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Manchegos de leyenda. Fernando Yáñez de la Almedina

Almedina

En nuestro recorrido por el Campo de Montiel, vamos a conocer a Fernando Yáñez de la Almedina, natural de Almedina (Ciudad – Real) y según afirman los expertos en arte el “más exquisito pintor del Renacimiento en España” 


Es la cuna de Yáñez, un poblachón manchego, hacinamiento de casas blancas al amparo de la iglesia, entre egidos y tierras de pan llevar. Como Goya, nace en un país sin poesía; las llanuras manchegas como las parameras de Aragón, figuran entre los lugares más áridos y desolados de la Península. En Almedina, pues, vino al mundo, de posible ascendencia morisca, que la raíz del apellido Yáñez no desmiente, éste que luego habría de ser pintor insigne español.

Yáñez personifica esa madurez, que es, a un tiempo, sazón de unos siglos cristianos vividos en excepcional tensión heroica, de verdadera cultura militante, y, a la vez, de gran aprovechamiento de las mejores conquistas renacentistas, puestas al servicio, según el sentir italiano, del orden y la armonía, que es la belleza.

Fernando Yáñez de la Almedina se trata no menos que del más grande pintor español del siglo XVI y acaso también del más grande de los alumnos, discípulos y continuadores de Leonardo da Vinci (colaborador de Leonardo en la inconclusa Batalla de Anghiari), acaso el único que no imitó servilmente la técnica del maestro, sino que heredó las inquietudes de su espíritu atormentado.

De haber nacido en una ciudad de Italia, el Vasari hubiera escrito su vida, o por mejor decir, su novela; habríanla divulgado los críticos neoclásicos del XVIII y los románticos del XIX y hoy tendría salas en los museos, calles en las ciudades, y sus cuadros, muy escasos en número, se cotizarían a precios fabulosos.

Pero tuvo la honra y la desventura de nacer en España, en una aldea de La Mancha y de pasar toda su vida pintando retablos para catedrales y parroquias españolas, sin otra ambición ni otra consideración social que la que hoy concedemos a un menestral hábil en su oficio y su nombre ha permanecido más de tres siglos ignorado y aún hoy lo es. Vayan, pues, estas líneas en aumento de la gloria del pintor que mejor supo asimilar y españolizar las más puras esencias del Renacimiento Italiano.

Paisaje entre Almedina y Puebla del Príncipe. Autor, CalixPaisaje entre Almedina y Puebla del Príncipe. Autor, Calix

Puente romano en Almedina. Autor, Pedro CastellanosPuente romano en Almedina. Autor, Pedro Castellanos


“Y… todavía Yáñez no es nadie para muchos oídos españoles”. Elías Tormo


Francisco de Quevedo, en unos versos hoy perdidos, ensalzó al pintor cuyos cuadros vería en alguna excursión desde su Torre de Juan Abad, donde vino además a cumplir destierro.

Luego lo mencionan, de pasada, los historiadores del Arte, entre ellos Carducho, Palomino y Cean. Don Antonio Ponz se extasiaba de admiración ante sus obras de Valencia y de Cuenca.

El gran crítico alemán Carlos Justi, le dedicó un completo estudio que fue reiteradamente vertido al castellano.

El más fino y comprensivo de los críticos franceses; el único, acaso, que haya sabido valorar exactamente el arte español: Emile Bertaux, consagró a nuestro pintor varios trabajos admirables y el maestro de todos, el gran valenciano Don Elías Tormo le consagró unos cuantos años y dos estudios, uno titulado “Yáñez de la Almedina, el más exquisito pintor del Renacimiento en España”.

Fernando Yáñez de la Almedina supo captar, de Leonardo, lo esencial, lo que no se aprende, pero que se revela cuando se lleva dentro: la inquietud, el poder de sugestión, la facultad para encontrar soluciones inesperadas y geniales. Fernando Yáñez se apodera de lo que del maestro hoy más nos sugestiona: la gracia inimitable de los dibujos, el fuerte carácter expresivo, el misterio embrujado de sus figuras apenas esbozadas.

En un cuadro, hoy quemado, que en la Seo de Játiva figuraba el Juicio Final, Fernando Yáñez imaginó dos personajes: el uno era un anciano de barbas flameantes, el mismo Leonardo, tal como aparece en los dibujos de los museos de Italia; el otro, un hombre en la plenitud de la edad, imberbe y cetrino, que mira fijamente al espectador con esa mirada característica de los autorretratos. Es el mismo modelo del Santo del Museo del Prado y de tantos otros personajes de los cuadros de Almedina. Ni Bernardino Luini, ni Marco d’Oggione, ni Cesare da Sesto supieron captar cómo el aldeano español lo más sutil del espíritu leonardesco.

Santa Catalina de Alejandría. Museo del PradoSanta Catalina de Alejandría. Museo del Prado

Santa Ana, la Virgen, Santa Isabel, San Juan y Jesús niño. Museo del PradoSanta Ana, la Virgen, Santa Isabel, San Juan y Jesús niño. Museo del Prado

Tránsito de la Virgen. Puertas del retablo mayor de la catedral de Valencia.Tránsito de la Virgen. Puertas del retablo mayor de la catedral de Valencia


Yáñez es el primero de los pintores españoles en el siglo de los Macip, de Correa de Vivar, de Morales el Divino


En el pintor manchego hay mucho más. Hay un portentoso dibujante, una mano tan segura como pocas veces ha tenido un español. Hay figuras humanas, dibujadas de pies a cabeza sin una falta, sin una desviación.

Nada más lejano de la frialdad neoclásica. Hay en él algo de misterioso, de inquietante. Sus figuras se resuelven a veces de la forma más inesperada. Muchas de ellas quedan en los fondos, vaporosos, ondulantes, enormemente expresivas.

Fernando Yáñez de la Almedina es como yo, un viajero, un pasajero que desaparece pronto, cumplida su tarea; un menestral del arte que acude a desarrollar las recetas de su oficio allá donde le ofrecen trabajo.

Museo al aire libre de AlmedinaMuseo al aire libre de Almedina

Museo al aire libre de Almedina. Autor, Pedro CastellanosMuseo al aire libre de Almedina. Autor, Pedro Castellanos

Museo al aire libre de Almedina 3Museo al aire libre de Almedina


Imprescindible la visita al museo al aire libre de Fernando Yáñez en su pueblo natal, Almedina


Para admirar la obra de Fernando Yáñez de la Almedina tenéis que viajar: retablo de los santos Cosme y Damián en la Catedral del Valencia.

En el Museo del Prado están expuestas y podréis admirar Santa Ana, la Virgen, Santa Isabel, San Juan y Jesús niño (este cuadro procede de la iglesia parroquial de Villanueva de los Infantes, comprada en 1941 con fondos del legado Conde de Cartagena), y Santa Catalina de Alejandría (su obra maestra).

La Sagrada Familia de la colección Grether de Buenos Aires o la Virgen con el Niño y San Juan en la National Gallery de Washington… entre otros muchos lugares.

Pero si queréis disfrutar de la tierra que lo vio nacer y crecer como pintor, os recomendamos una visita al municipio de Almedina y a su museo al aire libre.

Cuando entramos en el pueblo, lo primero que despierta nuestra atención, son los grandes cuadros distribuidos por todas sus calles, obras pertenecientes a Fernando Yáñez. Podemos contemplar un total de 26 copias de la obra más representativa de Yáñez, haciendo un estupendo recorrido por el mejor renacimiento español.

Pasear por Almedina descubriendo las obras del pintor, es otro de los atractivos turísticos y culturales que nos ofrece el Campo de Montiel.

Imprescindible el festival anual de “Almedina Mora”, que se celebra el primer fin de semana de agosto.

Museo al aire libre de Almedina 2Museo al aire libre de Almedina



Fotografía de portada: Iglesia de Santa María. Autor, Juan Amores


Un artículo de Antonio Bellón Márquez

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El Toboso, el Lugar de Dulcinea y mucho más

El Toboso dulcinea quijote

El Toboso situado en la provincia de Toledo, es un pueblo manchego al uso, con calles amplias, fachadas encaladas, tejados de dos aguas con tejas árabes y ventanas con rejas de color negro. Desde la plaza culminada por su majestuosa iglesia, se distribuyen sus calles, que invitan al caminante a pasear por ellas en un sosegado silencio.
Por todo esto es un pueblo más de La Mancha, que ha sabido conservar su arquitectura típica. Pero fue Miguel de Cervantes y Saavedra quien hizo a El Toboso, universal, dándole reconocimiento para el resto de la Historia y fama hasta el último rincón de nuestro planeta tierra. ¿Fue coincidencia, azar o un acto meditado por Cervantes? por lo que fuese, desde al año 1605, El Toboso va acompañado del nombre de Dulcinea mencionado en El Quijote 282 veces y recorrido por Don Quijote y Sancho en el capítulo IX de la segunda Parte (donde se cuenta lo que en él se verá), dando lugar a una ruta literaria que sigue los pasos de estos dos personajes cuando entran en el Toboso en busca del palacio de Dulcinea.
Miguel de Cervantes hace que Don Quijote y Sancho entren a tientas en El Toboso en una noche entre clara sin apenas conocerlo, pero el ingenio de Cervantes, maestro en jugar al despiste, hacen que Quijote y Sancho se guíen por su intuición siguiendo indicaciones, que en la actualidad se conserva en El Toboso, para que el visitante y el turista no se marchen sin conocerlas y descubrirlas.
¿Por qué sabía Cervantes todos estos datos que describe en El Toboso del siglo XVII? Solo a través de una visita guiada nos pueden desvelar estos enigmas cervantinos.
De esta manera el acierto de Cervantes hace que el paseo por las calles de El Toboso que proponíamos al principio tenga un valor añadido: literatura, enigma, cultura y descubrimiento.

Portada de la iglesia de San Antonio AbadPortada de la iglesia de San Antonio Abad

Paseando por El TobosoPaseando por El Toboso

El Toboso le debe mucho a Cervantes, por solapar el nombre de El Toboso a Dulcinea. Pero si separásemos el nombre de Dulcinea del de El Toboso, ¿sería un pueblo de la Mancha, que pasase desapercibido? La respuesta es NO. La historia también ha dotado de otros atractivos turísticos, paralelos a la obra de El Quijote.
En el paraje de El Morrión existe un yacimiento Ibero que se remonta a las edades de Bronce, vinculado a las construcciones defensivas de las Motillas. Lugar Perteneciente al común de la mancha santiaguista, es de los pocos pueblos que tuvo muralla mandada construir por Pelayo Pérez Correa (maestre mayor de la orden de Santiago) en el siglo XIII, para afianzar a El Toboso como cruce de camino de Murcia a Toledo y que hoy se ha convertido en Camino de Santiago de Levante.
Existen distintas teorías sobre el origen del nombre de El Toboso, una de ellas está vinculada a la comunidad Sefardi (judíos españoles) que se asentó en el exterior de las murallas a la cual se le puede deber el nombre de El Toboso por la etimología de las palabras judías, Tob + sob, que significa bueno + secreto, el secreto del bueno (el secreto del hidalgo).
También alberga un mundo de esoterismo de la orden del Temple. La cruz Tau se repite en la fachada y en el interior de la iglesia parroquial, símbolo utilizado por los templarios en sus rituales esotéricos junto a la adoración de las vírgenes negras, como así sigue haciendo el barrio de la Virgen Morenita cada 8 de Septiembre. Probablemente los caballeros del temple utilizaron para transporte de mercancías y bienes el camino de Murcia a Toledo debido a su pujante sistema comercial que desarrollaron en todo el arco Mediterráneo, dotando de vida a los pueblos de este camino.

Casa Museo de Dulcinea del TobosoCasa Museo de Dulcinea del Toboso

Monasterio Convento Monjas TrinitariasMonasterio Convento de las Monjas Trinitarias

El Toboso albergó a numerosos familias de Hidalgos que manejaron la vida política, administrativa y económica de la localidad, en incluso la religiosa, formando parte de la actividad de la inquisición, así la huella del Santo Oficio, se deja entrever en un escudo heráldico de la familia Morales, con importante actividad ajusticio a judíos y morisco estos últimos buenos albañiles y orfebres participaron en la construcción del Monasterio de las trinitarias en 1660 probablemente convertidos en cristianos nuevos. A este legado hay que sumarle, edificios como el mencionado Monasterio de las Trinitarias de estilo Herreriano, que se construye 100 años después de El Escorial o la existencia de la Tercia Real como lugar de almacenamiento de vino, aceite y grano en forma de impuesto.
Todos estos restos, símbolos, legados de la historia, se pueden descubrir, a través de un guía que los interprete sacándolos a la luz para que el visitante los conozca y disfrute, ya que por sí nunca veríamos, además de poder conocer más sobre el libro del Quijote y descubrir quien fue la enigmática Dulcinea y el papel que jugó en la vida amorosa de Don Miguel.

El Toboso, Ruta del Quijote

Lo que Don Quijote sentía por Dulcinea del Toboso


“Y así, bástame a mí pensar y creer que la buena de Aldonza Lorenzo es hermosa y honesta, y en lo del linaje, importa poco; que no han de ir a hacer la información dél para darle algún hábito, y yo me hago cuenta que es la más alta princesa del mundo. Porque has de saber, Sancho, si no lo sabes, que dos cosas solas incitan a amar más que otras; que son la mucha hermosura y la buena fama, y estas dos cosas se hallan consumadamente en Dulcinea, porque en ser hermosa, ninguna le iguala; y en la buena fama, pocas le llegan.”

Cita del Quijote. Ruta literaria de El TobosoCita del Quijote. Ruta literaria de El Toboso


Un artículo de Juan Bautista Esquinas Gallego


Fotografía de portada de Lorin Padure

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Argamasilla de Alba, el lugar de La Mancha

Argamasilla de Alba

Al final del capítulo LII de la primera parte de El Quijote aparecen unos poemas cómicos atribuidos a los académicos de Argamasilla. En ellos, se burla Cervantes de las Academias radicadas en Madrid. Esta Academia literaria en Argamasilla de Alba es utilizada por Cervantes para establecer un contexto en el que ubicar los poemas y los nombres ficticios de los poetas que escribieron estos epitafios dedicados a los protagonistas de El Quijote.
Aquí os dejamos algunos de estos epitafios y sonetos.


Los académicos de la Argamasilla, en vida y muerte del valeroso Don Quijote de La Mancha, “Hoc Scripserunt”


El Monicongo, académico de la Argamasilla, a la sepultura de Don Quijote

Epitafio
El calvatrueno que adornó a la Mancha
de más despojos que Jasón de Creta;
el juicio que tuvo la veleta
aguda donde fuera mejor ancha;
el brazo que su fuerza tanto ensancha,
que llegó del Catay hasta Gaeta;
la musa más horrenda y más discreta
que grabó versos en broncínea plancha;
el que a cola dejó los Amadises
y en muy poquito a Galaores tuvo,
estribando en su amor y bizarría;
el que hizo callar los Belianises,
aquel que en Rocinante errando anduvo,
yace debajo desta losa fría.

Del Paniaguado, académico de la Argamasilla, “In Laudem Dulcineae del Toboso”

Soneto
Esta que veis de rostro amondongado,
alta de pechos y ademán brioso,
es Dulcinea, reina del Toboso,
de quien fue el gran Quijote aficionado.
Pisó por ella el uno y otro lado
de la gran Sierra Negra y el famoso
Campo de Montiel, hasta el herboso
llano de Aranjuez, a pie y cansado
(culpa de Rocinante). ¡Oh dura estrella!,
que esta manchega dama y este invito
andante caballero, en tiernos años,
ella dejó, muriendo, de ser bella,
y él, aunque queda en mármores escrito,
no pudo huir de amor, iras y engaños.

Encuentro de Sancho Panza con el Rucio. Obra de José Moreno Carbonero. 1894. Museo del PradoEncuentro de Sancho Panza con el Rucio. Obra de José Moreno Carbonero. 1894. Museo del Prado.

Del Caprichoso, discretísimo académico de la Argamasilla, en loor de Rocinante, caballo de Don Quijote de La Mancha

Soneto
En el soberbio trono diamantino
que con sangrientas plantas huella Marte,
frenético el Manchego su estandarte
tremola con esfuerzo peregrino,
cuelga las armas y el acero fino
con que destroza, asuela, raja y parte…
¡Nuevas proezas!, pero inventa el arte
un nuevo estilo al nuevo paladino.
Y si de su Amadís se precia Gaula,
por cuyos bravos descendientes Grecia
triunfó mil veces y su fama ensancha,
hoy a Quijote le corona el aula
do Belona preside, y dél se precia,
más que Grecia ni Gaula, la alta Mancha.
Nunca sus glorias el olvido mancha,
pues hasta Rocinante, en ser gallardo,
excede a Brilladoro y a Bayardo.

Del Burlador, académico Argamasillesco, a Sancho Panza

Soneto
Sancho Panza es aqueste, en cuerpo chico,
pero grande en valor, ¡milagro estraño!,
escudero el más simple y sin engaño
que tuvo el mundo, os juro y certifico.
De ser conde no estuvo en un tantico,
si no se conjuraran en su daño
insolencias y agravios del tacaño
siglo, que aun no perdonan a un borrico.
Sobre él anduvo (con perdón se miente)
este manso escudero, tras el manso
caballo Rocinante y tras su dueño.
¡Oh vanas esperanzas de la gente,
cómo pasáis con prometer descanso
y al fin paráis en sombra, en humo, en sueño!

Don Quijote de La Mancha y Sancho Panza. Obra de Gustave Doré. 1863Don Quijote de La Mancha y Sancho Panza. Obra de Gustave Doré. 1863.

Del Cachidiablo, académico de la Argamasilla, en la sepultura de Don Quijote

Epitafio
Aquí yace el caballero
bien molido y malandante
a quien llevó Rocinante
por uno y otro sendero.
Sancho Panza el majadero
yace también junto a él,
escudero el más fiel
que vio el trato
de escudero.

Del Tiquitoc, académico de la Argamasilla, en la sepultura de Dulcinea del Toboso

Epitafio
Reposa aquí Dulcinea,
y, aunque de carnes rolliza,
la volvió en polvo y ceniza
la muerte espantable y fea.
Fue de castiza ralea
y tuvo asomos de dama;
del gran Quijote fue llama
y fue gloria de su aldea.

“Estos fueron los versos que se pudieron leer; los demás, por estar carcomida la letra, se entregaron a un académico para que por conjeturas los declarase. Tiénese noticia que lo ha hecho, a costa de muchas vigilias y mucho trabajo, y que tiene intención de sacallos a luz, con esperanza de la tercera salida de Don Quijote”.

Cueva de Medrano, Argamasilla de Alba, Cervantes, QuijoteCueva de Medrano. Argamasilla de Alba


Argamasilla de Alba, un tranquilo pueblo manchego en la comarca de Campo de San Juan, que guarda un tesoro de gran trascendencia en la tradición cervantina: la cueva de Medrano


Argamasilla de Alba, pilar de la Ruta del Quijote, bien merece una visita. La tradición señala que habiendo ido al lugar Miguel de Cervantes, en su función de recaudador de impuestos, no cayó muy simpático a las gentes y pudiera haber tenido además un lío de faldas con la sobrina del alcalde D. Rodrigo de Pacheco. Se señalan estos hechos, como motivo por los que fue encarcelado.
Fue puesto preso en una cueva, denominada de Medrano, siendo este el lugar tradicionalmente señalado donde Cervantes empezó a escribir El Quijote. La cueva está, a modo de sótano, en el interior de la casa del mismo nombre. Pudiera ser este el motivo por el que Don Quijote no quisiera acordarse del lugar de la Mancha.
Se afirma, así mismo, que la figura de Alonso Quijano (nombre de Don Quijote), se basó en este peculiar personaje de la época: Rodrigo de Pacheco.

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El Greco, pintor divino

El Greco en Toledo

Algunos artistas del siglo XX consideraron a El Greco como “el dios de la pintura”, un dios que en su época alteró el orden visual del universo y puso el mundo al revés


Doménikos Theotokópoulos cumplió el sueño -que se creía inalcanzable- de volver a reunir en un todo tanto el sentir artístico como el religioso de la parte occidental, la latina, y de la oriental, la ortodoxa, de aquel imperio que había tenido en Roma y Bizancio sus capitales y en las orillas del Mediterráneo su territorio.
Iniciado en la pintura en la tradición espiritualista y trascendente bizantina propia de su lugar de origen, Creta, y formado en la Venecia dominada por las formas densas, expresivas e intensas del Tiziano servidor de Carlos V y Felipe II, y en la Roma convulsionada por los rigores tridentinos del Pío V -el papa de la cruzada contra los turco y la batalla de Lepanto-, supo reconocer y adoptar la “manera moderna” de concebir la realidad y la manierista de hacer pintura. Llevó esa manera de desproporciones y expresividades a Toledo, ciudad que había sido abandonada por el imperio, pero aún vital y con importantes fundaciones religiosas, dominada en lo pictórico por secundarios como Luis de Carvajal, Blas de Prado y Luis de Velasco. Allí, a lo largo de no menos de treinta y siete años no sólo concibió retablos, imágenes de devoción y retratos para una clientela tímidamente ávida de innovaciones, sino que, según Francisco Pacheco, “escribió de la pintura, escultura y arquitectura”.
En Toledo, la nueva Troya de cielos intensamente azules -pero también de grises densos- y de nubes rasgadas por brillantes luces blancas, murió el 7 de abril de 1614 tras recibir los sacramentos por el rito católico. Sus restos mortales fueron enterrados en una capilla de la iglesia de Santo Domingo el Antiguo. Cinco años después fueron trasladados a un lugar aún hoy desconocido. Al morir, el poeta Luis de Góngora lo evocó, sin recordarle como un nuevo Apeles, en un soneto:

Esta en forma elegante, oh peregrino,
de pórfido luciente dura llave,
el pincel niega al mundo más suave,
que dio espíritu a leño, vida a lino.
Su nombre, aún de mayor aliento dino
que en los clarines de la Fama cabe,
el campo ilustra de ese mármol grave:
venéralo y prosigue tu camino.
Yace el Griego. Heredó Naturaleza
Arte; y el Arte, estudio; Iris, colores;
Febo, luces -si no sombras, Morfeo-.
Tanta urna, a pesar de su dureza,
lágrimas beba, y cuantos suda olores
corteza funeral de árbol sabeo.

Vista de Toledo. Metropolitan Museum of Art, New York

Vista de Toledo. Metropolitan Museum of Art, New York

Detalle de El Expolio. Sacristía de la Catedral de Toledo.

Detalle de El Expolio. Sacristía de la Catedral de Toledo

Extravagante y divino pintor

Si en Francia El Greco alentó filias y fobias, en España su aceptación tuvo mucho que ver con la grave crisis de identidad que en los últimos años del siglo XIX supuso el fin del imperio colonial y la ansiosa búsqueda del alma nacional. Para los escritores y pensadores de la llamada Generación del 98, esa alma pervive en el austero paisaje castellano, en la pobreza de sus pueblos, en la sencillez de sus gentes y en lo extremado de su clima; florece en las letras de Gonzalo de Bercero, Jorge Manrique, Cervantes y Quevedo, y respira en las expresivas formas y en las intensas manchas de color transidas de misticismo indígena de El Greco, como escribió en 1908 Manuel Bartolomé Cossío refiriéndose al Entierro del señor de Orgaz: “El idealista y, más que evangélico, apocalíptico humanismo, con que debió nutrirse El Greco en Italia dejose penetrar rápidamente, al llegar a Castilla, no sólo por aquel otro humanismo nacional, más apacible y familiar, de fray Luis de León, sino por el típico misticismo español: el del maestro Juan de Ávila, el de santa Teresa y san Juan de la Cruz, ardoroso y sutil de un lado, y de otro, contemplativo y recogido”.

La expulsión de los mercaderes del templo. Minneapolis Institute or Arts, Minneapolis

La expulsión de los mercaderes del templo. Minneapolis Institute or Arts, Minneapolis

El sueño de Felipe II o Alegoría de la Liga Santa o la Adoración del nombre de Jesús. Real Monasterio de San Lorenzo, El Escorial

El sueño de Felipe II o Alegoría de la Liga Santa o la Adoración del nombre de Jesús. Real Monasterio de San Lorenzo, El Escorial

Quitar las ganas de rezar

En los primeros tiempos de estancia en tierras castellanas, a modo de presentación ante Felipe II o quizá fruto de un encargo que el rey le efectuara en Madrid, pintó la visionaria Alegoría de la Liga Santa o Adoración del nombre de Jesús, la cual debió de agradar al monarca, para quien poco después ejecutó el Martirio de san Mauricio y la legión tebana destinado a uno de los altares de la iglesia de El Escorial. Es, sin género de dudas, uno de sus más altos logros artísticos, pero según narra fray José de Sigüenza en La fundación del Monasterio de El Escorial la obra “no le contentó a Su Majestad (no es mucho), porque contenta a pocos, aunque dicen es de mucho arte y que su autor sabe mucho, y se ve en cosas excelentes de su mano […]. Como decía en su manera de hablar nuestro Mudo, los santos se han de pintar de manera que no quiten la gana de rezar en ellos, antes pongan devoción, pues el principal efecto y fin de la pintura ha de ser esta”. Al no concentrarse, pues, debidamente según la ortodoxia de la época en la representación de la escena del martirio del santo y sus compañeros, El Greco había incurrido en una falta de decoro. Pero más que esta falta, lo que debió de desagradar al monarca fue su innovadora pintura, que no se adecuaba al ambiente tridentino que debía respirarse en la iglesia del monasterio. Aunque fue espléndidamente valorada -800 ducados, en tanto que a Navarrete el Mudo, el pintor más prestigioso del momento, se le pagaban entre 150 y 300 ducados por obra- Felipe II la condenó a una dependencia del claustro alto, sacristía de las Capas. Todo ello supuso el desvanecimiento del sueño de participar en la decoración del El Escorial, en donde quizá el cretense esperaba emular a su admirado Miguel Ángel.

El soplón. Museo Nazionale di Capodimonte, Nápoles

El soplón. Museo Nazionale di Capodimonte, Nápoles

El entierro del señor de Orgaz. Iglesia de Santo Tomé, Toledo

El entierro del señor de Orgaz. Iglesia de Santo Tomé, Toledo

Toledo

Desengañado, El Greco se instaló entonces definitivamente en Toledo donde en 1585 alquiló unas moradas en las casas del marqués de Villena -residencia toledana de renombre, hoy desaparecida-, donde consta que vivió hasta 1604 sin despreciar los lujos. Si hemos de creer a Jusepe Martínez: “ganó muchos ducados, mas los gastaba en demasiada ostentación de su casa hasta tener músicos asalariados para, cuando comía, gozar de toda delicia”. No sabemos si el inicio de esta pujanza tuvo que ver con el hecho de que la parroquia de Santo Tomé le brindase la oportunidad de ejecutar la que cabe considerar una de sus obras más universales conocida como el Entierro del conde de Orgaz (1586-1588).
En el Entierro, El Greco narra visualmente el milagro acontecido cuando, en el siglo XIV, al ser llevado el cuerpo del señor de Orgaz a sepultura en la iglesia de Santo Tomé, los nobles de la ciudad que asistían a la pía ceremonia vieron, a tenor de lo referido por Francisco de Pisa en su Descripción de la Imperial ciudad de Toledo (1612), “visible y patentemente descender de lo alto a los gloriosos san Esteban y san Agustín, con figura y traje, que todos los conocieron y llegando donde estaba el cuerpo, lleváronle a la sepultura, donde en presencia de todos le pusieron diciendo: Tal galardón recibe quien a Dios y a sus santos sirve.
Lo cierto es que esta obra es visitada con particular admiración por los forasteros, y los de la ciudad nunca se cansan de admirarla, pues siempre hallan cosas nuevas que contemplar en ella.

Vista de Toledo en la actualidad

Vista de Toledo en la actualidad


Acompáñanos en esta actividad para descubrir a este genio de la pintura: Toledo. Tour monumental de las Tres Culturas


Un artículo de Antonio Bellón Márquez

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Y amaneció en La Mancha

… Y amaneció en el Campo de Montiel cuando pasaba Don Miguel de Cervantes Saavedra.

Iba el hidalgo discurriendo a solas
por los campos manchegos… Lleva a cuestas,
con la herida gloriosa de su brazo,
la pesadumbre de sus muchas penas.
Navengante de un piélago infinito,
el agua se hizo espuma en sus cuadernas;
y de tanto domar las singladuras,
el robusto timón se le cuartea.
Pero aún desata el aquilón sus iras
en el lino cardado de sus velas;
y aún la brújula azul del pensamiento
como una audacia juvenil le tienta…
Tiene el alma de niño, para el sueño,
por el rocío del dolor, abierta,
y fulge en su interior la llama viva
de la divina claridad que crea…

Le aguijaron los años; mas su espíritu
tiene las alas, para el vuelo, tensas,
y busca en los caminos de La Mancha
un retazo de azul en que tenderlas.
Se perdió, como un átomo de lumbre,
en la anchurosa infinitud de tierras;
y vio que el agua las llamaba a gritos,
y que el alma de España estaba en ellas,
y que un latido de honradez sin mácula
con la paz y el silencio se entremezclan…
El buscaba el secreto de la raza,
los tuétanos del pueblo, la manera
de hacer que, al fuego de su ingenio, fuesen
la pluma, arado; y el idioma, reja…

Y se quedó, de pronto, ensimismado,
Junto al portón borroso de una venta…

El alma de La Mancha le envolvía
con su caricia de cristal y seda.
El cielo le colmó de claridades;
y se vertió su sencillez serena
como un lampo de luz… Todo aparece,
delante de sus ojos, con la fuerza
del alba… Le besó en la frente un ángel,
¡y el corazón se le llenó de estrellas!…
Recorriendo La Mancha, el buen hidalgo
ya sueña en alta voz. Mas no se arrea
con la cimera pluma en el birrete;
ni el descalzado guante está en su diestra;
ni tiene fina espada de Toledo,
ni borceguí bordado… Sólo lleva
todo un mundo prendido de sus ojos;
y dentro de su espíritu, una hoguera…
¿Qué embrujo le ganó tan sin medida?
¿Qué camino recuero, qué vereda
vieron su caminar, enardecido
por la fiebre divina de la Idea?
¿Qué suavidad del campo le contagia?
¿Qué secretos La Mancha le desvela?
¿Qué atracción le retiene el pensamiento
y de la ancha luz el corazón le llena?

Por estos campos de Montiel cabalga
Don Miguel de Cervantes Saavedra…
Lo mejor de La Mancha, embebecido,
como una flor, en su ilusión se queda;
el recodo ignorado de un sendero,
la paz oscura de un mesón cualquiera,
una torre, las aspas de un molino,
frondas y luces de Sierra Morena,
vuelos de colibrí, versos al aire
del carcaj de un sotillo en la ladera….
En una encrucijada de silencios,
aire sin estrenar que en él se estrena;
y un coloquio labriego y unas preces,
y un madrigal enjaretado a medias;
y prendida en la luz resbaladiza
de un reverbero de la tarde quieta,
tras la brumosa cerrazón distante,
tentación de aventuras y de leguas…

Y así nació, como en abril la rosa,
regalo de los cielos, la epopeya…
Y así, Quijada, el Ingenioso Hidalgo,
de lanza en astillero, adarga vieja,
flaco rocín y galgo corredor,
de vida clara y de prosapia añeja,
comienza a padecer sus aventuras,
de la mano nerviosa del poeta…
El, la ilusión; y Sancho, prosa viva;
él, para el sueño; y Sancho, a ras de tierra;
para Quijada, el pensamiento noble;
y para su escudero, las miserias;
Sancho Panza, en la alforja y en las hambres;
Don Quijote, en la fe y en la quimera;
el uno sorna, y ambición y cálculo;
y el otro, honor, desprendimiento y fuerza;
Los campos de Montiel vieron a entrambos
tejer ensueños y ajustar sus cuentas,
curar los daños de las aventuras,
buscar castillos donde sólo hay ventas;
con arrieros, pastores y yangüeses,
convertir las locuras en peleas,
y alborotar el polvo del camino
con el fragor de la aventura nueva…

Entre vuelos de garzas y alcotanes
la luz se esponja y la ilusión aumenta;
molinos los espantan; galeotes
puestos en libertad, los apedrean;
el yelmo de Mambrino cobra formas
de celada de honor; ¡y la leyenda
va a entonar su canción de eternidades
sobre los campos de las eras;
Duerme El Toboso su ilusión de luna,
todo de plata, y en la noche ciega,
Montesinos aguarda en el misterio
de sus palacios y de sus quimeras,
con un chisporroteo de cristales
en las dormidas aguas de Ruidera.
Rasga el cielo un clamor. La amanecida
se colma de horizontes y de nieblas,
y los ojos ardientes escudriñan
cada ocasión que a la aventura lleva…
Hidalgo y escudero, por La Mancha,
van buscando gigantes que no encuentran;
quebrantos y dolor su paso acotan;
olvidos y altivez sus triunfos celan…

La Mancha se hizo Historia desde el día en que, con sólo andarla y comprenderla, la convirtió en romance con su ingenio Don Miguel de Cervantes Saavedra.
Amaneció en Montiel, y Don Quijote tomó su lanza y se perdió en la senda…

«Don Quijote de La Mancha, de quien hay opinión, por todos los habitantes del distrito del Campo de Montiel que fue el más casto enamorado y el más valiente caballero que de muchos años a esta parte se vio en aquellos contornos». Texto extraído del Prólogo de «El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha».

Atardecer en el Campo de Montiel. Autora, Elvira Uzábal

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Fotografía de portada: La Mancha, landscape summer. Autor, Pedro García

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San Carlos del Valle o la joya Barroca de La Mancha

San Carlos del Valle

Hablar de San Carlos del Valle es hablar del “pueblo de la plaza”, pues es bien cierto que el perímetro que ésta delimita contiene todo el atractivo y el interés histórico del lugar. No existen adjetivos suficientes para calificarla, pero para hacernos una idea podemos decir que junto al conjunto histórico de Almagro y el de Villanueva de los Infantes (ambas localidades de mayor extensión e importancia económica que San Carlos del Valle), se forma la inigualable trilogía manchega. No es posible conocer las maravillas que nos ofrece la tierra de Don Quijote hasta que no se ha visitado la Plaza Mayor de San Carlos del Valle.

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Iglesia del Cristo. Autor, Emiliovet

Este pequeño pueblo fue edificado con un plano totalmente regular durante la época del monarca Carlos III, para algunos uno de los mejores reyes que han regido nuestro país, quien, emulando a la ilustración francesa, promulgó el Plan de Colonización mediante el cual la urbanística moderna había de llegar a cualquier localidad, tanto grande como pequeña, tanto rica, como pobre. Gracias al superintendente del rey en la época, Pablo Olavide, este plan se aplicó a San Carlos del Valle, convirtiéndolo en el máximo exponente manchego del urbanismo dieciochesco.
La desproporción entre la enorme y ornamentada plaza y el resto de la localidad levantada en torno a ésta, se debe a que la plaza fue construida como atrio para la maravillosa iglesia del Cristo, situada sobre el Santuario de Santa Elena, donde según la tradición, apareció en un pajar la milagrosa figura de un Cristo que se cree fue abandonada allí por un extraño peregrino. Es por esta razón por la que tan interesante y bellísimo lugar se conoce también con el nombre de “El Cristo”.

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La plaza, de forma prácticamente rectangular, está compuesta por unos soportales realizados con simples columnas toscanas que además de proporcionar al lugar una sobria belleza contrastan con la ornamentada fachada de la iglesia del Cristo, considerada como una auténtica joya artística de la villa y de toda Castilla – La Mancha.
La portada de la iglesia, tesoro de inmenso esplendor, posee entre dos columnas salomónicas típicas del estilo barroco final en que fue construida (entre 1713 y 1729), un trabajado relieve en el que se representa a Cristo y el milagro de los ladrones. El hecho de que se conserve en tan buen estado se debe a las acertadas reparaciones de las que ha sido objeto a lo largo de su historia.

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El interior no es de menor magnificencia que la parte externa. Lo más característico es su planta de cruz griega y su inmensa bóveda de cañón sostenida por medio de pilastras toscanas. La bóveda sale al exterior por una majestuosa cúpula flanqueada por cuatro torres en las que aparecen cuatro pintorescas figuras.
Tampoco hay que restar importancia a los elementos de la decoración como las estupendas celosías o los pequeños balconcillos que forman las tribunas.

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En otro de los lados de la plaza se encuentra el Ayuntamiento de San Carlos del Valle, enfrente de una encantadora casa particular cuyo patio columnado es una delicia.
Así pues, San Carlos del Valle está considerado como uno de los lugares paradigmáticos de estas tierras manchegas. Es un pueblo pequeño y recoleto, pero la belleza del trazado de su magnífica plaza, su perfecto alzado y su pureza de líneas, unida a las calles adyacentes, de trazo regular y gran sencillez y dinamismo, crean un conjunto valioso tanto por su importancia histórica y arquitectónica como por el lujo visual que constituye su contemplación.
Bien merece la pena una escapada para conocerlo.

“Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero parasismo,
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es tu abismo:
mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo.”
Poema al Amor. Francisco de Quevedo y Villegas


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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Nuestros bosques, nuestros árboles… nuestra vida

Lagunas de Ruidera

En casa se habló siempre de naturaleza, del campo, de los animales… «Los árboles son el pulmón del mundo, si desaparecen el mundo no podrá respirar», «los árboles marcan las estaciones del año», «planta un árbol o mil», forman parte de mi conciencia desde entonces.

Hoy esos insignificantes pensamientos van calando poco a poco en las chicas y chicos que nos rodean. Me maravilla, me enseña y me alegra, y ojalá que con esta nueva generación podamos cambiar al menos un poquito la vida de nuestro querido planeta…

Sirva esta selección de poemas que hablan sobre árboles, sobre nuestra vida, como obsequio a todos aquellos que confían en que así sea.

“El hombre blanco no supo seguir la corriente de la anguila
no podía correr más que la cotorra
pero cortó el árbol,
estancó los arroyos
y atrapó en su ancha red de campos
al veloz pez de la nada.”
EL HOMBRE BLANCO. Mark O’Connor

“El viejo árbol se inclina sobre el antiguo camino
no hay ya flores en sus ramas ni hierba a sus pies.
Los caminantes no vieron al árbol en su juventud
pero el árbol los ha visto envejecer, poco a poco,
a todos.”
EL VIEJO ÁRBOL. Hsu Ning

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Taray en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. Autora, Virginia Seguí

Amo los árboles y me pregunto
¿sentirán cuando sus hojas se desprenden?
¿cuando caen balanceándose coquetas
sonriendo al viento que las mueve?
Me gusta darles nombres,
acariciarlas suavemente preguntando….
¿te duele la vida?
¿y qué cuando la nieve
las viste de blancas novias,
apurando el proceso de la muerte?
Cuando el otoño visita sus predios.
Cuando camina desollando la arboleda,
mordiendo la vida , embalsamando colores.
¿Qué de los pequeños gusanillos
que toman de su savia el alimento?
Que se mueven como acordeones
de algún tango arrabalero.
¿Tendrá pudor el árbol al quedar desnudo?
¿Habrá sentido las punzadas de dolor
cuando las hojas sin quererlo se morían?
No los he visto llorar.
Pero sí….temblar de frío.
AMO LOS ÁRBOLES. Aurelia Snaidero

Tal vez antes de ser mujer
fui árbol en algún bosque
y mis ramas crecían hacia el cielo
siempre intentando ver el horizonte.
Y estuve allí por siglos
enraizada
aferrada a la tierra
bebiendo el cielo
habitada de pájaros y estrellas.
Tal vez antes de ser mujer
diseminé retoños
dejé semillas
y el viento fue mi amante
en los silencios
Mi piel era corteza
mis colores símbolos
del transcurso del tiempo
en crecimiento.
A veces pienso en ello
Y el bosque
No es un lugar extraño.
Tal vez antes de ser mujer
fui árbol en algún bosque
aún siento el latido de la tierra
en mis venas
y hay días que regresan los pájaros
y anidan.
ÁRBOL EN ALGÚN BOSQUE. Ana María Mayol

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Bosque en el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Autor, Enric Llaó

En la luz celeste y tibia
de la madrugada lenta,
por estos pinos iré
a un pino eterno que espera.
Me encontraré con el sol,
me encontraré con la estrella,
me encontraré al que se vaya
y me encontraré al que venga.
Juan Ramón Jiménez

El árbol y yo
A la roca…asido,
en la estepa…solitario,
en el desierto….espejismo,
frente al viento…cimbreante,
en el bosque…perdido,
en su follaje…perenne,
en su madurez…cobijo,
regazo bajo el que soñar,
…sin nunca más despertar,
luz en su arder,
…ese es el árbol que quisiera ser.
BOSQUE DE BOSQUES. Rafael Fernández Rubio

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Encina en el Campo de Montiel. Autor, Pedro Ruiz

Árbol, buen árbol, que tras la borrasca
te erguiste en desnudez y desaliento,
sobre una gran alfombra de hojarasca
que removía indiferente el viento…
Hoy he visto en tus ramas la primera
hoja verde, mojada de rocío,
como un regalo de la primavera,
buen árbol del estío.
Y en esa verde punta
que está brotando en ti de no sé dónde,
hay algo que en silencio me pregunta
o silenciosamente me responde.
Sí, buen árbol; ya he visto como truecas
el fango en flor, y sé lo que me dices;
ya sé que con tus propias hojas secas
se han nutrido de nuevo tus raíces.
Y así también un día,
este amor que murió calladamente,
renacerá de mi melancolía
en otro amor, igual y diferente.
No; tu augurio risueño,
tu instinto vegetal no se equivoca:
Soñaré en otra almohada el mismo sueño,
y daré el mismo beso en otra boca.
Y, en cordial semejanza,
buen árbol, quizá pronto te recuerde,
cuando brote en mi vida una esperanza
que se parezca un poco a tu hoja verde…

Antonio Machado

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Atardecer en La Mancha con flores de almendro. Autor, desconocido

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Un artículo de Antonio Bellón Márquez
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Fotografía de portada: Higuera en el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Autora, M Roa

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Tomelloso. Posada de cultura, ciudad de pintores

francisco Carretero

La tarjeta de presentación de Tomelloso dice que este gran pueblo, este pueblo grande con tratamiento de ciudad por Real Decreto desde hace casi 90 años, es “Posada de Vid y Cultura”.

En el amplio mundo de la cultura, esta ciudad tiene nombre propio gracias a sus grandes nombres del mundo de la literatura, la pintura, el dibujo, la escultura… Juan Torres Grueso, Francisco García Pavón, Eladio Cabañero, Félix Grande, Dionisio Cañas, Francisco Carretero, Antonio López Torres, Antonio López García, entre otros muchos, han dejado bien patente su ser tomellosero en todo el planeta.

Retrato de Antonio López Torres, museo Antonio López Torres. Autora, María José, de lavidaenvino.wordpress.com

Retrato de Antonio López Torres, museo Antonio López Torres. Autora, María José, de lavidaenvino.wordpress.com

“El bermellón arde dichoso
por desposar al amarillo
y erguir la torre de ladrillo
bajo un naranja luminoso.

El verde cromo empalidece
junto al feliz blanco de plata,
mas ante el sol que lo aquilata
renace y nuevo reverdece.

Llueve la luz, y sin aviso
ya es una ninfa fugitiva
que el ojo busca clavar viva
sobre el espacio más preciso.

Clarificada azul, la hora
lavadamente se disuelve
en una atmósfera que envuelve,
define el cuadro y lo evapora.

Diérame ahora la locura
que en aquel tiempo me tenía,
para pintar la Poesía,
con el pincel de la Pintura.”

A la Pintura (poema del color y la línea). Rafael Alberti.

Museo Antonio López Torres de Tomelloso. Autora, Almudena

Museo Antonio López Torres de Tomelloso. Autora, Almudena

Si nos centramos en los pinceles, hoy Tomelloso es una ciudad propicia para el mundo de la pintura, porque en cada calle hay varias personas que pintan y porque no hay semana en la que no se inaugure una exposición, ya sea de autor local o foráneo. No es raro encontrar dos o tres exposiciones en salas de titularidad pública y alguna que otra en sala privada.

Todo parte inexcusablemente del Museo López Torres. Este edificio que alberga una colección permanente con los óleos y dibujos más importantes del insigne pintor, cuenta además con una sala para exposiciones temporales de un nivel que no se iguala fácilmente en otros lugares. Su arquitecto, Fernando Higueras, diseñó el museo con el valor añadido de ser un antiguo y gran aficionado a la pintura. Él fue uno de los primeros descubridores en Madrid de un jovencísimo Antonio López que daba sus primeros pasos pictóricos en el Madrid de los años cincuenta.
Junto a este museo, el Centro Cultural Posada de los Portales, ubicado en pleno centro de la ciudad, siendo además el edificio más emblemático de la misma: una antigua posada para alojamiento de viajeros, tratantes, comerciantes y caballerías, construida en la segunda mitad del s. XVIII. En sus paredes han colgado cuadros prácticamente todos los pintores nacidos en Tomelloso.

Desde el año 2011, podemos disfrutar del Museo de Arte Contemporáneo Infanta Elena que alberga una colección permanente que la Cooperativa Virgen de las Viñas (gran bodega y almazara, con una sorprendente pasión de mecenazgo de artistas) ha ido adquiriendo a lo largo de los años a través de los certámenes de pintura que ha organizado, además de muestras puntuales.

Continuando nuestra visita por los espacios artísticos de la ciudad, la sala Francisco Carretero, en el Ayuntamiento, nos recibe con el genio de “El Varal” que nos invita a seguir descubriendo a este gran artista en el edificio que lleva su nombre, la Casa Francisco Carretero, sede de la Universidad Popular, decorada literalmente en paredes y techos con los magníficos frescos del pintor.

Desconcertante e inverosímil resulta el hecho de que, a día de hoy, Tomelloso no cuente con ninguna obra de su pincel más afamado y reconocido, Antonio López García.

Paisaje de La Mancha. Francisco Carretero. Óleo sobre tabla. 1940

Paisaje de La Mancha. Francisco Carretero. Óleo sobre tabla. 1940

Nos quedan los premios como instrumento de estímulo a la creación artística, como la celebración de la Fiesta de las Artes y las Letras, que este año cumple su LXVI edición. Esta Fiesta de las Letras se constituye como una de las más veteranas y prestigiosas de España, capaz de congregar a importantes personalidades de las artes, de las letras y autoridades. En este acto, se entregan los premios de los distintos certámenes artísticos y literarios: Premio de Narrativa Francisco García Pavón, de poesía Eladio Cabañero, de pintura Antonio López García, etc.

Es innegable que el bagaje de más de un siglo ha sido excelente para la pintura y para Tomelloso. Ahí están las aportaciones de los grandes pintores locales para corroborarlo, pero también el caldo de cultivo que se ha propiciado. Se ha pasado del niño Francisco Carretero que pintaba con tizones en la pared, al increíble censo de pintores que pasean por nuestras calles y a la intensa actividad que desarrollan.

Pintura y Tomelloso no son dos términos que se utilizan forzadamente, sino dos caminos convergentes que producen, como fuente de energía infinita, artistas reseñables, merecedores de toda consideración.

Rojo en equilibrio sobre el azul


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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Aranjuez. Jardín de las Delicias

magnolio en flor jardines Aranjuez

El universo colorista, simbólico y enigmático del célebre cuadro (El Jardín de las Delicias) de El Bosco, requisado por el Duque de Alba en Bruselas, más tarde adquirido por Felipe II y hoy propiedad del Pueblo Español a través de Patrimonio Nacional constituye una de las riquezas de toda la historia del arte. Surgido de una mente aguda y original. Así como los muchos aspectos que partiendo de los anhelos humanos dieron lugar a los jardines secretos, poblados de historia, arte, cultura, intrigas, luchas de poder, amoríos, negocios, infidelidades, injusticias, placeres, traiciones, pecados…
Sugerente lujuria visual que invita a reflexionar, admirar y desear formar parte de ese mundo fantástico donde el autor describe con el pincel las debilidades, temores, penas y alegrías de una sociedad perfectamente jerarquizada conforme al orden establecido.
Tanto o más que la propia Naturaleza, patrón y matriz de toda creación artística.

El Jardín de las Delicias. Obra de Hieronymus Van Aken, El Bosco. Óleo sobre tabla, 1500 - 1505

El Jardín de las Delicias. Obra de Hieronymus Van Aken, El Bosco. Óleo sobre tabla, 1500 – 1505

Trazados para el deleite complementando el regio dominio del Palacio, han sobrepasado en fama la notable arquitectura del edificio, sirviendo de inspiración a célebres artistas.
Acogiendo la más que sobresaliente colección escultórica de sus fuentes, superadas como una transparencia de la imaginación o un espejismo óptico, con la sorpresa principesca de la Real Casa del Labrador.
El jardín de los Chinescos, rodeado de monumentales ejemplares de liquidámbar y cipreses calvos, recreando con exotismo el paisaje de La Florida, cuando todavía en la España carolina del rey ilustrado, también América era suelo español.

La Corte itinerante de Carlos III, instituyó aquí, mejor que ninguna, La Primavera. Con boato oficial y aparato social, la desnudez del invierno a finales de marzo se revestía con frondas verdes de toda la gama de matices, engalanando los gigantescos armazones de multitud de árboles traídos de todos los rincones del imperio. Como por orden o decreto real, cuando la comitiva regia transitaba por el puente Largo, cruzando el Jarama proveniente de Madrid, la lozanía de las rosas, perfume de los jazmines y elegancia de los iris paseaban su hermosa juventud por todos los rincones del Real Sitio, llenando de vida artificial y efímera como la propia Corte y sus cortesanos, un mundo exclusivo y prohibido, que la fortuna y la evolución hoy abren de par en par para solaz de tus sentidos y disfrute de tu soberana ciudadanía.

Si existe un lugar en la Tierra, donde pueda encontrarse la primigenia esencia de la razón de ser de un jardín, puede sentirse, más que encontrarse, en cada uno de estos espacios, que como frutos de la invención humana materializan en realidad lo que el pintor, el paisajista, el músico o el escritor soñaron.

Palacio Real de Aranjuez. Autor, Fernando García

Palacio Real de Aranjuez. Autor, Fernando García

Aqui reina el Sol entronizado como Apolo. El Tajo abierto en canal acogiendo en su corazón el gérmen y más antiguo de los jardines, el de La Isla.
Fuentes renacentistas, barrocas y neoclásicas. Pajareras, huertos de frutales, avenidas de cipreses. Narciso mirándose admirándose incasablemente. Baco permanentemente embriagado. Hércules y Anteo esparciendo fuerzas disparadas con la presión de los surtidores. La vida estallando en realidad con la gracia y la gloria del arte del Jardín de las Delicias.

Aunque algo tarde, se llegó lo suficientemente a tiempo como para impedir la destrucción de uno de los lugares más interesantes y atractivos del Mundo. Que aunque lentamente, va recuperando la grandeza intelectual que tantas mentes avanzadas imprimieron al Real Sitio.
Ejemplo mundial de planificación paisajística, gracias al espíritu y sensibilidad de Carlos III, que desde el Real Cortijo de San Isidro, hasta la finca La Flamenca, sumando el mar de Ontígola de Felipe II y las viejas posesiones de la Orden de Santiago, se trazó aquí la mejor trama de ordenación del territorio como hasta entonces jamás se había hecho en otro sitio, exceptuando las alineaciones de arboledas francesas ordenadas por Colbert.

Estanque chinesco. Autor, Jose Javier Martin Espartosa

Estanque chinesco. Autor, Jose Javier Martin Espartosa

Gracias a aquel rey inquieto, parte artista parte estadista, hoy Aranjuez por valores propios ostenta el merecido privilegio de Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad. Donde es posible disfrutar el urbanismo, el paisajismo y la filosofía de La Ilustración.

Por suerte hay que sumar a las magníficas perspectivas barrocas de la plaza de San Antonio, la plaza Elíptica o la plaza de Las Parejas, la increíble longitud de los tres kilómetros de la Calle de la Reina. Monumento Natural en sí misma, arbolada con más de mil plátanos centenarios regados por acequia, desde la puerta del Príncipe hasta casi La Pavera.

A un paseo de Madrid, además de comer en un castillo del siglo XIX dentro de los jardines Reales, o en los Fogones del Palacio Real, podrás admirar una atmósfera ideal, como proyecto piloto de un monarca que soñó modernizar España desde los beneficios del arte, la ciencia y la belleza. Los cultivos ordenados entre avenidas arboladas son únicos en todo el país. La colección de palacios cortesanos entremezclados con el caserío popular, testimonios incalculables de la arquitectura barroca académica desprovista de ornamentación. Especialmente el sobrio palacio de Medinaceli, cuyo zaguán de tres naves, caja de escalera, patio y fuente de recibo, valen por sí mismos una visita.

Calles con nombres tan rococó como Almíbar, paseo del Deleite o Primavera, te transportan a esa atmósfera indolente ajena a los penares donde el cuerpo como en la pintura de El Bosco se abandona a los placeres mundanos.
El fresón con nata que tanto ayuda a pecar podrás saborearlo tan intenso como el embriagador aroma a primavera que como cada año, las aguas del Tajo, fecundan la estación de las flores en deliciosos jardines convertidos en arte por genios como Juan Bautista de Toledo, Juan de Herrera, Cervantes, Boutelou, Goya, Sabatini, Villanueva, Rusiñol, Rodrigo…
Los cuales nos han legado uno de los paisajes patrimoniales con reconocimiento para preservarlos como herencia de toda la humanidad.

Detalle de la fuente de Narciso. Autor, Manuel

Detalle de la fuente de Narciso. Autor, Manuel

Y muy cerca de Aranjuez, La Mancha en todo su esplendor. Para descubrirla os proponemos vivir estas experiencias con www.sabersabor.es

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Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano
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Fotografía de portada: Magnolio en flor en el Jardín del Príncipe. Autor, Rafa Lorenzo

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Campo de Montiel. Paisaje Cervantino

Campo de Montiel. Paisaje Cervantino

Diversas son las formas de mirar un paisaje, como también muy variadas las opciones para analizarlo y conocerlo. Sólo hay un modo de sentirlo, percibiendo el alma o la atmósfera que lo convierte en singular invitándote a apreciarlo.
No hay mejor manera de entender, conocer y valorar lo especial, que viviéndolo.

Desde la meditativa y aparente ingravidez, suspendido en la inalcanzable libertad de la altura cenital, acunado por las corrientes térmicas. Un apacible día de sol, sostenido en el espacio con el privilegio visual de las muchas rapaces que sobrevuelan nuestros agrestes cielos, advertía claramente desde la arriesgada fragilidad de la cesta de mimbre aerostático, la geográfica personalidad de este viejo Ager Laminitanus.

Se ve ovalado o elíptico. Ajeno a las fronteras o demarcaciones administrativas. Bien delimitado por la geología. Elevado sobre La Mancha. Vertido hacia Sierra Morena y protegido por la Sierra de Alcaraz, el Campo de Montiel guarda el paisaje rural manchego más puro de todos cuantos quedan en el Mundo.

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Panorámica del Campo de Montiel

Como si el destino hubiera pactado con el sentido común, acordando preservar tan valioso reducto como uno de los tesoros culturales de la humanidad, desde arriba se observa bien comunicado sin la agresión de seccionar por la mitad estos parajes cultos y sagrados, bendecidos con la ingeniosa huella del Caballero de la Triste Figura; evitando la hiriente cicatriz del negro asfalto, rasgando los aventureros campos quijotescos, donde el caballo de Cervantes, pisando estas nobles tierras, inspiró a Rocinante.

Al norte la estupenda autovía de Extremadura a Levante. Al oeste la comodísima autovía del Sur que nos lleva a Madrid en dos horas y al este, la futura autovía de Bailén a Albacete. Todas atendiendo de forma excepcional al Campo de Montiel. Y todas como tributo a la cultura española y al arte universal, respetando este interesante paisaje cervantino, que perdura en pleno siglo XXI con la misma belleza estética y la misma estructura paisajista que contemplaron los inspirados ojos de Cervantes.

Cuando vienes de Valencia y te adentras por la A-43, ya en Villarrobledo, donde el vino engordaba en panzudas tinajas repartidas por todo el país manchego, observas a la izquierda, desde la perspectiva terrestre del coche, como si unas gentes agitaran los brazos alarmando al transeúnte. Son como entonces, como siempre, los gigantes cervantinos. Actualizados en los parques eólicos de Munera y El Bonillo, asomados al novelado Campo de Montiel.
A tu derecha La Mancha ancestral, genuína, industriosa e industrial, rendida al progreso colonizada por el impulso económico que ha urbanizado los campos con el orden poligonal del mundo contemporáneo. A tu izquierda los campos de siempre. El puro y llano campo manchego, adornado con manchas forestales, teñido con óxido de hierro como si el avinagrado color de sus arcillas proviniera de las perdidas herraduras de las miles de yuntas que desde Roma hasta casi ahora, roturaron estos barbechos donde corre el galgo y vuela la liebre.

orchis mascula

Orchis mascula

Inmediatamente Argamasilla de Alba, tan cervantina como siempre, tan orgullosa de su lugar en el Quijote como respetada por la tradición. Al lado el atractivo cartel de las Lagunas de Ruidera. Reserva de la Biosfera. Lugar cultural único en el planeta por contener literalmente lo que uno de los genios del arte universal, nos dice en el Quijote. La Cueva de Montesinos y el Palacio de Cristal. ¿Se puede pedir más?

Desde allí te adentras en la fantástica belleza del monte mediterráneo que te acoge y te atrae como acariciando tus sentidos. Te muestra tesoros botánicos como los sabinares, el aladierno o la orchis mascula. Una de las orquídeas terrícolas de nuestros encinares.

Recorriendo estos paisajes, adviertes con claridad la sorpresa que aparenta haber salido de repente de La Mancha. Las llanuras ya no están. Son montes ondulados y por si fuera poco la abundancia de agua desborda un río en preciosas lagunas.

ruta del quijote en bicicleta por Campo de Montiel

Ruta del quijote en bicicleta por Campo de Montiel

A caballo, en bici o caminando, cuando vives estas tierras, te dicen lo que vio la genialidad de Cervantes. Unos horizontes que invitan a crear, a pensar a transcribir ese cúmulo de sensaciones e ilusiones que cualquier mente creativa, aguzada por la necesidad de liberarse de una impuesta realidad, las siente como ese terapéutico libro en blanco donde aventurarse a soñar.

Esos veranos dorados de rastrojos, donde a pesar de la canícula el viento airea el ambiente y te regala emociones de otros tiempos cuanto descubres en mitad de los páramos los pueblos de aquel tiempo, distribuidos por el paisaje con la exactitud que los ubicó la Historia. Y se ven pequeños, blancos, con la torre de la iglesia y las ruinas del castillo observando el caminar raro de un caballero y su escudero.

Visitando el Castillo de Terrinches

Visitando el Castillo de Terrinches

Nos alegra profundamente que los japoneses y el mundo entero visiten nuestra tierra y desembarquen en el cautivador cerro de molinos de Campo de Criptana; pero también nos ilusiona enormemente complementar los espacios cervantinos de La Mancha, con la autenticidad del paisaje rural cervantino que por suerte para todos perdura como siempre entre la belleza de los páramos del legendario Campo de Montiel.
Donde los caminos quijotescos te llevan a aventurarte entre castillos, cortijos, bodegas, eras, santuarios, norias, olivares, viñas y extensiones de cereal hasta el retiro de Sierra Morena.

Aquí el sol amanece cada julio con la misma luz que alumbró la mente del escritor describiendo la más artística ironía de un venturoso amanecer hecho a media para el héroe literario más universal de todos los tiempos.

Gracias a Cervantes, al destino y a la suerte de que el Campo de Montiel mantenga la belleza integral y cultural que conoció el escritor, hoy España y la cultura mundial, poseen uno de los grandes tesoros de la humanidad.
Pongámoslo en valor y disfrutémoslo. Nos pertenece a todos.

Atardecer en los Campos de Montiel. Autor, Ignacio Arráez

Atardecer en los Campos de Montiel. Autor, Ignacio Arráez

Si queréis descubrir esta maravillosa tierra, os proponemos vivir estas experiencias: (más información pinchando en cada enlace)
Campo de Montiel: la esencia de La Mancha
La Ruta del Quijote y los Escenarios de Cervantes
Entre Templarios y el Castillo de Montizón
Terrinches y las Hoces del Gongares
De naturaleza por Villahermosa. En tierras del Alto Guadiana
Villanueva de los Infantes: en la cuna del Quijote y en la mesa de Quevedo

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Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano
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Fotografía de portada: Por los Campos de Montiel. Autor, Enaire Fotografía