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Tiempo de vendimia y vinos

portada viñedo La Mancha

La alegría de la vendimia 

El campo es lo mejor de La Mancha, las huertas y los rosales, las albercas y los mirtos, las sementeras de surcos paralelos y los trigales dorados que encierran el milagro del pan. En estas tierras está el esfuerzo gozoso de la reja en los barbechos y el sudor fecundo de la siega estival, los anhelos de la sequía y las zozobras del granizo, y en septiembre, la más colorista de las labores: el regocijo de la vendimia otoñal.
Tan bella es la tarea, que tienta a los pintores y a los poetas de todas las épocas, desde el siglo XII, en que Juan Lorenzo de Astorga, admirador del ‘bon vino’ curado en odres leonesas, escribe su famoso Poema de Alexandre, hasta nuestros días.
Y es que de todos los afanes del campo ninguno es tan jovial y jocundo como la vendimia. Una tarea grata y sonora, plena de cantares y de juegos, olorosa a racimos que estallan entre el albear de las sonrisas manchadas de mosto. Al poeta le encanta la visión de las cepas, y exclama:

Tengo flores, frutales y viñedos,
y es de ver la delicia con que exprimo
la otoñal opulencia de un racimo
para que el jugo corra por mis dedos.

En los tiempos paganos, el acto de la vendimia alcanzaba honores de rito, y hasta el plantar la viña revestía caracteres sacros, según vemos en los viejos grabados. Y hasta el frío Meléndez Valdés se siente tentado por el gozo del tema:

Ya dió alegre el fresco otoño
la señal de la vendimia,
y a su voz redobla el eco
por los valles y colinas.
Las cestas, pues, se preparen,
ordénense las cuadrillas
y al campo salid gritando:
¡honor al dios de las viñas!

La vendimia, o El Otoño. Francisco de Goya y Lucientes. 1786

La vendimia, o El Otoño. Francisco de Goya y Lucientes. 1786

Pero dejemos a los poetas y digamos algo concreto de la recolección de la uva.
Los vendimiadores, hombres y mujeres, se levantan con el alba de septiembre, cargan las banastas y los hocinos, y ponen rumbo a la viña distante. Cuando llegan a la viña, verde mar de pámpanos manchegos, descubren los disciplinados millares de cepas colocados en filas marciales.
Y empieza la vendimia, entre la umbría de las hojas y la fragancia de los racimos. ¡Qué gusto cortar y cortar racimos, maduros y apretados, blancos y negros!

Que no quede ni un racimo
que se escape a vuestra vista,
que no corte vuestra mano
y el cuévano no reciba.

A veces, entre el cortar de los trinchetes y las coplas bulliciosas, los vendimiadores hacen un alto en la tarea para clavar los dientes nacarados en la pulpa jugosa de las uvas:

Aunque soy de La Mancha
no mancho a nadie,
más de cuatro quisieran
que las manchase.

Corte del racimo. Autor, sabersabor.es

Corte del racimo. Autor, sabersabor.es

Y los vinos…

La constancia, la entrega, los cuidos culturales, la unión perfecta de ciencia y tradición se dan cita en la viña y luego en el lagar. El hombre, en la bodega, exento de rutinas aplica nuevas técnicas a mostos bondadosos y surgen, poco a poco, aromas de esperanza que anuncian, un año más, los nuevos vinos de La Mancha:

Blancos: se caracterizan por ser pálidos, afrutados, aromáticos, moderados de alcohol, algo ácidos y frescos. Sus cualidades de frescura y aromas tienen su máxima expresión al ser consumidos en su primer año.

Beberlo me da alegría
lo sorbo, lo paladeo,
alegra la vida mía,
ningún otro lo deseo,
con él caigo en dulce calma
o en los brazos de Morfeo.

Rosados: vinos coloreados en tonos rosas, poseen matices afrutados y caracteres sensoriales en los que sobresalen la ligereza, suavidad y frescura, una graduación media y acidez moderadamente alta, rico en fragancias y aromas. Ocioso es decir que priva.

Sorberlo te da la vida
al tiempo que si te embromas
dándole al codo cien veces,
olvidas penas con creces.

Tintos: estos vinos se adornan de un bonito color rojo-guinda. Ligeramente astringentes, obsequian con el encanto del aroma frutal de la uva cencibel y garnacha.

Tinto bebo porque quiero
ingerir grados de humor,
no traicionar el amor,
tocar la Gloria en el suelo
o al morir.. !seguir bebiendo en el Cielo!.
Realmente no se puede pedir más al contenido de un vaso.

Uva tinta. Autor, sabersabor.es

Uva tinta. Autor, sabersabor.es

Dice, con gran acierto, el escritor Pedro Barceló que “el vino fue creado para sembrar alegrías, fortalecer amistades, amansar pesadumbres, armonizar ruidos, fecundar soledades, detener relojes, multiplicar lunas, romper calendarios, esclarecer cerebros y enhebrar corazones”, pero siguiendo los sabios consejos del emperador Apuleyo, permitasenos refrescar no sólo el vino, sino la memoria de algún inocente bebedor:

La primera copa es para la sed.
La segunda, para el placer.
La tercera, para la alegria.
La cuarta, para la locura.

Barricas en Bodega Perales. Tomelloso. Autor, sabersabor.es

Barricas en Bodegas Perales. Tomelloso. Autor, sabersabor.es

“Apenas suena el gallo
despertador de las tinieblas ciegas,
y la causa no hallo
que estar las cubas y bodegas
junto a los gallineros
que el tufo les oprime los galgueros.
…pese a tal !como consuela
el aromático tufo
que sale de la bodega.!
¡Hay tal dicha.! Salto, bailo,
pues si tal braveza engendra
solo el Olor. ¿Que hará el gusto?.”
Lope de Vega


Un artículo de Antonio Bellón Márquez ©


De enoturismo en La Mancha.
Ciudad de paso y estrechamente vinculada a la Mesta desde época medieval, Tomelloso es hoy uno de los principales centros productores de vino en la región con Denominación de Origen. La ciudad retiene todavía una amplia tradición artesanal, que se aplica en dosis iguales de esmero, mimo y profesionalidad a sus productos más conocidos: el queso manchego, el vino y la rica gastronomía local.
Sin duda, una auténtica experiencia de enoturismo. El destino ideal para los que quieren descubrir los auténticos sabores que ofrece La Mancha.
Más información en Ruta del Vino por Tomelloso con Bodegas Verum

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Tomelloso. Posada de cultura, ciudad de pintores

francisco Carretero

La tarjeta de presentación de Tomelloso dice que este gran pueblo, este pueblo grande con tratamiento de ciudad por Real Decreto desde hace casi 90 años, es “Posada de Vid y Cultura”.

En el amplio mundo de la cultura, esta ciudad tiene nombre propio gracias a sus grandes nombres del mundo de la literatura, la pintura, el dibujo, la escultura… Juan Torres Grueso, Francisco García Pavón, Eladio Cabañero, Félix Grande, Dionisio Cañas, Francisco Carretero, Antonio López Torres, Antonio López García, entre otros muchos, han dejado bien patente su ser tomellosero en todo el planeta.

Retrato de Antonio López Torres, museo Antonio López Torres. Autora, María José, de lavidaenvino.wordpress.com

Retrato de Antonio López Torres, museo Antonio López Torres. Autora, María José, de lavidaenvino.wordpress.com

“El bermellón arde dichoso
por desposar al amarillo
y erguir la torre de ladrillo
bajo un naranja luminoso.

El verde cromo empalidece
junto al feliz blanco de plata,
mas ante el sol que lo aquilata
renace y nuevo reverdece.

Llueve la luz, y sin aviso
ya es una ninfa fugitiva
que el ojo busca clavar viva
sobre el espacio más preciso.

Clarificada azul, la hora
lavadamente se disuelve
en una atmósfera que envuelve,
define el cuadro y lo evapora.

Diérame ahora la locura
que en aquel tiempo me tenía,
para pintar la Poesía,
con el pincel de la Pintura.”

A la Pintura (poema del color y la línea). Rafael Alberti.

Museo Antonio López Torres de Tomelloso. Autora, Almudena

Museo Antonio López Torres de Tomelloso. Autora, Almudena

Si nos centramos en los pinceles, hoy Tomelloso es una ciudad propicia para el mundo de la pintura, porque en cada calle hay varias personas que pintan y porque no hay semana en la que no se inaugure una exposición, ya sea de autor local o foráneo. No es raro encontrar dos o tres exposiciones en salas de titularidad pública y alguna que otra en sala privada.

Todo parte inexcusablemente del Museo López Torres. Este edificio que alberga una colección permanente con los óleos y dibujos más importantes del insigne pintor, cuenta además con una sala para exposiciones temporales de un nivel que no se iguala fácilmente en otros lugares. Su arquitecto, Fernando Higueras, diseñó el museo con el valor añadido de ser un antiguo y gran aficionado a la pintura. Él fue uno de los primeros descubridores en Madrid de un jovencísimo Antonio López que daba sus primeros pasos pictóricos en el Madrid de los años cincuenta.
Junto a este museo, el Centro Cultural Posada de los Portales, ubicado en pleno centro de la ciudad, siendo además el edificio más emblemático de la misma: una antigua posada para alojamiento de viajeros, tratantes, comerciantes y caballerías, construida en la segunda mitad del s. XVIII. En sus paredes han colgado cuadros prácticamente todos los pintores nacidos en Tomelloso.

Desde el año 2011, podemos disfrutar del Museo de Arte Contemporáneo Infanta Elena que alberga una colección permanente que la Cooperativa Virgen de las Viñas (gran bodega y almazara, con una sorprendente pasión de mecenazgo de artistas) ha ido adquiriendo a lo largo de los años a través de los certámenes de pintura que ha organizado, además de muestras puntuales.

Continuando nuestra visita por los espacios artísticos de la ciudad, la sala Francisco Carretero, en el Ayuntamiento, nos recibe con el genio de “El Varal” que nos invita a seguir descubriendo a este gran artista en el edificio que lleva su nombre, la Casa Francisco Carretero, sede de la Universidad Popular, decorada literalmente en paredes y techos con los magníficos frescos del pintor.

Desconcertante e inverosímil resulta el hecho de que, a día de hoy, Tomelloso no cuente con ninguna obra de su pincel más afamado y reconocido, Antonio López García.

Paisaje de La Mancha. Francisco Carretero. Óleo sobre tabla. 1940

Paisaje de La Mancha. Francisco Carretero. Óleo sobre tabla. 1940

Nos quedan los premios como instrumento de estímulo a la creación artística, como la celebración de la Fiesta de las Artes y las Letras, que este año cumple su LXVI edición. Esta Fiesta de las Letras se constituye como una de las más veteranas y prestigiosas de España, capaz de congregar a importantes personalidades de las artes, de las letras y autoridades. En este acto, se entregan los premios de los distintos certámenes artísticos y literarios: Premio de Narrativa Francisco García Pavón, de poesía Eladio Cabañero, de pintura Antonio López García, etc.

Es innegable que el bagaje de más de un siglo ha sido excelente para la pintura y para Tomelloso. Ahí están las aportaciones de los grandes pintores locales para corroborarlo, pero también el caldo de cultivo que se ha propiciado. Se ha pasado del niño Francisco Carretero que pintaba con tizones en la pared, al increíble censo de pintores que pasean por nuestras calles y a la intensa actividad que desarrollan.

Pintura y Tomelloso no son dos términos que se utilizan forzadamente, sino dos caminos convergentes que producen, como fuente de energía infinita, artistas reseñables, merecedores de toda consideración.

Rojo en equilibrio sobre el azul


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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El Queso Manchego: historias, curiosidades y anécdotas

queso manchego Montiel

Hemos realizado muchos viajes por esta maravillosa tierra manchega descubriendo poco a poco sus rincones, disfrutando del aire fresco que nos proporcionan sus espacios naturales, y saboreando su sabrosa a la par que sencilla gastronomía. A estas alturas creemos necesario un artículo que destaque la importancia presente y espléndido futuro del Queso Manchego, ya que siendo este queso el más representativo de España, con inigualables y peculiares características, tan valorado a nivel mundial, creemos que no es suficientemente conocido por el consumidor, dada la gran cantidad de queso que se comercializa como manchego y que no son más que tristes imitaciones. Estas líneas son un medio más para incrementar y mejorar el conocimiento de este extraordinario queso, tesoro gastronómico y alimenticio. Sería una satisfacción para nosotros que este objetivo se cumpliese.

Paisaje de La Mancha. Autor, Ricardo Fernández

Paisaje de La Mancha. Autor, Ricardo Fernández Quijada

Un poco de historia

Las características de La Mancha han constituido siempre un imperativo ecológico para la explotación del ganado ovino y por tanto para la elaboración de quesos, como prueba la existencia de varios yacimientos de la Edad del Hierro y del Bronce, en los que se han encontrado fragmentos de antiguos utensilios que sin duda sirvieron para la elaboración de quesos. Destacan dos queseras completas descubiertas en la Motilla del Azuer, Daimiel.
Es de suponer que todas las civilizaciones que han pasado por estas tierras, disfrutaron paladeando nuestro queso.
Por ejemplo, el pueblo romano que consumía quesos en gran cantidad, fomentó la elaboración de los mismos en todo el territorio hispano, pero muy especialmente en ‘Campo Espartario’, como ellos llamaban a La Mancha. Importante destacar que cada vez que los soldados romanos dejaban sus casas para ir a pelear llevaban consigo grandes provisiones de queso. Como el queso no se estropeaba con rapidez, siempre tenían una fuente de energía rica en proteínas y grasas bajo sus faldas masculinas. Esto habría marcado la diferencia con otros ejércitos, cuyos alimentos se pudrían pronto dejándolos débiles y hambrientos. Gracias al queso, entre otras cosas, quizás lograron ganar tantas batallas y expandir su imperio.

No solo de pan vives, mi buen Sancho. Autor, Eduardo Siquier Cortés

No solo de pan vives, mi buen Sancho. Autor, Eduardo Siquier Cortés

Estamos obligados a mencionar a Cervantes que en el Quijote cita varias veces el Queso Manchego y presenta a su héroe como un gran consumidor de él. Las alforjas de Sancho Panza siempre iban provistas de pan y queso. Para deleitarse es el capítulo “Donde se cuentan las bodas de Camacho El rico, con el suceso de Basilio El pobre”, se dice: “… los quesos, puestos como ladrillos enrejados, formaban una muralla…”.

Para terminar este resumen histórico se cuenta que un famoso ‘gourmet’ norteamericano había comentado que dudaba entre lo que le producía más placer: si tomar un buen Queso Manchego, con un tinto de la misma tierra, o si leer al Quijote, y que, al fin, había resuelto tan angustiosa duda, comiendo el queso, bebiendo el vino y leyendo el Quijote, alternativamente.

Queso Manchego

Queso Manchego

A mejor pasto, mejor leche y mejor queso

Por razón de ser La Mancha una región natural llena de contrastes, donde coexisten la sierra y la llanura, los pastos manchegos son de gran diversidad. Indudablemente, la calidad, riqueza, afrutamiento y perfume de la leche depende en gran manera de los pastos que las ovejas coman y esto lo conoce perfectamente cualquier ganadero y por supuesto el pastor, que debe elegir, en su lento caminar, los mejores y más selectivos pastos.
Los pastos imprimen a la leche un incomparable sabor que hacen que al transformarse en Queso Manchego, éste resulte tan excelente y con peculiaridades tan características y diferenciadas.
Otoño e invierno son buenas estaciones para los quesos de oveja y, por supuesto, éstos son extraordinarios con los primeros pastos de primavera. Por tanto, para conocer la fecha óptima para la adquisición de un queso, debemos partir del momento en que los pastos estén en el momento más adecuado y por ello la leche sea de la mejor calidad y con los más amplios aromas, sin olvidar agregar el tiempo que se tarda en hacer y madurar el mencionado queso.

Rebaño de ovejas. Autor, Boris Bartels

Rebaño de ovejas. Autor, Boris Bartels

La responsable de la leche: la oveja manchega

Con apariencia femenina y apacible las hembras, finas y estilizadas y sensación de fortaleza los machos; con sus extremidades adaptadas a lo largo de los siglos a la andadura por barbechos y rastrojeras, obligada da salvar los surcos que trazaron las viejas yuntas de mulas o ir entre las cepas buscando la pámpana o los granos sueltos que quedaron tras la vendimia; poco acostumbrada a sombras de dehesas y a ribazos refrescantes; habituada a beber agua pocas veces al día y a las más de ellas con grandes esfuerzos por parte de los pastores para extraer aquella de pozos o aljibes, ha ido formándose en su rusticidad, estando a la vez cada día más seleccionada tanto en la producción de leche para ese Queso Manchego fabricado por los propios pastores o por modernas industrias, como para producir esa calidad de cordero lechal que le ha dado fama internacional.
Por cierto, ¿sabéis por qué en todos los rebaños de ovejas manchegas se incluyen algunas cabras?. La oveja manchega no produce diariamente una gran cantidad de litros de leche. Con el fin de aprovechar al máximo esta leche para elaborar el queso, las cabras son las encargadas de amamantar o alimentar a los corderos recién nacidos.

Flor de cardo. Autor, Samuel Mederos Medina

Flor de cardo. Autor, Samuel Mederos Medina

Los detalles que marcan la diferencia

En la elaboración del queso tan importante es la materia prima empleada, como el tipo de coagulante o el tiempo de prensado, pero lo que definitivamente diferencia a un queso de otro son las condiciones ambientales y la maduración.
Respecto a la materia prima, la leche, su contenido graso, sus componentes aromáticos y su nivel proteico serán los factores que determinarán el proceso de fermentación y que diferenciarán perfectamente al Queso Manchego de los demás.
En cuanto a los coagulantes utilizados en la elaboración tan sólo son permitidos única y exclusivamente los cuajos vegetales obtenidos a partir de flores de cardo y los de procedencia animal. Los aditivos químicos están totalmente fuera de lugar.
Para alcanzar el sabor del queso, al mismo tiempo que se modifican su aspecto, textura y consistencia, son necesarias las condiciones óptimas de temperatura, entre los 14 a 17 ºC, que ofrecen las cámaras especialmente preparadas, bodegas o cuevas de La Mancha.

A tener muy en cuenta: el reglamento del Consejo Regulador de la Denominación de Origen establece que la venta de Queso Manchego sólo puede realizarse a partir de los dos meses de maduración. Esta regulación además de tener una muy clara vertiente sanitaria, que evita la comercialización de quesos donde todavía puedan sobrevivir algunos gérmenes patógenos, pone de manifiesto que es en esos dos primeros meses de maduración donde se desarrollan las principales reacciones que harán que el queso adquiera los rasgos característicos que lo distinguen como uno de los mejores del mundo.

Pleita para hacer queso. Autora, Berta Mancebo

Pleita para hacer queso. Autora, Berta Mancebo

Como anécdota muy curiosa os contamos que durante la década de los años 20 del pasado siglo en algunas zonas manchegas se prensaba el queso sentándose la elaboradora encima de las pleitas. Había pueblos en que si se hacían 20 quesos, venían 20 mujeres, cada una hacía un queso y después se sentaba encima durante 4-6 horas… Menos mal que pronto apareció la prensa Retamoso, un espectacular avance en esto del prensado.

A la hora de comer

El queso, como postre, cierra siempre una buena comida y a menudo se sirve para iniciar al estómago a comer de nuevo, como preludio a posteriores galanteos con la olla.
Como ‘tenteenpié’, en unión a otros alimentos engarzados a un simple palillo, os recomendamos, entre otros, este variado y atractivo surtido:

• Taquito de Queso Manchego, aceituna rellena de pimiento y anchoas en aceite o enrollada.
• Taquito de Queso Manchego, entre dos champiñones fritos.
• Taquito de Queso Manchego, un cuarto de huevo duro y un trozo de pimiento verde frito.
• Taquito de Queso Manchego seco (también puede ser en aceite), sazonado con nata, batida con mostaza y limón.
• Taquito de Queso Manchego, un mejillón cocido -sazonado de tomate frito- y una cebollita en vinagre.
• Taquito de Queso Manchego, aceituna verde rellena de anchoa y dos gambas pequeñas cocidas y montadas, puestas en cruz.

Y una de las joyas de la corona: la receta del queso ‘metío en aceite’. Tres cosas has de aportar: un buen queso, buen aceite y tiempo para esperar.
Sintiéndote picador de la torera Maestranza, con aguja de hacer gancho, puntillas u otro primor, pica el queso sin rubor y ocho o diez pinchazos lanza para que el oleo penetre por la corteza, a la panza. Bañado bien en aceite al trimestre aportará sabor, aroma y deleite.
Aprovechamos este apartado para realzar el papel primordial del Queso Manchego en la alimentación humana. Su bajo contenido en azúcares unido al aporte principal de la ‘caseína’ (proteína que tiene con un alto valor biológico), calcio, fósforo y vitaminas hacen de este queso un alimento muy completo, absolutamente saludable, sanitariamente perfecto y muy recomendable para todas las edades.
¡Buen provecho!

croquetas de queso manchego. Autor, cocinillas.es

Croquetas de queso manchego. Autor, cocinillas.es


El Queso Manchego también es una excusa para viajar y hacer turismo. Nuestra recomendación: Descubriendo el auténtico Queso Manchego 
Turismo gastronómico de calidad para los viajeros “Foodie” más exigentes


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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Campo de Criptana, de blanco y añil

Campo de Criptana

Situado en pleno centro de la gigantesca llanura manchega se levanta el bellísimo e incomparable caserío de Campo de Criptana, cuyas blancas construcciones, la mayoría encaladas y limpias, contrastan con la variada gama de tonalidades ocres propias de La Mancha, lo que da lugar a uno de los más espléndidos paisajes de la zona.

El origen de este pueblo, colmado de serenidad, se remonta a tiempos muy muy lejanos; bajo las estrechas calles de la zona conocida como la Hidalga, fueron encontrados vestigios de una antigua ciudad celtíbera, denominada Certina, entre los que destacan una estatuilla de bronce de particular relevancia y múltiples piezas realizadas en cerámica. No obstante, sus actuales habitantes provienen del siglo XIV, de un asentamiento de la Orden de Santiago en el castillo de Chitrana, magnífico monumento que fue completamente destruido por los ejércitos de los Reyes Católicos en su lucha contra el feudalismo. En su lugar se construyó durante el siglo XVI la ermita de la Paz.

Ermita de la Paz. Autor, Fernando Villanueva

Sin embargo el mayor atractivo de este hermoso lugar, por el cual es conocido en España y el resto del mundo, radica en los feroces “gigantes” que habitan el cerro de la Paz, que no son sino los míticos molinos de viento contra los que luchó el valeroso hidalgo Don Quijote de La Mancha creyéndose atacado por ellos.

La importancia de estos molinos se remonta a la época en que Campo de Criptana fue cabeza de molienda de los alrededores, momento en que se contabilizaban en aquella zona treinta y dos molinos, de los cuales hoy día sólo restan diez. Tres de ellos (los más antiguos), declarados monumento nacional, aún se conservan intactos y con la maquinaria en perfecto estado: el Infanto, que data de 1500, el Burleta, construido en 1555, y por último el mejor conservado de los tres, el Sardinero.

Los siete restantes fueron realizados ya en el siglo XX apadrinados por diferentes personas o instituciones, como el mismo Ayuntamiento de Campo de Criptana o incluso algunos países latinoamericanos.
Conservan toda la belleza evocadora de lo que fue y es esta inmensa llanura de La Mancha.

Luis Sánchez

Un foto de postal. Autor, Luis Sánchez Fúnez

En el ascenso por las empinadas calles que conducen a los molinos de viento que tanta y tanta literatura han generado nos encontramos con la herencia del vínculo de la población a la Orden de Santiago. Una interesante muestra es el viejo Pósito del siglo XVI, denominado la Casa de la Tercia, milagrosamente salvado de la destrucción, a diferencia de otros espléndidos edificios del lugar. Esta casa ha deleitado durante siglos a los visitantes con su grandioso blasón de la Orden. La utilidad de este edificio, restaurado en el siglo XVIII consistía en la distribución del grano aunque también servía como banco de préstamos.

Por el contrario, hemos sido privados de la contemplación de otros magníficos edificios, como es el caso de la iglesia de estilo gótico destruida en 1936, que albergaba en su interior uno de los más bellos retablos realizados por el maestro Pablo Berruguete.

Estas pérdidas se compensan parcialmente con la aparición en 1982, con motivo de la restauración del Santuario del Cristo de Villajos, de una bellísima talla con la Virgen y el niño que data del siglo XIII.

Pósito. Autor, www.tierradegigantes.es

Vista del Pósito. Autor, www.tierradegigantes.es

Por otra parte, una de las mejores posibilidades que nos ofrece este maravilloso paraje es el encuentro con toda la región de La Mancha a nuestros pies. Esto es posible gracias a la ermita de la Virgen de Criptana, que corona el cerro con su aspecto sereno y deslumbrante a la vez. Esta ermita, además de ser uno de los más representativos miradores de la zona, es un lugar de extraordinaria belleza donde podemos asimilar sin mayor esfuerzo todas las composiciones poéticas dedicadas a esta tierra.

Al pie de la sierra nos encontramos con uno de los elementos más típicos del lugar, los antiguos silos que aunque son construcciones muy extendidas por el resto de la llanura manchega, aquí, en Campo de Criptana, tienen una especial relevancia. Estos edificios, aún conservan la vieja estructura de la época de mayor esplendor del lugar y, como el resto del bonito caserío, se hallan en la línea de las casas populares manchegas, con la típica cubierta de cal.

Entre estas construcciones hay que destacar la inigualable casa de los Tres Cielos, una de las más encantadoras viviendas – cueva de Criptana y de toda Ciudad – Real en general.

Interior de casa - cueva. Autor, David Martínez Gómez

Interior de casa – cueva. Autor, David Martínez Gómez

En realidad, el conjunto del territorio puede ser considerado sin la menor duda como toda una joya en cuanto a sensaciones se refiere. La contemplación de la tierra nos permite experimentar la paz de sus gentes y la tranquilidad de un paraje que en consonancia con la opinión de Walter Starkie es “el lugar más acogedor de toda La Mancha”. Pues no en vano, y al hablar de España fuera de nuestras fronteras, La Mancha es un punto de inflexión y evocación inevitable. Gracias a Cervantes, es cierto. Pero también gracias a la inmensa belleza de esta privilegiada zona de la península ibérica.

Una auténtica inmersión cultural.

Rincones de Criptana. Autor, Fernando de Castro


Acompáñanos en esta experiencia: Campo de Criptana, entre molinos y gigantes

 

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Marchando una de cocina manchega

Cocina manchega

Yo no canto de Marte los furores
que el cañón me aterra el estallido,
ni del hambre y la peste los horrores,
ni los vanos impúdicos amores
del mundo corrompido.
Canto el placer más sólido y durable
que ofrece la existencia deleznable
en su curso apacible:
canto, público amable,
el mágico poder del comestible.
Giman enhorabuena
en las redes de amor de su sirena
los necios amadores,
no creo que el estómago se llena
con el humo fugaz de los amores.”
Vicente Sainz Pardo.

En la cocina de Castilla – La Mancha, de la que poco, o muy poco se sabe hasta que poblaron sus tierras las legiones de Escipión, se funden las distintas culturas de los pueblos que en ellas se asentaron, asumiendo el legado de sus costumbres culinarias, asociadas a tradiciones, gustos y sabores, al tiempo que se enriquece con lógicas influencias de las regiones limítrofes de las que nuestra región es ‘frontera de culturas’.
Si los romanos aportaron el ajo y el aceite de oliva, los árabes introdujeron el azafrán, la nuez moscada, la pimienta negra y la caña de azúcar. Después, con el descubrimiento de América, las cocinas se enriquecen con la patata, el tomate y el pimentón.
En la geografía culinaria hay que distinguir sus distintas peculiaridades. La cocina de La Mancha propiamente dicha, se nutre de productos de la tierra, del cerdo y sus derivados y de los platos que aporta la caza menor. De parecido corte lo es la madrileña, con el añadido de algunos preparados ‘castizos’, teniendo en el cocido su plato más representativo, en tanto que la gastronomía de Guadalajara está presidida por los asados, complementada con los platos que aportan fogones familiares de sus tres comarcas: Campiña, Sierra y Alcarria.

Flor de azafrán. Autora, Soledad Garcia Salas

Flor de azafrán. Autora, Soledad Garcia Salas

Las tierras de La Mancha, tierras de transición desde Castilla a la musulmana Andalucía, estuvieron siempre jalonadas, para el descanso y yantar de arrieros y caminantes, de posadas, ventas y mesones cuya cocina divulgó ampliamente Cervantes a través de su obra inmortal.
Una cocina popular celosamente respetada a través de los tiempos, basada en una fina observación y en la sabia experiencia de cada día con recetas que nos acercan entrañablemente al sentir y latir de esta tierra sencilla, humilde y prosaica en la que cada pueblo es puerta abierta al caminante.
La gastronomía manchega tiene su característica más definida en la sobriedad, con un extenso repertorio de platos populares que, en amplia mayoría, los dio a conocer Cervantes a través de El Quijote.
En las cazuelas madrileñas hay una gran influencia manchega, al estar la Villa y corte en el corazón de la Meseta. No parece, pues, ocioso, destacar conjuntamente, algunos de los platos más populares o característicos de la región. Destaca, en primer lugar, la ‘olla podrida’; de ella se deriva el famoso cocido madrileño, que lo es igualmente de La Mancha en un amplio sector de pueblos y aldeas.
Los ‘duelos y quebrantos’, el ‘tiznao’, el ‘salpicón’, los ‘galianos o gazpachos’, el ‘guiso de Bodas’, y los derivados de la caza menor gozándose todos ellos de gran vigencia, así como las ‘gachas’ y las ‘migas de pastor’, y con tradición igualmente pastoril, en la mesa, como aperitivo o como postre, se agiganta el protagonismo del queso.

Queso manchego al romero. Cooperativa de Ganaderos Manchegos, Tomelloso

Queso manchego al romero. Cooperativa de Ganaderos Manchegos, Tomelloso

En el capítulo de postres, los árabes nos legaron una deliciosa repostería y de los claustros monacales salieron recetas y secretos de exquisitos bocados y golosinas de tentación irresistible. Se llevan la palma el mazapán de Toledo, y la ‘bizcochá’ alcazareña, pero en las mesas tienen lucida presencia otros dulces y platos para el deleite y la caricia de los más exigentes paladares.

Tradicionales recetas del solar manchego que, desde viejos tiempos, vertidas al puchero, prestan calor al cuerpo entumecido de nativos y foráneos.
Sobria comida con la que nos agasajan manos hacendosas que manejan con sabiduría, ternura, mimo, diligencia y tiempo, fogones y pucheros que se ven reforzados con la nutricia aportación de cuatro venerables y Santos varones:

San Isidro nos da el pan
y San Andrés nos trae el vino.
San Antón pone el gorrino
y San Blas… ‘tó’ lo demás.

En este recordatorio, no olvidemos que a la hora del yantar cada guiso viene del brazo de unos vinos que riegan y realzan el sabor de cada plato.
Todos ellos están nacidos en cien pueblos manchegos para ser bebidos con calma, sin ritual alguno a la hora del yantar o del castizo y popular ‘tapeo’ que anima la charla y la tertulia y que, tal vez, preceden a un suculento gazpacho.

Vino de La Mancha. Autor, Thomas Leuzinger

Vino de La Mancha. Autor, Thomas Leuzinger

Ponte, pues, en camino porque La Mancha, en la grandiosidad de la llanura te ofrece algo más que un gozoso itinerario por senderos jalonados de posadas, ventas y mesones para degustar ollas y pucheros. Para gozo del alma se te ofrece una ruta de caminos con pueblos, paisajes y molinos.
Para gozo del cuerpo, jamás te negarán posada y pan. Y a ti, afortunado viajero que en breve y sustancioso viaje cruzaste los caminos de esta tierra y has degustado paisajes, platos y vinos que son referencia permanente de un Hidalgo Caballero y del realista y bueno de Sancho, a la par que has dejado en estas soñadas tierras la huella de tu paso, une mi ruego de que no aparques en el desván del olvido esta parcela sin linderos, por siempre abierta al forastero, para sellar afectos y compartir de nuevo el pan y el vino de la amistad.

Nuestro ajo morado. Autor, Juantiagues

Nuestro ajo morado. Autor, Juantiagues

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Fotografía de portada: Una postal de Almagro. Autor, Manuel
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Bibliografía y fuentes de información:
– Don Quijote de La Mancha. Centro Virtual Cervantes. Instituto Cervantes.
– Vinos, platos y recetas. Miguel Espadas.
– La Vid y el Vino de La Mancha. 1963. Sixto Fernández.
– Hombres, lugares y cosas de La Mancha. Fascículos VIII y XLIII. Rafael Mazuecos.

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Atienza o la sombra de un castillo

Atienza o la sombra de un castillo

“…las gentes simplemente viven los tiempos que corren a la velocidad que creen adecuada…”
Cada domingo de Pentecostés desde hace ya ochocientos años, la villa de Atienza revive con asombrosa fidelidad los acontecimientos que procuraron la victoria de Alfonso VIII, futuro rey de Castilla, sobre su ambicioso tío Fernando II de León, y confirma su lealtad al monarca con la celebración de la famosa “Caballada” de la Cofradía de la Santísima Trinidad.
Ese domingo los cofrades acuden en caballerías vistosamente ajaezadas a casa del “prioste” para desde allí ir a buscar al abad y todos juntos encaminarse a la ermita de la Virgen de la Estrella, desde la cual se inicia la procesión.
Después, los atienzanos proceden a la “planta del mayo”, subastan roscos y frutos que penden del árbol, y celebran el baile de la Virgen.
Quien hasta Atienza llega en tan señalado domingo de mayo, quedará prendado de la magia de esta fiesta y de seguro con la panza llana, pues es casi imposible ser prudente a la hora de comer los sabrosos chorizos y el rico jamón que da esta tierra.

La caballada. Autora, Maribel Ranz

La caballada. Autora, Maribel Ranz

Vale la pena hacer un buen descanso si después se ha de ascender hasta el recinto del que fue en tiempos un poderoso e imponente castillo, cuyas ruinas presiden la villa, situada en el centro mismo de las tierras altas de Guadalajara. Sus piedras guardan los secretos de un brillante pasado medieval en una ciudad cuyos tesoros artísticos y arquitectónicos le han valido la calificación de Conjunto Histórico Artístico, galardón que ostenta desde el año 1962.
Tierra de los titios -celtíberos aliados de arévacos y lusones frente a la dominación romana-, los musulmanes hicieron de Atienza un lugar poderosamente fortificado con un gran castillo -la conocida “peña muy fuerte” del Cantar del Mío Cid-, levantado sobre un peñón de 220 metros de altura. Desde abajo, la imagen de la fortaleza recuerda sobre manera a la proa de un galeón.

«A la izquierda dejan Atienza, una peña muy fuerte,
la sierra de Miedes la pasaron entonces,
por los Montes Claros espolean con vigor»
Versos 2691 y ss. Cantar del Mío Cid

Durante mucho tiempo, la villa mora de Atienza resistió a los reyes cristianos, si bien es cierto que durante varios siglos de luchas y enfrentamientos la fortaleza cambió en numerosas ocasiones de dueño, pasando de ser mora a cristiana con tanta facilidad como de cristiana a musulmana.
En una de estas batallas fue conquistada definitivamente por Alfonso I el Batallador, Rey de Aragón. Corría el año 1102.
Como muestra del cariño que el monarca profesaba a la villa, el rey aragonés presidió años más tarde la Consagración de la Iglesia de Santa María del Rey, un templo románico edificado sobre la antigua mezquita que los árabes habían levantado el pide del castillo.

Vista del castillo. Autora, María Velázquez de Castro

Vista del castillo. Autora, María Velázquez de Castro

Durante aquellos años Atienza disfrutó de una vida agradable y placentera y se convirtió en cabeza de un extenso territorio. La decadencia de la villa comienza en el siglo XV, cuando la Casa de los Austrias vuelve la espalda a la Castilla interior. La villa, que llegó a tener una población superior a las diez mil almas, se quedó vacía y sin recursos a la sombra del que fue “peña muy fuerte”.
El famoso castillo de Atienza soporta desde entonces con dignidad los estragos causados por el tiempo y, allá en lo alto, alardea de su espléndido pasado. Sus muros se acomodan al perfil del cerro sobre el que se levantó la fortaleza en el siglo XI, con un fuerte torreón en el Sur, extremo por el cual el castillo es completamente inaccesible. A juzgar por las veces que cambió de manos, su poder defensivo nunca fue tal. Perdido su valor bélico, la fortaleza sirvió de cárcel de Estado, alojando a personajes de cierta relevancia: durante diez años al duque de Calabria, heredero nada más y nada menos del trono de Nápoles.
Todavía se conserva parte de la poderosa torre del Homenaje y parte de sus dos recintos amurallados originales, con algunas de sus puertas, como la Puerta de la Guerra, junto a la iglesia de la Trinidad, o la Puerta de Arrebatacapas, cercana a la iglesia de San Juan, con arco apuntado y capiteles románicos.
Esta iglesia está situada en la plaza del Trigo o del Mercado y su estructura medieval la convierte en una de las más bellas de Castilla – La Mancha. Uno de los lienzos de su altar mayor, El festín de Herodes, forma parte actualmente de los fondos del Museo del Prado.

Plaza de Atienza. Autor, Juliblog

Plaza de Atienza. Autor, Juliblog

El gran número de iglesias conservadas y la importancia de las mismas confiere a Atienza un lugar destacado en la ruta del románico.
De las catorce iglesias parroquiales que poseyó perduran restos románicos en cinco y sorprendentemente son de gran heterogeneidad, probablemente porque se construyeron en diferentes fechas de los siglos XII y XIII, recibiendo dispares influencias.
Entre ellas destaca la ya mencionada iglesia de Santa María del Rey, la construcción más antigua de la villa, fechada a principios del siglo XII y remozada en el XVI.
Románicas en parte son las iglesias de San Gil, que aún conserva el ábside del siglo XII, y la de Nuestra Señora del Val, construida a mediados del XII lejos del núcleo urbano, y en la que destacan las bellas figuras de la portada.

Ni que decir tiene que Atienza es un hito fundamental del Camino del Cid, en su tramo llamado El Destierro, un itinerario turístico cultural que sigue las huellas de Rodrigo Díaz de Vivar utilizando, como principal guía de viaje, el anónimo Cantar de Mío Cid.
El poeta ideó, alrededor del año 1200, un viaje en el que se funden datos históricos y licencias literarias que sería el germen del futuro Camino.
La idea de recrear el camino del destierro y del honor en la realidad actual nació en 1996 con motivo de la conmemoración de los 800 años del Cantar de Mío Cid, a instancias de la Diputación Provincial de Burgos que propuso un primer sendero de 18 km de recorrido, entre Vivar del Cid y San Pedro de Cardeña a través de la ciudad de Burgos, los tres hitos fundamentales de los primeros versos del poema.
Posteriormente se fueron incorporando al proyecto otras diputaciones hasta que en 1999 se presenta oficialmente como ruta turístico cultural y en 2001 se constituye el Consorcio Camino del Cid con ocho diputaciones provinciales: Burgos, Soria, Guadalajara, Zaragoza, Teruel, Castellón, Valencia y Alicante. Su principal objetivo era definir y promocionar el Camino del Cid y el valioso patrimonio existente a lo largo del itinerario, al tiempo que generar recursos económicos en las zonas por las que transcurre, en general con baja densidad demográfica.
En 2007 se consolida y comienza a señalizarse aunque ya había antecedentes del interés por seguir los pasos del Cid desde principios del siglo XX, cuando Ramón Menéndez Pidal y su mujer, recorrieron las tierras castellanas siguiendo los pasos del destierro que se narran en la obra. Desde entonces, y a lo largo del siglo XX, han sido muchos los que han seguido estas huellas, incluso en los años cincuenta existían guías turísticas de este itinerario y a finales de los ochenta, surgieron diversas propuestas de rutas cidianas, muy distintas entre sí pero con un mismo objetivo: llegar a Valencia con el Cantar como guía de viaje.

Toda una experiencia medieval a vuestro alcance.

Portada románica de Santa Maria del Rey. Autor, lean56

Portada románica de Santa María del Rey. Autor, lean56

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Fotografía de portada: Vista de la torre de la iglesia de San Salvador desde un boquete en la muralla del castillo. Autor, Julián Ocón

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El año de Cervantes

Molino de viento la mancha

Hace cuatrocientos años…

Cae el telón del año 1615 y los españoles nos apercibimos a presenciar la comedia nueva del año recién nacido, en el gran teatro de este mundo chiquito que habitamos.
España, matriz de imperios, se nos aparece como una dama pequeñita, encorvada por el peso de sus grandezas, menudo el cuerpo y grande el espíritu, cuya inmortalidad ella conoce. Nunca fue más oportuno recordar las estrofas del Arcipreste Juan Ruiz: “En pequeña girgonza yace gran replandor, en azúcar muy poco yace mucho dulzor, en la dueña pequeña yace muy gran amor, pocas palabras cumple al buen entendedor…
En pequeña nación, diríamos imitando al poeta de las cántigas serraniegas, yace mucho honor. Y el mayor de nuestros honores se cifra en haber expandido el propio idioma por los más remotos confines, sembrando las parábolas de Cristo, las normas jurídicas y morales de Alfonso X el Sabio, las metáforas rutilantes del cantor de Flérida y esos conceptos de la prez, de la hombría, de la gratitud y de la hospitalidad que, si toman cuerpo dramático en las creaciones de Lope, de Tirso, de Calderón de la Barca, de Vélez de Guzmán y de Ruiz de Alarcón, son en las obras de tales ingenios clásicos, naturales afloramientos desde la entraña del alma española.
Cuando las Américas empiezan a reclamar la independencia, España cosecha la mies esperada de aquella simiente de libertad que ella misma embarcó en sus galeones de Indias. Pero, libres e independientes, una cadena espiritual las mantiene unidas a la madre, porque madre e hijas cantan, aman y disputan con un mismo lenguaje, no más diferenciado el acento al que pueda estarlo el de un rotundo aragonés y el de un andaluz sibilante.
A este lado, se suceden los encuentros poco amistosos con el turco en el oriente del Mediterráneo, que sin duda Don Miguel no celebra por desconocimiento de tales hechos. Y Tristemente tenemos la noticia de que la obra del polaco Copérnico, De revolutionibus orbium coelestium, ha sido incluida en el Índice de libros prohibidos por la Iglesia. A buen seguro que esto no ha de gustar a Cervantes, que opina que no hay libro tan malo que no contuviese algo bueno, y que hay que leer hasta los papeles de la calle. En fin, con la iglesia hemos topado Don Nicolás.

El último Quijote y el último Sancho. Autor, Alex Stoen

El día que muere Cervantes

Hoy, 23 de abril, ha muerto Miguel de Cervantes Saavedra, después de recibir los últimos sacramentos el día 18 del presente. Acababa de terminar su obra Los trabajos de Persiles y Sigismunda, dedicada de manera soberbia al conde de Lemos:

“Puesto ya el pie en el estribo,
con las ansias de la muerte,
gran señor, ésta te escribo.”

Le recordamos porque ha puesto nuestra Mancha en el mundo y merece nuestro mayor elogio. No se me ocurre mayor orgullo nacional que el de ser paisano de un héroe literario, ficticio y nebuloso. Ninguna tierra otorga a ningún hombre algo que otro no tiene, pero en la literatura, terreno de sentimientos, uno encuentra lugares mágicos que sí logran hacernos querer ser de allí, y eso ha logrado Don Miguel.
Por una extraña coincidencia o una simple maniobra de nuestros conocidos adversarios ingleses, otro hombre de letras ha muerto el mismo día que nuestro príncipe de los ingenios. Don William, desde la gélida Albión, nos recuerda que “sabemos lo que somos, pero no lo que podemos llegar a ser”. Otra coincidencia, pues en parte define a un ser quijotesco, que cree en lo imposible y en que todo se puede realizar con esfuerzo, una actitud que Cervantes asocia a ser manchego y que sin duda también le debemos.

Don Quijote. Autora, Ana López Heredia

El año de la Celebración del IV Centenario de la muerte de Cervantes

El año 2016 ha comenzado y nos pone en la coyuntura de afirmar de nuevo el orgullo español por habernos deparado la providencia aquel honor inmarchitable. Se cumplen cuatro siglos de la muerte de D. Miguel de Cervantes Saavedra. Tampoco importa que ignoremos en qué día preciso vio la luz terrenal. Nos basta saber la fecha histórica en que tuvo nombre, ese nombre tan insigne, bastante por sí solo para que en los más distantes meridianos se reverencie a un libro pensado en manchego, escrito en castellano y sentido con todas las fuerzas de un corazón hispánico.
Por Cervantes, España logra universal respeto literario. Por la difusión de su obra príncipe, Cervantes noticia al mundo entero que La Mancha existe y, por su héroe, arquetipo de la noble fantasía, de la limpia conciencia, de la recta justicia, del esforzado talante, de la intrépida hombría, de la ardiente fe, el manchego aparece, si no en todo como seamos, cual quisiéramos ser a la hora declinante en que los hombres dialogamos con la conciencia y sentimos el ansia de volver a vivir los años idos para enmendar los yerros de conducta.
No fuese La Mancha ilustre solar de los adelantados de Calatrava y Santiago, cuna de héroes y de santos, y lo sería por la dichosa elección de Cervantes al buscarle naturaleza a Don Quijote. No exportáramos vinos y azafranes, aceites y azogues, y nos bastarían los refranes de Sancho para alegrar los ánimos decaídos, para teñir los coloquios con dejes de pequeña filosofía, para alumbrar con lámparas de ingenio las horas vacías de humor…
¿Responderá La Mancha a sus deberes para con Cervantes?. ¿Despertará de su modorra secular?. ¿Sabremos olvidar algunas horas, algún minuto de cada día, las apetencias materiales, la especulación mercantil, la marea de las cotizaciones, la preocupación meteorológica, para meditar cuánto le adeudamos por la creación inmortal del “Don Quijote”?.
Yo confieso que no soy muy optimista. Pero cumplo un dictado de mi conciencia al recordar a todos los manchegos que estamos en otro año de Cervantes.

Viñedo brotando. Autor, Adan Israel


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Un artículo de Juan Angel Castellanos Gallego para sabersabor.es©

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La curiosa historia del ‘Retrato de un Anciano’

Antonio López Torres museo turismo cultural Tomelloso

La ingente obra pictórica realizada por Antonio López Torres, merece no ya un simple comentario, sino un detenido estudio cuya realización compete exclusivamente a los críticos y versados en la pintura. El articulista, profano en la materia, no puede rozar estas cuestiones si no es en un plan meramente periodístico y, en vez de hacer crítica, habrá de orientarse solamente por los cauces de la información.

“Retrato de Anciano”, uno de los más valiosos cuadros realizados por nuestro artista y llevado a cabo allá por el año 1931 en medio de interesantes anécdotas que bien merecen la pena traerlas hoy al sabor de este artículo.

Autorretrato. Óleo sobre cartón. 1921. Museo Reina Sofía

Autorretrato. Óleo sobre cartón. 1921. Museo Reina Sofía

Corría el mes de julio del ya citado año cuando el pintor se dirigía, en un caluroso día de aquel verano, al estudio que tenía establecido en la finca ‘Mirasol’, propiedad por aquellas fechas de don Francisco Martínez Ramírez. El culto periodista brindó generosamente a López Torres una de las mejores habitaciones de su casa, en la que aquel dio magistral concepción a numerosos lienzos que constituyeron los primeros triunfos que habrían de jalonar su brillante carrera.

Como decíamos, se encaminaba un buen día hacia ‘Mirasol’ cuando se le acercó un anciano mendigo que, temblorosamente, le imploró una limosna. No tardó mucho el pintor en quedar atraído por el porte de aquel anciano que nada tenía de común con los demás mendigos. En su cara podía percibirse la huella de un inmenso sufrimiento y en su mirada, llena de melancolía, había un destello de nobleza que casi se apagaba ya, absorbido por aquella tristeza infinita.

Tenía el venerable viejo la cabeza despoblada casi de pelo, y el poco que quedaba en ella, así como el de su barba, era de un color plateado que denotaba su elevada edad. Llevaba completamente desnudo el pecho y en su hombro derecho descansaba una ya raída manta zamorana. Un pequeño lebrel seguía fielmente sus pasos, constituyendo su única compañía.
López Torres comprendió bien pronto que se trataba de algún personaje que, quién sabe por qué desgraciados reveses, había sido lanzado a tan mísera situación. Recordó entonces que por el pueblo circulaba la noticia de que había llegado un mendigo que, en tiempos, había sido cónsul y noble aristócrata en una República centroamericana, de la que se vio obligado a salir huyendo debido a una revuelta política. Había hecho la travesía del Atlántico en las bodegas de un barco mercante, llegando a España sin ropa ni dinero y, lo que es peor, sin documentación alguna que justificara su personalidad. Además, el anciano, como consecuencia de los inmensos sufrimientos padecidos, había quedado sumido en un estado de inconsciencia que no le permitía evocar muchos datos de su anterior existencia.

Pero lo interesante para el pintor no fue ya el conocer los comentarios que todo el mundo hacía de aquel pobre anciano, sino que, desde aquel mismo momento, se propuso llevar al lienzo aquella expresión de amargura y nobleza.

Retrato de anciano. Óleo sobre lienzo. 1931. Obra de Antonio López Torres

Retrato de anciano. Óleo sobre lienzo. 1931. Obra de Antonio López Torres

Durante quince días posó el anciano ante López Torres. Quince días que constituyeron una lucha para el pintor, resuelto firmemente a reflejar, con toda fidelidad, aquel rostro lleno de arrugas, contraído por los años y el sufrimiento, aquella mirada resignada… Y a las quince sesiones nuestro artista ponía la última pincelada sobre su nuevo cuadro.

Antonio López Torres había salido airoso de la prueba. Sus propósitos quedaban plenamente realizados: había reflejado, no solamente la anatomía de aquella cara, sino ésta no fue más que el medio para conseguir plasmar el alma de aquel mendigo; el alma atormentada por un sufrimiento terrible. De suerte que hoy, al pasar los años, la simple contemplación del lienzo nos evoca toda aquella historia que circuló de boca en boca y el magnífico trabajo de López Torres, que tan magistralmente supo adentrarse en el pensamiento de aquel hombre, nos incita a la conmiseración del noble anciano.

Así se realizó, pues, la obra del joven artista por aquel entonces, obra que marcaba un triunfo indiscutible y que vino a revelarle como un auténtico valor.

Y cuenta el gran pintor que, cuando el anciano se vio retratado, lleno de emoción, se quedó ensimismado ante su figura, mientras unas lágrimas resbalaron por las venerables mejillas, brillando, como dos perlas, a la luz potente del sol de aquel verano.

Museo Antonio López Torres de Tomelloso

Museo Antonio López Torres de Tomelloso


Un artículo de Antonio Bellón Márquez ©


Fotografías de sabersabor.es ©

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El Castillo de Peñarroya o el santuario medieval de La Mancha

Un poco de historia

La inmensa y monótona llanada manchega, casi toda esteparia, estuvo cruzada por algunas calzadas romanas con el carácter de vías militares, jalonándolas de trecho en trecho las llamadas estaciones o mansiones, donde había un cuartelillo para el retén encargado de la vigilancia, caballerizas para relevos de postas o bestias arrieriles, hospedería y mercadillo de víveres; al amparo de algunas de estas mansiones se formaron importantes núcleos de población, unos destruidos definitivamente tras la invasión de los pueblos germánicos en el siglo V y reconstruidos otros con nombres nuevos sobre las ruinas de los anteriores. En diferentes sitios de la provincia de Ciudad – Real quedan trozos visibles de aquellas admirables calzadas, con pavimento de losas sobre espeso firme de hormigón, semejante al de las modernas carreteras.
De una de estas calzadas, que iba desde Emérita Augusta (Mérida) a Cesaraugusta (Zaragoza), nacía otra vía secundaria que pasaba por una mansión situada en la cabeza o comienzo del río Ana, nombrado por los árabes Wadil-Ana y por nosotros Guadiana, y muy cerca de donde luego se alzó el castillo de Peñarroya.
Durante la dominación árabe y debido al empuje continuado de los cristianos hacia el sur convino asegurar el tránsito por estas antiguas vías y en lugar de las primitivas estaciones o mansiones romanas fue construida una cadena de castillos o puestos fortificados, a distancia conveniente y siempre en puntos estratégicos. En la casi indefendible comarca del alto Guadiana y mucho antes de la reconquista, existía una especie de línea fortificada formada entre otros por los castillos de Alhambra y Peñarroya.

Pantano de Peñarroya. Lagunas de Ruidera. Autor, Marian Rodriguez

Pantano de Peñarroya. Autor, Marian Rodriguez

Conquistando la fortaleza

El castillo de Peñarroya, cobijo hoy de un santuario consagrado a la Virgen de esta advocación, tiene su asiento en el borde de la meseta rocosa asomada al río Guadiana; por esta parte resultaba inexpugnable, toda vez que los peñascos en que se apoya son altos y cortados casi a pico, pero, en cambio, era muy vulnerable desde la parte llana.
En sus primeros tiempos, Peñarroja o Peñarroya fue alcazaba moruna, consistente en un recinto de forma cuadrilátera irregular ajustada a los accidentes del terreno y formada por paredes almenadas con torres en las esquinas. Junto a la torre mayor, estaba la puerta de entrada y rodeando por dos lados al sencillo edificio un foso excavado en la roca viva, innecesario en el resto del circuito, pues las rocas escarpadas constituían una defensa inmejorable.
Tras la batalla de las Navas de Tolosa (1212), el rey Alfonso VIII cede el castillo a la Orden Militar de San Juan de Jerusalén. La fortaleza sufre entonces una profunda modificación con arreglo al tipo cristiano de arquitectura militar, consistente en reducir el área de la fortaleza cuanto fuera posible con objeto de facilitar su defensa con cierto número de hombres y a hacerla menos vulnerable gracias a un recinto exterior, más bajo, provisto también de torres saledizas, rodeado del correspondiente foso, y abriendo en este segundo recinto o barbacana la puerta de ingreso, muy lejos de la correspondiente al recinto principal, para que quien penetrase por aquella hubiera de recorrer largo camino, expuesto a los tiros desde los altos muros almenados.
Aunque tuvo sus horas de gloria militar durante la reconquista de la zona y las guerras carlistas, la función del castillo estuvo principalmente ligada al ámbito económico: cobro de impuestos, arrendamiento de pastos, aprovechamiento de recursos (agua, molinos y batanes), y almacén de bienes de la Orden.

Castillo de Peñarroya. Autor, Michel Hernández

Castillo de Peñarroya. Autor, Michel Hernández

El Santuario de Nuestra Señora de Peñarroya

Por su indiscutible importancia, nos adentramos ahora en el Santuario que ocupa parte del primitivo castillo.
Según una crónica manchega de Don Ramón Antequera Bellón (Juicio Analítico del Quijote), el capitán Alonso Pérez de Sanabria arrebató el castillo a los musulmanes el día 8 de septiembre de 1198. A raíz de la toma de la fortaleza se encontró la imagen de Nuestra Señora de Peñarroya, venerada desde entonces.
Dando un salto en el tiempo, hasta el año 1544, nos cuentan que derribaron en el pueblo viejo de Argamasilla la ermita de La Concepción. Quizá entonces fue trasladada la imagen al castillo de Peñarroya, después de erigir en él la correspondiente ermita.
Lo cierto es que desde antes, la advocación a esta Virgen había dado origen en Argamasilla de Alba y también en el vecino pueblo de La Solana, perteneciente a la Orden de Santiago, a sendas cofradías, quienes pronto se disputaron la propiedad de la imagen, sin que hasta hoy se haya resuelto la cuestión ni cesado enteramente las contiendas por tal motivo. Eso sí, desde hace mucho tiempo, ambos pueblos se atienen a una entente cordiale, que consiste en la siguiente costumbre: Desde Argamasilla, donde ha estado cuatro meses, llevan a la Virgen a su ermita del castillo en piadosa romería, el segundo sábado de septiembre, reuniéndose los cofrades y autoridades en una habitación de su exclusiva propiedad en la vetusta torre del homenaje del castillo. Durante ese mismo día, también en romería, acuden los vecinos de La Solana para hacerse cargo de la imagen, reuniéndose sus justicias y jerarcas de la cofradía en habitación propia, construida en tiempos modernos, dentro del patio de la fortaleza. Permanece Nuestra Señora de Peñarroya en La Solana hasta que el 29 de enero la devuelven a su ermita, donde queda en espera de que el último domingo de abril sea llevada de nuevo a Argamasilla.

Vista de la iglesia de San Juan Bautista. Autor, Karppanta

Vista de la iglesia de San Juan Bautista. Autor, Karppanta

“Hazme tan bien defendido,
señora, vuestra memoria
de mudanza,
que jamás, nunca, ha podido
alcanzar de mi victoria
olvidanza:
porque estáis apoderada
vos de toda mi firmeza
en tal son,
que no puede ser tomada
a fuerza mi fortaleza
ni a traición.” Jorge Manrique


Fotografía de portada: Castillo de Peñarroya. Autor, SiurellBlr


Un artículo de Antonio Bellón Márquez


Si queréis conocer todos los secretos de este lugar único e inigualable, os proponemos vivir esta experiencia: Argamasilla de Alba, entre Quesos y Quijotes

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Ruidera. Un oasis en mitad de España.

lagunas de ruidera

Más allá de las poéticas descripciones cervantinas, las lagunas de Ruidera, enclavadas en el Campo de Montiel, forman el parque natural más interesante de Castilla – La Mancha. Sus excepcionales paisajes dominados por el agua y el verde, contrastan con el entorno seco en que se insertan.
Un rosario de bellas lagunas de origen cárstico, y que en conjunto constituyen todo un espectáculo para los sentidos, además de una curiosidad ecológica y geológica de primer orden tanto en España como en todo el ámbito europeo.

Disponeos a descubrir este auténtico oasis de la llanura manchega.

Ruidera. Autor, Dan

Pura vida, Ruidera. Autor, Dan

El origen de este sistema húmedo es el afloramiento en la superficie de corrientes de agua subterráneas procedentes del circundante Campo de Montiel. Cada laguna de este singular espacio natural, protegido bajo la figura de parque natural, está separada de la siguiente por barreras y terrazas, lo que da al conjunto un peculiar atractivo. Pero la especial belleza de Ruidera está en el intensísimo color de sus quince lagunas: unas veces azul turquesa, otras verde cristalino, más propio de la idea que todos tenemos de lugares exóticos y tropicales. La sensación del visitante al ver estas particulares tonalidades de las aguas es de total irrealidad.
Además, al ser el terreno calizo, algunas lagunas han disuelto literalmente las orillas en las que se asientan y se han ido hundiendo poco a poco. Como testigos de la primitiva altura que alcanzaban quedan sobresalientes cornisas asomadas sobre las aguas, cuya parte inferior, blanqueada por la cal del terreno, refleja los espectaculares colores.

Sabina albar. Autor, acusticalennon

Sabina albar. Autor, acusticalennon

La vegetación predominante alrededor de las lagunas es la palustre. Una orla de carrizo y enea rodea muchas de ellas, formando una muralla impenetrable, mientras que en las laderas cercanas abundan las encinas y la vegetación mediterránea.
También son frecuentes las sabinas y enebros de gran tamaño. La sabina albar (Juniperus thurifera) es un árbol reliquia de otros tiempos, adaptado para soportar condiciones climatológicas extremas de temperaturas muy altas en verano y muy bajas en invierno, además de una pluviosidad muy escasa. La frugal sabina es capaz de prosperar en estas condiciones, aunque su crecimiento es muy lento. Debido a la dureza del medio en el que crece, el sabinar siempre forma manchas discontinuas, puesto que si los árboles estuviesen muy juntos no podrían desarrollarse bien.
Las sabinas de Ruidera, de buen porte, son centenarias. Estrictamente protegidas.

Aguilucho lagunero. Autor, Francisco Montero

Aguilucho lagunero. Autor, Francisco Montero

La fauna dominante en Ruidera son las aves acuáticas: ánades reales, patos colorados, porrones, fochas, cercetas y garzas nidifican entre los cañaverales o se acercan aquí a pasar el invierno o a descansar durante sus viajes migratorios. La gran extensión de la superficie acuática da cobijo también a una ictiofauna en la que sobresalen la boga, el barbo y la carpa, además del lucio y del black-bass, voraces especies foráneas introducidas con fines pesqueros.
Sin embargo, la especie reina de las lagunas es el escaso aguilucho lagunero (Circus aeroginosus). Esta rapaz es de gran belleza: en el macho dominan los tonos blanquecinos en su parte inferior, mientras que la hembra es inconfundible por su color chocolate y las manchas color crema que presenta en la cabeza y en los “hombros” de las alas.
Este águila de tamaño mediano es una especialista en la caza por sorpresa entre los cañavelares. Sobrevuela las masas de carrizos y eneas a la búsqueda de presas (pequeños mamíferos, aves acuáticas, reptiles…). De repente, cuando localiza algo interesante, se para y se lanza para capturar a su víctima.
En los montes cercanos habitan los jabalíes, los zorros, los conejos, las liebres y las aves rapaces, mientras que en los cultivos de secano de los campos circundantes subsiste una importante población de aves esteparias, entre las que destacan la perdiz y la avutarda, una de las mayores aves españolas.

ruidera. Autor, Frankeke Oteo

El mar de La Mancha. Autor, Frankeke Oteo

El parque natural de las lagunas de Ruidera abarca una extensión cercana a las 4000 hectáreas que protege el conjunto lagunar, así como el cercano embalse de Peñarroya. Y alberga otra una importante sorpresa que hará las delicias de los amantes de Cervantes: la cueva de Montesinos, citada expresamente en “Don Quijote de La Mancha”. A decir verdad, todo el entorno de este oasis está lleno de puntos que evocan las hazañas del Caballero de la Triste Figura.
En el famoso libro, Miguel de Cervantes escribió en el siglo XVII que el origen de esta zona lacustre se debe al encantamiento de la Dueña de Ruidera, una legendaria dama.
Volviendo a la cueva de Montesinos, Don Quijote la eligió para retirarse a reflexionar una temporada, pero tuvo la mala pata de caerse por ella y quedar maltrecho.
Por supuesto, la cueva es visitable, pero es aconsejable llevar linternas y calzado adecuado a prueba de resbalones, si no se quiere seguir la suerte del famoso hidalgo.
Sin embargo, si se quieren conocer a fondo estas profundidades, lo mejor es contratar una visita guiada con sabersabor.es. Con ellos es posible evocar perfectamente la atmósfera cervantina de la cueva, descubriendo las formas que el agua ha modelado en las paredes de la gruta: la cara de Don Quijote, la cabeza del cocodrilo, la figura de la Virgen, el Belén, la Teta de la Vaca… y la secreta “cámara el tesoro”, una pequeña sala de la cueva cuyo techo está recubierto de brillantes capas de cuarzo. El fondo de la cueva está ocupado por un lago de azuladas aguas cristalinas.
Todo un placer para los sentidos.

Entrada a la cueva de Montesinos. Autor, Victor Díaz

Entrada a la cueva de Montesinos. Autor, Victor Díaz


Un artículo de Antonio Bellón Márquez


Si queréis conocer todos los secretos de este lugar único e inigualable, os propongo vivir esta experiencia: Ruidera, el oasis de La Mancha