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Hacia un Turismo Sostenible

Determinados lugares de España están catalogados dentro de las zonas del mundo con mayor presión turística, sobre todo en los últimos años en los que circunstancias económicas y sociales han favorecido un incremento antes nunca visto.
Si bien este hecho supone un notable beneficio mercantil para algunas economías locales, hay que considerar sus consecuencias sobre el patrimonio natural y cultural de las zonas receptoras de visitantes.
Los principales impactos sobre el medio pueden resumirse en:
• Cambios en los usos del suelo para crear las infraestructuras necesarias de alojamiento, transporte, gestión de residuos, etc. Esto genera la destrucción directa de ecosistemas, la fragmentación de otros, contaminación y la pérdida general de biodiversidad a menudo de forma irreversible.
• Mayor demanda de recursos, a menudo ya limitados, como el agua y el suelo, provocando graves situaciones de sobreexplotación, agravadas por la gran concentración de turistas en el tiempo y en el espacio.

Nuestras aguas

Nuestras aguas

Sin una buena gestión y planificación, este turismo puede provocar impactos adversos, no sólo sobre el medio, sino también sobre las poblaciones que lo acogen y sus valores culturales, hecho que a medio-largo plazo retraerá el número de turistas por la falta de atractivo del destino y la creciente demanda de calidad medioambiental.
Por esta razón, desde la Conferencia Mundial de Turismo Sostenible, celebrada en Lanzarote en 1995, gobiernos, organizaciones internacionales y agentes turísticos reconocen la necesidad de implementar una gestión exigente que minimice los impactos negativos sin mermar los beneficios.
De ella nace la Carta del turismo sostenible, conocida como Carta de Lanzarote, redactada por los asistentes a la Conferencia, que se considera el primer documento de referencia sobre esta actividad.
Reconoce el turismo como necesario y enriquecedor para el desarrollo de los pueblos, pero también como una actividad ambivalente, dado que puede aportar grandes ventajas en el ámbito socioeconómico y cultural, y al mismo tiempo contribuye a la degradación medioambiental y a la pérdida de la identidad local, por lo que debe ser abordado desde una perspectiva global.
Siendo el turismo un potente instrumento de desarrollo, puede y debe participar activamente en la estrategia del desarrollo sostenible y debe gestionarse de forma que se garantice la perdurabilidad de los recursos de los que depende.

Nuestros pueblos

Nuestros pueblos

Aplicando pues al sector turístico el principio de Desarrollo Sostenible, podríamos definir el turismo sostenible como aquel que satisface las expectativas económicas y las exigencias ambientales, respetuoso con el medio natural, cultural y social, y con los valores de las poblaciones receptoras, que potencia el intercambio de experiencias entre residentes y visitantes, y repercute los beneficios de forma justa y equitativa.
En este contexto los espacios rurales y naturales se conforman como los nuevos escenarios del turismo sostenible, acuñándose diferentes términos para designarlos: turismo rural, ecoturismo, turismo verde, turismo de naturaleza, turismo ornitológico, turismo solidario, turismo responsable,…..y así un buen número de denominaciones que encierran contenidos similares aunque con diferentes matices y modalidades, desde la puramente placentera, hasta la interpretación y didáctica del paisaje, pasando por las actividades deportivas y de aventura en el medio natural.
«Ecoturismo, turismo sostenible, turismo ambientalmente responsable, son términos definidos por una misma esencia: son modalidades de turismo no extractivas, en las que el poblador local pasa de ser un elemento decorativo a ser actor de su propio destino; en las que la naturaleza pasa de ser una mina de recursos finitos a ser una compañera de viaje de la industria turística; y esta cuida el medio ambiente por compromiso ético, por inteligencia económica y por razones de mercado”. De Juan (1994).

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Nuestros campos. Autor, M. Moraleda

La potenciación y gestión de un turismo rural y natural, sea cual sea su modalidad, es un importante reto y debe hacerse de forma muy fina ya que se desarrolla en áreas de gran fragilidad. El actual auge, relacionado con una nueva perspectiva comercial y con el agotamiento del modelo de turismo de sol y playa, debería ser contenido y regulado para no caer en los errores y fatales consecuencias del modelo de costa.
Bien administrado globalmente, pone en valor el patrimonio social, cultural y natural de comarcas rurales afectadas gravemente por el despoblamiento, cuando no por el abandono, posibilitando importantes recursos económicos directos (alojamiento, restauración, comercio local, guías…) que fijan población al crear nuevos puestos de trabajo; diversificando y dinamizando el desarrollo rural, y fortaleciendo acciones e iniciativas de conservación.
En todo ello juegan un papel destacado las empresas turísticas y los propios turistas que deberán asumir un código ético para cumplir con los fines que lo definen, garantizando que los atractivos y valores ecológicos se perpetúen en el tiempo sin degradarse y que las modalidades sean acordes con la vocación y limitaciones del territorio.

Nuestros bosques

Nuestros bosques

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Un artículo de Antonio Bellón Márquez
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El castillo de Montizón. Por tierras de Jorge Manrique

castillo de Montizon Campo de Montiel Villamanrique

Hacía mucho tiempo que alentábamos el deseo de visitar el castillo de Montizón, Mons Mentesanus, cuando romano, y Montixon, cuando árabe. Algo así como una extraña admiración romántica, por aquella grande y recia fortaleza, en la que acaso Jorge Manrique, señor de Villamanrique, escribiera sus famosas Coplas, ya que es probado que moró en ella algún tiempo.
Sirvan estas líneas para alentar en lo posible vuestra visita.

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Campo de La Mancha, campo de Montiel. Autora, Alba Casals

Ha mediado el otoño, verdadera primavera de La Mancha. Es un día tan azul y tan diáfano que asemeja el cielo una fiesta de añil y de luz. La gran patena del sol expande sobre los campos sus hostias de oro. Y el campo se esponja bajo la caridad tibia y placentera.
Allá en la distancia, un sembrador arroja la dorada bendición del trigo, en espera de que el agua obre el milagro germinador.
Una mano invisible y despiadada va pelando implacable la fronda de las vides.
Por entre el verde plata de los olivos asoman a centenares las perlas negras de las aceitunas.

Timpano iglesia de Villamanrique. Autor, César del Pozo

Tímpano de la iglesia de Villamanrique. Autor, César del Pozo

Clavadas el horizonte aparecen las casas de Cózar. Sobre el pardo de la tierra, el pardo de los tapiales. Y sobre éstos, la parda montera de los tejados y las negras pipas de las chimeneas. Cózar, como tantos otros lugares españoles, está esperando de Dios lo que los hombres le niegan. Adormecido al sol, sobre una loma, le dejamos atrás.
Un poco más allá, Torre de Juan Abad nos sale al paso. La sombra del insigne don Francisco de Quevedo llena el pueblo. Aún resuenan por las calles las pisadas patizambas y el golpear del toledano estoque del formidable escritor, que gran señor fuera de la villa.
Hemos llegado hasta Villamanrique, cruce estratégico de caminos y escenario auténtico del Quijote de Cervantes. Desde el pueblo al castillo hay un camino estrecho y bacheado, de difícil tránsito para nuestro coche.

Por fin en el castillo

Entrada al castillo de Montizón

Desde el camino no se divisa el castillo, oculto tras altas lomas. Es sólo estando encima cuando nos muestra la fortaleza los recios dientes de sus almenas, que fingen un bostezo interminable. Ni foso, ni rastrillo, ni poterna, ni puente levadizo, ni gente de armas nos vedan el acceso, cual seguro sucediera allá en los tiempos de que fuera su señor.
Ni ha sonado tampoco en la alta torre la trompa del atalaya, anunciando la llegada de gentes extrañas al alcaide de la fortaleza.
Sólo guardan la entrada, en estos tiempos, dos tremendos mastines, que al divisarnos, ladran furiosamente, con canina y tozuda obstinación.

En el interior del Castillo

En el interior del castillo

Penetramos al fin en la mansión guerrera irrumpiendo en su amplia plaza de armas; espaciosas salas castellanas, antaño adornadas de ricos tapices y muebles severos; la vieja capilla de la fortaleza, en que los caballeros de Santiago elevaron sus preces al cielo pidiendo la victoria; la gallarda torre del homenaje; el salón de honor, lugar de fiestas en un ayer remoto; las lóbregas mazmorras, en las que gimieran cautivos; la espaciosa cocina, en que hubiese cabido holgadamente el entero novillo de las Bodas de Camacho
Desde una alta ventana, en que la castellana llorara ausencias en otro tiempo, contemplamos, brillante bajo la llama del sol, el curso del Guadalén. El brazo de acero del río defiende las rocas, en que asienta el castillo su imponente mole.
El paisaje se cierra hacia el norte por cerros y onduladas lomas, que forman el escalón de la meseta manchega. Y hacia el sur se abre, siguiendo el camino que marca la estela de cristal del río, en su marcha hacia el Guadalimar, del que es tributario. Siguiendo este estrecho valle subirían, desde Andalucía, las tropas moras. Y por él bajarían, sin duda alguna, las nobles cabalgadas santiaguesas, en los duros tiempos de la Reconquista.

Paisaje en el Guadalén. Autor, Pedro Castellanos Triviño

Paisaje en el Guadalén. Autor, Pedro Castellanos Triviño

Montizón es el hito gigante que marca la linde de los campos de Castilla y las tierras andaluzas.
Ya ni pajes, ni escuderos, ni ballesteros, ni heraldos, ni hombres a caballo, ni gentes de la mesnada del castellano señor – Jorge Manrique, que luchando por su reina halló la muerte en Garci-Muñoz -, animan con sus voces y su marcial estruendo la plaza de armas.
Ni se escucha el sonar de tambores y trompas de guerra.
Ni fulguran al sol los aceros de las armaduras.
Ni pretenden clavarse en el cielo las lanzas.
Ni relinchan los nobles corceles presagiando la dura pelea.
Ni entre las almenas asoman las damas despidiendo al guerrero que marcha al combate.
Ni se escuchan las dulces canciones de los trovadores al pie de la torres.
La época gloriosa de los caballeros y las castellanas “pasó como pasa, bajo el puente, el río”.
Sobre su peñón cimero, negra verruga de piedra, el castillo duerme su sueño eterno.

Aquel de buenos abrigos,
Amado por virtuoso de la gente,
el maestre don Rodrigo Manrique,
tan famoso y tan valiente

Al atardecer

Al atardecer


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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El Lugar de La Mancha

Corresponde siempre, y más en años de conmemoraciones, tratar de indagar acerca de asuntos que inciden muy directamente en la cultura, la economía, la sociabilidad, el turismo y el prestigio de determinados territorios.
Nada impide aportar la propia opinión sin mayor pretensión. Contando con que el paso del tiempo, la investigación y la documentación serán los verdaderos artífices que clarifiquen todas las dudas e interrogantes que hasta ahora condicionan el enigma lugar.

Atendiendo al sentido práctico y a la intención de utilizar el sentido común según datos evidentes y al alcance de todos, quisiera exponer un punto de vista alejado de dogmas o intereses locales, tratando de acentuar aspectos que abarquen mayores márgenes culturales que la limitante y excluyente localización de un punto concreto. Por otra parte, hasta ahora tan difícil de asegurar, precisamente por la falta de documentación que lo acredite.

Así pues, quiero comenzar aludiendo a este respecto recordando a Cervantes en una de sus citas mencionadas en el Quijote: “Mientras se gana algo no se pierde nada”. A lo cual añado, que donde todos ganan, nadie pierde.

El molino del Mediterráneo

El molino del Mediterráneo

Hasta ahora, el Lugar de la Mancha, no nos ha servido de mucho a los manchegos. Creo que las ansias por acapararlo y acotarlo en un determinado municipio nos empobrece a todos y limita lo universal a lo local.
No olvidando nunca a Cervantes y su afición por los refranes, es preciso recordar que “la avaricia rompe el saco”.
Puede que el afán de personalismos, localismos y demás exclusivismos esté impidiendo que rentabilicemos con auténtica eficacia el incalculable tesoro de formar parte de una de las grandes obras literarias del arte universal.

Deseo mostrar respeto, agradecimiento y consideración por todos cuantos han dedicado su tiempo y sus mejores intenciones para hallar determinado lugar, aportándonos multitud de nuevos puntos de vista, datos y conocimientos. Así como tener muy presentes los estudios de concienzudos cervantistas que no cesan de sumar multitud de razones para entender la genialidad del Quijote.

Aparte de quien lo desee, los manchegos, más que nadie, estamos obligados a convivir entre sí, compartiendo la universalidad que nos ha sido concedida por Cervantes. Menospreciar dicho bien incalculable enfrentando, dividiendo y oponiendo nuestro territorio con sus pueblos, resulta lamentable y contraproducente para La Mancha en particular y para la cultura española en general.
Deberíamos sentirnos obligados a esforzarnos por encontrar el modo que posibilite distribuir la rentabilidad cultural, turística, económica y social de formar parte del universo cervantino.
Estoy convencido de que en ello debe implicarse el país entero porque el Quijote, tratándose de la obra cumbre de la literatura en lengua castellana o española, debe atenderse como un asunto de Estado.

Buscando el norte. Autora, Eve Livesey

Buscando el norte. Autora, Eve Livesey

“El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”.
Este es el título elegido por el autor. La primera frase que dice con exactitud que el protagonista pertenece a La Mancha.

Ahora a ver quien es el guapo capaz de identificar y definir con exactitud qué entendía Cervantes por el espacio que ocupaba La Mancha en la creación de su novela. Contrastando mapas y documentos que incluyan desde el Común de La Mancha, hasta la provincia de La Mancha, ya posterior a Cervantes, se podría aproximar un extenso territorio que acogería prácticamente toda la provincia de Ciudad Real y buena parte de las de Toledo, Cuenca y Albacete. Sin descartar que La Mancha pueda entenderse para muchos desde prácticamente el sur de Madrid hasta las estribaciones de Sierra Morena.
Empezando por algo tan inmenso, creo que va a ser realmente imposible precisar con exactitud ese famoso y desconocido Lugar.

“En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…”
Así comienza el capítulo primero de la primera parte. Así nos dice claramente el autor que no desea recordar dicho lugar.
Para muchos es más que suficiente para no incidir en la búsqueda o designación del mismo. Para otros supone el reto de investigar y encontrarlo.
Va a ser casi imposible hallar con certeza y con autenticidad algo que no dejó escrito ni documentado el autor, y mucho más tratándose de una decisión convenida a propósito. Desde luego que puede investigarse y aproximarse al respecto. Demostrarlo lo encuentro imposible a no ser que alguna vez aparezca documento que especifique de puño y letra de Cervantes: el lugar de La Mancha del cual no quiero acordarme es tal.

Campos de Montiel. Autora, Luz Vazquez

Campos de Montiel. Autora, Luz Vazquez

Cervantes escribe literalmente que don Quijote comenzó a caminar por el Campo de Montiel y también dice que regresó al mismo después de aventurarse en sus peripecias. Parece ser que allí ubica su casa. Y por supuesto donde sitúa la casa, se supone que debe ser el lugar de origen del caballero.
La delimitación del Campo de Montiel queda bien documentada en época de Cervantes, en las Relaciones Topográficas de Felipe II.
Campo de Montiel y La Mancha son dos acepciones que se intercalan y complementan. El Campo de Montiel forma parte del entorno histórico, cultural y social de La Mancha, desde la existencia de ambos. Lo manchego integra la totalidad de la provincia de Ciudad Real incluso desde la designación toponímica de los árabes. Por tanto es absurdo discutir si el Campo de Montiel forma o formaba parte de La Mancha o no, cuando además Cervantes redunda en repetidas ocasiones que comenzó a caminar por el mismo y regresó a morir a su casa. Por tanto no es faltar al rigor literario asegurar que dicho lugar del cual no quiso acordarse se encontraba en el Campo de Montiel. Cervantes habla de una aldea.

Si volvemos a citar la frase que indica ese lugar de cuyo nombre no quiso acordarse, la lógica nos dice que sería absurdo pensar que dicho lugar fuera alguno de los que cita. Por tanto habría que descartar los mencionados de forma explícita porque el propio autor dice claramente que no quiere acordarse.
“de donde como queda dicho, tomaron ocasión los autores de esta tan verdadera historia, que sin duda se debía llamar Quijada, y no Quesada como otros quisieron decir. Pero acordándose que el valeroso Amadís, no sólo se había contentado con llamarse Amadís a secas, sino que añadió el nombre de su reino y patria, por hacerla famosa, y se llamó Amadís de Gaula, así quiso, como buen caballero, añadir al suyo el nombre de la suya, y llamarse DON QUIJOTE DE LA MANCHA, con que a su parecer declaraba muy al vivo su linaje y patria, y la honraba con tomar el sobrenombre della.”
Aquí nos asegura Cervantes, que la patria de don Quijote es La Mancha. Y nos ha dicho también que comenzó a caminar por el Campo de Montiel y regresó a él. Con lo cual se entiende con facilidad que el Campo de Montiel aun siendo un espacio propio, formaba como siempre y como hoy, parte de La Mancha de un modo tan natural como la propia existencia de una historia, una cultura y un ambiente común.

También un lugar de La Mancha. Autora, María

También un lugar de La Mancha. Autora, María

No podrá opinarse con un mínimo de lógica, si el Quijote no se lee en paralelo a todo cuanto pueda hallarse de biografías de Cervantes. Pues la suma de la vida del escritor, junto con el espacio geográfico de La Mancha, dan como resultado la creación de la novela y muchas claves que delatan ficción inspirada en realidad.
Sabemos que no tuvo una vida fácil. Que más de una vez tuvo que empezar de cero y que en numerosas ocasiones transmite la frustración que lo acompañó tanto en lo profesional como en lo personal. Al igual que el protagonista de su novela, se vio abocado a aventurarse para buscarse la vida; pero sobre todo por necesidad de libertad.
Tuvo que emprender la aventura de una nueva vida en la inmensidad de La Mancha, que posiblemente abarcaba en su época como ahora, un gran espacio indeterminado, al igual que hoy para tantos que la cruzan, entre Madrid y Sierra Morena.
En Esquivias obtuvo ayuda de un pariente y allí se casó. Y leyendo sus biografías parece que fue más por necesidad material que afectiva. Que dicho matrimonio nunca fue bien visto por la familia de la novia. Y pudiera ser que aquel lugar de La Mancha no le trajera muy buenos recuerdos como para recordarlo a la hora de escribir. Pero, ¿quién podrá demostrarlo?
Existen partidas de bautismo en Alcalá de Henares y en Alcázar de San Juan. Sí, quizá estos documentos demuestren el lugar de nacimiento del autor, pero no el que el mismo quiso omitir como patria del protagonista.
El Toboso es el lugar más citado de la novela, por tanto absurdo que se trate del lugar que no quiso acordarse.
Nombra Argamasilla al final de la primera parte. Lo hace de forma despectiva, herido por el plagio que al parecer incitó Lope de Vega a través de Avellaneda. Nada hay documentado acerca de que Argamasilla de Alba fuera dicho lugar. Ni nada hay documentado de su estancia en la cueva de Medrano, por tanto lo que le queda es la tradición de haber pretendido dicho lugar desde que se comenzó a redescubrir la novela, buscando beneficios comerciales a través del editor, el dramaturgo y el descendiente que heredó las posesiones sanjuanistas del hijo de Carlos III. Y por cierto, Cervantes cita únicamente Argamasilla sin especificar de Alba. En la provincia de Ciudad Real, que acoge la mayor parte de La Mancha, también existe otra Argamasilla.

Casa de Medrano. Argamasilla de Alba. Autora, Paulaadm

Casa de Medrano. Argamasilla de Alba. Autora, Paulaadm

Recientemente contamos con otra población que apuesta fuerte por ese Lugar. Al igual que Esquivias, El Toboso o Argamasilla, no puede demostrar documentalmente nada. Si Esquivias compite con datos biográficos del autor, Argamasilla con la tradición de haberse autoproclamado la primera como ese lugar; Villanueva de los Infantes con ser la primera población que lo pretende a través de un estudio multidisciplinar compuesto por varios catedráticos. Cierto es que ninguna de estas poblaciones puede afirmar con certeza la autenticidad de dicho Lugar, porque sólo corresponde a Cervantes asegurarlo. En tanto en cuanto no aparezca el documento que lo acredite, el Lugar de La Mancha continuará siendo el mismo que Cervantes no quiso acordarse.
Considero más productivo para todos, entender o asumir que no es tan determinante ni tan importante que dicho lugar se defina en una localidad concreta. Pues aunque la lógica nos dice que puede tratarse de una aldea o un pueblo. Tampoco nada nos asegura que dicho lugar sea nada más que eso, un lugar impreciso sin más.
Es más auténtico, más sano y más real que dicho lugar exista donde verdaderamente permanece la esencia, la autenticidad y la atmósfera que inspiró a Cervantes. Allí donde permanezca la identidad de la cultura y la imagen manchega propia del clasicismo quijotesco, veremos realmente el Lugar de La Mancha. Ni Cervantes ni Don Quijote podrán identificarse allí donde ha desaparecido la personalidad manchega que originó las poblaciones de la mítica llanura.
Cervantes dejó escrito literalmente que todas las villas manchegas se disputarían la patria de Don Quijote. Por tanto no es nada ilícito ni fuera de lugar que cualquier localidad comprendida en el ámbito manchego, pretenda ser dicho lugar. Algunas con más motivos. Otras con más determinación y algunas con mayor rigor. Pero todas con absoluto derecho a pretenderlo haciendo honor al deseo del autor de una obra maestra que nos hace universales, no locales.

El linaje de Villanueva de los Infantes. Autor, Jose María Moreno García

El linaje de Villanueva de los Infantes. Autor, Jose María Moreno García

Quizá esta sea una de las claves de dicha universalidad. No haber localizado con exactitud la patria del héroe mítico. Haber poseído suficiente ingenio y suficiente ironía para situar mediante la parodia a un caballero medieval en la contemporaneidad barroca del autor. Cervantes no precisa nada a propósito. Permite al lector imaginar, creando con ello la genialidad de la primera novela moderna de la historia.
Nos ha regalado la libertad de imaginar ese lugar donde cada cual lo encuentre conforme a los parámetros que él halló en su imaginación. La determinación de no situarlo con exactitud geográfica confiere auténtico sentido irónico y burlesco a la condición anacrónica y patética de un personaje inteligentemente utilizado para evidenciar mediante la denuncia social camuflada de humor y demencia, la ridícula existencia de multitud de hidalgos arrogantes venidos a menos, aferrados a privilegios más que rancios.
Hablar de un determinado lugar de La Mancha, sin demostrarlo científicamente por medio de documentos históricos, sería tanto como afirmar un dogma.
Creo que dicho lugar debe entenderse como la voluntad de Cervantes por decir con la ocultación del mismo, mucho más que si lo mencionase literalmente.
Don Quijote es tan innovador que ni siquiera existe en la ficción de la obra literaria; en la cual sólo parece real mientras protagoniza las aventuras imaginadas por el autor. De hecho toda la novela vive en dichas aventuras. Nada, excepto escasos detalles de presentación, nos cuenta de su supuesta vida real al margen de la intencionada parodia caballeresca que a la vez canaliza como crítica social. Cuyo personaje muere fracasado dando por finalizadas sus aventuras, sin regresar a su vida real.
Cervantes necesitaba este sueño para liberarse de la continuada frustración que sufrió en vida.
Encuentro más productivo y más beneficioso para todos, encontrar dicho Lugar de La Mancha, allí donde se cuida, se mantiene y se fomenta la imagen que identifica el entorno con la esencia de la novela.
Aquellos pueblos que han sabido conservar la dignidad y la belleza de la identidad estética, arquitectónica y paisajista de La Mancha, será siempre el Lugar de La Mancha que asocia a Don Quijote con la universalidad que nos regaló Cervantes.
Ni don Quijote ni Cervantes, podrán verse en todos aquellos lugares que hayan adulterado dicho clasicismo cervantino.

Lagunas de Ruidera. Autor, J.S.C.

Lagunas de Ruidera. Autor, J.S.C.

Hoy en pleno siglo XXI, la genialidad que nos concedió Cervantes para encontrar ese Lugar del cual no quiso acordarse, puede descubrirse con la autenticidad que demuestra la existencia de espacios reales de la época del autor. Mantenidos idénticos a la cultura que creó e inspiró la novela. Y podrá verse en todos aquellos que se impliquen en hacer honor a sí mismos recuperando y preservando la imagen de la identidad manchega.
Así pues, el Lugar de La Mancha existe realmente en la zona de los molinos de Campo de Criptana, en la vista de la llanura manchega desde los molinos de Alcázar de San Juan. En los cerros de molinos de Consuegra y Mota del Cuervo.
En las manchegas calles de El Toboso, cada vez más cuidadas y respetuosas con el paisaje urbano castizo y popular. En los incomparables conjuntos históricos artísticos de Almagro y Villanueva de los Infantes, repletos de casas de hidalgos y casas populares donde habitaron los personajes de la obra.
Por supuesto en las Lagunas de Ruidera y Cueva de Montesinos. En las blancas calles de la pequeña villa rural manchega que es Fuenllana. En los paisajes del Campo de Montiel. En la preciosa plaza de Puerto Lápice con su flamante nueva calle porticada de porches manchegos.
En la autenticidad de la casa de Cervantes en Esquivias. En los paisajes de Sierra Morena. E incluso en la playa de la Barceloneta. Porque allí donde estuvo Cervantes, estuvo don Quijote. Y allí donde exista y perdure la autenticidad y la imagen que inspiró al genial escritor, existirá el valor universal, la magia de sentir la atmósfera que originó al Quijote.

Visitando Fuenllana. Un auténtico pueblo de La Mancha. Autor, Nestor Cano

Visitando Fuenllana. Un auténtico pueblo de La Mancha. Autor, Nestor Cano

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Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano.
Abril 2015
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Fotografía de portada: Plaza de Cervantes Alcalá de Henares. Autora, Adri Cbl
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Tras la huella de los caballeros de la Orden de Santiago

Tras la huella de los caballeros de la Orden de Santiago

Recorrer la distancia que media entre Villanueva de los Infantes y Castellar de Santiago bajando hasta la linde de Sierra Morena es transitar por un territorio preñado de historia e historias, entre las que no podían faltar las aventuras y desventuras de nuestro buen Don Quijote. Y aunque nunca se sabe si estuvo o dejó de estar por algún lugar concreto de esta Mancha imaginada, no parece aventurado situar no lejos de estas tierras la aventura de los batanes, la conquista del yelmo de Mambrino, la liberación de los galeotes y el retiro penitencial a la Peña Pobre cual nuevo Beltenebros.
Hoy viajaremos desde Villanueva de los Infantes hasta los confines manchegos de Sierra Morena. Lo abrupto de las quebradas zonas montañosas meridionales se equilibrará con la dulce campiña dominada por el olivo.
Comenzamos.

Santuario de Ntra. Sra. de la Antigua. Villanueva de los Infantes. Autor, Pablo G. Sarompas

Santuario de Ntra. Sra. de la Antigua. Villanueva de los Infantes. Autor, Pablo G. Sarompas

Dejar a la espalda Villanueva de los Infantes es tarea costosa: tal es la acumulación de arquitecturas poderosas, la trabazón de historias, el eco de anécdotas, con aquel Caballero del Verde Gabán, cuya casa permanece y amablemente enseñan.
En nuestro camino hacia Torre de Juan Abad, divisamos Almedina (“la fortaleza”), patria del magnífico pintor renacentista Fernando Yáñez de la Almedina, y levantada por los musulmanes tras la destrucción de Mentesa, en la vecina Villanueva de la Fuente, con el fin de anclar un bastión defensivo frente al creciente empuje cristiano de los caballeros de Santiago. Nos cuentan que por esta villa alargada, pasó Enrique de Trastámara antes de la entrevista asesina en Montiel. Pero esta es otra historia.

Fuente de Almedina. Autora, Noemí León Albert

Fuente de Almedina. Autora, Noemí León Albert

Retomamos la senda, sinuosa, con suaves pero prolongadas cuestas y un paisaje muy árido, entre pequeños cerros de laderas pobladas de olivos, que nos ofrecen algún alivio para la vista al menos, hasta entrar en Torre de Juan Abad, en tiempos, señorío de don Francisco de Quevedo y Villegas, ácido y genial escritor, y caballero de la orden de Santiago. Aquí pasó sus buenos años por motivo de alguna de las muchas persecuciones y querellas que sufriera a lo largo de su azarosa vida. Aquí enfermó, y desde aquí fue llevado a Villanueva de los Infantes para morir.
El talento crítico de Quevedo aún ronda la Torre de Juan Abad.

A la sombra de Quevedo. Autor, José David Pérez Fernández

A la sombra de Quevedo. Autor, José David Pérez Fernández

Nuestro camino enfila en dirección a Castellar de Santiago. A pesar de las huertas que distinguimos en las proximidades, lo cierto es que el paisaje que nos envuelve mantiene esa misma aridez hasta el momento en que nos plantamos frente al magnífico castillo de Montizón, a orillas del Guadalén. El paraje, por contraste, es de una extraordinaria belleza y la presencia de la fortaleza no hace sino subrayarla. El castillo, levantado por los musulmanes allá por el siglo XI, aguantó las correrías de Alfonso VIII al sur de la frontera del Tajo y el triunfo definitivo de las Navas de Tolosa sobre los almohades. El mismo Jorge Manrique llegó a ser comendador de Montizón, dándose la paradoja de que esta tierra disfrutara de dos de los mejores, y tan distintos, poetas de la lengua castellana.

Castillon de Montizón. Autor, Antonio Bellón

Castillo de Montizón. Autor, Antonio Bellón

Superado el castillo, entramos ya en las estribaciones de Sierra Morena y nos rodea un paisaje abrupto tamizado por viejas y nudosas encinas. El agradable aroma de la retama, las perdices que asoman a cada instante y la certeza de la existencia de jabalíes, nos mantienen atentos hasta llegar a Castellar de Santiago, donde reposaremos por hoy los cinco sentidos.

Vista de Sierra Morena desde los Campos de Montiel. Autor, Rufino Jiménez

Vista de Sierra Morena desde el Campo de Montiel. Autor, Rufino Jiménez

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Fotografía de portada: Paisaje en el Guadalén. Autor, Pedro Castellanos Triviño
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Almodóvar del Campo. En la tierra de los Encierros más antiguos de España

Almodóvar del Campo. En la tierra de los Encierros más antiguos de España

Con la segunda semana de septiembre se da el pistoletazo de salida en el tranquilo pueblo ciudadrealeño de Almodóvar del Campo a sus Fiestas patronales 2014. Como si quisiera demostrar su importancia, la localidad con el término municipal más grande de Castilla La Mancha y el quinto en el ranking del país, celebra el acontecimiento a bombo y platillo y lo hace dedicándolo consecutivamente a tres santos distintos, para no ser menos que otras fiestas similares: un día en honor a la Virgen del Carmen; otro a San Juan Bautista de la Concepción y por supuesto uno más a su hijo más ilustre, el Doctor de la Iglesia San Juan de Ávila. En estas jornadas el pueblo se engalana por todo lo alto y da rienda suelta a multitud de saraos, a cual más multitudinario, donde no faltan los tradicionales concursos y campeonatos, los certámenes para todas las edades, espectáculos ecuestres y el ya tradicional desfile de carrozas por las calles de la población. En la edición del pasado año participaron en la gala un total de cinco carrozas, que se hicieron acompañar en su recorrido por la Reina y las Damas de Honor, las dos bandas de música municipales y el grupo de cornetas y tambores del Rescatado… Todo un espectáculo para los sentidos que dejó un imborrable recuerdo por su vistosidad y espontaneidad.

2. Panorama de Almodóvar del campo. Autor, Latras

Panorámica de Almodóvar del campo. Autor: Latras

Cabecera del Valle de Alcudia y muy próximo a la ciudad de Puertollano, Almodóvar del Campo tiene una arraigada tradición de ciudad de paso: se trataba de un punto esencial en el Camino Real de la Plata, la vía principal que utilizaban viajeros de toda índole para atravesar las estribaciones boscosas de Sierra Morena. Tras pasar cerca de la laguna que da nombre a la ciudad (Almodóvar, o Al-modowar, significa “el redondo” o “agua en redondo”, en alusión a dicha zona húmeda), los forasteros llegaban al pueblo y se alojaban en las distintas hospederías existentes, donde además de comida disponían de cuadra y forraje para los animales.

3. El espectáculo de los encierros. Autor, Gonzalo Andrés

El espectáculo de los encierros. Autor: Gonzalo Andrés

Lugar clave asimismo en las rutas de trashumancia, los pastos y dehesas próximos eran el destino habitual de los pastores que desde la fría meseta norte llegaban siguiendo el trazado de las cañadas leonesas, segovianas o sorianas. Es quizás esta antiquísima tradición ganadera, que se remonta a los primeros años de la Mesta medieval, la que originó la costumbre de conducir reses bravas hasta el casco urbano con la ayuda de los mozos de la localidad. El espectáculo debió de ser ciertamente llamativo en unas épocas donde la monotonía era ley de vida, y de ahí surgió casi con total seguridad el que puede considerarse el encierro de reses más antiguo de España (con permiso de otras localidades igualmente interesadas, como Cuéllar en Segovia o Ciudad Rodrigo en Salamanca).

4. Bravura y coraje. Autor, Philippe Guintoli

Bravura y coraje. Autor: Philippe Guintoli

Los Encierros de Almodóvar del Campo, declarados en 1991 de Interés Turístico Regional, se citan ya por el año 1591 en los libros de Acuerdos del Ayuntamiento, aunque existen documentos históricos que probarían la celebración de encierros en esta localidad a finales del siglo XV. Antiguamente todas las bocacalles colindantes a la del encierro se encontraban cerradas y cercadas con carros y maderos preparados para tal fin, y en los soportales y otros tramos los vecinos construían sus talanqueras y tendidos para familiares y amigos, que llegaban de lejos para no perderse el espectáculo. Los toriles se hacían con maderos y su confección corría a cargo de carpinteros del pueblo, quienes los dejaban bien asegurados para dar suelta a los toros que luego eran corridos en la plaza por multitud de aficionados.

5. El arte de la tauromaquia. Autor, Kalin Nikolov Koev

El arte de la tauromaquia. Autor: Kalin Nikolov Koev

Hoy los encierros se celebran en los cinco últimos días de las fiestas locales, y comienzan tradicionalmente a la una del mediodía con el tradicional chupinazo. Resulta un espectáculo sobrecogedor esperar el momento culminante de la suelta de reses desde los atajadizos, y aún más correr delante de ellas en la Corredera, lo que atrae a un numeroso respetable procedente de toda la provincia. Las fiestas patronales cuentan además desde el año 2010 con un coso taurino en toda regla (anteriormente los encierros desembocaban en una plaza portátil), permitiendo así el espectáculo añadido de novilladas, suelta de vaquillas, rejoneo y corridas de toros con presencia de estrellas del toreo a nivel nacional…

6. El espectáculo de la dehesa. Autor, Miguel escobar

El espectáculo de la dehesa. Autor: Miguel escobar

Aunque para los menos taurinos la diversión está igualmente asegurada, puesto que no faltan actividades dentro y fuera de las peñas hasta altas horas de la madrugada. Degustación de paella gigante en el recinto ferial; gymkhanas; espectáculos nocturnos de variedades; elección de la Miss de las fiestas… En definitiva Almodóvar del Campo constituye una cita obligada para los próximos días, y que en nuestro caso, desde luego, no nos la vamos a perder por nada del mundo.

7. Capeando el temporal. Autor, Catalina Gracia Saavedra

Capeando el temporal. Autor: Catalina Gracia Saavedra

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Las minas de Almadén hace dos mil años. Un día en la vida de los mineros del mercurio (3ª Parte)

En el ámbito de la minería subterránea cualquier operación a gran escala revestía mucha complejidad, ya que sus distintos aspectos (profundización de pozos, sostenimiento de zonas inestables, extracción del mineral, desagües, ventilación, etc.) estaban sometidos a continuos cambios producidos por la geología del terreno. Las condiciones de los túneles convertían las labores mineras subterráneas en trabajos con un alto grado de dificultad y, en algunos casos, con graves riesgos físicos para los trabajadores. Sin llegar al apocalíptico panorama que configuraba Diodoro en sus descripciones de las minas de Egipto, las penalidades del trabajo y los riesgos en el interior de las minas eran muy reales. Estos iban desde simples heridas cortantes producidas por las herramientas o el manejo continuado de materiales rocosos, hasta situaciones de aplastamiento por caída de rocas, asfixia en atmósferas irrespirables o enfermedades pulmonares provocadas por la exposición prolongada al polvo.

Mina y Museo Minero.Almadén.Ciudad Real

Interior de la mina

La iluminación en los frentes de trabajo, necesaria para el avance de galerías o pozos, se realizaba por regla general mediante lámparas de aceite (lucernas). Eran de distintos tamaños, elaboradas en arcilla cocida y semejantes en todo a las usadas el ámbito doméstico romano. El emplazamiento de las lámparas se hacía sistemáticamente en pequeñas oquedades excavadas en los hastiales, lo que facilitaba su colocación a la altura deseada.

Barrenando. Autor, desconocido

Barrenando

Como útiles de arranque en minas romanas como las de Almadén, se introdujo muy pronto el uso de herramientas de hierro frente a los útiles de piedra y hueso de épocas anteriores. De esta forma podían aumentarse sustancialmente los rendimientos. Era frecuente utilizar cuñas metálicas o de madera, martillos diversos, picos y punterolas apoyados por rastrillas y palas. En el interior de las minas se utilizaba además el fuego y el agua en forma alternativa, para romper la roca muy dura. Como sistema básico de apuntalamiento los mineros usaban la madera, por lo general abundante y fácil de trabajar. El uso de vigas de madera en la minería romana se recoge en el texto de la segunda tabla de Aljustrel, en la que se advierte a los titulares de las concesiones mineras la necesidad de reemplazar y mantener en buen estado el sostenimiento de madera para evitar la ruina de las explotaciones. Sin duda, puede considerarse este texto como uno de los primeros intentos de regular y hacer sostenible la explotación forestal.

De transporte del mineral. Autor, Raimundo Pastor

De transporte del mineral

El transporte del mineral hasta la superficie era una operación muy penosa que se realizaba manualmente en capazos a través de las propias galerías, o bien mediante el empleo de tornos instalados en la boca de los pozos. Para las operaciones de izado también se utilizaban cables confeccionados con fibras vegetales o cuero, bien directamente o combinándolos con poleas. Un caso aparte y excepcional lo constituye la extracción del mineral a través de grandes galerías transversales mediante carros, como ha podido constatarse en explotaciones mineras próximas a las de Almadén.

Pero sin duda, el gran logro de ingeniería de minas romana minera lo constituían los pozos verticales para el servicio de explotación (acceso, ventilación, evacuación de mineral y agua, etc). Se trata de una de las obras más audaces que se han realizado nunca. En algunos casos llegaban a alcanzar más de cien metros de profundidad y dos o tres metros de diámetro, y sus paredes se recortaban a pico para evitar derrumbes, un peligro muy real y siempre presente que hubiera supuesto la lenta muerte por asfixia para los esclavos que trabajaban en el interior.

Cinabrio y dolomita. Autor, Felipe García Miñarro

Cinabrio y dolomita

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Las minas de Almadén hace dos mil años. Un día en la vida de los mineros del mercurio (2ª Parte)

Para solucionar esta circunstancia, los romanos generalizaron la realización de grandes galerías de desagüe allí donde era topográficamente posible, o bien utilizaron sistemas escalonados de bombeo como la noria o el tornillo de Arquímedes. Las norias fueron perfeccionadas posteriormente por los pueblos árabes, pero en tiempos romanos consistían simplemente en una estructura vertical de cazoletas de madera, las cuales subían el agua depositada en el fondo gracias a una rueda movida por trabajo manual. El tornillo de Arquímedes, también de tracción manual, suponía una variación novedosa en la que el bombeo podía conseguirse gracias a un plano inclinado y un movimiento helicoidal ascendente, similar a los tornillos usados hoy en día. Algunos investigadores opinan que el tornillo de Arquímedes es mucho más antiguo de lo que se cree, y que fue utilizado para el riego en los famosos jardines colgantes de Babilonia, una de las siete maravillas del mundo antiguo.

Mercurio nativo, Cinabrio

Mercurio nativo, Cinabrio

Las minas de Almadén tuvieron pleno rendimiento durante la dominación romana, pero curiosamente, su gran valor no fue el de la obtención de mercurio (que los romanos consideraban de uso menor), sino más bien de un producto que para la sociedad de la época resultaba clave: el bermellón. De hecho Almadén, y por definición toda la Bética romana, se convirtió muy pronto en el principal centro de producción de este tinte en todo el Imperio. El bermellón no era otra cosa que cinabrio de gran riqueza molido y lavado para eliminar las impurezas que contenía. Para conseguirlo se trituraba el mineral hasta reducirlo a polvo y, tras lavarlo varias veces, lo purificaban hasta obtener un tinte rojo de gran calidad que se destinaba a usos tan variados como pintar los ojos de las estatuas imperiales, o ruborizar las pálidas mejillas de las patricias (esta moda, por cierto, causaba furor en Roma por aquella época).

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Interior de la mina

Sin embargo estos trabajos de molienda no se realizaban en Almadén. Todo estaba destinado a Roma, hasta donde navegaban los barcos procedentes de Hispania cargados con el mineral en bruto. La razón nos la explica Teofrasto, que alude al extremo celo con que se trataba todo lo relacionado con el bermellón para evitar la propagación del secreto, y en consecuencia la creación de mercados ajenos al control de Roma. Plinio resulta más explícito cuando escribe que: «esta mina se cerraba con llave, la cual guardaba el gobernador de la provincia y cada vez que la había de abrir era necesario una orden del Emperador, y que se volvía a cerrar en sacando la cantidad suficiente para enviar a Roma».

Continuará…

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Puerta de Carlos IV. Almadén


Fotografía de portada: Plaza toros de Almadén

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Las minas de Almadén hace dos mil años. Un día en la vida de los mineros del mercurio (1ª Parte)

Aunque el «agua de plata», como era denominado antiguamente el mercurio, ya era utilizado por las ancestrales civilizaciones China e India hace más de cuatro mil años, fue sobre todo tras el descubrimiento de los gigantescos yacimientos de Almadén cuando este metal noble comenzó a ser importante en todo el mundo conocido. El filósofo griego Teofrasto habla ya de las minas de cinabrio en el siglo IV a.C., mientras que Plinio alude al importante comercio de este mineral entre Sisapo (ciudad situada según algunos estudiosos en el valle de Alcudia) y las principales urbes de Grecia y Roma. La construcción de la calzada romana que enlazaba Mérida con Tarraco ayudó en gran medida a este mercado, y no cabe duda de que Almadén adquirió pronto importancia capital, puesto que el mercurio era por entonces muy buscado al constituir un ingrediente clave en la fabricación de medicinas y productos cosméticos, así como en la obtención del bermellón, el codiciado tinte rojo.

Restos de Sisapo. Autor, Mabonillog

Restos de Sisapo

Faltaba aún mucho tiempo para la llegada del español Medina y su técnica de amalgamamiento con mercurio, gracias a la cual podía extraerse fácilmente el oro y la plata aprisionados en los minerales de los que formaban parte. Dicho sistema contribuyó enormemente al auge de la minería americana durante la época colonial, aunque hay que decir que la propiedad de formar amalgamas ya era conocida y utilizada por los fenicios en el siglo VII a.C. Pero cualquiera que fuera su uso posterior, lo cierto es que el trabajo en las minas de Almadén, al igual que en todas las existentes durante aquella época, era una de las ocupaciones más difíciles y arriesgadas que podían tocar en suerte a un ser humano. Las condiciones casi infrahumanas en las que los operarios trabajaban diariamente hacían que la mano de obra fuese casi inexistente, lo que obligaba a reclutar «voluntarios» entre la población esclava procedente en muchos casos de otras partes del Imperio… ¿Cómo era en realidad un día cualquiera para los mineros del mercurio hace dos mil años?

Almadén desde la Cruz de los Mineros. Autor, rutasdelmercurio.wordpress.com

Almadén desde la Cruz de los Mineros

Las minas eran, para empezar, una inversión muy costosa. La planificación y estructuración de grandes yacimientos hizo que muchas veces los gastos corriesen a cargo de la administración pública, a través de los gobernadores romanos provinciales, que a menudo explotaban directamente las minas o las arrendaban a inversores privados. En el ámbito de la minería subterránea, como ésta de las minas de Almadén, esta planificación permitió resolver con relativo éxito el principal problema existente, que era la existencia de agua en el terreno. Bien por los aportes del exterior en época de lluvias o por la propia circulación natural de las aguas subterráneas, la progresión en profundidad de cualquier explotación se enfrentaba siempre con el peligro de inundación de galerías y la reducción del rendimiento de los esclavos, que en la mayoría de los casos trabajaban en un ambiente penoso, con agua y el barro hasta las rodillas.

Continuará…

Hornos de Bustamente

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Villanueva de los Infantes y el origen de sus cruces de mayo (1ª parte)

Villanueva de los Infantes y el origen de sus cruces de mayo (1ª parte)

En estos días de plenitud primaveral las fiestas de las Cruces de Mayo se presentan como un encuentro cristiano de primerísimo orden, impregnado además con la exaltación pagana de la estación de la siembra y la fertilidad. En Villanueva de los Infantes, en pleno Campo de Montiel, las Cruces de Mayo son por añadidura una ocasión especial y evento destacado en el panorama festivo de Castilla-La Mancha, puesto que la celebración está declarada de Interés Turístico Regional desde el 23 de marzo de 1999.

Cruz de Mayo en el Convento Franciscano de Villanueva de los Infantes. Mayo 2010. Autor, Soy Cofrade

Cruz de Mayo en el Convento Franciscano de Villanueva de los Infantes. Mayo 2010. Autor, Soy Cofrade

A pesar de su clara afinidad cristiana, la fiesta de la Santa Cruz tiene orígenes oscuros, perdidos en la incógnita de los ritos precristianos que proliferaron en toda Europa antes de la llegada de los primeros evangelizadores. En España aparece ya establecida en época mozárabe, pero es sabido que esta celebración procede a su vez de antiguos ritos griegos y fenicios relacionados con el cambio de estaciones. La fiesta fenicia de exaltación de la primavera se denominaba, precisamente, mayumea. Los celtas la llamaban en cambio Beltane y marcaba el comienzo de la temporada de verano, cuando los pastores conducían al ganado a las tierras de pasto situadas cerca de las cumbres. Los pueblos celtas encendían hogueras en las montañas, y durante la jornada principal adornaban de flores y abalorios un tótem sagrado, lo que a su vez se acompañaba de danzas, cánticos y diversos rituales de significado religioso y político.

Plaza Mayor de Villanueva de los Infantes. Autor, Dubas

Plaza Mayor de Villanueva de los Infantes. Autor, Dubas

Con la llegada del cristianismo los tótems y ritos paganos se sustituyeron por la imagen de la Santa Cruz. En España la festividad de las Cruces de Mayo estaba ya firmemente arraigada durante la Alta Edad Media, relacionándola con el hallazgo de la auténtica cruz de Cristo por Santa Elena en el año 326. Efectivamente, durante el viaje que la emperatriz Elena de Constantinopla (madre del que fue gran Emperador Constantino I el Grande) realizó a Jerusalén con objeto de encontrar el Santo Sepulcro, ésta hizo demoler el templo pagano situado en el Calvario de la ciudad santa, allí donde los sabios judíos afirmaban que se había dado muerte al Salvador.

Escultura Memento Mori. Cementerio de Villanueva de los Infantes. Autor de la fotografía, Carlos Chaparro Contreras

Escultura Memento Mori. Cementerio de Villanueva de los Infantes. Autor de la fotografía, Carlos Chaparro Contreras

Según la leyenda la emperatriz encontró tres cruces: una de ellas debía ser la de Jesús, mientras que las otras pertenecerían a los dos ladrones. Como era imposible averiguar a ciencia cierta cuál de las tres cruces sería la de Cristo, Santa Elena hizo traer el cadáver de un hombre recientemente fallecido, el cual, al entrar en contacto con la verdadera cruz, o Vera Cruz, resucitó. La emperatriz y su hijo Constantino hicieron construir en el lugar del hallazgo un fastuoso templo que llamaron Basílica del Santo Sepulcro, donde desde entonces se guarda la reliquia objeto de esta antiquísima celebración.

Continuará…

Valle del río Jabalón. Autor, Entorno Jamila

Valle del río Jabalón. Autor, Entorno Jamila

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Albacete y el ancestral arte de la navajería

cuchilleria albacete

Si hay algo por lo que Albacete es conocida en todo el orbe es precisamente por sus archifamosas navajas, orgullo de arrieros y pastores, y terror de viajeros por cualquier serranía ibérica en épocas pasadas, no excesivamente lejanas en el tiempo. El oficio de cuchillero parece que tiene raíces árabes, pero en cualquier caso esta importante actividad artesanal se consolidó a partir del siglo XV. En la segunda mitad de la centuria siguiente la producción había empezado a diversificarse con la fabricación de tijeras, pinzas y otros objetos cortantes.

El 90% de los talleres artesanos se concentraba, paradójicamente, en la calle de los Zapateros, en tanto que en otras localidades españolas existen calles denominadas de Cuchilleros o Cuchillería, pese a que esta actividad nunca alcanzó la calidad y notoriedad propias de Albacete.

Detalle de navaja artesanal. Autor, Navaja Artesanal Albacete

Detalle de navaja artesanal

Los artesanos empezaban por preparar el mango de asta. Después se recortaba la hoja a partir de una plancha de acero y más tarde, en la fragua, se daba a la hoja el temple que era la característica distintiva de las navajas albaceteñas. Por último se procedía al muy artesano y paciente montaje, que incorporaba muelles, virolas, ruedecillas dentadas, etc. En el siglo XVIII comenzaron a imponerse restricciones al uso de las navajas, y aunque las de Albacete llegaban prácticamente a toda España, la comercialización era aún bastante rudimentaria ya que en buena medida se basaba en la figura del navajero (un término hoy asociado a siniestras reminiscencias), como se llamaba entonces al muy honorable vendedor ambulante que transportaba un variado muestrario de piezas.

Fuente de las ranas. Albacete. Autor, Gabriel Villena

Fuente de las ranas. Albacete

Cuando los trenes se detenían en la estación de Albacete, allí estaban ya esperando estos navajeros de antaño con el propósito de «atracar» a los viajeros en el mejor sentido de la palabra: esto es, colocarles alguna labor de la mejor artesanía cuchillera local. En 1908 se instalaron las primeras fábricas, es decir, se superó la fase meramente artesana iniciándose la producción masiva en el sentido moderno. Por supuesto los artesanos han persistido hasta nuestros días como auténticos maestros dedicados a producir piezas de coleccionista y de categoría artística. En 1925 funcionaban 12 fábricas, y a finales de la década de los 50 se atravesó por una crisis que obligó a hacer profundas remodelaciones en el sector. Hoy la cuchillería albaceteña ha incorporado la tecnología más avanzada y exporta sus productos a muchos países, con numerosas empresas a pleno rendimiento y una ocupación que hace algunos años llegaba a casi 2000 personas.

Atardecer en los Llanos de Albacete. Autor, Sergio B.

Atardecer en los Llanos de Albacete

Nada mejor que recorrer las salas del Museo de la Cuchillería si se quiere conocer este importante escaparate de la economía local. Ubicado en la casa del Hortelano, en la plaza de la Catedral, es uno de los tres únicos museos de cuchillería que existen en todo el mundo y posee piezas antiguas, modernas y algunas verdaderas obras de arte… no dejéis de visitarlo si alguna vez recaláis en la ciudad. Os sorprenderá!