Publicado el Deja un comentario

Los Humedales de La Mancha: tesoros naturales de España

agua

El agua es vida y nuestro planeta le debe gran parte de su existencia a este elemento

Un 70% de la superficie de la Tierra está formada por agua y el 30 restante corresponde a la masa continental.

La presencia del agua ha marcado desde siempre la evolución de la humanidad y el desarrollo de las civilizaciones (Sumeria, Egipto, Roma). Estas y otras se sirvieron de su ingenio tecnológico y destreza para canalizarla, almacenarla y transportarla a sus campos, pueblos y ciudades con la construcción de molinos, acueductos y norias.

En periodos de escasez y sequía, los diferentes grupos humanos se las ingeniaron, donde se lo permitieron las características hidrogeológicas del subsuelo y la tecnología de excavación de la época (Edad de Bronce) para perforar el mismo y alcanzar los niveles freáticos. Nos encontramos en un momento de creciente complejidad social y el nacimiento de las primeras culturas jerarquizadas en La Mancha, en este caso, determinadas por una situación climática concreta caracterizada por su extrema aridez. Esto permitió la vertebración y la reorganización del territorio en torno a nuevos y diferentes asentamientos: la Cultura de las Motillas o Bronce Manchego.

Igualmente, los ríos, lagos y mares han sido y son todavía una de las vías de comunicación más importantes permitiendo el florecimiento del comercio, viajes de exploración, intercambio de ideas y un sinfín de prácticas que han determinado el desarrollo y futuro de las diferentes culturas humanas.

flamenco

ruidera turismo castilla la mancha

tablas daimiel

«La Mancha» significa tierra seca, alta planicie, tierra de espartos…

La etimología del topónimo La Mancha posee diferentes acepciones que subrayan el carácter árido y seco de esta tierra.

Sin embargo, los Humedales de la Mancha nos recuerdan un pasado en el que el agua no fue un espejismo en nuestra zona conformando un paisaje que atesora una riqueza y un interés natural, botánico, geológico, ornitológico únicos en el mundo. Un oasis de extraordinaria biodiversidad.

La proliferación de este tipo de entornos lacustres en nuestra comarca obedece a la confluencia de una serie de factores tectónicos, climáticos, así como la existencia de acuíferos subterráneos, una llanura con escasa pendiente determinando una tipología de los fondos endorreicos y humedales que se han convertido en uno de los rasgos más característicos de La Mancha.

La mayoría de este tipo de humedales son de tipo endorreico, es decir, donde el agua no tiene salida hacia el mar u océano favoreciendo la concentración de sales y nutrientes que dan origen a estos.

Por lo general, los humedales manchegos son lagunas de reducido tamaño con una morfología muy variada, de régimen estacional y de aguas someras y salobres de escasa profundidad que provienen principalmente de las precipitaciones, de pequeños arroyos, ríos y de las aguas subterráneas.

Los estudios realizados en la región sobre humedales ponen de manifiesto la existencia de al menos 400 humedales de tipologías muy diversas: lagunas de origen volcánico (Campo de Calatrava), lagunas asociadas a sistemas fluviales sobre llanuras de inundación (Laguna del Taray y Tablas de Daimiel), lagunas asociadas a formaciones de origen kárstico como las Lagunas de Ruidera (Campo de Montiel), humedales estacionales salinos y salinas interiores.

El territorio por el que se extienden estos humedales abarca las provincias de Ciudad Real, Toledo y Cuenca.

laguna manjavacas mota del cuervo

birdwatching

campo de montiel

Los complejos lagunares más importantes los encontramos en Lillo, Villacañas, Villafranca de los Caballeros, Quero, Alcázar de San Juan, Pedro Muñoz, Mota del Cuervo, Ruidera y Tablas de Daimiel

El clima predominante en esta zona es el mediterráneo continental caracterizado por inviernos rigurosos, veranos cálidos, sequía estival, irregularidad en las precipitaciones, fuertes oscilaciones térmicas y notable aridez. Factores que influyen en la estacionalidad y hasta en la propia pervivencia de los humedales.

El paisaje manchego, generalmente, se caracteriza por grandes extensiones de llanuras dedicadas al cultivo de la triada mediterránea (cereales, vid y olivares principalmente), con vegetación arbolada muy escasa y algunos cerros testigos dispersos por el territorio de origen paleozoico y mesozoico.

A esto se suma la diversidad biológica y la riqueza faunística con una gran cantidad de aves migratorias de paso y aves acuáticas que permanecen más tiempo, entre las que podemos destacar las poblaciones de aguilucho lagunero, flamenco común, avoceta, cigüeñuela y pagaza piconegra.

También podemos destacar la nutria, tejón, topo ibérico, lagartija, galápago europeo, cangrejo rojo, etc.

Todo ello hace del conjunto endorreico manchego una de las zonas palustres de mayor biodiversidad y relevancia en la Península Ibérica.

La vegetación típica está compuesta por marjales o pajonales palustres, esto es, helófitos emergentes o altas herbáceas que enraízan en el fondo de zonas húmedas, como eneas, carrizos, juncos, la excepcionalidad de la masiega (Cladium mariscus), tarayes, etc.

También nos podemos encontrar con un conjunto de plantas de ecosistemas propios de saladares, ya que, debido al proceso de evaporación, algunos humedales, dan lugar a la formación de suelos salinos, a los que los vegetales han sabido adaptarse, como las orlas halófilas de Sarcocornia fruticosa, varias especies de Limonium sp. o tapetes de Microcnemum coralloides.

laguna lillo

senderismo castilla la mancha

bigotudo castilla la mancha

La biodiversidad de los Humedales de La Mancha se encuentra constantemente amenazada

La sobreexplotación de los acuíferos, las prácticas agrícolas intensivas con la apertura de pozos para regadío, la disminución de las precipitaciones motivada por el cambio climático, la contaminación de las aguas por vertidos de aguas residuales sin depurar, de fitosanitarios y fertilizantes, la fuerte presión urbanística debido a que muchos de estos humedales están próximos a núcleos de población, son algunos de los riesgos y problemas a los que se enfrentan muchos de estos humedales, acelerando la pérdida de biodiversidad y poniendo en riesgo su viabilidad y supervivencia en el futuro.

Para poner coto a estas amenazas Castilla – La Mancha cuenta desde 2002 con un Plan de Conservación de Humedales, que se marca como objetivo fundamental el desarrollo y la conservación de los valores naturales y en particular aquellos que se vinculan de una forma estrecha con las zonas húmedas castellano-manchegas.

Previamente, en el año 1981 se declaró la Reserva de la Biosfera de la Mancha Húmeda, con una superficie de 25000 ha. sin una delimitación precisa, en las que se encontraba, como espacio más representativo el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel.

Otra figura de protección y conservación importante es el Convenio Ramsar, el cual fue ratificado por España en 1982, cuyo objetivo es «la conservación y el uso racional de los humedales mediante acciones locales, regionales y nacionales y gracias a la cooperación internacional, como contribución al logro de un desarrollo sostenible en todo el mundo».

Esta lista integra las zonas húmedas más importantes del mundo desde el punto de vista de su interés ecológico y de conservación de la biodiversidad.

En él se encuentran incluidos ocho de los humedales de Castilla – La Mancha más destacados por su riqueza y singularidad a nivel mundial: Laguna de Manjavacas (Mota del Cuervo), Lagunas de Alcázar de San Juan y Villafranca, Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, Laguna de la Vega (Pedro Muñoz), Lagunas de Puebla de Beleña, Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, Laguna del Prado (Pozuelo de Calatrava) y Laguna de El Hito (Cuenca).

Igualmente, la Red Natura 2000 en Castilla-La Mancha se compone de espacios LIC (Lugares de Importancia Comunitaria), declarados ZEC (Zonas Espaciales de Conservación), y de espacios ZEPA (Zonas de Especial Protección para las Aves) que engloba, entre otras zonas de gran importancia y riqueza natural, los humedales manchegos.

grullas tablas daimiel

kayak ruidera

Lagunas Ruidera

La Mancha es una de las regiones naturales e históricas de mayor extensión de España y que atesora un contraste paisajístico de un enorme valor

Un destino ideal para disfrutar de sus parajes naturales acompañado de amigos o en familia, gracias a una amplia variedad de actividades de turismo activo, ecoturismo, agroturismo y turismo cultural.

Algunas de las actividades que podemos disfrutar en estos enclaves son visitas guiadas personalizadas, rutas senderistas, rutas en kayak, buceo, iniciación a la marcha nórdica, rutas espeleológicas, rutas de cicloturismo, actividades de educación ambiental, rutas ornitológicas o birdwatching (donde podemos observar especies como el sisón, la avutarda, la garza imperial o la grulla), fotografía de naturaleza…

Igualmente, os proponemos descubrir el importante legado patrimonial y cultural que posee nuestra tierra donde destacamos las visitas guiadas a Almagro y Villanueva de los Infantes, iconos del Siglo de Oro en nuestra región; parques y yacimientos arqueológicos como Alarcos, Calatrava la Vieja y La Motilla del Azuer; el conjunto del Albaicín y los Molinos harineros de Campo de Criptana, El Toboso, etc.

Planifica tu ruta por los Humedales de La Mancha con nosotros. Solicita más información o recomendaciones sobre que hacer, que ver, donde dormir o donde comer para preparar tu escapada AQUÍ

Un artículo de José Manuel Lucerón para sabersabor ©

Publicado el 1 comentario

Alcaraz, la ciudad de las dos torres

Se encontraba Alcaraz entre las ciudades consideradas de alto rango. Pero durmió durante demasiado tiempo a la sombra de su propia historia. Tuvo un pasado denso, repleto de sucesos bélicos, que cuentan la dureza con la que se forjó la localidad y también sus momentos dulces, cuando la fabricación de alfombras era prestigiosa en todo el mundo.
Ahora muestra orgullosa su conjunto monumental e intenta revivir mejores tiempos aportando una oferta turística y de servicios para los enamorados de la historia y del arte.

campos-de-alcaraz-autor-pepe-gomez-blasi

Campos de Alcaraz

La decadencia histórica de una ciudad siempre es explicable; obedece a un sinfín de factores y circunstancias difícilmente apreciables sin la distante mirada que ofrece el paso del tiempo. Pero en Alcaraz no deja de ser paradójico este fenómeno, más si cabe teniendo en cuenta que aún hoy se sitúa en un enclave geográfico privilegiado desde el punto de vista de las comunicaciones. Aposentada entre las estribaciones de la sierra que lleva su nombre, Alcaraz es un paso casi obligado para las carreteras y caminos que suben desde el norte andaluz y las que se acercan a Levante desde La Mancha.
Su historia se remonta a tiempos prehistóricos como demuestran las pinturas y restos neolíticos hallados en el cercano yacimiento al abrigo de los Batanes. Durante su existencia íbera respondió al nombre de Urcesa, hasta que la presencia musulmana llegó a la península. A partir de aquí comienza a denominarse Al Karrash, de donde ha derivado el actual nombre. Fueron los árabes quienes concibieron la construcción del castillo del que en la actualidad se conservan escasos restos. A partir de entonces se sucederán hechos violentos que jalonarían toda la historia de Alcaraz.

restos-del-acueducto-al-fondo-restos-del-castillo-autor-santiago-lopez-pastor

Restos del acueducto. Al fondo restos del castillo

Uno de los primeros fue el protagonizado por Ordoño II, el cual asoló la ciudad en el año 900. La etapa cristiana se inicia con la toma de la villa por el rey Alfonso VIII en 1213, quien la convierte en uno de los enclaves estratégicos más importantes para conseguir la reconquista del reino de Murcia. Desde allí podían enviarse ejércitos, intendencia y tropas de refresco tras los choques en la frontera. Tanta fue su importancia que aquí se reunieron en el año 1265 dos soberanos, conocidos por los sobrenombres de El Sabio y El Conquistador. Si, se trataba de Alfonso X, rey de Castilla, y Jaime I, monarca de Aragón, que se entrevistaban para hacer la repartición de las tierras que iban a conquistar al moro.
Es así como se inicia uno de los periodos de mayor brillantez de esta localidad, que se prolongaría hasta la desaparición del peligro musulmán y con ello del valor estratégico del lugar.
Alcaraz ya había recibido Fuero y Concejo por concesión real, y más tarde, en 1429, se le concedió el título de ciudad. En el año 1470 sería cedida por Enrique IV al marqués de Villena, quien la perdería en favor de los Reyes Católicos. No fue cedida ni graciosamente donada la ciudad por el marqués, sino literalmente perdida en aquellos tiempos en los que Isabel y Fernando se esforzaban por disminuir el poder señorial. El noble opuso gran resistencia en muchas de sus plazas, como Alarcón o Belmonte, pero los habitantes de Alcaraz se alzaron a favor de los monarcas. Este episodio marcaría el fin de la gestación de la ciudad, que después viviría años de florecimiento.

calle-mayor

Calle Mayor

El siglo XVI significa para la ciudad el renacimiento tanto en términos de prosperidad, como artísticos. Es la época en que Carlos I cede el señorío de Alcaraz a Isabel de Portugal, concretamente en el año 1526. Se dispara el crecimiento urbanístico y surgen muchas construcciones de carácter monumental. Se deja sentir la prosperidad económica apoyada en varias decenas de telares en los que se fabricaban alfombras y tapices de gran prestigio en todo el mundo. Algunas muestras de soberbia confección salidas de aquellos talleres se conservan hoy en día en el Museo Metropolitano de Nueva York y fueron expuestas en la Exposición Universal de Sevilla en el año 1992.
Con el paso de los siglos esta antigua industria artesanal entraría en declive al tiempo que comienza a acusarse la decadencia de la localidad, que ya a mediados del siglo XIX, con la segregación de la provincia de Albacete de la de La Mancha, culminaría su paso hacia un profundo sueño.

las-dos-torres-autor-jcastedo

Las dos torres

detalle-en-la-torre-del-tardon-autor-rosa-y-rafa

Detalle en la torre del Tardón

Alcaraz se encuentra plagada de edificaciones levantadas en el siglo XVI que constituyen un conjunto monumental formidable. Para muchos el mayor exponente es la Plaza Mayor, de planta rectangular y proporciones absolutamente armónicas, ideada para involucrar en ella la vida activa de toda la ciudad, como muestran sus tres lonjas, los espacios abiertos y las dos torres, la del Tardón y la de la Trinidad.
La torre del Tardón fue construida a mediados del siglo XVI, es renacentista y su planta es de forma hexagonal, aunque no regular. Su altura está repartida en cuatro cuerpos en los que se aprecian los trabajos del escultor y arquitecto nacido en la villa, nada más y nada menos que Andrés de Vandelvira. Posee un campanario que era de alarmas y avisos, y como tocaba de tarde en tarde, la voz popular la bautizó con su actual nombre. Junto a ella, la torre de la Trinidad, del mismo siglo y planta cuadrada, de aspecto más sólido. El conjunto formado por estas dos torres posee un toque de genialidad y frescura poco frecuentes.

portada-de-la-iglesia-de-la-santisima-trinidad-autor-agustin-puig

Portada de la iglesia de la Santísima Trinidad

La lonja de Santo Domingo se extiende a un lado de la plaza con su galería y sus arcadas, guardando en su interior una sala municipal de exposiciones. Ayudan a cerrar este espacio la lonja del Ayuntamiento y la de la Regatería, mientras el ángulo se completa con el llamado Arco de la Zapatería.
Hay muchas obras interesantes, como la iglesia de la Santísima Trinidad, a la que pertenece la torre del mismo nombre, con portada gótica y capilla renacentista, y muchas otras de siglos posteriores, entre las que se encuentra la iglesia de San Miguel Arcángel. O muy anteriores, como los restos del castillo y del acueducto. No lejos nos encontramos con el santuario de la venerada Virgen de Cortes.
Afortunadamente todo el caudal arquitectónico de Alcaraz se encuentra en buen estado de conservación y, como cabeza de partido, lidera los planes de desarrollo turístico, que fomentan el cuidado de su patrimonio.


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©


Fotografía de portada: Plaza Mayor. Autor, DavidDaguerro

Publicado el 1 comentario

Tragedias, comedias y mimo. El Teatro de Mérida en la época del Imperio Romano (2ª Parte)

Tragedias, comedias y mimo. El Teatro de Mérida en la época del Imperio Romano (2ª Parte)

A finales del siglo I de nuestra era, probablemente bajo influencia del teatro helenístico, los personajes del teatro romano se convirtieron en meras figuras de ballet. Durante la República el texto de las tragedias romanas se dividía en diálogos, recitativos y cantos, de los cuales solo los últimos ofrecían verdadero entretenimiento. Los cantica suponían además un alivio para el público, harto de perder continuamente el hilo del argumento y de unos diálogos que las más de las veces ni se oían. Visto el filón, los jefes de las compañías terminaron subiendo el coro de la orquesta a escena, pero al hacerlo el trabajo de los actores perdió protagonismo al quedar diluido entre los decorados y el lirismo musical. Claro que para entonces este detalle ya no preocupaba a nadie.

Actores romanos en plena interpretación. Mosaico conservado en el Museo arqueológico nacional de Nápoles

      Actores romanos en plena interpretación. Mosaico conservado en el Museo arqueológico nacional de Nápoles

Cada compañía solía tener un grupo de seguidores o fautores, pagados o no, que durante las largas tardes de representación se afanaban por alabar a sus favoritos y abuchear a los contrarios haciendo del todo intrascendente la calidad de la obra. Para más inri los directores no tenían ningún prejuicio a la hora de «arreglar» los manuscritos clásicos a fin de adaptarlos a las exigencias del público. Entre sus prioridades, por ejemplo, se encontraba restringir en lo posible la extensión de los diálogos, de modo que al final la tragedia quedaba en una simple sucesión de pausas líricas separadas por diálogos lo más cortos posible y distribuidos convenientemente para no constituir un estorbo. Los espectadores salían del teatro de Emerita cantando a viva voz cada interludio musical, que se sabían de memoria, aunque no hubiesen entendido nada del argumento de la obra.

Columnata tras el escenario del Teatro de Mérida. Autor, Fernand0

                                       Columnata tras el escenario del Teatro de Mérida. Autor: Fernand0

El teatro se recargó así de elementos accesorios y el aparato escénico acabó por predominar. Por ejemplo, si el asunto exigía que se representase la toma de Troya, esto era un pretexto para hacer desfilar cortejos inacabables de actores, literas y animales de todo tipo. Los prisioneros encadenados pasaban y volvían a pasar por la escena; se presentaban al público despojos de una ciudad, cantidades increíbles de oro y plata, vasos preciosos, estatuas, tejidos orientales, y todo con el fin de excitar la imaginación de unas gentes habituadas a poner la riqueza material por encima de cualquier otra cosa. Al mismo tiempo, la tendencia al realismo hacía que los directores se esforzasen por representar cada episodio de la manera más verídica posible. El rey mítico Penteo, por ejemplo, quien termina destrozado por las bacantes en la famosa tragedia de Eurípides, era efectivamente cogido en volandas y hecho pedazos ante la vista de los espectadores (al actor principal se le cambiaba a última hora por un reo de muerte); el fuego devorando las murallas de Troya no era simulado, sino un incendio verdadero, y Hércules se quemaba sobre su pira de manera literal y entre gritos inhumanos…

Mosaico romano con motivos mitológicos.

                                                              Mosaico romano con motivos mitológicos

Como en una especie de ópera, el público vibraba en las gradas del teatro de Emerita con los espectaculares decorados y el deambular de los coristas y danzarines, moviéndose al son de una melodía interpretada con cítaras, trompetas, címbalos, flautas o acordeón (scabellarii). El coro reforzaba la escena en los momentos álgidos con la cadencia de sus voces, pero era el solista principal (siempre masculino) quien llenaba indudablemente la actuación. Dentro de su repertorio incluía todo tipo de habilidades, entre las que se encontraban no solo cantar o deleitar con su belleza (se sabe que emperatriz Domitia cayó rendida en brazos del actor Paris a causa de la pasión que le profesaba), sino también el uso de artes tales como la mímica, la danza o las acrobacias más chirriantes, viniesen o no a cuento. Para prolongar su juventud y conservar una silueta estilizada, el pantomimo (que así se llamaba nuestro hombre) se sometía a un severo régimen en el que estaban prohibidos los alimentos grasos y las bebidas ácidas, y al igual que ocurría con los divos del pasado siglo no dudaba en tomar purgantes y vomitivos ante una mínima referencia de sobrepeso por parte de sus fans. Obviamente debía seguir estrictos ejercicios de flexibilidad y de modulación de la voz, un ritual en conjunto excesivo que terminó convirtiéndolo en el histriónico personaje que todos conocemos, favorito de las damas y caricaturizado hasta la saciedad en la literatura, el cine y el teatro de todas las épocas.

Río Guadiana a su paso por Mérida. Autor, Tomás Fano

                                                 Río Guadiana a su paso por Mérida. Autor: Tomás Fano

A orillas del Guadiana, Emerita fue una ciudad importante y como tal debieron afluir a ella las más rutilantes estrellas del Occidente romano. Con la salida del pantomimo la pasión se desbordaba entre un público deseoso de seguir sus evoluciones, mientras las féminas suspiraban por sus piruetas y acababan inertes en brazos de amigos o esclavos, aunque no por mucho tiempo. También eran frecuentes las riñas y tumultos protagonizados por seguidores y detractores del solista, que a menudo saldaban la noche con varios muertos y heridos de consideración. Todo ello, evidentemente, contribuía a ensalzar aún más el mito. La presuntuosidad de estas estrellas se revela en una curiosa anécdota de tiempos de Augusto y protagonizada por el famoso pantomimo Pylades I, quien observaba como su alumno Hylas interpretaba a Edipo con gran habilidad durante unos ensayos. El maestro no pudo soportar tamaña afrenta a su ego, de modo que se acercó a su pupilo y le dijo: “Recuerda, Hylas, que eres ciego”.

La vida en la cumbre es dura, y no pasó mucho antes de que estos endiosados artistas descartaran dominar canto y danza simultáneamente. Con Domiciano y Trajano pasaron a ser simples bailarines que dejaban al coro la tarea de entonar los cantica mientras ellos se limitaban a traducir el sentimiento en cada escena por medio de gestos, actitudes y danzas de todo tipo. Excepto en la voz, todo en ellos hablaba: la cabeza, los hombros, los músculos de la cara, las rodillas, las manos… Se sabe que en el siglo II d.C. el solista llegó a alcanzar tal maestría con sus gestos que, sin acudir a la palabra, era capaz de aprenderse de memoria y encarnar consecutivamente a todos los personajes de la obra…

Reproducción de máscaras de teatro clásico. Autor, Javier Marzal

                                           Reproducción de máscaras de teatro clásico. Autor: Javier Marzal

Acueducto Los Milagros, en Mérida. Autor, Rafael dP

                                                    Acueducto Los Milagros, en Mérida. Autor: Rafael dP

Claro que con el tiempo, también, estos divos acabaron matando al arte por culpa de sus acrobacias. Para comenzar invirtieron gravemente el orden de valores y en lugar de acompañar a los cantica con su mímica terminaron por subordinarla a ésta. Los jefes de compañía, los músicos o los libretistas tenían como único fin el lucimiento de la estrella, y nada se hacía sin su supervisión directa: gustaban de regular la puesta en escena, elegir a los actores, dictar los versos, inspirar la música, proponer los decorados y por supuesto elegir cada composición lírica, según fuese adecuada o no a sus virtuosismos o sus deficiencias. En definitiva, habían renunciado a llegar al corazón del público y solo buscaban atraer sus miradas y su aprobación.

Actuación en el teatro de Emerita. Autor, Antonio Pineda

                                                  Actuación en el teatro de Emerita. Autor: Antonio Pineda

Y mientras tanto el arte escénico seguía cayendo a sus cotas más bajas, que rayaban a veces en lo estrafalario. Se preferían por ejemplo las obras de género negro donde los actores sembraban espanto a base de intrigas, gritos histéricos por todo el escenario y un generoso derroche de sangre. O libidinosas, dado que siempre fue mucho más fácil y “seguro” apelar al sentido erótico del respetable… Pero a pesar de la caída en picado no todo fueron malas noticias. La necesidad de encontrar nuevos modos de agradar al público también trajo consigo una originalísima modalidad de interpretación, y que ya entonces hacía furor entre la plebe: el mimo. Era ésta una farsa burlesca que trataba de acercarse lo más posible a la realidad. Eso sí: al igual que en la vida misma, cruda y sin adornos, los argumentos se basaban también en las situaciones más groseras y en los personajes más bajos, lo que hacía que el espectáculo alcanzase tintes caricaturescos semejantes a los modernos payasos del circo.

Majestuosas ruinas romanas en Mérida. Autor, Xornalcerto

                                                Majestuosas ruinas romanas en Mérida. Autor: Xornalcerto

El número de mimos de una compañía dependía de los personajes que requiriese la obra, y al contrario que en el teatro clásico, todos actuaban sin máscara y vestían como el ciudadano de la calle. Otra original aportación del mimo fue la presencia de mujeres en el escenario (en la comedia o la tragedia los personajes femeninos eran interpretados invariablemente por hombres), lo que contribuyó a relanzar al teatro por más que las historias redundasen en los mismos temas de siempre. Raptos, suicidios, maridos burlados o amantes escondidos en un baúl providencial eran el pan de cada día en la cartelera por aquella época, a lo que se sumaba un evidente interés por el exotismo, la ostentación, la lujuria y el morbo más exacerbados. Igual que ocurre hoy día con el mundo del espectáculo, el reclamo del sexo y la impudicia estaba entonces muy extendido y no era raro, por ejemplo, que las actrices acostumbraran a desnudarse completamente por “exigencias del guión” o incluso a petición del respetable.

Fresco que representa una mujer tocando una kithara. Autor, Ranveig

                                      Fresco que representa una mujer tocando una kithara. Autor: Ranveig

Puente romano en Mérida. Autor, Antonio Pineda

                                                       Puente romano en Mérida. Autor: Antonio Pineda

El espectador romano en Emerita y otros teatros de la época era también muy aficionado a los mimos terroríficos en los que los actores se intercambiaban golpes, se oían palabras malsonantes o sonaban bofetadas repartidas entre comparsas sin venir a cuento. Por lo común la bronca acababa degenerando en riñas “a pie de grada”, lo que hacía las delicias de un público que no contaba con estos extras en el guión. Otras veces, sin embargo, la jarana estaba anunciada a bombo y platillo: es lo que ocurrió por ejemplo con una obra, “Laureolus”, que destacó precisamente por la violencia de su personaje principal, un ladrón incendiario y degollador. En el momento del castigo final el actor que lo interpretaba era sustituido por un reo común, y éste salía al escenario para interpretar su canto de cisne y morir entre torturas que no tenían nada de fingidas. ¿El resultado? La obra fue un gran éxito de taquilla y público y se mantuvo en cartel durante dos años consecutivos… Qué grandes guionistas e intérpretes se perdió Broadway.

Templo de Diana, en Merida. Autor, Rafael dP
                                                        Templo de Diana, en Mérida. Autor: Rafael dP