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Nadando entre tiburones. Una experiencia de vértigo en el Oceanogràfic de Valencia

Nadando entre tiburones. Una experiencia de vértigo en el Oceanogràfic de Valencia

Uno de los atractivos más impactantes de la capital del Turia es el Oceanogràfic de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, todo un hito entre los acuarios a nivel mundial. De hecho, con más de 42 millones de litros de agua y 110.000 m2 de superficie, este parque está considerado como el mayor oceanario construido en Europa. Dentro del complejo, de diseño arquitectónico espectacular, el visitante tiene la oportunidad de realizar un recorrido por los más importantes y amenazados ecosistemas marinos. ¿Cómo lo hace? Incorporando módulos específicos, con visita independiente, donde es posible hallar desde los ambientes extremos del Ártico y Antártico, pasando por el ecosistema mediterráneo, el delfinario y los espacios de mar abierto, hasta la rica complejidad de los mares ecuatoriales y tropicales de todo el mundo.

Acuario de especies tropicales en el Oceanogràfic. Autor, Ciudad de las Artes y las Ciencias

                     Acuario de especies tropicales en el Oceanogràfic. Autor: Ciudad de las Artes y las Ciencias

Instalaciones del Delfinario en el Oceanográfic. Autor, Ciudad de las Artes y las Ciencias

                        Instalaciones del Delfinario en el Oceanográfic. Autor: Ciudad de las Artes y las Ciencias

Sin duda, la atracción estrella del Oceanogràfic es la experiencia real de bucear entre tiburones, cuarenta minutos de emociones impactantes entre algunos de los animales más bellos (y peligrosos) del océano. Entre ellos se encuentra el tiburón ángel, llamado también pez monje, un pequeño escualo con aspecto de raya habitante de los fondos costeros y con la peculiar costumbre de enterrarse a si mismo en el fondo arenoso, donde reposa a la espera de algún crustáceo o pececillo que se ponga a tiro para devorarlo. Si algún incauto se ofrece voluntario, este pez emerge repentinamente del suelo abriendo al mismo tiempo sus mandíbulas con velocidad pasmosa, y creando además un vacío que absorbe a su presa de forma casi instantánea y le permite tragarla entera. En general estos tiburones son casi inofensivos, y lo mismo cabe decir de otro de los inquilinos del oceanario: el tiburón nodriza o tiburón gato, llamado así por las prolongaciones que ostentan en su morro y que utilizan para localizar a sus posibles víctimas, enterradas en el fango del fondo marino. La mansedumbre de esta especie es tal que durante las inmersiones, los buceadores se acercan a ellos sin problema y montan sobre sus lomos igual que si fueran caballos marinos.

Buceando entre especies marinas en el Oceanogràfic de Valencia. Autor, Ciudad de las Artes y las Ciencias

        Buceando entre especies marinas en el Oceanogràfic de Valencia. Autor: Ciudad de las Artes y las Ciencias

Pero los protagonistas indiscutibles del Oceanogràfic son, evidentemente, el tiburón toro y el tiburón gris, dos de las especies costeras más grandes existentes. El toro puede alcanzar fácilmente los tres metros de longitud, y no debe confundirse en modo alguno con el tiburón toro anglosajón, aquí conocido como tiburón sarda, mucho más peligroso y responsable de la mayoría de los ataques a seres humanos en áreas costeras habitadas de todo el mundo. El tiburón toro no acarrea ningún riesgo y de hecho constituye una especie habitual de los acuarios por su comportamiento y fácil adaptación a la vida en cautividad. Que se sepa, es la única especie de escualo capaz de tragar aire en la superficie del agua para almacenarlo posteriormente dentro de su estómago, lo que le permite usarlo como un balón de aire para permanecer flotando entre dos aguas sin apenas mover un músculo (este comportamiento es inaudito entre los tiburones puesto que carecen de vejiga natatoria y, en consecuencia, las especies de mar abierto deben moverse de forma ininterrumpida si no quieren hundirse y perecer aplastadas en las profundidades).

Tiburón gris nadando cerca del fondo. Autor, Brian Gratwicke

                                            Tiburón gris nadando cerca del fondo. Autor: Brian Gratwicke

Tiburón ángel en fondos marinos de la Isla de Tenerife. Autor, Philippe Gillaume

                              Tiburón ángel en fondos marinos de la Isla de Tenerife. Autor: Philippe Gillaume

El tiburón gris se considera asimismo inofensivo para los humanos y puede encontrarse en muchos hábitats marinos, desde las áreas cercanas a la costa e influidas por las mareas hasta zonas relativamente alejadas del litoral, donde alcanza a veces profundidades de hasta 300 metros. Una peculiaridad de esta especie es el gran tamaño de sus aletas, mayores de lo habitual, lo que lo convierten en un pez muy apreciado por los pescadores. Las pesquerías comerciales capturan al tiburón gris sobre todo por su carne, así como para proveer de género a la exótica cocina oriental (la famosa sopa de aleta de tiburón), aunque hay que decir que este escualo es también muy valorado por los aficionados a la pesca deportiva. En cualquier caso, la persecución a que se le ha sometido ha supuesto un verdadero problema para sus poblaciones, reducidas considerablemente en los últimos años hasta el punto que está clasificado como especie poco abundante y amenazada de extinción, sobre todo en el Mediterráneo.

Tunel de Océanos y ejemplar de tiburón. Autor, Ciudad de las Artes y las Ciencias

                            Túnel de Océanos y ejemplar de tiburón. Autor: Ciudad de las Artes y las Ciencias

Tiburón toro. Autor, Richard Ling

                                                                    Tiburón toro. Autor: Richard Ling

Por supuesto, la experiencia de nadar entre tiburones del Oceanogràfic pretende ser un acontecimiento para disfrutar de la vida salvaje en los océanos, y no es ni mucho menos una actividad de riesgo. Tras una charla donde se explican las especies más importantes que vamos a encontrar (además de las especies citadas, existen otras tan atractivas como el pez sierra o los peculiares peces luna), los visitantes se dirigen al tanque preparado al efecto con una profundidad de 6 metros, donde el equipo técnico facilita a los visitantes todo lo necesario para la inmersión. De esta forma, en un espectacular paseo cuya duración aproximada es de 45 minutos, el afortunado turista submarino recorre los distintos ambientes del tanque efectuando periódicamente una serie de paradas, a fin de observar las especies propias de cada uno de ellos. En definitiva, se trata no solo de una inmersión agradable entre amigos y apasionados de la adrenalina, sino de toda una experiencia vital: la de sentirnos por un momento los reyes del océano, deleitándonos junto a los instructores con la grandiosidad de la vida submarina y nadando en compañía de algunas de las especies más bellas del planeta: mantas de todo tipo, peces luna, meros de gran tamaño, tiburones leopardo, monje, grises… Toda una sinfonía para los sentidos imposible de olvidar.

Oceanogràfic de Valencia. Autor, Ciudad de las Artes y las Ciencias

                                       Oceanogràfic de Valencia. Autor: Ciudad de las Artes y las Ciencias

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Somiedo. El misterio de la otoñada y caída de la hoja

Somiedo. El misterio de la otoñada y caída de la hoja

Llegan los últimos meses del año, y sin faltar a la cita comienza el espectáculo de la otoñada y la caída de la hoja en numerosos bosques españoles. Quizás sea Somiedo, en Asturias, el lugar más a propósito para disfrutar del baile cromático que ofrece la naturaleza por estas fechas, cuando los tonos rojos, amarillos y anaranjados campean a sus anchas entre el verde de los prados para despedir, una vez más, a la benigna estación estival. El Parque Natural de Somiedo es uno de los espacios protegidos más importantes de España, y fue declarado Reserva de la Biosfera en el año 2000. En su agreste territorio pueden contemplarse todavía las famosas cabañas pasiegas, utilizadas desde antiguo por los pastores trashumantes; los pastos altos para el ganado, también denominados brañas; o ríos montanos como el Pigüeña, el Valle o el propio de Somiedo, que se abren paso a través de profundas hondonadas cubiertas de robledales y hayedos, y donde el oso es sin duda el representante animal más apreciado.

Somiedo es el paraíso de montaña por excelencia de la cordillera Cantábrica, y el lugar que hemos elegido para ilustrar uno de los fenómenos más admirados y fotografiados del mes de octubre… ¿Cuál el secreto que se esconde detrás de este despliegue colorista? ¿A qué se debe en realidad el misterio de la otoñada, un fenómeno que se repite año tras año y que precede a la desnudez de los bosques norteños durante el invierno?

2. Los tonos anaranjados del otoño. Autor, Aitor garcía Viñas

Los tonos anaranjados del otoño. Autor, Aitor garcía Viñas

3. Paisaje de otoño en Somiedo. Autor, Cangués

Paisaje de otoño en Somiedo. Autor, Cangués

Las hojas, gracias a la presencia de clorofila en grandes cantidades, producen a lo largo de su vida útil todos los alimentos que la planta necesita para crecer. Los métodos que utiliza para ello exigen que sean planas, a fin de captar la luz del sol, y finas para permitir que los gases y el vapor de agua se difundan libremente a su través. En zonas tropicales, con su abundante calor y humedad, esta forma no presenta problema alguno. Pero allí donde el clima se recrudece en ciertas estaciones del año, las hojas sufren y resultan muy vulnerables.

 

4. La proximidad del invierno. Autor, Gerald Brazell

La proximidad del invierno. Autor, Gerald Brazell

Éste es el caso de las tierras más norteñas, como en Europa y en gran parte de la Península Ibérica. A medida que el año se acerca a su fin, los días se vuelven más cortos y se reduce el número de horas hábiles para el funcionamiento de las hojas. Bajo estas condiciones ya no puede producirse el alimento, y muchas plantas dejan realmente de estar activas. En latitudes elevadas, además, el frío hace que el suelo se hiele al llegar lo más duro del invierno, por lo que la humedad que contiene queda atrapada en forma de hielo, y las raíces de las plantas ya no pueden extraerla. Las células de las hojas también corren peligro de helarse. Si ello ocurriera, los tejidos reventarían y la hoja se destruiría.

 

5. Puerto de Somiedo. Autor, Pena Muxiven

Puerto de Somiedo. Autor, Pena Muxiven

6. Dorados junto al río. Autor, d'Antela

Dorados junto al río. Autor, d’Antela

Con estas condiciones solo los árboles provistos de hojas duras y especiales, a menudo en forma de aguja, pueden mantener su actividad durante el invierno y seguir alimentándose sin demasiados problemas. Es lo que ocurre con la inmensa mayoría de las coníferas siempre verdes, y debido a ello predominan en zonas extremas de alta montaña donde otras especies no pueden sobrevivir. Pero los árboles de hoja ancha deben prescindir de su “fábrica de alimento” si no quieren correr el riesgo de helarse. De esta forma, robles, hayas, olmos, chopos, abedules y el resto de especies caducifolias revelan por estas fechas el proceso que todos conocemos como “otoñada”, y que nos anuncia de manera inequívoca la proximidad del frío extremo y de la nieve.

 

7. Montañas del Parque Natural, y otoño. Autor, Óscar Ramos

Montañas del Parque Natural, y otoño. Autor, Óscar Ramos

Todo comienza sin embargo mucho antes. En realidad, debido a las peculiaridades de la órbita terrestre, la señal es lanzada ya en el inicio de la estación estival. A finales de junio y tras el solsticio de verano, el día más largo del año, las jornadas van haciéndose imperceptiblemente más cortas, y con la bajada otoñal de temperaturas y las primeras inclemencias del tiempo, los árboles “intuyen” dichos cambios y aceleran el proceso. Así, una de sus primeras precauciones consiste en cubrir las tiernas yemas con escamas duras y coriáceas, que las protegerán del frío y la desecación hasta la llegada de la primavera.

 

8. Otoño y fabada asturiana, la mejor combinación. Autor, Doctor Canon

Otoño y fabada asturiana, la mejor combinación. Autor, Doctor Canon

9. Cabañas pasiegas y nubes bajas de Somiedo. Autor, Nepuerto

Cabañas pasiegas y nubes bajas de Somiedo. Autor, Nepuerto

La pérdida de las hojas se debe a una combinación de factores físicos y biológicos inducida por la acción de un compuesto denominado ácido abscísico. Con la acumulación de esta sustancia, producida de manera natural en muchas plantas, el árbol “sabe” que ha llegado la hora de desprenderse de su follaje y pone en marcha el proceso que desembocará en el parón invernal. La presencia del ácido impide además que broten nuevas hojas antes de la fecha prevista, lo que podría ocurrir en los breves periodos de buen tiempo que a menudo se suceden hacia la mitad del invierno. En cualquier caso, la caída de las hojas es motivo de estrés para los árboles caducifolios, que deben desprenderse de una gran cantidad de materia aparentemente inservible y reducir al mínimo su actividad biológica.

 

10. Reflejo de otoño en el lago. Autor, Bert Kaufman

Reflejo de otoño en el lago. Autor, Bert Kaufman

Antes de que esto suceda, sin embargo, los árboles reutilizan al máximo todos sus compuestos útiles: la clorofila se descompone en unidades menores que migran hacia las ramas, y lo mismo ocurre con otras sustancias como vitaminas, azúcares e incluso sales minerales. La hoja pierde su flexibilidad al retirarse la savia que la mantenía viva, y las tonalidades verdes propias del verano desaparecen poco a poco, dando paso a los bellos colores propios de nuestros bosques en el mes de octubre. Estos tonos otoñales tienen en realidad dos orígenes: los pigmentos rojos, por ejemplo, se sintetizan de nuevo cada otoño, probablemente para proteger a la hoja moribunda de los nocivos rayos ultravioleta del sol. Los amarillos y naranjas, en cambio, son pigmentos presentes siempre en las hojas y que se vuelven visibles solo con la desaparición de la clorofila, la sustancia que aporta el color verde dominante durante el resto del año.

 

11. El río Pigüeña, uno de los cuatro existentes en el Parque. Autor, Niño Pera

El río Pigüeña, uno de los cuatro existentes en el Parque. Autor, Niño Pera

12. Hojas de roble durante el otoño. Autor, Mr Porse

Hojas de roble durante el otoño. Autor, Mr Porse

En el momento crítico de la caída de la hoja, los tejidos unidos al tallo desarrollan dos capas de células muy especiales: la primera, más cercana al limbo foliar, es gelatinosa y quebradiza para que la más leve brisa permita desprenderlas en grandes cantidades y dejarlas caer revoloteando hasta el suelo; la segunda, más cercana al tallo, es dura y de textura similar al corcho, lo que servirá para sellar la zona de ruptura cuando se desprenda la hoja. El proceso se debe curiosamente a una sustancia que las plantas producen diariamente, el etileno, y que es conocido asimismo por su utilización comercial para acelerar la maduración y caída de muchos frutos (la famosa frase «una manzana podrida echa a perder el cesto» tiene precisamente en el etileno su fundamento científico puesto que, cuando una fruta madura desprende etileno, acelera la maduración de las frutas que se encuentran alrededor).

 

13. Espectacular vista del Lago de Valle, en Somiedo. Autor, Ignaciofedz

Espectacular vista del Lago de Valle, en Somiedo. Autor, Ignaciofedz

¿Interrumpen realmente su crecimiento los árboles de hoja caduca durante la estación invernal? Sin duda, y hay una manera muy sencilla de comprobarlo: durante el verano, cuando las hojas producen alimento y el crecimiento alcanza su vigor máximo, los troncos aumentan su circunferencia. Sin embargo, a medida que avanza el otoño y se pierde el follaje estival, estos árboles entran en un periodo de carestía y las nuevas células son cada vez más pequeñas, hasta que a mediados del invierno su producción se detiene por completo. El cambio anual produce un anillo graduado en la madera del tronco, fácil de ver si se secciona con una sierra mecánica, y es precisamente la cantidad de anillos en un árbol lo que revela de cuántos veranos ha disfrutado, y también cuántos inviernos de penuria ha superado con éxito. Es más, las dimensiones de los anillos (anchos durante los años buenos, estrechos durante los malos) constituyen un registro perfecto de las variaciones del clima a lo largo de la vida del árbol.

Éste es el secreto de la portentosa belleza de Somiedo durante estas fechas: los colores del ocaso pintados en laderas y valles, y el ciclo de la vida vegetal a punto de cerrarse ante la proximidad del invierno. Todo volverá a renacer, no cabe duda. Pero hasta entonces… El espectáculo está servido.

 

14. Hojas caídas. Autor, Ramón Peco

Hojas caídas. Autor, Ramón Peco

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En tierras del Pirineo y el Alto Cinca. La leyenda del Monte Perdido

En tierras del Pirineo y el Alto Cinca. La leyenda del Monte Perdido

En las tierras pirenaicas del Alto Cinca, en Aragón, se dice que el frío camina a voces y el invierno se entretiene junto a las cumbres tejiendo largos mantos de hielo. Pero más cierto que este dicho es la costumbre de los lugareños a la hora de arrimarse al fuego en noches oscuras, con el ganado bien a resguardo en bordas y corrales, para rememorar una y mil veces los hechos que dieron origen a la montaña más alta de todas: La reina del Sobrarbe, tal y como es conocida y nombrada con asombro en las cuatro esquinas de la región. A menudo el aire se arremolina allí creando grises velos y torbellinos de nieve, que envuelven en un denso manto los precipicios de roca como si quisieran con ello esconder el rostro de la montaña, hacerla invisible al viajero desprevenido. Pero vecinos, pastores y leñadores saben que sigue allí: sobre el Balcón de Pineta, en el lugar donde se sitúan las fuentes que dan origen al Cinca, el río de los Nabateros. Para ellos es, simplemente, el Monte Perdido. Y el lugar maldito donde una vez se extravió y desapareció para siempre cierto pastor de ovejas…

OLYMPUS DIGITAL CAMERA                                                             Lirio en el valle de Pineta. Autor: Jbenayas

El lugar donde hoy se levantan los imponentes riscos de Pineta no fue antaño más que una extensión de prados y aulagares donde en verano los pastores del Sobrarbe llevaban a pastar su ganado desde las aldeas vecinas. La cascada del Cinca no existía, y nadie había oído hablar nunca en el país de la esquiva flor del edelweiss, ni de neveros, aristas o fríos ibones de aguas verdeazuladas. En su origen el aire corría allí tibio, los lirios y las gencianas se arremolinaban en las laderas herbosas y el río Cinca, mucho más modesto que ahora, vagabundeaba por los ribazos en amplios meandros bordeados de cañizo y choperas dispersas, donde los pastores de ovejas se tumbaban a la sombra tras el trasiego con los rebaños esperando en grata compañía la hora del regreso. Uno de estos pastores, sin embargo, no era como los demás. Hosco y de pocos amigos, gustaba de apartarse discretamente hacia la parte más alta del río donde crecían grandes masas de boj y hayas de aspecto colosal. El pastor de ovejas era aficionado a tallar con su cuchillo figuras y utensilios de madera que luego vendía en la aldea a los nabateros y carboneros que por allí transitaban. Y así pasaba las tardes entre las ramas de aquellos arbustos, aislado de los demás, ensimismado con sus tallas y sus figuras de formas caprichosas, de faz tan descarnada y adusta como la suya.

3. Pastor del Pirineo. Autor, Javier Falcó

                                                                Pastor del Pirineo. Autor: Javier Falcó

4. Cabaña de pastores en los Llanos de La Larri, junto a Pineta. Autor, Joan Simon

                             Cabaña de pastores en los Llanos de La Larri, junto a Pineta. Autor: Joan Simon

Ocurrió pues que, cierta tarde en que había quedado solo tras el regreso de sus compañeros, un hombre encorvado y de aspecto miserable que venía caminando a orillas del río se le acercó y le dijo: “Llevo mucho tiempo sin probar bocado. Deme algo de comer, Dios se lo pagará”. El desconocido era ciertamente un pobre hombre que no tenía donde caerse muerto. Sus ropas eran andrajos, caminaba con la ayuda de un bastón y sus pies se encontraban descalzos, sucios y desollados por el constante deambular entre las aliagas y rocas del sendero. El rostro aparecía además demacrado, prueba de que no había tomado bocado al menos en varios días. “Deme algo de comer. Dios se lo pagará” repitió el mendigo, pero el pastor, tras mirarlo de arriba abajo, escondió su hato de comida y siguió tallando la madera ajeno a los sufrimientos del desconocido. La tarde fue cayendo sobre la campiña y el mendigo insistía. Le habló de largas jornadas sin un mendrugo de pan que llevarse a la boca, del frío que pasaba al caer la noche y de las veces en que, falto de un lugar donde cobijarse, se había visto obligado a dormir sobre la dura tierra con el viento por único compañero contra la soledad. Siguió insistiéndole con toda el alma, mas el pastor, duro de corazón, lo apartó de su lado y no quiso prestarle oídos a pesar de su necesidad.

5. Valle de Pineta desde La Larri. Autor, Juan Simon

                                                      Valle de Pineta desde La Larri. Autor: Juan Simon

Cuenta la leyenda que instantes después de negarle auxilio al mendigo, el valle quedó súbitamente envuelto en un denso y frío manto de niebla. Aquel extraño desconocido había desaparecido. Por momentos la bruma se hacía tan cerrada que el camino por donde había llegado se difuminó rápidamente en un gris uniforme, extraño, imposible de sondear más allá de unos pocos pasos. Nunca había conocido el pastor una niebla como aquella, de modo que, amedrentado, se levantó presuroso y junto a su perro fue a reunir al ganado que se encontraba disperso por los pastos. Hacía cada vez más frío. Llamó, gritó a pleno pulmón los nombres de cada animal, corrió de un lado a otro, pero el prado, el río y las colinas no le devolvieron ni tan siquiera el eco de sus voces. El hombre se encontraba solo y la nieve helada, que hasta entonces no había hecho acto de presencia, comenzó a caer entonces con una fuerza inusitada. En pocos minutos todo se congeló bajo un manto uniforme que crecía por momentos, más y más alto entre los cielos grises del Pirineo, mientras perro, pastor y ganado se perdían definitivamente tragados por la bruma. Nunca más se supo de ellos en el valle.

6. Detalle de la Ermita Nuestra Señora de Pineta. Autor, Titoalfredo

                                           Detalle de la Ermita Nuestra Señora de Pineta. Autor: Titoalfredo

Mucho tiempo después, en el lugar del Alto Cinca donde se extravió el pastor con su ganado, los vecinos de la aldea descubrieron al regresar a los pastos una nueva montaña. Ya no había allí prados, ni alamedas gráciles, ni colinas punteadas de gencianas y lirios entre las masas de aulagar. En su lugar, unos altos paredones de roca descarnada se elevaban inaccesibles como si quisieran asombrar al mundo con su faz altiva y cubierta de escarcha. El río ya no venía corriendo en lentos meandros sino que se precipitaba, sombrío y salvaje, para salvar las crestas peladas en un espectáculo que sobrecogía por su belleza, pero que también encogía el ánimo de los que hasta allí se aventuraban. Y alzándose sobre la roca y los bosques, subiendo siempre, más allá del fragor de las cascadas y del crepitar de los glaciares sin vida, dominando el corazón del Sobrarbe como una enorme bóveda construida de orgullo y soberbia, los pastores descubrieron en lo más alto un pico desconocido que brillaba incólume con los primeros rayos del día. Lo miraron y de seguido bajaron la vista, espantados. Porque en algún detalle de su perfil amortajado de nieblas reconocieron el rostro del pastor de ovejas que desapareció aquella noche, muchos meses atrás, tragado por la furia de la tormenta.

7. Espectacular vista de las paredes de Pineta. Autor, Sharnik

                                               Espectacular vista de las paredes de Pineta. Autor: Sharnik

8. Balcón de Pineta y Monte Perdido cubierto de nieblas. Autor, Xoxote

                                         Balcón de Pineta y Monte Perdido cubierto de nieblas. Autor: Xoxote

Los lugareños afirman que esta montaña, encaramada a los neveros que tapizan las alturas, la más formidable, impresionante y peligrosa del Pirineo, surgió como castigo divino para aquel pastor que negó su caridad al vagabundo. Pues este vagabundo no era otro que San Antonio, de quien se dice que al despedirse se acercó hasta él y le susurró al oído: “Te perderás por avaricioso, y allí donde te pierdas surgirá un gran monte, inmenso, tan grande como tu falta de caridad». Es por ello que el Monte Perdido está compuesto sólo de piedra y hielo, como el corazón del pastor, y que las rocas aisladas que tapizan su base no son sino lo que queda del rebaño que una vez fue suyo, y que pereció irremediablemente al igual que su cuidador durante aquella tormenta. Éste es sin duda el secreto mejor guardado de la región: el lugar, bajo la eterna mirada de las Tres Sorores, donde el frío camina a voces y el invierno, soñoliento, se entretiene junto a las cumbres tejiendo largos mantos de hielo.

9. Monte Perdido en la distancia. Autor, Juan del Pozo

                                                      Monte Perdido en la distancia. Autor: Juan del Pozo

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Ver con los oídos. La increíble habilidad de los murciélagos.

Ver con los oídos. La increíble habilidad de los murciélagos.

Una noche de verano de 1956 coincidieron varios amigos en la velada familiar organizada por el señor Roeder, un conocido zoólogo americano. La cena fue en el jardín, sosegada y perfecta, mientras alrededor de las lámparas revoloteaban infinidad de polillas y otros insectos como cualquier noche de julio. Durante la cena, alguien decidió que el ruido de un tapón de corcho húmedo deslizado por el borde del vaso (lo que produce un sonido agudo y desagradable) podría ser divertido para los asistentes. Sin embargo y tras ponerse a ello, ocurrió algo que superó todas las expectativas: las mariposas nocturnas de las lámparas, que hasta ese momento habían danzado inocentes en el aire nocturno, dejaron de volar y cayeron en bloque al suelo como fulminadas por un rayo.

¿Qué había ocurrido? En un primer momento se pensó que murieron presa de alguna convulsión originada por el repentino sonido. Pero al poco rato y una vez que el ruido cesó, los insectos volvieron sorprendentemente a la vida y retomaron su vuelo errático como si tal cosa. El Doctor Roeder, intrigado, repitió el experimento muchas más veces en las siguientes semanas y el resultado fue siempre el mismo. Afortunadamente un dato trivial vino a solucionar el misterio: las mariposas nocturnas eran particularmente sensibles a los ultrasonidos… y en concreto, a aquellos producidos por su mortal enemigo: el murciélago.

Murciélago de Herradura colgado de una viga. Autor, GaMip

                                              Murciélago de Herradura colgado de una viga. Autor: GaMip

Como ya es sabido los murciélagos vuelan durante la noche y no utilizan la vista para cazar (aunque no son totalmente ciegos), sino un complejo sistema de eco-localización basado en la emisión de sonidos imperceptibles al oído humano, y similar al que utilizan las sondas de pesca para rastrear bancos de peces. El eco producido cuando el sonido rebota en la presa o en algún obstáculo, es recogido y procesado por el animal gracias a sus grandes orejas dirigidas hacia adelante. Sencillamente, estos insectos captan con tiempo suficiente los agudos gritos producidos por el mamífero volador y se dejan caer al suelo para evitar ser devorados. Aún así la estratagema les sirve de poco, ya que los murciélagos poseen dones extraordinarios a la hora de orientarse o alterar drásticamente su vuelo, y desde luego son mucho más inteligentes que las mariposas. Ante la caída en picado de su víctima son capaces de calcular de forma instantánea la nueva velocidad y dirección, girar en el aire, trazar una trayectoria alternativa y atrapar finalmente al insecto en 6 de cada 10 intentos… ¡Y todo les lleva apenas un segundo!

El inocente murciélago que vemos todas las noches revolotear alocadamente en los paseos urbanos es, sin duda, uno de los ejemplos más deslumbrantes del mundo animal. Para estudiar sus habilidades se realizaron experimentos hace algunas décadas con el murciélago de herradura, muy común en nuestras cuevas, y los resultados fueron a todas luces sorprendentes. Si en un cuarto cerrado tendemos hilos finos por toda la habitación, difícilmente podrá un hombre moverse por ella sin tropezar en alguna de las hebras. Pero no ocurre así con el murciélago: gracias a su sistema de eco-localización, un individuo pudo volar durante horas dentro del cuarto a oscuras y con cientos de hilos cruzados por todas partes sin chocar con ellos ni una sola vez. Por decirlo de una manera clara, este animal “ve” con las orejas.

Murciélagos volando en grupo. Autor, Dizfunkshinal

                                                     Murciélagos volando en grupo. Autor: Dizfunkshinal

Al anochecer los murciélagos vuelan por centenares en plazas o paseos, y sus chillidos, lanzados aparentemente al azar, se convierten para el observador humano en un griterío constante y carente de todo sentido. Sin embargo hoy sabemos que cada individuo puede distinguir el eco de sus propios gritos en medio de centenares de voces similares, y que gracias a ello es capaz de atrapar a su presa sin confusión posible. Es más: cada murciélago conoce por el tono de su “voz” a sus compañeros de caza de forma individual. Si al oír el eco de un colega considera que es más débil o de un rango inferior, lanza un grito de aviso y le arrebata con rapidez la presa delante de sus propias narices. Los insectos voladores no son las únicas víctimas de los murciélagos: en las zonas áridas del sudoeste de África, por ejemplo, viven especies cuyo plato favorito lo constituyen los escorpiones. Atrapan a estos peligrosos animales (que podrían matarlos en un minuto con el veneno de su aguijón) volando con gran agilidad a ras de suelo para acercarse a su víctima, y siempre de forma que el extremo de la cola quede hacia arriba. Una vez en sus garras la llevan a un sitio seguro donde proceden a colgarse boca abajo, cortan de un mordisco el dardo mortal y después la devoran tranquilamente. El Come-ranas de América del Sur se alimenta exclusivamente de anfibios y es capaz de saber solo por el eco el tamaño de la presa (sería fácil meterse en problemas de ser demasiado grande), o si se trata de una especie comestible o venenosa. Existen incluso murciélagos pescadores extraordinariamente hábiles que vuelan a ras de agua en completa oscuridad, localizan a los peces bajo la superficie y, una vez hecha la elección, hunden las patas rápidamente para agarrar a la presa y llevársela a su guarida. Todo sin apenas cometer fallos. ¿Cómo lo hacen? Todavía es un misterio sin respuesta.

Murcielago común en la mano, Autor, Mnolf

                                                            Murciélago común en la mano. Autor: Mnolf

Pero la habilidad de estos animales todavía es mayor cuando se trata de orientarse, ya que cada murciélago guarda en su cerebro un mapa detallado al milímetro del entorno. Así pues, son capaces de volar “de memoria”. Un sencillo experimento realizado por el investigador norteamericano Donald R. Griffin en los años treinta del pasado siglo, lo demostró sin género de dudas: el profesor Griffin contó alguna vez que tenía un murciélago domesticado en su casa, el cual para dormir utilizaba una jaula para pájaros con la puerta abierta. Tras una movida noche de caza, el animal regresaba puntualmente al amanecer hasta el rincón donde se encontraba la jaula, hacía un brusco movimiento hacia abajo en forma de S y pasaba derecho por la abertura sin equivocarse jamás. Una vez dentro procedía a girarse para colgar cabeza abajo de la barra interior, donde pasaba todo el día en un profundo y merecido sueño. Un día, con el fin de probar si efectivamente los murciélagos volaban guiándose solo de la memoria, el doctor retiró la jaula conservando únicamente la barra interior: aquella mañana su amigo el murciélago no notó el cambio, y realizó la misma cabriola en S para introducirse en el dormitorio como si el cristal y los barrotes no hubiesen desaparecido. ¿Casualidad? No. ¡Así lo siguió haciendo durante semanas! Evidentemente “había aprendido” tiempo atrás a entrar en la jaula sin echar mano de la eco-localización, y desde entonces utilizaba siempre este mapa interno ajeno a los cambios que pudiesen producirse en su entorno.

El astuto Griffin fue más allá en su estudio y lo sometió a una prueba más. Una noche, en ausencia del inquilino, retiró también la barra donde se colgaba para dormir. El murciélago llegó horas después como de costumbre, ahíto de comida, hizo la maniobra en S, giró en el aire para colocarse cabeza abajo y al ir a coger la barra se encontró… con el vacío. Al faltar el soporte al cual se agarraba habitualmente, el animal quedó confundido y no tuvo tiempo de reaccionar, por lo que cayó pesadamente al suelo. Como es lógico, nunca más volvió a confiar en su malvado cuidador.

Murciélago comedor de frutas. Autor, Frank Starmer

                                                      Murciélago comedor de frutas. Autor: Frank Starmer

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Por qué es blanca la Laguna Blanca de Villahermosa

Por qué es blanca la Laguna Blanca de Villahermosa

A principios de los años noventa del pasado siglo, en la zona del nacimiento del río Pinilla y a 900 metros de altura, la primera de las lagunas de Ruidera se secó por completo durante varios años. Desde lejos podía observarse con nitidez un gran espacio en blanco de forma triangular, cercado por la exuberante vegetación de sabinas, carrasca y monte bajo que caracteriza toda la zona. El verde cimbreante de juncos y espadañas o el más sólido de los álamos, contrastaba vívidamente con una amplia extensión de arena de un blanco deslumbrante, más a tono con los paisajes caribeños que con la vieja piel de toro ibérica. Hoy la Laguna Blanca, que tal es su nombre, vuelve a estar rebosante de agua después de una serie de inviernos notablemente lluviosos, pero todavía sorprende para quien pasea por sus orillas el color nacarado de sus arenas ¿A qué se debe este fenómeno?

Río Pinilla

Río Pinilla

En años húmedos, la Laguna Blanca toma un color turquesa muy característico debido al azul de su superficie combinado con la arena blanquísima y de aspecto pulverulento que tapiza sus fondos, totalmente limpios de vegetación. Es esta peculiaridad, unida a sus aguas templadas y poco profundas, la que la hace tan especial para el bañista y viajero. Se cree que la laguna era conocida por su nombre actual a principios del siglo XIII, y que los primeros habitantes de la comarca convivían ya con los ciclos de vaciado y llenado que la caracterizan. El color blanco aparece también en otras toponimias. Así, una vez pasado el manantial de los Zampuñones y la propia laguna, al río Pinilla se le conoce también en los mapas como Vado Blanco.

El origen de estos sedimentos está íntimamente ligado al propio origen de Ruidera. Las tierras que rodean este afloramiento de agua, enclavadas en la actual comarca del Campo de Montiel, se extienden sobre un basamento de piedra caliza de colores claros, rosados y grises, un potente banco rocoso con un espesor medio que oscila entre los 100 y 150 metros. Esta roca es muy conocida en todos los pueblos de la zona al utilizarse tradicionalmente para fabricar la cal usada en el enjalbegado de las paredes. Antiguamente también se cubrían de cal los troncos de los árboles (como es el caso de los cipreses en muchos cementerios de la comarca) ya que se consideraba un excelente remedio contra el ataque de los insectos.

La Laguna Blanca en los años 70. Juan Antonio Resa

La Laguna Blanca en los años 70. Autor: Juan Antonio Resa

La roca caliza está compuesta de carbonato cálcico, que puede disolverse fácilmente con el agua de lluvia. Este fenómeno tiene una gran importancia en la creación de los llamados paisajes kársticos y básicamente se debe a la existencia en el agua de un ácido muy débil llamado ácido carbónico. El ácido horada poco a poco la roca para formar grandes cavidades, como la famosa cueva de Montesinos, y determina que el agua se cargue de una gran variedad de sales disueltas entre las que se encuentra el bicarbonato, lo que le aporta su “dureza” característica.

Después de un prolongado viaje subterráneo las aguas afloran a la superficie en las propias cubetas de las lagunas, así como en algunos manantiales de renombre como el de los Zampuñones. Una vez fuera, el agua sufre un cambio brusco que afecta al equilibrio de sales disueltas en su seno. Al disminuir la presión el ácido carbónico se descompone para formar agua y gas carbónico, que se escapa a la atmósfera en un proceso similar al que se produce cuando destapamos una gaseosa. Pero en Ruidera este fenómeno adquiere una importancia trascendental ya que al reducirse la proporción de ácido, el bicarbonato disuelto precipita y tiende a crear de nuevo la roca original. Así se forman las estalactitas y estalagmitas en cuevas de todo el mundo, y también una roca porosa y frágil muy abundante en el complejo de Ruidera: el travertino.

El travertino se utiliza frecuentemente en construcciones decorativas, belenes, etc. debido a su ligereza y apariencia retorcida, casi barroca. Es sabido que gran parte de los monumentos e iglesias de la Antigua Roma estaban fabricados con este material. Los travertinos se suelen formar en las inmediaciones de surgencias de agua subterránea y en lugares con abundante vegetación acuática. En estas condiciones el carbonato precipita con facilidad sobre la materia vegetal, conchas de moluscos y otros diminutos seres de agua dulce, conservando siempre los moldes o impresiones de los mismos. Ciertamente, cuando observamos una de estas rocas en detalle sorprende comprobar la ingente cantidad de ramas, hojas, cortezas, tallos y pequeños animales que la componen, todo ello convertido en piedra como por arte de algún hechizo milenario.

Laguna Conceja y río Pinilla, en Ruidera

 Laguna Conceja y río Pinilla, en Ruidera

Laguna Blanca

Las típicas arenas blancas y aguas color esmeralda de la Laguna Blanca. Villahermosa

Sobre un paisaje de serena majestuosidad se abre en abanico el gran valle excavado por el río Pinilla. Un aguilucho lagunero remonta con giros cada vez más amplios la tersa superficie de la Laguna Blanca. A mediodía todo está tranquilo, y en las aguas color turquesa campean a sus anchas cientos de ánades reales, somormujos y fochas comunes conformando un paisaje idílico que contrasta vivamente con la sequedad del paisaje manchego. Donde hay agua la vida se manifiesta intensamente. Pero es precisamente esta roca tan propia de Ruidera, el travertino (o toba caliza, como también se la conoce) la responsable última de la blancura de sus fondos y de las dunas coronadas de juncos que la circundan. Sólo de ella ha surgido el encanto que lo impregna todo: creándose primero en los manantiales y a lo largo del cauce del río Pinilla; erosionada después en innumerables partículas llevadas río abajo por la corriente; arrastrada finalmente por el viento para formar espesas capas de polvo nacarado, que poco a poco cubrieron el valle durante los periodos en que la laguna se hallaba seca. Solo la lenta pero constante tarea de los elementos en su empeño por pulverizar la roca, una tarea imperturbable a lo largo de milenios, ha podido tejer el tapiz de esta “blanca arena” que caracteriza a la Laguna Blanca y le da nombre. Y es sin duda una peculiaridad que no la desmerece en absoluto frente al sublime espectáculo de sus hermanas mayores, hijas todas de la inmortal Ruidera de Cervantes:

“Solamente faltan Ruidera y sus hijas y sobrinas, las cuales llorando, por compasión que debió de tener Merlín de ellas, las convirtió en otras tantas lagunas, que ahora en el mundo de los vivos y en la provincia de la Mancha las llaman las lagunas de Ruidera”.

Plaza e Iglesia gótica de Villahermosa

Plaza e iglesia gótica de Villahermosa