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Oleoturismo: rutas con Denominación de Origen en Castilla La Mancha

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La mejor forma de descubrir el aceite de oliva haciendo turismo sostenible en nuestra región

El olivo (olea europaea) junto con la vid y el cereal conforman la denominada triada mediterránea, es decir, aquellos productos básicos de la agricultura mediterránea que han constituido y constituyen uno de los pilares de nuestra alimentación y dieta.

Concretamente el olivo no solo es un producto alimenticio, sino que aparece asociado a la mitología, los primeros Juegos Olímpicos, así como a rituales de legitimación y poder. En definitiva, a las diferentes culturas que prosperaron y se establecieron a lo largo de todo el arco mediterráneo.

Los usos y aplicaciones del olivo son múltiples con unos beneficios y propiedades en campos tan diversos como la ebanistería, en la fabricación de jabones y cosméticos, como combustible, medicina, así como en nutrición y dietética para prevenir enfermedades cardiovasculares, colesterol, etc.

Igualmente, el olivo es uno de los árboles antiguos cultivados más tradicionales y extendidos a lo largo de toda la Cuenca Mediterránea. Su cultivo se remonta al Neolítico como así atestiguan los restos de hojas y huesos de aceituna encontrados en algunos yacimientos.

olivar castilla la mancha

Originario de Oriente Próximo, su introducción en la Península Ibérica vendría de la mano de los comerciantes fenicios a finales del II milenio a.C. generalizándose su cultivo durante la conquista y posterior romanización. Durante los ocho siglos de dominación árabe en la Península los musulmanes introdujeron nuevas técnicas de cultivo y extracción, así como, en el terreno lingüístico, palabras como aceite, aceituna, alcuza, almazara entre otras comenzaron a ser habituales llegando hasta nuestros días.

A modo de curiosidad, en nuestro país hay ejemplares de olivos que incluso llegan a superar los mil años de antigüedad. El más antiguo del que se tiene constancia se encuentra en Ulldecona, Tarragona, con una edad estimada de más de 1700 años.

El cultivo del olivo y la producción de aceite conocieron un verdadero impulso con la colonización de América a principios del siglo XVI abriendo nuevos canales de comercio con las Indias y, de esta forma, incrementándose las haciendas, explotaciones olivareras, molinos de aceite… Un periodo de esplendor que se alargaría hasta el siglo XVIII en plena Ilustración y el periodo de reformas borbónicas.

El desarrollo del olivo y su cultivo en Castilla – La Mancha se puede rastrear desde el siglo XVI como así demuestran varios tratados agrarios, así como las famosas relaciones histórico-geográficas de Felipe II (1575) en una época en la que proliferaban los famosos molinos harineros de viento dada las grandes extensiones de campos de cereal que poblaban La Mancha. Sin embargo, sería a finales del siglo XIX y principios del XX cuando se produciría la principal expansión de este cultivo en la región paralelamente a la extensión y consolidación de la vid.

aceite de oliva virgen extra

España es el país con mayor superficie de olivar del mundo

Traducido en cifras cerca de 2.580.577 ha están dedicadas en nuestro país al cultivo del olivo, de las cuáles 1.851.157 ha están cultivadas en secano y 729.420 ha están cultivadas en regadío. En Castilla-La Mancha la superficie dedicada al cultivo del olivo asciende a cerca de 445 mil ha.

En cuanto a las principales zonas cultivadas de nuestro país destacamos Andalucía en primer lugar cuyos extensos campos de olivos son uno de los paisajes mas característicos (sobre todo en la provincia de Jaén) con numerosas DO (Baena, Sierra de Cazorla, Montes de Granada etc) y variedades como la cornicabra, hojiblanca, manzanilla.

Otras zonas no menos importantes son Aragón (empeltre), Extremadura (corresgueña, verdial, manzanilla), Cataluña (arbequina), Levante (blanqueta, Villalonga, changlot real), Castilla – La Mancha (alfafara, cornicabra, gordal).

El cultivo del olivo en Castilla-La Mancha (segunda zona en extensión y producción oleícola después de Andalucía) puede encontrarse en llanura compartiendo terreno con los famosos viñedos o en zona de monte donde el olivo se encuentra más protegido de los rigores climáticos del invierno en esta zona.

De todas las variedades que se cultivan en esta área la cornicabra ocupa el 82% de la extensión total. Otras destacadas son la picual, salgar (sierra de Alcaraz), changlot real (próxima a zonas de Levante), gordal, manzanilla, menuda que pueden verse en el Campo de Hellín y zonas de Guadalajara y Cuenca.

Actualmente España cuenta con 32 DOP (Denominaciones de Origen Protegidas) y cerca de 200 variedades de aceitunas. En Castilla-La Mancha se encuentran reconocidas cuatro marcas: La Alcarria, Campo de Calatrava, Montes de Toledo y Campo de Montiel.

aceite campo montiel

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Disfruta de visitas guiadas a olivares ecológicos, catas de aceites y tapas maridadas ¿Te animas a degustar de una forma especial la buena comida?

Al igual que el enoturismo, el oleoturismo goza de gran popularidad en nuestro país experimentando un notable crecimiento y consolidándose como una de las ofertas turísticas a lo largo de nuestra geografía. Un sinfín de actividades turísticas y gastronómicas que pueden ser disfrutadas tanto por los autóctonos como por los visitantes de origen extranjero.

Las administraciones públicas, empresas y asociaciones como Aceites de Oliva de España, Olearum, Oleoturismia y la más reciente, Oleoturismo en España (una fuerte apuesta por el turismo sostenible en este campo), son ejemplos de proyectos, iniciativas que ofrecen todo tipo de experiencias: visitas a almazaras, observaciones astronómicas entre olivos, museos y centros de interpretación de la historia del aceite y olivo, alojamientos rurales, oleotecas.

En definitiva, toda una serie de propuestas que te sumergirán en la historia, la cultura y el patrimonio que rodea al aceite de oliva.

olivo milenario

Los mejores planes de oleoturismo de la mano de Inturmancha

Esta modalidad turística ha arraigado fuertemente en nuestra región y, empresas como Inturmancha, nos proponen rutas o experiencias organizadas en varios días donde se visitan las almazaras, campos de olivos, y se realizan catas y degustaciones de productos locales. En definitiva, todo un patrimonio natural y cultural que hace las delicias de cualquier visitante que se preste a descubrirlo y saborearlo.

Una ruta que arranca en el corazón de la Sierra de Alcaraz, donde podremos disfrutar de un exquisito patrimonio medieval (castillo) y renacentista, así como de una de las almazaras ecológicas más premiadas.

Entre las provincias de Ciudad Real y Albacete nos topamos con el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, el oasis manchego por excelencia, donde podremos disfrutar de una experiencia de oleoturismo diferente que nos llevará a conocer los entresijos del cultivo ecológico, variedades de aceituna, etc.

La siguiente parada nos lleva hasta Almagro, célebre por su Corral de Comedias y sede del Festival Internacional de Teatro Clásico que, cada verano, nos traslada al Siglo de Oro. Aquí podremos deleitarnos con una cata de aceites de oliva virgen extra en el propio olivar, acompañada de productos de la tierra, queso, lomo de orza y berenjenas de almagro troceadas.

En Toledo nos esperan varias experiencias oleoturísticas en pleno Parque Nacional de Cabañeros, paseos entre olivos centenarios, curso de cata en el propio olivar e incluso visita a una almazara ecológica en la localidad de Tembleque, cuya Plaza Mayor es un emblema del barroco popular del siglo XVII.

Para finalizar nuestra ruta oleoturística nos trasladaremos a la localidad de Huete, puerta de la Alcarria Conquense, donde podremos admirar su magnífico patrimonio compuestos por calles amuralladas, conventos e iglesias, casas palacio destacando el Monasterio de la Merced (siglos XVI-XVII).

Aquí podremos disfrutar de una visita guiada a su pequeña almazara donde se produce un aceite de oliva virgen extra de máxima calidad, ecológico, procedente de olivos centenarios autóctonos.

almagro

ruidera

huete

Todas estas experiencias, actividades y rutas ponen de manifiesto que el oleoturismo tiene un verdadero potencial a la hora de dinamizar la economía de territorios rurales, sin olvidarnos de los impactos positivos en el desarrollo local.

Igualmente contribuye a la conservación del patrimonio cultural y ambiental, a fomentar prácticas de cultivo y producción sostenibles, a concienciar o sensibilizar a los visitantes sobre la protección del medio ambiente y animarlos a incorporar el aceite de oliva a su dieta debido a los beneficios y propiedades nutricionales que posee.

Un artículo de José Manuel Lucerón para sabersabor ©

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9 destinos con encanto para visitar en Castilla – La Mancha

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Castilla – La Mancha es conocida por el universal Hidalgo de Cervantes; por Toledo, la ciudad de las tres culturas; o por las famosas casas colgadas de Cuenca

Nos apasiona el turismo de interior, con esas escapadas que se planifican con poco tiempo de antelación y terminan siendo un soplo de aire fresco con el que romper con el día a día.
Hoy os proponemos descubrir algunos de los destinos más sorprendentes de nuestra región. Lugares con una historia y un carácter propios que se abren generosamente al paso de todo aquel visitante decidido a llegar hasta ellos. ¿Nos acompañas?

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Uclés

Ubicado al noroeste de la provincia de Cuenca, a los pies de un cerro escarpado y atravesado por el río Bedija, se encuentra Uclés, un encantador pueblito que sorprende por la riqueza de su patrimonio artístico, el cual le convierte en una de las joyas de Castilla – la Mancha.

Con una variedad de monumentos de carácter civil y religioso, Uclés posee uno de los más importantes conjuntos histórico – artísticos de Cuenca, del cual destaca su impresionante Monasterio, considerado un emblema para la localidad y para la provincia en sí misma. Este pueblo conquense conserva su antaño estilo medieval, todavía representado por su castillo y sus murallas que se extienden sobre la ladera, así como diversas casas solariegas que salpican sus calles y que reflejan el esplendor de aquella época.

No dejéis de probar los distinguidos vinos con D.O. de Uclés.

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Alarcón

Enclavada en mitad de las hoces que dibuja el Júcar, la población de Alarcón es un tesoro escondido entre las estribaciones conquenses. Se trata de una localidad que aúna la riqueza patrimonial que encierran sus calles con la situación en mitad de un marco natural incomparable. La antigua iglesia de San Juan Bautista, reconvertida en el Centro de Pintura Mural de Alarcón, o su impenetrable fortaleza en la parte más alta del cerro son sólo algunas de las maravillas que te esperan en este rinconcito manchego.

Tampoco puedes perder la oportunidad de recorrer las Hoces del Júcar en una de sus múltiples posibilidades, bien sea a pie, a caballo o incluso en piragua.

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Tembleque

Esta villa toledana conserva en su casco histórico, plagado de ermitas y casas hidalgas, todo el sabor de los siglos pasados. Lo más llamativo de Tembleque es su característica Plaza Mayor, inaugurada por el mismo rey Felipe IV en 1653 y que es el prototipo de plaza manchega: un gran espacio cuadrado y porticado, con bellas balconadas de madera para los asistentes a los festejos celebrados en la plaza, especialmente aprovechados cuando se convertía el lugar en una plaza de toros.

Sus fogones tampoco te defraudarán: prueba unas sabrosas perdices o el típico cordero en alguna de las múltiples elaboraciones que preparan sus restaurantes.

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Alcalá del Júcar

Encaramado a la piedra de un meandro del río Júcar se alza un viejo castillo árabe que corona uno de los pueblos más pintorescos y de postal de la provincia de Albacete: Alcalá del Júcar.

Antes de subir por sus empinadas calles, incluso de asomarse en el puente romano, os quedaréis boquiabiertos con el emplazamiento superlativo de este pueblo, uno de los mejores rompedores de tópicos con los que cuenta Castilla – La Mancha.

Allí las casas blancas son parte de la propia montaña y vigilan desde su atalaya la hoz que el Júcar se ha ocupado de diseñar con un tesón medido en millones de años.

Así es Alcalá del Júcar, bello por fuera y por dentro. Una auténtica caja de sorpresas que merece la pena saborear a fuego lento.

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Alcaraz

De Alcaraz fue el arquitecto Andrés de Vandelvira, el mismo que se encargó de forzar las leyendas renacentistas de Úbeda y Baeza, entre otras. Pues en esta villa albaceteña encaramada a los pies de una serranía verde este genio aprovechó su largo legado medieval, con castillo en altozano, para adecentarlo al estilo que imperaba en la época, el Renacimiento. Hoy día su bella Plaza Mayor esta entre las mejores de Castilla – La Mancha, y buena parte de la culpa la tiene el propio Vandelvira, con esa cercanía extrema de dos torres (la de la iglesia y la del Tardón) que conviene admirar desde todas las perspectivas y ángulos posibles. Todo ello ligado a pórticos y edificios de lonja realmente magníficos.

Alcaraz nos ofrece una pérdida apetecible en sus calles en busca de la intrincada portada de la aduana, de sus muchas casonas nobles y patios escondidos.

Y ya de paso, desde allí, quebrar los tópicos de Albacete disfrutando de la Sierra del Segura y Alcaraz y su tremendo valor paisajístico y cultural.

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San Carlos del Valle

San Carlos del Valle

Al este de la provincia de Ciudad Real, arrastrando una historia de cristos milagrosos y peregrinaciones, se encuentra la interesante localidad de San Carlos del Valle. En esta población, con una ordenación urbana poco corriente en la región, el impresionante conjunto formado por la Plaza Mayor y la iglesia del Santísimo Cristo del Valle atrae todas las miradas.

Se trata de una bonita plaza porticada con balconadas de madera que sirve de atrio para la monumental iglesia (divisable desde varios kilómetros a la redonda), uno de los más destacados templos tardobarrocos que encontraremos en esta comunidad autónoma.

La iglesia fue construida para albergar a la gran cantidad de peregrinos que una vez atrajo la imagen del Cristo Milagrero albergada en su interior.

palacio viso del marques

Viso del Marqués

Ni el más pintado podría imaginarse que en la frontera manchega con Despeñaperros y la vecina Andalucía, en plena llanura, se dieran tantas rarezas. Como que haya un palacio renacentista italiano como el del primer Marqués de Santa Cruz, Don Álvaro de Bazán (héroe de Lepanto), que parece haberse teletransportado de la Toscana a La Mancha con techos y paredes pintados con detalladas escenas bélicas de la hasta entonces Armada invencible.

Y que dicho palacio sea sede del Archivo General de la Marina cuando la playa más cercana queda a más de trescientos kilómetros. O que en la iglesia principal cuelgue un caimán traído de las Américas y haya descansado por una noche el cuerpo muerto de la reina católica Isabel de Castilla camino a su última morada en Granada. Un pueblo sorprendente.

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Fuenllana

Conserva el tipismo de los pequeños pueblos manchegos, con sus habitantes viviendo de la agricultura tradicional y las aguas de la zona.

Villa rural manchega por excelencia, fue descubierta con sorpresa a principios del siglo XX por el famoso fotógrafo francés Charles Alberty ‘Loty’, cuyas fotos se mostraron en la Exposición Universal de Barcelona en 1929. Un magnífico ejemplo de lo que debe ser un pueblo con estilo propio, integrado en su paisaje, su historia y su cultura.

Entre sus monumentos podemos visitar el Convento de la Orden de San Agustín, lugar del nacimiento de Santo Tomás de Villanueva, con un impresionante claustro porticado. También, la iglesia fortaleza de Santa Catalina.

Tiene hermosas, limpias y cuidadas calles y cuatro plazas en las que descansar o charlar con los amigos, la Plaza de la Calle Iglesia, la de Santo Tomás de Villanueva, de D. Antonio Rodríguez Huéscar y la Plaza del Convento. Cada una tiene su impronta y su carácter, todas agradables y con vivencias.

Este urbanismo amable se trasforma en fiesta y alegría todos los meses de julio cuando los vecinos rememoran con sus mejores galas y sus buenos productos y gastronomía las célebres Bodas de Camacho, del inmortal Don Quijote de La Mancha.

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Villanueva de los Infantes

¿Qué decir de la capital del Campo de Montiel? Esta villa se convirtió en próspera sede de la Orden de Santiago, y morada y descanso de algunos de sus ilustres miembros.

El más conocido, Francisco de Quevedo, quien tras perecer en una celda del convento de Santo Domingo y no pocos entierros descansa por fin en la iglesia de San Andrés.

Pero durante el XVII, época de la que forman buena parte los más de 200 edificios protegidos y los blasones de las fachadas solariegas que dibujan este mapa repleto de prodigios, anduvieron por aquí Jiménez Patón impartiendo gramática, Quevedo distrayendo su destierro, Lope de Vega ignorando a Cervantes, y Cervantes, más grande que ninguno, olvidando a su vez, acordarse de esos lugares y esas gentes que bien conocía hasta el fondo de sus más profundas miserias.

Conjunto Histórico – Artístico Nacional (bien merecería ser Patrimonio de la Humanidad) y Cuna del Quijote, según algunos estudiosos, es realmente maravilloso descubrir esta villa, una de las más bellas de nuestro país y centro de la Comarca del Campo de Montiel, citada hasta cinco veces por Miguel de Cervantes en su universal obra “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha“.

Iglesias y conventos; plazas porticadas; pósitos, casas señoriales, palacios y calles; patios manchegos y antiguas cuevas y bodegas…Todo un viaje al irrepetible Siglo de Oro español.

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Por el Camino Natural del Guadiana

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El Guadiana es un río internacional: nace en las Lagunas de Ruidera, recorre España en suave declive, hasta adentrarse en Portugal, y desemboca cómo frontera natural en el océano Atlántico


En los próximos reportajes os vamos a proponer realizar un recorrido por el Camino Natural del Guadiana, un sendero con más de 850 Km (divididos en un total de 44 etapas) acondicionado con múltiples infraestructuras, con puentes, pasos de arroyo, miradores, zonas de descanso y bancos, entre otros elementos, que puede ser recorrido a pie, a caballo y en bicicleta de montaña.

Una maravillosa forma de acercarse al inmenso patrimonio ecológico, histórico, cultural y paisajístico de los territorios de la cuenca del río Guadiana.

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El origen del río Guadiana es uno de esos enigmas que nos alegraron los días de escuela y nos hicieron soñar con profundos agujeros y kilómetros de misterioso viaje subterráneo a lo Julio Verne.

Las discusiones sobre el nacimiento del río Guadiana han llenado cientos de páginas en revistas y libros, y aunque no hay una certeza científica contundente, se ha acordado que no hay un punto concreto, sino una cuna compartida por varios ríos y arroyos, una docena de lagunas y algunos acuíferos subterráneos. La discusión puede darse por zanjada, pero la expresión “ser como el Guadiana” para referirse a cualquier cosa que desaparece y reaparece de improviso ya forma parte de nuestra lengua.

Las lagunas de Ruidera se consideran desde hace mucho tiempo la fuente principal del Guadiana, así que nada mejor que elegir la Laguna Blanca (Villahermosa) —la primera de las quince que forman este sorprendente complejo lagunar— para situar el arranque del Camino Natural del Guadiana.

Después de acompañar al Guadiana Alto durante medio centenar de kilómetros, las aguas desaparecen tragadas por la tierra en Argamasilla de Alba, y habrá que atravesar kilómetros de campos en apariencia áridos para reencontrarse con ellas en los Ojos del Guadiana.

Allí, el agua aflora y forma un rosario de lagunas que dan forma a las insólitas Tablas de Daimiel. La palabra oasis es la más acertada para describir estas lagunas en el corazón de la reseca Mancha. Este contraste entre humedales y aridez es un sello de identidad del Guadiana, cuyas aguas se ven detenidas sucesivamente en los embalses de Puente Navarro y de Vicario, en la provincia de Ciudad Real, en el Cíjara, García de Sola, Orellana y Montijo, en la de Badajoz, y en el embalse portugués de Alqueva, el mayor de Europa.

Tal sucesión de “mares interiores” explica por qué la cuenca del Guadiana se ha convertido en un refugio botánico y de fauna, en la que sobresale una ingente cantidad de aves invernantes. El Guadiana es un río lleno de singularidades, y la primera es su nombre mestizo, que refleja el constante paso de diferentes civilizaciones por la península. Los romanos lo bautizaron como Fluminus Anae (“río de los patos”) y los árabes sólo cambiaron la palabra fluminus por su equivalente árabe, uadi.

El tiempo y el uso hizo el resto para llegar a su nombre actual. Un catálogo interminable de testigos de ambas civilizaciones pueden encontrarse a lo largo del Camino Natural: puentes romanos como el de la antigua Emerita Augusta , la actual Mérida, balnearios, calzadas y villas romanas, fortalezas árabes como las de Peñarroya y Cuncos, o, ya más avanzada la Historia, castillos que tuvieron un papel importante en el tránsito hacia la Edad Moderna, como el de Medellín, fundamental en la Guerra de Sucesión castellana.

Tablas de Daimiel

Humedales de La Mancha


El Camino Natural del Guadiana atraviesa espacios naturales protegidos y de la Red Natura 2000


Desde Laguna Blanca hasta Villanueva del Fresno, donde el río se hace portugués, el Camino Natural se desarrolla de forma ininterrumpida.

En Villanueva del Fresno, como si de una metáfora del propio Guadiana se tratase, el Camino “desaparece” y aparece de nuevo cuando el río regresa de tierras lusitanas para convertirse en frontera entre ambos países, concretamente en la Casa Cuartel de Cañaveral, un antiguo cuartel de carabineros convertido en albergue. El itinerario continua cuatro etapas más por tierras onubenses hasta su punto final, la localidad de Ayamonte, donde el río vierte sus aguas en el Atlántico.

Pero, ¿cuánto se tarda en realizar todo el recorrido del Camino Natural el Guadiana? Calculamos que en cubrir todo el recorrido se tardan unas cuarenta jornadas si vais a pie, y la mitad más o menos si viajáis en bicicleta.

Otra forma de disfrutar de este gran sendero por la cuenca del Guadiana, es realizando las rutas turísticas próximas a algunos de sus tramos, tales como la “Ruta de la Plata” a su paso por tierras extremeñas, la “Ruta del Quijote”, que sigue los pasos literarios del mítico personaje recorriendo vías pecuarias, caminos históricos, vías verdes, cañadas, cordeles y veredas; escenarios reales de sus aventuras por La Mancha.

También se pueden recorrer algunas de las Vías Verdes, antiguos trazados ferroviarios acondicionados para el disfrute de la población, como las que discurren por Badajoz y Huelva, donde también se puede seguir la “Ruta del Contrabandista” por veredas y antiguos caminos frecuentados por este tipo de traficantes.

Un completo y variado recorrido donde disfrutaréis de un inmenso abanico de posibilidades y en el que es difícil no encontrar alicientes que os hagan embarcar en este largo y emocionante paseo.

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Humedales de La Mancha

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Riópar y las Reales Fábricas de San Juan de Alcaraz

Riopar Viejo albacete

Un patrimonio cultural y natural sencillamente impresionante


Reales Fábricas de San Juan de Alcaraz. Con este aristocrático nombre surgió uno de los primeros complejos industriales de Europa, poco antes del establecimiento de la Revolución Industrial.
Confluyeron las oportunas circunstancias para la creación de la primera fábrica de España y la segunda del Mundo, dedicada a la producción de objetos de bronce y latón; gracias a la iniciativa de un joven y emprendedor ingeniero austríaco coincidiendo con el afán de progreso del ilustrado Carlos III. Quién le concedió los privilegios necesarios.

Desde 1773 el hermoso valle de Riópar, donde los Romanos bautizaron las aguas puras del Flumen Mundus, todo cambió a mayor velocidad que nunca en su millonaria historia geológica.

Las aguas fueron domadas para trabajar en los ingenios hidráulicos imprescindibles para las instalaciones de El Laminador o el propio núcleo principal, así como otros menores. Los potentes recursos forestales puestos al servicio de aquel progreso todavía primitivo desconocedor de la sostenibilidad, la ecología y demás aspectos tan necesarios para el adecuado avance de la justa calidad de vida de todo y para todo, exterminaron el valioso bosque primigenio de robles y encinas, permitiendo siglos después los grandiosos pinares que a su vez con la consecuente y mejor experimentada gestión forestal irán permitiendo el retorno de los ancestrales robles, encinas, fresnos, olmos…

Como tantas otras cosas que todavía mantenían a España como una de las potencias económicas del planeta, surgió aquí en mitad de un paisaje medieval, la infraestructura más avanzada de la época a nivel mundial.

Pocos años después desde esta remota sierra, y producto del cobre o calamina de sus entrañas, se embarcaban en Cádiz rumbo a los virreinatos españoles, los más sofisticados objetos de bronce. Así como los gigantescos veleros atracaban en Cartagena de Indias o los buques de guerra conquistaban la Bahía de Pensacola, revestidos sus cascos con láminas de latón, fabricadas en los martinetes de El Laminador.


El valle de Miraflores acoge todo el trajín histórico de Riópar


Desde los orígenes de las aguas del río Mundo, pasando por el paso de Aníbal y sus famosos elefantes, a la cautivadora huella de los andalusíes en el trazado de alquerías, huertos y cascos urbanos; hasta el brillo del metal surgido de sus montañas, enriqueciendo la zona con todo el proceso desde la extracción, fundición, aleación y elaboración. Labor que permitió al complejo de las Reales Fábricas de San Juan de Alcaraz sobrevivir y prosperar durante más de dos siglos, autoabastecido de los bosques primigenios y la red fluvial, encauzada en centrales eléctricas, de las cuales todavía una en buen estado, pero abandonada y con riesgo de ruina, permanece digna, elegante y con ese atractivo inteligente que ofrece el patrimonio arquitectónico industrial de la Ilustración, impregnado de la esencia de la mejor arquitectura, basada en la firmeza, utilidad y belleza. Se encuentra junto a la presa del arroyo del Gollizo, la que a través del acueducto abastece los edificios principales de las fábricas. Precedida por una hermosa avenida de plátanos.

Y si no me equivoco, inexplicablemente no forma parte del Conjunto Histórico que comprende el Bien de Interés Cultural de todo el legado catalogado en la zona desde el actual Riópar hasta El Laminador.

Riopar Viejo albacete

Riopar Viejo albacete

Reales Fabricas de San Juan de Alcaraz riopar

Es muchísimo lo que se puede y se debe escribir acerca de este fascinante lugar. Agraciado por su orografía, geología, botánica, paisaje. Y colmado además por uno de los primeros complejos industriales Europa.

Mientras la fábrica crecía, España ayudaba a Estados Unidos a convertirse en el primer país de América: el conde de Aranda entregaba más de doscientos cañones de bronce a Benjamín Franklin, y el general Gálvez entraba «él solo» en la bahía de Pensacola, venciendo una de las batallas determinantes para la independencia estadounidense.

Finalizaba el último periodo del siglo XVIII, y aquí en la laboriosa colonia obrera de Riópar jamás se supo ni se sabrá, que parte de sus entrañas, laminadas en latón, quizá revistieron los más heroicos buques españoles de las últimas guerras, que con honores militares daban por vencedor al mejor estratega o al más valeroso soldado.

Puede que, de aquí, de un lugar tan creído humilde, tan ensimismado en su subsistencia, partieran también en forma de beneficios los muchos reales que España sufragó para la creación de la primera potencia mundial, a la cual, por cierto, también aportó, de aquellos primeros dineros, la creación del dólar, copiado de nuestros reales.

rio mundo riopar

muflon calar rio mundo albacete

cueva chorros rio mundo riopar

De aquella guerra romántica recuperamos Menorca, y con ello parte de esta hermosa sierra. Porque literalmente desde Huelva a Menorca, la Cordillera Bética, en cuyo centro está Riópar, nos hace sentir tan familiar desde los acantilados de La Mola de Formentera, hasta la sierra de Aracena, la preciosa imagen abrupta, colosal, magnífica, y tan irrepetible como el placer sensorial de contemplar por primera vez «El Reventón» del río Mundo, actuando soberbio y magnífico desde el anfiteatro calizo que lo acoge con la gloria del arte y la naturaleza, ante la mirada admirada de quien posee la suerte de saber ver tanto aquí, como en lo alto del pico Almenara, La Sarga o El Calar, la magnitud de un mundo que no se sabe tan abierto al Mundo.

La humilde sencillez de esta tierra, que tanto la honra, a la vez la limita a no quererse con la dimensión que merece. Estas sierras, estos valles, estas rocas, estos ríos, estos pueblos. Y toda su riqueza etnográfica, patrimonial y natural son uno de los reductos más hermosos de Europa, todavía por depurar. Ahora deben recibir lo que dieron. Que sus gentes, sus paisajes, sus recursos y su potencial retomen, recuperen y se retroalimente del saludable turismo sostenible. De la enriquecedora cultura que preserva el incalculable legado que desde los árabes y mucho antes, hasta las Reales Fábricas, han dado tanto a nuestra identidad cultural.


Pocos lugares ofrecen tantos recursos en un mismo sitio como Riópar


Cada camino de Riópar te conduce al fascinante espectáculo de contemplar incluso lo que no se ve, porque estos paisajes te inspiran e invitan a imaginar al Pernales huyendo por la sierra. A los obreros de la Real Fábrica entonando el emotivo himno de la fábrica, orgullosos de su labor. A los sabios andalusíes cultivando cerezos que dieron nombre a la sierra de Alcaraz. Al joven ingeniero austriaco recorriendo la sierra proyectando la mina, la ubicación de los talleres… Al ingeniero Real del Canal de Castilla diseñando una de las mejores presas de la época en El Laminador… A las personas de nuestra generación, entendiendo y valorando por fin el gran tesoro heredado que debemos disfrutar y legar a nuestros sucesores.

Riópar y toda la Sierra merecen ser queridos por todo lo que nos dan. Debemos, por inteligente interés, cuidar lo que nos mantiene, nos aporta y nos enriquece. «No sólo de pan vive el hombre».

Contemplar a los majestuosos buitres planeando por debajo de ti, mientras desde lo alto del pico de La Sarga, contemplas tierras de cuatro provincias, paisajes bellísimos, bosques inmensos. Rocas colosales tan valiosas como santuarios naturales, casi creados para sublimación del ser humano, como por ejemplo en Los Picarazos de Villaverde de Guadalimar. Hacen que uno además de sentir placer y privilegio por disfrutar de un paraíso semejante, también sienta orgullo del increíble potencial que contiene y que a todos nos beneficia y aporta.

Con la necesaria atención y cuidado, estas ancestrales villas, pueden y deben revalorizar sus cascos urbanos con actuaciones que los integren y armonicen con la acogedora arquitectura tradicional, ofreciendo al visitante ese buscado y deseado espacio de ocio y placer que tan agradables recursos y modos menos sacrificados de vida, deben conceder a residentes y turistas.

Lo tenemos todo. Sólo debemos ponerlo en valor para ser competitivos, atractivos y rentables. Doy gracias por cada una de las sensaciones que experimento recorriendo cada uno de estos lugares tan sencillamente hermosos.


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Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano para sabersabor.es ©

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Mazapán de Toledo

mazapan Toledo

Mucho sabor en el mazapán, uno de los dulces más populares de Toledo y de toda España


El dulce toledano por excelencia es sin duda el mazapán; su sencilla (y ancestral) receta a base de almendras y azúcar ha hecho que se convierta en uno de los recursos gastronómicos estrella de la Ciudad Imperial.

Ya en el siglo XVI se hablaba del mazapán de Toledo y aún hoy las bocas siguen haciéndose agua al mencionarlo. Este dulce, elaborado de forma artesanal a base de almendra molidas y azúcar, es una de las delicias más típicas de la gastronomía castellanomanchega.

Aunque en España se consume principalmente en Navidad, en Toledo es el dulce por antonomasia y se elabora y vende durante todo el año.

Toledo

UN POCO DE HISTORIA SOBRE EL MAZAPÁN DE TOLEDO…

Relata la leyenda que, debido a las incursiones de los Almohades, que asolaron numerosas tierras del sur de Castilla, la población se refugió en Toledo. Allí, la situación ya era delicada por la falta de alimentos, lo que, unido al incremento de habitantes, produjo una gran hambruna.
La importancia de la riqueza de la Iglesia que le deparaba numerosas rentas, no sólo en dinero sino también en tierras y en productos de éstas, hizo que hubiera grandes reservas de almendras provenientes de los Cigarrales Toledanos.
Se decidió mezclar dicho fruto con la cantidad de azúcar que tenían, obteniendo un producto de gusto agradable y gran capacidad alimenticia, con el que se palió el hambre de la población.

Es en la época de Alfonso Vlll cuando aparece el término de Mazapán de forma expresa.

Y en pleno siglo XIII llega el momento en que Toledo adquiere gran prestigio con su gremio de confiteros, de cuyas filas salen los más afamados reposteros de los reinos de España.

Se juntan aquí la historia y la leyenda, pues el azúcar era un bien escaso y caro, solo al alcance de unos pocos y, probablemente, más utilizado en farmacia para matizar el sabor de algunas medicinas.

El rigor con que se mantienen hoy las recetas de elaboración del mazapán, aumenta la fama del mazapán de Toledo, que va llegando, poco a poco, a todas y cada una de las mesas de España y del mundo entero, convirtiéndose en santo y seña de los postres navideños (y sobremesas durante todo el año), junto a los polvorones y los turrones.

mazapan chocolate

De antiguo tres siglos dan
los doctos historiadores,
que el manchego mazapán
a la mesa, presta honores.
Almendra, azúcar y miel
en los hornos artesanos
de los pueblos toledanos
se funden para ofrecer
a quien sea, o no, goloso,
saborear con placer
tras un condumio copioso
con el que ahuyentar el hambre
un manjar que sabe a gloria,
que tildan de oscura historia
y discutida raigambre,
pues si hoy dicen que es semita
se afirma, otro cualquier día,
que es árabe o es judía,
pero me apuesto una mano
que cortáreis, de dedo a dedo,
a que es de La Mancha, hermano,
el mazapán de Toledo.

Moldeado en figuritas,
comerlo es mi gran placer
por Reyes y Navidad,
en fiestas tradicionales
y siempre, de vez en vez,
en las tardes invernales,
al tiempo que veo caer
– como divino maná -,
lluvia por los ventanales,
en tanto, que junto al fuego,
que atizo con viejos leños,
leo, como, duermo y sueño
que el mundo es un mazapán
del que soy único dueño.

NUESTRA RECETA…

La receta del mazapán toledano es muy sencilla y no ha sufrido alteraciones desde hace cientos de años, con ingredientes totalmente naturales: almendras, azúcar y huevos.

INGREDIENTES:
• 250 gr. de azúcar glass
• 250 gr. de almendra molida
• 1 clara de huevo
• 1 yema de huevo

PREPARACIÓN:
Poner en un recipiente el azúcar glas, la almendra molida y una clara de huevo. Mezclar amasando hasta obtener una pasta homogénea. Dejar reposar la masa unas horas en sitio fresco. Cuando se vaya a utilizar, se espolvorea con el azúcar glas, se amasa otra vez y se le da la forma deseada. Se pintan las figuras con yema y se meten unos minutos a horno fuerte.

mazapan piñones

¿Dónde comprar el mejor mazapán de Toledo?

Cada obrador tiene su toque especial, aunque la base de la pasta de mazapán es siempre mitad de azúcar y mitad de almendra.

Obradores artesanales de mazapán:
• Santo Tomé.
• Casa Telesforo.
• Mazapanes Conde.

Conventos que elaboran y venden mazapán:
• Convento de Jesús y María.
• Convento de San Clemente.
• Convento de San Antonio de Padua.
• Convento de Santo Domingo el Antiguo.
• Convento de Santo Domingo el Real.


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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Lagunas de Ruidera, paisajes de Francisco García Pavón

lagunas de ruidera naturaleza

No es un espejismo. La belleza húmeda y agreste que nos embruja surge de improviso en el Campo de Montiel, con las lagunas de Ruidera, dispuestas a despojar del estereotipo de seca a La Mancha


La biografía de las aguas de Ruidera es rarísima en este rodal del Campo de Montiel. El que haya una lagunas tan nórdicas y hermosas en tierra tan poco lagunera como es España, y no digamos en esta altiplanicie manchega, ya es notable. Pero la manera que tiene de comportarse el Guadiana desde su alumbramiento hasta renacer en los Ojos del Guadiana, junto a Villarrubia de los Ojos, supone la historia de río más única que se conoce.

Y es que en La Mancha -la gente no se fija- todo es bastante raro.

Desde que el Guadiana toma forma de río y deja las Lagunas de Ruidera, después de la Cenagosa, ya pasada la aldea de Ruidera, y empieza a caminar enclenque por todos aquellos campos de Montiel, sin mayores fuerzas antaño, que para mover los molinos del Membrillo, el Curro, Santa María, San Juan, San José y ahora, para llenar cuando puede la presa del Pantano de Peñarroya, es toda una crónica.
Río canijo, cruzable en dos brazadas, que discurre entre juncos: el negro, el común, el bolita, y el de sapo. Entre bayunguillos y juncias redondas o castañuelas; a veces flanqueado de álamos blancos y negros, chopos lombardos y bastardos.

Y así que sus estrechas aguas alcanzan la gran anchura de San Juan, tierras calizas y esponjosas, empiezan sus filtraciones, y fatiga. Cruza el pueblo de Argamasilla de Alba sin aliento y, al llegar al molino de la Membrilla, lo traga la tierra y bajo ella camina siete leguas (unos 40 km) hasta resalir, como lágrimas abundosas, por los Ojos del Guadiana.

Ya decía Plinio el latino o el viejo, según, (no Manuel González, “Plinio” el de Tomelloso), que el río Anas –Wādi Ana, para los árabes- tenía en la llanura un puente de siete leguas sobre el que pastaban los rebaños.

Sin embargo, los sabios posteriores, aseguran que esas aguas resurgentes que lavan los Ojos de Villarrubia, no son todas las que se tragó el terreno por las llanezas de San Juan, del Guadiana Alto, sino que una buena parte son recaudo de las nuevas filtraciones de las lluvias en el llano manchego. Es decir, que aquel Guadiana que renace junto a Daimiel, y engorda en su largo camino hasta pasar por Badajoz y Portugal como río señor, tiene poco que ver con el maravilloso espacio natural de las Lagunas de Ruidera, lleno de vicisitudes y escamoteos.

“…Según el color del travertino sea dorado o gris azulado o verdoso, cada laguna parece un topacio o una perla o un zafiro o una esmeralda. Tan transparente es el agua, que, desde las alturas, se puede ver el vientre nacarado de las carpas. En torno, el silencio es tan profundo que se oiría el paso del tiempo si no se oyera algo mejor de cuando en cuando: un silbo de un pastor…” (Vítor de la Serna. Nuevo Viaje de España. La Vía del Calatraveño. V)

Las Lagunas de Ruidera parecen pedir un contorno lírico; o tremebundo o infernario. Pero estas aguas están rodeadas de un paisaje manchego, de pocas alturas, sin verduras líricas ni rincones plácidos.
Monte bajo, cuñas arcillosas, tierra rota, sin disfrute ni bucolismo. Humildes paisajes de salvias, espartos, tomillos y romeros color verde viejo. Esoliegues, marrubios y lentiscos. Espinos, aliagas y velerzas.

Paisaje villano y desarreglado, que sin los montes que le talaron hace años, no resulta encuadre adecuado a la suavidad de las aguas.

Contraste de rodeos cabrerizos con aguas lunarias. Colación de hadas frígidas entre lentiscos y cagarrutas. Los romanos y romanas blanquísimos que se bañaron aquí, dejaron las ropas terragosas y guerreras en las orillas del lagunario.

Este contraste de aguas tersas y tierra desmañada, cuaja en belleza desusada, que punza con escalofríos chuscos y líricos, negros y luminares, como el viaje de Don Quijote entre cabrahígos y murciélagos, hasta el cuerpo insepulto de Durandarte. Sí; no extraña que Cervantes viese este panorama del alto Guadiana como obra merlinesca, que trocó a un escudero en río y a las hijas y sobrinas de la dueña Ruidera en lagunas.

Las lagunas son magia tétrica, cuerpos enaguados, insepultos. Un cuerpo de Durandarte mil veces repetido bajo las aguas. Una procesión de muertos palidísimos romanos y carolingios diciendo durante siglos la historia de sus amores frigorificados.

Y fuera, las ropas pastoreñas, las monteras y los zurrones esparcidos por los montes, las esquilas oxidadas de mil rebaños seculares entre los lentiscos, como frutos perdidos.

“… y yo prosigo mi viaje; pronto va a tocar a su término. Las lagunas de Ruidera comienzan a descubrir, entre las vertientes verdes y rojizas, sus claros, azules, sosegados, limpios espejos. El camino da una revuelta; allozos en flor – flores rojas; flores pálidas, bordean sus márgenes. Allá en lo alto, aparecen las viviendas blancas de la aldea de Ruidera; dominándolas, protegiéndolas, surge sobre el añil del cielo, un caserón vetusto…” (Azorín. La ruta de don Quijote. X)


Textos extraídos de la obra “Voces en Ruidera”, de Francisco García Pavón


Os invitamos a conocer las Lagunas de Ruidera a través de esta visita virtual:


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El auténtico pisto manchego – Gastronomía de Castilla La Mancha (I)

pisto manchego

El pisto es una elaboración de orígenes humildes con la que los trabajadores del campo se alimentaban aprovechando las verduras de temporada


Desde que me alcanza el recuerdo, el pisto manchego se ha hecho de esta manera en mi familia: con pimiento verde y tomate. Sin más.

Sin embargo, hay muchas variantes con calabacín, cebolla, ajo, berenjena… pero todas ellas giran sobre una misma base de tomate y pimiento verde.
Los demás ingredientes son añadidos, algo que convierte a esta receta en una de las más versátiles de nuestra gastronomía.

El pisto manchego sale especialmente rico si se hace con pimientos de Villanueva de los Infantes, uno de los pueblos más bonitos de España, ubicado en la histórica comarca del Campo de Montiel (Ciudad Real). Por cierto, en Villanueva de los Infantes se celebra anualmente la gran Fiesta del Pimiento y se prepara el pisto más grande del mundo (de Récord Guinness) para más de 8000 personas. Muy muy recomendable.

fiesta pimiento villanueva de los infantes

UN POCO DE HISTORIA…

El pisto manchego es la antigua “alboronía” de los árabes, (un guisado de calabaza, tomates y pimientos), que en el siglo XVII significaba jugo de carnes de ave.
Se trata de un plato muy popular de cuyo agradabilísimo sabor certifico para regocijo de quienes, por mi recomendación, se “jarten”.

En opinión del Doctor Marañón, “el pisto admite inacabables matices y es siempre ejemplar porque convierte en suculencia, a fuerza de gracia, una sucinta combinación de vegetales modestísimos”.

Un guiso fácil de hacer, sin otros conocimientos que saber picar bien, sin prisas, con toques más bien lentos, tomates y pimientos.

En clásica sartén, que no en la olla,
pelados, sin semillas y cortados,
se fríen pimientos, algunas cebollas
y un calabacín maduro y carnoso;
pero todo ello no sería ortodoxo
si tales productos que has manipulado
en labor paciente, antes no has picado.
Te harás de otra sartén para el tomate
que freirás sin piel y troceado,
y cuando veas que ha cogido el punto,
pimientos y tomates ponlos juntos
y sin dejar la faena para luego
salpicaras de sal y a lento fuego,
déjalo media hora y el suculento pisto
para comer con pan, lo tienes listo,
y al gusto elegirás, como es corriente,
saborear en frío ó en caliente.

pisto manchego villanueva de los infantes

NUESTRA RECETA…

(Para 2-4 personas)

  • 1.5 kg de pimiento verde
  • 2 kg de tomate (maduro)
  • 4 huevos
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal
  • Opcional: 500 g de carne magra de cerdo

 


Recomendación: haced mucha cantidad. Cuesta casi lo mismo y no os arrepentiréis


pisto de infantes

Y LA PREPARACION…

En una cacerola echamos un chorrito de aceite de oliva virgen extra. Sofreímos ligeramente medio kilo de carne magra de cerdo. Simplemente para darle sabor al aceite, este es un paso opcional. Retiramos.

Lavamos los pimientos verdes. Despepitamos y picamos en trozos pequeños los pimientos. Salamos y los echamos en la cacerola.

Removemos bien y dejamos que se cocinen a fuego medio-bajo durante 1 hora.

Pelamos y picamos los dos kilos de tomate rojo maduro.

Una vez que tengamos el pimiento bien frito, incorporamos todo el tomate.

Mezclamos y salamos ligeramente. Dejamos que el tomate se sofría lentamente y pierda toda el agua, 1 hora más o menos. Probamos y rectificamos de sal si es necesario.

Para presentar, ponemos en el plato una buena base de pisto y lo coronamos con un par de huevos fritos. ¡¡¡Que os aproveche!!!


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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Un viaje Cervantino por el corazón de La Mancha

La Mancha, mencionar ese nombre es revivir en la mente del que lo escucha un paisaje perfectamente llano, el lugar que inmortalizó Don Miguel de Cervantes


Esta tierra es conocida en cualquier rincón del planeta gracias a su caballero andante y a su resignado escudero. No existe unanimidad a la hora de explicar la procedencia de este topónimo, aunque la mayoría de las teorías lo asocian con términos de origen árabe como “manxa”, que significa “tierra seca”, o el de “mányà”, “alta planicie” o “meseta”.

En cualquier caso, lo cierto es que La Mancha que hoy conocemos es un amplísimo conjunto de territorios enclavados en varias provincias del centro-sur de la península y que poseen un denominador común en la fisionomía plana del terreno y en el clima extremo, caracterizado por la sequedad estival y el frío riguroso de sus inviernos.

Añil de La Mancha

La Mancha de Argamasilla de Alba, Tomelloso, Ruidera y otras localidades ciudadrealeñas asociadas a la ruta del Quijote, no es sino una pequeña parte de ese vasto territorio en la meseta sur de nuestro país. En su origen, la región histórica y geográfica de La Mancha englobaba 3 grandes comarcas, a su vez sendos patrimonios administrados por las todopoderosas Órdenes religiosas y los Señoríos medievales de carácter feudal: por un lado, la Mancha Alta de Toledo, Ciudad Real, Cuenca y Albacete, un gran propiedad que tras su Reconquista quedó bajo la Orden de Santiago con sede en el municipio conquense de Uclés; por otro la Mancha Baja, regida por los Caballeros de San Juan y que en la actualidad aglutina a 17 municipios repartidos entre las provincias de Ciudad Real y Toledo; y por último la Mancha de Montearagón lindante con el Reino de Valencia, que fue administrada históricamente por el Señorío de Villena y hoy enclavada dentro de la provincia de Albacete.

La Mancha genuina, la Mancha que vio nacer al Quijote y en la cual lidió algunas de sus más memorables aventuras, tiene su centro más esencial en la provincia de Ciudad Real y engloba parte de aquellos territorios míticos: en concreto, la parte más meridional de la Mancha Baja conocida por Campo de San Juan, y las tierras ciudadrealeñas de la Mancha Alta, admirablemente planas, que responden al nombre de Mancha de Criptana.

El viajero inicia su recorrido en una tierra de viñedos, quinterías y bombos. A finales de abril los tomelloseros piden la bendición de campos y gentes a su patrona, la Virgen de las Viñas, y he aquí que sus pasos le llevan junto al despliegue festivo y colorista de miles de personas que en romería se desplazan hasta la Ermita de la Virgen en un paraje conocido como Pinilla. A lomos de mulas enjaezadas, carros, carretas y remolques engalanados con ramas, con la alegría sencilla y profundamente devota del pueblo manchego, la Romería aparece a ojos del viajero cargada de significado religioso pero también pagano, sobre todo cuando en la llamada Procesión de las Antorchas ve rezar a los fieles en la oscuridad de la noche mientras caminan alrededor del Santuario.

Vendimia en La Mancha

Bombo de Tomelloso

Arropada por sus vinos de gran calidad, Tomelloso es la capital de la comarca y uno de los municipios con más solera en la producción de vinos con Denominación de Origen de La Mancha. Como no podía ser de otra forma la localidad ha sido y es memoria viva de la tradición cervantina, y resulta paso obligado de la ruta del Quijote que iniciada en Campo de Criptana llega hasta Argamasilla de Alba, el Castillo de Peñarroya y el bellísimo y mágico rincón de las lagunas de Ruidera.

Asimismo, Tomelloso constituye un gran centro de difusión taurina con su máxima expresión en la plaza de Toros de la localidad, una de las más antiguas de España y ejemplo de afición sin paliativos: finalizaba el año de 1859 y los vecinos decidieron dar impulso a su villa construyendo la plaza de toros antes que instalar el alumbrado en las calles, cosa que finalmente hicieron 2 años después.

En su origen la población estuvo asociada con la importante actividad de la Mesta, pues su casco urbano era zona de paso de la Cañada Real Conquense que conducía al ganado desde tierras de Cuenca y Teruel hasta el valle de Alcudia, donde las cabaña pasaba los meses invernales. Hoy, la ciudad es el octavo núcleo de población de Castilla-La Mancha y su larga historia asociada al vino se refleja en la gran cantidad de Bodegas y Cooperativas vinícolas con sede en la localidad: Cooperativa Virgen de las Viñas; Vinícola de Tomelloso; Bodegas Centro Españolas, Bodegas Verum, Bodegas Lahoz…


De visita obligada son las antiguas cueva – bodega de Tomelloso, un patrimonio enológico impresionante


De enoturismo en una antigua cueva – bodega de Tomelloso

Lagunas de Ruidera

En un apartado rincón de la Mancha y según la tradición, Don Miguel de Cervantes estuvo preso por unos líos de faldas. Quizás por eso no quiso acordarse después del lugar, pero hoy los entendidos sitúan el incidente en un bello pueblo del norte de Ciudad Real llamado Argamasilla de Alba, al oeste de Tomelloso, una tierra de vastos horizontes y en la que el viajero puede evocar sin esfuerzo la efigie del Caballero de la Triste Figura.

Pasear por las calles de este pueblo, entre plazas soñolientas y casas bajas bajo el sol de la tarde, es convidar por un momento al silencio y al deseo de descansar a la sombra de un patio, junto al fresco sonido de la fuente y con un deseo firme de no moverse de allí. Obligada es la visita a la Cueva de Medrano, donde Azorín y toda la tradición cervantina afirma que estuvo preso el ilustre manco de Lepanto.

Pero después, si hemos de decir verdad, con el libro de “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” bajo el brazo y el paisaje manchego vivo en nuestra retina, el andar del viajero debe llevarle sin excusa hasta una bodega, una quesería o una posada, allí donde pueda degustar los sabrosos platos y caldos de esta tierra afortunada.

Argamasilla forma parte de la zona de producción de cuatro productos de gran calidad, el queso, el azafrán, el vino y el cordero, y por tanto su gastronomía no podía defraudar de ningún modo entre platos típicamente pastoriles como las migas, las gachas y los galianos, platos que en origen se asociaban al trabajo de los labriegos en las quinterías del lugar. El pisto manchego, cuyo ingrediente básico es el tomate, y la repostería compuesta por flores, arrope de uvas y rosquillos, completan un menú donde la sencillez y la calidad son los condimentos clave para no olvidar la experiencia.

Cueva de Medrano en Argamasilla de Alba

Castillo de Peñarroya


Y a la hora de comer, tradicionales recetas del solar manchego que, desde viejos tiempos, vertidas al puchero, prestan calor al cuerpo entumecido de nativos y foráneos


Y entre duelos y quebrantos, bajo el tibio sol de abril, el viajero no puede faltar a su cita con la importante localidad de Alcázar de San Juan donde algunos estudios sugieren que pudo situarse la cuna auténtica de Don Miguel de Cervantes. Efectivamente, en el libro bautismal de la Parroquia de Santa María la Mayor de Alcázar de San Juan y en las páginas correspondientes al periodo 1556-1635, se conserva la siguiente partida de bautismo:

«En nueve días del mes de noviembre de mil quinientos y cincuenta y ocho bautizó el Rdo. Señor Alº Díaz Pajares un hijo de Blas de Cervantes Saavedra y de Catalina López que le puso (de) nombre Miguel (…)”.

Litografía realizada en el siglo XIX, de Miguel de Cervantes SaavedraLitografía realizada en el siglo XIX de Miguel de Cervantes Saavedra

Torreón del Gran Prior, Alcázar de San Juan

Colegiata de Santa María La Mayor, Alcázar de San Juan

Cierta o no esta teoría, que pondría en entredicho el origen de tan insigne escritor en la madrileña Alcalá de Henares, el viaje debe terminar por ahora y lo hace recorriendo la gran estepa cerealista desplegada hacia oriente.

Atravesando llanos trazados con regla, ataviados con el verde imposible de los trigales, bajo un cielo que abruma y con la vista puesta en el racimo de casas que asoma al fin sobre el horizonte, llegamos a Campo de Criptana y al cerro plano que corona sus famosísimos molinos de viento. Así es: el blanco Albaicín Criptano, con sus casas-cueva, sus calles estrechas y pendientes pronunciadas de genuino sabor árabe, lleva al viajero sosegado hasta un lugar de cuento y estampa por antonomasia del paisaje manchego.

Molinos de Campo de Criptana

Atardecer en Campo de Criptana

Pero la historia de Don Quijote y los molinos de viento que no eran tales, sino gigantes, no esconde la realidad igualmente atractiva de los propios molinos, que con cinco siglos de antigüedad funcionaron a pleno rendimiento hasta bien entrados los años cincuenta.

El propio Cervantes hablaba en su famoso episodio de 30 o 40 de estos edificios, lo que coincide con el catastro efectuado a mediados del siglo XVIII y que contabiliza 34 molinos en la sierra del mismo nombre y en el llamado cerro de la Paz. Hoy solo quedan 10 en pie, de los que 3 de ellos datan del siglo XVI y por fortuna siguen conservando su maquinaria original. Testigos de un pasado histórico y cultural envidiables, los molinos siguen siendo heraldos ante el mundo del paisaje de Campo de Criptana y de la Mancha en su totalidad.

Y algo de esa herencia señorial y quijotesca debe seguir presidiendo sus muros encalados y sus aspas orgullosas y erguidas a los cuatro vientos, pues hoy el conjunto de los molinos de Campo de Criptana está declarados Bien de Interés Cultural, y tres de ellos, los más antiguos, alcanzaron en 1978 la categoría nacional de Monumentos de Interés Histórico-Artístico. Conozcamos sus nombres: Burleta, Infanto y Sardinero.

Otro paisaje de La Mancha


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©


Si quieres realizar este maravilloso viaje cervantino, contacta con nosotros a través de nuestra web

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El origen de los cortijos manchegos

Los inalcanzables horizontes de la interminable llanura que, aparentemente todo lo exponen al primer vistazo del transeúnte, esconden como sorpresas para el explorador, todavía hoy, infinidad de edificaciones en mitad del campo, habitadas por la historia, ya sea en ruinas o en buen estado. Donde la tradición delata en cada uno de sus detalles el paso de diversas culturas, y el trabajo de miles de brazos.
Cortijo, quintería o casilla. Han servido para denominar una forma de hábitat disperso en la mitad meridional de España. Significando el cortijo, el sinónimo más extendido que mejor identifica tanto en Andalucía como en Extremadura o La Mancha, una gran construcción en el centro de una finca dedicada a la producción agropecuaria.
Paseando la vista por los páramos del Campo de Montiel, los cerros del Campo de Calatrava, las cañadas del Campo de San Juan o la colosal planicie manchega, encontraremos en cada uno de sus sitios, lugares y parajes edificados con sus correspondientes antecedentes culturales de los actuales cortijos que hoy sirven de fincas de recreo para actividades turísticas o cinegéticas, felizmente rehabilitados.
A la vez no faltan infinidad de ruinas que poco a poco van regresando a su origen de materias primas obtenidas del entorno para edificar ese necesario cobijo que acortara la distancia al pueblo y delimitara el espacio de refugio tan necesario para los habitantes del campo. El arrendatario que entregaba la quinta parte de la cosecha al propietario de la finca, llamado quintero y por tanto, morador de una quintería. Muy distinto del propietario de una quinta. Fincas de recreo nacidas en el entorno de Madrid, equivalentes a los Reales Sitios y a imitación y semejanza de los palacios del rey, servían a la nobleza a menor escala y proporción, como fincas de recreo y caza, además de producción agrícola.
Tanto el cortijo como el paraíso, poseen el don de delimitar un espacio cercado para uso privado. Los paraísos más antiguos nacieron con el inicio mismo de la civilización, en Persia y Mesopotamia. Tanto es así, que hoy nos cuesta entender dicha palabra disociada de un jardín del Edén o un lugar perfecto en la naturaleza.

Algo similar ocurre con el cortijo. Que sirvió para marcar un pedazo de terreno donde edificar ese imprescindible sitio para albergar utensilios de labor y alojar a sus moradores. Cuyos orígenes más remotos en esta parte del Mediterráneo, los encontramos en las opulentas e industriosas villas romanas, dueñas y señoras de los latifundios por antonomasia.
Con los árabes y sobre todo con Al-Ándalus, muchos latifundios romanos se transformaron en alquerías o pequeños núcleos de población rural, que sobre todo en Levante y parte oriental de Andalucía, fueron evolucionando a muchos de los cortijos actuales.
Aquí en La Mancha, además de las evidentes huellas romanas y musulmanas, lo que más determinó la posición actual de los cortijos contemporáneos fueron las órdenes militares, propietarias de toda La Mancha hasta no hace mucho. Por medio de castillos y cortijos fortificados, fueron colonizando y conquistando el territorio hasta estructurarlo y administrarlo al principio de la Baja Edad Media como grandes dehesas, cañadas y veredas de gigantescos rebaños que hicieron posible su poderío y riqueza a través de la lana.
Con el agotamiento de las órdenes militares y la extensión paulatina de la agricultura comenzaron a surgir nuevos latifundios propiedad primero de la nobleza y luego de la burguesía que a finales del XVIII y principios del XIX, impusieron el cultivo del cereal. Necesitando de enormes infraestructuras agrícolas con la edificación de grandes cortijos donde albergar el gran número de jornaleros, animales y aperos. Además de la residencia del propietario.
El último paso en la evolución del asentamiento del cortijo manchego fue de aspecto meramente utilitario más que productivo representativo o de recreo. Se trata de “la casilla”. Construcción característica de la llanura manchega. Elemento arquitectónico que como casi todo, surgió de la necesidad, y posee la inadvertida virtud de haber creado Racionalismo sin saberlo.
Los libros de texto nos dicen que fue Le Corbusieur. Pero yo veo muy claro que fueron, al menos uno o dos siglos antes, los labriegos manchegos. Haciendo uso de esa inteligencia natural para solventar una necesidad. Utilizando materiales del entorno, adaptándose al medio y a la escasez de recursos. Limitando el espacio a la racionalidad de la más elemental escala humana. Resolviendo en el espacio más elemental todo cuanto precisaban.

Así pues, si puede definirse o identificarse como vernácula, propia u original un elemento o edificio que defina por sí mismo la arquitectura manchega, esa es “la casilla”. Hoy llamada cortijo en casi todas partes, por encontrarse en mitad del campo en cada una de las fincas o parcelas que se sirven de su uso como almacén de aperos y cobijo del labrador.
En ellas se aprecia con virtuosismo natural, lo mejor de las construcciones adaptadas al medio. Que deben figurar como elementos a proteger del patrimonio cultural humano. Pues definen por sí mismas la esencia de la arquitectura manchega. Funcional, utilitaria, práctica, sencilla, humilde, natural, elegante. Libre de todo complemento decorativo. Totalmente al margen de espacios que no respondan al más estricto interés del uso cotidiano. Líneas rectas. Dimensiones tan humanas como el propio tamaño de hombres y animales. Una simple chimenea y dos pollos para cocinar y dormir, junto a una cuadra para animales y aperos. El Racionalismo en su estado más originario. Nacido en La Mancha sin conocimiento de sus inventores.
Este es el valor más incalculable y universal del cortijo manchego. Surgido de la opulencia romana, el pragmatismo árabe, la necesidad agrícola y el sentido común del ser humano.
Una edificación tan sencilla que siempre ha sido infravalorada como un simple almacén circunstancial. Cuando en realidad es fruto de milenios de adaptación al medio. Y medio de vida para la esencia de La Macha.
La casilla manchega: el auténtico cortijo manchego. Seña de identidad y motivo de orgullo como una de las grandes aportaciones del ser humano a la arquitectura universal. Como siempre con esa humildad tan sazonada de complejos de los manchegos. Un valor menospreciado y olvidado por nosotros mismos.


Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano ©


Fotografías de sabersabor.es ©

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Montiel, Patrimonio Medieval

Cuanto más profundizamos en la historia del Campo de Montiel, más nos damos cuenta de que esta comarca tiene muchísimos recursos que ofrecer al viajero, al turista: castillos, restos arqueológicos de todas las épocas, personajes ilustres y artistas de renombre, senderos históricos, paisajes, fauna autóctona, artesanía, gastronomía… y todo ello enriquecido con una gente humilde, sencilla y acogedora.
Hoy estamos en Montiel, enclave que ofrece siglos de historia y cultura a sus visitantes, encrucijada de caminos para sus diversos pobladores y paso obligado para los invasores que querían atravesar la Península Ibérica.

Un poco de su historia

Tras la conquista cristiana desencadenada en 1212 con la batalla de las Navas de Tolosa, y que culminó con el asedio y toma del castillo de la Estrella entre 1224 y 1227, Montiel se convirtió en uno de los referentes socioeconómicos más importantes de la frontera gracias a la Orden de Santiago. Mucho ha llovido desde entonces, pero visitar hoy el lugar donde leyenda y ciencia coinciden en situar la muerte del Rey Cruel a manos de su hermanastro, constituye todavía un ejercicio de espiritualidad que refrenda de manera sublime el perfil hierático del castillo, entre los cerros rojos y los olivares que lo rodean por sus cuatro horizontes. En palabras de Salvador Carlos Dueñas:
Testimonio vencido sin quererlo. Por fin socorrido. El Castillo de la Estrella sigue siendo el rey del valle del Jabalón, imponiendo su presencia como lo más rotundo de un paisaje auténtico y esencial, clavado en la Historia, olvidado del tiempo. Donde el viento entre los cantiles, suena a veces airado como el pendón de Castilla a punto de batallar. Cerro mágico con mucho de Santiago y todavía algo de Granada, Córdoba y Sevilla”.
Montiel fue un crisol de gentes y ocupaciones que tuvo su punto álgido entre los siglos XII y XV, en plena Baja Edad Media. Declinó después con el ascenso a categoría de villa de una de sus aldeas, Villanueva de los Infantes, honor que fue refrendado en época de Felipe II hasta alcanzar la capitalidad de toda la comarca de Campo de Montiel.

Una visita por su Patrimonio Cultural

El núcleo urbano sigue conservando el atractivo sereno de nuestros pueblos enmarcados en bellos espacios rurales. Su trazado es irregular en torno a la iglesia y, sobre todo, al pie del cerro del Castillo, donde surgió el nuevo poblado tras la reconquista y pacificación del territorio. Cada año la villa de Montiel conmemora los hechos históricos sucedidos en estos espacios (aniversario de la muerte del Rey Don Pedro I de Castilla, acaecida en este lugar el 23 de marzo de 1369) con la multitudinaria celebración de unas jornadas de Recreación Histórico Medieval, MONTIEL MEDIEVAL, Fiesta Declarada de Interés Turístico Regional, con un amplio programa de actos.
Con tal motivo, los montieleños y montieleñas, descendientes de aquellos caballeros, ballesteros, lanceros y peones que conformando las milicias concejiles ayudaron a Don Pedro I en la famosa batalla de Montiel, reviven de forma inusitada aquellos sucesos de esos días de marzo de 1.369. Todo el pueblo de Montiel se transforma en esos días en la Encomienda Santiaguista más significativa del Campo que lleva su nombre, y ofrece al visitante una imagen sorprendentemente medieval, tanto en la indumentaria de los vecinos como en los pendones y banderas de antiguos linajes que penden de los balcones de sus casas. Por medio de recreaciones históricas recuerdan las vicisitudes que el rey castellano pasó desde que se refugió en el castillo de la Estrella hasta que sucumbió a manos de su hermano Don Enrique de Trastámara nueve días después.

MONTIEL MEDIEVAL presenta una oferta histórico-cultural y de ocio de tres días de duración con múltiples actividades: pregón, actos de calle de Recreación histórico-Medieval, teatro medieval, ordenación de caballeros, recreación de la Batalla de Montiel por grupos recreacionistas de Italia, Francia, Portugal y España, recitales de música medieval, talleres gremiales, mercado de productos artesanos, sepelio de Pedro I y lectura del testamento del rey Enrique II, entre otras muchas.

Castillo de la Estrella 

Montiel, exhibe todavía con orgullo los viejos muros del Castillo de la Estrella, escenario de un enfrentamiento que marcó el carácter pacífico de esta villa enclavada en la vega del Jabalón.
Levantado en el siglo IX, el Castillo de Montiel fue una de las fortalezas musulmanas más poderosas de la zona. Tras la aparición en 1214 de la Orden de Santiago en tierras del Campo de Montiel, los caballeros santiaguistas comenzaron la campaña de su conquista con ataques desde el recién conquistado y cercano Castillo de Eznavexore.
La resistencia musulmana fue tan dura que la Orden tuvo que levantar un castillo prácticamente enfrente de él, San Polo, para facilitar la seguridad y el asedio de los sitiadores. Finalmente, tras duras campañas, la fortaleza caería en manos cristianas definitivamente.
La fortaleza musulmana era tan poderosa y contaba con tan buenas defensas que, se cuenta que, cuando todos los castillos musulmanes de su entorno ya habían caído en manos cristianas, y el avance de reconquista ya estaba en el Guadalquivir, Montiel aún no había sido sometido.
Después de la conquista cristiana de la fortaleza, la Orden de Santiago la reforma y refortifica hasta hacerla prácticamente inexpugnable, dándole el nombre de La Estrella.
Por aquellos tiempos la fortaleza de Montiel sería ocupada alternativamente por árabes y cristianos hasta que, después de la Batalla de las Navas de Tolosa, en tiempos de Alfonso VIII, Montiel quedó definitivamente integrado en el Reino de Castilla.
En 1227 Fernando III concedió San Pablo y Montello a la Orden de Santiago. Montiel perteneció a esta Orden hasta que el fraile Pedro Ruíz de Sandoval lo dejó en manos de Pedro I de Castilla. Esta zona fue escenario de continuas batallas entre moros y cristianos, quedando desierta, por lo que la Orden concedía a las personas que habitasen estos lugares privilegios durante 10 años.
En este castillo se refugió el rey Pedro I de Castilla, más conocido por el Cruel o por el Justiciero, después de ser derrotado por su hermano bastardo Enrique de Trastámara el 14 de marzo de 1369, con los pocos leales que le acompañaban, quedando sitiado durante nueve días por las huestes de su hermano Don Enrique. En la noche del 23 al 24 de ese mismo mes y año entró en tratos con el traidor Bertrand Duguesclin, los dos hermanos lucharon entre sí y Pedro I murió. De aquel drama quedó la frase pronunciada por el criado de Enrique de Trastámara, Duguesclin, partícipe en el desenlace: Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor. El rey muerto quedó enterrado en Montiel hasta 1374 y desde entonces descansa en Sevilla. En 1974 el pueblo erigió un monolito en recuerdo de Pedro I.
El Castillo de La Estrella fue levantado sobre un gran crestón de roca aprovechando la defensa natural que éste le proporcionaba, y desde donde dominaba una extensa área del Campo de Montiel.
Su planta, ovalada e irregular, tiene un perímetro de unos 300 metros y ocupa una superficie de unos 6.000 metros cuadrados.
Se organiza en dos recintos, uno interior de origen cristiano y otro exterior de origen musulmán.
Al recinto musulmán corresponden los restos de la muralla del perímetro exterior, conservándose unas diez torres bastante deterioradas construidas en tabiya y mampostería. Entre ellas destaca una de una de unos diez metros de altura por siete en sus lados.
El recinto cristiano, de mayor extensión que el musulmán, corresponde a la reestructuración llevada a cabo por los caballeros de Santiago en los siglos XIII-XIV. De este recinto, construido enteramente en piedra, se conservan restos de unas nueve torres semicilíndricas y cuadrangulares, algunas provistas de saeteras y con vestigios de ventanas y puertas, así como unos 150 metros del perímetro de la muralla. La torre del homenaje, hoy desaparecida, se encontraba en la parte más alta del recinto, en uno de sus extremos.
Unas excavaciones realizadas en la ladera del cerro del castillo en el año 2013 sacaron a la luz los restos de la villa medieval de Montiel, entre ellos vestigios de la muralla que protegía la villa y la imponente primera iglesia medieval de esta villa, un majestuoso edificio situado en la ladera sur del yacimiento y que fue levantado en torno a la década de 1230.

Aunque aún está por excavar completamente, se aprecia como su fábrica es de gran calidad a base de cantería de arenisca, con planta rectangular y arcos de ladrillo que sustentaron la cubierta. Alrededor de la misma se ha localizado un importantísimo cementerio medieval del que se han exhumando más de medio centenar de enterramientos.

Actualmente el Castillo de la Estrella forma parte del Conjunto Arqueológico Castillo de La Estrella, el mayor yacimiento medieval de nuestro país, ubicado en el antiguo e histórico Campo de Montiel, Ciudad Real. Se trata de uno de los complejos arqueológicos y monumentales más importantes de Castilla La Mancha, declarado Bien de Interés Cultural.

Desde aquí felicitar a la Fundación Castillo de la Estrella por su gran trabajo e incansable labor al frente de la recuperación de gran parte del Patrimonio Histórico – Cultural del Campo de Montiel.

Montiel Medieval

Iglesia de San Sebastián Mártir

La iglesia se levanta en el casco antiguo del pueblo, sobre una elevación natural del terreno.
De estilo gótico tardío, ha sufrido muchas transformaciones hasta la actualidad. Mandada a construir por el infante D. Enrique de Aragón, en 1440. Fue en un principio fue una ermita dedicada a San Sebastián Mártir. La fachada es ya del siglo XVIII con interesante portada flanqueada por columnas elevadas sobre plintos cajeados. En la parte superior de esta se encuentra una hornacina, donde se sitúa una imagen de San Sebastián de 1687. Es de una sola nave, con techumbre abovedada y de seis capillas.
La zona más antigua es la del coro, sobre dos columnas con una puerta de sillares que da acceso a la torre; debajo se encuentra la pila bautismal. El retablo neoclásico, fue uno de los poco que sobrevivió a la Guerra Civil Española, aunque si se vieron afectadas las imágenes veneradas en esta iglesia. En una capilla adosada al muro de la derecha se encuentra la Virgen de las Nieves, talla del s. XIII, románica, recientemente restaurada.

Ermita del Santísimo Cristo

Procede del siglo XV, de estilo gótico tardío con añadiduras renacentistas. La ermita, en un principio estuvo dedicada a Santiago Apóstol; en el año 1468 se derrumbó y en 1498 se construyó la actual ermita de tres naves, donde hoy en día se venera la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración, con mucha devoción no sólo en Montiel, sino en toda la comarca.
Su origen se remonta a 1243 con la construcción de la Vicaría de Santiago por parte de la Orden de Santiago. En el siglo XIV fue ampliada y convertida en convento, posiblemente por parte de Enrique II como plegaria por la muerte de su hermano Pedro I. A mediados del siglo XV fue incendiada dentro las guerras nobiliarias que afectaron a la zona, volviéndose a levantar a fines de este mismo siglo con trazas ya renacentistas.
En las Relaciones Topográficas de Felipe II, se habla de una imagen muy devota, de gran altura, cuya aparición fue en el año 1520.
A partir del año 1621 se empieza a llamar Ermita del Santísimo Cristo de la Expiración.
En la actualidad, en la nave derecha de la Ermita, se conserva un retablo compuesto de varias piezas en madera y policromado del siglo XV y XVI de estilo renacentista y barroco, la imagen es la Virgen del Socorro.

Castillo de San Polo

El castillo fue levantado por los caballeros de la Orden de Santiago en el primer cuarto del siglo XIII, posiblemente en 1214, para intentar tomar el Castillo de Montiel a los musulmanes durante las campañas de reconquista cristiana por tierras musulamanas del Campo de Montiel.
En un principio los caballeros cristianos acometieron la fortaleza de Montiel desde el próximo Castillo de Torres de Xoray (Eznavexore), recién conquistado a los moros, en 1214. Al parecer, fue tal la resistencia musulmana, que la Orden se vio obligada a levantar una fortificación prácticamente enfrente del Castillo de Montiel, el castillo de San Polo, para garantizar la seguridad y facilitar el que sería un duro y largo asedio. Aún así, Montiel siguió resistiéndose y no caería definitivamente en manos cristianas hasta después de 1220.
En el siglo XVI el castillo sería abandonado.
Hoy día queda muy poco del castillo, apenas se conservan vestigios de lo que pudo ser una cámara subterránea, restos de un aljibe de unos cinco metros de profundidad, y un silo circular excavado en la roca, de un metro aproximadamente de diámetro.
Se aprecian en los bordes del recinto donde se asentaba el castillo los trabajos efectuados para acentuar la verticalidad de sus paredes, que serviría de foso natural.
Nos cuentan que ambos castillos, Estrella y San Polo, estaban comunicado por túneles subterráneos.
A los pies del cerro del castillo de San Polo, un monumento conmemorativo al rey castellano Pedro I El Cruel, recuerda el lugar donde fue asesinado por su hermanastro Enrique de Trástamara en 1369. Dicho monumento es conocido popularmente en la localidad como el monolito.

Aldea de Torres

Cercano a Montiel nos encontramos con un interesante despoblado para los amantes de la arqueología, la Aldea de Torres, del siglo XIII, se pueden ver los murallones de la iglesia, restos de casas y la fuente que dio origen a este núcleo medieval.
En 1243 encontramos el pueblo de Torres en la lista de lugares que Fernando III confirmó como dominio de la Orden de Santiago en su pleito con el Concejo de Alcaraz, dependiente del Arzobispado de Toledo por las tierras del Campo de Montiel. Aunque la parroquia de Torres dedicada a Nuestra Señora, debía pagar terzuelo al Arzobispado. En las relaciones de Felipe II de 1575 se encuentran referencias a la Villa de Torres como aldea dependiente de Montiel.
Según este documento, Torres se encuentra a una «legua buena» de Montiel, y posee Dehesa y dos Alcaldes Ordinarios, dos Alcaldes de Hermandad, y un Alguacil como oficiales del Concejo de Torres. También cuenta la aldea con cura propio, iglesia, una fortaleza que a principios de la Edad Moderna ya debía haber desaparecido y una ermita dedicada a San Blas. Tenía Torres por esta época treinta vecinos pecheros (es decir, que pagaban impuestos) por lo que la población real estaría alrededor de 120 habitantes.
También se menciona la existencia de diversas tumbas cerca de la iglesia de la aldea marcadas con los escudos de las Órdenes de Santiago y Calatrava. La población Torres tuvo en algunos momentos de su historia Encomienda propia que compartía con otra aldea de Montiel, Cañamares. El edificio más importante conservado son los restos de su templo parroquial, que contó con hasta tres naves y se remataba mediante un ábside. Se dice que Torres fue un lugar de retiro de Caballeros, quienes tras sus vidas de lucha terminaban aquí sus últimos días buscando paz y tranquilidad.
Las últimas referencias sobre Torres indican que en 1611 tenía jueces propios para su Dehesa, construyéndose en el siglo XVIII una casa de recreo en las proximidades para la familia de los Bustos. En 1914 su población se había reducido a 5 casas y 13 habitantes. Actualmente se conserva sólo parte del caserío.

Patrimonio Natural protegido

Las tierras de Montiel son en parte Área Crítica para el lince ibérico, Zona de Dispersión para el águila imperial ibérica y Zona de Importancia para águila imperial ibérica, buitre negro, cigüeña negra y lince ibérico. Aquí se localizan el Lugar de Importancia Comunitaria de la Sierra del Relumbrar y Estribaciones de Alcaraz, el Refugio de Fauna del Embalse de la Cabezuela y parte de la Zona de Especial Protección para las Aves de las áreas esteparias del Campo de Montiel.
Por cierto, también es uno de los rincones donde más perdiz roja hay en España.



Si queréis conocer este maravilloso lugar o simplemente necesitáis más información, contactad con nosotros a través de info@sabersabor.es


Un artículo de Antonio Bellón Márquez ©