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Las minas de Almadén hace dos mil años. Un día en la vida de los mineros del mercurio (2ª Parte)

Para solucionar esta circunstancia, los romanos generalizaron la realización de grandes galerías de desagüe allí donde era topográficamente posible, o bien utilizaron sistemas escalonados de bombeo como la noria o el tornillo de Arquímedes. Las norias fueron perfeccionadas posteriormente por los pueblos árabes, pero en tiempos romanos consistían simplemente en una estructura vertical de cazoletas de madera, las cuales subían el agua depositada en el fondo gracias a una rueda movida por trabajo manual. El tornillo de Arquímedes, también de tracción manual, suponía una variación novedosa en la que el bombeo podía conseguirse gracias a un plano inclinado y un movimiento helicoidal ascendente, similar a los tornillos usados hoy en día. Algunos investigadores opinan que el tornillo de Arquímedes es mucho más antiguo de lo que se cree, y que fue utilizado para el riego en los famosos jardines colgantes de Babilonia, una de las siete maravillas del mundo antiguo.

Mercurio nativo, Cinabrio

Mercurio nativo, Cinabrio

Las minas de Almadén tuvieron pleno rendimiento durante la dominación romana, pero curiosamente, su gran valor no fue el de la obtención de mercurio (que los romanos consideraban de uso menor), sino más bien de un producto que para la sociedad de la época resultaba clave: el bermellón. De hecho Almadén, y por definición toda la Bética romana, se convirtió muy pronto en el principal centro de producción de este tinte en todo el Imperio. El bermellón no era otra cosa que cinabrio de gran riqueza molido y lavado para eliminar las impurezas que contenía. Para conseguirlo se trituraba el mineral hasta reducirlo a polvo y, tras lavarlo varias veces, lo purificaban hasta obtener un tinte rojo de gran calidad que se destinaba a usos tan variados como pintar los ojos de las estatuas imperiales, o ruborizar las pálidas mejillas de las patricias (esta moda, por cierto, causaba furor en Roma por aquella época).

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Interior de la mina

Sin embargo estos trabajos de molienda no se realizaban en Almadén. Todo estaba destinado a Roma, hasta donde navegaban los barcos procedentes de Hispania cargados con el mineral en bruto. La razón nos la explica Teofrasto, que alude al extremo celo con que se trataba todo lo relacionado con el bermellón para evitar la propagación del secreto, y en consecuencia la creación de mercados ajenos al control de Roma. Plinio resulta más explícito cuando escribe que: «esta mina se cerraba con llave, la cual guardaba el gobernador de la provincia y cada vez que la había de abrir era necesario una orden del Emperador, y que se volvía a cerrar en sacando la cantidad suficiente para enviar a Roma».

Continuará…

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Puerta de Carlos IV. Almadén


Fotografía de portada: Plaza toros de Almadén

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Las minas de Almadén hace dos mil años. Un día en la vida de los mineros del mercurio (1ª Parte)

Aunque el «agua de plata», como era denominado antiguamente el mercurio, ya era utilizado por las ancestrales civilizaciones China e India hace más de cuatro mil años, fue sobre todo tras el descubrimiento de los gigantescos yacimientos de Almadén cuando este metal noble comenzó a ser importante en todo el mundo conocido. El filósofo griego Teofrasto habla ya de las minas de cinabrio en el siglo IV a.C., mientras que Plinio alude al importante comercio de este mineral entre Sisapo (ciudad situada según algunos estudiosos en el valle de Alcudia) y las principales urbes de Grecia y Roma. La construcción de la calzada romana que enlazaba Mérida con Tarraco ayudó en gran medida a este mercado, y no cabe duda de que Almadén adquirió pronto importancia capital, puesto que el mercurio era por entonces muy buscado al constituir un ingrediente clave en la fabricación de medicinas y productos cosméticos, así como en la obtención del bermellón, el codiciado tinte rojo.

Restos de Sisapo. Autor, Mabonillog

Restos de Sisapo

Faltaba aún mucho tiempo para la llegada del español Medina y su técnica de amalgamamiento con mercurio, gracias a la cual podía extraerse fácilmente el oro y la plata aprisionados en los minerales de los que formaban parte. Dicho sistema contribuyó enormemente al auge de la minería americana durante la época colonial, aunque hay que decir que la propiedad de formar amalgamas ya era conocida y utilizada por los fenicios en el siglo VII a.C. Pero cualquiera que fuera su uso posterior, lo cierto es que el trabajo en las minas de Almadén, al igual que en todas las existentes durante aquella época, era una de las ocupaciones más difíciles y arriesgadas que podían tocar en suerte a un ser humano. Las condiciones casi infrahumanas en las que los operarios trabajaban diariamente hacían que la mano de obra fuese casi inexistente, lo que obligaba a reclutar «voluntarios» entre la población esclava procedente en muchos casos de otras partes del Imperio… ¿Cómo era en realidad un día cualquiera para los mineros del mercurio hace dos mil años?

Almadén desde la Cruz de los Mineros. Autor, rutasdelmercurio.wordpress.com

Almadén desde la Cruz de los Mineros

Las minas eran, para empezar, una inversión muy costosa. La planificación y estructuración de grandes yacimientos hizo que muchas veces los gastos corriesen a cargo de la administración pública, a través de los gobernadores romanos provinciales, que a menudo explotaban directamente las minas o las arrendaban a inversores privados. En el ámbito de la minería subterránea, como ésta de las minas de Almadén, esta planificación permitió resolver con relativo éxito el principal problema existente, que era la existencia de agua en el terreno. Bien por los aportes del exterior en época de lluvias o por la propia circulación natural de las aguas subterráneas, la progresión en profundidad de cualquier explotación se enfrentaba siempre con el peligro de inundación de galerías y la reducción del rendimiento de los esclavos, que en la mayoría de los casos trabajaban en un ambiente penoso, con agua y el barro hasta las rodillas.

Continuará…

Hornos de Bustamente