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Curiosidades sobre el toro bravo

Para los muy aficionados al llamado turismo taurino y para los que gustan de descubrir y aprender algo nuevo cada día, he aquí una serie de historias y curiosidades entorno a este noble animal


El toro desde su origen ha pasado por no pocas peripecias, que le han llevado a situaciones extremas, desde casi desaparecer totalmente como toro bravo, a adquirir, según algunos autores, más personalidad con su conversión a toro de lidia.

1.  El toro bravo español, es hijo del BOS TAURUS que a su vez desciende del URO salvaje y de razas semejantes, existentes en los bosques lituanos hasta 1.620.
Existe la creencia de que Hércules vino al Sur de Iberia a robarle vacas y toros a Gerión y podemos considerar este hecho como punto de partida en la cultura española, de una impronta causada por el toro bravo que origina ritos y leyendas, determinantes de una inspiración de veneración religiosa.
Si echamos una mirada a esculturas y pinturas de tema taurino, en la etapa comprendida entre el Paleolítico y la época romana, no hay más remedio que admitir el culto que la población ibérica dispensó al toro.
Los toros de Guisando, Écija, Alicante, Osuna y el de Salamanca, conocido a través de El Lazarillo de Tormes, demuestran que desde siempre el toro, se encuentra ligado a la tierra, donde los íberos valoraron sobre todo, su poder genético.

2. En el Sur de Iberia, en lo que hoy es la provincia de Cádiz, de muy antiguo, existía una ganadería de reses que causaban admiración por su presencia e incluso fueron foco de inspiración de muchos poetas. Esta leyenda perdura en el tiempo y se localiza en el siglo VII, conservándose un dibujo referido a la misma, descubierto en la provincia de Valencia. Se han encontrado otros escritos que hacen referencia a los toros que pastan en tierras gaditanas, con referencia especial a los pastos, de los que llama la atención sobre el hecho, de que siendo generalmente secos, engordan fácilmente al animal.

3. El naturalista Jerónimo de la Huerta escribe en 1593: “Hay en España toros muy diferentes en la generosidad de ánimo, color, talla y porción del cuerpo. Los más feroces y bravos son los que se crían en las riberas del Jarama y el Tajo, y así al muy bravo le suelen llamar jarameño. Son éstos en su mayor parte negros o de color bermejo; los cuernos, cortos y delgados, producen crueles heridas y tienen fuerza para levantar cualquier cosa del suelo; los lomos fuertes, los pies ligeros, tanto que alcanzan a la carrera a un ligero caballo”.
La bravura del toro español constituye, por tanto, una característica esencial del ganado vacuno ibérico. Sin embargo, hasta el siglo XVIII no se crean ganaderías especialmente organizadas para la producción del toro de lidia.

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Toros de Guisando

4. Y llegamos al momento en el cual, el toro, que fue objeto de una distracción cinegética, dejó de serlo así, para convertirse en el objeto festivo del hombre y, con esto, nació la lidia del toro bravo. En un principio, el hombre tuvo la necesidad de entrar en contacto con el toro, con el fin de procurarse un alimento, y esto, le obligó a utilizar engaños, trucos y habilidades, que posteriormente, utilizó para crear así un medio de disfrute, alcanzando el carácter festivo, que hoy tiene.
Hay, por supuesto, una diferencia que hemos de resaltar aquí. Mientras que en la caza, el animal acosado y muerto, tenía el aprovechamiento del mismo, en el toreo, una vez muerto el toro, el torero manifiesta su regocijo ante el toro abatido por su espada, y se vuelve hacia el público para recibir el beneplácito del mismo, desentendiéndose del toro que es arrastrado y quitado de la presencia del torero.

5. El toro bravo, tanto en la antigüedad como en el momento actual, es un animal que no necesita atacar a nadie para comer, lo que no quita el que se defienda cuando es atacado. Precisamente por su esbeltez y presencia con abundantes carnes, es seleccionado por otros animales carnívoros, lo que determina en el toro bravo, estar dotado de una gran reacción defensiva, recelando de lo que le extraña y asustándose ante sensaciones que no le son familiares. En definitiva, el toro en el campo no ataca, pero espera la posibilidad de ser atacado y cuando esto sucede, le falta capacidad de medir la superioridad que pueda presentar su atacante, lo que le lleva a arremeter ciegamente.

6. Otra característica del toro bravo es la de vivir en camada, es decir, tiene un gran instinto social, y esto en el fondo, viene a representar cierta timidez, pues, implícitamente, acepta la defensa en masa. Los toros bravos luchan solamente entre ellos para dilucidar la supremacía del macho, y una vez conseguido esto, el vencido huye del rebaño, y son estos toros sueltos los que acarrean un verdadero peligro.

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En plena lucha

7. ¿Los toros cargan contra el color rojo? Es uno de esos mitos tan extendidos en la cultura popular. No. A los toros no les enfurece ver el color rojo, no embisten contra algo que vean de ese color. Y a las vacas tampoco, no vamos a preocuparnos si vamos con el jersey rojo por el campo y nos encontramos con una vaca.
La pregunta pertinente sería: ¿los toros ven el color rojo?. Ven un color, que no es exactamente el mismo rojo que vemos los humanos no daltónicos. Los toros, como muchos otros animales, son dicrómicos. Es decir, tienen capacidad de descomponer el espectro luminoso en dos componentes esenciales, y según la cantidad de cada uno son capaces de diferenciar los diferentes colores. Hasta un límite. Otros animales (como los humanos) son tricrómicos (tres colores esenciales), por lo que tienen mejor capacidad de discriminación cromática. Ven más tonos de color; lo que para un dicrómico (como un toro) podría ser un mismo color, nosotros los diferenciamos como separados. Incluso colores tan diferentes como un rojo y un verde, un toro podría verlos igual. Pero eso no es lo mismo que ver en blanco y negro, o tener ceguera para los colores. Y antes de que nos sintamos muy contentos con nuestra “excelente” visión de los colores, no está de más puntualizar que hay animales tetracrómicos, que van más allá de nuestras limitaciones y ven colores más allá de lo que nosotros diferenciamos.

8. Entonces, ¿contra qué cargan?. Cargan o embisten contra otros animales u objetos que se estén moviendo. ¿Y por qué?. La respuesta tiene que ver con el comportamiento instintivo del toro, en función de su raza (la selección genética del toro de lidia por ejemplo) y de las condiciones previas (se fuerzan las condiciones para que el toro esté agresivo). Por ejemplo, el toro hace un cálculo de lo cerca que estamos de él. Si estamos lo suficientemente lejos, no llamaremos su atención aunque hagamos movimientos bruscos. Y no porque no nos vea, sino porque la distancia es suficiente para que no le parezcamos una amenaza. Estando más cerca, el toro no se para a diferenciar nuestra forma, o cómo es exactamente ese movimiento. Percibe un movimiento brusco, y toma una decisión. Para muchos animales, eso significa huir. Para el toro dotado de elementos defensivos, puede suponer atacar.

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Mirando hacia el futuro


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©


Fuentes de información:
– Los toros, T. I. Cossío, J. M.
– Ocularis.es. Dr. Rubén Pascual.
– Psicología de los animales. Filloux, J. C.
– La bravura en el toro de lidia. Aparicio Sánchez, G.

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Sierra Morena. Último refugio natural de Europa

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Desde la vertiente atlántica hasta las sierras más cercanas al Mediterráneo, el Sur de España, como un vergel hispano-árabe crece abrigado de los fríos vientos norteños, al cobijo y la intimidad de las poderosas murallas de Sierra Morena.
La abundante cobertura vegetal, alimentada por innumerables cursos de agua multiplica las posibilidades de vida en infinidad de especies animales. Algunas únicas en el mundo como el lince ibérico, el águila imperial ibérica y el lobo ibérico.
Nueve espacios protegidos articulan el territorio dividido en seis con la figura de Parque Natural y tres con la de Paraje Natural. Donde es posible apreciar y disfrutar como en escasos lugares de Europa la plenitud del bosque mediterráneo. No en vano es junto con Doñana el mejor sitio para la observación del lince. Habiendo desarrollado toda una industria turística en torno al ocio en el medio natural, desde excursiones, senderismo, deportes de aventura, safaris fotográficos y observaciones científicas; que compensan de modo sostenible la transformación de la tradicional economía de subsistencia relacionada con los antiguos oficios serranos, a usos modernos que conservan el medio y potencian sus valores.

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Paisaje en Sierra Morena. Autor, SBA73

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Lince ibérico. Autor, Alejandro García

Esta tierra vieja y agreste, que en tiempos lejanos y desconocidos por los homínidos constituía la primera orilla de mar de la parte meridional de la península, cuando todavía ni La Baetica ni Al-Andalus habían emergido de los fondos marinos, ni el Guadalquivir la había construido palmo a palmo su valle aluvial con depósitos sedimentarios desde las cumbres de Cazorla hasta la bahía de Cádiz. Tampoco los dinosaurios tuvieron ocasión de conocerla, pues desaparecieron antes de la formación geológica del territorio que hoy conocemos por Andalucía. Tan sólo un testimonio de icnitas que recuerda otro mundo y otro tiempo. Otros paisajes en otra dimensión que contenían la vida más salvaje que jamás conocieron estas latitudes.
Quizá las huellas de dinosaurio de Santiesteban del Puerto en El Condado de Jaén, en las estribaciones de Sierra Morena, sean el testimonio natural y cultural más patente de lo efímera que es la vida y lo relativo que es el tiempo. Permaneciendo petrificadas desde edades remotas, antes de la existencia del ser humano, hasta convertirse precisamente, por la existencia del mismo, en un factor cultural y natural que confiere valor al territorio y a la propia historia de la humanidad. Constituyendo un valor excepcional desde puntos de vista científicos y turísticos.

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Paisaje agreste. Autor, Tuscasasrurales

Si logramos llegar a tiempo y encontramos la fórmula que equilibre la riqueza natural y cultural de la serranía más culta y universal de España, precisamente por haber servido de retiro meditativo a Don Quijote, y contener el mejor reducto de bosque mediterráneo ibérico; puede que las generaciones venideras dispongan de la oportunidad de crear nuevos recursos turísticos especializados en la observación del rey clandestino de la fauna ibérica. El mítico, legendario y noble cánido que ha dado a la humanidad, nada más y nada menos que al mejor amigo del hombre, de donde derivan todas las razas de perro que tanta compañía, fidelidad y protección regalan a los demasiadas veces, ingratos humanos.
Todavía hoy, puede uno sobrecogerse escuchando el aullido del lobo en las noches de luna, los amaneceres y atardeceres de los paisajes más agrestes del viejo continente, oyendo desde las peñas prominentes de las laderas de los frondosos valles, el tantas veces temido aullido del lobo. Tan mal vendido y tan mal cuidado por esa serie de intereses mezquinos que tratan de bandido al noble y ennoblecen al perverso.

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Manada de lobos ibéricos. Autor, Juan José González Vega

El mundo actual bien puede permitirse la designación de Parque Nacional de Sierra Morena, anteponiendo sus valores naturales ante otra serie de intereses que merman y degradan su irrepetible conjunto de recursos, frente a otro tipo de actividades que lentamente restan contenido a su delicado equilibrio.
Por supuesto que al fin y al cabo el mensaje de este artículo pretende hacer reflexionar acerca de si a todos nos compensa privarnos para siempre de espacios que inciden muy directamente en el bienestar general de la sociedad o abandonarlos a la suerte de ser gestionados por planteamientos que ante todo priman el rendimiento económico inmediato por medio de usos que proporcionan mucha riqueza a unos pocos, a costa de empobrecer lo que bien puede rentabilizarse para todos.
A todos nos corresponde implicarnos y participar del conjunto de la sociedad para informarnos, formarnos y atender a criterios de sostenibilidad a largo plazo que además de no afectar a los intereses y derechos privados y de particulares, también favorezcan la distribución de la riqueza al mayor número de personas con los parámetros de calidad deseables en una sociedad civilizada y moderna.
Dar una opinión concreta acerca de si es positivo o negativo que nos privemos de la existencia de especies como el lobo en ambientes tan poco habitados como Sierra Morena, que además componen uno de los más importantes enclaves naturales de Europa, me parece innecesaria, ya que la lógica y el sentido común hablan por sí mismos.
Poseemos suficientes medios para evitarlo sin que ello signifique perjuicios para nadie, y a la vez sirva de revulsivo económico para la zona de forma sostenida en el tiempo y sostenible con el medio. Sin que afecte a actividades paralelas como la caza o la ganadería. No veo hasta qué punto el ser humano posee más derecho que otros seres vivos a multiplicarse de forma ilimitada, limitando los recursos de todos.
En cualquier caso, como bien dice la cita: “Nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. Según los científicos el tiempo medio de vida de una especie en la Tierra es de un millón de años. Dentro de los cuales por supuesto habremos hecho que desaparezcan infinidad de ellas, entre otras, los humanos.

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Atardecer. Autora, Raquel Pérez

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Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano
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Fotografía de portada de Jose Luis Anta

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Nuestros bosques, nuestros árboles… nuestra vida

Lagunas de Ruidera

En casa se habló siempre de naturaleza, del campo, de los animales… «Los árboles son el pulmón del mundo, si desaparecen el mundo no podrá respirar», «los árboles marcan las estaciones del año», «planta un árbol o mil», forman parte de mi conciencia desde entonces.

Hoy esos insignificantes pensamientos van calando poco a poco en las chicas y chicos que nos rodean. Me maravilla, me enseña y me alegra, y ojalá que con esta nueva generación podamos cambiar al menos un poquito la vida de nuestro querido planeta…

Sirva esta selección de poemas que hablan sobre árboles, sobre nuestra vida, como obsequio a todos aquellos que confían en que así sea.

“El hombre blanco no supo seguir la corriente de la anguila
no podía correr más que la cotorra
pero cortó el árbol,
estancó los arroyos
y atrapó en su ancha red de campos
al veloz pez de la nada.”
EL HOMBRE BLANCO. Mark O’Connor

“El viejo árbol se inclina sobre el antiguo camino
no hay ya flores en sus ramas ni hierba a sus pies.
Los caminantes no vieron al árbol en su juventud
pero el árbol los ha visto envejecer, poco a poco,
a todos.”
EL VIEJO ÁRBOL. Hsu Ning

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Taray en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. Autora, Virginia Seguí

Amo los árboles y me pregunto
¿sentirán cuando sus hojas se desprenden?
¿cuando caen balanceándose coquetas
sonriendo al viento que las mueve?
Me gusta darles nombres,
acariciarlas suavemente preguntando….
¿te duele la vida?
¿y qué cuando la nieve
las viste de blancas novias,
apurando el proceso de la muerte?
Cuando el otoño visita sus predios.
Cuando camina desollando la arboleda,
mordiendo la vida , embalsamando colores.
¿Qué de los pequeños gusanillos
que toman de su savia el alimento?
Que se mueven como acordeones
de algún tango arrabalero.
¿Tendrá pudor el árbol al quedar desnudo?
¿Habrá sentido las punzadas de dolor
cuando las hojas sin quererlo se morían?
No los he visto llorar.
Pero sí….temblar de frío.
AMO LOS ÁRBOLES. Aurelia Snaidero

Tal vez antes de ser mujer
fui árbol en algún bosque
y mis ramas crecían hacia el cielo
siempre intentando ver el horizonte.
Y estuve allí por siglos
enraizada
aferrada a la tierra
bebiendo el cielo
habitada de pájaros y estrellas.
Tal vez antes de ser mujer
diseminé retoños
dejé semillas
y el viento fue mi amante
en los silencios
Mi piel era corteza
mis colores símbolos
del transcurso del tiempo
en crecimiento.
A veces pienso en ello
Y el bosque
No es un lugar extraño.
Tal vez antes de ser mujer
fui árbol en algún bosque
aún siento el latido de la tierra
en mis venas
y hay días que regresan los pájaros
y anidan.
ÁRBOL EN ALGÚN BOSQUE. Ana María Mayol

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Bosque en el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Autor, Enric Llaó

En la luz celeste y tibia
de la madrugada lenta,
por estos pinos iré
a un pino eterno que espera.
Me encontraré con el sol,
me encontraré con la estrella,
me encontraré al que se vaya
y me encontraré al que venga.
Juan Ramón Jiménez

El árbol y yo
A la roca…asido,
en la estepa…solitario,
en el desierto….espejismo,
frente al viento…cimbreante,
en el bosque…perdido,
en su follaje…perenne,
en su madurez…cobijo,
regazo bajo el que soñar,
…sin nunca más despertar,
luz en su arder,
…ese es el árbol que quisiera ser.
BOSQUE DE BOSQUES. Rafael Fernández Rubio

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Encina en el Campo de Montiel. Autor, Pedro Ruiz

Árbol, buen árbol, que tras la borrasca
te erguiste en desnudez y desaliento,
sobre una gran alfombra de hojarasca
que removía indiferente el viento…
Hoy he visto en tus ramas la primera
hoja verde, mojada de rocío,
como un regalo de la primavera,
buen árbol del estío.
Y en esa verde punta
que está brotando en ti de no sé dónde,
hay algo que en silencio me pregunta
o silenciosamente me responde.
Sí, buen árbol; ya he visto como truecas
el fango en flor, y sé lo que me dices;
ya sé que con tus propias hojas secas
se han nutrido de nuevo tus raíces.
Y así también un día,
este amor que murió calladamente,
renacerá de mi melancolía
en otro amor, igual y diferente.
No; tu augurio risueño,
tu instinto vegetal no se equivoca:
Soñaré en otra almohada el mismo sueño,
y daré el mismo beso en otra boca.
Y, en cordial semejanza,
buen árbol, quizá pronto te recuerde,
cuando brote en mi vida una esperanza
que se parezca un poco a tu hoja verde…

Antonio Machado

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Atardecer en La Mancha con flores de almendro. Autor, desconocido

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Un artículo de Antonio Bellón Márquez
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Fotografía de portada: Higuera en el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Autora, M Roa

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Camino Natural del Guadiana en el Campo de Montiel

Ruidera

Desde las zonas más elevadas del enclave natural del Campo de Montiel, cada gota de agua desprendida de las nubes oceánicas que nos traen los temporales, se filtra en las rojas arcillas y blanquecinas calizas, aflorando a la superficie, con la infinita paciencia que a lo largo de milenios ha dado lagunas al río, disolviendo los carbonatos que sedimentan los diques artífices del ruido con el fluir del agua, concediendo nombre al Parque Natural donde transcurren las dos primeras etapas del internacional Camino Natural del Guadiana.

Este río sin pretensiones. Nacido por casualidad geológica en el derramadero natural del gran acuífero del Campo de Montiel. Humilde como don Quijote, comienza a aventurarse en esta tierra, igual que el mítico personaje, desbordando como la genialidad de Cervantes, todo su caudal en los bellos parajes de Villahermosa, Ossa de Montiel y Ruidera por la peculiaridad de ser diferente a todos los ríos, como el hidalgo a todos los caballeros, nos sorprende con la aventura de un curso repleto de singularidades específicas únicas en el mundo. Por supuesto entre ellas las citadas Lagunas de Ruidera y otra no menos curiosa es la inmersión en el subsuelo de La Mancha a la altura de Argamasilla de Alba, para volver a aflorar convertido en Parque Nacional.

Carrizos. Autor, Guadiana Ecológico

Carrizos. Autor, Guadiana Ecológico

El río de los patos, bautizado en latín por los romanos, ha enriquecido su nombre castellano resumiendo el paso de las diversas culturas que entre batallas y conquistas, trazaron en sus márgenes los caminos que han llevado y traído el comercio, la cultura y sobre todo el transcurrir de la historia, resumida en el propio nombre del río como testigo o narrador de tantos hechos. Uadi Anas. Árabe y latín antecesores del castellano. Constructores de los cimientos hispanos.

Por las Lagunas de Ruidera. Autor, Juan Ángel Arias Cortés

Por las Lagunas de Ruidera. Autor, Juan Ángel Arias Cortés

Desde la Laguna Blanca hasta Ruidera y desde aquí hasta Argamasilla, discurren las dos primeras etapas de este inmenso camino, tan largo como el propio río.
Este trayecto recorre uno de los parajes más bellos del Campo de Montiel, aderezado con la cautivadora atmósfera del Quijote, de principio a fin.

La primera sorpresa es la afloración del agua a borbotones en los manantiales de Los Zampullones, ubicados dentro de una finca particular, no visitables por el caminante. Muy cercanos al principio del camino. El cual inicia su recorrido en la sorprendente Laguna Blanca, más seca que mojada. Sólo llena cuando los otoños son abundantes en pluviometría. Igualmente atractiva con agua o sin ella nos depara la curiosidad de arenas caribeñas. Y cuando las aguas la colmatan, la no menos sorprendente presencia las utricularias. Plantas acuáticas carnívoras que son verdaderos mecanismos de ingeniería. Poseen unas vesículas o cápsulas bajo presión negativa, que se activan por el roce de cualquier microorganismo, provocando la succión del agua circundante con el propio alimento.

Utricularia australis

Utricularia australis

La acompañante soledad de estos luminosos paisajes, tan antropizados durante milenios, nos regala todavía, la hermosa contemplación de arquitectura popular bien conservada en cortijos de labranza y pastoreo.
Monumentales ejemplares de sabina albar jalonan el camino entremezcladas con el resurgir del vigoroso encinar, liberado desde hace medio siglo, de la presión del pastoreo intensivo. Romeros, tomillo, espliego, gamones y multitud de herbáceas pueblan estos páramos, enmarcando los espejos de las lagunas.

Dependiendo de la temporada o estación del año, encontrarás el paisaje más suave y verde, o por el contrario más áspero y pardo en los meses de verano. Sin embargo cualquier día y cualquier época ofrecen multitud de atractivos, contrastes y matices que archivarás en tus buenos de recuerdos de saludables días en contacto con la naturaleza, la cultura y la belleza.

Laguna del Rey. Autor, Bernardo Sevilla

Laguna del Rey. Autor, Bernardo Sevilla

Lomas y páramos cubiertos para cada vez más frondosos montes, nos van anticipando la sorprendente aparición de los aparentes espejismos de las Lagunas. Las descubrimos por la parte más natural y menos maltratada por el mal gusto de algunos humanos que a finales del siglo XX, invandieron con la agresiva fealdad de construcciónes sin control, ni orden ni integración en el entorno, uno de los espacios naturales más singulares del país.

Las lagunas Conceja y San Pedro mantienen intacta la hermosura natural que la infinita paciencia del transcurrir de los milenios, ha ido construyendo con cada gota de agua llovida, escurrida y evaporada en el incesante ciclo artífice de estos encantadores y encantados paisajes, descubiertos por don Quijote e inmortalizados por Cervantes.

Libélula. Autor, Fran PS

Libélula. Autor, Francisco Polo

Junto a la venta del Celemín, una centenaria noguera, que es como suele llamarse por aquí a los nogales, acompañada de otras tantas más jóvenes, junto a viejos sauces blancos, dan idea de la riqueza del suelo y las posibilidades de haber albergado en tiempos pasados, antes de la imposición agrícola, frondosas alamedas de árboles de ribera, como el olmo común, álamo negro, mimbrera, o álamo blanco.

Al amanecer y al atardecer es cuando más variedad de trinos se oyen y más pájaros se ven. Muchos por cierto y muy variados. Si eres de los que no te asustan las condiciones climáticas y lo mismo te aventuras con lluvia que con sol, en cualquier época del año, sobre todo los días de diario, fuera de temporada vacacional, podrás observar multitud de animales de la fauna mediterránea. Desde la escasa nutria hasta el astuto zorro.

Cascada del hundimiento

Cascada del hundimiento. Autor, sabersabor.es

Recorrer todo el parque requiere calma y sosiego para apreciar la multitud de valores que lo componen. Botánica, arqueología, etnografía, historia, literatura, geología…
Cada laguna es un espacio singular dentro del propio conjunto. Culminando en la modernidad del pantano de Peñarroya, vigilado por la centinela silueta del imponente castillo de la Orden de Santiago, habiendo satisfecho en cualquier espíritu ávido de naturaleza y contacto con el auténtico mundo rural, muchas de las necesidades de aventurarse a contemplar y descubrir tan valiosos rincones, por fortuna al alcance de todos.

Castillo de Peñarroya y la presa en Argamasilla de Alba. Autor, Oscar Gómez

Castillo de Peñarroya y la presa en Argamasilla de Alba. Autor, Oscar Gómez


Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano


Fotografía de portada de Olaya

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Si Quercus Ilex hablara…

Quercus Ilex

Los árboles están ligados a la historia y evolución del ser humano desde sus orígenes, cuando éramos conscientes de nuestra dependencia de la naturaleza que era y es la que propicia nuestra existencia como especie.
Los bosques, los ríos, el cielo… eran admirados y temidos a un tiempo, como seres dotados de poder y energía con los que teníamos que estar en armonía; y sobre todo el árbol era venerado como un ser inmortal y fuente inagotable de vida y de recursos.

Esta es la historia de uno de esos árboles.

Quercus Ilex nació en un bosque mediterráneo del Campo de Montiel a principios de febrero de hace muchos, muchos años, en el mismo siglo en que Colón descubrió América. Era un roble pequeño y delgadito que apenas podía sacar sus minúsculas ramitas a través del suelo cubierto de fría escarcha.
Su madre lo miró pensando “este arbolito no me crecerá mucho. Seguro que el pesado gorgojo de las bellotas se comió casi todo su alimento”.
En aquel siglo era todo muy diferente. Había mucho bullicio y luchas en esta tierra; gentes de diferentes oficios, razas y religiones compartían y peleaban por las tierras, igual que lo hacían en el bosque encinas, sabinas y matorrales.
Durante un tiempo los demás árboles del bosque crecían más deprisa y se burlaban de él, pero Quercus Ilex no les hacía caso y prefería escuchar las fascinantes historias que le contaban los mayores sobre los caballeros que vivieron en el castillo de Montiel, o sobre las aventuras amorosas e intrigas de Francisco de Quevedo o Jorge Manrique. Era un romántico.
Y mientras, se estiraba y estiraba todo lo que podía para parecer más grande y más fuerte y se esforzaba por seguir recto y firme, aguantando el fastidioso y potente sol.

Tronco encina

Reflejos del sol en el tronco de Quercus

Un día notó sus raíces muy húmedas y vio que junto a él brotaba agua de las rocas. Empezó a hacerse cada día más alto, más grueso su tronco y sus ramas se extendían muy lejos, como enormes brazos estirados. Los animales y los pastores empezaron a acercarse a él buscando el frescor de su copa en verano y el calor del sol en invierno, y mientras sus colegas desaparecían, unos para carbón, otros para hornos y muchos para construir casas, él se transformaba en un árbol majestuoso al que empezaron a llamar el gran Quercus Ilex.

En los siglos siguientes era él quien contaba historias a los más jóvenes; de caballeros y guerrilleros, señores e inquisidores… Pero poco a poco fue quedándose sólo en el antiguo bosque; sólo tenía algunos compañeros de su edad, casi tan grandes como él, que ya se sabían todas sus batallitas y además estaban un poco alejados y ni siquiera llegaban a escucharse. Sin embargo, le alegraba mucho la compañía de las ovejas y de los pocos humanos que quedaban en la zona que le respetaban mucho, aunque de vez en cuando le cortaran ramas y le quitaran bellotas para alimentar al ganado.

Pasaban los siglos y el gran Quercus Ilex iba notando el peso de la vejez. A veces, sobre todo cuando helaba mucho o hacía mucho calor, alguna rama gorda se le rompía y su copa iba perdiendo grandiosidad, pero no le importaba porque esa rama, en el suelo, pronto se convertía en el hogar de muchos insectos que le animaban con sus revoloteos y colores.

Los frutos de Quercus Ilex. Autor, M. Teruel

Los frutos de Quercus Ilex. Autor, M. Teruel

Cuando el gran Quercus Ilex cumplió 550 años, el Campo de Montiel se fue quedando sin pobladores y sin ganado y pensó que se quedaría muy sólo al final de su vida. Ya no escuchaba las conversaciones de los humanos, ni sus risas, ni sus quejas, aunque tenía el alboroto de varias familias de pico picapinos que nadie sabe cómo habían llegado hasta aquí y que tenían su casa en la parte más alta de las ramas. Y por las noches venían a visitarle el zorro y el gato montés. Bueno, y algún viejo jabalí que se rascaba en su tronco y le hacía cosquillas.
Un día, hace unos 20 años, de nuevo el Quercus Ilex escuchó muchas voces. Voces de niños y mayores que le rodeaban, le abrazaban y se quedaban mirándole con la boca abierta.
Desde entonces, nunca más ha echado de menos a los humanos. Todos los días escucha las palabras de admiración y cariño de personas que vienen a verle desde todas partes del país y aunque ya nota la debilidad de sus más de 600 años, el gran Quercus Ilex es uno de los árboles más felices de La Mancha.

Detalle de Acacia de tres espinas. Castillo de Montizón

Detalle de Acacia de tres espinas. Castillo de Montizón. Autor, Antonio Bellón

Si necesitáis respirar aire puro y un poquito de ecoturismo por Ciudad – Real, os recomiendo visitar los siguientes árboles y arboledas monumentales del Campo de Montiel, por su porte y por su valor paisajístico:
– Los magníficos y raros ejemplares de acacia de tres espinas, a los pies del castillo de Montizón. Perfectamente adaptadas al entorno y a las condiciones de nuestro clima.
– La encina del cortijo de El Toconar, en Almedina, varias veces centenaria.
– Las sabinas centenarias en el entorno de la Laguna Blanca, en Villahermosa. Muy valiosas por su antigüedad y belleza estética, con ramas atormentadas por la climatología.
– La encina centenaria de bellotas comestibles, grandes como castañas, de Los Monegrillos, en Fuenllana. Y algo más lúgubre, el ciprés centenario de su cementerio.
– Los nogales centenarios junto a los Ojos de Montiel.
– El olmo de Albaladejo, mencionado en el Quijote.
– El viejo álamo blanco junto a la Laguna Redondilla y la majestuosa noguera de San Pedro, en las Lagunas de Ruidera.
– Los grandes pinos carrasco de la finca de Cañas en Villanueva de los Infantes.
– Las encinas adehesadas centenarias en el Pozo de la Serna.
– Las choperas de chopo lombardo de Cañamares, en Villahermosa.
– Y por último la gran higuera que ha colonizado toda la aldea de Torres.

La Laguna Blanca de Villahermosa con las sabinas al fondo. Autor, Miguel Andújar

La Laguna Blanca de Villahermosa con las sabinas al fondo. Autor, Miguel Andújar

Encina de Los Monegrillos. Fuenllana. Autor, Salvador Dueñas

Encina de Los Monegrillos. Fuenllana. Autor, Salvador Dueñas

Nogales en Ojos de Montiel. Autor, Julián J. Valverde

Nogales en Ojos de Montiel. Autor, Julián J. Valverde

Pinos carrascos de Cañas. Autor, Julián J. Valverde

Pinos carrascos de Cañas. Autor, Julián J. Valverde

Por los campos del Pozo de la Serna. Autor, Antonio Bellón

Por los campos del Pozo de la Serna. Autor, Antonio Bellón

Chopos lombardos en Cañamares

Chopos lombardos en Cañamares. Autor, Antonio Bellón

Noguera Ruidera
Noguera de San Pedro junto a la ermita de San Pedro. Lagunas de Ruidera dentro del término de Ossa de Montiel. Autora, Yoyi Ca

Encina de El Toconar. Autor, Entreviñas Villanueva de los Infantes

Encina de El Toconar. Autor, Entreviñas Villanueva de los Infantes

Si queréis descubrir esta maravillosa tierra, os proponemos vivir estas experiencias con www.sabersabor.es

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Un artículo de Antonio Bellón Márquez
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Fotografía de portada: Encina milenaria. Autor, Luis Fernández

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10 curiosidades sobre el esparto, la fibra olvidada.

curiosidades sobre el esparto, la fibra olvidada

Si ya el erudito romano Plinio el Viejo describía con todo detalle la manera de recoger, tratar y usar el esparto, es fácil de entender por qué en tiempos menos remotos (s. XVIII hasta la mitad del s. XX) la vida doméstica y agrícola giraba en torno a esta gramínea reseca. Una gran riqueza como la sal o la lana, caída en desgracia con nuestra modernidad.
Aquí os relatamos algunos datos curiosos e historias interesantes sobre esta planta.

1. El esparto es una planta herbácea que puede alcanzar el metro de altura. Las hojas, enrolladas en tubitos alargados para evitar la transpiración, son picudas y duras, y se agrupan en macollas (la atocha).

2. La palabra esparto proviene del griego antiguo y significa cuerda. El vocablo atocha, voz hispanorromana, invoca la mata.

3. ¿Por qué interesa ecológicamente? De todo el matorral, el esparto es una de las plantas más resistentes a la sequía, incluso en solana. Su copa ancha (50 cm) reduce la evaporación del agua y sus hojas muertas sirven de esponja, regulando el paso de la lluvia al suelo. Además, la cohesión de este matorral limita la erosión superficial.

Artes de esparto. Autor, Angel Abril Ruiz

Artes de esparto. Autor, Angel Abril Ruiz

4. El nombre científico Stipa tenacissima delata su resistencia a las inclemencias.

5. Es una planta propia de ambientes esteparios como los de la meseta española, y le gusta los suelos carbonatados como los del entorno de las Lagunas de Ruidera. En Europa su repartición es esencialmente ibérica (centro, sur y este de la península), con un reducto en Italia. En África, de Marruecos a Egipto, es muy común.

6. Florece de marzo a junio y se recolecta entre julio y agosto.

7. Cuando el esparto no muestra sus flores, se puede confundir con otra planta también esteparia, el albardín o esparto basto (Lygeum spartum). Pero este último prefiere los suelos más salinos, muy comunes en los humedales manchegos y costeros. La flor del esparto forma un penacho alargado mientras que la del albardín es más discreta.

Recogiendo esparto. Autor, www.galaxiarural.wordpress.com

Recogiendo esparto. Autor, www.galaxiarural.wordpress.com

8. Desde antes de los romanos, la recolección y cultivo de esta fibra ha tenido gran importancia en la economía de muchos hogares españoles. La manera de cosecharlo, arrancando sus hojas con la ayuda de un palo corto (la cogedera) apenas ha cambiado desde la descripción pormenorizada de Plinio en el siglo I de nuestra era.
El hombre ha sabido encontrarle multitud de aplicaciones como producto bruto, en la construcción como escayola armada por su gran resistencia o en la industria papelera por su alto contenido en celulosa, y como producto manufacturado en las labores cotidianas. A partir de la fibra secada al solo durante 40 días, se hilaban sogas y cintas de varios metros de longitud, para elaborar luego útiles de lo más variopintos: alpargatas, alforjas, cubiertas para garrafas, soplillos, esteras y esterillas, serones o posones, cinchos para quesos, capachos…

9. En época de Plinio el Viejo, los campesinos fabricaban camas, antorchas, calzado y vestidos con esparto, pero no se podía cuantificar la producción. Sólo en el siglo pasado la industria papelera se fija en su valor y el recién creado Servicio Estatal del Esparto empieza a contabilizar la explotación. En 1951 se llegaron a recolectar 132.206 toneladas, de las cuales el 45 % se destinaba a la fabricación del papel y el 33 % a la yutería.

10. En los años 20 – 40, la mayor parte de los vecinos de Ruidera tenían alguna relación con el esparto. Los años dorados llegaron entre 1940 y 1958, con la comercialización del espartal bruto y tomiza. Hasta diez carros diarios llevaban las faenas a los pueblos circundantes.
La quiebra del principal comprador motivó el abandono de la actividad y la emigración de muchos ruidereños.

El ocaso del esparto. Autor, MFley

El ocaso del esparto. Autor, MFley


Si queréis conocer todos los secretos del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, os proponemos vivir esta experiencia: Ruidera, el oasis de La Mancha


Bibliografía:
– Bañón, M. C. 2010. El Campus Spartarius romano. ¿Una herencia púnica administrada por Roma? Cuadernos Albacetenses 14. Instituto de Estudios Albacetenses «Don Juan Manuel».
– García Hotal, J.A. 2007. Fibras papeleras
– Revelles, L. y Sánchez, P. 1999. Esparto, una planta en el olvido. Cuadernos de Historia Local, Puerto Lumbreras (Murcia).

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Cazorla, Segura y Las Villas. El Paraíso en tu casa

Cazorla, Segura y Las Villas. El Paraíso en tu casa

Presiento difícil concretar en un artículo la magnitud que desde tiempos remotos ha ido coleccionando las diversas piezas que componen tan valioso escaparate, merecedor del blindaje legal que lo preserve de la destrucción y así continuar enriqueciendo al ser humano con algo tan incalculable como la belleza natural aderezada con el brillo de una cultura milenaria, salteada de pueblos pintorescos, conjuntos monumentales, parajes de ensueño y la acogida de cientos de establecimientos con encanto dotados de suficiente experiencia y buen hacer como para seducirte y hacer volver toda una vida, hasta completar la apasionante aventura de conocer y sentir ese increíble conjunto de valles, protegidos por la fuerza de las montañas, como algo caro por su rareza y extremadamente incalculable por ser de todos.

Bienes que en un mundo cada vez más pequeño, más superpoblado de voracidad consumista, insaciable de materias primas, donde espacios como las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas conforman un mundo aparte.
Naturalismo, senderismo, botánica, historia, arte, deporte, meditación, gastronomía, caza, pesca, fotografía, etnografía, y tantos aspectos, materias y aficiones capaces de satisfacer todos los gustos, dispuestos para ti durante todo el año.

Sorprendentes macizos calcáreos poblados de pinares infinitos. Intercalados con multitud de retazos del originario monte mediterráneo. Frondas caducifolias en los humedales y umbrías. Ejemplares monumentales de robles, fresnos, olmos, tejos y demás nobles especies que imprimen carácter al entorno.

Estoy más que seguro de que no va a tardarse mucho en controlar, dosificar o regular de algún modo el acceso y la estancia en el espacio natural más extenso de la península y creo que el segundo de Europa, después de la Selva Negra.

Vista del Parque natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. Autor, Federico Vaz

Vista del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. Autor, Federico Vaz

Tienes el Paraíso a la puerta de tu casa. En tu país existe uno de los espacios naturales más bellos y majestuosos del mundo. Incomparable y a la vez igualable a las más sugerentes postales de los legendarios parques nacionales norteamericanos.
Caminar por el sendero que bordea el río Borosa, nada tiene que envidiar a ningún paisaje de los Alpes. Y aquí además doblemente sorprendente por tratarse de una latitud tan meridional en un clima semiárido con acusados contrastes térmicos. Este es uno de los ríos capaces de hacerte sentir en fantasías tan curiosas como “Alicia en el país de las maravillas”. El lecho cristalino, transparente como ya casi ninguno, te permite caminar por él como si lo hicieras sobre las aguas. Como si pasearas por una gran avenida de plata o fueras uno de los pastores del belén de la infancia, con el río representado en un espejo o papel de aluminio.

Si disfrutas del auténtico contacto con ese recurso cada vez más escaso que llamamos naturaleza y aquí además, agreste, repleta de hermosura y vigor, te sorprenderás encontrándote de repente absolutamente sobrecogido por todo cuanto te rodea, como si estuvieras dentro del documental que a veces habrás visto desde el sofá.

Puede que algunos nombres no sean decididamente estimulantes, o evocadores cuando los ves en los mapas, de los cuales te olvidas por completo ante la indescriptible creación que te acoge y te sublima el espíritu hacia algo más o mejor que lo terrenal y humano. Tanto la Cerrada del Utrero, como la Cerrada de Elías, debería estar prohibido describirlas porque nadie acertará a transmitir que son lugares con naturalidad propia, a los cuales deberíamos cederles derechos de autor.

Río Borosa. Autor, Cristóbal Poyato

Río Borosa. Autor, Cristóbal Poyato

La laguna de Valdeazores, el nacimiento del Guadalquivir, castillo de La Iruela, senda del río Cerezuelo… cientos de lugares nombrados por los propios parajes que encajan a la perfección con lo que ofrecen.
Desde una de las ventanas del castillo de Hornos, uno de esos días nublados, nada te impide creerte en Escocia y con el monstruo buceando bajo las aguas del Tranco de Beas.
Hornos, es otro de esos recursos, hasta hace muy poco infravalorado que con la declaración de Conjunto Histórico y la puesta en auge de sus monumentos y entramado urbano, suman a la grandiosidad natural circundante.

Primavera, verano, otoño, invierno…, y si hubiera una quinta estación, también sería buena para disfrutar estas magníficas serranías. La Carretera que desde La Puerta de Segura, recorre todo el parque hasta Cazorla, es probable que pueda considerarse tanto o más bellas que todas aquellas que aseguramos como las más de aquí o allá.

Quesada, cargada de historia desde la calle hasta la veleta del campanario. Iznatoraf sobre el mantón de olivar que borda en dos provincias la mayor campiña del mundo. Sesenta millones de olivos produciendo salud de la mejor calidad. Sierras escoltadas por este inmenso ejército verde habitado por la genialidad de Vandelvira, edificando en Úbeda y Baeza, vecinas de la sierra, la versión española del Renacimiento. Porque aquí en la comarca de La Loma, se ondulan las colinas elevando a Sus Majestades las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. Aquí está nuestra Toscana, desde hace siglos. Con todo el arte, historia y riqueza natural que te harán querer volver y volver por lo mucho que hay que ver, saborear y sentir.

Quesada. Autor, Jose Angel Rodriguez

Quesada. Autor, Jose Angel Rodriguez

Más que un paraíso es un jardín de edenes encadenados, donde las dimensiones del parque natural se prolongan con los atractivos culturales y de ocio de unas comarcas bastante experimentadas y con muchas posibilidades de convertirse en los mejores destinos de interior.
Ahí lo tenéis a vuestra disposición, para todos los gustos y todos los bolsillos. Para ir solos o acompañados. Para emociones fuertes como lanzarse en parapente en el Festival del Aire en Segura de la Sierra o pasear paladeando con la vista cada una de las piedras labradas que tan cultas como Jorge Manrique, construyen la contundencia del castillo y la delicadeza de la fuente. Las portadas solariegas, las esquinas populares, las ruinas de muralla y el legendario transcurrir de la Historia, que como su paso, recorre junto a la carretera contemplando las imponentes torres de vigilancia olvidadas por los árabes.

Tanto hay que decir de estos parajes que aquí ya no cabe más. Es preciso ir. Volver y disfrutarlos mejor que escribirlos.

Torreón del Castillo de las Cinco Esquinas. Autor, Ángel Antonio Gómez

Torreón del Castillo de las Cinco Esquinas. Autor, Ángel Antonio Gómez

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Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano
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Fotografía de portada: Sierra de Cazorla. Autor, Cristóbal Poyato
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Si queréis conocer otro paraíso cercano, os proponemos viajar hasta el Campo de Montiel, la esencia de La Mancha

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Ruidera. Un oasis en mitad de España.

lagunas de ruidera

Más allá de las poéticas descripciones cervantinas, las lagunas de Ruidera, enclavadas en el Campo de Montiel, forman el parque natural más interesante de Castilla – La Mancha. Sus excepcionales paisajes dominados por el agua y el verde, contrastan con el entorno seco en que se insertan.
Un rosario de bellas lagunas de origen cárstico, y que en conjunto constituyen todo un espectáculo para los sentidos, además de una curiosidad ecológica y geológica de primer orden tanto en España como en todo el ámbito europeo.

Disponeos a descubrir este auténtico oasis de la llanura manchega.

Ruidera. Autor, Dan

Pura vida, Ruidera. Autor, Dan

El origen de este sistema húmedo es el afloramiento en la superficie de corrientes de agua subterráneas procedentes del circundante Campo de Montiel. Cada laguna de este singular espacio natural, protegido bajo la figura de parque natural, está separada de la siguiente por barreras y terrazas, lo que da al conjunto un peculiar atractivo. Pero la especial belleza de Ruidera está en el intensísimo color de sus quince lagunas: unas veces azul turquesa, otras verde cristalino, más propio de la idea que todos tenemos de lugares exóticos y tropicales. La sensación del visitante al ver estas particulares tonalidades de las aguas es de total irrealidad.
Además, al ser el terreno calizo, algunas lagunas han disuelto literalmente las orillas en las que se asientan y se han ido hundiendo poco a poco. Como testigos de la primitiva altura que alcanzaban quedan sobresalientes cornisas asomadas sobre las aguas, cuya parte inferior, blanqueada por la cal del terreno, refleja los espectaculares colores.

Sabina albar. Autor, acusticalennon

Sabina albar. Autor, acusticalennon

La vegetación predominante alrededor de las lagunas es la palustre. Una orla de carrizo y enea rodea muchas de ellas, formando una muralla impenetrable, mientras que en las laderas cercanas abundan las encinas y la vegetación mediterránea.
También son frecuentes las sabinas y enebros de gran tamaño. La sabina albar (Juniperus thurifera) es un árbol reliquia de otros tiempos, adaptado para soportar condiciones climatológicas extremas de temperaturas muy altas en verano y muy bajas en invierno, además de una pluviosidad muy escasa. La frugal sabina es capaz de prosperar en estas condiciones, aunque su crecimiento es muy lento. Debido a la dureza del medio en el que crece, el sabinar siempre forma manchas discontinuas, puesto que si los árboles estuviesen muy juntos no podrían desarrollarse bien.
Las sabinas de Ruidera, de buen porte, son centenarias. Estrictamente protegidas.

Aguilucho lagunero. Autor, Francisco Montero

Aguilucho lagunero. Autor, Francisco Montero

La fauna dominante en Ruidera son las aves acuáticas: ánades reales, patos colorados, porrones, fochas, cercetas y garzas nidifican entre los cañaverales o se acercan aquí a pasar el invierno o a descansar durante sus viajes migratorios. La gran extensión de la superficie acuática da cobijo también a una ictiofauna en la que sobresalen la boga, el barbo y la carpa, además del lucio y del black-bass, voraces especies foráneas introducidas con fines pesqueros.
Sin embargo, la especie reina de las lagunas es el escaso aguilucho lagunero (Circus aeroginosus). Esta rapaz es de gran belleza: en el macho dominan los tonos blanquecinos en su parte inferior, mientras que la hembra es inconfundible por su color chocolate y las manchas color crema que presenta en la cabeza y en los “hombros” de las alas.
Este águila de tamaño mediano es una especialista en la caza por sorpresa entre los cañavelares. Sobrevuela las masas de carrizos y eneas a la búsqueda de presas (pequeños mamíferos, aves acuáticas, reptiles…). De repente, cuando localiza algo interesante, se para y se lanza para capturar a su víctima.
En los montes cercanos habitan los jabalíes, los zorros, los conejos, las liebres y las aves rapaces, mientras que en los cultivos de secano de los campos circundantes subsiste una importante población de aves esteparias, entre las que destacan la perdiz y la avutarda, una de las mayores aves españolas.

ruidera. Autor, Frankeke Oteo

El mar de La Mancha. Autor, Frankeke Oteo

El parque natural de las lagunas de Ruidera abarca una extensión cercana a las 4000 hectáreas que protege el conjunto lagunar, así como el cercano embalse de Peñarroya. Y alberga otra una importante sorpresa que hará las delicias de los amantes de Cervantes: la cueva de Montesinos, citada expresamente en “Don Quijote de La Mancha”. A decir verdad, todo el entorno de este oasis está lleno de puntos que evocan las hazañas del Caballero de la Triste Figura.
En el famoso libro, Miguel de Cervantes escribió en el siglo XVII que el origen de esta zona lacustre se debe al encantamiento de la Dueña de Ruidera, una legendaria dama.
Volviendo a la cueva de Montesinos, Don Quijote la eligió para retirarse a reflexionar una temporada, pero tuvo la mala pata de caerse por ella y quedar maltrecho.
Por supuesto, la cueva es visitable, pero es aconsejable llevar linternas y calzado adecuado a prueba de resbalones, si no se quiere seguir la suerte del famoso hidalgo.
Sin embargo, si se quieren conocer a fondo estas profundidades, lo mejor es contratar una visita guiada con sabersabor.es. Con ellos es posible evocar perfectamente la atmósfera cervantina de la cueva, descubriendo las formas que el agua ha modelado en las paredes de la gruta: la cara de Don Quijote, la cabeza del cocodrilo, la figura de la Virgen, el Belén, la Teta de la Vaca… y la secreta “cámara el tesoro”, una pequeña sala de la cueva cuyo techo está recubierto de brillantes capas de cuarzo. El fondo de la cueva está ocupado por un lago de azuladas aguas cristalinas.
Todo un placer para los sentidos.

Entrada a la cueva de Montesinos. Autor, Victor Díaz

Entrada a la cueva de Montesinos. Autor, Victor Díaz


Un artículo de Antonio Bellón Márquez


Si queréis conocer todos los secretos de este lugar único e inigualable, os propongo vivir esta experiencia: Ruidera, el oasis de La Mancha 

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Hacia un Turismo Sostenible

Determinados lugares de España están catalogados dentro de las zonas del mundo con mayor presión turística, sobre todo en los últimos años en los que circunstancias económicas y sociales han favorecido un incremento antes nunca visto.
Si bien este hecho supone un notable beneficio mercantil para algunas economías locales, hay que considerar sus consecuencias sobre el patrimonio natural y cultural de las zonas receptoras de visitantes.
Los principales impactos sobre el medio pueden resumirse en:
• Cambios en los usos del suelo para crear las infraestructuras necesarias de alojamiento, transporte, gestión de residuos, etc. Esto genera la destrucción directa de ecosistemas, la fragmentación de otros, contaminación y la pérdida general de biodiversidad a menudo de forma irreversible.
• Mayor demanda de recursos, a menudo ya limitados, como el agua y el suelo, provocando graves situaciones de sobreexplotación, agravadas por la gran concentración de turistas en el tiempo y en el espacio.

Nuestras aguas

Nuestras aguas

Sin una buena gestión y planificación, este turismo puede provocar impactos adversos, no sólo sobre el medio, sino también sobre las poblaciones que lo acogen y sus valores culturales, hecho que a medio-largo plazo retraerá el número de turistas por la falta de atractivo del destino y la creciente demanda de calidad medioambiental.
Por esta razón, desde la Conferencia Mundial de Turismo Sostenible, celebrada en Lanzarote en 1995, gobiernos, organizaciones internacionales y agentes turísticos reconocen la necesidad de implementar una gestión exigente que minimice los impactos negativos sin mermar los beneficios.
De ella nace la Carta del turismo sostenible, conocida como Carta de Lanzarote, redactada por los asistentes a la Conferencia, que se considera el primer documento de referencia sobre esta actividad.
Reconoce el turismo como necesario y enriquecedor para el desarrollo de los pueblos, pero también como una actividad ambivalente, dado que puede aportar grandes ventajas en el ámbito socioeconómico y cultural, y al mismo tiempo contribuye a la degradación medioambiental y a la pérdida de la identidad local, por lo que debe ser abordado desde una perspectiva global.
Siendo el turismo un potente instrumento de desarrollo, puede y debe participar activamente en la estrategia del desarrollo sostenible y debe gestionarse de forma que se garantice la perdurabilidad de los recursos de los que depende.

Nuestros pueblos

Nuestros pueblos

Aplicando pues al sector turístico el principio de Desarrollo Sostenible, podríamos definir el turismo sostenible como aquel que satisface las expectativas económicas y las exigencias ambientales, respetuoso con el medio natural, cultural y social, y con los valores de las poblaciones receptoras, que potencia el intercambio de experiencias entre residentes y visitantes, y repercute los beneficios de forma justa y equitativa.
En este contexto los espacios rurales y naturales se conforman como los nuevos escenarios del turismo sostenible, acuñándose diferentes términos para designarlos: turismo rural, ecoturismo, turismo verde, turismo de naturaleza, turismo ornitológico, turismo solidario, turismo responsable,…..y así un buen número de denominaciones que encierran contenidos similares aunque con diferentes matices y modalidades, desde la puramente placentera, hasta la interpretación y didáctica del paisaje, pasando por las actividades deportivas y de aventura en el medio natural.
«Ecoturismo, turismo sostenible, turismo ambientalmente responsable, son términos definidos por una misma esencia: son modalidades de turismo no extractivas, en las que el poblador local pasa de ser un elemento decorativo a ser actor de su propio destino; en las que la naturaleza pasa de ser una mina de recursos finitos a ser una compañera de viaje de la industria turística; y esta cuida el medio ambiente por compromiso ético, por inteligencia económica y por razones de mercado”. De Juan (1994).

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Nuestros campos. Autor, M. Moraleda

La potenciación y gestión de un turismo rural y natural, sea cual sea su modalidad, es un importante reto y debe hacerse de forma muy fina ya que se desarrolla en áreas de gran fragilidad. El actual auge, relacionado con una nueva perspectiva comercial y con el agotamiento del modelo de turismo de sol y playa, debería ser contenido y regulado para no caer en los errores y fatales consecuencias del modelo de costa.
Bien administrado globalmente, pone en valor el patrimonio social, cultural y natural de comarcas rurales afectadas gravemente por el despoblamiento, cuando no por el abandono, posibilitando importantes recursos económicos directos (alojamiento, restauración, comercio local, guías…) que fijan población al crear nuevos puestos de trabajo; diversificando y dinamizando el desarrollo rural, y fortaleciendo acciones e iniciativas de conservación.
En todo ello juegan un papel destacado las empresas turísticas y los propios turistas que deberán asumir un código ético para cumplir con los fines que lo definen, garantizando que los atractivos y valores ecológicos se perpetúen en el tiempo sin degradarse y que las modalidades sean acordes con la vocación y limitaciones del territorio.

Nuestros bosques

Nuestros bosques

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Un artículo de Antonio Bellón Márquez
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La magia de la dehesa manchega y sus carrascas centenarias

La magia de la dehesa manchega y sus carrascas centenarias

La visita que realizaremos en próximos días a Villahermosa y Montiel, en el Campo de Montiel, nos permitirá reencontrarnos con la esencia misma de la naturaleza en su aspecto más mágico. Y es que la existencia allí de encinas centenarias, nos trae a la memoria colectiva la época en que enormes bosques de encinas y robles cubrían gran parte de España. Hace miles de años los primitivos habitantes de estas tierras vieron en el roble un símbolo de plenitud y de fuerza, al tiempo que recogían las bellotas como alimento al ser fáciles de almacenar. De acuerdo con Plinio, la bellota era molida y horneada en forma de pan, mientras que el geógrafo e historiador griego Estrabón señalaba al pan de bellota como la dieta básica de los celtas de Iberia.

El roble de esta zona de La Mancha es el denominado carrasca (Quercus coccifera) o encina (Quercus ilex), y está emparentado con otras especies de monumental porte como el castaño, el haya o el alcornoque. Desde muy antiguo este árbol ha sido muy apreciado por los diversos pueblos, y así por ejemplo, la madera se destinaba a la producción de carbón vegetal o a la fabricación de vigas para la construcción (debido a su resistencia y fortaleza). Como ocurre con otras especies de robles, la carrasca y la encina son marcescentes, es decir, pierden las hojas al llegar el otoño. Pero curiosamente no lo hacen del todo, ya que muchas de ellas, incluso secas, permanecen adheridas a las ramas hasta el momento en que brotan las nuevas hojas. No está clara la causa de tal fenómeno, aunque se cree que con ello consigue proteger de las heladas los brotes tiernos que están formándose debajo de la antigua hoja.

Encina. Autor, Jesús

Encina de la dehesa manchega. Autor, Jesús

En la antigüedad el roble no sólo proporcionaba alimento o madera. Aquellos pueblos primitivos comenzaron a desarrollar la idea de que el roble era el árbol más venerable del bosque, el más resistente y el más útil. Para las construcciones funerarias de celtas y celtíberos se utilizaba solo madera de roble, y dichos pueblos consideraban además que éste árbol era el gran símbolo del crecimiento de las plantas. Por eso muchas tribus tenían su propio roble sagrado, que se alzaba como tótem o talismán en el centro de su territorio. En la cultura celta un ataque contra el clan enemigo podía suceder sólo con el propósito de destruir el árbol sagrado de éste y desmoralizar al rival. Y es que de ocurrir así la desgracia para estas gentes era cosa segura, ya que los robles, debido a su carácter sagrado, eran fuente de horribles maldiciones tras ser cortados: se decía incluso que la copa del roble que brota de las raíces de un tronco caído es malevolente, y que resulta peligroso transitar cerca de allí sin protección, sobre todo tras la puesta de sol.

La abundancia de encinas en este enclave nos evoca un sinfín de usos olvidados, pero que antaño tuvieron gran importancia para el primitivo habitante de estas tierras. Con las bellotas se elaboraban finas harinas que daban lugar a distintas variedades de pan. “Es cosa cierta -escribe Plinio– que aún hoy la bellota constituye una riqueza para muchos pueblos hasta en tiempos de paz. Habiendo escasez de cereales se secan bellotas, se mondan y se amasa una harina en forma de pan. Actualmente incluso en las hispanias, la bellota figura entre los postres. Tostada entre ceniza es más dulce”. Con este preámbulo no es difícil entender el porqué del calificativo de árbol de la vida dado a la encina. Podemos imaginar incluso a un guerrero íbero con su zurrón, y en éste unos puñados de bellotas y tiras de carne seca, alimentos con los que podía resistir una larga campaña sin necesidad de reponer nuevas viandas.

Molino de vaivén. Autor, José Manuel Benito

Molino de vaivén. Autor, José Manuel Benito

La molienda de la bellota se hacía en casa con unos molinos domésticos. Los más antiguos constaban de una piedra cóncava fija y otra redonda que se movía en vaivén. Sin duda debía ser éste un trabajo agotador, normalmente efectuado por una mujer, mientras los hombres hacían labores agrícolas, de caza o de pastoreo combinadas con la vigilancia y defensa de los poblados. Estos molinos de vaivén llegaron hasta el siglo V a.C., fecha en la que se extendió el molino giratorio formado por dos piedras circulares, una fija y otra móvil, con su manija de palo para accionarlo.
También fue de gran importancia el uso de la madera para fabricar utensilios de cocina, principalmente una especie de cubos donde se depositaban piedras candentes a fin de hervir los guisos: ésta es sin duda la primera cocina de la historia, anterior al descubrimiento de la cerámica y los metales.

Agalla de roble. Autora, Jacinta Lluch

Agalla de roble. Autora, Jacinta Lluch

El uso más extraño de los robles se refiere unas pequeñas esférulas que aparecen con profusión tanto en las ramas como tapizando el suelo, una vez caídas: las agallas. Efectivamente, en diversas especies de robles se forman estas excrecencias producidas generalmente por la picadura de avispas. La hembra del insecto tiene en el abdomen una especie de pequeñísimo taladro, y con él perfora los tejidos vegetales para depositar un huevo. El árbol reacciona creando la agalla, una especie de reacción alérgica que le viene como anillo al dedo a la pequeña larva. Ésta se desarrollará en su interior hasta la llegada de la primavera, cuando tras perforar un diminuto agujero saldrá al aire libre como avispa adulta.
Todas las agallas son ricas en tanino y ácido gálico, y por ello se empleaban con profusión para el curtido de las pieles, el teñido de tejidos e incluso para fabricar tintas de escritura y determinados productos farmacéuticos. Los árabes se servían de ellas en la elaboración de un licor llamado palamond: para ello las enterraban por algún tiempo a fin de eliminar su sabor amargo, y seguidamente las tostaban y trituraban, mezclando el polvo obtenido con azúcar y aromas diversos.

Y de pronto una liebre

Y de pronto una liebre corriendo por la dehesa

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Un artículo de Antonio Bellón Márquez
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