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La curiosa historia del ‘Retrato de un Anciano’

Antonio López Torres museo turismo cultural Tomelloso

La ingente obra pictórica realizada por Antonio López Torres, merece no ya un simple comentario, sino un detenido estudio cuya realización compete exclusivamente a los críticos y versados en la pintura. El articulista, profano en la materia, no puede rozar estas cuestiones si no es en un plan meramente periodístico y, en vez de hacer crítica, habrá de orientarse solamente por los cauces de la información.

“Retrato de Anciano”, uno de los más valiosos cuadros realizados por nuestro artista y llevado a cabo allá por el año 1931 en medio de interesantes anécdotas que bien merecen la pena traerlas hoy al sabor de este artículo.

Autorretrato. Óleo sobre cartón. 1921. Museo Reina Sofía

Autorretrato. Óleo sobre cartón. 1921. Museo Reina Sofía

Corría el mes de julio del ya citado año cuando el pintor se dirigía, en un caluroso día de aquel verano, al estudio que tenía establecido en la finca ‘Mirasol’, propiedad por aquellas fechas de don Francisco Martínez Ramírez. El culto periodista brindó generosamente a López Torres una de las mejores habitaciones de su casa, en la que aquel dio magistral concepción a numerosos lienzos que constituyeron los primeros triunfos que habrían de jalonar su brillante carrera.

Como decíamos, se encaminaba un buen día hacia ‘Mirasol’ cuando se le acercó un anciano mendigo que, temblorosamente, le imploró una limosna. No tardó mucho el pintor en quedar atraído por el porte de aquel anciano que nada tenía de común con los demás mendigos. En su cara podía percibirse la huella de un inmenso sufrimiento y en su mirada, llena de melancolía, había un destello de nobleza que casi se apagaba ya, absorbido por aquella tristeza infinita.

Tenía el venerable viejo la cabeza despoblada casi de pelo, y el poco que quedaba en ella, así como el de su barba, era de un color plateado que denotaba su elevada edad. Llevaba completamente desnudo el pecho y en su hombro derecho descansaba una ya raída manta zamorana. Un pequeño lebrel seguía fielmente sus pasos, constituyendo su única compañía.
López Torres comprendió bien pronto que se trataba de algún personaje que, quién sabe por qué desgraciados reveses, había sido lanzado a tan mísera situación. Recordó entonces que por el pueblo circulaba la noticia de que había llegado un mendigo que, en tiempos, había sido cónsul y noble aristócrata en una República centroamericana, de la que se vio obligado a salir huyendo debido a una revuelta política. Había hecho la travesía del Atlántico en las bodegas de un barco mercante, llegando a España sin ropa ni dinero y, lo que es peor, sin documentación alguna que justificara su personalidad. Además, el anciano, como consecuencia de los inmensos sufrimientos padecidos, había quedado sumido en un estado de inconsciencia que no le permitía evocar muchos datos de su anterior existencia.

Pero lo interesante para el pintor no fue ya el conocer los comentarios que todo el mundo hacía de aquel pobre anciano, sino que, desde aquel mismo momento, se propuso llevar al lienzo aquella expresión de amargura y nobleza.

Retrato de anciano. Óleo sobre lienzo. 1931. Obra de Antonio López Torres

Retrato de anciano. Óleo sobre lienzo. 1931. Obra de Antonio López Torres

Durante quince días posó el anciano ante López Torres. Quince días que constituyeron una lucha para el pintor, resuelto firmemente a reflejar, con toda fidelidad, aquel rostro lleno de arrugas, contraído por los años y el sufrimiento, aquella mirada resignada… Y a las quince sesiones nuestro artista ponía la última pincelada sobre su nuevo cuadro.

Antonio López Torres había salido airoso de la prueba. Sus propósitos quedaban plenamente realizados: había reflejado, no solamente la anatomía de aquella cara, sino ésta no fue más que el medio para conseguir plasmar el alma de aquel mendigo; el alma atormentada por un sufrimiento terrible. De suerte que hoy, al pasar los años, la simple contemplación del lienzo nos evoca toda aquella historia que circuló de boca en boca y el magnífico trabajo de López Torres, que tan magistralmente supo adentrarse en el pensamiento de aquel hombre, nos incita a la conmiseración del noble anciano.

Así se realizó, pues, la obra del joven artista por aquel entonces, obra que marcaba un triunfo indiscutible y que vino a revelarle como un auténtico valor.

Y cuenta el gran pintor que, cuando el anciano se vio retratado, lleno de emoción, se quedó ensimismado ante su figura, mientras unas lágrimas resbalaron por las venerables mejillas, brillando, como dos perlas, a la luz potente del sol de aquel verano.

Museo Antonio López Torres de Tomelloso

Museo Antonio López Torres de Tomelloso


Un artículo de Antonio Bellón Márquez ©


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De ruta por Las Virtudes. Un Parque Temático del siglo XVIII

Si vas a Andalucía y eres de los que disfrutas encontrando lugares sorprendentes. Bien cuando salgas de Madrid, o a tu regreso, si no lo sabes existe un territorio legendario, muy antiguo y muy conocido por Cervantes, llamado Campo de Montiel. Contiene infinidad de bienes patrimoniales y naturales además del paisaje quijotesco más bello y genuino del Mundo.

Saliendo de Torrenueva, por un carreterín muy poco transitado, atravesando el bellísimo paisaje agrario, ondulado de montes tapizados de manchas de encinar, se advierte el fin de Castilla emparentando con Andalucía.
El horizonte aquí se hace más agreste, la temperatura más confortable y el otoño en esos periodos húmedos y cálidos, regala unos días de doble primavera al sur del Campo del Montiel. Se puede llegar también desde Castellar de Santiago, pero el camino más bonito es desde Torrenueva.

Paisaje del Campo de Montiel. Autor, Fran J de Lamo S

Paisaje del Campo de Montiel

Plaza de toros de Las Virtudes

Las Virtudes, justo en las lindes del Campo de Montiel, en tierras de Santa Cruz de Mudela, es otro de esos espacios impresionantes y casi irreales. Detenido en el tiempo. Conservado como un milagro de los avatares históricos. Escondido de los viajeros decimonónicos y apartado de las rutas cinematográficas que llevaron a Hemingway hasta Ronda.

Esta de Las Virtudes posee toda la gracia goyesca del XVIII español. El encanto romántico y bandolero que la camufla a los pies de Sierra Morena y la convierte en algo realmente mágico. Tan auténticamente real, que parece mentira.

Si llegas un día de diario, cuando apenas nadie se ve por el pequeño poblado que la circunda, te atraerá primeramente la fronda caducifolia que más bien parece un pedacito de un Real Sitio borbónico. La Alameda de La Virgen, frescamente regada por la fuente y la alberca, diseñada exactamente igual que los parterres del Retiro de Madrid, sirve de delicioso paseo hasta llegar al monumento.
El atractivo juego de contrafuertes le dan aspecto fortificado. La elegante puerta clasicista, otra vez goyesca, ilustrada. Arquitectura académica, pulcramente trazada en mármol gris.

Tras la puerta, labrada arco de triunfo. Sientes al cruzarla como si comenzase el espectáculo y sonasen las fanfarrias de la Twenty Century Fox. Verdaderamente triunfan los sentidos. Sobre todo la vista. Porque es increíble encontrarse algo tan exquisitamente hermoso en las agrestes estepas castellanas, tan maltratadas por la historia y tan expoliadas de sus riquezas patrimoniales.

Plaza de toros de Las Virtudes. Autor, Javier Gorostiza

Plaza de toros de Las Virtudes

Aquí encontramos la cuadratura del círculo. La plaza de toros cuadrangular exponiendo los parámetros elementales de la arquitectura popular hispánica. Foro heredado de la cultura grecolatina que aglutina los toros cretenses con las ágoras griegas. La plaza popular castellana con iglesia, concejo y galerías del pueblo. Todo un compendio de ingeniería histórica que resume con maestría improvisada el germen de cualquier pueblo español.

Washington Irving fue cautivado por el embrujo hispano-musulmán que lo llevó a descubrir La Alhambra desde Sevilla hasta Granada, encontrado por el camino infinidad de maravillas que a sus ojos resultaban exóticas y tan sorprendentes como el descubrimiento de todo explorador.
Esta es la sensación que provoca por primera vez a todos aquellos que jamás han visto ni oído hablar de Las Virtudes. Uno de los conjuntos arquitectónicos más valiosos de la cultura mediterránea.
Lugar que merece todo el cuidado para ser preservado en su integridad. Hago desde aquí el responsable llamamiento para que se ordene su entorno y todo cuanto se edifique en el mismo armonice y entone con esta joya patrimonial única e irrepetible.

No quiero decir todo lo que contiene para que seáis vosotros mismos los que os sorprendáis. No en vano el título de este artículo hace referencia a la magia escenográfica de los actuales parques temáticos, capaces de recrear con exactitud cualquier etapa histórica. Aquí disfrutaréis del privilegio de lo auténtico, con ese halo irreproducible que sólo concede el peso y el paso de la historia.

Capitel. Autor, Eduardo Mascagni

Capitel

Castilla, Andalucía, mudéjar, barroco, popular, cortesana, golfa, piadosa, bandolera, religiosa, pagana… Romana, árabe, cristiana… Poco me parece para lo mucho que contiene un espacio tan pequeño y a la vez tan inmenso por ser como la esencia de un perfume francés. De esos carísimos que parecen contener oro líquido.
Así brilla el sol en el albero de Las Virtudes, con más arte que las tauromaquias de Goya. Con más atractivo que los viajes de Washington Irving. Con tanta escenografía como las tardes toreras de Hemingway. Y sin embargo, sin ellos, sin la fama. Con la modestia de permanecer al margen de las grades rutas turísticas, posee el incalculable valor de las cosas sin precio. La autenticidad de lo irrepetible y la grandeza de lo creado para solaz de los sentidos.

Los que nunca hayáis tenido la fortuna de conocer este lugar y leáis esto, recordaréis lo que os digo, cuando por primera vez os encontréis en medio de ese coso que no parece una plaza de toros. Que más bien parece la plaza mayor de todos los pueblos de Castilla iluminada por el sol de Andalucía.
La pulcritud milimétrica que la mantiene en perfecto estado de presentación os resultará sorprendente y os dará sensación de irrealidad. Por desgracia tan acostumbrados en muchos casos al deterioro de nuestro patrimonio, ver algo tan exquisitamente cuidado, provoca cuando menos satisfacción y orgullo de ser miembro de este país. Y a la vez el deseo por encontrar todo cuanto nos rodea con un aspecto similar.

Ermita de Nuestra Señora de Las Virtudes

En el interior de la ermita

En el interior de la ermita

Y por si fuera poco. La ermita es el cofre del tesoro. Desde el suelo de barro hasta el artesonado mudéjar, pasando por el aspecto visigodo de la pila bautismal hasta la barroca capilla mayor, todo es una sucesión de arte popular convertido en lección académica.


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Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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El castillo de Montizón. Por tierras de Jorge Manrique

castillo de Montizon Campo de Montiel Villamanrique

Hacía mucho tiempo que alentábamos el deseo de visitar el castillo de Montizón, Mons Mentesanus, cuando romano, y Montixon, cuando árabe. Algo así como una extraña admiración romántica, por aquella grande y recia fortaleza, en la que acaso Jorge Manrique, señor de Villamanrique, escribiera sus famosas Coplas, ya que es probado que moró en ella algún tiempo.
Sirvan estas líneas para alentar en lo posible vuestra visita.

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Campo de La Mancha, campo de Montiel. Autora, Alba Casals

Ha mediado el otoño, verdadera primavera de La Mancha. Es un día tan azul y tan diáfano que asemeja el cielo una fiesta de añil y de luz. La gran patena del sol expande sobre los campos sus hostias de oro. Y el campo se esponja bajo la caridad tibia y placentera.
Allá en la distancia, un sembrador arroja la dorada bendición del trigo, en espera de que el agua obre el milagro germinador.
Una mano invisible y despiadada va pelando implacable la fronda de las vides.
Por entre el verde plata de los olivos asoman a centenares las perlas negras de las aceitunas.

Timpano iglesia de Villamanrique. Autor, César del Pozo

Tímpano de la iglesia de Villamanrique. Autor, César del Pozo

Clavadas el horizonte aparecen las casas de Cózar. Sobre el pardo de la tierra, el pardo de los tapiales. Y sobre éstos, la parda montera de los tejados y las negras pipas de las chimeneas. Cózar, como tantos otros lugares españoles, está esperando de Dios lo que los hombres le niegan. Adormecido al sol, sobre una loma, le dejamos atrás.
Un poco más allá, Torre de Juan Abad nos sale al paso. La sombra del insigne don Francisco de Quevedo llena el pueblo. Aún resuenan por las calles las pisadas patizambas y el golpear del toledano estoque del formidable escritor, que gran señor fuera de la villa.
Hemos llegado hasta Villamanrique, cruce estratégico de caminos y escenario auténtico del Quijote de Cervantes. Desde el pueblo al castillo hay un camino estrecho y bacheado, de difícil tránsito para nuestro coche.

Por fin en el castillo

Entrada al castillo de Montizón

Desde el camino no se divisa el castillo, oculto tras altas lomas. Es sólo estando encima cuando nos muestra la fortaleza los recios dientes de sus almenas, que fingen un bostezo interminable. Ni foso, ni rastrillo, ni poterna, ni puente levadizo, ni gente de armas nos vedan el acceso, cual seguro sucediera allá en los tiempos de que fuera su señor.
Ni ha sonado tampoco en la alta torre la trompa del atalaya, anunciando la llegada de gentes extrañas al alcaide de la fortaleza.
Sólo guardan la entrada, en estos tiempos, dos tremendos mastines, que al divisarnos, ladran furiosamente, con canina y tozuda obstinación.

En el interior del Castillo

En el interior del castillo

Penetramos al fin en la mansión guerrera irrumpiendo en su amplia plaza de armas; espaciosas salas castellanas, antaño adornadas de ricos tapices y muebles severos; la vieja capilla de la fortaleza, en que los caballeros de Santiago elevaron sus preces al cielo pidiendo la victoria; la gallarda torre del homenaje; el salón de honor, lugar de fiestas en un ayer remoto; las lóbregas mazmorras, en las que gimieran cautivos; la espaciosa cocina, en que hubiese cabido holgadamente el entero novillo de las Bodas de Camacho
Desde una alta ventana, en que la castellana llorara ausencias en otro tiempo, contemplamos, brillante bajo la llama del sol, el curso del Guadalén. El brazo de acero del río defiende las rocas, en que asienta el castillo su imponente mole.
El paisaje se cierra hacia el norte por cerros y onduladas lomas, que forman el escalón de la meseta manchega. Y hacia el sur se abre, siguiendo el camino que marca la estela de cristal del río, en su marcha hacia el Guadalimar, del que es tributario. Siguiendo este estrecho valle subirían, desde Andalucía, las tropas moras. Y por él bajarían, sin duda alguna, las nobles cabalgadas santiaguesas, en los duros tiempos de la Reconquista.

Paisaje en el Guadalén. Autor, Pedro Castellanos Triviño

Paisaje en el Guadalén. Autor, Pedro Castellanos Triviño

Montizón es el hito gigante que marca la linde de los campos de Castilla y las tierras andaluzas.
Ya ni pajes, ni escuderos, ni ballesteros, ni heraldos, ni hombres a caballo, ni gentes de la mesnada del castellano señor – Jorge Manrique, que luchando por su reina halló la muerte en Garci-Muñoz -, animan con sus voces y su marcial estruendo la plaza de armas.
Ni se escucha el sonar de tambores y trompas de guerra.
Ni fulguran al sol los aceros de las armaduras.
Ni pretenden clavarse en el cielo las lanzas.
Ni relinchan los nobles corceles presagiando la dura pelea.
Ni entre las almenas asoman las damas despidiendo al guerrero que marcha al combate.
Ni se escuchan las dulces canciones de los trovadores al pie de la torres.
La época gloriosa de los caballeros y las castellanas “pasó como pasa, bajo el puente, el río”.
Sobre su peñón cimero, negra verruga de piedra, el castillo duerme su sueño eterno.

Aquel de buenos abrigos,
Amado por virtuoso de la gente,
el maestre don Rodrigo Manrique,
tan famoso y tan valiente

Al atardecer

Al atardecer


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Arenas sagradas, o el mágico Egipto de Pierre Loti

Se llamaba Louis Marie Julien Viaud, y nació en la localidad francesa de Rochefort, en 1850. Escritor francés y autor de una obra de un peculiar romanticismo, recaló a principios del pasado siglo en las vetustas arenas y ruinas de Egipto, la morada de los dioses. Fruto de esa experiencia fue su obra “La mort de Philae”, basada en las experiencias recogidas en su viaje. En realidad fue uno de sus múltiples periplos por todo el mundo, puesto que aunque nacido en un medio modesto, Pierre alimentó desde niño la ambición de ser marino. Así que, como él mismo dijo: “Síganme, pues en mi viaje, solo aquellos que alguna vez se han sentido estremecer por las primeras notas, plañideras, de las chirimías árabes a las que acompañan los tambores. Estos son de los míos; estos son mis hermanos. Monten, como yo, su alazán, de ancho pecho y alborotadas crines. Yo los conduciré a través de salvajes llanuras tapizadas de flores, a través de desiertos salpicados de lirios y de asfódelos, hasta el corazón de este viejo país inmovilizado bajo la pesadumbre del sol, y los llevaré a visitar las grandes ciudades muertas, arrulladas por un eterno murmullo de oraciones”.

2. Egipto mágico. Autor, MiKeC

Egipto mágico. Autor, MiKeC

“A través de las verdes mieses y de las aglomeraciones de rebaños, nuestro sendero parece conducir a una especie de colina, sola en medio de las llanuras, y que no es del mismo color y de igual naturaleza que las montañas de los desiertos circundantes. Detrás de nosotros el pórtico retrocede poco a poco en lontananza; su imponente silueta, tan melancólica y solitaria, esparce una tristeza infinita sobre este mar de hierbas que extiende su calma sobre lo que en tiempos fue un centro de magnificencia. Y de repente sentimos los latigazos del viento, de ese viento casi sin tregua del Egipto, que es rudo y recuerda el invierno a pesar del sol de fuego; y al punto se doblegan los trigales, muestran el brillo de sus jóvenes hojas agitadas, y sobre las reses de los rebaños, estrechándose unas con otras, se vuelven en dirección contraria a las ráfagas”.

3. El Cairo, ciudad de la muerte. Autor, Salomon10

El Cairo, ciudad de la muerte. Autor, Salomon10

4. Navegando. Autora, Alessandra Voir

Navegando. Autora, Alessandra Voir

5. Templo de Luxor en la arena. Autor, iifu

Templo de Luxor en la arena. Autor, iifu

“Es verdaderamente divertido, no hace falta decirlo, este muelle modernizado de Luxor, donde desembarco, a las diez de la mañana bajo el claro y flamígero sol. En la pomposa alineación de Winter Palace se tocan las tiendas. En ellas se vende todo eso con que se disfrazan los turistas: abanicos, cazamoscas, cascos y gafas azules. Y a miles, las fotografías de las ruinas. Por añadidura, la trastería del Sudán: viejos cuchillos de los negros, pieles de pantera y cuernos de gacela. Hasta los indios han venido en masa a esta feria improvisada con sus fardos de tela de Radjputana o de Cachemira. Y, sobre todo, aquí están los comerciantes de momias, exhibiendo féretros de misterioso aspecto, vendajes, manos de muerto, dioses, escarabeos, las mil cosas inquietantes que esta vieja tierra sagrada proporciona desde hace siglos como una mina inagotable”.

6. Ciudadela de Qaitbay, en Alejandría. Autor, Archer10

Ciudadela de Qaitbay, en Alejandría. Autor, Archer10

7. Pirámides de Giza. Autor, Salomon10

Pirámides de Giza. Autor, Salomon10

8. Vendedor en el mercado del cairo. Autor, Nasser Nouri

Vendedor en el mercado del Cairo. Autor, Nasser Nouri

9. Desierto blanco de Egipto. Autor, anónimo.

Desierto Blanco de Egipto. Autor, anónimo

“¡Y qué parecido tenía ya todo esto a los regocijos públicos de nuestros días! A lo largo del trayecto que seguía el cortejo se alineaban los bateleros, los taberneros, los vendedores de frutas, los que asaban las ocas o los patos, y negros acróbatas marchaban sobre las manos o dislocaban sus cuerpos. En cuanto al desfile en sí, era evidentemente de una magnificencia que hoy ya no se ve. ¡Oh! ¡Qué afluencia de músicos y de sacerdotes, de corporaciones, de emblemas y de banderas! Y el dios Amón venía por las aguas, por el río, en su gran nave de oro y proa elevada, seguido de las barcas que conducían todos los demás dioses y diosas de su cielo. La piedra rojiza, cincelada con minuciosa perfección, me cuenta todo esto como lo han contado ya a tantas generaciones muertas, y yo creo verlo”.

10. Ferry en el Nilo. Autor, Archer10

Ferry en el Nilo. Autor, Archer10

11. Peligros del Nilo. Autor, Abubakr Mohammad

Peligros del Nilo. Autor, Abubakr Mohammad

12. Flor de loto con abeja. Autor, Dennis Jarvis

Flor de loto con abeja. Autor, Dennis Jarvis

13. Karnak. Autor,kairoinfo4u

Karnak. Autor, kairoinfo4u

“Ya pronto no habrá nadie aquí, bajo las columnatas, y el obsesionante ruido de las dínamos cesa para dejar paso al silencio; se aproxima el mediodía con toda su modorra. Todo el templo está como abrasado por los rayos del sol, y yo miro como se acortan en el suelo las claras sombras proyectadas por este bosque de piedras. Pero el sol, que hace un momento esparcía la alegría y la sonrisa a lo largo del muelle de la ciudad nueva, en medio de la algarabía de los tenderos, de los conductores de borriquillos y de los paseantes cosmopolitas, aquí irradia un fuego triste, impasiblemente devorador… Se acortan las sombras, y así todos los días, todos, ya que el sol de este país no se vela nunca; todos los días desde hace treinta y cinco siglos, estas columnas, estos frisos, el templo entero, como un misterioso y solemne reloj, dibuja con paciencia sobre la tierra la lenta procesión de las horas… Verdaderamente, para nosotros, efímeros seres pensantes, esta inalterable continuidad del sol de Egipto tiene aún más melancolía que las cambiantes claridades y oscurecimientos de nuestros climas”.

14. Fábrica de ladrillos en el delta del Nilo. Autor, Nasser Nouri

Fábrica de ladrillos en el delta del Nilo. Autor, Nasser Nouri

15. Horus imponente. Autora, Maia C

Horus imponente. Autora, Maia C

16. Valle de los Reyes. Autor, anónimo

Valle de los Reyes. Autor, anónimo

17. Resolviendo el puzzle. Autor, Walwyn

Resolviendo el puzzle. Autor, Walwyn

“Noche maravillosamente límpida, y de un color desconocido en nuestros climas, en un lugar de quimérico aspecto donde flota el misterio. La luna, con su plateada luz que brilla intensamente y que deslumbra, ilumina un mundo que sin duda ya no es el nuestro, porque no se parece a nada de cuanto se haya podido ver en otros lugares de la Tierra; un mundo en el que todo brilla sonrosado bajo las estrellas de la medianoche y donde se erigen, e una inmovilidad espectral, unos símbolos gigantes”.

18. Mezquita de Mohammed Alí, en El Cairo. Autor, Archer10

Mezquita de Mohammed Alí, en El Cairo. Autor, Archer10

19. Mercado de camellos. Autor, National Geographic

Mercado de camellos. Autor, National Geographic

20. Templo de Karnak. Autor, Don McCrady

Templo de Karnak. Autor, Don McCrady

21. Travesía del desierto. Autor, wuji9981

Travesía del desierto. Autor, wuji9981

Todos los textos han sido extraídos de la obra:
“La mort de Philae”.
Pierre Loti. Editorial Calmann-Lévy, 1909.

22. El Cairo. Autor, Sourires d'Egypte

El Cairo. Autor, Sourires d’Egypte

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Paisajes literarios. La Mancha en la imaginación de Benito Pérez Galdós

Queremos rendir homenaje en este día a la insigne pluma de Benito Pérez Galdós, que en los comienzos de su carrera literaria nos regaló una preciosista, aunque dura, descripción de La Mancha. La estepa manchega, según sus propias palabras, «parece obra exclusiva del sol y del polvo», un lugar sin descanso y solaz para la vista que languidece entre colinas, cielos y llanos monótonos, perdidos en el olvido de la memoria. Pero en medio de estas palabras a nuestro parecer injustas, Galdós se recrea también plasmando en sus páginas un paisanaje de la imaginación. Se trata quizás del más bello razonamiento sobre la inspiración cervantina, y en definitiva, la explicación más lúcida de porqué fue esta tierra, y no otra, el lugar elegido para convertirse en cuna de nuestro inmortal don Quijote de La Mancha… Dejemos hablar a Galdós:

Una casita más que suficiente. Autor, Joser María Rodríguez

Una casita más que suficiente. Autor, Jose María Rodríguez

«Así atravesamos La Mancha, triste y solitario país donde el sol está en su reino, y el hombre parece obra exclusiva del sol y del polvo; país entre todos famoso desde que el mundo entero se ha acostumbrado a suponer la inmensidad de sus llanuras recorrida por el caballo de don Quijote. Es opinión general que La Mancha es la más fea y la menos pintoresca de todas las tierras conocidas, y el viajero que viene hoy de la costa de Levante o de Andalucía, se aburre junto al ventanillo del wagon, anhelando que se acabe pronto aquella desnuda estepa, que como inmóvil y estancado mar de tierra, no ofrece a sus ojos accidente, ni sorpresa, ni variedad, ni recreo alguno. Esto es cierto: La Mancha, si alguna belleza tiene, es la belleza de su conjunto, es su propia desnudez y monotonía, que si no distraen ni suspenden la imaginación, la dejan libre, dándole espacio y luz donde se precipite sin tropiezo alguno.

Nuestros vigilantes. Autor, Joaquín Martí

Nuestros vigilantes. Autor, Joaquín Martí

La grandeza del pensamiento de don Quijote, no se comprende sino en la grandeza de La Mancha. En un país montuoso, fresco, verde, poblado de agradables sombras, con lindas casas, huertos floridos, luz templada y ambiente espeso, don Quijote no hubiera podido existir, y habría muerto en flor, tras la primera salida, sin asombrar al mundo con las grandes hazañas de la segunda».
Perez Galdós continúa con su descripción de La Mancha en un viaje, diríamos, iniciático de la obra cervantina. Pues tras ofrecernos esa visión simple y pueril de las soledades manchegas, propia de quien no ha conocido el llano sino de forma superficial, ahonda bajo la superficie para descubrir el verdadero tesoro de su evocación y fantasía. Es aquí donde nos quitamos el sombrero ante la maestría Galdosiana describiendo el verdadero carácter de esta tierra, un alegato a los amplios horizontes, al preciosismo de los pardos, los ocres y los dorados bajo el azul inmenso del palio celeste. Y un razonamiento magistral del acierto que tuvo Cervantes para plasmar aquí, y no en ningún otro sitio, la silueta de nuestro caballero de la Triste Figura cabalgando a lomos de su Rocinante, siempre en pos de nuevas aventuras… Solo hay que seguir leyendo a Galdós para comprobarlo:

En la vendimia. Autor, Daniel González

Cabalga y vendimia. Autor, Daniel González

«Don Quijote necesitaba aquel horizonte, aquel suelo sin caminos, y que, sin embargo, todo él es camino; aquella tierra sin direcciones, pues por ella se va a todas partes, sin ir determinadamente a ninguna; tierra surcada por las veradas del acaso, de la aventura, y donde todo cuanto pase ha de parecer obra de la casualidad o de los genios de la fábula; necesitaba de aquel sol que derrite los sesos y hace locos a los cuerdos, aquel campo sin fin, donde se levanta el polvo de imaginarias batallas, produciendo al transparentar de la luz, visiones de ejércitos de gigantes, de torres, de castillos; necesitaba aquella escasez de ciudades, que hace más rara y extraordinaria la presencia de un hombre, o de un animal; necesitaba aquel silencio cuando hay calma, y aquel desaforado rugir de los vientos cuando hay tempestad; calma y ruido que son igualmente tristes y extienden su tristeza a todo lo que pasa, de modo que si se encuentra un ser humano en aquellas soledades, al punto se le tiene por un desgraciado, un afligido, un menesteroso, un agraviado que anda buscando quien lo ampare contra los opresores y tiranos.

La sombra de Don Quijote. Autora, Maite Moya Díaz - Pintado

La sombra de don Quijote. Autora, Maite Moya Díaz – Pintado

Necesitaba, repito, aquella total ausencia de obras humanas que representes el positivismo, el sentido práctico, cortapisas de la imaginación, que la detendrían en su insensato vuelo; necesitaba, en fin, que el hombre no pusiera en aquellos campos más muestras de su industria y de su ciencia que los patriarcales molinos de viento, los cuales no necesitaban sino hablar, para asemejarse a colosos inquietos y furibundos, que desde lejos llaman y espantan al viajero con sus gestos amenazadores».

Amanece en La Mancha. Autor, Ramón J. Zarza Carrasco

Amanece en La Mancha. Autor, Ramón J. Zarza Carrasco


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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Bretaña o el finisterre francés. Una tierra volcada al mar

Bretaña o el finisterre francés. Una tierra volcada al mar

La región histórica de Bretaña, en el oeste de Francia, posee un paisaje predominante de mesetas de escasa altitud. Pero lo realmente destacado en toda el área es su costa, recortada y rocosa en el norte junto al canal de La Mancha, arenosa en el sur, frente al Atlántico. Es la antigua Armórica de los comics de Asterix y Obelix, lugar de perfiles mágicos donde se han hallado restos megalíticos que dan fe de una cultura volcada a lo pagano, y que estuvo en boga siglos después de la introducción del cristianismo en estas tierras. Durante toda la Edad Media fue una región marginal, poco productiva económicamente, pero a partir del siglo XVI y hasta el XVIII se consolidó como puerto franco en todo el occidente del país, con los puertos de Saint Malo y Morlaix como principales referentes. Desde allí partían las embarcaciones pesqueras camino de los bancos de Islandia y Terranova, en busca del arenque y del bacalao, mientras Nantes se convertía en un centro del comercio colonial (en especial de esclavos africanos y de azúcar, ron y tabaco procedente de las Antillas).

Esta ventana al mar es sin duda el gran atractivo turístico actual de Bretaña y el objeto de nuestro post de hoy, un repertorio de paisajes que parecen sacados de la pluma de Víctor Hugo o Balzac: calas fantasmagóricas entre la niebla, prados feraces, playas desiertas y kilométricas con la marea baja, pueblecitos encantadores a pleno sol, y encantadores también con el viento del oeste azotando los aleros de las casas, entre playas vacías, mientras la campana de la iglesia deja oír su sonido lastimero al compás del vendaval…. Esperamos que disfruten de esta selección fotográfica tanto como lo hemos hecho nosotros.

2. Playa en la Bretaña francesa. Autor, Loren

Playa en la Bretaña francesa. Autor, Loren

3. Rincón de ensueño. Autor, Philflickr2

Rincón de ensueño. Autor, Philflickr2

4. Mal día para la pesca. Autor, Jacques Rosier

Mal día para la pesca. Autor, Jacques Rosier

5. Finistère, en Bretaña. Autor, Jean Luchebert

Finistère, en Bretaña. Autor, Jean Luchebert

6. Bruma litoral. Autor, Magali M

Bruma litoral. Autor, Magali M

7. Menhires celtas. Autor, Westher

Menhires celtas. Autor, Westher

8. Marea baja en Saint Malo. Autor, Netrace

Marea baja en Saint Malo. Autor, Netrace

9. Costas escarpadas. Autor, Julie70

Costas escarpadas. Autor, Julie70

10. Douarnenez. Autor, Julie70

Douarnenez. Autor, Julie70

11. Círculo de menhires. Autor, Westher

Círculo de menhires. Autor, Westher

12. Vista desde el Monte Saint Michel. Autor, Loran

Vista desde el Monte Saint Michel. Autor, Loran

13. Iglesia en la Baja Normandía. Autor, Samuel Peters

Iglesia en la Baja Normandía. Autor, Samuel Peters

14. El puerto de l'Hôpital-Camfrout. Autor, Jeanne Menj

El puerto de l’Hôpital-Camfrout. Autor, Jeanne Menj

15. Puesta de sol. Autor, Jacques Rosier

Puesta de sol. Autor, Jacques Rosier

16. Marea baja. Autor, Jean Luchebert

Marea baja. Autor, Jean Luchebert

17. Tradición en piedra. Autor, Dominique Copié-Colle

Tradición en piedra. Autor, Dominique Copié-Colle

18. Roscoff. Autor, Jeanluchebert

Roscoff. Autor, Jeanluchebert

19. Tierra de Contraste. Autor, Laurence Vagner

Tierra de Contraste. Autor, Laurence Vagner

20. île de Tibidy. Autor, Jeanne Menj

île de Tibidy. Autor, Jeanne Menj

21. Landas doradas. Autor, Benoit_d

Landas doradas. Autor, Benoit_d

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Peter Matthiessen, el Tibet y la Montaña de Cristal

Peter Matthiessen, el Tibet y la Montaña de Cristal

La elevada meseta tibetana, conocida como “El Techo del Mundo” por su extraordinaria altitud media, aparece además rodeada por imponentes moles montañosas y de mayor elevación todavía. El 99% del Tibet se haya por encima de los 3000 metros de altura, aunque la mitad norte supera los 5000 metros. La inmensa mayoría de los tibetanos tienen un mismo origen étnico, todos ellos dedicados hasta hace bien poco a una agricultura de subsistencia, sin industria y con intercambios comerciales mínimos. Yaks domésticos, cabras, caballos y ovejas proporcionan carne, leche, mantequilla, pieles y energía de tiro, al tiempo que la agricultura se extiende en los fondos fértiles de los valles, o en las frecuentes terrazas de las laderas que suben hasta las cimas circundantes, algunas de más de 8000 metros de altura. En 1973 el viajero y escritor Peter Matthiessen emprendió una expedición a la Montaña de Cristal, en la meseta del Tibet, y tuvo ocasión de comprobar por si mismo la realidad subyacente a este pueblo sumido en el vertiginoso halo de la leyenda. Y desde luego, a tenor de lo que reflejan los extractos de su libro “El Leopardo de las Nieves”, que a continuación reproducimos, tuvo un éxito absoluto. Porque como él mismo dijo una vez: “un hombre sale de viaje y es otro quien regresa”.

2. Bucólico Tibet. Autor, Rickz

Bucólico Tibet. Autor, Rickz

“El camino encuentra el sol en la aldehuela de donde procedía el fuego que vimos anoche en la sombra de la luna, y que es una de las comunidades más primitivas que todavía se encuentran en estos profundos cañones interiores del Himalaya. Las casas de piedra de Yamarkhar están bien separadas, como en el Tibet, mientras que aquí no hay más que una aglomeración escalonada en la ladera de la montaña, de manera que el techo de una casa es la terraza de la otra, y los distintos niveles enlazan mediante toscas escaleras de mano talladas en un solo tronco (…) Observar a los habitantes de este extraño sitio es como ver a la gente desde un escondite, porque tienen a gala fingir que no estamos presentes. Uno de los hombres, con la cabeza muy echada hacia atrás, fuma una primitiva pipa tubular, mientras una mujer muele maíz en un mortero de piedra y tres muchachitas parten nuececitas oscuras procedentes de los únicos árboles que quedan en la montaña. En un porche cubierto bailan dos niños; otro toca un tamborcillo largo y estrecho. Un hombre muy viejo y encorvado, con las manos a la espalda y en ellas un cuenco vacío, se arrastra al otro lado de un tabacal que empiezan donde terminan los edificios”.

3. Mujer tibetana en Lasha

Mujer tibetana en Lasha

4. Montañas sagradas. Autor, Erika Kohn

Montañas sagradas. Autor, Erika Kohn

5. Monje en el monasterio de Ganden. Auror, Erik Törner

Monje en el monasterio de Ganden. Auror, Erik Törner

6. Everest. Entrada al Tibet. Autor College of William and Mary

Everest. Entrada al Tibet. Autor College of William and Mary

7. Monasterio tibetano de Samye. Autor, Jay goldman

Monasterio tibetano de Samye. Autor, Jay goldman

“Desde un nicho cubierto de líquenes, resguardado del viento frío, contemplo las inmóviles montañas blancas hacia el sur. Aquí el efecto del sol y de la luz es tan intenso que las laderas meridionales expuestas hacia el norte están cubiertas de nieve hasta el río, mientras que en este lado septentrional, que da al sur, la nieve está ausente. Sucede, por tanto que una orilla del Saure es una sábana de nieve, mientras que, del otro lado del torrente, a pocos metros de distancia, saltamontes y eslizones corretean entre la hierba tibia (…) Desciendo a lo largo del borde del cañón y me siento apoyándome contra una roca. En dirección norte, un cono nevado se alza en el cielo, y los campos nevados se alejan por el horizonte hasta fundirse con el azul intenso. Donde el Saure se lanza por su barranco, un impresionante muro cortado a pico vibra con extrañas modulaciones de nieve y sombra. El vacío y el silencio de las montañas nevadas provocan en seguida los estados de conciencia que se dan en el proceso de vaciar la mente durante la meditación y, sin duda, las grandes altitudes tienen su efecto, porque mis ojos perciben el mundo, a voluntad, como fijo o fluido”.

8. Yamdrok Tso, Tibet. Autor, IMs BILDARKIV

Yamdrok Tso, Tibet. Autor, IMs BILDARKIV

9. Niñas a la salida de la escuela. Autor, Runner PL

Niñas a la salida de la escuela. Autor, Runner PL

10. Lugar de oración. Autor, Rickz

Lugar de oración. Autor, Rickz

11. Escaleras en el palacio de Potala. Autor, Archer 10

Escaleras en el palacio de Potala. Autor, Archer 10

12. Fabricando mantequilla de Yak. Autor, Archer 10

Fabricando mantequilla de Yak. Autor, Archer 10

“Un vaquero desciende con una reata de caballitos peludos, cuarenta o más, que abandonan los pastos de verano cerca de las cumbres, y de nuevo tengo la sensación de que, al dirigirnos hacia el norte a través del Himalaya, avanzamos de manera antinatural, en sentido contrario a las estaciones. Un muchacho corre de aquí para allá sobre las bellotas, lanzando piedras veloces para mantener a los animales en fila; una niñita con el palo muy largo cierra el cortejo. Sorprendida al encontrarme en el bosque, da un salto para apartarse; una vez a salvo después de pasarme, hace tímidamente una pregunta: “¿Quién eres?”. O, al menos, es lo que parece decir su voz suave. Como no la entiendo no puedo responder. Sonreímos y la niña coloca las manos en posición de rezar: “¡Namas-te!”. Yo hago lo mismo: “¡Namas-te!” (¡Te saludo!). Y marcha tras sus caballitos dando saltos pendiente abajo”.

13. Monasterio de Rongbuk. Al fondo, el Everest. Autror, Kartläsarn

Monasterio de Rongbuk. Al fondo, el Everest. Autror, Kartläsarn

14. Desolación y Fe. Autor, Erik Törner

Desolación y Fe. Autor, Erik Törner

15. Castillo y puente. Autor, Runner PL

Castillo y puente. Autor, Runner PL

16. Mujer nómada tibetana. Autor, Erik Törner

Mujer nómada tibetana. Autor, Erik Törner

17. Nubes en el Himalaya. Autor, Ralky

Nubes en el Himalaya. Autor, Ralky

“Desde aquí hay una ascensión muy empinada de una hora o más. Los porteadores tarakot refunfuñan, e incluso los tamang se quedan sin aliento, todos menos Karsung, que está cantando. Una familia bothia que no va acompañada de animales desciende por la senda, saluda tímidamente con un gesto de cabeza y desaparece (…) Sobre el camino, sobre el brillo de la mica y de extrañas piedras resplandecientes, yace la pluma amarilla y gris azulada de un pájaro desconocido. Y acto seguido llega una intuición penetrante, en modo alguno entendida, de que esta pluma sobre la senda plateada, en este ritmo de sonidos de madera y cuero, respiración, sol y viento e ímpetu de río, en este paisaje sin tiempo pasado o futuro, en este instante, en todos los instantes, transitoriedad y eternidad, muerte y vida son una y la misma cosa”.

18. En el reino de las montañas. Autor, Kholkute

En el reino de las montañas. Autor, Kholkute

19. Escena de campo en el Tibet. Autor, Erik Törner

Escena de campo en el Tibet. Autor, Erik Törner

20. Los guardianes del mundo. Autor, Everexplore

Los guardianes del mundo. Autor, Everexplore

21. La alegría de la casa. Autor, Erik Törner

La alegría de la casa. Autor, Erik Törner

“Esta estación templada en la que me muevo es una estación irreal, soñada, distinta de cualquier otoño que recuerdo. El viento me trae desde los arroyos el olor del barro recién removido por las ranas, el aroma de los soleados montones de estiércol de aves de corral, el humo de leña y el olor ácido de las hojas en descomposición, olores de mañanas infantiles que despiertan un eco en mi corazón. Al cruzar un puente, el camino hacia occidente asciende a todo lo largo de un valle muy extenso; al acercarnos al final, por un paso a poca altura, rebosa entre las colinas la luz del sol poniente. Como cojeo, Tukten y Dawa me preceden, y sus humildes siluetas, inclinadas bajo el peso, se recortan contra el fuego solar; como fieles peregrinos a las puertas del paraíso, les rodea un halo, arden y desaparecen”.

Todos los textos están extraídos del libro:
“El Leopardo de las Nieves” Peter Matthiessen. Ed. Siruela, 1995

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Honduras, o las selvas caribeñas que hundieron a Cortés

Honduras, o las selvas caribeñas que hundieron a Cortés

Honduras es un pequeño país centroamericano de costas volcadas hacia aguas caribeñas, aunque también se asoma al Pacífico gracias al pequeño balcón del golfo de Fonseca. Frontera con Nicaragua y Guatemala, Honduras tiene entre sus atributos ser uno de los países con mayor biodiversidad del mundo, como no podía ser de otra forma tratándose de un paisaje dominado por las selvas tropicales y el cálido mar de los Huracanes. Sin embargo, uno de los primeros europeos que llegaron a atisbar este rincón perdido de la jungla, el entonces fulgurante conquistador de México Hernán Cortés, tuvo al llegar aquí una opinión bien distinta: de hecho, en la expedición que organizó y capitaneó en 1524 a fin de averiguar el destino de una expedición anterior, al mando de Gonzalo de las Casas, Cortes se introdujo en un territorio hostil, poblado de selvas, pantanos y fieras, amén de los estragos de la fiebre amarilla o las tribus belicosas que continuamente obstaculizaban su camino, y estuvo a punto de perder la vida en repetidas ocasiones. Les dejamos con Honduras y sus, ahora sí, maravillosos paisajes tropicales en uno de los rincones más atractivos de todo el Caribe… Seguro que las fotografías no les dejarán indiferentes. ¡Que las disfruten!

 

2. Playa en las islas de la Bahía. Autor, René Mayorga

Playa en las islas de la Bahía. Autor, René Mayorga

3. Selva tropical cerca de Copán. Autor, Maxid

Selva tropical cerca de Copán. Autor, Maxid

4. Bahía de las Flores. Autor, Intimaralem85

Bahía de las Flores. Autor, Intimaralem85

5. Un merecido baño. Autor, Carlos Adampol

Un merecido baño. Autor, Carlos Adampol

6. Biodiversidad inquietante. Autor, Mike Fox

Biodiversidad inquietante. Autor, Mike Fox

7. Pirámide maya. Autor, Mike Fox

Pirámide maya. Autor, Mike Fox

8. Un mercado improvisado. Autor, Chamo estudio

Un mercado improvisado. Autor, Chamo estudio

9. Epifitos sobre los gigantes de la selva. Autor, Mike Fox

Epifitos sobre los gigantes de la selva. Autor, Mike Fox

10. Naturaleza salvaje. Autor, Mixedeyes

Naturaleza salvaje. Autor, Mixedeyes

11. Punta Hizopo. Autor, Adalberto H. Vega

Punta Hizopo. Autor, Adalberto H. Vega

12. Plaza maya en Copán. Autor, Jcwrenn

Plaza maya en Copán. Autor, Jcwrenn

13. La selva infinita. Autor, Mixedeyes

La selva infinita. Autor, Mixedeyes

14. Mar Caribe. Autor, Sam Fowler

Mar Caribe. Autor, Sam Fowler

15. Otro detalle de la selva hondureña. Autor, Mike Fox

Otro detalle de la selva hondureña. Autor, Mike Fox

16. Jaguar en la selva hondureña. Yannick Turbe

Jaguar en la selva hondureña. Yannick Turbe

17. Fortaleza española de San Fernando, en Omoa. Autor, Adalberto H. Vega

Fortaleza española de San Fernando, en Omoa. Autor, Adalberto H. Vega

18. Rostro pétreo en las ruinas de Copán. Autor, Valerie Hukalo

Rostro pétreo en las ruinas de Copán. Autor, Valerie Hukalo

19. Playa de Omoa. Autor, Stevemonty

Playa de Omoa. Autor, Stevemonty

20. Cataratas de Pulhapanzak. Autor, Mixedeyes

Cataratas de Pulhapanzak. Autor, Mixedeyes

21. Nenúfar. Autor, Mario A. Torres

Nenúfar. Autor, Mario A. Torres

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En el principio, o la India enigmática de los diez mil dioses

En el principio, o la India enigmática de los diez mil dioses

El post de hoy nos lleva en un viaje cálido y fragante hasta la India milenaria, la India infinita y la India innumerable de nuestras evocaciones. Pero no lo vamos a hacer por los tours turísticos habituales. De la mano de Ramiro Calle, un orientalista y viajero incansable de este país, recorreremos en una preciosista selección de fotografías los rincones más bellos y ajenos al tiempo que pueden hallarse hoy en día. En sus escritos, Ramiro Calle confiesa ser incapaz de elegir entre la India del norte y la del sur, la tropical de las costas del Índico o la esplendorosa del Himalaya, donde nacen algunos de los ríos más místicos del planeta. Hemos seleccionado algunos fragmentos de su obra “La India que amo” como ejemplo gráfico de esta indecisión crónica, pero que como todo acto humano tiene también acoplada su propia sentencia hindú: “Cada vez que pones el pie en el suelo, mil caminos se abren”.

 

2. Indio cerca de Panaji. Autor, Adam Jones

Indio cerca de Panaji. Autor, Adam Jones

3. Estampa clásica en Goa. Autor, Travelmeasia

Estampa clásica en Goa. Autor, Travelmeasia

4. Elefantes en la ceremonia de un templo. Autor, Reji

Elefantes en la ceremonia de un templo. Autor, Reji

5. El medio de transporte ideal. Autor, Travelmeasia

El medio de transporte ideal. Autor, Travelmeasia

“Me gusta Panaji, la capital de Goa, por su atmósfera decadente, por su encanto colonial, por esa especie de halo de lentitud y de desidia que se agarra al ambiente; Es una ciudad pequeña, con sabor mediterráneo en los días secos y luminosos, simpática y que todavía conserva cierto aire portugués y por tanto colonial. Así que todo ello quiere decir, amigos míos: iglesias. Los colonizadores alzaban iglesias en territorio indio como los niños comen caramelos. Y estas iglesias son hermosas, tienen su toque, por eso las visito cuando tengo ocasión de ello y, además, están sorprendentemente limpias, cuidadas, bien conservadas, y cuando no hay liturgia son lugar excelente para recogerse, descansar unos minutos, renovarse, apartarse del bullicio y del caos (…) Al final, como no podía ser de otro modo, voy a dar con la playa Nagoa y sumerjo mi cuerpo en esas aguas cálidas, no muy claras (nunca lo están en la India), relajantes, que tanto el cuerpo como la mente agradecen.

 

6. Puesta de sol frente a Goa, la mítica colonia de los portugueses. Autor, Selmerv

Puesta de sol frente a Goa, la mítica colonia de los portugueses. Autor, Selmerv

7. Estampa típica de un mercado en Badami. Autor, Wendkuni

Estampa típica de un mercado en Badami. Autor, Wendkuni

8. La bendición del elefante. Autor, Mrbichel

La bendición del elefante. Autor, Mrbichel

9. La siesta de la inocencia. Autor, Wildxplorer

La siesta de la inocencia. Autor, Wildxplorer

Son días para poner en orden mis notas, reflexionar, hacer yoga y practicar frente a las aguas sosegadas los ejercicios de pranayama, que tanto fortalecen el cuerpo y tanta paz otorgan a la mente. Estoy de suerte porque no hay mosquitos. ¡Qué alivio! Tampoco, al parecer, las implacables y terribles pulgas que te hacen unos ronchones que echa uno de menos los mosquitos. Al atardecer de uno de esos días lejos del mundanal ruido, un grupo de muchachitos se ha sentado horas conmigo y me ha acribillado a preguntas, pero su compañía era grata. Me han puesto hasta la coronilla de arena con sus juegos, se han subido por mis piernas y por mis hombros, han querido imitar mis posiciones de yoga y me han preguntado mil veces por mi nombre. No habían escuchado hablar de España, pero sí de Italia, así que les he dicho que no están lejos una de otra cuando han querido saber donde se ubica mi país. Al final se han llevado todos mis bolígrafos y mis lápices, un par de blocs de notas y mis caramelos masticables.

 

10. Estampa del Ganges al amanecer. Autor, On the go Tours

Estampa del Ganges al amanecer. Autor, On the go Tours

11. Mujeres lavando en el lago de Badami. Autor, Matso

Mujeres lavando en el lago de Badami. Autor, Matso

12. Monjes navegando por el Ganges. Autor, Travelwayoflive

Monjes navegando por el Ganges. Autor, Travelwayoflive

13. Badami desde un templo cueva. Autor, Matso

Badami desde un templo cueva. Autor, Matso

Los templos cueva de Badami. Atardece. El cielo se ha teñido de coral. El silencio solo se ve quebrado por el ruido sordo y agradable, sosegador, de las paletas de madera que las mujeres utilizan para golpear la ropa que están lavando en el lago. Me he sentado a contemplarlas, a la orilla del lago, rodeado por un circo de montañas bajas. El tiempo parece haberse suspendido en la conjunción del día y de la noche. Este instante supremo toca mi corazón, deja una huella indeleble en él. Comprendo que Jung dijera a propósito de la India: “Me dejó huellas que me llevaron de una infinitud a otra” (…) Al día siguiente, muy de mañana, parto para visitar la última capital que fuera de los Chalukya, donde hay un buen número de fabulosos templos muy antiguos en perfecta conservación. Desde allí me desplazo a Aihole, nombre que deriva de Arya-holi, o sea, “ciudad de los santos”, con setenta templos muy antiguos desparramados por toda la zona, y alrededor de los cuales se ha ido conformando un poblado de casitas muy sencillas y gentes muy primitivas y afables.

 

14. Iglesia de la Inmaculada Concepción, en Panaji. Goa. Autor, Dms_303

Iglesia de la Inmaculada Concepción, en Panaji. Goa. Autor, Dms_303

15. Detalle de un templo en Rameshwaran. Autor, Indi.ca

Detalle de un templo en Rameshwaran. Autor, Indi.ca

16. Recolectores de cocos. Autor, Travelmeasia
Recolectores de cocos. Autor, Travelmeasia

17. Abluciones en el templo de Ramanatha Swami. Autor, Dwanjavi

Abluciones en el templo de Ramanatha Swami. Autor, Dwanjavi

Doloridos los huesos, me bajo de la carreta de bueyes, que conducía un simpático campesino por una escasa suma de rupias. Estoy frente al templo de Ramanatha Swami, del más puro estilo drávida, que cubre nada menos que siete hectáreas y cuenta con dos gopurams (torres) de treinta y nueve y veinticuatro metros cada una. Los corredores son impresionantemente largos y magníficamente ornamentados. Me deslizo por ellos boquiabierto (…) Lo más curioso del templo es que alberga veintidós pozos (kundas) y en cada uno de ellos el agua tiene un sabor distinto; son aguas sagradas y se me asegura que tienen un gran poder terapéutico y propiedades medicinales. Primero los peregrinos se bañan en el mar, al que da una parte del templo, y luego lo hacen con las aguas de los veintidós pozos.

 

18. Templos cueva de Badami. Autor, Amit Rawat

Templos cueva de Badami. Autor, Amit Rawat

19. Mercado de Panaji, en Goa. Autor, Asebest

Mercado de Panaji, en Goa. Autor, Asebest

20. La India en blanco y negro. Autor, Matso

La India en blanco y negro. Autor, Matso

21. Clásica estampa de Goa. Autor, Travelmeasia

Clásica estampa de Goa. Autor, Travelmeasia

Nos adentramos por esas tierras tropicales en dirección a Rameshwaran, la isla a la que yo hacía años había viajado desde Sri Lanka por mar, cuando la situación política lo permitía, pues ahora ya no es posible. A menudo nos detenemos a estirar las piernas, comprar cocos de agua y dejar que su néctar se deslice como una dulce ambrosía por la garganta. Difícilmente puedo resistirme a detener el automóvil y pasear entre los palmerales, las inmensas plantaciones, los arrozales. Las mujeres, en plena carretera, hacen cuerdas sirviéndose del material de las palmeras. Algunos hombres, muy diestra y velozmente, ascienden por el cimbreante tronco de las palmeras y a través de cuerdas enganchadas a las ramas pasan de unas a otras con la misma habilidad o más que lo haría un simio. Son los que preparan el licor de palmera, intenso, que rasga la garganta y altera enseguida la consciencia. A lo lejos veo los bueyes y tras ellos los campesinos arando. Esa imagen nunca se borra de la retina. Es una de las imágenes más vivas de la India eterna…”

Todos los textos han sido extraídos de la obra:
“La India que amo”.
Ramiro Calle. Editorial Kailas, 2009.

 

22. Anochiendo en la enigmática India. Autor, Skizofrenias

Anocheciendo en la enigmática India. Autor, Skizofrenias