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Lagunas de Ruidera, paisajes de Francisco García Pavón

lagunas de ruidera naturaleza

No es un espejismo. La belleza húmeda y agreste que nos embruja surge de improviso en el Campo de Montiel, con las lagunas de Ruidera, dispuestas a despojar del estereotipo de seca a La Mancha


La biografía de las aguas de Ruidera es rarísima en este rodal del Campo de Montiel. El que haya una lagunas tan nórdicas y hermosas en tierra tan poco lagunera como es España, y no digamos en esta altiplanicie manchega, ya es notable. Pero la manera que tiene de comportarse el Guadiana desde su alumbramiento hasta renacer en los Ojos del Guadiana, junto a Villarrubia de los Ojos, supone la historia de río más única que se conoce.

Y es que en La Mancha -la gente no se fija- todo es bastante raro.

Desde que el Guadiana toma forma de río y deja las Lagunas de Ruidera, después de la Cenagosa, ya pasada la aldea de Ruidera, y empieza a caminar enclenque por todos aquellos campos de Montiel, sin mayores fuerzas antaño, que para mover los molinos del Membrillo, el Curro, Santa María, San Juan, San José y ahora, para llenar cuando puede la presa del Pantano de Peñarroya, es toda una crónica.
Río canijo, cruzable en dos brazadas, que discurre entre juncos: el negro, el común, el bolita, y el de sapo. Entre bayunguillos y juncias redondas o castañuelas; a veces flanqueado de álamos blancos y negros, chopos lombardos y bastardos.

Y así que sus estrechas aguas alcanzan la gran anchura de San Juan, tierras calizas y esponjosas, empiezan sus filtraciones, y fatiga. Cruza el pueblo de Argamasilla de Alba sin aliento y, al llegar al molino de la Membrilla, lo traga la tierra y bajo ella camina siete leguas (unos 40 km) hasta resalir, como lágrimas abundosas, por los Ojos del Guadiana.

Ya decía Plinio el latino o el viejo, según, (no Manuel González, “Plinio” el de Tomelloso), que el río Anas –Wādi Ana, para los árabes- tenía en la llanura un puente de siete leguas sobre el que pastaban los rebaños.

Sin embargo, los sabios posteriores, aseguran que esas aguas resurgentes que lavan los Ojos de Villarrubia, no son todas las que se tragó el terreno por las llanezas de San Juan, del Guadiana Alto, sino que una buena parte son recaudo de las nuevas filtraciones de las lluvias en el llano manchego. Es decir, que aquel Guadiana que renace junto a Daimiel, y engorda en su largo camino hasta pasar por Badajoz y Portugal como río señor, tiene poco que ver con el maravilloso espacio natural de las Lagunas de Ruidera, lleno de vicisitudes y escamoteos.

“…Según el color del travertino sea dorado o gris azulado o verdoso, cada laguna parece un topacio o una perla o un zafiro o una esmeralda. Tan transparente es el agua, que, desde las alturas, se puede ver el vientre nacarado de las carpas. En torno, el silencio es tan profundo que se oiría el paso del tiempo si no se oyera algo mejor de cuando en cuando: un silbo de un pastor…” (Vítor de la Serna. Nuevo Viaje de España. La Vía del Calatraveño. V)

Las Lagunas de Ruidera parecen pedir un contorno lírico; o tremebundo o infernario. Pero estas aguas están rodeadas de un paisaje manchego, de pocas alturas, sin verduras líricas ni rincones plácidos.
Monte bajo, cuñas arcillosas, tierra rota, sin disfrute ni bucolismo. Humildes paisajes de salvias, espartos, tomillos y romeros color verde viejo. Esoliegues, marrubios y lentiscos. Espinos, aliagas y velerzas.

Paisaje villano y desarreglado, que sin los montes que le talaron hace años, no resulta encuadre adecuado a la suavidad de las aguas.

Contraste de rodeos cabrerizos con aguas lunarias. Colación de hadas frígidas entre lentiscos y cagarrutas. Los romanos y romanas blanquísimos que se bañaron aquí, dejaron las ropas terragosas y guerreras en las orillas del lagunario.

Este contraste de aguas tersas y tierra desmañada, cuaja en belleza desusada, que punza con escalofríos chuscos y líricos, negros y luminares, como el viaje de Don Quijote entre cabrahígos y murciélagos, hasta el cuerpo insepulto de Durandarte. Sí; no extraña que Cervantes viese este panorama del alto Guadiana como obra merlinesca, que trocó a un escudero en río y a las hijas y sobrinas de la dueña Ruidera en lagunas.

Las lagunas son magia tétrica, cuerpos enaguados, insepultos. Un cuerpo de Durandarte mil veces repetido bajo las aguas. Una procesión de muertos palidísimos romanos y carolingios diciendo durante siglos la historia de sus amores frigorificados.

Y fuera, las ropas pastoreñas, las monteras y los zurrones esparcidos por los montes, las esquilas oxidadas de mil rebaños seculares entre los lentiscos, como frutos perdidos.

“… y yo prosigo mi viaje; pronto va a tocar a su término. Las lagunas de Ruidera comienzan a descubrir, entre las vertientes verdes y rojizas, sus claros, azules, sosegados, limpios espejos. El camino da una revuelta; allozos en flor – flores rojas; flores pálidas, bordean sus márgenes. Allá en lo alto, aparecen las viviendas blancas de la aldea de Ruidera; dominándolas, protegiéndolas, surge sobre el añil del cielo, un caserón vetusto…” (Azorín. La ruta de don Quijote. X)


Textos extraídos de la obra “Voces en Ruidera”, de Francisco García Pavón


Os invitamos a conocer las Lagunas de Ruidera a través de esta visita virtual:


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Naturaleza en Castilla – La Mancha (2ª parte)

Seguimos recorriendo los paisajes naturales que muestran el esplendor de Castilla – La Mancha, perfectos para cualquier escapada


PARQUE NATURAL DE VALLE DE ALCUDIA Y SIERRA MADRONA


El Valle de Alcudia es un lugar infinito, de suaves sierras de cuarcita e inmensas praderas que atrajeron hace siglos a enormes rebaños de ovejas en invierno para disfrutar de su clima suave y de sus pastos. Un lugar donde disfrutar de la naturaleza y de la tranquilidad. Pero en el Valle de Alcudia también podemos admirar sus bosques mediterráneos de robles, alcornocales, quejigos, madroños o encinas de porte majestuoso, algunas centenarias y milenarias. La riqueza paisajística de sus parajes se combina con más de cien especies de aves entre las que destacan las imponentes águila imperial ibérica, el buitre negro y la cigüeña negra, y fauna como el huidizo lince ibérico y la cabra ibérica, entre majadas, pastizales y bosques.
Sierra Madrona constituida por un relieve quebrado, crestones y pedrizas, con numerosos ríos y arroyos que serpentean contribuyendo a enriquecer el paisaje con los colores cambiantes de su vegetación y vertiendo sus aguas a los grandes ríos Guadiana o Guadalquivir. La zona presenta un número muy importante de puntos de interés geológico de diversa naturaleza como hoces, cañones y cluses fluviales, cascadas naturales, humedales estacionales o permanentes, pedrizas y crestones cuarcíticos relevantes, escarpes naturales, cavidades naturales, formas de origen volcánico y formas periglaciares pleistocenas notables.

El Valle también alberga manifestaciones de vulcanismo, que nos trasladan a un pasado geológico muy remoto, como son los monumentos naturales de Los Castillejos en la Bienvenida, o la laguna volcánica de La Alberquilla entre otros.
Acoge además manifestaciones y asentamientos desde la prehistoria hasta nuestros días: arte esquemático, yacimientos ibero-romanos, ventas cervantinas y de trashumancia, arqueología minera del XVIII y vestigios de oficios como carboneros, apicultores, pastores…
Y se ha convertido en un destino ideal para la observación del firmamento, astroturismo, por la escasa contaminación lumínica de sus cielos.





LA MANCHA HÚMEDA


Situada entre las provincias de Toledo, Cuenca y Ciudad – Real, la Mancha Húmeda alberga el complejo de lagunas salinas más extenso e importante de la Península Ibérica, con lagunas como la de Manjavacas en Mota del Cuervo, la Veguilla y Camino de Villafranca en Alcázar de San Juan, Salicor en Campo de Criptana, Laguna Grande de Quero, Peñahueca en Villacañas, Laguna Chica y la de la Sal en Villafranca de los Caballeros o las de la Vega y Retamar en Pedro Muñoz. Algunas de ellas son ideales para recorrer caminando sus orillas, conocer sus más que interesantes centros interpretación e incluso para tomar un baño y refrescarse en verano, como en las lagunas de Villafranca de los Caballeros.
Pero el principal atractivo de estas lagunas es la presencia de aves acuáticas y esteparias entre prados de albardín, una planta de suelos salinos parecida al esparto, así encontramos especies de aves estivales cómo el zampullín cuellinegro, malvasía cabeciblanca, cigüeñuela, avoceta, canastera, chorlitejo chico, pagaza piconera, chorlitejo patinegro y calamón, y aves invernantes cómo tarro blancos, aguja colinegra, archibebe común, zarapito real y andarrios grande, entre las más peculiares.
Además, podemos disfrutar del espectáculo de los flamencos que suelen desplazarse de unas lagunas a otras en determinadas épocas del año.





PARQUE NATURAL DE LAGUNAS DE RUIDERA


Aquel viajero que acude por primera vez a Ruidera y sus lagunas, cuando lo hace desde la llanura manchega, vasta y extensa, percibe la sensación de acudir a un oasis, un remanso de paz, bálsamo contra el frenético ritmo. «Y con Guadiana vuestro escudero, y con la dueña Ruidera, y sus siete hijas y dos sobrinas y con muchos de vuestros conocidos y amigos nos tiene aquí encantados el sabio Merlín a muchos años; y aunque pasan de quinientos no se ha muerto ninguno de nosotros, solamente falta Ruidera y sus hijas, y sobrinas, las cuales lloran, por compasión que debió tener Merlin de ellas, las convirtió en otras tantas lagunas, que ahora en el mundo de los vivos y en la provincia de La Mancha las llaman Las lagunas de Ruidera…”, Don Quijote de La Mancha, Capítulo XXIII, parte II, Miguel de Cervantes.

Más allá de las poéticas descripciones cervantinas, el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, enclavado en el Campo de Montiel, forma uno de los espacios naturales más interesantes de Castilla – La Mancha.
Un rosario de bellas lagunas, en la cabecera del Río Guadiana, que además de todo un espectáculo para los sentidos, son una curiosidad ecológica y geológica de primer orden tanto en España como en todo el ámbito europeo. Solo existe un ejemplo similar en los Lagos de Plitvice, Croacia.
El valor paisajístico y la especial belleza de las Lagunas de Ruidera se debe al intensísimo color de sus 15 lagunas: unas veces azul turquesa, otras verde cristalino, más propio de la idea que todos tenemos de lugares exóticos y tropicales. Y a las espectaculares y singulares barreras tobáceas: los travertinos, roca de gran fragilidad e indispensable protección.
El paisaje vegetal del Parque es muy diverso, abarcando desde formaciones boscosas autóctonas hasta una vegetación palustre. Las laderas y zonas altas están ocupadas por grandes encinas, carrascas, sabina albar y enebros.
Y referente a la fauna, más de 250 especies de vertebrados habitan en el Parque. De ellas, los mamíferos, por sus hábitos escondidizos y crepusculares, son los más difíciles de observar. Sin embargo, las aves, sobre todo las acuáticas, rápidamente llaman la atención. La mayoría se esconde entre la vegetación palustre que rodea la lámina de agua, como el rascón, la gallineta o el carricero tordal, cuyo inconfundible canto anima el carrizal. Entre las especies más emblemáticas destacan el aguilucho lagunero y el porrón moñudo. La focha común, el ánade real, el pato colorado, zampullín común o el somormujo lavanco también pueden ser observados en las lagunas.
Imprescindible las visitas a la cascada del Hundimiento, un salto de agua de más de 15 metros de altura que se formó como consecuencia de una enorme avenida de agua ocurrida en el año 1545, y a la literaria Cueva de Montesinos en Ossa de Montiel.
Y por supuesto es un espacio natural ideal para realizar actividades de ecoturismo, senderismo, ornitología, rutas guiadas, kayak, ciclismo…





CAMPO DE MONTIEL


La comarca del Campo de Montiel te ofrece un sinfín de lugares y actividades, convirtiéndose poco a poco en uno de los destinos turísticos más atractivos de Castilla – La Mancha.

Os invitamos a descubrir esta comarca citada hasta cinco veces por Miguel de Cervantes en su obra más universal “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha“. Sin duda, constituye el destino ideal para los que quieren conocer los auténticos escenarios del Quijote.

Un recorrido que bien puede comenzar en Villanueva de la Fuente. Aquí nos encontramos con las primeras estribaciones de la Sierra del Relumbrar, también denominada “pequeño Monfragüe“, uno de los espacios naturales más interesantes de toda la región, con valores faunísticos, botánicos, geológicos y paisajísticos muy importantes. En sus tierras no se puede dar un paseo sin tropezarse con manadas de jabalíes alimentándose de bellotas bajo enormes encinas en un sotobosque de aladiernos, brezos, jaras, cantuesos y mejoranas en el que también habitan ciervos y gamos.
Continuar en Terrinches por el espectacular paraje de las Hoces del Gongares o de San Isidro, desde donde podremos contemplar unas bellas vistas de Sierra Morena y la Sierra del Relumbrar, y donde los arroyos se unen y dibujan unas caprichosas hoces sobre elevaciones paleozoicas de pizarra.

Descubrir en Villahermosa un enclave paisajístico y ecológico de primer orden: el nacimiento del río Guadiana en el entorno de la Laguna Blanca, la primera del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Un bello paisaje jalonado de sabinas y enebros de impresionante porte. Y hacer una ruta de senderismo por los cursos de los ríos Azuer y Cañamares.

El valle del río Guadalén en Santa Cruz de los Cáñamos, la Sierra de Alhambra y las Cuevas de Huelma en Alhambra, los molinos hidráulicos del Jabalón en Montiel, la Sierra del Cristo en San Carlos del Valle, o las Cumbres, Cerro Lobo, Cabeza del Buey, los Clérigos, el Carrascalillo, el Cerro la Cruz o el Cerro Castellón en Torrenueva completan un recorrido espectacular de naturaleza y cultura por esta tierra. Todos estos parajes con infinidad de hierbas medicinales y aromáticas y de enorme valor cinegético.

En los cielos del Campo de Montiel es fácil observar ejemplares de águila real, águila imperial, aguilucho cenizo y aguilucho pálido, y buitres leonados. Y en la zonas esteparias avutardas, sisones, gangas, alondras de Dupont o alcaravanes entre otras aves.

Fauna y flora autóctona que nos acompañarán en todas las experiencias y actividades que nos ofrece la comarca: vías y caminos históricos milenarios, como el camino de Aníbal y la Vía Augusta; castillos y torreones, cómo el Castillo de la Estrella en Montiel; yacimientos arqueológicos prehistóricos, cómo el Castillejo del Bonete en Terrinches; villas romanas y santuarios medievales, cómo la Ontavia y Luciana; el maravilloso Conjunto Histórico – Artístico Nacional de Villanueva de los Infantes; el interesante patrimonio de Fuenllana, cuna de Santo Tomás de Villanueva y villa rural manchega por excelencia de toda la provincia de Ciudad – Real, descubierta con sorpresa a principios del siglo XX por el famoso fotógrafo francés Charles Alberty ‘Loty’;  el patrimonio literario de Torre de Juan Abad y Villamanrique; la monumental iglesia de Villahermosa; la joya barroca de San Carlos del Valle; el museo al aire libre de Yáñez de la Almedina; museos etnográficos y yacimientos arqueológicos de Villanueva de la Fuente y Alhambra…


LOS VOLCANES DEL CAMPO DE CALATRAVA


La provincia de Ciudad – Real nos ofrece un elemento geológico peculiar y diferente, sus volcanes ya extinguidos y que son fruto de una actividad volcánica desaparecida desde hace miles de años, pero que ha modelado un paisaje único en toda España. Las manifestaciones volcánicas, en torno a unas 300, se localizan principalmente en el centro de la provincia ocupando una superficie de unos 5.000 km2.
Cuesta creer que la única fumarola activa que existió en la Península Ibérica se encuentra a menos de cinco kilómetros de la monumental ciudad de Almagro.
Los Volcanes del Campo de Calatrava albergan ecosistemas perfectamente conservados y que reflejan a través de lagunas o suaves elevaciones lo mejor de la fauna y la flora Mediterránea.
No hay que perderse los enclaves volcánicos cómo la Laguna de la Alberquilla (Monumento Natural); La Inesperada, en Pozuelo de Calatrava; la Hoya de Cervera, en Almagro; la laguna volcánica de Cervera; la de Fuente Agria del Chorrillo y la de Caracuel. Las impresionantes formaciones como los Castillejos en La Bienvenida y el del Cerro de los Santos en Porzuna.

Imprescindible la visita al Volcán de Cerro Gordo, primer volcán museo de la península y que nos ofrece un más que interesante recorrido interpretativo de la volcanología de la comarca de Ciudad – Real y por su interior, y los volcanes Columba, Peñarroya, Cerro de La Santa Cruz, la Posadilla y Laguna, cuajado de cigüeñas, águilas reales y buitres.

La existencia de una actividad volcánica inferior a 10.000 años, ha dado lugar a que la región volcánica del Campo de Calatrava haya sido reconocida por el Smithsonian Institute de Estados Unidos como zona de actividad volcánica aún activa.


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Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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3 destinos para 3 vinos

Os proponemos un maravilloso viaje por tres de los rincones culturales y paisajísticos más importantes de la provincia de Ciudad – Real: Tomelloso, Ruidera y Villanueva de los Infantes


1. TOMELLOSO

Tierra de paso y cruce de caminos, la historia de Tomelloso es relativamente joven… “se comenzó a poblar en 1530 en tierras baldías de la villa de Socuéllamos, en torno a un viejo pozo utilizado por los pastores de la zona para abrevar a sus ganados”.
Muy pronto la naturaleza emprendedora de este pueblo unida a una desastrosa plaga de filoxera en otras comarcas españolas y francesas (historia rocambolesca para descubrir), haría de este lugar el gran centro de producción vitivinícola que es actualmente. Desde sus bodegas y cooperativas se “vende” mosto y vino a medio mundo.
La ciudad manchega de la pintura, la Atenas de La Mancha, cuna de artistas y escritores de fama mundial, pragmática y enérgica, sus gentes y sus vinos han influido en el pincel vital y realista de López Torres, los certeros e inolvidables relatos de Francisco García Pavón, sus bombos, chimeneas y antiguas cuevas – bodega.
Por su carácter, siempre preparado para celebrar una ocasión especial, os recomendamos un espumoso, brut nature que dirían los entendidos, de fermentación tradicional.

2. LAGUNAS DE RUIDERA

“Creadas por el encanto del mago Merlín…” reverberan las palabras de Cervantes en aquel visitante que contempla asombrado el entorno del Parque Natural de Lagunas de Ruidera. Como los aromas frutales de un vino tinto joven, los sentidos aquí quedan embriagados por la cascada de aromas que fluyen en la retina del visitante primerizo.
Aquel viajero que acude por primera vez a Ruidera y sus lagunas, cuando lo hace desde la llanura manchega, vasta y extensa, percibe la sensación de acudir a un oasis, un remanso de paz, bálsamo y conjura contra el frenético ritmo de la vida urbana.
Sus cristalinas aguas de un azul puro e intenso, con verdes contrastes en sus orillas de encinar, álamo, olmos, juncos, masiegas, matorrales, espinos… vigiladas por antiquísimas sabinas, albar de reserva, y enebros de buen porte.
Belleza kárstica única en España. Travertinos o barreras tobáceas singulares que otorgan a este espacio natural protegido una singularidad geológica y ecológica de primer orden en Europa.
Un vino idóneo para este tesoro natural lo encontraremos en un blanco frutal, de suaves toques florales y herbáceos. Aromas de romero, tomillo y brezo que Ruidera nos regala.

3. VILLANUEVA DE LOS INFANTES

En el Campo de Montiel, antaño tierra de frontera con la media luna y custodia de la Orden de Santiago, Villanueva de los Infantes pugna en orgullo, tradición y solera por ser la cuna de “aquel lugar del que Cervantes no quiso acordarse”. No en vano, sus calles adquieren el lustre y celo solariego, de sobrio invierno castellano y austero porte en sus fachadas.
Pasear por Villanueva de los Infantes con la mirada acostumbrada a descifrar la simbología de la cantería que ostentan sus fachadas, portadas y blasones, reporta al visitante la sorpresa de encontrar en este rincón escondido de La Mancha, un tesoro literal. Además en el doble sentido de la expresión. Pues la increíble belleza de su elegante patrimonio monumental labrado en la típica arenisca roja del Campo de Montiel, se impregna como las nieblas de otoño, con la atmósfera literaria que ha transitado sus calles desde que la cultura del Siglo de Oro abrió sus puertas en la singular Casa de Estudios.
Aquí Jiménez Patón impartió gramática. Quevedo distraía su destierro. Lope de Vega ignoraba a Cervantes. Y Cervantes, más grande que ninguno, olvidado por esa envidia inculta que en España se siente por los genios contemporáneos, olvidada a su vez, acordarse de esos lugares y esas gentes que bien conocía hasta el fondo de sus más profundas miserias.
En pocos lugares del mundo como en este pueblo con título de ciudad, se percibe la atmósfera caballeresca y fantástica que se lee en las páginas del Quijote.
Un buen vino, un buen crianza, delicado y cuidado, con historia y con un futuro que pasa por nuestro paladar a toda velocidad, será el elegido para descorchar en tan noble rincón.


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©


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Por qué es blanca la Laguna Blanca de Villahermosa

Por qué es blanca la Laguna Blanca de Villahermosa

A principios de los años noventa del pasado siglo, en la zona del nacimiento del río Pinilla y a 900 metros de altura, la primera de las lagunas de Ruidera se secó por completo durante varios años. Desde lejos podía observarse con nitidez un gran espacio en blanco de forma triangular, cercado por la exuberante vegetación de sabinas, carrasca y monte bajo que caracteriza toda la zona. El verde cimbreante de juncos y espadañas o el más sólido de los álamos, contrastaba vívidamente con una amplia extensión de arena de un blanco deslumbrante, más a tono con los paisajes caribeños que con la vieja piel de toro ibérica. Hoy la Laguna Blanca, que tal es su nombre, vuelve a estar rebosante de agua después de una serie de inviernos notablemente lluviosos, pero todavía sorprende para quien pasea por sus orillas el color nacarado de sus arenas ¿A qué se debe este fenómeno?

Río Pinilla

Río Pinilla

En años húmedos, la Laguna Blanca toma un color turquesa muy característico debido al azul de su superficie combinado con la arena blanquísima y de aspecto pulverulento que tapiza sus fondos, totalmente limpios de vegetación. Es esta peculiaridad, unida a sus aguas templadas y poco profundas, la que la hace tan especial para el bañista y viajero. Se cree que la laguna era conocida por su nombre actual a principios del siglo XIII, y que los primeros habitantes de la comarca convivían ya con los ciclos de vaciado y llenado que la caracterizan. El color blanco aparece también en otras toponimias. Así, una vez pasado el manantial de los Zampuñones y la propia laguna, al río Pinilla se le conoce también en los mapas como Vado Blanco.

El origen de estos sedimentos está íntimamente ligado al propio origen de Ruidera. Las tierras que rodean este afloramiento de agua, enclavadas en la actual comarca del Campo de Montiel, se extienden sobre un basamento de piedra caliza de colores claros, rosados y grises, un potente banco rocoso con un espesor medio que oscila entre los 100 y 150 metros. Esta roca es muy conocida en todos los pueblos de la zona al utilizarse tradicionalmente para fabricar la cal usada en el enjalbegado de las paredes. Antiguamente también se cubrían de cal los troncos de los árboles (como es el caso de los cipreses en muchos cementerios de la comarca) ya que se consideraba un excelente remedio contra el ataque de los insectos.

La Laguna Blanca en los años 70. Juan Antonio Resa

La Laguna Blanca en los años 70. Autor: Juan Antonio Resa

La roca caliza está compuesta de carbonato cálcico, que puede disolverse fácilmente con el agua de lluvia. Este fenómeno tiene una gran importancia en la creación de los llamados paisajes kársticos y básicamente se debe a la existencia en el agua de un ácido muy débil llamado ácido carbónico. El ácido horada poco a poco la roca para formar grandes cavidades, como la famosa cueva de Montesinos, y determina que el agua se cargue de una gran variedad de sales disueltas entre las que se encuentra el bicarbonato, lo que le aporta su “dureza” característica.

Después de un prolongado viaje subterráneo las aguas afloran a la superficie en las propias cubetas de las lagunas, así como en algunos manantiales de renombre como el de los Zampuñones. Una vez fuera, el agua sufre un cambio brusco que afecta al equilibrio de sales disueltas en su seno. Al disminuir la presión el ácido carbónico se descompone para formar agua y gas carbónico, que se escapa a la atmósfera en un proceso similar al que se produce cuando destapamos una gaseosa. Pero en Ruidera este fenómeno adquiere una importancia trascendental ya que al reducirse la proporción de ácido, el bicarbonato disuelto precipita y tiende a crear de nuevo la roca original. Así se forman las estalactitas y estalagmitas en cuevas de todo el mundo, y también una roca porosa y frágil muy abundante en el complejo de Ruidera: el travertino.

El travertino se utiliza frecuentemente en construcciones decorativas, belenes, etc. debido a su ligereza y apariencia retorcida, casi barroca. Es sabido que gran parte de los monumentos e iglesias de la Antigua Roma estaban fabricados con este material. Los travertinos se suelen formar en las inmediaciones de surgencias de agua subterránea y en lugares con abundante vegetación acuática. En estas condiciones el carbonato precipita con facilidad sobre la materia vegetal, conchas de moluscos y otros diminutos seres de agua dulce, conservando siempre los moldes o impresiones de los mismos. Ciertamente, cuando observamos una de estas rocas en detalle sorprende comprobar la ingente cantidad de ramas, hojas, cortezas, tallos y pequeños animales que la componen, todo ello convertido en piedra como por arte de algún hechizo milenario.

Laguna Conceja y río Pinilla, en Ruidera

 Laguna Conceja y río Pinilla, en Ruidera

Laguna Blanca

Las típicas arenas blancas y aguas color esmeralda de la Laguna Blanca. Villahermosa

Sobre un paisaje de serena majestuosidad se abre en abanico el gran valle excavado por el río Pinilla. Un aguilucho lagunero remonta con giros cada vez más amplios la tersa superficie de la Laguna Blanca. A mediodía todo está tranquilo, y en las aguas color turquesa campean a sus anchas cientos de ánades reales, somormujos y fochas comunes conformando un paisaje idílico que contrasta vivamente con la sequedad del paisaje manchego. Donde hay agua la vida se manifiesta intensamente. Pero es precisamente esta roca tan propia de Ruidera, el travertino (o toba caliza, como también se la conoce) la responsable última de la blancura de sus fondos y de las dunas coronadas de juncos que la circundan. Sólo de ella ha surgido el encanto que lo impregna todo: creándose primero en los manantiales y a lo largo del cauce del río Pinilla; erosionada después en innumerables partículas llevadas río abajo por la corriente; arrastrada finalmente por el viento para formar espesas capas de polvo nacarado, que poco a poco cubrieron el valle durante los periodos en que la laguna se hallaba seca. Solo la lenta pero constante tarea de los elementos en su empeño por pulverizar la roca, una tarea imperturbable a lo largo de milenios, ha podido tejer el tapiz de esta “blanca arena” que caracteriza a la Laguna Blanca y le da nombre. Y es sin duda una peculiaridad que no la desmerece en absoluto frente al sublime espectáculo de sus hermanas mayores, hijas todas de la inmortal Ruidera de Cervantes:

“Solamente faltan Ruidera y sus hijas y sobrinas, las cuales llorando, por compasión que debió de tener Merlín de ellas, las convirtió en otras tantas lagunas, que ahora en el mundo de los vivos y en la provincia de la Mancha las llaman las lagunas de Ruidera”.

Plaza e Iglesia gótica de Villahermosa

Plaza e iglesia gótica de Villahermosa