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De visita al yacimiento de Oreto – Zuqueca

Oreto Zuqueca

El conjunto del yacimiento, que incluye una catedral aún no excavada, supera las 25 hectáreas de extensión


El yacimiento arqueológico de Oreto – Zuqueca se encuentra situado en el término municipal de Granátula de Calatrava (Ciudad – Real), en la región natural del Campo de Calatrava, a unos 5 Km al sur del núcleo urbano, en el valle del río Jabalón y a un escaso centenar de metros de su ribera. Bajo su suelo se ocultan a día de hoy más de 17 siglos de historia.
El yacimiento como tal consta de tres partes diferenciadas. Al oeste se encuentra Cerro Domínguez, donde son perfectamente visibles en sus laderas las diferentes terrazas que se corresponden con los restos existentes. La parte central, en llano, está dominada por la actual ermita, en torno a ella puede visitarse la intervención arqueológica musealizada realizada en los últimos años. Finalmente, al este, se encuentra el Cerro de los Obispos, de forma cónica.

Parte central del yacimiento Oreto Zuqueca. Al fondo, el Cerro de los ObisposParte central del yacimiento. Al fondo, el Cerro de los Obispos. Autor, Eduardo A. Sánchez Ferrezuelo y Érika López Gómez

Oreto Zuqueca yacimiento Parte del yacimiento acondicionado para visitas. Autor, Eduardo A. Sánchez Ferrezuelo y Érika López Gómez

La parte meridional del valle está rodeada por una cadena de cerros de escasa altura que se extienden a lo largo de los márgenes del río Jabalón con dirección Sureste Noroeste, y que originan una serie de pasos naturales que permiten la comunicación de la zona, por una parte, hacia la alta Andalucía, a través de Calzada de Calatrava y Puertollano y, por otra, hacia la Submeseta Sur por Valdepeñas y Manzanares.
Geológicamente es una zona de transición entre la parte más occidental de la llanura manchega y el Campo de Calatrava. En las sierras aparecen materiales de origen paleozoico, que deformados por la Orogenia Hercínica, dan lugar a largos y estrechos sinclinales. Los valles situados entre los cerros están recubiertos por materiales terciarios compuestos por arcillas, a veces margosas, y arenas, coronadas por bancos calcáreos.
Además, el entorno es conocido por la importante presencia de testimonios de origen volcánico como “sismitas”, “maares” y la única “fumarola” activa de la Península Ibérica. Imprescindible la visita al volcán de Cerro Gordo
El hacer esta breve referencia a la historia geológica es importante, ya que todos los materiales empleados en las construcciones del yacimiento, con la excepción de algunos bloques de granito, son los de la zona. El más abundantemente empleado fue la cuarcita y en menor proporción se emplearon las calizas recristalizadas del Plioceno y los encostramientos calcáreos que, por su facilidad de obtención, se utilizaron en forma de grandes lajas. También hay que destacar la utilización de material volcánico que, por su escaso peso y gran resistencia, alivia el peso de las estructuras. El basalto olivino utilizado, procede, en su mayor parte, del volcán de La Columba, y los escasos bloques de granitos detectados en las construcciones del yacimiento pueden provenir de la zona de Valdepeñas, único sitio cercano donde aflora este material.

Puente de Baebio. Autor, Jumadogo

Hispania con Augusto

Todas las características geográficas y geológicas señaladas anteriormente, han hecho del lugar un importante enclave arqueológico desde muy antiguo. Las fuentes proporcionan datos de la existencia de Oreto o Oretum, como capital Norte de la Oretania, una de las provincias romanas de Hispania. Está localizada en el Cerro Domínguez, muy cercano a la actual Ermita de Oreto – Zuqueca. Las excavaciones realizadas en el año 1975-76 dieron como resultados la aparición de restos materiales pertenecientes a una ocupación continuada desde el siglo IV a.C. (relacionada con el mundo ibérico) hasta el siglo XII d.C.
En época romana esta zona continuó teniendo importancia, según testimonia la lápida que conmemora la construcción del puente de Baebio, de fines del siglo I y principios del II. Actualmente se conserva en el Ayuntamiento de Almagro y que traduce el P. Fita: “Publio Baebio Venusto, hijo de Publio Baebio Besister, Oretano, a petición del regimiento y del pueblo hizo este puente para honra de este templo con gasto de 80.000 sestercios y después la dedicó, habiendo hecho en la fiesta de la dedicación juegos circenses de a caballo”.
Además de este testimonio, Hervás y Buendía menciona la existencia en la ciudad de Oreto de un templo, de un teatro y de un circo, pero no los sitúa con exactitud. Del templo, también Corchado Soriano hace mención, como posiblemente dedicado a la Diosa Proserpina.


En épocas de sequía, se pueden observar parte de la calzada y algunos de los arcos y tajamares del puente romano de Baebio


Las referencias al mundo paleocristiano se confirman, no solamente con los restos aparecidos en la Ermita de Oreto-Zuqueca, (concretamente un baptisterio del siglo IV), sino también por la existencia de una lápida encontrada en el Cerro de Oreto, que hace mención a la existencia de un granero o almacén, fechada en el 387 de la Era Cristiana. Según el dibujo que de ella ha llegado, aparece un crismón que trae pendientes las letras alfa y omega, prueba de que el culto cristiano estaba ya vigente en esa época.
Las invasiones godas producen una fuerte crisis sobre esté y otros lugares habitados en la península. La crisis afecta tanto al poblamiento rural como al urbano, provocando el ocaso del mundo tardorromano de la Oretum Germanorum hacia finales del siglo IV.
Cuando la ciudad ya no era ni siquiera un recuerdo, los visigodos ocupan el extrarradio del ámbito episcopal, imponiéndose así una nueva disposición territorial mediante la distribución de las tumbas sin un orden determinado. En la actualidad se puede contemplar sobre una pequeña superficie, más de ciento treinta tumbas de todas clases, variedades y tamaños.

Baptisterio

Enterramientos

Interior de la Ermita de Oreto -Zuqueca

En época visigoda, Oreto fue Sede Episcopal de la Oretania, junto con Castulo y Mentesa y, aunque no se ha podido comprobar que sea de la misma antigüedad que las anteriores, se conocen el nombre de ocho de sus Obispos por su asistencia a los Concilios Toledanos, desde el año 589 hasta el año 693. Como testimonio de la existencia de esta sede, se conoce la lápida de la tumba del obispo Amador, aparecida en un lugar muy cercano al yacimiento, el Cerro de los Obispos, con la siguiente inscripción: “Al encuentro del Rey Celestial salió Amador sacerdote, teniendo 43 años de edad el día 9 de febrero de la Era 652 (año 614), año segundo de Sisebuto, felizmente reinante. Vivió en el cargo de su Episcopado un año y diez meses. Pasó a mejor vida en paz, amén”.
Se confirma plenamente la presencia visigoda, con la aparición de una necrópolis, y de un conjunto de edificios construidos desde época paleocristiana hasta finales de época visigoda, restos bien documentados arqueológicamente. Según Corchado Soriano, la mayoría de los historiadores creen que Oreto fue destruido con la invasión musulmana en el 711, aunque existe la teoría de que, al menos en parte, subsistió como tributaria de los vencedores con el nombre de Urit hasta el año 853, en que, según Torres Balbas en la obra Ciudades Yermas, pudo haber sido arrasada en una de las muchas razzias de las Guerras Civiles por los toledanos sublevados, siendo sus pobladores trasladados a Calatrava la Vieja, sin embargo, en la zona quedan restos de una ocupación hasta época más tardía.
Las fuentes cristianas de aquellos años son prácticamente inexistentes, pero las árabes mencionan a la ciudad tanto con el nombre de Oreto, como con el de Urit, lo que indicaría que ésta estuvo ocupada por bereberes y que se convirtió en una de las etapas dentro de la ruta de los ejércitos salidos de Córdoba hacia Toledo.


Tras el abandono de Oreto surge Zuqueca, castellanización del árabe ‘as-sukaya’, topónimo interpretado por los árabes como el ‘camino’, el ‘cruce’


Las guarniciones de los sirios, asentados en los alrededores de Sierra Morena, dejaron en este asentamiento su influencia oriental sobre una de las construcciones más llamativas del yacimiento. Se trata de los baños o ‘hammam’. Hoy se puede divisar, sin demasiado esfuerzo a la imaginación, la entrada suroeste que desemboca en un vestíbulo, la sala fría dando paso a la sala templada provista de su correspondiente bañera o sala caliente, con dos bañeras sobre el hipocausto (elemento parecido a un horno, o gloria, que sirve para dar calor).
La antigüedad de los materiales podría demostrar que estamos ante uno de los baños más ancestrales del siglo IX, cuyo precedente se sitúa en los baños del desierto de Jordania, los de Qusayr Amra, del siglo VIII.
El conjunto religioso, que hoy se conoce como Santuario de la Virgen de Oreto y Zuqueca, datado en 1243, comprende diferentes edificios que, sobre las ruinas de construcciones de época tardorromana y visigoda de Oreto y Zuqueca, comenzaron a reconstruirse a partir de la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, dando lugar a lo que hoy conocemos como Ermita propiamente dicha, casa-hospedería de los antiguos santeros y una casa dedicada en la actualidad a almacén de aperos.


Fuentes:
• GARCÉS TARRAGONA, A. M. y ROMERO SALAS, H., «Algunas notas antropológicas de la necrópolis de Oreto-Zuqueca», 2002.
• GARCÉS TARRAGONA, A. M., ROMERO SALAS, H. y FUENTES DOMÍNGUEZ, A., «Yacimiento arqueológico de Nuestra Señora de Oreto-Zuqueca (Granátula de Calatrava)», en Investigaciones arqueológicas en Castilla La Mancha, 2004, pp. 307-324.
• DONOSO GARCÍA, S. y RIPOLL VIVANCOS, P.J.: «Zuqueca», en Del nombre de las cosas: Granátula de Calatrava. Ensayo de toponimia. Ciudad Real, 2004.
• GARCÉS TARRAGONA, A.M. y RIPOLL VIVANCOS, P.J.: «De Sikka a Zuqueca», en X Congreso Internacional de Caminería Hispánica. Madrid, 2010

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Manchegos de leyenda. Fernando Yáñez de la Almedina

Almedina

En nuestro recorrido por el Campo de Montiel, vamos a conocer a Fernando Yáñez de la Almedina, natural de Almedina (Ciudad – Real) y según afirman los expertos en arte el “más exquisito pintor del Renacimiento en España” 


Es la cuna de Yáñez, un poblachón manchego, hacinamiento de casas blancas al amparo de la iglesia, entre egidos y tierras de pan llevar. Como Goya, nace en un país sin poesía; las llanuras manchegas como las parameras de Aragón, figuran entre los lugares más áridos y desolados de la Península. En Almedina, pues, vino al mundo, de posible ascendencia morisca, que la raíz del apellido Yáñez no desmiente, éste que luego habría de ser pintor insigne español.

Yáñez personifica esa madurez, que es, a un tiempo, sazón de unos siglos cristianos vividos en excepcional tensión heroica, de verdadera cultura militante, y, a la vez, de gran aprovechamiento de las mejores conquistas renacentistas, puestas al servicio, según el sentir italiano, del orden y la armonía, que es la belleza.

Fernando Yáñez de la Almedina se trata no menos que del más grande pintor español del siglo XVI y acaso también del más grande de los alumnos, discípulos y continuadores de Leonardo da Vinci (colaborador de Leonardo en la inconclusa Batalla de Anghiari), acaso el único que no imitó servilmente la técnica del maestro, sino que heredó las inquietudes de su espíritu atormentado.

De haber nacido en una ciudad de Italia, el Vasari hubiera escrito su vida, o por mejor decir, su novela; habríanla divulgado los críticos neoclásicos del XVIII y los románticos del XIX y hoy tendría salas en los museos, calles en las ciudades, y sus cuadros, muy escasos en número, se cotizarían a precios fabulosos.

Pero tuvo la honra y la desventura de nacer en España, en una aldea de La Mancha y de pasar toda su vida pintando retablos para catedrales y parroquias españolas, sin otra ambición ni otra consideración social que la que hoy concedemos a un menestral hábil en su oficio y su nombre ha permanecido más de tres siglos ignorado y aún hoy lo es. Vayan, pues, estas líneas en aumento de la gloria del pintor que mejor supo asimilar y españolizar las más puras esencias del Renacimiento Italiano.

Paisaje entre Almedina y Puebla del Príncipe. Autor, CalixPaisaje entre Almedina y Puebla del Príncipe. Autor, Calix

Puente romano en Almedina. Autor, Pedro CastellanosPuente romano en Almedina. Autor, Pedro Castellanos


“Y… todavía Yáñez no es nadie para muchos oídos españoles”. Elías Tormo


Francisco de Quevedo, en unos versos hoy perdidos, ensalzó al pintor cuyos cuadros vería en alguna excursión desde su Torre de Juan Abad, donde vino además a cumplir destierro.

Luego lo mencionan, de pasada, los historiadores del Arte, entre ellos Carducho, Palomino y Cean. Don Antonio Ponz se extasiaba de admiración ante sus obras de Valencia y de Cuenca.

El gran crítico alemán Carlos Justi, le dedicó un completo estudio que fue reiteradamente vertido al castellano.

El más fino y comprensivo de los críticos franceses; el único, acaso, que haya sabido valorar exactamente el arte español: Emile Bertaux, consagró a nuestro pintor varios trabajos admirables y el maestro de todos, el gran valenciano Don Elías Tormo le consagró unos cuantos años y dos estudios, uno titulado “Yáñez de la Almedina, el más exquisito pintor del Renacimiento en España”.

Fernando Yáñez de la Almedina supo captar, de Leonardo, lo esencial, lo que no se aprende, pero que se revela cuando se lleva dentro: la inquietud, el poder de sugestión, la facultad para encontrar soluciones inesperadas y geniales. Fernando Yáñez se apodera de lo que del maestro hoy más nos sugestiona: la gracia inimitable de los dibujos, el fuerte carácter expresivo, el misterio embrujado de sus figuras apenas esbozadas.

En un cuadro, hoy quemado, que en la Seo de Játiva figuraba el Juicio Final, Fernando Yáñez imaginó dos personajes: el uno era un anciano de barbas flameantes, el mismo Leonardo, tal como aparece en los dibujos de los museos de Italia; el otro, un hombre en la plenitud de la edad, imberbe y cetrino, que mira fijamente al espectador con esa mirada característica de los autorretratos. Es el mismo modelo del Santo del Museo del Prado y de tantos otros personajes de los cuadros de Almedina. Ni Bernardino Luini, ni Marco d’Oggione, ni Cesare da Sesto supieron captar cómo el aldeano español lo más sutil del espíritu leonardesco.

Santa Catalina de Alejandría. Museo del PradoSanta Catalina de Alejandría. Museo del Prado

Santa Ana, la Virgen, Santa Isabel, San Juan y Jesús niño. Museo del PradoSanta Ana, la Virgen, Santa Isabel, San Juan y Jesús niño. Museo del Prado

Tránsito de la Virgen. Puertas del retablo mayor de la catedral de Valencia.Tránsito de la Virgen. Puertas del retablo mayor de la catedral de Valencia


Yáñez es el primero de los pintores españoles en el siglo de los Macip, de Correa de Vivar, de Morales el Divino


En el pintor manchego hay mucho más. Hay un portentoso dibujante, una mano tan segura como pocas veces ha tenido un español. Hay figuras humanas, dibujadas de pies a cabeza sin una falta, sin una desviación.

Nada más lejano de la frialdad neoclásica. Hay en él algo de misterioso, de inquietante. Sus figuras se resuelven a veces de la forma más inesperada. Muchas de ellas quedan en los fondos, vaporosos, ondulantes, enormemente expresivas.

Fernando Yáñez de la Almedina es como yo, un viajero, un pasajero que desaparece pronto, cumplida su tarea; un menestral del arte que acude a desarrollar las recetas de su oficio allá donde le ofrecen trabajo.

Museo al aire libre de AlmedinaMuseo al aire libre de Almedina

Museo al aire libre de Almedina. Autor, Pedro CastellanosMuseo al aire libre de Almedina. Autor, Pedro Castellanos

Museo al aire libre de Almedina 3Museo al aire libre de Almedina


Imprescindible la visita al museo al aire libre de Fernando Yáñez en su pueblo natal, Almedina


Para admirar la obra de Fernando Yáñez de la Almedina tenéis que viajar: retablo de los santos Cosme y Damián en la Catedral del Valencia.

En el Museo del Prado están expuestas y podréis admirar Santa Ana, la Virgen, Santa Isabel, San Juan y Jesús niño (este cuadro procede de la iglesia parroquial de Villanueva de los Infantes, comprada en 1941 con fondos del legado Conde de Cartagena), y Santa Catalina de Alejandría (su obra maestra).

La Sagrada Familia de la colección Grether de Buenos Aires o la Virgen con el Niño y San Juan en la National Gallery de Washington… entre otros muchos lugares.

Pero si queréis disfrutar de la tierra que lo vio nacer y crecer como pintor, os recomendamos una visita al municipio de Almedina y a su museo al aire libre.

Cuando entramos en el pueblo, lo primero que despierta nuestra atención, son los grandes cuadros distribuidos por todas sus calles, obras pertenecientes a Fernando Yáñez. Podemos contemplar un total de 26 copias de la obra más representativa de Yáñez, haciendo un estupendo recorrido por el mejor renacimiento español.

Pasear por Almedina descubriendo las obras del pintor, es otro de los atractivos turísticos y culturales que nos ofrece el Campo de Montiel.

Imprescindible el festival anual de “Almedina Mora”, que se celebra el primer fin de semana de agosto.

Museo al aire libre de Almedina 2Museo al aire libre de Almedina



Fotografía de portada: Iglesia de Santa María. Autor, Juan Amores


Un artículo de Antonio Bellón Márquez

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Descubriendo la Ruta del Quijote

Molinos de viento

De entre todos los paisajes que componen las rutas por donde el genial personaje de Cervantes paseó sus aventuras, hay uno que es el más emblemático de todos y que aún conserva toda la esencia: el Campo de Montiel


El mítico Alonso Quijano, el hidalgo manchego Don Quijote de La Mancha, pergeñado por el universal Miguel de Cervantes en la suprema cumbre del castellano y de la novelística de todo el mundo que es El Quijote, es el personaje que simboliza a la perfección los sentimientos, las tradiciones, los ideales y las actitudes de la identidad del ser español.
La inmortal obra cervantina representa la realidad española en todas sus consecuencias, una realidad que para nada está enmarcada en un lugar y un tiempo porque lo que Cervantes escribió hace cuatrocientos años es una realidad viva en el presente.
Pese a haber recorrido muchos enclaves de la Península debido a su desdichado acontecer a lo largo de la vida, Cervantes situó las andanzas de Don Quijote en Castilla – La Mancha. El escritor no eligió este lugar por azar, sino que lo hizo tras analizar y valorar los perfiles paisajísticos e históricos de esta región así como el talante y el alma del hombre manchego. Desde entonces, el protagonista de una de las grandes joyas de la literatura mundial será un prototipo literario ligado a la tierra por la que discurren sus desventuras.

Lagunas de RuideraLagunas de Ruidera

«Don Quijote de La Mancha, de quien hay opinión, por todos los habitantes del distrito del Campo de Montiel que fue el más casto enamorado y el más valiente caballero que de muchos años a esta parte se vio en aquellos contornos». Texto extraído del prólogo de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha


Desde la primera salida hasta su definitivo regreso para fallecer derrotado, Don Quijote recorrió los caminos manchegos, viajó brevemente por tierras aragonesas y llegó a la Ciudad Condal para, desde Barcelona, regresar a La Mancha.
Estos viajes han sido catalogados por los expertos cervantinos como “La Ruta de Don Quijote de La Mancha”, un viaje que la UNESCO ha reconocido como Patrimonio de la Humanidad.

Zaguán de la Casa de la Pirra, Villanueva de los InfantesZaguán de la Casa de la Pirra, Villanueva de los Infantes

«Y comenzó a caminar por el antiguo y conocido Campo de Montiel. Y era la verdad que por él caminaba». Texto extraído del capítulo II, de la 1ª parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha


Esta es una ruta múltiple, universal y real que no sólo recorre el alma española y manchega sino que nos presenta una amplia oferta cultural, turística, gastronómica, paisajística, artística y monumental.
Aún hoy desconocida para muchos viajeros, la ruta permite descubrir en cada rincón, sierra, valle o ciudad uno de los legados más destacados. Abundantes asentamientos de diferentes culturas, un rico patrimonio histórico-artístico, algunos de ellos declarados Patrimonio de la Humanidad, como Toledo y Cuenca, lugares de interés turístico nacional, sorprendentes parques, reservas y espacios naturales, misteriosas cuevas y abrigos prehistóricos, variadas costumbres y fiestas populares, rica artesanía, o una sabrosa gastronomía con numerosos productos que han obtenido la distinción de Denominación de Origen.

Interior de la iglesia de Villahermosa, Ciudad RealInterior de la iglesia de Villahermosa

«Acertó Don Quijote a tomar la misma derrota y camino, que él había tomado en su primer viaje, que fue por el Campo de Montiel». Texto extraído del capítulo VII, de la 1ª parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha


Para conocer el verdadero espíritu de Don Quijote, síntesis ibérica y universal del Renacimiento, es necesario y nos atrevemos a decir que también obligatorio, contactar con el espacio geográfico donde corrió el personaje sus lances caballerescos y sus poéticas emociones trotando con Rocinante con el fiel respaldo de su escudero.
Los caminos de La Mancha son caminos novelescos, luminosos, incontrolables desde lo literario e histórico, llenos de hospitalidad, caballerosidad e hidalguía. Son caminos amplios, de inmaculados valles y vastos horizontes. Son caminos universales como lo es el Quijote cervantino y lo son sus singulares habitantes.

Un bello rincón de FuenllanaUn bello rincón de Fuenllana

«Pisó por ella el uno y otro lado de la gran Sierra Negra y el famoso Campo de Montiel, hasta el herboso llano de Aranjuez». Texto extraído del capítulo LII, de la 1ª parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha

Azul y verde de La ManchaAzul y verde de La Mancha

«Y pongan los ojos en las que están por venir, que desde agora en el camino del Toboso comienzan, como las otras comenzaron en los Campos de Montiel». Texto extraído del capítulo VIII, de la 2ª parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha

Anochecer cervantinoAnochecer cervantino

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Brindis por FENAVIN y por la cosecha de La Mancha

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Desde hace siglos, estas tierras han sido trabajadas con tesón por hombres que se han esforzado en conseguir un vino único, competitivo y sorprendente


Una gran cantidad de viñedos se extiende hasta donde nos alcanza la vista, como un mar verde y púrpura. El cultivo de la vid supone una tarea paciente en la que participan muchas manos, las mismas que luego recogerán su más preciado fruto: la uva con la que se elabora el vino. Observamos a los ancianos que hoy charlan en las plazas de los pueblos, y sus manos nos hablan de un pasado dedicado a la recogida de la uva.
Las condiciones climatológicas y la composición de estas tierras arcillosas, con abundancia de terrenos calizos y arenosos, hacen de este entorno el adecuado para que crezcan los viñedos.
Las bodegas de La Mancha elaboran una amplia variedad de vinos, atendiendo así todas las demandas de un público exigente que busca un producto inmejorable. Para cada momento del día, hay un vino adecuado: desde los clásicos tintos para acompañar a las carnes, hasta los blancos para el pescado, pasando por los rosados, afrutados y los cada vez más prestigiosos espumosos.
Todo el esmero de la labor bien hecha se concentra en cada botella, lista para seducir al catador más experimentado. Nuestra copa se llena y, con ella, las ganas de brindar por una excelente cosecha y por FENAVIN, la feria más importante del sector vitivinícola español.

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El saber combinar platos y vinos es un arte y el saber degustarlos, un placer


Pero, ¿cuál es la mejor forma de disfrutar de los vinos de La Mancha? Si es atrevido opinar de vino y gastronomía, tratando de aconsejar que vino se ha de tomar con el pan de cada día, perdonen si somos osados aconsejando en la opción.

MARISCOS, SOPA Y PESCADOS:
Vinos blancos, suaves, secos
y aquellos algo abocados,
son los que tienen más eco.

PLATOS GUISADOS:
Se imponen jóvenes tintos
sin que sean otros distintos
los que van recomendados
pues, su aroma y su estructura
los hacen muy adecuados.

GUISOS ADOBADOS:
Tintos muy fermentados sin mezcla de vino alguno
con restos azucarados.

PLATOS DE CAZA Y CARNES CON IGUAL TRAZA:
Tienen puesto reservado
los tintos muy reposados
que demanda esta pitanza:
los venerables Reservas
y cuantos sean de Crianza.

QUESOS MANCHEGOS:
Aquellos que son de ovino
requieren, según su estado,
distinta clase de vino
y mayor o menor grado.
Los frescos, piden Rosados
con un alcohol moderado.
Los llamados semi-duros
demandan tintos ligeros
sin un excesivo grado;
y los duros o curados,
requieren vinos severos
y de rasgos acusados.

POSTRES:
Vinos dulces, licorosos,
y aunque muchos virtuosos
no asocien postres con Cava,
cierto es que hay quien lo alaba
y bebiéndolo es dichoso,
a tal punto, que, gozoso,
después de que el postre acaba
y se retiran manteles,
descorchar pide otro Cava
excitante y espumoso.
Vino que alcanzó laureles
como ese otro licoroso
que nos regala sus mieles;
mieles que le son negadas
a las sobrias ensaladas
porque, digan lo que digan
paladares no golosos
con el vinagre no ligan
el Cava y los licorosos.

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Un buen vino para cada momento. La constancia, la entrega, los cuidos culturales, la unión perfecta de ciencia y tradición se dan cita en la viña y luego en el lagar


La materia prima, la mejor uva:

  • Airén, para el vino blanco. Especialmente abundante en La Mancha donde impera el clima seco. Destacan los aromas a plátano, manzana y los propios de la fermentación
  • Sauvignon Blanc, para el vino blanco. Originaria del Valle de Loira. Es una variedad con una gran aportación aromática y sabores a hierba verde, pimientos verdes y frutas tropicales.
  • Macabeo, para vinos blancos y espumosos, bien equilibrados, ideales para consumo rápido y sin excesivo sabor alcohólico.
  • Moscatel, para el vino blanco. Especial para excelentes vinos jóvenes secos o fermentados en barrica con cierto grado de azúcar
  • Gewürztraminer, para el vino blanco. Una variedad que va ocupando el corazón de muchos amantes del vino.
  • Tempranillo (cencibel), para el vino tinto. Aporta un paladar franco, interesante en vino joven y aterciopelado cuando envejece.
  • Garnacha, para un vino tinto con sabor a frutas rojas (frambuesa y fresa) y con una nota sutil a pimienta blanca.
  • Cabernet Sauvignon, para el vino tinto, con notas a notas a pimiento verde, menta y cedro, que se hacen más pronunciadas a medida que el vino envejece.
  • Merlot, para el vino tinto. Uva temprana, de un tono azulado negruzco, y da un vino muy aromático, suave y carnoso.
  • Syrah, para el vino tinto. Originaria del Valle del Ródano, ofrece excelentes resultados, produciendo vinos ligeros, con sabor a mora, menta y pimienta negra.

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“Dieronle a los dos a probar del vino de una cuba pidiéndoles su parecer del estado, calidad, bondad ó malicia del vino. El uno lo probó con la punta de la lengua, el otro no hizo más que llegarlo a las narices. El primero dijo que aquel vino sabía a hierro; el segundo dijo que sabía a cordobán. El dueño dijo que la cuba estaba limpia y que el tal vino no tenía adobo alguno por donde hubiese tomado sabor de hierro ni de cordobán. Con todo eso, los dos famosos mojones se afirmaron en lo que habían dicho. Anduvo el tiempo, vendiose el vino y al limpiar la cuba hallaron en ella una llave pequeña, pendiente de una correa de cordobán. Porque vea vuestra merced si quien viene de esta ralea podrá dar su parecer en semejantes causas.”
De El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha (libro segundo, cap. XIII)

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Ruta por los castillos de la Orden de Santiago en Ciudad – Real

Campo de Montiel

Las comarcas de Ciudad – Real aglutinan entre valles y atalayas cientos de vestigios, algunos mejor conservados que otros, que hablan de la historia bélica, social y cultural de nuestras tierras. La orografía del territorio, a veces escarpada, otras suavemente plácida, hizo de la provincia de Ciudad – Real un codiciado edén para romanos y visigodos, soberanos árabes y cristianos, y en ella se extendían los dominios de señores feudales o de caballeros de las órdenes de Calatrava, de Santiago o de San Juan.
Los recintos amurallados que jalonan la provincia han sido núcleos estratégicos importantes en las rutas bélicas, de infraestructuras y económicos. Éste es un paseo por las atalayas que elevan nuestra tierra, vestigios de siglos de historia que esperan nuestra mirada curiosa y nuestros pasos aventureros. Comenzamos.

Castillo de la Estrella, Montiel. Autor, Juan AmoresCastillo de la Estrella, Montiel. Autor, Juan Amores

Castillo de la Estrella en Montiel

Levantado en el siglo IX, el Castillo de Montiel fue una de las fortalezas musulmanas más poderosas de la zona. Tras la aparición en 1214 de la Orden de Santiago en tierras del Campo de Montiel, los caballeros santiaguistas comenzaron la campaña de su conquista con ataques desde el recién conquistado y cercano Castillo de Eznavexore.
La resistencia musulmana fue tan dura que la Orden tuvo que levantar un castillo prácticamente enfrente de él, San Polo, para facilitar la seguridad y el asedio de los sitiadores. Finalmente, tras duras campañas, la fortaleza caería en manos cristianas definitivamente.
La fortaleza musulmana era tan poderosa y contaba con tan buenas defensas que, se cuenta que, cuando todos los castillos musulmanes de su entorno ya habían caído en manos cristianas, y el avance de reconquista ya estaba en el Guadalquivir, Montiel aún no había sido sometido.
Después de la conquista cristiana de la fortaleza, la Orden de Santiago la reforma y refortifica hasta hacerla prácticamente inexpugnable, dándole el nombre de La Estrella.
Por aquellos tiempos la fortaleza de Montiel sería ocupada alternativamente por árabes y cristianos hasta que, después de la Batalla de las Navas de Tolosa, en tiempos de Alfonso VIII, Montiel quedó definitivamente integrado en el Reino de Castilla.
En 1227 Fernando III concedió San Pablo y Montello a la Orden de Santiago. Montiel perteneció a esta Orden hasta que el fraile Pedro Ruíz de Sandoval lo dejó en manos de Pedro I de Castilla. Esta zona fue escenario de continuas batallas entre moros y cristianos, quedando desierta, por lo que la Orden concedía a las personas que habitasen estos lugares privilegios durante 10 años.
En este castillo se refugió el rey Pedro I de Castilla, más conocido por el Cruel o por el Justiciero, después de ser derrotado por su hermano bastardo Enrique de Trastámara el 14 de marzo de 1369, con los pocos leales que le acompañaban, quedando sitiado durante nueve días por las huestes de su hermano Don Enrique. En la noche del 23 al 24 de ese mismo mes y año entró en tratos con el traidor Bertrand Duguesclin, los dos hermanos lucharon entre sí y Pedro I murió. De aquel drama quedó la frase pronunciada por el criado de Enrique de Trastámara, Duguesclin, partícipe en el desenlace: Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor. El rey muerto quedó enterrado en Montiel hasta 1374 y desde entonces descansa en Sevilla. En 1974 el pueblo erigió un monolito en recuerdo de Pedro I.
El Castillo de La Estrella fue levantado sobre un gran crestón de roca aprovechando la defensa natural que éste le proporcionaba, y desde donde dominaba una extensa área del Campo de Montiel.
Su planta, ovalada e irregular, tiene un perímetro de unos 300 metros y ocupa una superficie de unos 6.000 metros cuadrados.
Se organiza en dos recintos, uno interior de origen cristiano y otro exterior de origen musulmán.
Al recinto musulmán corresponden los restos de la muralla del perímetro exterior, conservándose unas diez torres bastante deterioradas construidas en tabiya y mampostería. Entre ellas destaca una de una de unos diez metros de altura por siete en sus lados.
El recinto cristiano, de mayor extensión que el musulmán, corresponde a la reestructuración llevada a cabo por los caballeros de Santiago en los siglos XIII-XIV. De este recinto, construido enteramente en piedra, se conservan restos de unas nueve torres semicilíndricas y cuadrangulares, algunas provistas de saeteras y con vestigios de ventanas y puertas, así como unos 150 metros del perímetro de la muralla. La torre del homenaje, hoy desaparecida, se encontraba en la parte más alta del recinto, en uno de sus extremos.
Unas excavaciones realizadas en la ladera del cerro del castillo en el año 2013 sacaron a la luz los restos de la villa medieval de Montiel, entre ellos vestigios de la muralla que protegía la villa.

Vista de Montiel desde el Castillo de la EstrellaVista de Montiel desde el Castillo de la Estrella

Vista del Castillo de Montizón, VillamanriqueVista del Castillo de Montizón, Villamanrique

Castillo de Montizón en Villamanrique

Uno de los mejores conservados, junto al río Guadalen, sobre rocas. Edificado por los caballeros de la Orden de Santiago sobre los siglos XIII o XIV, en las Relaciones de Felipe II, de la Torre de Juan Abad en la contestación n° 33 nos habla de su fundador: “… este castillo lo fundó Don Pedro Pela y Correa, Maestre de Santiago …” también en esta contestación nos habla de que estaba constituido este castillo.
Después de la reconquista de la zona en el año 1213, el rey Alfonso VIII, mediante privilegio real, donó estas tierras a los caballeros de Santiago, que trasladaron su cabecera, que se encontraba en el Castillo de Eznavejoz, a este castillo situado más al sur, algo más próximo a Sierra Morena. El castillo fue reformado y llamado Mons-Montesanus. También sufrió reformas en el siglo XIX.
Fue lugar de residencia del maestre Don Rodrigo, padre del poeta Jorge Manrique e inspirador de las famosas Coplas: Recuerde el alma dormida, / avive el seso y despierte / contemplando cómo se pasa la vida. Villamanrique se llamaba anteriormente Belmonte de la Sierra, siendo el maestre Rodrigo Manrique quien le otorgó en 1474 el privilegio de villazgo y le dio el nombre actual. Aquí estuvo Jorge Manrique, que fue comendador de Montizón.
De este castillo destacaremos su gran torre, sus puertas como la del Hierro con arco apuntado y labrado en piedra de sillería, su aljibe y la iglesia del Rosario. En el ángulo opuesto a la torre del homenaje hay unos sótanos con bóveda de cañón con contrafuertes.
Merece le pena visitarlo, por su historia y por el paisaje de la zona.
Declarado monumento histórico-artístico con carácter nacional en 1983 es la fortaleza medieval mejor conservada de todo el Campo de Montiel.

Interior del Castillo de Montizón, VillamanriqueInterior del Castillo de Montizón, Villamanrique

Vista de Santa Catalina, Fuenllana

Iglesia – Castillo de Fuenllana

La Iglesia – Castillo de Santa Catalina se asienta sobre un cerro situado al oeste de la villa de Fuenllana, en los límites urbanos. Acogió el primer núcleo fortificado que engendró la posterior villa y municipio. Servía de vigía y fortín protector del cercano castillo de La Estrella en Montiel. Según datos históricos, fue mandado demoler por Álvaro de Luna a causa de las rivalidades con el marqués de Villena. Con la llegada de la Orden de Santiago, se edificó en el recinto amurallado la primera construcción religiosa. Posteriormente, con el asentamiento de la población y mayor poder económico de dicha orden, se edificó un nuevo templo en estilo gótico flamígero.
Además de haber sido parroquia de Fuenllana y destacar por el valor arquitectónico y artístico, también acogió el bautizo de Santo Tomás de Villanueva en la gran pila renacentista que hoy se conserva en el Convento de los Agustinos de la villa.
Es importante anotar que en Santa Catalina permanece el panteón de los Canuto, la familia más acaudalada de la comarca en época de Cervantes, y de quien es más que probable que obtuvo inspiración para el capítulo de Las Bodas de Camacho.
De su primitiva fábrica quedan en pie sus impresionantes muros maestros, mientras que toda la techumbre de madera y bóvedas se han perdido, lo mismo que la coronación de la torre y las dependencias anexas e interiores, tales como la tribuna, la capilla bautismal, etc.

Interior de Santa Catalina FuenllanaInterior de Santa Catalina, Fuenllana

Visita al Castillo de TerrinchesVisita al Castillo de Terrinches

Castillo de Terrinches

De origen cristiano, perteneció a los caballeros de la Orden de Santiago y parece ser del siglo XIII, tal vez de los tiempos de Alfonso X el Sabio.
Tras la Batalla de las Navas de Tolosa (1212) la Orden de Santiago repobló el Campo de Montiel, organizando su defensa a partir de la red de fortificaciones islámicas preexistentes. Con el tiempo éstas se reformaron, algunas fueron demolidas y se edificaron otras, en respuesta a las necesidades de los nuevos tiempos. Montiel fue el centro a partir del cual se estructuró toda la comarca.
El Castillo de Terrinches, de antecedentes posiblemente islámicos, formó parte de la red de defensas instaladas al sur de Montiel para crear una barrera defensiva que protegiera este territorio del enemigo situado en Al-Andalus.
En 1282 Terrinches sufrío una razzía lanzada por tropas islámicas al mando del Sultán de Marruecos, Aben Yucef, que destruyó las cosechas del pueblo y parte de su caserío. El vecindario, refugiado en el Castillo, resistía el asedio sin capitular. Les capitaneaba su Alcaide (de nombre Presonero), quien pensó rendirse al ver que los musulmanes prendían fuego al exterior del Castillo, en el intento de romper las defensas o quemar a los allí refugiados. En ese momento cobró un histórico protagonismo la mujer del Alcaide, pues cogió el mando y, confiando en los potentes muros del Castillo, animó a todos a la resistencia. Su nombre no nos ha llegado, pero las informaciones recogidas en las Relaciones de Felipe II sí mencionan que su carácter era el de una “persona varonil”. El Castillo de Terrinches soportó bien el ataque, por lo que las tropas islámicas optaron por desistir de su ofensiva para dirigirla hacia la cercana población de Almedina. En el siglo XV la línea de defensas de la que formaba parte el Castillo de Terrinches quedó obsoleta debido al avance de la Reconquista hacia el sur.
Por ello desde el siglo XVI el edificio, perdida ya su función militar, fue destinado a usos agropecuarios.
En el siglo XIX Madoz señaló su papel puntual como fortín durante las Guerras Carlistas. Planchuelo a finales de ese mismo siglo cita nuevamente su utilización como casa de labor, almacén de aperos de labranza y bodega. Este papel ha venido desempeñando hasta mediados del siglo XX.
En 2005 fue comprado por el Ayuntamiento de Terrinches con el propósito de restaurarlo para uso y disfrute del pueblo.
En 2011 fue inaugurado en su interior el espacio museográfico del Centro de Interpretación de la Orden de Santiago y el Campo de Montiel.
En la Planta Baja del Castillo se ha habilitado un área con mostrador de atención al visitante y zona de tienda junto a la entrada principal. En la misma planta se han instalado pantallas y maquetas que explican la historia de Terrinches y su castillo. En la zona que ha sido utilizada hasta el siglo XX como bodega se ha creado un diorama con escenografía de almacén, que permite explicar el uso del castillo como bodega y casa de labor en los siglos XIX y XX.
En la Planta Primera se ha programado representar la vida cotidiana en un castillo medieval, mediante mobiliario específico, maniquíes y ornamentación escenográfica. La mesa del comedor cuenta con pantallas táctiles integradas que explican los pormenores de la vida del castillo.
La Terraza del Castillo, que permite un excelente control visual del territorio, dispone de prismáticos panorámicos en cada esquina y paneles informativos de cristal blindado al ácido, troquelados de forma almenada con objeto de recuperar los volúmenes originales de la azotea. También se ha ubicado aquí una muestra de las armas de fuego que defendieron Terrinches en el siglo XV.

Interior del Castillo de TerrinchesInterior del Castillo de Terrinches

Castillo de Alhambra

Esta zona es muy rica en yacimientos arqueológicos, que van desde la prehistoria hasta la época musulmana, para algunos historiadores la ciudad romana de Laminium.
De la época musulmana es este castillo ya que fueron los musulmanes quienes lo construyeron (en época de los Omeya), le dan el nombre de Alhambra por el color de la tierra, ya que es roja. Pasa a manos cristianas cuando Alfonso VII El Emperador, toma posesión de este castillo en una de sus expediciones a Andalucía. El rey Fernando II de León dona este castillo a la Orden del Monte Gaudio de Jerusalem o Monfranc, para pasar definitivamente a la Orden de Santiago el 3 de junio de 1214 por donación del rey Alfonso VIII.
Es de tipo montano y de reducidas dimensiones, adaptándose a la cresta rocosa de la cima en que se asienta. Construido enteramente en piedra. En su interior pueden verse las saeteras, los apoyos empotrados de las desaparecidas vigas y el arco ojival de la puerta principal, resto tipo alcazaba en muy buen estado de conservación. La planta poligonal del castillo tiene 14 lados que conforman un óvalo que mide, según el perímetro de sus murallas, alrededor de 100 metros. Carece de foso, pues la fuerte pendiente del cerro sobre el que se asienta lo hace innecesario.
Se conservan también casi todas sus cortinas, con saeteras abiertas en todas las caras externas y los apoyos empotrados de las desaparecidas vigas. También se conserva el arco de la puerta principal, en recodo, con bóveda de cañón y numerosas marcas de canteros, y el camino cubierto que llegaba hasta el castillo.

Castillo de AlhambraCastillo de Alhambra

Castillo de Eznavexore o Torres de Xoray en Villamanrique

De origen árabe, según Amador Rubial en este castillo pudo estar prisionero el califa Hixen III. Conquistado por Alfonso VIII en 1213, para donarlo después a la Orden de Santiago, abandonado por los caballeros de esta Orden sobre el siglo XIV, para luego trasladarse a un nuevo castillo el de Montizón, que está en sus cercanías.
Esta importante fortaleza musulmana dominaba el valle del Alto Guadalén y el paso de Andalucía hacia la Mancha a través del Estrecho de las Torres. El lugar está cargado de historias y leyendas.
En el año 885, y coincidiendo con una serie de sublevaciones de bereberes rebeldes al monarca cordobés, el Valid Abdelhamid venció en Joray unas taifas de cristianos, partidarios del rebelde Aben Hafsum. En el año 1031, el último Califa, Hixem III, derrotado en Córdoba, fue conducido prisionero a la fortaleza de Joray.
En 1182 estas tierras y su castillo fueron conquistados por Alfonso VIII, pero con la derrota cristiana de Alarcos fueron perdidos de nuevo. En 1213 Alfonso VIII reconquistó definitivamente las Torres de Joray, y al año siguiente, mediante privilegio real, las donó a los caballeros de Santiago. Estos trasladaron la fortaleza más al sur, algo más próxima a Sierra Morena, llamando a este nuevo castillo, el de Santiago de Montizón, actualmente dentro del término de Villamanrique pero en aquel entonces en la aldea de Belmontejo de la Sierra, que luego pasó a llamarse por el nombre de su señor, el Maestre de Santiago, Manrique, Villamanrique. En 1243 Torres de Xoray y su entorno estaban ya despobladas y abandonadas.
Desaparecido el Castillo de Eznavejor o Eznavexore, comenzaron las crónicas a datar hechos en un poblado: [… La Torre de Johan Abbat era una de las aldeas que el concejo de Alcaráz, formaba en 1243 …], dejándose de mencionar el antiguo nombre de Torres Xoray.
Entre sus leyendas destacan La curiosa toma de Joray por Juan Abad y La leyenda de la Encantada, cautiva cristiana, que todas las noches de San Juan baja hasta el río para peinarse sus hermosos cabellos esperando que un valeroso caballero cristiano la rescate del rey moro de Joray.
Se conservan restos de hasta ocho torreones, destacando el que situado en uno de los extremos del recinto, de casi 10 metros de altura, así como restos de la muralla, cámaras y aljibes.

Castillo de Eznavexore o Torres de Xoray, Villamanrique Castillo de Eznavexore o Torres de Xoray, Villamanrique

Torre de Puebla del Príncipe

De origen cristiano y construida sobre el siglo XIII, robusta e indiferente al paso tiempo, sobresaliendo del perfil urbano y muy bien conservada, atrae nuestra mirada la Torre de Puebla del Príncipe. Se encuentra en la parte oriental del casco urbano y cumplió funciones de torre defensiva en el medievo. Su planta es casi cuadrada, con ángulos redondeados y su base ocupa una superficie de 100 metros cuadrados aproximadamente.
Sus muros tienen dos metros de grosor y son de mampostería. Se accede al interior de la planta baja por el lado norte (aunque no es la puerta original). De aquí, por una escalera de piedra empotrada en el muro, se accede a una segunda planta, bien iluminada, ya que cuenta con vanos en tres de sus lados. Un segundo tramo de escalera conduce a la terraza defensiva, que conserva un parapeto sin almenas y restos de un sistema de canalización de agua de lluvia hacia un aljibe localizado bajo la torre.
En el interior, las bóvedas de las cubiertas y los arcos de las ventanas son de ladrillo. La gran altura de los techos de ambas cámaras es indicio de que éstas se dividían a su vez en dos plantas usando suelos de madera, con lo que aumentaban su habitabilidad y su capacidad interior útil.
Su estado es bueno, pues conserva la estructura de planta cuadrada principal, y el interior, aunque muy transformado, está restaurado y acondicionado para uso público, siendo actualmente la biblioteca municipal.

Torreón de Puebla del PrincipeTorreón de Puebla del Principe

Castillo de Albaladejo

Se sitúa en la parte más elevada del casco urbano. De su estructura original sólo se conservan parte de los muros y dos torres que la cerraban en ambos lados. Su planta es rectangular y de pequeñas dimensiones.
La presencia cristiana aquí es tardía, su ocupación fue en 1170 fecha que indica los primeros datos de posesión cristiana por el caballero toledano Esteban Illán, según algunos autores, pasando después a la Orden de Santiago. El castillo estaba constituido por una zona principal a modo de gran nave, que contaba con sótano, planta principal y terraza defensiva. A ella se adosaban dos torres también rectangulares. Una de ellas albergaba en su interior una habitación a la altura de la planta principal. Junto a esta torre estaba la entrada al recinto.
Construido en mampostería con refuerzos de sillares en los ángulos, actualmente sólo quedan en pie parte de los paramentos correspondientes a los flancos este y oeste y las torres adosadas, habiéndose perdido casi por completo el muro sur y el frente norte, donde estaba la entrada.
Este pequeño castillo, recientemente restaurado, ejerció un amplio dominio visual hacia el sur y el este, lo que acredita la importancia estratégica del enclave en el Medievo, antes de la definitiva pacificación del territorio.
Actualmente está acondicionado como auditorio descubierto para actos públicos. Consta de tres zonas: escenario, plaza y mirador, un espacio ajardinado, abierto y muy agradable del que disfrutar.

Castillo de AlbaladejoCastillo de Albaladejo


No te pierdas la Ruta por los castillos de la Orden de Calatrava en Ciudad – Real

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La Huerta Manchega

portada huerta manchega Campo de Montiel turismo sostenible

A finales de los años 60 del siglo XX, la última etapa de la Edad Media se oía y se veía en los pueblos del Campo de Montiel, en multitud de estampas cotidianas que para cualquiera de los escasos forasteros que se aventuraban a explorar estas tierras remotas; parecían algo irreal, fantástico e insólito


El traqueteo lento y repetitivo de los carros de los hortelanos procedentes de El Romeral. Antigua dehesa boyal transformada en inmensa huerta entre Villanueva de los Infantes y Fuenllana que abastecía durante todo el verano y principios del otoño las frescas despensas encaladas, donde reposaban también los chorizos en la pringue de las orzas. Y los quesos y las perdices en escabeche y los jamones colgados. Bodegones propios de los grabados de Gustavo Doré para el Quijote.

Huertas en el Campo de MontielHuertas en el Campo de Montiel

Despensa de La ManchaDespensa de La Mancha

En las partes sombreadas de la plaza, las fachadas orientadas al norte, perduraba más tiempo la fresca sombra hasta casi el mediodía. Momento que ya estaba todo vendido y la caravana de carros y tartanas ordenaba su regreso por el camino de la Huerta del Cura o de La Solana. Unos hacia Villanueva de los Infantes, otros hacia las huertas del Romeral.
Por las mañanas bien temprano. Antes de que el implacable sol del augusto verano calentase la tersura viva y apetitosa de los sabrosos tomates, pimientos, judías verdes, calabacines, zanahorias, patatas, cebollas… Los carros llegaban al pueblo haciendo retumbar el empedrado de las calles al tiempo que las herraduras de las mulas y borricos avisaban con naturalidad y sosiego que en breves instantes, el mercado medieval de la plaza quedaría constituido como todos los lunes, desde la Edad Media.
A la sombra del carro, el fiel perro del hortelano, sesteando y vigilando. Las sandías abiertas como inmensos rubíes expuestas a los sedientos ojos de los compradores. Montones de melones chinos y de corteza. Calabazas, ristras de ajos. Todo pura y llanamente natural. Abonado con el estiércol de las mismas mulas que araban y acarreaban.

El burro y el hortelanoEl burro y el hortelano

Tomates de la huerta manchegaTomates de la huerta manchega

Ver la caravana, tranquila, caminando sin tiempo. Detenida en la historia, transitando el siglo XX como si fuera el XVIII o incluso el XIII, cuando todavía este legendario Campo de Montiel formaba parte ya por breve tiempo de la Cora de Jaén. Cuando todavía éramos andalusíes y formábamos parte de la tierra más culta de Occidente con capital en Córdoba; esta tierra heredada por La Mancha de los árabes que la regaron con norias y acequias en la multitud de alquerías que la alimentaron, aún hoy en el XXI permanece inmersa en esa atmósfera rural y hortelana que abastecía de vitaminas multicolores la salud de sus moradores.

La noria, clave en la huerta manchegaLa noria, clave en la huerta manchega

El pozo de la huerta manchegaEl pozo de la huerta manchega

Los atardeceres de verano, ya no dejan ver las norias de sangre con un pobre burro condenado a dar vueltas al ronde con los ojos vendados regando la tierra. Pero sí hacen ruido con los escasos motores que activan los pocos artes de hierro que todavía empapan por goteo buenos bancales de pimientos, tomates, espinacas, acelgas y judías.
También nos quedan las casas de las huertas heredadas de las alquerías. Donde vivían los hortelanos desde mayo hasta los Santos. Donde El Romeral y la Frescura en Villanueva de los Infantes, constituían curiosos poblados de hortelanos con hábitat disperso. Campos salpicados de huertas adornados con pequeñas casas de una planta. Cuya traza y distribución responden a la más estricta utilidad. Cocina con chimenea, dos pollos a los lados para dormir, un portal pequeño dormitorio a un lado. Las más elementales.
Lo mismo pero además con corral y cuadras adosadas al cuerpo principal para las más completas. Pero todas con la misma imagen. Hermosa imagen de un mundo rural ancestral que originó toda una forma de vida.

La casa de un hortelano en el Campo de Montiel
La casa de un hortelano en el Campo de Montiel

Sería muy oportuno comenzar a valorar esta zona de huertas y además de servir de abastecimiento y rentabilidad agrícola, multiplicaran sus recursos siendo puestas en valor como atractivo turístico y cultural. Conservar y potenciar su arquitectura y la posibilidad de horticultura saludables a través de cultivo ecológico.
Es curioso que de los cientos de norias que abastecían las cuantiosas huertas de Villanueva de los Infantes, Alcubillas, Fuenllana, Almedina, Montiel y varios pueblos más de la comarca, apenas queden ejemplos originales. Al igual que las construcciones que servían de refugio y almacén para los hortelanos.
Pero con todo, si se desea, se está muy a tiempo de preservar un patrimonio cultural excepcional que bien puede servir de complemento económico y entretenimiento ocioso a todos aquellos que valoran la belleza de lo auténtico y lo cultural. Tanto el paisaje que acoge las huertas como el valor de los elementos arquitectónicos y etnográficos que las componen constituyen un testimonio de valor excepcional de la trayectoria histórica de esta singular comarca del Campo de Montiel.
Distinguida entre otras muchas cosas, por ser a la vez, la tierra de origen de los primeros pasos de las aventuras de Don Quijote y la única tierra andalusí de La Mancha.
Tesoro y valores que suman a los muchos que posee este rincón de Castilla a los pies de Sierra Morena. Donde el pimiento de Villanueva de los Infantes espera con paciencia ese lugar que le corresponde como uno de los mejores productos de la tierra. Donde el pisto manchego espera desde siempre a ser considerado por el mundo entero como uno de los platos más saludables y deliciosos de la gastronomía manchega.

La alegría de la huerta. RecuerdosLa alegría de la huerta. Recuerdos


Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano

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San Carlos del Valle o la joya Barroca de La Mancha

San Carlos del Valle

Hablar de San Carlos del Valle es hablar del “pueblo de la plaza”, pues es bien cierto que el perímetro que ésta delimita contiene todo el atractivo y el interés histórico del lugar. No existen adjetivos suficientes para calificarla, pero para hacernos una idea podemos decir que junto al conjunto histórico de Almagro y el de Villanueva de los Infantes (ambas localidades de mayor extensión e importancia económica que San Carlos del Valle), se forma la inigualable trilogía manchega. No es posible conocer las maravillas que nos ofrece la tierra de Don Quijote hasta que no se ha visitado la Plaza Mayor de San Carlos del Valle.

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Iglesia del Cristo. Autor, Emiliovet

Este pequeño pueblo fue edificado con un plano totalmente regular durante la época del monarca Carlos III, para algunos uno de los mejores reyes que han regido nuestro país, quien, emulando a la ilustración francesa, promulgó el Plan de Colonización mediante el cual la urbanística moderna había de llegar a cualquier localidad, tanto grande como pequeña, tanto rica, como pobre. Gracias al superintendente del rey en la época, Pablo Olavide, este plan se aplicó a San Carlos del Valle, convirtiéndolo en el máximo exponente manchego del urbanismo dieciochesco.
La desproporción entre la enorme y ornamentada plaza y el resto de la localidad levantada en torno a ésta, se debe a que la plaza fue construida como atrio para la maravillosa iglesia del Cristo, situada sobre el Santuario de Santa Elena, donde según la tradición, apareció en un pajar la milagrosa figura de un Cristo que se cree fue abandonada allí por un extraño peregrino. Es por esta razón por la que tan interesante y bellísimo lugar se conoce también con el nombre de “El Cristo”.

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La plaza, de forma prácticamente rectangular, está compuesta por unos soportales realizados con simples columnas toscanas que además de proporcionar al lugar una sobria belleza contrastan con la ornamentada fachada de la iglesia del Cristo, considerada como una auténtica joya artística de la villa y de toda Castilla – La Mancha.
La portada de la iglesia, tesoro de inmenso esplendor, posee entre dos columnas salomónicas típicas del estilo barroco final en que fue construida (entre 1713 y 1729), un trabajado relieve en el que se representa a Cristo y el milagro de los ladrones. El hecho de que se conserve en tan buen estado se debe a las acertadas reparaciones de las que ha sido objeto a lo largo de su historia.

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El interior no es de menor magnificencia que la parte externa. Lo más característico es su planta de cruz griega y su inmensa bóveda de cañón sostenida por medio de pilastras toscanas. La bóveda sale al exterior por una majestuosa cúpula flanqueada por cuatro torres en las que aparecen cuatro pintorescas figuras.
Tampoco hay que restar importancia a los elementos de la decoración como las estupendas celosías o los pequeños balconcillos que forman las tribunas.

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En otro de los lados de la plaza se encuentra el Ayuntamiento de San Carlos del Valle, enfrente de una encantadora casa particular cuyo patio columnado es una delicia.
Así pues, San Carlos del Valle está considerado como uno de los lugares paradigmáticos de estas tierras manchegas. Es un pueblo pequeño y recoleto, pero la belleza del trazado de su magnífica plaza, su perfecto alzado y su pureza de líneas, unida a las calles adyacentes, de trazo regular y gran sencillez y dinamismo, crean un conjunto valioso tanto por su importancia histórica y arquitectónica como por el lujo visual que constituye su contemplación.
Bien merece la pena una escapada para conocerlo.

“Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero parasismo,
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es tu abismo:
mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo.”
Poema al Amor. Francisco de Quevedo y Villegas


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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Curiosidades sobre el toro bravo

Para los muy aficionados al llamado turismo taurino y para los que gustan de descubrir y aprender algo nuevo cada día, he aquí una serie de historias y curiosidades entorno a este noble animal


El toro desde su origen ha pasado por no pocas peripecias, que le han llevado a situaciones extremas, desde casi desaparecer totalmente como toro bravo, a adquirir, según algunos autores, más personalidad con su conversión a toro de lidia.

1.  El toro bravo español, es hijo del BOS TAURUS que a su vez desciende del URO salvaje y de razas semejantes, existentes en los bosques lituanos hasta 1.620.
Existe la creencia de que Hércules vino al Sur de Iberia a robarle vacas y toros a Gerión y podemos considerar este hecho como punto de partida en la cultura española, de una impronta causada por el toro bravo que origina ritos y leyendas, determinantes de una inspiración de veneración religiosa.
Si echamos una mirada a esculturas y pinturas de tema taurino, en la etapa comprendida entre el Paleolítico y la época romana, no hay más remedio que admitir el culto que la población ibérica dispensó al toro.
Los toros de Guisando, Écija, Alicante, Osuna y el de Salamanca, conocido a través de El Lazarillo de Tormes, demuestran que desde siempre el toro, se encuentra ligado a la tierra, donde los íberos valoraron sobre todo, su poder genético.

2. En el Sur de Iberia, en lo que hoy es la provincia de Cádiz, de muy antiguo, existía una ganadería de reses que causaban admiración por su presencia e incluso fueron foco de inspiración de muchos poetas. Esta leyenda perdura en el tiempo y se localiza en el siglo VII, conservándose un dibujo referido a la misma, descubierto en la provincia de Valencia. Se han encontrado otros escritos que hacen referencia a los toros que pastan en tierras gaditanas, con referencia especial a los pastos, de los que llama la atención sobre el hecho, de que siendo generalmente secos, engordan fácilmente al animal.

3. El naturalista Jerónimo de la Huerta escribe en 1593: “Hay en España toros muy diferentes en la generosidad de ánimo, color, talla y porción del cuerpo. Los más feroces y bravos son los que se crían en las riberas del Jarama y el Tajo, y así al muy bravo le suelen llamar jarameño. Son éstos en su mayor parte negros o de color bermejo; los cuernos, cortos y delgados, producen crueles heridas y tienen fuerza para levantar cualquier cosa del suelo; los lomos fuertes, los pies ligeros, tanto que alcanzan a la carrera a un ligero caballo”.
La bravura del toro español constituye, por tanto, una característica esencial del ganado vacuno ibérico. Sin embargo, hasta el siglo XVIII no se crean ganaderías especialmente organizadas para la producción del toro de lidia.

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Toros de Guisando

4. Y llegamos al momento en el cual, el toro, que fue objeto de una distracción cinegética, dejó de serlo así, para convertirse en el objeto festivo del hombre y, con esto, nació la lidia del toro bravo. En un principio, el hombre tuvo la necesidad de entrar en contacto con el toro, con el fin de procurarse un alimento, y esto, le obligó a utilizar engaños, trucos y habilidades, que posteriormente, utilizó para crear así un medio de disfrute, alcanzando el carácter festivo, que hoy tiene.
Hay, por supuesto, una diferencia que hemos de resaltar aquí. Mientras que en la caza, el animal acosado y muerto, tenía el aprovechamiento del mismo, en el toreo, una vez muerto el toro, el torero manifiesta su regocijo ante el toro abatido por su espada, y se vuelve hacia el público para recibir el beneplácito del mismo, desentendiéndose del toro que es arrastrado y quitado de la presencia del torero.

5. El toro bravo, tanto en la antigüedad como en el momento actual, es un animal que no necesita atacar a nadie para comer, lo que no quita el que se defienda cuando es atacado. Precisamente por su esbeltez y presencia con abundantes carnes, es seleccionado por otros animales carnívoros, lo que determina en el toro bravo, estar dotado de una gran reacción defensiva, recelando de lo que le extraña y asustándose ante sensaciones que no le son familiares. En definitiva, el toro en el campo no ataca, pero espera la posibilidad de ser atacado y cuando esto sucede, le falta capacidad de medir la superioridad que pueda presentar su atacante, lo que le lleva a arremeter ciegamente.

6. Otra característica del toro bravo es la de vivir en camada, es decir, tiene un gran instinto social, y esto en el fondo, viene a representar cierta timidez, pues, implícitamente, acepta la defensa en masa. Los toros bravos luchan solamente entre ellos para dilucidar la supremacía del macho, y una vez conseguido esto, el vencido huye del rebaño, y son estos toros sueltos los que acarrean un verdadero peligro.

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En plena lucha

7. ¿Los toros cargan contra el color rojo? Es uno de esos mitos tan extendidos en la cultura popular. No. A los toros no les enfurece ver el color rojo, no embisten contra algo que vean de ese color. Y a las vacas tampoco, no vamos a preocuparnos si vamos con el jersey rojo por el campo y nos encontramos con una vaca.
La pregunta pertinente sería: ¿los toros ven el color rojo?. Ven un color, que no es exactamente el mismo rojo que vemos los humanos no daltónicos. Los toros, como muchos otros animales, son dicrómicos. Es decir, tienen capacidad de descomponer el espectro luminoso en dos componentes esenciales, y según la cantidad de cada uno son capaces de diferenciar los diferentes colores. Hasta un límite. Otros animales (como los humanos) son tricrómicos (tres colores esenciales), por lo que tienen mejor capacidad de discriminación cromática. Ven más tonos de color; lo que para un dicrómico (como un toro) podría ser un mismo color, nosotros los diferenciamos como separados. Incluso colores tan diferentes como un rojo y un verde, un toro podría verlos igual. Pero eso no es lo mismo que ver en blanco y negro, o tener ceguera para los colores. Y antes de que nos sintamos muy contentos con nuestra “excelente” visión de los colores, no está de más puntualizar que hay animales tetracrómicos, que van más allá de nuestras limitaciones y ven colores más allá de lo que nosotros diferenciamos.

8. Entonces, ¿contra qué cargan?. Cargan o embisten contra otros animales u objetos que se estén moviendo. ¿Y por qué?. La respuesta tiene que ver con el comportamiento instintivo del toro, en función de su raza (la selección genética del toro de lidia por ejemplo) y de las condiciones previas (se fuerzan las condiciones para que el toro esté agresivo). Por ejemplo, el toro hace un cálculo de lo cerca que estamos de él. Si estamos lo suficientemente lejos, no llamaremos su atención aunque hagamos movimientos bruscos. Y no porque no nos vea, sino porque la distancia es suficiente para que no le parezcamos una amenaza. Estando más cerca, el toro no se para a diferenciar nuestra forma, o cómo es exactamente ese movimiento. Percibe un movimiento brusco, y toma una decisión. Para muchos animales, eso significa huir. Para el toro dotado de elementos defensivos, puede suponer atacar.

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Mirando hacia el futuro


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©


Fuentes de información:
– Los toros, T. I. Cossío, J. M.
– Ocularis.es. Dr. Rubén Pascual.
– Psicología de los animales. Filloux, J. C.
– La bravura en el toro de lidia. Aparicio Sánchez, G.

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Sierra Morena. Último refugio natural de Europa

sierra morena

Desde la vertiente atlántica hasta las sierras más cercanas al Mediterráneo, el Sur de España, como un vergel hispano-árabe crece abrigado de los fríos vientos norteños, al cobijo y la intimidad de las poderosas murallas de Sierra Morena.
La abundante cobertura vegetal, alimentada por innumerables cursos de agua multiplica las posibilidades de vida en infinidad de especies animales. Algunas únicas en el mundo como el lince ibérico, el águila imperial ibérica y el lobo ibérico.
Nueve espacios protegidos articulan el territorio dividido en seis con la figura de Parque Natural y tres con la de Paraje Natural. Donde es posible apreciar y disfrutar como en escasos lugares de Europa la plenitud del bosque mediterráneo. No en vano es junto con Doñana el mejor sitio para la observación del lince. Habiendo desarrollado toda una industria turística en torno al ocio en el medio natural, desde excursiones, senderismo, deportes de aventura, safaris fotográficos y observaciones científicas; que compensan de modo sostenible la transformación de la tradicional economía de subsistencia relacionada con los antiguos oficios serranos, a usos modernos que conservan el medio y potencian sus valores.

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Paisaje en Sierra Morena. Autor, SBA73

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Lince ibérico. Autor, Alejandro García

Esta tierra vieja y agreste, que en tiempos lejanos y desconocidos por los homínidos constituía la primera orilla de mar de la parte meridional de la península, cuando todavía ni La Baetica ni Al-Andalus habían emergido de los fondos marinos, ni el Guadalquivir la había construido palmo a palmo su valle aluvial con depósitos sedimentarios desde las cumbres de Cazorla hasta la bahía de Cádiz. Tampoco los dinosaurios tuvieron ocasión de conocerla, pues desaparecieron antes de la formación geológica del territorio que hoy conocemos por Andalucía. Tan sólo un testimonio de icnitas que recuerda otro mundo y otro tiempo. Otros paisajes en otra dimensión que contenían la vida más salvaje que jamás conocieron estas latitudes.
Quizá las huellas de dinosaurio de Santiesteban del Puerto en El Condado de Jaén, en las estribaciones de Sierra Morena, sean el testimonio natural y cultural más patente de lo efímera que es la vida y lo relativo que es el tiempo. Permaneciendo petrificadas desde edades remotas, antes de la existencia del ser humano, hasta convertirse precisamente, por la existencia del mismo, en un factor cultural y natural que confiere valor al territorio y a la propia historia de la humanidad. Constituyendo un valor excepcional desde puntos de vista científicos y turísticos.

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Paisaje agreste. Autor, Tuscasasrurales

Si logramos llegar a tiempo y encontramos la fórmula que equilibre la riqueza natural y cultural de la serranía más culta y universal de España, precisamente por haber servido de retiro meditativo a Don Quijote, y contener el mejor reducto de bosque mediterráneo ibérico; puede que las generaciones venideras dispongan de la oportunidad de crear nuevos recursos turísticos especializados en la observación del rey clandestino de la fauna ibérica. El mítico, legendario y noble cánido que ha dado a la humanidad, nada más y nada menos que al mejor amigo del hombre, de donde derivan todas las razas de perro que tanta compañía, fidelidad y protección regalan a los demasiadas veces, ingratos humanos.
Todavía hoy, puede uno sobrecogerse escuchando el aullido del lobo en las noches de luna, los amaneceres y atardeceres de los paisajes más agrestes del viejo continente, oyendo desde las peñas prominentes de las laderas de los frondosos valles, el tantas veces temido aullido del lobo. Tan mal vendido y tan mal cuidado por esa serie de intereses mezquinos que tratan de bandido al noble y ennoblecen al perverso.

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Manada de lobos ibéricos. Autor, Juan José González Vega

El mundo actual bien puede permitirse la designación de Parque Nacional de Sierra Morena, anteponiendo sus valores naturales ante otra serie de intereses que merman y degradan su irrepetible conjunto de recursos, frente a otro tipo de actividades que lentamente restan contenido a su delicado equilibrio.
Por supuesto que al fin y al cabo el mensaje de este artículo pretende hacer reflexionar acerca de si a todos nos compensa privarnos para siempre de espacios que inciden muy directamente en el bienestar general de la sociedad o abandonarlos a la suerte de ser gestionados por planteamientos que ante todo priman el rendimiento económico inmediato por medio de usos que proporcionan mucha riqueza a unos pocos, a costa de empobrecer lo que bien puede rentabilizarse para todos.
A todos nos corresponde implicarnos y participar del conjunto de la sociedad para informarnos, formarnos y atender a criterios de sostenibilidad a largo plazo que además de no afectar a los intereses y derechos privados y de particulares, también favorezcan la distribución de la riqueza al mayor número de personas con los parámetros de calidad deseables en una sociedad civilizada y moderna.
Dar una opinión concreta acerca de si es positivo o negativo que nos privemos de la existencia de especies como el lobo en ambientes tan poco habitados como Sierra Morena, que además componen uno de los más importantes enclaves naturales de Europa, me parece innecesaria, ya que la lógica y el sentido común hablan por sí mismos.
Poseemos suficientes medios para evitarlo sin que ello signifique perjuicios para nadie, y a la vez sirva de revulsivo económico para la zona de forma sostenida en el tiempo y sostenible con el medio. Sin que afecte a actividades paralelas como la caza o la ganadería. No veo hasta qué punto el ser humano posee más derecho que otros seres vivos a multiplicarse de forma ilimitada, limitando los recursos de todos.
En cualquier caso, como bien dice la cita: “Nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. Según los científicos el tiempo medio de vida de una especie en la Tierra es de un millón de años. Dentro de los cuales por supuesto habremos hecho que desaparezcan infinidad de ellas, entre otras, los humanos.

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Atardecer. Autora, Raquel Pérez

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Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano
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Fotografía de portada de Jose Luis Anta

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Nuestros bosques, nuestros árboles… nuestra vida

Lagunas de Ruidera

En casa se habló siempre de naturaleza, del campo, de los animales… «Los árboles son el pulmón del mundo, si desaparecen el mundo no podrá respirar», «los árboles marcan las estaciones del año», «planta un árbol o mil», forman parte de mi conciencia desde entonces.

Hoy esos insignificantes pensamientos van calando poco a poco en las chicas y chicos que nos rodean. Me maravilla, me enseña y me alegra, y ojalá que con esta nueva generación podamos cambiar al menos un poquito la vida de nuestro querido planeta…

Sirva esta selección de poemas que hablan sobre árboles, sobre nuestra vida, como obsequio a todos aquellos que confían en que así sea.

“El hombre blanco no supo seguir la corriente de la anguila
no podía correr más que la cotorra
pero cortó el árbol,
estancó los arroyos
y atrapó en su ancha red de campos
al veloz pez de la nada.”
EL HOMBRE BLANCO. Mark O’Connor

“El viejo árbol se inclina sobre el antiguo camino
no hay ya flores en sus ramas ni hierba a sus pies.
Los caminantes no vieron al árbol en su juventud
pero el árbol los ha visto envejecer, poco a poco,
a todos.”
EL VIEJO ÁRBOL. Hsu Ning

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Taray en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. Autora, Virginia Seguí

Amo los árboles y me pregunto
¿sentirán cuando sus hojas se desprenden?
¿cuando caen balanceándose coquetas
sonriendo al viento que las mueve?
Me gusta darles nombres,
acariciarlas suavemente preguntando….
¿te duele la vida?
¿y qué cuando la nieve
las viste de blancas novias,
apurando el proceso de la muerte?
Cuando el otoño visita sus predios.
Cuando camina desollando la arboleda,
mordiendo la vida , embalsamando colores.
¿Qué de los pequeños gusanillos
que toman de su savia el alimento?
Que se mueven como acordeones
de algún tango arrabalero.
¿Tendrá pudor el árbol al quedar desnudo?
¿Habrá sentido las punzadas de dolor
cuando las hojas sin quererlo se morían?
No los he visto llorar.
Pero sí….temblar de frío.
AMO LOS ÁRBOLES. Aurelia Snaidero

Tal vez antes de ser mujer
fui árbol en algún bosque
y mis ramas crecían hacia el cielo
siempre intentando ver el horizonte.
Y estuve allí por siglos
enraizada
aferrada a la tierra
bebiendo el cielo
habitada de pájaros y estrellas.
Tal vez antes de ser mujer
diseminé retoños
dejé semillas
y el viento fue mi amante
en los silencios
Mi piel era corteza
mis colores símbolos
del transcurso del tiempo
en crecimiento.
A veces pienso en ello
Y el bosque
No es un lugar extraño.
Tal vez antes de ser mujer
fui árbol en algún bosque
aún siento el latido de la tierra
en mis venas
y hay días que regresan los pájaros
y anidan.
ÁRBOL EN ALGÚN BOSQUE. Ana María Mayol

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Bosque en el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Autor, Enric Llaó

En la luz celeste y tibia
de la madrugada lenta,
por estos pinos iré
a un pino eterno que espera.
Me encontraré con el sol,
me encontraré con la estrella,
me encontraré al que se vaya
y me encontraré al que venga.
Juan Ramón Jiménez

El árbol y yo
A la roca…asido,
en la estepa…solitario,
en el desierto….espejismo,
frente al viento…cimbreante,
en el bosque…perdido,
en su follaje…perenne,
en su madurez…cobijo,
regazo bajo el que soñar,
…sin nunca más despertar,
luz en su arder,
…ese es el árbol que quisiera ser.
BOSQUE DE BOSQUES. Rafael Fernández Rubio

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Encina en el Campo de Montiel. Autor, Pedro Ruiz

Árbol, buen árbol, que tras la borrasca
te erguiste en desnudez y desaliento,
sobre una gran alfombra de hojarasca
que removía indiferente el viento…
Hoy he visto en tus ramas la primera
hoja verde, mojada de rocío,
como un regalo de la primavera,
buen árbol del estío.
Y en esa verde punta
que está brotando en ti de no sé dónde,
hay algo que en silencio me pregunta
o silenciosamente me responde.
Sí, buen árbol; ya he visto como truecas
el fango en flor, y sé lo que me dices;
ya sé que con tus propias hojas secas
se han nutrido de nuevo tus raíces.
Y así también un día,
este amor que murió calladamente,
renacerá de mi melancolía
en otro amor, igual y diferente.
No; tu augurio risueño,
tu instinto vegetal no se equivoca:
Soñaré en otra almohada el mismo sueño,
y daré el mismo beso en otra boca.
Y, en cordial semejanza,
buen árbol, quizá pronto te recuerde,
cuando brote en mi vida una esperanza
que se parezca un poco a tu hoja verde…

Antonio Machado

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Atardecer en La Mancha con flores de almendro. Autor, desconocido

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Un artículo de Antonio Bellón Márquez
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Fotografía de portada: Higuera en el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Autora, M Roa