, se podría aproximar un extenso territorio que acogería prácticamente toda la provincia de Ciudad Real y buena parte de las de Toledo, Cuenca y Albacete. Sin descartar que La Mancha pueda entenderse para muchos desde prácticamente el sur de Madrid hasta las estribaciones de Sierra Morena.
Empezando por algo tan inmenso, creo que va a ser realmente imposible precisar con exactitud ese famoso y desconocido Lugar.

“En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…”
Así comienza el capítulo primero de la primera parte. Así nos dice claramente el autor que no desea recordar dicho lugar.
Para muchos es más que suficiente para no incidir en la búsqueda o designación del mismo. Para otros supone el reto de investigar y encontrarlo.
Va a ser casi imposible hallar con certeza y con autenticidad algo que no dejó escrito ni documentado el autor, y mucho más tratándose de una decisión convenida a propósito. Desde luego que puede investigarse y aproximarse al respecto. Demostrarlo lo encuentro imposible a no ser que alguna vez aparezca documento que especifique de puño y letra de Cervantes: el lugar de La Mancha del cual no quiero acordarme es tal.

Campos de Montiel. Autora, Luz Vazquez

Campos de Montiel. Autora, Luz Vazquez

Cervantes escribe literalmente que don Quijote comenzó a caminar por el Campo de Montiel y también dice que regresó al mismo después de aventurarse en sus peripecias. Parece ser que allí ubica su casa. Y por supuesto donde sitúa la casa, se supone que debe ser el lugar de origen del caballero.
La delimitación del Campo de Montiel queda bien documentada en época de Cervantes, en las Relaciones Topográficas de Felipe II.
Campo de Montiel y La Mancha son dos acepciones que se intercalan y complementan. El Campo de Montiel forma parte del entorno histórico, cultural y social de La Mancha, desde la existencia de ambos. Lo manchego integra la totalidad de la provincia de Ciudad Real incluso desde la designación toponímica de los árabes. Por tanto es absurdo discutir si el Campo de Montiel forma o formaba parte de La Mancha o no, cuando además Cervantes redunda en repetidas ocasiones que comenzó a caminar por el mismo y regresó a morir a su casa. Por tanto no es faltar al rigor literario asegurar que dicho lugar del cual no quiso acordarse se encontraba en el Campo de Montiel. Cervantes habla de una aldea.

Si volvemos a citar la frase que indica ese lugar de cuyo nombre no quiso acordarse, la lógica nos dice que sería absurdo pensar que dicho lugar fuera alguno de los que cita. Por tanto habría que descartar los mencionados de forma explícita porque el propio autor dice claramente que no quiere acordarse.
“de donde como queda dicho, tomaron ocasión los autores de esta tan verdadera historia, que sin duda se debía llamar Quijada, y no Quesada como otros quisieron decir. Pero acordándose que el valeroso Amadís, no sólo se había contentado con llamarse Amadís a secas, sino que añadió el nombre de su reino y patria, por hacerla famosa, y se llamó Amadís de Gaula, así quiso, como buen caballero, añadir al suyo el nombre de la suya, y llamarse DON QUIJOTE DE LA MANCHA, con que a su parecer declaraba muy al vivo su linaje y patria, y la honraba con tomar el sobrenombre della.”
Aquí nos asegura Cervantes, que la patria de don Quijote es La Mancha. Y nos ha dicho también que comenzó a caminar por el Campo de Montiel y regresó a él. Con lo cual se entiende con facilidad que el Campo de Montiel aun siendo un espacio propio, formaba como siempre y como hoy, parte de La Mancha de un modo tan natural como la propia existencia de una historia, una cultura y un ambiente común.

También un lugar de La Mancha. Autora, María

También un lugar de La Mancha. Autora, María

No podrá opinarse con un mínimo de lógica, si el Quijote no se lee en paralelo a todo cuanto pueda hallarse de biografías de Cervantes. Pues la suma de la vida del escritor, junto con el espacio geográfico de La Mancha, dan como resultado la creación de la novela y muchas claves que delatan ficción inspirada en realidad.
Sabemos que no tuvo una vida fácil. Que más de una vez tuvo que empezar de cero y que en numerosas ocasiones transmite la frustración que lo acompañó tanto en lo profesional como en lo personal. Al igual que el protagonista de su novela, se vio abocado a aventurarse para buscarse la vida; pero sobre todo por necesidad de libertad.
Tuvo que emprender la aventura de una nueva vida en la inmensidad de La Mancha, que posiblemente abarcaba en su época como ahora, un gran espacio indeterminado, al igual que hoy para tantos que la cruzan, entre Madrid y Sierra Morena.
En Esquivias obtuvo ayuda de un pariente y allí se casó. Y leyendo sus biografías parece que fue más por necesidad material que afectiva. Que dicho matrimonio nunca fue bien visto por la familia de la novia. Y pudiera ser que aquel lugar de La Mancha no le trajera muy buenos recuerdos como para recordarlo a la hora de escribir. Pero, ¿quién podrá demostrarlo?
Existen partidas de bautismo en Alcalá de Henares y en Alcázar de San Juan. Sí, quizá estos documentos demuestren el lugar de nacimiento del autor, pero no el que el mismo quiso omitir como patria del protagonista.
El Toboso es el lugar más citado de la novela, por tanto absurdo que se trate del lugar que no quiso acordarse.
Nombra Argamasilla al final de la primera parte. Lo hace de forma despectiva, herido por el plagio que al parecer incitó Lope de Vega a través de Avellaneda. Nada hay documentado acerca de que Argamasilla de Alba fuera dicho lugar. Ni nada hay documentado de su estancia en la cueva de Medrano, por tanto lo que le queda es la tradición de haber pretendido dicho lugar desde que se comenzó a redescubrir la novela, buscando beneficios comerciales a través del editor, el dramaturgo y el descendiente que heredó las posesiones sanjuanistas del hijo de Carlos III. Y por cierto, Cervantes cita únicamente Argamasilla sin especificar de Alba. En la provincia de Ciudad Real, que acoge la mayor parte de La Mancha, también existe otra Argamasilla.

Casa de Medrano. Argamasilla de Alba. Autora, Paulaadm

Casa de Medrano. Argamasilla de Alba. Autora, Paulaadm

Recientemente contamos con otra población que apuesta fuerte por ese Lugar. Al igual que Esquivias, El Toboso o Argamasilla, no puede demostrar documentalmente nada. Si Esquivias compite con datos biográficos del autor, Argamasilla con la tradición de haberse autoproclamado la primera como ese lugar; Villanueva de los Infantes con ser la primera población que lo pretende a través de un estudio multidisciplinar compuesto por varios catedráticos. Cierto es que ninguna de estas poblaciones puede afirmar con certeza la autenticidad de dicho Lugar, porque sólo corresponde a Cervantes asegurarlo. En tanto en cuanto no aparezca el documento que lo acredite, el Lugar de La Mancha continuará siendo el mismo que Cervantes no quiso acordarse.
Considero más productivo para todos, entender o asumir que no es tan determinante ni tan importante que dicho lugar se defina en una localidad concreta. Pues aunque la lógica nos dice que puede tratarse de una aldea o un pueblo. Tampoco nada nos asegura que dicho lugar sea nada más que eso, un lugar impreciso sin más.
Es más auténtico, más sano y más real que dicho lugar exista donde verdaderamente permanece la esencia, la autenticidad y la atmósfera que inspiró a Cervantes. Allí donde permanezca la identidad de la cultura y la imagen manchega propia del clasicismo quijotesco, veremos realmente el Lugar de La Mancha. Ni Cervantes ni Don Quijote podrán identificarse allí donde ha desaparecido la personalidad manchega que originó las poblaciones de la mítica llanura.
Cervantes dejó escrito literalmente que todas las villas manchegas se disputarían la patria de Don Quijote. Por tanto no es nada ilícito ni fuera de lugar que cualquier localidad comprendida en el ámbito manchego, pretenda ser dicho lugar. Algunas con más motivos. Otras con más determinación y algunas con mayor rigor. Pero todas con absoluto derecho a pretenderlo haciendo honor al deseo del autor de una obra maestra que nos hace universales, no locales.

El linaje de Villanueva de los Infantes. Autor, Jose María Moreno García

El linaje de Villanueva de los Infantes. Autor, Jose María Moreno García

Quizá esta sea una de las claves de dicha universalidad. No haber localizado con exactitud la patria del héroe mítico. Haber poseído suficiente ingenio y suficiente ironía para situar mediante la parodia a un caballero medieval en la contemporaneidad barroca del autor. Cervantes no precisa nada a propósito. Permite al lector imaginar, creando con ello la genialidad de la primera novela moderna de la historia.
Nos ha regalado la libertad de imaginar ese lugar donde cada cual lo encuentre conforme a los parámetros que él halló en su imaginación. La determinación de no situarlo con exactitud geográfica confiere auténtico sentido irónico y burlesco a la condición anacrónica y patética de un personaje inteligentemente utilizado para evidenciar mediante la denuncia social camuflada de humor y demencia, la ridícula existencia de multitud de hidalgos arrogantes venidos a menos, aferrados a privilegios más que rancios.
Hablar de un determinado lugar de La Mancha, sin demostrarlo científicamente por medio de documentos históricos, sería tanto como afirmar un dogma.
Creo que dicho lugar debe entenderse como la voluntad de Cervantes por decir con la ocultación del mismo, mucho más que si lo mencionase literalmente.
Don Quijote es tan innovador que ni siquiera existe en la ficción de la obra literaria; en la cual sólo parece real mientras protagoniza las aventuras imaginadas por el autor. De hecho toda la novela vive en dichas aventuras. Nada, excepto escasos detalles de presentación, nos cuenta de su supuesta vida real al margen de la intencionada parodia caballeresca que a la vez canaliza como crítica social. Cuyo personaje muere fracasado dando por finalizadas sus aventuras, sin regresar a su vida real.
Cervantes necesitaba este sueño para liberarse de la continuada frustración que sufrió en vida.
Encuentro más productivo y más beneficioso para todos, encontrar dicho Lugar de La Mancha, allí donde se cuida, se mantiene y se fomenta la imagen que identifica el entorno con la esencia de la novela.
Aquellos pueblos que han sabido conservar la dignidad y la belleza de la identidad estética, arquitectónica y paisajista de La Mancha, será siempre el Lugar de La Mancha que asocia a Don Quijote con la universalidad que nos regaló Cervantes.
Ni don Quijote ni Cervantes, podrán verse en todos aquellos lugares que hayan adulterado dicho clasicismo cervantino.

Lagunas de Ruidera. Autor, J.S.C.

Lagunas de Ruidera. Autor, J.S.C.

Hoy en pleno siglo XXI, la genialidad que nos concedió Cervantes para encontrar ese Lugar del cual no quiso acordarse, puede descubrirse con la autenticidad que demuestra la existencia de espacios reales de la época del autor. Mantenidos idénticos a la cultura que creó e inspiró la novela. Y podrá verse en todos aquellos que se impliquen en hacer honor a sí mismos recuperando y preservando la imagen de la identidad manchega.
Así pues, el Lugar de La Mancha existe realmente en la zona de los molinos de Campo de Criptana, en la vista de la llanura manchega desde los molinos de Alcázar de San Juan. En los cerros de molinos de Consuegra y Mota del Cuervo.
En las manchegas calles de El Toboso, cada vez más cuidadas y respetuosas con el paisaje urbano castizo y popular. En los incomparables conjuntos históricos artísticos de Almagro y Villanueva de los Infantes, repletos de casas de hidalgos y casas populares donde habitaron los personajes de la obra.
Por supuesto en las Lagunas de Ruidera y Cueva de Montesinos. En las blancas calles de la pequeña villa rural manchega que es Fuenllana. En los paisajes del Campo de Montiel. En la preciosa plaza de Puerto Lápice con su flamante nueva calle porticada de porches manchegos.
En la autenticidad de la casa de Cervantes en Esquivias. En los paisajes de Sierra Morena. E incluso en la playa de la Barceloneta. Porque allí donde estuvo Cervantes, estuvo don Quijote. Y allí donde exista y perdure la autenticidad y la imagen que inspiró al genial escritor, existirá el valor universal, la magia de sentir la atmósfera que originó al Quijote.

Visitando Fuenllana. Un auténtico pueblo de La Mancha. Autor, Nestor Cano

Visitando Fuenllana. Un auténtico pueblo de La Mancha. Autor, Nestor Cano

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Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano.
Abril 2015
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Fotografía de portada: Plaza de Cervantes Alcalá de Henares. Autora, Adri Cbl
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Campo de Montiel. Una tierra por descubrir

Montiel

Tu escapada de fin de semana desde Madrid

No muy lejos de Madrid. A dos horas de viaje por cómodas autovías que puedes elegir pasando por Toledo, disfrutando de la inmejorable vista de una de las grandes ciudades históricas de Occidente.
Si el tiempo y las ganas te lo permiten adéntrate en su incomparable laberinto artístico. Mírala desde la ermita del Valle o desde la terraza del Parador en el cerro del Emperador. Verás su entramado, conglomerado renacentista y barroco, superpuesto sobre cimientos romanos, visigodos y árabes.
Desde la casa del Diamantista hasta el puente de San Martín. O desde el de Alcántara hasta la puerta del Cambrón, podrás recorrer paseando entre parques y murallas un montón de misterios contenidos en sus calles, palacios, conventos, pasadizos…
Despídete en la Venta del Alma, disfrutando la atmósfera de lo auténtico. Y dile adiós camino de La Mancha, contemplando la almunia árabe del palacio de Galiana, asentada en mitad de la vega.

Consuegra. Autor, Juan Jose Revenga Diaz

El recorrido que parte de Toledo hasta Consuegra regala el atractivo de un paisaje agrario sosegado y bien ordenado. Al final de una recta tan grande como los aventureros horizontes quijotescos, encontrareis la universal silueta de La Mancha girando en las venteadas aspas de los molinos.
Su castillo impone la Orden de San Juan, vigilando el territorio batallado por las cuatro órdenes militares que colonizaron la actual provincia de Ciudad Real. Frontera castellana y andalusí. Espacio de todos y muchas veces de nadie. Lugares expandidos en la inmensidad de la llanura, ideales para los solitarios sueños del Quijote.

Haz parada en Puerto Lápice. El pueblo-calle al borde del camino que desde Madrid, abre de par en par la novela de Cervantes. Últimamente convenientemente mejorado en la estética del entorno de su magnífica plaza, con el aporte del nuevo y bello edificio del ayuntamiento. Apoyado con las flamantes galerías de porches de madera color almagre que te acompañan hasta la preciosa Venta. Entra en la bodega, al patio. Cruza el zaguán. Esta edificación posee el espíritu que cautivó a Cervantes cuando transitando por tantos caminos dormía en lugares similares.

Plaza mayor de La Solana. Autor, Karp Panta

Desde aquí hasta La Solana cruzarás horizontes literarios que te conducirán a través del personaje cervantino, hasta el Campo de Montiel.
La plaza de La Solana, desconocida y a la vez una de las más atractivas de Castilla. Mantiene todo lo que la historia va concediendo al centro administrativo y social de una villa, con el valor añadido de una imagen cuidada y restaurada.

Continúa a San Carlos del Valle para ver los pináculos borbónicos de Felipe V. Edificado en mitad de los campos, en el camino real de Andalucía, una iglesia rural con diseño de basílica pontificia. Su plaza te dejará sin palabras. Elegante en la traza de su sencillez y muy acogedora por la belleza de su arquitectura rural compuesta por materiales naturales. Piedra, ladrillo rústico y madera. El buen gusto de una época que supo construir para el futuro, legándonos algo imperecedero y siempre apreciado.

Desde Madrid es el primer pueblo del plan de colonización de la despoblada sierra Morena, por orden de Carlos III, para proteger el tránsito entre la Corte y el puerto de Indias de Sevilla o Cádiz.

Visitando San Carlos del Valle

El siguiente destino, Villanueva de los Infantes. Junto con Almagro, los dos conjuntos histórico artísticos más completos de la provincia.
Infantes posee un patrimonio inigualable emplazado en el Siglo de Oro. Por allí han pasado literatos como Quevedo, Cervantes o Lope de Vega. Sus atrayentes calles pobladas de palacios armados con portadas blasonadas en contraste y complementadas con calles blancas que mantienen la identidad popular manchega, confiriéndole una imagen sumamente valiosa como algo excepcional por su armonía, belleza y valor histórico.

Al siguiente día, ya de regreso a Madrid, pásate por las Lagunas de Ruidera. Si vas en primavera, encontrarás un vergel del Paraíso. A pesar de una pequeña parte mal urbanizada. El primer espacio natural protegido de la región, conserva intacta su vitalidad y su incalculable valor medio ambiental como reserva de la biosfera. El complejo fluvio-lacustre que desborda el Guadiana, el Río de los Patos, de los romanos, por las características anátidas que lo pueblan. Caminar al borde de este curioso espacio, rarísimo en el mundo por sus cualidades geológicas, te ofrece contacto directo con la naturaleza de nuestros antepasados prehistóricos. Muchos lugares del parque conservan esa agreste naturaleza, que encontrarás adentrándote en sus senderos más apartados de la civilización.

Reflejos en Villanueva de los Infantes. Autora, Margabel2010

Viajarás a través de los pasos de Cervantes y podrás dormir en lugares con mucho encanto. Especialmente en Villanueva de los Infantes o Ruidera. Comerás el mejor queso del mundo, bebiendo vinos manchegos. Asadillo a base de tomate y pimiento. Gachas, lomo de orza, duelos y quebrantos…

Esta tierra todavía por descubrir mantendrá siempre su vocación caminera como natural cruce de culturas que han surcado sus veredas, comunicando la península Ibérica en sus cuatro puntos cardinales. Es un buen lugar, el Campo de Montiel, como Lugar de La Mancha, donde Don Quijote comenzó a caminar, para servirte de destino o escala para continuar hacia los paraísos de Andalucía que tan bien Cervantes conocía.
Desde aquí se divisan las sierras de Segura y Cazorla. No muy lejos Úbeda y Baeza y por su puesto, un buen lugar de paso, camino de Córdoba o Granada.
Si vas a Andalucía, o regresas a Madrid, desvíate al Campo de Montiel, descubre la esencia que todavía perdura de lo que Cervantes encontró para servirle de inspiración. Te esperamos.

El color turquesa de las Lagunas de Ruidera. Autor, fcsanjuan


Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano


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Paseos por Ciudad Real. La villa de Moral de Calatrava (1ª Parte)

Paseos por Ciudad Real. La villa de Moral de Calatrava (1ª Parte)

Entre Almagro y Valdepeñas, situada en la falda poco pronunciada de la sierra del Moral, se alza la pequeña villa de Moral de Calatrava, un pueblo importante por la incomparable belleza de su histórico conjunto urbano, que lo convierte en un lugar de imprescindible parada en el recorrido de la ruta del Campo de Calatrava. El esplendor de este pueblo le viene dado por la encomienda, en la Edad Media, a la Orden de Calatrava, que construyó los edificios más relevantes y dio vida a la belleza de unas calles que son la delicia de todo visitante, además de un descanso para sus pobladores.

Carro con perro. Autor, Vicente Nieto Canedo

Carro con perro. Autor, Vicente Nieto Canedo

Este pueblecito fue durante mucho tiempo dependiente de Almagro, pero ambos lugares nunca mantuvieron buenas relaciones, sino que permanecieron enzarzados en disputas hasta que, en 1646, Moral obtuvo la deseada independencia administrativa de la villa rival. Paseando por las calles de Moral de Calatrava, podemos maravillarnos ante el gran tesoro de interés histórico que supone cada una de ellas, tanto por su original y acogedor diseño como por los paradigmáticos edificios que la componen. Algo análogo ocurre con las plazas magníficas que tanto enorgullecen a los habitantes de este pequeño pueblo. Además, no hay que olvidar el incomparable tratamiento artístico en sus fachadas y exteriores, que se suma al interior de muchas casas donde un leve vistazo evoca el gran esplendor que tuvo el lugar durante la Edad Media.

Boca del Campo desde las Hoyas. Autor, Adeltorres

Boca del Campo desde las Hoyas. Autor, Adeltorres

Entre las calles más emblemáticas se encuentran las de Agustín de Ordoña, Santísimo, Tercia, Oro, Toledillo y Pradillo de Ntra. Señora, que van a parar a la monumental Plaza de España. Un bello muestrario de tal calibre que hizo que esta zona fuera declarada en el año 1986 Conjunto Histórico Artístico. En alguno de estos evocadores lugares se encuentran situadas preciosas casas del más típico estilo manchego, muchas del siglo XIX y levantadas junto a otras más antiguas, del siglo XVII, lo que garantiza al visitante alguna incursión barroca en la zona.

Continuará…

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Fotografía de portada: Ermita Virgen de la Soledad. Moral de Calatrava. Autor, Adeltorres
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