Publicado el Deja un comentario

Fuenllana. Bodas de Camacho

Bodas de Camacho Fuenllana

Hace poco más de cuatrocientos años, el mismo calor sofocante de principios de verano mantenía a La Mancha en plena siega. Las cosechas comenzaban a llenar los graneros y los pósitos. Cervantes deambulaba observador, como siempre creando en su mente lo que más tarde convertiría en novela universal.
Los Canuto poseían multitud de propiedades por todo el Campo de Montiel. Desde los confines Norte de Membrilla, hasta los molinos harineros del Jabalón por el Sur.
Documentado está en los libros de visita de la Orden de Santiago y las Relaciones Topográficas de Felipe II el mayorazgo que poseían en Fuenllana donde las mejores tierras de la vega del río, enramadas de olmos servían de cobijo en las deseadas sombras del verano. También el gran latifundio de La Fuenlabrada en término de Montiel, cerca de Fuenllana, Carrizosa y Villahermosa era propiedad de esta acaudalada familia.
También está perfectamente documentado que unos años antes de escribirse el Quijote, coincidiendo con los años de trabajo de Cervantes como recaudador de impuestos, en sus numerosos viajes por estas tierras camino de Andalucía; se realizó una fastuosa boda entre María Canuto de Fuenllana y Fernando Ballesteros de Villahermosa. Boda registrada en la iglesia parroquial de San Andrés de Villanueva de los Infantes.
Razones todas perfectamente documentadas que vinculan al Campo de Montiel y sus pueblos con Cervantes y con el Quijote, de principio a fin.
Además, el potente caudal económico de los Canuto, los elevó a la hidalguía, que pleitearon en numerosas ocasiones como demuestran los archivos. Obtuvieron privilegio para ocupar la Capilla de Santiago de la iglesia de Santa Catalina de Fuenllana, convirtiéndola en su panteón funerario, como nos relatan los documentos de la Orden de Santiago.

Casamiento de Basilio y Quiteria. Obra de Manuel García «Hispaleto». Oleo sobre lienzo. 1881. Museo del Prado

Vista de Fuenllana

Ateniéndonos a la documentación depositada en los diversos archivos y textos atesorados a lo largo de la historia, Fuenllana se encuentra con suficiente legitimidad como para celebrar, recordar o conmemorar un evento histórico y literario que corresponde a nuestra tierra. Al muy cervantino Campo de Montiel. Una de las comarcas donde prenden las más antiguas raíces del contexto manchego. Donde además han habitado y nacido personajes tan importantes como Jorge Manrique, Francisco de Quevedo o Santo Tomás de Villanueva.
Razones más que justificadas para dar el valor que corresponde a nuestros pueblos. Para que esto sirva de revulsivo que los mantenga con la incalculable belleza de su esencia, autenticidad e imagen ancestral que en algunos casos como Fuenllana, ha llegado intacta al siglo XXI, siendo uno de los escasos y valiosos ejemplos de villar rural manchega que mejor ofrece la imagen que se espera de aquellos pueblos blancos, pequeños, agrícolas y ganaderos que conoció el genial Cervantes.
Algo que nos hace únicos para a la vez engrandecer la imagen de La Mancha, pudiendo mostrar al mundo, algo que ya no existe en casi ninguna parte.
Ideal de pueblo ganado día a día con la perseverancia y buen gusto de los escasos habitantes de esta villa, que merecen el respeto de todos aquellos privilegiados de notable sensibilidad natural, conocimientos académicos o aficiones culturales, capaces de ver, apreciar y valorar la autenticidad y la belleza allá donde se encuentra.

Bailes populares durante la representación de las Bodas de Camacho en Fuenllana

Representación teatral de las Bodas de Camacho en Fuenllana

Las Bodas de Camacho se celebran en Fuenllana sin mayor deseo y sin mayor pretensión que poner de manifiesto nuestra legítima vinculación histórica y cultural con esa obra maestra de la literatura universal que es el Quijote. No queremos absolutamente nada que no nos corresponda, ni tampoco vamos a renunciar a todo cuanto la legitimidad de una trayectoria histórica nos ha concedido.
Respetamos totalmente los deseos de cada pueblo por recrear cualquier pasaje del Quijote porque esta obra y su transcendencia cultural pertenece a la humanidad desde el momento de su publicación. Las Bodas de Camacho como cualquiera de los capítulos del Quijote, son patrimonio de todos y siempre es grato y admirable que tanto la cultura española como la lengua española se difundan con la grandeza que merece y con lo mucho que aportamos al conjunto de la humanidad.
«Desde Fuenllana felicitamos a todos los pueblos que desarrollan actividades en torno al Quijote. Porque es enriquecedor y a todos beneficia. Nos alegra que esta gran obra permanezca eternamente viva. Y a la vez realizamos un llamamiento para que la responsable ciudadanía manchega atienda la fisonomía, la estética, y la imagen de la arquitectura y urbanismo manchego acorde con nuestra historia y nuestra cultura. Porque eso supone beneficios para todos, desde los sensoriales por habitar y disfrutar espacios hermosos, hasta los económicos por rentabilizarlos y compartirlos con turismo de calidad que prefiere invertir su dinero allí donde encuentra lugares que le aportan belleza, paz, elegancia, armonía, buen gusto y todo ese cúmulo de cualidades que nos debemos los manchegos por el gran regalo y la gran responsabilidad de haber servido de inspiración a un monumento literario de la calidad del Quijote».

Escenas de la representación teatral de las Bodas de Camacho en Fuenllana

«Por eso en Fuenllana nos esforzamos cada día por no perder nuestra esencia y potenciar la belleza de una auténtica Villa Rural Manchega.
Saludando y deseando lo mejor para el conjunto de La Mancha. Apreciando los magníficos molinos de Campo de Criptana, Mota del Cuervo, Alcázar y Consuegra. El destacable esfuerzo de Puerto Lápice por recuperar su identidad cervantina con la bella calle de porches y el nuevo ayuntamiento ensalzando una de las plazas más hermosas. Las inigualables ciudades del Siglo de Oro como Almagro y Villanueva de los Infantes. La irrepetible Reserva de la Biosfera de las Lagunas de Ruidera. Los cervantinos parajes de Sierra Morena. En definitiva los poderosos atractivos de una tierra legendaria forjada con tanto sudor como las espadas de las caballerescas órdenes militares que distinguen a La Mancha como la tierra del Caballero más famoso de todos los tiempos. Porque una Mancha hermosa, cuidada y atractiva siempre será una fuente permanente de recursos para todos. Además del prestigio cultural que reportará a sus moradores y al mundo en general. Este debe ser nuestro gran compromiso como la tierra elegida por Cervantes para que podamos mostrarla con orgullo a la humanidad».


Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano

Publicado el 1 comentario

Descubriendo la Ruta del Quijote

Molinos de viento

De entre todos los paisajes que componen las rutas por donde el genial personaje de Cervantes paseó sus aventuras, hay uno que es el más emblemático de todos y que aún conserva toda la esencia: el Campo de Montiel


El mítico Alonso Quijano, el hidalgo manchego Don Quijote de La Mancha, pergeñado por el universal Miguel de Cervantes en la suprema cumbre del castellano y de la novelística de todo el mundo que es El Quijote, es el personaje que simboliza a la perfección los sentimientos, las tradiciones, los ideales y las actitudes de la identidad del ser español.
La inmortal obra cervantina representa la realidad española en todas sus consecuencias, una realidad que para nada está enmarcada en un lugar y un tiempo porque lo que Cervantes escribió hace cuatrocientos años es una realidad viva en el presente.
Pese a haber recorrido muchos enclaves de la Península debido a su desdichado acontecer a lo largo de la vida, Cervantes situó las andanzas de Don Quijote en Castilla – La Mancha. El escritor no eligió este lugar por azar, sino que lo hizo tras analizar y valorar los perfiles paisajísticos e históricos de esta región así como el talante y el alma del hombre manchego. Desde entonces, el protagonista de una de las grandes joyas de la literatura mundial será un prototipo literario ligado a la tierra por la que discurren sus desventuras.

Lagunas de RuideraLagunas de Ruidera

«Don Quijote de La Mancha, de quien hay opinión, por todos los habitantes del distrito del Campo de Montiel que fue el más casto enamorado y el más valiente caballero que de muchos años a esta parte se vio en aquellos contornos». Texto extraído del prólogo de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha


Desde la primera salida hasta su definitivo regreso para fallecer derrotado, Don Quijote recorrió los caminos manchegos, viajó brevemente por tierras aragonesas y llegó a la Ciudad Condal para, desde Barcelona, regresar a La Mancha.
Estos viajes han sido catalogados por los expertos cervantinos como “La Ruta de Don Quijote de La Mancha”, un viaje que la UNESCO ha reconocido como Patrimonio de la Humanidad.

Zaguán de la Casa de la Pirra, Villanueva de los InfantesZaguán de la Casa de la Pirra, Villanueva de los Infantes

«Y comenzó a caminar por el antiguo y conocido Campo de Montiel. Y era la verdad que por él caminaba». Texto extraído del capítulo II, de la 1ª parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha


Esta es una ruta múltiple, universal y real que no sólo recorre el alma española y manchega sino que nos presenta una amplia oferta cultural, turística, gastronómica, paisajística, artística y monumental.
Aún hoy desconocida para muchos viajeros, la ruta permite descubrir en cada rincón, sierra, valle o ciudad uno de los legados más destacados. Abundantes asentamientos de diferentes culturas, un rico patrimonio histórico-artístico, algunos de ellos declarados Patrimonio de la Humanidad, como Toledo y Cuenca, lugares de interés turístico nacional, sorprendentes parques, reservas y espacios naturales, misteriosas cuevas y abrigos prehistóricos, variadas costumbres y fiestas populares, rica artesanía, o una sabrosa gastronomía con numerosos productos que han obtenido la distinción de Denominación de Origen.

Interior de la iglesia de Villahermosa, Ciudad RealInterior de la iglesia de Villahermosa

«Acertó Don Quijote a tomar la misma derrota y camino, que él había tomado en su primer viaje, que fue por el Campo de Montiel». Texto extraído del capítulo VII, de la 1ª parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha


Para conocer el verdadero espíritu de Don Quijote, síntesis ibérica y universal del Renacimiento, es necesario y nos atrevemos a decir que también obligatorio, contactar con el espacio geográfico donde corrió el personaje sus lances caballerescos y sus poéticas emociones trotando con Rocinante con el fiel respaldo de su escudero.
Los caminos de La Mancha son caminos novelescos, luminosos, incontrolables desde lo literario e histórico, llenos de hospitalidad, caballerosidad e hidalguía. Son caminos amplios, de inmaculados valles y vastos horizontes. Son caminos universales como lo es el Quijote cervantino y lo son sus singulares habitantes.

Un bello rincón de FuenllanaUn bello rincón de Fuenllana

«Pisó por ella el uno y otro lado de la gran Sierra Negra y el famoso Campo de Montiel, hasta el herboso llano de Aranjuez». Texto extraído del capítulo LII, de la 1ª parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha

Azul y verde de La ManchaAzul y verde de La Mancha

«Y pongan los ojos en las que están por venir, que desde agora en el camino del Toboso comienzan, como las otras comenzaron en los Campos de Montiel». Texto extraído del capítulo VIII, de la 2ª parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha

Anochecer cervantinoAnochecer cervantino

Publicado el Deja un comentario

Ruta por los castillos de la Orden de Santiago en Ciudad – Real

Campo de Montiel

Las comarcas de Ciudad – Real aglutinan entre valles y atalayas cientos de vestigios, algunos mejor conservados que otros, que hablan de la historia bélica, social y cultural de nuestras tierras. La orografía del territorio, a veces escarpada, otras suavemente plácida, hizo de la provincia de Ciudad – Real un codiciado edén para romanos y visigodos, soberanos árabes y cristianos, y en ella se extendían los dominios de señores feudales o de caballeros de las órdenes de Calatrava, de Santiago o de San Juan.
Los recintos amurallados que jalonan la provincia han sido núcleos estratégicos importantes en las rutas bélicas, de infraestructuras y económicos. Éste es un paseo por las atalayas que elevan nuestra tierra, vestigios de siglos de historia que esperan nuestra mirada curiosa y nuestros pasos aventureros. Comenzamos.

Castillo de la Estrella, Montiel. Autor, Juan AmoresCastillo de la Estrella, Montiel. Autor, Juan Amores

Castillo de la Estrella en Montiel

Levantado en el siglo IX, el Castillo de Montiel fue una de las fortalezas musulmanas más poderosas de la zona. Tras la aparición en 1214 de la Orden de Santiago en tierras del Campo de Montiel, los caballeros santiaguistas comenzaron la campaña de su conquista con ataques desde el recién conquistado y cercano Castillo de Eznavexore.
La resistencia musulmana fue tan dura que la Orden tuvo que levantar un castillo prácticamente enfrente de él, San Polo, para facilitar la seguridad y el asedio de los sitiadores. Finalmente, tras duras campañas, la fortaleza caería en manos cristianas definitivamente.
La fortaleza musulmana era tan poderosa y contaba con tan buenas defensas que, se cuenta que, cuando todos los castillos musulmanes de su entorno ya habían caído en manos cristianas, y el avance de reconquista ya estaba en el Guadalquivir, Montiel aún no había sido sometido.
Después de la conquista cristiana de la fortaleza, la Orden de Santiago la reforma y refortifica hasta hacerla prácticamente inexpugnable, dándole el nombre de La Estrella.
Por aquellos tiempos la fortaleza de Montiel sería ocupada alternativamente por árabes y cristianos hasta que, después de la Batalla de las Navas de Tolosa, en tiempos de Alfonso VIII, Montiel quedó definitivamente integrado en el Reino de Castilla.
En 1227 Fernando III concedió San Pablo y Montello a la Orden de Santiago. Montiel perteneció a esta Orden hasta que el fraile Pedro Ruíz de Sandoval lo dejó en manos de Pedro I de Castilla. Esta zona fue escenario de continuas batallas entre moros y cristianos, quedando desierta, por lo que la Orden concedía a las personas que habitasen estos lugares privilegios durante 10 años.
En este castillo se refugió el rey Pedro I de Castilla, más conocido por el Cruel o por el Justiciero, después de ser derrotado por su hermano bastardo Enrique de Trastámara el 14 de marzo de 1369, con los pocos leales que le acompañaban, quedando sitiado durante nueve días por las huestes de su hermano Don Enrique. En la noche del 23 al 24 de ese mismo mes y año entró en tratos con el traidor Bertrand Duguesclin, los dos hermanos lucharon entre sí y Pedro I murió. De aquel drama quedó la frase pronunciada por el criado de Enrique de Trastámara, Duguesclin, partícipe en el desenlace: Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor. El rey muerto quedó enterrado en Montiel hasta 1374 y desde entonces descansa en Sevilla. En 1974 el pueblo erigió un monolito en recuerdo de Pedro I.
El Castillo de La Estrella fue levantado sobre un gran crestón de roca aprovechando la defensa natural que éste le proporcionaba, y desde donde dominaba una extensa área del Campo de Montiel.
Su planta, ovalada e irregular, tiene un perímetro de unos 300 metros y ocupa una superficie de unos 6.000 metros cuadrados.
Se organiza en dos recintos, uno interior de origen cristiano y otro exterior de origen musulmán.
Al recinto musulmán corresponden los restos de la muralla del perímetro exterior, conservándose unas diez torres bastante deterioradas construidas en tabiya y mampostería. Entre ellas destaca una de una de unos diez metros de altura por siete en sus lados.
El recinto cristiano, de mayor extensión que el musulmán, corresponde a la reestructuración llevada a cabo por los caballeros de Santiago en los siglos XIII-XIV. De este recinto, construido enteramente en piedra, se conservan restos de unas nueve torres semicilíndricas y cuadrangulares, algunas provistas de saeteras y con vestigios de ventanas y puertas, así como unos 150 metros del perímetro de la muralla. La torre del homenaje, hoy desaparecida, se encontraba en la parte más alta del recinto, en uno de sus extremos.
Unas excavaciones realizadas en la ladera del cerro del castillo en el año 2013 sacaron a la luz los restos de la villa medieval de Montiel, entre ellos vestigios de la muralla que protegía la villa.

Vista de Montiel desde el Castillo de la EstrellaVista de Montiel desde el Castillo de la Estrella

Vista del Castillo de Montizón, VillamanriqueVista del Castillo de Montizón, Villamanrique

Castillo de Montizón en Villamanrique

Uno de los mejores conservados, junto al río Guadalen, sobre rocas. Edificado por los caballeros de la Orden de Santiago sobre los siglos XIII o XIV, en las Relaciones de Felipe II, de la Torre de Juan Abad en la contestación n° 33 nos habla de su fundador: “… este castillo lo fundó Don Pedro Pela y Correa, Maestre de Santiago …” también en esta contestación nos habla de que estaba constituido este castillo.
Después de la reconquista de la zona en el año 1213, el rey Alfonso VIII, mediante privilegio real, donó estas tierras a los caballeros de Santiago, que trasladaron su cabecera, que se encontraba en el Castillo de Eznavejoz, a este castillo situado más al sur, algo más próximo a Sierra Morena. El castillo fue reformado y llamado Mons-Montesanus. También sufrió reformas en el siglo XIX.
Fue lugar de residencia del maestre Don Rodrigo, padre del poeta Jorge Manrique e inspirador de las famosas Coplas: Recuerde el alma dormida, / avive el seso y despierte / contemplando cómo se pasa la vida. Villamanrique se llamaba anteriormente Belmonte de la Sierra, siendo el maestre Rodrigo Manrique quien le otorgó en 1474 el privilegio de villazgo y le dio el nombre actual. Aquí estuvo Jorge Manrique, que fue comendador de Montizón.
De este castillo destacaremos su gran torre, sus puertas como la del Hierro con arco apuntado y labrado en piedra de sillería, su aljibe y la iglesia del Rosario. En el ángulo opuesto a la torre del homenaje hay unos sótanos con bóveda de cañón con contrafuertes.
Merece le pena visitarlo, por su historia y por el paisaje de la zona.
Declarado monumento histórico-artístico con carácter nacional en 1983 es la fortaleza medieval mejor conservada de todo el Campo de Montiel.

Interior del Castillo de Montizón, VillamanriqueInterior del Castillo de Montizón, Villamanrique

Vista de Santa Catalina, Fuenllana

Iglesia – Castillo de Fuenllana

La Iglesia – Castillo de Santa Catalina se asienta sobre un cerro situado al oeste de la villa de Fuenllana, en los límites urbanos. Acogió el primer núcleo fortificado que engendró la posterior villa y municipio. Servía de vigía y fortín protector del cercano castillo de La Estrella en Montiel. Según datos históricos, fue mandado demoler por Álvaro de Luna a causa de las rivalidades con el marqués de Villena. Con la llegada de la Orden de Santiago, se edificó en el recinto amurallado la primera construcción religiosa. Posteriormente, con el asentamiento de la población y mayor poder económico de dicha orden, se edificó un nuevo templo en estilo gótico flamígero.
Además de haber sido parroquia de Fuenllana y destacar por el valor arquitectónico y artístico, también acogió el bautizo de Santo Tomás de Villanueva en la gran pila renacentista que hoy se conserva en el Convento de los Agustinos de la villa.
Es importante anotar que en Santa Catalina permanece el panteón de los Canuto, la familia más acaudalada de la comarca en época de Cervantes, y de quien es más que probable que obtuvo inspiración para el capítulo de Las Bodas de Camacho.
De su primitiva fábrica quedan en pie sus impresionantes muros maestros, mientras que toda la techumbre de madera y bóvedas se han perdido, lo mismo que la coronación de la torre y las dependencias anexas e interiores, tales como la tribuna, la capilla bautismal, etc.

Interior de Santa Catalina FuenllanaInterior de Santa Catalina, Fuenllana

Visita al Castillo de TerrinchesVisita al Castillo de Terrinches

Castillo de Terrinches

De origen cristiano, perteneció a los caballeros de la Orden de Santiago y parece ser del siglo XIII, tal vez de los tiempos de Alfonso X el Sabio.
Tras la Batalla de las Navas de Tolosa (1212) la Orden de Santiago repobló el Campo de Montiel, organizando su defensa a partir de la red de fortificaciones islámicas preexistentes. Con el tiempo éstas se reformaron, algunas fueron demolidas y se edificaron otras, en respuesta a las necesidades de los nuevos tiempos. Montiel fue el centro a partir del cual se estructuró toda la comarca.
El Castillo de Terrinches, de antecedentes posiblemente islámicos, formó parte de la red de defensas instaladas al sur de Montiel para crear una barrera defensiva que protegiera este territorio del enemigo situado en Al-Andalus.
En 1282 Terrinches sufrío una razzía lanzada por tropas islámicas al mando del Sultán de Marruecos, Aben Yucef, que destruyó las cosechas del pueblo y parte de su caserío. El vecindario, refugiado en el Castillo, resistía el asedio sin capitular. Les capitaneaba su Alcaide (de nombre Presonero), quien pensó rendirse al ver que los musulmanes prendían fuego al exterior del Castillo, en el intento de romper las defensas o quemar a los allí refugiados. En ese momento cobró un histórico protagonismo la mujer del Alcaide, pues cogió el mando y, confiando en los potentes muros del Castillo, animó a todos a la resistencia. Su nombre no nos ha llegado, pero las informaciones recogidas en las Relaciones de Felipe II sí mencionan que su carácter era el de una “persona varonil”. El Castillo de Terrinches soportó bien el ataque, por lo que las tropas islámicas optaron por desistir de su ofensiva para dirigirla hacia la cercana población de Almedina. En el siglo XV la línea de defensas de la que formaba parte el Castillo de Terrinches quedó obsoleta debido al avance de la Reconquista hacia el sur.
Por ello desde el siglo XVI el edificio, perdida ya su función militar, fue destinado a usos agropecuarios.
En el siglo XIX Madoz señaló su papel puntual como fortín durante las Guerras Carlistas. Planchuelo a finales de ese mismo siglo cita nuevamente su utilización como casa de labor, almacén de aperos de labranza y bodega. Este papel ha venido desempeñando hasta mediados del siglo XX.
En 2005 fue comprado por el Ayuntamiento de Terrinches con el propósito de restaurarlo para uso y disfrute del pueblo.
En 2011 fue inaugurado en su interior el espacio museográfico del Centro de Interpretación de la Orden de Santiago y el Campo de Montiel.
En la Planta Baja del Castillo se ha habilitado un área con mostrador de atención al visitante y zona de tienda junto a la entrada principal. En la misma planta se han instalado pantallas y maquetas que explican la historia de Terrinches y su castillo. En la zona que ha sido utilizada hasta el siglo XX como bodega se ha creado un diorama con escenografía de almacén, que permite explicar el uso del castillo como bodega y casa de labor en los siglos XIX y XX.
En la Planta Primera se ha programado representar la vida cotidiana en un castillo medieval, mediante mobiliario específico, maniquíes y ornamentación escenográfica. La mesa del comedor cuenta con pantallas táctiles integradas que explican los pormenores de la vida del castillo.
La Terraza del Castillo, que permite un excelente control visual del territorio, dispone de prismáticos panorámicos en cada esquina y paneles informativos de cristal blindado al ácido, troquelados de forma almenada con objeto de recuperar los volúmenes originales de la azotea. También se ha ubicado aquí una muestra de las armas de fuego que defendieron Terrinches en el siglo XV.

Interior del Castillo de TerrinchesInterior del Castillo de Terrinches

Castillo de Alhambra

Esta zona es muy rica en yacimientos arqueológicos, que van desde la prehistoria hasta la época musulmana, para algunos historiadores la ciudad romana de Laminium.
De la época musulmana es este castillo ya que fueron los musulmanes quienes lo construyeron (en época de los Omeya), le dan el nombre de Alhambra por el color de la tierra, ya que es roja. Pasa a manos cristianas cuando Alfonso VII El Emperador, toma posesión de este castillo en una de sus expediciones a Andalucía. El rey Fernando II de León dona este castillo a la Orden del Monte Gaudio de Jerusalem o Monfranc, para pasar definitivamente a la Orden de Santiago el 3 de junio de 1214 por donación del rey Alfonso VIII.
Es de tipo montano y de reducidas dimensiones, adaptándose a la cresta rocosa de la cima en que se asienta. Construido enteramente en piedra. En su interior pueden verse las saeteras, los apoyos empotrados de las desaparecidas vigas y el arco ojival de la puerta principal, resto tipo alcazaba en muy buen estado de conservación. La planta poligonal del castillo tiene 14 lados que conforman un óvalo que mide, según el perímetro de sus murallas, alrededor de 100 metros. Carece de foso, pues la fuerte pendiente del cerro sobre el que se asienta lo hace innecesario.
Se conservan también casi todas sus cortinas, con saeteras abiertas en todas las caras externas y los apoyos empotrados de las desaparecidas vigas. También se conserva el arco de la puerta principal, en recodo, con bóveda de cañón y numerosas marcas de canteros, y el camino cubierto que llegaba hasta el castillo.

Castillo de AlhambraCastillo de Alhambra

Castillo de Eznavexore o Torres de Xoray en Villamanrique

De origen árabe, según Amador Rubial en este castillo pudo estar prisionero el califa Hixen III. Conquistado por Alfonso VIII en 1213, para donarlo después a la Orden de Santiago, abandonado por los caballeros de esta Orden sobre el siglo XIV, para luego trasladarse a un nuevo castillo el de Montizón, que está en sus cercanías.
Esta importante fortaleza musulmana dominaba el valle del Alto Guadalén y el paso de Andalucía hacia la Mancha a través del Estrecho de las Torres. El lugar está cargado de historias y leyendas.
En el año 885, y coincidiendo con una serie de sublevaciones de bereberes rebeldes al monarca cordobés, el Valid Abdelhamid venció en Joray unas taifas de cristianos, partidarios del rebelde Aben Hafsum. En el año 1031, el último Califa, Hixem III, derrotado en Córdoba, fue conducido prisionero a la fortaleza de Joray.
En 1182 estas tierras y su castillo fueron conquistados por Alfonso VIII, pero con la derrota cristiana de Alarcos fueron perdidos de nuevo. En 1213 Alfonso VIII reconquistó definitivamente las Torres de Joray, y al año siguiente, mediante privilegio real, las donó a los caballeros de Santiago. Estos trasladaron la fortaleza más al sur, algo más próxima a Sierra Morena, llamando a este nuevo castillo, el de Santiago de Montizón, actualmente dentro del término de Villamanrique pero en aquel entonces en la aldea de Belmontejo de la Sierra, que luego pasó a llamarse por el nombre de su señor, el Maestre de Santiago, Manrique, Villamanrique. En 1243 Torres de Xoray y su entorno estaban ya despobladas y abandonadas.
Desaparecido el Castillo de Eznavejor o Eznavexore, comenzaron las crónicas a datar hechos en un poblado: [… La Torre de Johan Abbat era una de las aldeas que el concejo de Alcaráz, formaba en 1243 …], dejándose de mencionar el antiguo nombre de Torres Xoray.
Entre sus leyendas destacan La curiosa toma de Joray por Juan Abad y La leyenda de la Encantada, cautiva cristiana, que todas las noches de San Juan baja hasta el río para peinarse sus hermosos cabellos esperando que un valeroso caballero cristiano la rescate del rey moro de Joray.
Se conservan restos de hasta ocho torreones, destacando el que situado en uno de los extremos del recinto, de casi 10 metros de altura, así como restos de la muralla, cámaras y aljibes.

Castillo de Eznavexore o Torres de Xoray, Villamanrique Castillo de Eznavexore o Torres de Xoray, Villamanrique

Torre de Puebla del Príncipe

De origen cristiano y construida sobre el siglo XIII, robusta e indiferente al paso tiempo, sobresaliendo del perfil urbano y muy bien conservada, atrae nuestra mirada la Torre de Puebla del Príncipe. Se encuentra en la parte oriental del casco urbano y cumplió funciones de torre defensiva en el medievo. Su planta es casi cuadrada, con ángulos redondeados y su base ocupa una superficie de 100 metros cuadrados aproximadamente.
Sus muros tienen dos metros de grosor y son de mampostería. Se accede al interior de la planta baja por el lado norte (aunque no es la puerta original). De aquí, por una escalera de piedra empotrada en el muro, se accede a una segunda planta, bien iluminada, ya que cuenta con vanos en tres de sus lados. Un segundo tramo de escalera conduce a la terraza defensiva, que conserva un parapeto sin almenas y restos de un sistema de canalización de agua de lluvia hacia un aljibe localizado bajo la torre.
En el interior, las bóvedas de las cubiertas y los arcos de las ventanas son de ladrillo. La gran altura de los techos de ambas cámaras es indicio de que éstas se dividían a su vez en dos plantas usando suelos de madera, con lo que aumentaban su habitabilidad y su capacidad interior útil.
Su estado es bueno, pues conserva la estructura de planta cuadrada principal, y el interior, aunque muy transformado, está restaurado y acondicionado para uso público, siendo actualmente la biblioteca municipal.

Torreón de Puebla del PrincipeTorreón de Puebla del Principe

Castillo de Albaladejo

Se sitúa en la parte más elevada del casco urbano. De su estructura original sólo se conservan parte de los muros y dos torres que la cerraban en ambos lados. Su planta es rectangular y de pequeñas dimensiones.
La presencia cristiana aquí es tardía, su ocupación fue en 1170 fecha que indica los primeros datos de posesión cristiana por el caballero toledano Esteban Illán, según algunos autores, pasando después a la Orden de Santiago. El castillo estaba constituido por una zona principal a modo de gran nave, que contaba con sótano, planta principal y terraza defensiva. A ella se adosaban dos torres también rectangulares. Una de ellas albergaba en su interior una habitación a la altura de la planta principal. Junto a esta torre estaba la entrada al recinto.
Construido en mampostería con refuerzos de sillares en los ángulos, actualmente sólo quedan en pie parte de los paramentos correspondientes a los flancos este y oeste y las torres adosadas, habiéndose perdido casi por completo el muro sur y el frente norte, donde estaba la entrada.
Este pequeño castillo, recientemente restaurado, ejerció un amplio dominio visual hacia el sur y el este, lo que acredita la importancia estratégica del enclave en el Medievo, antes de la definitiva pacificación del territorio.
Actualmente está acondicionado como auditorio descubierto para actos públicos. Consta de tres zonas: escenario, plaza y mirador, un espacio ajardinado, abierto y muy agradable del que disfrutar.

Castillo de AlbaladejoCastillo de Albaladejo


No te pierdas la Ruta por los castillos de la Orden de Calatrava en Ciudad – Real

Publicado el Deja un comentario

La Huerta Manchega

portada huerta manchega Campo de Montiel turismo sostenible

A finales de los años 60 del siglo XX, la última etapa de la Edad Media se oía y se veía en los pueblos del Campo de Montiel, en multitud de estampas cotidianas que para cualquiera de los escasos forasteros que se aventuraban a explorar estas tierras remotas; parecían algo irreal, fantástico e insólito


El traqueteo lento y repetitivo de los carros de los hortelanos procedentes de El Romeral. Antigua dehesa boyal transformada en inmensa huerta entre Villanueva de los Infantes y Fuenllana que abastecía durante todo el verano y principios del otoño las frescas despensas encaladas, donde reposaban también los chorizos en la pringue de las orzas. Y los quesos y las perdices en escabeche y los jamones colgados. Bodegones propios de los grabados de Gustavo Doré para el Quijote.

Huertas en el Campo de MontielHuertas en el Campo de Montiel

Despensa de La ManchaDespensa de La Mancha

En las partes sombreadas de la plaza, las fachadas orientadas al norte, perduraba más tiempo la fresca sombra hasta casi el mediodía. Momento que ya estaba todo vendido y la caravana de carros y tartanas ordenaba su regreso por el camino de la Huerta del Cura o de La Solana. Unos hacia Villanueva de los Infantes, otros hacia las huertas del Romeral.
Por las mañanas bien temprano. Antes de que el implacable sol del augusto verano calentase la tersura viva y apetitosa de los sabrosos tomates, pimientos, judías verdes, calabacines, zanahorias, patatas, cebollas… Los carros llegaban al pueblo haciendo retumbar el empedrado de las calles al tiempo que las herraduras de las mulas y borricos avisaban con naturalidad y sosiego que en breves instantes, el mercado medieval de la plaza quedaría constituido como todos los lunes, desde la Edad Media.
A la sombra del carro, el fiel perro del hortelano, sesteando y vigilando. Las sandías abiertas como inmensos rubíes expuestas a los sedientos ojos de los compradores. Montones de melones chinos y de corteza. Calabazas, ristras de ajos. Todo pura y llanamente natural. Abonado con el estiércol de las mismas mulas que araban y acarreaban.

El burro y el hortelanoEl burro y el hortelano

Tomates de la huerta manchegaTomates de la huerta manchega

Ver la caravana, tranquila, caminando sin tiempo. Detenida en la historia, transitando el siglo XX como si fuera el XVIII o incluso el XIII, cuando todavía este legendario Campo de Montiel formaba parte ya por breve tiempo de la Cora de Jaén. Cuando todavía éramos andalusíes y formábamos parte de la tierra más culta de Occidente con capital en Córdoba; esta tierra heredada por La Mancha de los árabes que la regaron con norias y acequias en la multitud de alquerías que la alimentaron, aún hoy en el XXI permanece inmersa en esa atmósfera rural y hortelana que abastecía de vitaminas multicolores la salud de sus moradores.

La noria, clave en la huerta manchegaLa noria, clave en la huerta manchega

El pozo de la huerta manchegaEl pozo de la huerta manchega

Los atardeceres de verano, ya no dejan ver las norias de sangre con un pobre burro condenado a dar vueltas al ronde con los ojos vendados regando la tierra. Pero sí hacen ruido con los escasos motores que activan los pocos artes de hierro que todavía empapan por goteo buenos bancales de pimientos, tomates, espinacas, acelgas y judías.
También nos quedan las casas de las huertas heredadas de las alquerías. Donde vivían los hortelanos desde mayo hasta los Santos. Donde El Romeral y la Frescura en Villanueva de los Infantes, constituían curiosos poblados de hortelanos con hábitat disperso. Campos salpicados de huertas adornados con pequeñas casas de una planta. Cuya traza y distribución responden a la más estricta utilidad. Cocina con chimenea, dos pollos a los lados para dormir, un portal pequeño dormitorio a un lado. Las más elementales.
Lo mismo pero además con corral y cuadras adosadas al cuerpo principal para las más completas. Pero todas con la misma imagen. Hermosa imagen de un mundo rural ancestral que originó toda una forma de vida.

La casa de un hortelano en el Campo de Montiel
La casa de un hortelano en el Campo de Montiel

Sería muy oportuno comenzar a valorar esta zona de huertas y además de servir de abastecimiento y rentabilidad agrícola, multiplicaran sus recursos siendo puestas en valor como atractivo turístico y cultural. Conservar y potenciar su arquitectura y la posibilidad de horticultura saludables a través de cultivo ecológico.
Es curioso que de los cientos de norias que abastecían las cuantiosas huertas de Villanueva de los Infantes, Alcubillas, Fuenllana, Almedina, Montiel y varios pueblos más de la comarca, apenas queden ejemplos originales. Al igual que las construcciones que servían de refugio y almacén para los hortelanos.
Pero con todo, si se desea, se está muy a tiempo de preservar un patrimonio cultural excepcional que bien puede servir de complemento económico y entretenimiento ocioso a todos aquellos que valoran la belleza de lo auténtico y lo cultural. Tanto el paisaje que acoge las huertas como el valor de los elementos arquitectónicos y etnográficos que las componen constituyen un testimonio de valor excepcional de la trayectoria histórica de esta singular comarca del Campo de Montiel.
Distinguida entre otras muchas cosas, por ser a la vez, la tierra de origen de los primeros pasos de las aventuras de Don Quijote y la única tierra andalusí de La Mancha.
Tesoro y valores que suman a los muchos que posee este rincón de Castilla a los pies de Sierra Morena. Donde el pimiento de Villanueva de los Infantes espera con paciencia ese lugar que le corresponde como uno de los mejores productos de la tierra. Donde el pisto manchego espera desde siempre a ser considerado por el mundo entero como uno de los platos más saludables y deliciosos de la gastronomía manchega.

La alegría de la huerta. RecuerdosLa alegría de la huerta. Recuerdos


Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano

Publicado el 1 comentario

Fuenllana. Valor de Conjunto Histórico

Fuenllana

Aquellos que disfrutan el placer de viajar sin rutas predeterminadas y prefieren descubrir lugares desconocidos, se llevarán la grata sorpresa de encontrarse en un rincón casi escondido de La Mancha, a un paso de Andalucía, uno de esos escasos pueblos que en pleno siglo XXI contienen como los mejores secretos, todo un tesoro de cualidades que lo convierten en la única villa rural manchega que abarca en la totalidad de su conjunto urbano, todo el tipismo y la fisonomía de la arquitectura vernácula manchega, además evolucionada desde las primeras formas constructivas de viviendas de campesinos a tejavana, hasta las grandes casas de labranza de los propietarios de tierras, como son en su gran mayoría casi todos los habitantes del pueblo. Donde todavía la agricultura y la ganadería mantienen la economía de subsistencia que originó los pueblos del Campo de Montiel.

Todo cuando es deseable encontrar en un pueblo ambientado en la célebre novela de Cervantes, es perfectamente visible en las bucólicas calles y rincones de esta villa. Callejones donde la puerta del corral permitió escapada a las aventuras del Hidalgo. Las campanadas del Ángelus tañendo solemnes a las doce en punto de cada mediodía en la gran campana del siglo XVI, acompañada por el campanil de plata del XVIII.
El canto del gallo al amanecer y el cacareo de las gallinas en la siesta. Los ladridos de los perros y el correr de los gatos por los tejados. Los vencejos piando volando las tardes de verano. Los gorriones apretando sus griteríos buscando el dormidero de los olmos de las plazas.
El búho real en las noches de invierno ululando desde los montes cercanos. El autillo en las noches de mayo. Las relucientes noches estrelladas de enero y la inmensidad de la Osa Mayor presidiendo los cielos de agosto.

bailes-populares-durante-la-representacion-de-las-bodas-de-camacho-en-fuenllana-autor-salvador-carlos-duenas

escena-de-las-bodas-de-camacho-autor-ruben-castellanos

escena-durante-la-representacion-de-las-bodas-de-camacho-autor-ruben-castellanos

Escenas durante la representación anual de las Bodas de Camacho en Fuenllana. Autor, Rubén Castellanos

Como siempre, la costumbre de sentarse al anochecer de los calurosos estíos a tomar el fresco, continúa vigente, ajena al correr del tiempo. Por las mañanas barrer la puerta de la calle y regar. El paso del hortelano vendiendo patatas, tomates, melones…

Los viejos juntos en los bancos de la plaza y las mujeres separadas, juntas en el rezo del Rosario. Una tarde tras otra, desde la noche de los tiempos. Donde a pesar de disfrutar de todas las comodidades actuales y nuevos comportamientos sociales, las costumbres tradicionales permanecen impertérritas.
El ruido de los tractores saliendo al amanecer o regresando al atardecer. Las chimeneas ahumando el calor de hogar. Abuelas, abuelos, padres, madres, hijas, hijos… Familia de familias que se sucede en el tiempo con mejores condiciones de vida, sin olvidar los ancestros.

Fuenllana es el pueblo por excelencia. Donde todo tiene la escala y las dimensiones de esa aldea de Don Quijote, descubierta con sorpresa a principios del siglo XX por el famoso fotógrafo francés Loty, cuyas fotos se mostraron en la Exposición Universal de Barcelona en 1929.
Pueblo cervantino donde los haya, por méritos propios. Por su autenticidad rural, su identidad manchega, y su discreta belleza, sin necesidad de afirmar o demostrar nada que la propia realidad no exponga a los ojos del visitante.

rincon-del-pueblo-autor-salvador-carlos-duenas

Rincón del pueblo. Autor, Salvador Carlos Dueñas

vista-del-convento-de-agustinos-de-santo-tomas-de-villanueva-autor-salvador-carlos-duenas

Vista del Convento de Agustinos de Santo Tomás de Villanueva. Autor, Salvador Carlos Dueñas

por-el-interior-del-convento-autor-ruben-castellanos

Por el interior del convento. Autor, Rubén Castellanos

Posee el casco urbano más armonioso, equilibrado y elegante por su rural sencillez de toda la provincia de Ciudad – Real. Componiendo la totalidad del caserío unidad y homogeneidad que destaca por la blancura de sus fachadas, aderezadas con algunas de color tierra o piedra. Donde las ruinas de la vieja Santa Catalina le confieren esa atmósfera de romanticismo que demuestra una población añeja y con solera. Donde además interesándonos por su historia descubriremos los restos arqueológicos del recinto fortificado que originó la población actual a partir de la concesión del villazgo por parte del infante y maestre de la Orden de Santiago, don Fadrique de Trastámara.

Pasear sus calles sinuosas de día, apreciando la tranquilidad de un pueblo de verdad, donde todo el mundo se saluda y se conoce, disfrutando de la belleza castiza de las rejas de forja, los portones de madera, balcones, tejados, plazas, rincones. Entramado de calles perfectamente mantenidas sobre el trazado medieval. Volúmenes que no superan las dos alturas, enriquecidas con la gallardía hidalga de torrecillas de esquina o cámaras abuardilladas. Portadas blasonadas labradas en arenisca.

santa-catalina-autor-ruben-castellanos

Santa Catalina. Autor, Rubén Castellanos

lavadero-autor-ruben-castellanos

Lavadero. Autor, Rubén Castellanos

Componiendo y completando un conjunto urbano de los más genuinos y hermosos que puedan encontrarse en el ámbito manchego, perfectamente identificable con el ideal de pueblo cervantino. Donde no falta un hermoso puente medieval de origen romano. Un lavadero del siglo XIX de auténtica arquitectura rústica y popular. Un cerro donde otear el horizonte. El brocal de profundo pozo y la infinidad de los barbechos.

Paseos arbolados pariendo desde el caserío hacia los cuatro puntos cardinales adentrándonos en la belleza de un paisaje prolongando en horizontes tan aventureros como los capítulos del Quijote. Contemplando las siluetas de Sierra Morena al Sur. Los cerros de Las Cabezas al Oeste, donde al otro lado y a un tiro de piedra nos espera la monumentalidad del Siglo de Oro de Villanueva de los Infantes.
Al Este, la catedralicia iglesia de Villahermosa, erigida junto a una de las plazas más bellas de La Mancha, en un pueblo cuyo entramado de calles irregulares nos adentra en las atmósfera rural y auténtica que distingue al Campo de Montiel como el reducto manchego y quijotesco más hermoso que nos queda en el Mundo.

Por si fuera poco, las Lagunas de Ruidera a tan sólo veinte kilómetros y a once el legendario Castillo de La Estrella de Montiel. Conjunto arqueológico de los más importantes del medievo español, que no deja de depararnos gratas sorpresas con su continuada rehabilitación.

Así es Fuenllana. La perla blanca del Campo del Montiel y la joya manchega de las villas rurales. Ubicada en el centro geográfico del territorio donde Don Quijote comenzó a caminar por el “Antiguo y conocido Campo de Montiel”.
Un pueblo sencillo y discreto que atesora uno de los mejores Conjuntos Históricos rurales de Ciudad – Real, presidido por la gran mole del convento. Cuyo patio vignolesco sumará una exclamación más a cuantos nos descubran por el placer de viajar y descubrir las míticas tierras del hidalgo cervantino.

al-atardecer-autor-salvador-carlos-duenas

Al atardecer. Autor, Salvador Carlos Dueñas

____________________________
Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano
____________________________
Fotografía de portada: Vista de Fuenllana. Autor, Rubén Castellanos

Publicado el 1 comentario

Si Quercus Ilex hablara…

Quercus Ilex

Los árboles están ligados a la historia y evolución del ser humano desde sus orígenes, cuando éramos conscientes de nuestra dependencia de la naturaleza que era y es la que propicia nuestra existencia como especie.
Los bosques, los ríos, el cielo… eran admirados y temidos a un tiempo, como seres dotados de poder y energía con los que teníamos que estar en armonía; y sobre todo el árbol era venerado como un ser inmortal y fuente inagotable de vida y de recursos.

Esta es la historia de uno de esos árboles.

Quercus Ilex nació en un bosque mediterráneo del Campo de Montiel a principios de febrero de hace muchos, muchos años, en el mismo siglo en que Colón descubrió América. Era un roble pequeño y delgadito que apenas podía sacar sus minúsculas ramitas a través del suelo cubierto de fría escarcha.
Su madre lo miró pensando “este arbolito no me crecerá mucho. Seguro que el pesado gorgojo de las bellotas se comió casi todo su alimento”.
En aquel siglo era todo muy diferente. Había mucho bullicio y luchas en esta tierra; gentes de diferentes oficios, razas y religiones compartían y peleaban por las tierras, igual que lo hacían en el bosque encinas, sabinas y matorrales.
Durante un tiempo los demás árboles del bosque crecían más deprisa y se burlaban de él, pero Quercus Ilex no les hacía caso y prefería escuchar las fascinantes historias que le contaban los mayores sobre los caballeros que vivieron en el castillo de Montiel, o sobre las aventuras amorosas e intrigas de Francisco de Quevedo o Jorge Manrique. Era un romántico.
Y mientras, se estiraba y estiraba todo lo que podía para parecer más grande y más fuerte y se esforzaba por seguir recto y firme, aguantando el fastidioso y potente sol.

Tronco encina

Reflejos del sol en el tronco de Quercus

Un día notó sus raíces muy húmedas y vio que junto a él brotaba agua de las rocas. Empezó a hacerse cada día más alto, más grueso su tronco y sus ramas se extendían muy lejos, como enormes brazos estirados. Los animales y los pastores empezaron a acercarse a él buscando el frescor de su copa en verano y el calor del sol en invierno, y mientras sus colegas desaparecían, unos para carbón, otros para hornos y muchos para construir casas, él se transformaba en un árbol majestuoso al que empezaron a llamar el gran Quercus Ilex.

En los siglos siguientes era él quien contaba historias a los más jóvenes; de caballeros y guerrilleros, señores e inquisidores… Pero poco a poco fue quedándose sólo en el antiguo bosque; sólo tenía algunos compañeros de su edad, casi tan grandes como él, que ya se sabían todas sus batallitas y además estaban un poco alejados y ni siquiera llegaban a escucharse. Sin embargo, le alegraba mucho la compañía de las ovejas y de los pocos humanos que quedaban en la zona que le respetaban mucho, aunque de vez en cuando le cortaran ramas y le quitaran bellotas para alimentar al ganado.

Pasaban los siglos y el gran Quercus Ilex iba notando el peso de la vejez. A veces, sobre todo cuando helaba mucho o hacía mucho calor, alguna rama gorda se le rompía y su copa iba perdiendo grandiosidad, pero no le importaba porque esa rama, en el suelo, pronto se convertía en el hogar de muchos insectos que le animaban con sus revoloteos y colores.

Los frutos de Quercus Ilex. Autor, M. Teruel

Los frutos de Quercus Ilex. Autor, M. Teruel

Cuando el gran Quercus Ilex cumplió 550 años, el Campo de Montiel se fue quedando sin pobladores y sin ganado y pensó que se quedaría muy sólo al final de su vida. Ya no escuchaba las conversaciones de los humanos, ni sus risas, ni sus quejas, aunque tenía el alboroto de varias familias de pico picapinos que nadie sabe cómo habían llegado hasta aquí y que tenían su casa en la parte más alta de las ramas. Y por las noches venían a visitarle el zorro y el gato montés. Bueno, y algún viejo jabalí que se rascaba en su tronco y le hacía cosquillas.
Un día, hace unos 20 años, de nuevo el Quercus Ilex escuchó muchas voces. Voces de niños y mayores que le rodeaban, le abrazaban y se quedaban mirándole con la boca abierta.
Desde entonces, nunca más ha echado de menos a los humanos. Todos los días escucha las palabras de admiración y cariño de personas que vienen a verle desde todas partes del país y aunque ya nota la debilidad de sus más de 600 años, el gran Quercus Ilex es uno de los árboles más felices de La Mancha.

Detalle de Acacia de tres espinas. Castillo de Montizón

Detalle de Acacia de tres espinas. Castillo de Montizón. Autor, Antonio Bellón

Si necesitáis respirar aire puro y un poquito de ecoturismo por Ciudad – Real, os recomiendo visitar los siguientes árboles y arboledas monumentales del Campo de Montiel, por su porte y por su valor paisajístico:
– Los magníficos y raros ejemplares de acacia de tres espinas, a los pies del castillo de Montizón. Perfectamente adaptadas al entorno y a las condiciones de nuestro clima.
– La encina del cortijo de El Toconar, en Almedina, varias veces centenaria.
– Las sabinas centenarias en el entorno de la Laguna Blanca, en Villahermosa. Muy valiosas por su antigüedad y belleza estética, con ramas atormentadas por la climatología.
– La encina centenaria de bellotas comestibles, grandes como castañas, de Los Monegrillos, en Fuenllana. Y algo más lúgubre, el ciprés centenario de su cementerio.
– Los nogales centenarios junto a los Ojos de Montiel.
– El olmo de Albaladejo, mencionado en el Quijote.
– El viejo álamo blanco junto a la Laguna Redondilla y la majestuosa noguera de San Pedro, en las Lagunas de Ruidera.
– Los grandes pinos carrasco de la finca de Cañas en Villanueva de los Infantes.
– Las encinas adehesadas centenarias en el Pozo de la Serna.
– Las choperas de chopo lombardo de Cañamares, en Villahermosa.
– Y por último la gran higuera que ha colonizado toda la aldea de Torres.

La Laguna Blanca de Villahermosa con las sabinas al fondo. Autor, Miguel Andújar

La Laguna Blanca de Villahermosa con las sabinas al fondo. Autor, Miguel Andújar

Encina de Los Monegrillos. Fuenllana. Autor, Salvador Dueñas

Encina de Los Monegrillos. Fuenllana. Autor, Salvador Dueñas

Nogales en Ojos de Montiel. Autor, Julián J. Valverde

Nogales en Ojos de Montiel. Autor, Julián J. Valverde

Pinos carrascos de Cañas. Autor, Julián J. Valverde

Pinos carrascos de Cañas. Autor, Julián J. Valverde

Por los campos del Pozo de la Serna. Autor, Antonio Bellón

Por los campos del Pozo de la Serna. Autor, Antonio Bellón

Chopos lombardos en Cañamares

Chopos lombardos en Cañamares. Autor, Antonio Bellón

Noguera Ruidera
Noguera de San Pedro junto a la ermita de San Pedro. Lagunas de Ruidera dentro del término de Ossa de Montiel. Autora, Yoyi Ca

Encina de El Toconar. Autor, Entreviñas Villanueva de los Infantes

Encina de El Toconar. Autor, Entreviñas Villanueva de los Infantes

Si queréis descubrir esta maravillosa tierra, os proponemos vivir estas experiencias con www.sabersabor.es

____________________________
Un artículo de Antonio Bellón Márquez
____________________________
Fotografía de portada: Encina milenaria. Autor, Luis Fernández

Publicado el 16 comentarios

Campo de Montiel. Patrimonio de la Humanidad

Torre de Juan Abad

Pocos conocen el primer espacio por donde comenzó a caminar la imaginación de Cervantes, describiendo a Don Quijote a lomos de Rocinante, acompañado por Sancho en el rucio, aventurándose en la incertidumbre y el deseo por adquirir fama, desde su salida en un amanecer de julio.

El aura atemporal que todavía envuelve a esta comarca la mantiene como lo más cercano a la imagen que pudo encontrar el recaudador de impuestos trajinando entre la Corte y Andalucía, deteniéndose en nuestras ventas o tratando con acaudalados propietarios de mayorazgos.

La situación y trama urbana de los pueblos permanece básicamente igual a la de hace cuatro siglos. Variada en cuanto al crecimiento de la misma. La adaptación de las viviendas a la época actual y las infraestructuras viarias. Pero aunque encontremos un cierto desorden urbanístico que altera la armonía y la imagen de conjunto de un pueblo atractivo acorde con su identidad y trayectoria cultural; si que es posible advertir como fueron siempre. Pues los núcleos originarios permanecen fieles a la génesis que iba trazando sus calles. La volumetría de las casas se mantiene a dos o tres alturas, preservando la horizontalidad propia de estas latitudes. Entre cuyo caserío blanco sobresalía la poderosa torre del castillo o de la iglesia.

Paseando por Villanueva de los Infantes. Autor, Enaire Fotografía

Paseando por Villanueva de los Infantes. Autor, Enaire Fotografía

No perdemos la esperanza por preservar y potenciar la identidad de nuestros pueblos para poder compartirlos como agradable destino turístico. Trabajamos para transmitir los múltiples beneficios que nos reporta a todos habitar y compartir entornos equilibrados con la comodidad actual y la identidad cultural tradicional.

Por suerte el Campo de Montiel conserva un conjunto de veintitrés pueblos descritos en las Relaciones Topográficas de Felipe II, que todavía permanece tal cual en su esencia, aunque maquillado por falta de atención a su auténtico valor. Pudiendo atisbar en todos sus pueblos, ese mundo que sirvió de inspiración a la genial novela.

Destaca Villanueva de los Infantes como Conjunto Histórico Artístico Nacional. Su riqueza patrimonial poblada de iglesias, ermitas, palacios y casas populares, la convierten en una ciudad para ser visitada con calma. Donde además te sorprenderás encontrando la Casa de Estudios donde estuvo Jiménez Patón, Lope de Vega, Quevedo y más literatura de primera línea.
Atraen sus calles principales repletas de portadas blasonadas, pero no hay que dejar de recorrer muchas otras de estilo popular que muestran el encanto que conoció Cervantes, y hoy dan imagen material de lo que pudo ser el mundo que vieron sus inspirados ojos, pensando en Don Quijote.

Interior de la iglesia Nuestra Señora de la Asunción, Villahermosa. Autor, Miguel Andújar

Interior de la iglesia Nuestra Señora de la Asunción, Villahermosa. Autor, Miguel Andújar

El conjunto de iglesias-fortaleza de la comarca, erigidas por la Orden de Santiago merece una visita exclusiva. Empezando por La Solana y finalizando en Alhambra podremos descubrir templos majestuosos como los de Membrilla, Torrenueva, Villahermosa, Villanueva de los Infantes, Cózar, Alcubillas, Terrinches, Puebla del Príncipe, Almedina, Torre de Juan Abad, Ossa de Montiel, Villamanrique, Albaladejo, o ruinas de Fuenllana.

Castillo de Santa Catalina. Autora, Mª Angeles Jiménez García

Castillo de Santa Catalina, Fuenllana. Autora, Mª Angeles Jiménez García

La oferta monumental de la comarca es variada y completa. Abarcando todos los periodos de la historia. En Terrinches se encuentra un conjunto megalítico de carácter funerario. Santuario para los pobladores de la Edad del Bronce, postrado ante el sol del invierno que amanece sobre la peña del Cambrón.
En Alhambra además de los vestigios romanos y la necrópolis visigoda, su castillo omeya reconstruido por los cristianos.
Villanueva de la Fuente asentada sobre Mentesa. Todavía por excavar las entrañas del gran pasado histórico que yace bajo la actual población.
El nutrido grupo de yacimientos de diversas épocas que jalona la Vía Hercúlea desde Villanueva de la Fuente hasta el límite con Andalucía en Puebla del Príncipe y las inmediaciones de Villamanrique.
El cinturón fronterizo de edificaciones fortificadas en torno al castillo de la Estrella de Montiel. Terrinches, muy bien restaurado como centro de interpretación de la Orden de Santiago. El torreón de Puebla del Príncipe. El gran castillo de Montizón en Villamanrique, acompañado por el maravilloso paisaje tendido a sus pies, defendido por ganaderías de reses bravas.

Las plazas mayores de La Solana, Villahermosa, San Carlos del Valle y Villanueva de los Infantes. El conjunto arqueológico de la villa medieval de Montiel y su castillo de La Estrella.

Panorámica del Castillo de La Estrella, Montiel. Autor, Ramón Alamo

Panorámica del Castillo de La Estrella, Montiel. Autor, Ramón Alamo

Los singulares santuarios, ermitas y parajes que dan cobijo en los campos a quien busca sosiego y belleza, también son numerosos. Virgen de La Antigua, Virgen de la Carrasca, Virgen de los Olmos, Virgen de los Desamparados, Virgen de Luciana. Las ermitas rurales de Villahermosa. Las ermitas urbanas de Torrenueva.

La fuente Imperial de Almedina merece una visita por sí sola. Complementada con el puente de piedra, la ermita de Los Remedios y las metafísicas vistas de su paisaje semidesértico.

Es muy enriquecedor para los ojos que buscan la autenticidad rural, pasear estos caminos o recorrer estas carreteras habitadas por pueblos inmersos en paisajes agrícolas que siguen roturando la tierra con el mismo proceso que los originó hace siglos.

Vista de Villamanrique. Autor, desconocido

Vista de Villamanrique. Autor, Miguel Felguera

La histórica y literaria comarca del Campo de Montiel, posee en su centro geográfico la fortuna de albergar una ciudad del Siglo de Oro en Villanueva de los Infantes, y una auténtica villa rural manchega en Fuenllana.

Y toda la comarca disfruta de una orografía ideal para disfrutarla a pie, bicicleta, o caballo. Paisajes amables acunados entre suaves ondulaciones adornadas con machas de monte mediterráneo.

Parajes grandiosos en las estribaciones de Sierra Morena como La Herrumbrosa en Castellar de Santiago, que unido al conjunto de espacios que llegan hasta la sierra de Relumbrar en Villanueva de la Fuente componen un mosaico de fauna y flora de valor excepcional.
Aves esteparias campando por las grandes extensiones cerealistas. Rapaces sobrevolando los fantasiosos sueños del Quijote. Búhos reales internos en la lejanía del monte, sonando en las noches de invierno.
Y por supuesto el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Espacio excepcional que debe ser tratado de forma más completa que la simple mención en este artículo informativo.

desde terrinches la zona de pinos es la ermita de San Isidro de terrinches. Autora, Mariangeles Minguez Gomez

Panorámica de Sierra Morena desde Terrinches. Autora, María Angeles Mínguez Gómez

El Campo de Montiel, sin duda, pronto estará en la exclusiva lista de lugares Patrimonio de la Humanidad, un mundo marcado por Don Quijote que sorprende al visitante por la cantidad de recursos propios que atesora.

Puesta de sol en el Campo de Montiel

Puesta de sol en el Campo de Montiel


Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano


Fotografía de portada: Trazado urbano de Torre de Juan Abad. Autor, Cogolludo

Publicado el Deja un comentario

Manchegos de leyenda. La vida de Santo Tomás de Villanueva (2ª Parte)

Santo Tomás de Villanueva 2ª parte

El convento de Agustinos de Santo Tomás de Villanueva, situado en la localidad manchega que lo vio nacer y hoy declarado Bien de Interés Cultural, es prueba palpable de la importancia que este santo tuvo para la trayectoria espiritual de nuestro país. En el interior de este edificio barroco del siglo XVIII se conserva la habitación donde su madre Lucía lo trajo al mundo, así como la pila bautismal en la que fue bautizado y que perteneció a la antigua iglesia de Santa Catalina. Como todos los edificios conventuales de esta época, el convento de Agustinos es una construcción sobria, cuadrangular y dispuesta alrededor de un patio interior rodeado de claustro porticado. En la planta baja se situaba el refectorio y otras dependencias comunes, mientras que el primer piso era destinado a las celdas de los 20 o 25 monjes que allí habitaron durante casi un siglo (hasta los años de la desamortización del ministro Mendizábal).

Esa sobriedad fue el mejor homenaje que pudo hacerse en Fuenllana a Santo Tomás, puesto que su vida fue en realidad un continuo ejemplo de desprendimiento y pobreza. Se dice que una vez nombrado arzobispo de Valencia, en su casa jamás quiso tener paños de seda ni tapicería alguna que demostraran riqueza, y que para dormir utilizaba un lecho de sarmientos sobre el suelo al lado de la cama arzobispal.

Santo Tomás de Villanueva Fuenllana Campo de Montiel Castilla La ManchaVisita escolar a Fuenllana. Plaza de Santo Tomás de Villanueva

Para evitar cualquier lujo, la casa de Santo Tomás disponía de un pequeño cuarto que hacía las veces de celda y adonde se retiraba siempre para realizar sus oraciones. Existía allí una mesa con un pequeño cajón donde guardaba aguja, hilo, tijeras y todo el recado necesario para remendar sus ropas, puesto que aún siendo prelado de la Iglesia se comportaba como el monje que siempre fue, y se remendaba hasta los zapatos cuando se gastaban demasiado.

Se dice que un día vino un religioso a su casa y, encontrando ese aposento abierto, entró sin llamar y halló a nuestro hombre sentado en una silla baja, ocupado en remendar sus calzas. El buen canónigo se escandalizó de que tal cosa hiciese, puesto que no era propio para la dignidad de un arzobispo de Valencia, a lo cual Santo Tomás respondió: “Aunque me han hecho arzobispo, no dejo de ser religioso; he profesado pobreza y me alegro de hacer de vez en cuando lo que hacen los frailes pobres. Y con ese real que me ahorro puede comer mañana un pobre”.

Continuará…

Publicado el 3 comentarios

Manchegos de leyenda. La vida de Santo Tomás de Villanueva (1ª Parte)

La Mancha sabersabor.es

El pasado 1 de noviembre se cumplieron 356 años de la canonización, por el papa Alejandro VII, del que fuera destacado hijo de la localidad de Fuenllana, un humilde pueblo de fachadas encaladas y rodeado de trigales en pleno Campo de Montiel. Santo Tomás de Villanueva nació allí en el otoño de 1486, año fatídico en el que la peste asoló Castilla y otras partes de España. Este hecho obligó a sus padres a marcharse de su residencia habitual, en Villanueva de los Infantes, para buscar refugio en el hogar de sus abuelos maternos. Casual hecho que dotó a la población de Fuenllana de una relevancia primordial: la de ser cuna del futuro arzobispo de Valencia, profesor de la Universidad de Alcalá y consejero personal del mismísimo Emperador Carlos V, dueño y señor de medio mundo.

Patio barroco del convento de los Agustinos. Autor, Excmo. Ayuntamiento de Fuenllana

Patio barroco del convento de los Agustinos. Autor, Excmo. Ayuntamiento de Fuenllana

Hoy su importancia histórica esta fuera de toda duda, y pocos son los recovecos de su vida desconocidos por el gran público. En Fuenllana, y en 1735, la orden de los Agustinos edificó un convento sobre la casa que lo vio nacer, convertida después en ermita por sus vecinos. Un convento que disponía de iglesia, desaparecida en 1964 (la iglesia actual se aloja en lo que fue el refectorio del convento), y también de escuela, donde los monjes enseñaban a los vecinos rudimentos de escritura, números y las bases de la doctrina cristiana.

Pero menos conocidas quizás son las peculiaridades del carácter de Santo Tomás; los hechos cotidianos, milagrosos o no, que forjaron poco a poco la leyenda de este hombre querido por sus semejantes y que todos invocaban como un santo, antes incluso de su beatificación. Sirva este artículo de homenaje a la persona de Santo Tomás, Tomás García por más señas, lo que nos permitirá a su vez acercarnos al carácter más humano del que fuera manchego insigne y luz espiritual en la España del Quinientos.

Santo Tomás de Villanueva, niño, repartiendo sus ropas. Bartolomé Esteban Murillo. Óleo, 1667

Santo Tomás de Villanueva, niño, repartiendo sus ropas. Bartolomé Esteban Murillo. Óleo, 1667

Tomás era de mediana estatura y poseía un rostro moreno, ni feo ni hermoso, aunque en él destellaban unos ojos azul claro que alegraban lo que de común era semblante grave y de mucha autoridad. Se dice que durante su infancia prodigó grandes ejemplos de sencillez y desapego a lo mundano, ofreciendo a cualquiera que se cruzase en su senda aquello que pudiese necesitar. Cuando tenía 16 años sus padres lo enviaron a Alcalá para estudiar Artes, y fue tal su dedicación que en poco tiempo lograría una beca para el Colegio Mayor de San Ildefonso, núcleo de la famosa Universidad de Alcalá de Henares. La enseñanza en la nueva universidad comenzó un año después de su ingreso, en otoño de 1509. Pues bien, en 1512 Tomás obtuvo el grado de Maestro en Artes, y unos meses después ya daba clases como profesor. Todo un logro que perpetuó la imagen erudita de nuestro manchego… hasta el punto de imponerse durante siglos el trámite de visitar la capilla de santo Tomás de Villanueva, a todo aquel que desease ser candidato para la rectoría de la universidad.

Continuará…

Vista de Fuenllana. Autor, Pedro Sánchez García

Vista al atardecer de Fuenllana. Autor, Pedro Sánchez García

Publicado el 10 comentarios

De caballeros andantes y bandoleros: Campo de Montiel

De caballeros andantes y bandoleros: Campo de Montiel

A lo largo de los siglos, las tierras sureñas del Campo de Montiel han sido escenario de conquistas y guerrillas sin cuento. Por sus caminos desfiló la élite de los ejércitos victoriosos, y a su sombra, tranquilos arrieros con sus recuas de mulas, pastores y ganados de trashumancia, hidalgos de fortuna, Quijotes en busca de agravios y Damas a las que servir. El paisaje es la estampa de unas gentes y una tierra moldeadas por la misma arcilla. Apariencia dura, pero también franca e ilimitada. Una vasta sucesión de llanuras onduladas y quemadas por el sol de agosto que dan paso a florestas en las zonas más agrestes y marginales: es el caso de los carrascales del sur, en los montes que flanquean el paso de Despeñaperros; las dehesas abrigadas junto al Jabalón y el Azuer o los bosques de sabina albar de Villahermosa, especie relicta de épocas más frías cuando el hielo y las glaciaciones dominaban en toda Europa.

Históricamente, el Campo de Montiel correspondía a ciertos territorios al sur del Tajo administrados por la Orden militar y religiosa de Santiago. La Orden los adquirió después de su reconquista por las tropas cristianas de Alfonso VIII, en 1213, campaña que completó Fernando III años más tarde con la caída del castillo de la Estrella en Montiel. Fue precisamente el carácter repoblador y administrativo de los de Santiago lo que permitió transformar un paisaje islamizado en el más conocido de villorrios, monasterios y castillos propio de las tierras de frontera.

Paisaje del Campo de Montiel

Paisaje del Campo de Montiel

Hoy la comarca se integra por completo al SE de la provincia de Ciudad Real (si excluimos Ossa de Montiel, perteneciente a Albacete), pero de alguna forma el carácter fronterizo ha presidido siempre su fisionomía, pues ya fue habitada por íberos y romanos que hicieron de ella paso obligado entre las vegas Béticas y los altos meseteños del norte. Su carácter marginal no menguó con el nombramiento de Villanueva de los Infantes como nueva capital de la comarca, y durante siglos el acceso desde el sur, o paso de Despeñaperros, infame camino donde los viajeros tenían que abandonar el carruaje y continuar a lomos de mulas, resultó un lugar predilecto para los bandoleros que asolaban toda Sierra Morena. En el siglo XIX fue escenario habitual de las luchas de guerrillas entre el pueblo y las tropas napoleónicas. Francisco Abad Moreno, “Chaleco”, capituló en Almedina, y en su cuadrilla figuraron otros de gran renombre como Juan Vacas y Juan Toledo, de quienes se dice que llegaron a reunir más de 400 caballos en sus hazañas bélicas contra el invasor. Más tarde las guerrillas continuaron con idéntico tono, aunque esta vez durante las luchas carlistas que libró el pretendiente Carlos contra el gobierno liberal.

La antiquísima historia del Campo de Montiel es terreno sembrado, como no podía ser de otra forma, para leyendas y dichos populares. En los pueblos resulta común observar a finales del estío el paso de los “Remolinos”, arbustos arrastrados por los fuertes vientos en cuyo interior se cree habitan ánimas benditas en busca de alguna misa o padrenuestro no cumplido. El “Tío Nazario” de la Torre de Juan Abad suele aparecer bajando por las cadenas de los calderos colgados de la chimenea, y también se repite el mito de la dama dulce, o “Dama de los Montes”, que en Ruidera toma la forma de un niño extraviado y hallado en curiosas circunstancias: al ser preguntado por los lugareños refirió que había pasado toda la noche arropado y en compañía de una misteriosa mujer…

Balconadas de madera de la Plaza Mayor. Villanueva de los Infantes

Balconadas de madera de la Plaza Mayor. Villanueva de los Infantes.

Las villas de la comarca, surcada de este a oeste por los ríos Azuer y Jabalón, muestran de forma generalizada la estampa de la llanura manchega: grandes espacios ondulantes, villas soleadas y presididas por un campanario altivo, a veces el único hito visible en el paisaje; las casas enjalbegadas de cal, los corrales de ganado; plazas soñolientas con olmos, niños y viejos; eras de trilla, cortijos a la distancia, aljibes y abrevaderos junto al camino. De manera especial destaca Villanueva de los Infantes, capital histórica de la comarca desde 1573 y cuya Plaza Mayor es una de las más bellas de Castilla la Mancha. Declarada hoy Conjunto Histórico-Artístico, este pueblo celebra en breve sus tradicionales fiestas de las Cruces de Mayo dedicadas a la Cruz y al misterio de la Pasión de Cristo, con hogueras y rondallas que acuden a las casas para cantar el Mayo a las Damas:

    “Esas tus mejillas
dos grandes violetas,
no ha llegado mayo
y ya están abiertas”.
“Tiene tu barbilla
un hoyo perfecto,
colmado de flores
que da gusto verlo”.

Montiel, exhibe todavía con orgullo los viejos muros del castillo de la Estrella, escenario de un enfrentamiento que marcó el carácter pacífico de esta villa enclavada en la vega del Jabalón. Castillo de renombre es también el de Alhambra, una fortaleza peculiar que data de la época Omeya. Pero más peculiar aún es el emplazamiento del propio pueblo, encaramado a un cerro aislado en mitad de la llanura y desde donde íberos, romanos, visigodos y árabes trazaron durante milenios los destinos de esta parte de España.

Castillo de la Estrella, en Montiel. Autor, Francisco Pérez

Castillo de La Estrella, en Montiel. Autor: Francisco Pérez.

Muchos pueblos de la zona exhiben un pasado insigne, como Torre de Juan Abad, donde se encuentra una casa perteneciente al genial Don Francisco de Quevedo; o Fuenllana, tranquila villa entre Infantes y Montiel que fue cuna del renombrado arzobispo de Valencia Santo Tomás de Villanueva, nacido en 1486. Pero sin duda, el hecho por el que la comarca será siempre conocida y renombrada es por ser el escenario elegido por Don Miguel de Cervantes para las andanzas de sus dos inolvidables personajes, Don Quijote y Sancho Panza. Villahermosa, Infantes, Ruidera, Argamasilla de Alba… Hoy el itinerario de Don Quijote es cita obligada de turistas venidos de todos los países el mundo, que recorren el paisaje llano y surcado de veredas y cañadas, o punteado de ventas, cortijos y molinos como quien esperase encontrar en cualquier trocha la alargada sombra del caballero andante y su resignado escudero.

Laguna Conceja, en Ruidera

Laguna Conceja, en Ruidera.

Según Don Quijote, en Ruidera el viajero puede conocer a las hijas y sobrinas de tan insigne dama, quienes fueron hechizadas por obra del mago Merlín y encerradas en las profundidades de la cueva de Montesinos. Amantes o no de la buena literatura, el lugar merece sin duda una parada obligada para deleitarse con el espectáculo de un collar de lagunas surgidas de la nada, y extendidas para formar el Alto Guadiana cantado por los poetas árabes. Desde el nacimiento del río y la primera de las lagunas, ambos enclavados en Villahermosa, pasando por los saltos de agua de la Lengua y la Redondilla, el castillo berberisco de Rochafrida y las lagunas de la Colgada y del Rey, las más grandes del conjunto, la ruta es sin duda sinónimo de misticismo y poesía para todo aquel que se acerque a contemplarlas. Y si a esto unimos el complemento de una comida a base de platos y caldos de la tierra, donde no falten las migas, los galianos, las gachas o el pisto manchego, la experiencia de conocer esta comarca será sin duda algo digno de escribir y de recordar… tal y como hizo Cervantes en “Su lugar de La Mancha”.

El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Autor, El Bibliomata

El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Autor: El Bibliomata.