De camino al continente americano las islas Azores se presentan al viajero como la última tierra, el Finisterre europeo antes de internarse definitivamente en las aguas vacías del Atlántico. Las nueve islas de este archipiélago volcánico tienen todo lo que un amante de la naturaleza exótica puede desear: bahías de idílico aspecto; volcanes dormidos perfilando unos conos de diseño perfecto contra la línea del horizonte; mares de niebla sobre las calderas de lava negra o gris; vegetación exuberante de hortensias, azaleas y otras plantas exóticas; acantilados de más de 200 metros recortados contra unas costas en la que desfilan numerosos pueblos de blanca estampa, destellando como faros a la luz de la mañana.
Paisaje costero en la Isla de São Miguel. Autor, Eduardowallenstein
Lago de las Siete Ciudades. Isla de São Miguel. Autor, Plsg77
Isla Terceira. Autor, Frmorais
Ilhéu dos Mosteiros. Autor, Janelinhas
En la isla de São Miguel, la más grande del complejo, destacan montes como el Pico da Vara y sus 1150 metros de altura, auténtico mirador desde el que se puede abarcar una geografía fascinante de plantaciones de tabaco y té, cráteres convertidos en lagos de montaña y puntos calientes, aquellos en los que los habitantes de la isla preparan el tradicional “cozido” en una olla colocada directamente sobre la tierra.
Plantaciones de té. Autor, Janelinhas
Isla de Pico y volcán Pico. Autor, MMcorreia
Tormenta sobre las islas. Autor, Rory Carter
Un paseo por el puerto. Autor, Zak mc
La isla Terceira forma parte del llamado grupo central y posee el mayor cráter del archipiélago, la caldera de Guilherme Moniz, espectacular concavidad de 15 km de diámetro rodeada de otros pequeños cráteres que hacen de esta zona una de las más visitadas de la isla. Pero más interesante aún es su curiosa historia de piratas, pues durante los siglos XVI y XVII Terceira y su puerto de Angra fueron un punto estratégico vital en la ruta de las indias. Los galeones españoles cargados de oro, plata y otras riquezas arribaban a Terceira mientras eran vigilados muy de cerca por escuadras piratas como la del famoso corsario inglés Francis Drake, lo que obligó a la construcción de fortificaciones defensivas para abortar los intentos depredatorios de los bucaneros (São Felipe, hoy llamada de São João Baptista, es quizás la más conocida de ellas) .
Escarpadas costas en la Isla de São Miguel. Autor, Mbarroso
Pueblos de blanca estampa. Autor, Blvesboy
La primera luz del día. Playa en Faial. Autor, Arttmiss
Vacas en la Isla de São Jorge. Autor, Aitor Salaberria
En el grupo más cercano a Portugal se encuentra Flores, nombre que alude a la lujuriosa vegetación existente y que la convierte, probablemente, en la más hermosa de todo el archipiélago. Constituye además un destino ideal para los amantes de la naturaleza y el senderismo, puesto que existen allí únicamente dos municipios, Santa Cruz das Flores, su capital, y Lajes das Flores en la costa sur. El interior de la isla, abundante en lagos, arroyos, cascadas y una exuberancia de plantas y animales inexistentes en el continente europeo, está prácticamente deshabitado.
Arenas negras. Autor, Jocampos
Isla de São Miguel. Autor, Fingertips
Otra vista del volcán Pico. Autor, Peregrino27
Rincón de la Isla de Flores. Autor, anónimo
Para los que quieran disfrutar de una isla donde se aúnen en una sola definición lo mágico y lo cosmopolita, entonces su destino es Faial, la isla Azul. Su nombre alude a la infinita cantidad de setos de hortensias que se despliegan por toda su superficie, y que hacen de los recorridos senderistas un “florido” espectáculo de inolvidables resultados. Además de visitar el volcán Cabeço Gordo, y la Caldeira, el cráter principal de la isla, los turistas no olvidan nunca deambular por el entramado de calles y rincones de su capital, Horta, una de las localidades más bonitas y pintorescas no solo del archipiélago, sino también de todo Portugal.
El dedo de Dios. Autor, Mbarroso
Molino en la isla Graciosa. Autor, Zé Pinho
Mar de nubes en la caldera de la isla Faial. Autor, Guillaume Baviere
Quizás la más espectacular de todas las islas Azores sea la de Pico. Alzándose prácticamente desde la superficie del mar, el volcán de Pico Alto es sin duda, con sus 2.352 m, la montaña más alta de Portugal. Al ser la más joven de las islas fue también una de las más difíciles de colonizar, y ésta es la razón de su extraño paisaje, salpicado de curiosas pirámides rocosas llamadas maraiças y que fueron levantadas durante siglos por los locales, a medida que iban retirando con mucho trabajo los bloques de lava del terreno: un duro trabajo que permitió finalmente el cultivo de esta tierra ingrata. Otros usos a los que fueron destinadas las rocas fueron, como es lógico, las viviendas tradicionales de la isla y la construcción de muros bajos para proteger los viñedos de la fuerza del viento marino.
Azores en blanco y negro. Autor, Blvesboy