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Valdepeñas, el origen del vino

denominación origen Valdepeñas

La historia de Valdepeñas es la crónica de sus viñedos y de sus vinos, escrita con pasión por gentes dedicadas al cultivo de la vid desde tiempos ancestrales


De saliente a poniente, a caballo entre el Campo de Montiel y el Campo de Calatrava, el Jabalón, este modesto río, en un valle abierto y fecundo, iba a escribir, a lo largo de los siglos, la historia de un vino, el de Valdepeñas.
Valdepeñas y vino son una pareja unida desde hace miles de años. Casi tantos como las vides y cepas que pueblan las tierras de esta llanura castellano-manchega en la provincia de Ciudad Real. Valdepeñas fue de hecho cruce de caminos en un punto geoestratégico crucial para el desarrollo del comercio en general y del impulso vitivinícola particular gracias al cultivo de una uva de la que se extraen deliciosos caldos que han sobrevivido hasta hoy. Valdepeñas es tradición, es la historia de una tierra que esconde muchas.
El vino y Valdepeñas están asociados desde tiempos inmemoriales y a su vez la historia de esta unión es la historia de una de las Denominaciones de Origen más antiguas, reconocida en 1932, y más conocidas por los españoles. Es, por tanto, una denominación tradicional, experimentada y popular.
La simbiosis que existe entre los ciudadanos de esta zona con el vino y su amor al viñedo sólo se entiende si se hace un breve repaso histórico en el que se observa que siempre uno ha formado parte del otro. El viaje comienza allá por el siglo V a.C., cuando se ratifica la producción de vino en la zona del “Cerro de las Cabezas”. Pastores íberos, nómadas y errantes, cansados tal vez de trashumar desde la Alcudia hasta el azul Mediterráneo, o hacia los pastos del norte ibérico, decidieron cambiar sus vidas y a la orilla del río Jabalón, en el Cerro de las Cabezas (hoy día un importante Conjunto Arqueológico), se hicieron sedentarios. Allí, sobre la ladera de la suave colina, dominando el valle abierto e inmaculado, tomaron la sublime y profunda decisión de crear un pueblo y plantar el primer viñedo. Y ahí están sus testimonios, en esas vitrinas del Museo Municipal de Valdepeñas.

Viñedo Valdepeñas Viñedo de Valdepeñas

Cerro de las CabezasVista aérea del entramado urbano de la ciudad íbera del Cerro de las Cabezas

Uva tinta de ValdepeñasUva tinta de Valdepeñas

En la Reconquista el valle se llena de lucha y de vida. Es tanto el fervor de estos pueblos por el vino y su cultura que aun sometidos a dominaciones extrañas como la mora, que prohibía el consumo de alcohol y obligaba al arranque de los viñedos, lograron del Califato de Toledo que se extendiera una bula especial permitiéndoles la continuidad de sus cultivos y la elaboración de su vino. Y dicen que hasta lograron hacerles partícipes de su consumición.
En el siglo XII, al Valle de Peñas también arribaron los monjes Cistercienses. Raymond de Citeaux llegó a España desde Borgoña y fundó unos años después la Orden de Calatrava en el mismo castillo que adquirió a los templarios franceses, bajo cuya protección crecería la villa de Valdepeñas y sus viñedos en los siglos siguientes y que da nombre a una de las zonas por donde se extiende la denominación de origen: el Campo de Calatrava. Estos monjes fueron los que introdujeron en el Valle de Peñas, la variedad tinta que evolucionó después a nuestra noble y generosa Cencibel.
Los monjes cuidan con esmero sus viñedos y elaboran el vino de consagrar. Los valdepeñeros (Valdepeñas se fundó en el año 1243) trabajan sus viñas y olivos y pagan a los señores sus tributos en vino y aceite. Bajo la protección de la Orden de Calatrava, a la que pertenece la villa, el viñedo se desarrolla de tal manera que se podía alcanzar la ciudadanía con el compromiso solo de tener un cobijo techado y una aranza de viñedo.
El buen hacer de los agricultores y el cuidado del producto a lo largo de generaciones permitió consolidar la actividad vitivinícola de Valdepeñas a partir del siglo XVI. Un protocolo de la Orden Trinitaria de 1594 hace constar la alta reputación de los vinos de Valdepeñas. El gran impulso del vino de Valdepeñas se produce con la construcción del Camino Real que une la capital con Andalucía.
Cuando la corte del rey Felipe II se instala en Madrid (1561) se extiende la fama de la calidad del vino de Valdepeñas y desde ese momento entra a formar parte de la historia de la Villa. Allí se populariza su consumo de tal manera que los impuestos especiales sobre su comercio, fielatos, permiten al rey Carlos III, gran arquitecto de la capital, sufragar algunas de las obras más importantes de su reinado tales como la Puerta de Alcalá o la Puerta de Toledo. Ya en 1790 se habla de una producción anual de 200.000 arrobas de vino, pero es en el siglo XIX cuando su comercio queda establecido de una forma continuada.

Vendimia en ValdepeñasVendimia en Valdepeñas

Enoturismo en ValdepeñasEnoturismo en Valdepeñas

Molino Gregorio PrietoMolino Gregorio Prieto


Cualquier forma de vegetación posible queda anulada por la vid. En rigor, Valdepeñas y la vid se confunden, se diría que son una misma cosa


Llega el siglo XIX y con la inauguración del ferrocarril la comercialización de los vinos de Valdepeñas se dispara e incluso se llega a fletar un tren diario a Madrid cargado de vino denominado Tren del Vino. Más de 25 vagones hacia la capital madrileña y, otros tantos, con las ciudades de Alicante y Valencia. Eran los tiempos del aloque, que se envejecía en grandes tinajas de barro.
En esta época gloriosa del vino de Valdepeñas, se llegaron a exportar graneles a Cuba, Rusia, Filipinas y países del mundo entero, lo que demostraba la estabilidad y calidad de los vinos de Valdepeñas, ya que tenían que viajar por medio de transportes marítimos, de larga duración y agitado recorrido.
Algunos años atrás, un 6 de junio de 1808, durante la Guerra de la Independencia, los vecinos de Valdepeñas impidieron que las fuerzas francesas mandadas por Ligier-Belair, junto con Roize y Vedel, pudieran alcanzar Despeñaperros y poner en riesgo la sorprendente victoria del general Castaños sobre el mariscal Dupont. La Galana y El Chaleco destacaron en la acción. Con los vecinos y vecinas de Valdepeñas no puede ni el gran ejército francés de Napoleón.
El siglo XX trae consigo el ataque de la filoxera y la llegada de la vid americana, inmunizada contra la enfermedad. El viñedo se renueva, se moderniza, se instala la primera Estación Enológica del Estado, se reconoce, en 1932, la Denominación de Origen y sus posteriores Reglamentos.
La Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, al igual que la de la Independencia en el siglo pasado, cambiaron radicalmente los gustos y las costumbres sociales y el vino fue evolucionando hacia el prestigio que hoy puede exhibir con orgullo el vino de Valdepeñas. Quedan atrás veinticinco siglos de historia y sacrificio que han hecho posible la fama de la que hoy puede hacer gala Valdepeñas.

Tinaja ValdepeñasTinaja en Valdepeñas

Calle Real de ValdepeñasCalle Real de Valdepeñas

Nuestra Señora de la Asunción, ValdepeñasNuestra Señora de la Asunción, Valdepeñas


Valdepeñas es un pueblo de cinemascope. Tal vez porque también los paisajes manchegos, plenos de luz, de horizontes inmensos, son paisajes de cinemascope


El viajero podrá aprender más de la historia y tradición del vino Valdepeñas en el Museo del Vino alzado sobre la antigua bodega de Leocadio Morales, fechada en 1901 y una de las que más intensamente vivió el auge comercializador y exportador de los vinos de Valdepeñas a comienzos del siglo pasado. El Museo del Vino permite una perfecta inmersión en la cultura del vino y los secretos de la enología además de descubrir toda la historia y tradición de la Denominación de Origen Valdepeñas, centrando además sus esfuerzos en reflejar ese trasiego hacia la calidad iniciado en la década de los años setenta que ha desembocado en la elaboración de unos vinos reconocidos nacional e internacionalmente.

Por cierto, la Denominación de Origen Valdepeñas está formada por los viñedos de la propia ciudad junto con los de Granátula de Calatrava, Moral de Calatrava y Santa Cruz de Mudela, y por los de Torrenueva, San Carlos del Valle, Alcubillas, Alhambra, Torre de Juan Abad y Montiel, del histórico y quijotesco Campo de Montiel.
La visita a Valdepeñas debe completarse con la parada en La Bodega de las Estrellas, enoturismo de calidad, que nos ofrece la posibilidad de realizar una visita guiada inolvidable en una bodega tradicional para descubrir la gran relación existente entre el vino y los ritmos y ciclos de la luna y las estrellas.
Y por supuesto, debe tenerse en cuenta que, como es natural, Valdepeñas celebra su gran semana durante las Fiestas del Vino –principios de septiembre- declaradas de interés turístico nacional.
Imprescindibles: el museo de la Fundación Gregorio Prieto (el museo privado más importante de Castilla La Mancha), que exhibe obra del pintor, así como de Vázquez Díaz, Picasso, De Chirico y dibujos de Lorca y Alberti, entre otros.
Y a la hora de comer, si algo tiene Valdepeñas es buen vino y sitios de buen yantar.

Yo sé que el vino no huye dando gritos
a la llegada del invierno,
ni se esconde en iglesias tenebrosas
a buscar fuego en trapos derrumbados,
sino que vuela sobre la estación,
sobre el invierno que ha llegado ahora
con un puñal entre las cejas duras.
Yo veo vagos sueños,
yo reconozco lejos,
y miro frente a mí, detrás de los cristales,
reuniones de ropas desdichadas.
A ellas la bala del vino no llega,
su amapola eficaz, su rayo rojo,
mueren ahogados en tristes tejidos,
y se derrama por canales solos,
por calles húmedas, por ríos sin nombre,
el vino amargamente sumergido,
el vino ciego y subterráneo y solo.
Yo estoy de pie en su espuma y sus raíces,
yo lloro en su follaje y en sus muertos,
acompañado de sastres caídos
en medio del invierno deshonrado,
yo subo escalas de humedad y sangre
tanteando las paredes,
y en la congoja del tiempo que llega
sobre una piedra me arrodillo y lloro.
Estatuto del vino. Pablo Neruda (fragmento)

Tinajas de barro de Bodega de Las EstrellasTinajas de barro de Bodega de Las Estrellas

Barricas en la cueva de Bodega de Las EstrellasBarricas en la cueva de Bodega de Las Estrellas

Territorio de la #DOValdepeñasTerritorio de la #DOValdepeñas


Te proponemos un recorrido para descubrir Valdepeñas. Contacta con nosotros a través de info@sabersabor.es

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Paseos por Ciudad Real. La villa de Moral de Calatrava (2ª Parte)

Paseos por Ciudad Real. La villa de Moral de Calatrava (2ª Parte)

Otro aspecto a subrayar en Moral son sus encantadoras plazas, las cuales conservan toda la belleza de la época en que fueron testigos de la gran expansión de la villa. Es inevitable, por ejemplo, la visita a la plaza de la ermita de San Roque, y a la glorieta de Fray Julián de Piedralaves, donde se ubica la maravillosa ermita del Cristo de la Humildad, el único resto que queda del viejo convento del Santo Cristo datado en el siglo XIII.

Las encajeritas manchegas. Autor, Vicente Nieto Canedo

Las encajeritas manchegas. Autor, Vicente Nieto Canedo

La otra maravilla de la localidad es la excelente Plaza de España o Plaza Mayor, donde se hayan pintorescos edificios que no carecen, en ningún caso, de un amplio interés para el turismo rural. Entre estos tenemos que destacar la artística parroquia de San Andrés, del siglo XIII y que durante tres siglos fue un fuerte con torre vigía de los monjes-soldado calatravos. Su fachada, reformada en los siglos XVI y XVIII, está considerada como uno de los grandes monumentos de la comarca. Su estilo predominante es el barroco, y aunque las reformas posteriores a su construcción tienen una particular importancia, no hay que olvidar los deliciosos elementos románicos y ojivales existentes desde su origen. En su admirable nave central, de curioso diseño, la iglesia guarda la pintura de «La Trinidad» realizada por Luis Tristán, uno de los más importantes discípulos de El Greco, y en cuya composición y estilización se encuentra la huella indiscutible del genial griego. También se conserva una preciosa copia de «El martirio de San Andrés», de Rubens.

Parroquia de San Andrés. Autor, Jose Carlos Gomez

Parroquia de San Andrés Apóstol. Autor, Jose Carlos Gómez

Sin embargo, la Plaza Mayor de Moral de Calatrava contiene también otros encantos, destacando de manera especial una espectacular casa particular del siglo XVII, cuyos dos escudos, situados bajo un curioso balcón en la planta superior, hacen suponer que en su origen se trataba de la famosa Casa de la Encomienda. Finalmente, no podemos olvidar citar el edificio barroco del Ayuntamiento, una importante muestra de lo que este estilo supuso para la localidad del Moral. Su presencia, en cualquier caso, embellece de manera exquisita una plaza de marcado carácter histórico.

Definitivamente, una visita a Moral de Calatrava supone todo un goce estético en cuanto a la contemplación de maravillas artísticas se refiere, añadiéndose además que éstas se encuentran en una pequeña extensión de terreno… y es que ya se sabe: lo bueno, si breve, dos veces bueno.

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Paseos por Ciudad Real. La villa de Moral de Calatrava (1ª Parte)

Paseos por Ciudad Real. La villa de Moral de Calatrava (1ª Parte)

Entre Almagro y Valdepeñas, situada en la falda poco pronunciada de la sierra del Moral, se alza la pequeña villa de Moral de Calatrava, un pueblo importante por la incomparable belleza de su histórico conjunto urbano, que lo convierte en un lugar de imprescindible parada en el recorrido de la ruta del Campo de Calatrava. El esplendor de este pueblo le viene dado por la encomienda, en la Edad Media, a la Orden de Calatrava, que construyó los edificios más relevantes y dio vida a la belleza de unas calles que son la delicia de todo visitante, además de un descanso para sus pobladores.

Carro con perro. Autor, Vicente Nieto Canedo

Carro con perro. Autor, Vicente Nieto Canedo

Este pueblecito fue durante mucho tiempo dependiente de Almagro, pero ambos lugares nunca mantuvieron buenas relaciones, sino que permanecieron enzarzados en disputas hasta que, en 1646, Moral obtuvo la deseada independencia administrativa de la villa rival. Paseando por las calles de Moral de Calatrava, podemos maravillarnos ante el gran tesoro de interés histórico que supone cada una de ellas, tanto por su original y acogedor diseño como por los paradigmáticos edificios que la componen. Algo análogo ocurre con las plazas magníficas que tanto enorgullecen a los habitantes de este pequeño pueblo. Además, no hay que olvidar el incomparable tratamiento artístico en sus fachadas y exteriores, que se suma al interior de muchas casas donde un leve vistazo evoca el gran esplendor que tuvo el lugar durante la Edad Media.

Boca del Campo desde las Hoyas. Autor, Adeltorres

Boca del Campo desde las Hoyas. Autor, Adeltorres

Entre las calles más emblemáticas se encuentran las de Agustín de Ordoña, Santísimo, Tercia, Oro, Toledillo y Pradillo de Ntra. Señora, que van a parar a la monumental Plaza de España. Un bello muestrario de tal calibre que hizo que esta zona fuera declarada en el año 1986 Conjunto Histórico Artístico. En alguno de estos evocadores lugares se encuentran situadas preciosas casas del más típico estilo manchego, muchas del siglo XIX y levantadas junto a otras más antiguas, del siglo XVII, lo que garantiza al visitante alguna incursión barroca en la zona.

Continuará…

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Fotografía de portada: Ermita Virgen de la Soledad. Moral de Calatrava. Autor, Adeltorres
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