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Un paseo por Uclés, el Escorial de La Mancha

Monasterio de Uclés

Esta villa de la Mancha Alta ha sido desde hace siglos la capital de la otrora poderosa Orden militar de Santiago


No existen mejores testigos de la historia de Uclés que sus obras monumentales más significativas, el castillo y el monasterio. En ellos se funde una legendaria tradición medieval en la que se conjugan la biblia y la espada, que a sangre y fuego han marcado el destino de los hombres. Los recuerdos de la villa se pierden en un pasado remoto que se asoma a nosotros con la nostalgia del poderío perdido.

Monasterio de UclésMonasterio de Uclés

La ladera del cerro sobre el que se encuentra Uclés ya era utilizada como asentamiento por la población íbera anterior a la presencia en la península de los romanos. Fueron estos los primeros en conceder gran importancia al antiguo núcleo urbano incluyéndolo en el trazado de la calzada que llevaba hasta Segóbriga.

Con el tiempo se transformaría en ciudad visigoda que irremediablemente cumpliría su destino de formar parte del imperio musulmán a partir del siglo VIII. Los árabes la bautizaron con el nombre de Uklis y, al igual que con otras muchas ciudades conquistadas, apreciaron su valor estratégico como potente enclave militar frente al reconquistado reino de Toledo, arrebatado a Fath Ben Musa Ibn Zenun. Este caudillo bereber se refugió en la villa, hizo reforzar sus defensas y construyó el castillo, con mezquita y baños públicos. Sin duda había decidido crear un lugar estratégico de resistencia frente a la imposibilidad de recuperar nuevamente sus territorios.

A pesar de ello, Alfonso VI conquistó la ciudad en el año 1085 para mantener en ella la presencia de las tropas cristianas durante veintitrés años, periodo en el que se intenta una forzada integración de la población mudéjar en las costumbres de los castellanos. En 1108 vuelve a caer en manos de los almorávides tras la cruenta batalla de Uclés, que reúne todos los requisitos de la épica del momento. Las tropas musulmanas habían traspasado a frontera del Tajo y asediaban Uclés.

El rey, ya muy enfermo, envió al lugar un fuerte contingente de tropas para evitar una contraofensiva almorávide y situó al frente de sus huestes a su hijo Sancho, que no había cumplido aún los diez años, custodiado y protegido por el conde de Nájera. El resultado del encuentro fue una terrible derrota castellana en la que el bando enemigo rodeó al infante dándole muerte junto a los siete condes que le acompañaban.

Cruz de la Orden de Santiago en UclésCruz de la Orden de Santiago en Uclés

Rincón de UclésRincón de Uclés


A la Orden de Santiago pertenecieron ilustres artistas como Diego Velázquez o Francisco de Quevedo


La fortaleza no dejaría de ser musulmana hasta el año 1157, tras la firma de un pacto entre el rey Alfonso Vlll y el rey Lobo. Tan solo diecisiete años más tarde sería cedida a la Orden de Santiago, con lo que iniciaría su etapa de mayor esplendor y prosperidad. Allí fijaron residencia los más altos representantes de la orden, siendo esta la encargada de realizar la repoblación de la comarca. Este cúmulo de circunstancias, unidas a la estratégica posición que continuaba manteniendo, provocaron que Uclés se transformase en una gran ciudad fortificada presta para la batalla, pero poseedora de todo lo necesario para atender la presencia de los maestres.

Se trató de un periodo que se prolongó hasta el siglo XIV en el que la comunidad judía mantuvo una presencia importante. La decadencia de la villa fue paralela al distanciamiento progresivo de la frontera conforme se conquistaban nuevos territorios. La Orden de Santiago también trasladaba sus centros de poder siguiendo la misma línea divisoria. En 1493 esta orden militar pasó a depender de la corona, ocupada por los Reyes Católicos, y con ella la localidad. La política de restricción y sometimiento de los maestrazgos y señoríos practicada por Isabel y Fernando dictó su definitivo ocaso.

Ya en el año 1809, fiel a su tradición guerrera, la ciudad fue protagonista de la batalla librada entre las tropas españolas capitaneadas por Venegas y Serra, y las napoleónicas bajo el mando del mariscal Víctor, en la que se registró una importante victoria francesa.

El Escorial de La ManchaEl Escorial de La Mancha

Claustro del Monasterio de UclésClaustro del Monasterio de Uclés

Fachada del Monasterio de UclésFachada del Monasterio de Uclés


Un impresionante monasterio que le otorga su sobrenombre y esconde entre sus muros una joya arquitectónica y artística sin parangón en la comarca


Uno de los testigos más importantes de la historia de Uclés es “El Escorial de La Mancha”, sobrenombre popular con el que se ha bautizado al monasterio, construido entre los siglos XVI y XVIII sobre una antigua iglesia gótica. Es de planta cuadrada y el espacio central está ocupado por un patio y un claustro formado por dos cuerpos. Hacia el exterior muestra una de las obras de mayor tamaño del plateresco español, la fachada del muro este, que se divisa desde la villa.

Las portadas norte y oeste están formadas por arcos de medio punto sobre columnas, destacando en la segunda el medallón de Santiago y las torres gemelas que la flanquean. La portada principal es del año 1735, atribuida a Pedro de Ribera. Toda ella es churrigueresca rematada por un busto del apóstol con espada y estandarte.

El claustro, del siglo XVII, se compone de dos alturas con treinta y seis arcadas. Es obra de Francisco de Mora, discípulo de Herrera, el arquitecto de El Escorial, y en él se puede apreciar una escalera barroca de cuarenta y cuatro escalones realizados cada uno de ellos de una sola pieza de piedra caliza.

La planta de la iglesia es de cruz latina con una nave, y sobre el crucero se eleva una cúpula de media naranja que en su parte exterior está rematada por un chapitel.

La sacristía fue terminada durante el año 1537 y la sala capitular, de gran interés, contiene un busto del emperador Carlos I y también de los treinta y seis maestres de la Orden de Santiago.

En el refectorio se conserva enteramente un artesonado tallado en madera de pino melis, compuesto por 36 casetones, entre los que destacan el del rey Carlos V y el de una calavera coronada que pudiera ser la de Don Álvaro de Luna.

Artesonado del refectorio en el interior del Monasterio de Uclés Artesonado del refectorio en el interior del Monasterio de Uclés

Puerta principal del Monasterio de Uclés en la fachada surPuerta principal del Monasterio de Uclés en la fachada sur

Interior de la iglesia del Monasterio de UclésInterior de la iglesia del Monasterio de Uclés

En el año 1530 trabajaba en el monasterio el gran maestro Andrés de Vandelvira (yerno de Francisco de Luna) que con el correr del tiempo sería conocido por sus impresionantes trabajos en la Plaza Mayor de su localidad natal, Alcaraz, en la Catedral de Jaén, en la Sacra Capilla del Salvador de Úbeda, Catedral de Baeza y un largo etc.

Las piedras utilizadas en esta fase se trajeron de la cercana ciudad romana de Segóbriga por lo que no es extraño ver algunas de las mismas con inscripciones romanas que han sido reutilizadas en esta parte del edificio, concretamente dos lapidas en el exterior del lado este de la fachada, una de ellas junto a la ventana central del refectorio puede leerse «Iulius Celtiber«.

A destacar que en la iglesia de este monasterio estuvieron enterrados el maestre de la Orden don Rodrigo Manrique y su hijo Jorge Manrique (1440-1479), señor de Villamanrique (Ciudad Real), conocido por haber escrito Coplas por la muerte de su padre. En la construcción de la actual iglesia las tumbas fueron removidas y al día de hoy se desconoce tanto el lugar del enterramiento como el destino de los restos mortales de ambos personajes.

Claustro superior del Monasterio de UclésClaustro superior del Monasterio de Uclés


Os recomendamos completar la visita con el cercano e importante yacimiento de la ciudad romana de Segóbriga, el Parque Natural de la Laguna del Hito y la monumental Huete


En cuanto al castillo de Albarllana, la otra obra monumental de Uclés, guarda la estructura originaria del siglo XI. La parte más importante que se conserva son las dos torres unidas entre sí por un arco. Son las torres del homenaje y de la plata. El centro de esta fortaleza debió de ser el terreno ocupado actualmente por el monasterio.

Por cierto, en el Monasterio de Uclés se han rodado diversas películas, entre ellas podemos citar “Los tres mosqueteros” de Richard Lester, “El puente de San Luis Rey” de Mary McGuckian y “El capitán Alatriste” de Agustín Díaz.


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Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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8 Rutas de naturaleza y cultura por el Campo de Montiel

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Ciudad Real nos ofrece un gran número de opciones para disfrutar de la naturaleza con todos los miembros de la familia mientras hacemos ejercicio. La comarca del Campo de Montiel concentra en su territorio diferentes alternativas que se ajustan a la perfección a los diferentes perfiles, capacidades o gustos de cada persona. Rutas de senderismo que nos llevarán a descubrir escondidos rincones, a recorrer frondosos y coloridos campos o a pisar grandes sierras. Rutas para interpretar el paisaje, la cultura, la historia, la arquitectura rural, las costumbres, la gastronomía… Una auténtica experiencia natural y cultural.
Aquí tenéis los itinerarios más interesantes e importantes que os ofrecemos y organizamos a través del proyecto “Senderos del Campo de Montiel”. ¡Qué disfrutéis!

1. De Villanueva de los Infantes a Fuenllana


Distancia:

15 km en total, ida y vuelta, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

Un itinerario con un importante patrimonio paisajístico y artístico pues discurre entre Villanueva de los Infantes, Conjunto Histórico-Artístico Nacional desde el año 1974, uno de los más bellos de nuestro país y centro histórico de la Comarca del Campo de Montiel, citada hasta cinco veces por D. Miguel de Cervantes en su obra más universal, y Fuenllana, villa rural manchega por excelencia de toda la provincia de Ciudad – Real, y un magnífico ejemplo de lo que debe ser un pueblo con estilo propio, integrado en su paisaje, su historia y su cultura. Todo un viaje al irrepetible Siglo de Oro español.
Iniciaremos nuestra ruta en la plaza de la Fuente vieja de Villanueva de los Infantes, y siguiendo dirección sureste, hasta abandonar la población, caminaremos por una inmensa llanura únicamente alterada por pequeñas elevaciones muy erosionadas, jalonadas con aulagas y retamas.
Una mirada al norte nos permitirá divisar las sierras de Alhambra y la del Cristo, y hacia el suroeste la Cabeza de Buey, que nos indican las estribaciones de Sierra Morena, al sur del Campo de Montiel.
Nuestro camino avanzará atravesando Las Cabezas de Fuenllana con una maravillosa vegetación autóctona, hasta cruzar el río Tortillo, desde donde divisaremos ya la población de Fuenllana.
Una interesante flora compuesta por lechetrezna, marrubio, tomillo, romero, chupamieles, heno, flor de papel y algunas encinas centenarias harán nuestras delicias hasta llegar a Fuenllana, donde visitaremos las ruinas de Santa Catalina, la plaza de Santo Tomás y el Convento de los Agustinos.
Tras un merecido descanso, iniciaremos el camino de vuelta a Villanueva de los Infantes, donde a la llegada realizaremos la imprescindible visita guiada para descubrir su enorme patrimonio histórico y artístico.

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2. De naturaleza por Villahermosa. En tierras del Alto Guadiana


Distancia:

18 km en total, ida y vuelta, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

La localidad de Villahermosa atesora un enclave paisajístico y ecológico de primer orden: el nacimiento del río Guadiana. Realizaremos una espectacular ruta de naturaleza por esta zona desconocida del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera.
Nuestra ruta comenzará en la laguna Blanca, la primera del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, un espectáculo para los sentidos, además de una curiosidad ecológica y geológica de primer orden tanto en España como en todo el ámbito europeo.
Caminaremos en dirección norte, disfrutando de un bello paisaje jalonado de sabinas y enebros de impresionante porte, hasta llegar a la laguna Conceja, de un intenso color azul turquesa, más propio de la idea que todos tenemos de lugares exóticos y tropicales.
A continuación, nuestro camino nos conducirá hasta la laguna Tomilla, donde descubriremos dos parajes muy singulares: el baño de las monjas y el baño de las Mulas, dique de donde se nutría el canal que abastecía a la central hidroeléctrica de Ruipérez.
Tras una pausa para el tentempié, iniciaremos el camino de vuelta en dirección sur a través de sendas y caminos tradicionales, entre el maravilloso bosque mediterráneo de encinas centenarias y retamas que sustituye a las sabinas y enebros de nuestra primera parte del recorrido.
En este trayecto de vuelta, visitaremos un antiguo molino hidráulico y la maltrecha central hidroeléctrica del Osero.
Proseguiremos nuestro camino hasta llegar al punto de partida donde daremos por finalizada la ruta senderista.

Opción: comida típica manchega en un cortijo de la zona. 

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3. Terrinches y las Hoces del Gongares


Distancia:

10 km en total, ida y vuelta, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

Descubriremos el municipio de Terrinches, con siglos de historia a sus espaldas, realizaremos una espectacular ruta de naturaleza por las Hoces del Gongares.
Desde la plaza de la localidad iniciaremos nuestra ruta (tramo urbano) para ver la ermita de San Antón y el castillo de Terrinches con visita guiada. A continuación, realizaremos la ruta de senderismo interpretativo caminando hacia el sur, contemplando unas bellas vistas de Sierra Morena y la Sierra del Relumbrar. Divisaremos el lugar donde confluyen las provincias de Albacete, Jaén y Ciudad Real.
Seguiremos nuestro camino rumbo al santuario medieval de Luciana, con restos arqueológicos romanos. Justo enfrente encontraremos la ermita del Santo Cristo.
Nuestra excursión nos llevará por fin al espectacular paraje de las Hoces de San Isidro, donde el arroyo del Sumidero y Gongares se unen y dibujan unas caprichosas hoces sobre elevaciones paleozoicas de pizarra. En el paraje se encuentra también la ermita de San Isidro y un área recreativa.
La vuelta la haremos por el camino del Gongares y descubriremos los restos de la Vía Augusta hasta llegar al Santuario de Luciana, con otra área recreativa. De nuevo en Terrinches daremos por finalizada la jornada.

Terrinches y las Hoces del Gongares castillo Orden Santiago

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4. Entre Templarios y el Castillo de Montizón


Distancia:

14 km en total, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

Descubriremos el municipio de Torre de Juan Abad, señorío de Don Francisco de Quevedo y con siglos de historia a sus espaldas, como comprobaremos en la visita a la ermita templaria de Nuestra Señora de la Vega del siglo XIII, realizaremos una espectacular ruta de naturaleza hasta llegar a la impresionante fortaleza del Castillo de Montizón, donde Jorge Manrique escribió sus famosas Coplas.
Iniciaremos nuestra ruta en la ermita templaria de Nuestra Señora de La Vega, a 4 Km de Torre de Juan Abad, para proseguir en dirección sur y paralelos al arroyo de la Vega, visitando las ruinas del molino de Frías.
Nuestro camino seguirá rumbo al Torreón de la Higuera desde el que disfrutaremos de unas preciosas vistas. A continuación, nuestra excursión nos llevará hacia el Castillo de Montizón, morada del poeta Jorge Manrique y construido junto al río Guadalén, que le sirve de foso natural.
Seguiremos caminando por un terreno paleozoico de cuarcitas y pizarras, donde se mezclan encinas centenarias con retamas y jaras, hasta llegar a un merendero perteneciente a la Ruta del Quijote.
Tras un merecido descanso, iniciaremos la marcha en dirección a Villamanrique a través del bello paraje de ‘La Calerilla’ y el arroyo de Cobastigas. Durante el trayecto avistaremos múltiples rapaces en un entorno pizarroso único.
Con la llegada a Villamanrique daremos por finalizada la ruta.

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5. Del Castillo de Montizón a Venta Nueva, la fonda de Don Quijote


Distancia:

16 km en total, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

Descubriremos las tierras de Villamanrique, jalonadas de castillos y torreones con siglos de historia a sus espaldas, realizaremos una espectacular ruta de naturaleza desde la impresionante fortaleza del Castillo de Montizón, donde Jorge Manrique escribió sus famosas Coplas, hasta llegar a Venta Nueva, fonda de Don Quijote por obra de la pluma de Cervantes.
Iniciaremos nuestra ruta en el Castillo de Montizón, morada del poeta Jorge Manrique y construido junto al río Guadalén, que le sirve de foso natural.
Una vez concluida la visita al castillo, seguiremos nuestro camino por un terreno paleozoico de cuarcitas y pizarras, donde se mezclan encinas centenarias con retamas, jaras y coscojas.
A través del collado de Cantares, bordearemos el cerro de Calerilla y nos incorporaremos al antiguo cordel de Albacete. Iniciaremos un lento descenso, cruzando numerosos arroyos hasta adentrarnos en lo más profundo de la Sierra Morena montieleña.
Nuestro camino nos conducirá a Venta Nueva, referencia literaria internacional a través del ilustre personaje Don Quijote y encrucijada de caminos. En esta venta manchega, donde se manteó a Sancho, confluyen el paso de Sierra Morena a través de la Vía Augusta, el milenario Camino de Aníbal y postrero de Andalucía.
Durante todo el recorrido podremos disfrutar del avistamiento de rapaces y de otros animales, especialmente ciervos.
Con la llegada a Venta Nueva daremos por finalizado el itinerario de naturaleza y cultura.

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6. De senderismo por el Camino de Aníbal


Distancia:

14 km en total, ida y vuelta, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

Descubriremos las tierras del municipio de Puebla del Príncipe, encrucijada de caminos del antiguo Imperio Romano y con siglos de historia a sus espaldas, realizaremos una espectacular ruta de naturaleza por el Camino de Aníbal.
Iniciaremos nuestra ruta en Puebla del Príncipe, a los pies de su Torreón-Fortaleza del siglo XIII, parte del sistema defensivo de Al-Ándalus.
Continuaremos caminando hacia el sur, hasta llegar a la ermita de Nuestra Señora de Mairena, construida sobre una antigua mansión militar romana en el camino de Cádiz a Roma (Vía Augusta o Camino de Hércules). A sus pies se encuentra una fuente de agua cristalina que emana y da fecundidad a los terrenos que la rodean.
Nuestra ruta seguirá rumbo hacia el sur hasta incorporarnos al histórico e importante Camino de Aníbal. A partir de aquí el paisaje se rompe por completo, dando paso al bosque mediterráneo y a las sierras. Un paisaje con numerosos arroyos donde avistaremos múltiples rapaces.
Y de este bosque pasaremos a una altiplanicie de pastos desde donde disfrutaremos de unas inmejorables vistas con la Sierra del Relumbrar al frente, Sierra Morena al sur y las poblaciones de Puebla del Príncipe, Terrinches y Albaladejo al norte.
A continuación llegaremos a la bifurcación de nuestro camino en la Vía Augusta de verano, junto al que se pueden visitar las villas romanas de La Ontavia, Luciana o Puente Olmilla, y la Vía Augusta de invierno, por encima de las elevaciones mesozoicas.
Tras cruzar el arroyo de Santa María iniciaremos el camino de vuelta hasta Puebla del Príncipe donde daremos por finalizada la ruta senderista.

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7. Senda del Pie de Enmedio, Parque Natural de las Lagunas de Ruidera


Distancia:

12 km en total, ida y vuelta, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

Un itinerario en un enclave privilegiado: el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Un rosario de bellas lagunas y que en conjunto constituyen todo un espectáculo para los sentidos, además de una curiosidad ecológica y geológica de primer orden tanto en España como en todo el ámbito europeo.
Partiendo de la aldea de San Pedro el sendero transcurre bordeando la Laguna San Pedro (San Pedra para los lugareños), hasta llegar al cerro de Los Almorchones, desde donde podremos disfrutar de una magnífica panorámica. Por el camino de la Ringurrina, la acompañante soledad de estos luminosos paisajes, nos regalará la hermosa contemplación de arquitectura popular bien conservada en cortijos de labranza y pastoreo.
Monumentales ejemplares de sabina albar jalonan nuestro camino entremezcladas con el resurgir del vigoroso encinar, liberado desde hace medio siglo, de la presión del pastoreo intensivo. Romeros, tomillo, espliego, gamones y multitud de herbáceas pueblan estos páramos, enmarcando los espejos de las lagunas.
Dependiendo de la temporada o estación del año, encontraremos el paisaje más suave y verde, o por el contrario más áspero y pardo en los meses de verano. Sin embargo cualquier día y cualquier época ofrecen multitud de atractivos, contrastes y matices, recuerdos de saludables días en contacto con la naturaleza, la cultura y la belleza.
Lomas y páramos cubiertos para cada vez más frondosos montes, nos van anticipando la sorprendente aparición de los aparentes espejismos de las Lagunas. Las descubriremos por la parte más salvaje, pues las lagunas Conceja y San Pedro mantienen intacta la hermosura natural que la infinita paciencia del transcurrir de los milenios, ha ido construyendo con cada gota de agua llovida, escurrida y evaporada en el incesante ciclo artífice de estos encantadores y encantados paisajes, descubiertos por don Quijote e inmortalizados por Cervantes.
Junto a la venta del Celemín, una centenaria noguera, que es como suele llamarse por aquí a los nogales, acompañada de otras tantas más jóvenes, junto a viejos sauces blancos, dan idea de la riqueza del suelo y las posibilidades de haber albergado en tiempos pasados frondosas alamedas de árboles de ribera, como el olmo común, álamo negro, mimbrera, o álamo blanco.
Al amanecer y al atardecer es cuando más variedad de trinos oiremos y más aves observaremos.

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8. Santa Cruz de los Cáñamos y el río Guadalén


Distancia:

9 km en total, ida y vuelta, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

Descubriremos las tierras de Santa Cruz de los Cáñamos, un bonito pueblo rodeado de fuentes y manantiales, realizaremos una espectacular ruta de naturaleza por el valle del río Guadalén.
Comienza nuestra ruta con la ascensión hacia el paraje de Campo Mojado, un terreno donde la erosión de la caliza da paso a las arcillas y yesos, y junto al importante enclave llamado Cabeza del Mijo, jalonado de yacimientos arqueológicos.
Seguiremos nuestro camino en dirección norte para disfrutar de unas maravillosas vistas del valle del Guadalén con la población de Almedina al fondo.
A través de un auténtico bosque de olivares, llegaremos hasta el arroyo de la Zarza, nacimiento del río Guadalén.
Nuestro camino nos conducirá hasta Santa Cruz de los Cáñamos, desde cuya iglesia parroquial nos deleitaremos con una bella vista de la vega del Origón y del Campo de Montiel.
Con la llegada a Santa Cruz daremos por finalizado el itinerario.

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En La Mancha se esconden multitud de rincones de una belleza e historia inigualable. Te invitamos a conocerlos de nuestra mano. Descubrirás paisajes y lugares que te transportarán a otra época… Más información en Ecoturismo y Naturaleza

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Una de gigantes… molinos de viento de La Mancha

Campo de Criptana

Una escapada para rememorar la leyenda cervantina del famoso lance entre Don Quijote y sus “gigantes”


Llanuras de La Mancha… los molinos eran y son ornato, gala y alegría de la llanura. Poesía y encanto de los viñedos y tierras de pan llevar. Ellos aliviaban las fatigas del caminante, infundiéndole ánimo con el gracioso girar de sus aspas y la promesa de la harina blanca, esa harina que en la mesa es pan que sustenta el cuerpo y en el altar es alimento del alma.

Giraban las aspas de los molinos manchegos, y, al hacerlo, traían y traen a la imaginación del viajero, el recuerdo a un tiempo doloroso e inefable “del buen suceso que el valeroso Don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento”.

Por obra y gracia de tan singular aventura, el molino de viento, ha sido y sigue siendo símbolo glorioso y universal del libro cumbre que contiene la peregrina historia y estupendas hazañas del ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha y aun de los propios personajes Don Quijote, Sancho, Aldonza Lorenzo y Dulcinea.

Molinos de La ManchaMolinos Molinos de viento de Puerto Lápice

Molinos de viento de Consuegra

Molinos de viento de Mota del Cuervo

Simbolizan las aspas, el idealismo maravilloso de Don Alonso Quijano, desfacedor de entuertos, amparador de viudas, defensor esforzado de doncellas desvalidas y huérfanos desamparados.
Como las aspas del molino giran con todos los vientos, así el corazón del buen caballero está atento a todos los dolores y a todas las necesidades para compartir los unos y remediar las otras.

Las piedras del molino que en trabajo incansable, monótono, rudo y fecundo, trituran el trigo, simbolizan el espíritu de Sancho, pegado a lo material, perseverante en la ambición, paciente y confiado en la espera, poco emprendedor y carente de iniciativas. Nada hace por si para el logro de sus deseos. Todo lo guarda de las desventuradas aventuras de su amo y señor, que algún día ¡plegue al cielo que así sea!, se tornarán venturosas y le llevarán al codiciado gobierno de la ínsula deseada.

La silueta del molino, fornida y poco airosa cuando de cerca se contempla, es el símbolo de Aldonza Lorenzo, la buena labradora de El Toboso.
Contemplada a lo lejos, la silueta del molino gana en esbeltez, se torna ingrávida y entonces se transforma en la sin par y gran señora Dulcinea.

Todo esto significan, todo esto simbolizan y todo esto representan y recuerdan, los molinos de viento, alzándose en los campos manchegos, “una inmensa llanura vinícola en donde el ojo alcanza su pleno mediodía” como dijo Antonio Machado.

Don Quijote y los molinos de viento. Grabado de Gustave Doré, 1863Don Quijote y los molinos de viento. Grabado de Gustave Doré, 1863

Molinos de viento de Alcázar de San Juan

Molinos de viento de Campo de Criptana

Molinos de viento de Consuegra

A un lado y otro de la ruta que de Andalucía conduce a Castilla, aparecen los molinos de viento. El paisaje mantiene su alma, aquel encanto delicioso del girar de las aspas y las blancas siluetas que son recreo de la vista y dulce caricia para el corazón del caminante. No hay que esperar que los molinos de viento vuelvan a su tarea de triturar el trigo.

El mundo avanza, la vida sigue, y el progreso, implacable, no permite retroceder a la “dichosa edad y los siglos dichosos”, que tan maravillosamente describió Don Quijote a los cabreros.

Pero ya que los molinos no volverán a trabajar como hormigas, al menos hagamos que canten como cigarras. Que se salve ese espíritu, aunque la materia perezca.

Os invito pues, a una nueva aventura de los molinos de viento, de unos molinos con aspas que giren y sin piedras que muelan, una aventura –como aquella jamás imaginada- que quedará siempre como “suceso digno de felice recordación” y testigo fiel, de que los nobles pueblos manchegos, conservan en su corazón, el recuerdo imperecedero del ingenioso hidalgo Don Quijote, de Sancho, el buen escudero, de la sencilla labradora Aldonza y de la clarísima y sin par Dulcinea del Toboso.


CAPITULO VIII DE LA 1ª PARTE DE “EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA”


En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:

-La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.

-¿Qué gigantes? -dijo Sancho Panza.

-Aquéllos que allí ves -respondió su amo- de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.

-Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquéllos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.

-Bien parece -respondió don Quijote- que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.

Y diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquéllos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes iba diciendo en voces altas:

-Non fuyades, cobardes y viles criaturas; que un solo caballero es el que os acomete.

Levantóse en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:
-Pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.

Y diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el primero molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue el golpe que dio con él Rocinante.

-¡Válame Dios! -dijo Sancho-. ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza?

-Calla, amigo Sancho -respondió don Quijote-; que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón que me robó el aposento y los libros ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo al cabo, han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada.

-Dios lo haga como puede -respondió Sancho Panza.

Y, ayudándole a levantar, tornó a subir sobre Rocinante, que medio despaldado estaba. Y, hablando en la pasada aventura, siguieron el camino del Puerto Lápice, porque allí decía don Quijote que no era posible dejar de hallarse muchas y diversas aventuras, por ser lugar muy pasajero, sino que iba muy pesaroso, por haberle faltado la lanza…

Molinos de viento de Campo de Criptana


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Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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Consuegra, entre molinos y leyendas

Consuegra Turismo La Mancha sabersabor.es

Consuegra surge en la llanura manchega para ofrecernos todas las pinceladas del tipismo manchego y castellano


Cae la tarde y el viajero continua camino hasta la vecina Consuegra, la antigua sede de los de San Juan, pues desea ver antes de que anochezca sus archiconocidos 12 molinos de viento en el alto del cerro Calderico, dominando con su silueta quijotesca el casco urbano de esta tranquila villa toledana.

Y allí están. Los vislumbra recortados en el cielo sonrosado del anochecer, un anochecer por lo demás digno de mediados de agosto: con el sempiterno sonido de los grillos endulzando el aire; las copas de los chopos recortadas por los últimos vencejos, volando cada vez más altos, y el olor a menta procedente de una balsa de agua cercana e invisible en la oscuridad.

En una era próxima un burro atado a un poste en el suelo deja oír sus quejidos lastimeros. Parece que le llama incitándole a una fuga clandestina, pero no es tiempo de entretenerse. El viajero quiere llegar y subir rápido la cuesta para contemplar en silencio cada uno de los gigantes de su imaginación, y que conoce hasta por sus nombres de pila: Cardeño; Vista Alegre; El Caballero del Verde Gabán; Chispas, Alcancía y Clavileño; Bolero, Sancho, Mambrino y Mochilas; Espartero, y finalmente Rucio, que cuenta en su interior hasta con una exposición de vinos… No, no. No hay razón para entretenerse.

Molinos de viento de ConsuegraMolinos de viento de Consuegra

Pero antes de llegar a las primeras casas del pueblo de Consuegra el viajero es sorprendido por un sonido poco habitual. Llega hasta él un metálico retumbar de clarines, como llamando a la batalla, y más cerca el tañido de un laúd hiende el aire calmo de la noche y hace revivir viejas añoranzas medievales.

En su camino se cruza con gentes ataviadas con extraños ropajes: las mujeres con camisas de seda, túnicas sin manga y mantos forrados de piel, que sujetan al cuello por medio de una fíbula de plata; los hombres, igual que aquellos galantes caballeros medievales de “La Celestina”, llevan polainas largas, medias, camisolas y también capa; y por supuesto deambulan por la calle armados todos con espada larga al cinto, protegida con su vaina… Suenan más clarines y a la vuelta de una esquina el viajero se encuentra con una fragua portátil y dos puestos destartalados de herrador y de alfarero. Un cetrero da de comer a un gigantesco azor mientras su compañera exhibe el vuelo de un gerifalte ante la mirada asombrada de decenas de niños, que no pueden creer lo que están viendo… Él, tampoco.

Y entonces, temiendo ya uno de esos extraños trasvases en el tiempo que solo ocurren en los programas televisivos, decide preguntar al viejo más a mano que encuentra. “¿Qué si está “usté” tarumba? ¡Quía! ¡Pero es que no “s’acuerda” de qué día es hoy?” responde jocoso el anciano “¿El día de hoy? Sí, claro. 15 de agosto. Pero que tiene que ver…” “¿Que qué “tié” que ver? Pues no es “usté” de por aquí, a lo que parece. Hoy se celebra la Batalla de Consuegra, cuando el buen rey Alfonso le dio “candela” a los moros y les dijo de lo que se tenían que morir. ¡”Na menos”! La Batalla de Consuegra y el día en que murió el hijo del Cid…”
Ahora comprende. Y aunque si mal no recuerda fueron los almorávides quienes nos dieron “candela” a nosotros, no estará de más hacer un alto en Consuegra y vivir por unos días la magia de una época cuajada de héroes, princesas, alcahuetas y leyendas sin fin.

Recreación histórica durante Consuegra MedievalRecreación histórica durante Consuegra Medieval


Romano, castellano-mudéjar, barroco, son algunos de los estilos artísticos que están integrados en los monumentos de Consuegra y que te animamos a descubrir


El pueblo de Consuegra es de origen muy remoto. Algunos restos encontrados en sus alrededores hablan de un poblado íbero, convertido luego en villa romana, a la que ya Plinio denominó Consaburum. En el siglo XII el rey Alfonso IX la cedió a la Orden de San Juan de Jerusalén, que la convirtió en cabecera del extenso priorato que poseía en los amplios territorios de las actuales provincias de Toledo y Ciudad Real, al frente del cual estuvo un tiempo don Juan de Austria.

En lo alto del cerro que domina la villa se encuentra el castillo de los Sanjuanistas, llamado castillo de la Muela, reedificado en el siglo X sobre los cimientos de una fortaleza construida en los tiempos del Emperador Trajano. Rodeado por la muralla de La Centinela, consta de dos recintos murados y una magnífica torre del homenaje, con una tosca puerta de entrada, adornada con los blasones de don Juan de Austria, hijo de Felipe IV. Se conservan unos muros que -dicen- pertenecieron a la habitación que ocupara el príncipe don Juan, refugiado en esta fortaleza a causa de desavenencias con su padre Felipe.

En los campos de Consuegra batalló el Cid Campeador contra los almorávides durante sus correrías entre Valencia y Toledo: “Y si en mi Valencia amada / no me hallaseis á la vuelta / peleando me halladeres / con los moros en Consuegra”. En el año 1097 tiene lugar la Batalla de Consuegra en la que muere su hijo.

Castillo de ConsuegraCastillo de Consuegra


Forja, cerámica, cantería, cuero, vidrieras, madera… la tradición artesana de Consuegra es extraordinaria


Nuestro viajero se adentra por el casco urbano de la villa hasta llegar a su Plaza de España, trapezoidal, con 2200 años de historia condensados en este espacio, sobre el foro de la consabura romana donde aún gira la vida de la ciudad.
Sus edificios históricos, iglesias, conventos y ermitas, el ambiente de sus calles, el olor a mazapán, azafrán y un Alfar, antiguo taller de alfareros de principios del siglo XX que guarda dos hornos ciertamente muy antiguos.
Su gastronomía eleva los sabores hacia el infinito, sintiendo en el placer de transitar sus calles la somnolencia del descanso del guerrero o, tal vez, la necesidad de parlotear con sus habitantes, generosos y hospitalarios, entre la tradición más honesta que riega costumbrismo, arte, naturaleza y bondad.
Para mañana, con buena luz del sol, dejará que sus pasos le guíen hacia las ruinas del convento de Santa María del Monte, donde cuenta la leyenda que se conjuró la traición que acabaría con la incursión y dominio musulmán de la península, y hasta la presa romana que contenía las aguas del arroyo Amarguillo.

Plaza de España, ConsuegraPlaza de España, Consuegra

Nocturna del Cerro CaldericoNocturna del Cerro Calderico


Para no perderse: Fiestas de la Rosa del Azafrán y Consuegra Medieval, de interés cultural y turístico nacional e internacional


Fiesta de la Rosa del AzafránFiesta de la Rosa del Azafrán


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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La Puerta del Perdón de Villahermosa habla. Un cuento que no es cuento

Iglesia de Villahermosa Ciudad Real

Queridos lectores,
Lo primero presentarme, soy la Puerta del Perdón de Villahermosa. Te extrañara que te escriba, es verdad, pero no debería resultarte novedoso el que yo pueda comunicarme contigo, es lo que he estado haciendo durante más de 500 años, hablándote por medio de mis piedras.
Miguel Ángel, el gran artista del Renacimiento italiano, nacido por mis años de gestación, solía decir en momentos de baja modestia, que a sus obras solamente les faltaba hablar. Lo cierto es que hablaban, y siguen hablando, como habrá podido comprobar el que se haya puesto frente a “La Piedad”. El mismo genio, decía: dentro de cualquier trozo de piedra hay oculta una obra de arte, sólo es menester quitar lo que le sobra.
Pues bien, yo también fui un bloque de piedra antes de sacarme de las canteras de Alcaraz, y fui un majano sin atractivo antes de ser tocado por mis creadores a los que les debo el alma y la vida. Supongo que estaréis orgullosos de ellos, fueron dos vascos, el maestro cantero Juan Pérez de Chevarría, y su ayudante Martín Sánchez de Longarte “el vizcaíno”. No sabían escribir, ni siquiera pudieron firmar los documentos de mi partida de nacimiento, pero tenían un gran talento artístico que pusieron al servicio de la fe cristiana que profesaban. Grabaron su autoría en mis carnes pétreas con símbolos típicos suyos que también figuran en otras iglesias del entorno.
Cuando iniciaron mi construcción pasaban varios años del 1500, todavía vivían los Reyes Católicos, Isabel y Fernando. Mi gestación y nacimiento corrió a cargo de la Encomienda de Villahermosa y bajo el patrocinio de la Orden de Santiago, como la mayoría de los templos del Campo de Montiel. Mis padres me vistieron con la moda del momento. Eran los tiempos del gótico flamígero o tardío, también llamado isabelino. Quizás a algunos no os parezca interesante mi forma de vestir. A mi tampoco me parecen interesantes ciertas modas artísticas de vuestra época. A mis creadores les costó gran esfuerzo tamaña gesta. Fue un parto dificultoso, la obra estuvo detenida por falta de recursos, pero por fin salí a la luz en 1525. Reinaba desde 1516, Carlos de Gante, el llamado Carlos I de España y V del Sacro Imperio Alemán, nieto de los Reyes Católicos y sucesor legítimo. En ese momento, fui el toque magistral final para la fachada sur del hermoso y gran templo parroquial del que formo parte. Mi hermana pequeña, la puerta de mi derecha, es hija del Renacimiento, todavía le quedaban unos cincuenta años para nacer.

Puerta del Perdón de Villahermosa, Ciudad Real, Campo de MontielPuerta del Perdón de Villahermosa. Autor, Juan Amores

Interior de la Iglesia de Ntra. Sra. la Asunción de VillahermosaInterior de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Villahermosa. Autor, Juan Ángel Arias Cortés

En fin, de mi estructura ya sabes más porque me has visto muchas veces. Pero quizás no te hayas parado a observar y pensar cual es la misión que idearon para mí los que me bautizaron con el nombre de la “Puerta del Perdón”. Me refiero, por un lado, a mi función arquitectónica que lógicamente es comunicar y distinguir el exterior secular del interior sagrado. Pero mi cometido es más profundo, también sirvo de bisagra para el que entra y sale por sendos arcos perdonado y perdonando. Y todo, bajo la atenta mirada intercesora de los personajes protagonistas que ocupan el tímpano de mi composición: la Virgen de Consolación con su Hijo, el Niño-Dios en sus brazos; rodeados de un fresco coro angelical. Si te fijas bien, debajo de la peana, mandaron inscribirme una frase latina, “Consolatrix Aflictorum”, (Consoladora de los afligidos). Es una de las letanías del Rosario, es una de las muchas atribuciones que la Iglesia hace a la Madre de Dios, es la marca de identidad de este templo y la comunidad cristina que lo habitó y seguís habitando, gran devoto de la Madre de Dios y su Divino Hijo. Durante más de cincuenta años me sentí vacía, como sin alma por la triste ausencia de esta divina compañía. También me sentí fracasada en mi misión al ver cómo los hermanos en la fe, los hijos de la misma Virgen-Madre emprendisteis una contienda fraticida, la Guerra Civil, poniendo vuestras diferencias ideológicas por encima de vuestra identidad fraternal cristiana. Después me encomendasteis que os lo recordara en mis jambas tabicadas y mutiladas.
En tantos años que llevo entre vosotros puedo decir que os conozco ampliamente. He convivido con vuestros padres y abuelos, estoy unida indisolublemente a vuestra historia, no podéis olvidarlo. Mi balcón servía de estrado para las “justicias” que presidían los festejos que concurrían en la Plaza. Por delante de mí y por encima del extinto “osao” han paseado personajes de todo tipo: ricos y pobres, niños y ancianos, hombres y mujeres, sacerdotes y monaguillos, alcaldes y alguaciles… Al abrigo de mis arcos, se han fraguado conversaciones de mil temas, entre amigos y menos amigos. He sido confidente de no pocas declaraciones de amor, lacradas entre jotas y pasodobles. He servido de sala de fumadores a los que prescindían del sermón del cura, prefiriendo salir a tomar el sol. He compartido y presenciado los llantos de vuestros duelos y las risas de vuestras bodas. En fin, si mis piedras hablaran…más.
Me siento alagada, me ruboriza, cada vez que presumís de mí ante los forasteros. Me satisface vuestra amabilidad al embellecerme con la iluminación nocturna. Me hace sentir más fascinante. Me ayuda a expresar mejor el Misterio que porto; a atraer la mirada y el corazón de los que me observan en la noche oscura de su vida; a seducirles para entrar por mis arcos en el corazón ardiente de Cristo.
Es evidente que no paso desapercibida para vosotros, contáis conmigo. Yo no sería nada sin vosotros. Os gusta conservar vuestra tradición. Últimamente percibo más cuidados. ¡Cómo se nota cuando algún día no barréis mi atrio! Me afean los excrementos de las hermanas palomas, y las bolsas de las palomitas de mis queridos niños descuidados. Sois más conscientes de mi fragilidad, os percatáis de que soy de piedra moliz, arenisca la llaman otros. Durante años, esto fue mi cruz. No os podéis imaginar como me dolían las raspaduras cuando afilabais vuestras navajas, cuando os empeñabais en hacer vuestros silbatos infantiles, cuando afilabais los lapiceros de la escuela, me llegaban al alma. Mis cicatrices os impiden olvidar, y recuerdan no repetir, que a veces habéis hecho uso indebido de mis piedras para fines particulares, en perjuicio del bien común y generaciones venideras. Permitidme que os diga, sin reproche, que con estos gestos habéis abusado de mi confianza; habéis interpretado mal mi misión entre vosotros.

Puerta del Perdón de Villahermosa, Ciudad RealPuerta del Perdón de Villahermosa. Autor, Juan Amores

Fachada principal de Nuestra Señora de la Asunción, Villahermosa. Autor, Javier Valero

Hace varios años estuve en el hospital. Me diagnosticaron heridas producidas por arma blanca, lesiones por inclemencias meteorológicas, todo agravado por mi longevidad. Los médicos curaron mis heridas y atornillaron mis huesos pero os pedían que intentarais evitar todo tipo de ondas sonoras estridentes en mis cercanías. Yo también comparto la alegría de vuestras fiestas y bodas, pero comprender que no se puede estar de fiesta causando daño a lo que más queréis. Suplico a Dios y a las autoridades competentes que no cuaje esa costumbre atronadora impropia de vuestras tradiciones o me temo que será mi nueva cruz para este siglo.
Soy yo la primera que me gusta servir a los intereses comunes del hermoso pueblo que formo parte. Os sirvo de reclamo turístico para los “ruteros quijotescos”. He servido y sirvo de telón de fondo para vuestros eventos culturales y musicales (por cierto, mi más eterna enhorabuena a la Banda Municipal de Música, que me regala los oídos desde hace más de cien años) y no me importa seguir siéndolo siempre que nadie salga perjudicado y sea en favor del bien común y estima del arte. Estoy al servicio del bien, la belleza y la verdad. Precisamente como obra de artistas cristianos mi pretensión es hablar del sumo Bien, Belleza y Verdad que es el Hijo de Dios que porta en sus brazos maternales la Virgen de Consolación.
En fin amigos, y eso que las piedras no hablaban. Os agradezco de nuevo vuestras atenciones. Recordad el buen uso que me tenéis que dar. Me agradan vuestros piropos, vuestros cuidados. Os perdono vuestro mal uso y abusos. Saber que mi mayor alegría es que no caiga en desuso el mensaje que os represento en mis piedras. Por ello, recordad que vosotros sois las piedras vivas del edificio eclesial en esta hermosa villa, no sois piedras fósiles para exponer en museos y mantener sólo costumbres inertes, nostálgicas para disfrute del turismo religioso.

Os quiere y acoge, la Puerta del Perdón.


Os invito a visitar y descubrir Villahermosa:


Un artículo de Juan Carlos Gómez-Rico M-G


Fotografía de portada de Manuel Pérez

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El Toboso, el Lugar de Dulcinea y mucho más

Dulcinea del Toboso Ruta del Quijote

El Toboso situado en la provincia de Toledo, es un pueblo manchego al uso, con calles amplias, fachadas encaladas, tejados de dos aguas con tejas árabes y ventanas con rejas de color negro. Desde la plaza culminada por su majestuosa iglesia, se distribuyen sus calles, que invitan al caminante a pasear por ellas en un sosegado silencio.
Por todo esto es un pueblo más de La Mancha, que ha sabido conservar su arquitectura típica. Pero fue Miguel de Cervantes y Saavedra quien hizo a El Toboso, universal, dándole reconocimiento para el resto de la Historia y fama hasta el último rincón de nuestro planeta tierra. ¿Fue coincidencia, azar o un acto meditado por Cervantes? por lo que fuese, desde al año 1605, El Toboso va acompañado del nombre de Dulcinea mencionado en El Quijote 282 veces y recorrido por Don Quijote y Sancho en el capítulo IX de la segunda Parte (donde se cuenta lo que en él se verá), dando lugar a una ruta literaria que sigue los pasos de estos dos personajes cuando entran en el Toboso en busca del palacio de Dulcinea.
Miguel de Cervantes hace que Don Quijote y Sancho entren a tientas en El Toboso en una noche entre clara sin apenas conocerlo, pero el ingenio de Cervantes, maestro en jugar al despiste, hacen que Quijote y Sancho se guíen por su intuición siguiendo indicaciones, que en la actualidad se conserva en El Toboso, para que el visitante y el turista no se marchen sin conocerlas y descubrirlas.
¿Por qué sabía Cervantes todos estos datos que describe en El Toboso del siglo XVII? Solo a través de una visita guiada nos pueden desvelar estos enigmas cervantinos.
De esta manera el acierto de Cervantes hace que el paseo por las calles de El Toboso que proponíamos al principio tenga un valor añadido: literatura, enigma, cultura y descubrimiento.

Portada de la iglesia de San Antonio AbadPortada de la iglesia de San Antonio Abad

Paseando por El TobosoPaseando por El Toboso

El Toboso le debe mucho a Cervantes, por solapar el nombre de El Toboso a Dulcinea. Pero si separásemos el nombre de Dulcinea del de El Toboso, ¿sería un pueblo de la Mancha, que pasase desapercibido? La respuesta es NO. La historia también ha dotado de otros atractivos turísticos, paralelos a la obra de El Quijote.
En el paraje de El Morrión existe un yacimiento Ibero que se remonta a las edades de Bronce, vinculado a las construcciones defensivas de las Motillas. Lugar Perteneciente al común de la mancha santiaguista, es de los pocos pueblos que tuvo muralla mandada construir por Pelayo Pérez Correa (maestre mayor de la orden de Santiago) en el siglo XIII, para afianzar a El Toboso como cruce de camino de Murcia a Toledo y que hoy se ha convertido en Camino de Santiago de Levante.
Existen distintas teorías sobre el origen del nombre de El Toboso, una de ellas está vinculada a la comunidad Sefardi (judíos españoles) que se asentó en el exterior de las murallas a la cual se le puede deber el nombre de El Toboso por la etimología de las palabras judías, Tob + sob, que significa bueno + secreto, el secreto del bueno (el secreto del hidalgo).
También alberga un mundo de esoterismo de la orden del Temple. La cruz Tau se repite en la fachada y en el interior de la iglesia parroquial, símbolo utilizado por los templarios en sus rituales esotéricos junto a la adoración de las vírgenes negras, como así sigue haciendo el barrio de la Virgen Morenita cada 8 de Septiembre. Probablemente los caballeros del temple utilizaron para transporte de mercancías y bienes el camino de Murcia a Toledo debido a su pujante sistema comercial que desarrollaron en todo el arco Mediterráneo, dotando de vida a los pueblos de este camino.

Casa Museo de Dulcinea del TobosoCasa Museo de Dulcinea del Toboso

Monasterio Convento Monjas TrinitariasMonasterio Convento de las Monjas Trinitarias

El Toboso albergó a numerosos familias de Hidalgos que manejaron la vida política, administrativa y económica de la localidad, en incluso la religiosa, formando parte de la actividad de la inquisición, así la huella del Santo Oficio, se deja entrever en un escudo heráldico de la familia Morales, con importante actividad ajusticio a judíos y morisco estos últimos buenos albañiles y orfebres participaron en la construcción del Monasterio de las trinitarias en 1660 probablemente convertidos en cristianos nuevos. A este legado hay que sumarle, edificios como el mencionado Monasterio de las Trinitarias de estilo Herreriano, que se construye 100 años después de El Escorial o la existencia de la Tercia Real como lugar de almacenamiento de vino, aceite y grano en forma de impuesto.
Todos estos restos, símbolos, legados de la historia, se pueden descubrir, a través de un guía que los interprete sacándolos a la luz para que el visitante los conozca y disfrute, ya que por sí nunca veríamos, además de poder conocer más sobre el libro del Quijote y descubrir quien fue la enigmática Dulcinea y el papel que jugó en la vida amorosa de Don Miguel.

El Toboso, Ruta del Quijote

Lo que Don Quijote sentía por Dulcinea del Toboso


“Y así, bástame a mí pensar y creer que la buena de Aldonza Lorenzo es hermosa y honesta, y en lo del linaje, importa poco; que no han de ir a hacer la información dél para darle algún hábito, y yo me hago cuenta que es la más alta princesa del mundo. Porque has de saber, Sancho, si no lo sabes, que dos cosas solas incitan a amar más que otras; que son la mucha hermosura y la buena fama, y estas dos cosas se hallan consumadamente en Dulcinea, porque en ser hermosa, ninguna le iguala; y en la buena fama, pocas le llegan.”

Cita del Quijote. Ruta literaria de El TobosoCita del Quijote. Ruta literaria de El Toboso


Un artículo de Juan Bautista Esquinas Gallego


Fotografía de portada de Lorin Padure

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De ecoturismo por las Tablas de Daimiel

Las Tablas de Daimiel fueron declaradas Parque Nacional en el año 1973 y Reserva de la Biosfera en 1981


Entre los nombres con mayor resonancia internacional hay que incluir a Daimiel, al Parque Nacional con la historia más azarosa tal vez de todos los que existen en países desarrollados. Ya su creación nace de un largo y duro conflicto entre las ansias de borrar del mapa todos los humedales manchegos y el escándalo que tal actitud despertó en los círculos científicos y proteccionistas de media Europa. Acarrean, además, las Tablas, una larga y documentada historia como uno de los mejores cazaderos del país. Por si este rescate hubiera sido poco, este humedal de importancia ilimitada ha debido ser regenerado artificialmente en parte ante el casi agotamiento de los aportes hídricos de los ríos Záncara y Cigüela y el abuso del acuífero 23. Se ha llegado, incluso, a desviar agua del trasvase Tajo-Segura para que las famosísimas Tablas no murieran por completo.
Los humedales, inmensos, se encuentran justo al norte de la localidad que les da nombre. Como además Daimiel queda en la carretera que une Puerto Lápice con Ciudad Real capital, nada más sencillo que dar con el acceso, perfectamente indicado, al Parque Nacional. Allí mismo encontraremos un centro de recepción y unas buenas instalaciones para recorrer sobre pasarelas de madera uno de los esquinazos del parque, que nos darán una idea aproximada de lo que se esconde más allá, en las restantes 3000 ha que suma este incomparable espacio protegido. La mencionada localidad de Daimiel ofrece las necesarias infraestructuras acordes con el Parque Nacional, y un alojamiento y restauración de calidad para los visitantes.
La denominación de tablas corresponde, en realidad, a decenas de lugares parecidos, aunque de menor extensión, que hasta hace 50 años eran frecuentes en la región manchega. Se trata de zonas aledañas a los ríos y susceptibles de anegarse en cuanto las lluvias se portaban bien con nuestros suelos. En consecuencia, estamos refiriéndonos a suelos aluviales, procedentes de los periodos geológicos más recientes, completamente llanos y con altos componentes de arcilla cerca la superficie que los hace impermeables y capaces para retener agua.
Las fuentes de las Tablas de Daimiel siempre fueron los cursos fluviales del Cigüela, del Riansares y del Záncara. Junto a éstos, un inmenso lago subterráneo, el tristemente famoso acuífero 23, hoy esquilmado por los excesos de un riego atípico y antinatural, pero que hace sólo dos decenios a menudo manaba por rebosamiento no lejos del actual Parque Nacional. Tales alumbramientos reciben el nombre, ya inapropiado, de ojos del Guadiana. Además de las láminas de agua, Daimiel guarda en su seno algunas islas que se convierten en importantes observatorios de las Tablas.

Vista de una de las pasarelas de las Tablas de DaimielVista de una de las pasarelas de las Tablas 

Flamencos en las Tablas de DaimielFlamencos en las Tablas 


El parque cuenta con un centro de visitantes, una laguna de aclimatación, observatorios y varios itinerarios de visita debidamente señalizados


En relación con las plantas que podemos observar en las Tablas de Daimiel, existen cuatro ambientes básicos diferenciados: el subacuático, el que supone la superficie de las aguas, las orillas y las vetas de tierra firme. Añadamos que las aguas del Cigüela son bastante salinas y nos haremos una idea de las posibilidades de elección para los organismos vivos de este rincón manchego. En los fondos de las zonas anegadas, y a pesar de que la profundidad media raramente supera el metro, se desarrollan algunas variedades vegetales, como la ova, alimento fundamental para los patos buceadores.
Sobre las aguas, y desde los primeros atisbos de la primavera, suele crecer la famosa lenteja de agua. Con las raíces sumergidas pero con los tallos fuera de ella, se pueden observar tres especies de gran porte y fácilmente reconocibles. Nos referimos a las espadañas, los carrizos y, como más característico de estos aguazales de La Mancha, la masiega. Ya más en seco, el vegetal más abundante es el taray, que en algunas de las islas alcanza porte arbóreo.

Taray del Parque Nacional de las Tablas de DaimielTaray del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel

Ecoturismo por las Tablas de DaimielPanorámica. Autor, Ángel M. Felicísimo


Félix Rodríguez de la Fuente y su equipo realizaron dos episodios dedicados a las Tablas (39 y 40) en su serie El Hombre y la Tierra entre 1975 y 1978


En cuanto a la fauna, famosísimo y rentable era el cangrejo de río ibérico de Daimiel. Tanto es así que decenas de familias vivían de la pesca de este crustáceo de agua dulce. Pero, prácticamente desaparecida la especie originaria, sólo nos queda el recuerdo de un acorazado que siempre maravilló por los detalles de su peculiar biología. Entre sus características destacan el omnivorismo, con claras tendencias a comer cualquier resto cárnico que se pusiera a su alcance; sus espectaculares peleas nupciales cuando en septiembre los machos entran en celo; el cuidado con que la hembra pone sus huevos, o el crecimiento y renovación sucesiva de su caparazón. Ya han desaparecido, como hemos comentado, por enfermedades importadas y han sido sustituidos por el mediocre y vano cangrejo americano, pastador de hierbas.
Como no podía ser menos, la verdadera importancia de las Tablas hay que relacionarla con las aves acuáticas, migratorias en su mayor parte, ya que constituye el criadero de numerosas especies, entre las que destacan el porrón pardo, el pato colorado y el ánade real. Durante el invierno las concentraciones de aves resultan espectaculares. Para los amantes de las aves (birding o birdwatching), las primeras horas de la mañana y las últimas de la tarde son las mejores para mirar al cielo surcado por las aves autóctonas o venidas de lugares remotos.
Sirva como ejemplo de la importancia de este enclave que de las ocho especies ibéricas de garzas, siete están presentes en las Tablas.

Garza Imperial en las Tablas de DaimielGarza Imperial

Cigüeñuela comúnCigüeñuela común


Ecosistema único y característico de La Mancha, las tablas fluviales se originan por el desbordamiento de los ríos en un paisaje extraordinariamente llano, lo que asegura una importante población avícola estacional durante la invernada o la nidificación



Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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Argamasilla de Alba, el lugar de La Mancha

Argamasilla de Alba

Al final del capítulo LII de la primera parte de El Quijote aparecen unos poemas cómicos atribuidos a los académicos de Argamasilla. En ellos, se burla Cervantes de las Academias radicadas en Madrid. Esta Academia literaria en Argamasilla de Alba es utilizada por Cervantes para establecer un contexto en el que ubicar los poemas y los nombres ficticios de los poetas que escribieron estos epitafios dedicados a los protagonistas de El Quijote.
Aquí os dejamos algunos de estos epitafios y sonetos.


Los académicos de la Argamasilla, en vida y muerte del valeroso Don Quijote de La Mancha, “Hoc Scripserunt”


El Monicongo, académico de la Argamasilla, a la sepultura de Don Quijote

Epitafio
El calvatrueno que adornó a la Mancha
de más despojos que Jasón de Creta;
el juicio que tuvo la veleta
aguda donde fuera mejor ancha;
el brazo que su fuerza tanto ensancha,
que llegó del Catay hasta Gaeta;
la musa más horrenda y más discreta
que grabó versos en broncínea plancha;
el que a cola dejó los Amadises
y en muy poquito a Galaores tuvo,
estribando en su amor y bizarría;
el que hizo callar los Belianises,
aquel que en Rocinante errando anduvo,
yace debajo desta losa fría.

Del Paniaguado, académico de la Argamasilla, “In Laudem Dulcineae del Toboso”

Soneto
Esta que veis de rostro amondongado,
alta de pechos y ademán brioso,
es Dulcinea, reina del Toboso,
de quien fue el gran Quijote aficionado.
Pisó por ella el uno y otro lado
de la gran Sierra Negra y el famoso
Campo de Montiel, hasta el herboso
llano de Aranjuez, a pie y cansado
(culpa de Rocinante). ¡Oh dura estrella!,
que esta manchega dama y este invito
andante caballero, en tiernos años,
ella dejó, muriendo, de ser bella,
y él, aunque queda en mármores escrito,
no pudo huir de amor, iras y engaños.

Encuentro de Sancho Panza con el Rucio. Obra de José Moreno Carbonero. 1894. Museo del PradoEncuentro de Sancho Panza con el Rucio. Obra de José Moreno Carbonero. 1894. Museo del Prado.

Del Caprichoso, discretísimo académico de la Argamasilla, en loor de Rocinante, caballo de Don Quijote de La Mancha

Soneto
En el soberbio trono diamantino
que con sangrientas plantas huella Marte,
frenético el Manchego su estandarte
tremola con esfuerzo peregrino,
cuelga las armas y el acero fino
con que destroza, asuela, raja y parte…
¡Nuevas proezas!, pero inventa el arte
un nuevo estilo al nuevo paladino.
Y si de su Amadís se precia Gaula,
por cuyos bravos descendientes Grecia
triunfó mil veces y su fama ensancha,
hoy a Quijote le corona el aula
do Belona preside, y dél se precia,
más que Grecia ni Gaula, la alta Mancha.
Nunca sus glorias el olvido mancha,
pues hasta Rocinante, en ser gallardo,
excede a Brilladoro y a Bayardo.

Del Burlador, académico Argamasillesco, a Sancho Panza

Soneto
Sancho Panza es aqueste, en cuerpo chico,
pero grande en valor, ¡milagro estraño!,
escudero el más simple y sin engaño
que tuvo el mundo, os juro y certifico.
De ser conde no estuvo en un tantico,
si no se conjuraran en su daño
insolencias y agravios del tacaño
siglo, que aun no perdonan a un borrico.
Sobre él anduvo (con perdón se miente)
este manso escudero, tras el manso
caballo Rocinante y tras su dueño.
¡Oh vanas esperanzas de la gente,
cómo pasáis con prometer descanso
y al fin paráis en sombra, en humo, en sueño!

Don Quijote de La Mancha y Sancho Panza. Obra de Gustave Doré. 1863Don Quijote de La Mancha y Sancho Panza. Obra de Gustave Doré. 1863.

Del Cachidiablo, académico de la Argamasilla, en la sepultura de Don Quijote

Epitafio
Aquí yace el caballero
bien molido y malandante
a quien llevó Rocinante
por uno y otro sendero.
Sancho Panza el majadero
yace también junto a él,
escudero el más fiel
que vio el trato
de escudero.

Del Tiquitoc, académico de la Argamasilla, en la sepultura de Dulcinea del Toboso

Epitafio
Reposa aquí Dulcinea,
y, aunque de carnes rolliza,
la volvió en polvo y ceniza
la muerte espantable y fea.
Fue de castiza ralea
y tuvo asomos de dama;
del gran Quijote fue llama
y fue gloria de su aldea.

“Estos fueron los versos que se pudieron leer; los demás, por estar carcomida la letra, se entregaron a un académico para que por conjeturas los declarase. Tiénese noticia que lo ha hecho, a costa de muchas vigilias y mucho trabajo, y que tiene intención de sacallos a luz, con esperanza de la tercera salida de Don Quijote”.

Cueva de Medrano, Argamasilla de Alba, Cervantes, QuijoteCueva de Medrano. Argamasilla de Alba


Argamasilla de Alba, un tranquilo pueblo manchego en la comarca de Campo de San Juan, que guarda un tesoro de gran trascendencia en la tradición cervantina: la cueva de Medrano


Argamasilla de Alba, pilar de la Ruta del Quijote, bien merece una visita. La tradición señala que habiendo ido al lugar Miguel de Cervantes, en su función de recaudador de impuestos, no cayó muy simpático a las gentes y pudiera haber tenido además un lío de faldas con la sobrina del alcalde D. Rodrigo de Pacheco. Se señalan estos hechos, como motivo por los que fue encarcelado.
Fue puesto preso en una cueva, denominada de Medrano, siendo este el lugar tradicionalmente señalado donde Cervantes empezó a escribir El Quijote. La cueva está, a modo de sótano, en el interior de la casa del mismo nombre. Pudiera ser este el motivo por el que Don Quijote no quisiera acordarse del lugar de la Mancha.
Se afirma, así mismo, que la figura de Alonso Quijano (nombre de Don Quijote), se basó en este peculiar personaje de la época: Rodrigo de Pacheco.

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La Solana, tierra de azafrán y de artesanía

Cuentan algunas leyendas que esta villa era llamada El cerro de los Dioses de Cristal en tiempos de los oretanos, cuando un palacio de cristal, lleno a su vez de estrellas, ocupaba el lugar


La Solana se encuentra en un alto que destaca sobre la llanura manchega y, haciendo honor a su nombre, a menudo iluminada por el sol. En efecto, la luz y el sol están metidos en la raíz de este pueblo hasta el punto de que una leyenda cuenta que en tiempos muy antiguos –se remontan a la época prerromana- había un resplandeciente palacio de cristal en lo alto del alcor que recibía el nombre de Cerro de los Dioses de Cristal. No un palacio, pero sí existía un bastión defensivo en la Edad Media, castillo que pasó de manos árabes a cristianas hasta quedar definitivamente en posesión de estos últimos a comienzos del siglo XIII, a raíz de la batalla de las Navas de Tolosa. Pronto sería encomendada a la Orden de Santiago la repoblación de la plaza; sus primeros habitantes estacionales eran, según numerosas fuentes, pastores que bajaban con su ganado por la Cañada Real Soriana, hasta que ya a finales del siglo la población se fue estabilizando.

La Solana tiene tradición y presente de población artesana. De antiguo proceden la alfarería, la forja artística, la elaboración de botas para vino, el trabajo del esparto… Pero hay dos producciones, además de la de aceites y quesos, que han distinguido a esta localidad: el cultivo del azafrán y la fabricación de hoces, que hoy día ha dejado paso a la industria de herramientas y aperos para el campo.

Iglesia de Santa Catalina.Iglesia de Santa Catalina. Autor, Pablo Mirón

Plaza Mayor de La Solana. Autor, José Mª SánchezPlaza Mayor de La Solana. Autor, José Mª Sánchez

Patio de la casa de la iglesia de Santa Catalina. Autor, Juan Pedro GarcíaPatio de la casa de la iglesia de Santa Catalina. Autor, Juan Pedro García

La Solana tiene un núcleo monumental que se desarrolla en un entorno no muy lejano a su maravillosa plaza Mayor. En ésta, de espléndidas proporciones, tres de sus lados presentan porches adintelados y soportales sobre arcos de medio punto, fechado en el siglo XVI. En el lado sur se levanta la espléndida parroquia de Santa Catalina, una obra gótica tardía y renacentista iniciada en 1420 y concluida en 1524. Posteriormente se añadieron elementos barrocos, como la torre.

Conviene fijarse en la galería elevada sobre arcos que recorre el exterior de la iglesia y la hermosa portada clasicista. En su interior, son notables las capillas laterales, las rejas de forja y las bóvedas estrelladas de su única nave. La torre se inscribe en el barroco y está considerada como una de las más majestuosas de la provincia de Ciudad Real.

Varios edificios religiosos de interés se despliegan en este núcleo de calles peatonales entorno a la plaza. La iglesia San Juan Bautista o el antiguo convento de los Trinitarios, y el Convento de las Madres Dominicas, ambos del siglo XVII. Aquí, las religiosas de clausura preparan por encargo unos deliciosos suspiros de monja.

Nuestro paseo religioso tiene un imprescindible final en la ermita de San Sebastián, que guarda un magnífico tesoro: un artesonado mudéjar, joya histórica labrada en nácar sobre madera de ébano. La ermita es gótica y pasa por ser el templo más antiguo de La Solana.

En cuanto a arquitectura civil, hay también un buen puñado de casas solariegas que se pueden ir viendo en recorrido por esta agradable zona alta de la población. Así, en la plaza de Don Diego y junto a la iglesia parroquial, nos encontramos con el palacio de los Condes de Casa Valiente o Casa de Don Diego, con un notable patio con columnas toscanas. Este palacio perteneció en origen al Marqués de la Ensenada, ministro de Carlos III. Muy cerca está la Casa de la Encomienda, con una bonita torre con el emblema de la Orden de Santiago.

Iglesia de San Juan Bautista, antiguo convento de TrinitariosIglesia de San Juan Bautista, antiguo convento de Trinitarios. Autor, Juan Pedro García

Concierto de música sefardí, artesonado mudéjar y frescos en la ermita de San Sebastián.Concierto de música sefardí, artesonado mudéjar y frescos en la ermita de San Sebastián. Autor, Juan Pedro García

Patio de la Casa de la Encomienda. Autor, Juan Pedro GarcíaPatio de la Casa de la Encomienda. Autor, Juan Pedro García

Casa de Don DiegoCasa de Don Diego. Autor, Juan Pedro García

Entre las actividades más destacadas en el terreno cultural, hay que reseñar la Semana de la Zarzuela, que se celebra todos los años en el mes de octubre. Un mosaico en la calle de Feria ilustra la afición de La Solana a este género musical escénico o teatral. Por él sabemos que el compositor Jacinto Guerrero y sus libretistas F. Romero y G. Fernández Shaw se inspiraron en este lugar para componer La Rosa del Azafrán, no en vano, se tiene constancia de que al menos desde principios del siglo XVIII se cultiva la planta del azafrán en La Solana.

Actualmente los campos de La Solana son los principales productores del afamado azafrán de La Mancha, el de mejor calidad de España.

La Solana cuenta también con un Festival de Cine con merecido y cierto prestigio. Un evento de cortometrajes combinado con encuentros, homenajes, exposiciones, gastronomía, vitivinicultura y sección oficial, que convierten a la ciudad en un interesante escenario durante el mes de diciembre.

Recolectando el azafrán. Autor, Juan Pedro GarcíaRecolectando el azafrán. Autor, Juan Pedro García

Azafrán. Autor, Juan Pedro GarcíaAzafrán. Autor, Juan Pedro García


La Solana y las hoces, la Barcelona de La Mancha, un libro de Aurelio Maroto Gómez-Pimpollo


Este libro editado por la Fundación Histórico-Cultural “Paulino Sánchez Delgado” de La Solana, brinda un merecido homenaje a una de las señas de identidad de La Solana, la fabricación de hoces, un producto elaborado artesanalmente que fue sustento de cientos de familias durante más de dos siglos, convirtiendo antaño a esta localidad en el mayor productor nacional de esta herramienta.

Un libro que en palabras del propio autor está: “Dedicado a todos los herreros solaneros que escribieron con su sudor y con su sangre, una de las páginas más maravillosas de La Solana. Una legión de héroes, herreros de raza, de dinastía, que llegaban y se iban de la fragua con la luz encendida, se helaban las manos afilando en el remolino en las mañanas de enero o se cocían forjando a macho y martillo las tardes de julio”.

Nuestro homenaje también a todos los segadores que durante siglos y siglos, se sirvieron de esta herramienta tan humilde y tan práctica, para recolectar los cereales de nuestros campos.



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Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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Campo de Criptana, de blanco y añil

Campo de Criptana

Situado en pleno centro de la gigantesca llanura manchega se levanta el bellísimo e incomparable caserío de Campo de Criptana, cuyas blancas construcciones, la mayoría encaladas y limpias, contrastan con la variada gama de tonalidades ocres propias de La Mancha, lo que da lugar a uno de los más espléndidos paisajes de la zona.

El origen de este pueblo, colmado de serenidad, se remonta a tiempos muy muy lejanos; bajo las estrechas calles de la zona conocida como la Hidalga, fueron encontrados vestigios de una antigua ciudad celtíbera, denominada Certina, entre los que destacan una estatuilla de bronce de particular relevancia y múltiples piezas realizadas en cerámica. No obstante, sus actuales habitantes provienen del siglo XIV, de un asentamiento de la Orden de Santiago en el castillo de Chitrana, magnífico monumento que fue completamente destruido por los ejércitos de los Reyes Católicos en su lucha contra el feudalismo. En su lugar se construyó durante el siglo XVI la ermita de la Paz.

Ermita de la Paz. Autor, Fernando Villanueva

Sin embargo el mayor atractivo de este hermoso lugar, por el cual es conocido en España y el resto del mundo, radica en los feroces “gigantes” que habitan el cerro de la Paz, que no son sino los míticos molinos de viento contra los que luchó el valeroso hidalgo Don Quijote de La Mancha creyéndose atacado por ellos.

La importancia de estos molinos se remonta a la época en que Campo de Criptana fue cabeza de molienda de los alrededores, momento en que se contabilizaban en aquella zona treinta y dos molinos, de los cuales hoy día sólo restan diez. Tres de ellos (los más antiguos), declarados monumento nacional, aún se conservan intactos y con la maquinaria en perfecto estado: el Infanto, que data de 1500, el Burleta, construido en 1555, y por último el mejor conservado de los tres, el Sardinero.

Los siete restantes fueron realizados ya en el siglo XX apadrinados por diferentes personas o instituciones, como el mismo Ayuntamiento de Campo de Criptana o incluso algunos países latinoamericanos.
Conservan toda la belleza evocadora de lo que fue y es esta inmensa llanura de La Mancha.

Luis Sánchez

Un foto de postal. Autor, Luis Sánchez Fúnez

En el ascenso por las empinadas calles que conducen a los molinos de viento que tanta y tanta literatura han generado nos encontramos con la herencia del vínculo de la población a la Orden de Santiago. Una interesante muestra es el viejo Pósito del siglo XVI, denominado la Casa de la Tercia, milagrosamente salvado de la destrucción, a diferencia de otros espléndidos edificios del lugar. Esta casa ha deleitado durante siglos a los visitantes con su grandioso blasón de la Orden. La utilidad de este edificio, restaurado en el siglo XVIII consistía en la distribución del grano aunque también servía como banco de préstamos.

Por el contrario, hemos sido privados de la contemplación de otros magníficos edificios, como es el caso de la iglesia de estilo gótico destruida en 1936, que albergaba en su interior uno de los más bellos retablos realizados por el maestro Pablo Berruguete.

Estas pérdidas se compensan parcialmente con la aparición en 1982, con motivo de la restauración del Santuario del Cristo de Villajos, de una bellísima talla con la Virgen y el niño que data del siglo XIII.

Pósito. Autor, www.tierradegigantes.es

Vista del Pósito. Autor, www.tierradegigantes.es

Por otra parte, una de las mejores posibilidades que nos ofrece este maravilloso paraje es el encuentro con toda la región de La Mancha a nuestros pies. Esto es posible gracias a la ermita de la Virgen de Criptana, que corona el cerro con su aspecto sereno y deslumbrante a la vez. Esta ermita, además de ser uno de los más representativos miradores de la zona, es un lugar de extraordinaria belleza donde podemos asimilar sin mayor esfuerzo todas las composiciones poéticas dedicadas a esta tierra.

Al pie de la sierra nos encontramos con uno de los elementos más típicos del lugar, los antiguos silos que aunque son construcciones muy extendidas por el resto de la llanura manchega, aquí, en Campo de Criptana, tienen una especial relevancia. Estos edificios, aún conservan la vieja estructura de la época de mayor esplendor del lugar y, como el resto del bonito caserío, se hallan en la línea de las casas populares manchegas, con la típica cubierta de cal.

Entre estas construcciones hay que destacar la inigualable casa de los Tres Cielos, una de las más encantadoras viviendas – cueva de Criptana y de toda Ciudad – Real en general.

Interior de casa - cueva. Autor, David Martínez Gómez

Interior de casa – cueva. Autor, David Martínez Gómez

En realidad, el conjunto del territorio puede ser considerado sin la menor duda como toda una joya en cuanto a sensaciones se refiere. La contemplación de la tierra nos permite experimentar la paz de sus gentes y la tranquilidad de un paraje que en consonancia con la opinión de Walter Starkie es “el lugar más acogedor de toda La Mancha”. Pues no en vano, y al hablar de España fuera de nuestras fronteras, La Mancha es un punto de inflexión y evocación inevitable. Gracias a Cervantes, es cierto. Pero también gracias a la inmensa belleza de esta privilegiada zona de la península ibérica.

Una auténtica inmersión cultural.

Rincones de Criptana. Autor, Fernando de Castro


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