Paisajes literarios. La Mancha en la imaginación de Benito Pérez Galdós

Paisajes literarios. La Mancha en la imaginación de Benito Pérez Galdós.

Queremos rendir homenaje en este día a la insigne pluma de Benito Pérez Galdós, que en los comienzos de su carrera literaria nos regaló una preciosista, aunque dura, descripción de La Mancha. La estepa manchega, según sus propias palabras, «parece obra exclusiva del sol y del polvo», un lugar sin descanso y solaz para la vista que languidece entre colinas, cielos y llanos monótonos, perdidos en el olvido de la memoria. Pero en medio de estas palabras a nuestro parecer injustas, Galdós se recrea también plasmando en sus páginas un paisanaje de la imaginación. Se trata quizás del más bello razonamiento sobre la inspiración cervantina, y en definitiva, la explicación más lúcida de porqué fue esta tierra, y no otra, el lugar elegido para convertirse en cuna de nuestro inmortal don Quijote de La Mancha… Dejemos hablar a Galdós:

Una casita más que suficiente. Autor, Joser María Rodríguez

Una casita más que suficiente. Autor, Jose María Rodríguez

«Así atravesamos La Mancha, triste y solitario país donde el sol está en su reino, y el hombre parece obra exclusiva del sol y del polvo; país entre todos famoso desde que el mundo entero se ha acostumbrado a suponer la inmensidad de sus llanuras recorrida por el caballo de don Quijote. Es opinión general que La Mancha es la más fea y la menos pintoresca de todas las tierras conocidas, y el viajero que viene hoy de la costa de Levante o de Andalucía, se aburre junto al ventanillo del wagon, anhelando que se acabe pronto aquella desnuda estepa, que como inmóvil y estancado mar de tierra, no ofrece a sus ojos accidente, ni sorpresa, ni variedad, ni recreo alguno. Esto es cierto: La Mancha, si alguna belleza tiene, es la belleza de su conjunto, es su propia desnudez y monotonía, que si no distraen ni suspenden la imaginación, la dejan libre, dándole espacio y luz donde se precipite sin tropiezo alguno.

Nuestros vigilantes. Autor, Joaquín Martí

Nuestros vigilantes. Autor, Joaquín Martí

La grandeza del pensamiento de don Quijote, no se comprende sino en la grandeza de La Mancha. En un país montuoso, fresco, verde, poblado de agradables sombras, con lindas casas, huertos floridos, luz templada y ambiente espeso, don Quijote no hubiera podido existir, y habría muerto en flor, tras la primera salida, sin asombrar al mundo con las grandes hazañas de la segunda».
Perez Galdós continúa con su descripción de La Mancha en un viaje, diríamos, iniciático de la obra cervantina. Pues tras ofrecernos esa visión simple y pueril de las soledades manchegas, propia de quien no ha conocido el llano sino de forma superficial, ahonda bajo la superficie para descubrir el verdadero tesoro de su evocación y fantasía. Es aquí donde nos quitamos el sombrero ante la maestría Galdosiana describiendo el verdadero carácter de esta tierra, un alegato a los amplios horizontes, al preciosismo de los pardos, los ocres y los dorados bajo el azul inmenso del palio celeste. Y un razonamiento magistral del acierto que tuvo Cervantes para plasmar aquí, y no en ningún otro sitio, la silueta de nuestro caballero de la Triste Figura cabalgando a lomos de su Rocinante, siempre en pos de nuevas aventuras… Solo hay que seguir leyendo a Galdós para comprobarlo:

En la vendimia. Autor, Daniel González

Cabalga y vendimia. Autor, Daniel González

«Don Quijote necesitaba aquel horizonte, aquel suelo sin caminos, y que, sin embargo, todo él es camino; aquella tierra sin direcciones, pues por ella se va a todas partes, sin ir determinadamente a ninguna; tierra surcada por las veradas del acaso, de la aventura, y donde todo cuanto pase ha de parecer obra de la casualidad o de los genios de la fábula; necesitaba de aquel sol que derrite los sesos y hace locos a los cuerdos, aquel campo sin fin, donde se levanta el polvo de imaginarias batallas, produciendo al transparentar de la luz, visiones de ejércitos de gigantes, de torres, de castillos; necesitaba aquella escasez de ciudades, que hace más rara y extraordinaria la presencia de un hombre, o de un animal; necesitaba aquel silencio cuando hay calma, y aquel desaforado rugir de los vientos cuando hay tempestad; calma y ruido que son igualmente tristes y extienden su tristeza a todo lo que pasa, de modo que si se encuentra un ser humano en aquellas soledades, al punto se le tiene por un desgraciado, un afligido, un menesteroso, un agraviado que anda buscando quien lo ampare contra los opresores y tiranos.

La sombra de Don Quijote. Autora, Maite Moya Díaz - Pintado

La sombra de don Quijote. Autora, Maite Moya Díaz – Pintado

Necesitaba, repito, aquella total ausencia de obras humanas que representes el positivismo, el sentido práctico, cortapisas de la imaginación, que la detendrían en su insensato vuelo; necesitaba, en fin, que el hombre no pusiera en aquellos campos más muestras de su industria y de su ciencia que los patriarcales molinos de viento, los cuales no necesitaban sino hablar, para asemejarse a colosos inquietos y furibundos, que desde lejos llaman y espantan al viajero con sus gestos amenazadores».

Amanece en La Mancha. Autor, Ramón J. Zarza Carrasco

Amanece en La Mancha. Autor, Ramón J. Zarza Carrasco


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

¿Qué experiencia
te gustaría vivir
en La Mancha?

Será memorable,
inolvidable,
impresionante.

7 comentarios en “Paisajes literarios. La Mancha en la imaginación de Benito Pérez Galdós

  1. Información Bitacoras.com

    Valora en Bitacoras.com: Queremos rendir homenaje en este día a la insigne pluma de Benito Pérez Galdós, que en los comienzos de su carrera literaria nos regaló una…

  2. […] estamos obligados a convivir entre sí, compartiendo la universalidad que nos ha sido concedida por Cervantes. Menospreciar dicho bien incalculable enfrentando, dividiendo y oponiendo nuestro territorio con […]

  3. […] mediado el otoño, verdadera primavera de La Mancha. Es un día tan azul y tan diáfano que asemeja el cielo una fiesta de añil y de luz. La gran […]

  4. […] Entonces es cuando flota en el ambiente el espiritualismo de Sancho, en su respuesta: “Ay –respondió-, no se me muera vuesa merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura que pueda hacer un hombre en esta vida es dejarse morir…; si es que se muere de pesar de verse vencido, écheme a mí la culpa, diciendo que por haber yo cinchado mal a Rocinante, le derribaron”. Hasta tal extremo llega Sancho; hasta cargar sobre sí la melancolía de su señor. Bondad y sublimidad. […]

  5. […] de la lejanía, con el temblar de sus hojas, son los heraldos gozosos del oasis de un regadío de La Mancha. Tras ellos, los caminos, bordeados de olmos desigualmente esparcidos, parten y reparten la tierra […]

  6. […] Cuando el gran Quercus Ilex cumplió 550 años, el Campo de Montiel se fue quedando sin pobladores y sin ganado y pensó que se quedaría muy sólo al final de su vida. Ya no escuchaba las conversaciones de los humanos, ni sus risas, ni sus quejas, aunque tenía el alboroto de varias familias de pico picapinos que nadie sabe cómo habían llegado hasta aquí y que tenían su casa en la parte más alta de las ramas. Y por las noches venían a visitarle el zorro y el gato montés. Bueno, y algún viejo jabalí que se rascaba en su tronco y le hacía cosquillas. Un día, hace unos 20 años, de nuevo el Quercus Ilex escuchó muchas voces. Voces de niños y mayores que le rodeaban, le abrazaban y se quedaban mirándole con la boca abierta. Desde entonces, nunca más ha echado de menos a los humanos. Todos los días escucha las palabras de admiración y cariño de personas que vienen a verle desde todas partes del país y aunque ya nota la debilidad de sus más de 600 años, el gran Quercus Ilex es uno de los árboles más felices de La Mancha. […]

  7. […] pimentón. En la geografía culinaria hay que distinguir sus distintas peculiaridades. La cocina de La Mancha propiamente dicha, se nutre de productos de la tierra, del cerdo y sus derivados y de los platos […]

Deja un comentario

Pin It on Pinterest

Share This