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Julio de 1212. Salvatierra y la gesta de las Navas de Tolosa (2ª Parte)

Julio de 1212. Salvatierra y la gesta de las Navas de Tolosa (2ª Parte)

Con la llegada del verano de 1211 el ejército musulmán emprendió la marcha desde Córdoba, y destacó fuerzas de caballería para asolar el campo cristiano. Así se fueron acercando a Salvatierra, ya en la provincia de Ciudad Real, de donde salieron unos centenares de caballeros cristianos para entablar combate hasta que la llegada del grueso de las tropas les obligó a refugiarse en el castillo. La cercana fortaleza de Dueñas (futuro bastión de Calatrava) cayó sin dificultad en manos infieles, y tras un sostenido asedio, también Salvatierra tuvo que rendirse tras solicitar permiso al rey Alfonso VIII. Al cabo de 51 días de asedio los defensores salieron libres a tierra cristiana con los enseres que pudieron llevarse. Era el mes de septiembre, y el Califa almohade entraba al fin en Salvatierra transformando la iglesia en mezquita.

Garganta en Sierra Madrona. Autor, Eugenio Martín

Garganta en Sierra Madrona. Autor, Eugenio Martín

Realmente Salvatierra salvó a la tierra de los cristianos. Por de pronto entretuvo al gran ejército musulmán cerca de dos meses, al cabo de los cuales, agotados los víveres e inminente la llegada del mal tiempo, el vencedor tuvo que emprender la retirada dando así tiempo a la concentración de fuerzas cruzadas. Aún así no dejó de alardear por la conquista en una carta que escribió al pasar por Andújar, el 13 de septiembre.

Vista del Castillo de Salvatierra. Autor, Ancalimë

Vista del Castillo de Salvatierra. Autor, Ancalimë

El 14 de octubre moría inesperadamente el heredero del rey castellano. A pesar del dolor que le produjo, Alfonso VIII siguió trabajando en la batalla decisiva, y en Guadalajara celebró consejo acordando hacer un llamamiento a la cruzada en Europa y la colaboración de los reyes cristianos de toda la península. Fue un éxito relativo. Cuando la concentración de combatientes se hizo efectiva, en la primavera de 1212, Castilla estaba en efervescencia. Pero los cruzados extranjeros, de Burdeos, Nantes y Narbona principalmente, eran muchos menos de los que se esperaban, y por si fuera poco ocasionaron un sin fin de disturbios en Toledo al llegar con demasiada antelación. La indisciplina campaba en la capital de las tres culturas, y todos los gastos por manutención, alojamiento y daños por trifulcas corrían a cargo del rey Alfonso.

Arco triunfal Omeya. Fortaleza de Calatrava la Vieja. Autor, Llapassar

Arco triunfal Omeya. Fortaleza de Calatrava la Vieja. Autor, Llapassar

A pesar de los contratiempos, el gran ejército cristiano iniciaba al fin el 20 de junio su salida de Toledo con destino a Calatrava la Vieja, a orillas del Guadiana. En cabeza iban los cruzados extranjeros, y detrás, sucesivamente, aragoneses, castellanos y las fuerzas aportadas por las órdenes militares. Tan gigantesca era la movilización que necesitaban no menos de dos días para cubrir una etapa todos ellos. Caminaban lentamente y prolongaban las acampadas, de modo que el primer cuerpo no llegó hasta Malagón hasta los primeros días de junio, atacándolo inmediatamente. El castillo resistió hasta que al fin se llegó a una capitulación, pero ésta no debió de ser respetada pues las crónicas hablan de abundantes actos de crueldad por parte de los cruzados ultrapirenaicos.

Continuará…

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Fotografía de portada: Atardecer en el embalse de El Vicario. Río Guadiana. Autor, JL de Arriba
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Las minas de Almadén hace dos mil años. Un día en la vida de los mineros del mercurio (3ª Parte)

En el ámbito de la minería subterránea cualquier operación a gran escala revestía mucha complejidad, ya que sus distintos aspectos (profundización de pozos, sostenimiento de zonas inestables, extracción del mineral, desagües, ventilación, etc.) estaban sometidos a continuos cambios producidos por la geología del terreno. Las condiciones de los túneles convertían las labores mineras subterráneas en trabajos con un alto grado de dificultad y, en algunos casos, con graves riesgos físicos para los trabajadores. Sin llegar al apocalíptico panorama que configuraba Diodoro en sus descripciones de las minas de Egipto, las penalidades del trabajo y los riesgos en el interior de las minas eran muy reales. Estos iban desde simples heridas cortantes producidas por las herramientas o el manejo continuado de materiales rocosos, hasta situaciones de aplastamiento por caída de rocas, asfixia en atmósferas irrespirables o enfermedades pulmonares provocadas por la exposición prolongada al polvo.

Mina y Museo Minero.Almadén.Ciudad Real

Interior de la mina

La iluminación en los frentes de trabajo, necesaria para el avance de galerías o pozos, se realizaba por regla general mediante lámparas de aceite (lucernas). Eran de distintos tamaños, elaboradas en arcilla cocida y semejantes en todo a las usadas el ámbito doméstico romano. El emplazamiento de las lámparas se hacía sistemáticamente en pequeñas oquedades excavadas en los hastiales, lo que facilitaba su colocación a la altura deseada.

Barrenando. Autor, desconocido

Barrenando

Como útiles de arranque en minas romanas como las de Almadén, se introdujo muy pronto el uso de herramientas de hierro frente a los útiles de piedra y hueso de épocas anteriores. De esta forma podían aumentarse sustancialmente los rendimientos. Era frecuente utilizar cuñas metálicas o de madera, martillos diversos, picos y punterolas apoyados por rastrillas y palas. En el interior de las minas se utilizaba además el fuego y el agua en forma alternativa, para romper la roca muy dura. Como sistema básico de apuntalamiento los mineros usaban la madera, por lo general abundante y fácil de trabajar. El uso de vigas de madera en la minería romana se recoge en el texto de la segunda tabla de Aljustrel, en la que se advierte a los titulares de las concesiones mineras la necesidad de reemplazar y mantener en buen estado el sostenimiento de madera para evitar la ruina de las explotaciones. Sin duda, puede considerarse este texto como uno de los primeros intentos de regular y hacer sostenible la explotación forestal.

De transporte del mineral. Autor, Raimundo Pastor

De transporte del mineral

El transporte del mineral hasta la superficie era una operación muy penosa que se realizaba manualmente en capazos a través de las propias galerías, o bien mediante el empleo de tornos instalados en la boca de los pozos. Para las operaciones de izado también se utilizaban cables confeccionados con fibras vegetales o cuero, bien directamente o combinándolos con poleas. Un caso aparte y excepcional lo constituye la extracción del mineral a través de grandes galerías transversales mediante carros, como ha podido constatarse en explotaciones mineras próximas a las de Almadén.

Pero sin duda, el gran logro de ingeniería de minas romana minera lo constituían los pozos verticales para el servicio de explotación (acceso, ventilación, evacuación de mineral y agua, etc). Se trata de una de las obras más audaces que se han realizado nunca. En algunos casos llegaban a alcanzar más de cien metros de profundidad y dos o tres metros de diámetro, y sus paredes se recortaban a pico para evitar derrumbes, un peligro muy real y siempre presente que hubiera supuesto la lenta muerte por asfixia para los esclavos que trabajaban en el interior.

Cinabrio y dolomita. Autor, Felipe García Miñarro

Cinabrio y dolomita

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Julio de 1212. Salvatierra y la gesta de las Navas de Tolosa (1ª Parte)

Julio de 1212. Salvatierra y la gesta de las Navas de Tolosa (1ª Parte)

El lunes 16 de julio de 1212 tuvo lugar una batalla decisiva entre cristianos y almohades en las llanuras de las Navas de Tolosa. La victoria cristiana tuvo una importancia crucial, aunque las acciones se iniciaron en realidad mucho antes. Desde 1209 el rey Alfonso VIII de Castilla venía realizando una activa acción repobladora a la que se sumaba el esfuerzo bélico de Pedro II de Aragón, quien en esos mismos años ocupaba los castillos de Ademuz, Castielfabib y Sortella, bastiones importantes en el camino a tierras valencianas. Los almohades, disgustados, rompieron hostilidades y se prepararon para la batalla: empezaba así la gran aventura de las Navas, que significó no solo el derrumbamiento del poder almohade sino también el principio del fin de la presencia musulmana en la península.

Sierra Morena. Autora, Olga Berrios

Sierra Morena. Autora, Olga Berrios

En 1211 el soberano almohade despachó mensajeros a las regiones africanas del Magreb, Ifriquía y países del sur para que preparasen la guerra. También ordenó a los gobernadores de Sevilla y de Córdoba que reorganizasen el ejército, dispusiesen alojamiento y comida para el ejército, y arreglasen los caminos que conducían a los llanos de Castilla. Todavía en pleno invierno, el 5 de febrero, el inmenso ejército musulmán concentrado en Marraquech salía buscando el estrecho y el paso hacia la península, lo cual no se realizó hasta un mes más tarde, el 18 de marzo. Cuatro largas semanas necesitaron las fuerzas allí acantonadas para cruzar hacia Tarifa, desde donde tras unos días de descanso iniciaron la marcha a Sevilla y Córdoba.

Castillo de Salvatierra. Autor, Zubitarra

Castillo de Salvatierra. Autor, Zubitarra

Mientras tanto los castellanos hacían preparativos con algún retraso. A pesar de conocer lo que se avecinaba seguían realizando incursiones de desgaste en tierras de Al-Ándalus, como la cabalgada que en 1211 arrasó los campos de Andújar, Baeza y Jaén. Fue en Cuenca, el 25 de junio, cuando el rey Alfonso VIII recibió informes precisos sobre la llegada del Califa a Córdoba y sobre la concentración de fuerzas musulmanas. El objetivo de los infieles estaba claro: atravesar Sierra Morena y atacar el castillo de Salvatierra, al sur de Ciudad Real, para desde allí provocar un encuentro con las huestes cristianas y proceder así a su aniquilación.

Continuará…

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Fotografía de portada: Alcázar de Sevilla. Autor, Tilo 2006
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Las minas de Almadén hace dos mil años. Un día en la vida de los mineros del mercurio (2ª Parte)

Para solucionar esta circunstancia, los romanos generalizaron la realización de grandes galerías de desagüe allí donde era topográficamente posible, o bien utilizaron sistemas escalonados de bombeo como la noria o el tornillo de Arquímedes. Las norias fueron perfeccionadas posteriormente por los pueblos árabes, pero en tiempos romanos consistían simplemente en una estructura vertical de cazoletas de madera, las cuales subían el agua depositada en el fondo gracias a una rueda movida por trabajo manual. El tornillo de Arquímedes, también de tracción manual, suponía una variación novedosa en la que el bombeo podía conseguirse gracias a un plano inclinado y un movimiento helicoidal ascendente, similar a los tornillos usados hoy en día. Algunos investigadores opinan que el tornillo de Arquímedes es mucho más antiguo de lo que se cree, y que fue utilizado para el riego en los famosos jardines colgantes de Babilonia, una de las siete maravillas del mundo antiguo.

Mercurio nativo, Cinabrio

Mercurio nativo, Cinabrio

Las minas de Almadén tuvieron pleno rendimiento durante la dominación romana, pero curiosamente, su gran valor no fue el de la obtención de mercurio (que los romanos consideraban de uso menor), sino más bien de un producto que para la sociedad de la época resultaba clave: el bermellón. De hecho Almadén, y por definición toda la Bética romana, se convirtió muy pronto en el principal centro de producción de este tinte en todo el Imperio. El bermellón no era otra cosa que cinabrio de gran riqueza molido y lavado para eliminar las impurezas que contenía. Para conseguirlo se trituraba el mineral hasta reducirlo a polvo y, tras lavarlo varias veces, lo purificaban hasta obtener un tinte rojo de gran calidad que se destinaba a usos tan variados como pintar los ojos de las estatuas imperiales, o ruborizar las pálidas mejillas de las patricias (esta moda, por cierto, causaba furor en Roma por aquella época).

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Interior de la mina

Sin embargo estos trabajos de molienda no se realizaban en Almadén. Todo estaba destinado a Roma, hasta donde navegaban los barcos procedentes de Hispania cargados con el mineral en bruto. La razón nos la explica Teofrasto, que alude al extremo celo con que se trataba todo lo relacionado con el bermellón para evitar la propagación del secreto, y en consecuencia la creación de mercados ajenos al control de Roma. Plinio resulta más explícito cuando escribe que: «esta mina se cerraba con llave, la cual guardaba el gobernador de la provincia y cada vez que la había de abrir era necesario una orden del Emperador, y que se volvía a cerrar en sacando la cantidad suficiente para enviar a Roma».

Continuará…

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Puerta de Carlos IV. Almadén


Fotografía de portada: Plaza toros de Almadén

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Las minas de Almadén hace dos mil años. Un día en la vida de los mineros del mercurio (1ª Parte)

Aunque el «agua de plata», como era denominado antiguamente el mercurio, ya era utilizado por las ancestrales civilizaciones China e India hace más de cuatro mil años, fue sobre todo tras el descubrimiento de los gigantescos yacimientos de Almadén cuando este metal noble comenzó a ser importante en todo el mundo conocido. El filósofo griego Teofrasto habla ya de las minas de cinabrio en el siglo IV a.C., mientras que Plinio alude al importante comercio de este mineral entre Sisapo (ciudad situada según algunos estudiosos en el valle de Alcudia) y las principales urbes de Grecia y Roma. La construcción de la calzada romana que enlazaba Mérida con Tarraco ayudó en gran medida a este mercado, y no cabe duda de que Almadén adquirió pronto importancia capital, puesto que el mercurio era por entonces muy buscado al constituir un ingrediente clave en la fabricación de medicinas y productos cosméticos, así como en la obtención del bermellón, el codiciado tinte rojo.

Restos de Sisapo. Autor, Mabonillog

Restos de Sisapo

Faltaba aún mucho tiempo para la llegada del español Medina y su técnica de amalgamamiento con mercurio, gracias a la cual podía extraerse fácilmente el oro y la plata aprisionados en los minerales de los que formaban parte. Dicho sistema contribuyó enormemente al auge de la minería americana durante la época colonial, aunque hay que decir que la propiedad de formar amalgamas ya era conocida y utilizada por los fenicios en el siglo VII a.C. Pero cualquiera que fuera su uso posterior, lo cierto es que el trabajo en las minas de Almadén, al igual que en todas las existentes durante aquella época, era una de las ocupaciones más difíciles y arriesgadas que podían tocar en suerte a un ser humano. Las condiciones casi infrahumanas en las que los operarios trabajaban diariamente hacían que la mano de obra fuese casi inexistente, lo que obligaba a reclutar «voluntarios» entre la población esclava procedente en muchos casos de otras partes del Imperio… ¿Cómo era en realidad un día cualquiera para los mineros del mercurio hace dos mil años?

Almadén desde la Cruz de los Mineros. Autor, rutasdelmercurio.wordpress.com

Almadén desde la Cruz de los Mineros

Las minas eran, para empezar, una inversión muy costosa. La planificación y estructuración de grandes yacimientos hizo que muchas veces los gastos corriesen a cargo de la administración pública, a través de los gobernadores romanos provinciales, que a menudo explotaban directamente las minas o las arrendaban a inversores privados. En el ámbito de la minería subterránea, como ésta de las minas de Almadén, esta planificación permitió resolver con relativo éxito el principal problema existente, que era la existencia de agua en el terreno. Bien por los aportes del exterior en época de lluvias o por la propia circulación natural de las aguas subterráneas, la progresión en profundidad de cualquier explotación se enfrentaba siempre con el peligro de inundación de galerías y la reducción del rendimiento de los esclavos, que en la mayoría de los casos trabajaban en un ambiente penoso, con agua y el barro hasta las rodillas.

Continuará…

Hornos de Bustamente

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Cabalgando con Don Quijote. Una de Duelos y Quebrantos (2ª Parte)

Cabalgando con Don Quijote. Una de Duelos y Quebrantos (2ª Parte)

A pesar de la explicación dada por el manchego al señor Starkie, lo cierto es que el origen de este plato está, todavía hoy, inmerso en la incógnita más absoluta. La teoría anteriormente citada es además poco probable, ya que la carne de las reses muertas solía servirse seca y adobada, constituyendo hasta hace poco un alimento «de campaña» para la dura labor del pastor. Poco se parece esta «suela de zapato» al plato servido en restaurantes y mesones de la tierra, del que solo comparte su confección sencilla y sin adornos, y para el cual se emplean los productos propios de una casa de agricultores. Además, si hemos de creer a las crónicas históricas, no nos imaginamos a toda una reina como Mariana de Austria, esposa del inefable Felipe IV y objeto, junto a su marido, de las burlas procaces de Quevedo, participando de ese plato campesino en 1669 cuando recaló en casa de unos labriegos de La Roda que le dieron hospedaje. De ser así, nuestro genial escritor hubiera hecho con esta escena los mejores versos de su magreada pluma.

Pórtico de la Casa de la Inquisición. Villanueva de los Infantes. Autor, Rafa

Pórtico de la Casa de la Inquisición. Villanueva de los Infantes. Autor, Rafa

Todavía hoy existen discrepancias acerca de la receta de los «Duelos y quebrantos», aunque todos coinciden en que el revuelto con huevo es una presentación básica. A partir de aquí, sin embargo, no existe unanimidad alguna en los ingredientes: chorizo, jamón, tocino de cerdo e incluso sesos de cordero, como lo afirma el Diccionario de Autoridades de 1732, donde se hace mención a este plato de La Mancha como una simple tortilla de sesos y huevos. Pero es precisamente este nombre tan peculiar de «Duelos y Quebrantos» el que nos sirve de guía para desentrañar su oscuro origen: algunos entendidos afirman con rotundidad que el nombre alude al «quebranto» del ayuno obligado por comer carne de cerdo (lo que hoy llamamos torreznos), por parte de practicantes judíos o musulmanes. La jugada le salía ni que pintada a la Inquisición, ya que ante cualquier sospecha de hallar judío o morisco tras la fachada de un cristiano viejo, a menudo se ofrecía al desdichado este plato para así comerlo a la vista de todos… Si no probaba bocado quedaba desenmascarado. Y si lo hacía, entonces violaba sus propias leyes y se condenaba él mismo ante la ley de Dios.

Duelos y quebrantos del siglo XXI

Duelos y quebrantos del siglo XXI

Otros sabios, sin embargo, no hilan tan fino. Y es que este alimento recibía también por entonces el nombre de «La merced de Dios», pues no debía de faltar en ninguna casa y menos aún en la de los más pobres. Por ello, se argumenta, las miserias ocasionadas entre la población por las frecuentes guerras feudales de los siglos XIV y XV dieron lugar a la preponderancia de platos guisados con despojos de animales, lo que hoy llamamos «menudo», esto es, manos y patas de aves, cabezas de carnero con sus sesos, pezuñas, vísceras y, por supuesto, revuelto de huevos fritos con torreznos… De ahí vino el primer nombre dado a este pobre manjar, «penas y miserias», y que derivó más tarde en nuestros «Duelos y quebrantos» de indudables connotaciones cervantinas.

Vieja friendo huevos. Diego Velázquez, Óleo sobre lienzo. 1618

Vieja friendo huevos. Diego Velázquez, Óleo sobre lienzo. 1618

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Cabalgando con Don Quijote. Una de Duelos y Quebrantos (1ª Parte)

Cabalgando con Don Quijote. Una de Duelos y Quebrantos (1ª Parte)

En una España empobrecida y famélica como aquella de Don Quijote, la cocina del hidalgo manchego se nos presenta siempre sobria, suficiente y sin alardes. Los “Duelos y quebrantos” constituyen un ejemplo típico de este yantar socorrido que pretende aprovechar lo que hay, y que ya en el primer párrafo de Don Miguel queda establecido junto al carácter rotativo y rutinario de la pitanza:
«En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda.»

Don Quijote outside Kennedy Center. Autor, mjlaflaca

Don Quijote outside Kennedy Center. Autor, mjlaflaca

Por cierto que este modelo repetitivo es fórmula habitual de la época. Así, en el “Entremés del Mayordomo” de Quiñones de Benavente se nos muestran los diferentes platos a consumir cada día de la semana, en un programa muy propio de casas de huéspedes o de colegio mayor:

“Jueves y domingo, manjar blanco
Torreznos, zigotico, alguna polla,
Plato de yerbas, reverenda olla,
Postres y bendición…
Los viernes, lantejillas con truchuela
Los sábados, que es día de cazuela
Habrá brava bazofia y mojatoria,
Y asadura de vaca en pepitoria
Y tal vez una panza con sus sesos
Y un diluvio de palos y de huesos”.

Olla podrida. Autor, desconocido

Olla podrida. Autor, desconocido

Sin duda el plato que ofrece mayor misterio en el menú de nuestro hidalgo es el de “Duelos y quebrantos”, sobre el cual ilustres cervantistas de todas las épocas han vertido ríos de tinta. Al parecer, en la época de Don Quijote se trataba originalmente de una comida de sábado asociada a lo que hoy llamaríamos casquería (despojos, asaduras, vísceras, patas, sesos). Esta costumbre horrorizaba a los extranjeros que visitaban Castilla, puesto que en aquellos años la cristiandad occidental tenía prohibido consumir cualquier tipo de carne en sábado.

La respuesta de los castellanos era feliz: “los despojos, vísceras, patas, cabezas y sesos no es carne aunque esté en ella”. Como el tocino (de ahí vendrá el torrezno) se incluía en el menudo de cerdo, su consumo estaba igualmente permitido durante ese día para escándalo de los rigoristas.

Racimo de uva en La Mancha. Autor, Cagiga

Racimo de uva en La Mancha. Autor, Cagiga

En realidad, pocas personas pueden dar una explicación convincente acerca del origen de este plato, aunque una de las más pintorescas es la que refiere el célebre viajero irlandés Walter Starkie, que visitó Campo de Criptana en la primera mitad del siglo XX:
“Criptana es el sitio más acogedor de toda la Mancha; una ciudad de gente gruesa, de gente pacífica. En dos días apenas logré ver ningún hombre alto y delgado o de mejillas enjutas. Mi ración, durante mi estancia allí, consistía en comentarios sobre el libro inmortal.
– ¿Qué cenaré esta noche? ¿Por qué no “Duelos y quebrantos” siendo sábado?
– ¿Usted sabe por qué lo llaman “duelos y quebrantos”? – me dijo una persona distinguida de la localidad.
– Supongo que se refiere a los desperdicios de la carne que son la comida del pobre.
– Ya se conoce que no es usted manchego, si no, no diría eso. “Duelos y quebrantos” son términos estrictamente manchegos. Los pastores de aquí desempeñan un puesto de confianza cerca de sus amos y son responsables de cada oveja que está a su cuidado. Si muere una por accidente el pastor la desuella y cura la carne con sal y ajo. Luego el sábado, día de entregar la cuenta va a ver a su amo y le enseña la piel como prueba de que el cordero ha muerto. Entonces él se lleva la carne para cocerla en su casa. La pérdida del cordero es una pena, “duelo”, y un “quebranto” para el amo. He aquí la explicación”.

Continuará…

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Albacete y el ancestral arte de la navajería

cuchilleria albacete

Si hay algo por lo que Albacete es conocida en todo el orbe es precisamente por sus archifamosas navajas, orgullo de arrieros y pastores, y terror de viajeros por cualquier serranía ibérica en épocas pasadas, no excesivamente lejanas en el tiempo. El oficio de cuchillero parece que tiene raíces árabes, pero en cualquier caso esta importante actividad artesanal se consolidó a partir del siglo XV. En la segunda mitad de la centuria siguiente la producción había empezado a diversificarse con la fabricación de tijeras, pinzas y otros objetos cortantes.

El 90% de los talleres artesanos se concentraba, paradójicamente, en la calle de los Zapateros, en tanto que en otras localidades españolas existen calles denominadas de Cuchilleros o Cuchillería, pese a que esta actividad nunca alcanzó la calidad y notoriedad propias de Albacete.

Detalle de navaja artesanal. Autor, Navaja Artesanal Albacete

Detalle de navaja artesanal

Los artesanos empezaban por preparar el mango de asta. Después se recortaba la hoja a partir de una plancha de acero y más tarde, en la fragua, se daba a la hoja el temple que era la característica distintiva de las navajas albaceteñas. Por último se procedía al muy artesano y paciente montaje, que incorporaba muelles, virolas, ruedecillas dentadas, etc. En el siglo XVIII comenzaron a imponerse restricciones al uso de las navajas, y aunque las de Albacete llegaban prácticamente a toda España, la comercialización era aún bastante rudimentaria ya que en buena medida se basaba en la figura del navajero (un término hoy asociado a siniestras reminiscencias), como se llamaba entonces al muy honorable vendedor ambulante que transportaba un variado muestrario de piezas.

Fuente de las ranas. Albacete. Autor, Gabriel Villena

Fuente de las ranas. Albacete

Cuando los trenes se detenían en la estación de Albacete, allí estaban ya esperando estos navajeros de antaño con el propósito de «atracar» a los viajeros en el mejor sentido de la palabra: esto es, colocarles alguna labor de la mejor artesanía cuchillera local. En 1908 se instalaron las primeras fábricas, es decir, se superó la fase meramente artesana iniciándose la producción masiva en el sentido moderno. Por supuesto los artesanos han persistido hasta nuestros días como auténticos maestros dedicados a producir piezas de coleccionista y de categoría artística. En 1925 funcionaban 12 fábricas, y a finales de la década de los 50 se atravesó por una crisis que obligó a hacer profundas remodelaciones en el sector. Hoy la cuchillería albaceteña ha incorporado la tecnología más avanzada y exporta sus productos a muchos países, con numerosas empresas a pleno rendimiento y una ocupación que hace algunos años llegaba a casi 2000 personas.

Atardecer en los Llanos de Albacete. Autor, Sergio B.

Atardecer en los Llanos de Albacete

Nada mejor que recorrer las salas del Museo de la Cuchillería si se quiere conocer este importante escaparate de la economía local. Ubicado en la casa del Hortelano, en la plaza de la Catedral, es uno de los tres únicos museos de cuchillería que existen en todo el mundo y posee piezas antiguas, modernas y algunas verdaderas obras de arte… no dejéis de visitarlo si alguna vez recaláis en la ciudad. Os sorprenderá!

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Un viaje a la edad media de “la muy noble y leal Ciudad Real” (2ª parte)

Un viaje a la edad media de “la muy noble y leal Ciudad Real” (2ª parte)

Desde la primitiva fundación de la ciudad sobre una aldea de Alarcos llamada Pozuelo de Don Gil, y que se extendía alrededor de la actual catedral, Ciudad Real se desarrolló con el objetivo claro de repoblar esta zona fronteriza al sur de Toledo, obstaculizando de paso las avanzadillas musulmanas que pudiesen dirigirse hacia la antigua capital enclavada sobre el Tajo. Pero además, el rey Alfonso X quiso de esta forma mermar el poder creciente que las Ordenes militares (y en especial la de Calatrava) tenían sobre el territorio, lo que era una clara amenaza para su propio poderío. Eran los tiempos de fundación de la Mesta, y la importancia del secano y los pastizales nos llevan a pensar precisamente en un importante centro ganadero, que debió de ser fuente constante de tensiones entre monarquía y maestres.

Iglesia de San Pedro. Puerta del perdón. Autor, J. Ramón

Puerta del perdón. Iglesia de San Pedro. Autor, J. Ramón

Un punto anecdótico fue la dificultad para la construcción de la primitiva muralla, puesto que materiales necesarios como la madera escaseaban extraordinariamente en toda la zona. Se sabe que debieron traerse troncos desde puntos tan alejados como Alcaraz y Cuenca, y esta fue además la razón de la lentitud con que se desarrolló la ciudad en sus primeros tiempos (en 1298 todavía se trabajaba en su construcción). Por otro lado, la carencia de piedra hizo que muchos lienzos se levantasen únicamente con tierra, formando taludes que en algunos tramos eran bastante gruesos. En cualquier caso es evidente que si el contorno de la muralla coincidía con la actual vía de circunvalación, el espacio interior debió ser inmenso, demasiado amplio para estar ocupado totalmente.

Fiestas de la Pandorga. Autor, Jose Maria Moreno

Fiestas de la Pandorga. Autor, Jose Maria Moreno

Se cree que el recinto primitivo de Ciudad Real albergaba no solo hogares, pequeñas industrias artesanales y edificios públicos, sino también huertas y terrenos de labrantío. Poco a poco, estos despoblados fueron ocupándose con el florecimiento de la urbe en el siglo XV y se mantuvieron hasta la destrucción de la muralla en el XIX, durante la primera Guerra Carlista. Los lienzos defensivos se utilizaron también para diversos fines de tipo civil, entre los que destacan el de cantera para materiales de construcción de los edificios construidos a principios del siglo XX, y curiosamente, para rellenar una laguna cercana que se había producido artificialmente durante los primitivos trabajos de construcción de la ciudad, en los tiempos del rey Sabio.

Continuará…

Puerta de Toledo. Autor, Sergio Rue

Puerta de Toledo. Autor, Sergio Rue

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Un viaje a la edad media de “la muy noble y leal Ciudad Real” (1ª parte)

Un viaje a la edad media de “la muy noble y leal Ciudad Real” (1ª parte)

Entre los ríos Guadiana y Jabalón, villa de fuero regio y poblada de ecos cervantinos, Ciudad Real es la capital insigne de una provincia marcada por la historia y el arte: la historia en los hitos de la poderosa Orden de los Calatravos, poseedores en un pasado de la totalidad de estas tierras; y por el arte, como no, hecho todo aventura gracias a las andanzas del Caballero de la Triste Figura. Hoy, los nuevos caballeros andantes del siglo XXI saben que aquí seguirán encontrando mesones, molinos, escudos y recuerdos de una crónica bordada por el sol. Una crónica en la que los viñedos y el cereal, los castillos, las iglesias y los conventos desfilan por doquier en la retina del viajero que se apreste a descubrirlos.

Reloj del Carillón Plaza mayor de Ciudad Real. Autor, Viajes en la mochila

Reloj del Carillón Plaza mayor de Ciudad Real. Autor, Viajes en la mochila

Ciudad Real es una de las pocas capitales de provincia españolas cuyo pasado no es íbero ni romano, sino que entronca directamente con las fundaciones que se efectuaron en la Edad Media a raíz del avance cristiano. Espectacular debió ser la villa fronteriza en sus primeros tiempos, puesto que para asegurar su defensa frente a las incursiones sarracenas se le dotó de un alcázar y de nada menos que 21 torres defensivas.

Parque Arqueológico de Alarcos-Calatrava. Autor, Kike Mad

Parque Arqueológico de Alarcos-Calatrava. Autor, Kike Mad

Desde la ya lejana fundación efectuada en 1255 por Alfonso X el sabio, Ciudad Real pareció destinada a constituir un referente urbano de primer orden en la península. Para 1420 ya se había completado su edificación, y de aquella época de prosperidad se conservan todavía varios lienzos de muralla, iglesias y algunas de las torres defensivas. Sin embargo, este trazado nada tenía que ver con el original levantado en el siglo XIII. A principios del siglo XV Juan II le dio a la villa el rango de “Muy Noble y Leal Ciudad Real”, y en aquellos tiempos la muralla llegó a tener más de 4 km de perímetro y contar con la friolera de 130 torreones, cuyo lugar lo ocupan hoy las vías de circunvalación de la moderna urbe.

Continuará…

Interior del Santuario de Nuestra Señora de Alarcos. Autora, Lucía Ponce

Interior del Santuario de Nuestra Señora de Alarcos. Autora, Lucía Ponce