Córcega, una de las dos grandes islas del Mediterráneo occidental, es también curiosamente uno de los territorios más abruptos de toda Francia. Picos como el monte Cinto o el Rotondo elevan sus cimas a más de 2600 metros de altura, en un paisaje predominantemente montañoso donde abundan los despoblados y los bosques de castaños, hayas, robles y pinos.
La costa de Napoleón. Autor, Cremona Daniel
Paisaje montañoso en Córcega. Autor, Jonay Galván
Playa de Bussaglia en Porto. Autor, Quique Cardona
Rincones de la vieja isla. Autor, Tartanna
Bastia, en la Alta Córcega. Autor, Jacqueline Poggi
Torres y acantilados en Córcega. Autor, VaroX
Las aldeas del interior se pierden en un mar de valles y crestas rocosas donde la agricultura solo prospera con grandes esfuerzos. Por el contrario, la mayor parte de la población se vuelca al mar: Ajaccio, Bastia o Bonifacio, ésta última en el litoral meridional, son sin duda importantes ciudades desde donde parten las rutas turísticas que se adentran en el paisaje espectacular y no siempre conocido de la isla.
Naturaleza muerta. Autor, Jonay Galván
Viejos edificios. Autor, Tartanna
Aspecto del golfo de Ajaccio. Autor, Jacqueline Poggi
Convento de Mausoleo. Autor, Patrick-Alain
Córcega en blanco y negro. Autor, Manel Armengol
La conflictiva historia reciente de Córcega se revela en el mosaico de idiomas utilizados: se habla francés en las ciudades, mientras que en las zonas rurales el lenguaje es corso, un dialecto de origen italiano. Y es que la historia italiana de la isla viene de antiguo, desde que en 1077 cayera en poder de la entonces república de Pisa y se disputase después con feroz intensidad entre pisanos y genoveses, hasta el dominio final de estos últimos.
Anochecer en la isla. Autor, Buen Viajero
Saint Michele de Murato. Autor, Uzerty
Golfo de Valinco. Autor, Jacqueline Poggi
Vieja aldea junto al cabo Corse. Autor, Cremona Daniel
Balagne, junto al mar. Autor, Jacqueline Poggi
De aquella época procede la famosa palabra vendette, o vendetta, puesto que el dominio de Génova quedó marcado siempre por una gran turbulencia popular que daba alas al bandidaje y las famosas venganzas familiares corsas. Pero fue Napoleón, su hijo ilustre, el que determinó finalmente la definitiva inclusión de la isla en el contexto francés. El Emperador hecho a si mismo siempre consideró a Córcega como su verdadera patria, y éste es el destino turístico que les presentamos en nuestra Inmersión Cultural de hoy.
Montemaggiore. Alta Córcega. Autor, Jacqueline Poggi
Panorámica desde el cabo Corse. Autor, Cremona Daniel
Ruinas prehistóricas de Araghju. Autor, Jacqueline Poggi
Córcega en invierno. Autor, Cremona Daniel
Son los paisajes de infancia de Bonaparte, y por tanto, todo un honor recorrerlos por cualquiera que tenga la suerte de viajar hasta allí… Y es que ¿quién podría tener una mejor, más espectacular e imperial experiencia en estos días que corren?
Pequeña villa de Nonza. Autor, Cremona Daniel