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Las minas de Almadén hace dos mil años. Un día en la vida de los mineros del mercurio (1ª Parte)

Aunque el «agua de plata», como era denominado antiguamente el mercurio, ya era utilizado por las ancestrales civilizaciones China e India hace más de cuatro mil años, fue sobre todo tras el descubrimiento de los gigantescos yacimientos de Almadén cuando este metal noble comenzó a ser importante en todo el mundo conocido. El filósofo griego Teofrasto habla ya de las minas de cinabrio en el siglo IV a.C., mientras que Plinio alude al importante comercio de este mineral entre Sisapo (ciudad situada según algunos estudiosos en el valle de Alcudia) y las principales urbes de Grecia y Roma. La construcción de la calzada romana que enlazaba Mérida con Tarraco ayudó en gran medida a este mercado, y no cabe duda de que Almadén adquirió pronto importancia capital, puesto que el mercurio era por entonces muy buscado al constituir un ingrediente clave en la fabricación de medicinas y productos cosméticos, así como en la obtención del bermellón, el codiciado tinte rojo.

Restos de Sisapo. Autor, Mabonillog

Restos de Sisapo

Faltaba aún mucho tiempo para la llegada del español Medina y su técnica de amalgamamiento con mercurio, gracias a la cual podía extraerse fácilmente el oro y la plata aprisionados en los minerales de los que formaban parte. Dicho sistema contribuyó enormemente al auge de la minería americana durante la época colonial, aunque hay que decir que la propiedad de formar amalgamas ya era conocida y utilizada por los fenicios en el siglo VII a.C. Pero cualquiera que fuera su uso posterior, lo cierto es que el trabajo en las minas de Almadén, al igual que en todas las existentes durante aquella época, era una de las ocupaciones más difíciles y arriesgadas que podían tocar en suerte a un ser humano. Las condiciones casi infrahumanas en las que los operarios trabajaban diariamente hacían que la mano de obra fuese casi inexistente, lo que obligaba a reclutar «voluntarios» entre la población esclava procedente en muchos casos de otras partes del Imperio… ¿Cómo era en realidad un día cualquiera para los mineros del mercurio hace dos mil años?

Almadén desde la Cruz de los Mineros. Autor, rutasdelmercurio.wordpress.com

Almadén desde la Cruz de los Mineros

Las minas eran, para empezar, una inversión muy costosa. La planificación y estructuración de grandes yacimientos hizo que muchas veces los gastos corriesen a cargo de la administración pública, a través de los gobernadores romanos provinciales, que a menudo explotaban directamente las minas o las arrendaban a inversores privados. En el ámbito de la minería subterránea, como ésta de las minas de Almadén, esta planificación permitió resolver con relativo éxito el principal problema existente, que era la existencia de agua en el terreno. Bien por los aportes del exterior en época de lluvias o por la propia circulación natural de las aguas subterráneas, la progresión en profundidad de cualquier explotación se enfrentaba siempre con el peligro de inundación de galerías y la reducción del rendimiento de los esclavos, que en la mayoría de los casos trabajaban en un ambiente penoso, con agua y el barro hasta las rodillas.

Continuará…

Hornos de Bustamente

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Somiedo. El misterio de la otoñada y caída de la hoja

Somiedo. El misterio de la otoñada y caída de la hoja

Llegan los últimos meses del año, y sin faltar a la cita comienza el espectáculo de la otoñada y la caída de la hoja en numerosos bosques españoles. Quizás sea Somiedo, en Asturias, el lugar más a propósito para disfrutar del baile cromático que ofrece la naturaleza por estas fechas, cuando los tonos rojos, amarillos y anaranjados campean a sus anchas entre el verde de los prados para despedir, una vez más, a la benigna estación estival. El Parque Natural de Somiedo es uno de los espacios protegidos más importantes de España, y fue declarado Reserva de la Biosfera en el año 2000. En su agreste territorio pueden contemplarse todavía las famosas cabañas pasiegas, utilizadas desde antiguo por los pastores trashumantes; los pastos altos para el ganado, también denominados brañas; o ríos montanos como el Pigüeña, el Valle o el propio de Somiedo, que se abren paso a través de profundas hondonadas cubiertas de robledales y hayedos, y donde el oso es sin duda el representante animal más apreciado.

Somiedo es el paraíso de montaña por excelencia de la cordillera Cantábrica, y el lugar que hemos elegido para ilustrar uno de los fenómenos más admirados y fotografiados del mes de octubre… ¿Cuál el secreto que se esconde detrás de este despliegue colorista? ¿A qué se debe en realidad el misterio de la otoñada, un fenómeno que se repite año tras año y que precede a la desnudez de los bosques norteños durante el invierno?

2. Los tonos anaranjados del otoño. Autor, Aitor garcía Viñas

Los tonos anaranjados del otoño. Autor, Aitor garcía Viñas

3. Paisaje de otoño en Somiedo. Autor, Cangués

Paisaje de otoño en Somiedo. Autor, Cangués

Las hojas, gracias a la presencia de clorofila en grandes cantidades, producen a lo largo de su vida útil todos los alimentos que la planta necesita para crecer. Los métodos que utiliza para ello exigen que sean planas, a fin de captar la luz del sol, y finas para permitir que los gases y el vapor de agua se difundan libremente a su través. En zonas tropicales, con su abundante calor y humedad, esta forma no presenta problema alguno. Pero allí donde el clima se recrudece en ciertas estaciones del año, las hojas sufren y resultan muy vulnerables.

 

4. La proximidad del invierno. Autor, Gerald Brazell

La proximidad del invierno. Autor, Gerald Brazell

Éste es el caso de las tierras más norteñas, como en Europa y en gran parte de la Península Ibérica. A medida que el año se acerca a su fin, los días se vuelven más cortos y se reduce el número de horas hábiles para el funcionamiento de las hojas. Bajo estas condiciones ya no puede producirse el alimento, y muchas plantas dejan realmente de estar activas. En latitudes elevadas, además, el frío hace que el suelo se hiele al llegar lo más duro del invierno, por lo que la humedad que contiene queda atrapada en forma de hielo, y las raíces de las plantas ya no pueden extraerla. Las células de las hojas también corren peligro de helarse. Si ello ocurriera, los tejidos reventarían y la hoja se destruiría.

 

5. Puerto de Somiedo. Autor, Pena Muxiven

Puerto de Somiedo. Autor, Pena Muxiven

6. Dorados junto al río. Autor, d'Antela

Dorados junto al río. Autor, d’Antela

Con estas condiciones solo los árboles provistos de hojas duras y especiales, a menudo en forma de aguja, pueden mantener su actividad durante el invierno y seguir alimentándose sin demasiados problemas. Es lo que ocurre con la inmensa mayoría de las coníferas siempre verdes, y debido a ello predominan en zonas extremas de alta montaña donde otras especies no pueden sobrevivir. Pero los árboles de hoja ancha deben prescindir de su “fábrica de alimento” si no quieren correr el riesgo de helarse. De esta forma, robles, hayas, olmos, chopos, abedules y el resto de especies caducifolias revelan por estas fechas el proceso que todos conocemos como “otoñada”, y que nos anuncia de manera inequívoca la proximidad del frío extremo y de la nieve.

 

7. Montañas del Parque Natural, y otoño. Autor, Óscar Ramos

Montañas del Parque Natural, y otoño. Autor, Óscar Ramos

Todo comienza sin embargo mucho antes. En realidad, debido a las peculiaridades de la órbita terrestre, la señal es lanzada ya en el inicio de la estación estival. A finales de junio y tras el solsticio de verano, el día más largo del año, las jornadas van haciéndose imperceptiblemente más cortas, y con la bajada otoñal de temperaturas y las primeras inclemencias del tiempo, los árboles “intuyen” dichos cambios y aceleran el proceso. Así, una de sus primeras precauciones consiste en cubrir las tiernas yemas con escamas duras y coriáceas, que las protegerán del frío y la desecación hasta la llegada de la primavera.

 

8. Otoño y fabada asturiana, la mejor combinación. Autor, Doctor Canon

Otoño y fabada asturiana, la mejor combinación. Autor, Doctor Canon

9. Cabañas pasiegas y nubes bajas de Somiedo. Autor, Nepuerto

Cabañas pasiegas y nubes bajas de Somiedo. Autor, Nepuerto

La pérdida de las hojas se debe a una combinación de factores físicos y biológicos inducida por la acción de un compuesto denominado ácido abscísico. Con la acumulación de esta sustancia, producida de manera natural en muchas plantas, el árbol “sabe” que ha llegado la hora de desprenderse de su follaje y pone en marcha el proceso que desembocará en el parón invernal. La presencia del ácido impide además que broten nuevas hojas antes de la fecha prevista, lo que podría ocurrir en los breves periodos de buen tiempo que a menudo se suceden hacia la mitad del invierno. En cualquier caso, la caída de las hojas es motivo de estrés para los árboles caducifolios, que deben desprenderse de una gran cantidad de materia aparentemente inservible y reducir al mínimo su actividad biológica.

 

10. Reflejo de otoño en el lago. Autor, Bert Kaufman

Reflejo de otoño en el lago. Autor, Bert Kaufman

Antes de que esto suceda, sin embargo, los árboles reutilizan al máximo todos sus compuestos útiles: la clorofila se descompone en unidades menores que migran hacia las ramas, y lo mismo ocurre con otras sustancias como vitaminas, azúcares e incluso sales minerales. La hoja pierde su flexibilidad al retirarse la savia que la mantenía viva, y las tonalidades verdes propias del verano desaparecen poco a poco, dando paso a los bellos colores propios de nuestros bosques en el mes de octubre. Estos tonos otoñales tienen en realidad dos orígenes: los pigmentos rojos, por ejemplo, se sintetizan de nuevo cada otoño, probablemente para proteger a la hoja moribunda de los nocivos rayos ultravioleta del sol. Los amarillos y naranjas, en cambio, son pigmentos presentes siempre en las hojas y que se vuelven visibles solo con la desaparición de la clorofila, la sustancia que aporta el color verde dominante durante el resto del año.

 

11. El río Pigüeña, uno de los cuatro existentes en el Parque. Autor, Niño Pera

El río Pigüeña, uno de los cuatro existentes en el Parque. Autor, Niño Pera

12. Hojas de roble durante el otoño. Autor, Mr Porse

Hojas de roble durante el otoño. Autor, Mr Porse

En el momento crítico de la caída de la hoja, los tejidos unidos al tallo desarrollan dos capas de células muy especiales: la primera, más cercana al limbo foliar, es gelatinosa y quebradiza para que la más leve brisa permita desprenderlas en grandes cantidades y dejarlas caer revoloteando hasta el suelo; la segunda, más cercana al tallo, es dura y de textura similar al corcho, lo que servirá para sellar la zona de ruptura cuando se desprenda la hoja. El proceso se debe curiosamente a una sustancia que las plantas producen diariamente, el etileno, y que es conocido asimismo por su utilización comercial para acelerar la maduración y caída de muchos frutos (la famosa frase «una manzana podrida echa a perder el cesto» tiene precisamente en el etileno su fundamento científico puesto que, cuando una fruta madura desprende etileno, acelera la maduración de las frutas que se encuentran alrededor).

 

13. Espectacular vista del Lago de Valle, en Somiedo. Autor, Ignaciofedz

Espectacular vista del Lago de Valle, en Somiedo. Autor, Ignaciofedz

¿Interrumpen realmente su crecimiento los árboles de hoja caduca durante la estación invernal? Sin duda, y hay una manera muy sencilla de comprobarlo: durante el verano, cuando las hojas producen alimento y el crecimiento alcanza su vigor máximo, los troncos aumentan su circunferencia. Sin embargo, a medida que avanza el otoño y se pierde el follaje estival, estos árboles entran en un periodo de carestía y las nuevas células son cada vez más pequeñas, hasta que a mediados del invierno su producción se detiene por completo. El cambio anual produce un anillo graduado en la madera del tronco, fácil de ver si se secciona con una sierra mecánica, y es precisamente la cantidad de anillos en un árbol lo que revela de cuántos veranos ha disfrutado, y también cuántos inviernos de penuria ha superado con éxito. Es más, las dimensiones de los anillos (anchos durante los años buenos, estrechos durante los malos) constituyen un registro perfecto de las variaciones del clima a lo largo de la vida del árbol.

Éste es el secreto de la portentosa belleza de Somiedo durante estas fechas: los colores del ocaso pintados en laderas y valles, y el ciclo de la vida vegetal a punto de cerrarse ante la proximidad del invierno. Todo volverá a renacer, no cabe duda. Pero hasta entonces… El espectáculo está servido.

 

14. Hojas caídas. Autor, Ramón Peco

Hojas caídas. Autor, Ramón Peco

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Valle de Gavarnie. En el país de la Brecha divina

Valle de Gavarnie. En el país de la Brecha divina

A 55 kilómetros de Lourdes y en pleno Parque Nacional de los Pirineos, en el departamento francés de Hautes-Pyrénées, se encuentra una de las maravillas naturales más impresionantes y conmovedoras de Europa. Hautes-Pyrénées incluye también enclaves de singular belleza como la reserva de Néouvielle, famosa por sus lagos de montaña engarzados entre bosques y picos nevados; las cascadas de Pont d’Espagne junto al Vignemale o el excelente mirador de Pic du Midi de Bigorre, sin duda el espacio museográfico más alto del continente… Pero a nuestro parecer, todo se queda corto frente a la grandiosidad del circo de Gavarnie, verdadero altar a lo sublime que en 1997 fue declarado con todo merecimiento Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

2. Prados y cascada en invierno. Autor, Mathieu Legros

                                                    Prados y cascada en invierno. Autor: Mathieu Legros

3. La entrada al pueblo de Gavarnie. Autor, Drumsara

                                                     La entrada al pueblo de Gavarnie. Autor: Drumsara

4. Pastos de verano junto al pueblo. Autor, Paulo Valdivieso

                                            Pastos de verano junto a la población. Autor: Paulo Valdivieso

5. Mar de nubes en Gavarnie. Autor, Petitonnerre

                                                         Mar de nubes en Gavarnie. Autor: Petitonnerre

Imaginen por un momento un boscoso valle enclavado entre alturas deslumbrantes, justo al otro lado de la frontera española. Prados, masas de hayas y de abetos de sabiduría centenaria, granjas desperdigadas en las alturas, subiendo más y más en escalones de un verdor imposible hasta los primeros lienzos de roca virgen, neblinosa, veteada por cientos de cortinas de agua de deshielo procedentes de los glaciares. Y de repente, tras volver un recodo del camino, aparece para grabarse en la retina de forma indeleble: es Gavarnie. El valle perfecto. La definición más acabada, más irreprochable y definitiva de lo que cualquiera en su sano juicio entendería por un paraíso de montaña.

6. Circo de Gavarnie. El rey del Mundo. Autor, David Domingo

                                               Circo de Gavarnie. El rey del Mundo. Autor: David Domingo

7. Otoño en el valle. Autor, TarValanion

                                                                 Otoño en el valle. Autor: TarValanion

8. Escaleras hacia el cielo. Autor, Cletus Awreetus

                                                          Escaleras hacia el cielo. Autor: Cletus Awreetus

9. Flores en las rocas. Autor, Francisco Antunes

                                                         Flores en las rocas. Autor: Francisco Antunes

La muralla de roca de Gavarnie se eleva 1500 metros desde el fondo del valle hasta las cimas que coronan este impresionante escenario natural. El Gran Astazu, el Pico Taillón o el Marboré, éste último con 3248 metros de altura, son sin duda los guardianes perfectos para custodiarla. Se trata de un circo de origen glaciar creado durante el Pleistoceno, cuando media Europa estaba cubierta de hielo, y los pliegues alpinos del Pirineo o los Alpes fueron cortados a cuchillo para formar estos desniveles de vértigo con forma de anfiteatro. Aquí existen pequeños lagos virginales escondidos entre las cumbres, espejos solo perturbados por el galope de las tormentas o la caricia imperceptible del silencio. Y las corrientes derretidas de los glaciares se trenzan para alimentar más abajo la que se considera como la cascada más alta de Europa, un salto prodigioso de agua pulverizada de más de 400 metros de altura.

10. Un descanso en plena ruta. Autor, Guillaume Baviere

                                                   Un descanso en plena ruta. Autor: Guillaume Baviere

11. Espectacular vista de la cascada de Gavarnie. Autor, Ekuinos

                                             Espectacular vista de la cascada de Gavarnie. Autor: Ekuinos

12. Río y cascada de Gavarnie. Autor, Nicolas Bayou

                                                 Río y cascada en el circo glaciar. Autor: Nicolas Bayou

13. Espectacular vista de la Brecha de Roland. Autor, Guillaume Baviere

                                        Espectacular vista de la Brecha de Roland. Autor: Guillaume Baviere

Para los más aventureros, las paredes teóricamente inaccesibles de Gavarnie pueden salvarse gracias a un paso al límite, verdadera creación tolkieniana que los lugareños denominan escaleras de Serradets y que ataja aprovechando las fracturas de la roca para dirigirse a la Brecha de Rolando. Un paisaje, el de la Brecha, que supera todo intento de la imaginación por concebirlo. A 2800 metros de altura, en mitad de la nada, los vientos de las cumbres arrecian con fuerza y se encajonan por este inmenso tajo en la roca amortajado de nieves perpetuas sobre su cara norte, y que con sus 40 metros de ancho y 100 metros de altura constituye el paso más elevado para dirigirse a España y al conocido valle de Ordesa.

14. Vistas sobre Gavarnie. Al fondo, el inicio de la cascada. Autor, Guillaume Pomente

                             Vistas sobre Gavarnie. Al fondo, el inicio de la cascada. Autor: Guillaume Pomente

15. El refugio de Serradets. Autor, Francisco Antunes

                                                      El refugio de Serradets. Autor: Francisco Antunes

16. Otra vista de la cabecera del valle. Autor, Cletus Awreetus

                                               Otra vista de la cabecera del valle. Autor: Cletus Awreetus

17. El típico paseo en burro por el valle de Gavarnie. Autor, Reuben Cleetus

                                     El típico paseo en burro por el valle de Gavarnie. Autor: Reuben Cleetus

La leyenda afirma que el héroe de las gestas de Carlomagno, Rolando, habiendo sido derrotado por las tribus vascas en la batalla de Roncesvalles y huyendo de la persecución a que se vio sometido, llegó hasta este paraje desolador, cubierto de rocas y hielo, por lo que le fue imposible proseguir su camino hasta Francia. Viéndose acorralado y para evitar que su espada Durandarte cayera en manos enemigas, la arrojó fuertemente contra la roca antes de morir provocando esta profunda hendidura, que hoy constituye un centro de peregrinación de numerosos montañeros y alpinistas llegados de toda Europa.

18. La brecha de Roland. Al pie, algunas personas. Autor, Cotitoo

                                            La brecha de Roland. Al pie, algunas personas. Autor: Cotitoo

19. Otra vista del mar de nubes sobre Gavarnie. Autor, Damien.be

                                           Otra vista del mar de nubes sobre Gavarnie. Autor: Damien.be

20. La soledad del montañero. Autor, Francisco Antunes

                                                   La soledad del montañero. Autor: Francisco Antunes

21. Niebla y misterio sobre la Brecha de Roland. Autor, Stevemonty

                                Niebla y misterio sobre la Brecha. Al pie, dos montañeros. Autor: Stevemonty

Les invitamos, pues, a realizar este recorrido fotográfico por el valle y sus enclaves geológicos más emblemáticos, sabedores de que la calidad de las imágenes no les defraudará. Destino ideal para el fotógrafo, el montañero o simplemente el amante de lo idílico, estamos además convencidos de que cualquiera que sea su caso no demorarán por mucho tiempo una visita obligada a este paraíso pirenaico. Gavarnie merece la pena, está enclavado en un valle con una importante oferta hostelera y por si fuera poco se encuentra muy cerca de España. Por otro lado, cualquier montañero sabe que nunca hay que desaprovechar una visita a estos valles durante la estación otoñal, cuando los días se hacen más cortos y la hoja muda de color, de modo que si no han planeado nada para este mes de octubre… quizás el país de la Brecha divina sea su destino más acertado.

22. El paso de la Brecha. Autor, Benoit Dandonneau

                                                       El paso de la Brecha. Autor: Benoit Dandonneau

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En tierras del Pirineo y el Alto Cinca. La leyenda del Monte Perdido

En tierras del Pirineo y el Alto Cinca. La leyenda del Monte Perdido

En las tierras pirenaicas del Alto Cinca, en Aragón, se dice que el frío camina a voces y el invierno se entretiene junto a las cumbres tejiendo largos mantos de hielo. Pero más cierto que este dicho es la costumbre de los lugareños a la hora de arrimarse al fuego en noches oscuras, con el ganado bien a resguardo en bordas y corrales, para rememorar una y mil veces los hechos que dieron origen a la montaña más alta de todas: La reina del Sobrarbe, tal y como es conocida y nombrada con asombro en las cuatro esquinas de la región. A menudo el aire se arremolina allí creando grises velos y torbellinos de nieve, que envuelven en un denso manto los precipicios de roca como si quisieran con ello esconder el rostro de la montaña, hacerla invisible al viajero desprevenido. Pero vecinos, pastores y leñadores saben que sigue allí: sobre el Balcón de Pineta, en el lugar donde se sitúan las fuentes que dan origen al Cinca, el río de los Nabateros. Para ellos es, simplemente, el Monte Perdido. Y el lugar maldito donde una vez se extravió y desapareció para siempre cierto pastor de ovejas…

OLYMPUS DIGITAL CAMERA                                                             Lirio en el valle de Pineta. Autor: Jbenayas

El lugar donde hoy se levantan los imponentes riscos de Pineta no fue antaño más que una extensión de prados y aulagares donde en verano los pastores del Sobrarbe llevaban a pastar su ganado desde las aldeas vecinas. La cascada del Cinca no existía, y nadie había oído hablar nunca en el país de la esquiva flor del edelweiss, ni de neveros, aristas o fríos ibones de aguas verdeazuladas. En su origen el aire corría allí tibio, los lirios y las gencianas se arremolinaban en las laderas herbosas y el río Cinca, mucho más modesto que ahora, vagabundeaba por los ribazos en amplios meandros bordeados de cañizo y choperas dispersas, donde los pastores de ovejas se tumbaban a la sombra tras el trasiego con los rebaños esperando en grata compañía la hora del regreso. Uno de estos pastores, sin embargo, no era como los demás. Hosco y de pocos amigos, gustaba de apartarse discretamente hacia la parte más alta del río donde crecían grandes masas de boj y hayas de aspecto colosal. El pastor de ovejas era aficionado a tallar con su cuchillo figuras y utensilios de madera que luego vendía en la aldea a los nabateros y carboneros que por allí transitaban. Y así pasaba las tardes entre las ramas de aquellos arbustos, aislado de los demás, ensimismado con sus tallas y sus figuras de formas caprichosas, de faz tan descarnada y adusta como la suya.

3. Pastor del Pirineo. Autor, Javier Falcó

                                                                Pastor del Pirineo. Autor: Javier Falcó

4. Cabaña de pastores en los Llanos de La Larri, junto a Pineta. Autor, Joan Simon

                             Cabaña de pastores en los Llanos de La Larri, junto a Pineta. Autor: Joan Simon

Ocurrió pues que, cierta tarde en que había quedado solo tras el regreso de sus compañeros, un hombre encorvado y de aspecto miserable que venía caminando a orillas del río se le acercó y le dijo: “Llevo mucho tiempo sin probar bocado. Deme algo de comer, Dios se lo pagará”. El desconocido era ciertamente un pobre hombre que no tenía donde caerse muerto. Sus ropas eran andrajos, caminaba con la ayuda de un bastón y sus pies se encontraban descalzos, sucios y desollados por el constante deambular entre las aliagas y rocas del sendero. El rostro aparecía además demacrado, prueba de que no había tomado bocado al menos en varios días. “Deme algo de comer. Dios se lo pagará” repitió el mendigo, pero el pastor, tras mirarlo de arriba abajo, escondió su hato de comida y siguió tallando la madera ajeno a los sufrimientos del desconocido. La tarde fue cayendo sobre la campiña y el mendigo insistía. Le habló de largas jornadas sin un mendrugo de pan que llevarse a la boca, del frío que pasaba al caer la noche y de las veces en que, falto de un lugar donde cobijarse, se había visto obligado a dormir sobre la dura tierra con el viento por único compañero contra la soledad. Siguió insistiéndole con toda el alma, mas el pastor, duro de corazón, lo apartó de su lado y no quiso prestarle oídos a pesar de su necesidad.

5. Valle de Pineta desde La Larri. Autor, Juan Simon

                                                      Valle de Pineta desde La Larri. Autor: Juan Simon

Cuenta la leyenda que instantes después de negarle auxilio al mendigo, el valle quedó súbitamente envuelto en un denso y frío manto de niebla. Aquel extraño desconocido había desaparecido. Por momentos la bruma se hacía tan cerrada que el camino por donde había llegado se difuminó rápidamente en un gris uniforme, extraño, imposible de sondear más allá de unos pocos pasos. Nunca había conocido el pastor una niebla como aquella, de modo que, amedrentado, se levantó presuroso y junto a su perro fue a reunir al ganado que se encontraba disperso por los pastos. Hacía cada vez más frío. Llamó, gritó a pleno pulmón los nombres de cada animal, corrió de un lado a otro, pero el prado, el río y las colinas no le devolvieron ni tan siquiera el eco de sus voces. El hombre se encontraba solo y la nieve helada, que hasta entonces no había hecho acto de presencia, comenzó a caer entonces con una fuerza inusitada. En pocos minutos todo se congeló bajo un manto uniforme que crecía por momentos, más y más alto entre los cielos grises del Pirineo, mientras perro, pastor y ganado se perdían definitivamente tragados por la bruma. Nunca más se supo de ellos en el valle.

6. Detalle de la Ermita Nuestra Señora de Pineta. Autor, Titoalfredo

                                           Detalle de la Ermita Nuestra Señora de Pineta. Autor: Titoalfredo

Mucho tiempo después, en el lugar del Alto Cinca donde se extravió el pastor con su ganado, los vecinos de la aldea descubrieron al regresar a los pastos una nueva montaña. Ya no había allí prados, ni alamedas gráciles, ni colinas punteadas de gencianas y lirios entre las masas de aulagar. En su lugar, unos altos paredones de roca descarnada se elevaban inaccesibles como si quisieran asombrar al mundo con su faz altiva y cubierta de escarcha. El río ya no venía corriendo en lentos meandros sino que se precipitaba, sombrío y salvaje, para salvar las crestas peladas en un espectáculo que sobrecogía por su belleza, pero que también encogía el ánimo de los que hasta allí se aventuraban. Y alzándose sobre la roca y los bosques, subiendo siempre, más allá del fragor de las cascadas y del crepitar de los glaciares sin vida, dominando el corazón del Sobrarbe como una enorme bóveda construida de orgullo y soberbia, los pastores descubrieron en lo más alto un pico desconocido que brillaba incólume con los primeros rayos del día. Lo miraron y de seguido bajaron la vista, espantados. Porque en algún detalle de su perfil amortajado de nieblas reconocieron el rostro del pastor de ovejas que desapareció aquella noche, muchos meses atrás, tragado por la furia de la tormenta.

7. Espectacular vista de las paredes de Pineta. Autor, Sharnik

                                               Espectacular vista de las paredes de Pineta. Autor: Sharnik

8. Balcón de Pineta y Monte Perdido cubierto de nieblas. Autor, Xoxote

                                         Balcón de Pineta y Monte Perdido cubierto de nieblas. Autor: Xoxote

Los lugareños afirman que esta montaña, encaramada a los neveros que tapizan las alturas, la más formidable, impresionante y peligrosa del Pirineo, surgió como castigo divino para aquel pastor que negó su caridad al vagabundo. Pues este vagabundo no era otro que San Antonio, de quien se dice que al despedirse se acercó hasta él y le susurró al oído: “Te perderás por avaricioso, y allí donde te pierdas surgirá un gran monte, inmenso, tan grande como tu falta de caridad». Es por ello que el Monte Perdido está compuesto sólo de piedra y hielo, como el corazón del pastor, y que las rocas aisladas que tapizan su base no son sino lo que queda del rebaño que una vez fue suyo, y que pereció irremediablemente al igual que su cuidador durante aquella tormenta. Éste es sin duda el secreto mejor guardado de la región: el lugar, bajo la eterna mirada de las Tres Sorores, donde el frío camina a voces y el invierno, soñoliento, se entretiene junto a las cumbres tejiendo largos mantos de hielo.

9. Monte Perdido en la distancia. Autor, Juan del Pozo

                                                      Monte Perdido en la distancia. Autor: Juan del Pozo

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En el país de ensueño. Un viaje por los castillos del valle del Loira

En el país de ensueño. Un viaje por los castillos del valle del Loira

El río Loira, uno de los más importantes de Francia, atesora en su curso medio un auténtico país de cuento. Pueblos de idílico aspecto medieval asomando en sus márgenes, castillos de ensueño, belleza natural, la Francia de los nobles y de los reyes en su más puro estado desplegada como un tapiz de excelsos colores ante la vista deslumbrada del visitante. En el Valle del Loira, entre Sully-sur-Loire y Chalonnes-sur-Loire, hubo infinidad de batallas entre ingleses y franceses durante la guerra de los Cien Años, y todavía antes fue el escenario del choque entre musulmanes y carolingios durante la batalla de Poitiers. Pero los castillos y palacios que hoy vemos no nacieron con finalidad defensiva. Sus moradores los construyeron durante la época renacentista pensando más en el descanso y el ocio que en la guerra, por lo que crearon verdaderos palacios del placer, mansiones, parques, puentes y bosques de caza diseñados tan solo para uso y disfrute de sus acaudalados propietarios.

Las masas forestales, los viñedos y las colinas que dominan el plácido curso del Loira entre Orleáns y Saumur esconden pueblos históricos de alta alcurnia como Blois o Tours. De hecho, es tal la concentración de naturaleza, historia y monumentos en un espacio tan limitado que el conjunto fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Hoy podemos conocer cómodamente los 42 castillos existentes gracias a diversos itinerarios fluviales y de carretera en toda la región, pero como aperitivo os invitamos a un recorrido fotográfico que de seguro os impresionará por la belleza de las imágenes. Esta es la estampa más señorial de Francia: disfrútenla, ¡y no demoren mucho la visita!

Ciudad de Blois, junto al Loira. Autor, Paolo Ramponi

                                                    Ciudad de Blois, junto al Loira. Autor: Paolo Ramponi

Castillo y villa de Montrésor. Autor, Sybarite48

                                                          Castillo y villa de Montrésor. Autor: Sybarite48

Castillo de Saumur. Autor, Paolo Ramponi

                                                           Castillo de Saumur. Autor: Paolo Ramponi

Montpoupon (Indre-et-Loire)

                                                           Castillo de Montpoupon. Autor: Sybarite48

Castillo de Langeais, del siglo X. Autor, Paolo Ramponi

                                                 Castillo de Langeais, del siglo X. Autor: Paolo Ramponi

Castillo de la Giraudière. Autor, Vitruve

                                                               Castillo de la Giraudière. Autor: Vitruve

Castillo de Chenonceaux. Autor, Javier D.

                                                            Castillo de Chenonceaux. Autor: Javier D.

Castillo de Chenonceaux. Autor, Dan Lundberg

                                                        Castillo de Chenonceaux. Autor: Dan Lundberg

Castillo de Chaumont sur Loire. Autor, Jordi Chueca

                                                    Castillo de Chaumont sur Loire. Autor: Jordi Chueca

Castillo de Azay-le-Rideau. Autor, Dan Lundberg

                                                     Castillo de Azay-le-Rideau. Autor: Dan Lundberg

Paseo fluvial frente al castillo de Chenonceaux. Autor, Daniel Jolivet

                                         Paseo fluvial frente al castillo de Chenonceaux. Autor: Daniel Jolivet

Paisaje rural del Alto Loira. Autor, Lain@ G fait une pause

                                                 Paisaje rural del Alto Loira. Autor: Lain@ G fait une pause

Paisaje de La Campaigne, en el país del Loira. Autor, Lain@ G fait une pause

                                 Paisaje de La Campaigne, en el país del Loira. Autor: Lain@ G fait une pause

Niebla sobre el Loira, en invierno. Autor, Arnaud Abélard

                                               Niebla sobre el Loira, en invierno. Autor: Arnaud Abélard

Fortaleza de Chinon, en el río Vienne. Autor, Photos-chinon.cite-creative

                                    Fortaleza de Chinon, en el río Vienne. Autor: Photos-chinon.cite-creative

Fachada del castillo de Chambord, de estilo renacentista. Autor, Poluz

                                     Fachada del castillo de Chambord, de estilo renacentista. Autor: Poluz

Espectacular puente de piedra en La Charité sur Loire. Autor, Akial

                                        Espectacular puente de piedra en La Charité sur Loire. Autor: Akial

Claustro de la abadía de la Chaise-Dieu. Autor, Charlotte Ségurel

                                         Claustro de la abadía de la Chaise-Dieu. Autor: Charlotte Ségurel

Una de las salas del castillo de Cheverny, en el país del Loira. Autor, B.roveran

                               Una de las salas del castillo de Cheverny, en el país del Loira. Autor: B.roveran

La Loire

                                                       Una bella vista del río Loira. Autor: Daniel Jolivet

Típica calle medieval de Montrésor, junto al Loira. Autor, B.roveran

                                        Típica calle medieval de Montrésor, junto al Loira. Autor: B.roveran

Otra vista del castillo de Chenonceaux. Autor, Telemaque

                                                Otra vista del castillo de Chenonceaux. Autor: Telemaque

Chambord Terrace

                                                   Otra vista del castillo de Chambord. Autor: Blieusong

Puesta de sol en el Loira. Autor, Stephendl

                                                          Puesta de sol en el Loira. Autor: Stephendl

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Un mundo de Cine. Locarno y su Festival Internacional junto al Maggiore

Un mundo de Cine. Locarno y su Festival Internacional junto al Maggiore

Dentro del habitual despliegue de certámenes y festivales veraniegos en Europa, destaca especialmente por su prestigio y originalidad el Festival Internacional de Cine de Locarno. Este año celebra su 66 Edición durante los días 7 al 17 de agosto, con tres secciones competitivas abiertas y a cual más atractiva. Sin duda, la más popular es la que se organiza al aire libre en la Piazza Grande de la localidad, con espacio para 8.000 espectadores. Se trata de todo un homenaje a los añorados cines de verano que a mediados del siglo XX (época de la creación del Festival) eran la atracción principal en pueblos y ciudades para un público ávido de emociones fuertes. En la presente Edición podremos disfrutar de un total de 42 películas, entre las que destacan dos obras españolas: el nuevo filme de Albert Serra, Historia de la Meva Mort, y Costa da Morte, del gallego Lois Patiño.

Locarno es una bella y turística ciudad suiza a orillas del lago Maggiore, o lago Mayor, una enorme extensión de agua de origen alpino compartida conjuntamente por Italia y el cantón suizo del Tesino. El Lago Maggiore tiene una longitud aproximada de 54 km, mientras que la anchura media es de solo 4 km, por lo que su forma es la de una larga y retorcida lengua bajo las crestas nevadas de los Alpes. Rodeada de bosques lujuriantes y de localidades de evocadora belleza como Pallanza, Stresa o Arona, Locarno es en la actualidad una de las metas más frecuentadas y llamativas del turismo mundial. Para los que gusten de aprovechar bien el día entre proyección y proyección, pocas ciudades en Europa les ofrecerán la combinación perfecta de historia, naturaleza y belleza idílica como Locarno. Aparece por primera vez en escritos a principios del siglo IX, aunque se da por seguro que ya en época romana existía en el mismo sitio una ciudad importante con mercado y puerto a orillas del lago. Durante la Edad Media la comuna original fue disputada a partes iguales por el Imperio Romano Germánico y Milán. De esta última procedía la familia Visconti, quien hizo suya la famosa fortaleza (siglo XII) que hoy puede admirarse en la villa y que disponía de muros de protección, torres de vigilancia y hasta su propio puerto junto al Maggiori. El castello Visconteo sirvió como alojamiento de la guarnición local hasta la expulsión definitiva de los Visconti en 1513.

Estos son algunos de los atractivos más reseñables de la ciudad y su entorno:

Los Alpes nevados sobre el lago. Autor, Smannion

                                                       Los Alpes nevados sobre el lago. Autor: Smannion

Amanecer en Locarno. Autor, Laurenz Bobke

                                                         Amanecer en Locarno. Autor: Laurenz Bobke

El Locarno más medieval. Autor, Koen

                                                               El Locarno más medieval. Autor: Koen

1. Locarno. El atractivo principal de Locarno (del celta Loc-ar-on, que significa lugar junto a un lago) es sin duda su Piazza Grande, de imponentes dimensiones, caracterizada por unas fachadas señoriales y arcadas de estilo lombardo que le aportan en conjunto una maravillosa apariencia medieval. Un paseo por la Città Vecchia para admirar las antiquísimas casonas, los patios y callejones estrechos; visitar la Piazzetta delle Corporazioni o el castello Visconteo, actualmente museo arqueológico de la ciudad; o incluso contemplar el monasterio franciscano del siglo XIII en la localidad, son paradas obligadas para cualquier amante de los pueblos históricos y con sabor añejo. Locarno, en este sentido, no les defraudará.

Basílica de S. Vittore. Autor, Juergen.mangelsdorf

                                                     Basílica de S. Vittore. Autor: Juergen.mangelsdorf

Vista del lago desde la ciudad. Autor, Fritztram

                                                       Vista del lago desde la ciudad. Autor: Fritztram

2. Santuario Madonna del Sasso. Este santuario se encuentra en Orselina, muy cerca de Locarno y del lago Maggiore, y es el lugar de peregrinación más famoso de la Suiza italiana puesto que fue allí donde la Santísima Virgen María se apareció a Fra Bartolomeo d’Ivrea en 1480. De estilo románico, fue renovado completamente en 1902 y su acceso puede realizarse de dos formas igualmente atractivas: en peregrinación, utilizando el Vía Crucis que desde la localidad más cercana sube hasta allí flanqueado por capillas típicas; o por medio de un funicular. Las vistas del lago y los valles alpinos desde el Santuario invitan a la paz y al recogimiento, y son sin duda un aliciente para la renovación y el fortalecimiento de la Fe Cristiana.

Primavera en Locarno. Autor, Basile23

                                                             Primavera en Locarno. Autor: Basile23

Un rincón en el casco antiguo de la ciudad. Autor, Bbarblan

                                               Un rincón en el casco antiguo de la ciudad. Autor: Bbarblan

Todo preparado para el comienzo de la sesión. Autor, Loungerie

                                           Todo preparado para el comienzo de la sesión. Autor: Loungerie

3. Valle Verzasca. Los primeros asentamientos en el valle Verzasca datan el período Neolítico (alrededor del 1.800 a.C). Para los amantes de lo misterioso destaca sin duda la Sass de Striöi, una roca con grabados de tazas, cruces y dos formas de pie cuyo origen se remonta al menos hasta el siglo VII a.C. La traducción literal del nombre de la piedra es “Roca de las brujas”.

Piazza Grande de Locarno. Todo preparado para el Festival de cine. Autor, Keepthebyte

                      Piazza Grande de Locarno. Todo preparado para el Festival de cine. Autor: Keepthebyte

Arquitectura extrovertida. Autor, David Pc

                                                              Arquitectura extrovertida. Autor: David Pc

4. El Ferrocarril de Centovalli. Se trata de una línea de vía angosta de casi 60 km de longitud que conduce a lo largo de bellos paisajes alpinos por el Centovalli (Cien Valles) y el valle Viggezo. Su trazado atraviesa viaductos espectaculares y gargantas de gran profundidad, destacando además un variado repertorio de túneles, cascadas y sombríos bosques de castaños y hayedos. Es sin duda paseo obligado para los que deseen disfrutar por unos días del sosiego y las vistas montañesas de Locarno.

Otra vista del castillo Visconti. Autor, David Pc

                                                          Vista del castello Visconteo. Autor: David Pc

Otra vista del castillo. Autor, Juergen.mangelsdorf

                                                   Otra vista del castillo. Autor: Juergen.mangelsdorf

Embarcadero de piedra en el lago. Autor, Zigel

                                                     Embarcadero de piedra en el lago. Autor: Zigel

5. Parque Nacional Locarnese. Nacido como proyecto conjunto de 14 comunas y 13 comunidades en toda la región, puede accederse a este espacio natural a la altura de las islas de Brissago, en el lago Maggiore. Toda la región se encuentra repleta de bosques mágicos y paisajes de leyenda, a lo que se une un añejo sabor histórico y tradicional en sus aldeas perdidas o en la gastronomía que atesora este rincón de belleza inigualable (el embutido, los quesos y los platos preparados con castañas son típicos de toda la zona).

Locarno. Vista sobre el lago. Autor, Matthias Burch

                                                   Locarno. Vista sobre el lago. Autor: Matthias Burch

De crucero por el lago. Autor, Zigel

                                                             De crucero por el Maggiore. Autor: Zigel

6. Islas de Brissago. Son un grupo de dos islotes ubicados en la parte suiza del lago Maggiore, al sur de Locarno. San Pancrazio es la mayor de ellas y alberga el único jardín botánico de Suiza existente en una isla. Su historia es muy peculiar y se inicia en 1885, cuando fue a instalarse allí la baronesa Antoinette de Saint-Léger para crear un rincón dedicado al arte y la vida mundanal (el escritor irlandés James Joyce estuvo alojado allí). Tras su venta en 1927 fue adquirida por el alemán Max Emden, que la vistió de plantas exóticas e hizo construir el edificio actual, la dársena y el baño romano. Allí, cada tarde y en compañía de bellas mujeres, el místico propietario se colocaba al borde del agua y lanzaba una moneda. La ninfa que tras introducirse en el estanque conseguía recogerla compartía esa noche su lecho. En 1949 las islas pasaron a ser propiedad del cantón.

Vista del santuario Madonna del Sasso. Autor, Capitán Jen

                                              Vista del santuario Madonna del Sasso. Autor: Capitán Jen

Una vista de cine de la Piazza Grande. Autor, Mbeo

                                                  Una vista de cine de la Piazza Grande. Autor: Mbeo

Estrechas calles en el casco antiguo. Autor, Lyonel Kaufmann

                                             Estrechas calles en el casco antiguo. Autor: Lyonel Kaufmann

7. Cruceros por el Lago Maggiore. Gracias a los barcos de “Navigacione Lago Maggiore” puede realizarse un romántico y evocador viaje de 3 horas por el lago, disfrutando no solo de las hermosas vistas alpinas y de unas orillas cuajadas de bosques, aldeas y mansiones de piedra, sino también de las islas Borromeo, en el lado italiano, las islas de Brissago o el castillo de Cannero (siglos XI y XII), construido sobre una isla rocosa. Este castillo guarda una historia funesta de luchas sangrientas por su dominio, pero tras su decadencia a partir del siglo XVII el destino le brindó las más sorprendentes funciones: fue utilizado como base para pescadores; como refugio de contrabandistas, e incluso resultó ser el centro de operaciones de una banda de falsificadores.

Vista norcturna de la Piazza Grande. Autor, Patrick Stämpfli

                                              Vista nocturna de la Piazza Grande. Autor: Patrick Stämpfli

Nocturno en la Piazza Grande. Autor, Jody Sticca

                                                    Nocturno en la Piazza Grande. Autor: Jody Sticca

Islas de Brissago. Al fondo y a la izquierda, Locarno. Autor, ACP

                                           Islas de Brissago. Al fondo y a la izquierda, Locarno. Autor: ACP

8. Mirador de Cardada. Desde Locarno puede realizarse un espectacular viaje en funicular hasta Cardada, paraíso de paz y naturaleza salvaje a 1.340 metros de altura desde donde pueden admirarse unas espléndidas vistas de los valles alpinos próximos y las cumbres nevadas del Dufourspitze o el monte Rosa. Para los que quieran seguir ascendiendo existe la alternativa de tomar un telesilla hasta Cimetta, a casi 1.700 metros, base para realizar infinidad de excursiones de senderismo aptas para todos los gustos. La oferta se completa con refugios alpinos y 5 restaurantes a cual más tentador.

Puente de Salti en el Valle Verzasca, una de las excursiones más atractivas junto a Locarno. Autor, Tambako the Jaguar

 Puente de Salti en el Valle Verzasca, una de las excursiones más atractivas en Locarno. Autor: Tambako the Jaguar