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Una historia de trashumancia

trashumancia Campo de Montiel ecoturismo

Desde las Sierras de Tragacete y Albarracín en Teruel, la Cañada Real Conquense atraviesa Cuenca y La Mancha hasta alcanzar Sierra Morena y la comarca del Condado de Jaén


Desde hace siglos, pastores y vaqueros conducen sus reses a través de las sendas medievales que hoy forman la Red Nacional de Cañadas Reales. Paso a paso, sol a sol, los “modernos” trashumantes de hoy en día recrean una anacrónica aventura pecuaria cubiertos de polvo, sudor y cansancio.
El viaje que os proponemos, por un tramo de la Cañada Real Conquense conocido como Cañada de los Serranos, permite conocer y disfrutar tres grandes zonas de la provincia de Ciudad – Real: la llanura Manchega, la altiplanicie del Campo de Montiel y las estribaciones de Sierra Morena Oriental.

¡Vamos, Tuerrrrrta!…, grita Antonio, echando mano de su vara de acebuche. Ganadero de talante apacible, Antonio suele arrear a sus 360 ovejas manchegas con educadas palabras de ánimo: “Venga, bonita”, llamándolas a casi todas por su nombre, Chispa, Gitana, Vívora, Extraña, Gasona, Perla… En su morral guarda la lista con sus partidas de nacimiento. El rebaño es como un pueblo pequeño donde todo el mundo se conoce. Pero con la Tuerta, hasta el perro pastor que lo acompaña, Granero de nombre y pastor mallorquín de raza, se desespera al enfilar la Cañada de los Serranos desde las llanuras de Socuéllamos (Ciudad – Real), donde se sitúa el comienzo de nuestro viaje trashumante de casi 140 km que nos conducirá hasta los pastos de verano (agostaderos) a los pies de la Sierra del Cambrón, en Castellar de Santiago (Ciudad – Real), en el límite con Andalucía y la provincia de Jaén.

La pobre Tuerta, que no está loca, sino que se hace la sueca, sería capaz de desquiciar al mismísimo John Wayne. Va a su bola tropezándose con las retamas, atravesándose en la carretera… Que estaba de pasar y pasó: acabó cayéndose en un agujero, llegando a Ruidera. Mientras caía, Juan, compañero y socio de Antonio, bromeaba: “Ya es tarde para comprarle un ojo de cristal”. Los restos de paja del fondo, por suerte, hicieron de colchón. ¡La madre que la parió!
En el camino, los pastores de la zona nos saludan con cierta familiaridad. Proceden en su mayoría de la zona, de estos pequeños pueblos de la España escondida, donde el pastoreo de ganado conforma un estilo de vivir, sentir y pensar.

Trashumancia

Trashumancia en La Mancha

rebaño de ovejas La Mancha

La necesidad de trasladar el ganado de los pastos de verano a los de invierno determinó unos itinerarios que fueron tejiendo, siglo tras siglo, una red de comunicaciones en la Península. Estas vías pecuarias (denominadas cañadas, cordeles, veredas y coladas en función de su importancia y anchura) recibieron carta de naturaleza en 1273 bajo el reinado de Alfonso X el Sabio y posterior tutela con la institución del Honrado Concejo de la Mesta de Pastores. Constituyen el más extenso entramado viario de la Comunidad Europea. Distribuidas por 40 provincias, estas sendas medievales tienen una longitud de 125000 km y ocupan una superficie de 425000 hectáreas, equivalente a la provincia de Pontevedra.

Noche de pastores en el chozoNoche de pastores en el chozo

Abrevadero para el ganadoAbrevadero para el ganado


El sesteo se realiza al mediodía para evitar las horas de más calor


Camino de Alhambra, donde se efectuará la tercera “dormida” del viaje, se escucha de fondo el rumor somnoliento de los cencerros, un monótono repicar que se convertirá en el hilo musical del rebaño durante las 6 jornadas, con sus respectivas noches al raso, de calculado recorrido. Nuestra expedición, que partió a últimos de junio, está formada por 4 personas, una mula, 360 ovejas y un vehículo todoterreno, un destartalado Land Rover. El reto es caminar de sol a sol, al ritmo de unos 20 a 25 km diarios.
Violeta, la mula del rebaño, destaca por su corpulencia entre todas las ovejas, idónea por su resistencia para el aprovechamiento ganadero extensivo. Transportar el rebaño en camiones hasta nuestro destino costaría mucho, muchísimo dinero. Y hay que mirar el bolsillo en estos locos tiempos de vacas flacas.
La ley de los trashumantes continúa inamovible: media vida de nómadas. Pese al curso imparable de la modernidad, los últimos pastores nómadas se sienten herederos de un espíritu migratorio de subsistencia.

Pasando por el Parque Natural de las Lagunas de RuideraPasando por el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera

Por tierras de Alhambra. Autor, SergioPor tierras de Alhambra. Autor, Sergio


Las vías pecuarias extienden sus 125000 km por toda España


Durante el día, las cabezas más nobles y veteranas, Chispa y Gitana, con las encargadas de marcar el recorrido al “pelotón”. Como sus dueños, conocen de memoria los mojones, abrevaderos, puentes… vestigios todos de una cultura milenaria.
Cae la tarde. El rebaño enfila la cañada en dirección al descansadero de la Sierra de Alhambra. Para comprobar que ninguna se ha perdido, cuentan las ovejas de “30 en 30” a medida que van entrando en la cerca. Volverán a contarlas al amanecer. Antonio, Juan y Elpidio, agradecen estas “estaciones de servicio” pecuarias. Atrás quedaron el inmenso coto de Cinco Navajos, próximo al Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, y la Casa del Pozo de las Chozas, donde “pastan unas ovejas que da gloria verlas”.
Con cada jornada amanece un nuevo paisaje. En la Sierra de Alhambra huele a romero, a tomillo, un frescor que alivia el arduo caminar por sus laderas. La Cañada desemboca en el cruce con la carretera que une Villanueva de los Infantes con La Solana y algunos conductores no disimulan su impaciencia. El sediento rebaño se entretiene abrevando en el río Azuer. ¡Vamos, Tuerrrrrta!
En los últimos 40 años, la paulatina disminución del tránsito ganadero ha provocado el abandono físico y administrativo y, como efecto bumerán, el menor uso de las cañadas. El porcentaje de tramos perdidos se sitúa en torno al 30 por ciento a pesar de que al actual Ley de Vías Pecuarias remarca el aspecto “inalienable, imprescriptible e inembargable” de este patrimonio público de los españoles.

Cerca de Alhambra. Autor, Luis Angel Gómez, de Historia y Arqueología de AlhambraCerca de Alhambra. Autor, Luis Angel Gómez, de Historia y Arqueología de Alhambra

Por Sierra MorenaPor Sierra Morena


No es dormir al raso ni tragar polvo lo que retrae a los últimos trashumantes, sino las fincas, las vallas, las carreteras…


Han pasado 6 días. A la altura de la Sierra del Cambrón, en Castellar de Santiago, en el límite con Andalucía y la provincia de Jaén, fin de nuestro viaje, los pastores discuten con los guardas forestales. “Nos sentimos extranjeros en nuestra propia casa” se lamentan. Pero las veteranas Chispa y Gitana han enfilado ya el camino que conducirá a todas sus compañeras hasta el agostadero. Y puede que tras el largo y cálido verano, cuando llegue el momento de regresar al norte, la Tuerta se atreva a seducir a Violeta guiñándole su único ojo. ¡La madre que la parió!

Fiesta de la Trashumancia en MadridFiesta de la Trashumancia en Madrid



Un artículo de Antonio Bellón Márquez ©

Fotografías en blanco y negro de Sergio Pascual


Mas detalles sobre la Cañada Real de los Serranos:

Partiendo de Socuéllamos recorreremos la Llanura Manchega, amplia extensión, con una altitud entre los 600 y 700 m., caracterizada por su plenitud, horizontalidad y sus luminosos paisajes en donde los cultivos agrarios de secano han sustituido casi por completo al encinar manchego-aragonés que lo cubría prácticamente hasta la Edad Media, y en donde sobre todo se enseñorean las viñas – y sus cada día más apreciados y premiados vinos con denominación de origen – y los cultivos cerealísticos, bajo un clima mediterráneo continentalizado y seco.
Sin darnos casi cuenta, la cañada irá suavemente encajándose siguiendo la misma red fluvial, diluyéndose el paisaje manchego y adentrándonos poco a poco en el Campo de Montiel. Iremos remontando su altiplanicie (700-900m) o paramera de calizas y dolomías recubierta de manchones de masas de encinar, sabinar y matorral mediterráneo, en cuyo corazón con sorpresa descubriremos el complejo lagunar cárstico de calizas traverníticas más excepcional de Europa, las celebérrimas Lagunas de Ruidera, hoy Parque Natural, un rosario de 15 espléndidas lagunas cabalgándose una tras otra a lo largo de un profundo corredor de 30 km, de gran belleza y riquísima vegetación hidrófila y acuática.
Después, en contraste con ellas, en Alhambra y sus alrededores, un paisaje más desnudo mostrará algo de ese relieve de mesas, cerros testigos, ondulaciones, cuestas y muy especialmente las rojizas tonalidades de sus areniscas y arcillas triásicas que tanto identifican esta Comarca. Esta roca, bautizada como “moliz” por los canteros, desde época ibérica y romana ya era explotada como piedra de sillería para la construcción de los edificios más regios, para la escultura, para afilar armas, etc; y en época moderna en las iglesias y las fachadas blasonadas de la nobleza terrateniente de nuestras ciudades manchegas.
Nuevamente el paisaje será llano y netamente agrario (viñedos, olivos, cereales) sobre el que sobresaldrán elevándose a nuestro lado las sierras de Alhambra (1088 m.) y del Cristo, destacando con sus crestas de cuarcitas ordovícicas (propias de los relieves paleozoicos), revestidas de jarales, matorral de encinar, tomillos, etc.
A continuación, durante el cuarto y quinto tramo, iremos bordeando la comarca de Valdepeñas y de Mudela, transición entre el paisaje propiamente manchego y el serrano. Ahora los retazos de vegetación serrana mediterránea y las áreas adehesadas se harán más numerosas y habituales, sobre todo una vez pasamos junto al pantano de La Cabezuela y el río Jabalón, acercándonos progresivamente a los paisajes cada vez más netamente serranos de después de Castellar.
La Mancha y particularmente estas áreas esteparias del Campo de Montiel, cultivadas, con pastizales y pastos secos según las distintas estaciones, intercaladas con zonas de monte bajo y matorrales mediterráneo, son un hábitat idóneo para alimentar una fauna de mamíferos, aves y reptiles muy variada. Así a lo largo del trayecto podremos observar aves muy singulares como gangas, gavilanes, aguiluchos cenizos, sisones, cernícalos, zorzales, mirlos, alondras, gorriones trigueros, tordos… Por supuesto multitud de aves migratorias de paso mientras alzan el vuelo a la vecina Ruidera o al cercano Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. Y con suerte a la majestuosa y corpulenta pero amenazada avutarda. Sin olvidarnos obviamente de la brava perdiz roja, tan apreciada cinegéticamente. Entre los mamíferos: zorros, garduñas, liebres, conejos; o jabalíes y ciervos.
Esta Cañada nos sirve asimismo como un gran eje en torno al cual descubrir la rica historia de estos territorios y para acercarnos a visitar pueblos muy próximos como Tomelloso, Argamasilla de Alba, La Solana, Alhambra, Villanueva de los Infantes, Fuenllana, San Carlos del Valle, Valdepeñas, Torrenueva, Carrizosa, Torre de Juan Abad
En lo alto de las Sierras de Alhambra y del Cristo se conservan restos de poblados prehistóricos amurallados de la Edad del Bronce, testimonios de la presencia de pobladores autóctonos desde muy antiguo. Destacan el óppidum ibérico y la posterior ciudad romana de Alhambra, Laminium, citada por Plinio y Estrabón, una de las poblaciones con más continuidad histórica si tenemos en cuenta que su fortaleza de origen musulmán se levanta sobre otro poblado prehistórico y que en la ladera Sur del pueblo podemos ver la necrópolis visigoda de Las Eras.
Tampoco debemos olvidar que surcaremos un paisaje con una marcada dimensión literaria gracias a escritores como Cervantes, Quevedo, Galdós, Azorín o García Pavón, entre otros.
Si eres amante de la vegetación de interior (mediterránea) para hacer un descanso en la ruta, te puedes adentrar entre las encinas y coscojas y en las zonas de cardos buscar las tan apreciadas setas de cardo, delicia gastronómica de la zona.


Recomendaciones:

Este gran recorrido de casi 140 km cruza de Norte a Sur el lado oriental de la provincia de Ciudad – Real, siguiendo la Cañada Real Conquense, una de las más largas de España.
Os recomendamos estructurar la ruta en seis tramos: el primero, de 25 km, parte de la ermita de San Isidro en Socuéllamos, hasta el km. 141,8 de la carretera CM 400 (Tomelloso – Munera); el segundo, de 23 km, desde este punto hasta Ruidera y sus Lagunas; un tercero, de 20 km, nos acerca hasta Alhambra. El cuarto, de 25 km, nos lleva a Pozo de La Serna; el penúltimo, de 24 km, hasta el km 7,6 de la CR 614 (Torrenueva – Torre de Juan Abad); el último de 23 km Culmina a los pies de la Sierra del Cambrón, en Castellar de Santiago, en el límite con Andalucía y la provincia de Jaén, junto a la carretera CRP 610 (Castellar – Aldeaquemada).
A lo largo del recorrido nos encontraremos con paneles generales informativos, además de las correspondientes señales de dirección.
Recomendamos los meses de las estaciones de otoño, invierno y primavera para su realización. También ir provistos de: agua para prevenir la deshidratación, alzado ligero de montaña y prendas olgadas adecuadas a las temperaturas con colores poco llamativos. También, llevar prismáticos, andar en silencio para una mejor observación de la fauna, no cortar porque sí plantas o flores, no encender hogueras ni dejar desperdicios. Respetemos en todo momento los lugares y los animales con que podamos encontrarnos.

Panel Cañada Real de los SerranosPanel Cañada Real de los Serranos

Señales Cañada Real de los SerranosSeñales en los senderos de gran recorrido

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Un paseo por Uclés, el Escorial de La Mancha

Monasterio de Uclés

Esta villa de la Mancha Alta ha sido desde hace siglos la capital de la otrora poderosa Orden militar de Santiago


No existen mejores testigos de la historia de Uclés que sus obras monumentales más significativas, el castillo y el monasterio. En ellos se funde una legendaria tradición medieval en la que se conjugan la biblia y la espada, que a sangre y fuego han marcado el destino de los hombres. Los recuerdos de la villa se pierden en un pasado remoto que se asoma a nosotros con la nostalgia del poderío perdido.

Monasterio de UclésMonasterio de Uclés

La ladera del cerro sobre el que se encuentra Uclés ya era utilizada como asentamiento por la población íbera anterior a la presencia en la península de los romanos. Fueron estos los primeros en conceder gran importancia al antiguo núcleo urbano incluyéndolo en el trazado de la calzada que llevaba hasta Segóbriga.

Con el tiempo se transformaría en ciudad visigoda que irremediablemente cumpliría su destino de formar parte del imperio musulmán a partir del siglo VIII. Los árabes la bautizaron con el nombre de Uklis y, al igual que con otras muchas ciudades conquistadas, apreciaron su valor estratégico como potente enclave militar frente al reconquistado reino de Toledo, arrebatado a Fath Ben Musa Ibn Zenun. Este caudillo bereber se refugió en la villa, hizo reforzar sus defensas y construyó el castillo, con mezquita y baños públicos. Sin duda había decidido crear un lugar estratégico de resistencia frente a la imposibilidad de recuperar nuevamente sus territorios.

A pesar de ello, Alfonso VI conquistó la ciudad en el año 1085 para mantener en ella la presencia de las tropas cristianas durante veintitrés años, periodo en el que se intenta una forzada integración de la población mudéjar en las costumbres de los castellanos. En 1108 vuelve a caer en manos de los almorávides tras la cruenta batalla de Uclés, que reúne todos los requisitos de la épica del momento. Las tropas musulmanas habían traspasado a frontera del Tajo y asediaban Uclés.

El rey, ya muy enfermo, envió al lugar un fuerte contingente de tropas para evitar una contraofensiva almorávide y situó al frente de sus huestes a su hijo Sancho, que no había cumplido aún los diez años, custodiado y protegido por el conde de Nájera. El resultado del encuentro fue una terrible derrota castellana en la que el bando enemigo rodeó al infante dándole muerte junto a los siete condes que le acompañaban.

Cruz de la Orden de Santiago en UclésCruz de la Orden de Santiago en Uclés

Rincón de UclésRincón de Uclés


A la Orden de Santiago pertenecieron ilustres artistas como Diego Velázquez o Francisco de Quevedo


La fortaleza no dejaría de ser musulmana hasta el año 1157, tras la firma de un pacto entre el rey Alfonso Vlll y el rey Lobo. Tan solo diecisiete años más tarde sería cedida a la Orden de Santiago, con lo que iniciaría su etapa de mayor esplendor y prosperidad. Allí fijaron residencia los más altos representantes de la orden, siendo esta la encargada de realizar la repoblación de la comarca. Este cúmulo de circunstancias, unidas a la estratégica posición que continuaba manteniendo, provocaron que Uclés se transformase en una gran ciudad fortificada presta para la batalla, pero poseedora de todo lo necesario para atender la presencia de los maestres.

Se trató de un periodo que se prolongó hasta el siglo XIV en el que la comunidad judía mantuvo una presencia importante. La decadencia de la villa fue paralela al distanciamiento progresivo de la frontera conforme se conquistaban nuevos territorios. La Orden de Santiago también trasladaba sus centros de poder siguiendo la misma línea divisoria. En 1493 esta orden militar pasó a depender de la corona, ocupada por los Reyes Católicos, y con ella la localidad. La política de restricción y sometimiento de los maestrazgos y señoríos practicada por Isabel y Fernando dictó su definitivo ocaso.

Ya en el año 1809, fiel a su tradición guerrera, la ciudad fue protagonista de la batalla librada entre las tropas españolas capitaneadas por Venegas y Serra, y las napoleónicas bajo el mando del mariscal Víctor, en la que se registró una importante victoria francesa.

El Escorial de La ManchaEl Escorial de La Mancha

Claustro del Monasterio de UclésClaustro del Monasterio de Uclés

Fachada del Monasterio de UclésFachada del Monasterio de Uclés


Un impresionante monasterio que le otorga su sobrenombre y esconde entre sus muros una joya arquitectónica y artística sin parangón en la comarca


Uno de los testigos más importantes de la historia de Uclés es “El Escorial de La Mancha”, sobrenombre popular con el que se ha bautizado al monasterio, construido entre los siglos XVI y XVIII sobre una antigua iglesia gótica. Es de planta cuadrada y el espacio central está ocupado por un patio y un claustro formado por dos cuerpos. Hacia el exterior muestra una de las obras de mayor tamaño del plateresco español, la fachada del muro este, que se divisa desde la villa.

Las portadas norte y oeste están formadas por arcos de medio punto sobre columnas, destacando en la segunda el medallón de Santiago y las torres gemelas que la flanquean. La portada principal es del año 1735, atribuida a Pedro de Ribera. Toda ella es churrigueresca rematada por un busto del apóstol con espada y estandarte.

El claustro, del siglo XVII, se compone de dos alturas con treinta y seis arcadas. Es obra de Francisco de Mora, discípulo de Herrera, el arquitecto de El Escorial, y en él se puede apreciar una escalera barroca de cuarenta y cuatro escalones realizados cada uno de ellos de una sola pieza de piedra caliza.

La planta de la iglesia es de cruz latina con una nave, y sobre el crucero se eleva una cúpula de media naranja que en su parte exterior está rematada por un chapitel.

La sacristía fue terminada durante el año 1537 y la sala capitular, de gran interés, contiene un busto del emperador Carlos I y también de los treinta y seis maestres de la Orden de Santiago.

En el refectorio se conserva enteramente un artesonado tallado en madera de pino melis, compuesto por 36 casetones, entre los que destacan el del rey Carlos V y el de una calavera coronada que pudiera ser la de Don Álvaro de Luna.

Artesonado del refectorio en el interior del Monasterio de Uclés Artesonado del refectorio en el interior del Monasterio de Uclés

Puerta principal del Monasterio de Uclés en la fachada surPuerta principal del Monasterio de Uclés en la fachada sur

Interior de la iglesia del Monasterio de UclésInterior de la iglesia del Monasterio de Uclés

En el año 1530 trabajaba en el monasterio el gran maestro Andrés de Vandelvira (yerno de Francisco de Luna) que con el correr del tiempo sería conocido por sus impresionantes trabajos en la Plaza Mayor de su localidad natal, Alcaraz, en la Catedral de Jaén, en la Sacra Capilla del Salvador de Úbeda, Catedral de Baeza y un largo etc.

Las piedras utilizadas en esta fase se trajeron de la cercana ciudad romana de Segóbriga por lo que no es extraño ver algunas de las mismas con inscripciones romanas que han sido reutilizadas en esta parte del edificio, concretamente dos lapidas en el exterior del lado este de la fachada, una de ellas junto a la ventana central del refectorio puede leerse «Iulius Celtiber«.

A destacar que en la iglesia de este monasterio estuvieron enterrados el maestre de la Orden don Rodrigo Manrique y su hijo Jorge Manrique (1440-1479), señor de Villamanrique (Ciudad Real), conocido por haber escrito Coplas por la muerte de su padre. En la construcción de la actual iglesia las tumbas fueron removidas y al día de hoy se desconoce tanto el lugar del enterramiento como el destino de los restos mortales de ambos personajes.

Claustro superior del Monasterio de UclésClaustro superior del Monasterio de Uclés


Os recomendamos completar la visita con el cercano e importante yacimiento de la ciudad romana de Segóbriga, el Parque Natural de la Laguna del Hito y la monumental Huete


En cuanto al castillo de Albarllana, la otra obra monumental de Uclés, guarda la estructura originaria del siglo XI. La parte más importante que se conserva son las dos torres unidas entre sí por un arco. Son las torres del homenaje y de la plata. El centro de esta fortaleza debió de ser el terreno ocupado actualmente por el monasterio.

Por cierto, en el Monasterio de Uclés se han rodado diversas películas, entre ellas podemos citar “Los tres mosqueteros” de Richard Lester, “El puente de San Luis Rey” de Mary McGuckian y “El capitán Alatriste” de Agustín Díaz.


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Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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De turismo por las iglesias fortificadas del Campo de Montiel

Villanueva de los Infantes

La constante lucha vital del ser humano, batallada cada día de su existencia, suponía una constante y un reto cotidiano sobre todo en la aparentemente lejana Edad Media. Tan cercana aún en la adversidad que en muchos aspectos perdura en el Campo de Montiel como tierra insegura y fronteriza.
Hoy la incertidumbre no se atisba en el horizonte bajo los estandartes almohades o almorávides. Ni de los pendones de Castilla o la Orden de Santiago.
Hoy como siempre, determina la vida en esta áspera meseta, sedienta y reseca como el esparto, la climatología.
La carencia de lluvias y su desigual reparto a lo largo del año, dificultan de modo determinante la regularidad de cultivos que permitan previsiones de vida más o menos estables a corto o medio plazo. Ni siquiera el resistente olivo es tan prolífico aquí como en la cercana Andalucía. Cuando no es la sequía son las heladas. Constantes batallas desde que la Orden de Santiago dejó de luchar contra el califato de Córdoba o el reino de Granada.
Lógico que la dureza de esta tierra evada a sus moradores a buscar más fáciles y mejores formas de vida en metrópolis como Madrid, Valencia o Barcelona.
El Campo de Montiel libra su última batalla por mantener su identidad y preservar el imponente legado histórico cedido a través del permanente sacrificio vital de cientos de generaciones a lo largo de casi un milenio desde la pacificación y administración de este territorio a través de la Orden de Santiago.

Paisaje del Campo de Montiel Paisaje del Campo de Montiel

Castillo de la EstrellaCastillo de la Estrella. Autor, Juan Amores

Ermita del Santisimo Cristo de la Expiración, MontielErmita del Santísimo Cristo de la Expiración, Montiel

Concierto de música sefardí, artesonado mudéjar y frescos en la ermita de San Sebastián. Autor, Juan Pedro GarcíaConcierto de música sefardí, artesonado mudéjar y frescos en la ermita de San Sebastián. Autor, Juan Pedro García

Iglesia de Santa María Magdalena, AlcubillasIglesia de Santa María Magdalena, Alcubillas

Tras la Batalla de las Navas de Tolosa, a principios del siglo XIII, las primeras edificaciones religiosas de esta vetusta comarca se erigían entre la fortaleza de los protectores castillos o en su inmediata cercanía.
De forma paulatina y natural fueron adquiriendo la fisonomía de las fortalezas que las cobijaban hasta emanciparse de las mismas ya en el siglo XVI, tras la conquista de Granada y la certeza de un territorio libre de invasiones.
A lo largo de los siglos comprendidos entre la batalla de Las Navas y la adhesión de Granada, se fueron sucediendo toda una serie de recintos dedicados al culto cristiano en cada uno de los sitios protegidos por una fortaleza. Ya fuera castillo, torre o recinto fortificado.
Tanto el origen histórico como espiritual del actual Campo de Montiel gestionado por la Orden de Santiago, lo encontramos en el Castillo de la Estrella de Montiel. Desde el interior del castillo, hasta su ladera como a sus pies, se hallan los restos de la primera iglesia de esta comarca, dedicada a Santiago. Con el desarrollo del pueblo en la ladera sur del castillo, se erigió en estilo mudéjar, adosada a la fortaleza de la muralla de la villa, la iglesia de Nuestra Señora de la Estrella. Y justo en la ladera opuesta, la norte, a los pies del cerro, el convento de los caballeros de Santiago. Ermita hoy consagrada al Santo Cristo de Montiel.
Las primitivas iglesias de la zona que todavía muestran restos apreciables, como la de Torres, demuestran su vocación militar y fortaleza guerrera en la austeridad de su estructura. Desde aquí en el mismo centro del santiaguista Campo de Montiel se aprecia el portentoso paisaje medieval que mantiene el tiempo a merced de los cultos ojos de todo observador capaz de percibir la imperturbable atmósfera caballeresca de esta tierra tan bien nombrada en el Quijote.
En La Solana, además de las monumentales bóvedas de Santa Catalina, edificadas junto a la primitiva fortaleza, debemos disfrutar la primitiva iglesia de la villa, hoy ermita de san Sebastián, donde se conserva el mejor artesonado mudéjar de la comarca.
En Alcubillas el maravilloso juego de volúmenes que distinguen con precisión las distintas épocas constructivas de la única iglesia de la zona que conserva otra de las estructuras primitivas mudéjares.

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, VillahermosaIglesia de Nuestra Señora de la Asunción, Villahermosa

Visitando la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, VillahermosaVisitando la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, Villahermosa. Autor, Antonio Bellón Márquez

bóvedas de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, VillahermosaUna de las bóvedas de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, Villahermosa

Iglesia de San Andrés Apóstol, Villamanrique. Autor, Miguel FelgueraIglesia de San Andrés Apóstol, Villamanrique. Autor, Miguel Felguera

Plaza Mayor de Villanueva de los InfantesPlaza Mayor de Villanueva de los Infantes. Autor, Antonio Bellón Márquez

Bóvedas de la iglesia de San Andrés, Villanueva de los InfantesBóvedas de la iglesia de San Andrés, Villanueva de los Infantes. Autor, Antonio Bellón Márquez

Vista aérea de Puebla del Príncipe

Iglesia de San Vicente Mártir, CózarIglesia de San Vicente Mártir, Cózar

Iglesia de Santiago el Mayor, Torrenueva

De aquí pasamos a las portentosas naves góticas de Villahermosa, Villamanrique, Membrilla, Villanueva de los Infantes (Patrimonio Artístico – Nacional), Puebla del Príncipe, Cózar y Torrenueva. Grandiosos templos que tuvieron la suerte de ampliarse en el siglo XVI en gótico flamígero o estilo Reyes Católicos español, emparentando ya con el Renacimiento, sirviendo de transición con el final del gótico.
Destacables las románticas ruinas de Santa Catalina de Fuenllana. Edificadas también en el XVI por el suegro de Vandelvira, Francisco de Luna, donde la cantería nos legó obras maestras de calidad indiscutible como el arco retablo de la capilla de san Pedro hoy conservada en el convento agustino.
Todo el proceso evolutivo desde las primeras edificaciones religiosas en esta tierra a manos de los caballeros de Santiago hasta prácticamente hoy, es posible apreciarlo en la totalidad de esta maravillosa y rural comarca que se distingue como la más monumental y la que mejor conserva el paisaje agrario ancestral de los cultivos cerealistas.
Con la llegada del Barroco, algunos templos de la zona rehicieron las ruinosas bóvedas góticas maltratadas por el paso del tiempo y la falta de mantenimiento. Perfectamente apreciable tal proceso en las bóvedas de cañón de Terrinches, Albaladejo, Torre de Juan Abad o san Sebastián de Montiel.
Destacable por la belleza de su factura y el origen primigenio del gótico en esta tierra, el santuario de Luciana en Terrinches. Joya arquitectónica en sí misma, enriquecida además con el retablo renacentista. Que junto con el de Torre de Juan Abad son los dos más importantes de la zona.
Y la planta basilical de columnas de la nave reconstruida de la iglesia de Almedina, donde se encontraba el retablo más valioso de la zona, pintado por Yáñez de Almedina, desaparecido con el terremoto de Lisboa.
Todo un universo artístico inmerso en un mundo legendario, repleto de curiosidades, en el marco de la autenticidad de una tierra pintoresca donde las haya. El muy cervantino Campo de Montiel.

Santa Catalina, FuenllanaSanta Catalina, Fuenllana. Autor, Antonio Bellón Márquez

Arco retablo de la capilla de san Pedro, FuenllanaArco retablo de la capilla de san Pedro, Fuenllana

Por el interior del convento de los Agustinos, FuenllanaPor el interior del convento de los Agustinos, Fuenllana. Autor, Antonio Bellón Márquez

Bóveda de cañón, iglesia de Santo Domingo de Guzmán, Terrinches. Autor, Pedro Castellanos

Iglesia de Santiago Apóstol, Albaladejo Iglesia de Santiago Apóstol, Albaladejo. Autor, Antonio Bellón Márquez

Iglesia de Nuestra Señora de los Olmos, Torre de Juan AbadIglesia de Nuestra Señora de los Olmos, Torre de Juan Abad. Autor, Antonio Bellón Márquez

Iglesia de San Sebastián, Montiel. Autor, Juan Amores Iglesia de San Sebastián, Montiel. Autor, Juan Amores

Fachada de la Iglesia de Santa María, Almedina. Autor, Juan AmoresFachada de la Iglesia de Santa María, Almedina. Autor, Juan Amores


Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano


Fotografía de portada: detalle de una capilla en el cementerio de Villanueva de los Infantes. Autor, Robert Daguerre

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Consuegra, entre molinos y leyendas

Consuegra Turismo La Mancha sabersabor.es

Consuegra surge en la llanura manchega para ofrecernos todas las pinceladas del tipismo manchego y castellano


Cae la tarde y el viajero continua camino hasta la vecina Consuegra, la antigua sede de los de San Juan, pues desea ver antes de que anochezca sus archiconocidos 12 molinos de viento en el alto del cerro Calderico, dominando con su silueta quijotesca el casco urbano de esta tranquila villa toledana.

Y allí están. Los vislumbra recortados en el cielo sonrosado del anochecer, un anochecer por lo demás digno de mediados de agosto: con el sempiterno sonido de los grillos endulzando el aire; las copas de los chopos recortadas por los últimos vencejos, volando cada vez más altos, y el olor a menta procedente de una balsa de agua cercana e invisible en la oscuridad.

En una era próxima un burro atado a un poste en el suelo deja oír sus quejidos lastimeros. Parece que le llama incitándole a una fuga clandestina, pero no es tiempo de entretenerse. El viajero quiere llegar y subir rápido la cuesta para contemplar en silencio cada uno de los gigantes de su imaginación, y que conoce hasta por sus nombres de pila: Cardeño; Vista Alegre; El Caballero del Verde Gabán; Chispas, Alcancía y Clavileño; Bolero, Sancho, Mambrino y Mochilas; Espartero, y finalmente Rucio, que cuenta en su interior hasta con una exposición de vinos… No, no. No hay razón para entretenerse.

Molinos de viento de ConsuegraMolinos de viento de Consuegra

Pero antes de llegar a las primeras casas del pueblo de Consuegra el viajero es sorprendido por un sonido poco habitual. Llega hasta él un metálico retumbar de clarines, como llamando a la batalla, y más cerca el tañido de un laúd hiende el aire calmo de la noche y hace revivir viejas añoranzas medievales.

En su camino se cruza con gentes ataviadas con extraños ropajes: las mujeres con camisas de seda, túnicas sin manga y mantos forrados de piel, que sujetan al cuello por medio de una fíbula de plata; los hombres, igual que aquellos galantes caballeros medievales de “La Celestina”, llevan polainas largas, medias, camisolas y también capa; y por supuesto deambulan por la calle armados todos con espada larga al cinto, protegida con su vaina… Suenan más clarines y a la vuelta de una esquina el viajero se encuentra con una fragua portátil y dos puestos destartalados de herrador y de alfarero. Un cetrero da de comer a un gigantesco azor mientras su compañera exhibe el vuelo de un gerifalte ante la mirada asombrada de decenas de niños, que no pueden creer lo que están viendo… Él, tampoco.

Y entonces, temiendo ya uno de esos extraños trasvases en el tiempo que solo ocurren en los programas televisivos, decide preguntar al viejo más a mano que encuentra. “¿Qué si está “usté” tarumba? ¡Quía! ¡Pero es que no “s’acuerda” de qué día es hoy?” responde jocoso el anciano “¿El día de hoy? Sí, claro. 15 de agosto. Pero que tiene que ver…” “¿Que qué “tié” que ver? Pues no es “usté” de por aquí, a lo que parece. Hoy se celebra la Batalla de Consuegra, cuando el buen rey Alfonso le dio “candela” a los moros y les dijo de lo que se tenían que morir. ¡”Na menos”! La Batalla de Consuegra y el día en que murió el hijo del Cid…”
Ahora comprende. Y aunque si mal no recuerda fueron los almorávides quienes nos dieron “candela” a nosotros, no estará de más hacer un alto en Consuegra y vivir por unos días la magia de una época cuajada de héroes, princesas, alcahuetas y leyendas sin fin.

Recreación histórica durante Consuegra MedievalRecreación histórica durante Consuegra Medieval


Romano, castellano-mudéjar, barroco, son algunos de los estilos artísticos que están integrados en los monumentos de Consuegra y que te animamos a descubrir


El pueblo de Consuegra es de origen muy remoto. Algunos restos encontrados en sus alrededores hablan de un poblado íbero, convertido luego en villa romana, a la que ya Plinio denominó Consaburum. En el siglo XII el rey Alfonso IX la cedió a la Orden de San Juan de Jerusalén, que la convirtió en cabecera del extenso priorato que poseía en los amplios territorios de las actuales provincias de Toledo y Ciudad Real, al frente del cual estuvo un tiempo don Juan de Austria.

En lo alto del cerro que domina la villa se encuentra el castillo de los Sanjuanistas, llamado castillo de la Muela, reedificado en el siglo X sobre los cimientos de una fortaleza construida en los tiempos del Emperador Trajano. Rodeado por la muralla de La Centinela, consta de dos recintos murados y una magnífica torre del homenaje, con una tosca puerta de entrada, adornada con los blasones de don Juan de Austria, hijo de Felipe IV. Se conservan unos muros que -dicen- pertenecieron a la habitación que ocupara el príncipe don Juan, refugiado en esta fortaleza a causa de desavenencias con su padre Felipe.

En los campos de Consuegra batalló el Cid Campeador contra los almorávides durante sus correrías entre Valencia y Toledo: “Y si en mi Valencia amada / no me hallaseis á la vuelta / peleando me halladeres / con los moros en Consuegra”. En el año 1097 tiene lugar la Batalla de Consuegra en la que muere su hijo.

Castillo de ConsuegraCastillo de Consuegra


Forja, cerámica, cantería, cuero, vidrieras, madera… la tradición artesana de Consuegra es extraordinaria


Nuestro viajero se adentra por el casco urbano de la villa hasta llegar a su Plaza de España, trapezoidal, con 2200 años de historia condensados en este espacio, sobre el foro de la consabura romana donde aún gira la vida de la ciudad.
Sus edificios históricos, iglesias, conventos y ermitas, el ambiente de sus calles, el olor a mazapán, azafrán y un Alfar, antiguo taller de alfareros de principios del siglo XX que guarda dos hornos ciertamente muy antiguos.
Su gastronomía eleva los sabores hacia el infinito, sintiendo en el placer de transitar sus calles la somnolencia del descanso del guerrero o, tal vez, la necesidad de parlotear con sus habitantes, generosos y hospitalarios, entre la tradición más honesta que riega costumbrismo, arte, naturaleza y bondad.
Para mañana, con buena luz del sol, dejará que sus pasos le guíen hacia las ruinas del convento de Santa María del Monte, donde cuenta la leyenda que se conjuró la traición que acabaría con la incursión y dominio musulmán de la península, y hasta la presa romana que contenía las aguas del arroyo Amarguillo.

Plaza de España, ConsuegraPlaza de España, Consuegra

Nocturna del Cerro CaldericoNocturna del Cerro Calderico


Para no perderse: Fiestas de la Rosa del Azafrán y Consuegra Medieval, de interés cultural y turístico nacional e internacional


Fiesta de la Rosa del AzafránFiesta de la Rosa del Azafrán


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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La Puerta del Perdón de Villahermosa habla. Un cuento que no es cuento

Iglesia de Villahermosa Ciudad Real

Queridos lectores,
Lo primero presentarme, soy la Puerta del Perdón de Villahermosa. Te extrañara que te escriba, es verdad, pero no debería resultarte novedoso el que yo pueda comunicarme contigo, es lo que he estado haciendo durante más de 500 años, hablándote por medio de mis piedras.
Miguel Ángel, el gran artista del Renacimiento italiano, nacido por mis años de gestación, solía decir en momentos de baja modestia, que a sus obras solamente les faltaba hablar. Lo cierto es que hablaban, y siguen hablando, como habrá podido comprobar el que se haya puesto frente a “La Piedad”. El mismo genio, decía: dentro de cualquier trozo de piedra hay oculta una obra de arte, sólo es menester quitar lo que le sobra.
Pues bien, yo también fui un bloque de piedra antes de sacarme de las canteras de Alcaraz, y fui un majano sin atractivo antes de ser tocado por mis creadores a los que les debo el alma y la vida. Supongo que estaréis orgullosos de ellos, fueron dos vascos, el maestro cantero Juan Pérez de Chevarría, y su ayudante Martín Sánchez de Longarte “el vizcaíno”. No sabían escribir, ni siquiera pudieron firmar los documentos de mi partida de nacimiento, pero tenían un gran talento artístico que pusieron al servicio de la fe cristiana que profesaban. Grabaron su autoría en mis carnes pétreas con símbolos típicos suyos que también figuran en otras iglesias del entorno.
Cuando iniciaron mi construcción pasaban varios años del 1500, todavía vivían los Reyes Católicos, Isabel y Fernando. Mi gestación y nacimiento corrió a cargo de la Encomienda de Villahermosa y bajo el patrocinio de la Orden de Santiago, como la mayoría de los templos del Campo de Montiel. Mis padres me vistieron con la moda del momento. Eran los tiempos del gótico flamígero o tardío, también llamado isabelino. Quizás a algunos no os parezca interesante mi forma de vestir. A mi tampoco me parecen interesantes ciertas modas artísticas de vuestra época. A mis creadores les costó gran esfuerzo tamaña gesta. Fue un parto dificultoso, la obra estuvo detenida por falta de recursos, pero por fin salí a la luz en 1525. Reinaba desde 1516, Carlos de Gante, el llamado Carlos I de España y V del Sacro Imperio Alemán, nieto de los Reyes Católicos y sucesor legítimo. En ese momento, fui el toque magistral final para la fachada sur del hermoso y gran templo parroquial del que formo parte. Mi hermana pequeña, la puerta de mi derecha, es hija del Renacimiento, todavía le quedaban unos cincuenta años para nacer.

Puerta del Perdón de Villahermosa, Ciudad Real, Campo de MontielPuerta del Perdón de Villahermosa. Autor, Juan Amores

Interior de la Iglesia de Ntra. Sra. la Asunción de VillahermosaInterior de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Villahermosa. Autor, Juan Ángel Arias Cortés

En fin, de mi estructura ya sabes más porque me has visto muchas veces. Pero quizás no te hayas parado a observar y pensar cual es la misión que idearon para mí los que me bautizaron con el nombre de la “Puerta del Perdón”. Me refiero, por un lado, a mi función arquitectónica que lógicamente es comunicar y distinguir el exterior secular del interior sagrado. Pero mi cometido es más profundo, también sirvo de bisagra para el que entra y sale por sendos arcos perdonado y perdonando. Y todo, bajo la atenta mirada intercesora de los personajes protagonistas que ocupan el tímpano de mi composición: la Virgen de Consolación con su Hijo, el Niño-Dios en sus brazos; rodeados de un fresco coro angelical. Si te fijas bien, debajo de la peana, mandaron inscribirme una frase latina, “Consolatrix Aflictorum”, (Consoladora de los afligidos). Es una de las letanías del Rosario, es una de las muchas atribuciones que la Iglesia hace a la Madre de Dios, es la marca de identidad de este templo y la comunidad cristina que lo habitó y seguís habitando, gran devoto de la Madre de Dios y su Divino Hijo. Durante más de cincuenta años me sentí vacía, como sin alma por la triste ausencia de esta divina compañía. También me sentí fracasada en mi misión al ver cómo los hermanos en la fe, los hijos de la misma Virgen-Madre emprendisteis una contienda fraticida, la Guerra Civil, poniendo vuestras diferencias ideológicas por encima de vuestra identidad fraternal cristiana. Después me encomendasteis que os lo recordara en mis jambas tabicadas y mutiladas.
En tantos años que llevo entre vosotros puedo decir que os conozco ampliamente. He convivido con vuestros padres y abuelos, estoy unida indisolublemente a vuestra historia, no podéis olvidarlo. Mi balcón servía de estrado para las “justicias” que presidían los festejos que concurrían en la Plaza. Por delante de mí y por encima del extinto “osao” han paseado personajes de todo tipo: ricos y pobres, niños y ancianos, hombres y mujeres, sacerdotes y monaguillos, alcaldes y alguaciles… Al abrigo de mis arcos, se han fraguado conversaciones de mil temas, entre amigos y menos amigos. He sido confidente de no pocas declaraciones de amor, lacradas entre jotas y pasodobles. He servido de sala de fumadores a los que prescindían del sermón del cura, prefiriendo salir a tomar el sol. He compartido y presenciado los llantos de vuestros duelos y las risas de vuestras bodas. En fin, si mis piedras hablaran…más.
Me siento alagada, me ruboriza, cada vez que presumís de mí ante los forasteros. Me satisface vuestra amabilidad al embellecerme con la iluminación nocturna. Me hace sentir más fascinante. Me ayuda a expresar mejor el Misterio que porto; a atraer la mirada y el corazón de los que me observan en la noche oscura de su vida; a seducirles para entrar por mis arcos en el corazón ardiente de Cristo.
Es evidente que no paso desapercibida para vosotros, contáis conmigo. Yo no sería nada sin vosotros. Os gusta conservar vuestra tradición. Últimamente percibo más cuidados. ¡Cómo se nota cuando algún día no barréis mi atrio! Me afean los excrementos de las hermanas palomas, y las bolsas de las palomitas de mis queridos niños descuidados. Sois más conscientes de mi fragilidad, os percatáis de que soy de piedra moliz, arenisca la llaman otros. Durante años, esto fue mi cruz. No os podéis imaginar como me dolían las raspaduras cuando afilabais vuestras navajas, cuando os empeñabais en hacer vuestros silbatos infantiles, cuando afilabais los lapiceros de la escuela, me llegaban al alma. Mis cicatrices os impiden olvidar, y recuerdan no repetir, que a veces habéis hecho uso indebido de mis piedras para fines particulares, en perjuicio del bien común y generaciones venideras. Permitidme que os diga, sin reproche, que con estos gestos habéis abusado de mi confianza; habéis interpretado mal mi misión entre vosotros.

Puerta del Perdón de Villahermosa, Ciudad RealPuerta del Perdón de Villahermosa. Autor, Juan Amores

Fachada principal de Nuestra Señora de la Asunción, Villahermosa. Autor, Javier Valero

Hace varios años estuve en el hospital. Me diagnosticaron heridas producidas por arma blanca, lesiones por inclemencias meteorológicas, todo agravado por mi longevidad. Los médicos curaron mis heridas y atornillaron mis huesos pero os pedían que intentarais evitar todo tipo de ondas sonoras estridentes en mis cercanías. Yo también comparto la alegría de vuestras fiestas y bodas, pero comprender que no se puede estar de fiesta causando daño a lo que más queréis. Suplico a Dios y a las autoridades competentes que no cuaje esa costumbre atronadora impropia de vuestras tradiciones o me temo que será mi nueva cruz para este siglo.
Soy yo la primera que me gusta servir a los intereses comunes del hermoso pueblo que formo parte. Os sirvo de reclamo turístico para los “ruteros quijotescos”. He servido y sirvo de telón de fondo para vuestros eventos culturales y musicales (por cierto, mi más eterna enhorabuena a la Banda Municipal de Música, que me regala los oídos desde hace más de cien años) y no me importa seguir siéndolo siempre que nadie salga perjudicado y sea en favor del bien común y estima del arte. Estoy al servicio del bien, la belleza y la verdad. Precisamente como obra de artistas cristianos mi pretensión es hablar del sumo Bien, Belleza y Verdad que es el Hijo de Dios que porta en sus brazos maternales la Virgen de Consolación.
En fin amigos, y eso que las piedras no hablaban. Os agradezco de nuevo vuestras atenciones. Recordad el buen uso que me tenéis que dar. Me agradan vuestros piropos, vuestros cuidados. Os perdono vuestro mal uso y abusos. Saber que mi mayor alegría es que no caiga en desuso el mensaje que os represento en mis piedras. Por ello, recordad que vosotros sois las piedras vivas del edificio eclesial en esta hermosa villa, no sois piedras fósiles para exponer en museos y mantener sólo costumbres inertes, nostálgicas para disfrute del turismo religioso.

Os quiere y acoge, la Puerta del Perdón.


Os invito a visitar y descubrir Villahermosa:


Un artículo de Juan Carlos Gómez-Rico M-G


Fotografía de portada de Manuel Pérez

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Ciudad Real, la cocina del Quijote

cocina Quijote Ciudad Real

Al llegarte a Ciudad Real, observarás que por cualquier sendero de su vasta geografía los pueblos, sensiblemente iguales, rivalizan en gastronomía, arte e historia y hasta en señorío. En algunos cerros, destaca la figura blanca de viejos molinos y siempre, en lontananza, las siluetas, vagamente dibujadas de Alonso Quijano y su fiel escudero. Y por todos los senderos de su territorio, fondas, mesones y posadas con buena comida y excelentes vinos. El más delicioso presente que Ciudad – Real te ofrece.
Su famoso queso manchego, la caza y el cerdo, son muy celebrados pero no olvidemos en el elogio al pisto, la pipirrana, las gachas y las migas de pastor que van en riqueza de sabores con el tojunto ó tocruo y el tiznao.
Si el caminante busca otras sensaciones gastronómicas, no olvide probar la caldereta de cordero, las berenjenas de Almagro y en el surtido de postres, la célebre bizcochá alcazareña, el mostillo y el arrope.
Una cocina universalizada por Cervantes, de la que aquí queda constancia en algunos de sus platos, al ser otros muchos los que Ciudad – Real produce con el aliciente de estar todos ellos adornados de un encanto rural, que en el paladar se hacen maravilla.

Cocinas en época de CervantesCocina en época de Cervantes

Deliciosas recetas con sus pertinentes consejos:

EL PUCHERO

Era el nombre que se daba al cocido antes de que se impusiera integralmente la influencia madrileña.
-Yo tengo puesto “puchero” – decía la vecina.
-¡Hija, he puesto un poco de “puchero”, que es el arreglo, porque luego no se sabe qué hacer!
Vamos a vaciar el “puchero”, se oía a la hora de comer. Con el ir y venir, el albañil y su parienta, mano a mano, con la fuente de cocido, se fue abandonando la terminología lugareña, reemplazándola por la que se consideraba más fina.
A mi me duró mucho el “puchero” y el almuerzo fuerte, porque mi abuelo, buen guisandero como buen gañán, no se avenía a comer de cualquier manera y ufano de su arte había de comer caliente y de caldo siempre, aunque no fuera más que unas sopas cominas o mojete claro, que enristraba en un dos por tres para cenar o almorzar y, a medio día, estando en el pueblo, “puchero” seguro, con sopa de pan siempre, cortada con una navaja chala en grandes rebanadas del tamaño de los picatostes, pero finas, transparentes, iguales, que se empapaban instantáneamente y se comían en su tiempo con pimiento crudo y berza de repollo con tomate hervido, ajo y cominos, que era un aliciente magnífico para engañar los garbanzos.

Puchero manchegoPuchero manchego

DUELOS Y QUEBRANTOS

Muchos escritores y comentaristas del Quijote han polemizado sobre este plato tan del gusto de Cervantes. Unos afirman que no son otra cosa que una pobre comida hecha con carne de ínfima calidad, nervios y algunos huesos que llegaban a quebrantar las muelas del pobre Don Miguel. Estudiosos que han profundizado en las raíces de este plato, tan simple como apetitoso, llegan a la conclusión de que los tan traídos y llevados “duelos y quebrantos”, son huevos con torreznos de jamón y otros añadidos del que Sancho decía que “con pan son buenos.” Con tales componentes se describen en esta preparación, fácil de hacer y sumamente sabrosa:

La receta es sencilla; de fácil solución.
Es, fritada de huevos revueltos con chorizo,
torreznos de jamón, y un tanto salteados,
los sesos de un cordero
que previamente fueron objeto de coción.
No utilices aceite, ni frío ni caliente,
la grasa del torrezno, fundida en la sartén
es más que suficiente.
Un consejo que debes escuchar:
Sacarás a este plato más encanto
si al comerlo te olvidas de pensar
en “Duelos y Quebrantos”.

Los “duelos y quebrantos” era plato muy del gusto de Don Quijote y del bonachón de Sancho que saboreaban los sábados. Un sabroso bocado que se hacía comer a los árabes para que probaran su conversión al Cristianismo. Y como su contenido era mayormente cerdo, lo comían “con dolor en el alma y quebranto en el corazón”.

Don Quijote preside la comida en una venta, junto a la supuesta princesa Micomicona. Óleo por Manuel García «Hispaleto». Siglo XIX. Museo del PradoDon Quijote preside la comida en una venta, junto a la supuesta princesa Micomicona. Óleo por Manuel García «Hispaleto». Siglo XIX. Museo del Prado

Gachas manchegasGachas manchegas

GACHAS

Las gachas llenan la boca de una untosidad maravillosa. Plato de mucha sustancia y apetitoso; ideal para los días invernales de intenso frío y escarcha, que se hacen acompañar de un vino fuerte, de cuerpo, con años.
Jesús Torbado, buen periodista y excelente observador para hilvanar con detalle sus crónicas viajeras, nos dice que “cuando todavía hoy se reúnen en La Mancha las familias para comer del mismo recipiente las gachas, no celebran sólo el rito alimentario que la biología exige, sino la fraternidad espiritual que les ha enseñado una larga y rica tradición.”
Y el escritor manchego Francisco García Pavón, que gustó de la vida del campo y del trato con gañanes y gentes labradoras de su entrañable Tomelloso, nos describe cómo deben comerse las gachas:
“Hay quien come las gachas con cuchara, pero lo mejor especialmente
en el campo, es a base de navaja, cortando un trozo de pan moreno y
mojado. Y, naturalmente, en el campo todos deben comer de la misma sartén.
Lo de “cuchará y paso atrás” está justificado, entre otras cosas, porque la sartén conserva el calor de las gachas…”
“El buen comedor de gachas, cuando aguarda turno de sopa, sostiene el pan y la navaja en la misma mano, dejándose la otra libre para el manejo del libatorio, el pito, la composición del ademán o lo que fuere. Por contra, el mal comedor de gachas no sabe qué hacer con navaja y pan, se le caen las sopas, manchan al próximo, -“saguden”-, se agacha de mala manera ante la sartén… En una palabra, “comen a lo forastero”. Los de esta condición manisa no tienen más remedio que comer de “cortecilla”, es decir, cortando las sopas sin miga para que no se les despinchen de la navaja. Claro que el cortar las sopas de pan con el grosor, superficie y trozo de corteza conveniente, pocos lo hacían como Plinio y Maleza”.

… y la receta

Las gachas manchegas basan la receta en suave harina que llaman de “pitos” o almortas y también “titos”; y es, porque lo sepas, sólo una costumbre.
Para hacer las gachas se requiere:
Picar unos ajos, trocear chorizo -un tanto picante si así lo prefieres- hígado de cerdo muy bien machacado y tocino fresco llamado “panceta”.
Estos ingredientes, según la receta, en rico, sabroso y excelente aceite -un oliva puro, preferentemente, color de oro viejo, limpio y transparente- los menudos ajos pondrás a freír y una vez dorados llevarás a un plato hasta que a las gachas debas añadir.
A renglón seguido, chorizo y panceta -si festín no fueron del astuto gato-, voltearás cuidadoso breve rato con la ayuda eficaz de una paleta, y fritos que hayan sido déjalos en el plato confundidos.
Después, en el aceite dorado, tostarás muy deprisa y con cuidado la harina necesaria, acompañada de un poco pimentón y nuez moscada.
Siguiendo la receta, en ella reza que gastarás de la harina una paleta por cada comensal o por cabeza -cosa que a fin de cuentas es igual-, y al tiempo que la harina vas tostando ¡sin dejar la paleta descansar! agua vas añadiendo, poco a poco, echa un tanto de sal, sigue batiendo y una vez que el condumio está cociendo y ves que un espesor se va gestando debes, de vez en vez, irlo probando corrigiendo de sal según el gusto pero dando al final el punto justo.
Cuando adviertas, a fuerza de probar, que no hay sabor crudo en la harina y la grasa está arriba, según comprobarás, y hacen “fru”, “fru” las pompas poniéndose a bailar, las gachas de pastor, ya están.
Llegados a este final moja buen pan candeal. come las gachas calientes y para limpiar el diente no debe el vino faltar.

De gachas manchegas. Óleo de Antonio López Torres. Museo Antonio López Torres, TomellosoDe gachas manchegas. Óleo de Antonio López Torres. Museo Antonio López Torres, Tomelloso

Migas manchegasHaciendo buenas migas, manchegas

MIGAS

En el “Ensayo apologético sobre la cocina española” D. Gregorio Marañón, habla así de las migas:
“… Citaré también las humildes, pero sabrosas migas, hechas con casi nada (pan, sal, pimentón y torreznos salteados en aceite) que en toda Castilla y, por extensión en toda España, sirven de excelente desayuno o merienda a rústicos, a cazadores, a monjes y aún a los que disponen de copiosa hacienda”.
Dicen quienes las saben hacer bien, que las migas tienen su secreto en la navaja y en el pan. Aquella debe ser de buen filo y, el pan, sentado y bien picado. Siempre deben ir cortejadas por un buen vino.
Los cocineros rumbosos las colman de “tropezones” que, en buen parte, son los llamados “desperdicios del Cerdo”, a los que alude Agustín de Rojas.
La clase humilde, los pastores y jornaleros, las consumen los crudos días de invierno, en la recogida de aceituna y durante las faenas de vendimia. Sabrosas y nutritivas “se dejan querer”.

Para hacer unas buenas migas…

Son las migas del pastor recia comida, sencilla, nutritiva y de buen sabor que aportan fuerza, vigor y un harto excelente, -sabor que te maravilla- gracias a los ingredientes que dan cortejo a un buen pan con edad de varios días que pides, lo pagas y te lo dan, en cualquier panadería.
En llegando a la cocina coge afilada navaja, al pan le haces unas rajas en sentido vertical y otras en horizontal, con lo que conseguirás dejar el pan troceado en cuadritos pequeñitos, hecho migas, bien picado, que dejas en blanca fuente previamente remojado desde la noche anterior.
(Por aquello de las moscas, con un paño, tápalo)
Ajos, chorizos y aceite -de oliva es el ideal-, un puñadito de sal y tocino veteado, amén de trozos de lomo de marrano bien criado, debes tener preparado para empezar a guisar, pues el fuego y agua clara se sobreentiende que están a mano, en cualquier hogar.
Puesto el aceite en la lumbre y una vez que esté dorado, no te asalte incertidumbre para seguir actuando:
Con la cabeza de un ajo, -que previamente has picado,- fríe aquello que del cerdo quieras luego degustar, y cuando estas menudencias veas que doradas están, sácalas de la sartén, en plato aparte échalas y en ese aceite caliente, sabroso, puro, de oliva, un vaso de agua vaciar y a seguido, echas las migas.
Muévelas a fuego lento, cosa que no has de olvidar hasta que estén doraditas que es cuando has de retirar porque las ansiadas migas, delatan que a punto están.
Las menudencias del cerdo no se te olvide agregar, porque el gato está a la espera de poderlas disfrutar.
En la sartén, cómelas, y sin pecar de ser lerdo, cucharada y paso atrás.

El mejor trigo de La ManchaEl mejor trigo de La Mancha

Cocinando el pisto más grande del mundo en Villanueva de los InfantesCocinando el pisto más grande del mundo en Villanueva de los Infantes

PISTO

Es la antigua “alboronía” de los árabes, (un guisado de calabaza, tomates y pimientos), que en el siglo XVII significaba jugo de carnes de ave.
Se trata de un plato muy popular de cuyo agradabilísimo sabor certifico para regocijo de quienes, por mi recomendación, se “jarten”. En opinión del Doctor Marañón, “el pisto admite inacabables matices y es siempre ejemplar porque convierte en suculencia, a fuerza de gracia, una sucinta combinación de vegetales modestísimos”.
Un guiso fácil de hacer, sin otros conocimientos que saber picar bien, sin prisas, con toques más bien lentos, tomates y pimientos.

Su receta

En clásica sartén, que no en la olla, pelados, sin semillas y cortados, se fríen pimientos y algunas cebollas; pero todo ello no sería ortodoxo si tales productos que has manipulado en labor paciente, antes no has picado.
Te harás de otra sartén para el tomate que freirás sin piel y troceado, y cuando veas que ha cogido el punto, pimientos y tomates ponlos juntos y sin dejar la faena para luego salpicaras de sal y a lento fuego, déjalo media hora y el suculento pisto para comer con pan, lo tienes listo, y al gusto elegirás, como es corriente, saborear en frío o en caliente.

SandíaRojo sandía

DE POSTRE Y MERIENDA: UVA, MELON, SANDIA, ARROPE Y MOSTILLO

Gracias al dulce invento de la abuela, mostillo y arrope fueron durante años, con la rebanada de pan recién horneado y crujiente, o el tierno panecillo, la merienda más deliciosa que alternada con las uvas de algún dorado racimo, las madres, a la tarde, repartían a sus chavales.
Dos productos que han enriquecido, por siempre, la despensa de la familia campesina por su estrecha vinculación a la viña y, por consiguiente, a la Mancha.

Mostillo

Es el postre más sencillo que se puede preparar. Sólo necesitas mosto y harina blanca, candeal. Hay quien, porque le apetece, le agrega almendras partidas,
piñones y frescas nueces. El hacerlo es muy sencillo:
En sartén la harina tuesta hasta que quede dorada y en lento fuego, a cocer con el mosto la pondrás no dejando de mover, con la espátula ligera, no de cobre ni aluminio ni de aleación cualquiera, porque no es buen proceder
cuando el mosto esté a cocer, por metal, cambiar madera.
La cocción tiene su punto cuando la masa endurece; vacíala en plato o en fuente agregándole en caliente si a tu gusto le apetece, piñones, almendra y nueces.
Cuando frío, con afilado cuchillo, en trozos irás partiendo, conforme vas consumiendo el mosto que ahora es mostillo.

Mostillo y queso manchegoMostillo y queso manchego

Arrope

Para hacer un buen arrope que resulte un alimento provechoso y suculento que buen sabor deje a tope cuando lo hayas de comer, puchero no es necesario; sí una olla y un caldero, limpio mosto, fruta y miel.
Sumido en caldero de cobre bruñido al calor del fuego que la llama lanza el dorado mosto se habrá reducido quedando en un tercio una vez cocido.
En oronda olla que exhibe su panza, una calabaza, melón y membrillo sumirás en agua de cal saturada para endurecerlos, antes que el cuchillo deje tales frutas en trozos cortadas; dando tiempo al tiempo -porque estén crujientes-, veinticuatro horas serán suficientes. Luego, en el caldero, irán hermanadas con la miel de un cazo que has llenado a tope, y ese dulce mosto, de color tostado, en hervor profundo quedará espesado.
En pocos minutos, listo está el arrope que comerlo debes cuando esté enfriado porque, si lo ingieres estando caliente se sienten molestos la lengua y el diente.
De El Toboso, cuna de la simpar Dulcinea, el arrope de vendimia, con el añadido de melón, calabaza y corteza de naranja, aromatizado con anís, es sin duda uno de los más originales de la Mancha.


Si queréis conocer la cocina del Quijote en todo su esplendor, os proponemos vivir esta experiencia: 


Un artículo de Antonio Bellón Márquez ©


Bibliografía y fuentes de información:
– Diccionario General de Cocina. Muro, Ángel.
– Historia de la Gastronomía Española. Martínez Llopis, Manuel.
– Efemérides cervantinas. Cotarelo y Mori, Emilio. Revista de Archivos, 1905.
– Estudios cervantinos. Rodríguez Marín, Francisco. Atlas, 1952.
– Hombres, lugares y cosas de La Mancha”. Fascículo VIII. Dr. D. Rafael Mazuecos.


Fotografía de portada de José María Moreno García

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Manchegos de leyenda. Fernando Yáñez de la Almedina

Almedina

En nuestro recorrido por el Campo de Montiel, vamos a conocer a Fernando Yáñez de la Almedina, natural de Almedina (Ciudad – Real) y según afirman los expertos en arte el “más exquisito pintor del Renacimiento en España” 


Es la cuna de Yáñez, un poblachón manchego, hacinamiento de casas blancas al amparo de la iglesia, entre egidos y tierras de pan llevar. Como Goya, nace en un país sin poesía; las llanuras manchegas como las parameras de Aragón, figuran entre los lugares más áridos y desolados de la Península. En Almedina, pues, vino al mundo, de posible ascendencia morisca, que la raíz del apellido Yáñez no desmiente, éste que luego habría de ser pintor insigne español.

Yáñez personifica esa madurez, que es, a un tiempo, sazón de unos siglos cristianos vividos en excepcional tensión heroica, de verdadera cultura militante, y, a la vez, de gran aprovechamiento de las mejores conquistas renacentistas, puestas al servicio, según el sentir italiano, del orden y la armonía, que es la belleza.

Fernando Yáñez de la Almedina se trata no menos que del más grande pintor español del siglo XVI y acaso también del más grande de los alumnos, discípulos y continuadores de Leonardo da Vinci (colaborador de Leonardo en la inconclusa Batalla de Anghiari), acaso el único que no imitó servilmente la técnica del maestro, sino que heredó las inquietudes de su espíritu atormentado.

De haber nacido en una ciudad de Italia, el Vasari hubiera escrito su vida, o por mejor decir, su novela; habríanla divulgado los críticos neoclásicos del XVIII y los románticos del XIX y hoy tendría salas en los museos, calles en las ciudades, y sus cuadros, muy escasos en número, se cotizarían a precios fabulosos.

Pero tuvo la honra y la desventura de nacer en España, en una aldea de La Mancha y de pasar toda su vida pintando retablos para catedrales y parroquias españolas, sin otra ambición ni otra consideración social que la que hoy concedemos a un menestral hábil en su oficio y su nombre ha permanecido más de tres siglos ignorado y aún hoy lo es. Vayan, pues, estas líneas en aumento de la gloria del pintor que mejor supo asimilar y españolizar las más puras esencias del Renacimiento Italiano.

Paisaje entre Almedina y Puebla del Príncipe. Autor, CalixPaisaje entre Almedina y Puebla del Príncipe. Autor, Calix

Puente romano en Almedina. Autor, Pedro CastellanosPuente romano en Almedina. Autor, Pedro Castellanos


“Y… todavía Yáñez no es nadie para muchos oídos españoles”. Elías Tormo


Francisco de Quevedo, en unos versos hoy perdidos, ensalzó al pintor cuyos cuadros vería en alguna excursión desde su Torre de Juan Abad, donde vino además a cumplir destierro.

Luego lo mencionan, de pasada, los historiadores del Arte, entre ellos Carducho, Palomino y Cean. Don Antonio Ponz se extasiaba de admiración ante sus obras de Valencia y de Cuenca.

El gran crítico alemán Carlos Justi, le dedicó un completo estudio que fue reiteradamente vertido al castellano.

El más fino y comprensivo de los críticos franceses; el único, acaso, que haya sabido valorar exactamente el arte español: Emile Bertaux, consagró a nuestro pintor varios trabajos admirables y el maestro de todos, el gran valenciano Don Elías Tormo le consagró unos cuantos años y dos estudios, uno titulado “Yáñez de la Almedina, el más exquisito pintor del Renacimiento en España”.

Fernando Yáñez de la Almedina supo captar, de Leonardo, lo esencial, lo que no se aprende, pero que se revela cuando se lleva dentro: la inquietud, el poder de sugestión, la facultad para encontrar soluciones inesperadas y geniales. Fernando Yáñez se apodera de lo que del maestro hoy más nos sugestiona: la gracia inimitable de los dibujos, el fuerte carácter expresivo, el misterio embrujado de sus figuras apenas esbozadas.

En un cuadro, hoy quemado, que en la Seo de Játiva figuraba el Juicio Final, Fernando Yáñez imaginó dos personajes: el uno era un anciano de barbas flameantes, el mismo Leonardo, tal como aparece en los dibujos de los museos de Italia; el otro, un hombre en la plenitud de la edad, imberbe y cetrino, que mira fijamente al espectador con esa mirada característica de los autorretratos. Es el mismo modelo del Santo del Museo del Prado y de tantos otros personajes de los cuadros de Almedina. Ni Bernardino Luini, ni Marco d’Oggione, ni Cesare da Sesto supieron captar cómo el aldeano español lo más sutil del espíritu leonardesco.

Santa Catalina de Alejandría. Museo del PradoSanta Catalina de Alejandría. Museo del Prado

Santa Ana, la Virgen, Santa Isabel, San Juan y Jesús niño. Museo del PradoSanta Ana, la Virgen, Santa Isabel, San Juan y Jesús niño. Museo del Prado

Tránsito de la Virgen. Puertas del retablo mayor de la catedral de Valencia.Tránsito de la Virgen. Puertas del retablo mayor de la catedral de Valencia


Yáñez es el primero de los pintores españoles en el siglo de los Macip, de Correa de Vivar, de Morales el Divino


En el pintor manchego hay mucho más. Hay un portentoso dibujante, una mano tan segura como pocas veces ha tenido un español. Hay figuras humanas, dibujadas de pies a cabeza sin una falta, sin una desviación.

Nada más lejano de la frialdad neoclásica. Hay en él algo de misterioso, de inquietante. Sus figuras se resuelven a veces de la forma más inesperada. Muchas de ellas quedan en los fondos, vaporosos, ondulantes, enormemente expresivas.

Fernando Yáñez de la Almedina es como yo, un viajero, un pasajero que desaparece pronto, cumplida su tarea; un menestral del arte que acude a desarrollar las recetas de su oficio allá donde le ofrecen trabajo.

Museo al aire libre de AlmedinaMuseo al aire libre de Almedina

Museo al aire libre de Almedina. Autor, Pedro CastellanosMuseo al aire libre de Almedina. Autor, Pedro Castellanos

Museo al aire libre de Almedina 3Museo al aire libre de Almedina


Imprescindible la visita al museo al aire libre de Fernando Yáñez en su pueblo natal, Almedina


Para admirar la obra de Fernando Yáñez de la Almedina tenéis que viajar: retablo de los santos Cosme y Damián en la Catedral del Valencia.

En el Museo del Prado están expuestas y podréis admirar Santa Ana, la Virgen, Santa Isabel, San Juan y Jesús niño (este cuadro procede de la iglesia parroquial de Villanueva de los Infantes, comprada en 1941 con fondos del legado Conde de Cartagena), y Santa Catalina de Alejandría (su obra maestra).

La Sagrada Familia de la colección Grether de Buenos Aires o la Virgen con el Niño y San Juan en la National Gallery de Washington… entre otros muchos lugares.

Pero si queréis disfrutar de la tierra que lo vio nacer y crecer como pintor, os recomendamos una visita al municipio de Almedina y a su museo al aire libre.

Cuando entramos en el pueblo, lo primero que despierta nuestra atención, son los grandes cuadros distribuidos por todas sus calles, obras pertenecientes a Fernando Yáñez. Podemos contemplar un total de 26 copias de la obra más representativa de Yáñez, haciendo un estupendo recorrido por el mejor renacimiento español.

Pasear por Almedina descubriendo las obras del pintor, es otro de los atractivos turísticos y culturales que nos ofrece el Campo de Montiel.

Imprescindible el festival anual de “Almedina Mora”, que se celebra el primer fin de semana de agosto.

Museo al aire libre de Almedina 2Museo al aire libre de Almedina



Fotografía de portada: Iglesia de Santa María. Autor, Juan Amores


Un artículo de Antonio Bellón Márquez

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El Toboso, el Lugar de Dulcinea y mucho más

Dulcinea del Toboso Ruta del Quijote

El Toboso situado en la provincia de Toledo, es un pueblo manchego al uso, con calles amplias, fachadas encaladas, tejados de dos aguas con tejas árabes y ventanas con rejas de color negro. Desde la plaza culminada por su majestuosa iglesia, se distribuyen sus calles, que invitan al caminante a pasear por ellas en un sosegado silencio.
Por todo esto es un pueblo más de La Mancha, que ha sabido conservar su arquitectura típica. Pero fue Miguel de Cervantes y Saavedra quien hizo a El Toboso, universal, dándole reconocimiento para el resto de la Historia y fama hasta el último rincón de nuestro planeta tierra. ¿Fue coincidencia, azar o un acto meditado por Cervantes? por lo que fuese, desde al año 1605, El Toboso va acompañado del nombre de Dulcinea mencionado en El Quijote 282 veces y recorrido por Don Quijote y Sancho en el capítulo IX de la segunda Parte (donde se cuenta lo que en él se verá), dando lugar a una ruta literaria que sigue los pasos de estos dos personajes cuando entran en el Toboso en busca del palacio de Dulcinea.
Miguel de Cervantes hace que Don Quijote y Sancho entren a tientas en El Toboso en una noche entre clara sin apenas conocerlo, pero el ingenio de Cervantes, maestro en jugar al despiste, hacen que Quijote y Sancho se guíen por su intuición siguiendo indicaciones, que en la actualidad se conserva en El Toboso, para que el visitante y el turista no se marchen sin conocerlas y descubrirlas.
¿Por qué sabía Cervantes todos estos datos que describe en El Toboso del siglo XVII? Solo a través de una visita guiada nos pueden desvelar estos enigmas cervantinos.
De esta manera el acierto de Cervantes hace que el paseo por las calles de El Toboso que proponíamos al principio tenga un valor añadido: literatura, enigma, cultura y descubrimiento.

Portada de la iglesia de San Antonio AbadPortada de la iglesia de San Antonio Abad

Paseando por El TobosoPaseando por El Toboso

El Toboso le debe mucho a Cervantes, por solapar el nombre de El Toboso a Dulcinea. Pero si separásemos el nombre de Dulcinea del de El Toboso, ¿sería un pueblo de la Mancha, que pasase desapercibido? La respuesta es NO. La historia también ha dotado de otros atractivos turísticos, paralelos a la obra de El Quijote.
En el paraje de El Morrión existe un yacimiento Ibero que se remonta a las edades de Bronce, vinculado a las construcciones defensivas de las Motillas. Lugar Perteneciente al común de la mancha santiaguista, es de los pocos pueblos que tuvo muralla mandada construir por Pelayo Pérez Correa (maestre mayor de la orden de Santiago) en el siglo XIII, para afianzar a El Toboso como cruce de camino de Murcia a Toledo y que hoy se ha convertido en Camino de Santiago de Levante.
Existen distintas teorías sobre el origen del nombre de El Toboso, una de ellas está vinculada a la comunidad Sefardi (judíos españoles) que se asentó en el exterior de las murallas a la cual se le puede deber el nombre de El Toboso por la etimología de las palabras judías, Tob + sob, que significa bueno + secreto, el secreto del bueno (el secreto del hidalgo).
También alberga un mundo de esoterismo de la orden del Temple. La cruz Tau se repite en la fachada y en el interior de la iglesia parroquial, símbolo utilizado por los templarios en sus rituales esotéricos junto a la adoración de las vírgenes negras, como así sigue haciendo el barrio de la Virgen Morenita cada 8 de Septiembre. Probablemente los caballeros del temple utilizaron para transporte de mercancías y bienes el camino de Murcia a Toledo debido a su pujante sistema comercial que desarrollaron en todo el arco Mediterráneo, dotando de vida a los pueblos de este camino.

Casa Museo de Dulcinea del TobosoCasa Museo de Dulcinea del Toboso

Monasterio Convento Monjas TrinitariasMonasterio Convento de las Monjas Trinitarias

El Toboso albergó a numerosos familias de Hidalgos que manejaron la vida política, administrativa y económica de la localidad, en incluso la religiosa, formando parte de la actividad de la inquisición, así la huella del Santo Oficio, se deja entrever en un escudo heráldico de la familia Morales, con importante actividad ajusticio a judíos y morisco estos últimos buenos albañiles y orfebres participaron en la construcción del Monasterio de las trinitarias en 1660 probablemente convertidos en cristianos nuevos. A este legado hay que sumarle, edificios como el mencionado Monasterio de las Trinitarias de estilo Herreriano, que se construye 100 años después de El Escorial o la existencia de la Tercia Real como lugar de almacenamiento de vino, aceite y grano en forma de impuesto.
Todos estos restos, símbolos, legados de la historia, se pueden descubrir, a través de un guía que los interprete sacándolos a la luz para que el visitante los conozca y disfrute, ya que por sí nunca veríamos, además de poder conocer más sobre el libro del Quijote y descubrir quien fue la enigmática Dulcinea y el papel que jugó en la vida amorosa de Don Miguel.

El Toboso, Ruta del Quijote

Lo que Don Quijote sentía por Dulcinea del Toboso


“Y así, bástame a mí pensar y creer que la buena de Aldonza Lorenzo es hermosa y honesta, y en lo del linaje, importa poco; que no han de ir a hacer la información dél para darle algún hábito, y yo me hago cuenta que es la más alta princesa del mundo. Porque has de saber, Sancho, si no lo sabes, que dos cosas solas incitan a amar más que otras; que son la mucha hermosura y la buena fama, y estas dos cosas se hallan consumadamente en Dulcinea, porque en ser hermosa, ninguna le iguala; y en la buena fama, pocas le llegan.”

Cita del Quijote. Ruta literaria de El TobosoCita del Quijote. Ruta literaria de El Toboso


Un artículo de Juan Bautista Esquinas Gallego


Fotografía de portada de Lorin Padure

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Argamasilla de Alba, el lugar de La Mancha

Argamasilla de Alba

Al final del capítulo LII de la primera parte de El Quijote aparecen unos poemas cómicos atribuidos a los académicos de Argamasilla. En ellos, se burla Cervantes de las Academias radicadas en Madrid. Esta Academia literaria en Argamasilla de Alba es utilizada por Cervantes para establecer un contexto en el que ubicar los poemas y los nombres ficticios de los poetas que escribieron estos epitafios dedicados a los protagonistas de El Quijote.
Aquí os dejamos algunos de estos epitafios y sonetos.


Los académicos de la Argamasilla, en vida y muerte del valeroso Don Quijote de La Mancha, “Hoc Scripserunt”


El Monicongo, académico de la Argamasilla, a la sepultura de Don Quijote

Epitafio
El calvatrueno que adornó a la Mancha
de más despojos que Jasón de Creta;
el juicio que tuvo la veleta
aguda donde fuera mejor ancha;
el brazo que su fuerza tanto ensancha,
que llegó del Catay hasta Gaeta;
la musa más horrenda y más discreta
que grabó versos en broncínea plancha;
el que a cola dejó los Amadises
y en muy poquito a Galaores tuvo,
estribando en su amor y bizarría;
el que hizo callar los Belianises,
aquel que en Rocinante errando anduvo,
yace debajo desta losa fría.

Del Paniaguado, académico de la Argamasilla, “In Laudem Dulcineae del Toboso”

Soneto
Esta que veis de rostro amondongado,
alta de pechos y ademán brioso,
es Dulcinea, reina del Toboso,
de quien fue el gran Quijote aficionado.
Pisó por ella el uno y otro lado
de la gran Sierra Negra y el famoso
Campo de Montiel, hasta el herboso
llano de Aranjuez, a pie y cansado
(culpa de Rocinante). ¡Oh dura estrella!,
que esta manchega dama y este invito
andante caballero, en tiernos años,
ella dejó, muriendo, de ser bella,
y él, aunque queda en mármores escrito,
no pudo huir de amor, iras y engaños.

Encuentro de Sancho Panza con el Rucio. Obra de José Moreno Carbonero. 1894. Museo del PradoEncuentro de Sancho Panza con el Rucio. Obra de José Moreno Carbonero. 1894. Museo del Prado.

Del Caprichoso, discretísimo académico de la Argamasilla, en loor de Rocinante, caballo de Don Quijote de La Mancha

Soneto
En el soberbio trono diamantino
que con sangrientas plantas huella Marte,
frenético el Manchego su estandarte
tremola con esfuerzo peregrino,
cuelga las armas y el acero fino
con que destroza, asuela, raja y parte…
¡Nuevas proezas!, pero inventa el arte
un nuevo estilo al nuevo paladino.
Y si de su Amadís se precia Gaula,
por cuyos bravos descendientes Grecia
triunfó mil veces y su fama ensancha,
hoy a Quijote le corona el aula
do Belona preside, y dél se precia,
más que Grecia ni Gaula, la alta Mancha.
Nunca sus glorias el olvido mancha,
pues hasta Rocinante, en ser gallardo,
excede a Brilladoro y a Bayardo.

Del Burlador, académico Argamasillesco, a Sancho Panza

Soneto
Sancho Panza es aqueste, en cuerpo chico,
pero grande en valor, ¡milagro estraño!,
escudero el más simple y sin engaño
que tuvo el mundo, os juro y certifico.
De ser conde no estuvo en un tantico,
si no se conjuraran en su daño
insolencias y agravios del tacaño
siglo, que aun no perdonan a un borrico.
Sobre él anduvo (con perdón se miente)
este manso escudero, tras el manso
caballo Rocinante y tras su dueño.
¡Oh vanas esperanzas de la gente,
cómo pasáis con prometer descanso
y al fin paráis en sombra, en humo, en sueño!

Don Quijote de La Mancha y Sancho Panza. Obra de Gustave Doré. 1863Don Quijote de La Mancha y Sancho Panza. Obra de Gustave Doré. 1863.

Del Cachidiablo, académico de la Argamasilla, en la sepultura de Don Quijote

Epitafio
Aquí yace el caballero
bien molido y malandante
a quien llevó Rocinante
por uno y otro sendero.
Sancho Panza el majadero
yace también junto a él,
escudero el más fiel
que vio el trato
de escudero.

Del Tiquitoc, académico de la Argamasilla, en la sepultura de Dulcinea del Toboso

Epitafio
Reposa aquí Dulcinea,
y, aunque de carnes rolliza,
la volvió en polvo y ceniza
la muerte espantable y fea.
Fue de castiza ralea
y tuvo asomos de dama;
del gran Quijote fue llama
y fue gloria de su aldea.

“Estos fueron los versos que se pudieron leer; los demás, por estar carcomida la letra, se entregaron a un académico para que por conjeturas los declarase. Tiénese noticia que lo ha hecho, a costa de muchas vigilias y mucho trabajo, y que tiene intención de sacallos a luz, con esperanza de la tercera salida de Don Quijote”.

Cueva de Medrano, Argamasilla de Alba, Cervantes, QuijoteCueva de Medrano. Argamasilla de Alba


Argamasilla de Alba, un tranquilo pueblo manchego en la comarca de Campo de San Juan, que guarda un tesoro de gran trascendencia en la tradición cervantina: la cueva de Medrano


Argamasilla de Alba, pilar de la Ruta del Quijote, bien merece una visita. La tradición señala que habiendo ido al lugar Miguel de Cervantes, en su función de recaudador de impuestos, no cayó muy simpático a las gentes y pudiera haber tenido además un lío de faldas con la sobrina del alcalde D. Rodrigo de Pacheco. Se señalan estos hechos, como motivo por los que fue encarcelado.
Fue puesto preso en una cueva, denominada de Medrano, siendo este el lugar tradicionalmente señalado donde Cervantes empezó a escribir El Quijote. La cueva está, a modo de sótano, en el interior de la casa del mismo nombre. Pudiera ser este el motivo por el que Don Quijote no quisiera acordarse del lugar de la Mancha.
Se afirma, así mismo, que la figura de Alonso Quijano (nombre de Don Quijote), se basó en este peculiar personaje de la época: Rodrigo de Pacheco.

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Toledo, de paseo a orillas del Tajo

Toledo Guided tour visite guidée visita guidata guiada

Toledo es una ciudad maravillosa, con un patrimonio excelente y con mil rincones con encanto. Pero vamos a olvidarnos de sus callejuelas y monumentos. Os proponemos un paseo tranquilo y agradable por Toledo, pero no por sus calles, sino un paseo por la Senda Ecológica a orillas del Tajo


En este paseo vamos a recorrer una parte de la Senda Ecológica de la ciudad de Toledo, caminando por el conocido Camino Natural del Tajo. Este tiene más de 1000 kms. de recorrido, en los que atraviesa España, dejando atrás pueblos y paisajes.
Comenzamos esta pequeña ruta en el Paseo del Barco Pasaje. Podemos apreciar un embarcadero y es posible que podamos cruzar a la otra orilla del río. Una zona fresca, con sombra y mucha vegetación, ideal para el verano. Desde aquí seguiremos el curso del río Tajo y veremos la Torre del Hierro, del siglo XII, y la Casa del Diamantista.
Un poco más adelante nos encontraremos con la Presa de Saelices. Una zona con distintas edificaciones y donde podremos relajarnos con el sonido del agua.

Toledo Tajo Visita guiada 1

Seguimos nuestro paseo, que en pocos minutos nos lleva hasta otra presa. Y un poco alejados de la orilla encontraremos los restos arqueológicos de los Baños Árabes de Tenerías. Estos baños se encuentran junto a la Iglesia de San Sebastián y son del siglo X.
Volvemos de nuevo a la orilla del Tajo para seguir la ruta. Caminamos por ella y pasaremos por un merendero. La ruta sigue y nos adentramos en la parte que más nos gustó.

Toledo Tajo Visita guiada 2

En este tramo caminaremos muy pegados al Tajo y disfrutaremos de unas bonitas vistas de todo el cauce del río y su entorno. Un poco más adelante, a lo lejos, vislumbraremos el precioso Puente de San Martín.

Toledo Tajo Visita guiada 3

Y cada paso que nos acerquemos iremos obteniendo una nueva y sorprendente panorámica que nos acompañará hasta que lleguemos a sus pies.

Toledo Tajo Visita guiada 4

Ya bajo el Puente de San Martín, y después de haber disfrutado del paseo por la orilla del Tajo, subiremos a un mirador que nos deleitará con unas bellas vistas.

Toledo Tajo Visite Guidée

Para llegar a él seguiremos el sendero bajo el puente. Veremos de frente la muralla, en la que se abre un paso.

Toledo Tajo Visita guiada 6

Y unos metros antes, aparecen unos escalones a nuestra derecha. Subiremos por ellos y comenzaremos a apreciar la asombrosa panorámica que nos espera.
Veremos el Puente de San Martín en todo su esplendor, con sus dos grandes y relucientes torres que le dan acceso. Y bajo este, el discurrir del río Tajo. Una panorámica inmejorable para acabar nuestra ruta.

Toledo Tajo Guided tour


Un artículo de Parajes x visitar