A la hora de descubrir la provincia de Ciudad Real son muchas las opciones que puedes elegir
Una, dejarte llevar por un camino lleno de sorpresas, paisajes, llanuras y lagunas, esencia de la vida rural… en el que se irán colando tanto Miguel de Cervantes y su Alonso Quijano, como autores que también forman parte de la vida de esta provincia. Quevedo, Jorge Manrique, Francisco García Pavón…; y otra, guiarte por nuestras recomendaciones sobre los lugares imprescindibles que no pueden faltar en tu escapada por estas tierras.
Un territorio de campos y molinos, de doncellas encantadas y gigantes imaginados, de suaves cerros y bosques de encinas centenarias, de minas y dehesas, de lagunas y humedales, de fortalezas, historia, buen vino y mucho, mucho que ofrecer.
1. Villanueva de los Infantes. Un lugar de La Mancha
Un estudio, de la Universidad Complutense de Madrid en 2004, aseguraba que el lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiso acordarse don Miguel de Cervantes era Villanueva de los Infantes. De lo que no hay duda es de la importancia del municipio durante el Siglo de Oro. Aún hoy al pasear por sus calles se aprecia este esplendor. Una hermosa ciudad blasonada repleta de recios edificios cuyas fachadas ostentan más de 250 escudos. Mucho noble caballero entre sus muros.
Francisco de Quevedo eligió el antiguo convento de Santo Domingo para recuperarse de su mala salud, pero finalmente murió en 1645. Es posible visitar su celda tal y como estaba cuando falleció. Sus restos reposan en la iglesia parroquial de San Andrés, en la imponente plaza Mayor.
Esta plaza, punto neurálgico de la villa, se erige irregular y atractiva. La grandeza de su iglesia y la armonía de los edificios, así como el característico color de su piedra acaparan el foco de todos los objetivos.
Su maravilloso Patrimonio Histórico – Artístico, uno de los más bellos de nuestro país, repleto de iglesias y conventos; plazas porticadas; pósitos, casas señoriales, palacios y calles… y de bellos patios manchegos, exponentes de la auténtica arquitectura tradicional inspirados en la vida rural. Todo un viaje al irrepetible Siglo de Oro español a este bonito lugar, centro histórico de la Comarca del Campo de Montiel, citada hasta cinco veces por Miguel de Cervantes en su universal obra “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha“.
No podemos abandonar Villanueva de los Infantes sin probar uno de los platos más emblemáticos de la sabrosa gastronomía manchega: el pisto manchego. Cada año celebran aquí las Jornadas del Pimiento en las que elaboran la cantidad suficiente para repartir 10.000 raciones. En 2016 batieron el Récord Guinness con un pisto de 1.254 kg.
2. Lagunas de Ruidera. El conjuro de Merlín
No es un espejismo. La belleza húmeda y agreste que nos embruja surge de improviso en el Campo de Montiel, con las Lagunas de Ruidera, dispuestas a despojar del estereotipo de seca a La Mancha. Este espectacular paraje inspiró algunos de los más bellos pasajes del Quijote. El anciano caballero imaginó que sus aguas eran en realidad damiselas encantadas por el mismísimo Merlín. Así de mágico es este Parque Natural, catalogado como Reserva de la Biosfera y zona de protección para las numerosas aves que lo pueblan.
Le sobran motivos para estar entre las mejores rutas por Ciudad Real. Las quince bellas lagunas que configuran este complejo sistema hídrico se extienden a lo largo de 35 km, casi 5000 Ha, y conforman la singular orografía del valle del Alto Guadiana.
Las barreras tobáceas naturales, llamados travertinos, que deben salvar sus cristalinas aguas modelan una hermosa cadena de torrentes y ruidosas cascadas, que dan nombre a este maravilloso espacio natural: Ruidera. Un auténtico oasis en mitad de la llanura manchega que en conjunto constituye todo un espectáculo para los sentidos, además de una curiosidad ecológica y geológica de primer orden tanto en España como en todo el ámbito europeo.
El parque alberga otra una importante sorpresa que hará las delicias de los amantes de Cervantes: la cueva de Montesinos, citada expresamente en Don Quijote de La Mancha. Uno de los pocos lugares ante los que los cervantistas no se han tenido que devanar los sesos tratando de desentrañar la localización. Ya saben «En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…»
Este gran paraíso es otro de los maravillosos secretos por descubrir en esta excepcional tierra, a pie por las numerosas rutas senderistas o desde el agua en canoa (en temporada primavera – verano).
3. Tomelloso. Ciudad del Vino
En esta ciudad, conocida también como la Atenas de La Mancha, por ser cuna de artistas de fama mundial, es posible respirar el mundo del vino en todos sus rincones…literalmente, pues las antiguas cuevas – bodega, excavadas antaño en la roca para hacer y almacenar el vino en tinajas de barro, están repartidas por todo el subsuelo del casco urbano. Más de 2200 cuevas que todavía hoy se pueden visitar. Cada una de ellas nos habla de una vida entera dedicada al cultivo de la vid y a exprimir su delicioso zumo: el vino.
Tomelloso, bello por sus magníficos contrastes y con un enorme patrimonio enológico, nos sorprende con sus enormes bombos entre la extensa llanura de viñedos, unas construcciones de piedra consideradas cómo geniales joyas de arquitectura popular rústica, seña de identidad de estos campos. Una ruta a pie, señalizada, nos permite acercarnos y conocerlos de primera mano.
Llaman nuestra atención las numerosas y altas chimeneas de las antiguas alcoholeras, como agujas impertérritas del tiempo, que parecen arañar el cielo azul manchego. Se las puede encontrar prácticamente en todos los rincones más inusitados del trazado urbano para convertir una calle anodina y cotidiana en manso y pequeño refugio de recuerdo.
Nuestros pasos nos guían hacia la Plaza de España, centro vital de esta maravillosa ciudad, donde descubriremos dos magníficos ejemplos de patrimonio arquitectónico: la Posada de los Portales, un edificio emblemático propio de la arquitectura manchega del siglo XVIII, declarado monumento histórico – artístico; y el blanco y majestuoso Palacio Consistorial, sede del ayuntamiento.
Imprescindible recorrer los espacios del Museo de Antonio López Torres, “pintor de la luz”, maestro del realismo, y que reflejó en sus cuadros la dignidad cotidiana entregada a las tareas agrícolas, las mismas que durante años presenciara en su juventud. Una dura vida retratada con ternura, sencillez y gesto rudo pero amable.
Y por supuesto disfrutar de un buen vino tinto, blanco o rosado, descorchado en una de la numerosas y atractivas bodegas de la ciudad.
4. Campo de Criptana
Situado en pleno centro de la gigantesca llanura manchega se levanta el bellísimo e incomparable caserío de Campo de Criptana, cuyas blancas construcciones, la mayoría encaladas y limpias, contrastan con la variada gama de tonalidades ocres propias de La Mancha, lo que da lugar a uno de los más espléndidos paisajes de la zona.
El mayor atractivo de este hermoso lugar, por el cual es conocido en España y el resto del mundo, radica en los feroces “gigantes” que habitan el cerro de la Paz, que no son sino los míticos molinos de viento contra los que luchó el valeroso hidalgo Don Quijote de La Mancha creyéndose atacado por ellos.
La importancia de estos molinos se remonta a la época en que Campo de Criptana fue cabeza de molienda de los alrededores, momento en que se contabilizaban en aquella zona treinta y dos molinos, de los cuales hoy día sólo restan diez. Tres de ellos (los más antiguos), declarados monumento nacional, aún se conservan intactos y con la maquinaria en perfecto estado: el Infanto, que data de 1500, el Burleta, construido en 1555, y por último el mejor conservado de los tres, el Sardinero.
Sosteniendo la Sierra de los Molinos se encuentra el hermoso Barrio de Albaicín con sus calles angostas y empedradas son su sello de identidad. El paseo por este lugar desde el casco urbano hasta llegar a los gigantes de aspas, resulta de lo más agradable y pintoresco. El Albaicín posee la arquitectura propia de los típicos barrios manchegos de casitas blancas de teja arabesca y decoradas con un cinturón en color añil.
En realidad, todo el conjunto de Campo de Criptana puede ser considerado sin la menor duda como toda una joya en cuanto a sensaciones se refiere.
La contemplación de la tierra nos permite experimentar la paz de sus gentes y la tranquilidad de un paraje que en consonancia con la opinión de Walter Starkie es “el lugar más acogedor de toda La Mancha”. Pues no en vano, y al hablar de España fuera de nuestras fronteras, La Mancha es un punto de inflexión y evocación inevitable. Gracias a Cervantes, es cierto. Pero también gracias a la inmensa belleza de esta privilegiada zona de la península ibérica.
Una auténtica inmersión cultural.
Existen muchos más lugares en la provincia de Ciudad Real que merecen ser disfrutados en otros tantos fines de semana… ¡¡¡Los recorreremos en nuestros próximos viajes!!!
1 comentario en “Qué hacer un fin de semana en Ciudad Real”
[…] mina de mercurio más grande del mundo está en Ciudad Real. Patrimonio de la Humanidad, el cinabrio que se extrajo de ellas produjo un tercio del peligroso […]