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Tour por los Escenarios de Cervantes y los Paisajes del Quijote

Os proponemos un viaje cultural, natural y gastronómico inolvidable por Madrid, Toledo, La Mancha y el Campo de Montiel para descubrir el origen del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha. Un viaje por una Tierra Universal, el Siglo de Oro Español, los paraísos y escenarios naturales de la novela, con toda la esencia de nuestras ciudades, pueblos y aldeas, y disfrutando de nuestra rica gastronomía, en la que no pueden faltar el delicioso y afamado Queso Manchego y los vinos de la tierra. Sin duda, una auténtica experiencia cultural universal


Día 1

Iniciamos nuestro maravilloso recorrido por el Madrid de los Austrias, sede de la corte de Felipe II, bajo cuyas órdenes lucho Don Miguel de Cervantes durante gran parte de su vida. Un paseo por el casco histórico de la ciudad, lleno de calles estrechas, callejuelas, pasajes, pasadizos, travesías, plazuelas, palacios, conventos…
Y a la hora de comer nada mejor que un tour gastronómico de tapas y vinos por las tabernas más emblemáticas de Madrid. Un delicioso recorrido entre catas y degustación de pequeños platos de temporada maridados con vinos de La Mancha.
Madrid, Villa y Corte, que tiene su centro en el «kilómetro cero» de los caminos de España, posee un mapa gastronómico inigualable en el que tienen destacada presencia platos tradicionales que ofrecen un perfil propio, con aromas de la cocina manchega, al estar su territorio enclavado en el corazón de la meseta. En los más típicos rincones del viejo Madrid, antiguas posadas, figones y mesones, – aparte del famoso Lhardy -, ofrecen la clásica sopa de ajo, y su inigualable cocido al que los castizos llamaban «el coci» ó «el piri», plato típico, saludable, sabroso y antañón que con el mismo regusto se come por tierras de Castilla en las que Madrid se asienta.
Por la tarde nos trasladamos hasta la cercana Alcalá de Henares, Ciudad Patrimonio de la Humanidad, para disfrutar de un recorrido guiado por esta bella localidad donde vivió sus primeros años Don Miguel de Cervantes, visitando su museo-casa natal, los edificios relacionados con su familia y aquellos vinculados a la publicación de sus obras.
Dar un paseo por las calles aledañas al Palacio Arzobispal, la Catedral Magistral y el Monasterio de San Bernardo nos transporta a la época del Cardenal Cisneros, allá por el siglo XVI.


Día 2

Iniciamos la jornada con un espectacular recorrido panorámico por Toledo, Ciudad Patrimonio de la Humanidad. A continuación hemos disfrutado de un atractivo y ameno recorrido guiado por el impresionante casco histórico y por los barrios de las Tres Culturas, admirando el legado de las diferentes civilizaciones que han dejado su huella en Toledo: Edad del Bronce, carpetanos, visigodos, romanos, musulmanes, judíos y cristianos. Y visitando los monumentos más importantes: Mezquita del Cristo de la Luz, Sinagoga de Santa María la Blanca, Iglesia de Santo Tomé (El Greco) y un subterráneo exclusivo en la judería.
De todos es conocido que Miguel de Cervantes disfrutó un amor sincero por la ciudad de Toledo. Al entrar por la puerta principal de la ciudad, la de Bisagra, nos encontramos, en su patio de armas, el elogio más apasionado de Cervantes a Toledo: “¡Oh, peñascosa pesadumbre, gloria de España y luz de sus ciudades…”
La mañana ha finalizado visitando un Taller de Damasquinado, donde hemos visto en directo cómo trabajan y descubierto todos los secretos de esta artesanía joyera conocida como el Oro de Toledo.
Por la tarde nos esperaba la impresionante Catedral Primada de Toledo, una de las obras maestras de la arquitectura ojival y obra magna del gótico, que mereció en el lenguaje eclesiástico el título de Dives Toletana (La Rica Toledana), que alude a la grandiosidad de sus dimensiones, riqueza artística y solemnidad litúrgica. La Catedral Primada fue concebida como Summa Artis, un Vaticano en tierras ibéricas. Esconde una interminable acumulación de tesoros artísticos que abarcan páginas enteras de la historia de la vidriera, la rejería o la escultura, y una colección pictórica sin igual, con obras de El Greco, Tiziano, Goya o Van Dick.


Día 3

Nuestro camino nos llevó hasta Campo de Criptana, para conocer uno de los enclaves fundamentales de la geografía española: la maravillosa sierra de los molinos de viento, una estampa clásica reconocida en los cinco continentes. Esta experiencia nos ha permitido rememorar la leyenda cervantina del famoso lance entre Don Quijote y sus “gigantes”, así como descubrir algunos secretos del noble arte de la molinería.
A continuación, la visita imprescindible a una prestigiosa bodega con D.O. La Mancha. Un interesante itinerario por sus emblemáticas instalaciones para adentrarnos en el apasionante mundo de la viticultura y en los procesos de vinificación, con una degustación de sus vinos de la mano de todo un maestro en este arte. La historia y los secretos del brebaje de Dioniso, dios del vino, han dejado de ser un secreto para nosotros. Una auténtica experiencia enoturística.
Y a la hora del almuerzo, nos esperaba una deliciosa y auténtica Comida Típica del Quijote, a base de platos tradicionales de la cocina manchega. Una cocina universalizada por Cervantes.
Por la tarde hemos conocido un tesoro de gran trascendencia en la tradición cervantina: la Cueva de Medrano en Argamasilla de Alba, la celda donde, según algunos estudiosos, D. Miguel de Cervantes comenzó a escribir su inmortal obra “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”.
Imprescindible la visita a la cercana ciudad de Tomelloso para descubrir el interesante Museo del Carro y del Bombo de Tomelloso, con el maravilloso Bombo tomellosero en su interior, una auténtica joya de la arquitectura popular rústica.
Y por supuesto alguna de las más de 2200 antiguas cuevas-bodega existentes en el subsuelo de la ciudad, excavadas antaño en la roca para hacer y almacenar el vino en tinajas de barro. ¡Un patrimonio vitivinícola impresionante!

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Día 4

Por la mañana hemos visitado una tradicional y prestigiosa quesería manchega, para conocer los secretos de un producto único: el Queso Manchego. Hemos tenido la oportunidad de conocer desde el pastoreo del ganado en el campo, las ovejas y corderos, y el ordeño hasta la transformación de la leche en queso, el trabajo artesanal y la maduración, asistiendo a la elaboración del queso en vivo y en directo. Para finalizar con una deliciosa degustación de este producto tan cotizado a nivel nacional e internacional.
Listos para iniciar una de las visitas más importantes de este tour: Villanueva de los Infantes, Conjunto Histórico-Artístico Nacional, uno de los más bellos de España y centro histórico de la comarca del Campo de Montiel, citada hasta cinco veces por D. Miguel de Cervantes en su obra más universal “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”.
Cuna del Quijote, según algunos estudiosos, y el lugar donde vivió el genial escritor Don Francisco de Quevedo y Villegas, hemos disfrutado con un inolvidable recorrido por esta monumental villa. Iglesias y conventos; plazas porticadas; pósitos, casas señoriales, palacios y calles… Todo un viaje al irrepetible Siglo de Oro español.

Llega el medio día y con él un almuerzo campestre en una huerta de la zona, un lugar lleno de encanto y esencia manchega donde hemos dado cuenta de una comida típica a base de platos tradicionales maridados con los mejores vinos de la tierra.

Por la tarde nuestro viaje nos ha llevado hasta Fuenllana, cuna de Santo Tomás de Villanueva y villa rural manchega por excelencia, descubierta con sorpresa a principios del siglo XX por el famoso fotógrafo francés Charles Alberty ‘Loty’, cuyas fotos se mostraron en la Exposición Universal de Barcelona en 1929. Un magnífico ejemplo de lo que debe ser un pueblo con estilo propio, integrado en su paisaje, su historia y su cultura. Callejear por su casco urbano, respirar la esencia del Campo de Montiel… inolvidable.

Para nuestro siguiente paso por el histórico y sorprendente Campo de Montiel nos esperan enclaves como Villahermosa, Torre de Juan Abad, Montiel, Almedina, Villanueva de la Fuente, Alhambra… cada uno con una inmenso patrimonio histórico, cultural y natural.


Día 5

La jornada comenzaba con la visita a El Toboso para descubrir todos los secretos y leyendas de este bonito pueblo, y todos los rincones relacionadas con Don Quijote de La Mancha y Dulcinea. Imprescindible adentrarse en el Museo de la Casa de Dulcinea y descubrir de una forma amena y divertida el legado que D. Miguel de Cervantes dejo en El Toboso en su búsqueda del gran palacio de Dulcinea, y las características de los principales personajes, Don Quijote y Sancho, en el contexto histórico de una España en pleno Siglo de Oro de la literatura.
Tras un merecido descanso, ponemos rumbo a Alcázar de San Juan, última etapa de nuestro viaje. Desde la inmensa llanura que lo bordea, salpicada de bellas lagunas, pasando por sus conocidas fiestas de Moros y Cristianos, las tortas de Alcázar o el legado de su artesanía del cuero, la alfarería y la madera.
La visita a Alcázar de San Juan está llena de lugares de interés turístico y patrimonial.
Alcázar de San Juan es según algunos estudiosos la verdadera cuna de Don Miguel de Cervantes, así que nada mejor que iniciar nuestro recorrido en la Casa del Hidalgo, donde nos han explicado las costumbres y cómo era la vida de los hidalgos que inspiraron a Miguel de Cervantes cuando creó el personaje de Don Quijote de La Mancha. A continuación un bonito recorrido por el Conjunto Palacial del Gran Prior, donde destaca el Torreón de Don Juan José de Austria, uno de los emblemas de la ciudad, una torre almohade del siglo XIII, y actualmente un maravilloso espacio dedicado a los Caballeros Hospitalarios de San Juan.
La naturaleza está muy presente en estas tierras. Prueba de ello es el Complejo Lagunar de Alcázar de San Juan. Declarado Reserva Natural de la Biosfera, está conformado por 700 hectáreas integradas tres lagunas pertenecientes a La Mancha Húmeda. Se trata de un lugar perfecto para observar especies únicas y disfrutar de la naturaleza.
En los caminos que las recorren encontramos puntos de observación de aves, alternando paisajes salinos y desérticos, que cambian a estepas para después convertirse en prados húmedos. Estos cambios hacen de este espacio protegido por la UNESCO su mayor atractivo.
Hemos avistado aves difíciles de encontrar en ninguna otra parte. Cigüeñuelas, pagazas piconegras, zampullines, tarros blancos y canelos, porrones, malvasías cabeciblancas, patos colorados y cucharas, cercetas carretonas, fochas, garcillas cangrejeras, garzas imperiales, aguiluchos laguneros y flamencos. Un lugar perfecto para hacer turismo ornitológico.


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Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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De Sevilla a La Mancha: TROVADORES DEL SIGLO XXI

A lo largo de nuestra vida, pasamos por momentos malos y dificultosos pero a veces el péndulo del Tiempo absoluto nos lleva a pasar algunos buenos ratos, esos instantes que se guardan en el cajón de la memoria. Y eso ha venido a acontecer en estos días marcados en los costillares del almanaque: 28-II al 03-III-2019, en los que un grupo de turistas procedentes de Sevilla – entre los cuales tengo la suerte de encontrarme y de disfrutar su calidad humana y buen humor- han tenido la fortuna de explorar por tierras castellanos-manchegas, la llamada “Ruta del Quijote”.
Llegan a una hora y a un lugar determinado. Su estancia por lo general es breve. Estilos secos, humorísticos, sobrios, llanos, recargados, poéticos, barrocos. Frases largas, a veces tan ceñidas como un antifaz nazareno a la quijada y otras cortas como un zaguán, espolean a sujetos, verbos y predicados. Conjunciones y proposiciones hilan las explicaciones convirtiendo las imágenes en bellas metáforas que nos transportan a la magia de lo ya vivido en otras épocas.
Con sus explicaciones ilustran personajes, monumentos, paisajes, pinturas… Todos ellos con perfiles estéticos tan variados y sin embargo con un común denominador: la palabra.
Se les conoce profesionalmente como “Guías Turísticos” y tienen un enemigo implacable: el peaje del tiempo que todo lo muda y todo lo recrea y que les obliga a convertirse en auténticos narradores de novela corta, como un río de breve presencia lleno de luz y color.
Decía Luis Cernuda; “Llega el momento en la vida, cuando el tiempo nos alcanza”. Y en estos días me he sentido alcanzado por un edén de historias que he tenido la fortuna de compartir con estos magníficos trovadores del siglo XXI: Luis, Isabel, Carmen, Ricardo y Juan. Todos ellos coordinados por la elegante y recia sobriedad castellana de Antonio.
Con mi agradecimiento a quienes me han ayudado a aprender, soñar y vivir en estos maravillosos días.


Un artículo de Antonio Toro de los Santos©


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Un viaje Cervantino por el corazón de La Mancha

La Mancha, mencionar ese nombre es revivir en la mente del que lo escucha un paisaje perfectamente llano, el lugar que inmortalizó Don Miguel de Cervantes


Esta tierra es conocida en cualquier rincón del planeta gracias a su caballero andante y a su resignado escudero. No existe unanimidad a la hora de explicar la procedencia de este topónimo, aunque la mayoría de las teorías lo asocian con términos de origen árabe como “manxa”, que significa “tierra seca”, o el de “mányà”, “alta planicie” o “meseta”.

En cualquier caso, lo cierto es que La Mancha que hoy conocemos es un amplísimo conjunto de territorios enclavados en varias provincias del centro-sur de la península y que poseen un denominador común en la fisionomía plana del terreno y en el clima extremo, caracterizado por la sequedad estival y el frío riguroso de sus inviernos.

Añil de La Mancha

La Mancha de Argamasilla de Alba, Tomelloso, Ruidera y otras localidades ciudadrealeñas asociadas a la ruta del Quijote, no es sino una pequeña parte de ese vasto territorio en la meseta sur de nuestro país. En su origen, la región histórica y geográfica de La Mancha englobaba 3 grandes comarcas, a su vez sendos patrimonios administrados por las todopoderosas Órdenes religiosas y los Señoríos medievales de carácter feudal: por un lado, la Mancha Alta de Toledo, Ciudad Real, Cuenca y Albacete, un gran propiedad que tras su Reconquista quedó bajo la Orden de Santiago con sede en el municipio conquense de Uclés; por otro la Mancha Baja, regida por los Caballeros de San Juan y que en la actualidad aglutina a 17 municipios repartidos entre las provincias de Ciudad Real y Toledo; y por último la Mancha de Montearagón lindante con el Reino de Valencia, que fue administrada históricamente por el Señorío de Villena y hoy enclavada dentro de la provincia de Albacete.

La Mancha genuina, la Mancha que vio nacer al Quijote y en la cual lidió algunas de sus más memorables aventuras, tiene su centro más esencial en la provincia de Ciudad Real y engloba parte de aquellos territorios míticos: en concreto, la parte más meridional de la Mancha Baja conocida por Campo de San Juan, y las tierras ciudadrealeñas de la Mancha Alta, admirablemente planas, que responden al nombre de Mancha de Criptana.

El viajero inicia su recorrido en una tierra de viñedos, quinterías y bombos. A finales de abril los tomelloseros piden la bendición de campos y gentes a su patrona, la Virgen de las Viñas, y he aquí que sus pasos le llevan junto al despliegue festivo y colorista de miles de personas que en romería se desplazan hasta la Ermita de la Virgen en un paraje conocido como Pinilla. A lomos de mulas enjaezadas, carros, carretas y remolques engalanados con ramas, con la alegría sencilla y profundamente devota del pueblo manchego, la Romería aparece a ojos del viajero cargada de significado religioso pero también pagano, sobre todo cuando en la llamada Procesión de las Antorchas ve rezar a los fieles en la oscuridad de la noche mientras caminan alrededor del Santuario.

Vendimia en La Mancha

Bombo de Tomelloso

Arropada por sus vinos de gran calidad, Tomelloso es la capital de la comarca y uno de los municipios con más solera en la producción de vinos con Denominación de Origen de La Mancha. Como no podía ser de otra forma la localidad ha sido y es memoria viva de la tradición cervantina, y resulta paso obligado de la ruta del Quijote que iniciada en Campo de Criptana llega hasta Argamasilla de Alba, el Castillo de Peñarroya y el bellísimo y mágico rincón de las lagunas de Ruidera.

Asimismo, Tomelloso constituye un gran centro de difusión taurina con su máxima expresión en la plaza de Toros de la localidad, una de las más antiguas de España y ejemplo de afición sin paliativos: finalizaba el año de 1859 y los vecinos decidieron dar impulso a su villa construyendo la plaza de toros antes que instalar el alumbrado en las calles, cosa que finalmente hicieron 2 años después.

En su origen la población estuvo asociada con la importante actividad de la Mesta, pues su casco urbano era zona de paso de la Cañada Real Conquense que conducía al ganado desde tierras de Cuenca y Teruel hasta el valle de Alcudia, donde las cabaña pasaba los meses invernales. Hoy, la ciudad es el octavo núcleo de población de Castilla-La Mancha y su larga historia asociada al vino se refleja en la gran cantidad de Bodegas y Cooperativas vinícolas con sede en la localidad: Cooperativa Virgen de las Viñas; Vinícola de Tomelloso; Bodegas Centro Españolas, Bodegas Verum, Bodegas Lahoz…


De visita obligada son las antiguas cueva – bodega de Tomelloso, un patrimonio enológico impresionante


De enoturismo en una antigua cueva – bodega de Tomelloso

Lagunas de Ruidera

En un apartado rincón de la Mancha y según la tradición, Don Miguel de Cervantes estuvo preso por unos líos de faldas. Quizás por eso no quiso acordarse después del lugar, pero hoy los entendidos sitúan el incidente en un bello pueblo del norte de Ciudad Real llamado Argamasilla de Alba, al oeste de Tomelloso, una tierra de vastos horizontes y en la que el viajero puede evocar sin esfuerzo la efigie del Caballero de la Triste Figura.

Pasear por las calles de este pueblo, entre plazas soñolientas y casas bajas bajo el sol de la tarde, es convidar por un momento al silencio y al deseo de descansar a la sombra de un patio, junto al fresco sonido de la fuente y con un deseo firme de no moverse de allí. Obligada es la visita a la Cueva de Medrano, donde Azorín y toda la tradición cervantina afirma que estuvo preso el ilustre manco de Lepanto.

Pero después, si hemos de decir verdad, con el libro de “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” bajo el brazo y el paisaje manchego vivo en nuestra retina, el andar del viajero debe llevarle sin excusa hasta una bodega, una quesería o una posada, allí donde pueda degustar los sabrosos platos y caldos de esta tierra afortunada.

Argamasilla forma parte de la zona de producción de cuatro productos de gran calidad, el queso, el azafrán, el vino y el cordero, y por tanto su gastronomía no podía defraudar de ningún modo entre platos típicamente pastoriles como las migas, las gachas y los galianos, platos que en origen se asociaban al trabajo de los labriegos en las quinterías del lugar. El pisto manchego, cuyo ingrediente básico es el tomate, y la repostería compuesta por flores, arrope de uvas y rosquillos, completan un menú donde la sencillez y la calidad son los condimentos clave para no olvidar la experiencia.

Cueva de Medrano en Argamasilla de Alba

Castillo de Peñarroya


Y a la hora de comer, tradicionales recetas del solar manchego que, desde viejos tiempos, vertidas al puchero, prestan calor al cuerpo entumecido de nativos y foráneos


Y entre duelos y quebrantos, bajo el tibio sol de abril, el viajero no puede faltar a su cita con la importante localidad de Alcázar de San Juan donde algunos estudios sugieren que pudo situarse la cuna auténtica de Don Miguel de Cervantes. Efectivamente, en el libro bautismal de la Parroquia de Santa María la Mayor de Alcázar de San Juan y en las páginas correspondientes al periodo 1556-1635, se conserva la siguiente partida de bautismo:

«En nueve días del mes de noviembre de mil quinientos y cincuenta y ocho bautizó el Rdo. Señor Alº Díaz Pajares un hijo de Blas de Cervantes Saavedra y de Catalina López que le puso (de) nombre Miguel (…)”.

Litografía realizada en el siglo XIX, de Miguel de Cervantes SaavedraLitografía realizada en el siglo XIX de Miguel de Cervantes Saavedra

Torreón del Gran Prior, Alcázar de San Juan

Colegiata de Santa María La Mayor, Alcázar de San Juan

Cierta o no esta teoría, que pondría en entredicho el origen de tan insigne escritor en la madrileña Alcalá de Henares, el viaje debe terminar por ahora y lo hace recorriendo la gran estepa cerealista desplegada hacia oriente.

Atravesando llanos trazados con regla, ataviados con el verde imposible de los trigales, bajo un cielo que abruma y con la vista puesta en el racimo de casas que asoma al fin sobre el horizonte, llegamos a Campo de Criptana y al cerro plano que corona sus famosísimos molinos de viento. Así es: el blanco Albaicín Criptano, con sus casas-cueva, sus calles estrechas y pendientes pronunciadas de genuino sabor árabe, lleva al viajero sosegado hasta un lugar de cuento y estampa por antonomasia del paisaje manchego.

Molinos de Campo de Criptana

Atardecer en Campo de Criptana

Pero la historia de Don Quijote y los molinos de viento que no eran tales, sino gigantes, no esconde la realidad igualmente atractiva de los propios molinos, que con cinco siglos de antigüedad funcionaron a pleno rendimiento hasta bien entrados los años cincuenta.

El propio Cervantes hablaba en su famoso episodio de 30 o 40 de estos edificios, lo que coincide con el catastro efectuado a mediados del siglo XVIII y que contabiliza 34 molinos en la sierra del mismo nombre y en el llamado cerro de la Paz. Hoy solo quedan 10 en pie, de los que 3 de ellos datan del siglo XVI y por fortuna siguen conservando su maquinaria original. Testigos de un pasado histórico y cultural envidiables, los molinos siguen siendo heraldos ante el mundo del paisaje de Campo de Criptana y de la Mancha en su totalidad.

Y algo de esa herencia señorial y quijotesca debe seguir presidiendo sus muros encalados y sus aspas orgullosas y erguidas a los cuatro vientos, pues hoy el conjunto de los molinos de Campo de Criptana está declarados Bien de Interés Cultural, y tres de ellos, los más antiguos, alcanzaron en 1978 la categoría nacional de Monumentos de Interés Histórico-Artístico. Conozcamos sus nombres: Burleta, Infanto y Sardinero.

Otro paisaje de La Mancha


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©


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Ruta del Quijote en bicicleta. 1ª Etapa: Campo de Criptana – Argamasilla de Alba – Tomelloso

Cicloturismo Ruta del Quijote sabersabor.es

Un recorrido ecoturístico en 3 etapas organizado para los aficionados al cicloturismo, la aventura y el aire libre


Os proponemos pasar unos días inolvidables en La Mancha recorriendo los más famosos e importantes escenarios del Quijote. Sin duda, el destino ideal para los que quieren vivir una auténtica experiencia cultural y gastronómica universal.


1ª Etapa: Campo de Criptana – Argamasilla de Alba – Tomelloso

Nuestra primera etapa comienza en Campo de Criptana, donde conoceremos uno de los hitos fundamentales de la geografía española: el barrio del Albaicín y los maravillosos molinos de viento que lo coronan. Esta experiencia nos permitirá rememorar la leyenda cervantina del famoso lance entre Don Quijote y sus “gigantes”, así como descubrir algunos secretos del noble arte de la molinería.
Iniciamos la jornada con una visita a la Sierra de los Molinos, testigo de un pasado histórico y cultural envidiables. Los molinos siguen siendo heraldos ante el mundo del paisaje de Campo de Criptana y de la Mancha en su totalidad. Y algo de esa herencia señorial y quijotesca debe seguir presidiendo sus muros encalados y sus aspas orgullosas y erguidas a los cuatro vientos, pues hoy el conjunto de los molinos de esta localidad está declarado Bien de Interés Cultural, y tres de ellos, los más antiguos, alcanzaron en 1978 la categoría nacional de Monumentos de Interés Histórico-Artístico como los únicos molinos de la Península Ibérica que conservan la estructura y maquinaria original del siglo XVI (Infanto, Burleta y Sardinero), aptos para moler el cereal como se hacía siglos atrás, gracias al ingenio del hombre y a la fuerza del viento.
A continuación, recorreremos el barrio del Albaicín, arquetipo de barrio manchego, con sus casas de teja árabe y pintadas en blanco y añil, que destaca por la estrechez y carácter pronunciado de sus calles. Y nos adentraremos en una casa-cueva para conocer cómo era la vida en estas tierras allá por el siglo XIV.

“…En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
-La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
-¿Qué gigantes? -dijo Sancho Panza.
-Aquéllos que allí ves -respondió su amo- de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
-Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquéllos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
-Bien parece -respondió don Quijote- que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
Y diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquéllos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes iba diciendo en voces altas:
-Non fuyades, cobardes y viles criaturas; que un solo caballero es el que os acomete.
Levantóse en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:
-Pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.
Y diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el primero molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue el golpe que dio con él Rocinante…”
Capítulo VIII de la 1ª parte de “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”

Turismo en La Mancha sabersabor.es

Campo de Criptana azul añil La Mancha

Viñedo La Mancha sabersabor.es

Campo de Criptana

Tras la maravillosa visita a Campo de Criptana, dirigimos nuestra bicicleta hacia Argamasilla de Alba, a lo largo de infinitos horizontes, amplios paisajes y ausencia de sombras, para visitar un tesoro de gran trascendencia en la tradición cervantina: la Cueva de Medrano, la celda donde estuvo preso D. Miguel de Cervantes y donde, según Azorín, Rubén Darío y algunos otros estudiosos, el ilustre manco de Lepanto comenzó a escribir su inmortal obra “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”.
El camino atraviesa grandes campos de viñas y cereales. La gran llanura es aquí el elemento más característico del paisaje hasta llegar a Argamasilla de Alba. La tradición señala que habiendo ido al lugar Miguel de Cervantes, en su función de recaudador de impuestos, no cayó muy simpático a las gentes y pudiera haber tenido además un lio de faldas con la sobrina del alcalde D. Rodrigo de Pacheco. Se señalan estos hechos, como motivo por los que fue encarcelado.
Fue puesto preso en una cueva, denominada de Medrano, siendo este el lugar tradicionalmente señalado donde Cervantes empezó a escribir El Quijote. La cueva está, a modo de sótano, en el interior de la casa del mismo nombre. Pudiera ser este el motivo por el que Don Quijote no quisiera acordarse del lugar de la Mancha.
Se afirma, así mismo, que la figura de Alonso Quijano (nombre de Don Quijote), se basó en este peculiar personaje de la época: Rodrigo de Pacheco.

“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas con sus pantuflos de lo mismo, los días de entre semana se honraba con su vellori de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años, era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro; gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada o Quesada (que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben), aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llama Quijana; pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad…”
Capítulo I de la 1ª parte de “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”

Argamasilla de Alba

Cueva Medrano Argamasilla de Alba

Ruta del Quijote turismo en La Mancha sabersabor.es

Dejamos atrás tan ilustre lugar, y recorreremos los escasos kilómetros que separan Argamasilla de Alba de Tomelloso, final de nuestra primera etapa.
Ciudad de paso y estrechamente vinculada a la Mesta desde época medieval, Tomelloso es hoy uno de los principales centros productores de vino en la región con D.O. La Mancha.
La ciudad retiene todavía una amplia tradición artesanal, que se aplica en dosis iguales de esmero, mimo y profesionalidad a sus productos más conocidos: el queso manchego, el vino y la rica gastronomía local.
Sin duda, el destino ideal para los que quieren descubrir los auténticos sabores que ofrece La Mancha.
Iniciamos la visita a esta localidad en uno de los museos más emblemáticos de Tomelloso: el Museo del Carro, donde conoceremos todo lo necesario sobre la vida, las costumbres y los aperos utilizados antiguamente en las diversas faenas agrícolas relacionadas con el cultivo de la vid. Nos quedamos asombrados con el Bombo, con su maravillosa cúpula, una obra maestra de piedra caliza utilizada como vivienda y refugio durante las faenas del campo para el labrador o labradores y sus familias. Los alrededores de la ciudad de Tomelloso están enriquecidos por Bombos, geniales joyas de arquitectura popular rústica que decoran el campo y lo embellecen, proporcionándole una seña de identidad única, distintiva y muy peculiar.

Pero después, si hemos de decir verdad, con la novela más universal de Cervantes bajo el brazo y el paisaje manchego vivo en nuestra retina, nuestra bicicleta debe llevarnos sin excusa hasta una bodega de La Mancha para adentrarnos en el apasionante mundo de la viticultura. La historia y los secretos del brebaje de Dioniso, dios del vino, dejarán de ser un secreto para nosotros.
Muy recomendable descubrir una de las numerosas cuevas-bodega existentes en el subsuelo de Tomelloso, excavadas antaño en la roca para hacer y almacenar el vino.
Y por supuesto la visita a una auténtica quesería artesana manchega, la Cooperativa de Ganaderos Manchegos, donde descubriremos los secretos de un producto único: el Queso Manchego, tan cotizado a nivel nacional e internacional.

«…En esto oyeron un gran ruido en el aposento, y que Don Quijote decía a voces: Tente ladrón malandrín, follón, que aquí te tengo y no te ha de valer tu cimitarra. Y parecía que daba grandes cuchilladas por las paredes, y dijo Sancho: No tienen que pararse a escuchar, sino entren a despedir la pelea o ayudar a mi amo; aunque ya no será menester, porque sin duda alguna el gigante está ya muerto y dando cuenta a Dios de su pasada y mala vida, que yo vi correr la sangre por el suelo, y la cabeza cortada y caída a un lado, que es tamaña como un gran cuero de vino. Que me maten, dijo a esta sazón el ventero, si Don Quijote o don diablo no ha dado alguna cuchillada en alguno de los cueros de vino tinto que a su cabecera estaban llenos, y el vino derramado debe de ser lo que le parece sangre a este buen hombre.
Y con esto entró en el aposento, y todos tras él y hallaron a Don Quijote en el más extraño traje del mundo. Estaba en camisa, la cual no era tan cumplida que por delante le acabase de cubrir los muslos, y por detrás tenía seis dedos menos; las piernas eran muy largas y flacas, llenas de vello y no nada limpias; tenía en la cabeza un bonetillo colorado grasiento, que era del ventero; en el brazo izquierdo tenía revuelta la manta de la cama con quien tenía ojeriza Sancho, y en él se sabía bien el por qué; y en la derecha desenvainada la espada, con la cual daba cuchilladas a todas partes diciendo palabras como si verdaderamente estuviera peleando con algún gigante…»
Capítulo XXXV de la 1ª parte de “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”

Posada Portales Tomelloso

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cueva bodega Tomelloso sabersabor.es

ruta del Quijote en Bicicleta Ecoturismo Cicloturismo

Datos prácticos
Distancias 1ª Etapa:

  • Tramo Campo de Criptana – Argamasilla de Alba: 41 km
  • Tramo Argamasilla de Alba – Tomelloso: 8 km
Opción para etapa guiada
  • Información de la etapa: tracks y descripción
  • Guía, vehículo de apoyo y asistencia
  • Visitas culturales, gastronómicas y de naturaleza
  • Seguro
  • Transporte de maletas entre alojamientos
  • Degustación de productos locales
  • Ampliación de recorridos, duración de las etapas y tramos
Servicios adicionales a contratar
  • Transfer (estación de tren)
  • Alquiler de bicicletas
  • Comida-degustación de platos típicos manchegos en restaurante
  • Alojamiento en Tomelloso o en Argamasilla de Alba, hotel o casas rurales

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Argamasilla de Alba, el lugar de La Mancha

Argamasilla de Alba

Al final del capítulo LII de la primera parte de El Quijote aparecen unos poemas cómicos atribuidos a los académicos de Argamasilla. En ellos, se burla Cervantes de las Academias radicadas en Madrid. Esta Academia literaria en Argamasilla de Alba es utilizada por Cervantes para establecer un contexto en el que ubicar los poemas y los nombres ficticios de los poetas que escribieron estos epitafios dedicados a los protagonistas de El Quijote.
Aquí os dejamos algunos de estos epitafios y sonetos.


Los académicos de la Argamasilla, en vida y muerte del valeroso Don Quijote de La Mancha, “Hoc Scripserunt”


El Monicongo, académico de la Argamasilla, a la sepultura de Don Quijote

Epitafio
El calvatrueno que adornó a la Mancha
de más despojos que Jasón de Creta;
el juicio que tuvo la veleta
aguda donde fuera mejor ancha;
el brazo que su fuerza tanto ensancha,
que llegó del Catay hasta Gaeta;
la musa más horrenda y más discreta
que grabó versos en broncínea plancha;
el que a cola dejó los Amadises
y en muy poquito a Galaores tuvo,
estribando en su amor y bizarría;
el que hizo callar los Belianises,
aquel que en Rocinante errando anduvo,
yace debajo desta losa fría.

Del Paniaguado, académico de la Argamasilla, “In Laudem Dulcineae del Toboso”

Soneto
Esta que veis de rostro amondongado,
alta de pechos y ademán brioso,
es Dulcinea, reina del Toboso,
de quien fue el gran Quijote aficionado.
Pisó por ella el uno y otro lado
de la gran Sierra Negra y el famoso
Campo de Montiel, hasta el herboso
llano de Aranjuez, a pie y cansado
(culpa de Rocinante). ¡Oh dura estrella!,
que esta manchega dama y este invito
andante caballero, en tiernos años,
ella dejó, muriendo, de ser bella,
y él, aunque queda en mármores escrito,
no pudo huir de amor, iras y engaños.

Encuentro de Sancho Panza con el Rucio. Obra de José Moreno Carbonero. 1894. Museo del PradoEncuentro de Sancho Panza con el Rucio. Obra de José Moreno Carbonero. 1894. Museo del Prado.

Del Caprichoso, discretísimo académico de la Argamasilla, en loor de Rocinante, caballo de Don Quijote de La Mancha

Soneto
En el soberbio trono diamantino
que con sangrientas plantas huella Marte,
frenético el Manchego su estandarte
tremola con esfuerzo peregrino,
cuelga las armas y el acero fino
con que destroza, asuela, raja y parte…
¡Nuevas proezas!, pero inventa el arte
un nuevo estilo al nuevo paladino.
Y si de su Amadís se precia Gaula,
por cuyos bravos descendientes Grecia
triunfó mil veces y su fama ensancha,
hoy a Quijote le corona el aula
do Belona preside, y dél se precia,
más que Grecia ni Gaula, la alta Mancha.
Nunca sus glorias el olvido mancha,
pues hasta Rocinante, en ser gallardo,
excede a Brilladoro y a Bayardo.

Del Burlador, académico Argamasillesco, a Sancho Panza

Soneto
Sancho Panza es aqueste, en cuerpo chico,
pero grande en valor, ¡milagro estraño!,
escudero el más simple y sin engaño
que tuvo el mundo, os juro y certifico.
De ser conde no estuvo en un tantico,
si no se conjuraran en su daño
insolencias y agravios del tacaño
siglo, que aun no perdonan a un borrico.
Sobre él anduvo (con perdón se miente)
este manso escudero, tras el manso
caballo Rocinante y tras su dueño.
¡Oh vanas esperanzas de la gente,
cómo pasáis con prometer descanso
y al fin paráis en sombra, en humo, en sueño!

Don Quijote de La Mancha y Sancho Panza. Obra de Gustave Doré. 1863Don Quijote de La Mancha y Sancho Panza. Obra de Gustave Doré. 1863.

Del Cachidiablo, académico de la Argamasilla, en la sepultura de Don Quijote

Epitafio
Aquí yace el caballero
bien molido y malandante
a quien llevó Rocinante
por uno y otro sendero.
Sancho Panza el majadero
yace también junto a él,
escudero el más fiel
que vio el trato
de escudero.

Del Tiquitoc, académico de la Argamasilla, en la sepultura de Dulcinea del Toboso

Epitafio
Reposa aquí Dulcinea,
y, aunque de carnes rolliza,
la volvió en polvo y ceniza
la muerte espantable y fea.
Fue de castiza ralea
y tuvo asomos de dama;
del gran Quijote fue llama
y fue gloria de su aldea.

“Estos fueron los versos que se pudieron leer; los demás, por estar carcomida la letra, se entregaron a un académico para que por conjeturas los declarase. Tiénese noticia que lo ha hecho, a costa de muchas vigilias y mucho trabajo, y que tiene intención de sacallos a luz, con esperanza de la tercera salida de Don Quijote”.

Cueva de Medrano, Argamasilla de Alba, Cervantes, QuijoteCueva de Medrano. Argamasilla de Alba


Argamasilla de Alba, un tranquilo pueblo manchego en la comarca de Campo de San Juan, que guarda un tesoro de gran trascendencia en la tradición cervantina: la cueva de Medrano


Argamasilla de Alba, pilar de la Ruta del Quijote, bien merece una visita. La tradición señala que habiendo ido al lugar Miguel de Cervantes, en su función de recaudador de impuestos, no cayó muy simpático a las gentes y pudiera haber tenido además un lío de faldas con la sobrina del alcalde D. Rodrigo de Pacheco. Se señalan estos hechos, como motivo por los que fue encarcelado.
Fue puesto preso en una cueva, denominada de Medrano, siendo este el lugar tradicionalmente señalado donde Cervantes empezó a escribir El Quijote. La cueva está, a modo de sótano, en el interior de la casa del mismo nombre. Pudiera ser este el motivo por el que Don Quijote no quisiera acordarse del lugar de la Mancha.
Se afirma, así mismo, que la figura de Alonso Quijano (nombre de Don Quijote), se basó en este peculiar personaje de la época: Rodrigo de Pacheco.

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El Castillo de Peñarroya o el santuario medieval de La Mancha

Un poco de historia

La inmensa y monótona llanada manchega, casi toda esteparia, estuvo cruzada por algunas calzadas romanas con el carácter de vías militares, jalonándolas de trecho en trecho las llamadas estaciones o mansiones, donde había un cuartelillo para el retén encargado de la vigilancia, caballerizas para relevos de postas o bestias arrieriles, hospedería y mercadillo de víveres; al amparo de algunas de estas mansiones se formaron importantes núcleos de población, unos destruidos definitivamente tras la invasión de los pueblos germánicos en el siglo V y reconstruidos otros con nombres nuevos sobre las ruinas de los anteriores. En diferentes sitios de la provincia de Ciudad – Real quedan trozos visibles de aquellas admirables calzadas, con pavimento de losas sobre espeso firme de hormigón, semejante al de las modernas carreteras.
De una de estas calzadas, que iba desde Emérita Augusta (Mérida) a Cesaraugusta (Zaragoza), nacía otra vía secundaria que pasaba por una mansión situada en la cabeza o comienzo del río Ana, nombrado por los árabes Wadil-Ana y por nosotros Guadiana, y muy cerca de donde luego se alzó el castillo de Peñarroya.
Durante la dominación árabe y debido al empuje continuado de los cristianos hacia el sur convino asegurar el tránsito por estas antiguas vías y en lugar de las primitivas estaciones o mansiones romanas fue construida una cadena de castillos o puestos fortificados, a distancia conveniente y siempre en puntos estratégicos. En la casi indefendible comarca del alto Guadiana y mucho antes de la reconquista, existía una especie de línea fortificada formada entre otros por los castillos de Alhambra y Peñarroya.

Pantano de Peñarroya. Lagunas de Ruidera. Autor, Marian Rodriguez

Pantano de Peñarroya. Autor, Marian Rodriguez

Conquistando la fortaleza

El castillo de Peñarroya, cobijo hoy de un santuario consagrado a la Virgen de esta advocación, tiene su asiento en el borde de la meseta rocosa asomada al río Guadiana; por esta parte resultaba inexpugnable, toda vez que los peñascos en que se apoya son altos y cortados casi a pico, pero, en cambio, era muy vulnerable desde la parte llana.
En sus primeros tiempos, Peñarroja o Peñarroya fue alcazaba moruna, consistente en un recinto de forma cuadrilátera irregular ajustada a los accidentes del terreno y formada por paredes almenadas con torres en las esquinas. Junto a la torre mayor, estaba la puerta de entrada y rodeando por dos lados al sencillo edificio un foso excavado en la roca viva, innecesario en el resto del circuito, pues las rocas escarpadas constituían una defensa inmejorable.
Tras la batalla de las Navas de Tolosa (1212), el rey Alfonso VIII cede el castillo a la Orden Militar de San Juan de Jerusalén. La fortaleza sufre entonces una profunda modificación con arreglo al tipo cristiano de arquitectura militar, consistente en reducir el área de la fortaleza cuanto fuera posible con objeto de facilitar su defensa con cierto número de hombres y a hacerla menos vulnerable gracias a un recinto exterior, más bajo, provisto también de torres saledizas, rodeado del correspondiente foso, y abriendo en este segundo recinto o barbacana la puerta de ingreso, muy lejos de la correspondiente al recinto principal, para que quien penetrase por aquella hubiera de recorrer largo camino, expuesto a los tiros desde los altos muros almenados.
Aunque tuvo sus horas de gloria militar durante la reconquista de la zona y las guerras carlistas, la función del castillo estuvo principalmente ligada al ámbito económico: cobro de impuestos, arrendamiento de pastos, aprovechamiento de recursos (agua, molinos y batanes), y almacén de bienes de la Orden.

Castillo de Peñarroya. Autor, Michel Hernández

Castillo de Peñarroya. Autor, Michel Hernández

El Santuario de Nuestra Señora de Peñarroya

Por su indiscutible importancia, nos adentramos ahora en el Santuario que ocupa parte del primitivo castillo.
Según una crónica manchega de Don Ramón Antequera Bellón (Juicio Analítico del Quijote), el capitán Alonso Pérez de Sanabria arrebató el castillo a los musulmanes el día 8 de septiembre de 1198. A raíz de la toma de la fortaleza se encontró la imagen de Nuestra Señora de Peñarroya, venerada desde entonces.
Dando un salto en el tiempo, hasta el año 1544, nos cuentan que derribaron en el pueblo viejo de Argamasilla la ermita de La Concepción. Quizá entonces fue trasladada la imagen al castillo de Peñarroya, después de erigir en él la correspondiente ermita.
Lo cierto es que desde antes, la advocación a esta Virgen había dado origen en Argamasilla de Alba y también en el vecino pueblo de La Solana, perteneciente a la Orden de Santiago, a sendas cofradías, quienes pronto se disputaron la propiedad de la imagen, sin que hasta hoy se haya resuelto la cuestión ni cesado enteramente las contiendas por tal motivo. Eso sí, desde hace mucho tiempo, ambos pueblos se atienen a una entente cordiale, que consiste en la siguiente costumbre: Desde Argamasilla, donde ha estado cuatro meses, llevan a la Virgen a su ermita del castillo en piadosa romería, el segundo sábado de septiembre, reuniéndose los cofrades y autoridades en una habitación de su exclusiva propiedad en la vetusta torre del homenaje del castillo. Durante ese mismo día, también en romería, acuden los vecinos de La Solana para hacerse cargo de la imagen, reuniéndose sus justicias y jerarcas de la cofradía en habitación propia, construida en tiempos modernos, dentro del patio de la fortaleza. Permanece Nuestra Señora de Peñarroya en La Solana hasta que el 29 de enero la devuelven a su ermita, donde queda en espera de que el último domingo de abril sea llevada de nuevo a Argamasilla.

Vista de la iglesia de San Juan Bautista. Autor, Karppanta

Vista de la iglesia de San Juan Bautista. Autor, Karppanta

“Hazme tan bien defendido,
señora, vuestra memoria
de mudanza,
que jamás, nunca, ha podido
alcanzar de mi victoria
olvidanza:
porque estáis apoderada
vos de toda mi firmeza
en tal son,
que no puede ser tomada
a fuerza mi fortaleza
ni a traición.” Jorge Manrique


Fotografía de portada: Castillo de Peñarroya. Autor, SiurellBlr


Un artículo de Antonio Bellón Márquez


Si queréis conocer todos los secretos de este lugar único e inigualable, os proponemos vivir esta experiencia: Argamasilla de Alba, entre Quesos y Quijotes

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El Lugar de La Mancha

Corresponde siempre, y más en años de conmemoraciones, tratar de indagar acerca de asuntos que inciden muy directamente en la cultura, la economía, la sociabilidad, el turismo y el prestigio de determinados territorios.
Nada impide aportar la propia opinión sin mayor pretensión. Contando con que el paso del tiempo, la investigación y la documentación serán los verdaderos artífices que clarifiquen todas las dudas e interrogantes que hasta ahora condicionan el enigma lugar.

Atendiendo al sentido práctico y a la intención de utilizar el sentido común según datos evidentes y al alcance de todos, quisiera exponer un punto de vista alejado de dogmas o intereses locales, tratando de acentuar aspectos que abarquen mayores márgenes culturales que la limitante y excluyente localización de un punto concreto. Por otra parte, hasta ahora tan difícil de asegurar, precisamente por la falta de documentación que lo acredite.

Así pues, quiero comenzar aludiendo a este respecto recordando a Cervantes en una de sus citas mencionadas en el Quijote: “Mientras se gana algo no se pierde nada”. A lo cual añado, que donde todos ganan, nadie pierde.

El molino del Mediterráneo

El molino del Mediterráneo

Hasta ahora, el Lugar de la Mancha, no nos ha servido de mucho a los manchegos. Creo que las ansias por acapararlo y acotarlo en un determinado municipio nos empobrece a todos y limita lo universal a lo local.
No olvidando nunca a Cervantes y su afición por los refranes, es preciso recordar que “la avaricia rompe el saco”.
Puede que el afán de personalismos, localismos y demás exclusivismos esté impidiendo que rentabilicemos con auténtica eficacia el incalculable tesoro de formar parte de una de las grandes obras literarias del arte universal.

Deseo mostrar respeto, agradecimiento y consideración por todos cuantos han dedicado su tiempo y sus mejores intenciones para hallar determinado lugar, aportándonos multitud de nuevos puntos de vista, datos y conocimientos. Así como tener muy presentes los estudios de concienzudos cervantistas que no cesan de sumar multitud de razones para entender la genialidad del Quijote.

Aparte de quien lo desee, los manchegos, más que nadie, estamos obligados a convivir entre sí, compartiendo la universalidad que nos ha sido concedida por Cervantes. Menospreciar dicho bien incalculable enfrentando, dividiendo y oponiendo nuestro territorio con sus pueblos, resulta lamentable y contraproducente para La Mancha en particular y para la cultura española en general.
Deberíamos sentirnos obligados a esforzarnos por encontrar el modo que posibilite distribuir la rentabilidad cultural, turística, económica y social de formar parte del universo cervantino.
Estoy convencido de que en ello debe implicarse el país entero porque el Quijote, tratándose de la obra cumbre de la literatura en lengua castellana o española, debe atenderse como un asunto de Estado.

Buscando el norte. Autora, Eve Livesey

Buscando el norte. Autora, Eve Livesey

“El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”.
Este es el título elegido por el autor. La primera frase que dice con exactitud que el protagonista pertenece a La Mancha.

Ahora a ver quien es el guapo capaz de identificar y definir con exactitud qué entendía Cervantes por el espacio que ocupaba La Mancha en la creación de su novela. Contrastando mapas y documentos que incluyan desde el Común de La Mancha, hasta la provincia de La Mancha, ya posterior a Cervantes, se podría aproximar un extenso territorio que acogería prácticamente toda la provincia de Ciudad Real y buena parte de las de Toledo, Cuenca y Albacete. Sin descartar que La Mancha pueda entenderse para muchos desde prácticamente el sur de Madrid hasta las estribaciones de Sierra Morena.
Empezando por algo tan inmenso, creo que va a ser realmente imposible precisar con exactitud ese famoso y desconocido Lugar.

“En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…”
Así comienza el capítulo primero de la primera parte. Así nos dice claramente el autor que no desea recordar dicho lugar.
Para muchos es más que suficiente para no incidir en la búsqueda o designación del mismo. Para otros supone el reto de investigar y encontrarlo.
Va a ser casi imposible hallar con certeza y con autenticidad algo que no dejó escrito ni documentado el autor, y mucho más tratándose de una decisión convenida a propósito. Desde luego que puede investigarse y aproximarse al respecto. Demostrarlo lo encuentro imposible a no ser que alguna vez aparezca documento que especifique de puño y letra de Cervantes: el lugar de La Mancha del cual no quiero acordarme es tal.

Campos de Montiel. Autora, Luz Vazquez

Campos de Montiel. Autora, Luz Vazquez

Cervantes escribe literalmente que don Quijote comenzó a caminar por el Campo de Montiel y también dice que regresó al mismo después de aventurarse en sus peripecias. Parece ser que allí ubica su casa. Y por supuesto donde sitúa la casa, se supone que debe ser el lugar de origen del caballero.
La delimitación del Campo de Montiel queda bien documentada en época de Cervantes, en las Relaciones Topográficas de Felipe II.
Campo de Montiel y La Mancha son dos acepciones que se intercalan y complementan. El Campo de Montiel forma parte del entorno histórico, cultural y social de La Mancha, desde la existencia de ambos. Lo manchego integra la totalidad de la provincia de Ciudad Real incluso desde la designación toponímica de los árabes. Por tanto es absurdo discutir si el Campo de Montiel forma o formaba parte de La Mancha o no, cuando además Cervantes redunda en repetidas ocasiones que comenzó a caminar por el mismo y regresó a morir a su casa. Por tanto no es faltar al rigor literario asegurar que dicho lugar del cual no quiso acordarse se encontraba en el Campo de Montiel. Cervantes habla de una aldea.

Si volvemos a citar la frase que indica ese lugar de cuyo nombre no quiso acordarse, la lógica nos dice que sería absurdo pensar que dicho lugar fuera alguno de los que cita. Por tanto habría que descartar los mencionados de forma explícita porque el propio autor dice claramente que no quiere acordarse.
“de donde como queda dicho, tomaron ocasión los autores de esta tan verdadera historia, que sin duda se debía llamar Quijada, y no Quesada como otros quisieron decir. Pero acordándose que el valeroso Amadís, no sólo se había contentado con llamarse Amadís a secas, sino que añadió el nombre de su reino y patria, por hacerla famosa, y se llamó Amadís de Gaula, así quiso, como buen caballero, añadir al suyo el nombre de la suya, y llamarse DON QUIJOTE DE LA MANCHA, con que a su parecer declaraba muy al vivo su linaje y patria, y la honraba con tomar el sobrenombre della.”
Aquí nos asegura Cervantes, que la patria de don Quijote es La Mancha. Y nos ha dicho también que comenzó a caminar por el Campo de Montiel y regresó a él. Con lo cual se entiende con facilidad que el Campo de Montiel aun siendo un espacio propio, formaba como siempre y como hoy, parte de La Mancha de un modo tan natural como la propia existencia de una historia, una cultura y un ambiente común.

También un lugar de La Mancha. Autora, María

También un lugar de La Mancha. Autora, María

No podrá opinarse con un mínimo de lógica, si el Quijote no se lee en paralelo a todo cuanto pueda hallarse de biografías de Cervantes. Pues la suma de la vida del escritor, junto con el espacio geográfico de La Mancha, dan como resultado la creación de la novela y muchas claves que delatan ficción inspirada en realidad.
Sabemos que no tuvo una vida fácil. Que más de una vez tuvo que empezar de cero y que en numerosas ocasiones transmite la frustración que lo acompañó tanto en lo profesional como en lo personal. Al igual que el protagonista de su novela, se vio abocado a aventurarse para buscarse la vida; pero sobre todo por necesidad de libertad.
Tuvo que emprender la aventura de una nueva vida en la inmensidad de La Mancha, que posiblemente abarcaba en su época como ahora, un gran espacio indeterminado, al igual que hoy para tantos que la cruzan, entre Madrid y Sierra Morena.
En Esquivias obtuvo ayuda de un pariente y allí se casó. Y leyendo sus biografías parece que fue más por necesidad material que afectiva. Que dicho matrimonio nunca fue bien visto por la familia de la novia. Y pudiera ser que aquel lugar de La Mancha no le trajera muy buenos recuerdos como para recordarlo a la hora de escribir. Pero, ¿quién podrá demostrarlo?
Existen partidas de bautismo en Alcalá de Henares y en Alcázar de San Juan. Sí, quizá estos documentos demuestren el lugar de nacimiento del autor, pero no el que el mismo quiso omitir como patria del protagonista.
El Toboso es el lugar más citado de la novela, por tanto absurdo que se trate del lugar que no quiso acordarse.
Nombra Argamasilla al final de la primera parte. Lo hace de forma despectiva, herido por el plagio que al parecer incitó Lope de Vega a través de Avellaneda. Nada hay documentado acerca de que Argamasilla de Alba fuera dicho lugar. Ni nada hay documentado de su estancia en la cueva de Medrano, por tanto lo que le queda es la tradición de haber pretendido dicho lugar desde que se comenzó a redescubrir la novela, buscando beneficios comerciales a través del editor, el dramaturgo y el descendiente que heredó las posesiones sanjuanistas del hijo de Carlos III. Y por cierto, Cervantes cita únicamente Argamasilla sin especificar de Alba. En la provincia de Ciudad Real, que acoge la mayor parte de La Mancha, también existe otra Argamasilla.

Casa de Medrano. Argamasilla de Alba. Autora, Paulaadm

Casa de Medrano. Argamasilla de Alba. Autora, Paulaadm

Recientemente contamos con otra población que apuesta fuerte por ese Lugar. Al igual que Esquivias, El Toboso o Argamasilla, no puede demostrar documentalmente nada. Si Esquivias compite con datos biográficos del autor, Argamasilla con la tradición de haberse autoproclamado la primera como ese lugar; Villanueva de los Infantes con ser la primera población que lo pretende a través de un estudio multidisciplinar compuesto por varios catedráticos. Cierto es que ninguna de estas poblaciones puede afirmar con certeza la autenticidad de dicho Lugar, porque sólo corresponde a Cervantes asegurarlo. En tanto en cuanto no aparezca el documento que lo acredite, el Lugar de La Mancha continuará siendo el mismo que Cervantes no quiso acordarse.
Considero más productivo para todos, entender o asumir que no es tan determinante ni tan importante que dicho lugar se defina en una localidad concreta. Pues aunque la lógica nos dice que puede tratarse de una aldea o un pueblo. Tampoco nada nos asegura que dicho lugar sea nada más que eso, un lugar impreciso sin más.
Es más auténtico, más sano y más real que dicho lugar exista donde verdaderamente permanece la esencia, la autenticidad y la atmósfera que inspiró a Cervantes. Allí donde permanezca la identidad de la cultura y la imagen manchega propia del clasicismo quijotesco, veremos realmente el Lugar de La Mancha. Ni Cervantes ni Don Quijote podrán identificarse allí donde ha desaparecido la personalidad manchega que originó las poblaciones de la mítica llanura.
Cervantes dejó escrito literalmente que todas las villas manchegas se disputarían la patria de Don Quijote. Por tanto no es nada ilícito ni fuera de lugar que cualquier localidad comprendida en el ámbito manchego, pretenda ser dicho lugar. Algunas con más motivos. Otras con más determinación y algunas con mayor rigor. Pero todas con absoluto derecho a pretenderlo haciendo honor al deseo del autor de una obra maestra que nos hace universales, no locales.

El linaje de Villanueva de los Infantes. Autor, Jose María Moreno García

El linaje de Villanueva de los Infantes. Autor, Jose María Moreno García

Quizá esta sea una de las claves de dicha universalidad. No haber localizado con exactitud la patria del héroe mítico. Haber poseído suficiente ingenio y suficiente ironía para situar mediante la parodia a un caballero medieval en la contemporaneidad barroca del autor. Cervantes no precisa nada a propósito. Permite al lector imaginar, creando con ello la genialidad de la primera novela moderna de la historia.
Nos ha regalado la libertad de imaginar ese lugar donde cada cual lo encuentre conforme a los parámetros que él halló en su imaginación. La determinación de no situarlo con exactitud geográfica confiere auténtico sentido irónico y burlesco a la condición anacrónica y patética de un personaje inteligentemente utilizado para evidenciar mediante la denuncia social camuflada de humor y demencia, la ridícula existencia de multitud de hidalgos arrogantes venidos a menos, aferrados a privilegios más que rancios.
Hablar de un determinado lugar de La Mancha, sin demostrarlo científicamente por medio de documentos históricos, sería tanto como afirmar un dogma.
Creo que dicho lugar debe entenderse como la voluntad de Cervantes por decir con la ocultación del mismo, mucho más que si lo mencionase literalmente.
Don Quijote es tan innovador que ni siquiera existe en la ficción de la obra literaria; en la cual sólo parece real mientras protagoniza las aventuras imaginadas por el autor. De hecho toda la novela vive en dichas aventuras. Nada, excepto escasos detalles de presentación, nos cuenta de su supuesta vida real al margen de la intencionada parodia caballeresca que a la vez canaliza como crítica social. Cuyo personaje muere fracasado dando por finalizadas sus aventuras, sin regresar a su vida real.
Cervantes necesitaba este sueño para liberarse de la continuada frustración que sufrió en vida.
Encuentro más productivo y más beneficioso para todos, encontrar dicho Lugar de La Mancha, allí donde se cuida, se mantiene y se fomenta la imagen que identifica el entorno con la esencia de la novela.
Aquellos pueblos que han sabido conservar la dignidad y la belleza de la identidad estética, arquitectónica y paisajista de La Mancha, será siempre el Lugar de La Mancha que asocia a Don Quijote con la universalidad que nos regaló Cervantes.
Ni don Quijote ni Cervantes, podrán verse en todos aquellos lugares que hayan adulterado dicho clasicismo cervantino.

Lagunas de Ruidera. Autor, J.S.C.

Lagunas de Ruidera. Autor, J.S.C.

Hoy en pleno siglo XXI, la genialidad que nos concedió Cervantes para encontrar ese Lugar del cual no quiso acordarse, puede descubrirse con la autenticidad que demuestra la existencia de espacios reales de la época del autor. Mantenidos idénticos a la cultura que creó e inspiró la novela. Y podrá verse en todos aquellos que se impliquen en hacer honor a sí mismos recuperando y preservando la imagen de la identidad manchega.
Así pues, el Lugar de La Mancha existe realmente en la zona de los molinos de Campo de Criptana, en la vista de la llanura manchega desde los molinos de Alcázar de San Juan. En los cerros de molinos de Consuegra y Mota del Cuervo.
En las manchegas calles de El Toboso, cada vez más cuidadas y respetuosas con el paisaje urbano castizo y popular. En los incomparables conjuntos históricos artísticos de Almagro y Villanueva de los Infantes, repletos de casas de hidalgos y casas populares donde habitaron los personajes de la obra.
Por supuesto en las Lagunas de Ruidera y Cueva de Montesinos. En las blancas calles de la pequeña villa rural manchega que es Fuenllana. En los paisajes del Campo de Montiel. En la preciosa plaza de Puerto Lápice con su flamante nueva calle porticada de porches manchegos.
En la autenticidad de la casa de Cervantes en Esquivias. En los paisajes de Sierra Morena. E incluso en la playa de la Barceloneta. Porque allí donde estuvo Cervantes, estuvo don Quijote. Y allí donde exista y perdure la autenticidad y la imagen que inspiró al genial escritor, existirá el valor universal, la magia de sentir la atmósfera que originó al Quijote.

Visitando Fuenllana. Un auténtico pueblo de La Mancha. Autor, Nestor Cano

Visitando Fuenllana. Un auténtico pueblo de La Mancha. Autor, Nestor Cano

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Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano.
Abril 2015
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Fotografía de portada: Plaza de Cervantes Alcalá de Henares. Autora, Adri Cbl
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Guadiana, el río perdido, o la Leyenda de la Mora encantada (2ª Parte)

Guadiana, el río perdido, o la Leyenda de la Mora encantada (2ª Parte)

«Fue entonces cuando Mahmud, el hijo del campesino afortunado, regresó de una larga campaña por tierras del norte donde había ido junto a los suyos para hostigar a las huestes del rey cristiano de Oviedo, y al pasar por allí tuvo noticias de la muerte de su padre. En sabiendo ésto un gran pesar ocupó su espíritu, y el comandante de sus tropas quiso que marchase hasta su casa para ocuparse de la herencia, pues daba por bien merecida su libertad. Así pues Mahmud enjaezó el caballo, y tomando sus escasas pertenencias salió una mañana del campamento para arribar tres días después a la casa de su familia, de donde había faltado por espacio de siete largos años. Al llegar abrazó a su madre e hízose cargo de las tierras y del molino, que entretanto había hecho construir su padre a orillas del Guadiana. Y una vez hecho ésto lloró largamente la pérdida de su progenitor por las buenas obras que había acometido en vida, semejantes en número a las hojas del árbol centenario que, junto la entrada del pueblo, regala su sombra a todo aquel necesitado de descanso y compasión.

Río Guadiana en su curso alto. Autor, Roberto

                                                        Río Guadiana en su curso alto. Autor: Roberto

Pero la rueda no deja de girar, como suele decirse. Toma su medida de agua y la vierte bajo la moliz para dar pan, y al cabo quiso la fortuna que su ánimo se serenase con la vista del grano henchido y el canto alegre de los esclavos sobre la tierra fecunda y hermosa. Y así ocurrió que, estando una noche de estío junto a la orilla del río, la luna salió de detrás de la floresta e iluminó con rayos de plata aquel rincón de “La Encantada”, que tanta congoja había supuesto para los habitantes de la región. “Ahí se esconde el misterio del cual habló mi padre y sobre el que ningún ser, humano o divino, ha puesto todavía su mirada. ¿Quién se atreverá a descorrer el velo del viejo ulema?”. Esto pensaba Mahmud mientras observaba la tersa superficie de las aguas, cuando oyó o creyó oír un sonido triste que salía de la fronda de higueras. Era una voz de mujer, ahora estaba seguro, cantando un romance melancólico muy conocido en tierras de Oriente:

“En mi jardín, de primavera, vuelan los ibis,
Rosas inclinan sus cabezas escarlata.
Oh, Nilo, río de maravillas…”

Castillo de Peñarroya, en Argamasilla de Alba. Autor, M. Peinado

                                          Castillo de Peñarroya, en Argamasilla de Alba. Autor: M. Peinado

Mahmud quedó hechizado por aquella voz, y cogiendo una de las barcas que utilizaban para cargar la harina hasta el pueblo, púsose a remar al encuentro de aquel sonido. No pasó mucho tiempo antes de que entrase en el charco de luz de “La Encantada” junto a la orilla opuesta y allí, sentada sobre una roca y rodeada de juncos y de matas de arrayán, el muchacho vislumbró a una bella mujer de largos cabellos ensortijados, que ignorante de que la observaban peinaba sus bucles negros con un peine de oro. Al punto Mahmud quedó prendado de ella, y con el fin de oír mejor la melodía que brotaba de sus labios se acercó con su barca hasta quedar a escasos metros de la orilla. Pero Zulema, que así se llamaba la muchacha, lo vio venir y asustándose corrió a esconderse entre las higueras hasta desaparecer de su vista.

Orillas de un río en Octubre. Obra de John Everett Millais (1829-1896)

                                      Orillas de un río en Octubre. Obra de John Everett Millais (1829-1896)

Mas dice un proverbio cierto: “Deja el agua correr y todo estará cumplido”, así que a fuerza de visitas nocturnas, de quiebros, de risas y de disculpas, ambos jóvenes quedaron enamorados el uno del otro y fue de dominio público que todo acabaría mal, pues no pasaría mucho tiempo sin que llegase a oídos del padre de la muchacha, como finalmente ocurrió. Cierta noche en que ambos hallábanse paseando en la barca por el centro del río, el viejo ulema salió de su tienda y fue a caminar buscando el fresco de la corriente, como solía hacer cuando los calores del día habían sido excesivos. Al llegar al claro miró hacia el agua tersa y tranquila, que en ese momento refulgía por el brillo de la luna creciente, y fue entonces cuando descubrió a los amantes sobre la embarcación, comprendiendo así que todo estaba perdido y que la promesa que salvaguardaba a su hija había sido rota.

Presa de indignación el anciano alzó los ojos al cielo, y con un gran grito hundió su vara de olivo en la tierra húmeda, diciendo: “En la traición está la prueba de tu falso amor, hija mía. ¡Cúmplase lo que está mandado!”. Y a su voz las aguas se elevaron furiosas y la luna se cubrió de brumas oscuras, como aquella noche del diluvio, y un viento fuerte agitó los troncos de los olivos y las datileras inclinando sus troncos hasta casi rozar el suelo. Cuando todo hubo pasado, la luna volvió a brillar en la noche y el gran río calmose de inmediato, mas en el lugar donde solo un momento antes se encontraba la barca ya no había nada. El viejo, la embarcación y sus dos ocupantes se habían esfumado como un torbellino en la ventisca sin dejar rastro ¡Que Alá sea misericordioso y nos proteja!

Lamia. Obra de John William Waterhouse, 1909

                     Lamia arreglándose los cabellos junto al estanque. Obra de John William Waterhouse, 1909

Barca en el río Guadiana. Autor, Bruno Amaral

                                                          Barca en el río Guadiana. Autor: Bruno Amaral

Todo desapareció bajo las aguas, incluido aquel peine de oro con que la joven peinaba sus cabellos ensortijados. Y al día siguiente, en pleno periodo de lluvias, el cielo apareció despejado y no llovió. Tampoco lo hizo un día después ni en los restantes, contando hasta tres veces cien, y así pasaron semanas y meses sin que la tierra recibiese la bendición de una sola gota de agua. Los más viejos pensaron que el hechizo de “La Encantada” se había roto finalmente por causa del hijo del labrador, y así ocurrió de hecho. Los pozos y las huertas frondosas se secaron, los campos volvieronse a cubrir de polvo y quedaron al punto del color del heno, como ocurre también en nuestros días, y el río con su meandro misterioso, los campos de arrayanes y las centenarias higueras, todo pasó a ser solo un bello recuerdo al borde del olvido.

Otro rincón de las Lagunas de Ruidera. Autor, Xavier

                                                     Otro rincón de las Lagunas de Ruidera. Autor: Xavier

Como un sortilegio, el Guadiana se esfuma abruptamente en la reseca llanura manchega a la altura de Argamasilla de Alba, negando el placer de sus aguas y sus sombreadas orillas a los arrieros y labradores que atraviesan el lugar. Y solo unas leguas más adelante, junto al enclave conocido por el nombre de “Los Ojos del Guadiana”, el río vuelve a aparecer sobre la tierra para no dejarla ya hasta su desembocadura en los deltas del sur. Se dice que en años húmedos “lloran los ojos del Guadiana” y tal vez sea así en recuerdo de los desgraciados amores de Zulema y Mahmud, ahogados sin misericordia por los celos de un ulema anciano y cruel. Pero hay quien piensa que, en realidad, la muerte no fue el destino último que les deparó su imprudencia, y que ambos consiguieron huir y cruzar el mar para llegar finalmente a las tierras felices del Magreb y de Egipto, de donde era oriunda la muchacha, viviendo desde entonces junto a aquel río poderoso que atraviesa el desierto y que riega con sus aguas ese país bendecido de Dios ¡Los caminos de Alá son inescrutables!

Ofelia. Obra de John Everett Millais (1829-1896)

                                                          Ofelia. Obra de John Everett Millais (1829-1896)

Si Zulema y Mahmud desaparecieron o no en las profundidades del Guadiana, eso es algo que nunca llegaremos a saber con seguridad. La leyenda afirma que en algunas épocas del año, durante las noches de luna creciente, puede verse junto a cierta roca una mujer bellísima desenredando con un peine de oro sus largos cabellos ensortijados, negros como alas de cuervo. Y que mientras lo hace lanza a todo aquel que halla la misma pregunta: “¿Quién crees que es más hermoso: mi peine de oro o yo?”. El que encontrándola conozca su historia y se apiade de ella, deberá sin dudar elegirla en lugar del peine, y así su alma se salvará y podrá regresar finalmente junto a su padre a orillas del río que una vez habitó. Pues se dice que el viejo ulema la espera todavía arrepentido por su mala acción, y que hizo esconder aquel meandro del Guadiana en las profundidades de La Mancha, con sus bosques de olivos y de higueras, para que sirviera a ambos de solaz lejos del paso del tiempo y las miradas envidiosas de los hombres. Y allí sigue oculta su corriente sin esperanza posible de retorno para nosotros, eternos ignorantes de los designios del profeta. ¿O sí la hay, acaso? Quizás todo cambie cuando alguien sea capaz de hallar el paradero de aquel peine de oro…

Lamia. Obra de Herbert Draper (1864-1920)

                                                          Lamia. Obra de Herbert Draper (1864-1920)

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Guadiana, el río perdido, o la Leyenda de la Mora encantada (1ª Parte)

Guadiana, el río perdido, o la Leyenda de la Mora encantada (1ª Parte)

El río Guadiana, o río de Anna según la etimología árabe, sorprende a todo aquel que lo visita por su misterioso origen. Tras recorrer apenas un centenar de kilómetros desde su nacimiento en el manantial de los Zampuñones, junto a Villahermosa, su curso se sosiega al cruzar la extensa llanura del Campo de San Juan y llega finalmente a Argamasilla de Alba, donde desaparece sin dejar rastro. Este enigma ha llenado páginas y páginas durante siglos sin que todavía exista una teoría que pueda explicarlo satisfactoriamente. Como no podía ser de otra forma, las leyendas han ocupado el lugar de los hechos y ésta que a continuación referimos, la de Zulema y Mahmud, es solo una de las menos conocidas para el profano. Dicha historia tiene elementos comunes con otras similares en nuestro país y se refiere al mito de la mora, o la encantada, donde la mujer joven y el peine de oro con que arregla sus cabellos constituyen sin duda el centro de la narración… Os invitamos pues a que dejéis volar la imaginación recorriendo los dilatados horizontes de La Mancha. Y a que lo hagáis con la voz de un narrador imaginario, viajando a la época en que mito y realidad se daban la mano y caminaban juntos…

Lagunas de Ruidera. Autora, María Teresa Moya Díaz Pintado

   Lagunas de Ruidera. Autora: María Teresa Moya Díaz Pintado

“En los años lejanos que siguieron a la venida al trono del cuarto emir de Occidente, ¡que Alá lo tenga en su seno! sucedió que una pertinaz sequía asoló las tierras que se extienden en la llanura del Guadiana Alto, tan grande y duradera como nunca antes se había conocido. Las huertas quedaban resecas y expuestas al polvo de los caminos, las plantas se agostaban y en el fondo de las acequias, por donde antaño corría el agua alegre y feraz, crecían ahora los cardos y la grama hasta el punto que los habitantes olvidaron su trazado original, dejaron los campos y hubieron de emigrar finalmente a otras tierras más fértiles y agradecidas.

Castillo de Peñarroya, en Argamasilla de Alba. Autora, María Teresa Moya Díaz-Pintado

Castillo de Peñarroya, en Argamasilla de Alba. Autora: María Teresa Moya Díaz-Pintado

Ocurrió pues que vino a oídos de un pobre labrador la existencia, en una cueva cercana, de un sabio ulema recién llegado del camino a la Meca, y que había elegido aquel lugar para descansar sus viejos huesos de tantas fatigas acumuladas. El labrador reunió a su mujer y a su único hijo, y les dijo: “Iré a ver a este sabio entre los sabios, de quien dicen que ha leído los versos sagrados en la gran Mezquita de Damasco y conoce la magia de los justos, y le pediré que nos ayude en este difícil trance”. Y así, tras aparejar al asno y despedirse de su familia, salió al camino y se alejó entre los campos resecos de su hacienda.

Cueva de Medrano, en Argamasilla de Alba. Hito en la leyenda cervantina. Autora, Mª Lluïsa

Cueva de Medrano, en Argamasilla de Alba. Hito en la leyenda cervantina. Autora: Mª Lluïsa

Al cabo de varios días de viaje llegose hasta la cueva de la que había oído hablar, entró y encontró allí a un hombre anciano vestido con largos ropajes, y que tenía en la cabeza el turbante de los que han realizado el viaje a la ciudad santa, ¡que Mahoma sea cien veces bendito! Entonces le dijo: “Sabio ulema, en tu frente está la prueba de que conoces grandes maravillas, y que has visitado los cinco rincones del Paraíso donde florece la bondad de Dios. Apiádate de mí y de mi familia, pues una cruel sequía ha agostado los campos haciendo imposible la vida en mi país, y no tenemos ya otro camino que partir de las tierras de mis abuelos para no morir de sed y de miseria”. “Conozco el mal del que me hablas” contestó el ulema “y por ser fiel a los preceptos del Enviado te concederé lo que deseas. Tendrás agua para tus campos y tu ganado, el cielo se abrirá y caerá lluvia abundante haciendo florecer la reseca llanura, y surgirá un río donde nadie antes había conocido tal. Tú y tu familia, y los vecinos y amigos de tu familia no pasaréis más sed y tendréis de aquí en adelante hermosos frutos que os harán la vida regalada”. El labrador le dio encarecidamente las gracias, mas el sabio no había terminado de hablar.

Baño de Ninfas. Obra de Jan Brueghel el Viejo (1568-1625)

Baño de Ninfas. Obra de Jan Brueghel el Viejo (1568-1625)

“Todo esto lo alcanzarás con una condición. Pues has de saber que yo tengo una hermosa hija llamada Zulema, a la que quiero más que cualquier otra cosa en el mundo. Ella vivirá aquí para solaz mío, y a fin de que no sienta nostalgia del río y los jardines que la vieron nacer, allá en el lejano Nilo, construiré para ella un rincón maravilloso a orillas de éste, repleto de estanques y de nenúfares ocultos a la sombra de las higueras, donde podrá pasear y componer poemas y canciones para su anciano padre por el resto de sus días”. En este punto el ulema miró al labrador con ojos fieros antes de proseguir: “Todo el río será vuestro salvo este pequeño meandro repleto de verdor. Estará vedado, y nadie podrá entrar y perturbar al más preciado de mis desvelos si no es a costa de mi maldición solemne. Concédeme solo esto, y tendrás lo que pides”.

The Lady of Shallot. Obra de John William Waterhouse. 1888

The Lady of Shallot. Obra de John William Waterhouse. 1888

El pobre labrador se lo prometió cumplidamente, y partió enseguida de la cueva para volver al lado de los suyos, a los que refirió las extrañas maravillas que había oído de boca del anciano, no dejando de alertar sobre la condición que había impuesto para su cumplimiento. Nadie en el pueblo dio crédito a las palabras de su vecino hasta que una noche, estando él y su familia reposando en la terraza de su casa, vieron como la luna se ocultaba en densas sombras y un viento fuerte agitaba las datileras a orillas de la acequia, tras lo cual corrieron a refugiarse en la cuadra y cerraron puertas y ventanas por miedo de lo que pudiese suceder. No bien hubieron hecho esto cuando del cielo comenzaron a caer cataratas de agua que inundaron los campos e hicieron correr arroyos y regatos por donde nunca antes se habían visto.

Al cabo de diez días las alamedas se hincharon de humedad y reverdecieron, y los campos pobláronse de tréboles y de lirios amarillos, perfumando el aire y haciendo llegar infinidad de aves para retozar en los lagos que surgían abundantes por todos los rincones de la llanura. Una y otra vez rodaban las nubes majestuosas, retumbando en el cielo, y descargaban agua en abundancia a semejanza de las ubres henchidas de una vaca cuando el ternero solicita su atención. Y tanto llovió, y tanta agua vino a correr por los campos, que el río Guadiana se desvió de su curso desde la cercana Ruidera y tuvo a bien cruzar estas tierras dejando abandonado su antiguo cauce. Los hombres quedaron maravillados de tal portento, nunca visto ni oído, y el labrador dio las gracias al cielo sacrificando uno de los dos cabritos que poseía, y diciendo: “Este es sin duda un regalo de Alá, ¡que su nombre sea cantado en todas las mezquitas de la tierra! De aquí en adelante las huertas darán abundante fruto y no habremos de temer más el hambre y la sed. Salgamos de casa y trabajemos la tierra como está mandado”.

Tormenta en la llanura. Autor, Frank StarmerTormenta en la llanura. Autor: Frank Starmer

Pasaron los años y el río Guadiana mantuvo su nuevo curso, y las lluvias, sin llegar a ser diluvio, siguieron regando las huertas y los bancales haciendo del lugar uno de los más fértiles y celebrados por los poetas de Al-Ándalus. No volvió a verse al anciano ulema en la cueva que le dio cobijo, pero todos estuvieron de acuerdo en que el viejo y su hija vivieron desde entonces junto a aquel rincón vedado del río, situado en uno de sus meandros y oculto a las miradas por datileras, arrayanes y extensos bosques de higueras y de olivos. Era aquel un jardín prohibido y nadie osó jamás poner su pie en él, y debido a ello llamaron a aquel lugar “La Encantada” y cubrieron de extensas dunas de arena todo su perímetro, para avisar a los incautos del peligro que acechaba entre sus gratas sombras”.

(FIN DE LA PRIMERA PARTE)

Después de la tormenta. Autor, Paul BicaDespués de la tormenta. Autor: Paul Bica

Río Guadiana. Autora María Teresa Moya Díaz-Pintado

Río Guadiana. Autora: María Teresa Moya Díaz-Pintado