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Brindis por FENAVIN y por la cosecha de La Mancha

enoturismo en La Mancha

Desde hace siglos, estas tierras han sido trabajadas con tesón por hombres que se han esforzado en conseguir un vino único, competitivo y sorprendente


Una gran cantidad de viñedos se extiende hasta donde nos alcanza la vista, como un mar verde y púrpura. El cultivo de la vid supone una tarea paciente en la que participan muchas manos, las mismas que luego recogerán su más preciado fruto: la uva con la que se elabora el vino. Observamos a los ancianos que hoy charlan en las plazas de los pueblos, y sus manos nos hablan de un pasado dedicado a la recogida de la uva.
Las condiciones climatológicas y la composición de estas tierras arcillosas, con abundancia de terrenos calizos y arenosos, hacen de este entorno el adecuado para que crezcan los viñedos.
Las bodegas de La Mancha elaboran una amplia variedad de vinos, atendiendo así todas las demandas de un público exigente que busca un producto inmejorable. Para cada momento del día, hay un vino adecuado: desde los clásicos tintos para acompañar a las carnes, hasta los blancos para el pescado, pasando por los rosados, afrutados y los cada vez más prestigiosos espumosos.
Todo el esmero de la labor bien hecha se concentra en cada botella, lista para seducir al catador más experimentado. Nuestra copa se llena y, con ella, las ganas de brindar por una excelente cosecha y por FENAVIN, la feria más importante del sector vitivinícola español.

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El saber combinar platos y vinos es un arte y el saber degustarlos, un placer


Pero, ¿cuál es la mejor forma de disfrutar de los vinos de La Mancha? Si es atrevido opinar de vino y gastronomía, tratando de aconsejar que vino se ha de tomar con el pan de cada día, perdonen si somos osados aconsejando en la opción.

MARISCOS, SOPA Y PESCADOS:
Vinos blancos, suaves, secos
y aquellos algo abocados,
son los que tienen más eco.

PLATOS GUISADOS:
Se imponen jóvenes tintos
sin que sean otros distintos
los que van recomendados
pues, su aroma y su estructura
los hacen muy adecuados.

GUISOS ADOBADOS:
Tintos muy fermentados sin mezcla de vino alguno
con restos azucarados.

PLATOS DE CAZA Y CARNES CON IGUAL TRAZA:
Tienen puesto reservado
los tintos muy reposados
que demanda esta pitanza:
los venerables Reservas
y cuantos sean de Crianza.

QUESOS MANCHEGOS:
Aquellos que son de ovino
requieren, según su estado,
distinta clase de vino
y mayor o menor grado.
Los frescos, piden Rosados
con un alcohol moderado.
Los llamados semi-duros
demandan tintos ligeros
sin un excesivo grado;
y los duros o curados,
requieren vinos severos
y de rasgos acusados.

POSTRES:
Vinos dulces, licorosos,
y aunque muchos virtuosos
no asocien postres con Cava,
cierto es que hay quien lo alaba
y bebiéndolo es dichoso,
a tal punto, que, gozoso,
después de que el postre acaba
y se retiran manteles,
descorchar pide otro Cava
excitante y espumoso.
Vino que alcanzó laureles
como ese otro licoroso
que nos regala sus mieles;
mieles que le son negadas
a las sobrias ensaladas
porque, digan lo que digan
paladares no golosos
con el vinagre no ligan
el Cava y los licorosos.

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Un buen vino para cada momento. La constancia, la entrega, los cuidos culturales, la unión perfecta de ciencia y tradición se dan cita en la viña y luego en el lagar


La materia prima, la mejor uva:

  • Airén, para el vino blanco. Especialmente abundante en La Mancha donde impera el clima seco. Destacan los aromas a plátano, manzana y los propios de la fermentación
  • Sauvignon Blanc, para el vino blanco. Originaria del Valle de Loira. Es una variedad con una gran aportación aromática y sabores a hierba verde, pimientos verdes y frutas tropicales.
  • Macabeo, para vinos blancos y espumosos, bien equilibrados, ideales para consumo rápido y sin excesivo sabor alcohólico.
  • Moscatel, para el vino blanco. Especial para excelentes vinos jóvenes secos o fermentados en barrica con cierto grado de azúcar
  • Gewürztraminer, para el vino blanco. Una variedad que va ocupando el corazón de muchos amantes del vino.
  • Tempranillo (cencibel), para el vino tinto. Aporta un paladar franco, interesante en vino joven y aterciopelado cuando envejece.
  • Garnacha, para un vino tinto con sabor a frutas rojas (frambuesa y fresa) y con una nota sutil a pimienta blanca.
  • Cabernet Sauvignon, para el vino tinto, con notas a notas a pimiento verde, menta y cedro, que se hacen más pronunciadas a medida que el vino envejece.
  • Merlot, para el vino tinto. Uva temprana, de un tono azulado negruzco, y da un vino muy aromático, suave y carnoso.
  • Syrah, para el vino tinto. Originaria del Valle del Ródano, ofrece excelentes resultados, produciendo vinos ligeros, con sabor a mora, menta y pimienta negra.

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“Dieronle a los dos a probar del vino de una cuba pidiéndoles su parecer del estado, calidad, bondad ó malicia del vino. El uno lo probó con la punta de la lengua, el otro no hizo más que llegarlo a las narices. El primero dijo que aquel vino sabía a hierro; el segundo dijo que sabía a cordobán. El dueño dijo que la cuba estaba limpia y que el tal vino no tenía adobo alguno por donde hubiese tomado sabor de hierro ni de cordobán. Con todo eso, los dos famosos mojones se afirmaron en lo que habían dicho. Anduvo el tiempo, vendiose el vino y al limpiar la cuba hallaron en ella una llave pequeña, pendiente de una correa de cordobán. Porque vea vuestra merced si quien viene de esta ralea podrá dar su parecer en semejantes causas.”
De El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha (libro segundo, cap. XIII)

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De ecoturismo por las Tablas de Daimiel

Las Tablas de Daimiel fueron declaradas Parque Nacional en el año 1973 y Reserva de la Biosfera en 1981


Entre los nombres con mayor resonancia internacional hay que incluir a Daimiel, al Parque Nacional con la historia más azarosa tal vez de todos los que existen en países desarrollados. Ya su creación nace de un largo y duro conflicto entre las ansias de borrar del mapa todos los humedales manchegos y el escándalo que tal actitud despertó en los círculos científicos y proteccionistas de media Europa. Acarrean, además, las Tablas, una larga y documentada historia como uno de los mejores cazaderos del país. Por si este rescate hubiera sido poco, este humedal de importancia ilimitada ha debido ser regenerado artificialmente en parte ante el casi agotamiento de los aportes hídricos de los ríos Záncara y Cigüela y el abuso del acuífero 23. Se ha llegado, incluso, a desviar agua del trasvase Tajo-Segura para que las famosísimas Tablas no murieran por completo.
Los humedales, inmensos, se encuentran justo al norte de la localidad que les da nombre. Como además Daimiel queda en la carretera que une Puerto Lápice con Ciudad Real capital, nada más sencillo que dar con el acceso, perfectamente indicado, al Parque Nacional. Allí mismo encontraremos un centro de recepción y unas buenas instalaciones para recorrer sobre pasarelas de madera uno de los esquinazos del parque, que nos darán una idea aproximada de lo que se esconde más allá, en las restantes 3000 ha que suma este incomparable espacio protegido. La mencionada localidad de Daimiel ofrece las necesarias infraestructuras acordes con el Parque Nacional, y un alojamiento y restauración de calidad para los visitantes.
La denominación de tablas corresponde, en realidad, a decenas de lugares parecidos, aunque de menor extensión, que hasta hace 50 años eran frecuentes en la región manchega. Se trata de zonas aledañas a los ríos y susceptibles de anegarse en cuanto las lluvias se portaban bien con nuestros suelos. En consecuencia, estamos refiriéndonos a suelos aluviales, procedentes de los periodos geológicos más recientes, completamente llanos y con altos componentes de arcilla cerca la superficie que los hace impermeables y capaces para retener agua.
Las fuentes de las Tablas de Daimiel siempre fueron los cursos fluviales del Cigüela, del Riansares y del Záncara. Junto a éstos, un inmenso lago subterráneo, el tristemente famoso acuífero 23, hoy esquilmado por los excesos de un riego atípico y antinatural, pero que hace sólo dos decenios a menudo manaba por rebosamiento no lejos del actual Parque Nacional. Tales alumbramientos reciben el nombre, ya inapropiado, de ojos del Guadiana. Además de las láminas de agua, Daimiel guarda en su seno algunas islas que se convierten en importantes observatorios de las Tablas.

Vista de una de las pasarelas de las Tablas de DaimielVista de una de las pasarelas de las Tablas 

Flamencos en las Tablas de DaimielFlamencos en las Tablas 


El parque cuenta con un centro de visitantes, una laguna de aclimatación, observatorios y varios itinerarios de visita debidamente señalizados


En relación con las plantas que podemos observar en las Tablas de Daimiel, existen cuatro ambientes básicos diferenciados: el subacuático, el que supone la superficie de las aguas, las orillas y las vetas de tierra firme. Añadamos que las aguas del Cigüela son bastante salinas y nos haremos una idea de las posibilidades de elección para los organismos vivos de este rincón manchego. En los fondos de las zonas anegadas, y a pesar de que la profundidad media raramente supera el metro, se desarrollan algunas variedades vegetales, como la ova, alimento fundamental para los patos buceadores.
Sobre las aguas, y desde los primeros atisbos de la primavera, suele crecer la famosa lenteja de agua. Con las raíces sumergidas pero con los tallos fuera de ella, se pueden observar tres especies de gran porte y fácilmente reconocibles. Nos referimos a las espadañas, los carrizos y, como más característico de estos aguazales de La Mancha, la masiega. Ya más en seco, el vegetal más abundante es el taray, que en algunas de las islas alcanza porte arbóreo.

Taray del Parque Nacional de las Tablas de DaimielTaray del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel

Ecoturismo por las Tablas de DaimielPanorámica. Autor, Ángel M. Felicísimo


Félix Rodríguez de la Fuente y su equipo realizaron dos episodios dedicados a las Tablas (39 y 40) en su serie El Hombre y la Tierra entre 1975 y 1978


En cuanto a la fauna, famosísimo y rentable era el cangrejo de río ibérico de Daimiel. Tanto es así que decenas de familias vivían de la pesca de este crustáceo de agua dulce. Pero, prácticamente desaparecida la especie originaria, sólo nos queda el recuerdo de un acorazado que siempre maravilló por los detalles de su peculiar biología. Entre sus características destacan el omnivorismo, con claras tendencias a comer cualquier resto cárnico que se pusiera a su alcance; sus espectaculares peleas nupciales cuando en septiembre los machos entran en celo; el cuidado con que la hembra pone sus huevos, o el crecimiento y renovación sucesiva de su caparazón. Ya han desaparecido, como hemos comentado, por enfermedades importadas y han sido sustituidos por el mediocre y vano cangrejo americano, pastador de hierbas.
Como no podía ser menos, la verdadera importancia de las Tablas hay que relacionarla con las aves acuáticas, migratorias en su mayor parte, ya que constituye el criadero de numerosas especies, entre las que destacan el porrón pardo, el pato colorado y el ánade real. Durante el invierno las concentraciones de aves resultan espectaculares. Para los amantes de las aves (birding o birdwatching), las primeras horas de la mañana y las últimas de la tarde son las mejores para mirar al cielo surcado por las aves autóctonas o venidas de lugares remotos.
Sirva como ejemplo de la importancia de este enclave que de las ocho especies ibéricas de garzas, siete están presentes en las Tablas.

Garza Imperial en las Tablas de DaimielGarza Imperial

Cigüeñuela comúnCigüeñuela común


Ecosistema único y característico de La Mancha, las tablas fluviales se originan por el desbordamiento de los ríos en un paisaje extraordinariamente llano, lo que asegura una importante población avícola estacional durante la invernada o la nidificación



Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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Argamasilla de Alba, el lugar de La Mancha

Argamasilla de Alba

Al final del capítulo LII de la primera parte de El Quijote aparecen unos poemas cómicos atribuidos a los académicos de Argamasilla. En ellos, se burla Cervantes de las Academias radicadas en Madrid. Esta Academia literaria en Argamasilla de Alba es utilizada por Cervantes para establecer un contexto en el que ubicar los poemas y los nombres ficticios de los poetas que escribieron estos epitafios dedicados a los protagonistas de El Quijote.
Aquí os dejamos algunos de estos epitafios y sonetos.


Los académicos de la Argamasilla, en vida y muerte del valeroso Don Quijote de La Mancha, “Hoc Scripserunt”


El Monicongo, académico de la Argamasilla, a la sepultura de Don Quijote

Epitafio
El calvatrueno que adornó a la Mancha
de más despojos que Jasón de Creta;
el juicio que tuvo la veleta
aguda donde fuera mejor ancha;
el brazo que su fuerza tanto ensancha,
que llegó del Catay hasta Gaeta;
la musa más horrenda y más discreta
que grabó versos en broncínea plancha;
el que a cola dejó los Amadises
y en muy poquito a Galaores tuvo,
estribando en su amor y bizarría;
el que hizo callar los Belianises,
aquel que en Rocinante errando anduvo,
yace debajo desta losa fría.

Del Paniaguado, académico de la Argamasilla, “In Laudem Dulcineae del Toboso”

Soneto
Esta que veis de rostro amondongado,
alta de pechos y ademán brioso,
es Dulcinea, reina del Toboso,
de quien fue el gran Quijote aficionado.
Pisó por ella el uno y otro lado
de la gran Sierra Negra y el famoso
Campo de Montiel, hasta el herboso
llano de Aranjuez, a pie y cansado
(culpa de Rocinante). ¡Oh dura estrella!,
que esta manchega dama y este invito
andante caballero, en tiernos años,
ella dejó, muriendo, de ser bella,
y él, aunque queda en mármores escrito,
no pudo huir de amor, iras y engaños.

Encuentro de Sancho Panza con el Rucio. Obra de José Moreno Carbonero. 1894. Museo del PradoEncuentro de Sancho Panza con el Rucio. Obra de José Moreno Carbonero. 1894. Museo del Prado.

Del Caprichoso, discretísimo académico de la Argamasilla, en loor de Rocinante, caballo de Don Quijote de La Mancha

Soneto
En el soberbio trono diamantino
que con sangrientas plantas huella Marte,
frenético el Manchego su estandarte
tremola con esfuerzo peregrino,
cuelga las armas y el acero fino
con que destroza, asuela, raja y parte…
¡Nuevas proezas!, pero inventa el arte
un nuevo estilo al nuevo paladino.
Y si de su Amadís se precia Gaula,
por cuyos bravos descendientes Grecia
triunfó mil veces y su fama ensancha,
hoy a Quijote le corona el aula
do Belona preside, y dél se precia,
más que Grecia ni Gaula, la alta Mancha.
Nunca sus glorias el olvido mancha,
pues hasta Rocinante, en ser gallardo,
excede a Brilladoro y a Bayardo.

Del Burlador, académico Argamasillesco, a Sancho Panza

Soneto
Sancho Panza es aqueste, en cuerpo chico,
pero grande en valor, ¡milagro estraño!,
escudero el más simple y sin engaño
que tuvo el mundo, os juro y certifico.
De ser conde no estuvo en un tantico,
si no se conjuraran en su daño
insolencias y agravios del tacaño
siglo, que aun no perdonan a un borrico.
Sobre él anduvo (con perdón se miente)
este manso escudero, tras el manso
caballo Rocinante y tras su dueño.
¡Oh vanas esperanzas de la gente,
cómo pasáis con prometer descanso
y al fin paráis en sombra, en humo, en sueño!

Don Quijote de La Mancha y Sancho Panza. Obra de Gustave Doré. 1863Don Quijote de La Mancha y Sancho Panza. Obra de Gustave Doré. 1863.

Del Cachidiablo, académico de la Argamasilla, en la sepultura de Don Quijote

Epitafio
Aquí yace el caballero
bien molido y malandante
a quien llevó Rocinante
por uno y otro sendero.
Sancho Panza el majadero
yace también junto a él,
escudero el más fiel
que vio el trato
de escudero.

Del Tiquitoc, académico de la Argamasilla, en la sepultura de Dulcinea del Toboso

Epitafio
Reposa aquí Dulcinea,
y, aunque de carnes rolliza,
la volvió en polvo y ceniza
la muerte espantable y fea.
Fue de castiza ralea
y tuvo asomos de dama;
del gran Quijote fue llama
y fue gloria de su aldea.

“Estos fueron los versos que se pudieron leer; los demás, por estar carcomida la letra, se entregaron a un académico para que por conjeturas los declarase. Tiénese noticia que lo ha hecho, a costa de muchas vigilias y mucho trabajo, y que tiene intención de sacallos a luz, con esperanza de la tercera salida de Don Quijote”.

Cueva de Medrano, Argamasilla de Alba, Cervantes, QuijoteCueva de Medrano. Argamasilla de Alba


Argamasilla de Alba, un tranquilo pueblo manchego en la comarca de Campo de San Juan, que guarda un tesoro de gran trascendencia en la tradición cervantina: la cueva de Medrano


Argamasilla de Alba, pilar de la Ruta del Quijote, bien merece una visita. La tradición señala que habiendo ido al lugar Miguel de Cervantes, en su función de recaudador de impuestos, no cayó muy simpático a las gentes y pudiera haber tenido además un lío de faldas con la sobrina del alcalde D. Rodrigo de Pacheco. Se señalan estos hechos, como motivo por los que fue encarcelado.
Fue puesto preso en una cueva, denominada de Medrano, siendo este el lugar tradicionalmente señalado donde Cervantes empezó a escribir El Quijote. La cueva está, a modo de sótano, en el interior de la casa del mismo nombre. Pudiera ser este el motivo por el que Don Quijote no quisiera acordarse del lugar de la Mancha.
Se afirma, así mismo, que la figura de Alonso Quijano (nombre de Don Quijote), se basó en este peculiar personaje de la época: Rodrigo de Pacheco.

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La Solana, tierra de azafrán y de artesanía

Cuentan algunas leyendas que esta villa era llamada El cerro de los Dioses de Cristal en tiempos de los oretanos, cuando un palacio de cristal, lleno a su vez de estrellas, ocupaba el lugar


La Solana se encuentra en un alto que destaca sobre la llanura manchega y, haciendo honor a su nombre, a menudo iluminada por el sol. En efecto, la luz y el sol están metidos en la raíz de este pueblo hasta el punto de que una leyenda cuenta que en tiempos muy antiguos –se remontan a la época prerromana- había un resplandeciente palacio de cristal en lo alto del alcor que recibía el nombre de Cerro de los Dioses de Cristal. No un palacio, pero sí existía un bastión defensivo en la Edad Media, castillo que pasó de manos árabes a cristianas hasta quedar definitivamente en posesión de estos últimos a comienzos del siglo XIII, a raíz de la batalla de las Navas de Tolosa. Pronto sería encomendada a la Orden de Santiago la repoblación de la plaza; sus primeros habitantes estacionales eran, según numerosas fuentes, pastores que bajaban con su ganado por la Cañada Real Soriana, hasta que ya a finales del siglo la población se fue estabilizando.

La Solana tiene tradición y presente de población artesana. De antiguo proceden la alfarería, la forja artística, la elaboración de botas para vino, el trabajo del esparto… Pero hay dos producciones, además de la de aceites y quesos, que han distinguido a esta localidad: el cultivo del azafrán y la fabricación de hoces, que hoy día ha dejado paso a la industria de herramientas y aperos para el campo.

Iglesia de Santa Catalina.Iglesia de Santa Catalina. Autor, Pablo Mirón

Plaza Mayor de La Solana. Autor, José Mª SánchezPlaza Mayor de La Solana. Autor, José Mª Sánchez

Patio de la casa de la iglesia de Santa Catalina. Autor, Juan Pedro GarcíaPatio de la casa de la iglesia de Santa Catalina. Autor, Juan Pedro García

La Solana tiene un núcleo monumental que se desarrolla en un entorno no muy lejano a su maravillosa plaza Mayor. En ésta, de espléndidas proporciones, tres de sus lados presentan porches adintelados y soportales sobre arcos de medio punto, fechado en el siglo XVI. En el lado sur se levanta la espléndida parroquia de Santa Catalina, una obra gótica tardía y renacentista iniciada en 1420 y concluida en 1524. Posteriormente se añadieron elementos barrocos, como la torre.

Conviene fijarse en la galería elevada sobre arcos que recorre el exterior de la iglesia y la hermosa portada clasicista. En su interior, son notables las capillas laterales, las rejas de forja y las bóvedas estrelladas de su única nave. La torre se inscribe en el barroco y está considerada como una de las más majestuosas de la provincia de Ciudad Real.

Varios edificios religiosos de interés se despliegan en este núcleo de calles peatonales entorno a la plaza. La iglesia San Juan Bautista o el antiguo convento de los Trinitarios, y el Convento de las Madres Dominicas, ambos del siglo XVII. Aquí, las religiosas de clausura preparan por encargo unos deliciosos suspiros de monja.

Nuestro paseo religioso tiene un imprescindible final en la ermita de San Sebastián, que guarda un magnífico tesoro: un artesonado mudéjar, joya histórica labrada en nácar sobre madera de ébano. La ermita es gótica y pasa por ser el templo más antiguo de La Solana.

En cuanto a arquitectura civil, hay también un buen puñado de casas solariegas que se pueden ir viendo en recorrido por esta agradable zona alta de la población. Así, en la plaza de Don Diego y junto a la iglesia parroquial, nos encontramos con el palacio de los Condes de Casa Valiente o Casa de Don Diego, con un notable patio con columnas toscanas. Este palacio perteneció en origen al Marqués de la Ensenada, ministro de Carlos III. Muy cerca está la Casa de la Encomienda, con una bonita torre con el emblema de la Orden de Santiago.

Iglesia de San Juan Bautista, antiguo convento de TrinitariosIglesia de San Juan Bautista, antiguo convento de Trinitarios. Autor, Juan Pedro García

Concierto de música sefardí, artesonado mudéjar y frescos en la ermita de San Sebastián.Concierto de música sefardí, artesonado mudéjar y frescos en la ermita de San Sebastián. Autor, Juan Pedro García

Patio de la Casa de la Encomienda. Autor, Juan Pedro GarcíaPatio de la Casa de la Encomienda. Autor, Juan Pedro García

Casa de Don DiegoCasa de Don Diego. Autor, Juan Pedro García

Entre las actividades más destacadas en el terreno cultural, hay que reseñar la Semana de la Zarzuela, que se celebra todos los años en el mes de octubre. Un mosaico en la calle de Feria ilustra la afición de La Solana a este género musical escénico o teatral. Por él sabemos que el compositor Jacinto Guerrero y sus libretistas F. Romero y G. Fernández Shaw se inspiraron en este lugar para componer La Rosa del Azafrán, no en vano, se tiene constancia de que al menos desde principios del siglo XVIII se cultiva la planta del azafrán en La Solana.

Actualmente los campos de La Solana son los principales productores del afamado azafrán de La Mancha, el de mejor calidad de España.

La Solana cuenta también con un Festival de Cine con merecido y cierto prestigio. Un evento de cortometrajes combinado con encuentros, homenajes, exposiciones, gastronomía, vitivinicultura y sección oficial, que convierten a la ciudad en un interesante escenario durante el mes de diciembre.

Recolectando el azafrán. Autor, Juan Pedro GarcíaRecolectando el azafrán. Autor, Juan Pedro García

Azafrán. Autor, Juan Pedro GarcíaAzafrán. Autor, Juan Pedro García


La Solana y las hoces, la Barcelona de La Mancha, un libro de Aurelio Maroto Gómez-Pimpollo


Este libro editado por la Fundación Histórico-Cultural “Paulino Sánchez Delgado” de La Solana, brinda un merecido homenaje a una de las señas de identidad de La Solana, la fabricación de hoces, un producto elaborado artesanalmente que fue sustento de cientos de familias durante más de dos siglos, convirtiendo antaño a esta localidad en el mayor productor nacional de esta herramienta.

Un libro que en palabras del propio autor está: “Dedicado a todos los herreros solaneros que escribieron con su sudor y con su sangre, una de las páginas más maravillosas de La Solana. Una legión de héroes, herreros de raza, de dinastía, que llegaban y se iban de la fragua con la luz encendida, se helaban las manos afilando en el remolino en las mañanas de enero o se cocían forjando a macho y martillo las tardes de julio”.

Nuestro homenaje también a todos los segadores que durante siglos y siglos, se sirvieron de esta herramienta tan humilde y tan práctica, para recolectar los cereales de nuestros campos.



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Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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La Huerta Manchega

portada huerta manchega Campo de Montiel turismo sostenible

A finales de los años 60 del siglo XX, la última etapa de la Edad Media se oía y se veía en los pueblos del Campo de Montiel, en multitud de estampas cotidianas que para cualquiera de los escasos forasteros que se aventuraban a explorar estas tierras remotas; parecían algo irreal, fantástico e insólito


El traqueteo lento y repetitivo de los carros de los hortelanos procedentes de El Romeral. Antigua dehesa boyal transformada en inmensa huerta entre Villanueva de los Infantes y Fuenllana que abastecía durante todo el verano y principios del otoño las frescas despensas encaladas, donde reposaban también los chorizos en la pringue de las orzas. Y los quesos y las perdices en escabeche y los jamones colgados. Bodegones propios de los grabados de Gustavo Doré para el Quijote.

Huertas en el Campo de MontielHuertas en el Campo de Montiel

Despensa de La ManchaDespensa de La Mancha

En las partes sombreadas de la plaza, las fachadas orientadas al norte, perduraba más tiempo la fresca sombra hasta casi el mediodía. Momento que ya estaba todo vendido y la caravana de carros y tartanas ordenaba su regreso por el camino de la Huerta del Cura o de La Solana. Unos hacia Villanueva de los Infantes, otros hacia las huertas del Romeral.
Por las mañanas bien temprano. Antes de que el implacable sol del augusto verano calentase la tersura viva y apetitosa de los sabrosos tomates, pimientos, judías verdes, calabacines, zanahorias, patatas, cebollas… Los carros llegaban al pueblo haciendo retumbar el empedrado de las calles al tiempo que las herraduras de las mulas y borricos avisaban con naturalidad y sosiego que en breves instantes, el mercado medieval de la plaza quedaría constituido como todos los lunes, desde la Edad Media.
A la sombra del carro, el fiel perro del hortelano, sesteando y vigilando. Las sandías abiertas como inmensos rubíes expuestas a los sedientos ojos de los compradores. Montones de melones chinos y de corteza. Calabazas, ristras de ajos. Todo pura y llanamente natural. Abonado con el estiércol de las mismas mulas que araban y acarreaban.

El burro y el hortelanoEl burro y el hortelano

Tomates de la huerta manchegaTomates de la huerta manchega

Ver la caravana, tranquila, caminando sin tiempo. Detenida en la historia, transitando el siglo XX como si fuera el XVIII o incluso el XIII, cuando todavía este legendario Campo de Montiel formaba parte ya por breve tiempo de la Cora de Jaén. Cuando todavía éramos andalusíes y formábamos parte de la tierra más culta de Occidente con capital en Córdoba; esta tierra heredada por La Mancha de los árabes que la regaron con norias y acequias en la multitud de alquerías que la alimentaron, aún hoy en el XXI permanece inmersa en esa atmósfera rural y hortelana que abastecía de vitaminas multicolores la salud de sus moradores.

La noria, clave en la huerta manchegaLa noria, clave en la huerta manchega

El pozo de la huerta manchegaEl pozo de la huerta manchega

Los atardeceres de verano, ya no dejan ver las norias de sangre con un pobre burro condenado a dar vueltas al ronde con los ojos vendados regando la tierra. Pero sí hacen ruido con los escasos motores que activan los pocos artes de hierro que todavía empapan por goteo buenos bancales de pimientos, tomates, espinacas, acelgas y judías.
También nos quedan las casas de las huertas heredadas de las alquerías. Donde vivían los hortelanos desde mayo hasta los Santos. Donde El Romeral y la Frescura en Villanueva de los Infantes, constituían curiosos poblados de hortelanos con hábitat disperso. Campos salpicados de huertas adornados con pequeñas casas de una planta. Cuya traza y distribución responden a la más estricta utilidad. Cocina con chimenea, dos pollos a los lados para dormir, un portal pequeño dormitorio a un lado. Las más elementales.
Lo mismo pero además con corral y cuadras adosadas al cuerpo principal para las más completas. Pero todas con la misma imagen. Hermosa imagen de un mundo rural ancestral que originó toda una forma de vida.

La casa de un hortelano en el Campo de Montiel
La casa de un hortelano en el Campo de Montiel

Sería muy oportuno comenzar a valorar esta zona de huertas y además de servir de abastecimiento y rentabilidad agrícola, multiplicaran sus recursos siendo puestas en valor como atractivo turístico y cultural. Conservar y potenciar su arquitectura y la posibilidad de horticultura saludables a través de cultivo ecológico.
Es curioso que de los cientos de norias que abastecían las cuantiosas huertas de Villanueva de los Infantes, Alcubillas, Fuenllana, Almedina, Montiel y varios pueblos más de la comarca, apenas queden ejemplos originales. Al igual que las construcciones que servían de refugio y almacén para los hortelanos.
Pero con todo, si se desea, se está muy a tiempo de preservar un patrimonio cultural excepcional que bien puede servir de complemento económico y entretenimiento ocioso a todos aquellos que valoran la belleza de lo auténtico y lo cultural. Tanto el paisaje que acoge las huertas como el valor de los elementos arquitectónicos y etnográficos que las componen constituyen un testimonio de valor excepcional de la trayectoria histórica de esta singular comarca del Campo de Montiel.
Distinguida entre otras muchas cosas, por ser a la vez, la tierra de origen de los primeros pasos de las aventuras de Don Quijote y la única tierra andalusí de La Mancha.
Tesoro y valores que suman a los muchos que posee este rincón de Castilla a los pies de Sierra Morena. Donde el pimiento de Villanueva de los Infantes espera con paciencia ese lugar que le corresponde como uno de los mejores productos de la tierra. Donde el pisto manchego espera desde siempre a ser considerado por el mundo entero como uno de los platos más saludables y deliciosos de la gastronomía manchega.

La alegría de la huerta. RecuerdosLa alegría de la huerta. Recuerdos


Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano

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Y amaneció en La Mancha

… Y amaneció en el Campo de Montiel cuando pasaba Don Miguel de Cervantes Saavedra.

Iba el hidalgo discurriendo a solas
por los campos manchegos… Lleva a cuestas,
con la herida gloriosa de su brazo,
la pesadumbre de sus muchas penas.
Navengante de un piélago infinito,
el agua se hizo espuma en sus cuadernas;
y de tanto domar las singladuras,
el robusto timón se le cuartea.
Pero aún desata el aquilón sus iras
en el lino cardado de sus velas;
y aún la brújula azul del pensamiento
como una audacia juvenil le tienta…
Tiene el alma de niño, para el sueño,
por el rocío del dolor, abierta,
y fulge en su interior la llama viva
de la divina claridad que crea…

Le aguijaron los años; mas su espíritu
tiene las alas, para el vuelo, tensas,
y busca en los caminos de La Mancha
un retazo de azul en que tenderlas.
Se perdió, como un átomo de lumbre,
en la anchurosa infinitud de tierras;
y vio que el agua las llamaba a gritos,
y que el alma de España estaba en ellas,
y que un latido de honradez sin mácula
con la paz y el silencio se entremezclan…
El buscaba el secreto de la raza,
los tuétanos del pueblo, la manera
de hacer que, al fuego de su ingenio, fuesen
la pluma, arado; y el idioma, reja…

Y se quedó, de pronto, ensimismado,
Junto al portón borroso de una venta…

El alma de La Mancha le envolvía
con su caricia de cristal y seda.
El cielo le colmó de claridades;
y se vertió su sencillez serena
como un lampo de luz… Todo aparece,
delante de sus ojos, con la fuerza
del alba… Le besó en la frente un ángel,
¡y el corazón se le llenó de estrellas!…
Recorriendo La Mancha, el buen hidalgo
ya sueña en alta voz. Mas no se arrea
con la cimera pluma en el birrete;
ni el descalzado guante está en su diestra;
ni tiene fina espada de Toledo,
ni borceguí bordado… Sólo lleva
todo un mundo prendido de sus ojos;
y dentro de su espíritu, una hoguera…
¿Qué embrujo le ganó tan sin medida?
¿Qué camino recuero, qué vereda
vieron su caminar, enardecido
por la fiebre divina de la Idea?
¿Qué suavidad del campo le contagia?
¿Qué secretos La Mancha le desvela?
¿Qué atracción le retiene el pensamiento
y de la ancha luz el corazón le llena?

Por estos campos de Montiel cabalga
Don Miguel de Cervantes Saavedra…
Lo mejor de La Mancha, embebecido,
como una flor, en su ilusión se queda;
el recodo ignorado de un sendero,
la paz oscura de un mesón cualquiera,
una torre, las aspas de un molino,
frondas y luces de Sierra Morena,
vuelos de colibrí, versos al aire
del carcaj de un sotillo en la ladera….
En una encrucijada de silencios,
aire sin estrenar que en él se estrena;
y un coloquio labriego y unas preces,
y un madrigal enjaretado a medias;
y prendida en la luz resbaladiza
de un reverbero de la tarde quieta,
tras la brumosa cerrazón distante,
tentación de aventuras y de leguas…

Y así nació, como en abril la rosa,
regalo de los cielos, la epopeya…
Y así, Quijada, el Ingenioso Hidalgo,
de lanza en astillero, adarga vieja,
flaco rocín y galgo corredor,
de vida clara y de prosapia añeja,
comienza a padecer sus aventuras,
de la mano nerviosa del poeta…
El, la ilusión; y Sancho, prosa viva;
él, para el sueño; y Sancho, a ras de tierra;
para Quijada, el pensamiento noble;
y para su escudero, las miserias;
Sancho Panza, en la alforja y en las hambres;
Don Quijote, en la fe y en la quimera;
el uno sorna, y ambición y cálculo;
y el otro, honor, desprendimiento y fuerza;
Los campos de Montiel vieron a entrambos
tejer ensueños y ajustar sus cuentas,
curar los daños de las aventuras,
buscar castillos donde sólo hay ventas;
con arrieros, pastores y yangüeses,
convertir las locuras en peleas,
y alborotar el polvo del camino
con el fragor de la aventura nueva…

Entre vuelos de garzas y alcotanes
la luz se esponja y la ilusión aumenta;
molinos los espantan; galeotes
puestos en libertad, los apedrean;
el yelmo de Mambrino cobra formas
de celada de honor; ¡y la leyenda
va a entonar su canción de eternidades
sobre los campos de las eras;
Duerme El Toboso su ilusión de luna,
todo de plata, y en la noche ciega,
Montesinos aguarda en el misterio
de sus palacios y de sus quimeras,
con un chisporroteo de cristales
en las dormidas aguas de Ruidera.
Rasga el cielo un clamor. La amanecida
se colma de horizontes y de nieblas,
y los ojos ardientes escudriñan
cada ocasión que a la aventura lleva…
Hidalgo y escudero, por La Mancha,
van buscando gigantes que no encuentran;
quebrantos y dolor su paso acotan;
olvidos y altivez sus triunfos celan…

La Mancha se hizo Historia desde el día en que, con sólo andarla y comprenderla, la convirtió en romance con su ingenio Don Miguel de Cervantes Saavedra.
Amaneció en Montiel, y Don Quijote tomó su lanza y se perdió en la senda…

«Don Quijote de La Mancha, de quien hay opinión, por todos los habitantes del distrito del Campo de Montiel que fue el más casto enamorado y el más valiente caballero que de muchos años a esta parte se vio en aquellos contornos». Texto extraído del Prólogo de «El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha».

Atardecer en el Campo de Montiel. Autora, Elvira Uzábal

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Fotografía de portada: La Mancha, landscape summer. Autor, Pedro García

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San Carlos del Valle o la joya Barroca de La Mancha

San Carlos del Valle

Hablar de San Carlos del Valle es hablar del “pueblo de la plaza”, pues es bien cierto que el perímetro que ésta delimita contiene todo el atractivo y el interés histórico del lugar. No existen adjetivos suficientes para calificarla, pero para hacernos una idea podemos decir que junto al conjunto histórico de Almagro y el de Villanueva de los Infantes (ambas localidades de mayor extensión e importancia económica que San Carlos del Valle), se forma la inigualable trilogía manchega. No es posible conocer las maravillas que nos ofrece la tierra de Don Quijote hasta que no se ha visitado la Plaza Mayor de San Carlos del Valle.

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Iglesia del Cristo. Autor, Emiliovet

Este pequeño pueblo fue edificado con un plano totalmente regular durante la época del monarca Carlos III, para algunos uno de los mejores reyes que han regido nuestro país, quien, emulando a la ilustración francesa, promulgó el Plan de Colonización mediante el cual la urbanística moderna había de llegar a cualquier localidad, tanto grande como pequeña, tanto rica, como pobre. Gracias al superintendente del rey en la época, Pablo Olavide, este plan se aplicó a San Carlos del Valle, convirtiéndolo en el máximo exponente manchego del urbanismo dieciochesco.
La desproporción entre la enorme y ornamentada plaza y el resto de la localidad levantada en torno a ésta, se debe a que la plaza fue construida como atrio para la maravillosa iglesia del Cristo, situada sobre el Santuario de Santa Elena, donde según la tradición, apareció en un pajar la milagrosa figura de un Cristo que se cree fue abandonada allí por un extraño peregrino. Es por esta razón por la que tan interesante y bellísimo lugar se conoce también con el nombre de “El Cristo”.

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La plaza, de forma prácticamente rectangular, está compuesta por unos soportales realizados con simples columnas toscanas que además de proporcionar al lugar una sobria belleza contrastan con la ornamentada fachada de la iglesia del Cristo, considerada como una auténtica joya artística de la villa y de toda Castilla – La Mancha.
La portada de la iglesia, tesoro de inmenso esplendor, posee entre dos columnas salomónicas típicas del estilo barroco final en que fue construida (entre 1713 y 1729), un trabajado relieve en el que se representa a Cristo y el milagro de los ladrones. El hecho de que se conserve en tan buen estado se debe a las acertadas reparaciones de las que ha sido objeto a lo largo de su historia.

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El interior no es de menor magnificencia que la parte externa. Lo más característico es su planta de cruz griega y su inmensa bóveda de cañón sostenida por medio de pilastras toscanas. La bóveda sale al exterior por una majestuosa cúpula flanqueada por cuatro torres en las que aparecen cuatro pintorescas figuras.
Tampoco hay que restar importancia a los elementos de la decoración como las estupendas celosías o los pequeños balconcillos que forman las tribunas.

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En otro de los lados de la plaza se encuentra el Ayuntamiento de San Carlos del Valle, enfrente de una encantadora casa particular cuyo patio columnado es una delicia.
Así pues, San Carlos del Valle está considerado como uno de los lugares paradigmáticos de estas tierras manchegas. Es un pueblo pequeño y recoleto, pero la belleza del trazado de su magnífica plaza, su perfecto alzado y su pureza de líneas, unida a las calles adyacentes, de trazo regular y gran sencillez y dinamismo, crean un conjunto valioso tanto por su importancia histórica y arquitectónica como por el lujo visual que constituye su contemplación.
Bien merece la pena una escapada para conocerlo.

“Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero parasismo,
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es tu abismo:
mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo.”
Poema al Amor. Francisco de Quevedo y Villegas


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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Curiosidades sobre el toro bravo

Para los muy aficionados al llamado turismo taurino y para los que gustan de descubrir y aprender algo nuevo cada día, he aquí una serie de historias y curiosidades entorno a este noble animal


El toro desde su origen ha pasado por no pocas peripecias, que le han llevado a situaciones extremas, desde casi desaparecer totalmente como toro bravo, a adquirir, según algunos autores, más personalidad con su conversión a toro de lidia.

1.  El toro bravo español, es hijo del BOS TAURUS que a su vez desciende del URO salvaje y de razas semejantes, existentes en los bosques lituanos hasta 1.620.
Existe la creencia de que Hércules vino al Sur de Iberia a robarle vacas y toros a Gerión y podemos considerar este hecho como punto de partida en la cultura española, de una impronta causada por el toro bravo que origina ritos y leyendas, determinantes de una inspiración de veneración religiosa.
Si echamos una mirada a esculturas y pinturas de tema taurino, en la etapa comprendida entre el Paleolítico y la época romana, no hay más remedio que admitir el culto que la población ibérica dispensó al toro.
Los toros de Guisando, Écija, Alicante, Osuna y el de Salamanca, conocido a través de El Lazarillo de Tormes, demuestran que desde siempre el toro, se encuentra ligado a la tierra, donde los íberos valoraron sobre todo, su poder genético.

2. En el Sur de Iberia, en lo que hoy es la provincia de Cádiz, de muy antiguo, existía una ganadería de reses que causaban admiración por su presencia e incluso fueron foco de inspiración de muchos poetas. Esta leyenda perdura en el tiempo y se localiza en el siglo VII, conservándose un dibujo referido a la misma, descubierto en la provincia de Valencia. Se han encontrado otros escritos que hacen referencia a los toros que pastan en tierras gaditanas, con referencia especial a los pastos, de los que llama la atención sobre el hecho, de que siendo generalmente secos, engordan fácilmente al animal.

3. El naturalista Jerónimo de la Huerta escribe en 1593: “Hay en España toros muy diferentes en la generosidad de ánimo, color, talla y porción del cuerpo. Los más feroces y bravos son los que se crían en las riberas del Jarama y el Tajo, y así al muy bravo le suelen llamar jarameño. Son éstos en su mayor parte negros o de color bermejo; los cuernos, cortos y delgados, producen crueles heridas y tienen fuerza para levantar cualquier cosa del suelo; los lomos fuertes, los pies ligeros, tanto que alcanzan a la carrera a un ligero caballo”.
La bravura del toro español constituye, por tanto, una característica esencial del ganado vacuno ibérico. Sin embargo, hasta el siglo XVIII no se crean ganaderías especialmente organizadas para la producción del toro de lidia.

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Toros de Guisando

4. Y llegamos al momento en el cual, el toro, que fue objeto de una distracción cinegética, dejó de serlo así, para convertirse en el objeto festivo del hombre y, con esto, nació la lidia del toro bravo. En un principio, el hombre tuvo la necesidad de entrar en contacto con el toro, con el fin de procurarse un alimento, y esto, le obligó a utilizar engaños, trucos y habilidades, que posteriormente, utilizó para crear así un medio de disfrute, alcanzando el carácter festivo, que hoy tiene.
Hay, por supuesto, una diferencia que hemos de resaltar aquí. Mientras que en la caza, el animal acosado y muerto, tenía el aprovechamiento del mismo, en el toreo, una vez muerto el toro, el torero manifiesta su regocijo ante el toro abatido por su espada, y se vuelve hacia el público para recibir el beneplácito del mismo, desentendiéndose del toro que es arrastrado y quitado de la presencia del torero.

5. El toro bravo, tanto en la antigüedad como en el momento actual, es un animal que no necesita atacar a nadie para comer, lo que no quita el que se defienda cuando es atacado. Precisamente por su esbeltez y presencia con abundantes carnes, es seleccionado por otros animales carnívoros, lo que determina en el toro bravo, estar dotado de una gran reacción defensiva, recelando de lo que le extraña y asustándose ante sensaciones que no le son familiares. En definitiva, el toro en el campo no ataca, pero espera la posibilidad de ser atacado y cuando esto sucede, le falta capacidad de medir la superioridad que pueda presentar su atacante, lo que le lleva a arremeter ciegamente.

6. Otra característica del toro bravo es la de vivir en camada, es decir, tiene un gran instinto social, y esto en el fondo, viene a representar cierta timidez, pues, implícitamente, acepta la defensa en masa. Los toros bravos luchan solamente entre ellos para dilucidar la supremacía del macho, y una vez conseguido esto, el vencido huye del rebaño, y son estos toros sueltos los que acarrean un verdadero peligro.

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En plena lucha

7. ¿Los toros cargan contra el color rojo? Es uno de esos mitos tan extendidos en la cultura popular. No. A los toros no les enfurece ver el color rojo, no embisten contra algo que vean de ese color. Y a las vacas tampoco, no vamos a preocuparnos si vamos con el jersey rojo por el campo y nos encontramos con una vaca.
La pregunta pertinente sería: ¿los toros ven el color rojo?. Ven un color, que no es exactamente el mismo rojo que vemos los humanos no daltónicos. Los toros, como muchos otros animales, son dicrómicos. Es decir, tienen capacidad de descomponer el espectro luminoso en dos componentes esenciales, y según la cantidad de cada uno son capaces de diferenciar los diferentes colores. Hasta un límite. Otros animales (como los humanos) son tricrómicos (tres colores esenciales), por lo que tienen mejor capacidad de discriminación cromática. Ven más tonos de color; lo que para un dicrómico (como un toro) podría ser un mismo color, nosotros los diferenciamos como separados. Incluso colores tan diferentes como un rojo y un verde, un toro podría verlos igual. Pero eso no es lo mismo que ver en blanco y negro, o tener ceguera para los colores. Y antes de que nos sintamos muy contentos con nuestra “excelente” visión de los colores, no está de más puntualizar que hay animales tetracrómicos, que van más allá de nuestras limitaciones y ven colores más allá de lo que nosotros diferenciamos.

8. Entonces, ¿contra qué cargan?. Cargan o embisten contra otros animales u objetos que se estén moviendo. ¿Y por qué?. La respuesta tiene que ver con el comportamiento instintivo del toro, en función de su raza (la selección genética del toro de lidia por ejemplo) y de las condiciones previas (se fuerzan las condiciones para que el toro esté agresivo). Por ejemplo, el toro hace un cálculo de lo cerca que estamos de él. Si estamos lo suficientemente lejos, no llamaremos su atención aunque hagamos movimientos bruscos. Y no porque no nos vea, sino porque la distancia es suficiente para que no le parezcamos una amenaza. Estando más cerca, el toro no se para a diferenciar nuestra forma, o cómo es exactamente ese movimiento. Percibe un movimiento brusco, y toma una decisión. Para muchos animales, eso significa huir. Para el toro dotado de elementos defensivos, puede suponer atacar.

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Mirando hacia el futuro


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©


Fuentes de información:
– Los toros, T. I. Cossío, J. M.
– Ocularis.es. Dr. Rubén Pascual.
– Psicología de los animales. Filloux, J. C.
– La bravura en el toro de lidia. Aparicio Sánchez, G.

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Sierra Morena. Último refugio natural de Europa

sierra morena

Desde la vertiente atlántica hasta las sierras más cercanas al Mediterráneo, el Sur de España, como un vergel hispano-árabe crece abrigado de los fríos vientos norteños, al cobijo y la intimidad de las poderosas murallas de Sierra Morena.
La abundante cobertura vegetal, alimentada por innumerables cursos de agua multiplica las posibilidades de vida en infinidad de especies animales. Algunas únicas en el mundo como el lince ibérico, el águila imperial ibérica y el lobo ibérico.
Nueve espacios protegidos articulan el territorio dividido en seis con la figura de Parque Natural y tres con la de Paraje Natural. Donde es posible apreciar y disfrutar como en escasos lugares de Europa la plenitud del bosque mediterráneo. No en vano es junto con Doñana el mejor sitio para la observación del lince. Habiendo desarrollado toda una industria turística en torno al ocio en el medio natural, desde excursiones, senderismo, deportes de aventura, safaris fotográficos y observaciones científicas; que compensan de modo sostenible la transformación de la tradicional economía de subsistencia relacionada con los antiguos oficios serranos, a usos modernos que conservan el medio y potencian sus valores.

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Paisaje en Sierra Morena. Autor, SBA73

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Lince ibérico. Autor, Alejandro García

Esta tierra vieja y agreste, que en tiempos lejanos y desconocidos por los homínidos constituía la primera orilla de mar de la parte meridional de la península, cuando todavía ni La Baetica ni Al-Andalus habían emergido de los fondos marinos, ni el Guadalquivir la había construido palmo a palmo su valle aluvial con depósitos sedimentarios desde las cumbres de Cazorla hasta la bahía de Cádiz. Tampoco los dinosaurios tuvieron ocasión de conocerla, pues desaparecieron antes de la formación geológica del territorio que hoy conocemos por Andalucía. Tan sólo un testimonio de icnitas que recuerda otro mundo y otro tiempo. Otros paisajes en otra dimensión que contenían la vida más salvaje que jamás conocieron estas latitudes.
Quizá las huellas de dinosaurio de Santiesteban del Puerto en El Condado de Jaén, en las estribaciones de Sierra Morena, sean el testimonio natural y cultural más patente de lo efímera que es la vida y lo relativo que es el tiempo. Permaneciendo petrificadas desde edades remotas, antes de la existencia del ser humano, hasta convertirse precisamente, por la existencia del mismo, en un factor cultural y natural que confiere valor al territorio y a la propia historia de la humanidad. Constituyendo un valor excepcional desde puntos de vista científicos y turísticos.

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Paisaje agreste. Autor, Tuscasasrurales

Si logramos llegar a tiempo y encontramos la fórmula que equilibre la riqueza natural y cultural de la serranía más culta y universal de España, precisamente por haber servido de retiro meditativo a Don Quijote, y contener el mejor reducto de bosque mediterráneo ibérico; puede que las generaciones venideras dispongan de la oportunidad de crear nuevos recursos turísticos especializados en la observación del rey clandestino de la fauna ibérica. El mítico, legendario y noble cánido que ha dado a la humanidad, nada más y nada menos que al mejor amigo del hombre, de donde derivan todas las razas de perro que tanta compañía, fidelidad y protección regalan a los demasiadas veces, ingratos humanos.
Todavía hoy, puede uno sobrecogerse escuchando el aullido del lobo en las noches de luna, los amaneceres y atardeceres de los paisajes más agrestes del viejo continente, oyendo desde las peñas prominentes de las laderas de los frondosos valles, el tantas veces temido aullido del lobo. Tan mal vendido y tan mal cuidado por esa serie de intereses mezquinos que tratan de bandido al noble y ennoblecen al perverso.

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Manada de lobos ibéricos. Autor, Juan José González Vega

El mundo actual bien puede permitirse la designación de Parque Nacional de Sierra Morena, anteponiendo sus valores naturales ante otra serie de intereses que merman y degradan su irrepetible conjunto de recursos, frente a otro tipo de actividades que lentamente restan contenido a su delicado equilibrio.
Por supuesto que al fin y al cabo el mensaje de este artículo pretende hacer reflexionar acerca de si a todos nos compensa privarnos para siempre de espacios que inciden muy directamente en el bienestar general de la sociedad o abandonarlos a la suerte de ser gestionados por planteamientos que ante todo priman el rendimiento económico inmediato por medio de usos que proporcionan mucha riqueza a unos pocos, a costa de empobrecer lo que bien puede rentabilizarse para todos.
A todos nos corresponde implicarnos y participar del conjunto de la sociedad para informarnos, formarnos y atender a criterios de sostenibilidad a largo plazo que además de no afectar a los intereses y derechos privados y de particulares, también favorezcan la distribución de la riqueza al mayor número de personas con los parámetros de calidad deseables en una sociedad civilizada y moderna.
Dar una opinión concreta acerca de si es positivo o negativo que nos privemos de la existencia de especies como el lobo en ambientes tan poco habitados como Sierra Morena, que además componen uno de los más importantes enclaves naturales de Europa, me parece innecesaria, ya que la lógica y el sentido común hablan por sí mismos.
Poseemos suficientes medios para evitarlo sin que ello signifique perjuicios para nadie, y a la vez sirva de revulsivo económico para la zona de forma sostenida en el tiempo y sostenible con el medio. Sin que afecte a actividades paralelas como la caza o la ganadería. No veo hasta qué punto el ser humano posee más derecho que otros seres vivos a multiplicarse de forma ilimitada, limitando los recursos de todos.
En cualquier caso, como bien dice la cita: “Nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. Según los científicos el tiempo medio de vida de una especie en la Tierra es de un millón de años. Dentro de los cuales por supuesto habremos hecho que desaparezcan infinidad de ellas, entre otras, los humanos.

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Atardecer. Autora, Raquel Pérez

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Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano
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Fotografía de portada de Jose Luis Anta

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Toledo, una degustación de gastronomía y cultura

Toledo, una degustación de gastronomía y cultura

La imperial Toledo, cuyo origen aparece envuelto en la leyenda, es la joya monumental y más entrañable reliquia artística cultural de toda Castilla – La Mancha.
Desde la plaza de Zocodover, de pintoresco atractivo, bajo cuyo cielo revolotean cien palomas al paso de paisanos y turistas, hasta las ruinas de la antigua judería, toda una vieja ciudad medieval acoge el conjunto monumental toledano.
En sintonía con tanta maravilla, Toledo y sus pueblos han sabido cuidar celosamente su riqueza culinaria impregnada de sabores legados por las culturas hispano-romanas, cristiana, judía y musulmana, que encuentran feliz complemento en los recios vinos toledanos nacidos de unas viñas que se enseñorean entre los campos de labor y las dehesas.

La comarca de los montes alberga su gran reserva cinegética y entre otros platos típicos, su cocina tiene el gran mérito de preparar las piezas de caza como en ninguna otra parte. La especialidad la tienen en la perdiz estofada, las codornices y en la preparación de la carne de ciervo, aderezada con el aromático laurel y el oloroso tomillo.
Por todo su territorio y en común con las otras provincias manchegas, la tortilla, la sopa de ajo, el cordero, las judías con liebre y el queso, pero es el mazapán quien le da nombradía y fama, mereciendo el honor de tener su propio museo en la localidad toledana de Sonseca.

He aquí la vieja Venta de la que tu estómago saldrá fortalecido y en la que, tal vez, hallaron refugio y sustento un Hidalgo manchego y el bueno de Sancho, su escudero, quien, a no dudarlo, daría cumplida cuenta de más de un plato cocinado con las piezas abatidas por pícaros o desocupados, hombres de zurrón, escopeta y perro, dedicados al alegre ejercicio de la caza.

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Catedral de Toledo, transparente. Autor, Ignacio Pomar Gomá

Reflexiones cinegéticas

Hoy, como ayer, Toledo tiene en muchos de sus platos como elemento común, la caza menor. Un capítulo gastronómico que le da carácter de cocina recia, sabrosa, campestre y pastoril, adaptada en cada lugar a sus tradiciones y costumbres, con resultados y gustos diferentes y hasta sorpresivos, en cada olla, en cada lugar…
Es pues, sin duda, nuestra perdiz roja la reina de las especies de caza menor, a la que le siguen la codorniz, el conejo, la liebre, amén de otras de pelo y pluma menos codiciadas.
Para saciar el apetito, vamos tras esas perdices y algunas otras liebres y conejos que después se sustancian en la mesa.

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Por la calle Ángel, Toledo. Autor, José Luis Rodriguez Holgado

Deliciosas recetas con sus pertinentes consejos

PERDICES A LA TOLEDANA
Para evitarse ese trance que tiene un par de narices, voy a poner a tu alcance cómo guisar las perdices.
Plumas, pelo y perdigones no deben dejar señales; no sólo son las perdices, palomas y gorriones, palominos y pichones, las liebres y codornices, conejos y gazapillos, y otros muchos animales que ni cito ni comento, irán a los comensales de pluma y de pelo exentos.
Aplícate, pues, el cuento, porque estos conocimientos son del todo elementales.
Cuando estén limpias, se embridan con un delgado bramante, se sazonan al instante con sal, por fuera y por dentro, y es oportuno momento para dejarlas echadas en sartén con buen aceite hasta ponerlas doradas.
Después, sácalas, ponlas aparte en cacerola o en olla y en el aceite que usaste pon cortada una cebolla – mejor que gruesa, delgada -, unos ajos aplastados, unos granos de pimienta, teniendo además en cuenta que de orégano y tomillo deben ir acompañadas las otras cosas citadas hasta quedar la cebolla debidamente dorada.
El todo, vierte al momento, sobre las tiernas perdices, agregando al condimento – según la receta dice y tú has de fijar en mente -, vino blanco, buen vinagre y agua clara de la fuente y con lentitud cociendo se pondrán tiernas y a punto, para luego irlas comiendo.
Cuando las sirvas, entiendo que debes desembridarlas pues no es de buen gusto darlas para irlas consumiendo con cuerdas, hechas un fardo, pues si hay algún comensal indiscreto y charlatán, te dirigirá algún dardo envuelto en su verborrea que hiere, duele y marea, queriendo inquirir razones del por qué su perdigón fuese con cuerdas fajado para ser escabechado, sin mediar explicación. De alas y patas atado, tras matarlo la escopeta, no explica tu decisión; te dirá, asistido de razón, que el método utilizado mucho más está indicado para un palomo ladrón.

JUDIAS CON LIEBRE
Las judías, según costumbre, cocerás en buena lumbre y sin cometer destrozos partirás la liebre en trozos que pondrás en una olla con buen aceite dorado y, finamente picadas, unas jugosas cebollas y atados en manojillo, perejil, laurel, tomillo rociando el todo con vino quedando el guiso ultimado con sal, que echarás con tino, una pequeña guindilla unos ajos troceados, vinagre – tres cucharillas – y luego, un buen añadido del caldo de las judías que a fuego lento han cocido.
Taparás luego la olla de la siguiente manera: poniendo un papel de estraza entre olla y tapadera y en ebullición muy lenta ponla al fuego y ten en cuenta que veinte minutos antes de que la liebre está a punto has de agregar las judías para ultimar el conjunto.
Luego, coge de pan un pedazo y antes que una aguja enhebres – tengas o no tengas tino,- podrás darte el gran gustazo de comer judías con liebre regadas con un buen vino.
La especialidad del plato la tiene un manchego nato con coto en Almuradiel.
Erase un cabo furriel, cojo por salto de valla que a su profesión es fiel y entre pucheros batalla.

MAZAPAN
De antiguo tres siglos dan los doctos historiadores, que el manchego mazapán a la mesa, presta honores.
Almendra, azúcar y miel en los hornos artesanos de los pueblos toledanos se funden para ofrecer a quien sea, o no, goloso, saborear con placer tras un condumio copioso con el que ahuyentar el hambre un manjar que sabe a gloria, que tildan de oscura historia y discutida raigambre, pues si hoy dicen que es semita se afirma, otro cualquier día, que es árabe o es judía, pero me apuesto una mano que cortareis, de dedo a dedo, a que es de La Mancha, hermano, el mazapán de Toledo.
Moldeado en figuritas, comerlo es mi gran placer por Reyes y Navidad, en fiestas tradicionales y siempre, de vez en vez, en las tardes invernales, al tiempo que veo caer – como divino maná -, lluvia por los ventanales, en tanto, que junto al fuego, que atizo con viejos leños, leo, como, duermo y sueño que el mundo es un mazapán del que soy único dueño.

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Mazapán. Autor, Tamorlan

Si queréis conocer Toledo en todo su esplendor, os propongo vivir esta experiencia: Toledo. Tour monumental de las Tres Culturas


Un artículo de Antonio Bellón Márquez


Bibliografía y fuentes de información:
– Diccionario General de Cocina. Muro, Ángel.
– Historia de la Gastronomía Española. Martínez Llopis, Manuel.
– Efemérides cervantinas. Cotarelo y Mori, Emilio. Revista de Archivos, 1905.
– Estudios cervantinos. Rodríguez Marín, Francisco. Atlas, 1952.


Fotografía de portada: Panorámica de Toledo. Autor, Diliff