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Una historia de trashumancia

trashumancia Campo de Montiel ecoturismo

Desde las Sierras de Tragacete y Albarracín en Teruel, la Cañada Real Conquense atraviesa Cuenca y La Mancha hasta alcanzar Sierra Morena y la comarca del Condado de Jaén


Desde hace siglos, pastores y vaqueros conducen sus reses a través de las sendas medievales que hoy forman la Red Nacional de Cañadas Reales. Paso a paso, sol a sol, los “modernos” trashumantes de hoy en día recrean una anacrónica aventura pecuaria cubiertos de polvo, sudor y cansancio.
El viaje que os proponemos, por un tramo de la Cañada Real Conquense conocido como Cañada de los Serranos, permite conocer y disfrutar tres grandes zonas de la provincia de Ciudad – Real: la llanura Manchega, la altiplanicie del Campo de Montiel y las estribaciones de Sierra Morena Oriental.

¡Vamos, Tuerrrrrta!…, grita Antonio, echando mano de su vara de acebuche. Ganadero de talante apacible, Antonio suele arrear a sus 360 ovejas manchegas con educadas palabras de ánimo: “Venga, bonita”, llamándolas a casi todas por su nombre, Chispa, Gitana, Vívora, Extraña, Gasona, Perla… En su morral guarda la lista con sus partidas de nacimiento. El rebaño es como un pueblo pequeño donde todo el mundo se conoce. Pero con la Tuerta, hasta el perro pastor que lo acompaña, Granero de nombre y pastor mallorquín de raza, se desespera al enfilar la Cañada de los Serranos desde las llanuras de Socuéllamos (Ciudad – Real), donde se sitúa el comienzo de nuestro viaje trashumante de casi 140 km que nos conducirá hasta los pastos de verano (agostaderos) a los pies de la Sierra del Cambrón, en Castellar de Santiago (Ciudad – Real), en el límite con Andalucía y la provincia de Jaén.

La pobre Tuerta, que no está loca, sino que se hace la sueca, sería capaz de desquiciar al mismísimo John Wayne. Va a su bola tropezándose con las retamas, atravesándose en la carretera… Que estaba de pasar y pasó: acabó cayéndose en un agujero, llegando a Ruidera. Mientras caía, Juan, compañero y socio de Antonio, bromeaba: “Ya es tarde para comprarle un ojo de cristal”. Los restos de paja del fondo, por suerte, hicieron de colchón. ¡La madre que la parió!
En el camino, los pastores de la zona nos saludan con cierta familiaridad. Proceden en su mayoría de la zona, de estos pequeños pueblos de la España escondida, donde el pastoreo de ganado conforma un estilo de vivir, sentir y pensar.

Trashumancia

Trashumancia en La Mancha

rebaño de ovejas La Mancha

La necesidad de trasladar el ganado de los pastos de verano a los de invierno determinó unos itinerarios que fueron tejiendo, siglo tras siglo, una red de comunicaciones en la Península. Estas vías pecuarias (denominadas cañadas, cordeles, veredas y coladas en función de su importancia y anchura) recibieron carta de naturaleza en 1273 bajo el reinado de Alfonso X el Sabio y posterior tutela con la institución del Honrado Concejo de la Mesta de Pastores. Constituyen el más extenso entramado viario de la Comunidad Europea. Distribuidas por 40 provincias, estas sendas medievales tienen una longitud de 125000 km y ocupan una superficie de 425000 hectáreas, equivalente a la provincia de Pontevedra.

Noche de pastores en el chozoNoche de pastores en el chozo

Abrevadero para el ganadoAbrevadero para el ganado


El sesteo se realiza al mediodía para evitar las horas de más calor


Camino de Alhambra, donde se efectuará la tercera “dormida” del viaje, se escucha de fondo el rumor somnoliento de los cencerros, un monótono repicar que se convertirá en el hilo musical del rebaño durante las 6 jornadas, con sus respectivas noches al raso, de calculado recorrido. Nuestra expedición, que partió a últimos de junio, está formada por 4 personas, una mula, 360 ovejas y un vehículo todoterreno, un destartalado Land Rover. El reto es caminar de sol a sol, al ritmo de unos 20 a 25 km diarios.
Violeta, la mula del rebaño, destaca por su corpulencia entre todas las ovejas, idónea por su resistencia para el aprovechamiento ganadero extensivo. Transportar el rebaño en camiones hasta nuestro destino costaría mucho, muchísimo dinero. Y hay que mirar el bolsillo en estos locos tiempos de vacas flacas.
La ley de los trashumantes continúa inamovible: media vida de nómadas. Pese al curso imparable de la modernidad, los últimos pastores nómadas se sienten herederos de un espíritu migratorio de subsistencia.

Pasando por el Parque Natural de las Lagunas de RuideraPasando por el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera

Por tierras de Alhambra. Autor, SergioPor tierras de Alhambra. Autor, Sergio


Las vías pecuarias extienden sus 125000 km por toda España


Durante el día, las cabezas más nobles y veteranas, Chispa y Gitana, con las encargadas de marcar el recorrido al “pelotón”. Como sus dueños, conocen de memoria los mojones, abrevaderos, puentes… vestigios todos de una cultura milenaria.
Cae la tarde. El rebaño enfila la cañada en dirección al descansadero de la Sierra de Alhambra. Para comprobar que ninguna se ha perdido, cuentan las ovejas de “30 en 30” a medida que van entrando en la cerca. Volverán a contarlas al amanecer. Antonio, Juan y Elpidio, agradecen estas “estaciones de servicio” pecuarias. Atrás quedaron el inmenso coto de Cinco Navajos, próximo al Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, y la Casa del Pozo de las Chozas, donde “pastan unas ovejas que da gloria verlas”.
Con cada jornada amanece un nuevo paisaje. En la Sierra de Alhambra huele a romero, a tomillo, un frescor que alivia el arduo caminar por sus laderas. La Cañada desemboca en el cruce con la carretera que une Villanueva de los Infantes con La Solana y algunos conductores no disimulan su impaciencia. El sediento rebaño se entretiene abrevando en el río Azuer. ¡Vamos, Tuerrrrrta!
En los últimos 40 años, la paulatina disminución del tránsito ganadero ha provocado el abandono físico y administrativo y, como efecto bumerán, el menor uso de las cañadas. El porcentaje de tramos perdidos se sitúa en torno al 30 por ciento a pesar de que al actual Ley de Vías Pecuarias remarca el aspecto “inalienable, imprescriptible e inembargable” de este patrimonio público de los españoles.

Cerca de Alhambra. Autor, Luis Angel Gómez, de Historia y Arqueología de AlhambraCerca de Alhambra. Autor, Luis Angel Gómez, de Historia y Arqueología de Alhambra

Por Sierra MorenaPor Sierra Morena


No es dormir al raso ni tragar polvo lo que retrae a los últimos trashumantes, sino las fincas, las vallas, las carreteras…


Han pasado 6 días. A la altura de la Sierra del Cambrón, en Castellar de Santiago, en el límite con Andalucía y la provincia de Jaén, fin de nuestro viaje, los pastores discuten con los guardas forestales. “Nos sentimos extranjeros en nuestra propia casa” se lamentan. Pero las veteranas Chispa y Gitana han enfilado ya el camino que conducirá a todas sus compañeras hasta el agostadero. Y puede que tras el largo y cálido verano, cuando llegue el momento de regresar al norte, la Tuerta se atreva a seducir a Violeta guiñándole su único ojo. ¡La madre que la parió!

Fiesta de la Trashumancia en MadridFiesta de la Trashumancia en Madrid



Un artículo de Antonio Bellón Márquez ©

Fotografías en blanco y negro de Sergio Pascual


Mas detalles sobre la Cañada Real de los Serranos:

Partiendo de Socuéllamos recorreremos la Llanura Manchega, amplia extensión, con una altitud entre los 600 y 700 m., caracterizada por su plenitud, horizontalidad y sus luminosos paisajes en donde los cultivos agrarios de secano han sustituido casi por completo al encinar manchego-aragonés que lo cubría prácticamente hasta la Edad Media, y en donde sobre todo se enseñorean las viñas – y sus cada día más apreciados y premiados vinos con denominación de origen – y los cultivos cerealísticos, bajo un clima mediterráneo continentalizado y seco.
Sin darnos casi cuenta, la cañada irá suavemente encajándose siguiendo la misma red fluvial, diluyéndose el paisaje manchego y adentrándonos poco a poco en el Campo de Montiel. Iremos remontando su altiplanicie (700-900m) o paramera de calizas y dolomías recubierta de manchones de masas de encinar, sabinar y matorral mediterráneo, en cuyo corazón con sorpresa descubriremos el complejo lagunar cárstico de calizas traverníticas más excepcional de Europa, las celebérrimas Lagunas de Ruidera, hoy Parque Natural, un rosario de 15 espléndidas lagunas cabalgándose una tras otra a lo largo de un profundo corredor de 30 km, de gran belleza y riquísima vegetación hidrófila y acuática.
Después, en contraste con ellas, en Alhambra y sus alrededores, un paisaje más desnudo mostrará algo de ese relieve de mesas, cerros testigos, ondulaciones, cuestas y muy especialmente las rojizas tonalidades de sus areniscas y arcillas triásicas que tanto identifican esta Comarca. Esta roca, bautizada como “moliz” por los canteros, desde época ibérica y romana ya era explotada como piedra de sillería para la construcción de los edificios más regios, para la escultura, para afilar armas, etc; y en época moderna en las iglesias y las fachadas blasonadas de la nobleza terrateniente de nuestras ciudades manchegas.
Nuevamente el paisaje será llano y netamente agrario (viñedos, olivos, cereales) sobre el que sobresaldrán elevándose a nuestro lado las sierras de Alhambra (1088 m.) y del Cristo, destacando con sus crestas de cuarcitas ordovícicas (propias de los relieves paleozoicos), revestidas de jarales, matorral de encinar, tomillos, etc.
A continuación, durante el cuarto y quinto tramo, iremos bordeando la comarca de Valdepeñas y de Mudela, transición entre el paisaje propiamente manchego y el serrano. Ahora los retazos de vegetación serrana mediterránea y las áreas adehesadas se harán más numerosas y habituales, sobre todo una vez pasamos junto al pantano de La Cabezuela y el río Jabalón, acercándonos progresivamente a los paisajes cada vez más netamente serranos de después de Castellar.
La Mancha y particularmente estas áreas esteparias del Campo de Montiel, cultivadas, con pastizales y pastos secos según las distintas estaciones, intercaladas con zonas de monte bajo y matorrales mediterráneo, son un hábitat idóneo para alimentar una fauna de mamíferos, aves y reptiles muy variada. Así a lo largo del trayecto podremos observar aves muy singulares como gangas, gavilanes, aguiluchos cenizos, sisones, cernícalos, zorzales, mirlos, alondras, gorriones trigueros, tordos… Por supuesto multitud de aves migratorias de paso mientras alzan el vuelo a la vecina Ruidera o al cercano Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. Y con suerte a la majestuosa y corpulenta pero amenazada avutarda. Sin olvidarnos obviamente de la brava perdiz roja, tan apreciada cinegéticamente. Entre los mamíferos: zorros, garduñas, liebres, conejos; o jabalíes y ciervos.
Esta Cañada nos sirve asimismo como un gran eje en torno al cual descubrir la rica historia de estos territorios y para acercarnos a visitar pueblos muy próximos como Tomelloso, Argamasilla de Alba, La Solana, Alhambra, Villanueva de los Infantes, Fuenllana, San Carlos del Valle, Valdepeñas, Torrenueva, Carrizosa, Torre de Juan Abad
En lo alto de las Sierras de Alhambra y del Cristo se conservan restos de poblados prehistóricos amurallados de la Edad del Bronce, testimonios de la presencia de pobladores autóctonos desde muy antiguo. Destacan el óppidum ibérico y la posterior ciudad romana de Alhambra, Laminium, citada por Plinio y Estrabón, una de las poblaciones con más continuidad histórica si tenemos en cuenta que su fortaleza de origen musulmán se levanta sobre otro poblado prehistórico y que en la ladera Sur del pueblo podemos ver la necrópolis visigoda de Las Eras.
Tampoco debemos olvidar que surcaremos un paisaje con una marcada dimensión literaria gracias a escritores como Cervantes, Quevedo, Galdós, Azorín o García Pavón, entre otros.
Si eres amante de la vegetación de interior (mediterránea) para hacer un descanso en la ruta, te puedes adentrar entre las encinas y coscojas y en las zonas de cardos buscar las tan apreciadas setas de cardo, delicia gastronómica de la zona.


Recomendaciones:

Este gran recorrido de casi 140 km cruza de Norte a Sur el lado oriental de la provincia de Ciudad – Real, siguiendo la Cañada Real Conquense, una de las más largas de España.
Os recomendamos estructurar la ruta en seis tramos: el primero, de 25 km, parte de la ermita de San Isidro en Socuéllamos, hasta el km. 141,8 de la carretera CM 400 (Tomelloso – Munera); el segundo, de 23 km, desde este punto hasta Ruidera y sus Lagunas; un tercero, de 20 km, nos acerca hasta Alhambra. El cuarto, de 25 km, nos lleva a Pozo de La Serna; el penúltimo, de 24 km, hasta el km 7,6 de la CR 614 (Torrenueva – Torre de Juan Abad); el último de 23 km Culmina a los pies de la Sierra del Cambrón, en Castellar de Santiago, en el límite con Andalucía y la provincia de Jaén, junto a la carretera CRP 610 (Castellar – Aldeaquemada).
A lo largo del recorrido nos encontraremos con paneles generales informativos, además de las correspondientes señales de dirección.
Recomendamos los meses de las estaciones de otoño, invierno y primavera para su realización. También ir provistos de: agua para prevenir la deshidratación, alzado ligero de montaña y prendas olgadas adecuadas a las temperaturas con colores poco llamativos. También, llevar prismáticos, andar en silencio para una mejor observación de la fauna, no cortar porque sí plantas o flores, no encender hogueras ni dejar desperdicios. Respetemos en todo momento los lugares y los animales con que podamos encontrarnos.

Panel Cañada Real de los SerranosPanel Cañada Real de los Serranos

Señales Cañada Real de los SerranosSeñales en los senderos de gran recorrido

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Un paseo por Uclés, el Escorial de La Mancha

Monasterio de Uclés

Esta villa de la Mancha Alta ha sido desde hace siglos la capital de la otrora poderosa Orden militar de Santiago


No existen mejores testigos de la historia de Uclés que sus obras monumentales más significativas, el castillo y el monasterio. En ellos se funde una legendaria tradición medieval en la que se conjugan la biblia y la espada, que a sangre y fuego han marcado el destino de los hombres. Los recuerdos de la villa se pierden en un pasado remoto que se asoma a nosotros con la nostalgia del poderío perdido.

Monasterio de UclésMonasterio de Uclés

La ladera del cerro sobre el que se encuentra Uclés ya era utilizada como asentamiento por la población íbera anterior a la presencia en la península de los romanos. Fueron estos los primeros en conceder gran importancia al antiguo núcleo urbano incluyéndolo en el trazado de la calzada que llevaba hasta Segóbriga.

Con el tiempo se transformaría en ciudad visigoda que irremediablemente cumpliría su destino de formar parte del imperio musulmán a partir del siglo VIII. Los árabes la bautizaron con el nombre de Uklis y, al igual que con otras muchas ciudades conquistadas, apreciaron su valor estratégico como potente enclave militar frente al reconquistado reino de Toledo, arrebatado a Fath Ben Musa Ibn Zenun. Este caudillo bereber se refugió en la villa, hizo reforzar sus defensas y construyó el castillo, con mezquita y baños públicos. Sin duda había decidido crear un lugar estratégico de resistencia frente a la imposibilidad de recuperar nuevamente sus territorios.

A pesar de ello, Alfonso VI conquistó la ciudad en el año 1085 para mantener en ella la presencia de las tropas cristianas durante veintitrés años, periodo en el que se intenta una forzada integración de la población mudéjar en las costumbres de los castellanos. En 1108 vuelve a caer en manos de los almorávides tras la cruenta batalla de Uclés, que reúne todos los requisitos de la épica del momento. Las tropas musulmanas habían traspasado a frontera del Tajo y asediaban Uclés.

El rey, ya muy enfermo, envió al lugar un fuerte contingente de tropas para evitar una contraofensiva almorávide y situó al frente de sus huestes a su hijo Sancho, que no había cumplido aún los diez años, custodiado y protegido por el conde de Nájera. El resultado del encuentro fue una terrible derrota castellana en la que el bando enemigo rodeó al infante dándole muerte junto a los siete condes que le acompañaban.

Cruz de la Orden de Santiago en UclésCruz de la Orden de Santiago en Uclés

Rincón de UclésRincón de Uclés


A la Orden de Santiago pertenecieron ilustres artistas como Diego Velázquez o Francisco de Quevedo


La fortaleza no dejaría de ser musulmana hasta el año 1157, tras la firma de un pacto entre el rey Alfonso Vlll y el rey Lobo. Tan solo diecisiete años más tarde sería cedida a la Orden de Santiago, con lo que iniciaría su etapa de mayor esplendor y prosperidad. Allí fijaron residencia los más altos representantes de la orden, siendo esta la encargada de realizar la repoblación de la comarca. Este cúmulo de circunstancias, unidas a la estratégica posición que continuaba manteniendo, provocaron que Uclés se transformase en una gran ciudad fortificada presta para la batalla, pero poseedora de todo lo necesario para atender la presencia de los maestres.

Se trató de un periodo que se prolongó hasta el siglo XIV en el que la comunidad judía mantuvo una presencia importante. La decadencia de la villa fue paralela al distanciamiento progresivo de la frontera conforme se conquistaban nuevos territorios. La Orden de Santiago también trasladaba sus centros de poder siguiendo la misma línea divisoria. En 1493 esta orden militar pasó a depender de la corona, ocupada por los Reyes Católicos, y con ella la localidad. La política de restricción y sometimiento de los maestrazgos y señoríos practicada por Isabel y Fernando dictó su definitivo ocaso.

Ya en el año 1809, fiel a su tradición guerrera, la ciudad fue protagonista de la batalla librada entre las tropas españolas capitaneadas por Venegas y Serra, y las napoleónicas bajo el mando del mariscal Víctor, en la que se registró una importante victoria francesa.

El Escorial de La ManchaEl Escorial de La Mancha

Claustro del Monasterio de UclésClaustro del Monasterio de Uclés

Fachada del Monasterio de UclésFachada del Monasterio de Uclés


Un impresionante monasterio que le otorga su sobrenombre y esconde entre sus muros una joya arquitectónica y artística sin parangón en la comarca


Uno de los testigos más importantes de la historia de Uclés es “El Escorial de La Mancha”, sobrenombre popular con el que se ha bautizado al monasterio, construido entre los siglos XVI y XVIII sobre una antigua iglesia gótica. Es de planta cuadrada y el espacio central está ocupado por un patio y un claustro formado por dos cuerpos. Hacia el exterior muestra una de las obras de mayor tamaño del plateresco español, la fachada del muro este, que se divisa desde la villa.

Las portadas norte y oeste están formadas por arcos de medio punto sobre columnas, destacando en la segunda el medallón de Santiago y las torres gemelas que la flanquean. La portada principal es del año 1735, atribuida a Pedro de Ribera. Toda ella es churrigueresca rematada por un busto del apóstol con espada y estandarte.

El claustro, del siglo XVII, se compone de dos alturas con treinta y seis arcadas. Es obra de Francisco de Mora, discípulo de Herrera, el arquitecto de El Escorial, y en él se puede apreciar una escalera barroca de cuarenta y cuatro escalones realizados cada uno de ellos de una sola pieza de piedra caliza.

La planta de la iglesia es de cruz latina con una nave, y sobre el crucero se eleva una cúpula de media naranja que en su parte exterior está rematada por un chapitel.

La sacristía fue terminada durante el año 1537 y la sala capitular, de gran interés, contiene un busto del emperador Carlos I y también de los treinta y seis maestres de la Orden de Santiago.

En el refectorio se conserva enteramente un artesonado tallado en madera de pino melis, compuesto por 36 casetones, entre los que destacan el del rey Carlos V y el de una calavera coronada que pudiera ser la de Don Álvaro de Luna.

Artesonado del refectorio en el interior del Monasterio de Uclés Artesonado del refectorio en el interior del Monasterio de Uclés

Puerta principal del Monasterio de Uclés en la fachada surPuerta principal del Monasterio de Uclés en la fachada sur

Interior de la iglesia del Monasterio de UclésInterior de la iglesia del Monasterio de Uclés

En el año 1530 trabajaba en el monasterio el gran maestro Andrés de Vandelvira (yerno de Francisco de Luna) que con el correr del tiempo sería conocido por sus impresionantes trabajos en la Plaza Mayor de su localidad natal, Alcaraz, en la Catedral de Jaén, en la Sacra Capilla del Salvador de Úbeda, Catedral de Baeza y un largo etc.

Las piedras utilizadas en esta fase se trajeron de la cercana ciudad romana de Segóbriga por lo que no es extraño ver algunas de las mismas con inscripciones romanas que han sido reutilizadas en esta parte del edificio, concretamente dos lapidas en el exterior del lado este de la fachada, una de ellas junto a la ventana central del refectorio puede leerse «Iulius Celtiber«.

A destacar que en la iglesia de este monasterio estuvieron enterrados el maestre de la Orden don Rodrigo Manrique y su hijo Jorge Manrique (1440-1479), señor de Villamanrique (Ciudad Real), conocido por haber escrito Coplas por la muerte de su padre. En la construcción de la actual iglesia las tumbas fueron removidas y al día de hoy se desconoce tanto el lugar del enterramiento como el destino de los restos mortales de ambos personajes.

Claustro superior del Monasterio de UclésClaustro superior del Monasterio de Uclés


Os recomendamos completar la visita con el cercano e importante yacimiento de la ciudad romana de Segóbriga, el Parque Natural de la Laguna del Hito y la monumental Huete


En cuanto al castillo de Albarllana, la otra obra monumental de Uclés, guarda la estructura originaria del siglo XI. La parte más importante que se conserva son las dos torres unidas entre sí por un arco. Son las torres del homenaje y de la plata. El centro de esta fortaleza debió de ser el terreno ocupado actualmente por el monasterio.

Por cierto, en el Monasterio de Uclés se han rodado diversas películas, entre ellas podemos citar “Los tres mosqueteros” de Richard Lester, “El puente de San Luis Rey” de Mary McGuckian y “El capitán Alatriste” de Agustín Díaz.


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Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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De turismo por las iglesias fortificadas del Campo de Montiel

Villanueva de los Infantes

La constante lucha vital del ser humano, batallada cada día de su existencia, suponía una constante y un reto cotidiano sobre todo en la aparentemente lejana Edad Media. Tan cercana aún en la adversidad que en muchos aspectos perdura en el Campo de Montiel como tierra insegura y fronteriza.
Hoy la incertidumbre no se atisba en el horizonte bajo los estandartes almohades o almorávides. Ni de los pendones de Castilla o la Orden de Santiago.
Hoy como siempre, determina la vida en esta áspera meseta, sedienta y reseca como el esparto, la climatología.
La carencia de lluvias y su desigual reparto a lo largo del año, dificultan de modo determinante la regularidad de cultivos que permitan previsiones de vida más o menos estables a corto o medio plazo. Ni siquiera el resistente olivo es tan prolífico aquí como en la cercana Andalucía. Cuando no es la sequía son las heladas. Constantes batallas desde que la Orden de Santiago dejó de luchar contra el califato de Córdoba o el reino de Granada.
Lógico que la dureza de esta tierra evada a sus moradores a buscar más fáciles y mejores formas de vida en metrópolis como Madrid, Valencia o Barcelona.
El Campo de Montiel libra su última batalla por mantener su identidad y preservar el imponente legado histórico cedido a través del permanente sacrificio vital de cientos de generaciones a lo largo de casi un milenio desde la pacificación y administración de este territorio a través de la Orden de Santiago.

Paisaje del Campo de Montiel Paisaje del Campo de Montiel

Castillo de la EstrellaCastillo de la Estrella. Autor, Juan Amores

Ermita del Santisimo Cristo de la Expiración, MontielErmita del Santísimo Cristo de la Expiración, Montiel

Concierto de música sefardí, artesonado mudéjar y frescos en la ermita de San Sebastián. Autor, Juan Pedro GarcíaConcierto de música sefardí, artesonado mudéjar y frescos en la ermita de San Sebastián. Autor, Juan Pedro García

Iglesia de Santa María Magdalena, AlcubillasIglesia de Santa María Magdalena, Alcubillas

Tras la Batalla de las Navas de Tolosa, a principios del siglo XIII, las primeras edificaciones religiosas de esta vetusta comarca se erigían entre la fortaleza de los protectores castillos o en su inmediata cercanía.
De forma paulatina y natural fueron adquiriendo la fisonomía de las fortalezas que las cobijaban hasta emanciparse de las mismas ya en el siglo XVI, tras la conquista de Granada y la certeza de un territorio libre de invasiones.
A lo largo de los siglos comprendidos entre la batalla de Las Navas y la adhesión de Granada, se fueron sucediendo toda una serie de recintos dedicados al culto cristiano en cada uno de los sitios protegidos por una fortaleza. Ya fuera castillo, torre o recinto fortificado.
Tanto el origen histórico como espiritual del actual Campo de Montiel gestionado por la Orden de Santiago, lo encontramos en el Castillo de la Estrella de Montiel. Desde el interior del castillo, hasta su ladera como a sus pies, se hallan los restos de la primera iglesia de esta comarca, dedicada a Santiago. Con el desarrollo del pueblo en la ladera sur del castillo, se erigió en estilo mudéjar, adosada a la fortaleza de la muralla de la villa, la iglesia de Nuestra Señora de la Estrella. Y justo en la ladera opuesta, la norte, a los pies del cerro, el convento de los caballeros de Santiago. Ermita hoy consagrada al Santo Cristo de Montiel.
Las primitivas iglesias de la zona que todavía muestran restos apreciables, como la de Torres, demuestran su vocación militar y fortaleza guerrera en la austeridad de su estructura. Desde aquí en el mismo centro del santiaguista Campo de Montiel se aprecia el portentoso paisaje medieval que mantiene el tiempo a merced de los cultos ojos de todo observador capaz de percibir la imperturbable atmósfera caballeresca de esta tierra tan bien nombrada en el Quijote.
En La Solana, además de las monumentales bóvedas de Santa Catalina, edificadas junto a la primitiva fortaleza, debemos disfrutar la primitiva iglesia de la villa, hoy ermita de san Sebastián, donde se conserva el mejor artesonado mudéjar de la comarca.
En Alcubillas el maravilloso juego de volúmenes que distinguen con precisión las distintas épocas constructivas de la única iglesia de la zona que conserva otra de las estructuras primitivas mudéjares.

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, VillahermosaIglesia de Nuestra Señora de la Asunción, Villahermosa

Visitando la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, VillahermosaVisitando la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, Villahermosa. Autor, Antonio Bellón Márquez

bóvedas de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, VillahermosaUna de las bóvedas de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, Villahermosa

Iglesia de San Andrés Apóstol, Villamanrique. Autor, Miguel FelgueraIglesia de San Andrés Apóstol, Villamanrique. Autor, Miguel Felguera

Plaza Mayor de Villanueva de los InfantesPlaza Mayor de Villanueva de los Infantes. Autor, Antonio Bellón Márquez

Bóvedas de la iglesia de San Andrés, Villanueva de los InfantesBóvedas de la iglesia de San Andrés, Villanueva de los Infantes. Autor, Antonio Bellón Márquez

Vista aérea de Puebla del Príncipe

Iglesia de San Vicente Mártir, CózarIglesia de San Vicente Mártir, Cózar

Iglesia de Santiago el Mayor, Torrenueva

De aquí pasamos a las portentosas naves góticas de Villahermosa, Villamanrique, Membrilla, Villanueva de los Infantes (Patrimonio Artístico – Nacional), Puebla del Príncipe, Cózar y Torrenueva. Grandiosos templos que tuvieron la suerte de ampliarse en el siglo XVI en gótico flamígero o estilo Reyes Católicos español, emparentando ya con el Renacimiento, sirviendo de transición con el final del gótico.
Destacables las románticas ruinas de Santa Catalina de Fuenllana. Edificadas también en el XVI por el suegro de Vandelvira, Francisco de Luna, donde la cantería nos legó obras maestras de calidad indiscutible como el arco retablo de la capilla de san Pedro hoy conservada en el convento agustino.
Todo el proceso evolutivo desde las primeras edificaciones religiosas en esta tierra a manos de los caballeros de Santiago hasta prácticamente hoy, es posible apreciarlo en la totalidad de esta maravillosa y rural comarca que se distingue como la más monumental y la que mejor conserva el paisaje agrario ancestral de los cultivos cerealistas.
Con la llegada del Barroco, algunos templos de la zona rehicieron las ruinosas bóvedas góticas maltratadas por el paso del tiempo y la falta de mantenimiento. Perfectamente apreciable tal proceso en las bóvedas de cañón de Terrinches, Albaladejo, Torre de Juan Abad o san Sebastián de Montiel.
Destacable por la belleza de su factura y el origen primigenio del gótico en esta tierra, el santuario de Luciana en Terrinches. Joya arquitectónica en sí misma, enriquecida además con el retablo renacentista. Que junto con el de Torre de Juan Abad son los dos más importantes de la zona.
Y la planta basilical de columnas de la nave reconstruida de la iglesia de Almedina, donde se encontraba el retablo más valioso de la zona, pintado por Yáñez de Almedina, desaparecido con el terremoto de Lisboa.
Todo un universo artístico inmerso en un mundo legendario, repleto de curiosidades, en el marco de la autenticidad de una tierra pintoresca donde las haya. El muy cervantino Campo de Montiel.

Santa Catalina, FuenllanaSanta Catalina, Fuenllana. Autor, Antonio Bellón Márquez

Arco retablo de la capilla de san Pedro, FuenllanaArco retablo de la capilla de san Pedro, Fuenllana

Por el interior del convento de los Agustinos, FuenllanaPor el interior del convento de los Agustinos, Fuenllana. Autor, Antonio Bellón Márquez

Bóveda de cañón, iglesia de Santo Domingo de Guzmán, Terrinches. Autor, Pedro Castellanos

Iglesia de Santiago Apóstol, Albaladejo Iglesia de Santiago Apóstol, Albaladejo. Autor, Antonio Bellón Márquez

Iglesia de Nuestra Señora de los Olmos, Torre de Juan AbadIglesia de Nuestra Señora de los Olmos, Torre de Juan Abad. Autor, Antonio Bellón Márquez

Iglesia de San Sebastián, Montiel. Autor, Juan Amores Iglesia de San Sebastián, Montiel. Autor, Juan Amores

Fachada de la Iglesia de Santa María, Almedina. Autor, Juan AmoresFachada de la Iglesia de Santa María, Almedina. Autor, Juan Amores


Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano


Fotografía de portada: detalle de una capilla en el cementerio de Villanueva de los Infantes. Autor, Robert Daguerre

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8 Rutas de naturaleza y cultura por el Campo de Montiel

ecoturismo Campo Montiel

Ciudad Real nos ofrece un gran número de opciones para disfrutar de la naturaleza con todos los miembros de la familia mientras hacemos ejercicio. La comarca del Campo de Montiel concentra en su territorio diferentes alternativas que se ajustan a la perfección a los diferentes perfiles, capacidades o gustos de cada persona. Rutas de senderismo que nos llevarán a descubrir escondidos rincones, a recorrer frondosos y coloridos campos o a pisar grandes sierras. Rutas para interpretar el paisaje, la cultura, la historia, la arquitectura rural, las costumbres, la gastronomía… Una auténtica experiencia natural y cultural.
Aquí tenéis los itinerarios más interesantes e importantes que os ofrecemos y organizamos a través del proyecto “Senderos del Campo de Montiel”. ¡Qué disfrutéis!

1. De Villanueva de los Infantes a Fuenllana


Distancia:

15 km en total, ida y vuelta, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

Un itinerario con un importante patrimonio paisajístico y artístico pues discurre entre Villanueva de los Infantes, Conjunto Histórico-Artístico Nacional desde el año 1974, uno de los más bellos de nuestro país y centro histórico de la Comarca del Campo de Montiel, citada hasta cinco veces por D. Miguel de Cervantes en su obra más universal, y Fuenllana, villa rural manchega por excelencia de toda la provincia de Ciudad – Real, y un magnífico ejemplo de lo que debe ser un pueblo con estilo propio, integrado en su paisaje, su historia y su cultura. Todo un viaje al irrepetible Siglo de Oro español.
Iniciaremos nuestra ruta en la plaza de la Fuente vieja de Villanueva de los Infantes, y siguiendo dirección sureste, hasta abandonar la población, caminaremos por una inmensa llanura únicamente alterada por pequeñas elevaciones muy erosionadas, jalonadas con aulagas y retamas.
Una mirada al norte nos permitirá divisar las sierras de Alhambra y la del Cristo, y hacia el suroeste la Cabeza de Buey, que nos indican las estribaciones de Sierra Morena, al sur del Campo de Montiel.
Nuestro camino avanzará atravesando Las Cabezas de Fuenllana con una maravillosa vegetación autóctona, hasta cruzar el río Tortillo, desde donde divisaremos ya la población de Fuenllana.
Una interesante flora compuesta por lechetrezna, marrubio, tomillo, romero, chupamieles, heno, flor de papel y algunas encinas centenarias harán nuestras delicias hasta llegar a Fuenllana, donde visitaremos las ruinas de Santa Catalina, la plaza de Santo Tomás y el Convento de los Agustinos.
Tras un merecido descanso, iniciaremos el camino de vuelta a Villanueva de los Infantes, donde a la llegada realizaremos la imprescindible visita guiada para descubrir su enorme patrimonio histórico y artístico.

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2. De naturaleza por Villahermosa. En tierras del Alto Guadiana


Distancia:

18 km en total, ida y vuelta, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

La localidad de Villahermosa atesora un enclave paisajístico y ecológico de primer orden: el nacimiento del río Guadiana. Realizaremos una espectacular ruta de naturaleza por esta zona desconocida del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera.
Nuestra ruta comenzará en la laguna Blanca, la primera del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, un espectáculo para los sentidos, además de una curiosidad ecológica y geológica de primer orden tanto en España como en todo el ámbito europeo.
Caminaremos en dirección norte, disfrutando de un bello paisaje jalonado de sabinas y enebros de impresionante porte, hasta llegar a la laguna Conceja, de un intenso color azul turquesa, más propio de la idea que todos tenemos de lugares exóticos y tropicales.
A continuación, nuestro camino nos conducirá hasta la laguna Tomilla, donde descubriremos dos parajes muy singulares: el baño de las monjas y el baño de las Mulas, dique de donde se nutría el canal que abastecía a la central hidroeléctrica de Ruipérez.
Tras una pausa para el tentempié, iniciaremos el camino de vuelta en dirección sur a través de sendas y caminos tradicionales, entre el maravilloso bosque mediterráneo de encinas centenarias y retamas que sustituye a las sabinas y enebros de nuestra primera parte del recorrido.
En este trayecto de vuelta, visitaremos un antiguo molino hidráulico y la maltrecha central hidroeléctrica del Osero.
Proseguiremos nuestro camino hasta llegar al punto de partida donde daremos por finalizada la ruta senderista.

Opción: comida típica manchega en un cortijo de la zona. 

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3. Terrinches y las Hoces del Gongares


Distancia:

10 km en total, ida y vuelta, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

Descubriremos el municipio de Terrinches, con siglos de historia a sus espaldas, realizaremos una espectacular ruta de naturaleza por las Hoces del Gongares.
Desde la plaza de la localidad iniciaremos nuestra ruta (tramo urbano) para ver la ermita de San Antón y el castillo de Terrinches con visita guiada. A continuación, realizaremos la ruta de senderismo interpretativo caminando hacia el sur, contemplando unas bellas vistas de Sierra Morena y la Sierra del Relumbrar. Divisaremos el lugar donde confluyen las provincias de Albacete, Jaén y Ciudad Real.
Seguiremos nuestro camino rumbo al santuario medieval de Luciana, con restos arqueológicos romanos. Justo enfrente encontraremos la ermita del Santo Cristo.
Nuestra excursión nos llevará por fin al espectacular paraje de las Hoces de San Isidro, donde el arroyo del Sumidero y Gongares se unen y dibujan unas caprichosas hoces sobre elevaciones paleozoicas de pizarra. En el paraje se encuentra también la ermita de San Isidro y un área recreativa.
La vuelta la haremos por el camino del Gongares y descubriremos los restos de la Vía Augusta hasta llegar al Santuario de Luciana, con otra área recreativa. De nuevo en Terrinches daremos por finalizada la jornada.

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4. Entre Templarios y el Castillo de Montizón


Distancia:

14 km en total, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

Descubriremos el municipio de Torre de Juan Abad, señorío de Don Francisco de Quevedo y con siglos de historia a sus espaldas, como comprobaremos en la visita a la ermita templaria de Nuestra Señora de la Vega del siglo XIII, realizaremos una espectacular ruta de naturaleza hasta llegar a la impresionante fortaleza del Castillo de Montizón, donde Jorge Manrique escribió sus famosas Coplas.
Iniciaremos nuestra ruta en la ermita templaria de Nuestra Señora de La Vega, a 4 Km de Torre de Juan Abad, para proseguir en dirección sur y paralelos al arroyo de la Vega, visitando las ruinas del molino de Frías.
Nuestro camino seguirá rumbo al Torreón de la Higuera desde el que disfrutaremos de unas preciosas vistas. A continuación, nuestra excursión nos llevará hacia el Castillo de Montizón, morada del poeta Jorge Manrique y construido junto al río Guadalén, que le sirve de foso natural.
Seguiremos caminando por un terreno paleozoico de cuarcitas y pizarras, donde se mezclan encinas centenarias con retamas y jaras, hasta llegar a un merendero perteneciente a la Ruta del Quijote.
Tras un merecido descanso, iniciaremos la marcha en dirección a Villamanrique a través del bello paraje de ‘La Calerilla’ y el arroyo de Cobastigas. Durante el trayecto avistaremos múltiples rapaces en un entorno pizarroso único.
Con la llegada a Villamanrique daremos por finalizada la ruta.

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5. Del Castillo de Montizón a Venta Nueva, la fonda de Don Quijote


Distancia:

16 km en total, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

Descubriremos las tierras de Villamanrique, jalonadas de castillos y torreones con siglos de historia a sus espaldas, realizaremos una espectacular ruta de naturaleza desde la impresionante fortaleza del Castillo de Montizón, donde Jorge Manrique escribió sus famosas Coplas, hasta llegar a Venta Nueva, fonda de Don Quijote por obra de la pluma de Cervantes.
Iniciaremos nuestra ruta en el Castillo de Montizón, morada del poeta Jorge Manrique y construido junto al río Guadalén, que le sirve de foso natural.
Una vez concluida la visita al castillo, seguiremos nuestro camino por un terreno paleozoico de cuarcitas y pizarras, donde se mezclan encinas centenarias con retamas, jaras y coscojas.
A través del collado de Cantares, bordearemos el cerro de Calerilla y nos incorporaremos al antiguo cordel de Albacete. Iniciaremos un lento descenso, cruzando numerosos arroyos hasta adentrarnos en lo más profundo de la Sierra Morena montieleña.
Nuestro camino nos conducirá a Venta Nueva, referencia literaria internacional a través del ilustre personaje Don Quijote y encrucijada de caminos. En esta venta manchega, donde se manteó a Sancho, confluyen el paso de Sierra Morena a través de la Vía Augusta, el milenario Camino de Aníbal y postrero de Andalucía.
Durante todo el recorrido podremos disfrutar del avistamiento de rapaces y de otros animales, especialmente ciervos.
Con la llegada a Venta Nueva daremos por finalizado el itinerario de naturaleza y cultura.

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6. De senderismo por el Camino de Aníbal


Distancia:

14 km en total, ida y vuelta, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

Descubriremos las tierras del municipio de Puebla del Príncipe, encrucijada de caminos del antiguo Imperio Romano y con siglos de historia a sus espaldas, realizaremos una espectacular ruta de naturaleza por el Camino de Aníbal.
Iniciaremos nuestra ruta en Puebla del Príncipe, a los pies de su Torreón-Fortaleza del siglo XIII, parte del sistema defensivo de Al-Ándalus.
Continuaremos caminando hacia el sur, hasta llegar a la ermita de Nuestra Señora de Mairena, construida sobre una antigua mansión militar romana en el camino de Cádiz a Roma (Vía Augusta o Camino de Hércules). A sus pies se encuentra una fuente de agua cristalina que emana y da fecundidad a los terrenos que la rodean.
Nuestra ruta seguirá rumbo hacia el sur hasta incorporarnos al histórico e importante Camino de Aníbal. A partir de aquí el paisaje se rompe por completo, dando paso al bosque mediterráneo y a las sierras. Un paisaje con numerosos arroyos donde avistaremos múltiples rapaces.
Y de este bosque pasaremos a una altiplanicie de pastos desde donde disfrutaremos de unas inmejorables vistas con la Sierra del Relumbrar al frente, Sierra Morena al sur y las poblaciones de Puebla del Príncipe, Terrinches y Albaladejo al norte.
A continuación llegaremos a la bifurcación de nuestro camino en la Vía Augusta de verano, junto al que se pueden visitar las villas romanas de La Ontavia, Luciana o Puente Olmilla, y la Vía Augusta de invierno, por encima de las elevaciones mesozoicas.
Tras cruzar el arroyo de Santa María iniciaremos el camino de vuelta hasta Puebla del Príncipe donde daremos por finalizada la ruta senderista.

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7. Senda del Pie de Enmedio, Parque Natural de las Lagunas de Ruidera


Distancia:

12 km en total, ida y vuelta, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

Un itinerario en un enclave privilegiado: el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Un rosario de bellas lagunas y que en conjunto constituyen todo un espectáculo para los sentidos, además de una curiosidad ecológica y geológica de primer orden tanto en España como en todo el ámbito europeo.
Partiendo de la aldea de San Pedro el sendero transcurre bordeando la Laguna San Pedro (San Pedra para los lugareños), hasta llegar al cerro de Los Almorchones, desde donde podremos disfrutar de una magnífica panorámica. Por el camino de la Ringurrina, la acompañante soledad de estos luminosos paisajes, nos regalará la hermosa contemplación de arquitectura popular bien conservada en cortijos de labranza y pastoreo.
Monumentales ejemplares de sabina albar jalonan nuestro camino entremezcladas con el resurgir del vigoroso encinar, liberado desde hace medio siglo, de la presión del pastoreo intensivo. Romeros, tomillo, espliego, gamones y multitud de herbáceas pueblan estos páramos, enmarcando los espejos de las lagunas.
Dependiendo de la temporada o estación del año, encontraremos el paisaje más suave y verde, o por el contrario más áspero y pardo en los meses de verano. Sin embargo cualquier día y cualquier época ofrecen multitud de atractivos, contrastes y matices, recuerdos de saludables días en contacto con la naturaleza, la cultura y la belleza.
Lomas y páramos cubiertos para cada vez más frondosos montes, nos van anticipando la sorprendente aparición de los aparentes espejismos de las Lagunas. Las descubriremos por la parte más salvaje, pues las lagunas Conceja y San Pedro mantienen intacta la hermosura natural que la infinita paciencia del transcurrir de los milenios, ha ido construyendo con cada gota de agua llovida, escurrida y evaporada en el incesante ciclo artífice de estos encantadores y encantados paisajes, descubiertos por don Quijote e inmortalizados por Cervantes.
Junto a la venta del Celemín, una centenaria noguera, que es como suele llamarse por aquí a los nogales, acompañada de otras tantas más jóvenes, junto a viejos sauces blancos, dan idea de la riqueza del suelo y las posibilidades de haber albergado en tiempos pasados frondosas alamedas de árboles de ribera, como el olmo común, álamo negro, mimbrera, o álamo blanco.
Al amanecer y al atardecer es cuando más variedad de trinos oiremos y más aves observaremos.

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8. Santa Cruz de los Cáñamos y el río Guadalén


Distancia:

9 km en total, ida y vuelta, aproximadamente. Recomendada para todos los públicos.

Descripción de la ruta:

Descubriremos las tierras de Santa Cruz de los Cáñamos, un bonito pueblo rodeado de fuentes y manantiales, realizaremos una espectacular ruta de naturaleza por el valle del río Guadalén.
Comienza nuestra ruta con la ascensión hacia el paraje de Campo Mojado, un terreno donde la erosión de la caliza da paso a las arcillas y yesos, y junto al importante enclave llamado Cabeza del Mijo, jalonado de yacimientos arqueológicos.
Seguiremos nuestro camino en dirección norte para disfrutar de unas maravillosas vistas del valle del Guadalén con la población de Almedina al fondo.
A través de un auténtico bosque de olivares, llegaremos hasta el arroyo de la Zarza, nacimiento del río Guadalén.
Nuestro camino nos conducirá hasta Santa Cruz de los Cáñamos, desde cuya iglesia parroquial nos deleitaremos con una bella vista de la vega del Origón y del Campo de Montiel.
Con la llegada a Santa Cruz daremos por finalizado el itinerario.

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En La Mancha se esconden multitud de rincones de una belleza e historia inigualable. Te invitamos a conocerlos de nuestra mano. Descubrirás paisajes y lugares que te transportarán a otra época… Más información en Ecoturismo y Naturaleza

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Una de gigantes… molinos de viento de La Mancha

Campo de Criptana

Una escapada para rememorar la leyenda cervantina del famoso lance entre Don Quijote y sus “gigantes”


Llanuras de La Mancha… los molinos eran y son ornato, gala y alegría de la llanura. Poesía y encanto de los viñedos y tierras de pan llevar. Ellos aliviaban las fatigas del caminante, infundiéndole ánimo con el gracioso girar de sus aspas y la promesa de la harina blanca, esa harina que en la mesa es pan que sustenta el cuerpo y en el altar es alimento del alma.

Giraban las aspas de los molinos manchegos, y, al hacerlo, traían y traen a la imaginación del viajero, el recuerdo a un tiempo doloroso e inefable “del buen suceso que el valeroso Don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento”.

Por obra y gracia de tan singular aventura, el molino de viento, ha sido y sigue siendo símbolo glorioso y universal del libro cumbre que contiene la peregrina historia y estupendas hazañas del ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha y aun de los propios personajes Don Quijote, Sancho, Aldonza Lorenzo y Dulcinea.

Molinos de La ManchaMolinos Molinos de viento de Puerto Lápice

Molinos de viento de Consuegra

Molinos de viento de Mota del Cuervo

Simbolizan las aspas, el idealismo maravilloso de Don Alonso Quijano, desfacedor de entuertos, amparador de viudas, defensor esforzado de doncellas desvalidas y huérfanos desamparados.
Como las aspas del molino giran con todos los vientos, así el corazón del buen caballero está atento a todos los dolores y a todas las necesidades para compartir los unos y remediar las otras.

Las piedras del molino que en trabajo incansable, monótono, rudo y fecundo, trituran el trigo, simbolizan el espíritu de Sancho, pegado a lo material, perseverante en la ambición, paciente y confiado en la espera, poco emprendedor y carente de iniciativas. Nada hace por si para el logro de sus deseos. Todo lo guarda de las desventuradas aventuras de su amo y señor, que algún día ¡plegue al cielo que así sea!, se tornarán venturosas y le llevarán al codiciado gobierno de la ínsula deseada.

La silueta del molino, fornida y poco airosa cuando de cerca se contempla, es el símbolo de Aldonza Lorenzo, la buena labradora de El Toboso.
Contemplada a lo lejos, la silueta del molino gana en esbeltez, se torna ingrávida y entonces se transforma en la sin par y gran señora Dulcinea.

Todo esto significan, todo esto simbolizan y todo esto representan y recuerdan, los molinos de viento, alzándose en los campos manchegos, “una inmensa llanura vinícola en donde el ojo alcanza su pleno mediodía” como dijo Antonio Machado.

Don Quijote y los molinos de viento. Grabado de Gustave Doré, 1863Don Quijote y los molinos de viento. Grabado de Gustave Doré, 1863

Molinos de viento de Alcázar de San Juan

Molinos de viento de Campo de Criptana

Molinos de viento de Consuegra

A un lado y otro de la ruta que de Andalucía conduce a Castilla, aparecen los molinos de viento. El paisaje mantiene su alma, aquel encanto delicioso del girar de las aspas y las blancas siluetas que son recreo de la vista y dulce caricia para el corazón del caminante. No hay que esperar que los molinos de viento vuelvan a su tarea de triturar el trigo.

El mundo avanza, la vida sigue, y el progreso, implacable, no permite retroceder a la “dichosa edad y los siglos dichosos”, que tan maravillosamente describió Don Quijote a los cabreros.

Pero ya que los molinos no volverán a trabajar como hormigas, al menos hagamos que canten como cigarras. Que se salve ese espíritu, aunque la materia perezca.

Os invito pues, a una nueva aventura de los molinos de viento, de unos molinos con aspas que giren y sin piedras que muelan, una aventura –como aquella jamás imaginada- que quedará siempre como “suceso digno de felice recordación” y testigo fiel, de que los nobles pueblos manchegos, conservan en su corazón, el recuerdo imperecedero del ingenioso hidalgo Don Quijote, de Sancho, el buen escudero, de la sencilla labradora Aldonza y de la clarísima y sin par Dulcinea del Toboso.


CAPITULO VIII DE LA 1ª PARTE DE “EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA”


En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:

-La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.

-¿Qué gigantes? -dijo Sancho Panza.

-Aquéllos que allí ves -respondió su amo- de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.

-Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquéllos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.

-Bien parece -respondió don Quijote- que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.

Y diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquéllos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes iba diciendo en voces altas:

-Non fuyades, cobardes y viles criaturas; que un solo caballero es el que os acomete.

Levantóse en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:
-Pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.

Y diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el primero molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue el golpe que dio con él Rocinante.

-¡Válame Dios! -dijo Sancho-. ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza?

-Calla, amigo Sancho -respondió don Quijote-; que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón que me robó el aposento y los libros ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo al cabo, han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada.

-Dios lo haga como puede -respondió Sancho Panza.

Y, ayudándole a levantar, tornó a subir sobre Rocinante, que medio despaldado estaba. Y, hablando en la pasada aventura, siguieron el camino del Puerto Lápice, porque allí decía don Quijote que no era posible dejar de hallarse muchas y diversas aventuras, por ser lugar muy pasajero, sino que iba muy pesaroso, por haberle faltado la lanza…

Molinos de viento de Campo de Criptana


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Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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Consuegra, entre molinos y leyendas

Consuegra Turismo La Mancha sabersabor.es

Consuegra surge en la llanura manchega para ofrecernos todas las pinceladas del tipismo manchego y castellano


Cae la tarde y el viajero continua camino hasta la vecina Consuegra, la antigua sede de los de San Juan, pues desea ver antes de que anochezca sus archiconocidos 12 molinos de viento en el alto del cerro Calderico, dominando con su silueta quijotesca el casco urbano de esta tranquila villa toledana.

Y allí están. Los vislumbra recortados en el cielo sonrosado del anochecer, un anochecer por lo demás digno de mediados de agosto: con el sempiterno sonido de los grillos endulzando el aire; las copas de los chopos recortadas por los últimos vencejos, volando cada vez más altos, y el olor a menta procedente de una balsa de agua cercana e invisible en la oscuridad.

En una era próxima un burro atado a un poste en el suelo deja oír sus quejidos lastimeros. Parece que le llama incitándole a una fuga clandestina, pero no es tiempo de entretenerse. El viajero quiere llegar y subir rápido la cuesta para contemplar en silencio cada uno de los gigantes de su imaginación, y que conoce hasta por sus nombres de pila: Cardeño; Vista Alegre; El Caballero del Verde Gabán; Chispas, Alcancía y Clavileño; Bolero, Sancho, Mambrino y Mochilas; Espartero, y finalmente Rucio, que cuenta en su interior hasta con una exposición de vinos… No, no. No hay razón para entretenerse.

Molinos de viento de ConsuegraMolinos de viento de Consuegra

Pero antes de llegar a las primeras casas del pueblo de Consuegra el viajero es sorprendido por un sonido poco habitual. Llega hasta él un metálico retumbar de clarines, como llamando a la batalla, y más cerca el tañido de un laúd hiende el aire calmo de la noche y hace revivir viejas añoranzas medievales.

En su camino se cruza con gentes ataviadas con extraños ropajes: las mujeres con camisas de seda, túnicas sin manga y mantos forrados de piel, que sujetan al cuello por medio de una fíbula de plata; los hombres, igual que aquellos galantes caballeros medievales de “La Celestina”, llevan polainas largas, medias, camisolas y también capa; y por supuesto deambulan por la calle armados todos con espada larga al cinto, protegida con su vaina… Suenan más clarines y a la vuelta de una esquina el viajero se encuentra con una fragua portátil y dos puestos destartalados de herrador y de alfarero. Un cetrero da de comer a un gigantesco azor mientras su compañera exhibe el vuelo de un gerifalte ante la mirada asombrada de decenas de niños, que no pueden creer lo que están viendo… Él, tampoco.

Y entonces, temiendo ya uno de esos extraños trasvases en el tiempo que solo ocurren en los programas televisivos, decide preguntar al viejo más a mano que encuentra. “¿Qué si está “usté” tarumba? ¡Quía! ¡Pero es que no “s’acuerda” de qué día es hoy?” responde jocoso el anciano “¿El día de hoy? Sí, claro. 15 de agosto. Pero que tiene que ver…” “¿Que qué “tié” que ver? Pues no es “usté” de por aquí, a lo que parece. Hoy se celebra la Batalla de Consuegra, cuando el buen rey Alfonso le dio “candela” a los moros y les dijo de lo que se tenían que morir. ¡”Na menos”! La Batalla de Consuegra y el día en que murió el hijo del Cid…”
Ahora comprende. Y aunque si mal no recuerda fueron los almorávides quienes nos dieron “candela” a nosotros, no estará de más hacer un alto en Consuegra y vivir por unos días la magia de una época cuajada de héroes, princesas, alcahuetas y leyendas sin fin.

Recreación histórica durante Consuegra MedievalRecreación histórica durante Consuegra Medieval


Romano, castellano-mudéjar, barroco, son algunos de los estilos artísticos que están integrados en los monumentos de Consuegra y que te animamos a descubrir


El pueblo de Consuegra es de origen muy remoto. Algunos restos encontrados en sus alrededores hablan de un poblado íbero, convertido luego en villa romana, a la que ya Plinio denominó Consaburum. En el siglo XII el rey Alfonso IX la cedió a la Orden de San Juan de Jerusalén, que la convirtió en cabecera del extenso priorato que poseía en los amplios territorios de las actuales provincias de Toledo y Ciudad Real, al frente del cual estuvo un tiempo don Juan de Austria.

En lo alto del cerro que domina la villa se encuentra el castillo de los Sanjuanistas, llamado castillo de la Muela, reedificado en el siglo X sobre los cimientos de una fortaleza construida en los tiempos del Emperador Trajano. Rodeado por la muralla de La Centinela, consta de dos recintos murados y una magnífica torre del homenaje, con una tosca puerta de entrada, adornada con los blasones de don Juan de Austria, hijo de Felipe IV. Se conservan unos muros que -dicen- pertenecieron a la habitación que ocupara el príncipe don Juan, refugiado en esta fortaleza a causa de desavenencias con su padre Felipe.

En los campos de Consuegra batalló el Cid Campeador contra los almorávides durante sus correrías entre Valencia y Toledo: “Y si en mi Valencia amada / no me hallaseis á la vuelta / peleando me halladeres / con los moros en Consuegra”. En el año 1097 tiene lugar la Batalla de Consuegra en la que muere su hijo.

Castillo de ConsuegraCastillo de Consuegra


Forja, cerámica, cantería, cuero, vidrieras, madera… la tradición artesana de Consuegra es extraordinaria


Nuestro viajero se adentra por el casco urbano de la villa hasta llegar a su Plaza de España, trapezoidal, con 2200 años de historia condensados en este espacio, sobre el foro de la consabura romana donde aún gira la vida de la ciudad.
Sus edificios históricos, iglesias, conventos y ermitas, el ambiente de sus calles, el olor a mazapán, azafrán y un Alfar, antiguo taller de alfareros de principios del siglo XX que guarda dos hornos ciertamente muy antiguos.
Su gastronomía eleva los sabores hacia el infinito, sintiendo en el placer de transitar sus calles la somnolencia del descanso del guerrero o, tal vez, la necesidad de parlotear con sus habitantes, generosos y hospitalarios, entre la tradición más honesta que riega costumbrismo, arte, naturaleza y bondad.
Para mañana, con buena luz del sol, dejará que sus pasos le guíen hacia las ruinas del convento de Santa María del Monte, donde cuenta la leyenda que se conjuró la traición que acabaría con la incursión y dominio musulmán de la península, y hasta la presa romana que contenía las aguas del arroyo Amarguillo.

Plaza de España, ConsuegraPlaza de España, Consuegra

Nocturna del Cerro CaldericoNocturna del Cerro Calderico


Para no perderse: Fiestas de la Rosa del Azafrán y Consuegra Medieval, de interés cultural y turístico nacional e internacional


Fiesta de la Rosa del AzafránFiesta de la Rosa del Azafrán


Un artículo de Antonio Bellón Márquez para sabersabor.es ©

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La Puerta del Perdón de Villahermosa habla. Un cuento que no es cuento

Iglesia de Villahermosa Ciudad Real

Queridos lectores,
Lo primero presentarme, soy la Puerta del Perdón de Villahermosa. Te extrañara que te escriba, es verdad, pero no debería resultarte novedoso el que yo pueda comunicarme contigo, es lo que he estado haciendo durante más de 500 años, hablándote por medio de mis piedras.
Miguel Ángel, el gran artista del Renacimiento italiano, nacido por mis años de gestación, solía decir en momentos de baja modestia, que a sus obras solamente les faltaba hablar. Lo cierto es que hablaban, y siguen hablando, como habrá podido comprobar el que se haya puesto frente a “La Piedad”. El mismo genio, decía: dentro de cualquier trozo de piedra hay oculta una obra de arte, sólo es menester quitar lo que le sobra.
Pues bien, yo también fui un bloque de piedra antes de sacarme de las canteras de Alcaraz, y fui un majano sin atractivo antes de ser tocado por mis creadores a los que les debo el alma y la vida. Supongo que estaréis orgullosos de ellos, fueron dos vascos, el maestro cantero Juan Pérez de Chevarría, y su ayudante Martín Sánchez de Longarte “el vizcaíno”. No sabían escribir, ni siquiera pudieron firmar los documentos de mi partida de nacimiento, pero tenían un gran talento artístico que pusieron al servicio de la fe cristiana que profesaban. Grabaron su autoría en mis carnes pétreas con símbolos típicos suyos que también figuran en otras iglesias del entorno.
Cuando iniciaron mi construcción pasaban varios años del 1500, todavía vivían los Reyes Católicos, Isabel y Fernando. Mi gestación y nacimiento corrió a cargo de la Encomienda de Villahermosa y bajo el patrocinio de la Orden de Santiago, como la mayoría de los templos del Campo de Montiel. Mis padres me vistieron con la moda del momento. Eran los tiempos del gótico flamígero o tardío, también llamado isabelino. Quizás a algunos no os parezca interesante mi forma de vestir. A mi tampoco me parecen interesantes ciertas modas artísticas de vuestra época. A mis creadores les costó gran esfuerzo tamaña gesta. Fue un parto dificultoso, la obra estuvo detenida por falta de recursos, pero por fin salí a la luz en 1525. Reinaba desde 1516, Carlos de Gante, el llamado Carlos I de España y V del Sacro Imperio Alemán, nieto de los Reyes Católicos y sucesor legítimo. En ese momento, fui el toque magistral final para la fachada sur del hermoso y gran templo parroquial del que formo parte. Mi hermana pequeña, la puerta de mi derecha, es hija del Renacimiento, todavía le quedaban unos cincuenta años para nacer.

Puerta del Perdón de Villahermosa, Ciudad Real, Campo de MontielPuerta del Perdón de Villahermosa. Autor, Juan Amores

Interior de la Iglesia de Ntra. Sra. la Asunción de VillahermosaInterior de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Villahermosa. Autor, Juan Ángel Arias Cortés

En fin, de mi estructura ya sabes más porque me has visto muchas veces. Pero quizás no te hayas parado a observar y pensar cual es la misión que idearon para mí los que me bautizaron con el nombre de la “Puerta del Perdón”. Me refiero, por un lado, a mi función arquitectónica que lógicamente es comunicar y distinguir el exterior secular del interior sagrado. Pero mi cometido es más profundo, también sirvo de bisagra para el que entra y sale por sendos arcos perdonado y perdonando. Y todo, bajo la atenta mirada intercesora de los personajes protagonistas que ocupan el tímpano de mi composición: la Virgen de Consolación con su Hijo, el Niño-Dios en sus brazos; rodeados de un fresco coro angelical. Si te fijas bien, debajo de la peana, mandaron inscribirme una frase latina, “Consolatrix Aflictorum”, (Consoladora de los afligidos). Es una de las letanías del Rosario, es una de las muchas atribuciones que la Iglesia hace a la Madre de Dios, es la marca de identidad de este templo y la comunidad cristina que lo habitó y seguís habitando, gran devoto de la Madre de Dios y su Divino Hijo. Durante más de cincuenta años me sentí vacía, como sin alma por la triste ausencia de esta divina compañía. También me sentí fracasada en mi misión al ver cómo los hermanos en la fe, los hijos de la misma Virgen-Madre emprendisteis una contienda fraticida, la Guerra Civil, poniendo vuestras diferencias ideológicas por encima de vuestra identidad fraternal cristiana. Después me encomendasteis que os lo recordara en mis jambas tabicadas y mutiladas.
En tantos años que llevo entre vosotros puedo decir que os conozco ampliamente. He convivido con vuestros padres y abuelos, estoy unida indisolublemente a vuestra historia, no podéis olvidarlo. Mi balcón servía de estrado para las “justicias” que presidían los festejos que concurrían en la Plaza. Por delante de mí y por encima del extinto “osao” han paseado personajes de todo tipo: ricos y pobres, niños y ancianos, hombres y mujeres, sacerdotes y monaguillos, alcaldes y alguaciles… Al abrigo de mis arcos, se han fraguado conversaciones de mil temas, entre amigos y menos amigos. He sido confidente de no pocas declaraciones de amor, lacradas entre jotas y pasodobles. He servido de sala de fumadores a los que prescindían del sermón del cura, prefiriendo salir a tomar el sol. He compartido y presenciado los llantos de vuestros duelos y las risas de vuestras bodas. En fin, si mis piedras hablaran…más.
Me siento alagada, me ruboriza, cada vez que presumís de mí ante los forasteros. Me satisface vuestra amabilidad al embellecerme con la iluminación nocturna. Me hace sentir más fascinante. Me ayuda a expresar mejor el Misterio que porto; a atraer la mirada y el corazón de los que me observan en la noche oscura de su vida; a seducirles para entrar por mis arcos en el corazón ardiente de Cristo.
Es evidente que no paso desapercibida para vosotros, contáis conmigo. Yo no sería nada sin vosotros. Os gusta conservar vuestra tradición. Últimamente percibo más cuidados. ¡Cómo se nota cuando algún día no barréis mi atrio! Me afean los excrementos de las hermanas palomas, y las bolsas de las palomitas de mis queridos niños descuidados. Sois más conscientes de mi fragilidad, os percatáis de que soy de piedra moliz, arenisca la llaman otros. Durante años, esto fue mi cruz. No os podéis imaginar como me dolían las raspaduras cuando afilabais vuestras navajas, cuando os empeñabais en hacer vuestros silbatos infantiles, cuando afilabais los lapiceros de la escuela, me llegaban al alma. Mis cicatrices os impiden olvidar, y recuerdan no repetir, que a veces habéis hecho uso indebido de mis piedras para fines particulares, en perjuicio del bien común y generaciones venideras. Permitidme que os diga, sin reproche, que con estos gestos habéis abusado de mi confianza; habéis interpretado mal mi misión entre vosotros.

Puerta del Perdón de Villahermosa, Ciudad RealPuerta del Perdón de Villahermosa. Autor, Juan Amores

Fachada principal de Nuestra Señora de la Asunción, Villahermosa. Autor, Javier Valero

Hace varios años estuve en el hospital. Me diagnosticaron heridas producidas por arma blanca, lesiones por inclemencias meteorológicas, todo agravado por mi longevidad. Los médicos curaron mis heridas y atornillaron mis huesos pero os pedían que intentarais evitar todo tipo de ondas sonoras estridentes en mis cercanías. Yo también comparto la alegría de vuestras fiestas y bodas, pero comprender que no se puede estar de fiesta causando daño a lo que más queréis. Suplico a Dios y a las autoridades competentes que no cuaje esa costumbre atronadora impropia de vuestras tradiciones o me temo que será mi nueva cruz para este siglo.
Soy yo la primera que me gusta servir a los intereses comunes del hermoso pueblo que formo parte. Os sirvo de reclamo turístico para los “ruteros quijotescos”. He servido y sirvo de telón de fondo para vuestros eventos culturales y musicales (por cierto, mi más eterna enhorabuena a la Banda Municipal de Música, que me regala los oídos desde hace más de cien años) y no me importa seguir siéndolo siempre que nadie salga perjudicado y sea en favor del bien común y estima del arte. Estoy al servicio del bien, la belleza y la verdad. Precisamente como obra de artistas cristianos mi pretensión es hablar del sumo Bien, Belleza y Verdad que es el Hijo de Dios que porta en sus brazos maternales la Virgen de Consolación.
En fin amigos, y eso que las piedras no hablaban. Os agradezco de nuevo vuestras atenciones. Recordad el buen uso que me tenéis que dar. Me agradan vuestros piropos, vuestros cuidados. Os perdono vuestro mal uso y abusos. Saber que mi mayor alegría es que no caiga en desuso el mensaje que os represento en mis piedras. Por ello, recordad que vosotros sois las piedras vivas del edificio eclesial en esta hermosa villa, no sois piedras fósiles para exponer en museos y mantener sólo costumbres inertes, nostálgicas para disfrute del turismo religioso.

Os quiere y acoge, la Puerta del Perdón.


Os invito a visitar y descubrir Villahermosa:


Un artículo de Juan Carlos Gómez-Rico M-G


Fotografía de portada de Manuel Pérez

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Ciudad Real, la cocina del Quijote

cocina Quijote Ciudad Real

Al llegarte a Ciudad Real, observarás que por cualquier sendero de su vasta geografía los pueblos, sensiblemente iguales, rivalizan en gastronomía, arte e historia y hasta en señorío. En algunos cerros, destaca la figura blanca de viejos molinos y siempre, en lontananza, las siluetas, vagamente dibujadas de Alonso Quijano y su fiel escudero. Y por todos los senderos de su territorio, fondas, mesones y posadas con buena comida y excelentes vinos. El más delicioso presente que Ciudad – Real te ofrece.
Su famoso queso manchego, la caza y el cerdo, son muy celebrados pero no olvidemos en el elogio al pisto, la pipirrana, las gachas y las migas de pastor que van en riqueza de sabores con el tojunto ó tocruo y el tiznao.
Si el caminante busca otras sensaciones gastronómicas, no olvide probar la caldereta de cordero, las berenjenas de Almagro y en el surtido de postres, la célebre bizcochá alcazareña, el mostillo y el arrope.
Una cocina universalizada por Cervantes, de la que aquí queda constancia en algunos de sus platos, al ser otros muchos los que Ciudad – Real produce con el aliciente de estar todos ellos adornados de un encanto rural, que en el paladar se hacen maravilla.

Cocinas en época de CervantesCocina en época de Cervantes

Deliciosas recetas con sus pertinentes consejos:

EL PUCHERO

Era el nombre que se daba al cocido antes de que se impusiera integralmente la influencia madrileña.
-Yo tengo puesto “puchero” – decía la vecina.
-¡Hija, he puesto un poco de “puchero”, que es el arreglo, porque luego no se sabe qué hacer!
Vamos a vaciar el “puchero”, se oía a la hora de comer. Con el ir y venir, el albañil y su parienta, mano a mano, con la fuente de cocido, se fue abandonando la terminología lugareña, reemplazándola por la que se consideraba más fina.
A mi me duró mucho el “puchero” y el almuerzo fuerte, porque mi abuelo, buen guisandero como buen gañán, no se avenía a comer de cualquier manera y ufano de su arte había de comer caliente y de caldo siempre, aunque no fuera más que unas sopas cominas o mojete claro, que enristraba en un dos por tres para cenar o almorzar y, a medio día, estando en el pueblo, “puchero” seguro, con sopa de pan siempre, cortada con una navaja chala en grandes rebanadas del tamaño de los picatostes, pero finas, transparentes, iguales, que se empapaban instantáneamente y se comían en su tiempo con pimiento crudo y berza de repollo con tomate hervido, ajo y cominos, que era un aliciente magnífico para engañar los garbanzos.

Puchero manchegoPuchero manchego

DUELOS Y QUEBRANTOS

Muchos escritores y comentaristas del Quijote han polemizado sobre este plato tan del gusto de Cervantes. Unos afirman que no son otra cosa que una pobre comida hecha con carne de ínfima calidad, nervios y algunos huesos que llegaban a quebrantar las muelas del pobre Don Miguel. Estudiosos que han profundizado en las raíces de este plato, tan simple como apetitoso, llegan a la conclusión de que los tan traídos y llevados “duelos y quebrantos”, son huevos con torreznos de jamón y otros añadidos del que Sancho decía que “con pan son buenos.” Con tales componentes se describen en esta preparación, fácil de hacer y sumamente sabrosa:

La receta es sencilla; de fácil solución.
Es, fritada de huevos revueltos con chorizo,
torreznos de jamón, y un tanto salteados,
los sesos de un cordero
que previamente fueron objeto de coción.
No utilices aceite, ni frío ni caliente,
la grasa del torrezno, fundida en la sartén
es más que suficiente.
Un consejo que debes escuchar:
Sacarás a este plato más encanto
si al comerlo te olvidas de pensar
en “Duelos y Quebrantos”.

Los “duelos y quebrantos” era plato muy del gusto de Don Quijote y del bonachón de Sancho que saboreaban los sábados. Un sabroso bocado que se hacía comer a los árabes para que probaran su conversión al Cristianismo. Y como su contenido era mayormente cerdo, lo comían “con dolor en el alma y quebranto en el corazón”.

Don Quijote preside la comida en una venta, junto a la supuesta princesa Micomicona. Óleo por Manuel García «Hispaleto». Siglo XIX. Museo del PradoDon Quijote preside la comida en una venta, junto a la supuesta princesa Micomicona. Óleo por Manuel García «Hispaleto». Siglo XIX. Museo del Prado

Gachas manchegasGachas manchegas

GACHAS

Las gachas llenan la boca de una untosidad maravillosa. Plato de mucha sustancia y apetitoso; ideal para los días invernales de intenso frío y escarcha, que se hacen acompañar de un vino fuerte, de cuerpo, con años.
Jesús Torbado, buen periodista y excelente observador para hilvanar con detalle sus crónicas viajeras, nos dice que “cuando todavía hoy se reúnen en La Mancha las familias para comer del mismo recipiente las gachas, no celebran sólo el rito alimentario que la biología exige, sino la fraternidad espiritual que les ha enseñado una larga y rica tradición.”
Y el escritor manchego Francisco García Pavón, que gustó de la vida del campo y del trato con gañanes y gentes labradoras de su entrañable Tomelloso, nos describe cómo deben comerse las gachas:
“Hay quien come las gachas con cuchara, pero lo mejor especialmente
en el campo, es a base de navaja, cortando un trozo de pan moreno y
mojado. Y, naturalmente, en el campo todos deben comer de la misma sartén.
Lo de “cuchará y paso atrás” está justificado, entre otras cosas, porque la sartén conserva el calor de las gachas…”
“El buen comedor de gachas, cuando aguarda turno de sopa, sostiene el pan y la navaja en la misma mano, dejándose la otra libre para el manejo del libatorio, el pito, la composición del ademán o lo que fuere. Por contra, el mal comedor de gachas no sabe qué hacer con navaja y pan, se le caen las sopas, manchan al próximo, -“saguden”-, se agacha de mala manera ante la sartén… En una palabra, “comen a lo forastero”. Los de esta condición manisa no tienen más remedio que comer de “cortecilla”, es decir, cortando las sopas sin miga para que no se les despinchen de la navaja. Claro que el cortar las sopas de pan con el grosor, superficie y trozo de corteza conveniente, pocos lo hacían como Plinio y Maleza”.

… y la receta

Las gachas manchegas basan la receta en suave harina que llaman de “pitos” o almortas y también “titos”; y es, porque lo sepas, sólo una costumbre.
Para hacer las gachas se requiere:
Picar unos ajos, trocear chorizo -un tanto picante si así lo prefieres- hígado de cerdo muy bien machacado y tocino fresco llamado “panceta”.
Estos ingredientes, según la receta, en rico, sabroso y excelente aceite -un oliva puro, preferentemente, color de oro viejo, limpio y transparente- los menudos ajos pondrás a freír y una vez dorados llevarás a un plato hasta que a las gachas debas añadir.
A renglón seguido, chorizo y panceta -si festín no fueron del astuto gato-, voltearás cuidadoso breve rato con la ayuda eficaz de una paleta, y fritos que hayan sido déjalos en el plato confundidos.
Después, en el aceite dorado, tostarás muy deprisa y con cuidado la harina necesaria, acompañada de un poco pimentón y nuez moscada.
Siguiendo la receta, en ella reza que gastarás de la harina una paleta por cada comensal o por cabeza -cosa que a fin de cuentas es igual-, y al tiempo que la harina vas tostando ¡sin dejar la paleta descansar! agua vas añadiendo, poco a poco, echa un tanto de sal, sigue batiendo y una vez que el condumio está cociendo y ves que un espesor se va gestando debes, de vez en vez, irlo probando corrigiendo de sal según el gusto pero dando al final el punto justo.
Cuando adviertas, a fuerza de probar, que no hay sabor crudo en la harina y la grasa está arriba, según comprobarás, y hacen “fru”, “fru” las pompas poniéndose a bailar, las gachas de pastor, ya están.
Llegados a este final moja buen pan candeal. come las gachas calientes y para limpiar el diente no debe el vino faltar.

De gachas manchegas. Óleo de Antonio López Torres. Museo Antonio López Torres, TomellosoDe gachas manchegas. Óleo de Antonio López Torres. Museo Antonio López Torres, Tomelloso

Migas manchegasHaciendo buenas migas, manchegas

MIGAS

En el “Ensayo apologético sobre la cocina española” D. Gregorio Marañón, habla así de las migas:
“… Citaré también las humildes, pero sabrosas migas, hechas con casi nada (pan, sal, pimentón y torreznos salteados en aceite) que en toda Castilla y, por extensión en toda España, sirven de excelente desayuno o merienda a rústicos, a cazadores, a monjes y aún a los que disponen de copiosa hacienda”.
Dicen quienes las saben hacer bien, que las migas tienen su secreto en la navaja y en el pan. Aquella debe ser de buen filo y, el pan, sentado y bien picado. Siempre deben ir cortejadas por un buen vino.
Los cocineros rumbosos las colman de “tropezones” que, en buen parte, son los llamados “desperdicios del Cerdo”, a los que alude Agustín de Rojas.
La clase humilde, los pastores y jornaleros, las consumen los crudos días de invierno, en la recogida de aceituna y durante las faenas de vendimia. Sabrosas y nutritivas “se dejan querer”.

Para hacer unas buenas migas…

Son las migas del pastor recia comida, sencilla, nutritiva y de buen sabor que aportan fuerza, vigor y un harto excelente, -sabor que te maravilla- gracias a los ingredientes que dan cortejo a un buen pan con edad de varios días que pides, lo pagas y te lo dan, en cualquier panadería.
En llegando a la cocina coge afilada navaja, al pan le haces unas rajas en sentido vertical y otras en horizontal, con lo que conseguirás dejar el pan troceado en cuadritos pequeñitos, hecho migas, bien picado, que dejas en blanca fuente previamente remojado desde la noche anterior.
(Por aquello de las moscas, con un paño, tápalo)
Ajos, chorizos y aceite -de oliva es el ideal-, un puñadito de sal y tocino veteado, amén de trozos de lomo de marrano bien criado, debes tener preparado para empezar a guisar, pues el fuego y agua clara se sobreentiende que están a mano, en cualquier hogar.
Puesto el aceite en la lumbre y una vez que esté dorado, no te asalte incertidumbre para seguir actuando:
Con la cabeza de un ajo, -que previamente has picado,- fríe aquello que del cerdo quieras luego degustar, y cuando estas menudencias veas que doradas están, sácalas de la sartén, en plato aparte échalas y en ese aceite caliente, sabroso, puro, de oliva, un vaso de agua vaciar y a seguido, echas las migas.
Muévelas a fuego lento, cosa que no has de olvidar hasta que estén doraditas que es cuando has de retirar porque las ansiadas migas, delatan que a punto están.
Las menudencias del cerdo no se te olvide agregar, porque el gato está a la espera de poderlas disfrutar.
En la sartén, cómelas, y sin pecar de ser lerdo, cucharada y paso atrás.

El mejor trigo de La ManchaEl mejor trigo de La Mancha

Cocinando el pisto más grande del mundo en Villanueva de los InfantesCocinando el pisto más grande del mundo en Villanueva de los Infantes

PISTO

Es la antigua “alboronía” de los árabes, (un guisado de calabaza, tomates y pimientos), que en el siglo XVII significaba jugo de carnes de ave.
Se trata de un plato muy popular de cuyo agradabilísimo sabor certifico para regocijo de quienes, por mi recomendación, se “jarten”. En opinión del Doctor Marañón, “el pisto admite inacabables matices y es siempre ejemplar porque convierte en suculencia, a fuerza de gracia, una sucinta combinación de vegetales modestísimos”.
Un guiso fácil de hacer, sin otros conocimientos que saber picar bien, sin prisas, con toques más bien lentos, tomates y pimientos.

Su receta

En clásica sartén, que no en la olla, pelados, sin semillas y cortados, se fríen pimientos y algunas cebollas; pero todo ello no sería ortodoxo si tales productos que has manipulado en labor paciente, antes no has picado.
Te harás de otra sartén para el tomate que freirás sin piel y troceado, y cuando veas que ha cogido el punto, pimientos y tomates ponlos juntos y sin dejar la faena para luego salpicaras de sal y a lento fuego, déjalo media hora y el suculento pisto para comer con pan, lo tienes listo, y al gusto elegirás, como es corriente, saborear en frío o en caliente.

SandíaRojo sandía

DE POSTRE Y MERIENDA: UVA, MELON, SANDIA, ARROPE Y MOSTILLO

Gracias al dulce invento de la abuela, mostillo y arrope fueron durante años, con la rebanada de pan recién horneado y crujiente, o el tierno panecillo, la merienda más deliciosa que alternada con las uvas de algún dorado racimo, las madres, a la tarde, repartían a sus chavales.
Dos productos que han enriquecido, por siempre, la despensa de la familia campesina por su estrecha vinculación a la viña y, por consiguiente, a la Mancha.

Mostillo

Es el postre más sencillo que se puede preparar. Sólo necesitas mosto y harina blanca, candeal. Hay quien, porque le apetece, le agrega almendras partidas,
piñones y frescas nueces. El hacerlo es muy sencillo:
En sartén la harina tuesta hasta que quede dorada y en lento fuego, a cocer con el mosto la pondrás no dejando de mover, con la espátula ligera, no de cobre ni aluminio ni de aleación cualquiera, porque no es buen proceder
cuando el mosto esté a cocer, por metal, cambiar madera.
La cocción tiene su punto cuando la masa endurece; vacíala en plato o en fuente agregándole en caliente si a tu gusto le apetece, piñones, almendra y nueces.
Cuando frío, con afilado cuchillo, en trozos irás partiendo, conforme vas consumiendo el mosto que ahora es mostillo.

Mostillo y queso manchegoMostillo y queso manchego

Arrope

Para hacer un buen arrope que resulte un alimento provechoso y suculento que buen sabor deje a tope cuando lo hayas de comer, puchero no es necesario; sí una olla y un caldero, limpio mosto, fruta y miel.
Sumido en caldero de cobre bruñido al calor del fuego que la llama lanza el dorado mosto se habrá reducido quedando en un tercio una vez cocido.
En oronda olla que exhibe su panza, una calabaza, melón y membrillo sumirás en agua de cal saturada para endurecerlos, antes que el cuchillo deje tales frutas en trozos cortadas; dando tiempo al tiempo -porque estén crujientes-, veinticuatro horas serán suficientes. Luego, en el caldero, irán hermanadas con la miel de un cazo que has llenado a tope, y ese dulce mosto, de color tostado, en hervor profundo quedará espesado.
En pocos minutos, listo está el arrope que comerlo debes cuando esté enfriado porque, si lo ingieres estando caliente se sienten molestos la lengua y el diente.
De El Toboso, cuna de la simpar Dulcinea, el arrope de vendimia, con el añadido de melón, calabaza y corteza de naranja, aromatizado con anís, es sin duda uno de los más originales de la Mancha.


Si queréis conocer la cocina del Quijote en todo su esplendor, os proponemos vivir esta experiencia: 


Un artículo de Antonio Bellón Márquez ©


Bibliografía y fuentes de información:
– Diccionario General de Cocina. Muro, Ángel.
– Historia de la Gastronomía Española. Martínez Llopis, Manuel.
– Efemérides cervantinas. Cotarelo y Mori, Emilio. Revista de Archivos, 1905.
– Estudios cervantinos. Rodríguez Marín, Francisco. Atlas, 1952.
– Hombres, lugares y cosas de La Mancha”. Fascículo VIII. Dr. D. Rafael Mazuecos.


Fotografía de portada de José María Moreno García

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Ruta por los castillos de la Orden de Calatrava en Ciudad – Real

Cruz Orden de Calatrava

De las fortificaciones militares de la provincia de Ciudad – Real se tiene conocimiento desde la prehistoria, como en la Motilla de Azuer (Daimiel). Con la llegada de los romanos a esta provincia construirían algunos castillos como el de Vistillas (Villanueva de la Fuente) o Calatrava La Vieja (Carrión de Calatrava), además de las Murallas de Almedina. Después llegarían los árabes que aquí construirían la mayor parte de los castillos. Con la reconquista algunos de estos castillos desaparecen, aunque otros se reconstruyen y se guarnecen mejor, como el de Calatrava La Vieja, donde se funda la primera Orden Militar Hispánica, la Orden de Calatrava, tras ser abandonada por los Templarios. Un grupo de caballeros encabezados por Raymond Serrat, abad del monasterio de Fitero, nacido en Saint-Gaudens de Garona (Francia), y por Diego Velásquez en 1158. El rey Sancho III de Castilla concedió al monasterio de Fitero y a su abad el dominio de Calatrava. En 1163 moría fray Raymundo, para después ser canonizado. Al año siguiente su agrupación religioso-militar fue aprobada por Alejandro III y adopto la regla del cister. Al morir en 1196 fray Diego Velásquez, sería elegido su primer Maestre Don García López de Padilla, quien daría su definitiva contextura a la orden. Con el tiempo esta orden abandonaría Calatrava-La Vieja por ser un lugar insano, y se trasladan al Sacro Convento-Castillo Calatrava La Nueva en 1217.
Éste es un paseo por las atalayas que elevan nuestra tierra, vestigios de siglos de historia que esperan nuestra mirada curiosa y nuestros pasos aventureros. Comenzamos.

Castillo de AlarcosVista aérea del Castillo de Alarcos

Castillo de Alarcos

Este importante yacimiento ibero-medieval fue ocupado desde la Edad del Bronce, y tuvo varios momentos de apogeo: la época ibérica entre los siglos V-III a.C., y la Edad Media, centrada en el siglo XII. Si bien, el castillo fue construido por los árabes en el siglo XI.
De la época ibérica se han encontrado importantes restos por todo el enclave, tales como restos urbanos, un gran número de exvotos y esculturas de piedra zoomorfas. Ha sido identificada por algunos autores como la ciudad de Lacurris, Lacuri, o Larcuris.
Las primeras noticias que se tienen de Alarcos forman parte de la leyenda, al ser incluido dentro de la dote de un posible matrimonio entre la mora Zaida y el Rey Alfonso VI. Es reconquistado por Alfonso VII en 1147, y reedificado por Alfonso VIII, y encomendado a la Orden de Calatrava. El 19 de Julio de 1195 es, escenario de la famosa batalla de Alarcos, y que supone una derrota del ejército cristiano comandado por Alfonso VIII, frente a las tropas almohades de Al-Mansur. Poco antes de la batalla de las Navas de Tolosa se recupera Alarcos y así pasa a dominio cristiano definitivamente.
A partir de esta fecha empieza el declive de Alarcos, e intentando el rey Alfonso X el Sabio repoblar varias veces este enclave, fue incapaz y sus habitantes se trasladaron a una aldea próxima, Pozo Seco de Don Gil, lugar donde este Rey fundaría, Villa Real en 1255, la actual Ciudad – Real.
La ciudad medieval tiene una extensión de 33 hectáreas y se encuentra rodeada por una muralla de 3 metros de espesor. En el castillo con forma rectangular destacan sus dos torres cuadrangulares y las torres de los lados E. y O. de forma pentagonal. De su interior conserva restos de habitaciones abovedadas y de un aljibe. Esta zona es interesante de visitar pues se puede ver los restos de una ciudad Ibera y una impresionante vista panorámica del lugar.
Actualmente forma parte del Parque Arqueológico ibero-medieval llamado Santuario de Nuestra Señora de Alarcos, propiedad de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, y se usa como parque arqueológico y ermita de culto cristiano.

Muralla del Castillo de AlarcosMuralla del Castillo de Alarcos

Castillo de Calatrava La Vieja Vista aérea del Castillo de Calatrava La Vieja

Castillo de Calatrava La Vieja

De fundación islámica, la ciudad de Kalaat Raawak ó Qal’at Rabah (Calatrava), que se interpreta según los eruditos Castillo de las Ganancias, es mencionada por primera vez en el año 785, en época del Emir omeya de Córdoba Abderramán I. Fue reconstruida en el año 853, y reformada en el siglo XII, a partir de 1157.
Está situada en un importante cruce de caminos, al abrigo del cual adquirió un gran desarrollo urbano, siendo el lugar más poblado entre Córdoba y Toledo hasta el siglo XIII. Por ella pasaba la vía principal entre estas dos importantes poblaciones, y las que unían Mérida con Zaragoza y el Atlántico con el Levante.
El alto valor estratégico de su situación explica sus cinco siglos de vida. En un principio, jugó un papel decisivo tanto en las luchas civiles que enfrentaron a los toledanos con el poder central cordobés, como en las diversas rebeliones bereberes. Su importancia se acentuó a raíz de su casi total destrucción por parte de los rebeldes toledanos (853) y de su inmediata reconstrucción por orden del emir Muhammad I. A partir de entonces, y como cabeza de una amplia región, se convirtió en el punto más importante de apoyo del poder omeya cordobés en la zona.
Tras la abolición del califato (1031), Calatrava gozó de cierta autonomía, al tiempo que los reinos taifas de Sevilla, Córdoba y Toledo se disputaban su posesión. Finalmente, caería en la órbita de esta última. Con los almorávides (principios del siglo XII) pasó a ser el núcleo islámico más importante frente al ya para entonces Toledo cristiano.
Tomada por Alfonso VII (1147), se convirtió en la plaza cristiana más avanzada frente al Islam. Después de fracasar la encomienda dada a los templarios, fue concedida por Sancho III a la Orden del Císter (1158), dando lugar al nacimiento de la primera orden militar hispana, que adoptó el nombre propio del lugar. Permaneció en el reino de Castilla hasta que los almohades la recuperaron para el Islam a raíz de su victoria en la cercana Alarcos (1195). Alfonso VIII la retomó definitivamente pocos días antes de la batalla de las Navas de Tolosa (1212).
A partir de entonces, Calatrava inició su decadencia. Situada en un lugar malsano y lejos de la nueva frontera, no era ya la sede adecuada para la Orden, cuya cabeza se trasladó en 1217 a otro lugar (Calatrava la Nueva). La antigua Calatrava (Calatrava la Vieja) quedó como cabeza de una encomienda más de la Orden. En la primera década del siglo XV, la sede de la encomienda de Calatrava fue trasladada unos kilómetros más al sur, a Carrioncillo (actual Carrión de Calatrava).

Calatrava ocupa un cerro amesetado de planta ovoide, con 5 ha de extensión, en la margen izquierda del río Guadiana. Desde él se tiene un amplio dominio visual del entorno, pero no aporta capacidades defensivas destacables. La única defensa natural sólida la proporciona el propio río, cuyo cauce, antaño muy ancho y pantanoso, protegía el frente norte de la ciudad. En el resto de la plaza, la accesibilidad del cerro fue paliada mediante sólidas murallas (1.500 metros de longitud) que se adaptan al contorno de éste.
Una gran parte de la muralla, casi toda de época omeya, aún se halla cubierta por escombros. Está jalonada por, al menos, 44 torres de franqueo, de las cuales dos son albarranas. Con excepción de las dos torres situadas en el extremo oriental del alcázar, de planta pentagonal en proa, todas las demás son de planta cuadrangular. En el frente sur de la ciudad, donde se abre la puerta de entrada en recodo, las torres son de mayor tamaño, más abundantes, algunas de ellas huecas, y aparecen más espaciadas, mientras que las del espolón oeste mejor defendido por el escarpe del terreno, son siempre macizas, más pequeñas, y se encuentran más próximas entre sí.
Salvo por su frente norte, protegido por el río y en donde se sitúan las corachas de abastecimiento de agua, el resto del recinto se encuentra rodeado por un foso húmedo artificial que convertía a la ciudad en una verdadera isla. Dicho foso está en su mayor parte excavado en la propia roca del cerro, y cuenta con más de 750 m de recorrido y una profundidad media de 10 metros. Era alimentado directamente por las aguas del Guadiana, que, tras recorrer por gravedad todo el perímetro de la ciudad, se reincorporaban al río aguas abajo de ésta.
El cerro está dividido en dos zonas, separadas entre sí por una muralla de grandes proporciones: el alcázar, al este, y la medina, que ocupa el resto de la superficie. Al exterior de la muralla se extendían los arrabales.
El alcázar se localiza en el extremo oriental de la ciudad, junto a la entrada de aguas al foso desde el río. De planta triangular, cuenta con una extensión de 1 ha. En torno a él se concentran los elementos defensivos más destacados de la plaza, no sólo porque estaba destinado a albergar los centros de poder, sino también porque las defensas naturales de este sector del cerro son de escasa entidad. En sus defensas y estructuras internas se diferencian varias etapas:
1ª) Anteriores al año 853: los restos del antiguo muro de cierre occidental, formado por la propia puerta, todavía oculta, y por diversas torres incluidas en él de muy diversa construcción: adobe, ladrillo, tapiales de tierra y mampostería…
2ª) Las pertenecientes a la reconstrucción de Muhammad I (post. 854) responden a un plan unitario promovido, como en otras partes de la ciudad, por el poder central cordobés con un claro propósito de manifestar su supremacía en la región. Destacan las grandes torres de entrada, que forran a las primitivas, el gran arco triunfal que antecede a la antigua puerta, y los paramentos oeste y sureste. A esta etapa se atribuye también la construcción de la torre albarrana primitiva y las torres pentagonales en proa, que, junto con la coracha vecina, forman parte de un sistema defensivo hidráulico.
3ª) Las islámicas de cronología imprecisa: el aljibe exento, por delante de la puerta, y la gran sala con varios arcos de herradura de gran tamaño, que podría corresponderse con el vestíbulo de un baño.
4ª) El inconcluso ábside templario (1147-1158), de planta dodecagonal.
5ª) Sobre restos más antiguos, la iglesia y las dependencias de la Encomienda de Calatrava (siglos XIII y XIV) ocupan la mayor parte del área del alcázar. En estos dos siglos se realizaron continuas obras, reformas y aprovechamientos de los espacios. Destacan los restos de una herrería y las dependencias abovedadas junto a la iglesia.
En los arrabales, de cerca de 15 ha, además de la identificación de la ermita de Ntra. Sra. de la Encarnación como una antigua mezquita, se han localizado un cementerio almohade y diversas áreas artesanales e industriales.

Calatrava La ViejaCalatrava La Vieja

Castillo de Calatrava La NuevaVista aérea del Castillo de Calatrava La Nueva

Castillo Sacro – Convento de Calatrava La Nueva

El castillo-convento de Calatrava la Nueva se alza sobre un cerro rocoso llamado Alacranejo, en el término municipal de Aldea del Rey, y junto a él flanquea una de las más importantes vías naturales que cruzan Sierra Morena y unen la Meseta con el Valle del Guadalquivir.
La Orden del Cister tomó posesión del castillo de Calatrava la Vieja (en Carrión de Calatrava), asumiendo la defensa de este territorio frente a los árabes, y fundando aquí la Orden de Calatrava en el año 1158.
Cuando la Orden de Calatrava consiguió tomar el castillo de Salvatierra, decidieron construir un nuevo castillo en el cerro de enfrente. Algunas hipótesis apuntan a que el castillo-convento de Calatrava la Nueva fue construido sobre un castillo anterior, el castillo de Dueñas, que según fuentes reales del siglo XIII fue donado tras perder el territorio los cristianos, después de la batalla de Alarcos en 1195. Los Calatravos tomaron Salvatierra en 1198, por lo que no sería extraño que se realizaran en este otro castillo algunas obras. Pero Salvatierra volvió a caer en manos musulmanas en torno a 1210. Después de la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, el castillo fue nuevamente recuperado, y fue entonces cuando se intensificaron las obras de construcción, realizándose en 1217 el traslado definitivo de la Orden desde Calatrava la Vieja. Perteneció a la Orden de Calatrava hasta el siglo XVIII.
A lo largo de los siglos esta fortaleza fue objeto de distintas reformas y añadidos, siendo las más importantes las realizadas en la época de los Reyes Católicos y en la de Felipe II, que pasó allí unos días y lo acondicionó para el paso de los coches de carruaje.

El edificio se estructura en tres partes diferenciadas y ocupa una superficie de unos 46.000 metros cuadrados aproximadamente. La primera parte es el propio castillo, que incluye una iglesia de estilo cisterciense y otras dependencias. El segundo recinto se extiende a lo largo del cerro en el que se encuentra ubicado. Y por último, el tercer recinto, constituido por un espacio paralelo al anterior y que dificulta aún más el acceso.
Es curioso el sistema de zigzag que sigue su muralla para tener más ángulos de visión. Los lienzos de la muralla se asientan directamente sobre roca y sigue la disposición de las peñas. En la zona sur de la primera muralla, se encuentra la llamada Puerta del Sol, hoy muy modificada. Siguiendo el lienzo de la muralla nos encontramos con un portillo al oeste, otro al norte, y unos metros más adelante una puerta que mira al Este. Estas puertas y portillos tienen difícil acceso y se encuentran ocultos por esquinas y contrafuertes de la muralla. En el arranque del camino que conduce directamente al Castillo existen restos de una antigua puerta, construida con roca volcánica, de la que hoy desconocemos su función, y si pertenece al momento en que se construye Calatrava la Nueva o es anterior, ya que no guarda disposición alguna con el trazado de la muralla. Siguiendo el camino nos encontramos con la Puerta del Palo o de los Arcos. En la fachada principal se encuentra la Puerta de Hierro, la cual da acceso a la fortaleza dando paso a un espacio con una gran bóveda de mampostería de piedra con una serie de ventanas a la izquierda y dos puertas a la derecha. Al fondo se encontraba una rampa que permitía el acceso a un piso interior hoy desaparecido. De aquí se pasa al patio principal el cual permite el acceso a las dependencias del convento y a la fortaleza.
En el patio principal se hallan bóvedas de construcción más antigua, en piedra y con puertas de roca volcánica. Sobre éstas, existen otras dependencias de construcción posterior.
Cerca de la entrada que da paso a la iglesia de estilo cisterciense, se construyeron un palomar y un pozo con nieve. Este pozo servía para conservar los alimentos en perfecto estado pues era una de las zonas más frías de todo el recinto. Era un novedoso sistema de refrigeración.
La Iglesia está situada al norte del Castillo, y la puerta principal mira a Occidente. Tiene un gran rosetón, construido con roca volcánica, en época de los Reyes Católicos, para dotar de mayor luminosidad el interior de la iglesia. En la vidriera del rosetón aparecían representados los misterios de la Virgen, en los espacios que de dejaban entre las columnillas, ya que partía una de cada uno de los lóbulos hacia un óculo central.
El interior es un ejemplo de arquitectura cisterciense, que presenta características del arte gótico, aunque tiene algunos elementos de tradición románica, e incluso mudéjar. Consta de tres naves con tres ábsides que quedan insertados en la muralla, la nave central es de mayor dimensión que las laterales.
A lo largo de la Historia se fue enriqueciendo de pinturas, retablos y sepulcros. Tenía un coro que ocupaba gran parte de la nave central con una reja divisoria que separaba los frailes de los caballeros.
La nave de la derecha se comunica con el claustro por una gran puerta; a la izquierda fueron incorporándose las distintas capillas, edificadas por Maestres y Comendadores Mayores, que les servía de sepultura, y son Capilla del Comendador García de Castrillo; Capilla Dorada; Sacristía y Relicario; Capilla de Don Gutierre de Padilla o Capilla Mayor.
El castillo presenta planta rectangular y torres de gran altura. Se ubica en una zona elevada y se adapta al terreno que tiene varios niveles. Sus muros son de gran grosor y las almenas y saeteras complementan sus defensas.
Está construido directamente sobre las rocas, entre la Iglesia y el Campo de los Mártires. La parte central parece ser la más antigua, tanto por la disposición como por el tipo de aparejos y parámetros de mampostería, sobre la que se fueron añadiendo posteriormente distintos cuerpos.
Como fortaleza, muestra distintos sistemas defensivos propios de la arquitectura militar medieval, como son la antemuralla que cierra su escalera de acceso y la puerta en codo, que dificultaría un ataque frontal.
No se han conservado algunas áreas de su nivel superior, por lo cual, las terrazas que actualmente vemos, fueron distintas dependencias en su momento.
En el patio más bajo, al que se accede por una galería de arcos, se encontraban los aposentos del Maestre, bajo los cuales hay un gran aljibe que almacenaba las aguas que recogía de todo el castillo. En un nivel intermedio hay otras dependencias, posiblemente las zonas destinadas a los Alcaides y guarnición de la fortaleza; y en un cuerpo aparte se encontraba el archivo, para evitar que pudieran afectarle algún incendio. A esta estancia se accedía por una escalera de caracol, y guardaba toda la documentación de la administración de las encomiendas en ochenta cajones.
En el nivel más alto, tenía dos patios de armas, y otras dependencias de las que apenas quedan restos, considerándose como simples terrazas.
Todo el recinto, el último de los tres amurallados, es inexpugnable y en su momento estuvo dotado de algunas piezas de artillería.

Vista desde el Castillo de Calatrava la Nueva Vista desde el Castillo de Calatrava la Nueva

Castillo de Pilas Bonas, ManzanaresCastillo de Pilas Bonas

Castillo de Manzanares o de Pilas Bonas

Los orígenes de Manzanares se pierden en el tiempo. Se tienen referencias documentales que testimonian su repoblación en el siglo XII, tras su reconquista, estando en manos de la Orden de Calatrava.
El castillo de Manzanares fue construido entre 1199 y 1207, por orden del Maestre Frey Martín Martínez, para oponerlo cercano al castillo de Tocón que marcaba los límites de las posesiones de la Orden de Santiago. Para defenderlo trajo guerreros vizcaínos, algunos de los cuales eran miembros de la antigua casa solariega infanzona Sagasti-Manzanares, nombre del que tomaron denominación sus descendientes, llamándose Casa Manzanares.
En 1352, sus alcaldes acordaron levantar una cerca dejando 200 casas en su interior, contando con el beneplácito del XVIII Maestre Don Juan Núñez de Prado. Desde 1284 fue sede de la Encomienda de Manzanares, y su primer comendador Frey Blasco Núñez, siendo una de las más ricas del Campo Calatrava.
En el Castillo estableció la orden de Calatrava la Sede de la Encomienda de Manzanares. En los libros de visitas de la orden se tienen diversas noticias documentales a partir del año 1423, que ofrecen datos sobre la configuración del mismo, y de la existencia de la Torre Mayor habitada por el calvero de la orden.
Sus muros han presenciado desde rebeliones de los caballeros de la Orden de Calatrava contra su Maestre, en la Edad Media, hasta un enfrentamiento a cañonazos contra un ejército de Comuneros en 1519, en donde todos los habitantes se refugiaron en el castillo.
El castillo de Manzanares forma un cuadro de 70 varas de lado, posee un foso de 4 varas de ancho, está cercado por una muralla, tiene cubos en sus esquinas y una torre del homenaje en el centro. Según cuenta una leyenda había un pasadizo subterráneo que comunicaba con el castillo del Tocón en Membrilla.Conserva en magnífico estado la torre del homenaje, la antigua capilla y la plaza de armas. Destaca por su valor artístico el palacio residencia del Comendador de Manzanares, que aún conserva techos decorados con rica yesería ornamental, construido hacia 1490.
Los nombres de castillo de Pilas Bonas, castillo de Peñas Borras y otros fueron dados, sin fundamento alguno, por algunos periodistas e historiadores locales a principios del siglo XIX.

Castillo de Doña BerenguelaTorre del castillo de Doña Berenguela

Castillo de Doña Berenguela

Este castillo se encuentra en Bolaños de Calatrava y fue construido probablemente entre los siglos XII y XIII. Las primeras noticias que hacen referencia a este castillo datan del año 1229. Doña Berenguela, madre de Fernando III el Santo, donó el castillo a la Orden de Calatrava, y Alfonso X el sabio corroboró esta donación posteriormente. La historia de este castillo está estrechamente ligada a la de la Orden de Calatrava. Fue sede de esta Orden, y su función era la defensa de la villa de los continuos ataques de los musulmanes. Permaneció en manos de la Orden hasta el año 1544, fecha en que fue abandonado.
El castillo es de planta rectangular y estaba rodeado por un foso y una muralla, que en la actualidad ha desaparecido. Tiene dos torres, la del Homenaje y la llamada torre Prieta, y sus muros, al igual que la torre del homenaje, están rematados por almenas.
Uno de los aspectos más significativos del edificio es la torre del homenaje, situada en uno de los ángulos del recinto, y compuesta por cinco pisos. La planta inferior es la mazmorra. La terraza está rematada en almenas piramidales. En sus muros se abren vanos de reciente fabricación pero se ha conservado su forma original.
La torre Prieta es una inmensa mole de piedra de forma rectangular, desmochada, sin almenado, y en la que apenas pueden apreciarse vanos o elementos decorativos. Está compuesta por tres pisos y sus dimensiones son mayores que las de la torre del homenaje. Al primer piso se accede por del patio, y al tejado a través del adarve.
Uno de los aspectos significativos del edificio es su escudo, en el que pueden apreciarse dos partes bien diferenciadas, que son un castillo de oro, en el que aparece representada la vecindad, y una espada que atraviesa el pan, que representa el impuesto que se pagaba a la orden de la que dependía su defensa.

Castillo de Miraflores PiedrabuenaVista del Castillo de Miraflores

Castillo de Miraflores

Se alza sobre un monte situado a las afueras de Piedrabuena. Se trata de una fortaleza de origen musulmán que debió ser construida en el siglo IX, y de la que existen referencias documentales cristianas del siglo XI.
En 1195, tras la Batalla de Alarcos, la Orden de Calatrava perdió los castillos de Calatrava La Vieja, Caracuel, Alarcos y Piedrabuena, que pasaron a manos musulmanas. Además, los calatravos perdieron también Guadalerzas, Malagón (hoy desaparecido) y Benavente entre otros, es decir, todos los castillos que poseía la Orden entre Toledo a Sierra Morena.
En 1212, el gran ejército cristiano que salió de Toledo hacia Sierra Morena para enfrentarse a los musulmanes en la importante batalla de Las Navas de Tolosa, fue recuperando uno a uno estos castillos para la cristiandad, para vencer finalmente a los musulmanes en Las Navas.
Hoy día se conservan muros de más de 6 metros de altura, el arco de acceso, parte de una bóveda y la base de la torre principal, así como varias estancias.


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De La Mancha a Barcelona. Universo del Quijote

Quijote Salvador Dalí

El mar de esperanzas, anhelos y deseos que se atisban desde los abiertos horizontes manchegos comparte con las aventureras aguas del Mediterráneo la misma resaca emocional que te arrastra hacia sus adentros con el ansia de nuevas cosas por descubrir equivalente a la necesidad de liberarse en la orilla de esas otras cargas que tanto pesan en espíritus creativos como el de Cervantes.
Toda una vida deambulando por el mundo en busca de fortuna fructificó en una de las novelas más inteligentes de la trayectoria humana. No sé bien si es que estamos condenados a tropezar mil veces en la misma piedra o es que la condición humana no puede evitar, por la torpe vulgaridad de la envidia, no reconocer y valorar a sus semejantes contemporáneos.
Razón principal por la cual me pregunto y me respondo que Cervantes jamás supo de ese reconocimiento, aun presintiendo que él bien sabía de su talento y su capacidad prodigiosa para transcribir con arte una de las críticas sociales más doctas jamás escritas, aderezada además con la simbiosis de un protagonista que transcurre a lo largo de su propia biografía fantaseada en las múltiples aventuras de Alonso Quijano.

Mar Mediterráneo, BarcelonaMar Mediterráneo, Barcelona

Mar de viñas, La ManchaMar de viñas, La Mancha

Ya sabemos que todos lo queremos todo y cómo no cada cual pretende poseer un Don Quijote o un Lugar de La Mancha. Cuando don Quijote no hay más que uno llamado Cervantes y Lugar todo el universo recreado por su ingenio.
El Lugar de La Mancha comienza precisamente donde Cervantes traza la primera letra que con tanto arte dibujaban las imprentas barrocas a modo de iniciales capitulares. El Lugar está perfectamente descrito de principio a fin desde el mar de horizontes manchegos hasta el sinfín horizontal de las mediterráneas playas de Barcelona.
Un universo completo de principio a fin que narra toda una vida de aventuras y desventuras de un hombre que ante todo y sobre todo precisaba de la libertad esencial propia de los espíritus libres sometidos al asfixiante corsé de una sociedad represiva.

Barcelona desde el Parque Güell de Gaudí

Molinos de Campo Criptana

Cervantes tuvo la mala suerte de nacer cuatrocientos años atrás cuando todavía no existía la democracia en Occidente y por eso no pudo en vida obtener el merecido puesto y prestigio que su talento le otorgó. Hoy por supuesto equivaldría a las más espectaculares producciones de Hollywood. Y me sorprende mucho y supongo que será por desconocimiento de una obra tan magna como El Quijote, que no haya sido recreada por el cine con la dimensión que merece y el filón económico que reportaría.
Nosotros poseemos la fortuna de contener los escenarios auténticos que ha descrito uno de los grandes genios de la humanidad. Tenemos una tierra mítica, legendaria. Casi metafísica en mitad de la nada. Cerca de todo y lejos de lo cercano. Una tierra que parecemos no ver. Que parece ser tierra de nadie perdida en la propia inmensidad de su llanura. Tan solo encontrada hasta ahora, por la atención de un Cervantes agudo y cauto. Experimentado en esquivar inquisidores y poderosos. Una Mancha indiferente en la cual pudo ridiculizar con soltura al célebre caballero sin que se ofendieran los encumbrados nobles del Puerto de Indias, el Reino de Castilla, el Principado de Cataluña, o la Corte de Madrid.

Drassanes Reials, BarcelonaDrassanes Reials, Barcelona

Cueva de Cervantes, Argamasilla de Alba

La Mancha no era más que tierra de paso en mitad de sí misma. Allí don Quijote podía existir tan loco o cuerdo como le diera la gana. Tan inteligentemente situado por Cervantes que pudo permitirse traspasar sus límites, ya fijado en ella, como el loco de La Mancha. Y así aventurarse a lejanas tierras.
Lugares donde muy probablemente Cervantes conservarse los mejores recuerdos de su vida. Recuerdos de juventud, vitalidad y esperanza. Como cuando partió hacia Italia.
Y es que esa gran señora que siempre ha sido y será Doña Barcelona, le regaló la visión de un mundo cosmopolita repleto de oportunidades.
Nosotros, afortunados herederos de todo el arte acumulado por la humanidad desde hace siglos, y ciudadanos de un mundo tan libre que permite grandes momentos de felicidad al mayor número de personas posible, debiéramos corresponder multiplicando dicha herencia para mejor estar de los que estamos y nos precedan.
Nada nos impide comenzar a ver de una vez y poner en valor, la inmensa suerte de contener en nuestro mundo la realidad soñada por uno de los grandes creadores de la literatura universal.

Sagrada Familia, siglo XX, BarcelonaSagrada Familia, siglo XX, Barcelona

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, siglo XVI, VillahermosaNuestra Señora de la Asunción, siglo XVI, Villahermosa

La Mancha existe y será para siempre la tierra donde se originó una de las obras maestras de la escritura humana, que además suma la incalculable riqueza cultural de una de las ciudades históricas más bellas del planeta como es Barcelona.
A qué esperamos para ofrecer al mundo algo irrepetible al alcance de todos. Aquí es posible encontrar el sueño de un hombre que se atrevió a poner en evidencia la injusticia universal aun a riesgo de su propia vida.
Aquí es posible disfrutar las sensaciones de experimentar ese anhelo de libertad a que empujan la contemplación de los inmensos horizontes manchegos proyectándose hasta lugares tan cosmopolitas como Barcelona o Sevilla.
Porque aunque literalmente no esté escrita o descrita, también Sevilla, la imperial capital financiera de Occidente forma parte del Quijote de principio a fin. Admirada y temida por Cervantes. Donde más de una vez intentó sin éxito liberarse rumbo a América.
Sobre todo eso es el Quijote. Una liberación terapéutica que desahogase al genio su suerte. Un relatar con arte lo que la cobardía del acomodado jamás denunciaría. Un describir con maestría que ante nuestras narices disponemos de uno de los viajes literarios más apasionantes, inteligentes, atractivos y sugerentes de toda la creación humana. Comienza en La Mancha, en el Campo de Montiel, pasa por los Molinos de Criptana y termina en la internacional Barcelona.
¿A qué esperamos?

Barrio Gótico, BarcelonaBarrio Gótico, Barcelona

Casa del Caballero del Verde Gabán, Villanueva de los InfantesCasa del Caballero del Verde Gabán, Villanueva de los Infantes


Un artículo de Salvador Carlos Dueñas Serrano


Fotografía de portada de El Quijote ilustrado por Salvador Dalí