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Campo de Montiel: en busca de aventuras junto al Quijote

quijote infantes campo montiel

Un viaje literario para conocer los escenarios en los que vivió el último caballero andante


A la hora de descubrir la provincia de Ciudad Real y las andanzas de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha son muchas las opciones que se pueden elegir.

Una, dejarse llevar por un camino lleno de sorpresas, en el que se irán colando tanto Miguel de Cervantes y su Alonso Quijano, como autores que también forman parte de la vida de esta provincia. Quevedo, Jorge Manrique y hasta Santa Teresa de Jesús; y otra, dejarse guiar por los escenarios que propone el de Alcalá de Henares en su gran obra, y que permiten descifrar la geografía imaginaria de Don Quijote.

El viajero decide. Aunque aquí os proponemos una ruta con el libro en la mano, la que trascurre por el Campo de Montiel, uno de los escenarios de los que no se olvidó el autor.

Primavera en Villahermosa

Vista de Montiel

Pastoreo de ovejas manchegas

Vista del Campo de Montiel en Almedina

Mapa del Campo de Montiel. Autor, Carlos Barraquete


Tras cuatro siglos, damos fe de la existencia todavía de quijotes y sanchos por estas tierras


Si Verona es la tierra de Romeo y Julieta, el Campo de Montiel seria la del Quijote y esto no admite reflexión, ni debate, ya que es el mismo Cervantes el que se lo recuerda al lector en repetidas ocasiones. Hasta cinco veces cita esta comarca.

La primera, en el prólogo donde es el mismo autor el que reconoce que ésta es la historia de “Don Quijote de La Mancha, de quien hay opinión, por todos los habitantes del distrito del Campo de Montiel que fue el más casto enamorado y el más valiente caballero que de muchos años a esta parte se vio en aquellos contornos”.
Y otra, no muy lejos de aquella, en el capítulo II, en la que el autor aclara que «comenzó a caminar por el antiguo y conocido Campo de Montiel. Y era la verdad que por él caminaba».

Una realidad sobre la que se sustenta fuertemente este maravilloso viaje literario, bien acompañado por cierto de la rica gastronomía y productos autóctonos de la comarca: aceites de oliva virgen, quesos manchegos, mieles, frutos secos, embutidos, productos de la huerta cómo el pimiento de Villanueva de los Infantes… todos ellos sostenibles, ecológicos y de proximidad, no se puede pedir más.

Laguna Blanca (Lagunas de Ruidera). Autor, Juan Amores

Senderismo por el Castillo de Montizón. Autor, Pedro Castellanos

Vista de Terrinches. Autor, Carlos Barraquete

Rincones de Fuenllana


De entre todos los paisajes y escenarios que componen la Ruta del Quijote, hay uno que es el más emblemático de todos y que aún conserva toda la esencia: el Campo de Montiel


Para conocer el verdadero espíritu de Don Quijote es necesario y nos atrevemos a decir que también obligatorio, contactar con el Campo de Montiel: uno de los espacios geográficos más importantes donde corrió el personaje sus lances caballerescos y sus poéticas emociones trotando con Rocinante con el fiel respaldo de su escudero.

De aquella España que vivió Cervantes y transitó Don Quijote, de un Campo de Montiel que eligió la Orden de Santiago como sede, le hablarán al viajero los municipios que enmarcan los escenarios de los que se vale el autor para recrear las aventuras del ingenioso hidalgo.

Más de veinte localidades en las que el pasado y el presente conviven sin estorbarse, con toda la esencia rural y natural, unidas por caminos novelescos, luminosos, incontrolables desde lo literario e histórico, llenos de hospitalidad, caballerosidad e hidalguía. Caminos amplios, de inmaculados valles y vastos horizontes, como la Vía Augusta o el Camino de Aníbal. Caminos universales como lo es el Quijote cervantino y lo son sus singulares habitantes.

Vista del Campo de Montiel

San Carlos del Valle. Autor, Jhuertas

Torre de la Higuera. Autor, Toni Arias

La Solana. Autor, Juan Gregorio García. FOTO digitalhambra


«Acertó Don Quijote a tomar la misma derrota y camino, que él había tomado en su primer viaje, que fue por el Campo de Montiel». Capítulo VII, de la 1ª parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha


Esta es una ruta múltiple, universal y real que no sólo recorre el alma española y manchega sino que nos presenta una amplia oferta cultural, turística, gastronómica, paisajística, artística y monumental.

Aún hoy desconocida para muchos viajeros, esta ruta literaria permite descubrir auténticos tesoros en cada rincón, sierra, valle o pueblo del Campo de Montiel. Abundantes asentamientos de diferentes culturas, un rico patrimonio histórico-artístico, lugares de interés turístico nacional, sorprendentes parques, reservas y espacios naturales, misteriosas cuevas y abrigos prehistóricos, variadas costumbres y fiestas populares, rica artesanía, o una sabrosa gastronomía con numerosos productos que han obtenido las más altas distinciones.

La comarca del Campo de Montiel te ofrece un sinfín de lugares y actividades, convirtiéndose poco a poco en uno de los destinos turísticos más atractivos de Castilla – La Mancha.

Villanueva de los Infantes


«Pisó por ella el uno y otro lado de la gran Sierra Negra y el famoso Campo de Montiel, hasta el herboso llano de Aranjuez». Capítulo LII, de la 1ª parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha


Lagunas de Ruidera


«Y pongan los ojos en las que están por venir, que desde agora en el camino del Toboso comienzan, como las otras comenzaron en los Campos de Montiel». Capítulo VIII, de la 2ª parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha


Villahermosa


Dedicado a nuestro gran amigo Justiniano Rodríguez Castillo. Gracias por enseñarnos el camino. Hasta siempre


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Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©


Fotografía de portada de InfantesDIGITAL

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Naturaleza en Castilla – La Mancha (2ª parte)

Seguimos recorriendo los paisajes naturales que muestran el esplendor de Castilla – La Mancha, perfectos para cualquier escapada


PARQUE NATURAL DE VALLE DE ALCUDIA Y SIERRA MADRONA


El Valle de Alcudia es un lugar infinito, de suaves sierras de cuarcita e inmensas praderas que atrajeron hace siglos a enormes rebaños de ovejas en invierno para disfrutar de su clima suave y de sus pastos. Un lugar donde disfrutar de la naturaleza y de la tranquilidad. Pero en el Valle de Alcudia también podemos admirar sus bosques mediterráneos de robles, alcornocales, quejigos, madroños o encinas de porte majestuoso, algunas centenarias y milenarias. La riqueza paisajística de sus parajes se combina con más de cien especies de aves entre las que destacan las imponentes águila imperial ibérica, el buitre negro y la cigüeña negra, y fauna como el huidizo lince ibérico y la cabra ibérica, entre majadas, pastizales y bosques.
Sierra Madrona constituida por un relieve quebrado, crestones y pedrizas, con numerosos ríos y arroyos que serpentean contribuyendo a enriquecer el paisaje con los colores cambiantes de su vegetación y vertiendo sus aguas a los grandes ríos Guadiana o Guadalquivir. La zona presenta un número muy importante de puntos de interés geológico de diversa naturaleza como hoces, cañones y cluses fluviales, cascadas naturales, humedales estacionales o permanentes, pedrizas y crestones cuarcíticos relevantes, escarpes naturales, cavidades naturales, formas de origen volcánico y formas periglaciares pleistocenas notables.

El Valle también alberga manifestaciones de vulcanismo, que nos trasladan a un pasado geológico muy remoto, como son los monumentos naturales de Los Castillejos en la Bienvenida, o la laguna volcánica de La Alberquilla entre otros.
Acoge además manifestaciones y asentamientos desde la prehistoria hasta nuestros días: arte esquemático, yacimientos ibero-romanos, ventas cervantinas y de trashumancia, arqueología minera del XVIII y vestigios de oficios como carboneros, apicultores, pastores…
Y se ha convertido en un destino ideal para la observación del firmamento, astroturismo, por la escasa contaminación lumínica de sus cielos.





LA MANCHA HÚMEDA


Situada entre las provincias de Toledo, Cuenca y Ciudad – Real, la Mancha Húmeda alberga el complejo de lagunas salinas más extenso e importante de la Península Ibérica, con lagunas como la de Manjavacas en Mota del Cuervo, la Veguilla y Camino de Villafranca en Alcázar de San Juan, Salicor en Campo de Criptana, Laguna Grande de Quero, Peñahueca en Villacañas, Laguna Chica y la de la Sal en Villafranca de los Caballeros o las de la Vega y Retamar en Pedro Muñoz. Algunas de ellas son ideales para recorrer caminando sus orillas, conocer sus más que interesantes centros interpretación e incluso para tomar un baño y refrescarse en verano, como en las lagunas de Villafranca de los Caballeros.
Pero el principal atractivo de estas lagunas es la presencia de aves acuáticas y esteparias entre prados de albardín, una planta de suelos salinos parecida al esparto, así encontramos especies de aves estivales cómo el zampullín cuellinegro, malvasía cabeciblanca, cigüeñuela, avoceta, canastera, chorlitejo chico, pagaza piconera, chorlitejo patinegro y calamón, y aves invernantes cómo tarro blancos, aguja colinegra, archibebe común, zarapito real y andarrios grande, entre las más peculiares.
Además, podemos disfrutar del espectáculo de los flamencos que suelen desplazarse de unas lagunas a otras en determinadas épocas del año.





PARQUE NATURAL DE LAGUNAS DE RUIDERA


Aquel viajero que acude por primera vez a Ruidera y sus lagunas, cuando lo hace desde la llanura manchega, vasta y extensa, percibe la sensación de acudir a un oasis, un remanso de paz, bálsamo contra el frenético ritmo. «Y con Guadiana vuestro escudero, y con la dueña Ruidera, y sus siete hijas y dos sobrinas y con muchos de vuestros conocidos y amigos nos tiene aquí encantados el sabio Merlín a muchos años; y aunque pasan de quinientos no se ha muerto ninguno de nosotros, solamente falta Ruidera y sus hijas, y sobrinas, las cuales lloran, por compasión que debió tener Merlin de ellas, las convirtió en otras tantas lagunas, que ahora en el mundo de los vivos y en la provincia de La Mancha las llaman Las lagunas de Ruidera…”, Don Quijote de La Mancha, Capítulo XXIII, parte II, Miguel de Cervantes.

Más allá de las poéticas descripciones cervantinas, el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, enclavado en el Campo de Montiel, forma uno de los espacios naturales más interesantes de Castilla – La Mancha.
Un rosario de bellas lagunas, en la cabecera del Río Guadiana, que además de todo un espectáculo para los sentidos, son una curiosidad ecológica y geológica de primer orden tanto en España como en todo el ámbito europeo. Solo existe un ejemplo similar en los Lagos de Plitvice, Croacia.
El valor paisajístico y la especial belleza de las Lagunas de Ruidera se debe al intensísimo color de sus 15 lagunas: unas veces azul turquesa, otras verde cristalino, más propio de la idea que todos tenemos de lugares exóticos y tropicales. Y a las espectaculares y singulares barreras tobáceas: los travertinos, roca de gran fragilidad e indispensable protección.
El paisaje vegetal del Parque es muy diverso, abarcando desde formaciones boscosas autóctonas hasta una vegetación palustre. Las laderas y zonas altas están ocupadas por grandes encinas, carrascas, sabina albar y enebros.
Y referente a la fauna, más de 250 especies de vertebrados habitan en el Parque. De ellas, los mamíferos, por sus hábitos escondidizos y crepusculares, son los más difíciles de observar. Sin embargo, las aves, sobre todo las acuáticas, rápidamente llaman la atención. La mayoría se esconde entre la vegetación palustre que rodea la lámina de agua, como el rascón, la gallineta o el carricero tordal, cuyo inconfundible canto anima el carrizal. Entre las especies más emblemáticas destacan el aguilucho lagunero y el porrón moñudo. La focha común, el ánade real, el pato colorado, zampullín común o el somormujo lavanco también pueden ser observados en las lagunas.
Imprescindible las visitas a la cascada del Hundimiento, un salto de agua de más de 15 metros de altura que se formó como consecuencia de una enorme avenida de agua ocurrida en el año 1545, y a la literaria Cueva de Montesinos en Ossa de Montiel.
Y por supuesto es un espacio natural ideal para realizar actividades de ecoturismo, senderismo, ornitología, rutas guiadas, kayak, ciclismo…





CAMPO DE MONTIEL


La comarca del Campo de Montiel te ofrece un sinfín de lugares y actividades, convirtiéndose poco a poco en uno de los destinos turísticos más atractivos de Castilla – La Mancha.

Os invitamos a descubrir esta comarca citada hasta cinco veces por Miguel de Cervantes en su obra más universal “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha“. Sin duda, constituye el destino ideal para los que quieren conocer los auténticos escenarios del Quijote.

Un recorrido que bien puede comenzar en Villanueva de la Fuente. Aquí nos encontramos con las primeras estribaciones de la Sierra del Relumbrar, también denominada “pequeño Monfragüe“, uno de los espacios naturales más interesantes de toda la región, con valores faunísticos, botánicos, geológicos y paisajísticos muy importantes. En sus tierras no se puede dar un paseo sin tropezarse con manadas de jabalíes alimentándose de bellotas bajo enormes encinas en un sotobosque de aladiernos, brezos, jaras, cantuesos y mejoranas en el que también habitan ciervos y gamos.
Continuar en Terrinches por el espectacular paraje de las Hoces del Gongares o de San Isidro, desde donde podremos contemplar unas bellas vistas de Sierra Morena y la Sierra del Relumbrar, y donde los arroyos se unen y dibujan unas caprichosas hoces sobre elevaciones paleozoicas de pizarra.

Descubrir en Villahermosa un enclave paisajístico y ecológico de primer orden: el nacimiento del río Guadiana en el entorno de la Laguna Blanca, la primera del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Un bello paisaje jalonado de sabinas y enebros de impresionante porte. Y hacer una ruta de senderismo por los cursos de los ríos Azuer y Cañamares.

El valle del río Guadalén en Santa Cruz de los Cáñamos, la Sierra de Alhambra y las Cuevas de Huelma en Alhambra, los molinos hidráulicos del Jabalón en Montiel, la Sierra del Cristo en San Carlos del Valle, o las Cumbres, Cerro Lobo, Cabeza del Buey, los Clérigos, el Carrascalillo, el Cerro la Cruz o el Cerro Castellón en Torrenueva completan un recorrido espectacular de naturaleza y cultura por esta tierra. Todos estos parajes con infinidad de hierbas medicinales y aromáticas y de enorme valor cinegético.

En los cielos del Campo de Montiel es fácil observar ejemplares de águila real, águila imperial, aguilucho cenizo y aguilucho pálido, y buitres leonados. Y en la zonas esteparias avutardas, sisones, gangas, alondras de Dupont o alcaravanes entre otras aves.

Fauna y flora autóctona que nos acompañarán en todas las experiencias y actividades que nos ofrece la comarca: vías y caminos históricos milenarios, como el camino de Aníbal y la Vía Augusta; castillos y torreones, cómo el Castillo de la Estrella en Montiel; yacimientos arqueológicos prehistóricos, cómo el Castillejo del Bonete en Terrinches; villas romanas y santuarios medievales, cómo la Ontavia y Luciana; el maravilloso Conjunto Histórico – Artístico Nacional de Villanueva de los Infantes; el interesante patrimonio de Fuenllana, cuna de Santo Tomás de Villanueva y villa rural manchega por excelencia de toda la provincia de Ciudad – Real, descubierta con sorpresa a principios del siglo XX por el famoso fotógrafo francés Charles Alberty ‘Loty’;  el patrimonio literario de Torre de Juan Abad y Villamanrique; la monumental iglesia de Villahermosa; la joya barroca de San Carlos del Valle; el museo al aire libre de Yáñez de la Almedina; museos etnográficos y yacimientos arqueológicos de Villanueva de la Fuente y Alhambra…


LOS VOLCANES DEL CAMPO DE CALATRAVA


La provincia de Ciudad – Real nos ofrece un elemento geológico peculiar y diferente, sus volcanes ya extinguidos y que son fruto de una actividad volcánica desaparecida desde hace miles de años, pero que ha modelado un paisaje único en toda España. Las manifestaciones volcánicas, en torno a unas 300, se localizan principalmente en el centro de la provincia ocupando una superficie de unos 5.000 km2.
Cuesta creer que la única fumarola activa que existió en la Península Ibérica se encuentra a menos de cinco kilómetros de la monumental ciudad de Almagro.
Los Volcanes del Campo de Calatrava albergan ecosistemas perfectamente conservados y que reflejan a través de lagunas o suaves elevaciones lo mejor de la fauna y la flora Mediterránea.
No hay que perderse los enclaves volcánicos cómo la Laguna de la Alberquilla (Monumento Natural); La Inesperada, en Pozuelo de Calatrava; la Hoya de Cervera, en Almagro; la laguna volcánica de Cervera; la de Fuente Agria del Chorrillo y la de Caracuel. Las impresionantes formaciones como los Castillejos en La Bienvenida y el del Cerro de los Santos en Porzuna.

Imprescindible la visita al Volcán de Cerro Gordo, primer volcán museo de la península y que nos ofrece un más que interesante recorrido interpretativo de la volcanología de la comarca de Ciudad – Real y por su interior, y los volcanes Columba, Peñarroya, Cerro de La Santa Cruz, la Posadilla y Laguna, cuajado de cigüeñas, águilas reales y buitres.

La existencia de una actividad volcánica inferior a 10.000 años, ha dado lugar a que la región volcánica del Campo de Calatrava haya sido reconocida por el Smithsonian Institute de Estados Unidos como zona de actividad volcánica aún activa.


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Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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Tour por los Escenarios de Cervantes y los Paisajes del Quijote

Os proponemos un viaje cultural, natural y gastronómico inolvidable por Madrid, Toledo, La Mancha y el Campo de Montiel para descubrir el origen del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha. Un viaje por una Tierra Universal, el Siglo de Oro Español, los paraísos y escenarios naturales de la novela, con toda la esencia de nuestras ciudades, pueblos y aldeas, y disfrutando de nuestra rica gastronomía, en la que no pueden faltar el delicioso y afamado Queso Manchego y los vinos de la tierra. Sin duda, una auténtica experiencia cultural universal


Día 1

Iniciamos nuestro maravilloso recorrido por el Madrid de los Austrias, sede de la corte de Felipe II, bajo cuyas órdenes lucho Don Miguel de Cervantes durante gran parte de su vida. Un paseo por el casco histórico de la ciudad, lleno de calles estrechas, callejuelas, pasajes, pasadizos, travesías, plazuelas, palacios, conventos…
Y a la hora de comer nada mejor que un tour gastronómico de tapas y vinos por las tabernas más emblemáticas de Madrid. Un delicioso recorrido entre catas y degustación de pequeños platos de temporada maridados con vinos de La Mancha.
Madrid, Villa y Corte, que tiene su centro en el «kilómetro cero» de los caminos de España, posee un mapa gastronómico inigualable en el que tienen destacada presencia platos tradicionales que ofrecen un perfil propio, con aromas de la cocina manchega, al estar su territorio enclavado en el corazón de la meseta. En los más típicos rincones del viejo Madrid, antiguas posadas, figones y mesones, – aparte del famoso Lhardy -, ofrecen la clásica sopa de ajo, y su inigualable cocido al que los castizos llamaban «el coci» ó «el piri», plato típico, saludable, sabroso y antañón que con el mismo regusto se come por tierras de Castilla en las que Madrid se asienta.
Por la tarde nos trasladamos hasta la cercana Alcalá de Henares, Ciudad Patrimonio de la Humanidad, para disfrutar de un recorrido guiado por esta bella localidad donde vivió sus primeros años Don Miguel de Cervantes, visitando su museo-casa natal, los edificios relacionados con su familia y aquellos vinculados a la publicación de sus obras.
Dar un paseo por las calles aledañas al Palacio Arzobispal, la Catedral Magistral y el Monasterio de San Bernardo nos transporta a la época del Cardenal Cisneros, allá por el siglo XVI.


Día 2

Iniciamos la jornada con un espectacular recorrido panorámico por Toledo, Ciudad Patrimonio de la Humanidad. A continuación hemos disfrutado de un atractivo y ameno recorrido guiado por el impresionante casco histórico y por los barrios de las Tres Culturas, admirando el legado de las diferentes civilizaciones que han dejado su huella en Toledo: Edad del Bronce, carpetanos, visigodos, romanos, musulmanes, judíos y cristianos. Y visitando los monumentos más importantes: Mezquita del Cristo de la Luz, Sinagoga de Santa María la Blanca, Iglesia de Santo Tomé (El Greco) y un subterráneo exclusivo en la judería.
De todos es conocido que Miguel de Cervantes disfrutó un amor sincero por la ciudad de Toledo. Al entrar por la puerta principal de la ciudad, la de Bisagra, nos encontramos, en su patio de armas, el elogio más apasionado de Cervantes a Toledo: “¡Oh, peñascosa pesadumbre, gloria de España y luz de sus ciudades…”
La mañana ha finalizado visitando un Taller de Damasquinado, donde hemos visto en directo cómo trabajan y descubierto todos los secretos de esta artesanía joyera conocida como el Oro de Toledo.
Por la tarde nos esperaba la impresionante Catedral Primada de Toledo, una de las obras maestras de la arquitectura ojival y obra magna del gótico, que mereció en el lenguaje eclesiástico el título de Dives Toletana (La Rica Toledana), que alude a la grandiosidad de sus dimensiones, riqueza artística y solemnidad litúrgica. La Catedral Primada fue concebida como Summa Artis, un Vaticano en tierras ibéricas. Esconde una interminable acumulación de tesoros artísticos que abarcan páginas enteras de la historia de la vidriera, la rejería o la escultura, y una colección pictórica sin igual, con obras de El Greco, Tiziano, Goya o Van Dick.


Día 3

Nuestro camino nos llevó hasta Campo de Criptana, para conocer uno de los enclaves fundamentales de la geografía española: la maravillosa sierra de los molinos de viento, una estampa clásica reconocida en los cinco continentes. Esta experiencia nos ha permitido rememorar la leyenda cervantina del famoso lance entre Don Quijote y sus “gigantes”, así como descubrir algunos secretos del noble arte de la molinería.
A continuación, la visita imprescindible a una prestigiosa bodega con D.O. La Mancha. Un interesante itinerario por sus emblemáticas instalaciones para adentrarnos en el apasionante mundo de la viticultura y en los procesos de vinificación, con una degustación de sus vinos de la mano de todo un maestro en este arte. La historia y los secretos del brebaje de Dioniso, dios del vino, han dejado de ser un secreto para nosotros. Una auténtica experiencia enoturística.
Y a la hora del almuerzo, nos esperaba una deliciosa y auténtica Comida Típica del Quijote, a base de platos tradicionales de la cocina manchega. Una cocina universalizada por Cervantes.
Por la tarde hemos conocido un tesoro de gran trascendencia en la tradición cervantina: la Cueva de Medrano en Argamasilla de Alba, la celda donde, según algunos estudiosos, D. Miguel de Cervantes comenzó a escribir su inmortal obra “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”.
Imprescindible la visita a la cercana ciudad de Tomelloso para descubrir el interesante Museo del Carro y del Bombo de Tomelloso, con el maravilloso Bombo tomellosero en su interior, una auténtica joya de la arquitectura popular rústica.
Y por supuesto alguna de las más de 2200 antiguas cuevas-bodega existentes en el subsuelo de la ciudad, excavadas antaño en la roca para hacer y almacenar el vino en tinajas de barro. ¡Un patrimonio vitivinícola impresionante!

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Día 4

Por la mañana hemos visitado una tradicional y prestigiosa quesería manchega, para conocer los secretos de un producto único: el Queso Manchego. Hemos tenido la oportunidad de conocer desde el pastoreo del ganado en el campo, las ovejas y corderos, y el ordeño hasta la transformación de la leche en queso, el trabajo artesanal y la maduración, asistiendo a la elaboración del queso en vivo y en directo. Para finalizar con una deliciosa degustación de este producto tan cotizado a nivel nacional e internacional.
Listos para iniciar una de las visitas más importantes de este tour: Villanueva de los Infantes, Conjunto Histórico-Artístico Nacional, uno de los más bellos de España y centro histórico de la comarca del Campo de Montiel, citada hasta cinco veces por D. Miguel de Cervantes en su obra más universal “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”.
Cuna del Quijote, según algunos estudiosos, y el lugar donde vivió el genial escritor Don Francisco de Quevedo y Villegas, hemos disfrutado con un inolvidable recorrido por esta monumental villa. Iglesias y conventos; plazas porticadas; pósitos, casas señoriales, palacios y calles… Todo un viaje al irrepetible Siglo de Oro español.

Llega el medio día y con él un almuerzo campestre en una huerta de la zona, un lugar lleno de encanto y esencia manchega donde hemos dado cuenta de una comida típica a base de platos tradicionales maridados con los mejores vinos de la tierra.

Por la tarde nuestro viaje nos ha llevado hasta Fuenllana, cuna de Santo Tomás de Villanueva y villa rural manchega por excelencia, descubierta con sorpresa a principios del siglo XX por el famoso fotógrafo francés Charles Alberty ‘Loty’, cuyas fotos se mostraron en la Exposición Universal de Barcelona en 1929. Un magnífico ejemplo de lo que debe ser un pueblo con estilo propio, integrado en su paisaje, su historia y su cultura. Callejear por su casco urbano, respirar la esencia del Campo de Montiel… inolvidable.

Para nuestro siguiente paso por el histórico y sorprendente Campo de Montiel nos esperan enclaves como Villahermosa, Torre de Juan Abad, Montiel, Almedina, Villanueva de la Fuente, Alhambra… cada uno con una inmenso patrimonio histórico, cultural y natural.


Día 5

La jornada comenzaba con la visita a El Toboso para descubrir todos los secretos y leyendas de este bonito pueblo, y todos los rincones relacionadas con Don Quijote de La Mancha y Dulcinea. Imprescindible adentrarse en el Museo de la Casa de Dulcinea y descubrir de una forma amena y divertida el legado que D. Miguel de Cervantes dejo en El Toboso en su búsqueda del gran palacio de Dulcinea, y las características de los principales personajes, Don Quijote y Sancho, en el contexto histórico de una España en pleno Siglo de Oro de la literatura.
Tras un merecido descanso, ponemos rumbo a Alcázar de San Juan, última etapa de nuestro viaje. Desde la inmensa llanura que lo bordea, salpicada de bellas lagunas, pasando por sus conocidas fiestas de Moros y Cristianos, las tortas de Alcázar o el legado de su artesanía del cuero, la alfarería y la madera.
La visita a Alcázar de San Juan está llena de lugares de interés turístico y patrimonial.
Alcázar de San Juan es según algunos estudiosos la verdadera cuna de Don Miguel de Cervantes, así que nada mejor que iniciar nuestro recorrido en la Casa del Hidalgo, donde nos han explicado las costumbres y cómo era la vida de los hidalgos que inspiraron a Miguel de Cervantes cuando creó el personaje de Don Quijote de La Mancha. A continuación un bonito recorrido por el Conjunto Palacial del Gran Prior, donde destaca el Torreón de Don Juan José de Austria, uno de los emblemas de la ciudad, una torre almohade del siglo XIII, y actualmente un maravilloso espacio dedicado a los Caballeros Hospitalarios de San Juan.
La naturaleza está muy presente en estas tierras. Prueba de ello es el Complejo Lagunar de Alcázar de San Juan. Declarado Reserva Natural de la Biosfera, está conformado por 700 hectáreas integradas tres lagunas pertenecientes a La Mancha Húmeda. Se trata de un lugar perfecto para observar especies únicas y disfrutar de la naturaleza.
En los caminos que las recorren encontramos puntos de observación de aves, alternando paisajes salinos y desérticos, que cambian a estepas para después convertirse en prados húmedos. Estos cambios hacen de este espacio protegido por la UNESCO su mayor atractivo.
Hemos avistado aves difíciles de encontrar en ninguna otra parte. Cigüeñuelas, pagazas piconegras, zampullines, tarros blancos y canelos, porrones, malvasías cabeciblancas, patos colorados y cucharas, cercetas carretonas, fochas, garcillas cangrejeras, garzas imperiales, aguiluchos laguneros y flamencos. Un lugar perfecto para hacer turismo ornitológico.


Si estas interesado en realizar este tour, contacta con sabersabor.es


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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Primavera en el Campo de Montiel

Turismo castilla la mancha

Con la luna llena y los cielos despejados de finales de abril y principios de mayo, el Campo de Montiel se repuebla de vida. Los familiares vuelven. El campo reverdece


Algunos años, cuando los otoños son suficientemente lluviosos y los inviernos adecuadamente fríos; a finales de marzo y principios de abril, los arroyos, charcas, ríos y demás manantiales que aquí llaman veneros, comienzan a fluir abundantes y transparentes.

Las primeras aguas del Guadiana, llegadas del océano una y otra vez. Transportadas a bordo de las nubes procedentes de América, como orondos galeones repletos de oro, descargan su riqueza vital, fertilizando la aspereza climática del recio Campo de Montiel.
Donde la delicada primavera suele llegar más tardía que a las cálidas tierras del otro lado de Sierra Morena.

Fuente AlmedinaFuente de Carlos V, en Almedina

Campo de MontielPaisaje del Campo de Montiel

Campos de lavandaCampos de lavanda

Santa Catalina, FuenllanaSanta Catalina, Fuenllana

Coincide muchas veces con Semana Santa y los numerosos puentes del mes de mayo. Cuando llegan las gentes que de aquí se fueron con sus antepasados a mediados del siglo XX, en un continuado tránsito que no ha cesado hasta hoy. Donde se van alejando paulatinamente a través de los estudiantes. Primero a la capital de provincia y después a Madrid, Granada o Londres y Berlín.

La primera luna llena de la primavera, trae los primeros días de vacaciones del año. Con ese buen tiempo que templa la atmósfera y anima a las praderas a revestirse de alegría con el colorido de las flores silvestres.
Los alcaravanes, llamados chorlitos aquí, una de las más singulares especies de aves esteparias de la zona, protegida para ellas, surcan los cielos de estos inmensos campos con su trompetero piar en mitad de la noche, anunciando la llegada de una nueva época. Del buen tiempo.

Poco a poco, según va caldeando el sol los días y la tierra bien humedecida por las generosas lluvias de marzo, los espárragos ofrecen sus frutos a la multitud de buscadores.
Alondras, cogujadas o totovías retrinan junto a los caminos alegrando el paseo del caminante. Las nuevas camadas de conejos corretean por todas partes. Y mucho más, si en lo alto del limpio cielo azul, aparece la temible silueta de la soberana imperial. Con suerte, algún día cruzarán las majestuosas formaciones de grullas. Altísimas y lejanas.

aliaga Campo de MontielAliagas

Río Guadalén por el Castillo de MontizónRío Guadalén junto al Castillo de Montizón

Orquídea mariposa, Anacamptis papilionacea Campo de MontielOrquídea mariposa, Anacamptis papilionacea, Campo de Montiel

ecoturismo Villahermosa MontielDehesa entre Villahermosa y Montiel


Más cercanos y pausados, los milanos también surcan esta tierra e incluso duermen y permanecen


En Ruidera se aprecia mejor que en ninguna otra época, la enorme variedad de anátidas. En las estribaciones de Sierra Morena, desde la sierra de Relumbrar hasta Despeñaperros, el ancestral monte mediterráneo que bordea por el sur todo el Campo de Montiel, ofrece al naturalista los más bellos documentales, todavía tan vitales como si existiera el célebre Félix Rodríguez de la Fuente.
Linces, tejones, jinetas, meloncillos, gamos, ciervos, zorros… Robles, encinas, olmos, jaras, lentisco, madroño…
Humedad, sombra, sol. Paisajes monumentales. Vistas colosales. Grandes en lo material y en lo emocional. Miradas que desde las peñas de Montizón, ven como si miraras por las ventanas del castillo, la inspiración de Jorge Manrique.
O vistas que barren el paisaje con esa ansia de aventura americana tan melancólica y frustrada como la de Cervantes. Condenado a bajar por estos parajes intentando sobrevivir en su liberador Quijote.

Castillo de la Estrella MontielCastillo de la Estrella Montiel

En Villahermosa, la centuria romana redobla los tambores renovando el ciclo vital, como el tronar de primavera.
En Villanueva de los Infantes se vuelve a sacar mistela y rosquillos para los primos de Madrid.
No tardará en llegar mayo y san Isidro sacará a Alcubillas de sus casas hacia el cerro.
Se retomarán como en la Edad Media, las obras del eterno Castillo de la Estrella de Montiel.
El mismo ciclo vital que a duras penas, pero siempre, ha mantenido viva a esta tierra dura y difícil. Donde el frío es más frío que a pocos kilómetros al sur y el calor más cálido que a pocos kilómetros al norte. Donde llueve menos que a pocos kilómetros al oeste.
Pero que a pesar de la dificultad, preserva un atractivo singular precisamente obtenido de estar siempre al límite.
Sucesivos años de sequías o lluvias torrenciales. Despoblación y siempre carencia de medios.
Pero con todo, una tierra excepcional por permanecer en ella la esencia rural de Occidente. Donde es posible observar con facilidad la evolución del paisaje agrícola más antiguo de cuantos componen Europa. Donde es posible atisbar desde el nacimiento de la agricultura en el Neolítico hasta hoy.
Paisajes medievales con castillos desmochados. Paisajes metafísicos inspiradores de Quevedo.

Cascada del Hundimiento, Lagunas de RuideraCascada del Hundimiento, Lagunas de Ruidera

peonía Campo de MontielPeonía del Campo de Montiel

Lagunas de RuideraLagunas de Ruidera


Paisajes vacíos, llenos de la imaginación de Cervantes


Campos, lomas, sierras y vallejos donde perderse para encontrarse. Descubrir infinidad de recursos que potencialmente y de forma latente, más tarde o más temprano compartirá con todos, el célebre Campo de Montiel.
Mientras, aquí seguimos, esperando que llegue mayo y culmine la primavera con los primeros excesos de calor, los desangrados campos de amapolas. El tesoro volador de las avutardas y la esperanza de poner todo esto en valor.

Paisaje-del-Campo-de-MontielPaisaje del Campo de Montiel

Violeta de pastor, Linaria aeruginea Campo de MontielVioleta de pastor, Linaria aeruginea, Campo de Montiel

Erodium primulaceum Campo de MontielErodium primulaceum del Campo de Montiel

Primavera Campo de MontielPaisaje del Campo de Montiel


Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano ©

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Turismo cultural y arqueológico por el Campo de Montiel: Terrinches

Turismo arqueológico y cultural en el Campo de Montiel

Os proponemos un recorrido por uno de los enclaves más antiguos del Campo de Montiel, Terrinches, con siglos de historia a sus espaldas y una gran concentración de patrimonio cultural. Muestra de ello son los restos de un doble enterramiento humano de la Edad del Bronce encontrado en el paraje del Castillejo del Bonete dentro de una cueva sellada durante miles de años.
Volviendo a nuestros días los viajeros que pasen por aquí además de disfrutar de su paisaje serrano y sus hoces de San Isidro, podrán hacerlo de su castillo medieval y su Centro de Interpretación de la Orden de Santiago, de la Villa romana y necrópolis altomedieval de La Ontavia, pasear por la Vía romana de los Vasos de Vicarello., visitar la cueva prehistórica del Castillejo del Bonete y la ermita medieval de Nuestra Señora de Luciana con su retablo renacentista (siglo XVI), descubrir la Iglesia Parroquial de Santo Domingo de Guzmán y su órgano barroco (siglo XVIII)…

…si así lo hacen, os aseguramos que no será el fin de vuestro viaje, sino el inicio de una aventura en compañía de amigos inolvidables; de personajes universales como Don Quijote y Sancho Panza; de autores cimeros de la literatura como Don Francisco de Quevedo, Jorge Manrique o Lope de Vega; de beatos y santos como Santo Tomás de Villanueva, Fray Tomás de la Virgen o la Madre Mariana de Jesús; de pintores y artistas como Fernando Yáñez de la Almedina, Matías de Arteaga Alfaro o Gaspar de la Redonda; de humanistas como Bartolomé Jiménez Patón, Fernando Ballesteros Saavedra o Pedro Collado Peralta; de personalidades históricas como el cartaginés Aníbal o el rey Justiciero, llamado por sus enemigos el Cruel, Pedro I de Castilla, muerto en desigual duelo con su hermano bastardo Enrique II a los pies de nuestro castillo de la Estrella en Montiel. Todo en la comarca del Campo de Montiel. Comenzamos.

senderismo en TerrinchesEcoturismo en Terrinches, Campo de Montiel

Interior de la ermita medieval de Nuestra Señora de LucianaInterior de la ermita medieval de Nuestra Señora de Luciana

Ruta Hoces de San IsidroRuta Hoces de San Isidro

Castillejo del Bonete

Se trata de un yacimiento arqueológico de notable interés clasificado dentro del Bronce Manchego o bronce pleno. Una fortificación con estructuras asociadas, un sistema de 4 murallas, cerramientos, cubetas y muros delimitados. Un yacimiento arqueológico de aproximadamente 500 m2, emplazado en las estribaciones septentrionales de Sierra Morena, en lo alto de una ladera orientada al sur.
El lugar se encuentra al sureste de la provincia de Ciudad Real y en lo que tradicionalmente se ha supuesto el borde meridional del área en la cual se desarrolló la Cultura del Bronce de La Mancha. Se halla estratégicamente situado junto al Camino de Aníbal, vía natural de comunicación entre la Meseta y la Alta Andalucía.

Presenta unas características que lo convierten en un yacimiento de gran interés para la ciencia arqueológica porque:

  • Agrupa espacios y utensilios de la vida cotidiana.
  • Cuenta con cinco inhumaciones de diversa tipología, varias de ellas con ajuar.
  • Posee murallas defensivas.
  • Guarda una cueva fortificada de notables dimensiones, sellada e intacta desde la Prehistoria.
  • Ha proporcionado un conjunto excepcional de materiales, entre los cuales se incluyen puntas de flecha de sílex o metálicas, puñales de cobre, botones de marfil, punzones de hueso y metal, vasos cerámicos, elementos suntuarios, brazaletes de arquero, hachas, etc.
  • Es único en su cronología y los túmulos son acumulaciones de piedra sobre una cámara funeraria con anillos perimetrales, con estructuras compartiendo el interior del túmulo. Algo verdaderamente atípico.

El elemento de mayor singularidad es la cueva que fue fortificada durante la Edad del Bronce en este lugar, y que ha permanecido sellada e intacta hasta el momento de su descubrimiento arqueológico, en 2004.

Se han registrado a lo largo de las tres campañas cinco inhumaciones, dispuestas en cuatro tumbas de diversa tipología.
La de mayor interés es la Tumba 4, debido a tres factores: es una inhumación doble, los individuos fueron enterrados en ella con un interesante ajuar y los esqueletos se hallaron en relativo buen estado de conservación, aunque presionados por el derrumbe caído sobre ellos.
La sepultura es un sencillo agujero excavado en el suelo, de planta ovalada, delimitado toscamente por mampostería irregular de caliza, de tamaño medio y sin desbastar. La cobertura de la tumba era de simple tierra, sin laja alguna de protección y que presentaba evidencias de haber realizado fuego en el lugar, sobre la tumba. Esta tumba fue excavada con metodología arqueológica en 2004 y ha sido objeto de estudio minucioso y analítica exhaustiva.

Los pobladores de este yacimiento tuvieron en la ganadería una de sus ocupaciones principales, tal y como atestiguan los restos de fauna, la presencia de vasos coladores o queseras y otros recipientes. Se trata de objetos que permiten elaborar, transportar o almacenar productos derivados de la leche. Las pesas de telar halladas parecen indicar, además, el procesado de lana.
Junto a la ganadería, la agricultura complementó su sistema económico, que fue de tipo mixto. Se han recuperado artefactos que hablan de tareas agrícolas y de transformación de productos agrarios en este lugar, tales como los molinos documentados en ámbitos domésticos, los dientes de hoz, cinco silos, o varios útiles de piedra tallada.

La gente que construyó, habitó y se enterró aquí debe ser considerada como parte de una comunidad mayor, que comercio con materiales extrapeninsulares y organizó en torno a este tramo de la Vía de los Vasos de Vicarello (Camino de Aníbal) una red consolidada de asentamientos de funcionalidad variada y complementaria, dentro de la cual el control del agua pudo jugar un papel fundamental.

Castillejo del BoneteCastillejo del Bonete

Cueva prehistórica en el Castillejo del BoneteCueva prehistórica en el Castillejo del Bonete

yacimiento arqueológico Castillejo del BoneteEnterramiento en el yacimiento arqueológico Castillejo del Bonete

Villa Romana de La Ontavia

Se trata de un yacimiento romano, tardoantiguo y medieval excepcional, situado junto a la Vía de los Vasos de Vicarello. El yacimiento cuenta con dos fases principales, que son:

A.- Villa. En este yacimiento se han localizado y estudiado una serie de estructuras que corresponden con la Pars Urbana de una villa, más concretamente, las estancias de la misma destinadas al baño: el Balneum. El edificio podría encuadrarse dentro un abanico temporal que abarca desde el siglo II hasta el V de nuestra era, momento en que estas estructuras deben suplir las instalaciones de servicios balnearios de edificios públicos urbanos. Las dimensiones del complejo termal detectado (alrededor de 200 m2) nos hablan de unas instalaciones de tamaño notable, en relación directa a las necesidades del número de bañistas que utilizaban el balneum, así como a las posibilidades del dueño de la villa.
Los baños de la villa de esta villa se adaptan a un plan lineal angular de recorrido retrogrado y cuenta con apodyterium, frigidarium, tepidarium, caldarium con praefurnium, sudatio y prognigeum.

B.- La necrópolis. Se sitúa sobre las estructuras amortizadas del complejo termal y a pesar del nivel de saqueo han sido recuperados varios elementos de ajuar. Se han documentado treinta tumbas con cincuenta cuerpos.
Este yacimiento está relacionado con otros de la misma cronología en la zona, como Puente la Olmilla, El Calvario u otros dispuestos en torno a la cercana Vía Augusta dentro del municipium de Mentesa Oretana (Villanueva de la Fuente, Ciudad – Real).

Villa Romana de La OntaviaVilla Romana de La Ontavia

Visita guiada a La Ontavia. Autor, AnthroposVisita guiada a La Ontavia. Autor, Anthropos

Villa Romana de La Ontavia, TerrinchesVilla Romana de La Ontavia

Centro interpretación TerrinchesCentro de interpretación de la Orden de Santiago, Terrinches

Torre del Castillo “Centro de interpretación de la Orden de Santiago”

Tras la Batalla de las Navas de Tolosa (1212) la Orden de Santiago repobló el Campo de Montiel, organizando su defensa a partir de la red de fortificaciones islámicas preexistentes. Con el tiempo éstas se reformaron, algunas fueron demolidas y se edificaron otras, en respuesta a las necesidades de los nuevos tiempos. Montiel fue el centro a partir del cual se estructuró toda la comarca.
El Castillo de Terrinches, de antecedentes posiblemente islámicos, formó parte de la red de defensas instaladas al sur de Montiel para crear una barrera defensiva que protegiera este territorio del enemigo situado en Al-Andalus.
En 1282 Terrinches sufrío una razzía lanzada por tropas islámicas al mando del Sultán de Marruecos, Aben Yucef, que destruyó las cosechas del pueblo y parte de su caserío. El vecindario, refugiado en el Castillo, resistía el asedio sin capitular. Les capitaneaba su Alcaide (de nombre Presonero), quien pensó rendirse al ver que los musulmanes prendían fuego al exterior del Castillo, en el intento de romper las defensas o quemar a los allí refugiados. En ese momento cobró un histórico protagonismo la mujer del Alcaide, pues cogió el mando y, confiando en los potentes muros del Castillo, animó a todos a la resistencia. Su nombre no nos ha llegado, pero las informaciones recogidas en las Relaciones de Felipe II sí mencionan que su carácter era el de una “persona varonil”. El Castillo de Terrinches soportó bien el ataque, por lo que las tropas islámicas optaron por desistir de su ofensiva para dirigirla hacia la cercana población de Almedina. En el siglo XV la línea de defensas de la que formaba parte el Castillo de Terrinches quedó obsoleta debido al avance de la Reconquista hacia el sur.
Por ello desde el siglo XVI el edificio, perdida ya su función militar, fue destinado a usos agropecuarios.
En el siglo XIX Madoz señaló su papel puntual como fortín durante las Guerras Carlistas. Planchuelo a finales de ese mismo siglo cita nuevamente su utilización como casa de labor, almacén de aperos de labranza y bodega. Este papel ha venido desempeñando hasta mediados del siglo XX.

En 2005 fue comprado por el Ayuntamiento de Terrinches con el propósito de restaurarlo para uso y disfrute del pueblo.
En 2011 fue inaugurado en su interior el espacio museográfico del Centro de Interpretación de la Orden de Santiago y el Campo de Montiel.

En la Planta Baja del Castillo se ha habilitado un área con mostrador de atención al visitante y zona de tienda junto a la entrada principal. En la misma planta se han instalado pantallas y maquetas que explican la historia de Terrinches y su castillo. En la zona que ha sido utilizada hasta el siglo XX como bodega se ha creado un diorama con escenografía de almacén, que permite explicar el uso del castillo como bodega y casa de labor en los siglos XIX y XX.
En la Planta Primera se ha programado representar la vida cotidiana en un castillo medieval, mediante mobiliario específico, maniquíes y ornamentación escenográfica. La mesa del comedor cuenta con pantallas táctiles integradas que explican los pormenores de la vida del castillo.
La Terraza del Castillo, que permite un excelente control visual del territorio, dispone de prismáticos panorámicos en cada esquina y paneles informativos de cristal blindado al ácido, troquelados de forma almenada con objeto de recuperar los volúmenes originales de la azotea. También se ha ubicado aquí una muestra de las armas de fuego que defendieron Terrinches en el siglo XV.

Castillo de TerrinchesInterior del Castillo de Terrinches

ermita medieval de Nuestra Señora de LucianaErmita medieval de Nuestra Señora de Luciana

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8 Rutas de naturaleza y cultura por el Campo de Montiel

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Ciudad Real nos ofrece un gran número de opciones para disfrutar de la naturaleza con todos los miembros de la familia mientras hacemos ejercicio. La comarca del Campo de Montiel concentra en su territorio diferentes alternativas que se ajustan a la perfección a los diferentes perfiles, capacidades o gustos de cada persona. Rutas de senderismo que nos llevarán a descubrir escondidos rincones, a recorrer frondosos y coloridos campos o a pisar grandes sierras. Rutas para interpretar el paisaje, la cultura, la historia, la arquitectura rural, las costumbres, la gastronomía… Una auténtica experiencia natural y cultural.
Aquí tenéis los itinerarios más interesantes e importantes que os ofrecemos y organizamos a través del proyecto “Senderos del Campo de Montiel”. ¡Qué disfrutéis!

1. De Villanueva de los Infantes a Fuenllana


Distancia:

15 km en total, ida y vuelta, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

Un itinerario con un importante patrimonio paisajístico y artístico pues discurre entre Villanueva de los Infantes, Conjunto Histórico-Artístico Nacional desde el año 1974, uno de los más bellos de nuestro país y centro histórico de la Comarca del Campo de Montiel, citada hasta cinco veces por D. Miguel de Cervantes en su obra más universal, y Fuenllana, villa rural manchega por excelencia de toda la provincia de Ciudad – Real, y un magnífico ejemplo de lo que debe ser un pueblo con estilo propio, integrado en su paisaje, su historia y su cultura. Todo un viaje al irrepetible Siglo de Oro español.
Iniciaremos nuestra ruta en la plaza de la Fuente vieja de Villanueva de los Infantes, y siguiendo dirección sureste, hasta abandonar la población, caminaremos por una inmensa llanura únicamente alterada por pequeñas elevaciones muy erosionadas, jalonadas con aulagas y retamas.
Una mirada al norte nos permitirá divisar las sierras de Alhambra y la del Cristo, y hacia el suroeste la Cabeza de Buey, que nos indican las estribaciones de Sierra Morena, al sur del Campo de Montiel.
Nuestro camino avanzará atravesando Las Cabezas de Fuenllana con una maravillosa vegetación autóctona, hasta cruzar el río Tortillo, desde donde divisaremos ya la población de Fuenllana.
Una interesante flora compuesta por lechetrezna, marrubio, tomillo, romero, chupamieles, heno, flor de papel y algunas encinas centenarias harán nuestras delicias hasta llegar a Fuenllana, donde visitaremos las ruinas de Santa Catalina, la plaza de Santo Tomás y el Convento de los Agustinos.
Tras un merecido descanso, iniciaremos el camino de vuelta a Villanueva de los Infantes, donde a la llegada realizaremos la imprescindible visita guiada para descubrir su enorme patrimonio histórico y artístico.

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2. De naturaleza por Villahermosa. En tierras del Alto Guadiana


Distancia:

18 km en total, ida y vuelta, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

La localidad de Villahermosa atesora un enclave paisajístico y ecológico de primer orden: el nacimiento del río Guadiana. Realizaremos una espectacular ruta de naturaleza por esta zona desconocida del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera.
Nuestra ruta comenzará en la laguna Blanca, la primera del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, un espectáculo para los sentidos, además de una curiosidad ecológica y geológica de primer orden tanto en España como en todo el ámbito europeo.
Caminaremos en dirección norte, disfrutando de un bello paisaje jalonado de sabinas y enebros de impresionante porte, hasta llegar a la laguna Conceja, de un intenso color azul turquesa, más propio de la idea que todos tenemos de lugares exóticos y tropicales.
A continuación, nuestro camino nos conducirá hasta la laguna Tomilla, donde descubriremos dos parajes muy singulares: el baño de las monjas y el baño de las Mulas, dique de donde se nutría el canal que abastecía a la central hidroeléctrica de Ruipérez.
Tras una pausa para el tentempié, iniciaremos el camino de vuelta en dirección sur a través de sendas y caminos tradicionales, entre el maravilloso bosque mediterráneo de encinas centenarias y retamas que sustituye a las sabinas y enebros de nuestra primera parte del recorrido.
En este trayecto de vuelta, visitaremos un antiguo molino hidráulico y la maltrecha central hidroeléctrica del Osero.
Proseguiremos nuestro camino hasta llegar al punto de partida donde daremos por finalizada la ruta senderista.

Opción: comida típica manchega en un cortijo de la zona. 

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3. Terrinches y las Hoces del Gongares


Distancia:

10 km en total, ida y vuelta, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

Descubriremos el municipio de Terrinches, con siglos de historia a sus espaldas, realizaremos una espectacular ruta de naturaleza por las Hoces del Gongares.
Desde la plaza de la localidad iniciaremos nuestra ruta (tramo urbano) para ver la ermita de San Antón y el castillo de Terrinches con visita guiada. A continuación, realizaremos la ruta de senderismo interpretativo caminando hacia el sur, contemplando unas bellas vistas de Sierra Morena y la Sierra del Relumbrar. Divisaremos el lugar donde confluyen las provincias de Albacete, Jaén y Ciudad Real.
Seguiremos nuestro camino rumbo al santuario medieval de Luciana, con restos arqueológicos romanos. Justo enfrente encontraremos la ermita del Santo Cristo.
Nuestra excursión nos llevará por fin al espectacular paraje de las Hoces de San Isidro, donde el arroyo del Sumidero y Gongares se unen y dibujan unas caprichosas hoces sobre elevaciones paleozoicas de pizarra. En el paraje se encuentra también la ermita de San Isidro y un área recreativa.
La vuelta la haremos por el camino del Gongares y descubriremos los restos de la Vía Augusta hasta llegar al Santuario de Luciana, con otra área recreativa. De nuevo en Terrinches daremos por finalizada la jornada.

Terrinches y las Hoces del Gongares castillo Orden Santiago

Terrinches y las Hoces del Gongares senderismo Campo de Montiel

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4. Entre Templarios y el Castillo de Montizón


Distancia:

14 km en total, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

Descubriremos el municipio de Torre de Juan Abad, señorío de Don Francisco de Quevedo y con siglos de historia a sus espaldas, como comprobaremos en la visita a la ermita templaria de Nuestra Señora de la Vega del siglo XIII, realizaremos una espectacular ruta de naturaleza hasta llegar a la impresionante fortaleza del Castillo de Montizón, donde Jorge Manrique escribió sus famosas Coplas.
Iniciaremos nuestra ruta en la ermita templaria de Nuestra Señora de La Vega, a 4 Km de Torre de Juan Abad, para proseguir en dirección sur y paralelos al arroyo de la Vega, visitando las ruinas del molino de Frías.
Nuestro camino seguirá rumbo al Torreón de la Higuera desde el que disfrutaremos de unas preciosas vistas. A continuación, nuestra excursión nos llevará hacia el Castillo de Montizón, morada del poeta Jorge Manrique y construido junto al río Guadalén, que le sirve de foso natural.
Seguiremos caminando por un terreno paleozoico de cuarcitas y pizarras, donde se mezclan encinas centenarias con retamas y jaras, hasta llegar a un merendero perteneciente a la Ruta del Quijote.
Tras un merecido descanso, iniciaremos la marcha en dirección a Villamanrique a través del bello paraje de ‘La Calerilla’ y el arroyo de Cobastigas. Durante el trayecto avistaremos múltiples rapaces en un entorno pizarroso único.
Con la llegada a Villamanrique daremos por finalizada la ruta.

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5. Del Castillo de Montizón a Venta Nueva, la fonda de Don Quijote


Distancia:

16 km en total, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

Descubriremos las tierras de Villamanrique, jalonadas de castillos y torreones con siglos de historia a sus espaldas, realizaremos una espectacular ruta de naturaleza desde la impresionante fortaleza del Castillo de Montizón, donde Jorge Manrique escribió sus famosas Coplas, hasta llegar a Venta Nueva, fonda de Don Quijote por obra de la pluma de Cervantes.
Iniciaremos nuestra ruta en el Castillo de Montizón, morada del poeta Jorge Manrique y construido junto al río Guadalén, que le sirve de foso natural.
Una vez concluida la visita al castillo, seguiremos nuestro camino por un terreno paleozoico de cuarcitas y pizarras, donde se mezclan encinas centenarias con retamas, jaras y coscojas.
A través del collado de Cantares, bordearemos el cerro de Calerilla y nos incorporaremos al antiguo cordel de Albacete. Iniciaremos un lento descenso, cruzando numerosos arroyos hasta adentrarnos en lo más profundo de la Sierra Morena montieleña.
Nuestro camino nos conducirá a Venta Nueva, referencia literaria internacional a través del ilustre personaje Don Quijote y encrucijada de caminos. En esta venta manchega, donde se manteó a Sancho, confluyen el paso de Sierra Morena a través de la Vía Augusta, el milenario Camino de Aníbal y postrero de Andalucía.
Durante todo el recorrido podremos disfrutar del avistamiento de rapaces y de otros animales, especialmente ciervos.
Con la llegada a Venta Nueva daremos por finalizado el itinerario de naturaleza y cultura.

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6. De senderismo por el Camino de Aníbal


Distancia:

14 km en total, ida y vuelta, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

Descubriremos las tierras del municipio de Puebla del Príncipe, encrucijada de caminos del antiguo Imperio Romano y con siglos de historia a sus espaldas, realizaremos una espectacular ruta de naturaleza por el Camino de Aníbal.
Iniciaremos nuestra ruta en Puebla del Príncipe, a los pies de su Torreón-Fortaleza del siglo XIII, parte del sistema defensivo de Al-Ándalus.
Continuaremos caminando hacia el sur, hasta llegar a la ermita de Nuestra Señora de Mairena, construida sobre una antigua mansión militar romana en el camino de Cádiz a Roma (Vía Augusta o Camino de Hércules). A sus pies se encuentra una fuente de agua cristalina que emana y da fecundidad a los terrenos que la rodean.
Nuestra ruta seguirá rumbo hacia el sur hasta incorporarnos al histórico e importante Camino de Aníbal. A partir de aquí el paisaje se rompe por completo, dando paso al bosque mediterráneo y a las sierras. Un paisaje con numerosos arroyos donde avistaremos múltiples rapaces.
Y de este bosque pasaremos a una altiplanicie de pastos desde donde disfrutaremos de unas inmejorables vistas con la Sierra del Relumbrar al frente, Sierra Morena al sur y las poblaciones de Puebla del Príncipe, Terrinches y Albaladejo al norte.
A continuación llegaremos a la bifurcación de nuestro camino en la Vía Augusta de verano, junto al que se pueden visitar las villas romanas de La Ontavia, Luciana o Puente Olmilla, y la Vía Augusta de invierno, por encima de las elevaciones mesozoicas.
Tras cruzar el arroyo de Santa María iniciaremos el camino de vuelta hasta Puebla del Príncipe donde daremos por finalizada la ruta senderista.

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7. Senda del Pie de Enmedio, Parque Natural de las Lagunas de Ruidera


Distancia:

12 km en total, ida y vuelta, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

Un itinerario en un enclave privilegiado: el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Un rosario de bellas lagunas y que en conjunto constituyen todo un espectáculo para los sentidos, además de una curiosidad ecológica y geológica de primer orden tanto en España como en todo el ámbito europeo.
Partiendo de la aldea de San Pedro el sendero transcurre bordeando la Laguna San Pedro (San Pedra para los lugareños), hasta llegar al cerro de Los Almorchones, desde donde podremos disfrutar de una magnífica panorámica. Por el camino de la Ringurrina, la acompañante soledad de estos luminosos paisajes, nos regalará la hermosa contemplación de arquitectura popular bien conservada en cortijos de labranza y pastoreo.
Monumentales ejemplares de sabina albar jalonan nuestro camino entremezcladas con el resurgir del vigoroso encinar, liberado desde hace medio siglo, de la presión del pastoreo intensivo. Romeros, tomillo, espliego, gamones y multitud de herbáceas pueblan estos páramos, enmarcando los espejos de las lagunas.
Dependiendo de la temporada o estación del año, encontraremos el paisaje más suave y verde, o por el contrario más áspero y pardo en los meses de verano. Sin embargo cualquier día y cualquier época ofrecen multitud de atractivos, contrastes y matices, recuerdos de saludables días en contacto con la naturaleza, la cultura y la belleza.
Lomas y páramos cubiertos para cada vez más frondosos montes, nos van anticipando la sorprendente aparición de los aparentes espejismos de las Lagunas. Las descubriremos por la parte más salvaje, pues las lagunas Conceja y San Pedro mantienen intacta la hermosura natural que la infinita paciencia del transcurrir de los milenios, ha ido construyendo con cada gota de agua llovida, escurrida y evaporada en el incesante ciclo artífice de estos encantadores y encantados paisajes, descubiertos por don Quijote e inmortalizados por Cervantes.
Junto a la venta del Celemín, una centenaria noguera, que es como suele llamarse por aquí a los nogales, acompañada de otras tantas más jóvenes, junto a viejos sauces blancos, dan idea de la riqueza del suelo y las posibilidades de haber albergado en tiempos pasados frondosas alamedas de árboles de ribera, como el olmo común, álamo negro, mimbrera, o álamo blanco.
Al amanecer y al atardecer es cuando más variedad de trinos oiremos y más aves observaremos.

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8. Santa Cruz de los Cáñamos y el río Guadalén


Distancia:

9 km en total, ida y vuelta, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

Descubriremos las tierras de Santa Cruz de los Cáñamos, un bonito pueblo rodeado de fuentes y manantiales, realizaremos una espectacular ruta de naturaleza por el valle del río Guadalén.
Comienza nuestra ruta con la ascensión hacia el paraje de Campo Mojado, un terreno donde la erosión de la caliza da paso a las arcillas y yesos, y junto al importante enclave llamado Cabeza del Mijo, jalonado de yacimientos arqueológicos.
Seguiremos nuestro camino en dirección norte para disfrutar de unas maravillosas vistas del valle del Guadalén con la población de Almedina al fondo.
A través de un auténtico bosque de olivares, llegaremos hasta el arroyo de la Zarza, nacimiento del río Guadalén.
Nuestro camino nos conducirá hasta Santa Cruz de los Cáñamos, desde cuya iglesia parroquial nos deleitaremos con una bella vista de la vega del Origón y del Campo de Montiel.
Con la llegada a Santa Cruz daremos por finalizado el itinerario.

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En La Mancha se esconden multitud de rincones de una belleza e historia inigualable. Te invitamos a conocerlos de nuestra mano. Descubrirás paisajes y lugares que te transportarán a otra época… Más información en Ecoturismo y Naturaleza

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Ruta por los castillos de la Orden de Calatrava en Ciudad – Real

Cruz Orden de Calatrava

De las fortificaciones militares de la provincia de Ciudad – Real se tiene conocimiento desde la prehistoria, como en la Motilla de Azuer (Daimiel). Con la llegada de los romanos a esta provincia construirían algunos castillos como el de Vistillas (Villanueva de la Fuente) o Calatrava La Vieja (Carrión de Calatrava), además de las Murallas de Almedina. Después llegarían los árabes que aquí construirían la mayor parte de los castillos. Con la reconquista algunos de estos castillos desaparecen, aunque otros se reconstruyen y se guarnecen mejor, como el de Calatrava La Vieja, donde se funda la primera Orden Militar Hispánica, la Orden de Calatrava, tras ser abandonada por los Templarios. Un grupo de caballeros encabezados por Raymond Serrat, abad del monasterio de Fitero, nacido en Saint-Gaudens de Garona (Francia), y por Diego Velásquez en 1158. El rey Sancho III de Castilla concedió al monasterio de Fitero y a su abad el dominio de Calatrava. En 1163 moría fray Raymundo, para después ser canonizado. Al año siguiente su agrupación religioso-militar fue aprobada por Alejandro III y adopto la regla del cister. Al morir en 1196 fray Diego Velásquez, sería elegido su primer Maestre Don García López de Padilla, quien daría su definitiva contextura a la orden. Con el tiempo esta orden abandonaría Calatrava-La Vieja por ser un lugar insano, y se trasladan al Sacro Convento-Castillo Calatrava La Nueva en 1217.
Éste es un paseo por las atalayas que elevan nuestra tierra, vestigios de siglos de historia que esperan nuestra mirada curiosa y nuestros pasos aventureros. Comenzamos.

Castillo de AlarcosVista aérea del Castillo de Alarcos

Castillo de Alarcos

Este importante yacimiento ibero-medieval fue ocupado desde la Edad del Bronce, y tuvo varios momentos de apogeo: la época ibérica entre los siglos V-III a.C., y la Edad Media, centrada en el siglo XII. Si bien, el castillo fue construido por los árabes en el siglo XI.
De la época ibérica se han encontrado importantes restos por todo el enclave, tales como restos urbanos, un gran número de exvotos y esculturas de piedra zoomorfas. Ha sido identificada por algunos autores como la ciudad de Lacurris, Lacuri, o Larcuris.
Las primeras noticias que se tienen de Alarcos forman parte de la leyenda, al ser incluido dentro de la dote de un posible matrimonio entre la mora Zaida y el Rey Alfonso VI. Es reconquistado por Alfonso VII en 1147, y reedificado por Alfonso VIII, y encomendado a la Orden de Calatrava. El 19 de Julio de 1195 es, escenario de la famosa batalla de Alarcos, y que supone una derrota del ejército cristiano comandado por Alfonso VIII, frente a las tropas almohades de Al-Mansur. Poco antes de la batalla de las Navas de Tolosa se recupera Alarcos y así pasa a dominio cristiano definitivamente.
A partir de esta fecha empieza el declive de Alarcos, e intentando el rey Alfonso X el Sabio repoblar varias veces este enclave, fue incapaz y sus habitantes se trasladaron a una aldea próxima, Pozo Seco de Don Gil, lugar donde este Rey fundaría, Villa Real en 1255, la actual Ciudad – Real.
La ciudad medieval tiene una extensión de 33 hectáreas y se encuentra rodeada por una muralla de 3 metros de espesor. En el castillo con forma rectangular destacan sus dos torres cuadrangulares y las torres de los lados E. y O. de forma pentagonal. De su interior conserva restos de habitaciones abovedadas y de un aljibe. Esta zona es interesante de visitar pues se puede ver los restos de una ciudad Ibera y una impresionante vista panorámica del lugar.
Actualmente forma parte del Parque Arqueológico ibero-medieval llamado Santuario de Nuestra Señora de Alarcos, propiedad de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, y se usa como parque arqueológico y ermita de culto cristiano.

Muralla del Castillo de AlarcosMuralla del Castillo de Alarcos

Castillo de Calatrava La Vieja Vista aérea del Castillo de Calatrava La Vieja

Castillo de Calatrava La Vieja

De fundación islámica, la ciudad de Kalaat Raawak ó Qal’at Rabah (Calatrava), que se interpreta según los eruditos Castillo de las Ganancias, es mencionada por primera vez en el año 785, en época del Emir omeya de Córdoba Abderramán I. Fue reconstruida en el año 853, y reformada en el siglo XII, a partir de 1157.
Está situada en un importante cruce de caminos, al abrigo del cual adquirió un gran desarrollo urbano, siendo el lugar más poblado entre Córdoba y Toledo hasta el siglo XIII. Por ella pasaba la vía principal entre estas dos importantes poblaciones, y las que unían Mérida con Zaragoza y el Atlántico con el Levante.
El alto valor estratégico de su situación explica sus cinco siglos de vida. En un principio, jugó un papel decisivo tanto en las luchas civiles que enfrentaron a los toledanos con el poder central cordobés, como en las diversas rebeliones bereberes. Su importancia se acentuó a raíz de su casi total destrucción por parte de los rebeldes toledanos (853) y de su inmediata reconstrucción por orden del emir Muhammad I. A partir de entonces, y como cabeza de una amplia región, se convirtió en el punto más importante de apoyo del poder omeya cordobés en la zona.
Tras la abolición del califato (1031), Calatrava gozó de cierta autonomía, al tiempo que los reinos taifas de Sevilla, Córdoba y Toledo se disputaban su posesión. Finalmente, caería en la órbita de esta última. Con los almorávides (principios del siglo XII) pasó a ser el núcleo islámico más importante frente al ya para entonces Toledo cristiano.
Tomada por Alfonso VII (1147), se convirtió en la plaza cristiana más avanzada frente al Islam. Después de fracasar la encomienda dada a los templarios, fue concedida por Sancho III a la Orden del Císter (1158), dando lugar al nacimiento de la primera orden militar hispana, que adoptó el nombre propio del lugar. Permaneció en el reino de Castilla hasta que los almohades la recuperaron para el Islam a raíz de su victoria en la cercana Alarcos (1195). Alfonso VIII la retomó definitivamente pocos días antes de la batalla de las Navas de Tolosa (1212).
A partir de entonces, Calatrava inició su decadencia. Situada en un lugar malsano y lejos de la nueva frontera, no era ya la sede adecuada para la Orden, cuya cabeza se trasladó en 1217 a otro lugar (Calatrava la Nueva). La antigua Calatrava (Calatrava la Vieja) quedó como cabeza de una encomienda más de la Orden. En la primera década del siglo XV, la sede de la encomienda de Calatrava fue trasladada unos kilómetros más al sur, a Carrioncillo (actual Carrión de Calatrava).

Calatrava ocupa un cerro amesetado de planta ovoide, con 5 ha de extensión, en la margen izquierda del río Guadiana. Desde él se tiene un amplio dominio visual del entorno, pero no aporta capacidades defensivas destacables. La única defensa natural sólida la proporciona el propio río, cuyo cauce, antaño muy ancho y pantanoso, protegía el frente norte de la ciudad. En el resto de la plaza, la accesibilidad del cerro fue paliada mediante sólidas murallas (1.500 metros de longitud) que se adaptan al contorno de éste.
Una gran parte de la muralla, casi toda de época omeya, aún se halla cubierta por escombros. Está jalonada por, al menos, 44 torres de franqueo, de las cuales dos son albarranas. Con excepción de las dos torres situadas en el extremo oriental del alcázar, de planta pentagonal en proa, todas las demás son de planta cuadrangular. En el frente sur de la ciudad, donde se abre la puerta de entrada en recodo, las torres son de mayor tamaño, más abundantes, algunas de ellas huecas, y aparecen más espaciadas, mientras que las del espolón oeste mejor defendido por el escarpe del terreno, son siempre macizas, más pequeñas, y se encuentran más próximas entre sí.
Salvo por su frente norte, protegido por el río y en donde se sitúan las corachas de abastecimiento de agua, el resto del recinto se encuentra rodeado por un foso húmedo artificial que convertía a la ciudad en una verdadera isla. Dicho foso está en su mayor parte excavado en la propia roca del cerro, y cuenta con más de 750 m de recorrido y una profundidad media de 10 metros. Era alimentado directamente por las aguas del Guadiana, que, tras recorrer por gravedad todo el perímetro de la ciudad, se reincorporaban al río aguas abajo de ésta.
El cerro está dividido en dos zonas, separadas entre sí por una muralla de grandes proporciones: el alcázar, al este, y la medina, que ocupa el resto de la superficie. Al exterior de la muralla se extendían los arrabales.
El alcázar se localiza en el extremo oriental de la ciudad, junto a la entrada de aguas al foso desde el río. De planta triangular, cuenta con una extensión de 1 ha. En torno a él se concentran los elementos defensivos más destacados de la plaza, no sólo porque estaba destinado a albergar los centros de poder, sino también porque las defensas naturales de este sector del cerro son de escasa entidad. En sus defensas y estructuras internas se diferencian varias etapas:
1ª) Anteriores al año 853: los restos del antiguo muro de cierre occidental, formado por la propia puerta, todavía oculta, y por diversas torres incluidas en él de muy diversa construcción: adobe, ladrillo, tapiales de tierra y mampostería…
2ª) Las pertenecientes a la reconstrucción de Muhammad I (post. 854) responden a un plan unitario promovido, como en otras partes de la ciudad, por el poder central cordobés con un claro propósito de manifestar su supremacía en la región. Destacan las grandes torres de entrada, que forran a las primitivas, el gran arco triunfal que antecede a la antigua puerta, y los paramentos oeste y sureste. A esta etapa se atribuye también la construcción de la torre albarrana primitiva y las torres pentagonales en proa, que, junto con la coracha vecina, forman parte de un sistema defensivo hidráulico.
3ª) Las islámicas de cronología imprecisa: el aljibe exento, por delante de la puerta, y la gran sala con varios arcos de herradura de gran tamaño, que podría corresponderse con el vestíbulo de un baño.
4ª) El inconcluso ábside templario (1147-1158), de planta dodecagonal.
5ª) Sobre restos más antiguos, la iglesia y las dependencias de la Encomienda de Calatrava (siglos XIII y XIV) ocupan la mayor parte del área del alcázar. En estos dos siglos se realizaron continuas obras, reformas y aprovechamientos de los espacios. Destacan los restos de una herrería y las dependencias abovedadas junto a la iglesia.
En los arrabales, de cerca de 15 ha, además de la identificación de la ermita de Ntra. Sra. de la Encarnación como una antigua mezquita, se han localizado un cementerio almohade y diversas áreas artesanales e industriales.

Calatrava La ViejaCalatrava La Vieja

Castillo de Calatrava La NuevaVista aérea del Castillo de Calatrava La Nueva

Castillo Sacro – Convento de Calatrava La Nueva

El castillo-convento de Calatrava la Nueva se alza sobre un cerro rocoso llamado Alacranejo, en el término municipal de Aldea del Rey, y junto a él flanquea una de las más importantes vías naturales que cruzan Sierra Morena y unen la Meseta con el Valle del Guadalquivir.
La Orden del Cister tomó posesión del castillo de Calatrava la Vieja (en Carrión de Calatrava), asumiendo la defensa de este territorio frente a los árabes, y fundando aquí la Orden de Calatrava en el año 1158.
Cuando la Orden de Calatrava consiguió tomar el castillo de Salvatierra, decidieron construir un nuevo castillo en el cerro de enfrente. Algunas hipótesis apuntan a que el castillo-convento de Calatrava la Nueva fue construido sobre un castillo anterior, el castillo de Dueñas, que según fuentes reales del siglo XIII fue donado tras perder el territorio los cristianos, después de la batalla de Alarcos en 1195. Los Calatravos tomaron Salvatierra en 1198, por lo que no sería extraño que se realizaran en este otro castillo algunas obras. Pero Salvatierra volvió a caer en manos musulmanas en torno a 1210. Después de la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, el castillo fue nuevamente recuperado, y fue entonces cuando se intensificaron las obras de construcción, realizándose en 1217 el traslado definitivo de la Orden desde Calatrava la Vieja. Perteneció a la Orden de Calatrava hasta el siglo XVIII.
A lo largo de los siglos esta fortaleza fue objeto de distintas reformas y añadidos, siendo las más importantes las realizadas en la época de los Reyes Católicos y en la de Felipe II, que pasó allí unos días y lo acondicionó para el paso de los coches de carruaje.

El edificio se estructura en tres partes diferenciadas y ocupa una superficie de unos 46.000 metros cuadrados aproximadamente. La primera parte es el propio castillo, que incluye una iglesia de estilo cisterciense y otras dependencias. El segundo recinto se extiende a lo largo del cerro en el que se encuentra ubicado. Y por último, el tercer recinto, constituido por un espacio paralelo al anterior y que dificulta aún más el acceso.
Es curioso el sistema de zigzag que sigue su muralla para tener más ángulos de visión. Los lienzos de la muralla se asientan directamente sobre roca y sigue la disposición de las peñas. En la zona sur de la primera muralla, se encuentra la llamada Puerta del Sol, hoy muy modificada. Siguiendo el lienzo de la muralla nos encontramos con un portillo al oeste, otro al norte, y unos metros más adelante una puerta que mira al Este. Estas puertas y portillos tienen difícil acceso y se encuentran ocultos por esquinas y contrafuertes de la muralla. En el arranque del camino que conduce directamente al Castillo existen restos de una antigua puerta, construida con roca volcánica, de la que hoy desconocemos su función, y si pertenece al momento en que se construye Calatrava la Nueva o es anterior, ya que no guarda disposición alguna con el trazado de la muralla. Siguiendo el camino nos encontramos con la Puerta del Palo o de los Arcos. En la fachada principal se encuentra la Puerta de Hierro, la cual da acceso a la fortaleza dando paso a un espacio con una gran bóveda de mampostería de piedra con una serie de ventanas a la izquierda y dos puertas a la derecha. Al fondo se encontraba una rampa que permitía el acceso a un piso interior hoy desaparecido. De aquí se pasa al patio principal el cual permite el acceso a las dependencias del convento y a la fortaleza.
En el patio principal se hallan bóvedas de construcción más antigua, en piedra y con puertas de roca volcánica. Sobre éstas, existen otras dependencias de construcción posterior.
Cerca de la entrada que da paso a la iglesia de estilo cisterciense, se construyeron un palomar y un pozo con nieve. Este pozo servía para conservar los alimentos en perfecto estado pues era una de las zonas más frías de todo el recinto. Era un novedoso sistema de refrigeración.
La Iglesia está situada al norte del Castillo, y la puerta principal mira a Occidente. Tiene un gran rosetón, construido con roca volcánica, en época de los Reyes Católicos, para dotar de mayor luminosidad el interior de la iglesia. En la vidriera del rosetón aparecían representados los misterios de la Virgen, en los espacios que de dejaban entre las columnillas, ya que partía una de cada uno de los lóbulos hacia un óculo central.
El interior es un ejemplo de arquitectura cisterciense, que presenta características del arte gótico, aunque tiene algunos elementos de tradición románica, e incluso mudéjar. Consta de tres naves con tres ábsides que quedan insertados en la muralla, la nave central es de mayor dimensión que las laterales.
A lo largo de la Historia se fue enriqueciendo de pinturas, retablos y sepulcros. Tenía un coro que ocupaba gran parte de la nave central con una reja divisoria que separaba los frailes de los caballeros.
La nave de la derecha se comunica con el claustro por una gran puerta; a la izquierda fueron incorporándose las distintas capillas, edificadas por Maestres y Comendadores Mayores, que les servía de sepultura, y son Capilla del Comendador García de Castrillo; Capilla Dorada; Sacristía y Relicario; Capilla de Don Gutierre de Padilla o Capilla Mayor.
El castillo presenta planta rectangular y torres de gran altura. Se ubica en una zona elevada y se adapta al terreno que tiene varios niveles. Sus muros son de gran grosor y las almenas y saeteras complementan sus defensas.
Está construido directamente sobre las rocas, entre la Iglesia y el Campo de los Mártires. La parte central parece ser la más antigua, tanto por la disposición como por el tipo de aparejos y parámetros de mampostería, sobre la que se fueron añadiendo posteriormente distintos cuerpos.
Como fortaleza, muestra distintos sistemas defensivos propios de la arquitectura militar medieval, como son la antemuralla que cierra su escalera de acceso y la puerta en codo, que dificultaría un ataque frontal.
No se han conservado algunas áreas de su nivel superior, por lo cual, las terrazas que actualmente vemos, fueron distintas dependencias en su momento.
En el patio más bajo, al que se accede por una galería de arcos, se encontraban los aposentos del Maestre, bajo los cuales hay un gran aljibe que almacenaba las aguas que recogía de todo el castillo. En un nivel intermedio hay otras dependencias, posiblemente las zonas destinadas a los Alcaides y guarnición de la fortaleza; y en un cuerpo aparte se encontraba el archivo, para evitar que pudieran afectarle algún incendio. A esta estancia se accedía por una escalera de caracol, y guardaba toda la documentación de la administración de las encomiendas en ochenta cajones.
En el nivel más alto, tenía dos patios de armas, y otras dependencias de las que apenas quedan restos, considerándose como simples terrazas.
Todo el recinto, el último de los tres amurallados, es inexpugnable y en su momento estuvo dotado de algunas piezas de artillería.

Vista desde el Castillo de Calatrava la Nueva Vista desde el Castillo de Calatrava la Nueva

Castillo de Pilas Bonas, ManzanaresCastillo de Pilas Bonas

Castillo de Manzanares o de Pilas Bonas

Los orígenes de Manzanares se pierden en el tiempo. Se tienen referencias documentales que testimonian su repoblación en el siglo XII, tras su reconquista, estando en manos de la Orden de Calatrava.
El castillo de Manzanares fue construido entre 1199 y 1207, por orden del Maestre Frey Martín Martínez, para oponerlo cercano al castillo de Tocón que marcaba los límites de las posesiones de la Orden de Santiago. Para defenderlo trajo guerreros vizcaínos, algunos de los cuales eran miembros de la antigua casa solariega infanzona Sagasti-Manzanares, nombre del que tomaron denominación sus descendientes, llamándose Casa Manzanares.
En 1352, sus alcaldes acordaron levantar una cerca dejando 200 casas en su interior, contando con el beneplácito del XVIII Maestre Don Juan Núñez de Prado. Desde 1284 fue sede de la Encomienda de Manzanares, y su primer comendador Frey Blasco Núñez, siendo una de las más ricas del Campo Calatrava.
En el Castillo estableció la orden de Calatrava la Sede de la Encomienda de Manzanares. En los libros de visitas de la orden se tienen diversas noticias documentales a partir del año 1423, que ofrecen datos sobre la configuración del mismo, y de la existencia de la Torre Mayor habitada por el calvero de la orden.
Sus muros han presenciado desde rebeliones de los caballeros de la Orden de Calatrava contra su Maestre, en la Edad Media, hasta un enfrentamiento a cañonazos contra un ejército de Comuneros en 1519, en donde todos los habitantes se refugiaron en el castillo.
El castillo de Manzanares forma un cuadro de 70 varas de lado, posee un foso de 4 varas de ancho, está cercado por una muralla, tiene cubos en sus esquinas y una torre del homenaje en el centro. Según cuenta una leyenda había un pasadizo subterráneo que comunicaba con el castillo del Tocón en Membrilla.Conserva en magnífico estado la torre del homenaje, la antigua capilla y la plaza de armas. Destaca por su valor artístico el palacio residencia del Comendador de Manzanares, que aún conserva techos decorados con rica yesería ornamental, construido hacia 1490.
Los nombres de castillo de Pilas Bonas, castillo de Peñas Borras y otros fueron dados, sin fundamento alguno, por algunos periodistas e historiadores locales a principios del siglo XIX.

Castillo de Doña BerenguelaTorre del castillo de Doña Berenguela

Castillo de Doña Berenguela

Este castillo se encuentra en Bolaños de Calatrava y fue construido probablemente entre los siglos XII y XIII. Las primeras noticias que hacen referencia a este castillo datan del año 1229. Doña Berenguela, madre de Fernando III el Santo, donó el castillo a la Orden de Calatrava, y Alfonso X el sabio corroboró esta donación posteriormente. La historia de este castillo está estrechamente ligada a la de la Orden de Calatrava. Fue sede de esta Orden, y su función era la defensa de la villa de los continuos ataques de los musulmanes. Permaneció en manos de la Orden hasta el año 1544, fecha en que fue abandonado.
El castillo es de planta rectangular y estaba rodeado por un foso y una muralla, que en la actualidad ha desaparecido. Tiene dos torres, la del Homenaje y la llamada torre Prieta, y sus muros, al igual que la torre del homenaje, están rematados por almenas.
Uno de los aspectos más significativos del edificio es la torre del homenaje, situada en uno de los ángulos del recinto, y compuesta por cinco pisos. La planta inferior es la mazmorra. La terraza está rematada en almenas piramidales. En sus muros se abren vanos de reciente fabricación pero se ha conservado su forma original.
La torre Prieta es una inmensa mole de piedra de forma rectangular, desmochada, sin almenado, y en la que apenas pueden apreciarse vanos o elementos decorativos. Está compuesta por tres pisos y sus dimensiones son mayores que las de la torre del homenaje. Al primer piso se accede por del patio, y al tejado a través del adarve.
Uno de los aspectos significativos del edificio es su escudo, en el que pueden apreciarse dos partes bien diferenciadas, que son un castillo de oro, en el que aparece representada la vecindad, y una espada que atraviesa el pan, que representa el impuesto que se pagaba a la orden de la que dependía su defensa.

Castillo de Miraflores PiedrabuenaVista del Castillo de Miraflores

Castillo de Miraflores

Se alza sobre un monte situado a las afueras de Piedrabuena. Se trata de una fortaleza de origen musulmán que debió ser construida en el siglo IX, y de la que existen referencias documentales cristianas del siglo XI.
En 1195, tras la Batalla de Alarcos, la Orden de Calatrava perdió los castillos de Calatrava La Vieja, Caracuel, Alarcos y Piedrabuena, que pasaron a manos musulmanas. Además, los calatravos perdieron también Guadalerzas, Malagón (hoy desaparecido) y Benavente entre otros, es decir, todos los castillos que poseía la Orden entre Toledo a Sierra Morena.
En 1212, el gran ejército cristiano que salió de Toledo hacia Sierra Morena para enfrentarse a los musulmanes en la importante batalla de Las Navas de Tolosa, fue recuperando uno a uno estos castillos para la cristiandad, para vencer finalmente a los musulmanes en Las Navas.
Hoy día se conservan muros de más de 6 metros de altura, el arco de acceso, parte de una bóveda y la base de la torre principal, así como varias estancias.


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Manchegos de leyenda. Fernando Yáñez de la Almedina

Almedina

En nuestro recorrido por el Campo de Montiel, vamos a conocer a Fernando Yáñez de la Almedina, natural de Almedina (Ciudad – Real) y según afirman los expertos en arte el “más exquisito pintor del Renacimiento en España” 


Es la cuna de Yáñez, un poblachón manchego, hacinamiento de casas blancas al amparo de la iglesia, entre egidos y tierras de pan llevar. Como Goya, nace en un país sin poesía; las llanuras manchegas como las parameras de Aragón, figuran entre los lugares más áridos y desolados de la Península. En Almedina, pues, vino al mundo, de posible ascendencia morisca, que la raíz del apellido Yáñez no desmiente, éste que luego habría de ser pintor insigne español.

Yáñez personifica esa madurez, que es, a un tiempo, sazón de unos siglos cristianos vividos en excepcional tensión heroica, de verdadera cultura militante, y, a la vez, de gran aprovechamiento de las mejores conquistas renacentistas, puestas al servicio, según el sentir italiano, del orden y la armonía, que es la belleza.

Fernando Yáñez de la Almedina se trata no menos que del más grande pintor español del siglo XVI y acaso también del más grande de los alumnos, discípulos y continuadores de Leonardo da Vinci (colaborador de Leonardo en la inconclusa Batalla de Anghiari), acaso el único que no imitó servilmente la técnica del maestro, sino que heredó las inquietudes de su espíritu atormentado.

De haber nacido en una ciudad de Italia, el Vasari hubiera escrito su vida, o por mejor decir, su novela; habríanla divulgado los críticos neoclásicos del XVIII y los románticos del XIX y hoy tendría salas en los museos, calles en las ciudades, y sus cuadros, muy escasos en número, se cotizarían a precios fabulosos.

Pero tuvo la honra y la desventura de nacer en España, en una aldea de La Mancha y de pasar toda su vida pintando retablos para catedrales y parroquias españolas, sin otra ambición ni otra consideración social que la que hoy concedemos a un menestral hábil en su oficio y su nombre ha permanecido más de tres siglos ignorado y aún hoy lo es. Vayan, pues, estas líneas en aumento de la gloria del pintor que mejor supo asimilar y españolizar las más puras esencias del Renacimiento Italiano.

Paisaje entre Almedina y Puebla del Príncipe. Autor, CalixPaisaje entre Almedina y Puebla del Príncipe. Autor, Calix

Puente romano en Almedina. Autor, Pedro CastellanosPuente romano en Almedina. Autor, Pedro Castellanos


“Y… todavía Yáñez no es nadie para muchos oídos españoles”. Elías Tormo


Francisco de Quevedo, en unos versos hoy perdidos, ensalzó al pintor cuyos cuadros vería en alguna excursión desde su Torre de Juan Abad, donde vino además a cumplir destierro.

Luego lo mencionan, de pasada, los historiadores del Arte, entre ellos Carducho, Palomino y Cean. Don Antonio Ponz se extasiaba de admiración ante sus obras de Valencia y de Cuenca.

El gran crítico alemán Carlos Justi, le dedicó un completo estudio que fue reiteradamente vertido al castellano.

El más fino y comprensivo de los críticos franceses; el único, acaso, que haya sabido valorar exactamente el arte español: Emile Bertaux, consagró a nuestro pintor varios trabajos admirables y el maestro de todos, el gran valenciano Don Elías Tormo le consagró unos cuantos años y dos estudios, uno titulado “Yáñez de la Almedina, el más exquisito pintor del Renacimiento en España”.

Fernando Yáñez de la Almedina supo captar, de Leonardo, lo esencial, lo que no se aprende, pero que se revela cuando se lleva dentro: la inquietud, el poder de sugestión, la facultad para encontrar soluciones inesperadas y geniales. Fernando Yáñez se apodera de lo que del maestro hoy más nos sugestiona: la gracia inimitable de los dibujos, el fuerte carácter expresivo, el misterio embrujado de sus figuras apenas esbozadas.

En un cuadro, hoy quemado, que en la Seo de Játiva figuraba el Juicio Final, Fernando Yáñez imaginó dos personajes: el uno era un anciano de barbas flameantes, el mismo Leonardo, tal como aparece en los dibujos de los museos de Italia; el otro, un hombre en la plenitud de la edad, imberbe y cetrino, que mira fijamente al espectador con esa mirada característica de los autorretratos. Es el mismo modelo del Santo del Museo del Prado y de tantos otros personajes de los cuadros de Almedina. Ni Bernardino Luini, ni Marco d’Oggione, ni Cesare da Sesto supieron captar cómo el aldeano español lo más sutil del espíritu leonardesco.

Santa Catalina de Alejandría. Museo del PradoSanta Catalina de Alejandría. Museo del Prado

Santa Ana, la Virgen, Santa Isabel, San Juan y Jesús niño. Museo del PradoSanta Ana, la Virgen, Santa Isabel, San Juan y Jesús niño. Museo del Prado

Tránsito de la Virgen. Puertas del retablo mayor de la catedral de Valencia.Tránsito de la Virgen. Puertas del retablo mayor de la catedral de Valencia


Yáñez es el primero de los pintores españoles en el siglo de los Macip, de Correa de Vivar, de Morales el Divino


En el pintor manchego hay mucho más. Hay un portentoso dibujante, una mano tan segura como pocas veces ha tenido un español. Hay figuras humanas, dibujadas de pies a cabeza sin una falta, sin una desviación.

Nada más lejano de la frialdad neoclásica. Hay en él algo de misterioso, de inquietante. Sus figuras se resuelven a veces de la forma más inesperada. Muchas de ellas quedan en los fondos, vaporosos, ondulantes, enormemente expresivas.

Fernando Yáñez de la Almedina es como yo, un viajero, un pasajero que desaparece pronto, cumplida su tarea; un menestral del arte que acude a desarrollar las recetas de su oficio allá donde le ofrecen trabajo.

Museo al aire libre de AlmedinaMuseo al aire libre de Almedina

Museo al aire libre de Almedina. Autor, Pedro CastellanosMuseo al aire libre de Almedina. Autor, Pedro Castellanos

Museo al aire libre de Almedina 3Museo al aire libre de Almedina


Imprescindible la visita al museo al aire libre de Fernando Yáñez en su pueblo natal, Almedina


Para admirar la obra de Fernando Yáñez de la Almedina tenéis que viajar: retablo de los santos Cosme y Damián en la Catedral del Valencia.

En el Museo del Prado están expuestas y podréis admirar Santa Ana, la Virgen, Santa Isabel, San Juan y Jesús niño (este cuadro procede de la iglesia parroquial de Villanueva de los Infantes, comprada en 1941 con fondos del legado Conde de Cartagena), y Santa Catalina de Alejandría (su obra maestra).

La Sagrada Familia de la colección Grether de Buenos Aires o la Virgen con el Niño y San Juan en la National Gallery de Washington… entre otros muchos lugares.

Pero si queréis disfrutar de la tierra que lo vio nacer y crecer como pintor, os recomendamos una visita al municipio de Almedina y a su museo al aire libre.

Cuando entramos en el pueblo, lo primero que despierta nuestra atención, son los grandes cuadros distribuidos por todas sus calles, obras pertenecientes a Fernando Yáñez. Podemos contemplar un total de 26 copias de la obra más representativa de Yáñez, haciendo un estupendo recorrido por el mejor renacimiento español.

Pasear por Almedina descubriendo las obras del pintor, es otro de los atractivos turísticos y culturales que nos ofrece el Campo de Montiel.

Imprescindible el festival anual de “Almedina Mora”, que se celebra el primer fin de semana de agosto.

Museo al aire libre de Almedina 2Museo al aire libre de Almedina



Fotografía de portada: Iglesia de Santa María. Autor, Juan Amores


Un artículo de Antonio Bellón Márquez

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La Huerta Manchega

portada huerta manchega Campo de Montiel turismo sostenible

A finales de los años 60 del siglo XX, la última etapa de la Edad Media se oía y se veía en los pueblos del Campo de Montiel, en multitud de estampas cotidianas que para cualquiera de los escasos forasteros que se aventuraban a explorar estas tierras remotas; parecían algo irreal, fantástico e insólito


El traqueteo lento y repetitivo de los carros de los hortelanos procedentes de El Romeral. Antigua dehesa boyal transformada en inmensa huerta entre Villanueva de los Infantes y Fuenllana que abastecía durante todo el verano y principios del otoño las frescas despensas encaladas, donde reposaban también los chorizos en la pringue de las orzas. Y los quesos y las perdices en escabeche y los jamones colgados. Bodegones propios de los grabados de Gustavo Doré para el Quijote.

Huertas en el Campo de MontielHuertas en el Campo de Montiel

Despensa de La ManchaDespensa de La Mancha

En las partes sombreadas de la plaza, las fachadas orientadas al norte, perduraba más tiempo la fresca sombra hasta casi el mediodía. Momento que ya estaba todo vendido y la caravana de carros y tartanas ordenaba su regreso por el camino de la Huerta del Cura o de La Solana. Unos hacia Villanueva de los Infantes, otros hacia las huertas del Romeral.
Por las mañanas bien temprano. Antes de que el implacable sol del augusto verano calentase la tersura viva y apetitosa de los sabrosos tomates, pimientos, judías verdes, calabacines, zanahorias, patatas, cebollas… Los carros llegaban al pueblo haciendo retumbar el empedrado de las calles al tiempo que las herraduras de las mulas y borricos avisaban con naturalidad y sosiego que en breves instantes, el mercado medieval de la plaza quedaría constituido como todos los lunes, desde la Edad Media.
A la sombra del carro, el fiel perro del hortelano, sesteando y vigilando. Las sandías abiertas como inmensos rubíes expuestas a los sedientos ojos de los compradores. Montones de melones chinos y de corteza. Calabazas, ristras de ajos. Todo pura y llanamente natural. Abonado con el estiércol de las mismas mulas que araban y acarreaban.

El burro y el hortelanoEl burro y el hortelano

Tomates de la huerta manchegaTomates de la huerta manchega

Ver la caravana, tranquila, caminando sin tiempo. Detenida en la historia, transitando el siglo XX como si fuera el XVIII o incluso el XIII, cuando todavía este legendario Campo de Montiel formaba parte ya por breve tiempo de la Cora de Jaén. Cuando todavía éramos andalusíes y formábamos parte de la tierra más culta de Occidente con capital en Córdoba; esta tierra heredada por La Mancha de los árabes que la regaron con norias y acequias en la multitud de alquerías que la alimentaron, aún hoy en el XXI permanece inmersa en esa atmósfera rural y hortelana que abastecía de vitaminas multicolores la salud de sus moradores.

La noria, clave en la huerta manchegaLa noria, clave en la huerta manchega

El pozo de la huerta manchegaEl pozo de la huerta manchega

Los atardeceres de verano, ya no dejan ver las norias de sangre con un pobre burro condenado a dar vueltas al ronde con los ojos vendados regando la tierra. Pero sí hacen ruido con los escasos motores que activan los pocos artes de hierro que todavía empapan por goteo buenos bancales de pimientos, tomates, espinacas, acelgas y judías.
También nos quedan las casas de las huertas heredadas de las alquerías. Donde vivían los hortelanos desde mayo hasta los Santos. Donde El Romeral y la Frescura en Villanueva de los Infantes, constituían curiosos poblados de hortelanos con hábitat disperso. Campos salpicados de huertas adornados con pequeñas casas de una planta. Cuya traza y distribución responden a la más estricta utilidad. Cocina con chimenea, dos pollos a los lados para dormir, un portal pequeño dormitorio a un lado. Las más elementales.
Lo mismo pero además con corral y cuadras adosadas al cuerpo principal para las más completas. Pero todas con la misma imagen. Hermosa imagen de un mundo rural ancestral que originó toda una forma de vida.

La casa de un hortelano en el Campo de Montiel
La casa de un hortelano en el Campo de Montiel

Sería muy oportuno comenzar a valorar esta zona de huertas y además de servir de abastecimiento y rentabilidad agrícola, multiplicaran sus recursos siendo puestas en valor como atractivo turístico y cultural. Conservar y potenciar su arquitectura y la posibilidad de horticultura saludables a través de cultivo ecológico.
Es curioso que de los cientos de norias que abastecían las cuantiosas huertas de Villanueva de los Infantes, Alcubillas, Fuenllana, Almedina, Montiel y varios pueblos más de la comarca, apenas queden ejemplos originales. Al igual que las construcciones que servían de refugio y almacén para los hortelanos.
Pero con todo, si se desea, se está muy a tiempo de preservar un patrimonio cultural excepcional que bien puede servir de complemento económico y entretenimiento ocioso a todos aquellos que valoran la belleza de lo auténtico y lo cultural. Tanto el paisaje que acoge las huertas como el valor de los elementos arquitectónicos y etnográficos que las componen constituyen un testimonio de valor excepcional de la trayectoria histórica de esta singular comarca del Campo de Montiel.
Distinguida entre otras muchas cosas, por ser a la vez, la tierra de origen de los primeros pasos de las aventuras de Don Quijote y la única tierra andalusí de La Mancha.
Tesoro y valores que suman a los muchos que posee este rincón de Castilla a los pies de Sierra Morena. Donde el pimiento de Villanueva de los Infantes espera con paciencia ese lugar que le corresponde como uno de los mejores productos de la tierra. Donde el pisto manchego espera desde siempre a ser considerado por el mundo entero como uno de los platos más saludables y deliciosos de la gastronomía manchega.

La alegría de la huerta. RecuerdosLa alegría de la huerta. Recuerdos


Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano

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Si Quercus Ilex hablara…

Quercus Ilex

Los árboles están ligados a la historia y evolución del ser humano desde sus orígenes, cuando éramos conscientes de nuestra dependencia de la naturaleza que era y es la que propicia nuestra existencia como especie.
Los bosques, los ríos, el cielo… eran admirados y temidos a un tiempo, como seres dotados de poder y energía con los que teníamos que estar en armonía; y sobre todo el árbol era venerado como un ser inmortal y fuente inagotable de vida y de recursos.

Esta es la historia de uno de esos árboles.

Quercus Ilex nació en un bosque mediterráneo del Campo de Montiel a principios de febrero de hace muchos, muchos años, en el mismo siglo en que Colón descubrió América. Era un roble pequeño y delgadito que apenas podía sacar sus minúsculas ramitas a través del suelo cubierto de fría escarcha.
Su madre lo miró pensando “este arbolito no me crecerá mucho. Seguro que el pesado gorgojo de las bellotas se comió casi todo su alimento”.
En aquel siglo era todo muy diferente. Había mucho bullicio y luchas en esta tierra; gentes de diferentes oficios, razas y religiones compartían y peleaban por las tierras, igual que lo hacían en el bosque encinas, sabinas y matorrales.
Durante un tiempo los demás árboles del bosque crecían más deprisa y se burlaban de él, pero Quercus Ilex no les hacía caso y prefería escuchar las fascinantes historias que le contaban los mayores sobre los caballeros que vivieron en el castillo de Montiel, o sobre las aventuras amorosas e intrigas de Francisco de Quevedo o Jorge Manrique. Era un romántico.
Y mientras, se estiraba y estiraba todo lo que podía para parecer más grande y más fuerte y se esforzaba por seguir recto y firme, aguantando el fastidioso y potente sol.

Tronco encina

Reflejos del sol en el tronco de Quercus

Un día notó sus raíces muy húmedas y vio que junto a él brotaba agua de las rocas. Empezó a hacerse cada día más alto, más grueso su tronco y sus ramas se extendían muy lejos, como enormes brazos estirados. Los animales y los pastores empezaron a acercarse a él buscando el frescor de su copa en verano y el calor del sol en invierno, y mientras sus colegas desaparecían, unos para carbón, otros para hornos y muchos para construir casas, él se transformaba en un árbol majestuoso al que empezaron a llamar el gran Quercus Ilex.

En los siglos siguientes era él quien contaba historias a los más jóvenes; de caballeros y guerrilleros, señores e inquisidores… Pero poco a poco fue quedándose sólo en el antiguo bosque; sólo tenía algunos compañeros de su edad, casi tan grandes como él, que ya se sabían todas sus batallitas y además estaban un poco alejados y ni siquiera llegaban a escucharse. Sin embargo, le alegraba mucho la compañía de las ovejas y de los pocos humanos que quedaban en la zona que le respetaban mucho, aunque de vez en cuando le cortaran ramas y le quitaran bellotas para alimentar al ganado.

Pasaban los siglos y el gran Quercus Ilex iba notando el peso de la vejez. A veces, sobre todo cuando helaba mucho o hacía mucho calor, alguna rama gorda se le rompía y su copa iba perdiendo grandiosidad, pero no le importaba porque esa rama, en el suelo, pronto se convertía en el hogar de muchos insectos que le animaban con sus revoloteos y colores.

Los frutos de Quercus Ilex. Autor, M. Teruel

Los frutos de Quercus Ilex. Autor, M. Teruel

Cuando el gran Quercus Ilex cumplió 550 años, el Campo de Montiel se fue quedando sin pobladores y sin ganado y pensó que se quedaría muy sólo al final de su vida. Ya no escuchaba las conversaciones de los humanos, ni sus risas, ni sus quejas, aunque tenía el alboroto de varias familias de pico picapinos que nadie sabe cómo habían llegado hasta aquí y que tenían su casa en la parte más alta de las ramas. Y por las noches venían a visitarle el zorro y el gato montés. Bueno, y algún viejo jabalí que se rascaba en su tronco y le hacía cosquillas.
Un día, hace unos 20 años, de nuevo el Quercus Ilex escuchó muchas voces. Voces de niños y mayores que le rodeaban, le abrazaban y se quedaban mirándole con la boca abierta.
Desde entonces, nunca más ha echado de menos a los humanos. Todos los días escucha las palabras de admiración y cariño de personas que vienen a verle desde todas partes del país y aunque ya nota la debilidad de sus más de 600 años, el gran Quercus Ilex es uno de los árboles más felices de La Mancha.

Detalle de Acacia de tres espinas. Castillo de Montizón

Detalle de Acacia de tres espinas. Castillo de Montizón. Autor, Antonio Bellón

Si necesitáis respirar aire puro y un poquito de ecoturismo por Ciudad – Real, os recomiendo visitar los siguientes árboles y arboledas monumentales del Campo de Montiel, por su porte y por su valor paisajístico:
– Los magníficos y raros ejemplares de acacia de tres espinas, a los pies del castillo de Montizón. Perfectamente adaptadas al entorno y a las condiciones de nuestro clima.
– La encina del cortijo de El Toconar, en Almedina, varias veces centenaria.
– Las sabinas centenarias en el entorno de la Laguna Blanca, en Villahermosa. Muy valiosas por su antigüedad y belleza estética, con ramas atormentadas por la climatología.
– La encina centenaria de bellotas comestibles, grandes como castañas, de Los Monegrillos, en Fuenllana. Y algo más lúgubre, el ciprés centenario de su cementerio.
– Los nogales centenarios junto a los Ojos de Montiel.
– El olmo de Albaladejo, mencionado en el Quijote.
– El viejo álamo blanco junto a la Laguna Redondilla y la majestuosa noguera de San Pedro, en las Lagunas de Ruidera.
– Los grandes pinos carrasco de la finca de Cañas en Villanueva de los Infantes.
– Las encinas adehesadas centenarias en el Pozo de la Serna.
– Las choperas de chopo lombardo de Cañamares, en Villahermosa.
– Y por último la gran higuera que ha colonizado toda la aldea de Torres.

La Laguna Blanca de Villahermosa con las sabinas al fondo. Autor, Miguel Andújar

La Laguna Blanca de Villahermosa con las sabinas al fondo. Autor, Miguel Andújar

Encina de Los Monegrillos. Fuenllana. Autor, Salvador Dueñas

Encina de Los Monegrillos. Fuenllana. Autor, Salvador Dueñas

Nogales en Ojos de Montiel. Autor, Julián J. Valverde

Nogales en Ojos de Montiel. Autor, Julián J. Valverde

Pinos carrascos de Cañas. Autor, Julián J. Valverde

Pinos carrascos de Cañas. Autor, Julián J. Valverde

Por los campos del Pozo de la Serna. Autor, Antonio Bellón

Por los campos del Pozo de la Serna. Autor, Antonio Bellón

Chopos lombardos en Cañamares

Chopos lombardos en Cañamares. Autor, Antonio Bellón

Noguera Ruidera
Noguera de San Pedro junto a la ermita de San Pedro. Lagunas de Ruidera dentro del término de Ossa de Montiel. Autora, Yoyi Ca

Encina de El Toconar. Autor, Entreviñas Villanueva de los Infantes

Encina de El Toconar. Autor, Entreviñas Villanueva de los Infantes

Si queréis descubrir esta maravillosa tierra, os proponemos vivir estas experiencias con www.sabersabor.es

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Un artículo de Antonio Bellón Márquez
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Fotografía de portada: Encina milenaria. Autor, Luis Fernández