A pesar del tiempo y de unos modos de vida que, lo queramos o no, han embotado nuestra capacidad de asombro ante lo desconocido, la brumosa Galicia es todavía hoy escenario de leyendas a medio camino entre el mito y la realidad. Historias tejidas de humo, bordadas y añoradas con mimo al amparo de aldeas, corredeiras, maizales junto al camino y bosques sin fin. Frente a la lumbre surge, en la voz del narrador, la figura de la meiga voladora y los mouros guardianes de tesoros. O el recuerdo del buey mugidor, que alerta bajo las aguas de un lago deja oír sus bramidos a quien sepa escucharlos. Pero quizás la leyenda gallega más rica en hechos verídicos a tenor de las gentes que pueblan el lugar, es el mito de la Procesión de Ánimas o Santa Compaña…
Parroquia de Esteiro, en Muros. Autor: L. Miguel Bugallo Sánchez
Procesión nocturna. Autor: Antramir
Uno de los municipios gallegos donde se encuentra más arraigada esta creencia es Muros, en las Rías Baixas coruñesas. La Estadea, como también se la denomina, suele mostrarse durante la noche en forma de procesión de difuntos, y los que han tenido el raro privilegio de contemplarla la describen como aparición espectral: una larga fila de ánimas con cirios encendidos, avanzando por los campos tras un estandarte y en un silencio casi absoluto, solo roto de tanto en tanto por el tenue sonido de una campanilla. Se dice que aquel que cruza sus pasos con ella puede saber quién está pronto a morir, puesto que el espíritu del todavía vivo camina junto a su propio ataúd y lleva en sus manos la vela más pequeña de todas.
Campesinos en la niebla. Francisco Pradilla y Ortiz. Óleo sobre lienzo, 1907
Las historias sobre la Santa Compaña se repiten insistentemente de padres a hijos, tal y como si realmente hubiesen sucedido. Lo que a continuación transcribimos está basado en el testimonio de una anciana de Esteiro (parroquia de Muros) sobre cierto hecho acaecido hacia 1949, cuando ella era todavía una niña. Según el relato que recoge la escritora Mª José Viñas, su madre y ella estaban lavando en el río cuando se les acercó a toda prisa una campesina de la zona llamada Remedios. «El semblante de la joven mostraba preocupación» comentó la anciana «y tras preguntarle la causa refirió que la noche anterior, al entrar en casa después de despedirse del mozo, había visto descender lentamente por las escaleras una caja de difuntos blanca».
Santa Compaña. Autor: Tatonazo
«Remedios se asustó muchísimo al pensar que se trataba de la Estadea anunciando una muerte inminente, y por el tipo de ataúd supuso que algo iba a ocurrirle a su hermana, que estaba encinta, o bien al bebé. Pero el niño nació sin problemas y la madre lo crió más sano que un roble”. Su interlocutora dejó de escribir, y preguntó entonces si la Santa Compaña se había equivocado esta vez, a lo que la vieja respondía: “Fue Remedios quien cayó enferma. Un año después de aquello pasó a mejor vida”.
Paisaje en la ría de Muros. Autor: Amaianos
Ojo en la niebla. Autor: Tegioz
Hay un viejo refrán que dice “La verdad a medias es mentira verdadera”, así que la testigo continuó con el relato para despejar toda duda: “Algunos piensan que la muerte fue debida a otras razones, la mala comida, el frío de las nieblas que se te mete en el alma, o acaso algún mal de ojo. Pero mientras andaba convaleciente, Remedios soñaba cosas raras. Cierto día vio al cura pasar a todo correr por allí, agarrándose el sombrero con la mano. En otra ocasión observó un cortejo fúnebre junto a la casa y cómo el ataúd, que llevaban en andas, se caía repentinamente al suelo. Su madre le hacía callar diciendo que tales cosas no habían sucedido, pero ella insistía.
Y el día que Remedios se fue, todo acabó cumpliéndose tal y como había predicho: la caja resultó ser de color blanco, aunque esa misma mañana la forraron de azul; El cura llegó tarde al entierro y apareció corriendo por el sendero con el sombrero bien sujeto, para evitar que el aire se lo llevase; y cuando los amigos de la moza cargaron con el ataúd para llevarlo finalmente al camposanto, éste se les cayó por culpa de la lluvia recién caída y lo embarrado de la pendiente”.
El bosque húmedo gallego. Autor: FreeCat